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Demografía y Políticas de Población

UNIDAD IV

Mortalidad

Concepto

La mortalidad constituye uno de los componentes del sistema demográfico


que más impacta en el comportamiento demográfico de una población. El término
mortalidad se refiere a las defunciones como un componente de cambio en una
población. Eventualmente, todos los componentes de una población mueren, pero la
proporción en que esto ocurre depende de muchos factores, tales como la edad, el
sexo, la ocupación, la clase social, etc.; su incidencia puede proporcionar gran
cantidad de información acerca del nivel de vida de los servicios de salud de una
población.

La mortalidad es, dentro de los indicadores sociodemográficos, el que mejor


expresa los niveles de vida y pobreza. En particular la mortalidad infantil, uno de
los peores flagelos del desarrollo, depende del mejoramiento de la nutrición, el
saneamiento, la atención médica a la madre y el niño/a, y la educación de las
madres, lo que no es fácil alcanzar en la mayoría de los países subdesarrollados.

Las causas de muerte suelen agruparse en dos tipos: exógenas y endógenas.


Las primeras se deben a enfermedades generadas por las condiciones
socioeconómicas y ambientales en las que se desenvuelven los miembros de una
población. Aquí se incluyen enfermedades de tipo parasitarias, infecciosas, etc. muy
frecuentes en poblaciones de países subdesarrollados.

En el caso de las causas endógenas, se trata de enfermedades inherentes a las


características biológicas de los individuos, tales como enfermedades
cardiovasculares, neoplasmas malignos, etc. Estas causas de muerte son propias de
países desarrollados

Fuente de datos para el estudio de la mortalidad

La fuente básica natural que proporciona los datos más relevantes para el
análisis demográfico de la mortalidad es el sistema de registro de hechos vitales:
de este sistema se obtiene una estimación de hechos ocurridos en una población es
decir el número de defunciones registradas, desagregada según algunas
características (edad, sexo, causa de muerte, área de residencia, calidad de vida,
etc.)

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El saber que en una población ocurrieron determinado número de


defunciones en un año no permite concluir acerca del nivel de la mortalidad. Para
hacerlo necesitamos saber el volumen de esa población para construir alguna
medida relativa. Para obtener esta clase de información se requiere de los censos de
población.

Cuando no se dispone de un censo de población para el momento del tiempo


en que se desea estudiar la mortalidad, es necesario obtener una estimación de su
volumen; una alternativa puede ser el uso de datos provenientes de una proyección
de población o bien de estimaciones obtenidas a partir de los censos de población
más cercanos.

Las estadísticas sobre defunciones corrientemente están afectadas por


subregistros, inscripción tardía, mala declaración de la edad, mala declaración de la
causa de muerte, inscripción espacial deficiente, etc. A su vez, los censos de
población presentan omisiones y mala declaración de la edad, además de otros
errores. En consecuencia se ha elaborado una serie de técnicas de estimación de los
niveles de la mortalidad utilizando otro tipo de datos, que se pueden obtener en los
propios censos o en encuestas demográficas.

Medición de la mortalidad

Para medir la mortalidad existen una serie de indicadores que tienen


diferentes interpretaciones, ventajas y limitaciones. A continuación se describen las
de mayor relevancia.

Tasa bruta de mortalidad: es el indicador de uso más frecuente en la


medición de la mortalidad. Se calcula como la relación entre el número de
defunciones ocurridas en un período de tiempo determinado (generalmente un año)
y una estimación de la población expuesta al riesgo de morir en el mismo período.

Usualmente se le presenta multiplicada por mil, con el fin de darle valores


significativos y representa la frecuencia relativa con que ocurren las defunciones en
una población durante un año, aunque también es posible calcular tasas brutas de
mortalidad para períodos diferentes, en cuyo caso se utiliza como denominador la
población en el momento central de tal período multiplicada por la magnitud del
período expresada en años.

La tasa bruta de mortalidad no permite hacer comparaciones entre


poblaciones diferentes y tampoco es útil cuando se pretende hacer alguna
afirmación sobre el nivel de mortalidad.

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Los valores de la tasa bruta de mortalidad varían en un rango que va de


alrededor de 4 hasta valores cercanos a 30 por mil.

Formula: TBM = Número de muertes ocurridas durante un año * 1000


Población media del año

Paraguay: Estimaciones para el año 1992


Muertes anuales: 24.957 personas
Población media: 4.152.588 habitantes

La tasa bruta de mortalidad estimada para el año 1992 que deriva de estos
datos para el país es de 6,01 muertes por cada mil habitantes.

Tasa específica de mortalidad por edad: Pueden obtenerse tasas de


mortalidad por edad para comparar la mortalidad a diferentes edades o un cambio
en la mortalidad en la misma edad en el transcurso del tiempo. También pueden
hacerse comparaciones entre países o zonas.

Al igual que con la tasa bruta de mortalidad, las tasas de mortalidad por edad
también pueden calcularse utilizando como numerador el promedio de las
defunciones de tres años consecutivos para suavizar irregularidades en la
información básica. Usualmente se calculan por grupos quinquenales de edad, pero
debido a la variación relativamente importante de la mortalidad al principio de la
vida, se acostumbra dividir al primer grupo quinquenal en menores de un año y uno
a cuatro años.

Para muchos fines particulares son útiles las tasas específicas. En este caso
no se obtiene un índice sintético del nivel de la mortalidad sino un conjunto de
índices que sirven para descubrir y analizar una serie de condiciones vinculadas con
el nivel general de la mortalidad. Los estadísticos sanitarios, por ejemplo, para
evaluar los problemas médico-sociales y los progresos alcanzados en esta materia,
designan gran importancia a las tasas de ciertas edades y por causas de muerte. Los
demógrafos necesitan tasas por sexo y edad para preparar proyecciones de
población.

Tasa de mortalidad infantil: La tasa de mortalidad infantil es el número de


defunciones ocurridas entre los niños menores de un año de edad por 1.000 nacidos
vivos en un año determinado. Suele distinguirse la mortalidad infantil neonatal,
ocurrida en el primer mes de nacimiento, y la postnatal ocurrida después del primer
mes y hasta antes de cumplir el primer año de edad.

Se calcula dividiendo las defunciones de menores de un año ocurridas en un


año calendario entre el número de nacidos vivos correspondientes al mismo año. Se

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considera que la tasa de mortalidad infantil es un buen indicador del estado de salud
en un área determinada.

Fórmula: TMI = Número de defunciones de menores de un año * 1000


Total de nacidos vivos

Cuadro 1
Paraguay: Tasa de mortalidad infantil por departamentos, 1992

Departamentos TMI

Total país 43,3


Asunción 36,8
Concepción 46,8
San Pedro 40,0
Cordillera 44,4
Guairá 48,6
Caaguazú 41,1
Caazapá 42,2
Itapúa 42,5
Misiones 42,8
Paraguarí 41,4
Alto Paraná 48,5
Central 41,1
Ñeembucú 35,3
Amambay 53,9
Canindeyú 47,4
Pdte. Hayes 60,7
Boquerón 75,3
Alto Paraguay 91,9

Fuente: DGEEC. Censo Nacional de Población y Viviendas 1992.

Gráfico 1
Países de la Región: Mortalidad Infantil

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Uru g u a y
Pa ra g u a y
C h ile
B ra s il
Bo liv ia
Ar g e n tin a

0 50 100 150
Ta s a (p o r m il)
1975-1980 1980-1985
1985-1990 1990-1995
Fuente: CELADE Y UNICEF (1993).

Esperanza de vida al nacer: Este indicador del nivel de la mortalidad tiene


un uso amplio. Cuando se dispone de él se lo presenta generalmente acompañado de
la tasa bruta de mortalidad. Este indicador ofrece la ventaja de no estar afectado por
la estructura particular por edades de la población. Dicho con otras palabras, la
esperanza de vida es independiente de la edad. En este sentido, tiene igual
propiedad que la tasa tipificada, pero es más completa que ésta como índice por su
interpretación, por lo que representa.

La esperanza de vida al nacer es el número de años que viviría un recién


nacido si las pautas de mortalidad imperantes en el momento de su nacimiento
siguieran siendo las mismas a lo largo de toda su vida.

La esperanza de vida es una estimación del número de años que le restan


vivir a una persona, se calcula tomando como base las tasas de mortalidad por edad
para un año determinado. Puesto que esta medida difiere notablemente según el
sexo, la edad actual de una persona, estas categorías se dan por separado. En
nuestro país la esperanza de vida al nacer para el quinquenio 1990-1995 está
estimada para:
Ambos sexos : 68,5 años
Hombres : 66,3 años
Mujeres : 70,8 años

Es una medida hipotética y un buen indicador de las condiciones de salud


actuales, sin duda es uno de los indicadores que mejor refleja en cualquier país las
condiciones generales de vida de la población. Cuando al pasar el tiempo las
tendencias de la mortalidad cambian también cambiará la esperanza de vida de cada
persona a medida que envejece.

Para calcular la esperanza de vida se utiliza un modelo especial conocido


como Tabla de mortalidad, que constituye una de las herramientas más importantes

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en el campo de la demografía, se utiliza para simular la mortalidad de cierta


población.

Tasa de mortalidad por causas: Toda muerte tiene su causa, al menos para
fines estadísticos, aunque dicha causa sea “desconocida”. Las tasas de mortalidad
por causas se expresan, de ordinario, en muertes por 100.000 habitantes, debido a
que, en la mayoría de las causas de defunción, las tasas de incidencia son muy
bajas.

Las causas de defunciones varían grandemente de una población a otra y de


un período a otro, y sobre ellas inciden muchos factores, incluidas las condiciones
sanitarias y del medio ambiente.

Su cálculo es muy similar al empleado para la tasa bruta de mortalidad. De


hecho como tiene el mismo divisor, si se calculan las tasas para todas las causas, su
suma será igual a la tasa bruta de mortalidad.

En nuestro país, según las estadísticas del Ministerio de Salud Pública y


Bienestar Social, en el período 1989-1992, a nivel de toda la población, las
principales causas de muertes en orden de importancia son: las enfermedades
cardiacas, las cerebro-vasculares y los tumores seguidas por los accidentes (en todas
las formas) y las infecciones respiratorias (neumonía y gripes).

Para los menores de un año, la causa principal de muerte son las infecciones
respiratorias seguidas por diarrea, meningitis y deficiencias nutricionales.

En niños de 5 a 14 años las causas de muertes son accidentes y violencia,


neumonía, tumores y diarrea.

Fórmula: Tasa por causas = N° de defunc. debidas a “causa” * 100.000


Población total
Proporción de defunciones por una causa específica: La incidencia de una
defunción por causa específica puede expresarse como un porcentaje de todas las
defunciones.

Tasa de mortalidad materna: La tasa de mortalidad materna es el número


de defunciones de mujeres debido a complicaciones durante el embarazo y el parto
en un año determinado por mil nacimientos en dicho año.

Fórmula: TMM = N° de defunciones maternas * 1000

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Total de nacidos vivos

Mortalidad por sexo, edad y causas de muerte

1.- Mortalidad diferencial

En demografía se entiende por mortalidad diferencial “el estudio de la


mortalidad entre diversos grupos según características y condiciones
socioeconómicas”.

La mortalidad diferencial entre distintas subpoblaciones de un mismo país


refleja las diferentes condiciones de vida dentro del mismo. En general, se puede
decir que la mortalidad de las clases sociales bajas es mayor que la de las clases
altas; que la mortalidad es más elevada en la población sin instrucción que entre
aquellas que cuenta con algunos años de estudio; que la mortalidad de la población
rural es mayor que la de la población urbana; que es mayor en la población indígena
que en la no indígena, etc.

La mortalidad es muy sensible a los cambios en las condiciones de vida. Es


por esta razón por la que muchas veces se usa esta medida como indicador de las
condiciones socioeconómicas de una población.

2.- Mortalidad por edad

Numerosas causas de muertes son propias de ciertos períodos de la vida, o


durante ellos ocurren con mayor frecuencia, como son las enfermedades
contagiosas, que por producir inmunidad en los individuos que las han padecido,
sólo pueden presentarse en la primera infancia, las lesiones graves provocadas por
accidentes del trabajo y del tránsito, cuyo riesgo es más alto en adultos jóvenes y de
mediana edad, o los procesos degenerativos que se manifiestan generalmente en
edades avanzadas.

La mortalidad varía de acuerdo a la edad de los individuos. Por regla general,


la mortalidad es alta en las primeras edades, superada la primera semana de vida
desciende en forma rápida, es relativamente baja durante la niñez (de los 5 a los 10
años de edad), luego va aumentando suavemente hasta alrededor de los 40 a 50
años para posteriormente aumentar su ritmo de crecimiento y alcanzar nuevamente
niveles elevados en las últimas edades.

Una representación gráfica de las tasas de mortalidad por edad de una


población con una mortalidad alta, tiene la forma de la letra U mientras que la
correspondiente a una población con una mortalidad baja parece más bien una letra
J. Esto indica que en un país con una mortalidad baja la mortalidad infantil es

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menos elevada que la mortalidad adulta. Además se puede esperar que cuando en
una población desciende la mortalidad, entre las tasas que lo hacen con mayor
rapidez se encuentran las correspondientes a las primeras edades.

En el siguiente gráfico 2 se presenta la tasa de mortalidad por grupos de


edades de dos países con distinto nivel de desarrollo, Suecia y Honduras. Se puede
apreciar de que la representación gráfica de la tasa de mortalidad de Honduras tiene
la forma de la letra U mientras que la de Suecia tiene la forma de la letra J.

Gráfico 2
Honduras y Suecia: Tasa de Mortalidad por grupos de edades

Fuente: Naciones Unidas.

3.- Mortalidad por sexo y edades

La mortalidad es diferencial por sexo. Por causas biológicas y


socioeconómicas las mujeres presentan una mortalidad menor que los hombres. La
población masculina parece ser biológicamente más débil que la femenina y además
está más expuesta a la muerte por accidentes automotores y laborales. Es difícil
estimar qué parte de la sobremortalidad masculina se debe a causas biológicas y qué
parte a causas externas.

Son muy pocos los países donde la esperanza de vida al nacer de las mujeres
es menor, y por lo tanto la mortalidad mayor, que la de los hombres. Actualmente
esto se presenta solamente en algunos países de Africa y Asia. Esta situación
(mortalidad general femenina mayor que la masculina), solamente se observa en
situaciones de mortalidad elevada, es decir, cuando la esperanza de vida al nacer es
muy baja.

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La diferencia en la esperanza de vida al nacer entre los dos sexos, puede


alcanzar hasta 8 años.

Analizando estas diferencias por edades, si bien la sobremortalidad


masculina se presenta, en términos generales, en todos los grupos de edades, sobre
todo en situaciones de baja mortalidad, cuando la mortalidad es relativamente
elevada, ocurre que en algunas edades las tasas de mortalidad femenina son
mayores que la masculina (por ejemplo, en las edades 25-29 años), a causa de una
mortalidad materna relativamente importante.

Cuando la mortalidad está en un proceso de descenso, la mortalidad


femenina desciende más rápido que la masculina, es decir el diferencial aumenta.
Esto puede apreciarse en el gráfico 3.

La sobremortalidad masculina presenta los valores más elevados alrededor


del grupo 20-24, y posteriormente en las edades cercanas a los 60 años.

Gráfico 3
Paraguay: Esperanza de Vida por sexo y grupos de edades. Período 1990-95

80
70
60
Esperanza de Vida

50
40
30
20
10
0
0 1 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70 75 80 y
más
Edad

Hombres Mujeres

Fuente: Naciones Unidas.

4.- Mortalidad según causas

Toda defunción tiene una causa, entendiéndose por esto la enfermedad,


traumatismo o lesión que conduce a la muerte. Los cambios en el nivel de la

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mortalidad, por ejemplo, el paso de niveles elevados a bajos o intermedios está


vinculado y explicado por los cambios observados en las causas de muerte.

Existen diferentes formas de clasificar las defunciones según causa, a


continuación se hace descripción de alguna de ellas.

En primera instancia, se pueden clasificar las causas de muerte en dos


grandes grupos, según su naturaleza:

- Las causas endógenas que provienen de la constitución genética del


individuo, de las malformaciones congénitas, del traumatismo provocado por el
nacimiento o del deterioro producido por el envejecimiento del organismo.

- Las causas exógenas que corresponden a circunstancias o factores externos


al individuo, tales como las enfermedades infecciosas y parasitarias y los
traumatismos accidentales.

Cuando la mortalidad desciende, pierden importancia relativa las muertes por


causas exógenas, fundamentalmente las debidas a enfermedades infecciosas y
parasitarias, y aumenta la importancia relativa de las muertes provocadas por causas
endógenas.

Distribución de las muertes según causas

Es importante tener presente que la distribución por causas depende de la


estructura por edades. Una población con una estructura envejecida tenderá a tener
una mayor proporción de muertes debidas a enfermedades degenerativas (cáncer y
enfermedades cardiovasculares), mientras que una población joven tendrá mayor
proporción de muertes debidas a enfermedades de tipo exógena (accidentes y
enfermedades infecciosas).

La proporción de defunciones correspondientes a causas mal definidas y


causas desconocidas, en algunos países llega a ser importante. De hecho, la
proporción de defunciones incluidas en este grupo suele ser un indicador que se
tiene en cuenta para hacer una evaluación de la calidad del registro de defunciones.

Causas más frecuentes de mortalidad en Paraguay

Según datos proporcionados por el Ministerio de Salud Pública y bienestar


Social, para el año 1995, las causas más frecuentes de mortalidad son:

Mortalidad neonatal: Lesiones debidas al parto; Infecciones del recién


nacido; Prematuriedad; Anomalías congénitas; Tétanos neonatal.

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Mortalidad infantil: Lesiones debidas al parto; Diarrea; Infecciones del recién


nacido; Neumonía e Influenza; Anomalías congénitas.

Mortalidad materna: Hemorragia; Aborto; Toxemia; Sepsis; Otras


complicaciones del embarazo, parto y puerperio.

Mortalidad general: Enfermedades del aparato circulatorio; Tumores;


Enfermedades cerebro vascular; Enfermedades del aparato respiratorio; Accidentes
todas formas; Homicidios.

Defunciones de 1-4 años: Diarrea; Neumonía e Influenza; Causas externas;


Septicemia; Meningitis; Deficiencias nutricionales y anemias; Tumores.

Defunciones de 5-9 años: Causas externas; Tumores; Enfermedades


respiratorias; Diarrea; Anomalías congénitas; Meningitis; Septicemia; Deficiencia
nutricional y anemias.

Defunciones de 10-19 años: Causas externas; Tumores; Neumonía e


Influenza; Anomalías congénitas; Enfermedades del aparato circulatorio;
Complicaciones del embarazo, parto y puerperio; Septicemia.

Defunciones de mujeres de 15-49 años: Tumores; Causas externas;


Enfermedades del aparato circulatorio; Complicaciones del embarazo, parto y
puerperio; Enfermedad cerebro vascular; Enfermedad aparato respiratorio.

Defunciones de 60 años y más: Enfermedades del aparato circulatorio;


Enfermedad cerebro vascular; Tumores; Diabetes mellitus; Neumonía e Influenza;
Enfermedad hipertensiva.

Factores que afectan los estudios de la mortalidad por causas

- El subregistro de las defunciones. Afecta en mayor medida a la información


más alejada en el tiempo, es más importantes en área rurales que urbanas, no es el
mismo en todas las edades, puede no ser el mismo según el sexo; todos estos
elementos tienen su incidencia en las causas de muerte.

- El peso de las causas “mal definidas”. Si su magnitud es elevada puede


imposibilitar estos estudios o invalidar sus conclusiones. La mejora en la
certificación médica tiende a disminuir su peso, esto implica que la información
más vieja no es estrictamente comparable con la información más reciente.

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- Otro factor, no menos importante que los anteriores, es el referido a los


cambios que ha experimentado la Clasificación Internacional de las Enfermedades.

La evolución histórica de la mortalidad

Factores relacionados con la elevada mortalidad en el pasado

La mortalidad en el pasado era alta y estaba sujeta a fluctuaciones violentas y


periódicas, asociadas a catástrofes tales como la guerra, el hambre y las
enfermedades, se ha expresado la opinión de que las dos primeras tenían a menudo
más importancia por el impulso que daban a la tercera, o sea las enfermedades, más
que por su contribución a la mortalidad. En todo caso, los diversos factores que
provocaban la alta mortalidad en el pasado no pueden ser aislados, pues suelen estar
estrechamente interrelacionados.

Respecto de los períodos de hambre, por ejemplo, aunque existen muchas


referencias en los registros a las defunciones debidas a la inanición, es más probable
que el hambre, al debilitar el organismo, aumentase su susceptibilidad a las
enfermedades y no que matase directamente, excepto en el caso de enfermedades
provocadas por determinadas deficiencias, como el escorbuto.

Sin embargo, la buena alimentación no constituía garantía contra las


enfermedades. Si bien muchas enfermedades atacaban y mataban a las personas de
constitución debilitada, otras -como la peste y la viruela- causaban iguales estragos
entre las personas fuertes y bien alimentadas. Otra consecuencia indirecta de la
escasez de alimentos era que durante dichos períodos, al encontrar vacíos los
graneros, las ratas se acercaban más a las ciudades, creando la posibilidad de
epidemias.

Las guerras influían en los niveles de mortalidad no sólo por la cantidad de los
que morían en el campo de batalla, sino por las enfermedades que diseminaban los
ejércitos en marcha y por los problemas que implicaba la necesidad de mantener a
gran número de soldados, sin los medios sanitarios de que disponen las sociedades
modernas.

1- Las hambrunas y la escasez de alimentos

Aunque la escasez crónica de alimentos ha sido probablemente más


destructiva para el hombre, los efectos de las hambrunas, por ser más espectaculares,
han recibido una mayor atención. Debido al escaso control del hombre preindustrial
sobre el medio ambiente, su abastecimiento de alimentos era disparejo, pues lo
afectaban vicisitudes meteorológicas tales como las sequías, el exceso de lluvia con
su secuela de inundaciones, los inviernos prolongados y los veranos calientes. La

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producción agrícola era limitada por la influencia de la mano de obra, las plagas de
insectos o roedores y las enfermedades de las plantas. Incluso cuando las cosechas
eran abundantes, no se podían aprovechar plenamente debido a los métodos
inadecuados de almacenamiento, transporte y distribución de los alimentos, que
entorpecían el traslado de las hortalizas de las zonas de abundancia a las de escasez.

2- Enfermedades epidémicas

Al parecer el género humano ha padecido durante muchos siglos los estragos


de enfermedades infecciosas como la fiebre tifoidea, la viruela, la disentería, el
paludismo, la neumonía, la tuberculosis, el tifo, la fiebre amarilla, la peste, etc., y de
enfermedades infantiles como la enteritis, el sarampión, la tos ferina, la escarlatina y
la difteria. Estas enfermedades, que hasta hace relativamente poco tiempo
provocaban un subido número de pérdidas de vidas humanas, se extendían
rápidamente entre los conglomerados humanos de aldeas y pueblos merced al
contacto personal, al empleo por la comunidad de agua y alimentos contaminados y
a la migración de un centro de población a otro de las personas y de los insectos
portadores de enfermedades.

Si bien el número de fallecimientos por enfermedad solía aumentar después


de las hambrunas, se sabe también que han ocurrido crisis epidémicas cuando no
había hambrunas.

Se hace notar que, debido al escaso conocimiento científico de la época, los


métodos de prevención y curación eran generalmente ineficaces y a veces incluso
perjudiciales. Por ejemplo, en el siglo XVI el principal remedio contra la peste era la
sangría, medida que aumentaba la mortalidad debido a esta enfermedad. La mayor
parte de la población no recibía atención médica. En épocas en que no se practicaba
la cirugía antiséptica la mortalidad consiguiente de las intervenciones quirúrgicas era
sumamente elevada; las drogas que se conocían eran incorrectamente utilizadas. No
se tomaban en los hospitales las precauciones de aislar a los infecciosos y cualquier
enfermo corría el riesgo de contagiarse.

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3- Perdidas de vidas en las guerras

Aunque las guerras han sido un importante freno al crecimiento de la


población en toda la historia de la humanidad, sus efectos precisos sobre la
mortalidad han sido sumamente difíciles de medir. Las muertes entre personal
militar pueden ocurrir en el campo de batalla, o bien más tarde a consecuencia de las
heridas recibidas o de las privaciones y enfermedades relacionadas con la guerra.

La mayoría de las guerras también han provocado, indirectamente, gran


número de bajas entre las población civil, por las enfermedades, de que son
portadoras los ejércitos, el saqueo, la hambruna derivada de la devastación de las
tierras agrícolas y otras penurias que acompañan a la desorganización social y
económica. Durante la segunda guerra mundial la población civil fue blanco de
ataques directos en una escala sin precedentes. Se estima que las pérdidas de vidas
humanas en Europa y la Unión Soviética pueden haber alcanzado los 30 a 35
millones de personas.

4- Las malas condiciones en las zonas urbanas

En el pasado la mortalidad urbana era más alta que la rural. Los pueblos y las
ciudades eran insalubres y consistían en gran medida de viviendas colectivas
hacinadas y mugrientas, agrupadas en los alrededores de los lugares de trabajo. En
las primeras ciudades industriales no se solía adoptar medidas de protección policial
y contra los incendios, inspección del agua y los alimentos o cuidado hospitalario.
Los desechos industriales se arrojaban a los ríos, con los que se destruía la vida
acuática y se contaminaba el agua. Dentro de las fábricas había poca ventilación,
hacia demasiado calor en verano y demasiado frío en el invierno, la luz era
insuficiente, largas y agotadoras las horas de trabajo y grande el riesgo de accidentes.
Tales condiciones provocaron una enorme pérdida de vidas, especialmente entre los
niños.

No existían reglamentos de zonificación para separar las industrias más


nocivas o ruidosas de los sectores residenciales, con el resultado de que los solares
destinados a viviendas eran los terrenos sobrantes entre las fábricas, cobertizos y
patios de los ferrocarriles. Familias enteras ocupaban a menudo una sola habitación,
donde hasta ocho personas dormían en la misma cama.

Las casas de los trabajadores, como las fábricas, tenían poca luz y ventilación,
la basura se arrojaba a las calles, había una terrible falta de retretes y los sótanos se
utilizaban como lugares de habitación. La mugre y la congestión atraían a los
roedores y a los piojos, que propagaban enfermedades tales como la peste bubónica
y el tifo, y las viviendas oscuras y húmedas constituían caldo de cultivo ideal para las
bacterias.

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La filtración de excrementos a los pozos contribuía a la propagación de las


enfermedades, y la carencia de un suministro adecuado de agua imposibilitaba el
aseo doméstico y la higiene personal.

Factores de la disminución de la mortalidad en los países desarrollados

Muchos de los autores han coincidido en esquemas de clasificación que


consideran el desarrollo económico y social y los factores relacionados con los
adelantos en las ciencias médicas, la salud pública y el saneamiento, como factores
de disminución de la mortalidad.

No se conoce a ciencia cierta la cuantificación de la influencia de los distintos


factores que influyen en la mortalidad. Dadas las deficiencias de los datos, la
imprecisión de los instrumentos analíticos y las dificultades que resultan de la
interdependencia de los factores, no es posible medir separadamente los efectos de
factores tan diversos, como los adelantos en materia de nutrición, vivienda,
saneamiento del medio, higiene personal y conocimientos y servicios médicos, o la
conciencia cada vez mayor de la población acerca de su salud. Es aún menos factible
aislar los efectos de los distintos cambios económicos y sociales pertinentes, tales
como el aumento de los salarios reales, el mejoramiento de las técnicas agrícolas, el
desarrollo de los medios de transporte o la promulgación de leyes específicas sobre
las condiciones de empleo, vivienda, etc.

1- Desarrollo económico y elevación de los ingresos

Aunque las disminuciones importantes de la mortalidad en los países


actualmente industrializados no se produjeron hasta después de mediados del siglo
XIX, los datos sobre la tendencia muestran que la mortalidad empezó a reducirse en
forma lenta, aunque irregular mucho antes. La disminución en las mortandades
catastróficas ya había comenzado antes de la industrialización, y se había atribuido al
hecho de que las crisis de subsistencia en la agricultura ocurrían con menos
frecuencia y eran seguidas menos a menudo por enfermedades epidémicas. Las
principales causas incluyen un complejo de factores asociados con el mejoramiento
del nivel de vida y el medio.

Uno de los hechos favorables que influyeron en la mortalidad de los pueblos


europeos desde del siglo XVII ha sido el mejoramiento del suministro de alimento y
de la dieta. Los métodos y los instrumentos agrícolas eran muy primitivos antes de la
revolución agrícola, que se inició en Inglaterra y en algunos países europeos
alrededor de 1700 y se expandió a toda Europa y a las colonias europeas de ultramar.
Los cambios en los sistemas de tenencia de la tierra y la rotación de los cultivos, el
desarrollo de mejores variedades de plantas y animales, y la introducción de nuevos

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cultivos y de mejor maquinaria agrícola, comenzaron a aumentar la productividad de


la mano de obra y de la tierra y redujeron el peligro de la pérdida de cosechas, dando
por resultado un suministro más regular de alimentos.

Se hizo así posible disminuir la mortalidad que previamente podía haber sido
causada por la insuficiencia crónica del suministro de alimentos, y crear excedentes
para el sostén de una población en rápido crecimiento. Otros adelantos técnicos en la
agricultura durante los siglos XIX y XX incluyen el empleo de abonos artificiales y
finalmente la mecanización de la agricultura, llevaron a las naciones principales de
Europa, América del Norte y Oceanía al punto en que podían alimentarse con una
proporción decreciente de su fuerza de trabajo empleada en la tierra. Los
trabajadores, liberados entonces de la necesidad de producir alimentos, se dedicaron
a la producción de una multitud de otros bienes y servicios que les permitieron
prolongar y mejorar sus vidas, así como la de los trabajadores agrícolas.

Los adelantos técnicos en el transporte, tales como la invención y el desarrollo


de la máquina de vapor también contribuyeron a un suministro de alimentos más
seguro al facilitar el movimiento de los productos de las zonas de abundancia a las
de escasez, mitigando así los efectos de las pérdidas de las cosechas locales y los
consiguientes períodos de hambre y epidemia.

Los medios mejorados de transporte, al facilitar el intercambio de productos


agrícolas, tanto internamente como entre los países, coadyuvaron al aumento de la
comercialización de las cosechas, convirtiéndose América en un importante
abastecedor de cereales. Además, los mejores métodos de almacenamiento de
alimentos redujeron el desperdicio que antes era característico de los años de
cosechas abundantes, al permitir que algunos productos se almacenasen para su
empleo en los años de escasez.

Aunque gran número de la población vivía en condiciones de penurias y


miseria, especialmente en las primeras etapas de la industrialización, los aumentos
graduales de los salarios reales contribuyeron a la larga, a que la población estuviera
mejor alimentada. Aunque se han hecho pocos estudios sobre la relación del
mejoramiento de la nutrición con el descenso de la mortalidad, se ha sugerido que
una mejor dieta fue probablemente la causa principal de la importante disminución
de la mortalidad debida a la tuberculosis, y fue probablemente un factor, aunque de
menor grado, en el descenso de la mortalidad debida al tifus.

Los progresos hechos en la tecnología y en el nivel de vida influyeron


favorablemente en la salud en otras formas. Se construyeron viviendas más
adecuadas, se dispuso de mejores vestimentas y se ampliaron los servicios sanitarios
y la investigación médica.

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Demografía y Políticas de Población

2- Reformas sanitarias y medidas de salud publica

Si bien la disminución de la mortalidad al principio fue principalmente


resultado de causas vinculadas con el mejoramiento general del nivel de vida, en la
segunda mitad del siglo XIX las reformas sanitarias y los movimientos en pro de la
salud pública fueron factores de creciente importancia. La atención que hoy prestan
los gobiernos y las entidades privadas a la salud pública es una consecuencia del
movimiento de reforma sanitaria que se inició en Inglaterra en el siglo XIX como
reacción contra los muchos males a que dio origen la revolución industrial. En las
primeras etapas del movimiento se tuvo cuidado de impedir la excesiva intromisión
del Estado en la libertad individual, de conformidad con la filosofía predominante
del laissez-faire, pero con el paso del tiempo se extendió la intervención estatal en
cuestiones de salud.

Aun antes de que se determinara el origen microbiano de las enfermedades


infecciosas se había observado la relación entre la suciedad y la congestión con las
enfermedades, y la limpieza de una comunidad, así como el aseo personal, se
convirtieron en característica central del movimiento en pro de la higiene. Se
instituyó la creación de organismos de administración de la salud y normas jurídicas
que velasen por la salud pública.

La labor de los reformadores en materia de sanidad condujo a la aplicación de


varias medidas concretas para mejorar el saneamiento del medio. Comenzaron a
funcionar los servicios públicos de recolección de residuos. Se construyó la red de
cloacas que permitió poner fin a los pozos negros y a las zanjas abiertas.

La depuración del agua se comenzó en pequeña escala en la primera mitad del


siglo XIX, pero sólo en el último cuarto de siglo los sistemas públicos de
abastecimiento y filtración del agua se difundieron ampliamente en las grandes
ciudades. A comienzo del siglo XX la mayoría de las ciudades del mundo occidental
y de Rusia habían establecido sistemas para recolección de residuos y aumentado
totalmente la pureza de sus suministros de agua. Como resultado de mejoras del
saneamiento público, las tasas de mortalidad por enfermedades intestinales (cólera,
disentería, diarrea) y la fiebre tifoidea, se redujeron a una pequeña fracción de sus
niveles anteriores.

Junto con los adelantos logrados en el saneamiento del medio, se manifestó


también una mayor preocupación por la higiene personal El uso del jabón, que se
había considerado un lujo durante siglos, se hizo más corriente en el siglo XIX. La
sustitución de la ropa interior de lana por la de algodón también pudo haber
contribuido a la higiene personal debido a la relativa facilidad del lavado de las
prendas de algodón. Se considera que la creciente preocupación por la higiene

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Demografía y Políticas de Población

personal ha sido un importante factor en la desaparición del tifus, que se transmite


por los piojos.

Gradualmente se aplicaron otras medidas para mejorar la salud de la


población. Se hizo obligatoria la denuncia de las enfermedades infecciosas más
importantes y se impuso la cuarentena, cuando se consideró necesaria.

Los hospitales y sanatorios para tuberculosos mejoraron en número y calidad.


Se establecieron servicios de consultas médicas para los niños de edad preescolar y
reconocimientos médicos periódicos para los niños en las escuelas.

3- Reforma social

Además de las reformas dirigidas específicamente al control de las


enfermedades, se introdujeron medidas importantes para mejorar las condiciones de
vida y de trabajo en los países que se estaban industrializando.

Desde entonces se aprobaron una serie de leyes relativas a diversos aspectos


del medio humano que pueden afectar directa o indirectamente la salud y el bienestar
del hombre. Se aplicaron una serie de leyes sobre fábricas, elevaron gradualmente la
edad mínima para trabajar, acortaron la jornada de trabajo y se ha tratado de mejorar
las condiciones físicas del trabajo y de reducir los accidentes industriales.

Se establecieron leyes trascendentales sobre vivienda que autorizaba la


destrucción de las viviendas inadecuadas y fijaron normas de ocupación en interés de
la salud pública.

Entre otras medidas sociales para mejorar la salud (y por tanto disminuir la
mortalidad) se encuentran los programas de seguridad social que proporcionan
prestaciones tales como pensiones de vejez, seguros médicos, atención médica,
seguro de desempleo y pagos a los indigentes. Los estados europeos proporcionaban
atención médica general y gratuita a todos los que la desearan. La relación médicos
por habitantes se incrementó doce veces.

La institución de la enseñanza gratuita, universal y obligatoria, que da por


resultado la alfabetización de las masas, y la inclusión de lecciones de higiene
personal en los programas de estudio, han creado en la población una mayor
conciencia de las prácticas básicas de buena salud, llevando a un reconocimiento y
tratamiento más rápido de las enfermedades.

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Demografía y Políticas de Población

4- Adelantos en la medicina

El momento histórico en que la contribución de la medicina se convirtió en un


importante factor en la disminución de la mortalidad es una cuestión discutida.
Aunque se habían hecho progresos importantes en los conocimientos de anatomía,
fisiología y anatomía patológica, no tuvieron significación práctica para los
pacientes hasta que pudieron contribuir a la preservación de la salud o la curación de
una enfermedad.

A continuación se señalan algunos de los adelantos médicos más


importantes:

En 1798, Edward Jener dio pruebas de la aplicación de la vacuna que previene


la viruela. Uno de los gigantes de este período fue Louis Pasteur, quien con sus
investigaciones pioneras probó que los microorganismos no se generaban
espontáneamente y estableció el origen microbiano de las enfermedades infecciosas.
Su trabajo tuvo importantes repercusiones en la cirugía y la esterilización de los
productos alimenticios, en especial de la leche (lo que contribuyo grandemente a la
reducción de la mortalidad infantil).

Durante el mismo período las investigaciones bacteriológicas de Robert Koch


tuvieron como resultado el aislamiento de los organismos que causaban el carbunclo,
la peste y el cólera asiático, pero su descubrimiento más trascendental fue la
identificación del bacilo de la tuberculosis en 1882. En el descubrimiento de los
fagocitos y de los virus ampliaron los conocimientos de los agentes causantes de
enfermedades infecciosas, dando más campo a los adelantos de la inmunología.

Entre otros importantes adelantos médicos de la segunda mitad del siglo XIX
hay que citar la introducción de la cirugía antiséptica por Joseph Lister en 1865, que
junto con el uso de la anestesia por Willian Morton en 1846 llegó a revolucionar la
práctica quirúrgica. En 1890 las investigaciones de Emil Von Behring produjeron
agentes inmunizadores efectivos contra el tétano y la difteria, y el descubrimiento de
los rayos X por Wilhelm Roentgen en 1895 dio al médico un importante instrumento
de diagnosis, así como de tratamiento de algunas enfermedades. Una temprana
contribución a la medicina curativa fue el descubrimiento por Paul Ehrlich, en 1910
del Salvarsán, compuesto altamente efectivo contra algunos tipos de protozoarios,
incluso al agente infeccioso que causa la sífilis.

Se crearon inmunizadores contra la tuberculosis, la fiebre tifoidea, el tifus, el


cólera la fiebre amarilla, el sarampión, la tos ferina, la poliomielitis, la peste y la
gripe. El único método satisfactorio de control de algunas enfermedades es la
vacuna, mientras que para otras solamente es un método auxiliar.

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Demografía y Políticas de Población

El uso de la penicilina, cuyo uso se extendió a la población después de la


segunda guerra mundial, ha sido particularmente eficaz contra infecciones de vías
respiratorias y genito urinarias, pero también ha sido útil para otras infecciones.
Otros antibióticos de múltiples usos, como las tetraciclinas y el clorafenicol, también
empezaron a emplearse después de la segunda guerra mundial.

El uso de productos farmacéuticos en el tratamiento de enfermedades no


infecciosas también ha contribuido a la disminución de la mortalidad en este siglo.
Un grupo de esa clase de productos son las hormonas, que son diferentes tipos de
extractos glandulares administrados contra algunas enfermedades debidas a
deficiencias, por ejemplo la insulina para los diabéticos y los extractos de tiroides e
hígado para las personas que sufren deficiencias tiroidea y anemia perniciosa,
respectivamente.

Entre los adelantos no médicos basados en factores no farmacéuticos que han


contribuido a disminuir la mortalidad están las nuevas y mejores técnicas de
diagnostico, que posibilitan la detección de enfermedades en una etapa temprana y
curable. Un ejemplo de esta técnica es el Frotis Vaginal (prueba de "Pap"
Papanicolau). El mejor tratamiento quirúrgico y radiológico también ha contribuido
de manera importante a la disminución, pero se cree que la detección precoz
mediante reconocimientos anuales puede eliminar virtualmente la mortalidad debida
a este tipo de cáncer.

El desarrollo de insecticidas de acción residual ha reducido muchisimo las


enfermedades que transmiten los insectos, como el tifus y el paludismo. El más
común de estos insecticidas es el DDT, que se usó ampliamente durante la segunda
guerra mundial.

5- Factores naturales

Entre los factores mencionados que han contribuido a la disminución de la


mortalidad debida a algunas enfermedades, ha habido un cambio en la virulencia del
organismo que causa la enfermedad o en la resistencia del huésped humano, o ambas
cosas.

Factores vinculados con los niveles y tendencias de la mortalidad en los


países en desarrollo

Factores de la reciente disminución de la mortalidad

En la mayoría de los análisis, se ha subrayado el hecho de que la disminución


rápida de la mortalidad en los países en desarrollo durante las últimas décadas, en

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Demografía y Políticas de Población

gran parte se ha producido independientemente de las condiciones económicas.


Aunque todavía existe una correlación inversa entre el nivel de desarrollo y la
mortalidad, la vinculación entre ambas se ha debilitado considerablemente. La
disminución se ha atribuido esencialmente al progreso técnico logrado en la
prevención y el control de enfermedades y el crecimiento y expansión de los
servicios de sanidad y médicos.

Entre los más importantes descubrimientos figuran el de los insecticidas como


el DDT, los antibióticos como la penicilina y las vacunas como la BCG (Bacilo de
Calmette-Geurin). Merced a una mayor comunicación y cooperación científica entre
las naciones, los países en desarrollo han podido importar técnicas desarrolladas por
los países industrializados y aplicarlas en programas masivos de salud pública, a un
costo relativamente pequeño, a menudo con la asistencia de organismos
internacionales como la Organización Mundial de la Salud.

Hasta 1930 las tasas de mortalidad habían disminuido a un ritmo moderado, al


paso del desarrollo económico, en algunos de los países más avanzados de la región,
pero muy lentamente en los países económicamente rezagados. Sin embargo,
después de 1930 la esperanza de vida aumentó de manera sumamente rápida en
todos los países de la región, independientemente del nivel o el ritmo de su
desarrollo económico.

Se ha expresado la opinión de que si bien los programas de sanidad pública


para el control de la enfermedades y el progreso en el saneamiento del medio han
dado excelentes resultados, al producir la disminución de la mortalidad a corto plazo,
los factores sociales y económicos podrían asumir la mayor importancia en el logro
de resultados a largo plazo. Además para que los países en desarrollo logren y
mantengan niveles bajos de mortalidad se hacen esencial, por lo menos, una
elevación lenta del nivel de vida.

Transición epidemiológica

Se define a ésta como un “proceso dinámico en el cual las pautas de salud y


enfermedad en una sociedad evolucionan en respuesta a cambios demográficos,
socioeconómicos, tecnológicos, culturales y biológicos”. Estos factores, a su vez
actúan principalmente a través de tres mecanismos: el descenso de la fecundidad
por su efecto sobre la estructura por edades, mejoras en la tecnología de atención de
salud y cambios en los factores de riesgo (Frenk et. al., 1991). El aspecto
fundamental de este proceso es la modificación de un patrón de causas de muerte
caracterizado por el predominio de enfermedades transmisibles (infecciosas y
parasitarias) a uno donde prevalecen los tumores, enfermedades de tipo
degenerativo, y otras provenientes de causas externas, propias de las edades adultas
y avanzadas.

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Demografía y Políticas de Población

El perfil epidemiológico promedio de un país, sin embargo, depende de


muchos factores, entre los cuales cabe mencionar la estructura por edades -ya que
procesos patológicos diferentes están asociados a edades diferentes- y la
composición por estratos o clases sociales, puesto que los cambios han sido más
lentos en la población pobre, en las zonas rurales y en las poblaciones marginales,
es decir donde se da un ambiente favorable a la persistencia de enfermedades
infecciosas y parasitarias. También hay que tener en cuanta que en la transición
epidemiológica no se puede hablar de etapas definitivamente superadas. La
aparición y rápida expansión de nuevas enfermedades como el SIDA, o el rebrote
de aquellas que se creían definitivamente derrotadas como la malaria, el dengue, el
cólera o el sarampión, dan una idea de la complejidad del problema, y en la mayor
parte de los casos son un testimonio de importantes desigualdades sociales.

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