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TRABAJO Y DERECHO EN “EL PROCESO”, DE FRANZ KAFKA.

FRANCISCO ALEMÁN PÁEZ1.

“La justicia no olvida nunca/… debe estar inmóvil pues de lo contrario la balanza oscila y no puede
pesar con exactitud”/ “Frente a un tribunal ninguna prueba es válida; pero otra cosa son las pruebas
que se encuentran en forma no oficial, sino oficiosa, en los pasillos, en las salas de deliberaciones”/ “La
sentencia no se dicta de repente: el proceso se convierte poco a poco en sentencia/ “Sufrir un proceso es
casi haberlo perdido” (“El proceso”2)

SUMARIO:

1.- Introducción; 2. Franz Kafka. Unas aproximaciones iniciales de su singularidad


literaria, contextual y biográfica. //3. Trabajo y derecho en “El Proceso” de Kafka. 3.1.
Resumen y eje argumental; 3.2. Recursos literarios y aspectos generales; 3.3. Categorías
iuslaborales plasmadas en la novela; 4. Unas consideraciones críticas y conclusivas
sobre la actualidad del mensaje literario de Kafka.

1. INTRODUCCIÓN.

1. Una de las claves didácticas que debe resolver el profesor universitario estriba
en la elección de las herramientas de cada proyecto pedagógico. Como sabemos el
EEES abrió una senda de renovación docente universitaria suscitando, con ello mismo,
un proceso reflexivo del papel de cada recurso para mejorar la calidad de la formación
superior y la excelencia de la misma. Las conexiones entre los métodos de aprendizaje
(“training”) y el conocimiento de las materias jurídicas (“learning”) seguirá
acrecentando el debate profesoral e institucional, entre otras cosas, por los defectos de
implementación “cuantitofrénica” del proceso Bolonia, la reducción de los Grados a tres
años y el mercantilismo devaluador de la Universidad Pública a corto y medio plazo.
Sin embargo, no se trata de diversificar “in extenso” una panoplia de herramientas
operacionalizadas matemáticamente en las Guías de curso, máxime cuando éstas se
confeccionan mediante inercias emuladoras o de mera cumplimentación formal. Se
trata, más bien, de seleccionar los recursos más adecuados y con mayores
potencialidades formativas y motivacionales. De descuidarse ello, transformamos la
formación en instrucción diluyendo aún más la universidad en el océano de “ritos de
paso” que hace gala la “sociedad informacional del conocimiento credencializado”.

Las obras literarias de contenido social participan precisamente de la doble


vertiente pro-activa y formativa que propende el EEES. La lectura de dichos materiales
conforme a unas instrucciones metodológicas, el acierto en la elección de los títulos y la
correcta inserción didáctica de los mismos reverdece el eslogan de “aprender a
aprender” tan auspiciado por el proceso Bolonia. Pero más allá del cacareado eslogan,
interesa enhebrarlo con este otro: “enseñar deleitando y deleitar enseñando”. Trabar, en
                                                                                                                       
1
Catedrático de Derecho del Trabajo (faleman@uco.es). El presente artículo es una versión más extensa
de un estudio análogo contenido en una obra doctrinal colectiva sobre el “Derecho del Trabajo en la
Literatura”, coordinada por los profesores Luján Alcaraz y Baviera Puig (en prensa).
2
Ed. Planeta, Colección Clásicos Universales, Barcelona, 1991, pp. 159-146, 151, y 97, respectivamente.
Las sucesivas citas, cuando tengan lugar en el texto comentado, irán referidas a dicha edición.

1  
 
fin, la dialéctica formación/ educación, y alejar el papel meramente instructivo de la
docencia jurídica. Un papel, esto es, que gana terreno cuando los enfoques didácticos
circunvalan acríticamente la exposición de un abigarrado puzle de piezas normativas
que, además, se hipertrofian mediante incesantes pulsiones reformistas.

Como sabemos, el trabajo es una constante histórica del género humano y un


gozne vertebrador de la vida en sociedad, por tanto las valoraciones de dicho anclaje es
una consecuencia concomitante de dicha dialéctica, cuya lógica da lugar a multiformes
maneras de evaluación, expresión y exteriorización. En efecto, la vida se desenvuelve
en derredor de los escenarios sociales y ocupacionales, y el trabajo constituye un pilar
seminal para la existencia de cada sujeto y la subsistencia material del mismo; por
consiguiente la significación y problematización de tales elementos terminan
exteriorizándose, de uno u otro modo, en toda la gama de medios de expresión artística
existentes en cada contexto y cada época. La creatividad, la imaginación y la
abstracción simbólica son potentes lenguajes de comunicación individual y colectiva, y
todos los sujetos, independientemente de sus respectivas capacidades y posibilidades
creativas, están en disposición de exteriorizar sus visiones particulares y sensitivas de la
existencia a través del arte.

Los canales de expresión y comunicación resultan ser, también, apoyaturas


canalizadoras de los compromisos políticos, sociales y éticos. La poesía, bien lo
aseveraba Celaya, es un “arma cargada de futuro”, por ello mismo el arte y sus
creadores han sido, y seguirán siéndolo, actores incómodos y, por ende, objetos de
crítica o de persecución política inclusive. Obviamente manejamos aspectos henchidos
de potencialidades proyectivas pues, más allá de representar cauces vitales de expresión
y comunicación, son terrenos que dejan constancia del posicionamiento de cada sujeto,
tengan un sentido ora ideográfico, “ideario” o ideológico. Eso sí, son disposiciones de
índole personal y naturaleza contingente pues al final el nivel de concreción de dichas
variables enhebra un acto de voluntad (intencionalidad y compromiso decidido) y de
representación (medio artístico e impacto real del mensaje) trenzado entre el objeto
sensitivo y el sujeto creador pensante3.

2. Como decíamos, los códigos laborales han tenido, y seguirán teniendo, fértiles
focos de exteriorización artística, no en vano las expresiones “cine social”, “poesía o
literatura social” son claros exponentes de dicho maridaje. Cosa distinta es que hayamos
explotado las oportunidades analíticas que brindan tales cauces, sea ello como atalayas
completivas de reflexión teórica o como apoyaturas didácticas para la docencia de
                                                                                                                       
3
Vid. Schopenhauer A. “El mundo como voluntad y como representación”, Ed. Akal, Madrid, 2005, p.
31. A fin de cuentas, la creación artística viene a ser un estado del alma que suspende todos los
movimientos en pro de lo sublime. En efecto, y como aseverara Burke, es el poder de la sublimación lo
que anticipa a ésta del razonamiento, apresándonos (“Indagación filosófica sobre el origen de nuestras
ideas acerca de lo sublime y lo bello”, trad. de Juan de la Dehesa, Colegio de Aparejadores y Arquitectos
de Murcia, 1985). La creación artística, sea pictórica, estética o literaria, ejerce una pulsión primero
inconsciente y de seguido atrayente, “con-turbable”, incluso irresistible, llegado el caso. Por tanto la
estupefacción o conturbación son una consecuencia sublimada cuyos signos se exteriorizan en
significaciones de respeto, admiración o reverencia. Para profundizar en el significado ontológico de las
manifestaciones artísticas, vid Von Shelling “Filosofía del arte”, Tecnos, Madrid, 2012.

2  
 
nuestra disciplina. No es baladí que la doctrina más autorizada avanzase las conexiones
de la fenomenología iuslaboral con la creatividad artística. Los Maestros de la Villa Gil
y Montoya Melgar, por ejemplo, han dado buenos testimonios de las vinculaciones de
nuestra materia, y del Derecho mismo, con el arte y la creación poiética4. Incluso
disponemos de ejemplos que han recabado los resortes iuslaborales como vías de
reflexión y recreación literaria5. El lenguaje, a fin de cuentas, no es materia inerte sino
creación humana y de-construcción hermenéutica, y en ambos sentidos los estudios
literarios y jurídicos comparten un terreno común de “afinalidades Kantianas”, visto
además el concepto “littera” como: cultivar colectivamente el arte de leer y escribir.

Entre las manifestaciones de expresión artística aplicadas a la docencia de la


rama social del derecho, el cine parece haber encontrado un fértil terreno de
experimentación didáctica. En efecto, disponemos de publicaciones y estudios
doctrinales que integran la filmografía de contenido social a los programas docentes de
nuestra asignatura6, sin embargo los avances en dicho ámbito contrastan con la
“literaturización” del trabajo. Pues bien, este artículo propende contribuir modestamente
a la línea de explotación didáctico-reflexiva antedicha. La literatura está llena de títulos
y escenarios laborales, por ello mismo las imbricaciones del Derecho del trabajo en la
literatura también encierra un interesante poso reflexivo y de posibilidades didácticas.
Visto además desde el prisma del EEES, la explotación de tales recursos demuestra,
entre otros aspectos, que el placer y la utilidad no son términos antitéticos en la
docencia de nivel terciario superior; al revés, forman un nexo fértil y abierto de
experimentación didáctica.

Nuestras reflexiones y apuestas metodológicas la realizaremos a través de un


singular autor y una no menos singular obra: “El Proceso”, de Franz Kafka. Sería
osado propender novedades respecto de dicha novela, dadas las abultadísimas
publicaciones existentes7, muchas de ellas además en el ámbito jurídico merced a las
                                                                                                                       
4
Así, y respectivamente: “Discurso Académico de Investidura como Doctor Honoris Causa por la
Universidad de Salamanca”, Universidad de Salamanca, 2009, en espec. pp. 28 a 62; “El Derecho del
Trabajo en la literatura y el arte”, Ed. Cívitas, Madrid, 1995. Del primer autor, también contamos con una
singularísima exposición reflexiva de la literatura y muy sentidos homenajes poiéticos a discípulos suyos
y profesores del iuslaboralismo Español, en LEV “Hojas de Hiedra”, Eds. Primor, Madrid, 2010.
5
  P.ej. “El Derecho del trabajo según Sancho Panza”, de Gianni Loy, Eds. Cinca y Fundación Largo
Caballero, Madrid, 2009; o nuestra obra “Sistema de contingencias I”, Ed. Reus, Colección Prosas y
Versos para Juristas, Madrid, 2011.
6
Particularmente avanzamos tal pauta de acción en: “El cine como recurso didáctico en la enseñanza de
la rama social del derecho. Un estudio de caso y propuestas metodológicas”, RDS nº 63, 2013, y en el
manual “Materiales prácticos y recursos didácticos para la enseñanza del Derecho del trabajo las políticas
sociolaborales”, Dir. Alemán Páez, Ed. Tecnos, 2013, en espec. Cap. I y VI; ambas publicaciones recogen
un apéndice bibliográfico del cine como recurso pedagógico. Véase también la obra colectiva “El
Derecho del Trabajo en el Cine”, Coords. Luján Alcaraz J. y Arias Domínguez A. Ed. Laborum, Murcia,
2015, con una treintena de comentarios de películas realizados por profesores y especialistas del
iuslaboralismo.
7
  Para G. Steiner, por ejemplo, no es plausible decir nada nuevo sobre esta novela, en “Notas sobre El
Proceso de Kafka”, en “Pasión intacta” (ensayos 1978-1995), trad de Gutiérrez M y Castejón E., Ed.
Siruela, 1997. Empero, y entre la amplísima literatura existente, vid por todos, tres importantes trabajos:
el de Lorenzo Silva “El derecho en la obra de Kafka”, Ed. Rey Lear, 2008; el ensayo de W. Benjamín:
“Dos iluminaciones sobre Kafka”, en “Imaginación y sociedad (Iluminaciones I)”, Trad. de Jesús Aguirre,

3  
 
instituciones rituarias plasmadas en tal obra, sin embargo han sido muchas las razones
que nos han movido a escogerla. Más adelante desglosaremos tales motivos pero
adelantaré en este momento la gran implicación de Kafka con los derechos de los
trabajadores. Según veremos, nuestro escritor estudió la licenciatura de derecho y se
doctoró en leyes, luego trabajó en los tribunales del orden civil y penal, y de seguido
laboró en entidades que gestionaban las prestaciones por accidentes y enfermedades
profesionales, justo además en una época de intensas tensiones históricas (primera
guerra mundial) y abruptas transformaciones socio-industriales. Muchos hemos leído a
tan conocido (y poco entendido) escritor, sin embargo las re-lecturas siempre coligen
aspectos nuevos o no deparados con anterioridad. También las interpretaciones de
madurez ofrecen ideas y reflexiones novedosas y enriquecedoras; hallazgos todos que,
en nuestro caso, hemos podido vislumbrar, y propendido verter, modestamente, a lo
largo de estas páginas.

2. FRANZ KAFKA. UNAS APROXIMACIONES INICIALES DE SU


SINGULARIDAD LITERARIA, CONTEXTUAL Y BIOGRÁFICA.

1. El autor y la obra escogida para este trabajo son sobradamente conocidos en la


historia de la literatura e incluso filosóficamente. Según veremos, el Proceso fue escrito
en los años 1914-1915, y debemos su legado a Max Brod, otro escritor y buen amigo de
facultad que, por suerte para la historiografía literaria, incumplió el deseo testamentario
de Kafka de que quemara la mayor parte de sus obras8. Todos somos conscientes de la
grandiosidad de dicho autor, de su simbolismo literario y de las grandísimas
particularidades de su escritura. Tan es así que se recaba su nombre cuando rubricamos
en mayestático los vericuetos de “lo absurdo”. Cabría extender dicho adjetivo al hecho
que no viese el éxito en vida, y que su obra, en puridad novelas cortas llenas de
parábolas reflexivas, no tuviere el éxito de ventas ni el reconocimiento que hoy tiene9.
Como adelantamos antes, fueron muchos los motivos que nos llevaron a esta elección.
El primero ya ha sido expuesto y estriba en el deseo de utilizar estas reflexiones como
un recurso didáctico más de la docencia de nuestra asignatura. El cine y la literatura

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
Ed, Taurus, Madrid, 1991; y el libro “Kafka. Por una literatura menor”, de Deleuze G y Gualtiari I., Eds.
Era S.A, México, 1978, cuya obra puede accederse a través de internet en:
http://es.scribd.com/doc/22574172/Deleuze-Guattari-Kafka-Por-Una-Literatura-Menor#scrib  
8
En efecto, Kafka dejó escrito a Mad Brox lo siguiente: “Aquí está, querido Max, el último favor que te
pido: todo lo que pueda encontrarse en lo que dejo tras de mí (en mi biblioteca, en mi armario, en la mesa
del despacho, en la oficina o en cualquier otro sitio), me refiero a cuadernos, manuscritos, cartas
personales o no, etc., debe ser quemado sin excepción ninguna y sin leerlo. También todo lo que tú tengas
mío: notas, escritos. Lo que tengan otros se los pedirás. Si no te lo quieren devolver, por lo menos trata
que lo quemen. Tuyo de corazón”. Los Kafkólogos suelen colacionar el espíritu perfeccionista de Kafka
para dar sentido a aquel deseo póstumo, que, por suerte para la historiografía literaria, fue incumplido por
su amigo. En vida, Kafka ya le participó tal deseo, al que Max Brod espetó: “Si piensas seriamente que
seré capaz de hacerlo, te digo desde ahora que no lo haré”. En el prólogo a la primera edición del Proceso
manifestaría dicho extremo para justificar fraternalmente el incumplimiento de tales deseos.
9
Según sentenciara Rudolf Thomas en un artículo publicado por dicho crítico en el “Pragertagblatt”
(periódico local) cuando se editó “Un médico rural” en 1920, Kafka “sólo era conocido por un pequeño
grupo de fieles lectores”.

4  
 
están llenos de ideografías iuslaborales y dicho libro retrata el “lado oscuro”10 que
frecuentemente late en las relaciones profesionales. Preferimos, pues, una gran obra, o
más bien una “obra de arte”, considerando, esto es, su capacidad de conturbación, sus
resistencias al tiempo y a la crítica y la extraordinaria lucidez imaginativa de nuestro
autor cuando metaforiza lo oscuro, las bajezas de la condición humana; el infierno con-
tenido.

Las segundas razones se enhebran con la vertiente didáctica de este ensayo. El


quehacer literario, y la semiología literaria misma, son un reflejo del contexto social,
cultural e histórico que envuelven a cada autor y su obra, y en ese sentido el Proceso
abre grandes vertientes didácticas para la docencia iuslaboralista. Franz Kafka estudió
leyes, se doctoró en Derecho, fue pasante en los tribunales civiles y penales de Praga, y
ocupó un puesto de alto funcionario en un instituto de seguros sociales, donde
gestionaba las contingencias de los trabajadores y los partes de enfermedad y defunción
por incumplimiento de las medidas de seguridad e higiene. Estas circunstancias se
literaturizan en toda la obra de Kafka, y muy particularmente en El Proceso, lo que,
como digo, transfiere al alumno fértiles inferencias apreciativas desde su plasmación en
los códigos lingüísticos, descriptivos e incluso jurídicos del libro11. Cuando fue escrito,
la ciudad de Praga ya era uno de los principales focos culturales, intelectuales y
espirituales de la historia Europea, y ese flujo de tendencias influyeron decisivamente
en los escritores congregados en el distrito de Hradschin, Kafka inclusive. Interesa pues
rescatar los elementos que propiciaron la aparición de las leyes laborales a raíz de las
dimensiones espacio/tiempo de dicha literaturización.

A mediados del siglo XIX la contraposición estructural capital/trabajo ya era una


realidad ascendente en la Alemania Bohemia. Tras la liberación del campesinado Praga
fue un epicentro de oleadas migratorias sin precedentes que, unido al florecimiento de
numerosas empresas, pequeñas y medianas, fábricas y grandes industrias, catapultaron
una intensa proletarización, fenomenología elevada a premisa para la generalización del
trabajo por cuenta ajena. La clase social alta Alemana, orgullosa y consciente de su
valía, vivirá en los mejores barrios residenciales de Praga dominando sus centros
neurálgicos de poder socioeconómico (propietarios de minas, directores de bancos,
inspectores, rectores de universidades, procuradores de la cámara real e imperial, etc).
De otra parte, el proletariado checo se ubicará en los suburbios, observando con
inquietud su paulatina conversión en clase obrera desplazada de los centros de poder
gremial y político. Así pues, los efectos de la industrialización y del progreso técnico,
combinados con la segregación por barrios y la opulencia de las clases acomodadas,
antagonismo nacionalista checo-alemán inclusive (con paradoja servida: el pueblo

                                                                                                                       
10
Montoya Melgar A. Prólogo a la obra col. “El derecho del Trabajo en el cine”, cit, p. 12.
11
 El Proceso puede además complementarse didácticamente con dos filmes: uno de Orson Welles (1963;
https://www.youtube.com/watch?v=gQafXHKPWu0 ) pero sobre todo la película de David Jones (1993;
https://www.youtube.com/watch?v=1FrYGaRT4Dc). Este último film (“The Trial”, con diálogos en
inglés) lleva al cine una excelente adaptación del libro de Kafka.  
 

5  
 
checo amante del progreso frente a la oligarquía alemana reaccionaria del mismo),
catapultaron una dinámica conflictual que prontamente fue regulada por los códigos
iuslaborales de la época. Las incipientes consignas del movimiento obrero, con huelgas
y manifestaciones a gran escala en pro de la universalización del voto o la reducción de
la jornada de trabajo, eclosionaron en Praga normalizando la dialéctica estructural
capital/trabajo. Pues bien, todas estas circunstancias fueron vividas intensamente por
Kafka y se reflejaron en su legado literario.

La tercera causa motivadora de la elección estriba, paradójicamente, en la


rabiosa actualidad del discurso Kafkiano, dada, por ejemplo, la normalización de lo
absurdo, lo abstruso y lo abyecto en la sociedad Española y los sentimientos de
indecencia, impotencia e indignación que desde hace años hegemonizan su discurso
político. El Proceso participa de la literatura experimental del período de entreguerras y
suele encuadrársele teóricamente en el movimiento existencialista. Al igual que la
angustia Kierkegaardiana o la agonía Unamuniana, nuestro autor añade aquí el recurso
de la “reductio ad absurdum” para subrayar la alienación resultante de los procesos de
masificación y degradación de la personalidad. El escenario tensional, bélico y
conflictivo de su época propiciaba la cosificación de “lo humano”, factor trabajo
inclusive; del mismo modo, la impotencia y la desesperación servil transmutan las
conductas en actitudes falsas, diletantes y acomodaticias. Por tanto la obra de Kafka es
un testamento ológrafo de la autoconciencia de lo absurdo, destino que por cierto
absorbe al protagonista del Proceso en alienación y soledad. El pasado resulta
inamovible y, desde lo pretérito, futuriza una condena sentenciada en presente.

Visto lo anterior, la actitud ética debería abrirse paso salvíficamente en pro del
(auto)respeto debido, sin embargo cuando la mediocridad, la indignidad y la anomia
campean hegemónicamente, y en transmutación sistémico-avalorativa, la estética
termina fagocitando a la ética en un jaez de teatralidades y venales pactos
sinalagmáticos. Según veremos, la biografía de Kafka colige un espíritu inquieto,
pasional, vital, preocupado por la injusticia y deseoso de salud moral, ahora bien, la
impotencia alienadora de entreguerras le lleva a significar su existencia (“dasein”)
exprimiendo primero el presente y su instante, y, cómo no, haciendo de la literatura su
asidero vital. Pues bien, el momento actual no dista mucho, existencial y
estructuralmente hablando, del vivido por nuestro escritor. Corrupción, ruindad,
clientelismo, servilismo, sultanismo, indignidad, venalidad, arbitrariedad, indignación,
vileza, impunidad, ineficacia institucional, degradación, humillaciones, acoso
pluriofensivo, miedo, mensajes negativos y chivos expiatorios variopintos (Derecho del
trabajo entre ellos) componen una batería apocalíptica de gran poder heurístico y peor
poder aniquilador de lo vital en invisible cansancio12. Y todo ello con el abstruso
                                                                                                                       
12
Como apuntara Gabriel Marcel: “Quien no vive como piensa, acaba pensando como vive”. Conviene
asimismo leer sendas obras de Byung-Chul Han: “La sociedad del cansancio” y “La sociedad de la
transparencia”, Ed. Herder, Barcelona, 2012 y 2013, respectivamente; en el primer libro aborda, entre
otros asuntos, la violencia neuronal, la sociedad disciplinaria en encubierto, las formas de auto-esclavitud,
o la pedagogía del mirar.

6  
 
contrasentido de estar en nuestras manos las llaves -democráticas/mediocráticas- de las
soluciones. Absurdez, pues, de lo absurdo a rango de retruécano y de esperpento
Valleinclanesco.

2. Franz Kafka nace en Praga el 3 de julio de 188313. Sus padres, Hermann


Kafka y Julie, se conocieron gracias a la mediación de un “satgen”, un casamentero
judío que escogió a Hermann entre varios candidatos. Fue el primogénito de dicho
matrimonio, del cual nacen otros dos hijos varones, que mueren siendo muy pequeños,
y tres hijas (Gabrielle, Valeria y Ottilie) que morirían, todas, en campos de
concentración. El matrimonio trabaja codo con codo en un comercio familiar, y se muda
repetidas veces por diferentes distritos de Praga. Los biógrafos subrayan el influjo de
estos primeros datos biográficos en la trayectoria vital y literaria de Kafka: desde su
debilidad física y los problemas psicológicos, sus malas relaciones con el padre14, o los
matrimonios que nunca consolidó15. Ciertamente, la escritura de Kafka es una mezcla
sugestiva de elementos praguenses y austriacos con magistrales toques nihilistas e
intensas reflexiones aforísticas. Del mismo modo, el tratamiento literaturizado de “lo
absurdo” proyecta una personalidad perfeccionista, atormentada y negativa que vuelca
en la escritura su universo íntimo16.

                                                                                                                       
13
 Obviamente hay una vasta literatura de nuestro autor, de su obra y de su trayectoria biográfica. Gran
parte de ella deviene de los diarios de Kafka y del denso epistolario mantenido con su pequeño círculo de
amigos, familiares y relaciones íntimas. Entre estas, puede cotejarse: “Franz Kafka. Cartas a Milena”,
trad. de C. Cauger, Ed. Alianza, Madrid, 2015. Para un análisis en profundidad de la biografía de Kafka,
vid. “Kafka”, trad. C.F. Grieben, Alianza, Madrid, 1974. Debe asimismo consultarse la obra de Reiner
Stach: “Kafka. Los años de las decisiones”, Ed. Siglo XXI, 2003 (trad. Carlos Fortea) ya que apunta un
perfil muy distinto del nihilismo existencial atribuido a nuestro autor; desde ese orden de ideas, vid
también el ensayo de Bermejo Rubio F. “Franz Kafka. Una biografía decisiva”, Revista de Libros, marzo-
abril del 2016. Por lo demás, Kafka y la ciudad de Praga formaron un maridaje ineluctable, y desde este
binomio podemos colacionar una deliciosa guía de Harald Salfellner: “Franz Kafka y Praga”, trad. de P.
Grosschmid, Ed. Vitalis, 2007.
14
En efecto, los biógrafos resaltan las tormentosas relaciones de Kafka con un padre autoritario que
menosprecia a su hijo, y en especial su vocación literaria, tiranizándolo emocionalmente hasta los
cuarenta años. Prueba de ello es la célebre “Carta al Padre (“Brief an den Vater”), un manuscrito de 103
páginas de 1919 donde manifestaba su malestar con él reprochándole sus abusos y chantajes emocionales.
Las cartas se publicaron tras la muerte de nuestro autor (1952) y plasmaron confesiones del siguiente
tenor: “Querido padre: Hace poco tiempo me preguntaste por qué te tengo tanto miedo. Como siempre, no
supe qué contestar, en parte por ese miedo que me provocas, y en parte porque son demasiados los
detalles que lo fundamentan, muchos más de los que podría expresar cuando hablo. Sé que este intento de
contestarte por escrito resultará muy incompleto” (para un examen relacional de las tensiones Edípicas de
Kafka y su reflejo literario, vid por todos “Kafka. Por una literatura menor”, Deleuze/ Gualtiari, op, cit, en
espec. el Capítulo 2º, pp. 19 y ss).  
15
Dentro de las relaciones sentimentales de Kafka, destacan, empero, cuatro nombres. Primero Felice
Bauer (años 1913-1917), relación casi epistolar y que se rompe pese a existir un compromiso matrimonial
expreso. En la misma línea vino a ser la relación con Milena Jesenska (años 1919-1923), una periodista
casada con quien volvió a mantener una relación epistolar y de sesgo platónico. Una tercera relación
sentimental fue mantenida con Julie Wohryzek (verano del 1918 hasta noviembre de 1919); también se
promete con ella en matrimonio pero vuelve a quebrarse la relación debido a su condición no burguesa.
La última relación sentimental de Kafka fue con Dora Diamant. Era una joven periodista de veinticinco
años y de religión ortodoxa, y la conoció durante las vacaciones veraniegas de 1923 en una colonia judía;
con ella se traslada a Berlín y se aleja definitivamente de su familia para impulsar su carrera; y fue quien
acompañó a nuestro escritor hasta la muerte del mismo en el verano de 1924  
16
En el prólogo a la primera edición de El Proceso, realizado por el amigo y editor de Kafka, Max Brod,
comentaba lo siguiente respecto de su personalidad: “Sus dos testamentos (en relación a otros escritos

7  
 
En 1893 asiste al “Staatsgymnasium” (colegio Estatal de enseñanza secundaria)
y, una vez superados los exámenes de bachillerato (verano de 1901), empieza en
octubre sus estudios superiores en la Deutsche Karl-Ferdinand-Universität zu Prag
(Universidad Real e Imperial Alemana Carlos Fernando, de Praga). En esos años
ingresa en la “Lese und Redehalle der Deutschen Studenten in Prag” (sala de lectura y
debate de los estudiantes alemanes en Praga) donde ya deja constancia de su vocación
de escritor. En la Universidad conocerá a Max Brod, con quien mantendría una intensa
amistad personal, familiar, intelectual y literaria durante toda su vida. Kafka se
matricula primero en químicas pero termina inscribiéndose en la Facultad de Derecho.
Los biógrafos destacan su falta de vocación jurídica y la elección del derecho por
motivos prácticos. También influyó en ello las presiones del padre, sin embargo escogió
dicha carrera por las mayores oportunidades laborales de la formación jurídica pues
facilitaba el acceso a un puesto burocrático o funcionarial (“brotberuf”) desde donde
desarrollaría su vocación literaria. Como hemos dicho, Kafka es un asceta que huye de
la realidad escribiéndose a sí mismo para construir un mundo fantasioso alternativo.
Visto el relieve de estas dimensiones biográficas, me detendré en algunos aspectos de su
formación jurídica pues, amén de las interesantes comparaciones con la institución
académica de aquella época, comprobaremos la plasmación de las experiencias
profesionales del mundo jurídico en nuestra novela y la contextualización iuslaboral del
escritor.

La Universidad Carlos-Fernando se regía por un plan de estudios


verdaderamente integral y formativo (no empero “instructivo”, en la línea crítica con la
que principiamos este ensayo). Los alumnos de Derecho debían asistir a un seminario
de ciencias jurídicas del Estado, donde cursaban estudios de jurisprudencia (ocho
semestres) y asignaturas troncales relacionadas con el derecho romano, la historia del
derecho alemán o el derecho canónico. El plan académico también integraba estudios de
filosofía, y Kafka tuvo un alto plantel de profesores que le brindaron un importante poso
formativo17. El grado de Doctor requería la superación de una dura prueba Estatal donde
los alumnos debían superar tres exámenes consecutivos que evaluaban los niveles de
formación y sus conocimientos jurídicos18. Kafka fue aprobando las tres pruebas entre

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
suyos legados al referido Max) provienen de más atrás, de un período en que sus tendencias autocríticas
eran mayores. En el último año que vivió, toda su existencia dio un giro imprevisto, feliz y positivo, que
superaba u antiguo nihilismo y su también viejo odio a sí mismo”.
17
  Así, por ejemplo, asistió al curso de filosofía práctica del filósofo Praguense Crhristian von Ehrenfels,
en el segundo semestre estudió las bases de psicología descriptiva de Antonio Martin, discípulo de
Brentano. En derecho civil tuvo como profesor a Bruno Kafka, primo de nuestro autor y discípulo directo
de Horaz Krasnopolsky, cuya obra (5 voluminosos tomos) constituía todo un tratado de derecho privado
austríaco. Del mismo modo, en derecho penal, procesal y filosofía del derecho tuvo como profesor a Hans
Gross, juez de instrucción y a la postre padre de la criminalística científica moderna, por ejemplo, merced
a su “Manual de jueces instructores, agentes de policía y gendarmes”, cuya obra tuvo una extraordinaria
difusión científica y mundial. Alfred Weber, hermano de Max Weber, fue director de tesis de Kafka.  
18
 Las preguntas del “Rigurosum II” versaban sobre derecho civil, comercial y cambiario; el “Rigurosum
III” abarcaba el derecho Estatal general y austríaco; y el “Rigurosum I” las materias de derecho romano,
canónico y derecho alemán.  

8  
 
marzo del 1905 y junio de 1906, hasta que el 18 de junio de 1906 fue finalmente
investido Doctor. Tras ello trabajará un año en los Tribunales realizando funciones
administrativas no remuneradas. Primero lo hace en el Tribunal Civil territorial del
“Obstmarket” (mercado de fruta) y luego en el Tribunal Penal de la Karlsplatz (plaza de
Carlos). Indudablemente las prácticas realizadas en sendos órganos judiciales ejercerán
una gran influencia en nuestro escritor. El positivismo jurídico germánico se
entreveraba con una maquinaria judicial excesivamente burocratizada y personalista, y
tales engranajes van a ser magistralmente extrapolados al Proceso. Según veremos,
Kafka utilizará la anomia alienadora del sistema jurisdiccional para denunciar, por vía
negativa y mediante una irónica utilización de la “reductio ad absurdum”, los vericuetos
insondables de la justicia y las enormes paradojas trenzadas alrededor suyo.

El 1 de octubre de 1907 ingresa como auxiliar en una importante compañía


aseguradora privada: Assicurazioni Generali. Según vimos, su ingreso en la Casa
Italiana de Seguros y Accidentes Laborales obedeció a motivos en puridad
instrumentales pues aquel puesto le permitiría desarrollar su auténtica vocación de
escritor. En 1908 asiste a un curso para graduados de la aseguradora de trabajadores en
la academia del comercio alemana, y en marzo de ese año publica sus primeros ocho
textos en prosa en la revista Hyperion. El 30 de julio Kafka ingresa como funcionario
asistente en la sociedad estatal “Arbeiter-Unfall-Versicherungsanstalt fúr das
Königreich Bóhmen in Prag” (Aseguradora de Accidentes de Trabajadores del Reino de
Bohemia, en Praga) y en dicho organismo elaborará informes técnicos y jurídicos de las
prestaciones ofrecidas a los trabajadores y demás empresas tuteladas por dichas
entidades. Los estudios biográficos perfilan una persona eficaz, preparada y
colaborativa, con capacidad de liderazgo (asciende pronto a secretario de primera clase)
y celosa de sus obligaciones, amén de respetada en el plano personal, profesional y
literario19. Puede asimismo sostenerse la implicación de Kafka con los derechos de los
trabajadores. En aquella época, de incipiente formación de los seguros sociales y de
leyes sociales protectoras, los empresarios veían la seguridad e higiene como un
obstáculo para mantener la producción, lo que, unido a las condiciones de explotación
industrial reinantes, facilitaban los accidentes y enfermedades entre la población laboral.
Pues bien, Kafka será un testigo directo de dichas repercusiones negativas en la salud de
los trabajadores sensibilizándose por el cuadro de muertes, invalideces y accidentes
frecuentados en aquel contexto. Además, las empresas propendían evitar su inclusión en
las categorías de mayor riesgo (un primigenio sistema “bonus/ malus”) e incoaban
numerosos recursos que, justamente, eran tramitados y resueltos por nuestro escritor20.

                                                                                                                       
19
  En efecto, Kafka recibió el aprecio y reconocimiento de sus jefes superiores, tanto por los alemanes
Robert Marschner y Eugen Pfohl como por el checo Bedrich Odstreil, los cuales le facilitaban cuanto
podían su dedicación a la literatura. El propio Marschner, director y jefe de Kafka, recibió premios por
escritos e investigaciones literarias de su autoría, incluso recitó con nuestro autor. Evidentemente, el
respeto por la cultura y el humanismo siempre han sido rasgos muy arraigados en la cultura germánica,
rasgos que, paradójicamente, contrastan de plano con la vanidad y el cainismo caracterizadores de “lo
ibérico” (academicismo inclusive).
20
  En verdad, nuestro autor mostró una especial sensibilidad por la injusticia y por los trabajadores
accidentados por los incumplimientos de las medidas de seguridad. En una conversación con Max Brod

9  
 
La delicada salud de Kafka le llevó a realizar varias estancias en sanatorios de
reposo sobre todo por la tuberculosis que padecía. No viendo esperanzas de una
curación rápida, consigue jubilarse con apenas 39 años en julio de 1922. En el verano de
1923 viaja al balneario de Müritz (mar Báltico) donde conoce a Dora Diamant, con la
que inicia una relación amorosa. El 24 de septiembre de 1923 ambos abandonan Praga y
se trasladan a Berlín con la ilusión añadida de redimensionar la carrera literaria de
nuestro escritor, sin embargo la falta de ingresos y la difícil situación económica
reinante les hará depender de la ayuda familiar de Kafka. En marzo de 1924 se produce
un rápido empeoramiento de su salud y regresan al domicilio paterno. En abril la
tuberculosis afecta gravemente a la laringe y Kafka, con apenas 49 kilos, ingresa el 19
de ese mes en el “Sanatorium Dr. Hofmann” de Kierling (cerca de Klosterneuburg,
Viena). El 3 de junio fallece, atendido por su compañera Dora Diamant y su amigo
Robert Klopstock; y recibe sepultura el 11 de junio en el nuevo cementerio judío de
Praga21.

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3. TRABAJO Y DERECHO EN “EL PROCESO” DE KAFKA.

3.1. RESUMEN Y EJE ARGUMENTAL.

El Proceso Kafkiano resume simbólicamente la historia trenzada alrededor de


dicha obra. Narra “a limine” el plantel de vicisitudes sufridas por el protagonista desde
que se le notifica su condición de “procesado” (capítulo I) hasta que se ejecuta
finalmente la sentencia (capítulo X último). La acusación es ignominiosa y nula “ab
origine” porque sólo recibe una notificación verbal en su cuarto sin ningún tipo de

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           
aseveraba lo siguiente: “Qué modestos son estos hombres. Vienen a nosotros pidiendo. En vez de asaltar
el instituto y hacerlo todo trizas, vienen pidiendo”. Kafka escribió un singular texto: “Zur Frage der
Getetze” (“Sobre las leyes”) con lúcidas reflexiones de los mecanismos de dominación nomotética (p.ej.
“Nuestras leyes lamentablemente no conocidas, son el secreto de pequeño grupo de noble, que nos
domina”). Ciertamente, Kafka supo combinar su condición de mago de la palabra con la precisión
caracterizadora de la ciencia jurídica, lo que, a mi modo de ver, perfila su decantación literaria por la
simplicidad estilística y las trabazones dialógicas de sus escritos. Epígono de ello viene a ser la parábola
del Guardián, llevada al libro de relatos “Un médico rural” y al capítulo 9º de El Proceso. En ella (p.
213) dibuja la escena de un centinela/vigilante vestido con un largo abrigo de pieles, nariz puntiaguda y
barbacana “haciendo guardia ante la ley”. Este ve llegar a un hombre/campesino, quien le pide permiso
para entrar, negándoselo “de momento”. Espeta sin embargo que la puerta de la ley siempre está abierta;
puede entrar, pese a la prohibición dada, pero una vez dentro tropezará con sucesivos centinelas “que van
teniendo más poder”; advierte incluso que “a partir de la tercera (puerta) ni yo mismo puedo resistir la
mirada”. El guardián ofrece una silla al campesino y éste se sienta al lado, donde aguardará durante años,
hasta que finalmente muere en la propia entrada. De este modo se metaforizan varios paradigmas: el de la
culpa, la redención, el cuestionamiento del orden existente, la súplica del acceso, pero sobre todo la gran
metáfora de los guardianes que filtran las vías de acceso durante las trayectorias vitales, haciéndolo, esto
es, con mayor o menor rigidez y arbitrariedad oportunista.  
21
  Los restos de Kafka comparten sepultura con los de sus padres, y sobre su tumba, grabado en un
pequeño obelisco, reza el siguiente epitafio: “Que su alma esté integrada con la alianza de la vida”.

10  
 
explicación ni fundamentación. “Joseph K” resulta “detenido” o “arrestado”22 empero
es libre para seguir realizando su vida normal y sus obligaciones profesionales23. Con
dichas premisas, la novela hilvana las peripecias del protagonista y su angustia por
desvelar su situación procesal e incriminatoria. El eje conductor de los capítulos desvela
los vericuetos personales, éticos y materiales de una maquinaria judicial disfuncional en
la entera concepción sistémica de la misma. Paralelamente, y emulando “Crimen y
castigo” de Dostoievski (obra y autor influyentes en Kafka), la novela dibuja el proceso
paralelo de degradación que sufre el protagonista (Raskólnikof/ “K”, respectivamente) y
de pérdida de humanidad del mismo en un escenario anómico, teatral, vacuo y
desesperanzado.

La dialéctica estructural anomia/ degradación se contextualiza, además en


nuestro caso, en un macro-engranaje de corruptelas y de irracionalidad nomotética pues,
como veremos, el escenario situacional tiene totalmente invertidos los principios
básicos del derecho y de la ciencia jurídica. “Joseph K” osa, no obstante, enfrentarse al
gran Leviatán de la burocracia moderna pero, más allá de su valentía dignitativa, el
esfuerzo resulta estéril pues la inversión de los cánones normativos obsta la aplicación
de los criterios lógicos del derecho. La transmutación de la racionalidad altera por
completo la cadena de cánones y axiomas valorativos que le sirven de soporte
fundamentador, ya tengan tales reglas una recepción formal en los textos positivos o
desplieguen sus radios de acción en el terreno ético, actitudinal y comportamental.
Ahora bien, si no cabe la racionalidad normativa huelga la trabazón de la razón y el
razonamiento, y tampoco hay bases donde asir la idea de justicia, ni si quiera el sentido
común mismo. Puesto que la ética viene a ser una estética del comportamiento, al final
fluye un círculo de corrupción cortoplacista y a-valorativa cuyas sinergias revierten de
nuevo, abyectas, en los códigos jurídicos y en las actitudes societales. En el Proceso las
reglas formales se relegan –devaluadas- al estricto ámbito del derecho positivizado. Lo
absoluto y lo único importante es la aplicación de “la ley”, o sea, los órganos y agentes
aplicadores de la misma en abyecta indefensión e inicua arbitrariedad.  

Kafka anticipa el nudo gordiano del libro en las dos frases iniciales del mismo:
“Posiblemente, algún desconocido había calumniado a Joseph K, pues sin que éste
hubiere hecho nada punible fue detenido una mañana”. Mediante una síntesis
preliminar, nuestro autor retuerce lo absurdo para trastocarlo estructuralmente a escala
                                                                                                                       
22
  El diálogo que principia la obra no puede hacer mejor honor al adjetivo “Kafkiano”, cuyo tenor
extrapolamos: -“El procedimiento ya está iniciado, de manera que se le informará de todo a su debido
tiempo. Debe saber que me excedo en mis funciones al darle tantas explicaciones”/ - “¿pero puedo estar
yo detenido, y para colmo de esta forma?...aquí tengo mis documentos de identidad, enséñeme ustedes los
suyos, sobre todo la orden de detención”/ - “Es usted difícil de hacer entrar en razón. Se diría que se
empeña en irritarnos inútilmente”/ “-Exijo ser llevado ante su superior jerárquico – Así lo haremos pero
cuando él lo pida”/ - “Sólo cumplimos un papel muy limitado en esta cuestión pues ignoramos casi todo
(…) aunque estuviésemos debidamente informados su situación sería idéntica (…) El hecho es que usted
está detenido y eso es solo lo que sé”/ (pp. 7 a 18)
23
- “¿Es que puedo ir al banco estando arrestado? -“¡Veo que no me ha entendido! Es verdad que se
encuentra detenido pero eso no implica que no pueda atender sus obligaciones. No debe usted perturbar
su vida normal”. En esos términos, la conclusión existencialista y la absurdez nodal de la obra no tardan
en rubricarse en el primer capítulo: “Todo esto carece de sentido” (p. 18).

11  
 
hiperbólica. Pero al mismo tiempo es un extracto construido desde la propia
“subjetividad perspectivista” del escritor; no en vano colige el bisturí preciso del jurista
que circunvala el hecho literario a través de la ironía y de una i-lógica laberíntica.
Tampoco es baladí el adverbio escogido como término iniciador del relato
(“posiblemente”) pues así se impregna la novela anticipadamente de un hilo común de
improbabilidad, angustia e indefinición. El sujeto activador del Proceso resulta ser
“algún desconocido”, mientras que el sujeto pasivo se des-personifica, fijémonos bien,
mediante un hombre/nombre: “Joseph”, alienado, esto es, en anomia estructural e
identificativa: la letra “K”. El gran recurso literario consistirá en la quiebra “ab initio”
de la presunción de inocencia pues, según rubrican las dos líneas iniciales antedichas,
estas rubrican una “presunción de culpabilidad iuris et de iure” cuyos efectos se irán
desgranando hasta la ejecución del capítulo final. Así pues, Kafka se “presentiza”
inmisericorde en su propia obra, vista la “casual” coincidencia del protagonista con la
primera letra de ambos apellidos (K). A la luz de estas dimensiones autobiográficas y la
familiaridad de nuestro escritor con la materia social, colacionaré algunas imbricaciones
de la vida y obra del mismo.

3.2. RECURSOS LITERARIOS Y ASPECTOS GENERALES DE LA OBRA.

1. El Proceso refiere una gran metáfora ficcional y narrativa de la detención de


un inocente y la incoación de un procedimiento nulo, absurdo y carente de sentido. En
puridad, la obra teatraliza la negación de la ley y la afirmación del engranaje judicial y
de sus nódulos aplicativos. Los órganos y personajes ejecutores operan con patente de
corso y con licencia para realizar actos “contra legem”, y se mueven impunemente al
margen de ella con códigos de conducta amorales pragmáticos y faltos de ética. Sin
embargo son esquemas compartidos entre los participantes del “engranaje matérico” (no
ya “sistémico”). Por ello, la complicidad con el poder, o sea, un poder nebuloso,
abstracto y mayestático, es la llave que ampara los actos y exime de responsabilidades.
La excusa se erige en auto-excusa y las multiformes maneras de empoderamiento
terminan justificando la ineficacia de la maquinaria burocrática gracias al efecto circular
y expansivo de lo absurdo.

“Joseph K” emprende una batalla perdida “ab radice”. Entabla un duelo con una
“justicia nebulosa” para clarificar las acusaciones, y ese desafío se batalla durante toda
la novela. El Proceso pudo formularse en plural pues son muchos los procedimientos
trenzados sobre un mismo núcleo acusativo, convergiendo en él mediante un efecto
bucle. El hombre/nombre (“K”) resulta deshonrado por un dedo acusador ignoto, y la
tortura consiste en seguir sedicentemente una panoplia de procesos paralelos hasta la
ejecución final del fallo, cuyo pronunciamiento condenatorio está además dictado de
antemano24. Es así como el protagonista incoa una subespecie de ordalía medieval.
“Joseph K” apela al “juicio de Dios” para desbrozar la verdad viéndose inocente, pero la
razón le será siempre esquiva pues ninguna “prueba de fuego” tiene encaje en el
universo de irracionalidades trabadas en la obra (i-lógica jurídica inclusive).
                                                                                                                       
24
 “Una vez que la justicia ha dado forma a la acusación, está firmemente persuadida de la culpabilidad
del acusado”, se le espeta a Kafka (p. 149).

12  
 
2. Para construir el efecto bucle de la abyección y lo absurdo, Kafka combina
varios recursos estilísticos y estructurales que dan al Proceso un doble hilo de
surrealismo irreal y realismo cruel. La matriz de la obra es una “aberratio criminis”:
condenar a un inocente, sin embargo el libro retuerce dicho eje argumental, y se hace
mediante una transmutación de los principios básicos del derecho y la justicia. Es aquí
donde emerge el Kafka jurista y Doctor en leyes, buen sabedor de tales baluartes, para
alterarlos mediante un perverso silogismo condenatorio, y así: (A) El canon “nullum
crimen sine culpa”, deviene en “hay delito sin culpabilidad”/ (B) El canon “nullum
crimen nulla poena sine lege” colegirá la existencia de delitos y penas sin necesidad de
amparo legal. /Ergo (C): el axioma “absolvere nocentem satius est quam condemnare
innocentem” inferirá, como irracional conclusión silogística, la condena del inocente y
la absolución culpable de la inmoralidad, la indignidad degradante y la corrupción
sistémica25.

Como decíamos, el segundo tipo de recursos estilísticos devienen de una sutil


utilización literaria del aforismo, el proverbio y la parábola. Como sabemos, estas
fórmulas sintetizan crípticamente un amplio caudal de experiencias vitales y verdades
obvias, que nuestro escritor eleva a una singular condición paremiológica. Ciertamente,
Franz Kafka, deseoso de verdad y salud moral, e influido quizá por sus preocupaciones
filosófico-religiosas, explota magistralmente tales recursos estilísticos. Los introduce en
momentos clave del relato narrativo para, de ese modo, obligar al lector a realizar una
parada introspectiva reflexionando sobre tales máximas26. Ahora bien, para retorcer el
absurdo Kafka trastoca los principios y sentencias que rigen la aplicación del derecho y
la dogmática jurídica misma. Las citas que, por ejemplo, encabezan este ensayo ilustran
una depurada técnica de estenografía merced al uso metafórico y metonímico de tales
brocardos; cánones todos que, como digo, se elevan a la condición Kafkiana de recurso
literario para conturbar intencionalmente con la ironía más provocadora27.

La magia del absurdo vuelve a refrendarse a través de los escenarios y


personajes retratados en el libro. El Proceso es además una radiografía gris-continua de
escenarios oscuros, sucios y polvorientos. Retrata una sociedad secreta y opaca, a fuer

                                                                                                                       
25
  V.gr. “Nadie ha leído en ninguna ley, aunque naturalmente debe estar establecido en ella, que el
inocente deba ser absuelto; y claro está que no se dice que puede influir sobre los jueces por medio de
amistad y recomendaciones. Pero no obstante ha podido comprobar que sucede todo lo contrario” (p.
154); “La defensa no era reconocida por la ley de forma palmaria” (p. 115); “La justicia perseguía
suprimir la defensa para que así el inculpado tuviera que afrontarla solo”/“El acusado carecía
completamente de derecho para ver su expediente/ La mayoría de las veces los abogados no estaban
presentes en las entrevistas del juez de instrucción” (p. 116); “La forma de aplicar la justicia que se aplica
aquí obliga a condenar al inocente, aunque éste no conozca la ley” (p. 53)
26
(Sic.) “Le recuerdo el viejo proverbio: Es mejor para un hombre sospechoso agitarse que permanecer
en reposo pues el que permanece en reposo corre siempre el riesgo de encontrarse sin darse cuenta en uno
de los platillos de la balanza y ser pesado en ella con el peso de sus pecados” (p. 192); “Hay quien cree
que por el rostro, y sobre todo por la línea de los labios, se puede predecir el resultado de un proceso” (p.
175).
27
 “Todos los jueces desean ser retratados como los grandes jueces del pasado, sin cambiar nada” (p. 152).
Sirvan también estas otras máximas del libro: “Estaban (respecto de los agentes judiciales) practicando el
arte de poner trampas a un inocente” (p. 51); “Además, su causa está al principio, y todavía no se ha
estropeado” (p. 182).

13  
 
de “quedirante”, donde prima el enchufismo, las relaciones de empoderamiento, el “do
ut facias” y la compra continua -tanto más alta- de favores, sobornos y venalidades.
Nada mejor que escenificar tales mensajes en una gran corrala tras cuyas paredes se
instruyen los juicios. Las casas de vecinos aparecen en varios pasajes de la novela. En
el estrado del juez de instrucción se agolpan los niños jugando, lavanderas y mujeres
licenciosas con un público-masa en condición de jurado. Los personajes comparten un
mismo halo de ruindad, venalidad, bajeza y falta de respeto para consigo, lo cual hace
obviamente inviable el respeto ajeno; de ahí la reconducción de los vínculos sociales a
puras relaciones de intercambio personal sinalagmático.

En esa construcción macro-simbólica de lo absurdo, los consejos y las mejores


explicaciones de la situación procesal no se llevan a cabo por los representantes de la
justicia sino por personajes de calle y alejados de ella, como por ejemplo: un pintor que
hace retratos a los miembros de la judicatura (“Tintorelli”, Capítulo VI), un comerciante
(“Block”, Capítulo VIII) o un capellán en la catedral (Capítulo IX). Kafka rotula muy
despectivamente a los abogados. Los concibe como “picapleitos” y “torpes”, y son los
primeros interesados por el seguimiento de las rutinas-rituarias y el mantenimiento del
“estatus quo”. La preparación jurídica resulta inoperante, tanto como la fundamentación
de las demandas, que solo tienen un valor formal e insustancial28. Lo importante son las
relaciones personales de los abogados, su amoralidad y sus contactos dentro y fuera del
sistema29. Con todo, los letrados son piezas imprescindibles de los procedimientos
debido a la “burocratización maquinante” de la justicia; es más, los procesados pueden
contratar a varios abogados para defender un mismo litigio.

Por último, colacionaríamos un cuarto elemento de transmutación de lo absurdo


que, además, pudo no ser previsto por el propio Kafka, y estriba en la ordenación
general de la obra y los capítulos. Como vimos, el Proceso no fue ideado inicialmente
como novela y en realidad fue un proyecto inconcluso que vio la luz gracias a su
publicación póstuma por Max Brod. Según refiere en el prólogo de la tercera, recibió un
manuscrito con títulos sin enumerar y fue él quien ideó intuitivamente la estructura y el
orden final de los capítulos. Unas veces coligió dicho orden desde la duplicación de la
palabra final de un capítulo en la página que iniciase un relato nuevo, pero, según
reconoce el propio Max Brod, la novela pudo tener otra estructura literaria (caso por
                                                                                                                       
28
  P.ej.:“En lo que respecta a las mías (refiriéndose a las demandas judiciales) no tienen valor. Logré leer
una de ellas gracias al favor de un funcionario. Estaba redactada con mucha erudición pero no tenía
contenido alguno. Primeramente abusaba de las frases en latín, que no entiendo; luego había folios y
folios con apelaciones a la justicia, lisonjas a determinados funcionarios a los cuales –por supuesto- no se
nombran expresamente pero que un principiante deducía a quiénes iban dirigidas. Seguía un autoelogio
para el abogado, donde éste se humillaba ante la justicia como un perro, y al final comparaciones con
antiguos casos que debían tener similitud con el mío” (p. 178).  
29
  Lo verdaderamente importante radicada, pese a todo, en las relaciones personales del abogado con el
aparato de la justicia. En ello estribaba todo el valor de la defensa” (p. 117); “Es muy frecuente que los
cargos oficiosos otorguen una mayor influencia que los mismos cargos oficiales” (p. 148); “Sepa usted
que como abogado estoy en contacto con la gente de la justicia, que suelen comentar los procesos
pendientes. Este tipo de vinculaciones implica una gran ventaja para mis clientes” (p. 103); “Según
transcurre el tiempo, uno se va convirtiendo en esclavo de su abogado” (p. 182).  

14  
 
ejemplo del Capítulo V: “El Verdugo”, un título-gozne que podría ubicarse en cualquier
pasaje). La paradoja es que el diseño definitivo del libro, incluso los capítulos que
quedaron fuera de la novela, propician inferencias de lo absurdo gracias al orden dado
por el legatario de Kafka.

3.3.- CATEGORÍAS IUSLABORALES PLASMADAS EN LA NOVELA.

1. Según se adelantó, la novela objeto de comentario enhebra un macro-


procedimiento psico-social y angustiante hilvanado sobre un segundo proceso
incriminatorio. Ahora bien, dentro de dichos esquemas rituarios, uno de carácter
general-societal y otro de naturaleza penal-ejecutivo, el libro colaciona y escenifica un
amplio mapa de categorías conectadas con la rama social del derecho. Según vimos,
Franz Kafka ejerció de pasante en los tribunales de Praga y conoció bien las
singularidades del mundo laboral de la época emitiendo informes técnicos en
instituciones públicas y privadas aseguradoras de los accidentes y enfermedades
profesionales. Precisamente, ese conocimiento de la burocracia y la propia experiencia
iuslaboral del autor van a extrapolarse en la novela, esto es, a modo de auto-retrato
crítico con increíble veracidad narrativa. A fin de cuentas el Proceso es una tozuda y
esperpéntica “Rueda de Ixión” de una infamia irredenta, y para construirla el escritor
teje y desteje una cadena tan engrasada como chirriante de piezas alrededor de la in-
justicia.

Si analizamos dicha circularidad desde un prisma iuslaboralista, la novela


escenifica un aberrante y extenuante supuesto de acoso institucional. Particularmente,
hemos teorizado el perfil material y jurídico de dicha figura30. En efecto, frente a las
visiones tradicionales del acosamiento, que llevan a conceptuarlo desde una vertiente
pulsional exterior y consecutiva en períodos acotados de tiempo, hay empero conductas
mucho más perversas y dañinas, si cabe, que instilan dosificadamente una cadena
premeditada y alevosa de agresiones, y cuyos rastros hostigadores se ocultan a través de
intersticios de la burocracia y del medio ambiente de trabajo. Pues bien, el Proceso
representa un Gran Leviatán que mueve a su antojo las piezas del tablero, muchas veces
con la apoyatura de un poder “Supremantista”, otras con la irrogación de pseudo-
apoyaturas normantes que tienen patente aplicativa antes que juridificada; y siempre
bajo el velo multi-ubicuo de la anomia y los hechos consumados.

La novela literaturiza toda una sociología de la dominación y la anomia. El


“Supremantismo” puede estar representado por el engranaje judicial pero en realidad es
un triste espejo, cóncavo y convexo a la vez, de una sociedad desestructuradora,
degradante y degradada. Todas las piezas encajan con-causalmente en dicha cadena, y
toda la maquinaria, el sistema en fin, opera en abyección y de-construcción. El propio
Kafka describe esta cruda fenomenología: “la enorme organización podía, sujetándose a

                                                                                                                       
30
  Alemán Páez F. “El acoso institucional”, en el tratado “Tratamiento integral del acoso”, dir. Rivas
Vallejo P y García Valverde MD. Ed. Aranzadi, 2015, pp. 1259 a 1308; desde una vertiente cualitativa de
dicha categoría, vid asimismo el subcapítulo de Alemán Páez F y Echeverry Ramírez E. “Un estudio de
caso: acoso institucional e instilación triangular del hostigamiento”, ibídem, pp. 1453 a 1468  

15  
 
su método, encontrar una pieza de recambio y equilibrarse como antes, a menos que –y
era lo más seguro- se robusteciera y resultase más vigilante, más enérgica, más
perjudicial”31. Leviatán es “supremantistamente” impasible, imposible e implacable32.
Mueve las piezas en jaque permanente, y cada partida se computeriza en aras de
ulteriores movimientos, que, de llevarse a cabo, se antojarán más perversos y eficaces
merced a la ineficacia sistémica otrora apre(he)ndida.

2. Para ilustrar el funcionamiento de dicha maquinaria, Kafka colaciona dos


sistemas profesionales bien conocidos: el funcionarial del aparato judicial y el
escalafonal del organigrama bancario. Nuestro escritor nombra y describe las categorías
típicas de sendos modelos de encuadramiento y recalca sus relaciones jerárquico-
funcionales para reforzar el juego de dependencias y la degradación del trabajo
resultante33. Análogas relaciones venales y subalternas acontecen con el sistema
clasificatorio del banco donde trabaja “Joseph K”. La narración describe el carácter
subalterno de las categorías medias e inferiores, el tipo de tareas, los ritmos y tiempos
regulares de trabajo, frente a la mayor autonomía de las categorías superiores y
ejecutivas. Tampoco faltan alusiones a la toxicidad ambiental, las pésimas condiciones
materiales y profesionales y los perjuicios del medio ecológico de trabajo, medio
ambiente que sin embargo se socializa por los propios trabajadores mediante
dispositivos de normalización conductual34. Por tanto, el contrapunto de ambos sistemas
en varios pasajes del libro trenza dos filosofías organizativas: una de tipo “hierocrática”
(supremantismo sagrado) y otra “hierrocrática” (mecanicismo funcionalizante), cuyas
conexiones bidireccionales retroalimentan la hegemonía dominadora de la organización
como un todo maquinal.

Es entonces cuando “lo absurdo” se eleva a “deidad reificadora”. Ejerce un


“culto oculto” a través de una hierocracia burocratizante para proyectar un dominio
hiperbólico, absoluto y totalitario; ahora bien, los efectos revierten en el sistema, cual
“plenitudo potestatis”, gracias a los flujos venales de la sumisión, la corrupción y el
empoderamiento. Pues bien, Kafka trastoca el mensaje superponiendo un modelo
jurídico inconsistente e incoherente. Como sabemos, la consistencia de un modelo
jurídico dado requiere que sus reglas no sean contradictorias, y la coherencia del mismo
viene a ser una propiedad sistémica, de manera que el conjunto de proposiciones tenga
                                                                                                                       
31
 “El proceso”, p. 121. En un pasaje el protagonista desvela su situación a la secretaria y ama de llaves
del abogado (Leni), y ella declama incluso expresamente: -“¡Están hostigándote!”
32
  “La justicia no quiere nada de ti. Te toma cuando llegas y te deja cuando te marchas” (p. 221) “La
justicia jamás renuncia a su concepción” (p. 150); “Contra la justicia nada se puede lograr
mancomunadamente. Los casos son examinados uno a uno. No hay justicia más meticulosa. Así que ni
aun estando de acuerdo se puede hacer algo contra ella. De vez en cuando alguien por sí solo y muy
secretamente consigue lograr algo, pero sólo cuando consigue el éxito se enteran los demás; más nadie
sabe cómo ha sucedido” (p. 176).  
33
P.ej. la venalidad funcionarial del sistema judicial se describe del siguiente modo: “cuenta con una
organización con agentes, jueces de instrucción y de categoría más elevada y se acompañan de lacayos,
funcionarios, policías y otras funciones auxiliares (…) Nunca omitió decir que eran todos funcionarios
subalternos, marcadamente dependientes, cuyos progresos profesionales podían ser acrecentados a veces
por el curso del proceso” (p. 125)
34
P.ej.“Ellos, acostumbrados a la atmósfera viciada de las oficinas, no soportaban el aire fresco que se
colaba por la puerta” (p. 75).

16  
 
sentido en su globalidad35. Un sistema jurídico debe resultar coherente, además de tales
presupuestos técnicos, porque sin unos anclajes claros y seguros se cercena la
compartición de unos valores axiológicos comunes y aceptables, y sin ambas cosas
resulta imposible desarrollar una vida mínimamente satisfactoria. Las formas -jurídicas
o no- hacen orgánicas las ideas, y nuestro libro transmuta una dialéctica que, más allá de
su lógica filosófica o jurídica, encierra las bases fundamentadoras de cualquier modelo
de convivencia; un modelo que en el Proceso resulta vacuo, licuo, inane, y por ende
movedizo por inexistente.

Las estructuras de dominación antedichas y el solipsismo monopolizador de las


redes de empoderamiento sirven de contrapunto escénico de las instituciones laborales
reflejadas en la obra. Efectivamente, el Proceso integra un amplio abanico de categorías
de tamiz iuslaboral: “despido”, “disminución del rendimiento”, trabajo “normal” o
“regular”, “diligencia”, posición “subalterna”, “dependencia”, “trabajo nocturno”, “días
festivos”, forman una batería de conceptos y expresiones diseminadas en los capítulos
del libro. Según vimos, Kafka tensa “lo absurdo” para crear antítesis dialógicas, y dicho
recurso produce un refuerzo dialéctico/metonímico-metafórico de “lo abstruso” gracias,
precisamente, a la sinrazón e irracionalidad de dichos constructos estilísticos. No es
baladí que, entre las categorías antedichas, la subordinación y la dependencia se
colacionen enfáticamente en la novela. En un contexto de comportamientos anómicos y
de alegalidad abstrusa, y donde además se ejecutan a los procesados “como perros”36 sin
juicios ni instrucción penal, la palabra “despido” es poco menos que un balón de
oxígeno. Es más, la sanción suprema no es la pena capital sino la ignominia y la
reputación dañada. El dedo acusador rotula a los procesados opresivamente durante toda
la vida, y lo hace a modo de estigma imborrable, dado el esperpento aleatorio que
circunvala las sentencias judiciales37. Por ello “K” introyecta un complejo de culpa
(transida desde la autobiografía del propio Kafka) que irá agrandándose de forma auto-
punitiva, hasta que el protagonista asimila finalmente su ejecución como vía salvífica.

4. UNAS CONSIDERACIONES CRÍTICAS Y CONCLUSIVAS SOBRE LA


ACTUALIDAD DEL MENSAJE LITERARIO DE KAFKA.

1. Para terminar, cabría plantearse el dilema de la actualidad del mensaje


literario de Kafka. Indudablemente la sociedad democrática y del conocimiento y el
peso de la racionalidad jurídica aparcan las comparaciones pero, como bien dijera Josep
Plá, las cosas que existen porque no existen siempre son numerosas, incluso superan a

                                                                                                                       
35
Sobre la diferenciación de sendos constructos teóricos, vid Alonso García Figueroa (coord.)
“Racionalidad y derecho”, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2006, p. 45.
36
 Es la frase que pronuncia el verdugo cuando al final acuchilla a Joseph K: -“¡Como un perro -se dijo-
cual si la vergüenza debiera sobrevivirle” (p. 227).
37
 Así se colige, ciertamente, de las posibilidades que el pintor (Tintorelli) explica a nuestro protagonista
en el capítulo VI: desde la “absolución aparente” a la “prórroga indefinida”, dado que la “absolución real”
“es imposible (pues) nadie está en condiciones de hacer valer la menor influencia para llegar a una
absolución así, y que la propia absolución “vuelve a empezar otra vez el proceso (ya que cuando se
produce aquella) los jueces ya tienen previsto el segundo arresto” (pp. 153 y 158).

17  
 
las primeras debido a la capacidad de abstracción del ser humano38. Como hemos visto,
nuestro escritor recaba una neutralización activa del significado de las palabras39; las
desviste de su “sentido común” para atribuirles otros, cuyos significados se trastocan, a
su vez, semánticamente gracias a las transmutaciones operadas en las estructuras
léxicas. Pero aparte de este empleo instrumental del uso literario, el desencanto
postmoderno, la impotencia auto-justificativa y el diletantismo pragmático refuerzan en
su conjunto la vigencia de la absurdez Kafkiana. Como aseverara Nietzsche, las
verdades individuales también pueden enhebrarse bajo el tamiz de una gran mentira
colectiva, y el relativismo descrito constituye hoy una abstrusa realidad avalada con
evidencia persuasiva.

En efecto, la “corrupción gris”, según tildara Javier Pradera la situación actual,


lleva tiempo produciendo una grave simbiosis del poder político y la gestión pública
(Universidad inclusive) cuando debieran ser ámbitos con dinteles distintivos. El “Estado
Liberista” se abstiene empero interviene metamórficamente, y se resguarda tras una
densa red orgánica y de dispositivos jurídicos, unos normativos y otros a-
reglamentarios. Ahora bien, la muti-regulación también produce efectos contractivos de
inseguridad jurídica y de favorecimiento indirecto de las posiciones de privilegio. La
sociedad hiper-regulada no es patente de perfección ni de bienestar benefactor, al revés,
confirma que sus miembros no son capaces de relacionarse constructivamente y en
convivencia cívica. Nadie escapa a las redes del silencio administrativo y, pese a la
bonhomía de la Transparencia, siempre habrá interpretaciones forzadas del concepto de
“interesado” en sus relaciones con Leviatán. Además, el clientelismo amputa el talento
para favorecer la mediocridad, y privilegia zafiamente a quienes saben aproximarse a
los centros de decisión y de poder40. En suma, la máquina burocrática puede actuar en
pura abyección administrativa o tancredísticamente sin decidir en silencio; y además, en
símil “deidad hierocrática y hierrocrática”.

La gran esterilidad Kafkiana es que Leviatán es el primer evasor de sus propias


normas (harto elocuente, sin ir más lejos, en la vasta litigiosidad de sus contrataciones
laborales), empero, con el gran problema ético-material de repercutir luego los referidos
incumplimientos al “Joseph K societal”. Desde la hipercrisis del 2008 ese caudal de
externalidades se atajan Austeritariamente, eso sí, a costa de damnificaciones
mayestáticas: unas a corto y medio plazo en forma de paro, subempleo, precariado y
exclusión, y otras, peores aún, de mayor recorrido en forma de descrédito,
desafectación, a-culturación y amoralidad. El gran problema es que estos efectos del
“Austericidio ejecutor” se antojan más graves y nocivos que los estrictamente
económicos pues, una vez irradiados, se socializan culturalmente y se petrifican
renuentes a remover-se. Los “ejecutores maquinales”, muchos de estirpe política sin
“ethos de servicio público” y otros cuantos más contratados con procesos
                                                                                                                       
38
Vid. Josep Pla, “Notas del crepúsculo”, en la compilación “Notas y dietarios”, Ed. Planeta, Barcelona,
2008, p. 1006.
39
 Vid Deleuze G y Guattiari I. “Kafka. Por una literatura menor”, op, cit, p. 35.
40
Un lúcido ensayo de dichas prácticas en términos de política económica y respecto del escenario
Español, en Sebastián C. “España estancada. Por qué somos poco eficientes”, Galaxia Gutenberg, 2016.

18  
 
“dedocráticos”, construyen sus propias redes clientelares y se revisten de impunidad “do
ut das”. Lo grave es que poco más tarde, o de seguido inclusive, transfieren a asesorías
y empresas privadas los entresijos del funcionamiento administrativo y los puntos más
débiles de las estructuras jurídicas y orgánicas Estatales. Leviatán se torna entonces
transparente en exceso. Ve las entrañas desnudar/se desde dentro; en anorexia abyecta.
Jívaro de sí.

2. Las consideraciones descritas sobre la abyección Kafkiana varían poco,


inclusive, desde una óptica iuslaboralista. Según vimos, los personajes de Kafka se
desenvuelven en escenarios subterráneos cuyo funcionamiento interno, por absurdo y
volátil, escapa a la lógica racionalista. No comprenden las situaciones materiales que les
circundan y tampoco pueden proyectar una ideografía solvente de las mismas y de sus
posibilidades de desenvolvimiento, lo cual les sume en inercias circulares, puntos de no
retorno e i-lógicas laberínticas de i-referencialidad. La realidad viene a ser sustituida por
papeles, instancias y formularios abstractos, y los sujetos se despersonalizan a través de
un número, un código de barras o una clave de ordenador. Kafka se anticipó pues a su
tiempo y tuvo la enorme capacidad de adelantar las claves de la sociedad que estaba
gestándose en aquella época. El gran Leviatán resulta ser hoy de doble faz: informático
y burocrático. Empresas, trabajadores y demás entes gestores e institucionales
confluyen en un “Gran Hermano informacionalizador” que todo lo ve tras una
gigantomaquia de difícil acceso. La realidad, incluso el derecho mismo, puede licuarse
o desaparecer en los entresijos de la inexistencia burocrática: “no (nos) consta”,
sentencian implacablemente los guardianes de ventanilla, revertiendo incluso un haz de
culpas súbditas en el administrado cuando las terminales de ordenador señalan la falta
de un requisito formal o material.

Paralelamente, la contracción del Estado social viene a ser una realidad


incontestable, y como sabemos la norma laboral persiste en su problematización auto-
definitoria41. La Ley 3/2012, por ejemplo, propulsó un trueque estratégico de empleo
estable por empleo menos ventajoso y desde entonces las empresas no han cejado –ni
cejarán- de impulsar un macro-saneamiento de sus estructuras productivas vía
costos/factor trabajo. Abstruso es el abultado número de EREs nulos por
incumplimiento del canon de buena fe contractual, y en símil esperpento se habla ya
incluso de “EREs preventivos” en aras de “reformas Podemistas” venideras. Por otro
lado, las condiciones de trabajo dependen cada vez más de las condiciones dominantes
en los marcos sectoriales y, sobre todo, empresariales relegando a ulteriores niveles las
condiciones generales del trabajo por cuenta ajena42. La rama social del Derecho, bien
lo sabemos, ostenta un rol ontogenético: atemperar el conflicto capital/ trabajo, sin
embargo esta “economización empresarializante” de los códigos iuslaborales se erige en

                                                                                                                       
41
Tuve ocasión de abordar dicho asunto en “Cambios en la legislación y efectos en la relación laboral.
Hacia una pérdida de la intensidad o del carácter protector del Derecho del trabajo”, RDS nº 17, 2002; vid
asimismo Baylos Grau A. “La contracción del Estado social”, RDS nº 63, 2013.
42
  Para ilustrar esta tendencia vid, por todos y recientemente, la monografía de Esteve Segarra A.
“Externalización laboral en empresas multiservicios y redes de empresa de servicios auxiliares”, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2016, p. 9.

19  
 
“contraditio in terminis”, máxime cuando el capitalismo nunca ha sido más capitalista ni
abyecto que ahora. Por lo demás, la pérdida de la intensidad protectora de la ley laboral
no sólo deviene del desmantelamiento de la plataforma de derechos sociales, también lo
refrendan las altas instancias judiciales con pronunciamientos sobremanera protectores
de los intereses económicos y de organización empresarial43.

El escenario socioeconómico dibuja una conflictividad “de facto” e “in fieri”


que, de seguro, ascenderá al arbitraje o a los tribunales de justicia. Ahora bien, la
hipertrofia de asuntos acumulados y por acumular, unida a la disparidad de medios y
fines con que cuentan los jueces, propician que la dilucidación formal del derecho se
afronte de una manera superficial y mecánica. Ya tuvimos oportunidad de hipostasiar la
gestación de una “justicia defensiva”44. Y es que, en efecto, los factores descritos
pueden convertir la labor judicial en un “quid mecanicista” donde los litigios se
resuelven de forma partitiva descartando de antemano mayores esfuerzos indagadores
de la verdad objetiva. En vez de una justicia distributiva y de índole comunicacional
prevalecería, de contrario, una cosmovisión de justicia defensiva cuya esencia es
meramente correctora, y cuyo alcance deviene partitivo mediante métodos y pautas de
trabajo proclives al sesgo y al pragmatismo operativo. Como vengo diciendo, es amplia
la distancia entre el Proceso y el escenario maquinal en ciernes pero las contradicciones
sistémicas se antojan exponenciales, lo que, correlativamente a ello, dilata el horizonte
de la disfunción, la sinrazón, la absurdez y la iniquidad.

La justicia y la lógica jurídica, no lo olvidemos, naufragan en la desmesura


normativista; y el razonamiento abstracto puede incluso no ser razonable si los anclajes
nomotéticos adolecen de una coherencia estructural elemental. En la novela “Joseph K”
apela al “Derecho natural de los héroes”45 para defenderse de una acusación absurda y
abstracta, pero el recurso queda desactivado por el “aislamiento Supremantista”. La
culpa que luego se introyecta es un efecto clínico típico de un hostigamiento sostenido
en escenarios anómicos, tóxicos y degradados. En el Proceso, el acoso se instila
pluriofensivo y en silencio abyecto, y se erige institucional/izado mediante acción por
omisión. Por ello, “K” asume su ejecución como vía salvífica que le redime de una
tortura colectiva consentida y perversamente instilada. La sociedad digital, por
e/vidente, no deja de ser otra gran metáfora abstracta con sutilísimas formas de
empoderamiento oculto; y la transparencia tampoco es garantía “per se” de claridad.
Nadie evita el reclutamiento inicuo de peones para un ejército anómico de
hombres/nombres. Tod@s pueden ser “Joseph K”. Consiguientemente, son muchos los
caminos que llevan a Kafka. De hecho, cada vez son más.
                                                                                                                       
43
V.gr. caso Barbulescu vs. Rumanía, o últimas líneas jurisdiccionales del TCO en materia de
videovigilancia y digitalización del trabajo; sobre tales extremos, vid Alemán Páez F. “Recensión y
consideraciones sobre la obra “Poder de Dirección Empresarial, sistemas tecnológicos y derechos
fundamentales de los trabajadores”, de Susana Rodríguez Escanciano”, revista DRL (en prensa).
44
Teoricé dicha hipótesis en: “La ley 36/2011, reguladora de la Jurisdicción Social: desde la centralidad
procesal absorbente a los riesgos de una “justicia defensiva”, RL.nº 11, 2013.
45
 Para profundizar en este asunto desde la filosofía jurídica, vid. Fernández Escalante M. “Del derecho
natural de los héroes al de los hombres. La épica castellana y la Blutrache Germánica. La saga de los
Infantes de Lara y el mito de un viejo mito indoeuropeo”, Univ. De Granada, 1981.

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