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Comentario de textos
La batalla de Covadonga.
"Pelayo estaba con sus compañero en el monte Aseuva, y el ejército de Alqama llegó
hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de la cueva.
El predicho obispo (obispo visigodo Oppas, aliado con los árabes) subió a un
montículo situado ante la cueva dominica y habló así a Pelayo: "Pelayo, Pelayo,
¿dónde estás?".
Al cual el obispo: "Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se
hallaba toda España unida bajo el gobierno de los godos y brillaba más que los otros
países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los
godos, no pudo sostener el ímpetu de los ismaelitas, ¿podrás defenderte en la cima
de este monte? Lo que me parece difícil. Escucha ciertamente mi consejo y haz volver
tu ánimo de esta decisión, para que goces de muchos bienes y disfrutes de la amistad
de los caldeos".
[...] Pelayo dijo: "Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que
ves sea España salvada y reparado el ejército de los godos. Confío en que se cumplirá
en nosotros la promesa del Señor [...]"
El obispo, vuelto entonces al ejército, dijo: "Acercaos y pelead. Ya habéis oído cómo
me ha respondido; a lo que adivino de su intención no tendréis paz con él, sino por la
venganza de la espada".
Los sesenta y tres mil restanes subieron a la cumbre del monte Auseva y por el lugar
llamado Amuesa descendieron a la Liébana. Pero ni éstos escaparon a la venganza
del Señor; cuando atravesaban la cima del monte que está a orillas del río llamado
Deva, junto al predio de Cosgaya, se cumplió el juicio del Señor: el monte,
desgajándose de sus cimientos, arrojó al río de los sesenta y tres mil caldeos y los
aplastó a todos.
Crónica de Alfonso III (versión rotense).
En los primeros párrafos, se relata como, llegadas las tropas musulmanas a los parajes
de Cangas de Onís, hay un intento del obispo Oppas, que participaba de la causa
musulmana, de comprar a Pelayo para su causa.
En los párrafos siguientes se esgrime la victoria de Pelayo, que con ayuda de Dios y de
la Virgen de Covadonga logra derrotar a 125.000 hombres musulmanes. Saliendo a la
fuga 63.000 que también murieron debido a un desprendimiento de tierras provocado
por la gracia divina. En el combate murío el general de las tropas musulmanas
Alcaman, y fue apresado el obispo Oppas.
Esta idea de la restauración visigoda, más el nuevo culto de Santigo, así como la
expansión territorial durante el reinado de Alfonso III, alentarán a la idea de la
reconquista de Hispania, a menudo con tintes de cruzada.
Envió a todas las capitales de al-Ándalus tropas que las estrechasen, con asedio.
Apoderóse de la ciudad de Toledo en el año 477 [10 de mayo de 1084 a 28 de abril de
1085]. Cuando los emires de Al-Ándalus vieron esto, convinieron en que pasase el
estrecho Yusuf ben Tachfin (Yusuf ibn Tashufin), y le escribieron todos, pidiéndole
ahincadamente socorro y que impidiese al enemigo ahogar a Al-Ándalus: que ellos
serían con él una sola mano en la guerra santa contra los infieles".
ANÁLISIS: El texto comienza haciendo referencia a Alfonso, se trata del rey Alfonso VI
de León. Siguiendo el relato encontramos como el rey Alfonso comenzó a hacer
campañas contra las ciudades y territorios de Al-Ándalus, entre las que se nombran
aparecen Sevilla, y sus territorios como Aljarafe, Tarifa o Sidonia, Zaragoza o Toledo.
Debemos recordar que desde 1031 Al-Andalus aparece dividido en taifas, lo que las
debilita frente al poder emergente de los reinos cristianos del norte, en particular del
reino de León, una incipiente Castilla y en menor medida Navarra y Aragón.
Al final del párrafo se hace referencia a Musta'in ben Hud, rey de la taifa de Zaragoza
que ofreció dinero a Alfonso VI a cambio de la paz, a lo que el primero se negó. Este
tipo de pagos fueron habituales durante los reinos de taifas, habitualmente conocidos
como parias, en gran medida consiguieron contener los ataques cristianos a las taifas,
aunque lo cierto, es que estas se debilitaron al tiempo que los reinos del norte se
enriquecían y fortalecían.
La segunda etapa, se llevaría a cabo durante los siglos XI-XII, que queda simbolizada
por la toma de Toledo en 1085 y que llevaría las fronteras hasta el río Tajo en el Oeste
y hasta el río Ebro en el Este. El sistema de repoblación empleado, además de las
presuras, sería el otorgamiento de fueros, ya que eran territorios más densamente
poblados que los anteriores, los fueros consistieron en la concesión de ciertos
privilegios por parte del rey a los habitantes de pueblos y ciudades, algunos de los más
destacados serían el derecho a elegir su señor, y un gran alfoz o territorio municipal
que permitiera la caza o el pastoreo, además de otras prebendas reales.
La última etapa, marcada por la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, tuvo lugar en
el siglo XIII, donde se consigue reconquistar todo el valle del Guadalquivir, el Levante y
las Baleares, exceptuando el reino nazarí de Granada. Debido a la enorme extensión de
tierras, se emplearon fundamentalmente dos sistemas de repoblación, los donadíos,
que consistía en el reparto de tierras a nobles y órdenes militares, principalmente las
de Santiago, Alcántara y Calatrava, siguiendo un claro esquema feudal. El otro sistema
fue conformado por los repartimientos, que se llevaron a cabo tras la expulsión de los
musulmanes de sus ciudades a los que accedieron hidalgos de condición más humilde
y aquellos con méritos militares.
El sistema de pressura.
“Yo Alfonso concedo esta carta a vosotros cristianos mozárabes, a los cuales yo
saqué con el auxilio divino, del poder de los sarracenos y conduje a tierras cristianas.
Me complace porque abandonasteis vuestras casas y vuestras heredades y vinisteis a
poblar mis tierras, concederos buenos fueros en toda mi tierra, que seáis libres y
francos vosotros y vuestros hijos, en todo cuanto podáis poblar y trabajar en las
villas y términos que yo os daré. Vosotros mozárabes no daréis lezda en todas mis
tierras en los mercados que hagáis, ni haréis hueste ni cabalgada y tendréis todos
vuestros juicios en vuestra puerta. Andaréis libres y seguros por toda mi tierra sin
que nadie os haga daño, pero si alguien os agravia pagará multa de mil maravedís...”
Año 1126
Extraído de Lacarra, J.M., Documentos para la reconquista y repoblación del valle del
Ebro.
El texto propuesto es una Carta Puebla, es decir, un contrato o concesión regia por la
que se otorgaban privilegios o fueros a los individuos que repoblaban una zona con el
fin de atraerlos al lugar. La carta-puebla regula las relaciones con el señor o el rey en
este caso y las normas jurídicas por las que se regirá la comunidad. Se trata, por tanto,
de un texto de naturaleza jurídica.
Es, asimismo, una fuente directa o primaria.
El autor del texto es Alfonso I de Aragón, conocido como el Batallador. Según nos
1
informan las crónicas, incluso las árabes, Alfonso I destacó por su valor y su fe. Su fe
y su valor le llevaron a protagonizar una considerable expansión territorial en
detrimento de los musulmanes, conquistando incluso Zaragoza. Su espíritu militar y su
profunda religiosidad de llevaron a albergar la idea de una gran cruzada contra los
musulmanes que comenzaría en Hispania y acabaría con la recuperación de Jersusalén.
Fue sólo un sueño.
La fecha de elaboración del texto es el año 1126, primer cuarto del siglo XII,
momento que corresponde con la segunda fase de la reconquista. Ese año, como ya
sabemos, Alfonso I de Aragón llevó a cabo una campaña militar en Al-Andalus, de la
que volvió con un importante contingente de mozárabes que colaboraron en la
repoblación del valle medio del Ebro. El avance cristiano se vio favorecido por la
fragmentación de Al-Andalus en los segundos
reinos de taifas.
b) Ideas principales.
Para asegurar el dominio sobre los territorios ganados al Islam, se llevó a cabo la
repoblación de las tierras incorporadas a los poderes cristianos. Un método eficaz
para atraer pobladores era otorgarles franquicias, privilegios o fueros. Entre los
privilegios concedidos por Alfonso I en esta Carta-puebla a los mozárabes figuran:
-En primer lugar, los mozárabes gozan de la condición jurídica de libres y francos. El
término franco, en este contexto, debe tomarse bajo la acepción de individuos que
disfrutan de franquicias y privilegios. Por su parte, la condición de libre quiere decir
que no están sometidos a ningún poder señorial, no son, por tanto, vasallos o siervos.
Se les proporciona una especial protección por parte del rey al sancionar que todo
aquel que moleste o agravie a los mozárabes serán objeto de una sanción pecuniaria.
“Andaréis libres y seguros por toda mi tierra sin que nadie os haga daño, pero si
alguien os agravia pagará multa de mil maravedís...”. Teniendo la alta cuantía de la
multa establecida, es posible pensar que el rey pretendiera con esta
medida
defender los derechos de los mozárabes frente a alguna agresión o intento de la
nobleza de someter a los mozárabes, menoscabando sus derechos.
3-La gran expansión del siglo XIII se realizó sobre zonas muy pobladas y urbanizadas,
adoptando las formas de la REPOBLACIÓN SEÑORIAL o del REPARTIMIENTO. Pero la
instalación de pobladores varió según el reino que la llevó a cabo:
-En las zonas occidentales, entre el Tajo y Sierra Morena. la población previa
musulmana huyó por lo que la repoblación fue muy costosa, demográficamente
hablando. Así, los reyes concedieron amplios territorios a las ÓRDENES MILITARES,
creándose una estructura latifundista de la propiedad que ha pervivido hasta el
presente. La dificultad de cultivar áreas tan extensas con tan escasa población
ocasionó la extensión a la ganadería ovina como dedicación principal.
-En las zonas orientales (parte de Andalucía, Valencia, Murcia, Baleares), los
musulmanes permanecieron en sus tierras, aunque ahora como siervos de los nuevos
propietarios de las tierras, cedidas por el rey de forma similar que en la zona oeste
(REPARTIMIENTO).
“Yo, Alfonso, rey por la gracia de Dios, os otorgo esta carta de donación y
confirmación a vosotros todos, pobladores de Calatayud que ahora la pobláis y a
todos los que de aquí en adelante vengan a poblarla. Os otorgo y concedo fueros
tales cuales vosotros mismos me lo habéis pedido.
-Elección de Juez : elija el Consejo el Juez que quisiere y esté en su cargo durante
un año; después haga el Consejo como le plazca
-Portazgo : ningún vecino de Calatayud que pase por los puertos de Pamplona o
por los de Jaca pague lezda (portazgo) ni a la ida ni a la venida; el que los cobrare a la
fuerza, pague mil maravedís en tres partes como arriba se dice.
Concesión de términos: Y yo, Alfonso, Rey por la gracia de Dios, os concedo términos
a los 20hombres de Calatayud: Berdejo,Langa Carabantes, Ariza, Cubel, Albalate,
Guisema,Chodes Alconchel,Villafeliche Milmarcos,Codos.
Con la gracia de Dios fue
escrita esta carta en el mes de diciembre en la era de 1169 y fue roborada el día de
San Esteban, de mano del Rey, en la villa que se dice BISENSE”
Para poder ubicar el texto, necesitamos exponer un marco espacio-temporal que nos
sirva de referencia cronológica. En la última línea aparece el lugar donde ha sido
escrito (Bisense) y a la población al que va dirigido: Calatayud. Sabemos que esta
población estaba ocupada por los musulmanes hasta 1120, momento en el que
penetran en ella las tropas cristianas de Alfonso I. Este rey, autor del texto, fue
llamado el batallador debido a larga lista de victorias frente a los almorávides. Era el
rey de Aragón y de Pamplona. Llevó a cabo diversas campañas militares en el noroeste
(Zaragoza, Lérida, Calatayud, Molina de Aragón...) y sur peninsular (Motril, Granada,
Córdoba –aunque no llegó a conquistarlas).
Estamos en un momento álgido de la conquista por parte de los reinos cristianos de los
territorios pertenecientes a Al Ándalus. Sin embargo, está firmado en 1131, lo cual nos
confiere un matiz diferente. Tras ser derrotados los musulmanes en Calatayud, los
cristianos deben proceder a poblar esta villa. Estamos en pleno proceso de
repoblación. Los reyes cristianos avanzan en su expansión frente a la disminución de
los territorios de Al Ándalus. Para fomentar el traslado de población cristiana a estas
zonas, se procede a conceder diferentes normas y privilegios a los futuros habitantes
de las mismas. Por tanto, este escrito tiene como finalidad regular la vida de los
habitantes de Calatayud, estableciendo los derechos y deberes de los mismos. Por
tanto, el destinatario de este texto es colectivo, ya que hace referencia a la población
de esta villa.
El texto es jurídico, por lo que está estructurado en artículos. Para poder organizar el
comentario de sus ideas, vamos a realizar el siguiente procedimiento: en primer lugar,
estableceremos la idea principal y, posteriormente, señalaremos cuáles son las
secundarias, intentando agruparlas por temáticas.
Comencemos. En las primeras
líneas del texto aparece la que puede ser la idea principal: “Yo, Alfonso, rey por la
gracia de Dios, os otorgo esta carta de donación y confirmación a vosotros todos,
pobladores de Calatayud”. Aquí, el rey promulga una carta puebla, es decir, un
documento por el que se conceden a una villa o ciudad determinados privilegios, con
el objetivo de poblar una zona. En este caso, tras la ocupación de Calatayud por parte
de los cristianos, Alfonso I regula los derechos y deberes de sus habitantes. Por tanto,
es una tierra de realengo, es decir, está bajo la autoridad directa del rey –y no de un
señor feudal.
En este primer párrafo encontramos otra idea interesante. Dice así:“ Os otorgo y
concedo fueros tales cuales vosotros mismos me lo habéis pedido”. Para comprender
esta frase, vamos a desglosarla sintácticamente: es una frase compuesta. En la primera
proposición coordinada (Os otorgo y concedo fueros), el rey afirma que es él quien
concede el fuero, es decir el que funda la ciudad y establece su autoridad en ella. Sin
embargo, en la proposición subordinada (...tales cuales vosotros mismos me lo habéis
pedido), aparece sutilmente una cuestión que no podemos obviar: es el pueblo, es
decir, los súbditos, los que piden al rey que funde, regule y gobierne la ciudad. Esto es
una práctica habitual del proceso de repoblación en la Península, o al menos así queda
reflejada en las crónicas medievales.
En realidad, los artículos aquí recogidos de esta carta puebla son privilegios concedidos
a las aragoneses que habiten Calatayud. Por organizar los contenidos, diferenciaremos
entre la inmunidad, las costumbres y la expansión del término.
En el artículo que nos
aparece en primer lugar, aparece: “todos los pobladores que vengan a poblar
Calatayud queden absueltos y libres de todas las deudas que hayan contraído”. Aquí el
texto señala la inmunidad penal de aquellas personas que habitaran esta zona. Por
supuesto, se trata de un privilegio excepcional, y nos muestra el ansia del rey por
poblar Calatayud. Su preocupación no sólo se debe a que se encuentre ante una
ciudad escasamente habitada, si no a que pueda ser ligada a algún noble. De esta
forma, evita que se convierta en un señorío, si no que pase a ser tierra de realengo, de
su propiedad. En esto estaban de acuerdo los ciudadanos, ya que bajo la tutela real
gozan de mayores beneficios que con los señores feudales.
Los puntos siguientes
(segundo, tercero, cuarto y quinto), establecen normas que articulan la vida de la
población. Podemos observar el poder del Concejo, en la vida municipal, ya que tiene
potestad de elegir jueces (elija el Consejo el Juez que quisiera) y recaudar impuestos
(...) “pague montazgo: por manada, una vaca y por rebaño, un carnero, la mitad al
señor y la otra al Concejo”. El rey regula la convivencia, concediendo la libertad al
ciudadano para contratar trabajadores, independiente de su religión. El texto lo recoge
así: “el vecino de Calatayud que pueda tener hombres en su solar, cristianos, moros o
judíos, sea responsable ante sí”. También les concede exención de impuesto, al
atravesar ciudades cercanas, como Jaca o Pamplona (“ningún vecino de Calatayud que
pase por los puertos de Pamplona o por los de Jaca pague lezda”).
En los siglos XI y XII, se produce la llamada repoblación concejil, es decir, los reyes
toman la iniciativa para poblar las zonas fronterizas con los musulmanes. Para ello
conceden cartas pueblas o villas con bastantes privilegios.
Durante los siglos XII y XIII, son las Órdenes Militares las que repueblan la zona situada
entre el río Duero y el río Tajo, formando enormes señoríos jurisdiccionales.
El proceso de repoblación culmina con la ocupación de Granada por parte de los Reyes
Católicos. Muchos musulmanes y, posteriormente, judíos, emigraron a otras zonas,
debido a la creciente intransigencia religiosa que se fomentará con los siglos. Así, se va
minando la variedad cultural que es característica de la sociedad altomedieval hispana.
Además, su marcha tendrá como consecuencia inmediata el vacío de población de
estos lugares y el abandono de las técnicas agrícolas de regadío utilizadas por ellos.
En otro orden de cosas, podemos decir que, una vez desaparecido Al-Ándalus, se
produce la expansión y posterior unificación de los reinos cristianos, hasta convertirse
en un solo país: España.
Como consecuencias lejanas, podemos afirmar que, el modo
de realizar la repoblación, pervivirá, sin grandes cambios, hasta el siglo XX. De hecho,
el norte peninsular siguió siendo minifundista y el centro y el sur latifundista, lo que
motivó no pocos enfrentamientos entre campesinado y nobleza.
Comentario de Texto sobre la Batalla de las Navas de Tolosa.
También el rey Sancho III mereció disfrutar largo tiempo y con felicidad de la
compañía de sus hijos, a los que en vida, con gran benignidad, repartió entre ellos
sus reinos. A su primogénito García lo puso al frente de los pamploneses; a
Fernando, el preferido de su padre le encargó el gobierno de la bélica Castilla; a
Ramiro, que había nacido de concubina, le dio Aragón, que era el reino más alejado
de todos sus territorios, sin duda para que ante los ojos de los otros hermanos, al ser
desigual en el linaje materno, no fuera igual en la herencia de sus estados.
Entonces, unos asesinos, parientes suyos, mataron al infante García, pues éste era
merecedor de tal venganza. Seguidamente, Sancho III se llevó consigo a la infanta
Sancha, a la cual devuelve a Castilla, intenta casarla con su hijo primogénito Ramiro,
el que había nacido de una noble señora de Ayvar, pero los castellanos se oponen
con toda razón. La infanta Sancha, tres años más tarde, y con el beneplácito de su
hermano Vermudo, cuando ya tenía 18 años, casó con el infante Fernando, hijo
menor de Sancho III, nacido de su matrimonio con Urraca. Vermudo entregó a
Fernando el condado de Castilla. (...)
El rey Sancho III tuvo una larga vejez, y cuando su hijo, el rey García hubo regresado
de la ciudad de Roma, murió a consecuencia de una enfermedad en el año 1073. Su
hijo Fernando lo enterró, con todos los honores que le eran debidos, en el
monasterio de Oña.
«Silo. Acto grande y preclaro es hacer donación, por remedio de mi alma, de un lugar
para su vivienda a los hermanos y siervos de Dios, Pedro, presbítero, Alanti,
converso, Lubino, converso, Avito, presbítero, y Valentín, presbítero, así como a los
demás religiosos que residen en la misma localidad o que vinieron a ella conducidos
por Dios, por haber los arriba nombrados besado nuestros pies, y concederles
asimismo un oratorio en el granero que poseemos entre el Eo, el Masma y los
riachuelos Alesancia y Mera [...], cediéndolo con todas sus entradas y salidas, así
como dos castros con todas sus prestaciones, montes y setos de helechos que allí
existen, también con todas sus salidas. Cuanto queda indicado lo doy y concedo a
vosotros y a Dios por mediación de nuestro fiel hermano el abad Esperautano, a fin
de que roguéis por la salvación de mi alma en la iglesia que allí se edificare, de tal
modo que todo ello sea apartado de mi derecho, traspasado al vuestro y confirmado
en él, y poseáis enteramente lo susodicho firmemente y de modo irrevocable, y que
cuantos Dios hasta ese sitio condujere con ánimo de hacer vida religiosa puedan
reivindicar su tenencia, recurrir a la justicia y defenderse de cualquier persona,
interponiendo yo contra los transgresores toda la fuerza de mi posición. Y si en lo
futuro alguien quisiere inquietaros por la posesión de dicho lugar o por todo lo que
aquí aparece escrito, sea primeramente excomulgado y separado de la comunidad
cristiana, permanezca extraño a la Santa Iglesia, sea destinado a sufrir el castigo del
traidor Judas, y alcáncele la justicia divina, que cuantos la vean se aterroricen y haga
temblar a quienes la oigan. Fue otorgada esta donación el 23 de agosto del año 775
.»
Diploma del rey Silo (cfr. LUIS GARCÍA DE VALDEAVELLANO Y AGUSTÍN MILLARES
CARLO,Textos singulares de la España medieval, tomo I, Barcelona, Teide, 1971).
Hecha esta escritura de donación en el mes de abril de del año XIII del reinado del
emperador Karolo (920).
En el nombre de Dios, yo, Pedro,abad por la gracia de Dios, con toda la congregación
del monasterio de San Martín de Canigó, a ti, Raimundo Gauzfredo, por esta
escritura de donación hacemos este convenio, esto es, del manso que tenemos en
Villa Marianas y en el lugar llamado Mirles, que fue de Seniofredo Adolfo.
Te damos el citado manso con las tierras y viñas que a él pertenecen para que lo
trabajes bien y construyas todo esto, y por cada año dones de las viñas la cuarta
parte y de las tierras la tasca. Y te damos por esto, para que de tu propio alodio
dones a San Martín, de tus viñas, donde estén, siete somatas sin ningún engaño. Y si
tuvieres hijo varón de legítimo matrimonio, lo tenga igualmente como tú, de tal
modo que de las citadas viñas que tú donas, dé el cuarto después de tu muerte. Y tú
en cada año hagas el reconocimiento; esto es, que des albergue al señor abad con un
monje y dos caballeros, y les des un cuartario de cebada y un corr entre cebada y
avena.
Y yo, Raimundo, por este convenio, dono a San Martín un mulo que vale tres onzas.
Además a mi muerte dono mi cuerpo a San Martín con mi parte de mis bienes
muebles.
Qué cosa es feudo, et onde tomó este nombre. Et quántas maneras son de él. Feudo
es bienfecho que da el señor al algunt home porque se torna su vasallo, et le
facehomenatge de serle leal: et tomó este nombre de fe que debe siempre guardar
el vasallo al señor. Et son dos maneras de feudo: la una es cuando es otorgado sobre
villa, o castiello otra cosa que sea raíz: et este feudo a tal non puede ser tomado al
vasallo, fueras ende si fallesciere al señor las posturas que con él puso, e sil
feciesealgunt yerro tal porque lo debiese perder, así como se muestra adelante. Et la
otra manera es la que dicen feudo de cámara: et este se facequando el rey pone
maravedís a algunt su vasallo cada año de su cámara: et este feudo atal puede el rey
toller cada que quisiere.
«Esta es la carta foral que elabora el Concejo de Madrid para honra de nuestro
señor, el rey Alfonso y del Concejo madrileño, a fin de que ricos y pobres vivan en
paz y en seguridad [...].
LX.- Del carnicero y vinatero. Todo carnicero o vinatero o menestral sospechoso del
quebranto de la tasa, pruébenselo con dos vecinos prestigiosos y pague dos
maravedises; mas si no fuera así, demuestre su inocencia con el testimonio de dos
vecinos. También a los tejedores, si se lo probaran, y si no, líbrense jurando por su
vida.
LXIII.- Nadie embargue al que viniera con mercadería. Al hombre que viniese a
Madrid en recua, acarreando alguna cosa, no le tomará prendas hombre alguno; y
quien lo embargare peche dos maravedises a los jurados del rey y restituya la prenda
sin fianza.
LXIX.- El prado de Atocha. El prado de Atocha esté adehesado desde la fuente del
Manzano, tal y como se unen los arroyos de los valles, desde allí hacia abajo, hasta el
asiento de los huertos, que delimitaron los sabedores del Concejo; y permanezca
siempre para la obra del adarve conforme a fuero. Y otro ganado que allí entrara
pague una cuarta por cabeza; mas si el amo del ganado se negase al prendamiento,
peche un maravedí a los fiadores. Y el que lo cogiera allí tome de ello la mitad. Todo
esto mediante testigos, y, si no, preste su juramento y denle su ganado.
LXXVIII.- Quien no fuere vecino. El hombre que no fuera vecino de Madrid, pague su
portazgo; y si manifestase que lo es y reside en Madrid las dos terceras partes del
año, líbrese con el testimonio de dos vecinos y no lo pague.
LXXXIV.- Sobre el estiércol. Todo hombre que arrojase estiércol dentro de la villa, por
las calles o en otro lugar, a la puerta de Guadalajara o en otras puertas donde
colocaron los hitos, pague una octava a los fiadores siempre que medien testigos y si
no preste juramento; a causa de ello los andadores tomen prendas y el que se
resistiere al prendamiento pague una cuarta.»
La peste negra.
G. BOCCACCIO, El Decamerón
Muchos súbditos pasaban muy gran mengua, porque no se labraban las heredades
del pan e del vino e de las otras cosas que son mantenimiento de los omnes. Et esto
venía lo uno porque andavan muchos omes et mujeres baldios et que no querían
labrar, et lo otro porque aquellos que ivan labrar demandaban tangrandes precios e
soldadas et jornales, que los que avían las heredades no las podía conplir; et por esta
razón que las heredades avían afincar yermas et sin labores. Et otrossi, los
menesteriales que labran e usan de otros oficios (...) vendían las cosas de sus oficios
a voluntad e por muchos mayores precios de lo que valían, et desto se seguían e
venían muy grandes dannos.
Algunos de dichos ricos hombres despueblan los dichos lugares que les habían sido
dados, aumentando los pechos (impuestos) de tal manera que los campesinos
marchan, los campos se despueblan y se yerman los lugares (...). También hacen
muchos agravios y sinrazones a sus habitantes, tomándoles mucho de lo suyo y
pidiéndoles dinero, y pan, y vino, y otras cosas y tomándoles los oficios que tienen
por sus fueros y privilegios (...).
Pedimos que dichas ciudades y lugares, que fueran siempre de nuestra Corona Real
antes de que el rey Don Enrique vuestro padre los entregase a algunos señores y
caballeros, vuelvan a vuestras manos.
«A lo que nos pedieron que fuese la nuestra merçed de guardar para nos e para la
corona de los nuestros rregnos todas las çibdades e villas et castiellos e fortalezas,
segund que el Rey don Alfonso nuestro padre, que Dios perdone, lo otorgó e
prometió en las Cortes que fizo en Valladolid después que fue de hedat, e que las
tales çibdades e villas e lugares e castielloscommo estos quelas non diésemos a
Respuesta del rey a la petición de las Cortes de Toro de que reintegrara a la Corona
las mercedes concedidas (1371) algunos, e si las auiamos dado, que las tornásemos a
la corona de los nuestros rregnos, e que de aquí adelante que fuese la nuestra
merçed de las non dar nin entregar a otras partes. A esto rrespondemos que las villas
e lugares que fasta aquí auemos dado a algunas personas, que ge las dimos por
seruiçios que nos fezieron; mas de aquí adelante nos guardaremos quantopodiermos
de las non dar, et si algunas dieremos, que las daremos en manera que sea nuestro
seruiçio e pro de los nuestros rregnos.»
La explosión antijudía: los pogromos de 1391.
Algunos de dichos ricos hombres despueblan los dichos lugares que les habían sido
dados, aumentando los pechos (impuestos) de tal manera que los campesinos
marchan, los campos se despueblan y se yerman los lugares (...). También hacen
muchos agravios y sinrazones a sus habitantes, tomándoles mucho de lo suyo y
pidiéndoles dinero, y pan, y vino, y otras cosas y tomándoles los oficios que tienen
por sus fueros y privilegios (...). Pedimos que dichas ciudades y lugares, que fueron
siempre de vuestra Corona Real antes de que el rey Don Enrique vuestro padre los
entregase a algunos señores y caballeros, vuelvan a vuestras manos.
Peticiones del
estamento popular en las Cortes de Burgos (1373).
Que el predicho rey Jaime, por sí y sus sucesores, conceden y determinan para el
citado infante D. Alfonso y sus sucesores perpetuamente el castillo y villa de Alicante
contadas sus términos, y Agnes y Busot con todos sus términos también, según por
tierra se camina y sale del puerto de Biar, y el castillo y villa de Villena con todos sus
términos y todos los otros que estás más allá del término de Biar, así como van al
puerto de Biar entre los términos de Biar y Villena y hacia la parte de Murcia y
Castilla, salvo íntegramente estos dos términos y todos los otros, así como se camina
entre el término de Almizra y el de Bugarra, salvo estos dos términos íntegramente,
y así como se camina hacia el principio de la sierra de la Rua, que está sobre Ayora,
según que las aguas vierten de dichas sierra de la Rua a la parte de Castilla, y así
como dicha sierra de la Ruaestá donde muere el río Cabriel en el Júcar.
Por lo tanto, como cada uno, esté contento plenamente de la parte y porción a sí
asignada, prometen de buena fe, recíprocamente y sin fraude ni engaño alguno, que
permitieran que ninguno de los dos haga, perciba o consienta ninguna dificultad en
la ya dicha parte a cada uno asignada, antes bien, para que la predicha división tenga
perpetua firmeza y sea siempre firme, dicho Rey e Infante le dieron fuerza con sus
sellos.
Dada en Almizra, cuando allí tuvieron coloquio, en el año del Señor de 1244, en la
era [hispánica] 1282, [12 de marzo].
El sello de Jaime, rey de Aragón, Mallorcas y Valencia, conde de Barcelona y Urgell, y
señor de Montpeller
El sello del infante don Alfonso, primogénito de Fernando, rey de Castilla y Toledo,
León, Galicia, Córdoba y Murcia.