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Sternberg (1989) menciona tres dimensiones apegadas a esta realidad compleja: la intimidad
(vínculo entre las personas), la pasión (el deseo del vínculo) y el compromiso (la decisión de
amar). El adulto según Sternberg, comienza por el componente de la pasión y, si llegan a
consolidarse en el tiempo, es gracias a la intimidad y no tanto al compromiso. Otro aspecto que
atañe a esta nueva etapa, la vida adulta, es el ocio. Estas series de actividades como viajar o
vacacionar, representan para el adulto una parte importante de su desarrollo, sobre todo
representan un aspecto relacionado íntimamente con la infancia, claro está que el trabajo y la
familia pueden llegar a tomar el rol de ocio.
El tema y problema de la felicidad, que no es tan preocupante en años anteriores, ahora tiene un
peso significativo sobre el adulto, esta búsqueda de la felicidad determina su comportamiento y
la toma de decisiones se ve afectada por este objetivo existencial, el adulto busca sentirse
satisfecho, sentirse desarrollado, sentirse feliz, y es en definitiva que en la adultez esto
representa una calidad de vida, sobre todo personal.
La edad adulta es una edad también de transformaciones. Aunque, una de las primeras
dificultades con las cual se tropieza cualquier hipótesis sobre estabilidad o cambio en el largo
plazo de los años de los adultos yace en el modo de evaluarla. Kagan distingue cuatro modos de
evaluar la estabilidad: persistencia de una cualidad psicológica, estabilidad ipsativa o
mantenimiento de una misma posición jerárquica, estabilidad normativa en comparación con
un grupo y semejanza funcional en conductas distintas.
La madurez humana
El tema de la madurez humana conjuga la descripción de como son y viven las personas adultas
y la exposición de cómo podrían ser y vivir. Cada modelo empírico o teórico relacionado a este
tema, lleva consigo de manera implícita una cierta idea de la acertada dirección en el hacerse,
comportarse y ser adulto.
Más, sin embargo, los investigadores del ciclo vital y los estudios de la personalidad son lo que
más han aplicado modelos de la madurez deseable, algunos autores son; Rogers (1961) que
estima que la personalidad formada consiste en un proceso del llegar a ser uno mismo, Maslow (1968)
llama persona «auto actualizada» a quien ha llegado a realizar sus posibilidades, su potencial y Allport
(1937) que caracterizo a la persona madura con los rasgos de ampliación del yo, sentido y proyecto de
vida, capacidad de auto objetivación, etc.
Existen algunas evidencias elementales que trascurren y marcan el curso de la vida adulta, una
de ellas es la salud física, que con el paso de los años cada vez depende más del
comportamiento propio y de las pautas saludables, también se encuentra el bienestar personal,
que integra la adaptación e integración familiar y social que se haya tenido, la integridad por
otra parte comprende factores morales y psicológicos que dependen de la conducta personal a
lo largo de la vida, y la biología, marca el indiscutible hecho de ser mayor.
El ciclo vital, que se refiere característicamente a las edades en cuanto tales, a los procesos
evolutivos y de deterioro asociados a cada edad conlleva también al curso de la vida personal,
que abarca un doble elemento (el curso de las experiencias y vivencias y el curso de la acción,
decisiones o prácticas de las personas). También existen dos ámbitos influyentes en el
desarrollo de la personalidad: el del propio organismo y el del medio externo, que, cada ámbito,
somete a la persona a un ritmo de ciclo vital y este incluye dos órdenes distintos: el programa
biogenético de la especie humana y la programación socio histórica que cada sociedad impone
a sus miembros.
El proceso de envejecimiento
Con la transición de la edad adulta a la tercera edad, se presentan nuevas amenazas, ya sean de
carácter biológico o social; las más comunes de naturaleza biológica son los achaques,
dolencias y enfermedades; las sociales pueden ser la jubilación, pérdida del contacto con
familiares y/o amigos por diferentes motivos, pérdida del rol social asociado al trabajo.
La vejez no tiene límites exactamente definidos, ya que se halla en continuidad con la adultez
intermedia y tardía, es un proceso con base biológica y que comienza muy tempranamente en la
vida, muy seguramente después de la juventud.
El envejecimiento suele verse como un deterioro de una persona por consecuencia de cambios
generados por el tiempo, y que estos son irreversibles y universales para todos, pero debe
aclararse que la edad no está ligada exclusivamente al envejecimiento, una persona de “edad”
no es lo mismo que una persona “envejecida”, ya que además de tener una edad cronológica
tiene varias edades funcionales, estas edades funcionales determinan el desarrollo de vida en las
últimas semanas antes de la muerte. El comportamiento o la conducta de la persona que envejece
sigue siendo flexible, cambiante; en cuanto al tema de lo afectivo, actitudinal y adaptativo se
genera una desvinculación.
La persona que envejece se siente cada vez más ajena al mundo que le rodea, conforme se
visualiza cada vez más el concepto o acontecimiento de la muerte, como se da una
desvinculación respecto a las personas que le rodean y las cosas que le comprometen, puede
presentarse afecciones como la depresión, el aislamiento o incluso el suicidio; el punto es
entonces no como envejecen las personas, sino como podrían envejecer mejor.
La muerte en la adultez tardía, genera un proceso de duelo de naturaleza distinta a la juventud,
este ahora es difícil de elaborar porque acarrea una soledad y despierta la conciencia de que la
propia vida llega a su fin, también es probable que se mezclen sentimientos de fracaso ante la
vida, pérdida de tiempo, protesta ante injusticias padecidas a lo largo de la vida.
Conclusión
La edad adulta es una edad cambiante donde se siguen produciendo procesos significativos que
afectan la personalidad, donde también existen hechos críticos o crisis personales que deben
afrontarse con las herramientas que se cuenten, como en cualquier etapa anterior a esta. Muchas
de las veces esos hechos críticos que traen cambios, tienen implicados factores como la
maduración, el desarrollo y el crecimiento y en ocasiones no todo se remota a la conservación
física o al deterioro que se ve conceptualizado casi siempre cuando se habla del proceso de
envejecimiento; es por eso que también se hallan procesos positivos en la edad adulta o la
vejez, y estos procesos tienen mucho que ver con la maduración y plenitud humana que se
obtienen durante estos años.
La edad adulta, en conclusión, ha de verse no solamente como una etapa estática o inmóvil,
sino como una etapa donde intervienen procesos con historia, cambios y crisis, que en
ocasiones son dependientes de acontecimientos externos o en otras ajenos a la acción del adulto
o adulto mayor; cuya historia ha sido hecha en medida creciente por el adulto a través de todas
sus acciones y experiencias que han tenido relevancia en su vida.
En la vida adulta, en el curso de su desarrollo, aparece con claridad que, bajo condiciones
normales, las personas son relativamente dueñas de su futuro y de sus circunstancias, aunque
también estas determinan en cierta medida su futuro.