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Jesús manso y humilde de corazón

Mateo 11, 28-30. Adviento. Sólo Él nos llena de la tranquilidad interior. ¿Acaso no
estamos necesitados más que nunca hoy de esa serenidad?

Por: P Juan Pablo Menéndez | Fuente: Catholic.net

Del santo Evangelio según san Mateo 11, 28-30


En aquel tiempo Jesús dijo: «Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y
yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga
ligera».

Oración introductoria

Señor, qué miserable soy cuando, a pesar de todos los innumerables dones con los que
has colmado mi vida, aún me siento cansado y agobiado ante los problemas cotidianos
de mi vida. Ilumina mi oración para experimentar tu cercanía, tu fidelidad, tu
misericordia y bondad de corazón.

Petición
Vengo ante ti, Señor, fatigado por la carga de mis debilidades, dame tu gracia para
tenerte en todo como mi modelo.

Meditación del Papa Francisco


Venid a mí. La invitación de Jesús es para todos. Pero de manera especial para los que
sufren más.
Jesús promete dar alivio a todos, pero nos hace también una invitación, que es como
un mandamiento: Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón. El "yugo" del Señor consiste en cargar con el peso de los demás
con amor fraternal. Una vez recibido el alivio y el consuelo de Cristo, estamos llamados
a su vez a convertirnos en descanso y consuelo para los hermanos, con actitud mansa
y humilde, a imitación del Maestro. La mansedumbre y la humildad del corazón nos
ayudan no sólo a cargar con el peso de los demás, sino también a no cargar sobre ellos
nuestros puntos de vista personales, y nuestros juicios, nuestras críticas o nuestra
indiferencia.
Invoquemos a María santísima, que acoge bajo su manto a todas las personas cansadas
y agobiadas, para que a través de una fe iluminada, testimoniada en la vida, podamos
ser alivio para cuantos tienen necesidad de ayuda, de ternura, de esperanza» (Papa
Francisco, 13 de julio de 2014)
Reflexión
En la sociedad agrícola de la época de Jesús, la terminología propia de la gente del
campo tiene su importancia. El "yugo" es el instrumento de madera con el cual se
sujetan el par de bueyes o mulas para tirar del arado o del carro. Jesús lo usa como una
imagen que evoca la vida misma del hombre con sus afanes y responsabilidades. Porque
todo hombre debe soportar una “carga” más o menos pesada y nadie está exento de
ella.

Por eso, bien visto, el "yugo" que Jesucristo nos ofrece tiene sus ventajas. Quizás no
siempre sabemos apreciarlas: pero, ¿por qué no lo buscamos más a menudo?

Con Jesucristo las cargas y responsabilidades de la vida se hacen livianas, o sea, "light".
Vivimos en una sociedad en donde hasta los dulces de Navidad se venden con la etiqueta
de "light". Dicen que lo ligero es mejor, quizás más sano, aunque no siempre. En el caso
de nuestra vida cristiana, seríamos un poco necios si no prestáramos atención a esta
invitación. Jesús quiere hacernos "liviana" nuestra carga. Y una vez más, si tenemos
oídos no podemos dejar de atender: "Venid a mí... yo os daré descanso (...) porque mi
yugo es suave y mi carga ligera". No podemos con las cargas de la vida sin Jesucristo,
y de esto nos debemos convencer.

"Si conocieras el don de Dios, (...) tú le habrías pedido a Él..." (Jn 4, 10). Algo así, nos
podría decir Jesucristo a cada uno cuando conociéndole no acudimos a Él. Porque todos
experimentamos el cansancio en la lucha. Todos necesitamos la comprensión y el
consuelo de los demás, en la familia, con mi esposo o esposa, con mis hijos y demás
familiares y amigos. Pero aún más necesitamos a Dios, sobre todo cuando nos falta lo
anterior. Su acción (si le dejamos), es tan fuerte, que actúa de bálsamo, de calmante,
de medicina, que al mismo tiempo sana y vigoriza. Su presencia relativiza los problemas
de cada día que nos pueden quitar la paz. Los coloca en su justo lugar para mirar al
futuro con optimismo y esperanza. Sólo Él nos llena de la tranquilidad interior. ¿Acaso
no estamos necesitados más que nunca hoy de esa serenidad?

Propósito
Ante el agobio y cansancio del trabajo o de los problemas diré: Jesús, en ti confío.

Diálogo con Cristo

Señor Jesús, enséñame a someterme siempre a la voluntad del Padre, para encontrar
el descanso que me ofreces. Es paradójico como busco evadir todo lo que implique
pobreza, soledad, fatiga, cuando vividos contigo y por amor a Ti, son los medios
excelentes que me pueden llevar a crecer en el amor. Ayúdame a ser manso y humilde
de corazón.

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