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PUGNA POR EL PODER: STALIN VS TROTSKI

La burocracia partidaria era una creación intencional de Lenin. Éste no sólo desconfiaba,
sino que detestaba profundamente a la antigua burocracia imperial, entre otras razones
porque se veía obligado a utilizarla. Deseaba contar con su propio cuerpo de
funcionarios, más o menos como los zares (de nuevo la siniestra analogía) habían
creado una “cancillería personal” para esquivar el sistema del gabinete y el gobierno
responsable. El 9 de abril de 1919, con el propósito de contrarrestar los “males de la
antigua democracia”, Lenin emitió un decreto que establecía un Comisariato del Pueblo
de Control Estatal, que debía vigilar a los funcionarios oficiales y, cuando fuese
necesario, sustituirlos por personas dignas de confianza. Designó a Stalin comisario
de esta oficina; de hecho, ésta fue la primera tarea independiente de gran importancia
que afrontó Stalin.
Lo que agradaba a Lenin con respecto a Stalin era, sin duda, su enorme capacidad para
soportar las tareas tediosas tras un escritorio. Un hombre como Trotsky se sentía
bastante satisfecho en la acción violenta o en la polémica fuerte, tanto oral como por
escrito. Lo que le faltaba era la disposición a descargar, día tras día y mes tras mes, la
dura tarea de dirigir la máquina del partido o el Estado. En este sentido, Stalin
manifestaba un apetito insaciable y, como parecía que no poseía ideas propias o más
bien que adoptaba las de Lenin tan pronto le eran explicadas, éste derivó un número
cada vez más elevado de despachos y de tareas burocráticas detalladas a esta paciente
y entusiasta bestia de carga.
En el Octavo Congreso del partido, durante la primavera de 1919, fueron creados tres
nuevos organismos muy importantes: un secretariado del Comité Central (formado por
seis miembros), un Buró de Organización (Orgburó) que debía dirigir al partido día tras
día, y un Buró Político o Politburó de cinco miembros, encargado de “adoptar decisiones
en los asuntos que no admitiesen demoras”. Para evitar los peligros de un choque
entre estos tres organismos, se estableció una integración interrelacionada. El
nombre de Stalin apareció tanto en el Politburó como en el Orgburó.
Gracias a esta multiplicidad de cargos, que incluía el desempeño en otros comités
importantes y al ejercicio de su capacidad de trabajo, durante los años 1919 a 1921, y
sin duda en cumplimiento de las instrucciones de Lenin y con su total apoyo, Stalin
comenzó a desplazar hombres en las laberínticas jerarquías del partido, el gobierno y
los órganos soviéticos, con el propósito de obtener una máquina más homogénea,
disciplinada y dócil, que respondiese por completo a la voluntad de Lenin. De ese modo
adquirió un conocimiento inmensamente detallado de las personalidades, en Rusia
entera tanto como en el centro, y poco a poco formó su propio grupo, pues llegó a

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conocérselo como el más consecuente proveedor de cargos. Durante todo este
período fue el instrumento de Lenin. Era el burócrata perfecto y había encontrado el amo
perfecto; era un hombre dotado de una voluntad enorme y un sentido absolutamente
claro de la orientación.
Es significativo que las manipulaciones de Stalin en los recesos del partido comenzaron
a manifestarse por primera vez en el Décimo Congreso del Partido en 1921, cuando
Lenin consiguió que el partido renunciara al poder sobre sí mismo. Este procedimiento,
que en la práctica otorgó al Comité Central el derecho de dictar sentencias de muerte
aplicables a todos los afiliados (incluidos los propios miembros del Comité), determinó
que Lenin se viese obligado a poseer una mayoría absolutamente segura de dos tercios
en el Comité Central. Stalin la suministró. El Comité Central recientemente elegido
incluía a muchos hombres que ya estaban vinculados con él: Komarov, Mijhailov,
Yaroslavsky, Ordzhonikidze, Voroshilov, Frunze, Molotov, Petrovsky, Tuntal y otros
miembros candidatos como Kirov, Kuibyshev, Chubar y Gusev. Ésta era la legión dócil
reclutada por Stalin en beneficio de Lenin. También se mostró sumamente activo
en la nueva Cancillería Personal o Secretariado de Partido, que comenzó a
desarrollarse casi con tanta rapidez como la Cheka y por razones análogas. En mayo
de 1919, este organismo tenía un personal que llegaba a la cifra de treinta; ese número
se elevó a 150 hacia el Noveno Congreso del Partido, en marzo de 1920; y el año
siguiente, cuando Lenin destruyó la democracia en el partido, incluía a 602 personas,
más su propio plantel de 140 individuos, integrado por los guardias y los mensajeros.
Finalmente, en el Undécimo Congreso del Partido, Lenin dio a Stalin la posesión
formal de este pequeño imperio privado que había creado con tanta dedicación,
pues lo convirtió en secretario privado del partido, y sus secuaces Molotov y
Kuibyshev fueron los ayudantes.
Uno de los bolcheviques, Preobrazhensky, protestó contra esa concentración del poder
en la persona de Stalin. ¿Era “concebible”, preguntó, “que un hombre pudiese atender
el trabajo de dos comisariatos, así como la labor del Politburó, el Orgburó y una docena
de comités del partido”? Al parecer, no se hizo caso de la protesta. Dos meses
después, Lenin sufrió su primer ataque. Pero había completado la tarea. Había
construido de manera sistemática en todos los aspectos esenciales la estructura
más detallada de la tiranía estatal que el mundo había visto hasta ese momento.
La nueva utopía despótica de Lenin carecía de tales contrapesos o inhibiciones. La
Iglesia, la aristocracia y la burguesía habían sido barridas. Todo lo que quedaba era
propiedad del Estado o se encontraba bajo su control. Todos los derechos
correspondían al Estado, y en él, enorme y cada vez más desarrollado, hasta los más
delgados filamentos de poder se concentraban en manos de un grupo minúsculo de

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hombres y, en definitiva, de un hombre. Por supuesto, existía una complicada y
pretenciosa estructura de representación, pero hacia 1922 no tenía el más mínimo
significado.
En el último Congreso del Partido al que asistió Lenin, su imaginería tuvo más que nunca
perfiles militares: rifles, ametralladoras, pelotones de fusilamiento. “Es indispensable”,
dijo, “castigar de manera rigurosa, severa, inflexible, la más leve falta de disciplina”.
También expresó:
“Nuestros tribunales revolucionarios deben fusilar”. No se trataba de que esa actitud
fuese “deseable”, sino que era absolutamente indispensable. No es que fuese “posible”,
sino que era obligatorio. Lenin redacto personalmente el párrafo que continúa:
“La propaganda, la agitación y la participación en una organización o la cooperación con
organizaciones que tiendan[...] a ayudar en lo más mínimo al sector de la burguesía
internacional, que no reconoce los derechos iguales del sistema comunista que ha
venido a ocupar el lugar del capitalismo, y que intente derrotarlo por la fuerza, sea a
través de la intervención, el bloqueo, el espionaje, el financiamiento de la prensa o
cualquier otro medio, pueden ser castigadas mediante la muerte o la cárcel”.
Ciertamente, Lenin nunca manifestó el más mínimo pesar en relación con la obra de su
vida, aunque durante los últimos dos años y medio fue un ser enfermo, irritado, frustrado
y, en definitiva, impotente. Se afirma que hacia el final reconoció en Stalin al
monstruo en ascenso que en efecto era y que trató desesperadamente de
acrecentar la influencia de Trotsky como una especie de contrapeso. Uno desearía
creer que Lenin se convirtió en víctima de su propio despotismo, pero los hechos de
ningún modo están claros. Sin embargo, existe un elemento sugestivo y siniestro. Como
parte de su proceso de deshumanización, Lenin había insistido desde el comienzo
de su gobierno en que los órganos partidarios se interesaran por la salud de los
principales miembros del partido y les ordenaran, sobre la base del consejo
médico, que se tomaran licencia, se hospitalizaran y descansaran. A mediados de
1921, Lenin comenzó a sufrir severas jaquecas. El 4 de junio, el Orgburó le ordenó que
tomara licencia. Lenin desobedeció la orden. Se tomó un descanso de un mes en julio
y luego comenzó a trabajar menos. En agosto llegaron nuevas órdenes del Politburó.
Reanudó el trabajo normal el 13 de septiembre, después de casi tres meses. Pero a
principios de diciembre su salud empeoró y Lenin pasó más tiempo en su casa de campo
en Gorki, en las afueras de Moscú. Durante las primeras semanas de 1922 se
impartieron otras órdenes, en el sentido de que debía trabajar poco o descansar del todo
y, en teoría, debía visitar Moscú sólo con autorización del secretariado del partido.
Ejerció su influencia a lo largo del Décimo Congreso del Partido, pero oficialmente
presidió unas pocas comisiones. Había salido de Moscú para iniciar un nuevo descanso

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cuando sufrió su primer ataque, el 25 de mayo de 1922. Tuvo que retirarse de la
actividad durante varios meses y, cuando regresó al trabajo, el 2 de octubre, el
secretariado, en nombre del Comité Central, impuso un régimen riguroso y le
impidió el acceso a los documentos. No cabe ninguna duda de que Stalin fue el
agente más activo de esta restricción médica, y el 18 de diciembre él mismo se había
designado formalmente supervisor de la salud de Lenin.
Esta situación condujo de manera directa a la ruptura entre Lenin y Stalin. Este último
descubrió que Lenin había estado trabajando en secreto, contrariando las órdenes del
partido, y sobre todo que había estado dictando cartas a su esposa. Insultó por teléfono
a Krupskava y amenazó con someterla a una investigación de la Comisión Central de
Control.
El 24 de diciembre Lenin dictó su “testamento”. En él analizaba a seis líderes soviéticos
dando sus nombres. Decía de Stalin que tenía demasiado poder y que podía usarlo con
escasa precaución. Afirmaba de Trotsky que estaba “en exceso preocupado por el
aspecto puramente administrativo de las cosas” (“administrativo” era el eufemismo que
Lenin utilizaba para referirse a la fuerza y el terror). La noche del 30 de diciembre, Lenin
dictó otra nota, que mostraba una hostilidad cada vez más acentuada hacia Stalin, y sus
dos últimos artículos fueron ataques a la Comisión de Control de Stalin. El 4 de enero
de 1923 Lenin agregó una posdata a su “testamento”: “Stalin es demasiado grosero [...]
y eso resulta intolerable en un secretario general. Por lo tanto, propongo a nuestros
camaradas que consideren el medio de apartarlo de ese cargo”.
La noche del 5 de marzo, Lenin escribió a Stalin, reprendiéndolo por los insultos
telefónicos a su esposa y diciéndole que debía disculparse o afrontar “la ruptura de
relaciones entre nosotros”. Cuatro días después sobrevino el segundo y más grave
ataque, que privó a Lenin del habla, el movimiento y el pensamiento. El último ataque
provocó su muerte, en enero de 1924; pero a esa altura de las cosas su actividad había
cesado totalmente. De este modo, Lenin legó a su sucesor todos los elementos de
un despotismo personal que funcionaba febrilmente.
El sucesor evidente era Trotski, el cerebro político y la figura pública más destacada
entre los líderes revolucionarios. Anatoli Lunacharski, también él un gran orador, definió
a Trotski como el mayor orador de sus tiempos: «Su impresionante aspecto, sus gestos
atractivos y amplios, el poderoso ritmo de su discurso, la voz alta pero que nunca cansa,
la extraordinaria coherencia y habilidad literaria de su expresión, la riqueza de las
imágenes, la ironía incisiva, el profundo patetismo, la lógica rígida, clara como el acero
bruñido: ésas son las virtudes de Trotski como orador». Pero Lunacharski añadió,
asimismo: «Su colosal arrogancia y su incapacidad o poca disposición a mostrar

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bondad humana o a ser atento con las personas, la ausencia de ese encanto que
siempre rodeó a Lenin, condenó a Trotski a cierta soledad».
A ojos de muchos bolcheviques, Trotski era demasiado listo. Preferían la mediocridad,
más segura a su modo de ver, que al intelectual peligrosamente inspirado. En sus
maniobras para ocupar una posición después de la muerte de Lenin, Stalin consiguió
eliminar a sus opositores uno por uno. Primero logró el apoyo de Kámenev y
Zinóviev contra Trotski, que estaba aislado al frente de una pequeña «oposición
de izquierdas». Los aliados de Stalin se dieron cuenta demasiado tarde de que
aspiraba a acaparar todo el poder. En el XIV Congreso del Partido Comunista en
diciembre de 1925, Kámenev declaró. «He llegado a la conclusión de que el
camarada Stalin no puede desempeñar el papel de unificador de la plana mayor
bolchevique... Estamos en contra del gobierno de un solo hombre, estamos en
contra de la creación de un líder».
Cuando se publicó el testamento de Lenin en el extranjero, Stalin respondió con
descaro. Presentándose modestamente como una «figura menor», reconoció la
acusación de que era «brusco»: «Eso es bastante cierto. Sí, camaradas, soy brusco con
quienes destruyen y dividen el partido con perfidia». Acusó a Trotski y sus aliados de
«una insidiosa campaña de calumnias contra Lenin». Llamó la atención respecto al
hecho de que Trotski, Zinóviev y Kámenev eran judíos. En su respuesta, Trotski no se
quedó corto: llamó a Stalin «el cavador de tumbas de la revolución».
Condenado por «pequeñoburgués desviacionista», Trotski fue expulsado del partido,
deportado a Kazajstán y, en 1929, desterrado de la URSS. Al mismo tiempo, Zinóviev y
Kámenev fueron marginados. Durante la siguiente década, en Turquía, Francia,
Noruega y finalmente en México, Trotski llevó a cabo una feroz campaña de propaganda
contra Stalin, que no concluyó hasta que lo asesinó un sicario de Stalin en 1940.
La lucha por la sucesión política estaba ligada a un debate ideológico acerca de
la dirección de la política económica soviética. Trotski, que había perdido la
esperanza de que estallara una revolución en la Europa industrializada, creía que la
supervivencia del bolchevismo dependía de una rápida industrialización en Rusia. En
1923, pidió una «dictadura de la industria»: un programa de desarrollo para la industria
estatal planificado centralmente. Lo apoyó el economista Yevgeny Preobrazhenski,
quien defendió «la acumulación socialista primitiva», es decir, extraer del
campesinado el capital para la inversión industrial por medio de impuestos y
políticas de precios. Semejante medida, naturalmente, habría reavivado el
antagonismo entre la ciudad y el campo, sofocado con la adopción de la NEP. Los
llamados «derechistas», dirigidos por Nikolái Bujarin, sostenían que eso sería un suicidio
político para los bolcheviques. Defendían concesiones continuas a los intereses rurales

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incluso reconociendo que eso entrañaría la construcción del socialismo «a paso de
caracol». Repitiendo las palabras de Guizot, Bujarin dijo a los campesinos en 1925:
«Enriqueceos!». Más tarde estas palabras serían empleadas contra él.
Después de derrotar a la «izquierda», Stalin volcó su atención en los supuestos
«derechistas». En el XVI Congreso del partido de 1929, derrotó a Bujarin y sus
partidarios, acusados de «una forma enmascarada de lucha contra el partido. Todos
ellos fueron destituidos de sus cargos. Para entonces, Stalin se había convertido en
amo y señor indiscutible de la URSS.
Antiguo seminarista de Georgia, hijo de zapatero y lavandera, Stalin no era un intelectual
brillante como Trotski, ni un magistral analista político como Lenin. Pero no era ningún
cabeza hueca. En el Seminario Espiritual de Tiflis, sacó las mejores notas en casi todas
las asignaturas, incluidas las Sagradas Escrituras, matemáticas y canto greco-
eslavónico. Buena parte de su éxito inicial se debió a que sus compañeros lo
subestimaron.
A MODO DE RESUMEN:
Como secretario general del Partido desde el Congreso de 1922 y como único dirigente
que pertenecía a la secretaría, al Politburó y al Orgburó -esto es, a las instituciones
rectoras del país-, en un sistema en el que verdadero centro del poder era el Partido y
no el gobierno, Stalin controlaba ya las claves de ese poder, el aparato central del PCUS,
antes incluso de la enfermedad final de Lenin, que se declaró en mayo de 1922, y mucho
antes, por tanto, de que se abriese la pugna por su sucesión.
Con todo, la elevación de Stalin al poder no fue ni inmediata ni inevitable. En ello fue
determinante:
 el control que ejercía sobre la secretaría del Partido desde 1922 y la red de
alianzas con líderes locales y elementos de la burocracia que gracias a ello pudo
construir.
 Pero igualmente decisivos fueron su gran habilidad táctica, los errores de sus
rivales -y en especial, de Trotsky -, la capacidad de Stalin para monopolizar la
herencia de Lenin y, sobre todo, la coherencia de la que iba a ser su gran tesis,
"el socialismo en un solo país", con las necesidades de la URSS. Porque, a la
postre, el conflicto por el poder que estallaría a la muerte de Lenin fue mucho
más que un choque de personalidades, por más que los estilos y talantes de
Trotsky -judío, cosmopolita, culto, lúcido, apasionado por la literatura y el arte,
escritor e intelectual brillante y mordaz- y Stalin, georgiano de origen
modestísimo, que apenas había salido de Rusia, que no conocía más idioma
que el ruso, taciturno, rudo, astuto, tenaz, desconfiado, sobrio y poco
comunicativo, resultaran incompatibles.

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La lucha por el poder expresó hondas diferencias ideológicas sobre la concepción de la
revolución y del partido, y paralelamente, profundas diferencias sobre las prioridades de
la política económica y las necesidades en la construcción de la URSS.
Aunque las divergencias existieran desde antes, fue la aparición a fines de 1922 de la
"troika" (alianza) integrada por Zinoviev1, Kámenev y Stalin como posible bloque
dirigente del Partido, lo que desató el debate.
En octubre de 1923, casi al mismo tiempo que 46 conocidos dirigentes -Preobrazenski,
Rakovsky, Smirnov y otros- reclamaban la reconducción del proceso económico,
Trotsky denunció "el régimen de partido" que se estaba creando y la progresiva
"burocratización de su aparato". En artículos y folletos posteriores, como El nuevo curso
y Lecciones de Octubre, a la vez que acentuaba sus críticas al partido, perfiló lo esencial
de su pensamiento:
 recuperación del espíritu y de los ideales de octubre de 1917,
 reafirmación de los principios bolcheviques en el PCUS,
 revolución permanente,
 y una nueva y más enérgica política económica que impulsase la
industrialización y el socialismo.
Tal vez, Trotsky se postulase así para asumir la sucesión de Lenin. Pero, en cualquier
caso, lo hizo muy mal. Sus críticas se alternaron con largos silencios; enfermo, ni
siquiera asistió a los funerales de Lenin; desinteresado en la gestión diaria del Partido,
no acudía a las reuniones de los órganos de dirección del mismo. El caso Trotsky
revelaba que, bajo la apariencia de unidad que le había dado Lenin, el PCUS estaba
profundamente dividido.
Tres grandes cuestiones fueron las razones de la ruptura:
 el ritmo de la industrialización,
 el papel del sector privado en la economía soviética
 y el dilema revolución internacional/revolución rusa.
Esto último, en concreto, adquirió nuevo y particular relieve cuando, frente a las tesis de
Trotsky -que todavía en 1923 creía posible la revolución en Alemania, Bulgaria y China,
como la creería posible en Gran Bretaña, en 1926, a la vista de la huelga general que
allí tuvo lugar dicho año-, Stalin propuso (1924) la idea del "socialismo en un solo país",
esto es, la tesis de que la revolución mundial exigía previamente la consolidación y

1
Fue un revolucionario bolchevique y un político comunista de la Unión Soviética. Nació en
Elizabetgrad y murió en Moscú. Fue amigo de Lenin y condenado al destierro y a la prisión.
Después de la muerte de Lenin formó el triunvirato directivo del Estado junto a Stalin y Kámenev.
El 25 de agosto de 1936 murió ejecutado junto a Kámenev por acusación de oposición a Stalin.

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defensa de la revolución soviética y, por tanto, la subordinación de la política comunista
internacional a los intereses de la Unión Soviética.
La contraofensiva de Kámenev, Zinoviev y Stalin hizo que, en enero de 1925, Trotsky
dimitiera como comisario de la Guerra. Vino, luego, la ruptura entre Kámenev-Zinoviev,
que integraron lo que se llamó Nueva Oposición, y Stalin, por la oposición de aquéllos
a la tesis nacional del Secretario General y a la política de contemporización con el
sector privado agrario.
En diciembre, el XIV Congreso del PCUS aprobó la tesis del "socialismo en un solo país"
y desautorizó a la Nueva Oposición. En julio de 1926, el comité central del Partido
(donde Stalin contaba ahora con el apoyo de Bujarin2, Rykov, Tomsky y otros dirigentes
que luego serían eliminados por Stalin) condenó los métodos "divisionistas" de Trotsky,
Zinoviev y Kámenev -que habían aproximado posiciones y formado una poco
convincente Oposición unificada- y poco después, los excluyó del Politburó.
La evolución de la situación internacional agudizó el enfrentamiento. Los fracasos en
1926-27 de la huelga general británica y del comunismo chino (que se verá más
adelante) parecieron dar definitivamente la razón a las tesis nacionales de Stalin. En
noviembre de 1927, días después de que la Oposición intentara la celebración de una
manifestación en Moscú, el XV Congreso del PCUS acordó la expulsión de Trotsky,
Kámenev y Zinoviev.
La relación de fuerzas que reveló el Congreso dejaba pocas dudas. Stalin contó con el
apoyo de los representantes de 854.000 miembros del partido; Trotsky, con el de unos
4.000. En enero de 1928, Trotsky fue, además, exiliado a Alma-Ata, en Siberia; fue
expulsado de la URSS un año después. El XV Congreso del PCUS significó, por tanto,
el triunfo de la concepción nacional comunista de la revolución que Stalin había ido
perfilando en artículos, folletos y discursos, concepción que suponía, de una parte, una
reafirmación del poder y de la unidad del Partido (como vanguardia de la clase obrera e
instrumento de la dictadura del proletariado), y de otra, el fortalecimiento económico y
militar de la URSS.
Eso es lo que haría Stalin a partir de 1927-28. Sus objetivos serían:
 la rápida industrialización del país,
 la colectivización forzosa de la agricultura

2 Político, economista y filósofo marxista revolucionario ruso. Fue apresado varias veces y
participó activamente en la Revolución de Octubre. Además, se opuso a la colectivización
agrícola forzada. Fue detenido y ejecutado por su oposición a la política de Stalin, acusado
durante la Gran Purga de conspirar para ejecutar un golpe de Estado armado contra el gobierno
de Stalin. Fue rehabilitado en 1988.

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 y la planificación estatal de toda la actividad económica.
Los medios que utilizó fueron la coerción y la represión, ejercidos a una escala jamás
conocida en país alguno, y el encuadramiento de la sociedad a través de una formidable
presión propagandística; los resultados: la transformación de la URSS en un gigante
industrial y militar y una completa revolución social que cambió definitivamente la
sociedad rusa (aunque con un coste humano y económico que literalmente arruinaría a
la larga al país).

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