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HISTORIA DE LOS EXPLOSIVOS:

TIPOS Y DIVERSOS USOS


Explosivos: Son compuestos o mezclas de compuestos químicos que
arden o se descomponen rápidamente generando grandes cantidades
de gas y calor, y los consiguientes efectos de presión repentinos. En
tiempos de paz los explosivos se utilizan principalmente para
voladuras en minería y en cantería, aunque también se emplean en
fuegos artificiales, en aparatos de señalización y para hacer remaches
y moldear metales. Los explosivos se utilizan también como
propulsores para proyectiles y cohetes, como cargas explosivas para
la demolición, y para hacer bombas y minas.
El primer explosivo conocido fue la pólvora, llamada también “polvo
negro”. Se empezó a utilizar hacia el siglo XIII y fue el único
explosivo conocido durante siglos. Los nitratos de celulosa y la
nitroglicerina, ambos descubiertos en 1846, fueron los primeros
explosivos modernos. Desde entonces, nitratos, compuestos de
nitrógeno, fulminatos y azidas han sido los principales compuestos
explosivos utilizados por separado o mezclados con combustibles y
otros agentes. El trióxido de xenón, que fue el primer óxido
explosivo, se desarrolló en 1962.
La Pólvora:
La pólvora, es un polvo explosivo utilizado en balística, en particular
pólvora negra, una mezcla explosiva de un 75% de nitrato potásico,
un 15% de carbón y un 10% de azufre aproximadamente. La pólvora
fue el primer explosivo conocido; su fórmula aparece ya en el siglo
XIII, en los escritos del monje inglés Roger Bacon, aunque parece
haber sido descubierta por los chinos, que la utilizaron con
anterioridad en la fabricación de fuegos artificiales.
Es probable que la pólvora se introdujera en Europa procedente del
Oriente Próximo. Berthold Schwarz, un monje alemán, a comienzos
del siglo XIV, puede haber sido el primero en utilizar la pólvora para
impulsar un proyectil. Sean cuales sean los datos precisos y las
identidades de sus descubridores y primeros usuarios, lo cierto es
que la pólvora se fabricaba en Inglaterra en 1334 y que en 1340
Alemania contaba con instalaciones para su fabricación.
El primer intento de utilización de la pólvora para minar los muros de
las fortificaciones se llevó a cabo durante el sitio de Pisa en 1403. En
la segunda mitad del siglo XVI, la fabricación de pólvora en la
mayoría de los países era un monopolio del Estado, que reglamentó
su uso a comienzos del siglo XVII. Fue el único explosivo conocido
hasta el descubrimiento del denominado oro fulminante, un poderoso
explosivo utilizado por primera vez en 1628 durante las contiendas
bélicas que se desarrollaron en el continente europeo.
UN POCO DE HISTORIA
Por Raquel Cubero
Aunque su función primigenia era la de servir de vía para la
introducción en Europa de sedas y telas orientales, muchos otros
objetos y materiales acabaron por llegar a occidente a través de ella.
Entre ellos se encontraba uno que cambiaría el curso de la historia: la
pólvora.
La pólvora, el primer explosivo conocido, fue descubierta por
casualidad en China en torno al siglo IX. Su hallazgo parece ser fruto
de las investigaciones de algún alquimista que, en su búsqueda del
elixir de la eterna juventud, dio por accidente con la fórmula del
explosivo. De hecho las primeras referencias a la pólvora las
encontramos en textos herméticos advirtiendo de los peligros de
mezclar determinadas sustancias.

En el siglo X ya se utilizaba con propósitos militares en forma


de cohetes y bombas explosivas lanzadas desde catapultas. Se sabe
que ya en el año 1126 se utilizaban cañones hechos de tubos de
bambú para lanzar proyectiles al enemigo. Más tarde esos tubos
serían sustituidos por otros de metal más resistente; el más antiguo
del que se tiene noticia data de1290.
Desde China el uso militar de la pólvora pasó a Japón y a Europa. Se
sabe que fue usado por los mongoles contra los húngaros en 1241 y
que Roger Bacon hace una mención en 1248. Hasta ese momento
Europa sólo había contado con un producto inflamable llamado “fuego
griego” que sin embargo no podría competir con la efectividad del
recién llegado invento.
Durante el siglo XIV el uso de cañones se generalizó tanto en China
como en Europa, pero el problema seguía residiendo en crear tubos
de metal capaces de contener las tremendas explosiones que se
producían en su interior. Este problema pudo haber conducido a la
falsa afirmación de que los chinos sólo utilizaron la pólvora para hacer
fuegos artificiales, lo que no es en absoluto cierto ya que está
documentado que hicieron uso de ella con propósitos bélicos en
numerosas ocasiones.
Así por ejemplo el grosor y la solidez de las murallas de Beijing deja
bien a las claras que se diseñaron para resistir el ataque de la
artillería enemiga y la dinastía Ming cambió la ubicación de la antigua
capital Nanjing por el hecho de que las colinas de alrededor eran una
localización demasiado tentadora para que el adversario ubicara sus
cañones.
Cuenta la leyenda que la fórmula pudo llegar a Europa en 1324 de la
mano de un monje peregrino. La receta consistía en la mezcla de
carbón, azufre y salitre que el religioso comunicó al abad de un
monasterio donde pernoctó. A la mañana siguiente el monje que se
encontraba en la puerta al ver salir al huésped, pudo comprobar con
horror que debajo de los ropajes monacales le asomaba un rabo
peludo: era el mismísimo diablo que el terrible invento venía a
perturbar para siempre y a sembrar el caos la sociedad de la época.
La pólvora se extendió con rapidez por toda Europa y jugó un papel
fundamental en el equilibrio de poder que se establecería a partir de
entonces, ya que eran muy pocos los personajes que contaban con
dinero y capacidad suficiente para fabricar armas.
Entre los siglos XV al XVII se asistiría a un amplio desarrollo de la
tecnología relacionada con al pólvora. Los avances en el campo de la
metalurgia hicieron posible la elaboración de armas de pequeños
tamaño y mosquetes. Resulta curioso que todavía en el siglo XV,
Enrique VIII de Inglaterra manifestara que “las armas de fuego nunca
suplantarían al arco largo de la infantería inglesa”.
Incluso tiempo después, cuando las armas se habían generalizado en
todos los ejércitos, muchos seguían considerando su uso como una
vileza impropia de verdaderos caballeros. A partir de la segunda
mitad del siglo XVI la fabricación de la pólvora en casi todos los
países, estaba ya en manos del Estado y su uso sería reglamentado
poco después.
En 1886 Paul Vielle inventó un tipo de pólvora sin humo hecho con
nitrocelulosa gelatinizada mezclada con éter y alcohol. Esta mezcla se
pasaba por unos rodillos para formar finas hojas que después se
cortaban con una guillotina al tamaño deseado. El ejército francés fue
el primero en usar este nuevo tipo de explosivo, que no formaba
humo y era mucho más potente que el anterior, y otros países
europeos no tardaron es seguir su ejemplo. Muchas otras
innovaciones se sucedieron en el campo de los materiales explosivos
hasta llegar a la actualidad, pero sin duda la aparición de la pólvora
en occidente en la Edad Media fue el acontecimiento más
significativo.
OTROS EXPLOSIVOS DE FINES DEL SIGLO XX:

De todas las fuerzas que la Humanidad ha podido dominar, ninguna


tan utilizable como el fuego. Pero no sólo en la acepción más
conocida le la palabra, sino también en aquellos innumerables casos
semejantes a lo que : turre cuando se presenta el fenómeno por la
combinación del oxígeno con otras sustancias. Al morir un árbol, el
oxígeno del aire se combina lentamente con la materia orgánica de
que se forma el tronco; es una combustión que dura años. Si un trozo
de hierro se expone al aire, el oxígeno también ataca al metal; la
combinación entonces puede durar unas semanas o meses.
Los químicos han dado el nombre de «oxidación» a esta clase de
cambios o reacciones químicas que resultan de la tendencia del
oxígeno a combinarse con otras substancias. Los pocos ejemplos
antes citados muestran que la oxidación es el cambio o reacción
química más importante. Ahora vamos a hablar de las oxidaciones
rápidas que tienen lugar al disparar los cañones.
Casi todas las substancias que arden pueden servir para preparar los
explosivos, con tal de que el oxígeno se combine con ellas muy
rápidamente. El carbón apilado se oxida muy lentamente y se
conserva siempre a una temperatura baja; serían precisos millares de
años para consumir todo el montón; pero si se calienta, el oxígeno le
ataca con más rapidez y da un fuego brillante que produce a su vez
calor.
Forzando el aire, o mejor, oxígeno puro, de suerte que se introduzca
en la masa, desprenderá una llama blanca deslumbrante,
aumentando la temperatura. Todavía no se produce explosión,
porque el oxígeno tarda aún bastante tiempo en combinarse con el
carbón. Pero si pulverizamos éste muy finamente, mezclándole con la
cantidad de aire que convenga, explotará con violencia al quemarse,
pues cada partícula de carbón estará rodeada de oxígeno y puede
combinarse con extrema rapidez. Muchos de los terribles accidentes
en las minas son debidos a esta clase de explosiones.
No todas las mezclas de gases y sólidos se prestan para poder
almacenarse y transportar convenientemente, y, por tanto, satisfacer
las condiciones precisas en la industria de explosivos y suministros
militares. Si agregamos al polvo muy fino de carbón de piedra, o
mejor, vegetal, salitre, que es una substancia que contiene tres mil
veces tanto oxígeno como el mismo volumen de aire, tenemos los
ingredientes necesarios para preparar un explosivo comercial, en el
que el oxígeno y la materia inflamable se presentan en estado sólido
y pueden además mezclarse muy íntimamente. Cada partícula de
carbón vegetal dispone del oxígeno encerrado en el salitre; así que
los dos se combinan con rapidez explosiva. Estas dos substancias son
los componentes de la pólvora negra ordinaria.
Dos factores combinados influyen en la fuerza desarrollada en una
explosión. El primero es que el sólido explosivo, ocupando un
pequeño espacio, pueda transformarse al oxidarse en un gran
volumen de gases. Así, por ejemplo, tres decímetros cúbicos de
nitroglicerina, pesando 45 kilogramos, se convierte en una fracción de
segundo en gases que al enfriar a la temperatura ordinaria ocupan
unos 30 metros cúbicos.
Más importante aún es que en la explosión se desarrolle gran
cantidad de calor, el cual dilata extraordinariamente los gases.
Probablemente, los producidos en la explosión de los 45 kilogramos
de nitroglicerina a la temperatura que predomina al generarse
ocuparían cerca de 300 metros cúbicos. En el momento de formarse
los gases la presión se acerca a 14.000 ó 21.000 kilogramos por
centímetro cuadrado, y mil veces mayor que la presión a que trabaja
una caldera ordinaria de vapor.
Esta producción de grandes cantidades de gases a altas temperaturas
y enormes presiones es la causa de los efectos de la explosión. El
recipiente o barreno que contenga el explosivo queda destrozado
instantáneamente; la roca y cuanto encuentren en su camino los
gases dilatados saltará como paja arrastrada por el viento. La onda
de aire formada al salir los gases se extiende en todas direcciones,
destrozando vidrieras y muchas veces sólidas casas de piedra
situadas a distancia.
Tal es la explicación de cómo se produce la mayor fuerza de los
tiempos modernos. La lámpara de petróleo arde fija y lentamente a
causa del poco aire que entra en ella. Si este último se mezcla con el
petróleo, rápidamente se produce una explosión, que puede
aprovecharse para hacer volar a un aeroplano a la velocidad de 270
kilómetros por hora. El automóvil no es más que una máquina en la
que se utilizan una serie de explosiones para hacer mover las ruedas.
La fuerza de los motores modernos de gas procede de las explosiones
de éste con el aire.
En todos los casos el oxígeno de la atmósfera se mezcla íntimamente
con el petróleo o el gas, antes de que se verifique la reacción
provocada por el calor. Así, en vez de efectuarse una combustión
lenta, tiene lugar un rápido proceso, por el que se produce una súbita
y violenta expansión de gases. Estos empujan el émbolo, que recorre
un cilindro, movimiento que se transforma de manera conveniente en
otro que pueda hacer girar las ruedas del automóvil o la hélice de un
aeroplano. En otras palabras, los mecanismos de muchas fábricas y
talleres se mueven debido a la utilización de esta terrible arma de
que tanto hemos oído hablar en su aplicación más sensacional en
relación con la guerra.
Como dijimos antes la pólvora fue inventada por los árabes en el siglo
XIII e introducida en la cristiandad por Roger Bacon hacia 1270 y
cincuenta años antes Bertoldo Schwartz de Freiberg la había dado a
conocer, su uso industrial como explosivo fue despreciado durante
siglos. Elarte de la construcción de caminos, la edificación en general
y la explotación de minas estaban apenas tan adelantadas en la
época Shakespeare como en la de Virgilio. Parece se empleó la
pólvora por primera vez en minería hacia 1613, en raya época Martín
Weigel, un minero de Freiberg, comenzó a arrancar mineral por la
explosión de barrenos.
Hasta hace unos cincuenta años la pólvora era el explosivo más
enérgico que podía emplearse sin peligro. En las artes, durante la
paz, así como .en la guerra, una mezcla de carbón vegetal y salitre, a
la que se añadía cierta cantidad de azufre, producían los gases con
que los hombres se mataban o perforaban los túneles. La pólvora
negra tipo, adoptada por los Estados Unido; para su ejército hasta la
guerra con España, contenía 75 por 100 de salitre, 15 por 100 de
carbón vegetal y 10 por 10c de azufre. Sin embargo, una serie de
explosivos mucho más enérgicos habían sido ya descubiertos por los
químicos modernos.
En 1832, Braconnot transformó el almidón, tratándole por el ácido
nítrico, en un terrible explosivo; seis años después, Pelouse y Dumas
prepare el algodón-pólvora y papel-pólvora, mirificando también
estas materias. En 1846, el italiano Ascanio Sobrero trató la glicerina
por el ácido nítrico y produjo la nitroglicerina, que adquirió trágica
notoriedad con el nombre de «aceite explosivo», pues era un
compuesto muy delicado que explotaba al menor choque.
Como era líquido, se filtraba a través de las hendeduras de la roca
cuando se echaba en un barreno; requeríase un gran cuidado al
colocarlo y producir la explosión por una sencilla espoleta. Fueron tan
frecuentes los accidentes, que se prohibió su empleo en algunos
países; y la voladura de un barco cargado con gran cantidad de este
explosivo, en dirección a Chile, causó tal sensación, que se creyó
necesario impedir radicalmente su empleo en todos los países
civilizados del mundo.

Pero el químico sueco Alfredo Nobel resolvió el problema de los


explosivos enérgicos en 1866. Mezcló la nitroglicerina con ciertas
clases de tierras porosas y produjo una especie de serrín, que llamó
«dinamita». Dos veces más enérgica que la pólvora y mucho más
segura, la dinamita revolucionó la ciencia de los explosivos. Hizo
posible la ejecución de las grandes obras de ingeniería en nuestros
tiempos y dio lugar al desarrollo de la industria minera en el mundo
desde 1870.
Evidentemente, la invención de la dinamita marca una época en la
historia de la civilización. Permitió al hombre cambiar la faz de la
Tierra. Por ella pudo extender por todos los continentes las redes de
ferrocarriles; removió las. montañas a su paso; perforó kilómetros y
kilómetros, atravesando el duro corazón de su planeta; unió océanos,
haciendo volar las rocas-y la tierra que los separaban, y, finalmente,
apartó el arado 3^ la maquinaria agrícola de vapor para trabajar la
tierra y preparar los cultivos con dinamita.
Un sabio se corta un dedo y esto da lugar al invento de un formidable explosivo
En condiciones normales, la dinamita puede soportar golpes, lanzarse a distancia y aun
sufrir los efectos de cualquier arma de fuego, sin explotar. De la misma manera, una
considerable cantidad de algodón-pólvora puede arder tranquilamente, y un torpedo
lleno con este explosivo, húmedo y comprimido no reventará, aunque penetre en su
masa una granada y la queme. Aun la nitroglicerina arderá como el petróleo en
pequeñas cantidades, y, finalmente, una vela de nitroglicerina puede alumbrar sin
peligro.
Muchas personas, poco habituadas al manejo de los explosivos
modernos, creen que las granadas y compuestos explosivos son
peligrosos. En realidad, la parte delicada e insegura es el fulminante,
generalmente preparado disolviendo mercurio en ácido nítrico y
añadiendo alcohol a la solución. Este es el agente que produce la
explosión, y cuando está unido a un explosivo enérgico es cuando se
puede decir que nos acecha la muerte.
La dificultad e inconveniente de la dinamita, desde el punto de vista
moderno, es su pequeño rendimiento como explosivo. Su seguridad
resulta precisamente de que una cuarta parte de sus componentes
son materias absorbentes que no engendran gases. Formadas de
residuos de diatocoisas—una planta marina microscópica de vaina muy
dura—, este material es inactivo y reduce la fuerza explosiva de la
dinamita.
Reconociendo esto, Nobel trató de encontrar, durante muchos años,
otra substancia activa para su nitroglicerina, que al mismo tiempo
que absorbiese el aceite explosivo formase una especie de pasta
química. Una mañana, al hacer sus ensayos, se cortó en un dedo.
Envió a un ayudante para que le trajese un poco de colodión y
proteger su herida. Recubierta la cortadura, iba a tirar el resto del
frasco cuando se le ocurrió mezclarlo con la nitroglicerina.
El colodión se prepara disolviendo el algodón-pólvora en éter, y la
solución se utiliza como emplasto, barniz y materiales para la
fotografía. Cuando se combina con alcanfor, el algodón-pólvora,
disuelto, se convierte en celuloide. Para fabricar esta clase de algodón-
pólvora comercial sólo se emplea ácido nítrico moderadamente
concentrado; es por veces muy inflamable; pero el alcanfor le hace
inexplosible y puede ser trabajado con pesados martillos y
laminadores sin el menor peligro.
Suprimiendo el alcanfor, Nobel obtuvo una mezcla de algodón-
pólvora y nitroglicerina, la cual resultó aún más segura y con notable
mayor energía explosiva. El accidente de cortarse en un dedo hizo
que el inventor ensayase con el algodón-pólvora, considerado como
el más peligroso y menos útil de los compuestos explosivos. El
algodón-pólvora contiene demasiado poco oxígeno para la
combustión. La consecuencia es que cuando hace explosión engendra
gases venenosos; así, no era utilizable para fines industriales. La
nitroglicerina, por otro lado, contiene un exceso de oxígeno; de
manera que al mezclar Nobel los dos explosivos en ciertas
proporciones, el elemento que necesitaba uno lo suministró el otro,
que lo tenía en exceso.
El nuevo explosivo resultó una mitad más enérgico que la dinamita, y
se ha utilizado en grandes cantidades para la perforación de
montañas como los Alpes, donde la roca es tan dura, que con
dificultad se hubiera podido llevar a cabo la obra sin él. La gelatina
explosiva es una de las fuerzas más violentas de que disponen los
hombres. En su forma pura, sólo se puede emplear en roca muy
dura. Nobel encontró pronto la manera de modificar su terrible
acción, añadiendo salitre y serrín a la mezcla de algodón-pólvora y
nitroglicerina. Con el tiempo, en aquella época, los explosivos
gelatinosos fueron reemplazando a la dinamita.

Fue preciso pasasen muchos años antes de poder llegar a conocer la


manera de aplicar los explosivos modernos a las necesidades de la
guerra, y reemplazar la pólvora por los preparados mucho más
enérgicos en la artillería. Aun después de conseguir pulverizar la
nitroglicerina por medio de substancias reductoras de su fuerza
explosiva, no pudo emplearse para los disparos de los cañones. Se
verificaba tan rápidamente la formación de gases, que las piezas
reventaban en lugar de salir el proyectil por la boca.

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