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Éxodo 24:1-18

24. Conclusión de la Alianza.

La Alianza del Sinaí (1-11)


1Y dijo a Moisés: “Sube a Yahvé tú, Aarón, Nadab y Abiú, con
setenta de los ancianos de Israel, y adoraréis desde lejos. 2Sólo
Moisés se acercará a Yahvé, pero ellos no se acercarán, ni
subirá con ellos el pueblo.” 3Vino, pues, Moisés y transmitió al
pueblo todas las palabras de Yahvé y sus leyes, y el pueblo a
una voz respondió: “Todo cuanto ha dicho Yahvé lo
cumpliremos.” 4Escribió Moisés todas las palabras de Yahvé.
Levantóse de mañana y alzó al pie de la montaña un altar y doce
piedras, por las doce tribus de Israel, 5y mandó a algunos
jóvenes, hijos de Israel, y ofrecieron a Yahvé holocaustos;
inmolaron toros, víctimas pacíficas a Yahvé. 6Tomó Moisés la
mitad de la sangre, poniéndola en vasijas, y la otra mitad la
derramó sobre el altar. 7Tomando después el libro de la alianza,
se lo leyó al pueblo, que respondió: “Todo cuanto dice Yahvé lo
cumpliremos y obedeceremos.” 8Tomó él la sangre y asperjó al
pueblo, diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que pactó con
vosotros conforme a todas estas palabras.” 9Subió Moisés con
Aarón, Nadab y Abiú y setenta ancianos de Israel, 10y vieron al
Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de
baldosas de zafiro, brillantes como el mismo cielo, 11No extendió
su mano contra los elegidos de Israel; le vieron, comieron y
bebieron.

El texto está manifiestamente alterado en el comienzo de este capítulo,


pues los v.3-8 son la continuación lógica Deu_23:19, mientras que los
v.1-2 lo son de 9-11. Estos parecen una adición al relato primitivo para
recalcar que no estaba solo Moisés al recibir los preceptos del código
de la alianza, y así se presenta al sumo sacerdote y a sus hijos con los
ancianos representantes del pueblo, junto al caudillo Moisés, en el
momento más solemne de la historia de Israel: en el acto de la alianza.
Pero es sólo Moisés el que se acerca a Yahvé, privilegio recordado
muchas vecesl.
Según los v.1-2, sólo Moisés podrá acercarse a Yahvé, aunque
Aarón, sus hijos y los setenta ancianos deben escalar la montaña2. El
v.3 empalma con 23:19, siendo como la conclusión de las ordenaciones
del código de la alianza. Moisés transmitió las palabras y juicios
(mispatim: juicios, costumbres, ordenaciones). Las palabras son, pues,
el conjunto de disposiciones y declaraciones de Yahvé; no sólo el
Decálogo, sino también las aplicaciones que hemos visto en el código
de la alianza. Por eso el pueblo concluye solemnemente: Todo cuanto
ha dicho Yahvé (lit. “todas las palabras de Yahvé”) lo cumpliremos (v.3).
A continuación se dice que Moisés puso por escrito las palabras
de Yahvé (v.4). Es la segunda anotación de la actividad literaria de
Moisés después del relato de la victoria sobre los amalecitas 3. En el
v.12 se dirá que Dios mismo escribió “las leyes y mandamientos” en
piedra; sin duda, el Decálogo.
Esa aceptación del primer código de leyes (las palabras y juicios
de Yahvé) va a ser solemnizada con un sacrificio cruento al estilo de la
época patriarcal. Después del diluvio, Dios hizo un pacto con Noé y con
todos los vivientes, prometiendo no volver a enviar otro diluvio sobre la
tierra4. Más tarde, Dios confirma sus promesas a Abraham mediante
una singular ceremonia5, que sólo vemos después mencionada en
Jeremías6. Dios ordena al patriarca sacrificar varias víctimas y disponer
sus cuerpos descuartizados formando calle, unos frente a otros. Por
medio de ellos pasó Dios en forma de fuego, el cual pronuncia las
palabras de la promesa. Es un contrato unilateral (la promesa), que es
firme y no será anulado por la ley mosaica posterior 7. Con ella Dios
queda como obligado a bendecir al patriarca. Pero es claro que no
debemos entender de modo humano las promesas divinas, de las que
dice San Pablo que son sin arrepentimiento, irrevocables 8. En el caso
del Sinaí se trata de un contrato bilateral, en el cual Dios e Israel se
obligan mutuamente: Dios, a cumplir sus promesas, e Israel, a observar
las leyes que Moisés le presenta de nuevo. Tales leyes significan las
estipulaciones del pacto. Los profetas expresarán el sentido de este
pacto con estas palabras: “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.” 9
Con esto viene a nacer Israel como pueblo de Dios. Para llenar las
formalidades del acto, Moisés hace erigir un altar, que viene a
representar a Yahvé; ordena luego levantar doce piedras, que
representan las doce tribus allí presentes; finalmente, sacrifican las
víctimas y recogen la sangre, con la que Moisés — mediador del pacto —
rocía al pueblo, quizá también las piedras, y el resto de la sangre la
derrama sobre el altar, quedando con esto sancionado el pacto entre
Yahvé e Israel (v.6s). Las piedras erigidas hay que concebirlas como
doce estelas (en heb., masebah) verticales, representando cada una a
una tribu. Entre los cananeos estas estelas o cipos eran lo esencial de
sus santuarios10. Josué, después de pasar el Jordán, erigió también
doce piedras, que tenían un aire conmemorativo, un memorial 11. Elías
erigirá también un altar con doce piedras12. En todos estos casos no se
trata sino de representar numéricamente las doce tribus, presentes así
simbólicamente junto al altar de Yahvé, y, por tanto, santificadas por el
pacto.
Los que ofrecieron las víctimas sacrificiales fueron algunos
jóvenes (v.5), sin especificar si eran primogénitos o no. Quizá su
juventud e inocencia los hacía más aptos para acercarse al altar 13, o
quizá Moisés con este acto quiere santificar a las nuevas generaciones,
a las que exclusivamente les estará reservada la entrada en la tierra
prometida. Ofrecieron holocaustos (v.6). La expresión hebrea indica que
realmente sacrificaron las víctimas y no sólo que las prepararon para el
sacrificio, como algunos autores han querido insinuar.
La sangre es lo más sagrado para el hombre y pertenece a la
divinidad, pues es el vehículo de la vida. Las alianzas familiares y entre
las tribus se sellaban con sangre, incluso en algunos casos con
sacrificios humanos14, aunque ordinariamente con sangre de animales.
Comer la víctima ofrecida en común es establecer relaciones de
afinidad y de comunión entre los participantes. Como antes dijimos, las
partes contratantes pasaban por medio de las partes de la víctima para
recalcar la unión que los iba a soldar. Solían hacerse imprecaciones
contra los posibles transgresores del pacto15. En el contrato del Sinaí
esta solidaridad se establece por la aspersión de la sangre sobre el altar
y el pueblo reunido ante él. Esa sangre debía sellar la unión que había
de haber entre Yahvé y su pueblo. Jesucristo en la última cena,
parafraseando las palabras de Moisés sobre el pueblo, dijo
solemnemente a sus discípulos: “Esta es mi sangre de la alianza, que
será derramada por muchos.”16
Antes de la aspersión con la sangre, Moisés leyó públicamente las
estipulaciones del pacto (el libro de la alianza, v.7), llamando la atención
sobre la gravedad del compromiso a contraer, y el pueblo, consciente
de su responsabilidad, aceptó las estipulaciones: Todo lo que dijo
Yahvé lo cumpliremos y obedeceremos (v.7).
Después el hagiógrafo señala cómo los elegidos — Moisés, Aarón,
sus hijos y los setenta ancianos — vieron al Dios de Israel (v.10). No se
especifica cómo se apareció Yahvé. Del hecho de que bajo sus pies
había como un pavimento de baldosas de zafiro (v.10), parece
deducirse que Dios se apareció en figura humana. Sin embargo, en el
Deuteronomio, Moisés, para evitar representaran a Yahvé bajo forma
humana, dice que en Horeb no vieron ninguna figura sensible 17. Parece
que más bien vieron un reflejo, un fulgor especial comparable al zafiro
en su base, pero sin determinar más. A continuación el autor sagrado
declara gráficamente que los que asistieron a este maravilloso
espectáculo siguieron con vida, en contra de lo esperado: le vieron,
comieron y bebieron (v.11b).
Más de una vez en el curso de la historia renovó Israel este pacto
en señal de penitencia y de que se resolvía a reanudar sus buenas
relaciones con Yahvé. Los profetas invocan el pacto para echar en cara
a Israel las transgresiones del mismo. Jeremías lo declara anulado a
causa de estas transgresiones. Así es juzgando las cosas
humanamente. Pero si Dios da por anulado su pacto, es para sustituirlo
por otro que no estará condicionado por la flaqueza de los hombres,
antes se fundará en la misericordia de Dios: “Vienen días en que yo
haré una alianza nueva con la casa de Israel y la casa de Judá; no
como la alianza que hice con sus padres cuando, tomándolos de la
mano, los saqué de la tierra de Egipto; ellos quebrantaron mi alianza, y
yo los rechacé, palabra de Yahvé. Esta será la alianza que yo haré con
la casa de Israel en aquellos días: yo pondré mi ley en ellos y la
escribiré en su corazón, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. No
tendrán ya que enseñarse unos a otros, ni exhortarse unos a otros,
diciendo: “Conoced a Yahvé,” sino que todos me conocerán, desde los
pequeños hasta los grandes, porque yo perdonaré sus maldades y no
me acordaré de sus pecados.”18 En la Epístola a los Hebreos se
recuerdan estas palabras del profeta, a las que añade el Apóstol: “Al
decir un pacto nuevo, declara envejecido el primero. Ahora bien, lo que
envejece y se hace anticuado está a punto de desaparecer.”19 Pero
este pacto nuevo, tan expresivamente figurado por el antiguo, no
desaparecerá, pues se funda en la infinita caridad del Padre, “que nos
dio a su unigénito Hijo para que todo el que creyere en El alcance la
vida eterna.”20

Las Tablas de Piedra (12-18).


12Dijo Yahvé a Moisés: “Sube a mí al monte y estáte allí. Te daré
unas tablas de piedra, y escritas en ellas las leyes y
mandamientos que te he dado, para que se las enseñes.”
13Cuando iba a subir Moisés a la montaña con Josué, su
ministro, 14dijo a los ancianos: “Esperadnos aquí hasta que
volvamos. Quedan con vosotros Aarón y Jur; si alguna cosa
grave hay, llevadla a ellos.” 15Subió Moisés ala montaña, y la
nube le cubrió. 16La gloria de Yahvé estaba sobre el monte del
Sinaí, y la nube le cubrió durante seis días. Al séptimo llamó
Yahvé a Moisés de en medio de la nube. 17La gloria de Yahvé
parecía a los hijos de Israel como un fuego devorador sobre la
cumbre de la montaña. 18Moisés penetró dentro de la nube y
subió a la montaña, quedando allí cuarenta días y cuarenta
noches.

Para dramatizar más la importancia de la legislación que Yahvé había


dado a su pueblo, se obliga a Moisés a aislarse del pueblo para recoger
de las manos de Dios las tablas de piedra, y escritas en ellas las leyes y
los mandamientos (v.12). No se especifican qué leyes y mandamientos.
Los autores comúnmente sostienen que no es el código de la alianza,
que puso Moisés antes por escrito21, sino el Decálogo escueto22.
Estas diez palabras — síntesis de la voluntad divina y base de las
nuevas relaciones con su pueblo elegido — debían estar impresas en
caracteres fijos en un material duro y consistente. Hammurabi escribió
su famoso código en un bloque de diorita negra, los romanos
escribieron las Doce Tablas en bronce. Y en la misma Biblia se habla de
leyes y tratados escritos en piedra o bronce23. No tiene nada de
particular que Moisés hubiera querido fijar la base de la teocracia en
tablas de piedras Dada la importancia del hecho, sube sólo con Josué,
que había dirigido el combate contra los amalecitas 24, y que, como
caudillo conquistador de Canaán y sucesor de Moisés, debía
empaparse del espíritu del gran libertador y profeta primero (v.13). Una
vez en la cima, Moisés se aisla, preparándose durante seis días para
recibir solemnemente la Ley. El pueblo desde abajo pudo ver la nube —
símbolo de la presencia de Yahvé — que cubría el monte sagrado. El día
séptimo, Dios apareció radiante — como fuego devorador — sobre la
cumbre. Siempre Yahvé aparece fulgurante y como nimbado por un halo
aislante de fuego, símbolo de su santidad y transcendencia. Moisés
permaneció en la cima cuarenta días y cuarenta noches (v.18). La frase
es estereotipada para indicar un largo lapso de tiempo 25. En Deu_9:9
se dice que durante esos días no comió pan ni bebió agua. Al cabo de
esos días recibió las tablas de piedra con los mandamientos de
Yahvé26. En toda esta escenificación debemos destacar el interés del
hagiógrafo por vincular la legislación dada por Moisés a Dios, del que
era simple mandatario; y para impresionar más al pueblo sencillo, se
presenta al caudillo hebreo en familiar conversación con su Dios,
recibiendo de El directamente la carta magna de la nueva organización
social-político-religiosa.

1 Exo_33:195; Num_12:6-8. — 2 Yahvé habla en el verso en


tercera persona, como en 9:2; 19:11; 21; 22; en cambio, en el ν. 1
en primera persona. — 3 Exo_17:14. — 4 Gén 9:9. — 5 Gén 15; 93. — 6
Jer_34:183. En los documentos de Nuzu encontramos un rito
similar en los contratos: se descuartizaba un “asno,” y las partes
contratantes pasaban por medio de los trozos alineados frente a
frente. De estos ritos viene el idiotismo hebreo “Cortó (la víctima)
de la alianza,” para significar hacer una alianza. — 7 Gal_3:17. — 8
Rom_11:29. — 9 Jer_30:23. — 10 Cf. H. Vincent, Canaan d'aprés
l'exploration récente (1907) p.109-151 ; M. J. lagran-ge, études sur
íes religions sémitiques p.2O4. — 11 Cf. Jos_4:2-9. — 12
1Re_18:31. — 13 Así Josué aparece junto a Moisés en el
tabernáculo (Exo_33:10, Y Samuel en el santuario de Silo
(1Sa_3:1s). — 14 Cf. Herodoto, IV 70; A. Médébielle, L'expiation
dans Γ Α . Τ . et le Ν . Τ . (1924) P-25s. — 15 Gén I5:9s;
Jer_34:18s. — 16 Me 14:24; Mat_26:28; Luc_22:20; 1Co_11:25;
Heb_9:11-14. — 18 Jer_31:31-34. — 19 Heb_8:13 — 20 Jua_3:16;
Rom_8:28s. — 21 Exo_24:4-7· — 22 Exo_34:28; Deu_4:13;
Deu_10:4. — 23 Deu_27:2-3; Jos_8:32; 1Ma_8:22; 1Ma_11:37;
1Ma_14:18; 1Ma_14:26; 1Ma_14:48. — 24 Exo_17:8-9. — 25
Gen_7:4; Gen_7:12; Gen_8:6; Num_13:25; Num_14:34;
1Sa_17:16; 1Re_19:8. — 26 Exo_31:18; Deu_9:11.

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