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Más que un simple acompañante

1 Cada vez que estaba en compañía de otros evangelizadores, el apóstol Pablo

procuraba que se produjera “un intercambio de estímulo” (Rom. 1:12). Y nosotros,


¿aprovechamos el tiempo que pasamos con nuestros hermanos en el ministerio para
ayudarnos y animarnos mutuamente? En vez de ser simples acompañantes, ¿por qué
no conversamos sobre lo que nos ha ayudado a mejorar nuestro servicio?
2 Infundamos confianza. Algunos publicadores se sienten inseguros, lo cual se refleja

en su cara o su tono de voz. Los elogios sinceros pueden ayudarlos a adquirir mayor
confianza. ¿Qué otras cosas pueden contribuir a que se sientan más seguros? Cierto
superintendente viajante les confiesa a los hermanos con quienes predica que él
también se pone nervioso y que tiene que orar a menudo a fin de que Jehová le dé paz.
Otro hermano comenta qué lo ayuda a reflejar calma: “Es bueno sonreír. Pero a veces
estoy tan nervioso que si no oro, no me sale ni una sonrisa”. ¿Hay algo que nos haya
servido para ganar confianza en el ministerio? ¿Qué tal si se lo contamos a nuestros
compañeros?
3 Intercambiemos ideas útiles. ¿Hay alguna frase o pregunta que nos haya servido para

entablar buenas conversaciones, tal vez sobre algún suceso conocido? ¿Nos ha dado
buenos resultados añadirle algún toque ingenioso a una presentación modelo? No nos
guardemos esas ideas (Prov. 27:17). De camino a una revisita, podríamos decirle a
nuestro compañero lo que esperamos lograr y cómo nos proponemos conseguirlo.
Y después de un estudio bíblico, podríamos explicarle por qué destacamos
determinada idea o versículo o por qué hemos visto necesario usar cierto método de
enseñanza con el estudiante.
4 Los cristianos del siglo primero no solo se preocupaban por ayudar a la gente a la que

le predicaban; también procuraban edificarse mutuamente (Hech. 11:23; 15:32). Por


eso, el apóstol Pablo preparó al joven Timoteo y lo animó a transmitir a otros lo que
había aprendido (2 Tim. 2:2). Si nosotros también transmitimos a nuestros hermanos lo
que hemos aprendido, efectuarán su ministerio con más entusiasmo y mayor eficacia.
Y sobre todo, complaceremos a nuestro Padre celestial (Heb. 13:15, 16).
[Preguntas del estudio]
1. ¿Cómo podemos imitar al apóstol Pablo cuando salimos a predicar con nuestros
hermanos?
2. ¿De qué maneras podemos infundir confianza en nuestros compañeros, y por qué
diríamos que esto es importante?
3. ¿Qué ideas útiles podríamos intercambiar con nuestros compañeros en el
ministerio?
4. ¿Por qué debería interesarnos ayudar a nuestros compañeros de predicación?

Aprovechemos nuestra ruta de revistas para comenzar estudios bíblicos


1 Por años, la organización de Jehová nos ha estado animando a tener una ruta de
revistas, es decir, a llevarles las revistas periódicamente a quienes les gusta leerlas
pero no desean que les demos clases bíblicas. ¿Por qué? Porque la lectura de las
revistas va abriendo el apetito de la gente por la Palabra de Dios (1 Ped. 2:2). Y no es
raro que alguien lea algo que le llegue al corazón y se decida a estudiar la Biblia.
2 Reguemos las semillas de la verdad. En vez de dejar las revistas y marcharnos,
conversemos con las personas para tratar de ir abriendo las líneas de comunicación.
De este modo es más probable que conozcamos sus circunstancias, intereses y
creencias, lo cual nos permitirá saber de qué temas hablar y cómo abordarlos
(Prov. 16:23). Claro, esto exige que nos preparemos bien. Busquemos un punto de las
revistas y un texto bíblico relacionado que podamos destacar brevemente. Así
estaremos regando las semillas de la verdad plantadas en su corazón (1 Cor. 3:6).
No olvidemos apuntar la fecha de cada visita, las publicaciones que entregamos, así
como el tema y los versículos que hayamos analizado.
3 Cada cuánto volver. Para llevarles las revistas a las personas de nuestra ruta
tenemos que visitarlas una vez al mes. Pero se puede volver más a menudo,
dependiendo del grado de interés de las personas, así como de las circunstancias. Una
o dos semanas después de dejarles las revistas, podríamos regresar y decir: “Solo
quería mostrarle algo muy interesante que leí en las revistas que le dejé”. Esto quizás
sirva para despertar su interés en algún artículo. Si alguien nos dice que ya lo ha leído,
podríamos preguntarle su opinión y conversar un poco sobre ese tema. Y a quien le
gusten nuestras publicaciones, le podemos presentar el tratado, folleto o libro que se
esté ofreciendo ese mes.
4 No hay que esperar a que alguien nos pida un estudio. Más bien, tomemos la
iniciativa. Aunque en un principio la persona no lo haya aceptado, de vez en cuando
podríamos resaltar información de la serie de La Atalaya “Preguntas sobre la Biblia” y
tratar de analizarla con ella. Tal vez así comencemos un estudio bíblico en la puerta.
Y si no lo logramos, sigamos llevándole las revistas y cultivando su interés.
[Preguntas del estudio]
1. ¿Por qué nos ha animado la organización de Jehová a tener una ruta de revistas?
2. ¿Cómo podemos cultivar el interés de las personas de nuestra ruta?
3. ¿Cada cuánto tiempo podríamos visitar a las personas de nuestra ruta?
4. ¿Qué podríamos hacer para comenzar un estudio bíblico con alguien de nuestra
ruta de revistas?

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