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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTIN

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLITICAS

INTEGRANTES:
 Jessica Elka Picón Pereda
 Claudio Guillermo Vásquez
 Mark Hoyos Najar
 Carlos Vela Rojas
ESCUELA : DERECHO
CICLO : X
ASIGNATURA: INVESTIGACION I

2018
1.- AUGUSTE COMTE: LA FILOSOFÍA POSITIVA

La filosofía de Saint-Simón sirve de punto de partida al verdadero fundador del


positivismo, Auguste Comte.

Nacido en Montpellier el 19 de enero de 1798, Comte estudió en la Escuela


Politécnica de París y fue profesor de matemática. Amigo y colaborador de Saint
Simón, surgió como pensador independiente en 1822 con la obra Plano de los
trabajos científicos necesarios para organizar a la sociedad. SU OBRA
FUNDAMENTAL, EL CURSO DE FILOSOFÍA POSITIVA, apareció en 1830-1842.
Su amor por Clotilde de Vaux y, más tarde, la muerte de esta mujer, con la cual
convivió varios años en perfecta armonía, acentuaron las tendencias místicas de su
espíritu que se expresan en la obra Sistema de política positiva o tratado de
sociología, que instituye la religión de la humanidad (1851-1854).

Esta obra, al igual que las que la siguieron, pretende fundar una religión de la
humanidad que habría de completar y llevar a su término la «revolución occidental»,
esto es, el desarrollo positivo de la civilización de Occidente. Comte preparó un
catecismo de esta religión (Catecismo positivista, 1852) de la que se consideró el
pontífice máximo. Falleció en París el 5 de septiembre de 1857. Para Comte, su
descubrimiento fundamental y el verdadero punto de partida de su filosofía, es la ley
de los tres estados, según la cual todas las ramas del conocimiento humano pasan
por tres estados diferentes: el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o
abstracto y el estado científico o positivo. Estos tres estados representan tres
métodos diversos de realizar la indagación humana y tres sistemas de concepción
general.

En el estado teológico, se indaga la naturaleza íntima de los seres y de las causas


finales y se explican los hechos por la intervención directa y continua de agentes
sobrenaturales, es decir, de un número más o menos grande de divinidades.
También la autoridad política tiene su origen en la divinidad, de modo que a este
estado le corresponde como forma de gobierno la monarquía. En el estado
metafísico, la divinidad es sustituida por fuerzas abstractas, concebidas como
capaces de generar los fenómenos observados, los cuales, por consiguiente, se
explican asignando a cada uno de ellos la fuerza correspondiente (una fuerza
química, vital, etc.). Este estado surge de la disolución del precedente, pero no crea
ningún tipo nuevo de organización social. Es la época del individualismo y del
egoísmo que, según Comte, se expresan en política mediante el principio de la
soberanía popular. En el tercer estado, el positivo, el espíritu humano renuncia a
buscar el origen y el destino del universo y las causas íntimas de los fenómenos y
se limita a descubrir las leyes de los fenómenos mismos, es decir, de sus relaciones
invariables de sucesión y semejanza. Por consiguiente, la ciencia positiva se limita
a observar los hechos y a formular leyes, o sea, relaciones constantes entre los
hechos mismos. Para Comte, el ejemplo más admirable de explicación positivista es
la teoría de la gravitación de Newton, gracias a la cual ha sido posible abordar la
inmensa variedad de los hechos astronómicos como un hecho solo, y unificar todos
los fenómenos físicos.

De estos tres estados o edades, la edad teológica corresponde a la infancia de la


humanidad, la edad metafísica a la adolescencia y la edad positiva a la madurez.
Esta evolución se observa no sólo en la historia de la humanidad, sino también en
la de cada una de las ciencias, e incluso en los individuos: «¿Quién, al contemplar
su propia historia no recuerda que, en lo que respecta a las nociones más
importantes, ha sido sucesivamente teólogo en su infancia, metafísico en su
juventud y físico en la edad viril?». Ahora bien, aunque varias ramas del
conocimiento humano han llegado al estado positivo, no todas lo han hecho ni lo han
hecho al mismo tiempo. Esto ha producido una situación de anarquía intelectual que
constituye la crisis política y moral de la sociedad contemporánea. Las tres filosofías
posibles, la teológica, la metafísica y la positiva siguen coexistiendo y provocando
una situación incompatible con una organización social efectiva. El triunfo completo
de la filosofía positiva, la única que puede resolver la crisis y dar principio a una
organización social unificada, presupone que se haya determinado la tarea de cada
ciencia y la jerarquía completa de todas ellas. Esto es, supone una enciclopedia de
las ciencias que Comte bosqueja ordenando las ciencias conforme a una escala
decreciente de sencillez y generalidad que, por otra parte, es también el orden
histórico, merced al cual han entrado en el estado positivo.

Por consiguiente, la enciclopedia de las ciencias está constituida por cinco ciencias
fundamentales:

Astronomía, Física, Química, Biología y Sociología (o Física Social). En la


enciclopedia de las ciencias no figuran ni la Matemática ni la Psicología, si bien por
razones opuestas: la Matemática es la base de todas las ciencias y por ello no tiene
un lugar aparte; la Psicología no es una ciencia, porque se basa en una pretendida
«observación interior» que es imposible, pues el individuo pensante no puede
dividirse en dos, uno de los cuales razona mientras el otro lo observa razonar. Por
lo tanto, objeto de esta pretendida ciencia no puede ser otra cosa que las funciones
orgánicas, que son materia de la biología, o productos espirituales (lenguaje, arte,
ciencia, moral, etc.), que son materia de la sociología

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