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XXI CONGRESO MUNDIAL DE CIENCIA POLÍTICA

Santiago de Chile. Julio de 2009.


Paper Definitivo

LOS DERECHOS HUMANOS COMO DISPOSITIVO DE PODER: EL


LEGADO DE JOHN LOCKE

Por: Ana María Vásquez Duplat

Es cierto que eso que ahora llamamos Derechos Humanos no es una pieza de
museo, objeto de un interés retrospectivo; por el contrario es un tema actual
presente en el discurso jurídico y político de nuestro tiempo, que requiere
nuestro interés teórico y que indudablemente repercute en el desarrollo de
nuestra vida práctica. El desarrollo de los Derechos Humanos, como concepto
y como praxis, no ha acabado y dependerá de nosotros su continuidad y la
forma que adquiera en el devenir histórico.

Pero es cierto también, que los derechos humanos se han consolidado como
un dispositivo de poder que desde el discurso político predominante y la
práctica de hoy, reproduce y sostiene las ideas y supuestos que la tradición
teórica, jurídica y política le ha asignado. Por ello, es substancial reconocer la
raíz histórica de su consagración para así mismo poder definir una nueva
alternativa, en la cual se posesione a los derechos humanos en el terreno de la
verdadera universalidad.

Los derechos humanos, y su primera versión como derechos del hombre, tal
como se conciben en el orden político y jurídico en occidente, tienen como
antecedente inmediato la noción de los derechos naturales en la versión que de
los mismos hace el iusnaturalismo racionalista. Con la aparición de la
modernidad1, la reflexión sobre el poder absoluto encontró un fundamento
específico para configurar un nuevo orden político: la idea de que el hombre es
portador de derechos naturales.

Este fundamento, postula la libertad y la igualdad de derechos de los cuales los


hombres son naturalmente depositarios; a partir de lo cual, se asienta de
manera definitiva una idea central que contienen, hasta hoy, los derechos
1
“El tránsito a la modernidad es un momento revolucionario, de profunda ruptura, pero al
mismo tiempo importantes elementos de su realidad se anunciaban en la Edad Media, y otros
elementos típicamente medievales sobrevivirían al final de la Edad Media en este tránsito a la
modernidad y hasta el siglo XVIII. En este contexto, y participando de estos tres elementos:
ruptura, precedentes medievales y continuidad de elementos medievales hasta el siglo XVIII,
aparecerá la filosofía de los derechos fundamentales, que como tal es una novedad histórica
del mundo moderno, que tiene su génesis en este tránsito a la modernidad, y que, por
consiguiente, participa de todos los componentes de ese tránsito ya señalados, aunque sean
los nuevos, los específicamente modernos, los que le dan su pleno sentido” (AUTORES
VARIOS. Historia de los Derechos Fundamentales. Madrid: Dikinson 1998, Tomo I, p. 17)
humanos: la atribución al individuo de una naturaleza que funciona como
ámbito de creación para la libertad moderna.

En este contexto, aparece de manera protagónica John Locke quien, al


redactar su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, contribuyó de manera
decisiva en la construcción teórica y positiva de los derechos humanos,
definiendo de manera categórica el sujeto histórico de dichos derechos: el
hombre burgués. A través de su teoría logra sustituir el sujeto corporal viviente,
por un sujeto abstracto, que es el propietario2.

Los derechos humanos, entonces, se transformaron en un dato de la sociedad


mundial, que implica la defensa, la creencia y el sostenimiento de una serie de
valores funcionales para el liberalismo y posteriormente para el neoliberalismo.
En la etapa actual neoliberal, existe igualmente una nueva dimensión de los
derechos humanos, que ha implicado una serie de modificaciones del propio
concepto, pero que sin embargo no ha superado, en su sentido esencial, la
conceptualización hecha por Locke, en tanto se siguen reivindicando los
derechos individuales y de propiedad de las nuevas versiones del antiguo
hombre burgués.

En este sentido, el presente trabajo tiene como propósito problematizar el


fenómeno de los derechos humanos como dispositivo de poder, entendiendo
este último en términos de Michel Foucault, y definiendo como este dispositivo
se estructura sobre los principios legados de la teórica liberal de John Locke, y
de que forma persiste en el neoliberalismo. Y a partir de allí proponer una
nueva conceptualización, que supere los postulados de dicho autor, y le
otorgue a los derechos humanos su carácter como resultado de la praxis
concreta de los hombres y mujeres, que son quienes sufren o se benefician de
esos derechos y quienes con sus comportamientos contribuyen a formarlos en
cada situación histórica, definiendo la pauta orientadora de su significación.

2
HINKELAMMERT, Franz. “La Inversión de los Derechos Humanos: el caso de John Locke”
[en línea]. Revista Pasos. Sep-Oct 1999 n° 85. http://www.dei-
cr.org/uploaded/content/publicacione/1061370034.pdf [consulta: 1 de diciembre de 2008].
LOS DERECHOS HUMANOS COMO DISPOSITIVO DE PODER.

“El pollo, el pato, el pavo, el faisán, la codorniz y la


perdiz fueron convocados y viajaron hasta la
cumbre. El cocinero del rey les dio la bienvenida: –
Os he llamado –explicó– para que me digáis con qué
salsa queréis ser comidos. Una de las aves se
atrevió a decir: –Yo no quiero ser comida de ninguna
manera. Y el cocinero puso las cosas en su lugar: –
Eso está fuera de la cuestión”.

Eduardo Galeano. La Comunidad Internacional.

“Al ocultar el lugar del sujeto de la enunciación, la expansión y la dominación


coloniales europeas/euroamericanas pudieron construir una jerarquía de
conocimiento superior e inferior y, por lo mismo, de gente superior e inferior en
todo el mundo. Pasamos de la caracterización de «gente sin escritura» del siglo
XVI a la caracterización de «gente sin historia» en los siglos XVIII y XIX, a la de
«gente sin desarrollo» en el siglo XX y más recientemente, a la de comienzos
del siglo XXI de «gente sin democracia». Pasamos de «los derechos del
pueblo» en el siglo XVI, a los «derechos del hombre» en el XVIII (filósofos de la
Ilustración), y a los «derechos humanos» de finales del siglo XX. Todos ellos
hacen parte de diseños globales articulados a la producción y la reproducción
simultáneas de una división internacional del trabajo de centro/periferia que
coincide con la jerarquía racial/étnica global de los europeos y no europeos”3.

Quise empezar este acápite con la cita al texto del profesor Grosfoguel, por que
en ella se sintetiza todo argumento para validar la tesis de que los derechos del
hombre convertidos después de la Segunda Guerra Mundial en derechos
humanos, constituyen un dispositivo de poder propio del liberalismo y del
neoliberalismo, que como lo ha mencionado el profesor Atilio Borón, en varias
de sus conferencias, no son más sino el ropaje de un cuerpo: el capitalismo.

En el texto citado se propone un nuevo concepto para definir lo que hasta


ahora ha sido llamado como capitalismo global, el autor incluye en el debate el
concepto “sistema-mundo Europeo/Euro-norteamericano moderno/colonial
capitalista/patriarcal” el cual ha mi forma de entender define de manera más
específica el actual sistema de dominación establecido por las relaciones de
poder global; e igualmente explica de mejor forma, cómo dicho aparato ha
hecho de los derechos humanos un vínculo estratégico de las relaciones de
fuerza que soportan unos tipos específicos de saber, y que simultáneamente se
soportan sobre ellos.

3
GROSFOGUEL, Ramón. “La descolonización de la economía política y los estudios
postcoloniales: Transmodernidad, pensamiento fronterizo y colonialidad global” [en línea].
Revista Tabula Rasa. 2006 n°4. http://www.revistatabularasa.org/numero_cuatro/grosfoguel.pdf
[consulta: 24 de abril de 2009].
Michel Foucault, en entrevista titulada “El Juego de Michel Foucault”4, explica el
concepto de dispositivo de poder, otorgándole tres características definitorias.
Para el objeto de este trabajo sólo se hará referencia a la primera de ellas, en
tanto contiene las dos restantes. Foucault expone allí, que un dispositivo de
poder es “un conjunto decididamente heterogéneo, que comprende discursos,
instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes,
medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas,
morales, filantrópicas; en resumen: los elementos del dispositivo pertenecen
tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dispositivo es la red que puede
establecerse entre estos elementos”.
Los derechos humanos, son esa red dentro del sistema de dominación hoy
existente. Los derechos humanos en nuestro siglo, junto con la democracia,
son los caballos de batalla que legitiman el proyecto imperial de las
intervenciones militares; pero igualmente han sido la base de la retórica de la
modernidad que habla de salvar al otro de sus propios barbarismos como una
misión que desde la divinidad fue encomendada al hombre blanco, propietario,
y europeo. Ese mismo hombre, que ha sido a través de la historia de los
derechos humanos, el único sujeto al que se le han garantizado efectivamente.

De los 198 países que conforman el mundo, 192 hacen parte de la


Organización de las Naciones Unidas. Según esta misma organización, desde
que se adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948, todos
los Estados miembros de la ONU han ratificado al menos uno de los
principales tratados internacionales de derechos humanos, y el 80 por ciento ha
ratificado cuatro o más5. Esto significa, que por le menos en lo que respecta a
las principios normativos de los derechos humanos, la mayor parte del mundo
habla hoy el mismo idioma, el cual conocemos ha sido creado desde ese
sistema mundo moderno/colonial capitalista/patriarcal que ha privilegiado la
cultura, el conocimiento y los sujetos producidos por occidente. Los
instrumentos principales de derechos humanos creados por la ONU6, se
diseñaron desde un monologo occidental que fue sordo a todo aquello que
tenía por decir el mundo no occidental, y aquellos y aquellas que perteneciendo
a él no fueron incluidos e incluidas en el desarrollo positivo de los derechos
humanos.

Como lo expone Angelo Papacchini, “la Declaración Universal de los Derechos


Humanos se ha transformado en un punto obligado de cualquier discusión
ético-política, y en un paradigma para los valores humanos, aparece llamada a
llenar el vacío dejado por los códigos morales sustentados en una cosmovisión
religiosa”7. La Declaración, lograda al final de una guerra devastadora, suele

4
“El Juego de Michel Foucault”. Entrevista realizada por Alain Grosrichard [en línea].
www.ricardobur.com.ar/biblioteca/El%20juego%20de%20Michel%20Foucault.doc [consulta: 28
de mayo de 2009].
5
Véase información en: http://www.ohchr.org/SP/HRBodies/Pages/HumanRightsBodies.aspx
6
Se hace referencia al marco convencional de protección general de los derechos humanos, es
decir: La Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto de Derechos Civiles y
Políticos, y el Pacto de Derechos Económicos y Sociales.
7
PAPACCINI, Angelo. Filosofía y Derechos Humanos. Editorial Dikinson, Cali: Universidad del
Valle, 2003, p. 41.
ser considerada como el documento gracias al cual la humanidad dispone de
un lenguaje común que permite un entendimiento mínimo entre pueblos y
personas culturalmente distintos, pero animados por la misma fe en algunos
valores básicos comunes. Los derechos humanos aparecen como una fuente
de enunciación de carácter moral en la que todos creen, pero que al estilo más
propio de la moral cristiana se funda en entelequias intangibles para la gran
mayoría; los derechos humanos se han convertido en un artículo laico de fe,
aunque los fundamentos metafísicos de esa fe no estén claramente definidos.

A nivel institucional, invocando los derechos humanos se ha consolidado un


andamiaje de grandes dimensiones, que supera todo criterio hasta hoy visto.
Entes, gubernamentales y no gubernamentales, de carácter nacional,
internacional, trasnacional, intergubernamental y multinacional surgen y
resurgen gracias a la “altruista” y “filantrópica” intensión de proteger los
derechos humanos en el mundo, en especial de aquellos históricamente
excluidos. Como ya no es posible administrar el mundo a través de una
dominación imperial directa, esta se enmascara detrás de ese andamiaje
institucional construido sobre el discurso universalizador de los derechos
humanos.

A manera de ejemplo, la OTAN. Esta institución, entrado el siglo XXI, resucitó


a través de un discurso humanitario, en el que la búsqueda de la paz, la
democracia y la vigencia de los derechos humanos fueron el fundamento para
la actualización de la alianza militar más poderosa del mundo, consolidando así
la construcción imperial de discurso en Europa Central. La OTAN se vació de
su contenido militar y se elevó a la esfera de los valores humanos
fundamentales, y con ello no sólo ha logrado la adhesión de varios países8,
sino que a su vez se ha posesionado dentro de la sociedad no como un
complejo militar-industria necesario o inevitable, sino como una organización
moralmente buena. Con ello no sólo ha conseguido integrar a los individuos a
su propio funcionamiento, sino que ha ampliado la esfera del consenso, que
sustenta el espacio normativo del derecho imperial9.

La ciencia tampoco escapa de los derechos humanos como dispositivo de


poder, por un lado se habla de la ciencia como garante de los derechos
humanos, y por el otro de la ciencia como derecho humano en si mismo. En el
sentido último que se anota, se puede decir que siguiendo con la tarea de
consolidar el capitalismo global o, mejor, el sistema-mundo Europeo/Euro-
norteamericano moderno/colonial capitalista/patriarcal; el derecho a la ciencia
se ha visto en buena parte restringido al debate sobre la protección de la
propiedad intelectual, y no sobre las garantías para promover, por ejemplo, en
condiciones de igualdad el acceso al estudio de la ciencia y el ejercicio libre de
la actividad científica.

8
Entre 2004 y 2009, se han adherido a la OTAN nueve (9) Estados más: Bulgaria, Eslovaquia,
Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania, Rumania, Croacia y Albania.
9
KUUS, Merje. “Paz, Amor y OTAN”: La construcción imperial de discurso en Europa central”
[en línea]. 2008. http://www.vientosur.info/documentos/OTAN.pdf [consulta: 30 de mayo de
2009].
Y en relación a la ciencia como garante de los derechos humanos, que mejor
muestra que una serie de nuevas declaraciones en las cuales se consagra la
relación inquebrantable entre ciencia y derechos humanos. La investigación
bioética, la utilización del progreso científico y tecnológico en interés de la paz y
en beneficio de la humanidad, los datos genéticos humanos, la ciencia forense,
inter alia, ya son tema incluidos en el amplio escenario de instrumentos
originados en el seno de la ONU. En todas ellos se asume la relación entre
ciencia y derechos humanos como un problema ético suscitado por los rápidos
adelantos de la ciencia y de sus aplicaciones tecnológicas, las cuales ahora
deberán examinarse teniendo en cuenta el respeto universal y la observancia
de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Si nos detenemos a mirar cada uno de los ejes sobre los cuales se sustentan
hoy el orden global encontraremos los derechos humanos como esa red que
vincula todos los elementos heterogéneos del capitalismo globalizado, del
sistema-mundo Europeo/Euro-norteamericano moderno/colonial
capitalista/patriarcal. Son la ideología de ese sistema, una “ideología que
considera que hay una sola posibilidad en el mundo: la sumisión económica al
mercado y la sumisión política a la democracia representativa. En este marco,
el hombre que tiene derechos es el hombre que tiene esta doble sumisión. O
bien, el hombre que tiene derechos es una simple víctima. Tiene que despertar
piedad. Tenemos que verlo sufrir y morir en televisión y entonces se dirá que
va a tener derecho a recibir la ayuda humanitaria de Occidente rico. En otra
época las damas de la aristocracia y la burguesía iban a visitar a sus pobres.
En la actualidad, los occidentales ricos mandan por avión su ayuda a los
pobres del planeta. Se han convertido en las damas de la burguesía y la
aristocracia a escala planetaria. Las damas iban a su parroquia y ellos van al
sur”10.

Ahora bien, si este es el cuerpo que se ha cubierto históricamente con el ropaje


del liberalismo y posteriormente con el neoliberalismo ¿Dónde nace la clase
política dominante que lo sostiene?, ¿Quién conquista la hegemonía exclusiva
del poder político en el Estado moderno? ¿Cuál es el tipo de sujeto definido por
ese dispositivo de poder como el verdadero sujeto de derechos y el llamado a
hablar y a definir los derechos de los demás?

10
BADIOU, Alan. “La ética y la cuestión de los derechos humano” ” [en línea]. Revista
Acontecimiento, 2000 n° 19-20.
http://www.grupoacontecimiento.com.ar/index.php?option=com_docman&Itemid=35 [consulta:
28 de mayo de 2009].
EL PROPIETARIO: LA “REVOLUCIÓN GLORIOSA” DE JOHN LOCKE.

“Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.


Los nadies: los ningunos, los ninguneados”

Eduardo Galeano, Los Nadies,


El Libro de los Abrazos, 2000.

John Locke ha sido catalogado como el padre del individualismo liberal. Su


principal obra el Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil11, en la cual
condensó lo esencial de su pensamiento político, aparece en el momento más
oportuno para expresar el ideal de la ascendente clase burguesa: la Revolución
Gloriosa de 1688.

Esta revolución marcó la victoria definitiva de una nueva estructura social,


política y económica basada en los derechos individuales, la libre acción
económica y el interés privado, creando las premisas políticas para el posterior
desarrollo del capitalismo en Inglaterra. Fue la culminación de un proceso que
comenzó con la Guerra Civil y que benefició los intereses de la burguesía
eliminando los obstáculos que el orden jurídico feudal oponía al libre desarrollo
de la economía; y que la nobleza y la Iglesia oponía para el acceso al control
político del Estado.

Como fruto de la Revolución Gloriosa se declararon instrumentos


fundamentales para el posterior desarrollo de los derechos fundamentales, el
Habeas Corpus (1679) y el Bill of Rights (1689). Con ellos quedó positivamente
estipulada la igualdad frente a la ley, en cuyo centro se situó la garantía del
parlamento como representante del pueblo y de la propiedad privada. John
Locke, en este contexto se encargó de formular la teoría correspondiente a los
logros políticos de la sociedad burguesa.

Teoría que casi un siglo después sería la fuente originaria de los ideales
revolucionarios franceses de 1789, y la base inspiradora de la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la cual aparecería en todas las
primeras constituciones republicanas. Por tanto, el pensamiento político de
John Locke y con él el de la burguesía estaría presente en la conformación de
cada uno de los Estados Modernos.

Marx, nos dice, “registremos, ante todo, el hecho de que los llamados derechos
humanos, los droits de l´homme, a diferencia de los droits du citoyen, no son
otra cosa que los derechos del miembro de la sociedad civil, es decir los
derechos del hombre egoísta, del hombre que vive al margen del hombre y de
la comunidad”12. Nos habla, claramente, del hombre burgués, el cual se
distingue por ser parte de la clase de los capitalistas, los propietarios de los
medios de producción social13.

11
Este será el texto de John Locke, que de manera exclusiva define el abordaje del presente
escrito.
12
MARX, Karl. “Sobre la cuestión Judía” : Escritos de Juventud, México: FCE, 1982, p. 478.
13
MARX, Karl. Manifiesto Comunista, Buenos Aires : Nuestra América, 2006.
Locke define la propiedad privada como un derecho natural tan primitivo como
el derecho a la vida, a la libertad, a la salud y a la integridad, y de esta forma le
otorga tal carácter que deja por descontada la posibilidad de que el Estado
interfiera en ese derecho natural de la propiedad privada.

Es el hombre industrioso y razonable quien está en el origen de casi todo lo


que tiene valor. Por consiguiente, la propiedad es natural y bienhechora, no
solo para el propietario, sino para el conjunto de la humanidad, por tanto el que
se apropia de una tierra mediante su trabajo no disminuye sino que aumenta
los recursos comunes del género humano. La propiedad confiere la felicidad y
la mayor felicidad coincide con el mayor poder: La mayor felicidad no consiste
en gozar de los mayores placeres, sino en poseer las cosas que producen los
mayores placeres. Y de esta forma queda definido y explicado en su forma más
amplia el hedonismo propio del sistema capitalista.

Locke construye, además, el acuerdo común humano que va más allá de toda
sociedad y de todo pacto. Es el acuerdo sobre el uso del dinero y la propiedad
privada, del que se sigue el derecho de la acumulación ilimitada de la tierra, tan
propio en el desarrollo histórico de ese sistema-mundo Europeo/Euro-
norteamericano moderno/colonial capitalista/patriarcal del que hemos hablado
hasta aquí. Locke, en el párrafo 50 de su segundo Tratado sobre el Gobierno
Civil, nos dice:

“Más ya que el oro y plata, poco útiles para la vida humana


proporcionalmente a los alimentos, vestido y acarreo, reciben su
valor tan sólo del consentimiento de los hombres -en la medida, en
buena parte, del trabajo- es llano que el consentimiento de los
hombres ha convenido en una posesión desproporcionada y
desigual de la tierra: digo donde faltaren los hitos de la sociedad y de
su pacto. Porque en los países gobernados las leyes lo regulan, por
haber, mediante consentimiento, hallándose y convenidose un modo
por el cual el hombre puede, rectamente y sin agravio, poseer más
de lo que sabrá utilizar, recibiendo oro y plata que pueden continuar
por largo tiempo en su posesión sin que se deteriore el sobrante, y
mediante el concierto de que dichos metales tengan un valor”

De esta forma, los escritos de Locke “personificaron de forma clásica el


conflicto insuperable entre los derechos humanos y las exigencias de la
propiedad privada, conflicto que ha persistido a todo lo largo de la trayectoria
de la democracia burguesa. Al colocar los derechos de propiedad al mismo
nivel que la protección de las libertades civiles e incluso por encima de ellas,
Locke estaba destinado a servir de mentor del liberalismo burgués así como al
laissez-faire económico y de la libre empresa”14.

14
NOVACK, George. “Democracia y revolución”, México: Fontamara, 1996, P. 119. Citado en:
VÁRNAGY, Tomás. “El pensamiento político de John Locke y el surgimiento del liberalismo” [en
línea]. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/moderna/cap2.pdf [consulta: 28 de mayo de
2009].
Todo esto responde a las preguntas que nos hacíamos al final del acápite
anterior, lo cual nos lleva a responder tal como lo menciona Marx, que quien
conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el Estado
representativo moderno fue la burguesía. El gobierno del Estado moderno así
se constituyó como una junta que administra los negocios comunes de toda la
clase burguesa15; y en ese mismo orden el sujeto que quedó en el centro de la
elaboración positiva y efectiva de los derechos humanos, y en su etapa primera
como derechos del hombre es el burgués: hombre, blanco, y especialmente
propietario; que además de ser el sujeto que inspira las primeras declaraciones
de derechos, va a consolidarse como el históricamente llamado a definir los
derechos de los otros no incluidos.

Ahora bien ¿Cuál es la nueva forma de ese hombre burgués privilegiado por
Locke y por las primeras declaraciones de derechos? ¿Cuál es el propietario
hoy, el definidor de quien es y quien no es sujeto de derechos? ¿Cuál es la
nueva forma que adquieren en el neoliberalismo los derechos humanos como
dispositivo de poder?

Para hablar de ese nuevo sujeto, considero que la forma más sintética de
definirlo es adoptando el concepto de “burguesía imperial” que se encuentra
desarrollando el profesor Atilio Borón en sus últimos escritos para definir el
entrelazamiento producido entre las clases dominantes de las principales
metrópolis capitalistas y la forma en que unificaron su estrategia de dominación
global.

La burguesía imperial, en sus propias palabras es “dueña de un proyecto de


dominación mundial, que periódicamente se reúne en Davos para coordinar
estrategias y tácticas y para la cual la opción de un enfrentamiento militar
constituiría un fenomenal despropósito. Pero eso no quiere decir que esa
burguesía imperial no apoye, como lo ha hecho hasta ahora con las aventuras
militares de Estados Unidos en Irak y Afganistán, la realización de otras
operaciones militares en la periferia del sistema, necesarias para la
preservación de la rentabilidad del complejo militar-industrial norteamericano e,
indirectamente, para los grandes oligopolios de los demás países ligados a su
suerte.”16.

Este nuevo sujeto fruto de la etapa globalizadora del neoliberalismo, coincide


con la consolidación de la forma internacionalizada de los derechos humanos
que encuentra su génesis en la segunda posguerra. Estos derechos humanos,
ahora igualmente globalizados y como se anotaba anteriormente constituidos
como esa red estratégica que vincula el conjunto heterogéneo de elementos
que consolidan las relaciones de poder propias de ese orden global dominante,
siguen asistiendo a la validación del criterio de la propiedad privada como eje
fundamental de la realización de los derechos humanos. El nuevo sujeto

15
MARX, Karl. Manifiesto Comunista, op cit., p.26.
16
BORON, Atilio. “De la guerra infinita a la crisis infinita” [en línea]. Ponencia presentada al XI
Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo, La
Habana, Cuba, 2-6 Marzo, 2009. http://www.atilioboron.com/search?q=guerra+infinita [consulta:
Abril de 2009].
creado por el capitalismo, arropado bajo el traje neoliberal, sigue reproduciendo
ese pacto sobre el uso del dinero y la propiedad privada, del que se sigue el
derecho de la acumulación ilimitada de la tierra.

Igualmente, esta forma renovada de la antigua burguesía propietaria, blanca y


masculina, ha encontrado en los principios fundadores de la teoría liberal de
Locke otro argumento para el logro del proyecto imperial. Locke expresa en el
onceavo párrafo del Segundo Tratado:

“Ello causa que cada hombre en estado de naturaleza tenga derecho


a matar a un asesino, tanto para disuadir a los demás de cometer
igual delito (que ninguna reparación sabría compensar) mediante el
ejemplo del castigo que por parte de todos les esperara, como
también para resguardar a los hombres contra los intentos del
criminal quien, al haber renunciado a la razón, regla y medida común
por Dios dada a la humanidad, declaró, por la injusta violencia y
matanza de que a uno hizo objeto, guerra a la humanidad toda, lo
que le merece ser destruido como león o tigre, como una de esas
fieras salvajes con quienes no van a tener los hombres sociedad ni
seguridad”

El ex presidente norteamericano George W. Bush decía estas palabras ante el


Congreso Norteamericano días después de los hechos sucedidos el 11 de
Septiembre de 2001: Un ataque contra uno es un ataque contra todos. El
mundo civilizado se está alineando junto a Estados Unidos. Ellos comprenden
que si este terror queda sin castigo, sus propias ciudades, sus propios
ciudadanos podrían ser los próximos. El terror sin contestar no sólo puede
derribar edificios, es capaz de amenazar la estabilidad de gobiernos legítimos.

Éste es el modelo inspirador de las intervenciones militares que se han


legitimado gracias a la retórica de los derechos humanos y la democracia.
Enemigos internacionales inventados desde el orden global dominante, como
supuesta amenaza a la seguridad y la paz del mundo. ¿No es el comunista y
ahora el terrorista, esa fiera salvaje de la que habló Locke hace más de tres
siglos?

La “burguesía imperial” se ha encargado laboriosamente de perfeccionar sus


estructuras de hegemonía y dominación, sus dispositivos de formación de
conciencias y de disciplinamiento. Al tiempo que militariza las relaciones
internacionales sigue mimetizado detrás del discurso de los derechos
humanos, como si fuera el gran enviado por la naturaleza y por Dios ha hacer
justicia en el mundo y decidir quienes entran en el espectro de universalidad de
su propio dispositivo.
LOS DERECHOS HUMANOS COMO ACTO POLÍTICO: EL CAMINO HACIA
LA VERDADERA UNIVERSALIZACIÓN

“Y hablo de países y de esperanzas, hablo por la vida, hablo por la nada,


hablo de cambiar ésta, nuestra casa, de cambiarla por cambiar, no más”

Fito Páez. Yo Vengo a ofrecer mi Corazón

Hasta aquí pareciera, que no se ha hecho más sino una crítica a los derechos
humanos. Sin embargo el análisis crítico no recae sobre los derechos humanos
como tal, sino sobre el sistema global que los ha hecho suyos históricamente
para seguir privilegiando su proyecto de dominación.

Si bien, el proceso de normatización de los derechos humanos responde a ese


mismo dispositivo de poder, y no ha logrado de manera efectiva incluir a todos
aquellos que seguimos desprovistos de la garantía de los mismos. Existe en los
derechos humanos una fuente interminable de oportunidades políticas para el
proceso de construcción de una realidad diferente, en la cual logremos derrotar
la subordinación histórica de los derechos civiles y políticos y la emancipación
política, a los derechos económicos sociales y a la auténtica emancipación
humana.

Si el terreno de la Ley ha sido el protagonista fundamental hasta hoy sobre el


cual se ha construido la sombría realidad de los derechos humanos, deberá ser
este mismo terreno en el que se desarrollen muchas de las luchas que nos
lleven a la consagración de una verdadera universalidad de los derechos
humanos. Decía Gregorio Peces-Barba en varios de sus textos que si un
derecho no puede ser alegado, pretendiendo su protección, se puede decir que
no existe.17 En ese orden de ideas, podremos argüir que los derechos
económicos, sociales y culturales no existen, y por tanto esta debe ser la meta
primordial a la que se debe llegar en la lucha por la transformación de las
condiciones actuales de la gran mayoría de los habitantes de este mundo,
lograr la justiciabilidad de estos derechos será un primer paso para posibilitar la
satisfacción de las necesidades de todos los miembros de la familia humana.

Si bien la eliminación de la propiedad privada en el mundo de hoy sería sin


duda la conditio sine qua non para lograr la derrota del sistema-mundo
Europeo/Euro-norteamericano moderno/colonial capitalista/patriarcal que hoy
domina el orden global; proponerlo sería catalogado como una gran utopía en
el mundo de hoy. Sin embargo, si es necesario proponer el emprendimiento de
la lucha contra este sistema, contra el capitalismo global como culpable de la
distribución inequitativa de la propiedad y la riqueza.

Los derechos humanos deberán reelaborarse desde la coordinación y la


articulación de diferentes grupos y sectores sociales, cada uno de los cuales
17
Cfr. PECES-BARBA, Gregorio. Derechos Fundamentales I. Teoría General. Madrid :
Gudiana, 1973, p. 220.
se reconozca en tradiciones políticas e ideológicas y formas de organización
que le son propias, y a partir de la diversidad construir esa universalidad de los
derechos humanos donde desaparezcan definitivamente todas las formas en
las que se encarna ese “homo sacer” del que nos habla Giorgio Agamben.

Es indispensable, que la población en general comprenda que la única lucha


que puede arrojar un resultado positivo es aquella que se construya en
contravía total con todos los presupuestos del capitalismo, el colonialismo
occidental, y el patriarcado. La lucha debe ser en contra, como lo decíamos
anteriormente, contra el cuerpo no contra el ropaje: es decir contra toda la
estructura fundamental de la sociedad burguesa, cualesquiera sean las formas
políticas y económicas que ella adopte.

Y en esta lucha la bandera orientadora serán todos los derechos humanos para
todos los humanos y humanas; así se construirá un nuevo discurso de los
derechos humanos que los valide como acto político, como producto de las
luchas sociales y que los encamine hacia una verdadera universalización.

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