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▶SUMARIO◀

Sumario
1. Alimentos con gluten, ¿debe dejar de tomarlos? .................................................... 3

2. Gluten: El trigo de hoy en día, una especie de plástico ......................................... 8

3. Acepte el reto: 12 semanas sin gluten...................................................................... 13

4. Cinco razones para dejar de comer pan blanco .................................................. 16

5. Por qué el pan blanco es más barato que el pan integral ................................... 19

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▶ALIMENTOS CON GLUTEN, ¿DEBE DEJAR DE TOMARLOS?◀

Alimentos con gluten, ¿debe dejar de


tomarlos?
En una ocasión les conté a mis lectores que yo seguía una dieta sin gluten. Desde entonces he recibido
muchos mensajes de lectores preguntando si también a ellos les convendría dejar de tomarlo.

Otros me preguntan cómo es posible que un alimento tan antiguo y tradicional como es el trigo (nues-
tra principal fuente de gluten), haya podido convertirse de la noche a la mañana en algo tan perjudicial
para la salud.

Otros quieren saber qué comer cuando no se pueden tomar ni cereales ni lácteos.

No me toca decidir a mí si usted debe dejar o no de consumir gluten, sino que se trata de una decisión
personal que debe tomar cada uno. Para proporcionarle la información que le ayude a adoptar la mejor
decisión, debo remontarme en el tiempo para llegar a la forma de vida tradicional del hombre, com-
pararla con lo que ha pasado desde que hemos empezado a tomar cereales, y por extensión gluten, y
por último explicar los efectos sobre la salud de los nuevos trigos híbridos, que venimos comiendo de
forma masiva desde los años 60.

Si lo que le cuento le dice algo, si se reconoce en los síntomas que describo, quizá le apetezca también
intentar dejar el gluten, para ver la diferencia. Pero eso lo tiene que decidir usted.

El trigo, una bendición para la humanidad


Vamos a decirlo claro: el trigo, nuestra principal fuente de gluten, es una bendición para la humani-
dad. Si no fuera por él, aún viviríamos en cavernas, recorriendo el planeta en busca de larvas, hojas,
raíces, bayas y animales.

El hombre no podía comer los cereales silvestres que encontraba en la naturaleza, ya que los cereales
crudos contienen antinutrientes que bloquean la absorción de varios nutrientes como los minerales.
Quienes comían cereales desarrollaban carencias y se debilitaban.

Por tanto, durante millones de años (se calcula que los primeros homínidos tienen 8 millones de años),
el hombre se limitó muy a menudo a ser carroñero. Para no morir de hambre, tenía que comerse los
animales que encontraba ya muertos, por edad o por enfermedad.

No fue hasta hace muy poco, en los últimos 100.000 años, cuando la situación empezó a evolucionar.

Los grandes descubrimientos que lo cambiaron todo


Hace unos 100.000 años, las condiciones de vida de los hombres comenzaron a mejorar considera-
blemente.

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▶ALIMENTOS CON GLUTEN, ¿DEBE DEJAR DE TOMARLOS◀

Por un lado, el hombre desarrolló la lanza, el arpón y la red, lo que le permitió (¡por fin!) comer carne
y pescado frescos en grandes cantidades. Por otro, descubrió la cocción de los cereales, lo que reduce
enormemente la acción de los antinutrientes.

No obstante, se trataba de cereales que crecían de forma natural, pues el hombre no sabía cultivarlos.

No fue hasta hace 15.000 años cuando tuvieron lugar los primeros intentos de cultivo de trigo (sin
duda, el primer cereal cultivado por el hombre)… para interrumpirse al poco tiempo.

La vida agrícola, más difícil que la vida nómada (al principio)


Así es; rápidamente se comprobó que producir alimento propio era mucho más incierto que vivir de
forma nómada. En primer lugar, a diferencia de lo que se pueda pensar, el principio de la agricultura
no es tan evidente. Una muestra de ello es que, a pesar de los buenos consejos de su padre, mi hijo
pequeño, que va a cumplir 5 años, se encuentra ahora tratando de hacer crecer un “árbol salchichero”
en nuestro jardín, para lo cual ha enterrado y se preocupa de regar con esmero un trocito de salchicha
fresca. (Por suerte, la supervivencia de mi hijo no depende de que el árbol dé sus frutos…).

Más tarde, nuestros ancestros se encontraban continuamente rodeados de tribus hostiles; de hecho, el
30% de ellos moría asesinado, frente al 3% de la población en el siglo XX (y ello a pesar de las dos
Guerras Mundiales y los millones de muertos de las distintas dictaduras). Todavía a día de hoy, desde
los kung (bosquimanos) del desierto del Kalahari, en Sudáfrica, a los inuit en el Ártico, pasando por
los aborígenes australianos, dos tercios de los cazadores-recolectores contemporáneos viven en un
estado de guerra permanente. El 90% se encuentra en situación bélica al menos una vez al año. ¡Y
las mujeres son secuestradas y violadas una media de tres veces a lo largo de su vida por otra tribu!
Desbrozar, arar, plantar y después recolectar requieren de un mínimo de tranquilidad y seguridad.

Además, suponiendo que tuviera semillas y que se encontrase en situación de paz, al hombre le re-
sultaba muy difícil instalarse en un espacio el tiempo suficiente como para verlas crecer. La forma
de vida antigua implicaba que cuando una tribu llegaba a un lugar, comía todo lo que se encontraba
alrededor. No existía forma alguna de almacenaje. Si se había plantado algo, al llegar la época de la
cosecha la tribu ya hacía tiempo que se había marchado.

Por último, los comienzos de la agricultura conllevaron un fuerte empobrecimiento de la alimenta-


ción, así como unas condiciones de vida más difíciles. Tan sólo existía un número limitado de plantas
domésticas: el trigo escaña cultivada (una especie de trigo primitivo que fue precisamente el que se
encontró en el intestino de Ötzi, el hombre del 3.300 a.C. encontrado en los Alpes italianos) y algunas
clases antiguas de avena y cebada. La dieta de los primeros agricultores era entonces más pobre que
la de los nómadas, y su salud, mucho peor.

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▶ALIMENTOS CON GLUTEN, ¿DEBE DEJAR DE TOMARLOS?◀

La agricultura, mala para la salud


Aparecieron múltiples enfermedades, desconocidas hasta entonces y relacionadas con las carencias de
su alimentación, empezando por la osteoporosis, la diabetes y los problemas cardiacos.

Los cereales son efectivamente muy calóricos por su alto contenido en almidón, que se convierte en
glucosa al entrar en contacto con la saliva y los jugos digestivos (amilasa). Al ingerirlo, provoca una
subida brutal del nivel de azúcar en sangre. Cuando este pico de azúcar alcanza el cerebro, estimula
las mismas regiones de placer y dependencia que las drogas, lo que explica el lugar que han alcanzado
los cereales y los productos a base de cereales en nuestra alimentación moderna.

Pero a largo plazo, los picos de glucemia son malos para la salud, pues aceleran el envejecimiento de
todo el organismo y favorecen la diabetes. Además, los cereales son pobres en vitaminas y minerales
en comparación con otros alimentos como la fruta y la verdura o las semillas y raíces consumidas por
el hombre. Lo que contienen los cereales son las llamadas calorías “vacías”.

La situación sanitaria de los pueblos agrícolas se degradó aún más con el desarrollo de la ganadería,
que fue posible gracias al sedentarismo. La convivencia con los animales provocó la aparición de
enfermedades transmitidas por éstos, como la gripe, la viruela y el sarampión.

Como consecuencia, la esperanza de vida disminuyó. La altura media, asimismo, descendió desde el
1,78 m de los hombres y el 1,68 m de las mujeres, al 1,60 m y 1,55 m, respectivamente. Hubo que
esperar al siglo XX para que la altura media regresara a los niveles anteriores a la aparición de la agri-
cultura. En 1900, la esperanza de vida media de las personas a nivel mundial era de tan sólo ¡31 años!1.

La agricultura no se inventó por motivos económicos


Tanto es así, que los antropólogos todavía no han entendido qué mosca le picó a los hombres para
que se pusieran a cultivar cereales. Creen que fue por motivos de tipo ideológico o religioso, pero no
económico2.

Algunas tribus se habrían puesto a cultivar cereales en el marco de rituales. Y sólo poco a poco se
habrían dado cuenta de que podían recolectarlos y vivir de ello.

Explosión demográfica
He comenzado diciendo que el trigo había sido “una bendición para la humanidad”.

Y es que, a pesar de los efectos desastrosos de la agricultura en la salud de las personas, tenía una
ventaja que acabaría siendo decisiva: cultivar implicaba la obligación de llevar una forma de vida
sedentaria, permitiendo a las mujeres tener más hijos y a los hombres dedicarse a otras actividades
como la ciencia o las artes.

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▶ALIMENTOS CON GLUTEN, ¿DEBE DEJAR DE TOMARLOS?◀

En efecto, los cazadores-recolectores se desplazaban permanentemente y debían entonces cargar con


sus hijos a la espalda, lo que suponía no tener más de un niño pequeño a la vez. Una mujer no podía
tener más de un hijo cada cuatro años. Con la agricultura, el paleodemógrafo Jean-Pierre Bocquet-
Appel calcula que el nivel de fecundidad pasó de una media de 4-5 niños por mujer a 7.

Tras los primeros intentos agrícolas, todavía se necesitaron más de 7.000 años para que se desarrollase
la primera civilización que conoció un auténtico y exitoso desarrollo gracias a los cereales. Esto suce-
dió en el año 3000 a.C. en Mesopotamia (actualmente Irak), en una región llamada Media Luna Fértil.

Allí fue donde aparecieron las primeras ciudades de gran tamaño (Babilonia, Nínive). De eso hace
ya 5.000 años. El pueblo que logró este tipo de explotación es el pueblo sumerio. Fue el primero en
realizar la división del trabajo a gran escala, lo que permitió un gran aumento de la productividad y la
riqueza, y le faltó tiempo para inventar después la escritura… y los impuestos.

A partir de ese momento, en lugares distintos y cada vez en mayor cantidad, el mundo ya no dejaría
de sumar grupos de hombres que se beneficiaban de grandes excedentes de comida gracias al cultivo
de cereales. Algunos se iban a poder dedicar ya no sólo a alimentarse y a luchar en las guerras, sino
también a la artesanía, la industria, la religión, las ciencias o las artes3.

Al hombre le quedaba muy poco tiempo para viajar a la luna, inventar el teléfono móvil e internet.

El hombre digiere mal el trigo


Para poder digerir un alimento, es necesario tener en nuestro sistema digestivo enzimas correspon-
dientes a ese alimento. Por esa razón las vacas y los caballos pacen, y nosotros no.

Las enzimas se pueden desarrollar a medida que evolucionan las condiciones de vida, pero eso no
ocurre de un día para otro.

Ahora bien, los cereales pasaron muy rápidamente a ocupar un lugar predominante en la dieta alimen-
taria del hombre. La civilización sumeria, la primera en basarse fundamentalmente en la producción
agrícola de cereales, data de hace tan sólo 5.000 años.

5.000 años puede parecer mucho tiempo, pero si equiparamos la existencia de la humanidad (8 millo-
nes de años hasta hoy) con un año de 365 días, es como si la producción agrícola de cereales hubiera
empezado el 31 de diciembre a las 7 de la tarde…

Por tanto, al hombre no le ha dado tiempo a desarrollar las enzimas necesarias para digerir todas las
proteínas contenidas en el trigo, y como verá son precisamente estas proteínas las que se encuentran
en el origen de numerosos problemas de salud.

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▶ALIMENTOS CON GLUTEN, ¿DEBE DEJAR DE TOMARLOS?◀

Estos problemas existen desde los orígenes de la agricultura, pero recientemente han alcanzado el
nivel de epidemia por hibridaciones del trigo, que han hecho de él un alimento cada vez más extraño
para nuestro tubo digestivo.

El trigo es un alimento hipermoderno


Ya se ha dado cuenta de que los cereales no tienen nada de antiguo ni tradicional a escala de la exis-
tencia del hombre. Son un alimento hipermoderno, que gracias a su forma de cultivo y a su riqueza
calórica permite a la población multiplicarse, aunque con peor salud.

En el siguiente texto veremos cómo las nuevas especies de trigo moderno han empeorado la situación,
y por qué un régimen sin gluten (que en la práctica significa sin trigo y sin la mayoría de cereales)
permite a tantas personas encontrarse mejor.

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▶GLUTEN: EL TRIGO DE HOY EN DÍA, UNA ESPECIE DE PLÁSTICO◀

Gluten: El trigo de hoy en día, una especie


de plástico
En el texto anterior hemos visto que los cereales son un alimento ultramoderno, que la humanidad no
ha consumido durante el 99,5% de los primeros años de su existencia. Hasta hace 5.000 años, nues-
tros ancestros cazadores-recolectores no se pusieron a cultivarlo de forma masiva, mientras que el ser
humano habita la tierra desde hace 8 millones de años.

Por lo tanto, no tenemos el aparato digestivo acostumbrado a comer trigo. La entrada masiva del trigo
en la alimentación no ha sido buena para el individuo; la estatura, la longevidad y la salud de nuestros
ancestros experimentaron una regresión y hasta principios del siglo XX no volvimos a alcanzar de
nuevo la estatura de nuestros antepasados cazadores-recolectores.

Sin embargo, el trigo, que fue el primer cereal en cultivarse, también tiene ventajas que explican que
la población humana aumentara a un ritmo tan alto: es un alimento muy rico en calorías; es muy pro-
ductivo y, por lo tanto, permite a una población numerosa vivir en comunidad. Además, obliga a los
nómadas a sedentarizarse, lo que permite que las mujeres tengan más hijos. De este modo, gracias al
trigo nacieron las primeras ciudades grandes, con una división del trabajo que permitió el progreso
técnico, intelectual, artístico y científico.

Así pues, de manera global, el trigo ha sido más que positivo para la humanidad. El ser humano se
dio cuenta con rapidez de este hecho y se preocupó mucho por seleccionar las mejores variedades de
trigo, es decir, las que resisten mejor la adversidad climática y producen las mejores espigas.

Especies seleccionadas para conseguir el mejor pan


Pero otro elemento entra en liza en la selección de las especies de trigo. Así, los egipcios descubrieron
que algunos tipos de trigo híbrido, reducidos en harina y mezclados con agua y sal, podían fermentar,
crecer y cocerse para elaborar pan, un alimento más agradable a la hora de comer que las gachas o
las tortas.

Las especies primitivas de cereales cultivadas por el hombre no permitían elaborar pan. Como la ha-
rina de arroz, de maíz o de trigo sarraceno, que se podían mezclar con agua y añadir levadura, pero
la masa no subía.

Para pasar de las simples gachas al aspecto de masa elástica y esponjosa, la harina debe contener de-
terminadas proteínas capaces de formar enlaces con el almidón. Dichas proteínas, que los químicos
llaman prolaminas y gluteninas, forman el gluten. Cuanto más ricos en gluten son los cereales, más
tendencia tiene la masa a subir y así más crujiente será el pan (o el bollo).

El gluten no abundaba mucho en la primera forma de trigo cultivada por el hombre, llamada “escanda
salvaje”. La escanda permitía hacer tortas que subían ligeramente, pero no pan. Pero los egipcios lo-

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▶GLUTEN: EL TRIGO DE HOY EN DÍA, UNA ESPECIE DE PLÁSTICO◀

graron cruzar la escanda con otra planta para fabricar un nuevo tipo de trigo más rico en gluten, cuyo
nombre científico es Triticum dicoccum.

A lo largo de la historia, el ser humano se ha encargado de cruzar y seleccionar las variedades de trigo
más ricas en gluten para conseguir los panes más apetecibles.

Cuanto más gluten en el trigo, más consumidores contentos


Hoy en día, los cereales como el trigo, el kamut, la cebada, el centeno o la escanda contienen hasta un
69% de prolaminas entre sus proteínas, una cantidad enorme.

El resultado hace feliz a la clientela de las panaderías, pues por uno o dos euros puede comprar un
pan enorme. Hasta que no se corta no se percibe que la miga tiene la textura de una pelota de espuma.
¡En la vitrina parecía realmente consistente! Y así no hay que asombrarse de que los niños se coman
una barra entera para merendar. Y es que en realidad ese pan, a pesar del tamaño, contenía poco más
que aire.

Otra ventaja para los comerciantes: la extraordinaria riqueza en gluten de las nuevas harinas ha per-
mitido la explosión del comercio de bollería, que prospera en los centros de todas las ciudades, zonas
comerciales, estaciones de tren, e incluso en las galerías subterráneas del metro, allí donde no sobre-
viven más que las máquinas expendedoras de chicles, chocolatinas y refrescos.

Y es que no hay nada más fácil que transformar una minúscula bolita de masa congelada en un mag-
nífico bollo dorado, un cruasán rollizo o una napolitana de chocolate reluciente. Basta con un horno
eléctrico barato y un empleado que no necesita más cualificación que saber encenderlo. Entonces la
bolita, cuyo coste de producción ha sido de 5 céntimos, puede revenderse a un euro, o incluso 1,20, a
los apresurados trabajadores que pasan por delante y que se saltaron la última comida.

Estas mismas bolitas de masa ya se venden también en el supermercado y en las tiendas de congela-
dos. En el envoltorio de plástico que las rodea, las fotos son tan apetecibles que los ojos no dan crédito
cuando se abren los paquetes y aparecen unos pequeños cruasanes y napolitanas de chocolate de masa
cruda, congelados bajo el celofán, desesperadamente pequeños y pálidos.

Pero una vez en el horno… ¡milagro! En efecto, ¡lo que sale se parece, más o menos, a lo que mostraba
el envoltorio!

¿Se acuerda de la película “Regreso al futuro II”, estrenada en 1989, cuyo protagonista se montaba en
una máquina del tiempo que le llevaba al año 2015? Recuerdo perfectamente una escena en la que una
abuela metía en el horno una pastillita como de plástico y al cabo de unos segundos sacaba una enorme
pizza humeante y gratinada, ante los gritos de aprobación de sus nietos. Pues bien, ya hemos llegado a
eso. Todos estos prodigios los debemos a la extraordinaria riqueza en gluten de los “trigos” modernos.

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▶GLUTEN: EL TRIGO DE HOY EN DÍA, UNA ESPECIE DE PLÁSTICO◀

Las nuevas panaderías tradicionales


Una parte del público se cansó del pan blanco poco nutritivo y de los panes de molde industriales, así
que algunos panaderos de los años 90 pasaron a formas más complicadas de harinas, a menudo pre-
sentadas como “completas”, “semicompletas” o “multicereales”, ya que se les había añadido salvado
(el envoltorio de los granos) o granos o ambos.

Estos tipos de pan se venden mucho más caros que el pan blanco, pero no son más tradicionales, ya
que las variedades de trigo con las que se elaboran son las mismas y no tienen nada que ver con lo que
nuestros bisabuelos llamaban trigo.

¡Decenas de cromosomas añadidos!


A finales del siglo XIX, y luego en los años 60, la investigación agrónoma “progresó” con rapidez
para desarrollar cereales más resistentes, más productivos y más ricos en gluten.

Las hibridaciones y los retrocruzamientos desembocaron en la aparición de especies totalmente nue-


vas a las que seguimos llamando “trigo”, pero que están tan alejadas del trigo natural como un elefante
de un ratón, por no decir un plátano de plástico de uno de verdad.

El “trigo” moderno creado en la década de 1970, que se llama Lerma Rojo 64, Siete Cerros, Sonora
64 o Super X, tiene de hecho cuarenta y dos cromosomas, ¡mientras que la escanda de nuestros ante-
pasados no tenía más que catorce! En el ser humano, tener un solo cromosoma de más puede provocar
discapacidades (como la trisomía del par 21 ó síndrome de Down) o incluso la muerte.

Nuevas proteínas que el organismo no puede digerir


Los lectores que saben de biología sabrán que los cromosomas son briznas de ADN que sirven para
codificar las proteínas, la base de “ladrillos” que a su vez sirve para construir un organismo. El hecho
de que el trigo moderno contenga decenas de cromosomas adicionales implica por fuerza que contiene
innumerables proteínas nuevas, muchas de las cuales el ser humano no puede digerir.

En efecto, para digerir una proteína, hace falta que el tubo digestivo fabrique enzimas adaptadas, es
decir, productos químicos que puedan disolverlas. Y éste no es siempre el caso, ni mucho menos.
Esto se debe a que no tenemos las mismas enzimas que la vaca, que se puede alimentar de hierba, no
como nosotros.

Así pues, el trigo moderno provoca en un número alarmante de personas problemas digestivos y reac-
ciones de intolerancia (enfermedad celíaca) o cuanto menos de hipersensibilidad, que se traducen en
gases, estreñimiento, dolores de cabeza, fatiga crónica, depresión, fragilidad ósea, etc.

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▶GLUTEN: EL TRIGO DE HOY EN DÍA, UNA ESPECIE DE PLÁSTICO◀

Algunos expertos, como la especialista suiza Elke Arod, afirman que el 80% de la población tiene
intolerancia al trigo.

Otros, como Julien Venesson, autor del libro “Gluten: comment le blé moderne nous intoxique”
(“Gluten: cómo el trigo moderno nos intoxica”), señala que “al menos el 6% de la población se ve
afectada por este problema, y algunos investigadores avanzan incluso que la cifra podría alcanzar el
35%”.

Pero lo que no es ninguna sorpresa es que un número cada vez mayor de personas se está pasando a la
dieta sin gluten. No se trata de una moda ni de una especie de paranoia frente al trigo. El trigo moderno
es realmente un alimento ajeno al ser humano y muchos de los que deciden dejar de tomarlo sienten
que estaban comiendo plástico.

Así pues, comer sin gluten lleva a verdaderas mejoras de salud. Si intenta prescindir de él es perfec-
tamente posible que usted también las experimente.

Los cereales no son beneficiosos ni tan siquiera necesarios


¿Recuerda que en mi anterior e-letter sobre la aparición de la agricultura comenté que el trigo no era
un alimento natural ni necesario para el ser humano? Durante millones de años, nuestros antepasados
han evitado los cereales, ya que contienen antinutrientes que bloquean la absorción de minerales.

Por lo tanto, la propaganda gubernamental mundial incitando a la población a situar los cereales com-
pletos en el centro de su dieta alimentaria carece de sentido común, pero también de base científica.

Precisamente por haberse pasado en masa a los cereales, que son calorías vacías, los americanos
primero, después los europeos, y hoy en día el resto de poblaciones del mundo, sufren esas epide-
mias espantosas de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares que se han convertido en la
actualidad en la primera causa de muerte en el mundo. No es porque comamos demasiada grasa ni
demasiada sal.

Todo el mundo puede, si lo desea, comer sin gluten


Comer sin gluten, es decir, sin trigo, no le va a hacer ningún daño. Más bien al contrario, ya que se
verá obligado a sustituir el pan, la pasta, etc., por otros alimentos de mejor calidad nutritiva.

Así pues, todo el mundo puede, si lo desea, empezar una dieta sin gluten. Pero es evidente que las
personas que no toleran el gluten (enfermedad celíaca, el 1% de la población), o que sufren de sensi-
bilidad al gluten, que es mucho más frecuente, se beneficiarán aún más, porque verán desaparecer los
incómodos síntomas que sufren.

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▶GLUTEN: EL TRIGO DE HOY EN DÍA, UNA ESPECIE DE PLÁSTICO◀

En el texto que sigue encontrará una propuesta que le aseguro que le sorprenderá y que le permitirá
sustituir alimentos poco nutritivos y en el fondo sin sabor por otros mejores para la salud… y mucho
más sabrosos.

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▶ACEPTE EL RETO: 12 SEMANAS SIN GLUTEN◀

Acepte el reto: 12 semanas sin gluten


Este texto se centra en cómo comer sin gluten o, mejor dicho, cómo disfrutar comiendo sin gluten.

La lista de alimentos prohibidos es larga. El gluten está en los cereales, principalmente en el trigo, la
avena, la cebada y el centeno, fáciles de recordar por sus iniciales CTATC. Y es que pueden ordenarse
para obtener una sigla capicúa:
C: centeno
T: trigo
A: avena
T: triticale (cruce entre centeno y trigo)
C: cebada

Hay gluten en el pan, la harina, las galletas, las tartas, los dulces, la pasta, las hamburguesas, las piz-
zas, las carnes y los pescados empanados, las croquetas, las salchichas, las salsas, el caldo en pastillas,
los aliños, el vinagre de malta, pero también en los preparados y espesantes que contengan harina o
almidón (lo cual sucede casi siempre).

En la práctica, no sólo se verá obligado a evitar estos alimentos, sino también a renunciar a los platos
precocinados y a las verduras en conserva estofadas, que contienen casi siempre gluten o trazas de
gluten.

De modo que, en lo referente a los alimentos que hay que evitar, hay tantos que surge una angustiosa
pregunta: “¿Pero entonces de qué me voy a alimentar yo?”

Cómo disfrutar sin gluten


¡Pues muy sencillo! ¡Caviar, foie, bogavante, salmón ahumado y crustáceos en todas las comidas!
Todo ello acompañado de un buen Vega Sicilia y champán.

Estoy de broma, obviamente. Pero lo he hecho para incidir en un aspecto esencial: la mayor parte de
las veces, los alimentos más sabrosos y fuertes en sabor no contienen gluten. Lo cual es una excelente
noticia que espero hará que un gran número de personas se decida a intentar, al menos durante un
tiempo (12 semanas), el régimen sin gluten para comprobar si su salud y su nivel de energía mejoran
(lo que va a suceder en muchos casos).

Si lo piensa bien, la harina y el almidón no saben a nada. Y los alimentos ricos en gluten tampoco
saben a gran cosa. Lo que les da sabor es el azúcar que se les añade y el sabor a tostado que se obtiene
tras cocerlos (corteza de pan, bollos, caramelización…). Pero el sabor a tostado se debe a la presencia
de proteínas glicadas, que son muy malas para la salud porque provocan el envejecimiento de la piel,
de las arterias y de órganos vitales (como los ojos o los riñones).

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▶ACEPTE EL RETO: 12 SEMANAS SIN GLUTEN◀

Por lo tanto, comer sin gluten significa comer fruta y verdura fresca, carne, fiambres artesanales,
huevos, pescado y marisco, aceite, legumbres, frutos secos y nueces de todo tipo, mantequilla, queso,
cacahuetes si no es alérgico a ellos…

Por supuesto, estará acostumbrado a consumir todos estos productos acompañados de otros que con-
tienen gluten. Pero confíe en mi experiencia, es muy fácil acostumbrarse a comer carne acompañada
de una ensalada o de judías verdes antes que de pasta, o queso y fiambres sin pan.

Por otra parte, también hay alimentos sin gluten pero ricos en glúcidos (y, por lo tanto, indigestos)
con los que se pueden acompañar las comidas cuando uno se muere de hambre: patatas, arroz, maíz,
etc. Sin embargo, yo no se los aconsejo, ya que su índice glucémico es por lo general alto (y comerlos
equivale a tomar azúcar a bocados de lo rápido que se transforman en glucosa en el estómago y hacen
subir el nivel de azúcar en sangre). Si va a tomarlos, decántese por el arroz basmati semiintegral, los
boniatos y el trigo sarraceno, alimentos interesantes si practica actividad física con regularidad.

Además, tiene toda una gama de alimentos poco habituales pensados fundamentalmente para personas
que comen sin gluten, como la quinua, el mijo o productos a base de soja, por citar los más habituales.

Pero ¡cuidado!, no caiga en la típica trampa de querer sustituir el pan por pan sin gluten, la pasta por
pasta sin gluten, los dulces por dulces sin gluten, etc.

Un error lamentable, frecuente y caro


De hecho, se trata de un error muy frecuente que cometen los que están empezando el régimen sin
gluten. El gluten, como ya he dicho, son proteínas que hacen que el pan, los bollos y los bizcochos
tengan ese aspecto mullido, inflado y crujiente; gracias al gluten, el pan está bueno.

Hoy día se puede comprar pan, dulces y galletas sin gluten, pero están muy malos y son tremenda-
mente caros. Para mi gusto, rozan la estafa. Cuando se empieza un régimen sin gluten, la primera
etapa consiste simplemente en convencerse uno mismo de que no necesita pan, pasta, galletas o bollos
para vivir.

Y es que, de todos modos, los alimentos ricos en nutrientes esenciales, buenos para la salud y ricos en
sabor, en su mayoría no llevan gluten. Es cierto que tenemos la costumbre, férreamente anclada desde
hace decenas de generaciones, de poner siempre algo de gluten en la mesa, pero lo cierto es que en
absoluto es necesario. Comer sin gluten es, en realidad y ante todo, un cambio psicológico, un cambio
en la forma de ver la alimentación.

Aquí está la prueba: casi todo el mundo cree que el mejor desayuno (para el paladar) consiste en café
con leche (un tazón de leche con cacao en polvo para los pequeños) acompañado de bollos o cereales
y un zumo de naranja.

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▶ACEPTE EL RETO: 12 SEMANAS SIN GLUTEN◀

Pues bien, yo le aseguro que disfrutará mucho más y que se sentirá mucho mejor (y sus hijos también),
si decide prepararse un buen desayuno con:
• medio aguacate con aceite de oliva, zumo de limón, sal y pimienta
• dos huevos pasados por agua
• un plátano, una manzana o una naranja
• té verde
• y que lo complete con nueces, almendras, avellanas y pasas, o con chocolate negro si todavía
tiene hambre

En lo que a mí respecta, yo también suelo tomar en el desayuno:


• un tomate en rodajas bien aderezado, con mozzarella, albahaca, aceite de oliva y vinagre de
Módena
• aceitunas
• una loncha de jamón serrano
• unos ahumados (por ejemplo arenque o caballa)
• una cucharada de miel o de mantequilla de cacahuete
• berenjenas o pimientos en aceite
• una tortilla con champiñones, cebolla, beicon, pimientos…

Pero también debo precisar que trabajo mucho, por lo que consumo mucha energía, y que además
paso mucho tiempo en regiones frías y lluviosas, donde por fuerza se come más. Por otra parte, me
muevo en bici todo el rato y caminar es mi actividad preferida, sobre todo por la montaña cuando
puedo permitírmelo.

Todo esto es para decir que, al empezar a comer sin gluten, lo primero de lo que se dará cuenta (ade-
más de que seguramente se sentirá mucho mejor) es de que está comiendo cosas mucho más variadas
y sabrosas.

Si le da miedo no tener imaginación suficiente para sus comidas, siempre puede comprarse un buen
libro de recetas e ideas para comer sin gluten.

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▶ C I N C O R A Z O N E S PA R A D E J A R D E C O M E R PA N B L A N C O ◀

Cinco razones para dejar de comer pan


blanco
El pan, «fruto de la tierra y del trabajo del hombre», es el alimento básico de nuestra civilización. Pero
ha llegado el momento de dejar de consumir pan blanco. Ahora verá por qué.

Demasiado mezclado
El trigo ya no puede considerarse un alimento sano. Aunque sea ecológico o integral, el trigo moderno
es demasiado híbrido. Contiene una elevada cantidad de glutamina, una proteína que tiende a irritar
las paredes intestinales, y muchos menos minerales y vitaminas que hace cientos de años.

Es una verdadera lástima, porque el trigo era realmente un alimento adecuado y hoy en día se utiliza
en multitud de harinas y alimentos, en especial como espesante.

Demasiado pobre en fibra, vitaminas y minerales


En el pan blanco, la mejor parte de la harina se ha retirado para dársela a los cerdos y a otros animales
de granja. El trigo integral no es bueno para la salud, pero al menos contiene fibra, vitaminas y mine-
rales. Para elaborar pan blanco, por el contrario, se retiran del trigo el germen y el salvado.

El resultado es un producto casi sin fibra y sin apenas vitaminas ni minerales, un producto que en el
fondo no es más que almidón; sencillamente calorías sin nutrientes esenciales.

Lo mismo ocurre con los cereales para el desayuno. Cuando compre cereales no se deje impresionar
por las etiquetas que indican que han sido “enriquecidos” con vitaminas. La razón por la que a veces
se “enriquecen” los cereales es precisamente porque los científicos se dieron cuenta en 1945 de hasta
qué punto eran pobres en nutrientes. Vamos, que la caja de cartón de los cereales contiene casi tantos
micronutrientes como los propios cereales, si no más.

Los fabricantes añadieron entonces 3 ó 4 vitaminas y un poco de hierro. Pero esto es como si alguien le
robase 10.000 euros de su cuenta del banco y luego decidiese “enriquecerle” dándole un par de euros.

Demasiado salado
El pan blanco moderno está demasiado salado. Contiene de media 19 g de sal por kilo de pan. Una
barra (250 gramos) contiene 4,7 g de sal, lo que supone casi la cantidad máxima diaria que recomienda
ingerir la OMS (5 g/día/persona). Según datos recogidos por la Agencia Española de Seguridad Ali-
mentaria y Nutrición (AESAN), en España la principal fuente dietética de sodio en la población adulta
es precisamente el pan.

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Aunque no se añada sal en su fabricación, el pan sin sal contiene sin embargo de 0,2 a 2,2 g de cloruro
de sodio por kilo.

Demasiado dulce
El pan blanco no es un azúcar lento, más bien es un azúcar de combustión rápida con un índice glucé-
mico elevado, que provoca un gran desgaste de insulina y reacciones de hipoglucemia.

El índice glucémico indica el efecto de los alimentos en la glucemia (nivel de glucosa en sangre) du-
rante las dos horas siguientes a su ingesta.

El índice 100 de glucemia (el máximo) corresponde a la glucosa pura y... ¡al pan blanco!, que no es
más que almidón, como ya ha visto, y el almidón a su vez no es más que una cadena de moléculas de
glucosa.

Esto quiere decir que consumir pan blanco es peor que comer terrones de azúcar: hace que aumenten
escandalosamente los niveles de azúcar en la sangre, lo que afecta al páncreas y provoca un pico de
insulina, con el consiguiente riesgo de desarrollar en un futuro resistencia a la insulina, diabetes, obe-
sidad y enfermedades cardiovasculares.

Demasiado gluten
El trigo moderno, resultado de procesos híbridos, se ha seleccionado por su riqueza en gluten. El glu-
ten es una mezcla de proteínas. Cuanto más gluten haya en la harina, más fermenta el pan y se vuelve
más elástico y esponjoso. El pan parece más apetitoso, más hinchado y, por tanto, se vende mejor.

El problema es que el sistema digestivo de muchas personas no tolera las cantidades de gluten que
presenta el pan moderno. La intolerancia al gluten provoca cansancio, dolores abdominales, diarrea,
reflujo gastroesofágico, problemas articulares, eccemas e incluso trastornos neurológicos.

¿A qué esperamos para rebelarnos?


El filósofo, escritor y cineasta francés Guy Debord (muy vinculado a España y a la cultura española,
por cierto) fue muy gráfico al explicar su sorpresa ante la indiferencia con la que las panaderías france-
sas sustituyeron el auténtico pan por una imitación y ello no hubiera provocado una nueva Revolución
Francesa: «Durante el periodo que precede a la Revolución de 1789, nos acordamos de la multitud
de motines populares que se desencadenaron como consecuencia de moderados intentos de falsifi-
car el pan. (...) Cuando vimos, hace ya diez años, que el pan desaparecía en Francia, casi siempre
sustituido por un pseudopán (harinas no panificables, levaduras químicas y hornos eléctricos), no
sólo esta situación traumática no despertó ningún movimiento de protesta y de defensa (…), sino que
literalmente nadie habló de ello»1.

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Conclusión
Si no hay posibilidad de hacerse con verdadero pan, le aseguro que comer sardinas, ensaladas, huevos
fritos y jamón sin pan sienta muy bien.

Si está acostumbrado a consumirlo, incluso se sentirá sorprendentemente más ligero y con más energía
después de una comida sin pan.

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Por qué el pan blanco es más barato que el


pan integral
La regla general es que normalmente es más barato comprar materias primas que productos trans-
formados: un árbol es más barato que tablas; tierra que ladrillos; trigo que pan; pan integral que pan
blanco...

Sin embargo, en el caso de muchos productos alimenticios actuales, ocurre justo lo contrario. Así, hoy
en día el pan integral cuesta más que el pan blanco, el azúcar moreno es más caro que el azúcar blanco
y la leche pasteurizada es más cara que la leche esterilizada UHT, entre otros ejemplos.

¿Por qué?

Porque actualmente existen procesos industriales para refinar alimentos que permiten transformarlos
a buen precio, extrayendo de ellos productos que pueden venderse luego por separado.

Lo que queda del trigo cuando nos lo venden


Hablemos, por ejemplo, del trigo. Un grano de trigo está formado por la almendra, el germen y la
cáscara.

La almendra sirve para hacer harina, la cáscara para salvado, y el germen para aceite.

Si nos vendiesen pan integral elaborado con el grano entero del trigo no se podría vender aparte ni el
salvado ni el germen del trigo y, en ese caso, el productor saldría perdiendo.

En lugar de ello, al vendernos pan blanco, elaborado a partir únicamente de la almendra, la cáscara
y el germen se pueden vender para producir cereales ricos en fibra (tipo all-bran) o aceite, así como
para alimentar a animales de granja.

La propia harina blanca incluso puede dividirse aún más. Las harinas de cereales están formadas por
almidón (azúcar), también llamado fécula, y proteínas, sobre todo gluten.

Las proteínas de los cereales se pueden vender también como alimento para ganado y animales do-
mésticos. China e India se encuentran bien posicionadas en el comercio de estos subproductos baratos.
De ahí que los comerciantes se empeñen en hacernos comprar maicena, el almidón del maíz, es decir,
lo que queda de la harina de maíz una vez que se le han quitado las proteínas.

El “invento” de la leche semidesnatada


Las mismas argucias se emplean con los lácteos.

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Numerosas campañas informativas han convencido al público de que las grasas son malas para la
salud. Dirigidas por los gobiernos, dichas campañas les vienen de perlas a los fabricantes, que se han
puesto a vender de forma masiva alimentos con bajo contenido en grasas, comenzando por la omni-
presente leche semidesnatada.

El consumidor tiene la impresión de que sale ganando con los productos light. Le parece normal que
sean tan caros (o al menos más caros), porque entiende que son mejores para la salud.

En realidad, el que sale beneficiado principalmente es el fabricante. Para él, elaborar quesos ligeros y
leche desnatada o semidesnadata, no le supone más que retirar toda o una parte de la nata de la leche
antes de fabricar sus productos, permitiéndole después vender la nata fresca por separado.

Para ser justos hay que reconocer que la leche desnatada no es más cara que la entera, pero lo cierto
es que debería ser bastante más barata.

Por ejemplo, un litro de leche entera de una primera marca costaba esta misma semana en una cadena
de supermercados 0,99 euros, tanto si era desnatada como entera, y de marca blanca 0,61 también en
ambos casos.

Para producir un litro de leche semidesnatada, el fabricante retira cerca de 50 gramos de nata fresca,
que acabará vendiendo por lo menos a 0,30 euros.

La diferencia de precio se la queda el fabricante en el bolsillo. Multiplicado por los millones de car-
tones que se venden cada año, esto hace… millones de euros.

Tome mantequilla y no margarina


Peor aún fue la campaña que trataba de convencer a la población de que la mantequilla no era buena
para salud y debía reemplazarla por margarina.

En esa ocasión ya no se trataba ni siquiera de vender una mantequilla a la que se le había retirado
una parte de sus componentes. Se trataba de fabricar desde cero un producto con apariencia de man-
tequilla, pero elaborado a partir de algo completamente distinto, es decir, aceites hidrogenados, que
inicialmente eran ricos en ácidos grasos trans cancerígenos y favorecedores de la arterioesclerosis
(por lo general esto ya no es así).

¿Por qué margarina? Porque es mucho más barato producir aceites líquidos que grasas sólidas. Las
grasas sólidas son o bien grasas animales (manteca, manteca de cerdo, grasa de vaca, oca o pato) muy
caras, o bien grasas que proceden de plantas tropicales, como el aceite de coco o el aceite de palma. Y
la agricultura moderna está mucho mejor equipada para producir a gran escala aceites líquidos, sobre
todo de maíz y girasol.

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Los aceites líquidos se solidifican mediante un proceso industrial: la hidrogenación. Al añadir después
colorantes y aromas, el resultado final es una sustancia que se asemejará bastante a la mantequilla. Al
menos lo suficiente para que el consumidor no note demasiado la diferencia de textura y sabor.

El problema está en que los aceites hidrogenados de este tipo, producidos con aceites líquidos ricos
en ácidos grasos omega-6, no son buenos para el corazón. Tampoco contienen vitamina A, que se
encuentra en la mantequilla.

Otro invento lucrativo: el surimi


Otro producto “inventado”: el surimi, al que muchos consideran como palitos de cangrejo.

En realidad, el surimi es mucho más barato, por kilo, que la carne de cangrejo e incluso que el pescado.

Lo que ocurre es que en el surimi no hay carne de cangrejo. Y sólo contiene un 38% de carne de pes-
cado, frente el 62% restante formado por la mezcla de aceite, almidón, azúcar, agua y aroma. ¡Vamos,
que se lleva la palma como alimento falso entre los falsos!

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