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La siembra
El tomate es una planta que puede ser cultivada en todo tipo de huerto. Es posible
sembrar las semillas directamente en la tierra o bien optar por un almácigo, es decir
una maceta o bandeja en donde la planta comenzará a crecer para luego ser
trasplantada cuando tenga aproximadamente 15 cm. Sea cual sea la elección, lo
importante es contar con suelos ricos en nutrientes, algo que es posible lograr
tratando la tierra con compost o estiércol animal (de vaca, caballo, oveja, etc.). En el
caso de suelos pobres en nutrientes, siempre está la opción de realizar un abono de
cobertera una vez que las plantas están creciendo. Otro aspecto importante es la
exposición al sol. Hablamos de una planta que necesita de los rayos solares para
crecer por lo que debes elegir cultivarla sólo si tienes un huerto con al menos seis
horas de sol al día.
Lo mejor será realizar el riego por la mañana o luego de la puesta del sol, evitando
el momento antes de la recolección. Por otra parte, hay que tener en cuenta que las
hojas de la planta son muy sensibles a las enfermedades y es por eso que es muy
importante no mojar sus hojas.
Plagas y enfermedades
Entre las plagas y enfermedades más comunes del tomate están la Araña roja, la
Mosca blanca, el Pulgón, los Gusanos de suelo, la Ceniza, la Alternariosis del tomate
o diferentes virus y bacterias. Es más común que aparezcan en plantas de tomate de
invernadero que en aquéllas cultivadas al aire libre. Para evitar plagas y
enfermedades se recomienda:
La Poda
La poda de formación es la elegida para el cultivo del tomate. Esta práctica se realiza
unos 15 días luego del trasplante y cuando aparecen los primeros tallos laterales, los
cuales son eliminados junto a las hojas más viejas para así airear el cuello de la planta.
Estacar o amarrar la planta a medida que crece es una tarea a tener en cuenta para
así controlar su crecimiento y evitar que los frutos lleguen al suelo pues se trata de
una planta trepadora.
Además, se recomienda quitar los brotes que se asoman entre las axilas de las hojas
para así evitar que la planta crezca en forma desordenada pues entonces los tomates
serán mucho más pequeños y de una menor calidad. A medida que los tomates
crecen, también es aconsejable retirar las hojas para así facilitar la aireación y evitar
que las hojas tapen el sol a los frutos.
La cosecha
La cosecha del tomate comienza hacia las 10 o 12 semanas luego de la siembra. Es
escalonada y se realiza a medida que los tomates comienzan a madurar. Es
importante recolectar los frutos antes de que lleguen las primeras heladas. Si algunos
aún están verdes, lo mejor será recogerlos igual y luego depositarlos sobre paja en
una habitación, aislados de otros cultivos, para así continuar con su proceso
madurativo.