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Silencio interior, el silencio que sana

Publicado el 29 agosto, 2009 por Josep Riera de Santantoni | 1 comentario | Editar

Desde hace mucho tiempo, los profesionales de la Medicina han reconocido que el silencio desempeña
una importante función en la sanación. El reposo en cama, por citar sólo un ejemplo, es la receta normal
para tratar cualquier enfermedad, desde un resfriado común hasta un infarto de miocardio. Cuanto más
enferma esté una persona, más insistirá el médico en que ésta permanezca en silencio y en que descanse.

Pero, a pesar de esta apreciación ya antigua del valor del silencio, hasta hace muy poco tiempo
investigadores y terapeutas, médicos y psicólogos, prestaban escasa atención a los estados de silencio
interior. En mi opinión, la cualidad atemporal del silencio es tan importante que podríamos considerarla
como uno de los denominadores comunes de la sanación conseguida.

Son muchas las razones por las que en nuestra cultura occidental se ha dejado a un lado el silencio.
Quizás la mayor de estas razones sea nuestra creencia de que una persona que triunfa es un individuo
dinámico, que trabaja mucho, disfruta plenamente de la vida y puede soportar la presión y la tensión de
una existencia acelerada. Para mucha gente, la tranquilidad interior sugiere una falta de impulso, una
personalidad aburrida, y una incapacidad para competir. La pasión, el gozo y el resto de emociones que
hacen vibrar la vida son vistas como antitéticas del silencio interior.

Este prejuicio en contra del silencio interior es un grave error. Para apreciar que el silencio interior
puede fortalecer la sanación total y el bienestar, debemos atender al concepto de estrés. Aunque a
menudo este término suele usarse bastante a la ligera, posee un significado científico concreto. Un
profesional médico lo ha definido como “la respuesta no específica del cuerpo ante cualquier demanda”.
Entre los cambios corporales que acompañan al estrés se incluyen la tensión muscular, el aumento del
ritmo cardíaco, la respiración acelerada, el sudor y la ansiedad.

El silencio provoca profundos efectos sobre el cuerpo y la mente. Uno experimenta un estado de
descanso profundo, marcado por la disminución de las pulsaciones, del consumo de oxígeno, la
transpiración, la tensión muscular, la presión sanguínea y los niveles de las hormonas del estrés. Logra
también un estado de mayor claridad mental y de tranquilidad emocional. Mientras que el estrés absorbe
la vitalidad, el silencio la restablece, Mientras que el estrés disminuye la resistencia a la enfermedad, el
silencio la potencia.

Los cambios fisiológicos que neutralizan los efectos del estrés afectan también a la salud emocional. El
silencio interior reduce la ansiedad, la tensión, la irritabilidad, la fatiga crónica y la depresión. Los
sentimientos positivos que acompañan a tal reducción favorecen notablemente el desarrollo de la
personalidad. Aumenta la propia estimación, crece la sociabilidad, y las dudas y las inseguridades se
desvanecen.

El silencio interior es decisivo para la salud. Los períodos de soledad son esenciales para que una
persona altamente creativa y que ha alcanzado sus objetivos goce de continua vitalidad. Los estudios
muestran que, casi invariablemente, tales personas sacan tiempo de su apretadísima agenda para
dedicarlo a la soledad silenciosa. En este silencio interior y profundo, la psique puede sanarse a sí
misma silenciosamente y de forma natural, sin tener que verbalizar o examinar traumas emocionales
sepultados hace mucho.

Desde hace bastante tiempo, en numerosas culturas se ha reconocido que el cultivo del silencio es la
piedra angular del crecimiento espiritual. Al fin y al cabo, la meditación se ha ido transmitiendo desde
hace miles de años, primordialmente no como una forma de mejorar la salud, sino como un instrumento
para elevar el desarrollo espiritual y la consciencia. Una vez sumergido profundamente en la meditación,
el silencio interior puede ser tan grande, que uno puede acceder a un estado de consciencia más amplio,
reconociendo el ‘yo’ más hondo como distinto del cuerpo, la mente y los sentimientos. Esta experiencia
es plenamente gratificante y produce efectos positivos y duraderos.

Existen muchos factores importantes en el proceso de la sanación. Sin embargo, no puedo pensar en
ningún aspecto más importante que la cualidad del silencio interior. A medida que vaya siendo más
numeroso el conjunto de terapeutas de todo tipo capaces de percibir este poderoso estado, irán dándose
valiosos pasos en la ciencia de la sanación.

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