Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
Magistrada ponente
STL13024-2017
Radicación 71567
Acta 28
ANTECEDENTES
M.E. PUERTA PUERTA, en calidad de agente oficiosa de ANA CONSUELO PUERTA
PUERTA instauró acción de tutela con el propósito de obtener el amparo de los derechos
fundamentales a la IGUALDAD, MÍNIMO VITAL, SALUD y SEGURIDAD SOCIAL,
presuntamente vulnerados por la autoridad convocada.
Informó que A.C.P.P. padece una «grave enfermedad de carácter crónico y degenerativo de
aquellas denominadas “enfermedades huérfanas o raras”, que la tiene postrada en su lecho
de enferma, como consecuencia de la “pérdida inexorable de masa corporal y de su fuerza
muscular” que le impide moverse», por lo que ha sido incapacitada desde el mes de mayo
de 2016 por prescripción de los médicos de la Nueva E.P.S.
Relató que a pesar de su estado de salud, ha cumplido con las metas de su contrato, tanto
así que laboró hasta el 15 de diciembre de 2016, fecha en la cual se terminó el último de
ellos, cuyo informe de gestión reposa en las instalaciones de la convocada. Agregó que el
13 de diciembre de ese año, la entidad censurada envió a la Seccional Antioquia los
contratos de todos los Defensores Públicos, incluido el de la promotora identificado con el
número DP 4276-2016 con vigencia del 16 de diciembre de 2016 hasta el 15 de marzo de
2017.
Narró que el 16 de diciembre de 2016, su agenciada recibió una llamada telefónica de J.J.G.
–Defensor Regional de Antioquia-, quien le ofreció «permitir la firma de su contrato con la
condición de que una vez lo hiciera, procediera a solicitar la suspensión del mismo».
Adicionó la petente que, en esa fecha, insistió en la suscripción del contrato, para lo cual
allegó constancia médica, sin obtener solución alguna.
Afirmó que es madre cabeza de familia, pues de ella, depende económicamente su hijo de
11 años; que no cuenta con ingresos adicionales para solventar los costos de cuidado,
alimentación y educación ni para pagar un crédito hipotecario de la que es titular.
Censuró la negativa de la accionada al no permitirle firmar el contrato de prestación de
servicios por su estado de salud y después de haberle servido por ocho años, lo que afirmó,
le causa un perjuicio irremediable cierto e inminente.
Con fundamento en lo anterior, acudió a este mecanismo para que se amparen sus derechos
fundamentales y pidió que se ordene a la autoridad accionada que proceda a «entregar a la
doctora A.C.P.P., el contrato de prestación de servicios número DP 4276-2016, con una
nueva vigencia del 16 de diciembre de 2016 hasta el 15 de marzo de 2017, que fuera
retenido arbitrariamente por la entidad, por ella encontrarse incapacitada».
Mediante proveído de 23 de enero de 2017, la Sala Laboral del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Medellín, admitió la acción de tutela y una vez surtida las respectivas
actuaciones, el 2 de febrero del mismo año, concedió el amparo de los derechos
fundamentales deprecados, motivo por el cual la entidad encausada la impugnó. Esta Sala
de la Corte, en auto de 17 de marzo siguiente, declaró la nulidad de todo lo actuado y
ordenó vincular a las entidades de seguridad social a las que se encuentra afiliada la actora.
Dentro del término de traslado, la Defensoría del Pueblo afirmó que según el régimen legal
y reglamentario de la entidad, las personas que ejercen funciones de Defensores Públicos,
lo hacen mediante contrato de prestación de servicios, el cual «cuenta con un término
establecido para su ejecución» y que se suscriben según «las necesidades de la
administración y en los términos establecidos».
Aseguró que a dichos contratistas no se les renueva ni prorroga el contrato, pues este tiene
un término de expiración y que «una vez alcanzada la fecha límite de ejecución contractual
establecida en la minuta suscrita por las partes, el contrato finaliza y no se renueva,
simplemente se celebra un nuevo negocio jurídico con la misma persona o en su defecto
con un nuevo abogado», por lo que aseguró que no es deber de dicha autoridad «mantener
con las profesionales contratadas relaciones jurídicas con vocación de perpetuidad»
Advirtió que la accionante no puede beneficiarse de estabilidad laboral reforzada que le
imponga a la Defensoría la obligación de celebrar un nuevo contrato, empero, de
considerarse que la actora tiene derecho a tal beneficio se tendría que estudiar el nexo de
causalidad. Adicionalmente, afirmó que la patología detectada a la promotora no puede
tenerse como enfermedad derivada del desarrollo de sus actividades como defensora
pública y que por el contrario, esta resulta incompatible con la ejecución del objeto
contractual derivado de esta clase de prestación. Agregó que dada su condición de
contratista la Defensoría del Pueblo no afectó su mínimo vital pues no se encuentra
impedida para laborar con otras entidades o ejercer su actividad litigiosa de manera
independiente.
Adujo que respecto a la calidad de madre cabeza de familia, debe ser acreditada en las
condiciones establecidas por la jurisprudencia y, por último, refiere que las empresas de
seguridad social vinculadas son las encargadas de ofrecer una garantía a los derechos
fundamentales de la proponente.
Cuestionó el argumento esbozado por la Defensoría del Pueblo en el que indicó que la
relación contractual culminó por el vencimiento del termino pactado, pues evidenció que la
actora venía contratada desde el 29 de diciembre de 2008 de forma ininterrumpida y que,
según correos electrónicos, A.C. fue llamada a suscribir un nuevo contrato que empezaría el
16 de diciembre de 2016; no obstante, por estar incapacitada no pudo acercarse a firmarlo,
situación en la que se apoyó la convocada para negar la continuidad en la contratación por
servicios.
IMPUGNACIÓN
Inconforme con la anterior decisión, la Defensoría del Pueblo la impugna para lo cual
arguye que quienes se vinculan como Defensores Públicos suscriben un contrato de
prestación de servicios con la entidad y que a dichos contratistas no se les renueva ni
prorroga el contrato, pues este tiene un término de expiración y que «una vez se (sic)
alcanzada la fecha límite de ejecución contractual establecida en la minuta suscrita por las
partes, el contrato finaliza y no se renueva, simplemente se celebra un nuevo negocio
jurídico con la misma persona o en su defecto con un nuevo abogado», por lo que aseguró
que no es deber de dicha autoridad «mantener con las profesionales contratadas relaciones
jurídicas con vocación de perpetuidad». Tal como lo expresó en la contestación de la
demanda de tutela.
Afirma que como esta S. ordenó vincular a las entidades adscritas al Sistema de Seguridad
Social de la actora, es a ellas a quienes se les debió dar la orden de protección, en la medida
que «resulta evidente que la patología que presenta la accionante impide desarrollar una
actividad productiva, surge diáfanamente la necesidad de asegurar su ingreso a través de
una prestación periódica propia de las que reconocen las entidades de seguridad social que
integraron el listisconsorcio».
Por otro lado, el 6 de junio del año en curso, la misma entidad radicó memorial ante la
Secretaria de la Sala de conocimiento en primer grado de esta queja constitucional, en el
cual indica la imposibilidad de cumplir la orden judicial emanada de dicho Colegiado,
puesto que las fechas relacionadas como extremos temporales de la relación contractual ya
expiraron, por lo que «ejecutar lo ordenado constituiría una infracción directa a
disposiciones legales, en especial a la ley orgánica de presupuesto, ley (sic) 111 de 1996».
Así mismo, refiere que no es «lógico celebrar un nuevo negocio jurídico cuyo objeto no
podrá ser ejecutado por la accionante debido a su condición de salud y que implicara
además un menoscabo a la población vulnerable que se beneficia de los servicios de
defensoría pública».
CONSIDERACIONES
De acuerdo con el artículo 86 de la Constitución Política y los decretos que reglamentaron
su ejercicio, la acción de tutela fue establecida para reclamar, mediante un procedimiento
de trámite preferente y sumario, la protección inmediata de los derechos constitucionales
fundamentales, cuando quiera que estos resulten lesionados o amenazados por la acción o la
omisión de cualquier autoridad pública o de los particulares en los casos expresamente
previstos por la ley, siempre y cuando no exista otro medio de defensa judicial, a no ser que
se use como mecanismo transitorio para evitar un perjuicio irremediable.
Sin embargo, dicha facultad no es absoluta, sino que, por el contrario, se reduce a cobijar
ciertos y determinados derechos, que pueden estar definidos como fundamentales en la
propia Constitución o que, encontrándose consagrados en otros acápites de ese estatuto,
adquieren tal categoría por conexidad.
Así mismo, conforme lo señalado en la norma en cita, no puede acudirse a la tutela cuando
se cuente con otros medios ordinarios de defensa, a no ser que con la actuación o la omisión
del funcionario público o del particular se le cause al administrado un perjuicio
irremediable, lo cual torna la acción de tutela en un mecanismo de protección excepcional.
No es, entonces, una figura de la cual se pueda abusar, ni sustituir con ella las vías naturales
diseñadas por el legislador.
Descendiendo al caso sub judice, se tiene que la solicitud de la tutelista radica en que se
ordene a la autoridad accionada que proceda a «entregar a la doctora A.C.P.P., el contrato
de prestación de servicios número DP 4276-2016, con una nueva vigencia del 16 de
diciembre de 2016 hasta el 15 de marzo de 2017, que fuera retenido arbitrariamente por la
entidad, por ella encontrarse incapacitada» y, contrario a ello, la convocada a juicio
argumenta que la relación contractual se encuentra finalizada, toda vez que esta clase de
contratación no exige una continuidad en la prestación del servicio por no tratarse de una
relación laboral.
En este mismo sentido, el fallo antes citado estipuló que la estabilidad ocupacional
reforzada es aplicable a las relaciones que emanan de un contrato de prestación de
servicios, en virtud de ello afirmó:
(…) el derecho a la estabilidad laboral reforzada tiene fundamento constitucional y es
predicable de todas las personas que tengan una afectación en su salud que les “impid[a] o
dificult[e] sustancialmente el desempeño de sus labores en las condiciones regulares”, toda
vez que esa situación particular puede considerarse como una circunstancia que genera
debilidad manifiesta y, en consecuencia, la persona puede verse discriminada por ese solo
hecho.
(…)
4.6. Pues bien, la protección especial debe en primer término fundarse en los principios de
solidaridad e integración social (CP arts. 1, 43 y 95). La solidaridad supone asumir como
propias causas en principio ajenas, cuando el titular de ellas no puede por razones objetivas
ejercer su defensa y protección individualmente de forma integral. El hecho de elevar a
deber constitucional el principio de solidaridad implica que incluso si, en tales casos, las
causas ajenas no se asumen voluntariamente por otras personas, pueden ser adjudicadas por
las instituciones del Estado entre distintos individuos, grupos o entidades. Un posible
detonante del deber constitucional de solidaridad puede ser la pérdida de capacidad laboral
en un grado considerable, o la experimentación objetiva de una dolencia o problema de
salud que afecte sustancialmente el desempeño en condiciones regulares de las labores de
las cuales uno o más seres humanos derivan su sustento. En tales eventos, obrar
solidariamente implica hacerse cargo total o parcialmente de los costos humanos que
implica para la persona su situación de salud. Si no se observa una asunción voluntaria del
deber de solidaridad, el Estado puede distribuir las cargas de la persona afectada de forma
razonable entre otras personas. La Constitución, la ley y la jurisprudencia han tenido en
cuenta para tal efecto los vínculos prexistentes a la situación que motiva el obrar solidario.
Así, por ejemplo, cuando una persona experimenta una afectación de salud relevante, el
principio de solidaridad implica para sus familiares la asunción de su cuidado y asistencia
personal; para las instituciones de salud con las que estaba vinculado y venía recibiendo
tratamiento, el deber de continuar la prestación de servicios que requiera; y para sus
empleados y contratantes, el deber de preservarlo en el empleo a menos que concurra justa
causa convalidada por la oficina del Trabajo, sin perjuicio de la obligación de reubicarlo,
capacitarlo y ajustar las condiciones de su trabajo al cambio en sus condiciones
existenciales, pues esto además se acompasa con el principio de integración social (CP art
43).
(…) esta Corte ha señalado que el derecho a la estabilidad laboral reforzada aplica no solo a
quienes tienen un vínculo de trabajo dependiente estrictamente subordinado y sujeto al
derecho laboral, sino también a quienes están insertos en relaciones ocupacionales
divergentes, originadas por ejemplo en un contrato de prestación de servicios o en un
contrato de aprendizaje. En efecto, desde la sentencia T-1210 de 2008 la Corte ha sostenido
que “aún en el seno del contrato de prestación de servicios, puede predicarse ciertas
garantías de la que gozan las relaciones laborales, al cobrar importancia los principios de
estabilidad laboral a ciertos sujetos”. Luego esta posición se ha reiterado en distintas
ocasiones, como por ejemplo en las sentencias T-490 de 2010, T-988 de 2012, T-144 de
2014 y T-310 de 2015. En la sentencia T-040 de 2016, la Sala Tercera de Revisión de la
Corte tuteló el derecho a la estabilidad reforzada de una persona a quien se le terminó sin
causa justificable y sin autorización de la oficina del Trabajo su contrato de prestación de
servicios, mientras estaba en condiciones de debilidad manifiesta. Sostuvo entonces que “la
estabilidad laboral reforzada para personas en situación de debilidad manifiesta por su
estado de salud aplica a todas las alternativas productivas, incluyendo al contrato de
prestación de servicios”.
(…) De hecho, en las dos últimas se señaló de forma expresa que si bien la naturaleza del
vínculo (laboral o de prestación de servicios) no es relevante a efectos de definir si se aplica
la estabilidad ocupacional reforzada, sí lo es para determinar si procede la indemnización
de 180 días consagrada en el artículo 26 de la Ley 361 de 1997:
Ahora bien, se encuentra demostrado que la actora presenta una patología llamada
«dermatomiositis» la cual es catalogada como una enfermedad huérfana, lo que sugiere que
no se trata de una simple dolencia. Asimismo, a folio 5 del cuaderno de la Corte obra
documento expedido el 10 de noviembre de 2016 por Colpensiones en el que se califica a la
actora con una pérdida de la capacidad laboral del 79,93% con fecha de estructuración 15
de julio de 2016, razón por la cual presenta un grado de incapacidad severa, lo que la hace
un sujeto de especial protección.
Bajo estos supuestos se tiene que la terminación del contrato de prestación de servicios N.°
2016-289 iniciado el 25 de octubre de 2016 y con fecha de terminación 15 de diciembre de
2016, no culminó, en esta última data, pues tal como se evidencia del folio 27 del cuaderno
principal, la actora estuvo incapacitada por el período comprendido entre el 9 de diciembre
de 2016 y el 7 de enero de 2017, y como no obra en el plenario prueba que la Defensoría
del Pueblo haya solicitado autorización al Ministerio del Trabajo para la terminación del
mencionado contrato, su decisión de terminarlo se torna ineficaz.
Así las cosas, tal como lo indica el máximo órgano de cierre de la jurisdicción
constitucional en la providencia anteriormente citada, el alcance de la protección a la
estabilidad reforzada «cuando la opción productiva es un contrato o una orden de
prestación de servicios, (…) se concreta en declarar la ineficacia de la terminación del
mismo, y ordenar su renovación por un período igual al inicialmente pactado. Obviamente,
si persiste el estado de debilidad manifiesta del actor por razones de salud, la terminación
del nuevo contrato estará sometida a la existencia del permiso de la autoridad del trabajo».
De allí que el fin de no terminar del vínculo contractual deviene en la renovación del
contrato de prestación de servicios por un término igual al inicialmente pactado.
Conviene traer a colación la sentencia CC T-988 -2012, en la que en un caso similar al aquí
estudiado el máximo órgano de cierre de la jurisdicción constitucional indicó:
3.2. Como a continuación se expone, en el caso concreto se cumplen las condiciones para
conceder el amparo constitucional al peticionario:
3.2.1 El actor es una persona en condición de debilidad por motivos de salud, y por lo tanto,
titular del derecho a la estabilidad laboral reforzada. Además de ello, fue desvinculado de
su opción laboral al superar un período de incapacidad, iniciado durante la vigencia del
vínculo. En consecuencia, la entidad accionada desconoció sus derechos fundamentales y el
amparo resulta procedente.
(…)
Ese extremo de la discusión resulta, sin embargo, irrelevante en el caso concreto, pues sin
ninguna duda el período de incapacidad inició durante la vigencia de la relación que
sostenían las partes, de manera que la entidad accionada debía mantener la vinculación o
renovarla hasta el momento en que el actor recuperara plenamente su salud, o se diera una
causa justa de terminación del vínculo, calificada por la Oficina del Trabajo.
(…)
(…)
Esa conclusión, por supuesto, no constituye un obstáculo para que la Sala otorgue la
protección constitucional al derecho a la estabilidad reforzada del actor en su opción
productiva y que, en atención a las circunstancias de vulnerabilidad que enfrenta, por
razones de enfermedad, se dicten las órdenes adecuadas de protección.
Así las cosas, se itera que la terminación del contrato antes mencionado se torna
ineficaz, en tanto, para la fecha en el que este expiraba, la actora se encontraba
incapacitada, por lo que debió la entidad accionada solicitar permiso a la oficina del
trabajo para culminar la vinculación con justa causa, tal como lo prescribe el artículo
26 de la Ley 361 de 1997.
Aunado a ello, se precisa que dicha estabilidad laboral se predica de todos las formas de
contratación que generen una única fuente de ingresos para el sustento de quien presta
sus servicios, en virtud de ello, la Constitución Política garantiza que su vínculo no sea
interrumpido de forma intempestiva por el contratante, de suerte que no se genere un
menoscabo en el sustento del contratista y el de su familia.
Del mismo modo, la Sala no puede pasar por alto que la Defensoría del Pueblo es la
entidad encargada de la promoción, ejercicio y divulgación de los derechos humanos,
en efecto, la función protectora de los derechos de los ciudadanos que ostenta esta
autoridad encuentra su origen en el artículo 182 de la Constitución Política, que reza:
3. Invocar el derecho de Habeas Corpus e interponer las acciones de tutela, sin perjuicio
del derecho que asiste a los interesados.
En consecuencia, se ordenará a la Defensoría del Pueblo que dentro de los cinco días
siguientes a la notificación de este fallo, proceda a restablecer el vínculo contractual,
por un período igual al inicialmente pactado en el contrato de prestación de servicios
N.° 2016-289 el cual empezará desde el 16 de diciembre de 2016, junto con el pago de
honorarios dejados de percibir por el actor desde la ineficaz terminación del vínculo.
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Laboral,
administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la ley,
RESUELVE
PRIMERO
MODIFICAR el fallo impugnado, en el sentido de declarar la ineficacia de la terminación
del contrato de prestación de servicios N.° 2016-289. Ello, a consecuencia de la estabilidad
ocupacional reforzada en la que se encuentra la petente, toda vez que a pesar de su
modalidad de contratación, no se solicitó el permiso a la autoridad del trabajo para darlo
por culminado.
SEGUNDO
ORDENAR a la Defensoría del Pueblo que dentro de los cinco días siguientes a la
notificación de este fallo, proceda a restablecer el vínculo contractual, por un período igual
al inicialmente pactado en el contrato de prestación de servicios N.° 2016-289 el cual
empezará desde el 16 de diciembre de 2016, junto con el pago de honorarios dejados de
percibir por el actor desde la ineficaz terminación del vínculo.
TERCERO
ORDENAR a la Administradora Colombiana de Pensiones – Colpensiones, que en un
término no mayor a cuarenta y ocho (48) horas resuelva de fondo la solicitud de pensión de
invalidez elevada por A.C.P.P. y la notifique debidamente.
CUARTO
NOTIFICAR a los interesados en la forma prevista en el artículo 30 del Decreto 2591 de
1991.
QUINTO
REMITIR esta actuación a la Corte Constitucional para su eventual revisión.
Presidente de la Sala