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rAbsténte de la concupiscencia de la carne y del cuerpo..

"A todo el que te pida, dale s¡n ped¡fle nada en pago, ya que
el Padre quiere que todos reciban de su munlf¡ccncia. Dichoso el
que da según este mandamiento, porque es inocente.D
"Aceptarás los accidentes que te ocurran como un bien, ya que
sabes que nada se hace sin la voluntad de D¡os.D
Resch, de qu¡en ya hemos menc¡onado su ¡mportante obra so.
bre los (agraphaD, considera que la frase k...ya que el Padre quie.
re...D es ciertamente autóntica de Je5ús. A más de esta enseñan.
za ét¡ca, o moral, la Didaské contiene numerosas notmas sobre el
orden y las prácticas de Ia lgles¡a: el ayuno, la oración, la Euca
rist¡a, el dÍa del Señor, y los eclesiásticos. Las hay muy inteie.
santes, pero desbordan el marco de nuestro estudio.

(3) La Epístola de san Bernabé data, con toda p¡obabilidad, de


la m¡sma época (año 130), Como diversas oblas más recientes,
cont¡ene una pade de las enseñanzas sobre las dos vías. Esta es
una de las ra¡ones que nos lmpiden hoy considerarla como una
obra efectiva del Apóstol, aunque pueda serlo ev¡dentemente
una obra anterior que Ie sirviera de base. Contiene un c¡erto núme.
fo de extrañas Inlerpretaciones alegór¡cas del Antiguo Tesiame-nto,
pero muy pocas que te¡gan una relación directa con cr¡sto. He
aquí los pasaies más ¡nteresantesr
"Enseñaba a lsrael con sus predicaciones, con signos y mila-
gros, y amaba a todos ¡ntensamente. Y cuando escogió a sus
Apóstoles, que deblan dlvulgar su Evangelio más tarde, IIamó a
hombres que habían sido grandes pecadores, para demostnr con
ello que no venía sólo para los ¡ustos, slno también para los pe.
cadores, para que se arrepintleran.'
"Así, desde que por la remlslón de los pecados nos renovói
nos ha transformado para que tengamos el alma como Ia de un
n¡ño, como sí nos crease de nuevo.o
(Y nos dice: "Los que deseen verme y poser m¡ Reino, deben
recibirme por la tribulación y el sufrimiento."o
E$ta última frase la cifa también un autor más rec¡enle, en re.
lación d¡recta con otror textos del Evangelío, y es casi con toda
seguridad una frase auténtica de Jesús. En los Hechos de los
Apóstcles t14,221 se nos alude probablemente a ella.

[4) La$ Epístolas de san lgnac¡o a diver$as igles¡as y a san

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Policarpo fueron redactadas a primeros del siglo ll, cuando em"
prendió el camino a Boma, donde fue martir¡zado y ¡uzgado (ll5).
De todas ellas, se cree hoy que sólo siete son auténticas y que
varios otros textos que por la costumbré se le atribuyeron, no son
sino apócrifos. Contienen nümerosas referencias a hechos de los
Evangelios, prevenciones contra la heteiia idocética' (según Ia
que Jesús no sufrió y que su muerte no fue teal, Sino aparente),
y una expos¡ción muy detallada de Ia autoridad de los obispos'
Un solo pas€ie puede, tal vez, aumentar nuestros conoc¡mientos
del relato evangélico: se trata de una aparición de Jesús resuci'
tado, Iigeramente distinla a la de los textos canónicos. San Jeró'
nimo af¡rma que se halla en el famoso Evangel¡o según los He'
breos, del que ya trataremos. Contiene, además, unos bellos pa'
saies que exhorlan a una sumisa reciedumbre, pero nada permite
suponet que se trata de dagrapha,.

[5) La Epístola de san Policarpo a los Filipenses es lambién


de la misma época, escrita poco ticmpq déspués de Ia partida de
san lgnacio hacia Boma. Nos interesa por lazón de un pasaje aná'
logo al texlo de la Epistola de san Clemente que ya hemos examl'
nado. La introducc¡ón y la última frase son sensible¡nente dist¡ntas,
y merece Ia pena reproducirlas:
que resucitó a los muertos, también nos resucitará a
"Aquel
nosotros, si hacemos su voluntad y vivimos seqún sus manda'
mientos, y si amamos todo lo que El ama y nos apartamos de la
inJu$iicia, de la sordidez del amor al dlnero, de lá maledicencia'
de los falsos testimonios, si no devolvemos mal po¡ mal, los In'
sultos con ¡nsultos, golpe por golpe, ni maldición por maldición.
Eecordemos las palab¡as del Señorr "No iuzguéis si no queréis
ser iuzgados; perdonad y se os perdonatá; tened piedad y se os
tendrá piedad; la med¡da que apliquéis a los homb¡es os será de"
vuelta; bienaventurados los pobres y los que son perseguidos a
causa de su rectitud, porque de ellos es el Reino de los Cielo¡'"¡
San Pol¡carpo era un peFona¡e importante de la prlmitiva lgle.
sia, ya que san lreneo (182) afirma que conoció a san Juan y que
había conversado con muchos que conocieron a Cr¡9lo: "Y todo lo
que de ellos aprendió sobré e¡ Señor y sus milagros y su en$e'
ñanza, Policaypo lo contaba, de acuerdo con las esorit!¡tas, potque
lo sabía por testigos oculares." Como quiera que cuando en el año
156 fue martirizado, san Pollcarpo tenía ochenta y seis años, pa.

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toce más que fazonable cons¡derarlo como uno de los enlaces más
preciosos con los primeros tiempos de la lglesia.

(6) Los Comentarios de la Palabra del Señor, de Papias


-obra
en cinco volúmenes-, han sido ya mencionados. Lástima que nos
hayan llegado muy pocos fragmentos de eglos l¡bros, ya que P&
pias era discípllo de sa¡r Juan y, sin duda, debió anotar en ellos
recuerdos preciosos de sus enseñanzas y las de otros cr¡stia.
nos que a buen seguro tfató. Su nacimiento se f¡ia aproximado-
mente en la misma época que el de san Policarpo, del que fue
amigo, y su obra puede considerarse escrita alrededor def año
130. Aparte del pasa¡e ya c¡tado de los discípulos de los Apósto.
les, Eusebio cita los dos extractos s¡guientes, que nos dan cuenta
de le cornposición de los Evangelios:
"Juan el Mayor decía
qqe Marcos, que fue el intérprete de Pe-
dro, escrib¡ó con precisión todo lo que recordaba, si bien no con
el mismo orden con qüe Cristo hizo o diio, ya que no oyó ni si
guió al Señor, pero se unió más tarde a Pedro, como ya he dicho,
qu¡en según las neces¡dades del aud¡torio narraba esto o aquello,
sin hacer üna narración seguida de los discursos del Señor.
De este modo, Marcos no cometió errores, ya que atotó las cosas
précisamente como se produieron. Tenía mucho cuidado en no
omlt¡r ninguno de los hechos del Señor que había oído y en eví.
tar que se ¡ntrodu¡era en la narrac¡ón algún elemento falso. Ma
teo compuso sus textos en lengua hebra¡ca y cada uno los ínter'
pretó como pudo",
Euseb¡o ciia toda una €ede de escritos de Papias, en los que se
dice que fas h¡ias de Felipe el Apóstol le habláron de un hombre
resucitado de entre los muertos, en su época, y que Justo Bar'
sabas (Hechos, l, 23) había tomado un veneno mortal, Feto no
sint¡ó sus efectos. DIce también que Pap¡as cita la histor¡a de
una mu¡er acusada de humerosos pecados ante cl Señor, cüya na.
Íación se encuentra también en el Evangel¡o según los Hebreos.
Ya trataremos de ello en otro capítulo,
El único pasaie del libro de Pap¡as que reproduce un pasaie
aüribuido a Jesús, cons¡ste en una descripc¡ón extravagante del
reino material de Cristo sobre la tierra. Eusebio la conocía, pero
no la cita, dando a entender que Papias tenía (una comprensión
muy limitadar, Sin embargo, san lreneo la reproduce en la sigu¡en.
te forma:

t8
que las viñas crecerán, que cada una de ellas
"Llegará un día
tendaá d¡ez mil sarmlentos, y cada sarmiento tendrá d¡ez mil ra'
mas, y cada una de ésta diez mil tacimos, y cada racimo tendrá
dlez mil uvas, y cada gtano de uva, una vez prensado' nos dará
cinco medtdas de vino; y cada vez qqe un santo arranque qn gta'
no de uva, un rac¡mo, el del lado llorará diclendo:6oy yo el me¡or
racimo, bendice al señor a través mío, V así un solo grano dé tri'
go hará nacer a diez mll espigas y cada una de ellas dará d¡ez mil
granos, y cada grano dará diez l¡bra$ de harlna en flor, blanca y
llmpia; y los otros frutos, granos y hierbss se reproducirán en una
proporclórr parecida; y todos los an¡males, al tomar de estos fru'
tos, se tornarán pacíficos y almoniosos, y obedecerán sumisamen'
te al hombte-.. Y como Judas, el tYaidor, no ct€yera nada de todo
ello, preguntó: '?Cómo puede el Señor hacér todas estas cosas?"
Y el Señor le resporldió: "Ouienes estén presentes lo verán."'
Muchos especialistas, entre ellos M. Wétscott, uno de los que
más han trabaiado en el Nuevo Testamento Revisado, creen qüe
tras esta vers¡ón fantáEt¡ca se halla una enseñan¡a auténtica de
Jesús, ya que clertamente les diio que debían espelar el tiempo
en el que la voluntad de D¡os se crrmpliría en la tierra como en
el ci:lo, y las cosechas habrían sin duda aumentado si la impie'
dad, ia ignorancia, la avaric¡a y la guerra fueran venc¡das y eli'
minadas.

(7) El Pastor de Hermas es la más exle¡sa de estas obras,


aunque pafa [osotros sea tal vez la menos interesante' Parece que
fue escrita hacia el año 100, en Roma, y menciona a san Clemen'
te (cf. epíg, I antet¡or). En ella se hace gala de una extraña ima'
giración, s¡n quo en esla otra se encuentren citas electivas de las
Escrituras. El nombre de Jesús no aparece en toda la obra, y en
su apelac¡ón de Cristo f¡gutá una sola vez, pero a menudo se le
des¡gna como €l Hiio, el Señor, o el Espítitu Santo' Se Gonsidera
esta obra como la de uh profeta inspirado y por tal se la tenía
en los tiempos de la primitlva lglesiq; empero, no se admitió
en el canon, Relata cinco v¡siones o revelac¡ones, doce manda'
mientos y diez parábolas; como hecho interesante, cabe señalal
que Hermas no se preocupa en absoluto al proponer sus manda-
mientos o €xponer sus parábolas en una fotma absolutamente dis'
t¡nta de la qúe es habitual en Ia B¡blia. Pero a pesar de esta [n'
dependencia y origlnatidad, el tono y el espíritu del libro son por

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completo crist¡anos
-a veces
ra-. El canónigo Streeter
lo son de üna manera est¡emeced(>
d¡ce que (tal ver no existe otro docu.
mento cor¡o éste que me¡or retleie la simpticidad y la piedad
s¡nceras del hombre medio de la lgtesia en la época subapostóli.
ca." El pa$aje que cito a cont¡nuación nos da el rralor exacto de
la obra de Hermas como testimonio de Ia enseñanza cr¡st¡ana, de
no ser palab¡as pronunciadas por el propio Jesús,
"Haced el bien, y por el trabaio que Dlos generosamente os
proporc¡ona, dad con largueza a to.los los necesitados, sin prsgun.
taros a quién debéis dar y a qu¡én no, Dad a todos, ya qu€ Dios
quiere que sus bienes sirvan para todos, Así, aquellos que recü
ban darán cuentas a D¡os de las razones por las que han acoptado
sus do¡es, y de cuáles eran sus ¡ntenciones,¡
Pueden hallarse algunos paralelismos a este texto en la D¡das.
ké y en otras obras.

(8) Finalmente, ex¡$te el documento cooocido con el nombrc


de La segunda Epístola de san Clemente, que está estrechamenle
un¡da a aquella otra Epístola del santo que ya hemos estudiado
antériormente, si h¡en hoy sé reconoce que ambos textos so|| in.
depend¡entes- Se cree por lo general que se trata de un sermón
de Soter, ob¡spo de Eoma entre los años i66 y t?4, La fecha en
que fue redacteda es algo ¡ncierta, pero si co¡responde a esl.e pe.
ríodo, quedarla fuera de los límites c¡onológ¡cos en los que se
incluyen los Padres Apostólicos. por, razones de comodidad, ha.
blaremos de esta epísto¡a en el presente capítulo, toda vez que
durante mucho l¡empo se la ha asimilado a esle grupo de docu.
mentos. Muchos pasaies nos ¡ndican que el auto¡ consultó tanto
algunas variantes de Ia tradición evangélica como los propios
Evangelios Canónicos, Véanse, seguidamente, los fragmentos más
interesal|tes:
"Así El dlio: "Aquellos que me llaman Señor, Señor, no serán
iodos salvados, s¡no aquellos gue obren en ¡usf¡c¡a.!',
¡El Señor di¡o: 'Aunque estéis reunidos en m¡ seno, s¡ no ac.
tuáis según mis mandam¡entos, os rechaza¡é dloiéndoos: Apar_
lao$ de m¡, que no sé de dónde procedé¡s, art¡fices de la iniqu¡.
dad,""
<E¡ Señor dice en el Evangelior ',si no cu¡dáis de lo qu6 es
pequeño, ¿quién os dará lo que es grande? En verdad os digo que
qulen es f¡el a lo pequeño, lo es tamb¡én a lo grande.,',

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"El Señor dice: "Seréis como la ovela entre los lobos." Y Pe'
dro Ie respond¡ór '2Y si los lobos devoran las ove¡as?" Y Jesús
le contcstót "Las oveias no temen al lobo después de su mue¡le,
vosotros tampoco, No temáis a los que os matan y no os pueden
hacer nada; pero temed al qué después de muerto tenga poder
sobre vuestfa alma y vuestro cuerpo, y pueda prec¡p¡laros al mar.
lirio del fuego.".
(El mismo Señor, Interrogado por alguien acerca de la venida
de su Feino, dilo: "Cuando los que son dos sean como uno solo, y
cl Interior sea como el exter¡or; y e¡ hombré con Ia mu¡er, ni
hombre ni mujer.".
Los tres primeros pasa¡es pueden ser cilas aprox¡mat¡vas; el
cuarto más bien nos hace pensar en una versión diferente de pa.
labras ya conocidas; en cuanto al último, alude llanamente a un
episodio que no figura en los Evangelios, Exam¡naremos si se tra.
la o no de una cita autént¡ca cuando estud¡emos El Evangelio se.
gún los Egipc¡os, que contiene varios pasa¡es del mismo género.
CAPITULO DEC¡MOPRIMERO
tOS DEFENSORES DE LA FE

E AS obras que acabamos de examinsr las habí¡n esclito clis'


f- tianos, y las d¡r¡gieron a otros cr¡stianos para exholtarles y
fortalecerles en la fe. Pero esta época fue tamblén un petlodo
de polémicas, la lgles¡a iuvo que hacer frente a los ataques de los
paganos y aun a los de los ludíos. Estudialemos, pues. una sclle de
que datan de los p.lmeros slglos, o que han llegsdo
"Apologías"
hasla nosotros por cltas y reseñas de aulores más reclentos; al'
gunas se redactaron en forma de entre un crlstiano y
"dlólogos"
un ludío. No se trata evldentemente de hacef aquf un estud¡o a
fondo de esta liieratura apolog6tlca, slno tan sólo de examlna¡
los libros que conocemos para determlnar quó ayuda Pueden prc
porclonarnos en nuestra búsqueda de datos sobre Jesús fuera de
los Evangellos,
el capftulo t€rcero aludimos a un loscripto que el empera.
En
dor Adriano dhigió a Minuc¡o Fundato, procónsul de Asia, cuya
posible cau$q fue una apología que, con ocas¡ón de $u visita a
Atenas en el año 125, Ie presenlara Cuadrato, un lilósofo cristi+
no que resldía en esta cludád. La obra no ha Ilegado hasta noEG
tros, pero Eusebio c¡ta un extracto Interesantel
presentes entle nosc
"Los actos del Señor estaban slompre
tros, ya que son verdaderos mllagtos; los que fueron sanados, los
qlue fueron resucitados, no tan 9ólo se les vio en el momento de
su curac¡ón o de su resuúección, sino tamblén mucho má5 tarde'

125
Vlvieron duranle mucho tiempo, mientras el Señor estuvo en está
tierra, e incluso después, cuando marchó de ella; de tal forma que
alguros de ellos han vivido hasta nuestros días." No quiere dec¡r
con estas palabras que dichas ¡;ersonas vlvieran en el momento
de escr¡bir la apología, s¡no que Cuadrato, de ioven, conoció a al.
gunas personas ya anc¡anas que v¡eron con sus propios o¡os a
Gristo, lo que es peÍfectamente posible. La hi¡a de Jairo pudo
haber v¡v¡do hasta setenta u ochenl¡ años y Cuadrato $erÍa un
muchacho Guando ella mur¡ó, La brevedad de esle ext¡acto es do
Iamentar y nos hace desear el descubrim¡ento del texto completo
de la apología, que no constituiría ningún hecho extraño! como lo
demuestra el caso de la Apo¡ogía de Arist¡des que segu¡damente
vamos a examinar.
Tras citar el anterio¡ pasa¡e, Eusebio nos habla de Aríst¡des,
"hombre de fe que tamb¡én profesa nuestra religión y que, al
igual que Cuadrato, dedicó una apología a Adr¡ano. Su ob¡a no ha
aparec¡do hasta finales del siglo pasado, cuando los monics lazarie
tas de Venecia publicaron una ve¡sión parcial en lengua armen¡a,
y J. Rendel Harrls descubr¡ó un manuscr¡to siJio en el convento
de Santa Catglina, del Monte Sinai. Esto permitió a J. Armitage Ro-
binson comproba¡ que hacía mucho l¡empo que se conocia ya un
texto griego de esta apología, que no había sido ¡dentif¡cado. Har-
r¡s, tras un detenido examen, llegó a la conclusión de que era algo
más reciente de lo que se creía! y que no fue d¡rigida a Adr¡ano,
sino a su sucesor Antonino P¡o, al comienzo de su mandato (138.
l6t). Esta Apología ref¡ere, de una manera noble y ponderada, la
vida de los miembros de la lglesia p¡¡m¡tiva y argumenta extensa.
mente la tr¡vlal¡dad de las creenc¡as y cultos paganos. Citaré algu.
nas lrases que se ldentifican muy bien con los Evangelios y con
la Didaské:
"Todo lo que no quieren que se les haga, no lo hacen a nadie,
y no catan Io9 maniares de los sacrlficios ¡dólátras, pu€s son gen-
te sin mancha, y se hacen amigos y consuelan a los que les per-
siguen, y hacen el b¡en a sus enem¡gos.,
"Viven hum¡ldemente y eD paz! la meht¡ra no reina entre ellos, y
se aman los unos a los otros! no se desent¡enden de las viudas;
y el que es rico da al que nada t¡ene, s¡n tacañerías.'
.Pero no proclaman sus buenas accione€ a los cuatro viento6,
sino que procuran que nadie lo sepa y ocultan sus buena' obras
como si se lratara de un tesofo.'

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Harris, tras estudiar el pa€aie que damos a continuación, esti'
ma que la primit¡va tglesia tenra ya un srmbolo de la Fe, o Credo:
(Está dicho que Bios descendió de los C¡elos y nació de una
V¡rgen hebrea y se h¡zo carne, y el H¡io de D¡os habité en las en.
trañas de una h¡¡a del hombre. Así se enseña en este Evangelio
que dicen que fue pred¡cado; y s¡ lo leé¡s, comprenderé¡s la fuer-
za que hay en é1. Jesús nació, pues, enlre los hebreos y tuvo docé
discÍpulos; para que su Ley se cumpl¡era fue e¡ecutado por los
iudíos, mur¡ó y fue sepultado; y dicen que at terceÍ día ¡esuc¡tó y
subió a los cielos; y enlonces sus doce discípulos recorrieron todo
el mundo conocido y enseñaron, con toda humi¡dad y senc¡llez, su
gfanoeza.'
La vers¡ón afmen¡a es todavía más explícita por lo que se re'
{iere a la culpob¡lidad del pueblo iudio: "fue clavado en la cruz
por los Judíos." La ausencia de cualquier alusión a los romanos es
muy congruente en un escrito que se diriEió al emperador, y no
deia de ser interesante hallar en este texlo una corroboración de
los ¡eproches que los Apóstoles h¡c¡eron a los ¡udíos (Hechos, 2,
23j7,52; I Tesal,, 2, l5). Otro texto interesanle lo dgbemos a san
Justino Mártir, qué mür¡ó en Roma en el año 165, tras una discu'
sión pública con un pagano. Es el autor de dos apologías y del
famoso Diálogo con Trifon, el Judío. Es difíc¡l determ¡nar en qué
medlda este d¡álogo otros documentos análogos- son aulén'
-u
ticos, pero hay buenas razones para no repudiarlos, por más que
en algún punto puedan parecer fict¡cios. Ernery Batnes nos habla
de un manuscr¡to en el que sé informa del proceso a que fueaon
sometidos, hacia el año 200, en Cartago, unos márt¡res escil¡ta.
nosi y en el que "probablemente se conservan las notas taqu¡grá'
ficas tom¡¡Cas durante el proceso'. Como ya hemos d¡cho, muchos
otros documentos nos demuestran que en aquella época ya se ut¡.
lizaban procedimientos estenográ{¡cos.
En eslas tres oblas se observan numerosas alusiones a los
textos evangélicos y se plantcan algunas cuestiones interesontes.
San Justino nos habla de las .memorias de los apóstoles, que
tamb¡én llaman Evangel¡os', y se ha discutido apas¡on¡damente el
se¡rt¡do de esta frase. lras un deten¡do estudio del total probie-
ma, Sanday llega a la concluslón de que san Justino conoc¡ó y
ut¡lizó, naturalmente, nuestros Evangel¡os, pero qué no les reco-
nocía una autor¡dad exclusiva y que, sin lugar a dudas, se servía
al propio tiempo de otlos documehtos, que desgraciadam€nte no

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€onocemss, ¿Nos encontraremos sobfe la pista de uno, o de va.
rios, de estos textos hoy perdldos y que se mencionan en el pre
fac¡o del Evangeiio según san Lucas?
Los elemenlos (suplemenlar¡osr que, a m¡ iuicio, hallamos sn
Ia obra do San Justlno son:
dcuando José no €ncontró habitación en aquella localidad, se
acomodó cn una caverna o cueva de las cercanías; y, en ella, Ma-
ría puso en el mundo a C.isto y lo acunó en un pesebre, en el
quo s6iaba cuando los Magos, que vlnieron de Arab¡a, lo encontra-
ron.t
sAcostumblaba e¡ercer el of¡cio de carpintiro entre los hom-
bre9, y construlir carretas y yugos.'
"Juan lo bEuqzó cuando entró en las aguas, y un {uego enceF
díó el Jordán."
ccuando fue crucif¡cado, se burlaron de El y, moviendo sus ca.
bezas, le decían: "El que ha resuc¡tado a los muertos, que se sal.

Un establo en una cueva era algo corriente en palestiÍa, y este


detalle no contrsdice de una manera necesaria el relato evangéli-
co" El hecho de que san Justino hubiera nacido en palestina, no muy
leios de Jerusalén, tal vez slgnif¡ca que su alifmacién se funda en
sus conoclmlentos locales. Sob¡e este punto pueden hallarse otras
refe¡encfas en los escrltores prlmltivos.
"Sed buenos y m¡serlcordlosos como lo es vuestro
padre, que
alumbra el sol para los pecadores, los justos y los malvados..
"Os contfero el poder de aplastar las serpientes, los escorpio.
nes, las escolopendras, y todo el orgullo de vuestros enem¡gos.,
"No he venldo p¡ra exhortar a los lustos al artepentim¡ento,
sino a los pecádores, pues nueGtro Padre Celest¡al más desea el
arrepentimlento del pecador que au castigo."
prometldo la temlslón de estas pruebas y revestirrios
"Nog ha
de tún¡cas purlflcadas sl ob¡amos según sus mandamientos; y se
propone darnos un relno eterno.t
(Nuestro Señor nos ha exhortado a que, con paciencia y man-
sedumbre, apartemos a todos los hombres de la vergüenza y del
deseo del mal,"
que os sotprenda, 03 íuzgaré."
"En todo aquello en
De 6sta últlma frase hay muchos más testimonios que del testo
de los (agraphaD, y Ia enconttamos cltada unas veinte veces. Se
l€ da generalmenie esta Interpretación: (Un renegado no puede

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¿legar que fue liel en otro tiempo; pot otra parte, el Señor no
reprobará al que se arrePiente de haber sido antaño un enemlgo.E
Hay aún una serie de apolog¡stas más recientes, que no pode'
mos estudlar 8quí; dos dlálogos merecen empero nueslro examen.
Aunque tardíos, es cas¡ seguro que se fundaron sobre un diálogo
más antlguo, del que no disponemos; las citas sobre materia evan'
gélica que encontramos en ellos, presentan algunos caracteres
poco corrientes y que pueden remontarse al período que estamos
cons¡derando. So trata del Diálogo de Atanasio y de zaqueo, y del
Diálogo de fimoteo y Aqu¡la, los cuales, en su forma actual, datan
del slglo lV, pero el documento perdido del que son orig¡nar¡os
era, con toda probab¡lldad, del siglo ¡t. Se ha supuesto que ambos
ut¡ll¡aron un Diálogo de Popisco y Jason; que algunos autores atri-
buyen a san Lugas y ottos a Alisiión, ciiado por Papias Gomo uno
dé los que le facilitaron datos para su obra'
F. C, Gonybears, al comentar estos dos textos, presupone la
"utillzaclón constanie
de una forma arcaica de los Evangelios" en
el diálogo enlre Timoteo y Aqu¡la que, según é1, conserva meior
la base común que el otro texto. Resalta en particular el pasa¡e
que relata la entrada en Jerusalén y todo lo que después suce'
dió. Se refiere a los ramos de olivo, ya que los ancianos y los sa'
cerdotqs critlcan los gritos de los d¡scípulos, con e6te comenta'
r¡o tan poco habituado: r¿No oyes el test¡monio que dan contla
ti?, Inmed¡atamenté después de la entrada en la c¡udad, Jesús ex"
pllca la parábola de la viña, que en los Evangelios so encuentra
unos párrafog más adelante. Finalmente, se nos dice con toda cla.
ridad que Jesús no pronunció más que una sola frase cüando fue
¡uzgado: "Ved, vuestn casa ha sido abandonada" -palabras que
en los Evangelios enconlramos en un suceso anterior-.
En el diálogo entre Atanaslo y Zaqueo, se dice que María e lsa.
bel se enconlraron en Je¡usalén anies del nacimlento de sus hi.
jos, lo que pareco Gontradecir a san Lucas (1, 39)' duna Yilla
de Judea." Se dice igualmente que Jesús nació en Jerusalén de
donde fue trasladado en segulda a Belén. lnmed¡atamente después
de su nacim¡ento provocó la aparlclón de la esttella en el c¡elo y
la sal¡da de los Magos de Arabia (?). Todo ello nos parece más
apócrifo que el pasaie entre Timoteo y Aquila que antes hemos
examinado: podríamos hallarnos en presencla do material muy pri.
mltivo. Al igual que san Just¡no, el autor nos habla tambié¡ de
unas Memorias de los Apóstoles'.

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Debemos aún menclonar un libro muy breve, a pesar de que no
contiene elemenios de valor pafa nuestrc estudio. La Epístola a
D¡ognacio, que a menudo se clasifica entre los Padres Apostóll.
cos, es, en realidad, ma apología distinta de las que acabamos de
examinari dNo fue escrlta para captarse a un enemigo, sino para
satisfacer a un investigador." La ídentidad de su autor y la de
Diognacio son inclertas, pero se cree, gene¡almente, que €ste último
podría set un preceptor d6 Marco Aurello. De ser así, el texto
dataríE oproximadamente de mediados det siglo lt. l-a epístola de&
cribe la vida d6 los cristlanos de esta época de una manera su.
gestiva! muy pareclda a la imagen que so nos da 6n la Apología
de Aríst¡des, y añade que "loa cristlanos son para el mundo lo
que el alma es al cuerpo". Veamos seguidamente un paga¡e sobre
la venida de Cristol
"Fue Dios quien Io envió a los hombres. ¿Lo hizo como los
mortales hubieran supuesto, por el despoilsmo, el horror y el mie.
do? No, en verdad, sino por la dulzum y la hum¡ldad, como un rey
manda a su real hlio, Lo env¡ó como Dlog y como un hombre en
tre los hombres. Lo envló para salvar, para convencer y no para
obligar. Pues la violencla no corresponde a Dlos. Lo envió para
llamar y no para peiseguir. Lo envió para amar y no para iuzgar.D
Es ¡nleresante hallar, aquí como en ottos lugares, tal ¡nslsten.
cia sobre la humlldad y la dulzura de Cristo y sobre el hecho de
que sus cualidades ¡nfluyeron deflnitivament€ el modo de vlvir
de sus discípulos.
CAPIT¡.JLO DECIMOSEGUNDO
tOS EVANGETIOS APóGBIFOS

IFIOMO quiera que la primera frase del Evangel¡o según san Lu.
Ucas afirma que muchos otros autores habian emprendido la ta.
rea "de escribir la h¡storia de los hechos que han acontecido
entre nosoiros', es lógico que en un esludio como el nuestro se
examine la posib¡lidad de Ia exislencia de estas otras obras, y sea
en parte, ya en su totalidad, Conocemos un cierlo número de "EYan-
gel¡os Apócrifos", pero en real¡dad cont¡enen pocos elementos de
interés para nuestra búsqueda.
El término "apócrlfo' tiene una historía bastante singular, y
se ha empleado ba¡o tres acepc¡ones dist¡ntas. En sent¡do propio,
sign¡f¡ca "secreto" y qsería designar en un principio a ciertos l¡-
bros ¡udíos y crisiianos, de los que se afirmaba que contenÍan en.
señanzas secretas, demasiado sagradas para ser divulgadas al co.
mún de los hombresi estos textos se atribuían, de una manera
completamente ¡maginaria, a los profetas, a los patr¡arcas, o a los
Apóstoles. A medida que el carácter erróneo de estas imputacio-
nes fue reconociéndose, la palabra tomó un nuevo sentido ..*fal-
sificado, contrahecho'- y se confeccionaron listas de esta clase
de obras con la ¡ntención de retirarlas de todo uso, y en part¡cu-
lar, del eulto público.
F¡nalmente, en el transcurso del siglo XVl, tomó un tercer sen
t¡do, cuando la Reforma aplicó el término <apócrilo" a los l¡bros
subsidiarios del Antiguo Testamento, que se encontraron en 6us

133
verslones griega o latina, y no en la heblaica (el de la Sabidürla,
Macabeos, etc.). La lglesia Católica los considera como formando
pade del Ant¡guo festamento, pero los protestantes los relegaron
a un segundo lérm¡no, y les llamaron los "apócrifos del Antiguo
Testamento". Así, en las Biblias protestantes pueden encontrarse
€ntre ambos Testamentos, ya que los conside¡an como portene-
Gientes a las Escr¡turas, aunque con un valor menor. N¡ son se-
cretos ni falsos, sino secu¡darios.
Es, pues, en este tercet sentido que Will¡arn Hone empleó el
vocablo en su ¡¡bro The Apocryphal New Testament, que apareció
en 1820 y ha sido luego objetq de numerosas reedic¡ones. Esta
obra contenía un cierto número de üextos que se presumía que
eran de los Evangelios, Epístolas, etc,, y que presentaba div¡dido
ón títulos, capítulos y versículos, como Ia Biblia, para sugeyir que
se trataba de una recopilación suplementaria de primitivos lextos
orislianos, una especie de Nuevo Testamento paralelo a los apó"
crifos protestantes del Antiguo Testamento. Hone af¡rnraba en su
prólogo que la obra contenía alos textos que no se incluyeron en
el Nuevo Testamento por los compiladores, que se reunían así por
p¡imela vez en un solo volumenD. Esto da, naturalmente, una idea
por completo errónea sobre la formación del canon, como s¡ éste
fuera el resultado de una elección arb¡trarla de textos que hubie'
se tenido lugar en una época determinada, en la que los otros do.
curnentos fueron desechados. En rea!¡dad, fue el buen sent¡do de
la lglesla el que determinó progresivamente, en el decurso de los
años, cuáles eran los libros que gozaban dél máxirho valor. Es más,
la selecc¡ón de Hone es totalmente arbítrar¡a, rnáx¡me si se t¡ene
en cuenta que existen muchos más documehtos de este género
que los que él man¡puló,
Otro libro con el m¡smo título, deb¡do a M. R. James, rector
de Eton, apareció en 1904. Su autor ho usa el término "apócrifo"
en el sent¡do de "suplementario o dé secundar¡o', adoptado por
Hone, pero Io util¡za en su sentido pr¡mit¡vo (aunque nada origi.
nau de "{also y contrahecho', Critica con violencia la obra de
Hone, que cal¡fica de
"llbro muy maloD porque induce a error a su
l€ctor, por las razones que ya hemos indicado, Beconoce que
muchos años atrás estuvo fascinado por aquella obra, que fue el
of¡gen de su ¡nterés por estos problemas, pero a la que quiso
corregir luego con su propio libro. Nos da un estimable coniun.
to de Evangelios, EpÍstolas, Hechos Apostólicos y Apocalipsis, en

114
griego, en lat¡n, en sir¡o y en copto, pero no se muestra en exce'
so consecuente al ut¡lizar el término "apócrifo", ya que si la
mayoría del material que reproduce pertenece a la categoría de
textos falsos y ficticios, incluye también f¡agmentos de lo que po'
dríamos llamar los Evangelios secundarios; o sea, documentos
que parecen tener muchos contactos con los Evangelios canónicos,
y de los que se cree que contienen elementos prim¡tivos.
No es preciso un estud¡o muy detallado para llegar al conven'
cimiento de que los textos que convenc¡onalmente llamamos "Evan'
gelios Apócr¡foso, tanto los que publ¡có Hone, como los mucho más
numerosos recogidos en la obra de James, son ficticios. En su
mayoría tratan del nacim¡ento e infancia de Cristo, y de Ia Pas¡ón
y Besurrección. En ellos se atribuye una enotme cantidad de mi"
Iagros extraordinar¡os al lriiño Jesús, como, por eiemplo, que mo'
deló paiar¡llos en arcllla que emprendieron el vuelc seguidamente,
o también que un muchacho que ttopezó con El' por casualidad'
cayó fulminado, Es por completo ¡nútil detenerse más en estas
h¡slor¡a6, que muchag Yeces han servido a los predicadores para
demostrar el coniraste entre ellas y el verdadero espÍr¡tu de nues'
tros Evahgelios; una especie de argumento negativo en favor de
la exgctitud h¡stórica de los textos canónicos'
No podemos, s¡n embargo, exclu¡Í la posibilidad de la subsis'
lenc¡a de algunos detalles de trad¡ción auténtica en medio do
tanta ficción. Qu¡enes hayan leído La h¡storia de Ia decadencia y
caída del lmoerio Romano, de Gibbon, recordarán que el autor alq'
de a Eus€bio, el historiadot de Ia lglesia que vivió en el siglo lV'
para decirnos que los hiios menores de san Judas, el familiar de
Jesús, fueron interrogados por el emperador Domiciano' y que to'
davía estaban vivos €n t¡empos de Traiano (98' ll7), S¡ ello es
cie o, no podemos negar que nombres e h¡storias familiares pu-
dieron transmitirso hasta el sigto ll. Monseñor Ellicott conside'
raba que los nombres de los padtes de Maria, Joaquín y Ana, que
se citan en uno de estos l¡bros, eran probablemente verídicos.
Y Farrar, en su Vida de Cristo, cuenta esta encantadora histor¡eta
que, creía, pudo basarse en la realidad:
.En el mes de Adar, Je6ú5 reun¡ó s los muohachos, como si
fuera su reyi extendioron sus vest¡dos en el suelo y Él se sentó en
ellos. Luego, pusieron sobre su cabeza una corona trenzada de
flores y, como la corte de un rey, se colocaron frente a El, a su
¡zquierda y a su derecha. Y cualquiera que pasara por alli era de-

f35
tenida por los muchachos, gue le decían: "ven, adora al ¡ey, y
luego sigue tu camino."'
Esle episodio es totalmente distinto de las grotescas narracio.
nes habituales; pudo muy bien haberse producido y comentado.
Pero, qué duda cabe, todo ello no es más que una posibllidad inte-
resante, é inmediatamenle pensamos en el poemita navldeño ruso
Cuando Jesús era N¡ño, que Tcha¡kowsky musicó. A buen seguro
que se fundó sobre esta histo¡ia,
Muchos de estos Evangelios son herét¡cos, es dec¡r, que fue.
ron compuestos adrede para apoyar ideas y ensoñanzas distintas
de las ortodoxas que precon¡zsba Ia lglesia. El Evangelio según
san Pedro, por eiemplo, es un producto del docetismo, hereiia que
sostuvo que el cuerpo de Cristo no era real, sino aparente (éste
es el sentido del términol, y que! por ende, sus sufr¡mientos fue-
Krn aparentes y no reales, Este documento es también violenta.
mente anti¡udío. Escrito hacia el año 150, es uno de los pt¡mcros
textos apócr¡los que conocemos. Eusebio dice que constituía una
lectura habitual en la iglesia de Rhossos, en Antioquía, pero que
{ue prohibida por Serapion, obispo de aquella diócesis, cuando, tras
su lectura, descubrió la intención herética que enceralra. Este
episodio nos da una ligera idea, muy intercsante, de cómo
en aquellos primeros tiempos las gentes se permitlan modi.
ficar los relatos y las enseñanzas tradicionales, o ctear otros nue.
vos en apqyo de sus tesis. No nos resulta fác¡|, dada nuestra
c¡ncepción totalmente dist¡nta de la moral literaria, aceptar su ac.
titud, pero es muy impottante percatarse de cuéles eran en este
aspecto las normas de aquella época, dado que la mayor parte de
los apócr¡fos se explican por causas de este tipo. A menudo se
atribuía a Jesús un largo período de mag¡ster¡o después de Ia Fe.
surrecc¡ón, sin ¡ustificación h¡stórica alguna. por todo ello, resulta
evidente que pocas oportunidades tenemos de encontrar en e€tos
textos elementos hiEtór¡cos que nos permitan una apo*ación que
complete los datos que sobre Jesús nos proporcionan ¡os Evange-
llos canónicos.
Puede, no obstanie, hacerse uria observación de carácter ge.
neral. La enorme prolijidad de la literatura e histot¡as sobre Jesús
constituyen una prueba concluyente del impacto que causó su per,
sonalidad sobre las primeras genetac¡ones de cristianos; de iiual
modo, los hechos de los Apóstoles en los primeros tiempos de
expansión de la lgles¡a, e¡ercieron sin duda una gran fascinación
para mover tanto las imaginaciones y dar luga¡ a tantas leyen'
ias, Un hombre ---o unos hombres- de menor envergadura ¡amás
suscitarían lanta fantasía' Sólo con Mahoma, o con san Franc¡sco'
se produce un fenómeno semeiante, aunque en una escala incom'
parablemente más reducida. EI desarrollo de la epopeya es' a me"
nudo, una cuestión sorptendente e ¡nteresante, pero en este
caso'
¡arece testimoniar la realidad y grandeza del persona¡e que ha se
iucido la imaginación de los hombres en forma tan maravillosa'
Con ello, ilegsmos al probl€ma de los Evangellos secundarios'
apócrifos tan silo en la medida que son extracanónlcos
y suple'
y, en qlertos
mentarios. Sólo quedan de ellos algunos fragmentos
casos, de exist¡r complelos, tal vez tuviéramos que incluirlos en'
tre los escritos héréticos, Pero también parece que ex¡stían nume'
rosos Evanqel¡os, relativamente antiguos, a los qut los Padres se
refieren coi respeto y que, ptobablemenl¿, contenían muchos ele'
mentos prim¡tlv;s. A pesar de ello, no podemos afirñar-qüe hasta
el presente se haya descubierto alguno de los textos de los que
nos habla san Lucas.
EI más importante de éstos es el Evangelio según los Hebreos'
del que trataremos en el capítulo siguiente; procuraremos diluci
dar el problema de si los ¡udíos crist¡anos compulsaron varios
Evangel¡os, o si, por el contrario, se trata de un único y mismo do-
cume-nto conocido baio diferentes nombres -El Evangel¡o de los
Nazarenos, EI Evangelio de los Doce, El Evangel¡o Eblonita' etc-'
Es ésta una cuestión muy Gonfusa y embrollada, pero concretare'
mos nuestra atención en los pasaies interesantes que nos han lle'
gado y que, en efecto, parece que tiene un valor Gustantivo'
- Luágo, y por orden de importancia, está El Evangelio según los
Eg¡pc¡os, que Clemente de Aleiandría (200) menciona en múltlples
ocasiones, Aparentemente, este Evangelio comprender¡a una ex'
traña converjación entre Jesús y una cierta Salomé sobre proble'
mas matrimotiales; toJo parece indicar que este texto fue mod¡'
ficado por la secta de los encretitas, que se abstenían del matri"
monio, aunque en sus otígenes no implicaba naturalmente una in'
terDretación de esta clase. En su forma más $imple diría proba'
blemente algo como lo que sigue:
del Fin' S¡lomé preguntó:
"Así que el Verbo hurto habtado
"¿Cuánto tiempo reinará la muerte?" Y el Señor le respondió:
"Mientras las muieres den a luz.""
dY entonces Salomé volvió a preguntari "¿Así' yo hice bien al
no querer parir?" El Señor le respondió, dic!éndole: ,'Gome de
cualqu¡er planta, pero no comas de la que amarga."o
"Y cuando Salomé le p¡eguntó cuándo se conocerían las cosas
de las que estaban tratando, el Señor le diio: "Cuando hayáis pi.
soteado el velo del pudor, y los dos se convie an en uno, y el
hombre no sea con la mu¡er ni homlrre ni muier."'
Existen --€omo ya hernos v¡sto- otras versiones de estas pa.
labt.as, y es muy posible que contengan elementos primitivos y,
tal vez, auténticos, mezclados empero con otros de catácter heré.
t¡co; pero aquí sí que es prácticamehte ímpos¡ble sabeÍ cómo
puede separarse el grano de Ia cizaña, Personalmente, creo que el
extracto de la _Segunda Epístola de san Clementc, que ya hemos
citado, es, de hecho, u¡ia forma mucho más original de este pa-
saie:
<Puesto que el mismo Señor, i¡terrogado pot algu¡en sobte el
tiempo de la llegada de Su Be¡no, d¡io: "Cqando los que son dos
sean uno, y el exter¡or como el inter¡or, y el hombre con la mu,
¡er, n¡ hornbre ni mujer," Monseñor Lightfoot ha estudiado estos
pasa¡es de una manera muy cornpleta, y ha llegado a la conclu-
s¡ón de que su forma original no implicaba ninguna condena del
matrimon¡o, y que p@dían rúuy bien basarse sobre un episod¡o
real. Sugiere que, p¡ecisamente el últ¡mo pasa¡e, puede const¡tuir
una llarnada a la armonía mutua, a la s¡nceridad perfecta y al do.
minio de Ia pasién sensual. El carácter ligeramente en¡gmático de
estos fragmentos es posible comprpbarlo también en algunos pa.
sajes de los Evangelios; cfeo que en muchas ocasiones Jesús daba
una forma apatentemGnte desorientadora a sus enseñanza$, y asi
excitaba Ia curiosidad de su auditorlo y estimulaba la reflexión.
Finalmente, delremos dar noticia de los recientes descubrimien-
tos de una 6erle de papiros, hallados en Eg¡pto, toialmente cu.
biertos de ¡nscripc¡ones evangél¡cas, Algunas son de ¿"
"p¿¡u6t""
Jesús", recogidas de diversas fuentes; pero otros son indudable-
mente fragmentos de Evangelios pcrdidos. Estudiaremqs todo ello
más adelante, pero ha sido conveniente c¡tarlog aquí, por cLtanto
algunos de ellos podrían formar payte de los Evangelios extracanó-
nicos ql¡e hemos estado exarn¡nando.

138
NOTA ADICIONAT AL CAPÍÍULO

Al tiempo de escribir yo el presente capítulo, se han hecho pti'


blicas algunas notlc¡as sobre los importantes descubr¡mientos de
Nag Hamod¡, cerca de Luxor, en el Alto Egipto, que, de haberlas
sabldo con mayor antelación, habrían tal vez merecido pof dere'
cho propio un capítulo en este trabaio. El descubr¡r'iento se dcbe
a unos labr¡egos que! entre los años lg45 y 1945, intentaban re'
coger algunos fertil¡zantes en un vie¡o cementer¡o. Consiste en
una colecc¡ón completa de l¡bros gnósticos escr¡tos en lengua
copta sobre pap¡ro y nueve tratados que forman treinta
-cuarenta
cédices religados con cubiertas de piel-. Los especialistas en [lis.
toria de Ia lglesia conceden un gran valor a estos textos gnósti-
cos, pero para el lector medio e! máximo interés se centra en el
hecho de que uno de dichos documentos contiene un glan número
de "Palabras del Señor". hasta ahora desconocidas.
Tal documento sé conoce ya baio el título de El Evangel¡o se-
gún Tomás, del que se tienen muchas referencias a través de Ia
literatura antigua. En realidad no se trata de un Evangelio, al me.
nos en el sentido usual que damos a esta palabra, S¡no de una
serie de ciento catorce "Palabras", att¡bu¡das a Jesús, algunas de
las cuales presentan grandes concomitancias con los Evangelios
canónicos y ofrecen enseñanzas de un gtan paralelisrno con ellos;
ot¡as Feftenecen al tlpo de frases que conocemos como proplas
de los escritores de Ia Pairística; y aún algunas otras presentan
unos netcs caracleres gnósticos y, en tnodo alguno, pueden cali-
ficarse de auténticas; pero en todo el coniunto se aprecia un pe.
queño pós¡to que puede contener con toda probalrilidad nuevos y
verdaderos datos de Cristo. Los especialistas quo todavía están
traba¡ando en estos documentos (el profesor Ou¡spel y olros cola-
boradores) consideran que muchos de ellos pueden contener !n
mater¡af h¡stóf¡co ve¡dade¡o de mayot interés, incluso, que el de
algunos fragmentos de nuestros Evangélios. Sólo puedo c¡tar aquí
los siguientes Íragmentos de esao "Palabras del Señor":
"Sed como transeúntes,'
y
"Ama a tu hermano como a tu alma, cuida de él como de Ia
niña de tus ojos."
"Bienaventurado el hombre
que ha sufrido, pues ha cimentado
6u Vid8.D

r39
CAPITULO DECIMOTERCERO
EL EVANGETIO SEGÚN [.OS HEBREOS

ODA ' na serie de autores de la lglesia, entre Ios siglos ll al


lV, mencionan
-y aun citan- un Evangel¡o escr¡to en he-
breo y que, al parecer, era de uso corrienle entre los cris-
tianos de origen ¡udío, Clemente de Alejandría y Órígenes Io con-
sideran digno de ser utilizado, si bien colocándolo en un plano
distinto al do los Cuatro Evangelios. Eusebio afirma que Hegesipo
(l?51 los utll¡¿ó, y que los ebionitas no se siryieron de ningún
otro. Epifanio nos cuenta que los nazarenos poseían una vers¡ón
completísima de san Mateo escrita en lengua heblaica y que los
ebionitas tamb¡én poseían otra, pero incompleta, San Jerónimo nos
da todavía más referencias de este texto, y afirma que se 16 auto-
¡izó para copiarlo por loa nazarebos res¡dentes en Beroea, S¡r¡a, y
que lo tradu¡o al griego y al latín.
La cuestlón estriba en saber si todas itas referencias aluden
a un mismo documento o, sl por el contrárío, ex¡stían dos o más
textos. No nos es pqsible discutir detalladamente este problema,
pero, por mi parte, es¡oy convencido, comt ya lo he expuesto rei.
teradamente en otras ocasiones fl), que sólo exisiía un solo
Evangel¡o de esta índole, si bien pudieron ex¡stir var¡antes por
razones de diferentes ed¡ciones o copias. Y, particularmente, apa.

(1) <Ih€ sleosirory t|mos), julio.sgosto de 1928.


reca como probable que los ebionistas, un grupo de crisii¡nos
¡udios que practicaban la ascesis, tuvieran un texto revisado propio.
El orlgen de este Evangello permanece, pue6, inclerto, como
también lo son sus nexos con los Evangel¡os sinóptico$, de los
que está, con toda evldenc¡a, más próx¡mo --.+n especial con san
Mateo- que cualqu¡e¡ otro de los l¡bros apócrifos que hemos exa.
m¡nado en el capítulo precedente. Algunos incluso cr€en que se
trata del texto do san Mateo reescrito y aumentado con embellc.
cimientos {antasiosos. Esta teoría paesenta, no obstante, algunas
dificultades; una estlcometría (enumerac¡ón de las líneas de ün l¡.
bro) antlgua parece ¡ndicar que este libro era apreciablemenie más
breve que el Evangello según san Mateo. Algunas de sus variantes
y aun las adlclones ptegentan un aspecto netamente original y
auténtlco. Parece, pues, mucho más probable que nos hallemos
ante una especie de "primo hermano" de san Mateo, es decir,
una comp¡lación diferGntg llevada a cabo a part¡r de algunas fuen
tes consultadas tamb¡én por el santo, a más dé otros documen.
tos autónomos. No puedo exponer aquí m¡ teoría sobre las d¡st¡rts
tas maneras en que todo ello pudo sucedea, pero ya manifesté mi
punto de v¡sta on los ariículos que he citado.
Sea cual fue¡e la posición que se adopte ante esle problema,
aparece @mo posible que el Evangelio según los Hebreos pueda
proporciona¡nos más detalle$ suplementarios sobre Jesús que cual.
qu¡el otro Evangello extracanóniqo, y no puede por menos que ex.
trañarnos que no haya llegado hasta nosotfos, cuando en la Edad
Media se encueniran trazas de su existenc¡a. Algunos manuscri.
tos de los Evangel¡os que datan de los siglos lX o X contienen no.
tas marglnales que Indican que algunas lecciones se habían con"
signado "del ¡udío,, y una de ollas concue¡da con un texto que
san Jerón¡mo halló dice- en el Evangelio según los He-
-segrfn
breos. James reclama la atenclón sobre una c¡ta extraída del Evan-
gel¡o según los Naz€renos quo 9e encue¡tra en un comenta¡¡o de
Haimón de Hauxer¡o (8.1i0), asf como sobre una nota marginal del
siglo Xlll que cita este Evangelio y que es posible comprobar en
una versión en verso de la Biblla, conoc¡da por La Aurora y que
se conserya en el Museo Fit¿w¡lliam de Cambridge, Hace ya ba+
iantes años, Rendel Harr¡s mostró su extrañeza arite el hecho de
{que se nos hublera pasado por alto durante tanio tiempoE. Los
recientes descubrimientos de Oumran y sus alrededores nos per.
miten concebir la esperanza de que no pasará mucho tiempo an.

144
tes de que se encuentre un eiemplar en las arenas de Egipto, en
uha gruta de Palestina, o que aparezca en alguna b¡blioteca o en
algún desván de un monasterio olv¡dado.
Y pasemos ya al examen de los pr¡nc¡pales éxtractos de esto
famoso Evanoelio que han llegado hasta nosotros:

(l) "Mirad,
la Madre del Señor y sus hcrmanos le dlioron:
"Juan el Bautista ha bautizado para la remis¡ón de los pecados:
acudamos a él y hagamos que nos baut¡ce." Pero El les diro: (¿Cuál
és mi pecado pala que yo me haga bautizar por él? A menos que
mis propias palabras constituyan, tal vez, un s¡gno de ignorancia."'
Este tragmento t¡ene para mí el valor real de una rem¡niscen-
c¡a de los familiares de Jesús (c{. san Juan, 7, 3 y siguientes). Es
muy lógico suponer quet en algún momento, Ie planteasen esta
cuestión y, luego, cuando ya creían en El, acordarse del suceso
(Hechos, 1, l4). Harnack, el célebre h¡storiador de la lgle6¡a, se
Íel¡ere a esle texto como "la más antigua h¡storia conocida sobre
los prel¡mínares del bautismo"; cree que la amb¡güedad del pasai€
se nos dice si Jesús era consciente de estar en pecado-
-no
cor¡st¡tuye un signo de autentic¡dad. Por mi parte, añsdirla qus
sus palabras parecen refleiar exactamente el estado do espíritú
balo el que ¡maginamos a Jesús en aquel período. S¡ tenemos en
cüenta que hasta aquel momento había llevado una vid¡ sin man.
cha y habia llegado piogres¡vamente a la conv¡cc¡ón de qué D¡os
le llamaba a servir de alguna forma, si b¡en no tenla plena con
cienc¡a ds su personal¡dad y de su mis¡ón {los Evangelios nos ln.
d¡can que esta toma de conciencia no tuvo lugar hasta el momen
to del Baut¡smo) (n), la duda y la incertidumbre que fefle¡an sus

{') f¡. del 1-Se t¡ata aqua de la ps¡ticular op¡rlón del autor del pr€¡el¡lo
libroi op¡n¡ón qr€, por orh parte, ya ft¡e reohazada por los prim€ro. teólogo. y
Padrcs de Ia lsles¡a. Oel texto eva¡sél¡co no pse{e deducirs€ en modo €lguno trl
abreacció¡ de la conc¡encia de Cr¡sto, sino rodo ¡o contrálio. Básre !6cordar á srn
tucas (2,48-50): "Cuando iu6 padrcs lé viéron, se marav¡llarcn, y te diio su madro:
''H;jo, ¿por qué ños has hecho as¡? M¡ra qL¡e ru pod¡e y yo, aponados, .ndáb¡mo3
buscrindote." Y El les d¡jo: "¿Por qué me buscabais? ¿No sabi¿ts que é. pr¿ct.o
cde me ocupe en l¿s cosas de mi Pad.e? Ellos ro onteEd¡eron lo oos te. doci¡.".
C¡eo qüe el texto no do¡a lusar á dudas, pero sn san Mateo (3,141s), l. acr¡tud
de Jesús y su lengua¡a no ditierén 6 ab¡oluto: ,Jüan se oponía, dtctér¡do¡ ,5oy yo
ou;.n debe ser bauliz¿do por t¡, ¿y vienes tü a mi? Pero Jesús te rcspondtó: Dó.
;1Íe h¿cer ahora. pues conviene que cumplarnos todá ¡ust¡cta. Entonces Juan con
descend¡ó. " Es eviderte que en ésta ocsslón {omo cn todás- Crtsro 6! Dl.m-
ménte consc¡ente rle Bu doble náturalezá y de su fntslón, € ¡ndtc. r Jurn. con !u
hab¡tual y pe¡€ntoriá aulrr¡dad, quo qüiere ser él pr¡mero en dsr olempto, y ¡!f lo
entiende el Eautisr8. Só¡o aqüel qüe es totalmenre consctelll€ do !u autE;tor dtg.
n¡d¡d puéde sometérs€ tan llar¿hente ¡ 6u propia léy.

145
p¡labras se nos muestran como psicológicamente coHectas. Creo,
pues, que se irata de un dato autént¡co.

(2) "Y llegó el momento que, al salir el Señor de las aguas,


toda la fuento del Espíritu Santo se deriomó sobre El, diciéndole:
"Hijo Mío, te he esperado en todos los profetas, para qqe tú llega.
ras y Yo pud¡ese reposar en Ti. Pues Tú eres Mi reposo, Mi pri.
mogénito que reinas para slempre.""
Debemos resaltar las palabras (le di¡o', puesto que los Evan-
gelios no hablan de una manera explícita sl la voz se dirigía a El
y hablaba para El, y no para los as¡stentes. Menzies ha expllcado
con gran acuidad el sentido do esle pasale¡ rAquí, má9 dislinta-
mente que en cualquiera de los Evangelios canónicos, el gautis.
mo es el aclo en vinud del cual Jesús conoce su dest¡no, que es
el de cumplir la más alta revelac¡ón de Dios.'
No debemos olv¡dar n¡ un momento que e6 por el propio Jesús
que conocemos la existencia de un pasaie sobre el Baut¡smo
-po-
dríamos decir su autobiografía esp¡r¡tual-. Es, pues, muy probabls
que hub¡e.a refer¡do esta gran cr¡sis a sus d¡scípulos, y que lo hi.
ciera más de una vez, sin repet¡r exactamenle las mismas pala"
bras. De hecho, encontramos otra verslón en el Evangelio Ebion¡ta,
que estudlaremos seguldamente, ¿No podrfa ser que todas estas
variantes const¡tuyeran unas meras tentativas, parcialmente logra.
das, de proclamar el milagro de su iluminación y la toma de con.
ciencia de Su llamada meslánlca?

(3) (En este mismo instante ml madre, el Espíritu Santo, me


as¡ó por un cabello y m6 trasladó a la gran montaña del Tabor..
Tanto Orfgenes, como san Jerónlmo, cltan en muchas ocasie
nes este párrafo tan extraño, Se cree que alude a las tentacion€s
y se explica que se deslgne al Esphltu Santo como (ml madreD,
por el hecho de que en hebreo el vocablo "espírltu" e9 del géne-
ro femen¡no. Yo he propuesto otra expllcaclón, que creo muy su-
gestiva, aunque, ¡usto es declrlo, no ha encontrado demas¡ados en.
tuslastasi las palabras
"m¡ madre", no se ref¡eren
al Espíritu San.
to, s¡no que son un vocatlvo se dlrlgía a su madre-. Leída
de esta manera, la frase serfa-Jesús
una alusión Infant¡|, traída tal vez
a la conversación para expllcar un largo paseo y una experiencia
ds bienestar espiritual.

146
(41 hermano, dijo, ha pecado de palabra y te ha dado
rSi tu
sat¡sfacclón, recíbele s¡ete veoes por dí4. Simón, su d¡scípulo, le
preguntór "¿Siete veces pof día?" El Seiior le respond¡ó dlc¡éndo'
le: "91, asf te lo digo, hasta setenta veces s¡ete. Pues los mismos
profetas, despuér de haber sido ungidos po¡ el Espiritu Santo'
tambión pronunciaron palabras pecadoras.""
Burqultt estima que esle pasaie goza de todas las caracte¡ís-
ticas de la orlg¡nalidad, muy superlof a la de textos seme¡antos
que se encuentran en los Evangelios Canónicos. La frase tnhabl"
tual respecto de los proletas no de¡a de sef chocante y muestra
una actltud libre y poco tradiclonal frente a las anliguas Escr¡tu"
¡as.
Es difícit, slno ¡mposlble, ¡maginar que un autor hubiera for'
¡ado este texto con poster¡orldad, y en especial para ¡ntroduc¡r en
él tales er(p¡eslones acerca do los profetas. Es una idea común
el que fueran ungldos por el Esplrltu Santo (lsaías, 61, f, etc.) y
un gran número de profecías bastan pata demostrar la veracidad
de las observaciones que en el texto reproducido se atribuyen a
Jesús. En el l¡bro de Obadías, por eiemplo, se puede leer un
"Himno del od¡o', dirig¡do contra Edom.
(5) (El otro hombre rlco le dijo: "Maeslro, ¿qué buena acclón
debo llevaa a cabo pala vivlr?" Le respondió: "Hombre, compórtate
según la Ley y según los profeto6." Y el hombre replicó: "Ya me
compono asl," El repuso: "ve, enaiena todo lo que posees, distr¡"
buyéndolo entre los pobres y sfgueme." Pe¡o el rico come¡zó a ras"
carse él cogote porque todo aquello no le entuslasmaba demas¡a'
do. Y el Señor le dllo: "¿Cómo puedes aflrmar que obras confor-
me a la Ley y a los profetas, cuando está escrllo en la Loy: Ama
a tu pról¡mo como a tl mlsmo, y observa cómo muchos de tus hér-
manog, hllos de Abraham, vlsten suclamente y Dueren de ham'
bré, mlentlas tu casa está llena de cosas buenag y n¡nguna es
para ellos?" Y volviéndose hacla Simón, su dlscfpulo, que estaba a
su lado, le duo: "SImón, htio de Juan, es más fácil para un camello
pasa¡ por el agu¡ero de una aguia que a un hombre rico entrar
en el relno de los cielos.""
Algunos autores están persuadldos de que esta versión de la co-
noclda hlstorla es la más antigua, fundándose en fa cantidad de
detalles realistas que aparecen en este relato; ps¡o la mayoría
cree que procede del texto slnóptico y t¡e¡le un valor meramente

147
sécundario. Se ha pretendido también que el pasaie fue redacia.
do de esta lorma con el obieto de atelnperar un tanto la severi.
dad de las palabrar de Cristo, e indicar que el r¡co en cuestión
habia llevado una v¡da egoísta, m¡entras que en los Evangelios
sólo se d¡ce que había rehusado al sacrificio personal en aquel
momento pfec¡so.
Pero lo que gene(almente no se ha comprobado es que no se
trata aquí de una versión distinta del hecho que nos es tan fami.
liar, sino de un episodio diferente, aunque de patec¡das circuns.
tanc¡as. <EI otro hombre rico', y el hecho que Simótr estuviera
sentado, lo demuestran claramente; en los Evangelios el incidente
se produce mientras estaban en cam¡no" Puede parécer extraño
que un m¡smo tipo de cosas suceda dos veces, pero no es impo-
sible. Si, por el contrario, se tratase de una versión d¡terente de
un mlsmo hecho, es evidente que contendría una serie de ele'
mentos primit¡vos que merecerían la pena de ser consetvados.

(G) .Guando el Seíror entregó la tela at serv¡dor del sacerdote,


marchó y se apareció a Ja¡me. Pues Ja¡me había iurado que no co
meria pan después que el Señor habia bebido del cál¡z y hasta
que, resucitado de entre los mueftos, le viese de nuevo. "Acer.
ca una mesa y pan", le diio el Señor, LuEgo, tomó el pan, lo ben.
diro y lo partió y, ofrec¡éndoselo a Ja¡me él Justo, Ie diio: "Herma.
no, come tu pan, que el Hl¡o del Hombre ha resucitado de entre
los muer165."t
Conforrne ya vimos, san Pablo afirma que Jev¡s se apareció a
Jaime (l Cor¡nt. t5, 7), y muchos especialistas están convencidos
que este relalo es exacto en el fondo, aunque hayá sido sin duda
ernbellec¡do, lá alusión al "servidor del sacerdote" es oscura,
pero, por otra parte, él empleo de las palabras <Hiio del Hombrer
tiene una tesonancia auténtica; sólo Jesús la emplea habitualmen.
te en el Nuevo Testamento y, por tanto, su presenc¡a en este tex.
to es de subrayar. Jaime los otros fam¡liares de Jesús- cre.
-n¡ en
yeron en El ni le s¡gu¡eron los comienzos (Marcos,3.3l:
Juan,7,5), pero después de la Crucifixión se unieron a los disci
pulos ÍHechos, l, 14). EI fragnento que ofre2co a continuEc¡ón pa.
rece darnos la clave de est€ cambio de aotitud.

(7) (V cuando El llegó frente a Pedro y a los que le rodeaban,


les dijor "Venld, tocadme y comprobad que no soy un demonio de,

r48
sencarnedo." E inmedialamente después de haberle locado, creye.
ron en El."
Este pasaje se encuentra en sna carta de san lgnacio, que su-
frió martirio en el año ll5, y san Jerónimo afirma, más tarde, que
constaba en el Evangelio según los Hebreos. Si fuera así, este
Evangelio sería realmente muy antiguo. Se trata, gin duda alguna,
de una vers¡ón algo d¡stinta de la apar¡c¡ón que se nos relala en
el Evangelio de san Lucas f24, 36-39), pero la expresión "demonio
desencarnado" es interesante: nos lecuerda el mi6do do los discí.
pulos, que en un principio creyeron que se trataba de una
apqrición de mal agüero. Es posible que este relato sea anterior al
texto de san Lucas, teniendo en cuehta que la expresión es algo
difícil, puesto que entra dentro del estilo del santo dulcificar las
expresiones fuertes.

(8! "No te alegres nunca, si no has contemplado a tu hermano


con amof.D

(9] cSe ha dicho que en este Evangelio 5e reputaba entre


los más graves pecados el apenar e¡ espir¡tu del hermano."

(10) dllamaré conmigo a los buenos, estos hombres buenos que


mi Padre celestial me ha dado."

(lt) (No cesará de buscar hasta que encuentre, y cuando haya


encontrado, quedará admirado, y una vez que se haya adm¡rado,
reinará, y después dé re¡nar, descansará.o
Muchos especial¡stas consideran que estos cualro fragmentos
son autént¡cos, Los dos primeros eslán impregnados de un verd*
derc espÍritu de frate¡nidad cristiana, El tercero, algo más enig-
mát¡co, puede s¡gn¡ficar que aquellos que sean buenos por la gra.
c¡a de D¡os, serán llamados a sew¡rle, El último, que se encu€ntra
tamb¡én entre los Dichos del Señor descubiertos en los papiros,
será ob¡eto más adelante de un me¡or estud¡o,

(12) <Este Evangel¡o ofrecía una variante de la parábola de


los talentos, de un gtan interés. La amenaza no se dirige al que
esconde los talentos, sino al que lleva una vida desordenada
que la parábola se refiere a tfes servidores, de los que uno -ya
dila.
pidó los bienes de su dueño con prost¡tutas, el otro los multiplicó

t49
cqn au dillgencia en los negoclos, y el tercero escond¡ó el talento-i
y el resultado fue que uno de ellos recibió un premio, o$o una
reprimenda, y aquel otro fue puesto en pr¡sión."
La$ do$ versiones canén¡cas de esta parábola difieren entre si
(Mateo, 25; Lucas, l9l, y Jesús pudo aún dar una teücera Yersión
todos los maestros, pudo repetir ciertamente su enseñan-
-Gomo
za-, variándola segrin las circunstanc¡as y la ocasión.
Hasta aquí los principales pasaies del Evangelio hebreo, a los
que podenos añadir algunos detalles. El hombre de Ia msno atro"
fiada hubiéra pedido favor de este modo: "Yo era albañil y gana.
ba mi sustento con el traba¡o de mis manosi te ruego, Jesús, que
me devuelvas la salud, para que ya no tenga qué mendigar ver-
gonzosamente mis alimentos.D Parece también que, en el Padre-
nuestro, el Evangelio hebreo ¡ncluía estas palabras: rY danos tam-
bién, Señor, Duestro pan "del día de mañana". Incluida la h¡storia
de una mu¡ér acusada de haber cometido innumotables pecados
una variante de la de san Juan (7, 53-5gl que ya
-probablemente
veremos luego-, Respecto de la intercesión de Cristo clavado en
la cruz, decía: <Al escuchar estas palabras d6l señor, miles de iu-
díos que allí estaban, creyeron.' En el pasa¡e de la purificación del
Templo: "...de sus oios salieron rayos, que les amedrentaron y
pusieron en fuga," El episodio del velo o cortina del templo des-
garrado, sust¡tuido por la caída de un grueso d¡ntel que se rompe,
También pueden apreciarse algunos detalles menos relevantes de
d¡ferencias de expres¡ón entre distintos manuscritos del Evangelio,
que no podemos estud¡ar aquí. Como resumen, podemos atirmar
que parece ser que este Evangel¡o merecía el respeto que lo tuvie-
ron Orígenes y otros autores, si bien no podemos determlnar su
exacto valor.
Tampoco sabemos si loE ebionilas utillzaban una vers¡ón recti-
ficada de este Evangelio, o bien si dispusieron de un texto comple.
tamente d¡ferente. Dos pasai@s c¡tados por Epifanio (slglo lV) no
defluest¡an ninguna iendencia herética y podrían muy b¡en peIte
necer al Evangelio hebreo:
"Sucedió que, en tiempo de Herodes rey de Judea, vlno Juan,
que bauti?aba con el baut¡smo d€l arrepent¡miento a orillas del
Jordán, y decían de él que procedía de la línea de Aarón €l Sa.
cerdote, y que era hiio de zacarías y de lsabel, y todos acudieron
a é1."
"Y allí se encontraba un ial Jesús. Tenía una t¡eintena de años.

I
y nos escogió. Regresando de Cafarnaum, entró en casa de Simón'
conocido por Pedro, y di¡or "Cuando he pasado cerca del Lago Tibe'
ríades, he elegido a Juan y a Jaime, hi¡os de zebedeo, y a slmón'
Andrés y a Tadeo, y a Simón el Activo y a Judas lscatiote; y a
ti, Mateo, que estabas eentado en el tendetete de los publicanos'
y te llamé y me has seguldo. Y quiero que seáis doce apóstoles
para dar testimonio ante lsrael.'rD
Luogo, encontramos una variante del baut¡smo de Jesús y de
la voz que en aquellos momentos habló; como veremos más ade'
Iante, existen otros testimonios en apoyo de esta versión:
vino Jesús y tamb¡én
"Y cuando las gentes fueron bautizadas,
fue bautizado por Juan; y cuando salió de las aguas se abrieron
tos ciélos y vio al Esplritu Santo, ba¡o la forma de una paloma,
que descendió y entró en é1, y una voz resonó en el cielo y diio:
'Tú e¡es mi Hiio bienamado, tengo plena satisfacc¡ón de T¡." Y lue"
go: "En €ste dí9 te he engendrado"'Y seguidamente se hizo una
gran luz en los cielos, Cuando Juan la vio, le diio: "¿Ouién eres tú'
señor?" Y. de nuevo, Ia voz del clelo diio: "He aquí a mi Hiio bien'
amado por el que tengo plena satisfacción." Entonces Juan' arro'
lándose a sus p¡es, di¡o: "fe lmploro, Señor, Bautíza¡ne " Pero El
lo
levantó diciéndole: "Acéptalo asl, pues es preciso que todas las
cosas se cumplan.",
Por últ¡mo, la repugnancia de los ebionitas a comer catne les
llevó I lntroducir algunas variantes en estos tres pasa¡es:
(Y Juan vestía con pieles de camello y ceñía su cintura con
una badana; y su comida era Ia miel salvaie, que sabe como el
maná, como un pasiel untado de acelte."
Aquí, el texto hace un iuego de Palabra6, puesto que en grle'
go akris signiflca saltamontes, y el pastel se denomina enkris.
para abolir los sactificíos, y sl vosotros no os apar'
"He venido
táis de ellos, cólera no se apa*ará de vosotros.o
la
"¿He
tenido el deseo de comer con vosotros de esta carne en
la Pascua?o
Este Evangello, al igual que el de los hebreos, y sea cual fue'
re Ia relación que exista enire ambos textos, presenta aspectos
muy lnteresantes y a buen seguro entremezcla tradiciones primi
tivas con otros elemenios más tendenciosos.
Cornpletaremos este capítulo dedicando algunas palabtas al
Toldoth Yeshou, la versión iudía medieval de la vida de Cristo, que
fue utilizada entre los hebreos como propaganda contra la lglesía.

l5t
Eate documsnto comparte ¡a teoría del Talmud sobre el nacimlento
¡legltlmo de Jesús, Ins¡núa la historieta $obre los paiarillos de ar.
cilla que ya hemos comentado al tratar de los Evangelios spócri.
fos, y cont¡eng otros extremos ¡maginarios. La apar¡ción de la reina
Helena entte los dlfigentes de palestina que ¡uzgaron a Jesús,
es algo muy extÍaño. No nos es poslble adeDtrcrnos eb detalles,
pero es pfsciso hablar de ello en ¡azón del libfo, aparecido hace
ya algunos años, de Hugt J. Schomfield, Accordinq to the Hebrews.
En é1, su autor se esfuerza en demostrar que el Toldoth yeshou
gstá en esÍecha lelación con el Evangelio secundario que acaba_
mos de estudíar. Considera que, de$po¡ado de sus elementos le"
gendarios, el Toldoth era un docume¡to relativamente primitivo y
uDa respuesta ¡udía a¡ Evangelio según los Hebreos. fundada en
él y que hacía, ppr tanto, alusión a su contenido. Me parece que
€sta teoría os insostenible, por la simple razón de que los puntos de
contacio entre el Toldoth y los tre¡nta escasos fragmentos qse co-
nocemos de es¡e Evangelio pefdido son escasís¡mos y tenues, No
obstante, este libro iiene aspectos sorprendentes, pues resulta un
t¡nto incomprensible comprobar en él la ex¡stencia de claras alu.
s¡ones al noble carácter de los críst¡anos:
dS¡ uno de ellos te obliga a correr una milla, corre dosi si un
¡udío te pega en tu lado izqu¡erdo, ofrécele el derecho; si un ir¡-
dio te ¡nsulta, sopórtalo y no le devuelvas el insulto, como yeshou
lo soportó; v¡víó humildemente. y os enseña a ser humildes como
él lo fue, para que podáis sopodar todo ¡o que se os diga. El
dla del Juicio, yeshou los castigará, pero vosotros esperad según
vuestra mansedumbre, ya que está escrito: "Euscad al Señor, vo.
sotros, hunildes de Ia tierra, vosokos que habéis conformado su
¡q¡clo; buscad la justícia, la humildad, y así es posible que estéis
ocultos el dia de la cólera de Dios.""
No podemos af¡rmar, evideniemente, si este pasaie y algún
otro ftieron Insertados por los cristianos, ya que, qqe se sepa, exis-
ten muy poco8 manusc¡itos del lib¡o anteriores al siglo XVt.
CAPITULO DECIMOCUARTO
FUEilITES DIVERSAS

EMOS examinado un cierto número de "agrapha" entresaca'


dos de los escritos de los Padres Apostóliaos, del Evange'
lio según los Hebreos, y aun dé otfos documentos' Estudia-
remos ahora los que se encuentran en diversas abras escrltas en'
tre los siglos ll al lV o V' Es p¡ácticamente impos¡ble extenderse
sobre todas estas obras y sus autores, y la mayoría de las luen'
tes de donde se recogieron nos 6on desconocidas' Es posible err
pero que algunos de, estos {agrapha' procedan de obras más an'
iiguae'quc l"s que hemos examinado, e incluso que El Evangelio
según los Hebreos, o que los Comentar¡os de PaPlas' -
Muchos detalles nos invitan a pensat qu€ muchos dc ellos
pue
den constitt¡¡t referencias auténticas dé Jesús' aqnque ro teng+
mos plena certeza de este hecho' El longuaie figurado e Incluso
pinloresco que apreciamoJen muchos pasaies de los Evangelios'
también algunos de estos {agrapha'? cierto número de
los qué vamos ¡ examinar pre3entan un aspecto enigmát¡co' y re
"",""t"ri."
algunos momentos pasa¡es como el del dagu¡ero de
"u"rd"n "n
la agü¡a" (Marcos, 10, 25). Podemos también GomProbar una con-
cisión y precisión muy caracterírticas del modo de exprGsarse Je-
corno una serie de aluslonqs al {Relno', concepto por el
"ús, ""i
que Cr¡sto mosttó una evidente pred¡lecclón'

155

l
(l) "Sed como banqueros (o los que cambian moneda) sabios,u
Este eS el "agrapha" más frecuentemente citado: Re$ch enu-
1""!3 sesenta y nueve eiemplos. Incluso to tallurnos-"n Jl
1"]u tamil¡ar
rcxro de Ia I Tesalon., (S, 21). como los banqueros
sabios, comprobad y verificad todas las "Sed
cosas y q""d;;-;;;-i;;
bqenas.' Puede, pues, muy bien tratarse de
una frase de las evo.
cadas en.el capífulo ll, de las que san pablo
conocía y utilizó. Un
autor ant¡guo c¡ta también estas palabras, u 1"" quu
unu¿",....quu
saben discern¡r las piezas aqtént¡cas del Señor
s€D; otro cita la frase para suger¡r que en
& lu mon"¿u iui
las Escr¡tuEs se con.
verdaderas y fatsas, y que somos nosotros quiencs
:l"l^1-"-"::"
qeDemos d¡scr¡minarlas-

, "Ped¡d por las cosas grandes, que las pequeñas os serán


,(2)por
Gaoas añadidura; pedid los dones celestes y los
de la t¡erra
os serán regalados.,
Clemente de Ale¡andria (190-200) y Origenes (230_250),
,-
ros mas grandes escritores de la lgtesia primit¡va,
dos de
c¡tan estas pa.
sólo la primera parte. pero Origenes las repro.
l:1r:"__
ouce por 9!rn..",-.
completo en varias ocás¡ones_. Clementé
las atribuye a
(6, 33): primero su Re¡no y s" J"";i;l;;
:::.^"j:"1- cosas os"Buscad.
6erá dado por añadidura", po. to que ";
:::::^":.llr
creroo srempre que se trataba de una mera paráfrasis. perose ha
paralel¡smo es demas¡ado sorprendente y este
no" ,""r.r¿i-A"rnu-"¡i-ol
rexros oe |os Ev¡ngelios en los que se ut¡l¡za
tal p¡oced¡m¡ento li-
rerano, tan coriente entre los hebreos. Es. realmente,
fecta !¡ofes¡ón de fe al afirmar que s¡ damos prior¡¿a¿
uha per.
a lasiollg
rmpo antes, no nos faltará lo necesario.

(3)
"Aquet que está a mi lad( cerca del fuego; el gue
está ¡eios de Mí, esrá l"¡o" ¿"1 n"inoll'á
Oríge¡es es, otra vez, [uestra pr¡mera autor¡dad
respecto a
este {agraphoh,, que nos ofrece de una manera
muy interesante:
"He leido -en_alguna parte unas palabras, atribuidas ;; ;;;;:';
me (tanto si sé ponen en boca del Señor.
se -pregunto
h?ce- referencid a El) hasta qué punto "i.ilá
"ofno p".J""'i
"." ""r¿iti""",
propio Salvador diio..." Todavía aquí el paratelismo
;-;rr*,;:
nante; en este caso en forma de antítes¡s y
refer¡mos a la o¡dalía del horno ut¡lizada p"r
¿" Xo"
fa lgles¡a (l san Pedro, 4, 12), y en I"
i." "onr.u"ii.
p"*S"iJ"r"";"
d. "r"o"i;;;;;;;;;
ble alusión a las palabras pronunciadas pot san lgnacío cuando ss
dirigía a Roma, donde sl¡frió mart¡rio: "¿Por qué ¡ ¡e he entregado
a la muerte, al fuego, a las espadas y a las f lstias salva¡es?
Porque el que está cerca de la espada, está cdfca de Dios, el
que está entre las bestias salvaies, está lambién en compañía de
Dios.', Eslas palabras tienen tal vez un mayor alcance, e ¡mplican
que el desprecio a los sufrimientos s¡gnifica la aleEría de ganar
el Reino. AIgún otro autor sust¡luye por "vida" la palabra <Reino",
pero el sent¡do es ev¡dentemente el m¡sno.

(4) "No aceptes nada de otro hombre y no poseas nada de


este mundo.o
Encontrarnos esta trase en una antigua obra sir¡a, La Doctrina
de Adai, que pasa por ser un documento de la vis¡ta a Edessa de
uno de los "Setenta" (Lucas, 10, l) y de la fundac¡ón de la lgle.
sia en esta ciudad. Se compone casi por completo de leyendas
(cf. cap. XIX), pero existen razones para creer que se trata en
el fondo de hechos reales y qu6 es más que posible que, entre su
contexto, subs¡slan algunas palabras auténticas, en especial cuan-
do pueden ser mal interpreladas, o desagtadar, por su apar¡encia
en¡gmática, pues s¡n duda se dan algunas exagerac¡ones, como tam-
b¡én sucede en los Evangelios. Jesús aceptaba l¡bremente la hos-
pitalidad que le ofrecían e ¡ncluso permitía a las muieres que alen.
d¡eran a su sustento (Lucas,8,2-3); pero se pronunció de má-
nera asaz clara sobre la avidez y la acumulación de riquezas. Tal
vez pueda encontrarse én este .agrapha' una referencia a ¡a
descripción que en los Hechos 14, 321 se hace de la fraternidad
que reinaba entre los primeros cyistianosi "Nadie decía que lo que
poseía fuera suyo,D

f5) "El déb¡l será salvado por el fuelte.D


Se cree habitualmente que éstas son palabras autént¡cas q?
Jesús. Las encontramos en El Orden Apostólico de la lglesia, obra
que, en parte, se apoya en la Didaské, pero redactada en forma
muy curiosa, casi legendar¡a. Los Apóstoles están estud¡ando los
posibles reglamentos de la lglesia, y san Juan dice: "Habé¡s olvi.
dado, hermanos, que el Maestro, cuando pidió el pan y el cál¡z y
los bendi¡o, no permitió que ellas (las muieres) esluy¡eran con no-
sotros.o Mada di¡o: "Fue a causa de María, que se sonrió." Y María
replicó: "Yo no reí, en verdad, pero recordé las palabras de Nues.
t¡o Señor y me alegraba, pues t1 ya sabes que hace tiempo, cuan.
do enseñaba, nos decía que...D

fG) (El que no conoce la tentación no alcanzará el re¡no de


los Cielos."
Esla frase la encontramos c¡tada por muchos autotes y, pani.
cularmente, pof Tertuliano (hac¡a 200), qu¡en Ia incluye en un pa-
saie en el que nos reflere el eplsodio de Getsemaní: "Los disci
pulos fucron tentados para que sucumbleran al sueño, de tal
manera que abandona¡on al Señor cuando éste fue prend¡do, e ift
cluso aquel que vlvió con El y utllizó la espada, le neEó tres ve.
ces, pues e$taba d¡cho que..." Es p¡obable que Tertul¡ano ui¡l¡za.
se una varlante de ecte relato.

[7) "Es ¡ecesario que el bien se produzca y bienaventurado


aquel que lo recibe. Del mismo modo, es necesario que exista e¡
mal, pero desgraclado del que lo cause."
La segunda mltad de esta frase nos recuerda a san Mateo (18,
7), pero el paralelismo perfecto que supone nos perm¡te suponer
qu€ se trata tamblén de una frase auténtica, Este texto ptocede
de Las Hom¡lías clement¡nas, una de las obras que se airibuyon
equlvocadamente a Clemente de Eoma, pero que parec€ no obs.
tante consewar algunas variantes primltlvas de las enseñanzas
"banqueros", por elemplo, viene cita.
evangélicas. El felato de los
do unas sela veces, Y las advertenclag de Jesús sobie la dec¡sión
de las famlllas (Matco, 10, 35; Lucas, 12, 35) se reproducen tres
veces, con el slgnlflcativo añadldo de
"el hermano contra c¡ h€r-
manor,

fg) (S¡ no hacéis de manera que vuestra mano irquiefda sea


como vuestra mano derécha, y la derecha como la izquierda, y lo
que está por enclma como lo que está por debaio, y lo que €stá
delanle sea como lo que está detrás, no conoceré¡s en verdad el
relno de Dlos.r
Los Evangellos no!¡ enseñan que, a menudo, Jesús hablaba on
enlgmas, pafa reclamar la atenclón de su aud¡tor¡o y hacerlo re
f¡exlonar; este pasalo que acabamos de cltar es una muestfa de
dlcho método. Es una llamada ptofunda al arrepentlm¡ento y a Ia
remoción de vlelos valore6; en gtlego, la palabra arrepentlmlento
slgniffca llteralmente (cambio de espíritu", y sería difícil encon.

158
trar una imágen más viYa del anepenlirse que la que nos propor'
ciona este *agrapha'' Cuando damos media vuelta sobre el eje
de nuestro cue¡po, la mano derecha se encuentta en el lugar que
ocupaba la mano izqulerda, y viceversa. Se trata, pues, de un
pa'
raleio al conocldo texto de san Mateo (18, 3): ¡En verdad os d¡go
que si no cambiáis y os tornáis como niños' no entraré¡s en el
ie¡no de los Cielos." Debemos añadir que se encuentran muchas
otras vetslones de estas palabras, ligeran:ente d¡stlntas las unas
de las ottas; la que hemos transcl¡io se halla en los Hechos de
san Pedro, obia apócrlla que M. R. Jameg- dataría, lo
-según
más tarde, del año 200. Realmente primitivo'
(9) (Amaron al Señor por tos {9!9s que mostraba Pero el Se'
ñor les d¡¡o: "¿Por qué os m€rav¡llá¡s de los signos? Yo os lego
una gran herencia de la que el mundo todavía no ha gozado"'"
Los párrafos ¡9¡ y (f0) están entresacados de Las homilías de
san Macario (siglo lV), y no conocemos el documonto anterior
que pudo util¡zar. La palabra oherenclao no so encuenlra en los
evangelios, al menos en el sentido que aquí se le da, pero por el
contrarlo, se emplea ftecuentemente en lag Epístolas' Si Jesús se
expresó etect¡vamente en esta forma, nos ayudatía a explicar su
util¡zación; pero no existe certeza alguna sobre este punto'
(10) *Escuchad al Señor cuando os d¡ce: "Estad ateÍtos en Ia
Fe y en la Esperanza, porque engendran el amor de D¡os y el de
los hombres, porque dan la vlda eterna.""
Las tres vl*udes teologales, en su trad¡cional agrupación' se
nos explican unas doce veces en el Nuevo Testamento, y esta-
mos tentados a creer que etta ¡nterdependencla entre ellas la es'
tablécló el proplo Jesucrlsto. Resch consldera esta flase como de
.palabra maestra', de la que dependen todos los elemplos canón¡'
cos, pero otros autores no la admlten. San Macario, {pertenecía
a la iecta de los mesalla4gg muy extendida entle los puebloq del
Este, y que representaba probablemente la supervlvenc¡a de un prl'
mitiYo ctlstiano".
(11) (El hecho de que le atenazara Ia congoia, concuerda con
lo que dllo: "¿Hasta cuándo estaré entle vosotros y os hallaré?"
Y en otra ocaslón: "Estoy fat¡gado de esta generaclón' Me han so'
metido a prueba dlez veces, pero éstos, lo han hecho vein'
y -diio-
te veces d¡ez veces diez,"o

159
Este pasaie lo encontramos en un comentario a los Evangelios
escrito poi ur al Epha¡m, célebre erud¡to s¡r¡o, hac¡a finale-s del
siglo lV. F¡guÉ-tn un relato solre la resurrecc¡ón de Lázaro y la
congoia que todos mostraban, incluso Jesús, frente a su tr¡Ába,
pelo Jro hallamos nada parecido en los Evangel¡os (Juan,
ll, aa.
38). Este texto sin embargo nos recuerda las palabras de Jesús
reproducidas en el Evangelio según san Marcos (9, l9) y
en mu.
chos pasajes del Ant¡guo Testamento. La intensidad de la emoción
de Cr¡sto ante la inditerenc¡a que se mostraba ante su mensaje,
se expresa con una gran fuerza. pero este párrafo puede ser una
mera Cita aproximat¡va, O una paráfras¡s.

(12)
"Cuando el Señor hubo hablado a los discípulos del futu-
ro Feino los Santos, explicándoles cuán maravilloso y glorioso
-de
sería, Judas, extrañado de sus palabras, di¡o: ,'¿Ouién *rá tod"u
estas cosas?" Y el Señor le respondió; "Los que sean dignos de
verlas, las verán.'5r
Hipól¡to c¡ta este pasa¡e; nos referimos a! em¡nente sab¡o ro-
mano de pr¡meros del s¡glo f. Llama la atenc¡ón el hecho de
que se cite por su nombre a uno de los discípulos,
cosa nada ha.
bitual en los (agrapha'. Hemos visto que san lreneo cita un pasa.
¡e muy s¡milar, que d¡ce habe¡ leído de pap¡as, en el que ,ludas
recibe el calificativo de
"traidoro, y no se le permite "ser digno"¡
es posible, pues, que las dos versiones de este diátogo se; in,
depend¡entes, y también que se trate de alusiones d¡siintas a un
texto único de alsún autor más ant¡guo.

(13) tAcordémonos de cuañdo el Señor nos ¡ecomendó: ,,Guar,


daféis m¡s secretos para mí y para los hiios de mí casa.,,o
También esfe texfo fígura en Las homifías cfementínas, y fo
conf¡rman Clemente de Ale¡andría, y otros aufores. San Clemente
dice_ que hallado en (cierto Evangelioo. Forman parte
de una expo.
sic¡ón concreta de las enseñanzas de Cristo sobre misterio del
"el
Reino de Dios¡ (Marcos, 4, 11) que de hecho significa que en
lodo momento actúa el princ¡pio de la selecc¡ón esp¡r¡tual¡ es de.
c¡r, que aquellos que se muestran d¡gnos, por su obeC¡encia, de
ser hijos de Dios, están llar¡ados a eiercer func¡ones y a ostentar
dignidades de privilegio.

(14)
"El propio Señor nos instruyó y advirt¡ó en la Epístola de
sdn Juan, su discípulor "Podéis contemplarle €n vosotrot mlsñol,
como cualquiera de vosotros puede mirarse en el agua o en el
espeio.""
Esta frase un tanto inhabitual, se encuentra en ün libto que por
error se atr¡buyó a san Cip¡¡ano, y que pasa por ser üno de los
eiemplos más antiguos de la literatura de la lglesia Latina' No
existe nada de todo ello en las Epístolas Canónicas de san Juan,
y tal ve! se tiate de una confusa alusión a los Actos de san Juan,
apócr¡fos: "Soy un espelo para ti, que me estás mirando.D Si así
fuera, no puede tratarse de un dicho autént¡co de Jesúg, dado
que const¡tuye una de lqs múltiples expresiones pa¡alelas que co.
nocemos de un h¡mno gnóstico, que pot ciorto musicó Gustav
Holst.

"Pues el obrero es digno de su salar¡o, y sus med¡os de


(15)
subsistencia le bastan al obrero."
Ya conocÍamos la primera parte de esta frase (Lucas, 10, 7)'
pero la idea que sigue ofrece un excelente paralel¡rmo, muy pa-
recido a los que en casos anteriores ya hemos examinado. Este
texto lo cita Epifanio (s¡glo lV) y es práct¡camente impos¡b¡o sa.
ber si son palabras autént¡cas, o una frase br¡llante del autor,

(16)
"Yo soy aquel que Mo¡sés, el profeta, anunc¡ó cuando
diio: "El Señor Dios Nuestro suscitará un profeta, parecido a m¡,
de entre vuestros hermanos; escuchad todo lo qu€ os dlga, pues
qu¡en no le escuche morirá.""
Se trata todavía de un fragmento de Las hom¡lías clementinas.
La c¡ta (Deut., 18, l9l9) se reproduce en dos ocasiones en los
Hechos de los Apóstoles 123, 22t ?,37); ev¡dent€mente se trata
de una profecía muy conocida y que pafece cumplida en Cristo.
Es muy posible que el propio Jesús la aduiera respecto a su Fgr-
sona, como pred¡cción de su venida,

(l?) "Cuando los apóstoles preguntaron a Nuestro Señor qué


debían pensar los judíos de los profetas que habían predicho su
venida, El, enfadado al ver que perdían el tiempo con estos pensa.
mientos, les respondiór "Al€iá¡s al que vive y está frerte a voso
tros, y parloteáis a propósito de hombres muertos.",
San Agustín (354-430) d¡ce que este fragmento procede de un
lil¡ro apócr¡fo, y no le reconoce autoridad alguna. Esle texto no
tan sólo parece contradecir el que antes hemos citado, slno tam.
bión la op¡n¡ón goheralmente aceptada como vál¡da aespecto de
Ias profecías. Pero también puedo crerse que, aun presentándose
como el Mesías promet¡do {Zacarías, 9, 9; Marcos, lt, 2, etc"), Je-
sús pudo al proplo tiempo preven¡r a sus discípulos en contra de
una exces¡va ins¡stenc¡a en el pasado, en deirimento del presente.
De lodos modos, se trata de una enseñanza muy pertinente y
siempre actual.

fl8) "Y el Señor todavíe di¡o: "El que esté casado, que no re.
pudie a su muJer, y el que no lo está que no se case; y aquel que
ha promeiido no volverse a casar, potque su intenc¡ón es la de
permanece¡ célibe, que tampoco ¡e case,"E
Este es un párrafo citado por Clemente de Aleiandría. ¿Será
una paráfrasis de la pr¡mera Epístola de sa¡ Pablo a los Cor¡ntios
(7,32), o una trase auténtica de Jesús en la que se basó el Após.
tol? Es una cuest¡ón muy difícil de decidir.

(t9) (Aquel que libere las almas de Ia idolatría, será grande en


mi re¡no.'
Esta frase Ia encontramos en una de los l¡bros apócrifos, las
Actas de santo Tomás, y se presenta del modo s¡gu¡ente: "Pues
es de esta forma que el Señor nos enseñó, diciéndonos...D Por
más que la historia donde f¡gura esta frase sea típ¡camente le"
gendaria y no tenga nlngún v¡so de autentic¡dad, es posible que
se incluyan en ella palabras realmente pronunc¡adas por Jesús,
En los Evangel¡os no se nos habla de los ídolos, pero en el v¡a¡e
de Cristo y sus disDípulos a Tiro y a Sidón (Marcos 7, 24) se en-
contraron ante un desarrollado culto idolátrico, Io que pudiera cons.
tituir el or¡gen de esta frase.

(20)
"EI Señor, Cr¡sto, di¡o a Pedro: "Tus o¡os ¡amás se cerra.
rán en la étérnídad a Ia luz de esto mündo-tr,
Este texto se encuenira en La vida de Schundi, monie egipcio
de med¡ados del siglo V. La obra contiene una gran pade del do
cumento $obre las Dos Vías, del que ya hemos hablado. Patece,
pues, que su autor conocía los textoa prim¡tivos. Pero esta frase
no es más, probablemente, que un arreglo p¡ntoresco de otra de
san Juan [8, l2): "Yo soy la Luz del mundo; quien me siga no
andará por las tinieblas y conocerá Ia lu¡ de la vida."
(21) y {22), dos fragmentos de una obra perdida, titulada
La predicaclón de san Pedro, que cita Clemente de Alejandría: "El
Señor dfio a los Apóstoles; "Sl un hombre de lsrael se arrepiente
y cree en Dlos a través de Mí, verá remltldos sus pecados.
Y, transcurrldos doce años, les di¡o, pa¡t¡d por todo el mundo para
que nadie dlga: no hemos entendldo.""
"El Señor dlio: "Os escogí a vosotros, los doce, porque estimé
que érais dlscípulos dignos de Mi los que el Soñor quiso, porque
os creyó apóstoles fteles, y os envío por todo el mundo para que
prediquéls a todos los hombres, a fin de que sepan que exi$te un
Dios, para que proclaméls por Ia fe que tenéls en Mí lo que ha de
succder, para que aquellos que oyeron y creyeron puedan ser sal.
vados y aquellos que no creyeron olgan y den testimonio, y nada
les impida declr: No hab¡amos oldo.'!'
EI hecho de que pasaran aproxlmadamente unos doce años an-
tes de que los discípulos abandonasen Jerusalén para predicar la
buena nueva, puede ser el orlgen de esta frase, O bien, ¿podemos
€uponer que fue J€sús quien se lo ¡nd¡có?
CAPITULO DECIMOQUINTO
LOS MANUSCHTTOS DE tOS EVANGETIOS

NTES del invento de la lmprenta, cuando había que escribir


los libros a mano, él texto de una obra podía variar de un
eiemplar a otro. Hay m¡les de manuscritos del Nuevo Testa.
mento (escritos primero en griego, traducidos luego al latín, al
sirio y aun a otros idiomas), y se aprecian enlte ellos infinidad de
variantes. La mayoría de e6tas diferencias no tienen la mayoÍ im.
portancla, a no ser en los casos de estud¡os muy técn¡€o6. l€tras
e incluso palabras se om¡ten, o se repiten. Puede sucedet que una
línea entera de un texto quede olvidada, o por el contrario, res-
petada. La ortografía de las palabras y, especialmente la do los
nombres propios, no siempre es la mlsma. Muchos de estos erro.
re6 son invqluntarios, y se deben a la falta de atenclón de los es-
cribas; otros, en cambio, se cometieron deliberadamente, por un
deseo de meiorar el t€xto: por c¡emplo, el ca6o de la atmoniza.
ción de vario$ Evangelios.
En otras ocas¡ones,6e encuenftan en ciertos manuscritos pa-
labras que en la versión habitual del texto no existen: éslas son
las que nos interesan en nuestra búsqueda de datos suplementa-
rios sobre Jesús. Es posible que, en c¡ertos casos, podamos des-
cubrlr así el texto or¡g¡nal de un pasaje que había s¡do deforma-
do en la vers¡ón corriente. Pero todavía e6 más probable que es.
tas €xpfesiones desconocidas las interpolara el copista, que pudo
anotar alguna frase que oyó y que le pareció de valor, al margen

767
dol manuscrito, y que, luego, otros éscr¡bas Introdu¡eron en el
texto general, al creer que el amanuense anlerio¡ quiso, de esta
forma, corregir una omisión involuntatia. Como puede verse, todo
ello ¡o es más que una hipótesis entre otras muchas. Es tam.
bfén evldente que algurias interpolaciones de tal género pueden
comener datos transmitidog por vía indirecta, e incluso palabras
autéÍtlcas de Jesú$ que no debemos delar en el olvido.
La mayorla de estos manuscritos, escritos sobre pergamino o
sobre v¡tela, datan todo lo más del siglo V, y estüv¡eron mucho
tlempo esqondldos entre los tesoros de las b¡bliotecas monacales,
Los especial¡stas los han estudiado y clasif¡cado con gran esme'
!o, En el decurso de estos cien úll¡mos años, se han descubierto los
e¡emplares más ant¡guos, y algunos fragmentos de manuscritos so'
bre papiro, con lo gue el estudio de los textos evangélicos ha ad,
quitldo, de hecho, una hase consid€rablemente más arnplia. trn
examen compleio de estos descubrimientos, nos aleiaría demasia.
do de nuestro p¡opósito, pero merece la pena recordar algunos epi.
Sodlos partlcularmente románticos.
En t844, Conslantin Tlschendoú, que vis¡taba el convento de
Sant. Catallna, al pie del Monte Sinaí, vio que en la puefta de
entradá tenían los monies un cesto lleno de vieios pergaminos
para ser quemados. Al examinarlos, comprobó que se trataba de
docume¡tos muy antiguos, y consigu¡ó que le autorizaran para lle.
varsg algunas páginas, Volvió al convento al cabo de unos años, y
encontró el rGsto del manuscrito, que acabó por adquirir el zar
y entregarlo al estud¡o de los especial¡stas, En 1933, el goblerno
soviético lo vendló al Museo Británico por la suma de tOO,000 l¡-
bras esterlinas: se trataba del lamoso Código Sinaitico (ul| cód¡-
go, o cff¡ce, es una obra de pág¡nas atadas, én contraposición a
los antiguos rollos). Al igüal que el Códice Vat¡cano, que se con"
serya en ¡a Bibliotéca Vaticana de Boma, data aprgximad¿mente
del año 325r estas dos obras han sido consideradas durante mu'
chos años como los me¡ores y más sntiguos manuscritos del Nue-
vo Te6tamento: y se mencionan en la Versión Bevlsada, al final
del Evangelio según san Marcos. En el mismo convento se des.
cubrió tamb¡én una versión muy antigua de los Evangelios, en len.
gua s¡rla; en 1892, dos hermanas gemelas, la señora Lewis y la
geñora Gibson, eminentes humanistas de Cambr¡dge, encontra¡on
este documento y, al no autorizá¡seles para llevarlo consigo, Io
fotografiaron. Se tfata de un (palimpsesto' (palabra que significa

tG8
(escrlto dos véces'). A causa de la escasez de material, el ma'
nuscrito or¡ginal había sido raspado y recubierto por un texto má3
rec¡ente, sin ningún valor. [a lectura del texto primltivo es' ev¡'
dentemenle, un trabaio muy técnico y de una gran complicación.
Recientemente se han descubierto muchos otros manusclitos.
En un valle escondido del Cáucaso se guardaba un libro ¡nuY anti'
guo, como s¡ se tratase de un fetiche: cuando los espec¡alistas
lo descubrieron, pudieron comprohar casi de ¡nmed¡ato que te'
nía, en muehos aspectos, tanto valor como los que ya homos ha'
biado. se llama el Koridethi, que es el nornble de un monasterio
situado en un extremo del Mar Negro, donde muchos años antes
fue halládo, En 1906, se descubrió otro manuscrito en Akhmim'
Eg¡pto, y lo adquirió, en el Cairo, M. C. L. Freer, de Detroit; se le
conoce con el nombre de "manuscrito de Washington'. Contiene
una larga interpolación al capítulo XVI de san Marcos, que exami-
naremos más adelante. Pero, en especial, una serie de manuscr¡'
tos sobre papiro se descubrió en Eg¡pto, el año l93t: datan aproxi-
madamenle del año 200, y son por tanto mucho más ant¡quos que
todos los elemplares en vitela" Sir Fredef¡c Kenyon ha escriio:
como resultado la reducción del es'
"Este desc¡¡brimiento ha dado
I¡¡cio temporal entre los manuscritos más antiguos y las fechas
que la tradic¡ón at.ibuye a los libros del Nuevo Testamento, hasta
el extremo de que el aspecto tiempo ya no mejece ni ser atendldo
en las controversias sobre autenticidad."
Un desGubrimiento más ínteresante todavía será obieto de es'
tudio en el capítulo s¡gulente. Hemos c¡tado estos ejemplos pala
ilustrar las peripecias que ha sufrido el texto del Nuevo Testa'
mento, desde su redacción hasta nuestros días.
Citaremos aún otro manusct¡to, el Códice de Becea, de uf!
gran interés para nuestro estudlo; contiene muchos más "suple'
mentos' ql¡e cualquier otro, Se trata de un volumen bilingüe (g¡ie'
go y latín), que se hallaba en la ciudad de Lyon en el siglo XVI;
fue trasladado a Inglaterra y donado a la Un¡versidad de Cambrid.
ge por el relormador Teodoro de Béze (del que toma el nombre).
Const¡tuye, por derecho propio, uno de los más preciados tesoros
de aquel centro docente. Muchos pasaie$ de esta obra se confir"
¡na|t en vieios manuscr¡tos lat¡nos y sirios. Lamentamo6 no poder
entrar en su detalle. No obstante, citémos el pasaie más conoci
do
-y el más ¡nteresante- dequeeste códice:
un hombre no respetaba el des.
"Aquel mismo día, v¡endo

t69
canso del sabbat, le diior "Hombre, si en realidad sabes lo que es-
tás haciendo, sé benditoi pero si no lo sabes, eres maldito e in.
fringes la ley."" Este texto se encuentra en el Evangelio según
san Lucas (Vl), en el lugar que ocupa el versÍculo 5 (ry le diio:
El Hiio del Hombre es dueño también afel sabbat), cono forman.
do parte de las enseñanzas de Jesús ssbre materia sahática. El
pensamienlo de Jesús sobre este particular era mucho más libre
que el de los ¡efes religlo6os de su época, y esta f¡ase parece adap-
tarse muy bien con su actitud. Muchoq especialistas Ia aceptan
como auténtica, y dos de ellos la expl¡can así: rResalta con un vigor
muy notable la transgresión voluntaria de la Ley, reconocida como
tal, y al propio tiempo la apar¡ción de rrna Ley superior qüe destro.
na la inferior."
En este códice se halla también üna continuación muy intere
sante de san Juan, 6, 56:
<...como el Padre es en Mí y yo soy en el padrs. En verdad,
en verdad os digo que si no coméis el cuerpo del Hiio del Hom-
bre como si fuera el pan de la vida, tampoco tendréis vida en El."
Como, en realidad, esta frase no añade ninguna enseñanza a
este capítulo, pudo muy bien, pot esta misma razón, ser om¡tida
inadvert¡damente.
En cambio, la contínuación que en este cód¡ce, al igual que en
rnuchos otros documentos, se añade a san Mateo, lO, 23, puede
tener ya mucho más valor:
(... y s¡ os persiguen en el otro, escondeos en un ie¡cero.,
Existen muchas y rnuy válidas razones para creer que el texto
orig¡nal venía redactado así, y que esta frase fué suprimida por
meras tazones de estilo, por cuanto pude parecer tautológica e
inútil, En realidad, sus palabras refuerzan el sentido del pasaie én
dos aspectos: en ptimer lugar, sug¡eren que las persecqciones po.
drían prolongarse y, además, resaltan la neces¡dad de un endureci.
miento en la fe sin desfallecimientor
También hallamos una var¡ante un fanto desacostumbrada de
las palabras que resonaron cuando Jesús fue bautizado:
{... en este día Te he engendrado,r
Flgura en el Evangelio según san Lucás (3, 22), en el Beceo y
en otros muchos manusci¡tos, así como en los padres Apostólicos,
e incluso €n el Evangello según los ebionitas. Se trata, evidente.
mente, de una cita del Salmo ll, z, y es muy posible que, en aque-
llos momentos, Jesús lo recordara, El canón¡go Streeter, gran es-

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