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“La justicia no olvida nunca/… debe estar inmóvil pues de lo contrario la balanza oscila y no puede
pesar con exactitud”/ “Frente a un tribunal ninguna prueba es válida; pero otra cosa son las pruebas
que se encuentran en forma no oficial, sino oficiosa, en los pasillos, en las salas de deliberaciones”/ “La
sentencia no se dicta de repente: el proceso se convierte poco a poco en sentencia/ “Sufrir un proceso es
casi haberlo perdido” (“El proceso”2)
SUMARIO:
1. INTRODUCCIÓN.
1. Una de las claves didácticas que debe resolver el profesor universitario estriba
en la elección de las herramientas de cada proyecto pedagógico. Como sabemos el
EEES abrió una senda de renovación docente universitaria suscitando, con ello mismo,
un proceso reflexivo del papel de cada recurso para mejorar la calidad de la formación
superior y la excelencia de la misma. Las conexiones entre los métodos de aprendizaje
(“training”) y el conocimiento de las materias jurídicas (“learning”) seguirá
acrecentando el debate profesoral e institucional, entre otras cosas, por los defectos de
implementación “cuantitofrénica” del proceso Bolonia, la reducción de los Grados a tres
años y el mercantilismo devaluador de la Universidad Pública a corto y medio plazo.
Sin embargo, no se trata de diversificar “in extenso” una panoplia de herramientas
operacionalizadas matemáticamente en las Guías de curso, máxime cuando éstas se
confeccionan mediante inercias emuladoras o de mera cumplimentación formal. Se
trata, más bien, de seleccionar los recursos más adecuados y con mayores
potencialidades formativas y motivacionales. De descuidarse ello, transformamos la
formación en instrucción diluyendo aún más la universidad en el océano de “ritos de
paso” que hace gala la “sociedad informacional del conocimiento credencializado”.
1
fin, la dialéctica formación/ educación, y alejar el papel meramente instructivo de la
docencia jurídica. Un papel, esto es, que gana terreno cuando los enfoques didácticos
circunvalan acríticamente la exposición de un abigarrado puzle de piezas normativas
que, además, se hipertrofian mediante incesantes pulsiones reformistas.
2. Como decíamos, los códigos laborales han tenido, y seguirán teniendo, fértiles
focos de exteriorización artística, no en vano las expresiones “cine social”, “poesía o
literatura social” son claros exponentes de dicho maridaje. Cosa distinta es que hayamos
explotado las oportunidades analíticas que brindan tales cauces, sea ello como atalayas
completivas de reflexión teórica o como apoyaturas didácticas para la docencia de
3
Vid. Schopenhauer A. “El mundo como voluntad y como representación”, Ed. Akal, Madrid, 2005, p.
31. A fin de cuentas, la creación artística viene a ser un estado del alma que suspende todos los
movimientos en pro de lo sublime. En efecto, y como aseverara Burke, es el poder de la sublimación lo
que anticipa a ésta del razonamiento, apresándonos (“Indagación filosófica sobre el origen de nuestras
ideas acerca de lo sublime y lo bello”, trad. de Juan de la Dehesa, Colegio de Aparejadores y Arquitectos
de Murcia, 1985). La creación artística, sea pictórica, estética o literaria, ejerce una pulsión primero
inconsciente y de seguido atrayente, “con-turbable”, incluso irresistible, llegado el caso. Por tanto la
estupefacción o conturbación son una consecuencia sublimada cuyos signos se exteriorizan en
significaciones de respeto, admiración o reverencia. Para profundizar en el significado ontológico de las
manifestaciones artísticas, vid Von Shelling “Filosofía del arte”, Tecnos, Madrid, 2012.
2
nuestra disciplina. No es baladí que la doctrina más autorizada avanzase las conexiones
de la fenomenología iuslaboral con la creatividad artística. Los Maestros de la Villa Gil
y Montoya Melgar, por ejemplo, han dado buenos testimonios de las vinculaciones de
nuestra materia, y del Derecho mismo, con el arte y la creación poiética4. Incluso
disponemos de ejemplos que han recabado los resortes iuslaborales como vías de
reflexión y recreación literaria5. El lenguaje, a fin de cuentas, no es materia inerte sino
creación humana y de-construcción hermenéutica, y en ambos sentidos los estudios
literarios y jurídicos comparten un terreno común de “afinalidades Kantianas”, visto
además el concepto “littera” como: cultivar colectivamente el arte de leer y escribir.
3
instituciones rituarias plasmadas en tal obra, sin embargo han sido muchas las razones
que nos han movido a escogerla. Más adelante desglosaremos tales motivos pero
adelantaré en este momento la gran implicación de Kafka con los derechos de los
trabajadores. Según veremos, nuestro escritor estudió la licenciatura de derecho y se
doctoró en leyes, luego trabajó en los tribunales del orden civil y penal, y de seguido
laboró en entidades que gestionaban las prestaciones por accidentes y enfermedades
profesionales, justo además en una época de intensas tensiones históricas (primera
guerra mundial) y abruptas transformaciones socio-industriales. Muchos hemos leído a
tan conocido (y poco entendido) escritor, sin embargo las re-lecturas siempre coligen
aspectos nuevos o no deparados con anterioridad. También las interpretaciones de
madurez ofrecen ideas y reflexiones novedosas y enriquecedoras; hallazgos todos que,
en nuestro caso, hemos podido vislumbrar, y propendido verter, modestamente, a lo
largo de estas páginas.
Ed, Taurus, Madrid, 1991; y el libro “Kafka. Por una literatura menor”, de Deleuze G y Gualtiari I., Eds.
Era S.A, México, 1978, cuya obra puede accederse a través de internet en:
http://es.scribd.com/doc/22574172/Deleuze-Guattari-Kafka-Por-Una-Literatura-Menor#scrib
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En efecto, Kafka dejó escrito a Mad Brox lo siguiente: “Aquí está, querido Max, el último favor que te
pido: todo lo que pueda encontrarse en lo que dejo tras de mí (en mi biblioteca, en mi armario, en la mesa
del despacho, en la oficina o en cualquier otro sitio), me refiero a cuadernos, manuscritos, cartas
personales o no, etc., debe ser quemado sin excepción ninguna y sin leerlo. También todo lo que tú tengas
mío: notas, escritos. Lo que tengan otros se los pedirás. Si no te lo quieren devolver, por lo menos trata
que lo quemen. Tuyo de corazón”. Los Kafkólogos suelen colacionar el espíritu perfeccionista de Kafka
para dar sentido a aquel deseo póstumo, que, por suerte para la historiografía literaria, fue incumplido por
su amigo. En vida, Kafka ya le participó tal deseo, al que Max Brod espetó: “Si piensas seriamente que
seré capaz de hacerlo, te digo desde ahora que no lo haré”. En el prólogo a la primera edición del Proceso
manifestaría dicho extremo para justificar fraternalmente el incumplimiento de tales deseos.
9
Según sentenciara Rudolf Thomas en un artículo publicado por dicho crítico en el “Pragertagblatt”
(periódico local) cuando se editó “Un médico rural” en 1920, Kafka “sólo era conocido por un pequeño
grupo de fieles lectores”.
4
están llenos de ideografías iuslaborales y dicho libro retrata el “lado oscuro”10 que
frecuentemente late en las relaciones profesionales. Preferimos, pues, una gran obra, o
más bien una “obra de arte”, considerando, esto es, su capacidad de conturbación, sus
resistencias al tiempo y a la crítica y la extraordinaria lucidez imaginativa de nuestro
autor cuando metaforiza lo oscuro, las bajezas de la condición humana; el infierno con-
tenido.
10
Montoya Melgar A. Prólogo a la obra col. “El derecho del Trabajo en el cine”, cit, p. 12.
11
El Proceso puede además complementarse didácticamente con dos filmes: uno de Orson Welles (1963;
https://www.youtube.com/watch?v=gQafXHKPWu0 ) pero sobre todo la película de David Jones (1993;
https://www.youtube.com/watch?v=1FrYGaRT4Dc). Este último film (“The Trial”, con diálogos en
inglés) lleva al cine una excelente adaptación del libro de Kafka.
5
checo amante del progreso frente a la oligarquía alemana reaccionaria del mismo),
catapultaron una dinámica conflictual que prontamente fue regulada por los códigos
iuslaborales de la época. Las incipientes consignas del movimiento obrero, con huelgas
y manifestaciones a gran escala en pro de la universalización del voto o la reducción de
la jornada de trabajo, eclosionaron en Praga normalizando la dialéctica estructural
capital/trabajo. Pues bien, todas estas circunstancias fueron vividas intensamente por
Kafka y se reflejaron en su legado literario.
Visto lo anterior, la actitud ética debería abrirse paso salvíficamente en pro del
(auto)respeto debido, sin embargo cuando la mediocridad, la indignidad y la anomia
campean hegemónicamente, y en transmutación sistémico-avalorativa, la estética
termina fagocitando a la ética en un jaez de teatralidades y venales pactos
sinalagmáticos. Según veremos, la biografía de Kafka colige un espíritu inquieto,
pasional, vital, preocupado por la injusticia y deseoso de salud moral, ahora bien, la
impotencia alienadora de entreguerras le lleva a significar su existencia (“dasein”)
exprimiendo primero el presente y su instante, y, cómo no, haciendo de la literatura su
asidero vital. Pues bien, el momento actual no dista mucho, existencial y
estructuralmente hablando, del vivido por nuestro escritor. Corrupción, ruindad,
clientelismo, servilismo, sultanismo, indignidad, venalidad, arbitrariedad, indignación,
vileza, impunidad, ineficacia institucional, degradación, humillaciones, acoso
pluriofensivo, miedo, mensajes negativos y chivos expiatorios variopintos (Derecho del
trabajo entre ellos) componen una batería apocalíptica de gran poder heurístico y peor
poder aniquilador de lo vital en invisible cansancio12. Y todo ello con el abstruso
12
Como apuntara Gabriel Marcel: “Quien no vive como piensa, acaba pensando como vive”. Conviene
asimismo leer sendas obras de Byung-Chul Han: “La sociedad del cansancio” y “La sociedad de la
transparencia”, Ed. Herder, Barcelona, 2012 y 2013, respectivamente; en el primer libro aborda, entre
otros asuntos, la violencia neuronal, la sociedad disciplinaria en encubierto, las formas de auto-esclavitud,
o la pedagogía del mirar.
6
contrasentido de estar en nuestras manos las llaves -democráticas/mediocráticas- de las
soluciones. Absurdez, pues, de lo absurdo a rango de retruécano y de esperpento
Valleinclanesco.
13
Obviamente hay una vasta literatura de nuestro autor, de su obra y de su trayectoria biográfica. Gran
parte de ella deviene de los diarios de Kafka y del denso epistolario mantenido con su pequeño círculo de
amigos, familiares y relaciones íntimas. Entre estas, puede cotejarse: “Franz Kafka. Cartas a Milena”,
trad. de C. Cauger, Ed. Alianza, Madrid, 2015. Para un análisis en profundidad de la biografía de Kafka,
vid. “Kafka”, trad. C.F. Grieben, Alianza, Madrid, 1974. Debe asimismo consultarse la obra de Reiner
Stach: “Kafka. Los años de las decisiones”, Ed. Siglo XXI, 2003 (trad. Carlos Fortea) ya que apunta un
perfil muy distinto del nihilismo existencial atribuido a nuestro autor; desde ese orden de ideas, vid
también el ensayo de Bermejo Rubio F. “Franz Kafka. Una biografía decisiva”, Revista de Libros, marzo-
abril del 2016. Por lo demás, Kafka y la ciudad de Praga formaron un maridaje ineluctable, y desde este
binomio podemos colacionar una deliciosa guía de Harald Salfellner: “Franz Kafka y Praga”, trad. de P.
Grosschmid, Ed. Vitalis, 2007.
14
En efecto, los biógrafos resaltan las tormentosas relaciones de Kafka con un padre autoritario que
menosprecia a su hijo, y en especial su vocación literaria, tiranizándolo emocionalmente hasta los
cuarenta años. Prueba de ello es la célebre “Carta al Padre (“Brief an den Vater”), un manuscrito de 103
páginas de 1919 donde manifestaba su malestar con él reprochándole sus abusos y chantajes emocionales.
Las cartas se publicaron tras la muerte de nuestro autor (1952) y plasmaron confesiones del siguiente
tenor: “Querido padre: Hace poco tiempo me preguntaste por qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no
supe qué contestar, en parte por ese miedo que me provocas, y en parte porque son demasiados los
detalles que lo fundamentan, muchos más de los que podría expresar cuando hablo. Sé que este intento de
contestarte por escrito resultará muy incompleto” (para un examen relacional de las tensiones Edípicas de
Kafka y su reflejo literario, vid por todos “Kafka. Por una literatura menor”, Deleuze/ Gualtiari, op, cit, en
espec. el Capítulo 2º, pp. 19 y ss).
15
Dentro de las relaciones sentimentales de Kafka, destacan, empero, cuatro nombres. Primero Felice
Bauer (años 1913-1917), relación casi epistolar y que se rompe pese a existir un compromiso matrimonial
expreso. En la misma línea vino a ser la relación con Milena Jesenska (años 1919-1923), una periodista
casada con quien volvió a mantener una relación epistolar y de sesgo platónico. Una tercera relación
sentimental fue mantenida con Julie Wohryzek (verano del 1918 hasta noviembre de 1919); también se
promete con ella en matrimonio pero vuelve a quebrarse la relación debido a su condición no burguesa.
La última relación sentimental de Kafka fue con Dora Diamant. Era una joven periodista de veinticinco
años y de religión ortodoxa, y la conoció durante las vacaciones veraniegas de 1923 en una colonia judía;
con ella se traslada a Berlín y se aleja definitivamente de su familia para impulsar su carrera; y fue quien
acompañó a nuestro escritor hasta la muerte del mismo en el verano de 1924
16
En el prólogo a la primera edición de El Proceso, realizado por el amigo y editor de Kafka, Max Brod,
comentaba lo siguiente respecto de su personalidad: “Sus dos testamentos (en relación a otros escritos
7
En 1893 asiste al “Staatsgymnasium” (colegio Estatal de enseñanza secundaria)
y, una vez superados los exámenes de bachillerato (verano de 1901), empieza en
octubre sus estudios superiores en la Deutsche Karl-Ferdinand-Universität zu Prag
(Universidad Real e Imperial Alemana Carlos Fernando, de Praga). En esos años
ingresa en la “Lese und Redehalle der Deutschen Studenten in Prag” (sala de lectura y
debate de los estudiantes alemanes en Praga) donde ya deja constancia de su vocación
de escritor. En la Universidad conocerá a Max Brod, con quien mantendría una intensa
amistad personal, familiar, intelectual y literaria durante toda su vida. Kafka se
matricula primero en químicas pero termina inscribiéndose en la Facultad de Derecho.
Los biógrafos destacan su falta de vocación jurídica y la elección del derecho por
motivos prácticos. También influyó en ello las presiones del padre, sin embargo escogió
dicha carrera por las mayores oportunidades laborales de la formación jurídica pues
facilitaba el acceso a un puesto burocrático o funcionarial (“brotberuf”) desde donde
desarrollaría su vocación literaria. Como hemos dicho, Kafka es un asceta que huye de
la realidad escribiéndose a sí mismo para construir un mundo fantasioso alternativo.
Visto el relieve de estas dimensiones biográficas, me detendré en algunos aspectos de su
formación jurídica pues, amén de las interesantes comparaciones con la institución
académica de aquella época, comprobaremos la plasmación de las experiencias
profesionales del mundo jurídico en nuestra novela y la contextualización iuslaboral del
escritor.
suyos legados al referido Max) provienen de más atrás, de un período en que sus tendencias autocríticas
eran mayores. En el último año que vivió, toda su existencia dio un giro imprevisto, feliz y positivo, que
superaba u antiguo nihilismo y su también viejo odio a sí mismo”.
17
Así, por ejemplo, asistió al curso de filosofía práctica del filósofo Praguense Crhristian von Ehrenfels,
en el segundo semestre estudió las bases de psicología descriptiva de Antonio Martin, discípulo de
Brentano. En derecho civil tuvo como profesor a Bruno Kafka, primo de nuestro autor y discípulo directo
de Horaz Krasnopolsky, cuya obra (5 voluminosos tomos) constituía todo un tratado de derecho privado
austríaco. Del mismo modo, en derecho penal, procesal y filosofía del derecho tuvo como profesor a Hans
Gross, juez de instrucción y a la postre padre de la criminalística científica moderna, por ejemplo, merced
a su “Manual de jueces instructores, agentes de policía y gendarmes”, cuya obra tuvo una extraordinaria
difusión científica y mundial. Alfred Weber, hermano de Max Weber, fue director de tesis de Kafka.
18
Las preguntas del “Rigurosum II” versaban sobre derecho civil, comercial y cambiario; el “Rigurosum
III” abarcaba el derecho Estatal general y austríaco; y el “Rigurosum I” las materias de derecho romano,
canónico y derecho alemán.
8
marzo del 1905 y junio de 1906, hasta que el 18 de junio de 1906 fue finalmente
investido Doctor. Tras ello trabajará un año en los Tribunales realizando funciones
administrativas no remuneradas. Primero lo hace en el Tribunal Civil territorial del
“Obstmarket” (mercado de fruta) y luego en el Tribunal Penal de la Karlsplatz (plaza de
Carlos). Indudablemente las prácticas realizadas en sendos órganos judiciales ejercerán
una gran influencia en nuestro escritor. El positivismo jurídico germánico se
entreveraba con una maquinaria judicial excesivamente burocratizada y personalista, y
tales engranajes van a ser magistralmente extrapolados al Proceso. Según veremos,
Kafka utilizará la anomia alienadora del sistema jurisdiccional para denunciar, por vía
negativa y mediante una irónica utilización de la “reductio ad absurdum”, los vericuetos
insondables de la justicia y las enormes paradojas trenzadas alrededor suyo.
19
En efecto, Kafka recibió el aprecio y reconocimiento de sus jefes superiores, tanto por los alemanes
Robert Marschner y Eugen Pfohl como por el checo Bedrich Odstreil, los cuales le facilitaban cuanto
podían su dedicación a la literatura. El propio Marschner, director y jefe de Kafka, recibió premios por
escritos e investigaciones literarias de su autoría, incluso recitó con nuestro autor. Evidentemente, el
respeto por la cultura y el humanismo siempre han sido rasgos muy arraigados en la cultura germánica,
rasgos que, paradójicamente, contrastan de plano con la vanidad y el cainismo caracterizadores de “lo
ibérico” (academicismo inclusive).
20
En verdad, nuestro autor mostró una especial sensibilidad por la injusticia y por los trabajadores
accidentados por los incumplimientos de las medidas de seguridad. En una conversación con Max Brod
9
La delicada salud de Kafka le llevó a realizar varias estancias en sanatorios de
reposo sobre todo por la tuberculosis que padecía. No viendo esperanzas de una
curación rápida, consigue jubilarse con apenas 39 años en julio de 1922. En el verano de
1923 viaja al balneario de Müritz (mar Báltico) donde conoce a Dora Diamant, con la
que inicia una relación amorosa. El 24 de septiembre de 1923 ambos abandonan Praga y
se trasladan a Berlín con la ilusión añadida de redimensionar la carrera literaria de
nuestro escritor, sin embargo la falta de ingresos y la difícil situación económica
reinante les hará depender de la ayuda familiar de Kafka. En marzo de 1924 se produce
un rápido empeoramiento de su salud y regresan al domicilio paterno. En abril la
tuberculosis afecta gravemente a la laringe y Kafka, con apenas 49 kilos, ingresa el 19
de ese mes en el “Sanatorium Dr. Hofmann” de Kierling (cerca de Klosterneuburg,
Viena). El 3 de junio fallece, atendido por su compañera Dora Diamant y su amigo
Robert Klopstock; y recibe sepultura el 11 de junio en el nuevo cementerio judío de
Praga21.
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aseveraba lo siguiente: “Qué modestos son estos hombres. Vienen a nosotros pidiendo. En vez de asaltar
el instituto y hacerlo todo trizas, vienen pidiendo”. Kafka escribió un singular texto: “Zur Frage der
Getetze” (“Sobre las leyes”) con lúcidas reflexiones de los mecanismos de dominación nomotética (p.ej.
“Nuestras leyes lamentablemente no conocidas, son el secreto de pequeño grupo de noble, que nos
domina”). Ciertamente, Kafka supo combinar su condición de mago de la palabra con la precisión
caracterizadora de la ciencia jurídica, lo que, a mi modo de ver, perfila su decantación literaria por la
simplicidad estilística y las trabazones dialógicas de sus escritos. Epígono de ello viene a ser la parábola
del Guardián, llevada al libro de relatos “Un médico rural” y al capítulo 9º de El Proceso. En ella (p.
213) dibuja la escena de un centinela/vigilante vestido con un largo abrigo de pieles, nariz puntiaguda y
barbacana “haciendo guardia ante la ley”. Este ve llegar a un hombre/campesino, quien le pide permiso
para entrar, negándoselo “de momento”. Espeta sin embargo que la puerta de la ley siempre está abierta;
puede entrar, pese a la prohibición dada, pero una vez dentro tropezará con sucesivos centinelas “que van
teniendo más poder”; advierte incluso que “a partir de la tercera (puerta) ni yo mismo puedo resistir la
mirada”. El guardián ofrece una silla al campesino y éste se sienta al lado, donde aguardará durante años,
hasta que finalmente muere en la propia entrada. De este modo se metaforizan varios paradigmas: el de la
culpa, la redención, el cuestionamiento del orden existente, la súplica del acceso, pero sobre todo la gran
metáfora de los guardianes que filtran las vías de acceso durante las trayectorias vitales, haciéndolo, esto
es, con mayor o menor rigidez y arbitrariedad oportunista.
21
Los restos de Kafka comparten sepultura con los de sus padres, y sobre su tumba, grabado en un
pequeño obelisco, reza el siguiente epitafio: “Que su alma esté integrada con la alianza de la vida”.
10
explicación ni fundamentación. “Joseph K” resulta “detenido” o “arrestado”22 empero
es libre para seguir realizando su vida normal y sus obligaciones profesionales23. Con
dichas premisas, la novela hilvana las peripecias del protagonista y su angustia por
desvelar su situación procesal e incriminatoria. El eje conductor de los capítulos desvela
los vericuetos personales, éticos y materiales de una maquinaria judicial disfuncional en
la entera concepción sistémica de la misma. Paralelamente, y emulando “Crimen y
castigo” de Dostoievski (obra y autor influyentes en Kafka), la novela dibuja el proceso
paralelo de degradación que sufre el protagonista (Raskólnikof/ “K”, respectivamente) y
de pérdida de humanidad del mismo en un escenario anómico, teatral, vacuo y
desesperanzado.
Kafka anticipa el nudo gordiano del libro en las dos frases iniciales del mismo:
“Posiblemente, algún desconocido había calumniado a Joseph K, pues sin que éste
hubiere hecho nada punible fue detenido una mañana”. Mediante una síntesis
preliminar, nuestro autor retuerce lo absurdo para trastocarlo estructuralmente a escala
22
El diálogo que principia la obra no puede hacer mejor honor al adjetivo “Kafkiano”, cuyo tenor
extrapolamos: -“El procedimiento ya está iniciado, de manera que se le informará de todo a su debido
tiempo. Debe saber que me excedo en mis funciones al darle tantas explicaciones”/ - “¿pero puedo estar
yo detenido, y para colmo de esta forma?...aquí tengo mis documentos de identidad, enséñeme ustedes los
suyos, sobre todo la orden de detención”/ - “Es usted difícil de hacer entrar en razón. Se diría que se
empeña en irritarnos inútilmente”/ “-Exijo ser llevado ante su superior jerárquico – Así lo haremos pero
cuando él lo pida”/ - “Sólo cumplimos un papel muy limitado en esta cuestión pues ignoramos casi todo
(…) aunque estuviésemos debidamente informados su situación sería idéntica (…) El hecho es que usted
está detenido y eso es solo lo que sé”/ (pp. 7 a 18)
23
- “¿Es que puedo ir al banco estando arrestado? -“¡Veo que no me ha entendido! Es verdad que se
encuentra detenido pero eso no implica que no pueda atender sus obligaciones. No debe usted perturbar
su vida normal”. En esos términos, la conclusión existencialista y la absurdez nodal de la obra no tardan
en rubricarse en el primer capítulo: “Todo esto carece de sentido” (p. 18).
11
hiperbólica. Pero al mismo tiempo es un extracto construido desde la propia
“subjetividad perspectivista” del escritor; no en vano colige el bisturí preciso del jurista
que circunvala el hecho literario a través de la ironía y de una i-lógica laberíntica.
Tampoco es baladí el adverbio escogido como término iniciador del relato
(“posiblemente”) pues así se impregna la novela anticipadamente de un hilo común de
improbabilidad, angustia e indefinición. El sujeto activador del Proceso resulta ser
“algún desconocido”, mientras que el sujeto pasivo se des-personifica, fijémonos bien,
mediante un hombre/nombre: “Joseph”, alienado, esto es, en anomia estructural e
identificativa: la letra “K”. El gran recurso literario consistirá en la quiebra “ab initio”
de la presunción de inocencia pues, según rubrican las dos líneas iniciales antedichas,
estas rubrican una “presunción de culpabilidad iuris et de iure” cuyos efectos se irán
desgranando hasta la ejecución del capítulo final. Así pues, Kafka se “presentiza”
inmisericorde en su propia obra, vista la “casual” coincidencia del protagonista con la
primera letra de ambos apellidos (K). A la luz de estas dimensiones autobiográficas y la
familiaridad de nuestro escritor con la materia social, colacionaré algunas imbricaciones
de la vida y obra del mismo.
“Joseph K” emprende una batalla perdida “ab radice”. Entabla un duelo con una
“justicia nebulosa” para clarificar las acusaciones, y ese desafío se batalla durante toda
la novela. El Proceso pudo formularse en plural pues son muchos los procedimientos
trenzados sobre un mismo núcleo acusativo, convergiendo en él mediante un efecto
bucle. El hombre/nombre (“K”) resulta deshonrado por un dedo acusador ignoto, y la
tortura consiste en seguir sedicentemente una panoplia de procesos paralelos hasta la
ejecución final del fallo, cuyo pronunciamiento condenatorio está además dictado de
antemano24. Es así como el protagonista incoa una subespecie de ordalía medieval.
“Joseph K” apela al “juicio de Dios” para desbrozar la verdad viéndose inocente, pero la
razón le será siempre esquiva pues ninguna “prueba de fuego” tiene encaje en el
universo de irracionalidades trabadas en la obra (i-lógica jurídica inclusive).
24
“Una vez que la justicia ha dado forma a la acusación, está firmemente persuadida de la culpabilidad
del acusado”, se le espeta a Kafka (p. 149).
12
2. Para construir el efecto bucle de la abyección y lo absurdo, Kafka combina
varios recursos estilísticos y estructurales que dan al Proceso un doble hilo de
surrealismo irreal y realismo cruel. La matriz de la obra es una “aberratio criminis”:
condenar a un inocente, sin embargo el libro retuerce dicho eje argumental, y se hace
mediante una transmutación de los principios básicos del derecho y la justicia. Es aquí
donde emerge el Kafka jurista y Doctor en leyes, buen sabedor de tales baluartes, para
alterarlos mediante un perverso silogismo condenatorio, y así: (A) El canon “nullum
crimen sine culpa”, deviene en “hay delito sin culpabilidad”/ (B) El canon “nullum
crimen nulla poena sine lege” colegirá la existencia de delitos y penas sin necesidad de
amparo legal. /Ergo (C): el axioma “absolvere nocentem satius est quam condemnare
innocentem” inferirá, como irracional conclusión silogística, la condena del inocente y
la absolución culpable de la inmoralidad, la indignidad degradante y la corrupción
sistémica25.
25
V.gr. “Nadie ha leído en ninguna ley, aunque naturalmente debe estar establecido en ella, que el
inocente deba ser absuelto; y claro está que no se dice que puede influir sobre los jueces por medio de
amistad y recomendaciones. Pero no obstante ha podido comprobar que sucede todo lo contrario” (p.
154); “La defensa no era reconocida por la ley de forma palmaria” (p. 115); “La justicia perseguía
suprimir la defensa para que así el inculpado tuviera que afrontarla solo”/“El acusado carecía
completamente de derecho para ver su expediente/ La mayoría de las veces los abogados no estaban
presentes en las entrevistas del juez de instrucción” (p. 116); “La forma de aplicar la justicia que se aplica
aquí obliga a condenar al inocente, aunque éste no conozca la ley” (p. 53)
26
(Sic.) “Le recuerdo el viejo proverbio: Es mejor para un hombre sospechoso agitarse que permanecer
en reposo pues el que permanece en reposo corre siempre el riesgo de encontrarse sin darse cuenta en uno
de los platillos de la balanza y ser pesado en ella con el peso de sus pecados” (p. 192); “Hay quien cree
que por el rostro, y sobre todo por la línea de los labios, se puede predecir el resultado de un proceso” (p.
175).
27
“Todos los jueces desean ser retratados como los grandes jueces del pasado, sin cambiar nada” (p. 152).
Sirvan también estas otras máximas del libro: “Estaban (respecto de los agentes judiciales) practicando el
arte de poner trampas a un inocente” (p. 51); “Además, su causa está al principio, y todavía no se ha
estropeado” (p. 182).
13
de “quedirante”, donde prima el enchufismo, las relaciones de empoderamiento, el “do
ut facias” y la compra continua -tanto más alta- de favores, sobornos y venalidades.
Nada mejor que escenificar tales mensajes en una gran corrala tras cuyas paredes se
instruyen los juicios. Las casas de vecinos aparecen en varios pasajes de la novela. En
el estrado del juez de instrucción se agolpan los niños jugando, lavanderas y mujeres
licenciosas con un público-masa en condición de jurado. Los personajes comparten un
mismo halo de ruindad, venalidad, bajeza y falta de respeto para consigo, lo cual hace
obviamente inviable el respeto ajeno; de ahí la reconducción de los vínculos sociales a
puras relaciones de intercambio personal sinalagmático.
14
ejemplo del Capítulo V: “El Verdugo”, un título-gozne que podría ubicarse en cualquier
pasaje). La paradoja es que el diseño definitivo del libro, incluso los capítulos que
quedaron fuera de la novela, propician inferencias de lo absurdo gracias al orden dado
por el legatario de Kafka.
30
Alemán Páez F. “El acoso institucional”, en el tratado “Tratamiento integral del acoso”, dir. Rivas
Vallejo P y García Valverde MD. Ed. Aranzadi, 2015, pp. 1259 a 1308; desde una vertiente cualitativa de
dicha categoría, vid asimismo el subcapítulo de Alemán Páez F y Echeverry Ramírez E. “Un estudio de
caso: acoso institucional e instilación triangular del hostigamiento”, ibídem, pp. 1453 a 1468
15
su método, encontrar una pieza de recambio y equilibrarse como antes, a menos que –y
era lo más seguro- se robusteciera y resultase más vigilante, más enérgica, más
perjudicial”31. Leviatán es “supremantistamente” impasible, imposible e implacable32.
Mueve las piezas en jaque permanente, y cada partida se computeriza en aras de
ulteriores movimientos, que, de llevarse a cabo, se antojarán más perversos y eficaces
merced a la ineficacia sistémica otrora apre(he)ndida.
16
sentido en su globalidad35. Un sistema jurídico debe resultar coherente, además de tales
presupuestos técnicos, porque sin unos anclajes claros y seguros se cercena la
compartición de unos valores axiológicos comunes y aceptables, y sin ambas cosas
resulta imposible desarrollar una vida mínimamente satisfactoria. Las formas -jurídicas
o no- hacen orgánicas las ideas, y nuestro libro transmuta una dialéctica que, más allá de
su lógica filosófica o jurídica, encierra las bases fundamentadoras de cualquier modelo
de convivencia; un modelo que en el Proceso resulta vacuo, licuo, inane, y por ende
movedizo por inexistente.
35
Sobre la diferenciación de sendos constructos teóricos, vid Alonso García Figueroa (coord.)
“Racionalidad y derecho”, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2006, p. 45.
36
Es la frase que pronuncia el verdugo cuando al final acuchilla a Joseph K: -“¡Como un perro -se dijo-
cual si la vergüenza debiera sobrevivirle” (p. 227).
37
Así se colige, ciertamente, de las posibilidades que el pintor (Tintorelli) explica a nuestro protagonista
en el capítulo VI: desde la “absolución aparente” a la “prórroga indefinida”, dado que la “absolución real”
“es imposible (pues) nadie está en condiciones de hacer valer la menor influencia para llegar a una
absolución así, y que la propia absolución “vuelve a empezar otra vez el proceso (ya que cuando se
produce aquella) los jueces ya tienen previsto el segundo arresto” (pp. 153 y 158).
17
las primeras debido a la capacidad de abstracción del ser humano38. Como hemos visto,
nuestro escritor recaba una neutralización activa del significado de las palabras39; las
desviste de su “sentido común” para atribuirles otros, cuyos significados se trastocan, a
su vez, semánticamente gracias a las transmutaciones operadas en las estructuras
léxicas. Pero aparte de este empleo instrumental del uso literario, el desencanto
postmoderno, la impotencia auto-justificativa y el diletantismo pragmático refuerzan en
su conjunto la vigencia de la absurdez Kafkiana. Como aseverara Nietzsche, las
verdades individuales también pueden enhebrarse bajo el tamiz de una gran mentira
colectiva, y el relativismo descrito constituye hoy una abstrusa realidad avalada con
evidencia persuasiva.
18
“dedocráticos”, construyen sus propias redes clientelares y se revisten de impunidad “do
ut das”. Lo grave es que poco más tarde, o de seguido inclusive, transfieren a asesorías
y empresas privadas los entresijos del funcionamiento administrativo y los puntos más
débiles de las estructuras jurídicas y orgánicas Estatales. Leviatán se torna entonces
transparente en exceso. Ve las entrañas desnudar/se desde dentro; en anorexia abyecta.
Jívaro de sí.
41
Tuve ocasión de abordar dicho asunto en “Cambios en la legislación y efectos en la relación laboral.
Hacia una pérdida de la intensidad o del carácter protector del Derecho del trabajo”, RDS nº 17, 2002; vid
asimismo Baylos Grau A. “La contracción del Estado social”, RDS nº 63, 2013.
42
Para ilustrar esta tendencia vid, por todos y recientemente, la monografía de Esteve Segarra A.
“Externalización laboral en empresas multiservicios y redes de empresa de servicios auxiliares”, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2016, p. 9.
19
“contraditio in terminis”, máxime cuando el capitalismo nunca ha sido más capitalista ni
abyecto que ahora. Por lo demás, la pérdida de la intensidad protectora de la ley laboral
no sólo deviene del desmantelamiento de la plataforma de derechos sociales, también lo
refrendan las altas instancias judiciales con pronunciamientos sobremanera protectores
de los intereses económicos y de organización empresarial43.
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