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Nuestros gestos y movimientos, así como nuestra forma de ser, pueden decir más que mil
palabras. Se dice acertadamente, por ejemplo, que una sonrisa es el camino más corto entre
dos personas. Y es que, de hecho, tal y como afirma Mehrabian, nuestra comunicación se
apoya principalmente – más del 90% - en elementos no verbales (citado en Investigación y
Educación, 2004, p. 2).
Cada uno de estos elementos tiene un significado especial y como profesores, tenemos que
cuidar la manera en que los utilizamos puesto que pueden constituir un obstáculo en la
consecución de nuestros objetivos o una gran herramienta para potenciar el aprendizaje. A
continuación se describe cada uno de ellos, de manera que la balanza se pueda inclinar del
segundo lado (Palau, 2000, p. 29):
Expresiones faciales: Los movimientos y gestos que hacemos con nuestra cara pueden
mostrar afectividad, rechazo, sorpresa o interrogación.
Labios: Una sonrisa transmite satisfacción; mordernos los labios denota inseguridad; y la
boca caída demuestra decepción.
Apariencia física: Este elemento es uno de los más importantes en las primeras
impresiones que damos. La higiene, el cuidado personal y la forma de vestir pueden facilitar
o dificultar la comunicación.
Mirada: Los ojos y la mirada tienen una influencia enorme. Al mirar a los ojos, hay veracidad
e intensidad; mientras que una mirada caída puede significar arrepentimiento o vergüenza.
Tono de voz: Se refiere al volumen, inflexiones y énfasis. Variando el tono de voz podemos
transformar un discurso monótono en un interesante.
Ritmo de voz: Es la velocidad y las pausas que utilizamos al hablar. Es muy importante
para la comprensión del mensaje.
Por supuesto que no podemos ser definitivos en estas interpretaciones. Sin embargo, al ser
una parte importante en nuestra comunicación, tenemos que controlar nuestros signos no
verbales, de manera que enfaticen nuestras ideas y reflejen nuestras palabras.