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DERECHO EN SOCIEDAD, N.º 7.

Agosto del 2014

Revista electrónica de la Facultad de Derecho, ULACIT–Costa Rica

Criterio   de   oportunidad:   imputado  


arrepentido  
Lordtan  Alanna  Madriz  Zúñiga1  
Resumen
Los criterios de oportunidad nacen con la promulgación del nuevo Código Procesal Penal
del año 1996, anterior a esto el principio de legalidad no permitía hacer ninguna
excepción. Desde una perspectiva de política criminal sin duda alguna los criterios de
oportunidad son una gran ayuda ya que permite hacer un análisis de cada caso y valorar
si realmente determinada conducta amerita que se realice su persecución penal, puede
ser porque no sean casos de relevancia, o por el contrario porque son casos de
tramitación compleja, incluso por razones de conveniencia para la investigación como tal,
lo cual trae como consecuencia economizar los recursos en casos que realmente
ameritan ser investigados.

Es por ello que el siguiente trabajo se centrara en ahondar en el criterio de oportunidad


regulado en el artículo 22, inciso b, de nuestro Código Procesal Penal, conocido
popularmente como el testigo de la corona, se analizarán los requisitos para otorgarlo, el
procedimiento que conlleva su tramitación, el objetivo de éste, entre otros temas afines.

Palabras claves: Criterio de oportunidad. Principio de legalidad. Testigo de la corona.


Criminalidad violenta.

Abstract
The criteria of opportunity was born with the enactment of the new Criminal Procedure
Code of 1996, prior to this the rule of law did not allow any exceptions. From a criminal
policy perspective undoubtedly criminal opportunity criteria is a great help as it allows to
analyze each case and assess whether certain behavior really deserves criminal
prosecution. It may be because cases are not relevant, or on the contrary they are

1 Licenciada en Criminología, incorporada al Colegio de Profesionales en Criminología desde el 2012.


Labora como investigadora de la Dirección Jurídica del Ministerio de Justicia y Paz. Actualmente es
estudiante de Derecho.  

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handling complex cases, even for reasons of convenience for research itself, which will
result in saving resources in the cases that merit investigation.

That is why the assignment will focus on deepening the plea bargain provided for in
Article 22, paragraph b, of our Criminal Procedure Code, popularly known as the crown
witness, requirements to grant it will be analyzed, the procedure that carries its
processing, its goal, among other related topics.

Keywords: Criteria opportunity. Principle of legality. Crown witness. Violent crime.

Introducción
Los criterios de oportunidad nacen con la promulgación del nuevo Código Procesal Penal
del año 1996, anterior a esto el principio de legalidad no permitía hacer ninguna
excepción. Desde una perspectiva de política criminal, sin duda alguna los criterios de
oportunidad son una gran ayuda, ya que permiten hacer un análisis de cada caso y
valorar si realmente determinada conducta amerita que se realice su persecución penal,
puede ser porque no sean casos de relevancia o, por el contrario, porque son casos de
tramitación compleja, incluso por razones de conveniencia para la investigación como tal,
lo cual trae como consecuencia economizar los recursos en casos que realmente ameritan
ser investigados.

Como es bien sabido, en Costa Rica quien debe ejercer la acción penal pública

es el Ministerio Público, en los casos que sea procedente; sin embargo, la

promulgación del nuevo Código Procesal Penal le otorgó la facultad de

prescindir de la acción penal total o parcialmente, bajo ciertos lineamientos que

se establecen en el artículo 22, del Código Procesal Penal, el cual reza: “El

Ministerio Público deberá ejercer la acción penal pública, en todos los casos en

que sea procedente, con arreglo a las disposiciones de la ley”.

No obstante, previa autorización del superior jerárquico, el representante del

Ministerio Público podrá solicitar que se prescinda, total o parcialmente, de la

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persecución penal, que se limite a alguna o varias infracciones o a alguna de las

personas que participaron en el hecho, cuando:

a) Se trate de un hecho insignificante, de mínima culpabilidad del autor o el

partícipe o con exigua contribución de este, salvo que exista violencia sobre las

personas o fuerza sobre las cosas, se afecte el interés público o el hecho haya

sido cometido por un funcionario público en el ejercicio del cargo o con ocasión

de él.

b) Se trate de asuntos de delincuencia organizada, criminalidad violenta, delitos

graves o de tramitación compleja y el imputado colabore eficazmente con la

investigación, brinde información esencial para evitar que continúe el delito o

que se perpetren otros, ayude a esclarecer el hecho investigado u otros conexos

o proporcione información útil para probar la participación de otros imputados,

siempre que la conducta del colaborador sea menos reprochable que los hechos

punibles cuya persecución facilita o cuya continuación evita.

No obstante lo dispuesto en el artículo 300, en los casos previstos en este inciso,

la víctima no será informada de la solicitud para aplicar el criterio de

oportunidad y, si no hubiere querellado, no tendrá derecho de hacerlo con

posterioridad, salvo que el tribunal ordene la reanudación del procedimiento

conforme al artículo siguiente.

c) El imputado haya sufrido, como consecuencia del hecho, daños físicos o

morales graves que tornen desproporcionada la aplicación de una pena, o

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cuando concurran los presupuestos bajo los cuales el tribunal está autorizado

para prescindir de la pena.

d) La pena o medida de seguridad que pueda imponerse, por el hecho o la

infracción de cuya persecución se prescinde, carezca de importancia, en

consideración a la pena o medida de seguridad impuesta, que debe esperar por

los restantes hechos o infracciones que se le impuso o que se le impondría en un

procedimiento tramitado en el extranjero. En estos últimos casos, podrá

prescindirse de la extradición activa y concederse la pasiva.

La solicitud deberá formularse ante el tribunal que resolverá lo correspondiente,

según el trámite establecido para la conclusión del procedimiento preparatorio

(Así reformado el párrafo anterior por el artículo 1° "Creación del Recurso de

Apelación de la Sentencia, otras Reformas al Régimen de Impugnación e

Implementación de Nuevas Reglas de Oralidad en el Proceso Penal", Ley N°

8837 del 3 de mayo de 2010). (Así reformado por el artículo 16 de la Ley de

Protección a Víctimas, Testigos y demás intervinientes en el Proceso Penal, N.

8720 del 4 de marzo de 2009) (art. 22 del Código Procesal Penal de Costa Rica).

Asimismo, el presente trabajo ahondará en los requisitos que se requieren para poder
otorgar este criterio de oportunidad, específicamente, el establecido en el inciso B, de la
anterior norma citada (imputado arrepentido), el procedimiento para su tramitación, la
calidad en la que actúa este imputado durante todo el proceso judicial y en qué
momento queda constituido como tal el criterio de oportunidad, entre otros temas de
relevancia afines a la figura del “testigo de la corona”.

El testigo de la corona ha recibido varias acepciones, entre ellas imputado arrepentido y


testigo colaborador; cabe hacer la aclaración de que el término testigo de la corona sin
duda alguna hace alusión a un resabio de un sistema inquisitivo (monárquico), el cual
nada tiene que ver con nuestro actual sistema penal, basado en un Estado de Derecho, es

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por ello que a partir de este momento se dejará de emplear este término el cual se
considera mal empleado para llamársele imputado arrepentido, que sí tiene mayor
asidero y alusión de acuerdo con lo que establece la normativa antes mencionada y
como ha sido indicado en nuestra jurisprudencia.

Justificación del criterio de oportunidad


Hay que indicar primero que el criterio de oportunidad es una facultada del ente
acusador y no un derecho del imputado, por lo tanto, es el ente acusador quien decide
si corresponde o no aplicar dicho criterio bajo los parámetros que este se fija para
preparar la acusación y su correspondiente comprobación en etapa de juicio.

El criterio de oportunidad reglado es un nuevo mecanismo para llegar a la consecución


de la persecución penal; sin embargo, esto no implica que todo hecho deba concluir
con una sentencia condenatoria, en el entendido de que en el criterio de oportunidad del
imputado arrepentido los delitos a los que aplica son muy específicos y para otorgar este
criterio de oportunidad se debe hacer un balance de la participación y el grado de
reprochabilidad de cada uno de los imputados, para lograr a través del que se beneficie
del criterio, llegar a los imputados con mayor reprochabilidad en sus actos. Este criterio
de oportunidad lo que busca es que no se persiga a determinada persona por actos
delictivos específicos, pero que se continúe la persecución penal con respecto a otros
imputados.

Procedimiento para llevar a cabo la ejecución de un criterio de oportunidad


Cualquiera que sea el criterio de oportunidad, este debe ser debidamente autorizado
previamente por el superior jerárquico y la norma es clara al indicar en el artículo 22 del
Código Procesal Penal que

no obstante, previa autorización del superior jerárquico, el representante del

Ministerio Público podrá solicitar que se prescinda, total o parcialmente, de la

persecución penal, que se limite a alguna o varias infracciones o a alguna de las

personas que participaron en el hecho.

La anterior resolución es clara, por tanto deben respetarse dichos planteamientos porque
de lo contrario no tendrán ninguna validez dentro del proceso penal y no podrá tenerse
como parte de la prueba ofrecida por el Ministerio Público la declaración que brinde el
imputado arrepentido si no ha mediado dicha autorización. Este superior jerárquico del

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que habla la norma deberá solicitar al juez de la etapa intermedia, la aprobación del
criterio de oportunidad, con el objetivo de resguardar los derechos de todas las partes y
hacer de este lo más objetivo posible.
El juez de la etapa intermedia tendrá que verificar la presencia de cada uno de los
presupuestos que son esenciales para su otorgamiento, tales como el tipo de
criminalidad, que la reprochabilidad de la conducta del imputado arrepentido sea menor
y la autorización del fiscal a cargo del caso; una vez verificados estos requisitos, se
procederá a declarar la suspensión de la acción penal para esta persona que brindará
colaboración. Esta suspensión se mantendrá hasta quince días después de la firmeza de
la sentencia dictada contra los demás imputados a los cuales la información que facilita el
imputado arrepentido colaboró para su persecución, porque es hasta ese momento que
se podrá tener certeza de la eficacia de la información brindada y sus resultados
concretos, y es en este momento que se tomará la decisión de determinar si extingue o
no la acción penal, dado el criterio de oportunidad. De ser favorable la información para
el Ministerio Público, se dictará el sobreseimiento respectivo o, de lo contrario, se
solicitará reanudar la persecución penal.

Otro aspecto por considerar a la hora de tramitar el criterio de oportunidad regulado en


el artículo 22, inciso b, del Código Procesal Penal, es indicar cuál es el momento procesal
oportuno para gestionar el criterio de oportunidad. Se puede extraer del artículo 24 de
dicho código que “Los criterios de oportunidad podrán solicitarse hasta antes de que se
formulé la acusación del Ministerio Público” y la sentencia 00450-2004 de la Sala Tercera
de la Corte Suprema de Justicia manifiesta lo siguiente:

Obsérvese que en el debate el quejoso solicitó ‘un proceso abreviado o un

criterio de oportunidad para una salida alterna al proceso’ (folio 318 frente),

petición que rechazó el Ministerio Público argumentado que la etapa procesal

había precluido. En este criterio no se observa vicio alguno toda vez que de

conformidad con el artículo 317 inciso d) del Código Procesal Penal, la audiencia

que contempla el numeral 316 es el último momento para que las partes

soliciten la aplicación tanto de un procedimiento abreviado como de un

criterio de oportunidad, sin que de la normativa se desprenda que ante la

aparición de nuevas circunstancias puedan hacerse excepciones a las reglas antes

planteadas (como lo pretende el impugnante). En síntesis, es evidente que

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la Fiscalía no hizo una interpretación restrictiva de las normas, sino todo lo

contrario, la única que es viable conforme a la normativa vigente (Sala Tercera

de la Corte Suprema de Justicia, 2004).

¿Cómo se debe considerar durante la etapa de juicio, al imputado arrepentido: testigo o


imputado?

Ante esta interrogante, hay que indicar que cuando se otorga el criterio de oportunidad
conocido en la jerga popular como testigo de la corona, es decir, cuando la Fiscalía llega
a un acuerdo con dicho imputado, quedará supeditado a las repercusiones que tenga su
declaración en la sentencia que se emita, en otras palabras, cuando su declaración
cumpla con el objetivo planteado por el Ministerio Público; por ende, este imputado
mantendrá dicha calidad, aunque durante el proceso la persecución penal de la acción
delictiva en la que pudo eventualmente ser partícipe quedará suspendida, es por ello que
no se le puede considerar como testigo.

Lo que ocurre es que el término se usa indiscriminadamente, lo cual genera confusiones,


pero ya en reiteradas sentencias se ha dirimido este punto, debido a reclamos tales como
si el imputado arrepentido deberá o no ser juramentado, por eso es que hay que dejar
claro que durante todo el proceso penal, dicho sujeto va a considerarse como imputado y
no como testigo, salvo que vaya a referirse a hechos donde no estuvo involucrado, en
cuyo caso sí podrá ser llamado como testigo. En el entendido de que el imputado
colabora cuando haga referencia a hechos donde él se encuentre inmiscuido, al ser
considerado imputado no se le debe juramentar, ya que nadie tiene por que declarar
contra sí mismo como bien lo dice la norma en el artículo 92 del Código Procesal Penal
sobre las advertencias previas a rendir declaración, así como el artículo 96 sobre
prohibiciones como el de hacer juramentación, ni promesa de decir verdad, entre otras.
Además, deben respetársele todos sus derechos procesales, tales como el contar con un
defensor público o particular. Se concluye entonces que el sujeto colaborador no pierde
su condición de imputado por declarar como testigo de la corona.

Confidencialidad del trámite de otorgamiento del criterio de oportunidad durante las etapas
previas al debate

Como bien se indica en el artículo 22 del Código Procesal Penal, cuando “se trate de
asuntos de delincuencia organizada, criminalidad violenta, delitos graves o de tramitación
compleja”, la persona a quien se le otorgará el criterio de oportunidad deberá tener una

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protección especial. En estos asuntos se hace necesario velar por la confidencialidad del
caso, lo cual no implica que se deje en indefensión al o los imputados según sea el caso,
ya que estos tienen el derecho de conocer toda la prueba que tenga el Ministerio Público
en su contra, por ello es que se deben tomar algunas medidas como, por ejemplo, que
las negociaciones que haga el Ministerio Público con el imputado arrepentido no consten
en el legajo principal, a fin de velar por la integridad del imputado arrepentido, porque
de lo contrario podríamos estar poniendo en riesgo no solo la integridad del sujeto sino
que también podría verse menoscabado el proceso penal. Cuando este sujeto (imputado
arrepentido) es clave para lograr llegar al objetivo que se plantea en la correspondiente
acusación donde su declaración es vital, para llegar a buen término, se faculta al fiscal a
llevar en un legajo aparte la documentación, el cual no se incorpora al expediente
principal por las razones antes indicadas.

Ya este tema fue resuelto expresamente por la Sala Tercera, específicamente en la


sentencia N° 2006-00114, cuando indica:

El criterio que se sostuvo en ese fallo, el cual se reitera en esta resolución, es el

siguiente: “El artículo 22 inciso b) del Código Procesal Penal admite la figura del

denominado “testigo de la corona” únicamente en “asuntos de delincuencia

organizada, criminalidad violenta, delitos graves o de tramitación compleja”, de

allí que es imperioso que el procedimiento que se lleve a cabo a partir de esa

disposición, cuide –en la medida de lo posible- a ese testigo, sin dejar de lado -

claro está- el derecho de todo imputado de conocer cuál es la prueba que tiene

en su contra. Las negociaciones que hace el Ministerio Público con el fin de

aplicar un criterio de oportunidad al “testigo de la corona”, no deben formar

parte del expediente principal, precisamente porque esa publicidad,

razonablemente podría poner en riesgo la integridad personal del testigo. Así, el

hecho de que no conste dentro del expediente principal la resolución que se

pronuncia sobre la aplicación del criterio y la suspensión del ejercicio de la

acción penal, tal circunstancia no puede llevar a afirmar –como erróneamente lo

hace el recurrente- que este control no existió. El acuerdo para aplicar un criterio

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de oportunidad, la solicitud que realiza el Ministerio Público en ese sentido, así

como la respectiva aquiescencia del órgano jurisdiccional y la resolución en la

que se suspende el ejercicio de la acción penal, y –eventualmente- la que la

extingue en el caso de que la información haya satisfecho las expectativas del

Ministerio Público, debe integrar un legajo aparte y ser custodiado por el ente

acusador con el fin de que se garantice su carácter confidencial.

De lo anterior se deduce, entonces, que el artículo 22 del Código Procesal Penal


establece la confidencialidad del acuerdo mediante el cual conviene aplicar el criterio de
oportunidad. Además, las declaraciones que brinden los imputados que se acogen a
dicho criterio serán confidenciales durante toda la etapa preparatoria, para lograr una
eficaz represión de la delincuencia de mayor reprochabilidad, pero esa confidencialidad
se suspende en el momento en que dichas declaraciones son utilizadas en el proceso, de
acuerdo con las reglas de incorporación de prueba que establece el Código Procesal
Penal.

Requisitos para otorgar el criterio de oportunidad que se contempla en el artículo 22,


inciso B, del Código Procesal Penal
a) Tipo de delito

Para la aplicación de este criterio, se debe estar ante la presencia de delitos como: delito
de tramitación compleja. Cuando se habla de tramitación compleja se refiere a delitos
donde existe una multiplicidad de hechos, incluso una cantidad considerable de
imputados, víctimas, donde se vea perjudicado el erario del Estado y se encuentren
involucrados funcionarios públicos por poner algunos ejemplos. Asimismo cuando se
trata de delincuencia organizada, la cual podría definirse como una participación criminal
de forma colectiva, donde existe toda una estructura jerárquica, por ejemplo narcotráfico,
sicariato, lavado de dinero, bandas organizadas que se dedican al robo de vehículos y
secuestros; en el caso de delitos violentos, aquellos donde medie violencia sobre las
personas, ya sea física o psíquicamente, tal es el caso de los homicidios, robos cuando el
hecho fuere cometido con violencia sobre las personas, entre otros. Para reconocer que
un delito es violento, la clave está en identificar la existencia del uso de la violencia en
el hecho; como ya se indicó, puede ser una violencia a la integridad física o
intimidación, para que la víctima no ponga resistencia y de esta forma se facilite el delito.

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b) El grado de reprochabilidad, criterio por tomar en cuenta para otorgar el criterio


de oportunidad

Parte de los requisitos esenciales para otorgar el criterio de oportunidad contemplado en


el artículo 22, inciso b, del Código Procesal Penal es que la conducta de la persona que
va a colaborar sea menos reprochable que los demás hechos con los que su información
facilite su persecución. Sin embargo, esta definición aunque pareciera sencilla, en la
práctica no lo es, como ya lo sabemos el derecho es de aplicación casuística, por ende
cada caso requiere un análisis exhaustivo de todo el cuadro fáctico para poder
determinar el grado de reprochabilidad de quienes se encuentran involucrados en
determinado delito, de forma que se pueda lograr resultados positivos con el
otorgamiento del criterio de oportunidad.

Es por lo anterior que se decide analizar este requisito a través de un caso específico, la
Causa 10-6719-042-PE seguida contra D.A.S, W.M.G, J.C.Q, J.C.M e I.A.C, por el delito
de HOMICIDIO CALIFICADO en perjuicio de J.A.Z. El Tribunal Penal del III Circuito
Judicial de San José, a las once horas del veinticinco de febrero de dos mil trece, en la
sentencia 92-2013, condena a los antes mencionados por el delito de homicidio calificado
y únicamente condena a J.C.M por el delito de homicidio simple. En este caso, el
Ministerio Público otorgó criterio de oportunidad a quien llamaremos G.C.N, quien
participó en el homicidio de J.A.Z, formando parte de los sujetos que aparentemente
dispararon.

Se hará un análisis de la postura tanto del Tribunal Penal del III Circuito Judicial de San
José, Tribunal de Apelación de Sentencia Penal y Casación referente al grado de
reprochabilidad de G.N.C, en razón de que el Ministerio Público le otorgó el criterio de
oportunidad, al imputado arrepentido.
El Tribunal Penal del III Circuito Judicial de San José, en el considerando de la sentencia
92-2013, indica:
Actividades procesales defectuosas pendientes de resolver.

La defensa del imputado J.C.M, interpuso en conclusiones una actividad procesal

defectuosa, contra el Criterio de Oportunidad otorgado contra el imputado

G.C.N, quien por esa negociación se constituyó en el "testigo de la corona". Bajo

el argumento de la defensa, el criterio realizado debía ser declarado ineficaz, por

cuanto el acuerdo no constaba en el expediente principal y la participación en

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los hechos de G.C.N, no cumplía con el requisito de legalidad, de ser una

conducta "menos grave.

Así las cosas, resulta irrefutable el que el legislador otorgó al órgano responsable

de la persecución penal, cierta discreción -en lo que interesa- al negociar con

uno de los imputados, para que rindiera declaración, en contra de otras personas

que hubiesen participado con él en la comisión de un hecho delictivo, con la

finalidad de obtener algún beneficio, en relación con el reproche de su

responsabilidad en el delito acusado. De acuerdo con ello, esta negociación

escapa del control de los otros imputados, en tanto no es un derecho que les

pertenezca, en tanto la misma se constituye, en negociación privada, entre el

imputado interesado, la asesoría de su defensor técnico, y el Ministerio Público.

En el caso concreto, deriva en la aplicación de un criterio de oportunidad,

permitido por ley, por la existencia de una pequeña agrupación delictiva que se

estructuró con el fin de cometer un delito grave, pues la intención de esta

agrupación era acabar con la vida del ofendido J.A.Z. No obstante, la defensa ha

cuestionado que este beneficio, se haya otorgado en favor del imputado G.C.N,

quien no cumple con el requisito de tener una conducta menos reprochable a la

de los otros partícipes en el hecho delictivo.

Al abordar el tema planteado, el Tribunal considera, que el criterio de la defensa

no es acertado. El marco fáctico que se ha demostrado y que encuentra sustento

en la pieza acusatoria, establece que debido a problemas delictivos que existían

entre un hermano del ofendido y un hermano del imputado, habían surgido

roces que culminaron con la decisión del imputado D.A.S, de pagar una suma de

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dos millones de colones con el único fin de acabar con la vida de J.A.Z, lo que

encontraba justificación en los desplantes que éste hacía en el negocio de D.A.S,

en relación con los supuestos derechos de su hermano, por las deudas de D.A.S

y un hermano de éste, con él. Así el 10 de abril del año 2011, y después de uno

de estos problemas, D.A.S y la co-imputada W.M.G, aprovechando la ventaja

económica del primero, idearon la muerte del ofendido, decidiendo pagar a

terceros una suma de dos millones de colones por aquel ajusticiamiento. De esta

manera, es factible concluir que quienes tenían el dominio, la decisión de aquel

hecho, eran D.A.S y W.M.G, quienes asumieron la función primordial en el

hecho, pues eran ellos quienes decidieron contratar al co-imputado I.A.C, para

que este a su vez contratara a J.C.Q y al imputado y testigo de la corona, G.C.N,

para materializar la muerte de la víctima, además en el hecho participó, el

encausado J.C.M, quien se encargó de facilitar y conducir el vehículo, que se

utilizó para trasladar a quienes se encargarían de la comisión del hecho delictivo.

Se denota entonces, que el homicidio planeado, incluso se estructuró

jerárquicamente en función de aquellos que en aquella pequeña estructura

organizativa, fueron quienes decidieron y pagaron, por la comisión del

homicidio. En un segundo plano, como hemos dicho, encontramos a I.A.C. quien

fue el contratista-intermediario, y más abajo, aún es posible encontrar a quienes

materializaron el hecho, los que en criterio del Tribunal pueden ser vistos como

piezas cambiables de aquel plan.

El Tribunal considera entonces que la participación indilgada a G.C.N, sí es

posible enmarcarla dentro de un menor reproche, ello desde la perspectiva de la

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estructura organizativa, en donde él seguía ordenes de otros, lo que refleja su

menor relevancia en los hechos.

Es importante indicar que en relación con la decisión, de a cuál de los

imputados, debe otorgarse el criterio de oportunidad, debe concluirse que esta es

una facultad que ostenta por ley el Ministerio Público y que dependerá del

menor reproche y de que la información suministrada resulte suficiente, según el

criterio fiscal, sin que se pueda observar el Tribunal vicio alguno, en que el

Ministerio Público, escoja un imputado en detrimento de otros, para beneficiarlo,

con la no persecución de su responsabilidad penal en los hechos.

Mientras que el Tribunal de Apelación de Sentencia Penal del II Circuito Judicial de San
José, en la resolución 2013-1448, del expediente 10-006719-0042 (PE), argumenta lo
siguiente en el considerando:

i. En primer término la defensa ha reclamado por el acuerdo del Ministerio

Público de otorgar un criterio de oportunidad a uno de los implicados en el caso,

argumentando que se sobrepasó el contenido del artículo 22 inciso b) del Código

Procesal Penal, en tanto se le aplicó a quien cometió la acción más grave de

disparar contra la víctima. Este tema fue ampliamente abordado en el fallo (fs.

1223-1226), haciendo ver, que el Código Procesal Penal le ha otorgado un

amplio margen de discrecionalidad al Ministerio Público para transar dentro del

proceso penal, evaluando la pertinencia en cada caso, de acuerdo con la

orientación de la política criminal. Además indicó que los acuerdos no son

públicos ni participan terceros no interesados en la transacción, al punto que se

maneja en legajo separado e independiente. Además hace ver el fallo, que de

acuerdo a lo demostrado, el poder de decisión para ordenar la muerte de la

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víctima estaba en manos de D.AS y W.MG, de manera que a ellos es a quienes

les corresponde mayor reprochabilidad por el hecho, y en menor jerarquía a

G.C.N, no obstante que éste fuera un ejecutor de las órdenes dadas. Este

Tribunal ha examinado el punto y concuerda con la tesis expuesta en el fallo, en

que los que dan las órdenes y pagan la recompensa por la muerte del ofendido y

hacen obedecer a otros, tienen mayor reprochabilidad que los mismos ejecutores,

de manera que estamos ante uno de los presupuestos que autoriza la

negociación de criterios de oportunidad en criminalidad organizada. ii.- A los

encartados se les atribuyó el participar de común acuerdo, para dar muerte al

ofendido J.A.Z, para lo cual D.A.S y W.M.G toman la decisión de dar muerte a la

víctima y para ello contratan a I.A.C a quien ofrecen la suma de dos millones de

colones, y éste a su vez contrata a los ejecutores J.C.Q y G.CN con la

colaboración del encartado J.C.M. Este caso tiene la particularidad, que el

declarante G.C.N, quien era parte del grupo ejecutor, ha declarado en juicio y

explicó con detalle cómo se configuran los acuerdos iniciales para darle muerte a

J.A.Z y como se ejecuta el mismo posteriormente. El Tribunal le ha otorgado

plena credibilidad a dicho testigo, porque da un detalle muy coherente de todo

lo ocurrido, conoce bien a las personas que participan, incluso por apodos, el

relato es consistente y describe cronológicamente los actos realizados, algo que

sólo es posible si efectivamente se está dentro del grupo y se ha participado del

hecho. Describe incluso el móvil de los hechos, uno que es un poco más lejano,

que es el problema entre el hermano del occiso a quien apodan "F y C" el

hermano de D.A.S, por cuestiones de dinero.

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Posteriormente, se presenta ante la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia, Recurso


de Casación sobre este mismo caso, mediante resolución 2013-001712, del veintidós de
noviembre del dos mil trece, a las catorce horas y veintiún minutos, se resuelve lo
siguiente:

los hechos aquí acusados se podrían adecuar a los lineamientos estipulados

sobre criminalidad violenta, delitos graves, colaboración eficaz, ayudar a

esclarecer el hecho investigado y proporcionar información útil para probar la

participación de otros imputados, porque existe una declaración del testigo de la

corona que para efectos del Tribunal sentenciador fue suficientemente clara,

convincente y veraz, acerca de la participación de los demás encartados, así

como en cuanto al móvil y a la dinámica desarrollada, desde la planeación hasta

la ejecución del crimen, capaz de acreditar conjuntamente con la demás prueba

de cargo, los hechos endilgados. Sin embargo, la ley prevé que además de esos

requisitos, “la conducta del colaborador sea menos reprochable que los hechos

punibles cuya persecución facilita o cuya continuación evita.” En cuanto a este

último requerimiento, es que la defensa dirige su reclamo y es precisamente

sobre el cual debe existir un cuidadoso análisis, con el fin de determinar la

legalidad y procedencia del criterio de oportunidad que le fuera otorgado a

G.C.N, en calidad de lo que en doctrina se denomina “imputado arrepentido” o

“testigo de la corona” del ente acusador. Sin perder de vista que se trata de una

estructura delincuencial, en la cual existen funciones claramente delimitadas

entre los sujetos partícipes, debe realizarse un examen lógico y analítico,

tendiente a determinar la esencialidad y relevancia de la conducta del agente que

pretende beneficiarse con la aplicación de este instituto. Si bien, la ley le otorga

al ente fiscal un amplio margen de negociación e incluso la potestad para

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prescindir total o parcialmente de la persecución penal, también es cierto que fija

un límite para el ejercicio de esa discrecionalidad, en tanto advierte que el

beneficiado deberá tener una conducta menos reprochable que la que se imputa

a los demás copartícipes del hecho que se pretende cesar o probar. Por tanto,

debe existir una correlación entre el beneficio ofrecido y el grado de

reprochabilidad de la conducta, de manera tal que, se establezca una proporción

racional para determinar si se prescinde completamente de la persecución penal

o si por el contrario, el ilícito es sancionado de una forma menos rígida,

haciendo la propuesta atractiva para el imputado arrepentido, pero que a la vez,

resulte acorde para los fines de la justicia, evitándose así, que de forma

indiscriminada se aplique la misma medida (de prescindir totalmente de la

persecución penal) a todo tipo de partícipe en un delito, obviándose los

requerimientos legalmente establecidos para la aplicación de este instituto. Es por

esta razón que, consideramos ilegítimo el convenio efectuado entre los

representantes del Ministerio Público, el imputado colaborador y su

representante legal, debido a que no existe ninguna proporcionalidad entre el

beneficio recibido y el grado de participación en los hechos acusados. A

diferencia de lo que afirman los juzgadores en la sentencia condenatoria y en la

resolución de alzada, la conducta atribuida al encartado G.C.N es altamente

reprochable; ya que, actuando en asocio con el sindicado J.C.Q, dan muerte al

aquí ofendido, o sea, materializan el hecho, sin que medie justificación alguna,

más que el interés de recibir un beneficio pecuniario indebido. Optar por un

criterio diferente, es aceptar que la figura del sicariato reviste de una censura

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insignificante e incluso nula, como en el caso que nos ocupa, en el cual se hace

intrascendente la conducta desplegada por uno de los coautores.

Se comparte el criterio tanto del Tribunal Penal del III Circuito de San José, como del
Tribunal de Apelación de Sentencia Penal, del II Circuito Judicial de San José, porque
efectivamente este es un delito donde existió toda una actividad estructurada
jerárquicamente, de forma que G.C.N., a quien el Ministerio Público le ofrece el criterio
de oportunidad, se encontraba en el último peldaño de esta jerarquía; además, este era
una pieza cambiable por cualquier otro sujeto, pero quienes mantenían el deseo de
acabar con la vida J.AZ, eran W.M.G y D.A.S, este último incluso contaba con los
recursos económicos suficientes para contratar a terceros para que ejecutaran su objetivo,
por ende estos tienen mayor grado de reprochabilidad que G.C.N, ya que ellos giraban
las órdenes; hacen obedecer a otros para que culminen con el plan organizado
previamente.

Ahora bien, no quiere decir que se esté subestimando el delito de homicidio, pero
también hay que verlo desde una perspectiva de política criminal, de forma estratégica,
con el fin de lograr una mayor eficacia en el sistema, porque en este caso había seis
imputados, es por ello que el análisis que realiza la Fiscalía a la hora de realizar el cuadro
fáctico y jurídico de los hechos debe ser lo más exhaustivo posible y contar con todas las
piezas necesarias para demostrar lo que está acusando, por ello si con ese análisis se
llega al criterio de que la declaración de uno de los imputados podría lograr una
condenatoria de cinco personas como en este caso particular, involucradas en un
organización delictiva, parece más viable, otorgar ese criterio de oportunidad siempre y
cuando se respeten cada uno de sus requisitos y de esa forma no dejar impune un delito
tan violento como es el homicidio.

En definitiva, se tiene claro que no se puede hablar de una regla general, porque cada
caso es distinto y deben tomarse en cuenta cada uno de los aspectos que este encierra, y
como ya se ha dicho, es un análisis casuístico. Con respecto al asunto que se ha venido
estudiando, a I.A.C (condenado por homicidio simple), quien facilitó un vehículo para
llegar al lugar donde se iba a cometer el delito y de igual forma para facilitar su huida,
quien sabía a qué iba, desconocía la existencia de un pago para asesinar a J.A.Z, podría
cuestionarse si esta persona no tenía menor grado de reprochabilidad que G.C.N.; sin
embargo aquí entra en juego el tipo de información que podrá brindar el “testigo de la
corona” y las repercusiones que tendrá su declaración en el proceso penal, ya que
G.C.N. conocía cada uno de los detalles desde que se planeó cometer aquel homicidio;
asimismo, cabe resaltar la discrecionalidad con la que cuenta el Ministerio Público para

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otorgar el criterio de oportunidad, por supuesto que respetando cada uno de los
requisitos esenciales para otorgarlo.

Para poner otro ejemplo donde se analiza el grado de reprochabilidad de las conductas
de determinados imputados, se puede mencionar a las llamadas “mulas” en el delito de
tráfico internacional de drogas, quienes tienen una participación de transporte dentro de
toda una cadena de procesos para concretar el delito de tráfico internacional de drogas.
Por lo general, son personas que, por ganarse un dinero insignificante en comparación
con la ganancia que reciben los líderes de este negocio, podrían colaborar como
imputados arrepentidos brindando la información necesaria para llegar a los grandes
líderes que manejan dichos negocios, lo cual de otra forma sería muy difícil. Esta es una
de las razones por las cuales la figura del criterio de oportunidad contemplado en el
artículo 22, inciso b, del Código Procesal Penal tiene gran importancia por motivos de
razón social, y como política criminal, con el fin de desmembrar organizaciones delictivas
de este calibre, claro está que garantizándoles que los delitos por ellos cometidos no
serán perseguidos.

Conclusiones
Los criterios de oportunidad son una excepción al principio de legalidad en la aplicación
de la acción penal, pues lo que se pretende es conseguir una mayor eficacia del sistema,
logrando más énfasis o concentración en los asuntos de mayor gravedad. Como ya se ha
mencionado en reiteradas ocasiones, sin duda alguna, los criterios de oportunidad,
específicamente el contemplado en el artículo 22, inciso b, es de una u otra forma parte
de la política criminal del Ministerio Público, porque habrá casos que llegan a juicio, pero
que no llegarán a concluir en una condenatoria, por tanto con el testigo de la corona
podríamos sopesar de cierta forma algunas conductas para poder asegurar la persecución
de otros sujetos con mayor grado de reprochabilidad en su actuar.

Se insiste en que es una forma de política criminal, con el objetivo de no dejar impunes
delitos violentos, criminalidad organizada, pues con este criterio de oportunidad se puede
facilitar de alguna manera la persecución penal. En el caso de los delitos de narcotráfico
y crimen organizado, son de gran ayuda, porque con la información que puedan brindar
aquellos imputados arrepentidos a quienes se les ofrece el criterio, se podría lograr la
aprehensión de los autores intelectuales, jefes de organizaciones criminales que lideran y
llevan a cabo todo un plan operativo y la ejecución de delitos que repercuten de forma
muy negativa en nuestra sociedad.
En la práctica, la ejecución de la figura del criterio de oportunidad no es tan sencilla
como pareciera, porque requiere un buen análisis del hecho, de la experticia de los

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profesionales, para lograr resultados positivos, donde no se menoscaben los derechos


fundamentales de las partes.

También se aprecia que al ser una figura usada excepcionalmente, muchos abogados
desconocen los requisitos que se requieren para su aplicación, ignoran detalles como por
ejemplo que el criterio de oportunidad no es un derecho de las partes, sino una facultad
con la que cuenta el Ministerio Público para cuando lo considere pertinente o necesaria
su aplicación, entre otros aspectos que se evidenciaron al analizar diversas resoluciones
judiciales, donde se siguen reclamando en los debates cosas que no tienen ningún
asidero legal, pero que por inexperiencia e ignorancia de esta figura se sigue
cometiendo el error. Asimismo, se llega a la conclusión de que existen criterios
encontrados en cuanto al análisis del requisito referente a que la conducta del
colaborador debe ser menos reprochable que los hechos punibles cuya persecución
facilita o cuya continuación evita; no existe una regla general, es muy casuístico y los
criterios tanto de los tribunales penales, tribunales de apelación y casación difieren entre
sí.

Referencias
Corte Suprema de Justicia. (2004). Sala Tercera. Sentencia 00450. 7 de mayo de 2004.

Corte Suprema de Justicia. (2006). Sala Tercera. Sentencia 00450. Hora: once horas
cuarenta minutos del diecinueve de mayo

Corte Suprema de Justicia. (2006). Sala Tercera. Sentencia 00114. Hora: quince horas
cinco minutos del veinte de febrero de dos mil seis.

Corte Suprema de Justicia. (2013). Sala Tercera. Sentencia 001712. 22 de noviembre de


2013.

Ley N° 7594. Código Procesal Penal. 28 de marzo de 1998.

Tribunal Penal del III Circuito Judicial de San José. (2013). Sentencia 92. 12 de febrero de
2013. Hora: nueve horas con cincuenta y cuatro minutos.

Tribunal de Apelación de Sentencia Penal del II Circuito Judicial de San José. (2013).
Resolución 2013-1448, a las once horas tres minutos, del cinco de julio del dos mil
trece.

Corte Suprema de Justicia (2013). Sala III. Sentencia 1712, a las catorce horas y veintiuno
minutos del veintidós de noviembre del dos mil trece.

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