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Especialización en Educación y Derechos Humanos

Módulo: Educación y género

Clase 5: Las masculinidades en debate

¡Bienvenidas/os a la quinta clase del Módulo Educación y Género!

En esta clase retomaremos algunas cuestiones que vimos en las clases anteriores: la
concepción relacional del género y las transformaciones que se han ido produciendo en lo que
concebimos como “masculino” y “femenino”. También, algo que en la clase cuatro dimos
cuenta como “micromachismos” y cómo aparece todo esto en nuestras prácticas docentes.
Antes de avanzar sobre la expresión de masculinidades en la escuela, haremos una breve
conceptualización sobre este enfoque que es bastante reciente en los abordajes pedagógicos.

1. Feminismos y estudios sobre masculinidades: una alianza reciente


Aunque los estudios de Masculinidad (en singular en sus inicios) pueden entenderse como
una deriva reciente de los Estudios de género, y por lo tanto, como otro de los “hijos” teóricos
de los feminismos, es necesario entender que tienen puntos en común y algunas diferencias.

En primer lugar, los Estudios de Masculinidad en un principio fueron resistidos entre quienes
realizaban estudios de género al sospechar que de alguna forma se volvía a insertar una
perspectiva masculina (falsamente universal) o sesgo androcéntrico, disfrazada de mirada
crítica. Si la Historia estaba contada por el varón, blanco, heterosexual y propietario, ¿qué
sentido tendría volver a pararse en sus zapatos? Esta desconfianza tenía su razón de ser: el
protagonismo casi exclusivo del varón en todas las disciplinas alertaba de volver a caer en las
trampas del sujeto hegemónico. Otra sospecha, remarcaba que el origen de estos Estudios
no se encuentra en relación con un movimiento social de varones como el feminismo con las
mujeres o los estudios de las diversidades sexuales con el colectivo LGTTTBI. A diferencia de
estos colectivos que crearon teoría para explicar su opresión se puede decir que en torno a
las masculinidades la reflexión precedió a los grupos de concienciación masculina como los

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hoy existentes (Varones Antipatriarcales en nuestro país u Hombres por la Igualdad en


España)

Por último, hay que señalar que existen grupos o búsquedas en torno a la problematización
de las masculinidades que tienen distintas concepciones, pero todas las organizaciones que
nuclean a varones surgen como reacción contra o apoyo al movimiento de Mujeres y a los
grupos feministas.

Durante el siglo XX y a partir de nuevas condiciones históricas surgieron los llamados ‘nuevos
movimientos sociales’, siendo el movimiento feminista uno de los más presentes y potentes.
Durante los años 60-70 del siglo pasado se extendió por el mundo, creándose organizaciones
que agrupaban a decenas de miles de mujeres cuyas movilizaciones por la igualdad jurídica,
por los derechos sexuales y reproductivos y contra la violencia machista se extendió por todo
el planeta. Algunas de sus reivindicaciones, consolidaron alianzas con otros movimientos de
lucha y partidos políticos en donde encontraron apoyo de algunos varones y resistencias de
parte de otros.

Los primeros hombres en organizarse y movilizarse ante el auge del movimiento feminista,
no obstante, fueron aquellos que percibieron que las reivindicaciones feministas cuestionaban
los privilegios del varón y amenazaban con destruir las bases morales del matrimonio y de la
sociedad. Se apeló a la conservación de las (buenas) tradiciones, para impedir que se
destruyera la familia, el amor casto, el orden social, la educación cristiana de los hijos, etc…

Este primer movimiento de hombres ‘contra las mujeres’ contó con gran apoyo y financiación
en sectores ultraconservadores y fundamentalistas, lo que ayudó a su repercusión mediática.
Los “derechos” de los hombres estaban en peligro y había que reaccionar ante el abuso de
las feministas. Este tipo de expresiones sigue vigente donde se confunden privilegios con
derechos.

Aunque hoy no existen más que grupos marginales que expresan abiertamente su odio a las
feministas llamándolas “feminazis”, la creencia de que el movimiento feminista “amenaza” al
conjunto social circula con mayores sutilezas: Se aceptan ciertas reivindicaciones en aras a
la razonable igualdad, pero sin que esto llegue a denunciar los privilegios masculinos y sin
cuestionar las bases del patriarcado. Algunos de estos varones se nuclean en colectivos

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masculinos que se señalan como víctimas de los abusos de las feministas (radicales) y
postulan que deberían recuperar la dignidad perdida.

Posteriormente, desde otra corriente completamente diferente comienzan a surgir los


primeros movimientos de hombres que apoyan las reivindicaciones del feminismo. Entre sus
intenciones, además de interesarse y participar en actividades y movilizaciones feministas,
llevan a cabo una polémica contra los antifeministas. Descubren que los análisis y las
propuestas del feminismo también refiere a su lugar como varones; van comprendiendo y
asumiendo sus responsabilidades colectivas e individuales en la opresión-discriminación de
las mujeres, y van comprendiendo que la opresión-discriminación a las mujeres es la base
que perpetúa sus privilegios; de forma que, se proponen la necesidad de cambiar
comportamientos personales cotidianos sin esperar a la ‘gran emancipación final’.

Esta simplificación no pretende indicar que solo existen dos corrientes, sino que a partir de
estos dos enfoques sobre el feminismo surge una gran variedad de propuestas para pensar
la condición de ser varón y de construir y habitar alguna forma de masculinidad en la
actualidad. Aquí nos orientaremos hacia aquellos abordajes críticos que pretenden reflexionar
sobre la construcción y deconstrucción de la masculinidad hegemónica (MH) y las formas
alternativas de vivir las masculinidades (en plural), especialmente en lo que hace a los
ámbitos escolares.

2. Masculinidad(es): De una a muchas formas de ser varón


El concepto de MH es central para repensar las formas en las que en la actualidad socializamos
a niños y niñas de forma diferencial. El concepto hace referencia a un Modelo Masculino
Tradicional (MMT) que se basa en tres pilares: el rechazo de lo materno como espacio de
la infancia que es necesario abandonar para “hacerse” hombre, el rechazo de la sensibilidad
“femenina” y el rechazo de la experiencia homosexual, tres expresiones identificadas como
figuraciones débiles o pasivas que deben ser repudiadas para fortalecer la identidad viril.
Estos tres rechazos se pueden asociar a los mandatos de “no seas bebé, no seas mujercita,
no seas maricón” que sintetizan los pasos necesarios para convertirse en un “verdadero”
hombre según los estándares ideales el MMT.

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En estos mandatos se percibe además el carácter de la masculinidad como algo que se tiene
que probar: la conquista de la masculinidad precisa pruebas, es necesario “hacerse” hombre
junto a otros hombres y a través de ritos de pasaje que en nuestra cultura se asociaban en
una época a la colimba, y en tiempos más recientes a las luchas y otras competencias
deportivas grupales pero también a las formas en las que se inician sexualmente los jóvenes
en el consumo de prostitución que separa lo corporal de lo emotivo y se convierte en una
insignia de “virilidad” o en las formas en las que a veces los varones son llevados a mostrar
sus “conquistas” como si fueran verdaderos trofeos de una competencia.

Esta idea de pasar por pruebas para forjar la masculinidad permea relatos
culturales. Les proponemos ahora visionar este comercial de una fragancia
destinada al público masculino, se titula “El Llamado” ¿Qué rasgos del MMT
aparecen parodiados en el spot asociados al Hombre-hombre?

https://youtu.be/kRGhTOVsshA

Si el MMT se basa en la construcción de una y solo una forma de ser varón, esta masculinidad
se constituye como hegemónica y anula o invisibiliza otras formas de expresarla. La MH es
histórica y contingente, es decir que cada sociedad postulará una forma ideal de ser varón:
en nuestras sociedades esta se liga al éxito y al dinero, al status y la actividad sexual
inagotable, también a la independencia emocional y hasta cierta reserva en mostrar
necesidades afectivas.

Es importante resaltar que estas construcciones hegemónicas no son reales, sino que se
imponen como formas ideales muchas veces difíciles de alcanzar para la mayoría de los
varones en formación. Así es como se puede comprender que el sistema patriarcal oprime no
solo a las mujeres y a los sujetos de sexualidades disidentes sino también a los varones
heterosexuales a quienes históricamente exige que sacrifiquen, por ejemplo la posibilidad de
expresar ternura en pos de mantener su lugar de poder. Por supuesto, que afirmar que el
sistema patriarcal oprime a todas y todos no pretende victimizar a todos los sujetos ni
desresponsabilizar a quienes se encuentra en posición dominante sino intentar comprender
cómo los lugares a los que el sistema nos destina moldea parte de nuestras acciones y

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decisiones. Aquí también es necesario resaltar que


siempre existe un grado de resistencia o posibilidad
de agencia que hace que podamos asumir la
responsabilidad de transformar este estado de cosas;
y también que las formas de opresión que apuntan a
los varones en un sistema que les otorga privilegios
por serlo, no se compara con la que pueden sufrir
las/os otras/os sujetos. Los varones heterosexuales
que construyen su masculinidad en línea con la MH
renuncian a las formas de sensibilidad porque al
hacerlo obtienen una cuota poder: es un costo del que obtienen beneficios.

Pero, ¿a qué privilegios masculinos hacemos referencia?

En este fragmento de la exposición de Mariano Nieto Navarro en la Asamblea de


Hombres contra la violencia de género se mencionan algunos de ellos.

¿PRIVILEGIOS MASCULINOS? ¿QUÉ PRIVILEGIOS?

Mariano Nieto Navarro - 30.09.2008

La mayoría de los varones que conozco, de muy diversa edad y condición, afirman
sin pensárselo dos veces que las mujeres en estos momentos tienen prácticamente
las mismas oportunidades que los hombres para hacer lo que quieran. Algunos llegan
incluso a decir que las mujeres juegan con ventaja porque pueden alcanzar puestos
importantes simplemente por las cuotas y no por sus méritos.

Esa opinión pone de manifiesto hasta qué punto la masculinidad es un poder: sólo
quien tiene poder puede negar sus propios privilegios y los perjuicios que estos
causan a otros (otras, en este caso), y no sufrir ninguna consecuencia adversa por
esa negación.

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(…)

Los privilegios masculinos, como cualquier fenómeno social, son algo complejo. En
una cultura de supremacía masculina, todos los varones tenemos privilegios, aunque
no queramos ser sexistas o machistas (no conozco a ningún hombre que diga
abiertamente que lo sea). Los privilegios son los mismos para todos aunque,
lógicamente, tomen formas diferentes dependiendo del contexto y de diversos
aspectos de la identidad de cada uno. (…)

Harían falta muchísimas páginas para hacer una descripción de todas las formas en
las que los hombres nos aprovechamos de los privilegios masculinos en perjuicio de
las mujeres en nuestra vida diaria. Aquí me voy a limitar a contar varios ejemplos
de cómo yo mismo me he beneficiado y me sigo beneficiando de algunos de esos
privilegios en mi vida. No hay que perder de vista en ningún momento que, en este
contexto, a cada beneficio masculino le corresponde un perjuicio para las mujeres.
Solo que, dado el objeto de este artículo, he querido resaltar más aquellos que estos.

 Desde la cuna se estimuló mi movilidad, mi iniciativa, mi ocupación de todo el


espacio y se rieron mis travesuras ("es muy inquieto, ya se sabe, ¡es un
chico!”). Mientras tanto, a mi hermana le decían que se estuviera quietecita,
que no gritara, que jugara a las casitas.
 En mi infancia y adolescencia gocé de más libertad y más tiempo para el
estudio y para el ocio que mis hermanas, a quienes se obligó tempranamente
a colaborar en las tareas domésticas y tuvieron sus salidas mucho más
limitadas que las mías.
 No tuve contacto con ningún otro modelo masculino que no fuera el tradicional
o hegemónico y de él (de ellos) aprendí todos los rasgos de ese patrón:
fortaleza, templanza, racionalidad, disciplina, firmeza, autosuficiencia,
independencia, iniciativa, competitividad y un profundo recelo a exteriorizar
las emociones. El problema fundamental de toda esta educación es que, más
allá de que algunos de esos valores puedan ser positivos en sí y otros no
serlo en absoluto, las mujeres son socializadas en valores prácticamente
opuestos y resulta que -¡sorpresa!- para la vida "pública" en la sociedad y en
el mundo del trabajo, tal y como funcionan las cosas hoy en día, aquellos
rasgos masculinos proporcionan muchas ventajas en perjuicio de las
mujeres.
 Por mi condición masculina, he ido adquiriendo también una amplia variedad
de otras habilidades y pericias que me proporcionan ventajas comparativas
en la vida pública respecto de las mujeres, incluyendo cosas tan
aparentemente irrelevantes como, por ejemplo, completar exitosamente
tests de inteligencia concebidos por y para hombres, o poder orientarme y
controlar mejor el espacio físico (un aprendizaje ya consumado hacia los 12-

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13 años en el patio escolar, en el que los chicos ocupábamos el centro


corriendo de acá para allá mientras las chicas permanecían paradas en los
bordes hablando de “sentimientos”).
 El 99% de los personajes históricos, literatos, artistas, filósofos y científicos
que estudié en el colegio y en la universidad eran varones. Entre los grandes
movimientos sociales que me enseñaron, nunca apareció el feminismo ni las
luchas de las mujeres que han influido de forma tan intensa en la
transformación de las sociedades modernas. Así interioricé el androcentrismo
en lo más profundo de mi personalidad: los varones no es que seamos
superiores, simplemente somos los protagonistas de la historia y de las
historias. Soy hombre, luego soy protagonista. Ser humano es sinónimo de
ser hombre.
 Todo lo anterior cristaliza en lo que considero el privilegio más importante que
he disfrutado toda mi vida y que sigo disfrutando, a saber: que cuando ando
por la calle, me siento en un aula, hago una entrevista para un empleo, busco
una casa de alquiler, visito la consulta del médico, hablo en una reunión,
manejo un coche o entro solo en un bar, en general no me siento
minusvalorado ni amenazado. Todos ven en mí un reflejo del estereotipo
masculino y eso es una gran ventaja en un mundo sexista.
 Siempre se presupone que lo que yo digo o hago, mi trabajo o mis aficiones,
o incluso las tareas domésticas que comparto (¡qué bueno es!) tienen más
valor, son algo más "serio" que lo que digan o hagan las mujeres que me
rodean. Aunque sea lo mismo que digan o hagan ellas. Incluso si expreso
opiniones críticas hacia la masculinidad hegemónica, seguramente se me
hará más caso que a cientos de mujeres que hayan dicho lo mismo antes.
Tengo crédito. Al fin y al cabo, soy un hombre.

Aunque mi experiencia sea individual creo que, mutatis mutandi, es extensible a la


inmensa mayoría de los hombres. Seguramente algunos lo han tenido mucho más
fácil que yo, probablemente porque vengan de familias ricas que les proporcionaron
aún más privilegios de otro tipo. Otros lo tienen más difícil porque provienen de
estratos sociales menos pudientes. (…) Pero en cualquiera de los casos, esos
hombres se benefician y se han beneficiado de los privilegios masculinos a lo largo
de todas sus vidas.

Dicho lo anterior, la consecuencia no es sentirse culpable por ser hombre. Uno no


es culpable de lo que recibe por naturaleza o por herencia. (…) Pero aunque no
seamos culpables de ser hombres ni de tener privilegios, sí somos responsables de
lo que hacemos con lo que hemos recibido. Y esa responsabilidad empieza por
reconocer la propia posición de privilegio. Y continúa por tratar de cambiar la
situación.

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(…).

Esto es una cuestión ética (…) por muy bonito que se quiera pintar, renunciar a
privilegios es objetivamente una pérdida de poder. Hay decisiones éticas en las que
lo principal que se gana es la propia dignidad como persona. Y renunciar a los
privilegios masculinos es una de ellas.

"Una Asamblea de Hombres Contra la Violencia de Género"

(http://www.unaasambleadehombres.blogspot.com/)

Completo en http://www.stopmachismo.net/contraprivi.pdf

3. Nuevas masculinidades: Renunciando a los privilegios del sistema

Bien, llegadas/os aquí, la pregunta podría ser ¿cómo transformar este orden de cosas?
Quienes trabajan en Estudios de Masculinidades apuestan a varias estrategias centradas
principalmente en las instituciones formadoras: la familia y la escuela, aunque como ya hemos
visto en la clase anterior, los medios constituyen un potente -y a la vez contradictorio- difusor
y formador de discursos. Sin embargo, es necesario señalar que es en la escuela donde se
puede dar sentido tanto a las prácticas y discursos que circulan en los intercambios personales
como mediáticamente. Así lo entiende el sociólogo Erick Pescador Albiach que trabaja hace
casi ya dos décadas en el Proyecto Ulises de intervención sobre las masculinidades en el
ámbito escolar. Él afirma que “la masculinidad solo es diversa cuando se trabaja sobre ella y
se cuestionan críticamente sus características ancestrales” (2012:38). Este autor considera
además, que solemos trabajar en la inclusión y en la búsqueda de equidad entre sujetos que
han sido históricamente discriminados como mujeres y diversidades sexuales, pero no
hacemos la revisión de cómo estos cambios también afectan la posición de los varones
heterosexuales que ven hoy cuestionados sus privilegios heredados.

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Una vez detectados y reconocidos ciertos privilegios que


cimentan las brechas, ¿qué hacer? La idea que propone
Pescador Albiach es “trabajar” para hacer visibles las otras
masculinidades: este trabajo de deconstrucción de la MH y
de visibilización de formas alternativas de expresar la
masculinidad revela no sólo heterosexualidades diversas,
muchachos que no quieren entrar en peleas, o jugar al
fútbol, que no se ajustan a cánones de belleza que impone
cuerpos estilizados y son discriminados por ser gorditos,
porque no son revoltosos como se espera sino
estudiosos. Podemos pensar también las masculinidades de hombres con distintas
orientaciones sexuales (recordemos heterosexuales, gays o bisexuales) e incluir también
varones con identidades trans e intersex (personas que han sido asignadas como mujeres al
nacer y se autoidentifican como varones o con características masculinas) y también mujeres
que se identifican como masculinas y expresan su identidad como lesbianas que se apartan
de los códigos de la feminidad. Todo este rango de posibilidades puede entenderse como
distintas expresiones de masculinidad(es).

Para reflexionar…

En la siguiente clase vamos a ahondar sobre la violencia masculina y específicamente


en la violencia contra las mujeres, pero dejamos aquí planteado el problema, ¿cómo
se relacionan las formas de violencia que se ejercen sobre aquellos/as a quienes se
considera débiles, con el modelo de masculinidad tradicional o masculinidad
hegemónica?

Para pensar algunas de las cuestiones que retomaremos en la clase final,


les proponemos leer la nota “Sin lugar para los frágiles” de Flor Monfort
en donde la autora relata la suicidio del joven riojano Carlos Agüero en
2011 tras episodios de hostigamiento de sus compañeros y el mandato
de silencio sobre la sexualidad que -según la periodista- pesa en la
mayoría de las escuelas.

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Y como otra posibilidad para pensar las masculinidades, les proponemos


otra entrada: la de visionar el cuento animado “Ferdinando, el toro” que
con nuestras gafas violetas podemos revisar en torno a las formas de
masculinidad que allí aparecen: ¿Por qué les parece que puede ser leída
como una fábula sobre las formas de masculinidad que hemos visto en
la clase?

Bibliografía Básica
Tufró, F y Huberman, H (2012) “4. Masculinidades”, “5. Proceso de socialización de los
jóvenes” y “6. Estereotipos de género” en Modelo para armar. Nuevos desafíos de las
masculinidades juveniles, pp. 12-20 de Asociación Civil TRAMA.

Bibliografía Complementaria
Connell, R. (2001) “Educando a los muchachos: nuevas investigaciones sobre masculinidad y
estrategias de género para las escuelas” en Nómadas (Col), núm. 14, abril, 2001, pp. 156-
171, Universidad Central, Bogotá, Colombia.

Halberstam, J. (s/f) “Masculinidad femenina” Traducción de Javier Sáez en blog Las


Disidentes.

Pescador Albiach, Erick (2012) “Cambio de las masculinidades desde la educación” en José
Ángel Lozoya José María Bedoya (comps.) Voces de hombres por la igualdad de género.
Recuperado de https://vocesdehombres.wordpress.com

Viñals, V (2015) “Masculinidades o cómo hacerse hombre en tiempos del feminismo” en Diario
UChile, 24/01/2015

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Cómo citar este texto:

Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos (2016).


Educación y género: Clase 5: Las masculinidades en debate. Especialización en
Derechos Humanos. Buenos Aires: Ministerio de Educación y Deportes de la Nación.

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons

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