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ORIGENRS Sabinas y Latinas, inveatadas por Ia piedad, en la época fen gue los Sabings y los Latinos uo se tablan ein sepa ado, Después, debieron quedar sin duds elertos nombres de ioses wnidos particularmente a los sentuarias del Qnirinal, ¥ asrojados a la ‘time fa (citemos por ofomplo al Semo vanous, del cual tomé st nombre la puerta, Sanqualin); ero estos nombres se encuentran también en ottor Inge es (el Semo sancus ea 1a isla Tiberina). Ademés, a ‘mostrando esta elrcunstancia, a les ojo de uaa cftiea DE ROMA 35 imparcial Ia antigiiedad del culto no seed en manera al- tuna una prueba de haberlo tomado dsl pais veeino, No niego la posibilided de cierios antagonismos de rez, mi de sus efectos matursless pero si se han producldo, no he Heyndo su eco hssta nosotros; Ins consideraciones @ que se entregan nuestros contemporineos reapecto. al elemento sabino en Ia ciudad Romana, me parece que deben det eartame, Todo nos advierte que debeios temer eglomerat fl vacio sobre el vaeto. Capitulo V. Instituciones primitivas de Roma 1. La casa Romana, — El padre y la ma- dre, los hijos y las hijas, el domino agricola y la habitacién de la familia, los sirvientes y el mobiliario doméstico son en todas partes, exeepto en Jos paises en que la poligamia ha. ce desaparecer la madre, los elementos natu- rales y esenciales de la unidad econémiea. La diversidad que se nota entre los pueblos dota- dos del genio de la eivilizacién esté sujeta, an- te todo, al desarrollo de estas instituciones; Jos unos tienen de ello un sentido mas profun- do, costumbres y leyes mis earacteristiens y determinadas que loz otros. Ningiin pueblo ha igualado a los Romanos en el rigor inexorable de sus instituciones de derecho natural. 2. El padre y su familia. — La familia se compone; del hombre libre a quien la muerte de su padre ha hecho duefio de sus derechos; de su esposa, a quien el sacerdote le ha unide en la comunidad del fuego y del agua, median- te el rito sagrado de ta torta (confarreatio) ; de sus hijos; de los hijos de éstos con sus mv- Jeres legitimas; de sus hijas no easadas, y de las hijas de sus hijos, con todos los bienes que cada une pose; tal es en Roma la unidad do- méstica, base del orden social, Exehiyense de é&ta los hijos de la hija, cuando ha pasado me- diante el matrimonio a la casa de otro hombre, © cuando, procreados fuera de legitimo matr monio, no pertenecen a ninguna familia. Po- seer una casa € hijos, he aqui el fin y la esen- eia de Ja vida para un ciudadano romano, La mmerte no es un mal, puesto que os necesaria; pero os una verdadera desgracia que acabe la asa con la descendencia. Por esto se impedira 8 totla costa desde los primeros tiempos, dan- do al hombre que no tenga hijos el medio de ir solenmemente a buscarlos on el seno de una familia extrafia y hacerlos swyos en presencia det puebio. Consiituida de este modo la fami- lin romana, Uevaba consigo, gracias a la po- derosa subordinaeién moral de todos sus miem- bros, los gérmenes de una eivilizacién fecunda para el porvenir, Sdlo un hombre puede ser su jefe; la mujer puede también adquirir y Poseer bienes; la hija tiene en la hereneia una Parte igual ala de su hermano; la madre he- reda lo mismo que los hijos. Pero esta mujer wo deja de pertenecer a la casa; no pertencee Ja ciudad, y en la casa tiene siempre un due- ‘wo: el padre, cuando es hija; el marido, cuan- do es esposa; su mas préximo pariente varén, euando no tiene padre ni esté casada. Estos, y,no cl principe, son los que tienen sobre ella ‘el derecho de justicia (1). Pero en la casa, lejos de ser esclava, es due- a. Segtin la costumbre romana, Ia tarea im- Possta a los criados de Ia easa era moler el grano y desempeiiar los trabajos de la cocina; Ia madre do familia ejercfa en esto una alta vigilancia; ademés, tiene el huso, que para ella eguivale al arado en las manos del marido (2). Los deberes morales de los padres para eon sus hijos estaban profundamente grabados en. el eorazén del Romano, Era un crimen a sus ojos ahandonar @ un hijo, consentirlo y disi- par el bien patrimonial en perjuieio suyo. Por otra parte, el padre dirige y conduce la fami lin (pater familias) sein ia ley de su volun- tad suprema. Ante @ no tienen absolutamente. ningiin derecho los gue viven en la casa: el buey, lo mismo que el esclavo; la mujer, lo mismo que el hijo, La doneelia, que se casa ‘por Ia Iibre eleceién del esposo, ha dejado de ser libre; et hijo que ella day que se trata de eduear, no tiene tampoco libre albedrio. No se crea que esta ley haya tenido su origen en Ia falta de todo euidado hacia ta familia; los Ro- manos ereian, por el contrario, firmemente que era un deber y una necesidad social fundar una casa y procrear hijos. No encontramos suizé en Roma més que un sélo y tinico ejem- plo de inmixtién del poder pablico en las cosas de las familias, y fué al mismo tiempo un acto de beneficencia. Hablamos del socorro que se daba al padre que tenia tres mellizos. La ex- posicién ‘de los recién nacidos daba lugar 9 una ley caracteristiea; prohibida aquélla con relacién al hijo, salvo’ el caso de deformidad, lo estaba igualmente para la hija mayor. Sal. Vo estas restricciones, por censurable, por per. iudicial que fuese para la sociedad semejante acto, el padre tenia derecho de consumarlo; era 'y debia ser siempre dueho absolute de oe casa. Tenia @ los suyos sujetos a la regia de una ‘severa diseiplina; tenia el derecho y el deber de ejercer la justieia entre ellos; hasta imponia, si lo cria conveniente, la pena capi tal. Cuando cl hijo ha legado a Ia edad adul- ta, funda un patrimonio distinto, 0, para va- Jetme de le expresién de los Romanos, recibe de su padre un rebatio (peculium) propio. Im- porta poco; em estricto derecho, todo lo que gana por si mismo 0 por los suyos, ya lo doba 4 su trabajo o a liberalidades ajenas, lo gane en su cass propia o en Ja paterna, pertenece ante todo al padre de familia, Mientras que éste vive, ninguno de sus subordinados puede ser propietario de lo que posee; ninguno pue- enajenar ni heredar sin su consentimiento. Bajo esta relacién, estén la mujer y ol hijo en el mismo caso que el esclavo, al que muchas veees se permite tener un peculio y hasta en~ ajenarlo, El padre puede, ademés, hacer con su hijo lo que con un esclavo, cuya propiedad transfiere muchas veces a un tercero; si el eomprador es un extranjero, el hijo se con- Capitulo V Ce 36 BL, PARIODO ANTERIOR A LA ABOLICION DE LA MONARQUIA EN ROMA vierte en su eaclavo; si es cedido a un Roma- no, eomo él también'lo es y no puede hacerse esclavo a un ciudadano, tiene solamente el lu- gar de un esclavo respecto a su comprador. Como se ve, el poder paternal y marital del padre de familia era absoluto, La ley no lo li- mita. La religion ha podido muchas veces mal- decir sus exeesos; y asi como habia restrin- gido el derecho de exposicidn, asi también se exeomulgaba al padre cuando vendia a su mu- jer 0 a su hijo casado, Por iltimo, quiso Ia ley gue en el ejereicio de su poder de justicia do- méstlea no pudiese el padre, y sobre todo el marido, disponer de la suerte de los hijos y de la mujer sin haber convocado antes a sus parientes proximos en el primer caso, y ade- més a los de Ia mujer en el segundo, Sin em- bargo, su poder no disminufa por esto. Sélo los didses, y no a la justieia humana, pertenc- fa Ia ejecueién-de Ia sentencla de excomunién en que hubiera de incurrir; y los agnados, Hamados para el juicio doméstico, no. juga ban, porque no hacian mas que dar su parecer, ‘Asi como era. inmenso e irresponsable ante los hombres, asi era también inmutable e in- atacable el poder del padre de familia mien. tras éste vivia. En el derecho griego y en el germAnico, en el momento en que el hijo: Ie- ga a la edad adulta y su fuerza fisica le da FP independoncia, la jey Je da también In 1 bertad Stee los Romanos, por el contrario, ni Ia edad del padre, ni las enfermedades, ni aun su voluntad expresa podian emancipar su familia, La hija no sale de su dependencia has- ta que pasa por las justas 2upcias bajo la ma no de su marido; entoneos deja Ia familia y log penates paternos, para entrar en la de te, bajo la proteveién de sus dioses domésticos; queda sujeta al marido, como antes lo estaba a su padre, La ley permite més facilmente la emaneipacién del eselavo que la del hijo, Des- de muy antiguo ha adquirido aquél la libertad, mediante las més sencillas formalidades; la emancipacién de éste sdlo ha podido verificar- se mAs tarde y con muchos rodeos e inconve- nientes. Si ol padre ha vendido a la vez a su hijo y a su esclavo y el comprador los ha emaneipa- do, ef esclavo queda libre; el hijo vuelve al poder paterno. El poder paternal y el conyu- galy organizado como estaba en Roma con to- dos’ sus atributos y consecuencias de una légi- ca inexorable, constituia un verdadero derecho de propiedad, Pero si la mujer y el hijo eran, como se ve, una cosa del padre; si bajo esta relacién eran considerados como el eselavo ¥ como el ganado, bajo otras estaban muy lejos de confundirse con el patrimonio; su posicién estaba perfectamente determinada de hecho ¥ de derecho. El poder del padre de familia sélo se ejerce en el interior de la casa; es vitalicio, es una funcién personal en cierto modo. La mujer y ef hijo no sirven s6lo para el placer del padre, como la propiedad para el placer del propietario, como el sibdito para ol principe en el reino absolute. Son ademés cosas juri- dicas; mejor dicho, tienen derechos activos, son personas. Estos derechos activos no pue- den, sin duda, ojercitarlos, porque la familia es una y necesita de un poder tinico que la gobierne; pero en cuanto ocurre la muerte del Jefe, los hijos so convierten a su vez en padres Libro Primero de familia, y tienen desde este momento. bre sus mujeres, sus hijos y sus bienes el mis- mo poder a que poco haestaban sometidos. Para los esclavos, por ol contrario, nada ba eambiado; contintan siéndolo como antes. 3. Familias y razas (gentes). — Tal era, por otra parte, la fuerza de la unidad de la familia, que ni aun desaparece con la muer- te de su jefe. Sus deseendientes, aunque li- bres, contimian, bajo muchas relaciones, Ia unidad antigua, para el arreglo de los dere- chos de sucesién y, sobre todo en lo tocante a Ta suerte de la viuda y de las hijas solte- ras, Como segiin las ideas de los antiguos Romanos la mujer es incapaz de ejercer po- der sobre otro ni sobre si misma, e3 muy ne- cosario que este poder, 0, hablando en términos menos rigurosos, esta tutela (tutela) sea. da- da a la casa a gue pertenece la mujer. Por consiguiente, en ves de ser ejercido por el padre de familia difunto, lo es por todos los hombres miembros de la familia y por Jos més préximos agnados; por <1 hijo so- bre Ia madre, por los hermanos sobre la hermana. De ests modo continga la familia hasta Ia extineién de la descendencia mas- culina de su fundador. Sin embargo, al cabo de muchas generaciones debfa aflojarse ol Jazo que las unia, debfa desaparecer la prue- ba de su origen comtin, Teles son las bases de ja familia Romana, que se divide en fa- milia, propiamente dicha, ¥ en raza o gens; en Ia una estén comprendidos los egnados (agnati); en la otra, los gentiles (gentiles). Unos y otros se remontan a la fuente mas lina comin; pero mientras que la familia s6lo comprende los individuos que pueden com- probar el grado de su descendencia, la gens comprende ‘ademas aquellos que, aun proce- diendo del mismo antepasado, no pueden enu- merar los abuelos intermedios, ni determinar su grado de parentesco con éstos. Los Roma- nos expresaban elaramente estas distinciones diciendo:

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