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Universidad del Salvador Alumna: Ivana Villar Laskiewicz

Escuela de Filosofía y Letras Carrera: Letras Turno: Noche


Literatura rusa y escandinava Comisión B
Profesora: Lic. Celia Fischer

La señorita Julia, de August Strindberg: una dialéctica de opuestos.

Al analizar la obra La señorita Julia1, de August Strindberg, es posible establecer


diferencias dicotómicas entre los elementos que estructuran la obra, los cuales se oponen
y se entrelazan para configurar un todo argumental que narra la caída moral de la heroína
trágica que busca escapar de las leyes naturales que la oprimen. En la historia no sólo se
establece una lucha de poderes entre el elemento masculino y el femenino; entre la clase
servil y la aristocrática, sino que también se ponen de manifiesto concepciones opuestas
sobre el amor y el sexo, el honor y el deshonor, la vida y la muerte, la culpa y la redención.

El autor describió a la obra como una “tragedia naturalista”. Ambos términos parecen ser
contradictorios tanto desde la perspectiva literaria como filosófica: mientras que el
naturalismo presupone una realidad determinada que debe ser aceptada, la tragedia está
signada por infortunadas decisiones erróneas que toma un personaje y que lo aparta de la
moralidad. La dialéctica induce a interpretar que el mundo naturalista planteado en la
obra-ordenado sobre la base de elementos como la aceptación de la herencia, la clase, la
supremacía del sexo fuerte sobre el débil- se ve irrumpido por el intento fallido de Julia de
vivir fuera de las normas sociales y biológicas que le impone este mundo.

En el prólogo2, Strindberg anticipa esta dicotomía entre naturalismo y tragedia al afirmar


que la señorita Julia es: “Del tipo trágico, que nos ofrece el espectáculo que presupone la
lucha desesperada contra la naturaleza; un legado trágico del romanticismo, el cual ahora
es disipado por el naturalismo”. La caída de Julia despierta pena entre el público debido a
la propia “debilidad” del espectador, de quien el autor espera que algún día pueda
volverse más fuerte y asistir a este tipo de espectáculo con total indiferencia y sin ser
influenciados por los sentimientos, entendidos como “instrumentos inferiores del

1
Strindberg, August (2006) La señorita Julia, Buenos Aires, Del cardo editorial.
2
______________ (2006) “Prólogo a La señorita Julia” en La señorita Julia, Buenos Aires, Del cardo editorial.

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pensamiento”. Si el espectador siente piedad ante la caída de Julia, cae con ella por ser
víctima de su propia conmiseración.

Desde el punto de vista literario, la obra es concebida como naturalista primeramente por
que no persigue un fin moralizante sino que busca demostrar de una manera
prácticamente científica la supervivencia del más fuerte. Además, ambos protagonistas
son construidos sobre la base de rasgos psicológicos, sociales e históricos que los acercan
al realismo y su destino está regulado por la herencia y el medio en que están inmersos. El
texto teatral está construido mediante diálogos con poco artificio que van estructurando
un argumento en apariencia poco intrincado. Sin embargo, hay otros elementos en la obra
que no son propios del naturalismo y que plantean una oposición antitética: por un lado –
desde una perspectiva más tangible- la inclusión de interludios musicales, el baile y
mímica; por el otro – analizando la psicología del autor que deja plasmada en la obra- es
posible advertir que, paradójicamente, la falta de imparcialidad con la que condena la
debilidad de Julia y la subjetividad con la que celebra la supremacía de Juan no son
propias de la objetividad que proponen los principios naturalistas.

En La señorita Julia, los protagonistas se presentan como proyecciones de las


preocupaciones de Strindberg, las cuales se estructuran en dos pares dicotómicos
dominantes: la diferencia entre el hombre y la mujer – elementos triangulados por la
experiencia de la sexualidad - y el conflicto de clases que se produce entre la servidumbre
y la aristocracia. Estos elementos antitéticos se concatenan y dan forma al argumento de
la obra.

En la noche de San Juan, Julia se revela contra el sistema social de clase y género y busca
apartarse de los roles que le son asignados:

JUAN: -¡Como mande la señora! ¡Estoy a sus órdenes!


LA SEÑORITA: (con amabilidad).-¡No lo tomes como una orden! ¡Ahora nos vamos a la fiesta
llenos de alegría! ¡Y olvidemos el rango y los títulos! ¡Bien, dame el brazo!
¡No te preocupes, Cristina! ¡No te voy a quitar el novio! (Strindberg,2006, p.4)

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A medida que nos adentramos en el conflicto, es cada vez más evidente que dicha
búsqueda de igualdad no surge de ella por medio de una consciencia social elaborada que
pretende el ascenso del oprimido, sino como medio para cumplir con su propio deseo de
descenso. El patetismo del personaje se intensifica al saberse que sus subordinados no
sólo no le tienen afecto sino que la desprecian:

JUAN: No, señorita Julia, no la quieren. ¡Aceptan su comida, pero después la desprecian! ¡Créame!
¡Escuche! ¡No tiene más que escuchar lo que cantan! ¡No, no los escuche!
LA SEÑORITA: (escuchando).-¿Qué cantan?
JUAN: Una canción difamatoria. ¡Sobre nosotros!
LA SEÑORITA: ¡Qué infames! ¡Qué perfidia! (Strindberg, 2006, p.7)

La revolución que desea llevar adelante Julia no persigue un propósito concreto ni tiene
un método efectivo para remediar su descontento autodestructivo, por lo que busca
transformarse por medio de la experiencia sexual con Juan. Él también se siente atrapado
por el sistema de clases, pero a diferencia de Julia no lo rechaza, sino que quiere ser parte
de él pero dentro de una posición mucho más elevada. El romanticismo que gobierna a
Julia le ofrece a Juan la posibilidad de la conquista sexual y con ella aproximarse al tan
anhelado ascenso en la escalera social.

¡Yo no he nacido para estar doblado hasta el suelo, porque yo tengo madera y carácter! Y el día
que alcance la primera rama, ¡ese día me va a ver usted trepar! Hoy soy criado, pero el año que
viene seré propietario, dentro de diez años seré rentista. Y luego me iré a Rumania, conseguiré
alguna condecoración y puede -observe que digo "puede"- que acabe mis días siendo conde...
LA SEÑORITA: ¡Hermoso sueño! ¡Una bella historia! ¡Y los sueños...
JUAN: ...serán realidad! En Rumania se compran los títulos nobiliarios. ¡Y usted será condesa! ¡Mi
condesa! (Strindberg, 2006, p.12)

El argumento dramático puede ser representado como dos líneas con direcciones
opuestas que se cruzan en una intersección y muestra el descenso moral- social de Julia y
como consecuencia el ascenso de Juan signado por la supremacía en la contienda. El acto
sexual entre ambos funciona primeramente como igualador de clases y sobre todo, como

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elemento que precipita la caída de Julia como mujer aristócrata y la victoria de Juan como
hombre.

Las pulsiones internas de ambos sirven de motor para precipitarse en su destino, el cual
también es simbolizado en la obra mediante pares dicotómicos: imágenes de caídas y
ascensos; limpieza y suciedad; vida y muerte. Estos elementos se encuentran presentes en
los sueños recurrentes de ambos personajes, los cuales funcionan como metáforas
poéticas y presagios. En su sueño, Julia- atraída por la suciedad y la muerte- desea con
ansias la caída y puesto que esta se produce en el plano de la realidad por medio del acto
sexual, puede ser entendida como un pasaje de la espiritualidad a lo carnal, de lo sublime
a lo terrenal:

LA SEÑORITA: ¡Quizá! ¡Pero usted también lo es! ¡Y además todo es extraño! La vida, las personas,
todo... es como esa nieve sucia que flota en el agua, que arrastran los ríos hasta que se hunde, se
hunde... Me acuerdo ahora de un sueño que tengo de vez en cuando. Estoy sentada en lo alto de
una columna a la que he trepado y no veo posibilidad alguna de bajar. Cuando miro abajo siento
vértigo... Tengo que bajar, pero no me atrevo a saltar. No puedo seguir sujetándome allí arriba y
deseo vehementemente caer, pero no caigo. Y, sin embargo, sé que no tendré paz ni descanso
hasta que no llegue abajo, hasta que no me vea en el suelo. Y una vez en el suelo deseo hundirme
en la tierra... ¿Ha tenido usted alguna vez una sensación parecida? (Strindberg, 2006, p.7)

Juan, por otro lado desea ascender- simbolizado por el árbol- y vivir en la claridad –
simbolizado por el nido y los rayos del sol:

JUAN: ¡No! Yo suelo soñar que estoy tumbado bajo un árbol muy alto en un bosque oscuro.
Quiero subir, subir hasta la copa para contemplar desde allí el hermoso paisaje donde brilla el sol y
para saquear el nido que hay allí arriba donde están los huevos de oro. Y yo trepo sin descanso,
pero el tronco es muy grueso y escurridizo... y la primera rama está tan alta. Pero yo sé que me
bastaría con alcanzar esa primera rama para subir luego hasta la copa como por una escalera.
Todavía no la he alcanzado, pero la alcanzaré..., ¡aunque sólo sea en sueños! (Strindberg, 2006,
p.7)

El contraste entre ambos personajes se hace más notable en las diferentes concepciones
que ambos tienen del amor y del honor. Julia, por su lado, deja ver su concepción
Romántica del amor, plagada de ideales platónicos. Ella no logra vislumbrar una diferencia

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entre el amor carnal y el ideal o al menos no parece distinguir que el acto entre ella y Juan
no implica nada más que el sexo en sí:

LA SEÑORITA: ¡¿Qué me importa a mí todo eso, que no es más que lo que yo abandono ahora
voluntariamente?! Dime que me quieres, porque sin tu amor... ¿qué soy yo sin tu amor?
JUAN: Se lo diré mil veces ¡más adelante! ¡Pero no aquí! ¡Y sobre todo dejémonos de
sentimentalismos si no queremos echar todo a perder! Vamos a razonar fríamente, como
personas sensatas. (Saca un puro, le corta la punta y lo enciende.) ¡Ahora siéntese ahí! Yo me
siento aquí, y vamos a hablar como si no hubiese pasado nada.
LA SEÑORITA: (desesperada).-¡Oh, Dios mío! ¿Es que no tienes corazón?
JUAN: ¿Yo? No hay hombre más sensible que yo en el mundo, pero sé dominar mis sentimientos.
(Strindberg,2006, p.12)

En esta instancia de análisis, no se puede aseverar que Julia sienta amor por Juan puesto
que el propósito primigenio de su unión carnal fue el deseo de descender hacia lo más
bajo utilizando a su sirviente como medio. Sin embargo, en su discurso se advierte el
deseo de suscitar en su amante un sentimiento más profundo.

Juan, por el contrario, no concibe su relación con Julia como amor, sino que su encuentro
apasionado es para él un mero acto natural y animal. Además, como se ha mencionado
con anterioridad, el sexo funciona para él como una oportunidad única para saciar su
ambición, utilizando su poder masculino para dominar a Julia y sacar provecho de su
unión. El sexo funciona para él como un instrumento de poder mediante el cual
secretamente fomenta el deseo de Julia de salirse de su ambiente natural puesto que él
parece advertir que esta inquietud se agita dentro de ella. Con un discurso engañoso y
pérfido disfrazado de voz de consciencia la quiere hacer entrar en razón al mismo tiempo
que la tienta: “JUAN: -Hablando con franqueza, claro que sin intención de ofender, me pregunto
si es prudente que la señorita Julia baile dos veces seguidas con la misma pareja, especialmente
entre esta gente tan dada a hacer suposiciones...” (Strindberg, 2006, p.4)

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En el momento en que ella le ordena que se cambie el uniforme por la camisa, se


desarrolla un diálogo entre ambos en relación a Cristina, la prometida de Juan, y por
medio de este queda en evidencia que entre ellos existe un grado de intimidad al que Julia
no puede acceder en su carácter de aristócrata:

JUAN: No, peligroso, no, pero hay algo que no me deja..., no, no puedo. ¡Mire usted a ésa! (Se
refiere a CRISTINA, que se ha quedado dormida en una silla junto al fogón.) LA SEÑORITA: ¡Será
una excelente esposa! A lo mejor hasta ronca...
JUAN: No, no ronca, pero habla en sueños.
LA SEÑORITA: (cínicamente).-¿Cómo sabe que habla en Sueños?
JUAN (con descaro).-¡Porque la he oído!
(Pausa, durante la que ambos se miran mutuamente.) (Strindberg,2006, p.5)

Por último, le “advierte” de los peligros de salirse de la norma sobre todo con un hombre
de sus características:

JUAN: ¿De qué? ¿Sigue siendo tan niña a los veinticinco años? ¿No sabe que es peligroso jugar con
fuego?
LA SEÑORITA: Para mí, no. ¡Estoy asegurada!
JUAN (con audacia).-¡No, no lo está! ¡Y aunque lo estuviese! ¡Piense que hay materia inflamable a
su lado!
LA SEÑORITA: ¿Se refiere a... usted?
JUAN: ¡Sí! No porque sea yo, sino porque soy un hombre joven… (Strindberg,2006, p.4)

Juan exterioriza una visión naturalista del sexo, el cual es visto como una necesidad, no
como una manifestación de deseos internos complejos y sobre todo, no como una
experiencia ligada al amor. Cuando Julia lo interroga sobre este tema, él se niega a hablar
de amor e incluso cuando hace referencia a su enamoramiento por ella en su adolescencia
es presentado como una enfermedad, como algo maligno e inalcanzable que justifica el
suicidio:

LA SEÑORITA: ¿Has amado alguna vez?


JUAN: Nosotros no empleamos esa palabra, pero sí, me han gustado muchas chicas. ¡Y una vez
llegué a enfermar al no poder conseguir la que quería! ¡Pero enfermo como los príncipes de Las
mil y una noches que no podían comer ni beber de puro amor!
JUAN: (…) Cuando me despertaron estaba realmente muy enfermo. Pero, como usted ve, no llegué
a morir. ¿Qué es lo que pretendía? ¡Pues no lo sé! No podía abrigar esperanzas de conquistarla...
(Strindberg,2006, p.4)

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¡y usted se convirtió para mí en el símbolo de la imposibilidad de salir de la clase en que había


nacido!

La lucha entre ambos radica en que cada uno quiere llevar la seducción a su propio
terreno y bajo sus propios términos. En el momento en que la muchedumbre se acerca a
la cocina, Juan convence a Julia de que es conveniente, por el bien de ambos, esconderse
en su cuarto. No hay otra salida, se encuentran atrapados, por lo que la intimidad es
presentada en términos de necesidad. Puesto que encerrarse es una causa necesaria
determinada por el ambiente, el naturalismo de Juan logra dominar el romanticismo de
Julia. Luego del acto sexual, Juan no puede corresponderle a Julia porque lo que le pide
no está en su naturaleza, por lo cual para ella no hay posibilidades de redención:

LA SEÑORITA: ¡Oh, cómo me arrepiento! ¡Cómo me arrepiento! Si al menos usted me quisiese...


JUAN: Pero dígame ya de una vez... ¿qué quiere que haga? ¿Que me eche a llorar, que salte sobre
la fusta, que la bese, que la lleve embaucada al lago de Como para pasar las tres semanas y
luego...? ¿Qué quiere usted? ¡Esto se está haciendo insoportable! ¡Pero siempre pasa lo mismo
cuando uno mete la nariz en cosas de mujeres! ¡Señorita Julia! (Strindberg, 2006, p.17)

Al tomar consciencia del rechazo de Juan, Julia intenta tomar las riendas de su poder de
aristócrata, pero él le recuerda su caída y su nueva condición de mujer vulgarizada por su
sexo:

LA SEÑORITA: ¡Cómo puede albergar un alma humana tal suciedad!


JUAN: ¡Pues lávela!
LA SEÑORITA: ¡Lacayo! ¡Criado! ¡De pie cuando yo hablo!
JUAN: ¡Puta de lacayos! ¡Furcia de criados! ¡Cierra el pico y lárgate! Pero ¿quién eres tú para
echarme en cara mi conducta? ¡Jamás se ha comportado nadie de mi clase con la ordinariez que tú
lo has hecho esta noche! ¿Tú crees que alguna de tus criadas provoca a los hombres como tú?
¿Has visto a alguna chica de mi clase ofrecerse con semejante desvergüenza? Así no se entregan
más que las perras y las prostitutas.
LA SEÑORITA: (aplastada).-¡Es cierto! ¡Pégame! ¡Pisotéame! No merezco otra cosa. ¡Soy una
miserable, sí, pero ayúdame! ¡Ayúdame a salir de todo esto... si hay alguna posibilidad!
(Strindberg,2006, p.14)

Para Julia, no hay otra salida más que la muerte, y en este acto de redención Juan cumple
el papel de juez y verdugo. Repitiendo el acto de la decapitación del canario ahora

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perpetrado por Julia sobre sí misma bajo los influjos de su sirviente culmina con la lucha
entre estas dos fuerzas antagónicas y sin dudas significa la victoria de Juan. Sin embargo,
el suicidio de Julia simboliza su triunfo como hombre pero no implica un ascenso social y
la caída moral de la mujer se mitiga con su último acto de honor aristocrático. Juan, el
hombre, permanece con vida como sirviente mientras que Julia, la mujer, muere
aristócrata redimiendo a su clase.

JUAN (coge la navaja y se la pone en la mano).-¡Ahí tiene la escoba! Vaya ahora, que ya es de día,
al granero... y... (Le dice unas palabras al oído.)
LA SEÑORITA: (como despertando).-¡Gracias! ¡Ahora me voy en busca del descanso! Pero antes
dime una cosa..., que los primeros también pueden recibir el don de la gracia. Dímelo aunque no
lo creas.
JUAN: ¿Los primeros? ¡No, no puedo decírselo!... Pero espere..., señorita Julia...,
¡ahora ya lo sé! Usted no está entre los primeros..., ¡usted está entre los... últimos!
LA SEÑORITA: Es cierto. Estoy entre los últimos de los últimos... ¡Soy la ultimísima! ¡Oh! Pero
ahora ya no me puedo ir... ¡Dime otra vez que me vaya!
JUAN: ¡No, yo ahora tampoco puedo! ¡No puedo!
LA SEÑORITA: ¡Y los primeros serán los últimos!
JUAN: ¡No piense, no piense más! Me quita también a mí toda la fuerza y me convierte en un
cobarde... ¿¡Qué!? ¡No! ¡Me pareció ver que la campanilla se movía!... ¡No!
¿¡Podríamos llenarla de papel!?... ¡Mira que tener tanto miedo a una campanilla!... Bueno, pero es
que no es sólo una campanilla..., hay alguien detrás..., una mano la pone en movimiento... y hay
algo más que pone la mano en movimiento..., pero tápese los oídos..., ¡tápeselos! ¡Y entonces
todavía suena más fuerte!... y sigue sonando hasta que uno contesta... ¡y entonces ya es
demasiado tarde!... y llega la policía... y entonces...
(Suenan dos fuertes campanillas.)
JUAN (se estremece; luego, dominándose).-¡Es horrible! ¡Pero no hay otra salida!...
¡Váyase!
(LA SEÑORITA sale con paso firme por la puerta.) (Strindberg, 2006, p.27)

Analizar la obra de Strindberg implica asistir a las problemáticas sobre los seres humanos
que desvelaban al autor. Así, La señorita Julia retrata claramente la lucha por la
supervivencia que debe llevar a cabo una heroína desbordada de sentimentalismo
romántico dentro de un mundo naturalista que la oprime. Ese ambiente opresor que la
terminará llevando al suicidio se corporiza en la figura de Juan, quien encarna al super
hombre triunfador y superior que la destruye en su afán de ascender socialmente. Pero la

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obra no sólo se estructura mediante la oposición del hombre y de la mujer, sino que
también retrata la lucha de clases a través de una Julia débil y aristocrática y de un Juan
poderoso pero perteneciente a la clase servil. El descontento sobre su condición de mujer
noble llevan a Julia a querer experimentar con lo más bajo, descender moral y socialmente
hasta el límite. En esta instancia, Juan obtiene la oportunidad para obtener lo que desea y
mediante la consumación del acto sexual se desata el desenlace trágico. Julia comprende
que su caída es total cuando se evidencia que ambos son seres que se oponen en cuanto a
su capacidad y deseo de amar. Juan no puede ni quiere corresponder al amor romántico
de Julia por lo cual, mancillada como mujer y aristócrata se suicida como acto expiatorio.
Hemos analizado cómo el naturalismo se opone al romanticismo, el hombre a la mujer, la
aristocracia a la clase servil, lo alto a lo bajo, el sexo al amor, la vida a la muerte.

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Bibliografía

 Strindberg, August (2006) La señorita Julia, Buenos Aires, Del cardo editorial.
 ______________ (2006) “Prólogo a La señorita Julia” en La señorita Julia, Buenos
Aires, Del cardo editorial.
 Stockenström, Göram (2004) “The Dilemma of Naturalistic Tragedy: Strindberg's
Miss Julie" en Comparative Drama, Vol. 38, No. 1 (Spring 2004), pp. 39-57.
 Brustein, Robert (1962) “Male and Female in August Strindberg” en The Tulane
Drama Review, Vol. 7, No. 2 (Winter, 1962), pp. 130-174.

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