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A la venta el 19 de noviembre

Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

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No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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A la venta el 19 de noviembre
Nº de páginas: 304 – PVP: 17,50 €

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EL GRAN WYOMING
José Miguel Monzón (El Gran Wyoming). Madrileño del barrio de la Prosperidad, hijo
de funcionario y farmacéutica, licenciado en medicina, es un personaje polifacético a su
pesar ya que le fueron despidiendo de todos los oficios con los que intentaba buscarse la
vida. Así, ha ejercido de médico, humorista, actor, guionista, músico y actualmente es
presentador de uno de los espacios de humor e información que más impacto están
teniendo en la audiencia televisiva, El Intermedio (La Sexta). El Gran Wyoming,
abreviado a veces como Gran Wyoming o Wyoming, ha sido también columnista de
prensa y sus artículos pueden leerse actualmente en el diario de Internet Infolibre.

A lo largo de toda su carrera ha recibido innumerables premios, entre otros, el Premio


Ondas por su trabajo en El Intermedio y este mismo año el Premio al mejor presentador
de la Academia de la Televisión. Como escritor es autor de Un vago, dos vagos, tres
vagos (Temas de Hoy, 1990), Te quiero personalmente (Anagrama, 1993), Las
aventuras del mapache (Alfaguara juvenil, 1997), El niño que soñaba despierto
(Agruparte, 2000), así como una ingente cantidad de impresos e instancias que dan fe de
que está vivo. A pesar de su provecta edad, afirma encontrarse en la flor de la vida.
Tiene tres hijos, los cuales han logrado sobrevivir a tan extravagante paternidad.

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NO ESTAMOS LOCOS

Un retrato de lo que somos lleno de humor y fina ironía

Un texto necesario para el momento confuso


que nos ha tocado vivir.

El polifacético José Miguel Monzón, más conocido como El Gran Wyoming, deja por
un momento la televisión para ofrecer a los lectores un relato, lleno de humor, ironía y
crítica social en el que cuenta crudamente porqué estamos atrapados en este terrible
momento político e ideológico.
Con intención de hacer pensar al lector y de que le entren ganas de rebelarse, Wyoming
usa una prosa sin adornos que nos muestra el origen de lo que estamos viviendo en la
actualidad.
Un texto necesario para el momento confuso que nos ha tocado vivir. Un texto que no
va a dejar a nadie indiferente, porque el autor pone los puntos sobre las íes a la
actualidad. Un texto serio que analiza con profundo sentido crítico las situaciones por
las que estamos pasando.
No estamos locos es un libro para agitar la memoria histórica y escrito de memoria, en
el que el autor pone un punto de sensatez a la realidad. Su lectura es un constante
travelling de acercamiento a hechos que están sucediendo en los tiempos que corren,
que no por conocidos dejan de ser interesantes y casi siempre desconsoladores, y que
han tenido, para tristeza de este país, repetidos antecedentes desde hace un par de siglos.
El libro es un “tratado que pretende ser un humilde referente de la peculiar historia del
ser humano llamado español, desde sus orígenes hasta nuestros días. El lector
encontrará respuestas a preguntas tan frecuentes como: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?,
¿adónde voy? Y, sobre todo, ¿por qué se lo llevan con tanto descaro?”.
Se trata, pues de “un proyecto muy ambicioso”, no tanto por las preguntas, sino por la
personalidad y el perfil del autor, hombre que al comenzar a escribir ha tenido que
inventar todo, ya que “este tipo de trabajos se abordan desde el conocimiento o la
erudición”, cualidades de las que el autor afirma carecer. De ahí que en el libro no
aparezca el típico apartado dedicado a la bibliografía. No se ha recurrido a libros de
consulta, sino, más bien al contrario, está escrito “de cabeza”.
¿Es una obra objetiva? Rotundamente no. “Este libro está escrito desde el desprecio.
Ese mismo que sienten los que llevan en el poder desde hace siglos, salvo breves
períodos de interinidad, por este pueblo llano (…). Tampoco es un tratado complaciente,
porque la desvergüenza delictiva de la élite que nos gobierna en lo político y en lo
económico no tiene equivalente o referente en nuestros vecinos del norte y, no digamos,
del Lejano Oriente, donde los presuntos expoliadores de lo público dimiten y, más tarde,
en algunos casos, se suicidan. Nosotros no conocemos ni la primera fase, aquí el
presunto brama exigiendo el restablecimiento del honor, pero jamás de lo sustraído”.

www.novedadesplaneta.es comunicacioneditorialplaneta@planeta.es
No estamos locos es un libro coral de la derecha española, con un reparto de lujo, en el
que no falta nadie. Desde Franco hasta nuestros días. Es un álbum de los ¿líderes?
sociales, políticos y económicos (todos ellos liberales, por supuesto). Un retrato ácido,
de aquellos que nos han gobernado o gobiernan. Por sus páginas desfilan presidentes de
gobierno con sus ministros y adláteres en las comunidades autónomas, diputaciones y
ayuntamientos. Los que ponen voz a este país, en muchas ocasiones con gruesas
palabras. Y les acompaña la larga sombra de algunas de sus decisiones más turbias.
No faltan los padres de la Constitución, la mayoría venida del Antiguo Régimen; ni los
artífices de la Transición, muchos de ellos con pasado en el Antiguo Régimen; ni los
ministros democráticos con pasado azul mahón o rojos de turbio currículum convertidos
ahora en ideólogos de la derecha; ni los empresarios egoístas y trincones, ni los curas
que trabajan en monopolio para el Estado, ni los jueces plegados al poder ejecutivo.
Todos haciendo patria bajo la bandera de la “Marca España”. Una idea reforzada con el
papel “muy español de estar al servicio de personajes patéticos aclamados por huestes
que jamás osan contradecir al líder”.

La “marca España”
Es uno de los hilos conductores del relato. Es el estigma de muchos de los personajes
que habitan en la fauna hispana, es el sello que llevan muchas de actuaciones y
decisiones que han tomado nuestros políticos conservadores, es el rasgo que los define.
“Nuestra derecha es ‘marca España’, y aunque todas las derechas persiguen el mismo
fin, sacar la mayor cantidad de pasta en el menor tiempo, en otros sitios se respetan las
formas, y al ciudadano, que es el que paga la fiesta, le hacen creer que a él también se le
respeta. Aquí ni nos dirigen la palabra y cuando lo hacen es para cuestionar nuestra
inteligencia”.
Y tras la definición global, el autor acerca el foco: “Esta derecha nuestra es cerril,
inculta, intransigente y cruel”, y cree que “nuestra derecha debería aceptar con más
deportividad las reglas del juego”, y le pide que para ser demócrata asuma dos
obligaciones: “Respeto a los profesionales de la información (…) y ejercer de tal. Dejar
de comportarse como un tirano del Medievo”.

El ser (humano) español


El sujeto que padece todos estos lamentos es el “ser español” como lo define el autor.
“De todas la variedades del ser, a nosotros nos tocó el “español”.
¿Y cómo es el “ser español”? “Queremos ser como nuestros más odiados enemigos del
norte. ¿Por qué? Porque nos tienen envidia”. Cuando lo más normal es que fuera al
contrario, porque el norte es el modelo, aquí hacemos gala de una altanería que “se
transforma, cuando la ocasión lo requiere, en la internacionalmente reconocida “furia
española”, que es nuestra mayor aportación al motor que mueve la historia”.
Un “ser español” que a veces saca pecho: “Ese privilegio de no pagar impuestos ha
marcado nuestros cromosomas a fuego y nos resistimos a soltarlo. Todos los españoles
sienten en lo más profundo de su ser la dualidad que heredan de este noble origen. Por
un lado, la pertinaz resistencia a cumplir con las obligaciones fiscales, y, por otro, la

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necesidad de decir a la primera oportunidad: ‘Usted no sabe con quién está hablando’
(…). Somos contradictorios, duales, esquizoides y pícaros”.
Un “ser español” abierto y campechano que “cuando logramos proezas deportivas o
mandan a alguien de un pueblo serrano a la estratosfera, nos sale el nacionalismo
carpetovetónico y formamos hordas que gritan al unísono frases absurdas; bebemos, nos
abrazamos con desconocidos; bebemos, nos pintamos la cara como la gente de los
bosques; bebemos, sentimos el orgullo de ser español en lo más profundo del ser, y
bebiendo entonamos cánticos regionales”.
Y concluye: “El español tiene alguna tara de diseño adquirida durante su evolución que,
dicho sea de paso, no ha sido mucha, pues tiende más bien a lo contrario, a la
involución”.

Vivir en la contradicción
España y los españoles somos un pueblo de contradicciones, de blancos y negros
fuertemente contrastados. Y como tal, la política tampoco queda exenta de esas. Es ahí
donde se ven esas dobles personalidades, a veces tan difíciles de entender. Dice que el
autor que “podemos ver corruptos convictos dando clases de ética en televisión, e
incluso proponiéndose para administrar la cosa ‘pública’”. Pero no es de ahora esta vida
contradictoria. Las raíces podemos encontrarlas allá por el absolutismo de Fernando VII
en los albores del siglo XIX, o en la extraña dualidad de un “obrero de derechas”, o ser
protagonista en los últimos años de la Dictadura y luego padre de patria en la
Transición; o ver a un tesorero repartir sobres a diestro y siniestro.

Todo por la patria… y por la pasta


“El español ha sido un pueblo que, desde que tenemos memoria, ha estado sometido.
Nuestra historia está plagada de reyezuelos, tiranos, sátrapas, militares medrantes,
aristócratas decadentes y, en general, gobernantes incapaces que llegaban al poder
gracias a su intransigencia y crueldad, con una característica común: un inmenso amor a
la patria solo comparable al que cursaban al dinero, unido a un desprecio de la misma
dimensión por su pueblo; y todo ello, claro está, con la bendición de una Iglesia que
legitimaba sus crímenes y atropellos a condición de recibir su parte del botín, que le ha
permitido, entre absolutistas y dictadores, juntar un patrimonio mayor que el del propio
Estado”.

Una España en tres


En No estamos locos vemos con claridad lo que significa el “Spain is different, tan
conocido dentro y fuera de nuestras fronteras. El autor lo demuestra: “Spain is different,
y los españoles ni te cuento. De puro different, son different entre sí. Dicen que ese
empeño de Franco en que España fuera “una” no cuajó mucho y la mayoría cree que
hay al menos dos. Tres, si tenemos en cuenta el aspecto económico. Claro que la tercera
no está aquí, sino acullá, donde paradójicamente guardan sus dineros los fanáticos
partidario de la España “una”. Una España que son tres y que se resume en que aquí

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siempre han mandado los mismos, se lo han llevado los mismos y siguen pagando los
mismos”.

Los neoliberales
Nuevos conceptos se han instalado entre los político españoles más conservadores. Ser
liberal, que procede de libertad, ha sido tomado por la derecha como estandarte para
enmascarar una política económica agresiva. “Esta crueldad, este desprecio hacia el
bien común, responde a una causa aún más noble que el amor patrio, que el respeto a los
ideales o creencias religiosas: el lucro personal. Ese es el primer mandamiento, y el
único, llegado el caso, por el que se rige el llamado “neoliberal” en economía: forrarse a
costa de lo que sea, por encima de lo que sea y aplastando a quien se ponga en el
camino”.

Palabra de Aznar
Tampoco olvida el autor el papel desarrollado por José María Aznar, el presidente que
llegó para “sacar a España del rincón de la historia”. Y nos sacó de golpe: fuimos a la
guerra de Irak donde buscábamos armas de destrucción masiva; fue autor de la Teoría
de la Conspiración tras el 11-M; casó a su hija de la forma menos modesta que podamos
imaginar y que se convirtió en la convención de personajes del Caso Gürtel (asistieron
18 imputados), y dejó frases tan demoledoras como cuando definió a los manifestantes
como “perros que ladran su rencor por las esquinas”.

Fidelidad popular
Agencias de calificación que nos han suspendido constantemente, una prima de riesgo
que nos ha quitado la confianza de los inversores, casos de corrupción por todos puntos
cardinales, concentración de poderes en las mismas manos (“político, judicial,
económico y espiritual”) o nefastas gestiones de diferentes crisis no han sido suficientes
motivos para que los votantes del PP les sean infieles.
Lo del PP y sus votantes es como un “auténtico matrimonio”. En la salud y en la
enfermedad. “Disfrutan de una gran fidelidad. Parece que les votan siempre los mismos,
hagan lo que hagan”. Y de ahí esas mayorías absolutas que trituran sin piedad cualquier
iniciativa que surja de la oposición.

¿Crítico pesimismo?
Sin abandonar su espíritu crítico, el autor de No estamos locos cree que “El panorama es
desalentador. Con motivo de la crisis (…) han desarrollado esa tormenta perfecta que
nos está llevando a un puerto donde nadie quería ir (…) El resultado es devastador.
Habría que remontarse muchos decenios para encontrar un estado de penuria semejante”.
Y remata el libro con 17 puntos en los que resume cómo estamos en la actualidad. Se ha
pasado del estado de bienestar al estado de corrupción, de ser aconfesionales a estar

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arrodillados de nuevo; hemos perdido derechos sociales, han llegado los recortes en
Educación y Sanidad, así cómo se mutilan algunas leyes por las que hubo que luchar
mucho tiempo y duramente; incluso, se cuestiona el papel de la democracia en algunos
‘sectores salvapatrias’.
Y la firma del autor queda plasmada en la última frase del libro: “Haga usted como yo:
no se meta en política”.

EL LENGUAJE

El lenguaje de No estamos locos es fresco, ágil, dinámico y popular, en el que destaca la


ironía y el sentido del humor por encima de todo. A lo largo de las páginas se usan con
frecuencia términos que no aparecen en el DRAE porque tienen su origen en el caló, el
lenguaje carcelario, el argot de barrio o, simplemente, desconocido, de los que el autor
da buena explicación al pie de página, sus únicas anotaciones. Destacar también
divertidas definiciones que el Gran Wyoming acuña en sus páginas como “delincuencia
de altos vuelos” (llamada así por su amor al jet privado) o “vida intelectual” (afán de
rehuir el esfuerzo físico), que inevitablemente pondrán una sonrisa en la cara de los
lectores.

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