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Noviembre 2018
Ha fracasado el Sistema Penal Colombiano?
I. Introducción.
Ante este fracaso se abre paso a la Ley 906 de 2004, el actual Código de
Procedimiento Penal (L. 906/04, CPP), la cual se creó con dos características
principales:
1
ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE. Proyecto de acto reformatorio de la Constitución N° 11. “Propuesta de Estructura del Sistema
Acusatorio”. Hernando Londoño Jiménez. Gaceta constitucional N°10.
La separación de funciones de investigación y juzgamiento y el
fortalecimiento de la función investigativa de la Fiscalía General de La
Nación. Al reformar los artículos 250 y 251 de la Constitución Política
se buscó despojar de gran parte de las funciones judiciales que
ostentaba la Fiscalía, en aras de preservar los derechos
fundamentales del sindicado y mejorar la función investigativa y
acusatoria (USAID, 2018, pág. 21)
Luego de una claro fracaso del sistema anterior y que además buscaba recoger y
aplicar un sistema penal acusatorio (SPA).
1) Hacer más eficiente el sistema penal: Lo que buscaba el estado con este
objetivo era que se diera mayor respuesta a la criminalidad, reducir la
impunidad, escogiendo los caso de mayor interés para la sociedad y optando
por una justicia premial. Al respecto, (Bayona, Gomez, Mejia, & Ospina,
2016) afirman que:
Sin dudad estos objetivos trazados han fallado, hoy estamos frente a un sistema
penal menos eficiente, menos garantista, menos restaurativo, y con el mayor índice
de desconfianza por parte de la ciudadana en la justicia penal. Se podría concluir
tajantemente que el sistema ha fallado.
López Molina, Ricardo, afirma que denominar a este sistema como penal acusatorio
es un error, pues pierde de vista que la forma de procesamiento es tan solo una
parte de todo el sistema penal. Lo que nos permite avisar que desde la base el
sistema fue mal concebido y que por lo tanto no iba a tener la robustez necesaria
para afrontar la problemática penal de nuestro país, ni iba a poder cumplir los
objetivos que se habían propuesto en su creación.
Otro ejemplo claro de cómo se maneja la política criminal en nuestro país, se refleja
en los 30 cambios que ha tenido el Código Penal vigente, Ley 599 de 2000,
aumentando las condenas, lo que ha repercutido en el endurecimiento del sistema.
Esas reformas se han llevado a cabo sin que medien estudios sobre su impacto y
viabilidad, y están fundamentadas esencialmente en demandas de seguridad
ciudadana y en la percepción de impunidad por parte de la sociedad. (Vera, 2014,
págs. 307-370).
Bajo estas circunstancias, la política criminal en si misma viene a ser un factor clave
para entender la situación carcelaria del país.
Las situaciones que influyen en esta problemática son muchos y van más allá del
hacinamiento, por ejemplo el número insuficiente de personal penitenciario, así
como una política criminal muy dura con las mujeres. Al respecto la (CICR) expuso
que “La sobreutilización de la cárcel como solución a todo problema social sin
evidencia de que la privación de la libertad sea por sí sola una medida disuasiva
frente a la criminalidad contribuye a crear una grave situación humanitaria que hoy
supone una bomba de tiempo. El rediseño de la política criminal debería dar
prioridad a la prevención y a la reinserción, no a la detención como única medida
para hacer frente a la inseguridad” ((CICR), 2018).
Dentro del sinnúmero de causas que dan origen a este estado inconstitucional de
cosas, determinado por la Corte, vale también traer a colación el sinnúmero de
normas sustantivas que se emiten con el fin de subir las penas, quizás para quedar
bien con la sociedad, que las clama ante la impunidad rampante de la justicia actual,
dejando vacíos normativos que en nada ayudan a solucionar el problema jurídicos
y de política criminal actual (Bayona, Gomez, Mejia, & Ospina, 2016).
Es evidente que la situación actual hace imperiosa una reforma que solucione el
hacinamiento que hoy padece el sistema carcelario en Colombia
De acuerdo con el autor López Molina, Ricardo, podemos concluir que las
características que debe tener un ordenamiento jurídico, como son, la unidad, la
plenitud y la coherencia no se ven representados en nuestro ordenamiento, y que
por lo tanto el nuestro sería un ordenamiento débil, que posiblemente fracasara,
como se está evidenciando actualmente.
Continuando con nuestra política criminal, si bien es cierto que el Estado tiene la
función de resguardar la seguridad de todos, esta no es una obligación que
necesariamente funcione creando nuevas normas penales, ni con la inclusión de
nuevas figuras delictivas cada vez que hay un comportamiento nuevo que no está
regulado en la norma penal, y menos con el aumento de las penas. Es una
estrategia sin dudad errada establecer como primordial la sanción penal, dejando
por completo en el olvido la prevención, las medidas pedagógicas, las penas
alternativas y las sanciones administrativas, culturales o morales, que incluso
podrían resultar más eficaces en la lucha contra la delincuencia.
Podemos concluir además que nuestro sistema penal sumado a un mala política
criminal han causado una grave problemática carcelaria, con la consecuencia de
hacinamiento que se vive y aumenta cada día, lo que trae consigo otros problemas
como, la mala prestación en los servicios de salud, mala alimentación, inseguridad,
violencia, corrupción, ingobernabilidad de los establecimientos de reclusión,
escasez de actividades encaminadas a la resocialización del condenado, como el
trabajo remunerado, estudio y recreación, entre otras.
Bayona, D., Gomez, A., Mejia, M., & Ospina, V. (21 de Noviembre de 2016). Diagnostico del
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