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identitario. Y, aI detenernos en el mundo simbólico, inevitablemente en algunas.

revistas dedicadas a Ia actividad deportiva de principios de

recalaremos en las estrategias de los medios masivos de comuni.:a- siglo, como Autornovilis11/o y 5.port o E~Sportsma1!. No obstante, estas pu-
blicaciones, aI igual que 105 periódicos ingleses (The Standard o The Bue-
ción para generar novedades y operar sobre Ia rcalidad.
A comienzos deI siglo XX el fútbol no formaba parte de Ia vida coti- nos Aires Heralâ) , no hacían referencia directa aIos sectores populares y

diana de los sectores populares, pel'o hacia fines de ]a etapa estudiada en su relación con el fútbo! hacia principios de siglo.

este volumen ya se había transformado en un espectáculo masivo con es- Sin embargo, en algunas crónicas periodísticas posteriores se meneio-

tadios llenos y jugadores profesionales. En pocos anos, el fútbol dejó de nan fuentes disponibles con el explícito deseo de ilustrar los comenta-

ser una novedad para ser considerado un vehículo "natural" de conexión rios con anécdotas curiosas y menores. Así aparece citado el periódico

generacional y un "natural" definidor de Ias aptitudes masculinas. A par- !:..aArgentina. Desde Ia perspectiva de Ia presente investigación, La Argen-

tir de estas acontecimientos, intentaremos detect'l.r Ia magnitud de los tina se transformó en una fuente privilegiada por haber sido un actor

cambios en ia práctica dei fútbol y, en especial, en el desarroJlo deI espec- pr_?_~~gónicoen el proceso de popularización deI fútbol a comienzos d~l

táculo futbolístico. Indagaremos también cuáles empezaron a ser sus con- siglo XX, más precisamente entre 1903 y 1908. A partir de 1908 el perió-

tenidos una vez incorporado el f(ltbol aI mundo privado, familiar y coti- dico La iVIaiiana, y el vespertino Última Hora unos anos más tarde, se o~-u-

diano, así como Ia incorporación, y sobre todo Ia transmisión cotidiana, paron de esa franja deI fútbol que estaba aI ~argend~ ia~Úgas~ficiales.

de afinidades, hábitos, gustos y fidelidades trastocados en "hinchismo". En 10 que atai1e a Ia segunda y especialmente Ia tercera década deI
Los clubes también fueron muy importantes en ese proceso. Por un siglo, resultó imprescindible la lectura deI diario Critica, sobre todo

lado, por haber sido base institucional deI propio fútbol, eje de at·~n- !925, ai10 en que sumó explícitamente
clesd~ __ ai f(nbol como arma

ción de los medi os, y mediadores en Ia formación de Ia simbología que pa~a__


~1 desarroIlo de su presencia hegemónica en el mercado. Tam-
arrastró o se superpuso a Ia formación de otros imaginarios asociados. bién hemos consultado Ias r~vistas El Gráfico y La Cancha, Ia prensa
~Cómo nacieron y crecieron? ~Fueron siempre instituciones ele fútbol? comunista y socialista, y Ias revistas y publicaciones de Ia Orden de

~Qué prácticas dirigenciales hubo en su interior? (Qué grado de parti- los Salesianos (Archivo deI Colegio Pío IX) para investigar los inicios

cipación societaria existió? (Qué tipo de participación social tuvieron a deI fútbol en Ias instituciones políticas y Ia iglesia. Las guías metódi-
cas delaactividad fisica deI Ej~rcito Argentino, así como Ia revista El
10 largo de esas décadas?
En cuanto aI fútbol oficial y el espectáculo, fue impresci.ndible anali- lVJorzi!.qr_d~e!(!E;ç!u_c(!ció1.!
Común, nos resultaron útiles para estudiar -i~
zar los cambios operados en eluniverso de los jugadores, entre dios Ia evolución deI deport~ en el marco de Ia escuela pública, en especial
amplitud deI "marronismo",i una de Ias características globales dei fe- de Ia enseúanza primaria. Por otro lado, contamos co~ material ins-

nómeno futbolístico antes de Ia profesionalización y Ia institucionaliza- titucional de Ias asociaciones previas a Ia AFA y con algunos eje~pla-

ción dei fútbol oficial. res de Ias memorias y. balances de a.lgunos clube~, o sus transcrip~io-
nes en los libras institucionales. Naturalmente, hemos utilizado Ias
cifras de los censos y planos hallados en el Instituto Histórico de Ia
Ciudad de Buenos fures. Finalmente, y como fuentes secundarias, po-
dríamos mencionar Ia historia memorialística de Buenos Aires y sus ba-

/
rrios, Ia historia de 10s clubes, algunas autobiografias o biografías ele ju-

Las principales fuentes utilizadas en este trab~o, aunque no Ias únicas, gadores o dirigentes, y Ia historia estadística dei fútbol amateur y/ o
fueron los diarios y revistas de Ia época. De hecho, ios comienzos de Ia Ín- profesionaL

vestigación estuvieron asociados a Ia lectura de Ia abundante historia tra- El orden de los temas tratados tiene una base cronológica}' sigue
dicional existente sobre el fútbol argentino. Luego iniciamos Ia búsquec1a ~os grandes ejes: Ia práctica deI fútbol, y el espectáculo y sus actores.

en Ia prensa porteii.a -L.!!.!!!!.~_i~TI~


La Prensa, fJDiario,. Caras )' Caretas- y Con esta tónica, dividimos el trabajo en dos gr;ndes secciones.
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La primera, centrada en Ia primera década y media dei siglo XX, Agradel-co a Eduardo Archetti su estímulo permanente. Desde nues-
abarca Ia llegada elel deporte aI país de Ia mano de 105 britânicos y 105 tra primera charla me hizo sentir su par. Eduardo leyá muchos de los
inicios dei fútbol ya adoptado por grupos lejanos a los que 10 habían textos que sirvieron como base para la tesis final, y siempre se preo-
traído. Es decir, comenzamos rastreando Ias formas y los contenidos, cupó por alentarme y apoyarme. Además fue y continúa siendo una
Ias prácticas y los valores que popularizaron esta práctica, y el naci- fuente de inspiración como modelo de intelectual. Agradezco muy es-
miento dei espectáculo futbolístico en nuestro país. Luego nos concen- pecialmente a Pierre Lanfranchi por haber sabido combinar, durante
tramos en Ia difusión y ia adopción dei fútbol por el conjunto de lás nuestras largas conversaciones, Ia amistosa atención con Ia crítica
instituciones sociales, y nos detuvimos a observar cómo los nuevos fut- aguda. EI respaldo dei Centro Internacional de Estudios de Deporte
bolistas intentaron crear sus propios espacios de juego y se vincularon (CIES) :ue imprescindible para poder terminar mis investigaciones, y
con Ia posibilidad que les brindaba el espacio urbano. en este sentido debo reconocer nuevamente el apoyo de Picrre Lan-
La segunda parte se ocupa de los cambios ocurridos en los anos veinte: franchi, Vincent Monnier yjean-Louisjuvet.
Ias relaciones entre el fútbol-ya adaptado por ios varones de los sectores Vaya mi profundo agradecimiento ai director de mi tesis de docto-
populares- y el rápido desarrollo urbano; Ia difusión de este deporte y su rado, juan Suriano, quien me brindó su saber, su experiencia y su
estrecha conexión con Ia transformación de Ia "ciudad deI vecindario" en tiempo. Agradezco muy especialmente su extrema paciencia para con-
]a "gran urbe de los barrios"; Ia re]ación entre Ia génesis y Ia evolución de migo. Agradezco también a Martín Wasserman por su ayuda en Ia reco-
los banios portúlOs y el mundo dei fútboi, y Ia participación activa y con- lección de datos. Ya Pierre, Rodrigo Jeff y David por el auxilio en Ia
vergente de los medios de comunicación; ia evoluciónde la~ _insti~ucio- búsqueda de imâgenes.
nes propias dei fútbol institucionalizado; y el rol fundamental de los ac- A Rodrigo Daskal, Mariano Gruschetsky, Lía Ferrero y Daniel Sazbon,
tores centrales: los jugadores y el público, sus actitudes y creer:cias. compai'ieros de! Centro de Estudios dei Deporte, Escuela de Política y
Finalmente analizamos algunos de los cambios producidos e-nlos úl- Gobierno, dependiente de ]a Universidad de San Martín (UNSAM), con
timos ai'ios dei período, en los imaginarios locales y nacionales, asocia- quienes compartí y comparto intereses y discusiones. A Marcelo Cava-
dos a 105 estilos de juego y Ias creencias acerca dei jugador típico. rozzi, director de Ia Escuela de Política y Gobierno (EPG) de Ia misma
universidad.
En primeI' término agradezco a Ariel Gravano, quien hace muchos Por diferentes razones, agradezco a Martín Sorter, Hugo jasovich,
ailos me sugirió esta temática como vía de entrada aI conocimiento de Esteban Dicovskiy y juan Facundo Laban-ca.
Ia historia de Ia vida y Ia cultura de los sectores populares en Ia Argen- A mis padres Lidia e Isaac, y muy especialmente a mis hermanas,
tina. También agradezco los aportes y Ia paciencia de Luis Alberto Ro- Irene y Nora.
mero: sus indicaciones y críticas hicieron posible mi camino, y su ayuda A María, por su apoyo y su amor.
me resultó imprescindible para encuadrar Ia temática y mis búsquedas.
Agradezco también su invitación a publicar dentro de Ia colección que
dirige, como asimismo a Siglo XXI Editores, y en especial a Cartos
Díaz, Yamila Sevilla y Gabriela Vigo.
En 10 atinente a Ia primera etapa de mi trabajo, me resulta imposible
olvidar el apoyo de Ariel Scher, Roberto Di Giano, Tulio Guterman,
Pablo Alabarces, María Graciela Rodríguez, Ángela Aisenstein y María
Teresa Sirvent. Debo particular reconocimiento a Héctor Palomino
por sus inteligentes y creativos comentarios sobre temas y problemas
diversos, muchos de los cuales figuran en el texto. I
1. Uegada y desarrollo
de los deportes ingleses

EI fútbol llegó ai país hacia mediados deI siglo XIX como


parte de Ia incorporación económica y cultural de Ia Argentina ai cir-
cuito de los cambios globales ocurridos en Ia nación y promovidos por
Ias cIases dominantes de aquel momento. Durante Ia segunda mitad
deI siglo XIX, se conformó en nuestro país una colonia británica com-
puesta por propietarios de tierras, empleados jerárquicos ele empresas
ferroviarias y tranviarias, tiendas comerci.ales minoristas y bancos. Sin
bien su peso numérico era escaso, su influencia económica, política y
cultural resultó significativa. Los britânicos y sus descendientes, ade-
más de practicar sus deportes típicos dentro de sus asociaciones, con-
sideraban que Ia elifusión de estos tenelría una fuerte impronta civiliza-
toria sobre el resto elel planeta.
EI advenimiento dei fútboI a Ia ciudad de 13uenos Aires y su poste-
rior desarrollo tuvieron tres vias: una mítica -Ia de los marineros-, una
frustrada -Ia de Ios c1ubes- y una heroica -Ia de Ias escuelas y Ia liga-o
La primera via se construyó sobre Ia leyenda de los partidos que los
marineros ingleses habrían jugado en el puerto ante Ia absorta mirada
de los porteii.os. Pero, si bien el sentido común y numerosos textos y
crónicas de Ia historia tradicional deI fútbol dan por cierta esta hipóte-
sis, cabe recordar que en realidad no dejó hueHas verificables. Sabe-
mos, sí, que se jugaron partidos entre marineros y ciudacianos britâni-
cos residentes en Buenos Aires, pero Ias fechas indican que los
encuentros ocurrieron ya entrado el siglo XX.
La segunda via -Ia frustrada- evoca el primer paJ;:1içlode fútboI que se
desarrolló en el país, e120 .d.~jU.Iliode 1867, deI que da fe el monolito re-
ferencial cercano ai actual emplazamiento deI Planeta rio Municipal, en
el Parque Tres ele Febrero. Los socios de! Bl;éi10S f\.ires Cricket Club cone,
vocaron aios jugaelores, ya que Ios cricheters también practicaban el fút-
boI. De estas experiencias, y particularmente de Ia iniciativa de Thomas
Sistema Argentino de Educación Física. Romero Brest consideró que, empleados estatales y de empresas extrar~eras, pequeri.os propietarios,
a diferencia de los modelos militarizados e ingleses de ensei'ianza, ,ólo cuentapropistas artesanos y trabajadores manuales.lO Un import."nte por-
este sistema cumplía con 105 requisitos científicos, sanitarios, fisiológi- centaje estaba integrado por inmigrantes.
cos y pedagógicos. En este esquema Ia competencia deportiva qu,~dó Los recién lIegados intentaban sostener sus lazos culturales con sus
relegada a una etapa que podría ser cubierta posteriormente en los respectivos países y creaban âmbitos para fomentar 105vínculos perso-
clubes una vez cumplidos los 18 úios de edad. nales y grupales con sus coterráneos. Sus ocupaciones eran heterogé-
El único contacto de Ias iniciativas escolares con Ia vida social extraes- neas, por 10 que los jornaleros se conjugaban con los artesanos califica-
colar y el deporte era Ia promoción deI asociacionismo desde Ias aulas: un dos, los vendedores ambulantes )' Ios obreros. Más aliá de esta
horizonte común a todos 105grupos sociales. Si bien no era igual para to- diversidad ocupacional, Ia mayoría residía en Ia vivienda típica de
dos, Ia idea y Ia práctica de reunirse, de agruparse con otras personas que aquel entonces: el conventillo. Un ascenso social más o menos rápido
tenían similares intereses, fue generalizándose. Desde la década de 1:370, equivalía a obtener un trabajo estable y una casa propia, ir accediendo
105inmigrantes comenzaron a formar instituciones de ayuda mutua que ai consumo masivo y a Ia escolaridad de Ios hijos. En suma, los inmi-
a su vez servían para enviar dinero a sus familias aI otro lado dei océano. grantes apuntalaron Ia búsqueda de una sociedad más o menos abierta
La iniciativa de crear clubes fue legitimada desde Ia ensei'ianza pública y flexible que ofreciera, aunque con ciertos límites, oportunidades de
gracias a una disposición deI Ministerio de Educación que promovia Ia movilidad horizontal}' vertical.
formación de un club atlético dentro de cada establecimiento escolar. Los inmigrantes !legados aI país eran en su mayoría hombres, y Ia so-
Mientras Ia vida extramuros era dominada por Ia competencia y el fútbol, ciabiIidad masculinaestaba asociada directamente a 105 cafés. La~;cla
se intentaba mantener a Ia escuela apartada de esa realidad y de identifi- d.~.~~;fi, d~-I~~h~~b~~s qu~ fr~cue;1tabari esosespacios, s.c:o
h<lpía es-
caria como un reducto incontaminado por Ias sombras y oscuridades tructl~raod() b.al.O_1!ll,ª§erieodeqScligo_s.<:\elbeber:ydel j.ugar; y cabe seli.a·
que Ia rodeaban. Al excluir de Ia escuela argentina Ia competencia de- lar que los parroquianos 10 consideraban su ámbito propio y por ende
portiva por desatar bajas pasiones y rivalidad en los jóvenes, según sus de- miraban con receio aIos recién lIegados.11 El café no era ajeno a Ias ri-
tractores, también ciertos gustos, deseos e intereses de los nili.os qu,~da- Ji.as diarias, donde había que demostrar por instinto que "no se era
ron excluidos. Así 10 afirmá, en una entrevista publicada por Ia re\~sta nojo" y donde más de uno percibió Ia presencia de barras formadas
La Cancha en febrero de 1929, un jugador de Colegiales que había asis- por "elementos quisquillosos y pendencieros". Asimismo, el café,junto
tido a Ia escuela primaria hacia fines de Ia primera década dei siglo XX: ai côn~~ntlI1o, fue el universo que propiciá Ia "mixtura" enOtre ~lcrioUo
"En el barrio de Colegiales jugábamos con pelotas que les 'afanábarnos' y el inmigrante, q~~eo~o
s~~~z pr~duj~ nuevas form~~~~~i-,;~i_e~ (Ota~go),
[robábamos] a 105maestros, porque ellos se Ias sacaban aios alumnos, y teatral~s (sainete) yJil}güís~icao~JIunfardo) .12

nosotros, ni cortos ni perezosos, Ias arrebatábamos a su poder anl:e el Además, <:.It~~~r:>o'popuIary elperiodis.moJ1Jeron estructurando una
menor descuido ". tipoIogíaAe 10511.l~ev~~~_;~;~~tiop<?;·~~iollos
-el bol~e~i·o:·~lc;ia~erà. el
atorrante, el compadrito}' el guapo- e inmigantes -el gallego (ya fuera
este verdaderamente gaUego, andaluz o catalán), el tano, e1 turco yel
judío o "ruso"-. Lo cierto es que Ia construcción ele estos estereotipos o
LA SOCIEDAD PORTENA HACIA FINES DEL SIGLO XIX se elaborá sobre Ia base de grupos sociales y culturales caracterizados
Y PRINCIPIOS DEL XX: TIEMPO LIBRE Y RECREACIÓN por una marcada heterogeneidad étnica, social y etaria, con Ia inten-
ción de retratar, aunque lógicamente en forma genérica, el abigarrado
Los ninos y 10sjóvenes que pertenecían a Ias lIamados sectores populares mundo cotidiano de 105sectores populares.
jugaban ai fútbol en Ias calles y 105baldíos. Esos sectores urbanos estaban Si bien estas sectores dedicaban Ia mayor parte de su tiempo aI tra-
formados por un conjunto heterogéneo que incluía a profesion:1Ies, bajo, hacia principios dei siglo XX se sancionó laLey de Descanso
complemel~taban con Ias cualidades particulares de algunosjugadores,
prensa porteI1a fue apropiándose de Ia difusión dei deporte e instigó
como Jorge Brown, a quien sus jóvenes compaôeros I1amaban "mi capi-
a Ia dirigencia de los clubes a Ilevar a Ia práctica coherentemente sus
tán" por haber sido el capitán de Ia selección nacional y quien además
principios. Muchos veían una grave contradicción entre estos loables
se destacaba por su magnanimidad y por una habilidad futbolística sin
propósitos y Ia adopción de formas organizativas selectivas y elitistas.
parangón. Las divisas dei AJumni eran El SPOTtPOTeLsport (el deporte
Sin embargo, para los directivos de Ia liga eso no era motivo el(: con-
por el deporte mismo) y Servato }idem (conservar Ia fe). Para Enrique
flicto. La masificación de Ia práctica deportiva -para benefici o dei
Escobar Bavio, autor de su hagiografia y sus campaii.as deportivas, estas
cuerpo y el espíritu- bien podía convivir con el estilo discrecional de
divisas incluían una serie de prescripciones morales que reglaban Ia
dirección tradicionalmente ejercido por Ia institución.
práctica deportiva dei juego, como Ia "corrección implacable", "el aca-
Durante esos prirn~ros aI10S participaban de Ia liga equip"os de '~scue-
tamiento espontáneo a Ias leyes deljuego", "una conducta forjada en Ia
Ias inglesas, entre otras Ia BuenosAires English High Scho_ol(BAEHS) y
rectitud e inspirada en el honor" y "Ia hermandad y efusión afectuosa
Ia LOITlasAcaelemy. Tambiénjugaban equipos de clubes como Belgrano
para con el adversario". .
y Banfield. En general, los clubes ingleses eran instituciones cerradas
Examinemos un poco más de cerca esos códigos morales. Las normas
que hacían de Ia exclusividad su razón ele ser y Ia causa y origen de su
que separaban 10 correcto de aquello que no 10 era, en el deporte mo-
éxito. La cuota social era alta, el socio debía ser presentado por varios
derno, I1egaron junto con el fútboI y de inmediato fueron aplicadas en
padrinos para ser aceptado y Ias mujeres no podían asociarse. Estas en-
el país. Hacia principias elel siglo XX, Ias páginas elealgunos.diarios y
tidades fueron ámbitos exclusivos y excluyentes de sociabilidad mascu-
revistas porteiios ç!iferenciaban aios verdaderos spoTtsml!n d~ IosCJu~,no
lina, en cuyos salones, además de discutirse cuestiones ligadas ai de-
IO"er<ll1'Por ejemplo, en Ia revista EL Sportsman se analizaban Ias perfor-
porte, se trataban temas vinculados a Ia actualidad deI país y de Gran
mances deportivas de los círculos cercanos a Ia colonia inglesa y a los clu-
Bretaii.a.
bes de Ia élite dirigente criolla en Buenos Aires y se eledicaba mucho es-
La AAFL determinó hacia 1900 que el nombre dei club debía ser dife-
paci()..a}a en~eii..~!~z.':l
de Ias regIas de juego de diferentes dep~;te;. Ul~a
rente deI de Ia escuela. A partir de estos cambios los alumnos de Ia
de sus secciones, lIamada "Galería de Aficionados", incluía u~; suerte
BAEHS decidieron l1amarseAJumni, siguiendo una tradición norteame-
de radiografia de uno de ellos en cad~ número de Ia publicación -eon
ricana de formación de equipos de ex alumnos (por los AJumni College).
fotografias ad hoc- en Ia que se destacaban sus virtudes como sportslllan.
Así nacio el AJumni, un equipo que ganó diez torneos entre 1901 y 1911
Hacia 1906, Ia revista defenelió Ia ielea de que para practicar un deporte
Y fue considerado el máximo referente deportivo y moral por sus con-
era neccsario ser un sporlsman, una de Ias características distintivas deI
temporáneos y por los constructores de Ia mitología dei pasado d.el fút-
gentleman. De acuerdo con estos criterios, el 20 ele enero ele 1906 Jack D.
boi y el deporte argentino. EI diario LaArgentina, enjulio de 1907,10
Gardom fue elegido protagonista ele Ia "Galería ele Aficionados", no por
definió como un claro ejemplo de juego viril, sano y limpio, mientras
ser un personaje popular, sino por haber demostrado aptitudes moraIes
que ELDiario-comentando, en abril de 1908, una de Ias pocas derrotas
en los distintos deportes que practicaba. Sin duela, el seúor Gardom era
sufridas por el permanente favorito AJumni- sostenía que este "repre-
un "spartsman de buena cepa".
senta Ia aristocracia de nuestro footbaLl' y "encarna el progreso dei
En este sentido, un buen sportsman era aquel que vivía con nobleza
juego en Ia Argentina".
el deporte, en general aun sin haberse destacado en ninguno de ellos
La construcción deI AJumni como ícono popular o "mediátic:o" (si
en particular. Se valoraban Ia "cIase" -en el sentielo de actuación distin-
fuese posible utilizar esta palabra) en aquellos anos se basó en Ia im-
tiva ("tiene clase")-, Ia excelencia y Ia caballerosidael en oposición a Ia
postación de valores que se consideraron adheridos a Ias prácticas de
vulgarielael y Ia rusticidael. Se sugería una relación lejana, no inme-
esa entidad como el compaôerismo, Ia disciplina y Ia solidaridad, ex-
diata, entre "tener clase" y ser eficaz en el campo dejuego. Quien "te-
presada como una "comunidad contraída en los bancos de Ia escuela"
nia cIase" podia no ser eficaz. La "clase" estaba relacionada con postu-
y respaldada por Ia fuerza moral y Ia pl0anza deportiva. Estos valores se
ras corporales que evidenciaban autocontrol ya veces verdadero desin-
terés o interés afectado, sumados aI fiel seguimiento de los códigos mo-
rales de Ia práctica deportiva. EI sportsman era aquel que realizaba va-
rias prácticas deportivas y no una sola. (Por qué era meritorio
practicar varios deportes?: porque "el eclecticismo en el sport no es
una cosa común ... De ahí que sea un mérito innegable". Es decir que
el mérito residía en Ia poco común y en 10 selecto.
Por otro lado, y apuntando aI sostenimiento a ultranza de los princi-
pias de! Jair play, se intentaba desalentar Ia práctica de premiar aIos
vencedores. En este pequeno mundo, el valor de los premios vivía una
situación paradójica: ]a escuela inglesa los había resaltado como instru-
mento destacable pero también los había equiparado con Ia caballero-
siclad deportiva, que propiciaba un comportamiento poco demostrativo
de Ias vencedores para con los vencidos. De allí que se dudara de Ia efi-
cacia de los galardones olorgados aios individuos, aunque no aIos equi-
poso La popuJaridad también entraba en conflicto con estos principios. 1911: Alumni enfrentando a Porteiios. La liga oficial en pleno
No estaba mal visto ser popular, siempre y cuanclo Ia popularidad fuera clesarrollo. (Fuente: AGN.)

consecuencia deI reconocimiento de determinados valores morales y


cia que incentivaría Ia búsqueda de una nueva oportunidad. Si el des-
cualidades físicas. Además, era flll1ci()11,,!1a Ia docencia"en Ia difusión
arrollo individual y colectivo estaba en primer plano, el deportista ja-
civilizadora qu~.(:lt:~L~.c~~~cteriz"r a 105dep()r~es ingI.e:$~_s.
más abandonaría Ia iucha aun sintiéndose impotente frente a un rival
Pero todo cambió cuando los deportistas no ingleses comenzaron a
ocasional. Los adversarios debían ser considerados companeros una vez
integrar Ia "Galería de Aficionados". En el número deI 19 de mayo ele
1906José Buruca Laforia,jugador deI AlUlnni, fue el protagonista. La
terminado eljuego y leales competidores en él, y se les debía estrechar
Ia mano cada vez que fuese necesario. Por último, lajuventud era un
revista El Sportsman sostenía que, a pesar de algunos elementos negati-
bien muy vaiorado como asimismo ia fortaleza que supuestamente ia
vos como cierta "ostentación inútil", Ia "clase" mostrada por Laforia
acompaiiaba, El desarrollo individual era el objetivo a perseguir y sólo
permitía que se 10 considerara un sports-man, es elecir, dueíi.o en su caso
podía alcanzarse superando Ias propias limitaciones, Por io tanto, se
ele una "clase" aprendida y menguada. Lo cierto es que algunos tenían
partía deI reconocimiento de por 10 menos dos tipos ele coadunas y va-
"clase" por naturaleza y otros por aprendizaje, ya que Ias ':'~Ql~~éticos
Iares: los dei spM'/SllIan y los de aquellos que no 10 eran. Los eluenos de
e1el sjJortivismo y Ia caballerosidad necesarios para Ia práctica del'sj;~~;·t
ese saber eran pocos y debían vigilar celosamente para evitar que se des-
eran materia comunicable. Pero cuaI1Q.c:>J,?sjl,-I&'1doresse agreelían o
virtuara, (Cómo se consieleraban estos preceptos en ei desarrolJo con-
aparecían concl.~_c_t.<!.~
hostiles entre el público, segÜn iiDi~ri~'~le;~~u-
creto dei fútbol local? EI tenor ético de 10 que sucedía en ias canchas
bre de 1906, aflorabã'lm' "temperamento nacional" por completo
era seguido de cerca tanto por los aficionados como por los periódicos,
ajeno a los valores asociados ai juego inglés.
que retrataban en sus páginas Ias distintas interpretaciones de una ac-
Además, el sportsman debía saber que eI objetivo deI deporte mo-
derno era el desarrollo individual y Ia sana supeditación de 10 indivi- titud deportiva, ya hubiera sido ominosa o, por el contrario, noble.

dual a 10 colectivo. Así l~.s.~rillI1fCls,.~.U1?qlleconsiderados importantes, i\hora dejaremos el mundo de los valores y Ias conductas que inten-
en esencia queçlaQal~re.1eg.~cl()s__':~~~.pt.lI1()
s~cundario, 'EI deportista de- taban cuadrar en esos ajustados moldes ideales para introducirnos en
bía ser modesto frente a Ia victoria y asumir Ia derrota como una instan- el universo
. , . ..
ele Ia organización
. _....
dei .fútbol oficial,c:on
_
~lcambio
.. _
de ..siajo.
0 ...
- ..'
Desd~ 1901 comenzaron a c1lsputarse, además elel torneo local, Ia Copa
~021]J)gÇ!lQ.~ y más tarde LaÇ_()E~!i'?I2_()r,con eql~ipostlr:Pgu9Y_Q·L)'J:0- insistencia presionaba sobre Ia dirección de Ia liga, que desalentaba el
s,?:Ei120s.
Hasta 1899 exi~J(all.uasola división,p~!:.()~p~E~irde eS_2!~ha ingreso de los clubes. Las condiciones impuestas por esta intimidaban
se lesumarqn laseg1Jnclaxu)1'\l10_d.e~pués Ia tercera: La liga no poseía a muchos de los que deseaban formar parte. Para lograr su afiliación,
un sistema claro ni reglado de afiliaciones ni de ascensos y descensos, y los clubes debían tener una cancha con Iímites reglamentarios y una
su falta de organización le valió numerosas críticas de Ia prensa. Sin casilla con Ias instalaciones higiénicas necesarias para una reparadora
embargó, lentamente, Ias instituciones fundadas fuera deI círculo so- ducha luego deI "tr3jín" deportivo. Además, para integrar Ia liga se ele-
cial ingIés o de Ia élite crioIIa fueron aceptadas y pasaron a in tegrar b~a p~~cticarel "tercer tiempo" como instancia de confraternización
Ias categorías menores de Ia liga. Por este camino ll~gar:oI1_a.I~ pr.:i- social. La introducción de los hábitos higiénicos como Ia ducha me-
mera división equipos como River PIate yIZ<icingCIlIb. DeJ:tech()1 as- diante normas reglamentarias fue bastante problerüática, ya que no
c~~~d;~~~~-;la primera división Estudiantes de Buenos Air:es (1294), eran los mismos que cultivaban los jóvenes de los nuevos clubes que ac-
Barracas AC (1905) Y Argentinos de Quilmes (1906). En 1908, los cedieron a Ias divisiones menores de Ia liga. En definitiva, se estaba
cl~;b~s Porteii.()! Atlanta, Estudjaptesde lafi~~~,.p,o~aJrs'.,· êam~rian, provocando una situación paradójica: Ia mayoría de los clubes que es-
R.\ach1JeIoY<iIgunos otras estaban afiliados alaJigaoficialy partic!pa- taban fuera de Ia liga deseaban ingresar en ella Y algunos ele los que esta-
ban de Ia segunda o tercera categoríaP ban dentro eran expulsados, siempre en un contexto que resaltaba Ia ne-
A partir de 19061a.lig~.xl!~.g~ner"ll,d.c>~lg~~I1,?S~~lS~~~_1T!e.!].J:~:;
__
~~ra- cesidad de difundir este deporte.JS
cráticos como los formularios oficiales para elaborar los informes de Según fue aumentando Ia cantidad de público, Ias medidas organi-
Ios partidos, Ias transferencias de jugadores por Ias que había que pa- zativas tendieron a complejizarse, y el monto recaudado pasó de ser un
gar un "derecho de transferencia", Ias planilIas de resultados, los cam- símbolo y un apoyo para abonar los gastos de los clubes visitantes <\ ser
bios de domicilio de los clubes, Ias comunicaciones, consultas e infrac- un valor nada desdeüable que excedía Ias cifras de lasée:~ogaciones. EI
ciones en tre otros. dinero proveniente dei cobro de entradas a los partidos debía desti-
J)es,de 1904 se organizó Ia cuarta categoría, para men9I:~_sS!<:} 7 narse aI mejoramiento ele los campos de juego y de Ias instalaciol1es
aüos, con el objetivo de d~r,:l;llug,~r al?~~_;,t~!4!~'ntes. Pero S1.::
apari- para el público y los jugadores. Sin embargo, el tema fue eje de innu-
ción trajo aparejadas grandes complicaciones porque muchos intenta- merables debates. En 1905 y 1906, en algunas notas ele La Argentina, se
ron inscribir fraudulentamente ajugadores mayores. A fin de evitarIo, eliscutió acerca de Ia moralidael ele cobrar entraela y se manifestaron
se pedía Ia "fe de bautismo" para compro bar Ia eelad deI joven y se im- eludas sobre el uso que se le daría a ese dinero. 2Debía elestinarse aIos
ponían penas eleportivas aIos equipos que no presentaban los papeles clubes o a Ia liga? 2Qué sucedería en los partidos internacionales? No
como asimismo reprimendas a aquelIos que presentaban "certificados existía una reglamentación integral y clara sobre Ia cuestión. De he-
falsos", tal como 10 indicaba el periódico La Argentina. cho, los clubes locales imponían sus conveniencias tras evaluar el posible
En aquellos aüos surgieron interrogªnt~s':'in~':II~cl()sa cuestionl~S?rga- público asistente y los gastos de 'traslado deI visitante y de pago ai reJeree
nizativas y económicas relacionadas con el desarrollo de Ia liga. Se ,:omen- oficial, así como otras erogaciones circunstanciales.
zaron a eliscutir los gastos que ocasionaban los viajes de los equipos, si de- EIjugaelor debía estar asociado aI c1ub y elesempeúar un papeI similar
bía o no cobrarse entr<ida aI público y, en caso d~ cobraila, cuál sería eI aI deI dirigente, por 10 que resultaba dificil establecer una distinción fun-
monto. Los debates en torno a estos temas y a Ia organización institucional cional entre ambos. A estas elisposiciones formales se sumaban ciertas re-
elel fútbol fueron los antecedentes de lá' argentiI~izació;l de Ia liga, sobre gIas sui geneJis que podían incentivar Ia participación ele otros actores
todo a partir deI llso deI castell~l~o-~I;'I~s.·;~l~~i~~'~s(i~TIP.uestoen 1907) y más aliá de los jugadol-es. A veces sucedía que, para completar el nú-
Ia s~~titu,ciéJl1deI vocablo"assoeiation" por "asociación" en 1912. mero ele participantes requerido, algún espectador se sumaba ai equipo
La prensa comenzó a reflejar, de manera recurrente, el creciente en minusvalía aunque formalmente no integraba su plantilla. Como co-
desarrolIo de Ia práctica elel fútbol entre losjóvenes porteüos. Esta rolario ele todo esto, Ia liga aparentaba ser una gran familia de sjJortsmen
SP~~"!!!!:!21,como Automovilismo)' Sp'?rt, l1luy~_imi~ara El Sportsman. Ambas
y cuando surgía este tipo de irregularidades no se generaban conflictos.
se esp~c:i;;J!z.a~ª.~1-:e)}·[~~d.;f\~~}º.~~.4~J-ª~
!'~g!~~.L l<t?técl}iça~.9~portivas,
Según ElDiario deI 12 de mayo de 1908, nunca se expresaba: "una pro-
);~Ifútbol no ocupaba un lugar destacado en eUas.
testa. Se piensa que será fácil arreglar Ias cosas. Se piensa que es una for-
EI diario La Algentina fue, desde 1903, un medio sumamente valioso
malidad. En cualquier caso, es difícil probarlo [ya que para ello] Ia
Eªrª-.~JT0~~k~L<lJicjonaelo."Este se desarrolló fuel'a de Ia liga oficial, con
asociación debería contar con Ia nó mina de socios de los clubes".
s1}sligasi_I1ª~p~ml.i~.!~~~_S,._$ll$.Jº.Qfe.()§.ºrg<t11i.~.acl()s
por c1ubçs YSL.IS des-
La baja instituci()na.li~.'l<:iQn:<:le:.!~.I~g~.
también producía otras conse-
afios el}tre.ç]).lbes. Y también se enc~rgócle difu11dir Ias reglaselel juego
cuencias Ilamativas y cantradictorias, como por ejemplo, Ia elección de
entre.aqlJelJos sectores.social.es q1Jecomç:m:f\ban a practicarlo.
Ias árbitros. En un principio estos eran provistos por los propios equipos
Durante Ia primcra década del siglo XX Ia mayoría de los medios
y se sorteaban para Ias partidos ele los otros equipas, aunque también
promocionaba los distintos partidos ele ]a liga oficial en los días previos
poclía tocarles arbitrar un encuentro en eI que participaba el suyo.
a su realización alentando aI público a que asistiera; además, varios
Todas Ias resoluciones tomadas por Ias entidade_s rectoras ..d.~1fjJ.t-
periódicos ya publicaban el fixtllre completo de Ias encuentros. Una
bol'~~l~~~b~n COl~Ia m~diación de algunos medios de prensa. Las no-
primera forma de hacerlo fue mostrar Ias previsibles virtudes deI es-
tas peri~dísticas sobr~ eleportes comenzaron a publicarse en Inglate-
pectáclllo, aI estilo de quicn recomienda una obra teatral.
rra a comienzos deI siglo XIX. En líneas generales, se ocupaban de
Los periódicos inventaron controversias en forma explícita Y cons-
10 que se consideraba conveniente o no para Ias prácticas físicas se-
ciente situando eI tema públicamente a fin de crear tensión, capturar
gún los estándares deI jet set londinense. Bacia fines de ese siglo, los
Ia atención de Ios consumidores Y generar opinión sobre Ia atracción
periódicos populares más baratos publicaban en su edición domini-
ejercida por eI espectáculo futbolístico. Así propiciaron concursos para
cal comentarios sobre Ios eventos deportivos de los sábados, en espe-
responder a interrogantes eleI estilo de: ".:Quiénes eleben formar parte
cial sobre esta práctica. Esos periódicos eran Ieídos principalmente
de los equipos argentinos y británicos?" (La /t1gentina, marzo de 1903).
por los obreros, que en buena proporción constitllían el público de]
En suma, Ios diarios de la época diseilaron distintas estrategias tendien-
espectáculo .19
tes a crear un espacio de opinión, de inquietuel entre los lectores yafi-
~I primer media perioclístico que siguió atentamente Ia evo1uç;iól1
cionados, que terminó por apllntalar el naciente espectáculo futbolís-
de I~sprãcticas deportivas en Ia Argentina fue The Sandarq, un perió-
tico. El perioelismo luchó por ocupar el lugar ele "Ia cátedra" y
clicode: ()rigen br!tá.nicoqlle se.pu!:J.lic·al:J':I.dêscl.<:;)~
d:~c:~4~ (!.~J?~9'A cOt1l'enirse en depositario elel saber. En ese sentido los periodistas pug-
comienzos ele 1900 el fútbol continuaba siendo objeto ele gran inte-
naron con los dirigentes ele Ia liga por un espacio físico propio en los
rés para Ios diarios ingleses,
ocupación
aparecieron
exhibida
he_c::.~'?
9.l~~~!:_tr~~t~!?:.·lconla
por Ia pl-ensa naci~I~::J,1:20Sin.ell1b.argo,
en El Paíslas prime:t.:asçról}icas
en
el}_Cast~!la~10de parti_~_os
t~º~
escasa pre-
estadios debido a su estatus privilegiado.21
se consideraba abanderada
La mayor parte de Ia prensa
deI faiT play y adalid de Ia objetividad. En
esa dirección, disputaba a Ios dirigentes el mandato de velar por Ia dis-
de fútbol con los comentarias de.Roberto Le.~~illieryAngeIBob.ig.~s.
ciplina deportiva.
En 1903 La Nación creó una pequeil.a sección específica, y 10 misrn.0
hicieron e'l n~~t~tfnoLa PI:er;say el vespertino LaAlgentina a~ aiio si-
g~liente. i~pr~nsa porteila deelicaba importantes espacios a los gran-
des eventos eleportivos, en especiallos partidos contra Ios equipos in-
gleses que visitaban Ia ciudad, destacándoselas coberturas de Caras}
Caretas, PETy Pu{gaTcito. Esas publicaciones no soIían hacer una cró-
Bacia fines deI sigla XIX, Ia ma)'oría de Ios partidos disputados entre clu-
nica de 10s encuentros, sino que los utilizaban como un gran escena-
bes ingleses y también con afgtll10s cercanos a Ia .éJite crioHa -como Çin1-
rio para Ia exhibición de los miembros de Ia "alta sociedad porteiia".
nasiayEsgrima de Buenos f\jres- eran vereladeras reuniones sociales I' de
Tambiél~ había revi~tas_p<lr:tic!-l.i_a!Illel1te<:lestinadas aI consumo de los
legítimas e incluso beneficiosas para Ia calielaelelevida y el cultivo ele Ia
vida social.
Sea como fuere, el desarrollo deI espectáculo futbolístico resultó im-
parable. La popularidac1 que fue aelquiriendo eI fútbol prodl~o proble-
mas en Ia gestión de los eventos, y Ias medidas adaptadas por Ia asocia-
ción resultaron poco eficientes para atender Ias necesidades, sobre
todo Ias problemas relacionados con Ia asistencia masiva e impensada
de espectadores.
El espectáculo futbolístico fue en Ia primera década deI siglo XX un
evento que convocaba a Ias persoúajes más influyentes, una de las tantas
actividades ele Ia alta sociedad. Sin embargo terminó por congregar a gru-
1906: ~quipode Sudáfríca en Buenos Aires enfrentando a Alumni. pos sociales diversos que llenaron los estadios con más de 20 000 asisten-
Uno de Ias primeros ejemplos de Ias giras d'e equipas extranjeros en teso En los capítulos siguientes veremos cómo se produjo esa trans-
el país. (Fuente: AGN.)
formación.

La opinión mayoritaria estaba a favor de Ias giras, pero algunos du-


daban. En 1904, el partido entre Southampton y Alumni fue consi-
derado por algunos comentaristas como un mero emprendimiento
lucrativo que conllevaba el riesgo de desvirtuar Ia esencia dei de-
porte. En el contexto deI creciente gusto por el fútbol de Ia élite
criolla, amenazaba con transformarse en otro evento social de Iasfamilias
acomodadas:

E:IiI?-terésera extraordjnario. [... ] No es posible cerrar 105


ojos a Ia hermosa evidencia. Losejerc:ic:i()s,físicos han _~n-
trado en Illlestrascosturnbres [Reflejo de Ia expansión de los
ejercicios atléticos entre lajuventud es el éxito de Ia visita deI
team inglés]. EI domingo vimos en Ia Hípica entre otras a Ias
familias de Casares, Roca, Pérez Unzué, Alvear, Peers, Teza-
nos Pinto, Green, Guerrico, Bunge, Vedoya, Cazón, De Bary,
Marques, De Marchi, Gutiérrez, Zorraquín, Videla, Lugo, Es-
trada, Madero, Martínez de Hoz, Salas, Chevallier Boutell,
Macki.ntoch, Leslie, Metwen [y muchísimos más]. 22

Pero Ias tradiciones afrancesadas, fuertemente enquistadas en gran


parte de Ia élite criolla, indujeron a algunos de sus integrantes a mirar
con cierta d~sconfianza Ias ",avances"de Ia cultura británica; entre ellos
Ia práctica de 10s d_~por.t~sy Ia asistencia aIos espectáculos deportivos.
A pesar de todo, Ia creme social fue incorporándolos como actividades
2. Los jóvenes de 10s sectores
populares adoptan Ia práctica
deI fútboI

Si bien Ias primeros clubes deportivos fueron creados por


miembros de Ia colonia inglesa, también nacieron de Ia iniciativa de
propietarios de empresas o integrantes de sus planteles gerenciales,
fueran o no inglesas, y también de grupos de Ia élite criolla.
Una de Ias características de los clubes ingleses era Ia selectividad para
el ingreso de Ias sacias. De hecho, amplias sectores de Ia élite criolla no
podían ser miembros de esos clubes y fue justamente por eso que decidie-
ron fundar los propios, que en muchos casos no se relacionaban con Ia
actividad futbolística.
Cuando Ias deportes ingleses se pusieron de moda y su práctica era
considerada deseable, especialmente entre los jóvenes, se crearon nu-
merosas instituciones a tal efecto. La élite contaba con entidades como
el qlub deI P~()gr:s(), con sus propias instalaciones deportivas. Los clu-
bes más reconocidos fundados por miembros de Ia élite criolla fueron
Çjmnasia y Esgrima de Buenos fures y de Ia Plata.23 El 6 de mayo de
1~'Õ'2'~~··f~~d6i"a·Asoci~~i~.f.l
...C;~i~t~aIl:ade·Jóvene~'(YMCA), que contó
entre sus socios a figuras como OUo Krause, Carlos Tornquist, Pedro
Mihanovich, Francisco P. Moreno y Carlos Gardel. En líneas generales,
se puede decir que flle un<1.i_n.s~tu~!óJ}abiertaa Ia integración de grupos
y p~rsonas d~ _di.fer.~r1~~_sm~.ªio.s.so<:ial<:sy cll1tu rales.
Los clubes fundados aI amparo de Ias empresas ferroviarias inglesas te-
0 __ " • __ ••••••••••• ••••• .- •• _. _ •••• ' • ..,

nían el objetivo explícito de fomentar "Ias ejercicios fisicosentr~ slls ern-


pl~~dos aso_~i~<:10~".
En el caso de F~rrocarriJ Oeste, sus sacias eran em-
pleados de todos Ias niveles de Ia empresa y entre sus dirigentes había
apellidos ingleses y no ingleses.24 Todos estas clubes desarrollaban una in-
tensa vida interna, y ocasionalmente organizaban torneos en Ias que par-
ticipaban equipas que Ias representaban. Además de Ias ferrocarriles,
Junio de 1908: Comisián Directiva dei Club Victoria. Un c\ub en sus
comienzos. (Fuente: AGN.)

formar parte de Ia liga oficial tenía un obligado paso intermedio: Ia


participación en Ias ligas independientes. Allí sólo se pedía el pago de
l;-cuôta d~ingreso y tener nombre, sello, domicílio postal y colores
distintiv?s. No era necesario contar con cancha propia, y menos aún
Sarsfield dei Ferrocarril Oeste. La oportunidad era magní- con instalaciones de algún tipo. En esa primera década, el previ o paso
fica para resolver un asunto que habíamos hablado rnu- por Ias ligas independientes se consideraba parte dei camino obligado
chas veces: fundar un club y jugar de veras, con cancha para cualquier nuevo club.
marcada, arcos en forma y hasta camiseta. El club se fundaba a partir de Ia existencia de un equipo y desde ese
momento podía competir con otros clubes en el espacio deI fútbol afi-
Al reconocimiento implícito dei asociativismo como práctica común y cionado, como paso previo para cumplir los requisitos que imponía Ia
habitual, debemos sumar que uno de los objetivos básicos de esws nue- liga mayor. En este universo competitivo convivían clubes que jamás
vos clubes era afiliarse a Ia AAFL y ascender a Ia primera división. De- dejarían de ser equipos-clubes con otras asociaciones que contaban
seaban pertenecer ai mundo dei fútbol grande, de Ia competencia lide- con cinco equipos participando en diferentes categorías.
rada por Alumni y Belgrano, entre otros. Esos jóvenes anhelaban En el momento de fundarse el club, los integrantes dei equipo de fút-
formar parte de ese pequei'io gran universo. boI debían identificarse, llamarse a sí mismos de alguna manera. Ese
Para poder ingresar en Ia Association había que superar varias ins- acto tenía una fuerte carga simbólica y emotiva, entre otras cosas porque
pecciones, que prestaban particular atención a Ias condicio nes deI implicaba pensar cómo deseaban ser vistos y nombrados por los demás.
campo de juego reglamentario, Ia casilla-vestuario, con sus duchas, y Cada grupo inventó su nombre y eligió sus colores, los dotó de propieda-
los escalones que hacían Ias veces de tribunas mínimas. Para cumplir des morales y luego luchó por defenderlos como si un fracaso pudiera
con esos requisitos se necesitaba energía, tiempo y, sobre todo, di- significar Ia pérdida de esos bienes preciados. Los emblemas (nombres,
nero. El proceso más o menos penoso que llevaría ai nuevo club a colores) eran los símbolos que representaban esos bienes. Yeran en
LOS JÓVENES DE LOS SECTORES POPULARES ADOPTAN LA PRÁC;TICA ... 53

sobre Ia base de criterios que remitían a una fecha o un héro~ p.,:.~:~,


a esta denominación a su vez marcaba Ia intención de los fundadores de
connotac;~~~~~~rias'~estricta~ente vinculadas ~I ~u~d~ d~·pürtivo. Sin crear un cli.Ib de fútbol sin aspiraciones de involucrarse en otras activi-
embargo, losnombres elegidos tuvieron que ver epr.násAe:l?()o/~.?~_~s dades atléticas y/o sociales, como fue el caso de "Club Atlético" , aun-
ocasiones con 105 luga~es de.residencia de los fundacl9r.e~~_J:~c_h.~.g~...<:.o- que, como hemos visto, muchos clubes con esta denominación se dedi-
rrobora Ia influencia del universo local y territoria!.26 Es decir que esos caron, de hecho, a Ia práctica exclusiva deI fútboI.
nombres se urdieron en torno a Ia identidad forj~d~~enI<l ..~.tla.?~~~_:i-llos También encontramos evidencias de que en muchos casos los funda-
vecind~~i~s"y:;p;rroq0a~;; -;sfse cie~10minaba;; i~s jurisdicciones admi-
dores elegían formalizar el nacimiento de Ia institución en efemérides
nistrativas de Ia ciüdad de Buenos fures-. Por ejemplo, los fundôdores deI patrias con el propósito de otorgarIe aI club una trascendencia cultural
Cl~lb GaonaJrs. anunciaron así su creación en La Argentina deI 25 de oc- y política particular. Cuatro clubes nacieron un 25 de Mayo: River Plate
tubre de 1907: en 1901, Platense en 1905, Defensores de Belgrano en 1906)' Huracán en
1907. Sin embargo, hubo otros que no adoptaron fechas patrias sino
En el veeindario de la calle Gaona, el 24 de Septiembre se efemérides internacionales, y en algunos casos de fuerte tinte contesta-
formó un nuevo club [... ]. Siendo Ia CD Ia siguiente: [... ] tario, como Chacarita Jrs., que nació el lº de Mayo de 1906. Los funda-
Correspondencia a Luis Riccio (hijo), Gaona 2148. El field dores deI club Atlanta eligieron el Día de Ia Raza, 12 de Octubre, con Ia
está en Ia cal1e Gaona 1453, entre Cucha Cucha y Pujo!. intención de hacerIo "coincidir con una jornada resonante".28
Acepta desafíos para menores de 12 anos de edad, para el Dentro deI co~unto de posibles denominaciones, eran desechadas
domingo 27 deI corriente. [El destacado es nuestro.] aqueIlas que se relacionaban con particularidades o elementos de Ia
competencia que no estaban vinculados aI Jair play. Se referían a Ia re-
Junto ai nombre figuraba Ia "razón social" de Ias entidades, es decir Ia I~ción de rivalidad-enemistad entre los equipas-clubes y, según los mí-
alusión a Ias objetivos sociales que Ia asociación se proponía cumplir. tICOSrelatos, fueron los nombres que surgieron en un principio y con
Por ejemplo, el Athletic Club -elegido mayoritariamente por clubes in- ~ayor naturalidad. EI ejemplo más elocuente es el dei cIüb sariLà-
gleses- remitía directamente ai espíritu sportivo y aI Jair play, que es (·re~!_o_?~~I~~_~r?.: La tradición sostiene que los jóvenes i~11d~d~';~'s
marca de origen de los deportes modernos. Con el correr dd tiempo, habían debatido Ia elección deI nombre y manejado Ias siguientes op-
concretamente durante Ia primera década deI siglo XX, ambos voca- ClOnes: Forzosos (o Forzudos) de Almagro, Cestos)' Canastas, El Cen-
blos se tradt0eron aI castel1ano y, como lógica consecuencia, comenzó tinela de Quito, EI Almagrense, Olimpia, El Triunfador (o EI Vence-
a adoptarse el "Club Atlético", nombre que adquirieron numerosos dor o EI Invencible), Penarol, EI Ariete, Alumni de Almagro, Río de Ia
clubes nacidos en el seno de los sectores populares. Plata. Cinco propuestas estaban relacionadas con el vecindario (Alma-
EI uso masivo de este término podría atribuirse, como se indicó antes, gro y Quito, que es el nombre de una calle deI barrio), una con Ia ciu-
a Ia mera traducción dei inglés !l:tJ.!~.!-J~_.Ql!ÉJ.10 que pone en evidencia Ia dad (Río de Ia Plata) y otras cinco remitían a Ia competencia, pero
influencia deI modelo. Pero su uso también podría estar relacionado muy especialmente a elementos rel~cionados con Ia demostración de
con Ia incidencia deI discurso oficial )' esc~l;r, -c~)'~s pilare~. fueron Ia poderío, fuerza y éxito y relativamente alejados de Ia propuesta deI
p~.omocióIl·~I~1 higienismo y Ia actividad física regular.27 Con resp~~i:o a Jair pla)l. Pero estas iniciativas sufrieron un giro importante como con-
esta último, podría especularse que los jóvenes fundadores de los clubes secuencia de los esfuer.zos deI curasalesiano Lorenzo Massa', quien
empleaban Ia denominación "Club Atlético" para concordar <:on Ia pers- además de conseguir un terreno para el cIub convenció a sus jóv~nes
pectiva oficial sobre Ia educación física en Ias escuelas -aunque en reali- fund.<:Idoresdeque el n<;:>mb:e más apropiado sería el de un santo, su-
dad, detrás de ese nombre subyacía el deseo de jugar ai fútbol-. mado aI deI vecindario. ....
A diferencia deI anterior, el nombre Football Club no se traduja aI cas- También se percibe en Ias nombres elegidos Ia defensa deI propio lu-
tellano y fue empleado por distintos grupos durante Ia década de 1910; gar sin ofender aIos adversarios, variante que tal vez pueda entenderse
como una forma de contemplar Ia conflictiva convivencia entre el dis- Los jóvenes que popularizaron Ia práctica dei fútbol lIevaban, en su
curso y Ia práctica dei Jair play con Ia enemistad territorial. Los nom- amplia mayoría, apellidos italianos y espai1oles. Formaban parte ele
bres elegidos parecían denotar Ia presencia de un Jazr pia)' vergon:a~te una generación de argentinos cuyos padres habían sido transplantados
o un espíritu de rivalidad-enemistad opacado. Sin embargo, Ia p~actlca a iJI1ã"ç}:I,~Çi~cl.,~I()nCle.rri~s
4e Ia mitád de 16s ádultos erari extralljer~s.:.,
" .--"- .
competitiva concreta jamás consiguió borrar deI todo 1lI Ias enemlstades Estas jóvenes tenían un origen ocupacional heterogéneo: podían ser
ni los exitismos. dependientes de comercios dei centro, trabajadores de los talleres de
Vn caso sugestivo resultó ser el de BocaJrs. Sus fundadores fueron los ferrocarriles ingleses, empleados públicos, cadetes ele pequei10s al-
en su mayoríajóvenes estudiantes que vivían en el barrio, por 10que Ia macenes o aprendices de talleres. Al mismo tiempo, el juego también
propuesta de lIama.rse Boca fue aceptada de man:ra unánime. Pe~o ~,I se propagó rápidamente entre los estudiantes secundarios, en los claus-
nombre "no gozaba de buen aprecio en 10s demas bar nos p~rtenos , tros universitarios y enlos cuarteles. Así fue como los hijos de profesio-
ya que La Boca era considerada un lugar difícil para cualqU1~r foras- nales y ele empleados jerárquicos dei aparato estatal compartieron Ia
tere que lIegara con buenas intenciones. Fue por eso que SantIago Pe- dedicación ai fútbol con los hijos de familias trabajadoras.
dro Sarra propuso agregarle 'Jrs." para diferenciar ai eqU1p~ de los EI club Almagro, fundado en 1911, reconoce una historia asociada a
prejuicios hacia ellugar.29 Sea cierto o no, los ejemplo~ mencIOnados jóvenes reunidos por su lugar de residencia -hecho que se reprodlUo
dan testimonio de Ias negociaciones previas a Ia elecClon elel nombre con ciertas similitudes UI1a1'í.oantes con los jóvenes elePalermo que 01'-
dei c1ub. ganizaban excursiones ai Delta dei Tigre y decidierol1 formar un club
Cabe senalar que Ia tendencia general apuntó a desechar toda r~~e- para jugar. ai fútbol, el Club Atlético Excursionistas-.3o Naturalmente,
. a un 10calSmO
renCla I'· extremo, of en s'vo
I , como asimismo toda alUSIOn
. _. estosjóvenes eran también estudiantes y/ o trab<0adores, pero a la hora
a Ia competencia disociada deI espíritu deportivo. De este modo que- de crear el c1ub se nuc1earon sobre Ia base de Ia vielasocial compartida
daron nombres más o menos neutros, frecuentemente relacionados en ellugar de residencia. Algunos de los ejemplos más conocidos son
con ellugar de residencia de sus fundadores. River Plate y BocaJrs., nacidos en La Boca entre 1901 y 1905; Argenti-
Asimismo, lIamarse "Argentinos de Vélez Sarsfield" parece redun- nos Jrs. en 1904, en 10 que posteriormente sería el barrio de Paternal;
dante. Es probable que hayan elegido ese nombre para c~iferenciarse Atlanta (1904) en Villa Crespo; San Teimo (1904) y Chacarita (1906)
dei peso y dei modelo inglés. Sin embargo, muchos habItantes de Ia en Ia barriada homónima; San Lorenzo de Almagro (1908), Vélez Sars-
zona oeste de Ia ciudad no habían nacido en el país. Podemos suponer field (1910), Nueva Chicago (1911) en Matacleros, AlI Boys en Floresta
que, ante esta situación, los jóvenes fundadores entrevieron en el tér- (1913), Sportivo Barracas (1913) en Barracas, y muchos atros.
mino "Argentinos" una suerte de identificación pa~ible de s.er agre- También había clubes-equipos de jóvenes trabajadores que se reu-
gada ai nombre dei vecindario o Ia cuadra. En este mlsmo sentIdo, una nían en su tiempo libre a jugar ai fútbol. Esta afirmación ha quedado
ele Ias primeras rupturas visibles es Ia no elección de nombres V1n~ula- retratada en Ia conocida versión de Ia fundación dei C. A. Indepen-
elos ai universo inmigrante, hecho que contrasta con Ia grancantIdad diente, que cuenta que:
ele asociaciones'étnicasque se habían afincado en Ia ciuelaeldesde fines
delsiglo XIX, Es importante sei1alar que rIo ~ub?clubes-equ~pos q.u.e En Ia tarde dei 4 de enero de 1904 ocho jóvenes cuyas eda-
aIudieran a Ias nacionalidac!~.sJli I,:\s,regi()nesy Ios pue blos ongmarIOS des oscilaban entre los 14 y los 17 anos se encuentran en un
de 10sifll~;Ú~,~~~~,:E~~~ncordancia, podría aseverarse ~ue I~sjóvenes bar de Ios alrededores de Ia entonces llamada calle Victoria,
no se hicieron eco de los referentes asociados a Ias patnas leJanas aun- entre Ias de Perú y Bolívar. 50n cadetes y medio vendedores
que sí adoptaron de buen grado los símbolos patrios, territoriales (ba- de Ia tienda "A Ia ciudad de Londres" y pertenecen ai c1ub
rrio, vecindario, cuadra) e ingleses, todos ellos elementos permeados Maipú, organizado por empleados de dicha empresa. 51
por el discurso higienista.
clubes-equipos participaba simultáneamente en más de una de estas com-
EI trabajo infantil había tendido a descender desde principios dei si-
petencias.33
glo XX y Ias cifras de esco!arización habían aumentado sistemática-
~Cómo se organizaban estas encuentros? En sus inicias, en 1903 el
~.e.~1~~.Pa~';-~l'estado', eini~o' de bí; e~~;r~~~b;j~~d;-;d~,jicad;a
çlia~iCJ.!.:c:~:rs"e::ti~(1.~1.1~~<I_b<lo:J()s
.c.1:lJ
b~.sapu blicar. avis()splan't~'~ndo '~11-
tarcas apropiadas a su edad como Ias educativas, y no abandonado
~0.~r5).~.qll~ tradicionalmente constaban de partido .~r~val;cha. E~'to
en Ia calle, ya que esta último violaba Ia norma y 10 aceptable. Una
suponía escribir a La Argentina y propol~er uu desafío a u~'oo ~ varias
vez cumplida Ia etapa de Ia escolaridad primaria, el trabajo era una
clubes, o simplemente avisar que se estaba dispu esta a recibirlos y espe-
opción frecuente y el tiempo libre se transformaba en un problema
rar el consiguiente aviso de algún adversario aceptando el reto. Los avi-
central. 32
sos sólo podían ser publicados por Ias integrantes de un club que tu-
Por otro lado, Ia extensión de lajornadalaboral tendió a disminuir
viera sus correspondientes signos identificatorios: nombre, sello, datos
lentamente por decto de un conjunto de circunstancias, al~_lI1asaso-
eleI secretario y dirección ele Ia secretaría, que en realidad era eI domi-
ciables a modificaciones económicas básicas y otras vinculadas a Ia lu-
cilio donde se recibía Ia correspondencia, generalmente Ia residencia
cha pofreivindicaciones'sociales como Ia reducción de Iajornada labo-
eleI secretario deI club.
ral a acho horas. A raíz de estos cambias Ia situación tendió 8 mejorar
Luego de acordado el matcil -generalmente por intermedio de La
y muchos jóvenes comenzaron a reunirse después de cumplidos sus ho-
Argentina- los. clubesseepviabaI~ "cartas desafios" recíprocas, en Ias
rarios laborales para discutir Ia marcha de Ias asuntos de Ias clubes de
que notificaban expresamcnte el compromiso y Ia lista de jugadores
fútbol creados por ellos mismos, quedando Ias domingos para Ia prác-
que participarían de Ia competencia. Este dato era necesario para
tica dei deporte preferido.
resguardar Ia buena fe dei adversario y no llegar aI encuentro con
Así, el fútbol fue integrándose a un conjunto de nuevas experiencias
un equipo formado por jugadores desconocidos. Esta forma de or-
de sociabilidad, en este caso asociadas sólo a Iajuventud masculina. La
gani~~.r~osenc.uentros -siempre a~r~vé~ de La Ari~n~i~ta- p'er'd~l~ó
adopción de Ia práctica futbolística por Ias jóvenes de los seetores po-
~as~a}~º~:l.2º§,Ç1.l.~!1d() ap<lr~cieron Ias ligas independientes.
pulares quedó indisolublemente ligada ai esparcimiento,junto a expe-
EI grado de organización más alto '~;a'el de Ias íig;~ formaci~s a imagen
riencias que iban más aliá de Ia mera utilización dei tiempo libre. EI
y semejanza de Ia liga mayor, pero adaptadas a su media de desarrollo.
fútbol fue, desde un principio, algo más que jugar con el trompa o Ias
~abe recordar que, para ingresar en una liga independiente, se reque-
bolitas, algo diferente que ir ai circo, aI teatro o ai cine; fue un compro-
na tener un nombre identificatorio, un seJlo, un domicilio que hiciera
miso corporal y afectivo mayor, cuya práctica e identidad se forjaron en
Ias veces ele secretaría, doce casacas deI mismo colar y abonar Ia ins-
torno a Ias lugares de residencia, trabajo o educación de sus practican-
cripción, aunque no era necesario poseer cancha propia.
tesoEI fútbol fue una actividad que Ia juventud adoptó y comtituyó en
La liga independiente liam aba a los clubes a afiliarse y, a partir de sus
práctica distintiva, tanto en relación con Ia escuela pública camo con
afiliaciones, preparaba el fixture o cronograma de partidos dei torneo.
sus padres, en su mayoría inmigrantes.
Los clubes confeccionaban una "lista de buena fe" con Ias datos perso-
nales de sus jugadores, lista que debía respetarse a rajatabla para evitar
Ia inclusión improvisada u oportunista de jugadores en el equipo.
Las ligas tenían reglamentos que Ias clubes debían conocer antes
de inscribirse, aunque a menudo modificaban sus artículos en eI
transcurso dei campeonato. Estas reglamentos fijaban el funciona-
EI mundo deI fútbol aficionado, reflejado primero en Ias páginas de La
miento de Ia liga; establecían Ia formación de Ias divisiones de
Argentina y luego en Ias de otros periódicos, incluía Ias partidos "amisto-
acuerdo a Ia edad de los jugadores -que obligaban a certificar me-
sos", Ias "desafios por objetos de arte", y Ias "torneos" organizados por
diante Ia documentación pertinente: fes de bautismo o partidas de
clubes o instituciones y por Ias ligas independientes. La mayoría de Ias
nacimiento-; regulaban normas para Ias planillas de los partidos, el
La aceptación de Ias regias que 10 constituyen es condición necesa-
Tefereey el respeto de los horarios prefijados (por ejemplo, los 15 mi-
ria para Ia existencia de cualquier deporte, y sólo si se cumple esta pre-
nutos de espera), e imponían Ias condiciones mínimas de las can-
misa es posible practicarlo. Sin embargo, en Ia organización de! de-
chas -medidas, arcos y líneas-, el orden general a seguir durante el
porte competitivo existe otro tipo de normas que estab!ecen Ias
partido y Ia pelota con Ia que clebíajugarse.
condiciones que deben poseer 10s participantes para poder acceder a
EI reglamento también preveía situaciones particulares: si un juga-
Ia competencia, Ia que a su vez debe contar necesariamente con un
dor deseaba cambiar de club, su pase debía ser aprobado por Ia liga;
marco organizativo.
Ias amenazas, insultos o violencias contra el ac1versario o el uf'eree po-
Varios estudiosos han sugerido que, a partir deI análisis de Ias rela-
dían ser causa de expulsión de Ia liga; y también decidía qué hacer en
ciones que cada sociedad establece con Ias regIas (en este caso dei fút-
caso de lluvia o campo de juego en mal estado.
boi), el observador estaría en condiciones de ver aI deporte como me-
Las ligas independientes necesitaban tener una constancia de cada
táfora de Ia vida social. En el deporte existe una raíz democrática,
partido jugado, que debía incluir Ia fecha y el horario dei encuentro, Ia
vinculada con uno de 10s elementos que explican su popularidad: Ia
formación de Ias equipos participantes, y Ias firmas de los capitanes y
existencia de regIas que valen para todos por igual, 10 que a su vez se
el árbitro. Las firmas de esas planillas generaron numerosos inconve-
relaciona con nociones igualitaristas y de cierto valor de Iajusticia. Por
nientes: por cjemplo, si un equipo creía haber sido perjudicado podía
ejemplo, Ia competencia legitima Ias posiciones deI ganador y dicta-
impugnar el partido escribiendo Ia paI abra "protesto". Cuando Ull
mina quién es el perdedor a través dei resultado y el desempei10 de-
equipo recurría a ese procedimiento, tenía que abonar una suma de
portivo, y aI mismo tiempo ubica en un nuevo lugar a Ia individualidad
dinero para elevar el pleito a Ia Comisión de Protestas de Ia liga, Ia que,
destacando los méritos de quienes hayan demostrado poseerlos en el
a su leal entender, podía fallar a favor deI reclamante -devolviéndole el
desarrollo deI encuentro.34
dinero y actuanclo sobre el caso- o, ele 10 contrario, quedarse con el de-
En el desarrollo y Ia difusión dei deporte moderno funcionaron los
pósito pagado y engrosar Ias arcas de Ia liga en cuestión.
dos tipos de normas. En cuanto a Ias primeras, todos los hombres que
La llamada Comisión ele Protesta de cada liga era Ia encargada ele ad-
Ias aceptaron pasaron a estar en Ia misma relación con ellas, es decir
ministrarjusticia en casos ele paI-tidos protestados, edad de los jugadores,
que pasaron a ser iguales ante Ias regIas. En cuanto a Ias segundas, his-
jugadores de otros equipos, retiros de clubes, horarios no cumplidos y ár-
tóricamente presentaron un ámbito de aplicación más restringido, no
bitros impugnados, entre otras cuestiones. Si Ia liga ~ra una inst\~~lci~n
universal, y además quedaron ceiiidas a la evolución de Ias instituciones
democrática, estaba integrada por 10s propi9s ~E.lb~sparticipantes ..~~~o
que Ias idearon yaplicaron.35
había algunas excluyentemente dirigi das por sus organizadores, qu~ ..~o
(Pero qué sucedió, y qué sucede, con este segundo tipo de regIas?
daban espacio a los clubes para hacer oír suvoz. En esos casos Ia Comi-
En el fútbol aficionado portei1o de Ias primeras décadas elel siglo XX
sión de Protestas estaba integrada por Ios propios dirigentes de Ia liga.
existía una permanente disputa por Ia construcción ele ámbitos organi-
Naturalmente, Ia justicia en Ias canchas quedaba a cargo deI referee que
zativos para Ia competencia futbolística. Era habitual que, a través de
cada club proponía antes de empezar el torneo; pero era Ia liga Ia que se
Ias páginas de La Argentina, se tramaran debates sobre situaciones de
encargaba de designarIo para Ias distintos partidos, 10 que generaba in-
infracción ele Ias normas que regulaban Ia compctencia entre los distintos
numerables conflictos. También existían njerees oficiales aI margen de Ias
equipos participantes de cada liga. ..
clubes, designados por Ia liga a pedido de los capitanes de los equipos a
Tomaremos lU1 caso a manera de ejemplo. En julio ele 1906, en el
enfrentarse y cuyos viáticos debían abonarse aparte. Es indudable que Ia
seno de Ia Liga Central de Football, se discutió y se LU\'O que tomar una
organización de Ia justicia dentro y fuera de Ia cancha fue una larea tan
decisión acerca dei cumplimiento o Ia violación de 10s reglamentos por
dificultosa como Ia incorporación de Ia teoría y práctica de Ia adaptación
parte de uno de los participantes en el certamen una vez que este ya
de todos los participantes a una serie de regias.
había comenzado. Los jóvenes integrantes deI Club lvIariano Moreno
habían cometido una falta reglamentaria: en un partido de Ia catego-
ría C habían incluido jugadores de Ia categoría B, infracción que les
había permitido obtener resultados exitosos. Habían violado Ia norma Los ingresantes en este nuevo mundo construido por Ias jugadores afi-
que establecía que debíanjugar con Ias integrantes de Ia lista de buena cionados debían cumplir con una serie de requisitos: contar con
fe, ·lista que el Mariano Moreno tampoco había presentado en tiempo tiempo disponible, tener dinero para costearse Ia cuota mensual )' ser
y forma. La situación fue descubierta y los infractores intentaron re- parte de un equipo con formato de club. Asociándose se pasaba a ser
componerla llevando a Ia casa dei secretario de Ia liga un sobre preda- un sociojugador o jugador-socio, figura que caracterizó a esta etapa de
tado con Ia lista sin que él o su esposa los vieran, pero Ias pescaron in Ia naciente franja de Ia práctica futbolística.
fmganti. EI secretario elevó el caso aIos tribunales de Ia liga r, durante Elm::l:~~ ..~eJ().s ~qll,ipo:s.~~lllbes era flexible y permitía el const'lnte
los días previos a Ia asamblea que habría de juzgarlos, eI hec ho se de- !~_o\fÍD.1j~.!ltçui.~Josjugadores .de uno a otro, Estas cambiaban de club, los
batió en Ia sección de lectores de La A1gentina. EI mundo deI iútbol afi- capitanes de los equipos anunciaban su renuncia con Ia simultánea asun-
cionado se sintió vivamente conmovido por el caso y dia Sll opinión ción de una secretarÍa en otro club, los vocales se retiraban para apare-
desde Ias páginas dei diario. Algunos sostuvieron, en defensa de los cer de inmediato como capitanes de otra institución. Lo~ clubes~quip()s
acusados, que sólo habían actuado con "picardía" y por 10 tanto mere- convocaban ~J~venes jugadores para integrar sus filas, con una única y
cían una sanción leve. Otros opinaron, dentro de la misma tesitura, excluyentecondiçió.n: debían saberjugar ai fútbol. En La Argentina dei 7
que se Ios quería culpar debido aI resentimiento causado por haber ga- de ma)'o de 1907 se publicó 10 siguiente: "EI Club FC Honor )' Libertad
nado el partido. A pesar de estas opiniones favorables aI clu b, Ia reu- hace saber a todos los aficionados ai viril juego dei football, que s~ r~-
nión general de clubes sancionó ai Mariano Moreno con Ia cxpulsión ciben adhesiones para ingresar como socios de este club, s~J~ref!:ere
por un solo voto de diferencia. que seal~ _~~~.~~jY.K'!9_QL~S. Se necesitan bueoos jugadores para
En definitiva, Ia decisión se adoptó en una asamblea plenaria de Ia completar el II team, uo goal keeper, tres halfback.sy dosfarwards".
que participaron todos Ias delegados de los clubes integrantes de Ia liga. Como se puede apreciar, entre Ia masa de participantes o sociosju-
Fue una lucha por ocupar un lugar destacado en Ia escenificación dei gadores se advertía un pequel10 ejército de "mercenarios", para quie-
drama competitivo representado por el desarrollo de un torneo futbolís- nes Ia competencia solía aparecer como un fIO atractivo en sí mismo y
tico. Si bien es importante no generalizar, no obstante podemos afirmar ai margen de los colores que se defendían, cosa que podía modificarse
que Ia cuestión reglamentaria fue el eje que articuló el debate y Ia lucha en cualquier momento. Sin embargo, así como ofrecí(lnu.n)llg<.lX,JOs
por Ia visibilidad. Es decir, el protagonismo mediado por Ia posibilidad clubes demandaban y exigían. Por ejemplo, aplicabal~ sanc.~o~(:~.a los
de incidir sobre el establecimiento de Ias normas que regulaban Ias tor- socios que no pagaban sus cuotas o que violaban Ias normas.<';,!ltll.l\ga-
neos y sobre el desempeno de quienes Ias aplicaban. rias, pero Ias penas tambiénrecaían sobreaquellos que Se cp.!s.e.!1.tª.\J_gn
Desde entonces se abrió una veta, una tensión permanente: Ias re- e_l~.u.l~J?~rtid<:,.x _d..c:j~lJ~I~_a.le..q~;P9eu inferioridad numérica, hecho
gias deljuego debían ser universalmente conocidas y aceptadas, pero que implicaba su exclusión dei team en Ias siguientes partidos, tal como
Ia creación de un consenso acerca de aquellas creadas para organizar se publicaba en La Argentina el 6 de septiembre de 1907: "EI cluD Tro-
Ia competencia futbolística requería, en el mejor de 105casos, Ia delibe- vador i\rgentino informa que los componentes dei team que milita en
ración de Ias instituciones. La posibilidad de modificar 105formatos de laLiga Pellissiei deben reunirse en determinado lugar a una hora indi-
Ias competencias se transformó, a partir de ese momento, en arena de cada para ir a Ia cancha dei contrario. Nota de Ia redacción: todo aquel
conf1icto, debate y choque de intereses entre Ias clubes y 10:; dirigen- socio que faltase se le eliminará dei team quedando suplente, en los
tes -que, recordemos, en Ia etapa de popularización dei fútbol eran a partidos siguientes (o posteriores)".
Ia vez jugadores y socios-. Eo este período apareció Ia categoria .delos simpati~antes: personajes
quê õ.~integrabal~ los equipos y que los clubes congreg;b~~: Atmque Ia
Ct:i?) ele los clu-
amistoso. En este sentido, Ias'C::~I!l.isjº_n.e~_çl.i;~~c_ti.vâ,s
figura deI simpatizante dentro deI mundo futbolístico era diferente a bes necesitaban conocer exhaustivamente eI ambiente para poder
Ia deI sociojugador en aIgunos casos, parece haber sido en otros un elegir a sus adversarios y Ias competencias en Ias cuales participar.
paso previo a ser jugador. ütra tarea que requería mucha atención era Ia vigiIancia deI cumpli-
Buena parte de aquellos jóvenes tenían Ia sensación de formar parte miento propio y ajeno de Ias regIas deljuego y de Ia organización de Ia
de algo y de haber encontrado un lugar que 10s:tobGãb'a, de allí que se competencia. Para cumplir con estos objetivos era imprescindible eI
esforzaran por participar y crear algo nuevo bajo el influjo de Ias j~.~a.s sistemático ejercicio, Ia permanente puesta a prueba deI concepto y Ios
difundidas por Ia e~cuel~ y, sin duda, por el modelo competitivo inglés. valores de 10 que se consideraba justo, 10 cual generaba eternas discu-
A par~ir de ~~ta experiencia, tenía sentido "militar" (actuar, formar siones re~Ial11entarias.
parte). En cierta forma, muchos sociosjugadores exhibían una notable La constante y excesiva atención a Ias formas y los reglamentos po-
vocación de servicio para alcanzar un objetivo que consideraban fun- c1ría entenderse como un macio de hacer que 10 extraordinario y 10
damental: que .'lU club se incorporara a Ia liga oficial. nuevo alcanzaran consenso y habitualidad. EI aprendizaje ele Ias regIas
Los "militantes" de los clubes participaban en Ia organización de Ias eleljuego puede observarse en una carta deI Club Independencia,
ligas independientes que estaban democráticamente organizadas. En publicada eI 15 de septiembre de 1903 en La Argentina, en Ia que acu-
ese marco, de bían asistir a Ias asambleas, donde se trataban temas saba aI CIub General Las Heras de varias irregularidades y criticaba Ia
como Ia constitución de Ias secciones a Ias que se integrarían Ios equi- parcialidael deI árbitro:
pos parajugar Ias torneos, elfixtllre, Ios rejerees; es decir, todo 10relativo
a Ia organización de Ios torne os. Pero nosotros, como en ese momento no teníamos elerecho
Además cumplían, en cierto modo, una función ligaela a Ia logística de protestar, pues cn eI momento deljuego eljuez es el que
ele Ia organización deI partido, ya que elebían acordar cómo encontrarse manda, pedimos ahora que se haga justicia y por eso quere-
y hacer que el visitante !legara a Ia cancha deI local sin tener necesidad mos que se anule el mateh y que efectúe el elía 27 dei co-
de vincularse a través eleI diario, que como se recordará había sido eI rriente en eI gTOund deI Inc1ependencia que posee en Ia calIe
primer moelo ele hacerlo. Las energías estaban puestas en materializar Segurola y Hermes.
Ia competencia organizando Ios campeonatos, tarea que insumía un
tiempo consielerable y que incluso poelía impedir que el jugador que Ia La mención a Ia prohibición de protestar en presencia eleljuez sugiere
realizaba participara deI encuentro. De este modo, aIgunos jugadores que esos jóvenes habían estudiado el reglamen to an tes de jugar el par-
se vieron obligaelos a asumir tareas organizativas, obviamente menos tido. Así, este primeI' momento de difusión remite a un apego algo for-
placenteras para ellos pel'o no obstante fundamentales para eI funcio- zado y poco natural a Ia letra por parte ele Ios jóvenes, quienes aI
namiento deI club. mismo tiempo debían fiscalizar Ia forma en que otro novato -eljuez-
Antes de asociarse a una liga, Ios noveles dirigentes leían sus esta- aelministraba justicia.
tutos, Ios comparaban con otros y decidían. En La Argentina eleI 1º Ahora bien, (en qué consistía eI reglamento? Se elenominaba así
de septiembre de 1907 se lee 10 siguiente: "La CD deI Defensores de tanto aI conjunto de regias que clefinían eljuego propiamente dicho
Belgrano FBC comunica a IasLígas Sigló -X-X};Viflit Crespo que le es como aI estatuto que pautaba Ia organización interna de los clubes
im~osible afiliarse a Ias misrr~;"S'põrn-o estar de acuerelo con Ios re- y sus relaciones en Ias ligas. La mayoría de los participantes 10 enten-
gIamentos". día como una unidad. Esta relación unívoca era, según parece, con-
La militancia también impIicaba estar aI tanto de Ia información secuencia deI estrecho vínculo entre 105fenómenos de difusión ele Ia
apareciela en Ia sección deportiva ele los medios periodísticos, en es- práctica deI deporte y Ia necesaria fundación de un club para poder
pecial La J-b-gentina, cuyas páginas se transformaron en material de es- jugarlo.
tuelio indispensabIe para manejar eI movimiento global deI fútbol
Además deI estudio y debate reg[amentario, Ias jóvenes a,umieron extra. EI club Albión -organizador de un torneo homónimo en julio
voluntariamente una serie de responsabilidades surgidas de Ia necesi- de 1906- invitaba a Ias clubes participantes, desde las páginas de La AT-
dad de proveer de bienes materiales a sus clubes. A esta se sumó ei gentina, a concurrir a una proyección cinematográfica con e[ fin de
aprendizaje y entrenamiento en las prácticas democráticas de funcio- recaudar fondos,
namiento, en Ias que no escaseaban conflictos ni enfrentamientos. La ayuda de "pad,riI.10s"tam?i.~l1 se convirtió en una importante
Los militan tes dedicaban mucha energía a cubrir necesidades varias, fuente de financiamiento para Ia supervivencia de los clubes. Es cono-
entre otras Ia de disponer de recursos mínimos (cobro de cuotas men- ci'd'~era-p~y~ d~Jorge Newery a Ias jóvenes deI CA H~lr~~án en su in-
suales, cuotas de ingreso, rifas). Los clubes cobraban cuotas mensuales tento por afiliarse a Ia liga oficial y conseguir un terreno, entidad que
cuyos valores oscilaban entre $0,30 y $1,50 por mes. Por ejoemplo, el también r~currió a otros '.'~-c-~n·as)p-ara comprar pelotas y solventar
~iub Estudiantil PorteJ'ío cobraba una cuota social mensual ele $0,30 y Ias viáticos deI equipo.36 L~~p~d-;;nos formaban parte de un ámbito
el Columbia FC una de $0,50. La mayoría de Ias clubes no Ia hacía, cercano aunque externo aI club. Pel'o esta distinción no impedía que
con el propósito de atraer más adherentes. La organización d~ rif.?-s,de 1.1npadrino pudiese, en algún caso, ocupar una destacada posición ins-
bienes danados era una tradicional fuente de ingresos. Las donaciones titucional dentro de este. Esa escabrosa cuestión se ventiló en La Algen-
eran abiertamente solicitadas o llegaban por medio de un particular, tina, desde cuyas páginas se planteó Ia posibilidad de que alguien que
como sucedió, por ejemplo, cuando en 1908 un socio donó aI club no fuera socio de un club, como un padrino, participara en Ias reunio-
BocaJrs. 1.1ngramófono, que fue el premio mayor de una rifa ai que se nes de su Comisión Directiva. El interrogante pareció aclararse cuando
sumaron dos relojes también danados. A raíz de esto, se vendieron uno de ellos expulsó de una reunión de su Comisión Directiva a uno
1000 números a $ 0,30 cada uno. Boca Jrs. y muchos otros clubes orga- de Ias presentes aduciendo que no era sacio y el tema concitó el inte-
rlizaban bailes cuya funciónsocial es difícil de calcular y que, graciãS'ai rés de Ia sección deportiva de La Argentina deI 5 de julio de 1906, que
cobro de Ias entradas, sumaban dinero a Ias arcas de Ias en tidades. Sin advirtió, en tono admonitorio, que: "en un meeting de un cl1.1bno
duda alguna, el pedido a Ias vecinos caracterizados deI barrio. e~.gene- pueden entrar personas que no son sacias. La expulsión fue justa".
ral comerciantes, era otro de [os mecanismos a los que apelaban losjó- Con respecto a Ia cantidad de socios de esos clubes-equipos era sa-
venes necesitados de dinero. bido que, en julio de 1908, el club A..nacleto Saravia tenía tres equipos
La escasez de recursos financieros fue una de Ias cuestione~; más pro- y 32 sacias ... o sea, ~o, !.12,t.~c_~.<?s..rn.ª'~H~ºcio_s_q\lc::j~g~clor:~~-socio~.
Sin
blemáticas que debieron afrontar muchos clubes de fútbol. Por ejem- e~??-!go, otrosclubes como Boca,yRiver parecen haber.~e!1,iq9,cÍ~~,~e
plo, en La Argentina deI 17 de octubre de 1907 se lee que el S')uthamp- ~u~inicio_sJ:I.lu<:hosmás sacias que jugadores. EI incremento de aque-
ton atravesaba una terrible crisis económica, que 10 había jJevado aI 1l0si~pJicaba el cre~imien.to del~l~lb, así c~mo una mayor compleji-
extremo de no tener dinero ni siquiera para comprar un sdlo, Fun- dad interna, que en algunos casos producía Ia superposición de funcio-
dado en 1910, un al10 más tarde Vélez Sarsfield, tenía 73 SOClOS Yatra- nes entre socios yjugadores. Para demarcar claramente [as funciones
vesaba serios problemas. económicos. Para resolver Ia situación acordó de Ias miembros, e131 dejulio de 1906 Ia redacción de La Argentina
con Ia céntrica Librería deI Colegio que esta le aportaría $100 y a cam- sostuvo que: "el tesorero en un club 'manda' en cuanto ai dinero. EI se-
bio el club aceptaría a sus empleados como socios y cambiarÍl su nom- cretario, aI sello, y eI capitán, a Ia pelota".
bre por "Librería deI Colegio Athletic Club". Pero el acuerdo duró La dirección de Ias acciones dei club se decidía en Ias reuniones de
muy poco. Ia Comisión Directiva y en [as asambleas de socios. Los temas inclui dos
En algunas ocasiones los pequeil0s campeonatos eran organizados en [a orden deI día de esas reuniones solían estar relacionados con el
por esta clase de protoclubes y el dinero recaudado con Ia inscripción cobro de Ia cuota, Ia inscripción en Ias campeonatos, Ia formación de
de Ias equipos no llegaba a cubrir Ias gastos de compra de [05premias los equipos, Ia cancha, Ias cuestiones estatutarias y Ia elección de [os
prometidos, de allí Ia necesidad de contar con una entrada económica miembros de Ia comisión. E[ club Southampton liam aba el 7 de junio
Los clubes implementaban distintas estrategias para consolidarse, en- publicar los avisos. EI periódico fue receptáculo de quejas y polémicas,
tre ellas Ia gestión de diversas formas de obtener recursos y Ia construc- vehículo y formador de los objetivos y valores de los jóvenes lectores, y
ción de nuevos rituales y sentidos para establecer y sostener un vinculo si bien abrió el espacio ai mundo deI fútbol aficionado, no por ello
"afectivo" con Ia institución. AI poco tiempo de ser creados [os clubes, dejó de advertir Ia falta de seriedad y organización de muchas de sus ligas
los socios ya fomentaban Ia construcción de relatos épicos conectados independientes.
con Ia celebración de los aniversarios y Ia realización de eventos que La redacción se pronunciaba abiertamente en temas de toda índole,
los conmemoraran.37 y su opinión solía ser requerida en cartas que concluían con preguntas
Por otro lado, aunque en un plano más informal, el fútbol aficio- como: "(A quién corresponde Ia victoria en este caso?" o "Rogamos a
nado generaba su propio protoespectáculo, sobre todo enórcunst;otn- usted, Sr. Director, su opinión ... ".40 La posición de privilegio de Ia que
cias especiales comolasfinales de los torneos articuladas.pºu~sasligas, disfrutaba esta sección era consecuencia de Ia apertura y el lugar que
que atraían mucho público y requerían una buena organización. En se dio a sí misma mientras cumpIía una función rectora aI diferenciar
estos casos incluso se llegaba a alquilar estadios, como ocurrió en el Ias opiniones moralmente aceptables de aquellas que no 10 eran tanto.
GEBA, según aparece en La Argentina deI 31 de octubr'~ de 1907. La redacción de La Argentina, el 27 de octubre de 1907, se dirigió así a
(Quiénes conformaban el público dei fútbol aficionado? Algunosjuga- uno de sus lectores: "Antonio Ruano. Rogamos a usted que no nos
dores de Ia liga oficial iban a ver jugar aios aprendices, pero sin duda venga con imposiciones pues nos veremos en Ia obligación de no dar
Ia mayor parte dei público que asistía a este tipo de encuentros estaba cabida a ninguna nota suya. Si su carta no se ha publicado ha habido
integrada por una franja cercana aios jugadores, que comúnmente era motivo para ello".
denominada como "los simpatizantes". Los simpatizantes nutrieron de Con e~ co!r_er:..~eu!.1.~spoÇos anos,el vínculo e.ntre Ias ligas indepen-
socios y futuros jugadores a los clubes. dier:tt~s y Lq Argentina se volvió cada vez más formal y distante. Este
Los periódicos fueron el medio elegido por los jóvenes para hacer cambio podría atribuir~~, aunque resulta difícil afirmarIo, a la~t;~~s-
oír sus voces. Yentre ellos La Argentina les brindó un espacio que Ia ~()E::n_a_ci().I}~sprodvci.das
en el ámbito dei fútbol amistoso. Se advierten
hizo insustituible entre los militantes futboleros. De hecho, Ia sección
.._,~- "_ •... - .....
,".
diferencias entre Ias voces de los lectores-aficionados de 1903-1904 y
deportiva de e§e diario se tr~nsformó poco a POCQ en una entiia.d su~ los de fines de 1907 en cuanto aI conocimiento formal deljuego: re-
perior muchas veces consultada como juez supremo. Si lo~;jugadores gias sabidas, ~e~~rJ~0c.~l1sia~_rl cuanto a su aplicación y-formación
necesitaban saber a quién correspondían los puntos ganados en un c1e_~u_e.rtesliga;i;lcIependientes -ine~-;t~n:tes en 1904-. Haci;- fi~~~de
partido amistoso, sabían que el diario computaba todo 10 jugado y fun- 1907 eldiariose propuso explícitamente filtrar Ia info;~~~ió;~;~ci-
cionaba como un regulador de Ias actuaciones de los clubes. En otras bidade algunas asociaciones ya que en muchos casos, según Ia di~~c-
palabras, el periódico erajuez y a Ia vez funcionaba como medio para ción de Ia sección deportiva, se trataba de I!g<l~"ipf.eriores"ymaIorga-
que cada c1ub fuerajuzgado por sus pares, ai tiempo que imponía cier- !1i~<lªa:s".
EI cambio es significativo porque eran los jóvenes quienes mãs
tas condiciones formales aios torneos y sus participantes cuando, por compraban y leían el periódico. Las modificaciones en Ia línea edito-
ejemplo, exigía que los textos a ser publicados en su sección fuesen rial fueron evidentes en una serie de notas escritas hacia fines de 1907
legibles y tuvieran el sello dei c1ub.38 por lXV.atson, director de Ia sección,en Ias que evaluaba Ia situación
Hemos seiíalado el interés del periódico por practicar una política de de Ia cultura deportiva de esa fral"Úade futbolistas noveles. Para]. Watson,
trato directo con sus lectores. Pero, con el tiempo, esta voc3.ción se fue Ia may?r parte de los clubes y ligas independientes existentes tení~'~~
modificando por el interés de asemejarse aios diarios de Ia gran prensa desconocimiento absoluto dei deporte.
porteiia, más distantes, formales y pedagógicos.39 En este sentido, Ios pe- Por otra parte, Watson hacía campaI'ia en sus notas por el pedes-
riodistas comenzaron a fijar límites y regias, y en ciertas oca:;iones ame- trismo, por considerarIo un claro y destacado ejempIo de sportivismo.
nazaron con imponer Ia más dura sanción aios contravt:ntores: no No era casual que apareciera un discurso ensaIzando eI modelo de Ia
antirril(alidad eq.La ATgent1:na,un periódico donde cotidianamente se
leía gran cantidad de casos que preconizaban 10 contrario. En este sen- 3. Expel"iencia y viLrtud en el fútbo!
tido, el editor encomiaba ai deportista capaz de soportar Ia derrota sin
aficionado .
rencores, apenas como un probable resultado de Ia competencia y, a su
vez marcaba Ia diferencia entre juego y deporte.
Desde 1908, Ia dirección de Ia sección deportiva de La Argentina
aceptó y reafirmó Ia idea de que Ia liga mayor era el modelo a seguir y
adaptar por el fútbol amistoso. Ya no tenía sentido continuar Ias malas
prácticas enquistadas en el fútbol aficionado. AI poco tiempo de lan-
zada Ia campaJ"ia en favor dei desarrollo dei pedes trismo, apareció una
serie d.epronun.ciamientos y llarp.ados a centralizar Ias c0J!lpetenci~s
dei fútbol aficionado. Pero estas intenciones no pudieron cristalizarse
En este capítulo centraremos l1Uestra atención en el análisis
en Ia pr5.ctica. Wa~s~n adjudicó su frustrado intento a Ia enfermiza'.di-
ele Ias prácticas y Ias valores deI fútboI jugado por los jóvenes de Ias li-
fusión deI exitismo entre 10saficionados locáles, que anteponían el de-
gas indepenelientes. Iniciaremos e1 camino repasando brevemente Ias
se~'d~'l~'fi~~a~ión person~1 ai desarrollo de Ias dotes sportivas. EI au-
valores reinantes en el naciente espectáculo organizado por Ia lig'a
tor sostenía que aquelio se dcbía a que en elmundo de Ia competencia oficial. ,
local todo era rencor personal y no verdadero sport, como puede leerse
Como hemos visto, los jóvenes jugadores y Ias dirigentes de Ias ligas
en La Argentina dei 9 de febrero de 1908:
inc1ependientes eran a su vez espectadores de 105 partidos organizados
por Ia liga oficial de fútbol. No todo el público formaba parte de ese
Aquí ambicionamos el triunfo [...] para podemos considerar
universo, ni todos los jóvenes jugadores de ese fútbol aficionado eran
más que l~uestros adversarios y poder decirles más adelante
público de Ias partidos de Ias ligas oficiales. Sin embargo, sabemos que
"yo valgo más que tú". Aquí se ambiciona Ia victoria como un muchos desempeúaban ese doble papel.
medio de reclamo para conquistar renombre, título por el
2Cómo se manifestaban estas coneluctas en los estadios? Era habi-
cual muchas veces se desciende hasta el fraude y Ias malas ar-
tual que el público repudiase, mediante silbidos o abucheos, aIos j'e-
dides. No tenemos cultura sportiva.
ferees o los~ugaelores aelversarios: actitud expresada puntualmente por
los SImpatiZantes de] Alumni, que "silban y hacen burla a los venci.
Watson parecía escandalizado frente el rumbo que habia tomado el
dos", tal como testimonian Ias páginas de La Arcrentina en septiembre
fútbo] aficionado, expresado en Ias páginas que él mismo había " .
de 1906. También eran frecuentes Ias insultos nacidos de Ia propia ac-
abierto. Se sentía frustrado y mostraba tene( pocas esperanzas en Ia po-
tltud parcIal, fruto de Ia simpatía o incluso de Ia alevosa sugerencia de
sibilidad de que se produjeran cambios en 10 que llamaba Ia cultura
105 jugadores deI propio equipo en una incitación a Ia violencia con-
deportiva desarrollada entre los jóvenes futbolistas. A raíz de estas con-
tra 105 jugadores adversarios. "Los partidarios ele Gimnasia y Esgrima
c1usiones, La Argentina C.t~LI_s~lrª-~._c()l:n!é:l17;.os
de 1905e!esp,ac,i9....9.1!e
se portaron mal, incitando a sus favoritos para que emplearan eljucgo
había abier'to varias aii.Q~~ntes aJapartic:ipación elel fútbol aficio.nad.Q
bruto", como aparece en el mismo periódico el 28 de julio de 1907.
en sus páginas.
No faltaron Ias pedradas desde Ias tribunas hacia Ia cancha e incluso
hubo corridas con piedras con tra jugadores, En respuesta a estos in-
cidentes Ia polida intervenía para poner orden, pero en muchas oca-
siones sólo lograba violentar aún más Ia situación motivando 'reacciones
en su contra.
Las instancias
otras formas, como cuando
cancha
derado
de desborde

sin pagar o invadía el campo de juego


injusto. En una carta publicada
en el fútbol
el público entraba
también se expresaban
o intentaba
ante algún hecho
por La Argentina
entrar

en junio
en Ia
consi-
de

de
EXPERIENCIA

Los imperativos de Ia realidad


el púb:lico en general guardaban
~undaclores ingleses habían
Y VIRTUD EN EL FÚTBOL AFICIONADO

demostraron que ni los jugadores


un fuerte apego aIos ideales.que
infundid'o aI fútbol. Ahora bien, si había
73

ni
los
l
Jugadores y un públicodispuesto a infringir esas normas, sin duda tam-
1905 un lector sostenía que Ia corrupción en el fútbol de Ia liga, cu)'os
bién había dirigentes que adoptaban igual actitud.
síntomas se reflejaban en Ia ~encionada invasión por parte dei público,
Según Ia prensa, 105 dirigentes de Ia liga oficial cometían infraccio-
era provocada por Ia incompetencia de 105 árbitros.
nes contra el código de regIas formadoras deI spol·tivislllo, por ejemplo,
Para evitar que el público invadiese el campo de juego comenzaron
debldo a problemas nacidos de Ia constatación de Ias edades de 105 ju-
a plantearse sugerencias relacionadas con el tipo de alambrado -que
gadores de Ias divisiones menores. Pero cabe seiialar que Ias sitllacio-
debía ser alto y tejido- y con Ias acciones que Ia policía debía despIegar
nes Irregulares eran excepcionales. La rigurosidad en el contro] de Ias
ante tales circunstancias, institución que a su vez debía instruirse sobre
inscripciones quedó demostrada cuando un jugador jugó ilegalmente
cómo conàucirse frente a Ia muItitud.
un ?arttdo que su club ganó y ]a directiva decidió ceder ]os puntos'ob-
EI pecado original deI desvío deI sportivismo no sólo estaba relacio-
temdos en vista de Ia irregularidad cometida intencionalmente.43 Estas
nado con el público de Ias tribunas sino también con los principales ac-
acciones ejemplificadoras tenían el propósito de que todos los dirigen-
tores deI espectáculo: los jugadores. Su actuación deportiva, senalaba tes resp'~taran eI sportivismo.
Ia redacción de La Algentina, en algunos casos era desleal, por ejemplo
Por otro lado, los periódicos dI' Ia época a]entaban Ia parcialidad y Ia
cuando lanzaban Ia pelota afuera para dejar correr el tiempo y así al-
falta de ecuanimidad en mucho$ de los matcltes. EI 6 de septiembre de
zarse con Ia victoria, o cuando tenían Ia actitud poco caballeresca de
1906 Ia redacción de La Argentina reconoció que sus comentarios de
no saludar aI final dei partido)' no quedarse a tomar el té como se
los partidos en los que jugaba Alumni eran parciales, ya que centraban
acostumbraba.
Ia atención en ese equipo dejando aios otros de lado.
Para 105 puristas, había una relación necesaria entre Ia condición de
Con el propósito de atraer Iectores, La Algentina fomentó rivalidades
sjJortsman y Ia de jug~dor de primera división. De acuerdo con esta con-
y enemü;tades entre distintos clubes; rivalidades que, con el correr deI
cepción, algunos escándalos eran comparables aI fin deI mundo, por
tiempo, se constituyeron en una tradición. La Argentina era un diario
ejemplo Ias peleas entre jugadores y espectadores que empleaban Ia
de poca monta que para aumentar su tirada se vio ob]igado a estable-
fuerza boxística cuando sus recursos futbolísticos no alcanzab,an para
cer un diálogo permanente Con sus lectores, en el cual periodistas y
superar aI adversario.41 De hecho, algunosjugadores y tear/H tenían un
consumIdores daban Ia cara y se exponían abiertamente. Esas prácti-
abundante currículum de experiencias pugilísticas en medlo de los
cas, aunque con modificaciones, significativas en su grado y calidad,
partidos de fútbol. .
fueron adoptadas veinte aúos más tarde y en otro contexto por el
Otro de los elementos a tener en cuenta aI evaluar Ia conduct<"l de JU- diario Cl'Ítica.
gadores de Ia liga oficial era Ia presencia constante de una riva.lidad
aCllíi.ada en Ia competencia. Por ejemplo, en agosto de 1908 volV1eron
a enfrentarse Estudiantes y San Isidro y nuevamente apareció una "ani-
madversión negativa" entre ambos bandos, síntoma de un "retroceso
en Ia cultura spoTtiva".42 Los árbitros ocuparon desde un principio el
centro de Ia atención y de 105 conflictos. En algunas oportunidades se
Ahora nos ocuparemos de 105 valores, sentires y creencias deI universo
atribuía su ineficacia a una rigidez autoritaria que a veces llegaba aIos deI fútbo) aficionado.44
insultos contra los jugadores. Pero también se los acusaba de ser muy
. L"lviolación de Ia corrección deportiva era un tema candente en Ias pá-
permeables a Ias presiones de estos y de 105 espectadores.
gInas de Ia sección sobre e] fútbol aficionado. Entre Ias incorrecciones
advertidas, el público asistente a algunos partidos de Ias ligas inclepen- La cránica del jugador de Vélez pone de manifiesto que algunas visitas

dientes era considerado parcial y exitista debido a su simpatía hacia el a canchas más o menos lejanas resultaban aventuras riesgosas cuando
el resultado deportivo jugaba a favor dei equipo visitante.
club local y en algunos casos a su estrecha relación con los miembros
de este, ya fuera por vínculos de amistad, familiares o vecinales. En tal Los "simpatizantes" de los equipas no eran meros espectadores, sino

sentido, en septiembre de 1903 se jugó un desafio "entre vecinos" en- participantes en el sentido más estricto de Ia palabra, y esta se veía alas

tre el Club Belgrano de Ejercicios Físicos Y el Maldon~do Jrs. El en- claras cuando un equipo local estaba siendo vencido en eljuego y su
cuentro había sido organizado por el Belgrano y un socio dei local ha- público, ante el resultado adverso, iniciaba desmanes para interrumpir

bía donado el premio. Lo cierto es que, contra todos los pronósticos, el partido. Hubo episodios en 105 que ellocal era vencido y sus partida-

iba gananclo el equipo visitante. Según aparece en La Argentina, los ju- rios "comenzaron a encender fuego tras dei arco", además de robar la'

gaclores locales empezaran a "protestar y a querer boxear" a sus con- copa enjuego; o en que un partido tuvo que terminar antes de tiempo

trincantes mientras el público gritaba contra ellos: "matalo, pechalo, debido a que "el público que presenciaba el partido tomó a trompis sin

hacele un four'. A pesar de estos obstáculos antideportivos, el Maldo- causa al1"eferee y a algunos jugadores visitantes". Debido a 105 reiterados

nado finalmente ganó, resultado que provocó una reacción inaudita incidentes y con el propósito de evitarlos, Ias ligas independientes de-

dei público local, que descargó su desazón contra el refereey los jugadores bieron modificar en algunas oportunidades Ia eondición de local de
un c!ub y obligarlo a jugar sus partidos en terreno neutral.
visi tan teso
De 10 anterior se infiere que el público se condl~o de manera activa y Sin embargo, y en contadas ocasiones, también hubo casos de equi-

parcial. Esta actitud reflejaba, en realidad, que había otras cuestiones en pos visitantes ganadores que quedaron conformes con Ia condueta de
juego además de Ias meramente futbolísticas, como Ia disputa vecinal 105 locales perdedores. La aparieión excepcional de este tipo de avisos

por la superioridad territorial en el barrio. Había clubes pequeli.os con permite especular sobve 10 dificultoso de vencer en Ia cancha como vi-
cancha propia cuyo's simpatizantes residían en Ia zona. Si bien los segui- sitante sin que se produjeran disturbios. Cuando un equipo triunfaba

dores de estos equipos no eran muy numerosos, no obstante eran muy en condición de visitante, y ellocal, a pesar de su derrota, exhibía una
activos y empleab~l.l1 la violencia fisica o verbal contra los árbitros y/ o los eonclucta correcta, 105 miembros dei equipo vencedor difundían Ia
jugadores visitantes en pos de que 51.1 equipo obtuviese el triunfo. noticia en los avisos de La Argentina. Eso ocurrió el 14 de mayo de
Uno de los socios fundadores de Vélez Sarsfield, en Ia revista El Gráfico dei 1907 tras un partido por Ia liga Central, en el que Juventud Portena
9 de febrero de 1935 (citado en Historia de Vélez. Sarsfield, p.l6), evocaba: venció 4 a 2 a Manchester en su cancha de Villa deI Parque. Los gana-
dores anunciaron que "quedan muy conformes con el comporta-
No olvidaré nunca un partido que tuvimos que ir a jugar miento del Manchester, pues durante el match no hubo que lamentar
contra Everton ( ... ] 10 grave sucedió cuando a nosotros, que ninguna discusión".
éramos un cuadrito fuerte, se nos ocurrió ganar 3 a 1. iAhí se Sin embargo, el fútboljugado en Ias ligas independientes tenía la fa-
armó el lío! Aquella buena gente dei Everton hizo todo 10 cultad de enardecer los temperamentos y trasladar Ia lucha a otras te-
posible porque nuestras existencias terminaran [allí]. Tuvi- rritorios: de Ias pies y ia palabra a Ias manos, de Ia caneha aI hospital y
mos que escapar, ponernos a salvo y esperar a que llegara Ia de aIlí a Ia seccional policial. Por ejemplo, en Ia sección policial de La
noche. Entonces, cautelosamente, tres de los nuestros, Ias Argentina dei 12 de septiembre de 1907 se informaba que en el terreno
más guapos, se fueron arrastrando hasta Ia casa vestuario ya de Ias ealles Varela y Primera Junta, mientras se jugaba un partido en el
hurtadillas fueron recogiendo Ia rapa. Cuando volvieron e cual participaban menores, un niii.o había sido herido ele muerte. Si
hicieron el reparto, encontramos que ai que no le faltaba el bien este caso parece excepcional por su final trágico, Ia presencia de

saco le faltaban 105 pantalones. armas blancas no era para nada excepcional en el ámbito elel fútbol
practicaelo en Ias barriadas porteilas.
EI abandono deljuego era una opción recurrentemente empleada provenía de Ias "protestas" o de otorgar premios con un valor menor ai
por los equipos que se encolÍ.traban en desvent'\ia y no aceptaban un anunciado antes de Ia iniciación dei torneo.
resultado adverso. En Ias páginas de La Argentina aparecieron muchos La heterogeneidad deI mercado de clubes y el intento de crear un es-
casos de equipos que se retiraban antes de que terminara el partido pac:io más o menos estable dieron origen a un sinnúmero de situaciones
porque iban perdiendo y no vislumbraban posibilidad alguna de rever- en Ias que Ias fuerzas contendientes no estaban 10 suficientemente equi-
tir Ia situación, dando a entender de este modo que eljuego carecía de libradas para desarrollar un enfrentamiento en regIa. La búsqueda de Ia
sentido ... porque ya no había posibilidad de ganar. En eI pà{tido entre igu<J.ldadde condiciones iniciales; si bien era un principio intrínseco a Ia
Estudiantil de Almagro y La Prensa, jugado el 12 de septiembre de práctica deI deporte, resultaba dificil de conseguir porque en realidad
1907, ganó el primero "3 a O, hechos en el primer half-time. EI segundo era :;istemáticamente eludida por buena parte de Ias participantes. Por
no se jugó por declararse forfait Ias de La Prensa. La misma actitud ejemplo, surgieron inconvenientes por Ia formación de los equipas de
tuvo el Inglaterra, que perdía 4 a O frente ai Caballito y se retiró a Ias Ias distintas categorías en relación con Ias edades de sus integrantes, cuya
45 minutos". franja etaria iba desde los 12 hasta Ias 20 anos. Y se hizo evidente Ia bús-
Las deficiencias organizativas también fueron una arena en Ia que queda de ventajas extradeportivas con el propósito de alcanzar Ia victa-
Ias equipos dirimieron sus éxitos o fracasos deportivos. Unos minutos ria. Por ejemplo, muchos clubes con más de un equipo a menu do inscri-
podían marcar Ia diferencia entre tener que jugar para acceder a Ia po- bían en Ias ligas a su mejor cOl-uunto con el nQ II o el n2 III y no con el
sibilidad de ganar y ganar sinjugar. Muchos preferían Ia segunda op- 2
n I para que este no jugara en Ia primera categoría deI torneo yestu-
ción: diez minutos marcaban Ia diferencia entre caminar por Ia senela viera así en mejores condiciones de ganar. Si un club tenía un solo
cleljuego limpio o abandonar Ia cancha reloj en mano. equipo, casi siempre generaba discusiones eternas porque solía anotarlo
En todos los partidos de Ias ligas inclependientes debía firmarse Ia en Ia categoría II o III, nunca en Ia r.
planilla correspondiente. Si se escribía Ia palabra "protesto", se debía La fraudulenta formación de equipas de divisiones menores conju-
abonar una suma de dinero y recurrir a Ia comisión de protesta ele Ia
gadores de Ia liga mayor también fue fuente de disputas, desafiliacio-
liga. Y si eI caso se determinaba favorable aI acusador, se le devolvia el nes y expulsiones, ya que este tipo de acciones estaban expresamente
importe. No obstante, se discutió hasta el hartazgo si había que firmar prohibidas en todos los regIamentos. Con el propósito de contrarrestar
Ia planilla aunque se protestara o si el mero hecho de no firmarIa im- estas irregularidades, a partir de 1907 se hizo obligatorio presentar Ia
plicaba una protesta. Estas ambigüedades se acentuaron debido a que documentación pertinente para probar fehacientemente Ia edad de
cada liga creaba sus propias normas y Ias fijaba en sus propios regla- los jugadores de Ias planteles.
mentos. De hecho, hacia 1907 existía una do.cena de ligas indepen-
dientes y los clubes que Ias integraban variaban cada aúo, hque provo-
caba una gran confusión que estas utilizaban a veces para obtener Ia
victoria en los tribunales.
La instancia judicial de impugnación dei partido por uno de los
competidores, acción por otra parte contemplada por todos Ios regla-
Tal como lIegó ai país el deporte inglés, el fail' pIa)' y Ia rivaIidad eran
mentos de Ias ligas independientes, fue uno de los motivos que frena- parte dei mismo fenómeno. En opinión de Ias sportsmen, Ia rivalidad
ron el normal desarrollo de algunos campeonatos. La proliferación de debía ser entendida como un circunstancial enfrentamiento capaz de
Ias ligas independientes se debió en muchos casos ai mero interés de producir una tradición competitiva entre Ias rivales. Esta puja era vista
obtener ingresos a expensas dei arraigo de Ia moda futbolística. Las fi- como un condimento y muchas veces se la consideraba necesaria para
nanzas eran positivas si Ias ligas lograban atraer a muchos competido- aumentar el rendimiento. En este sentido, Ia rivalidad era un elemento
res y cobrar a todos Ias cuotas de inscripción. Otra fuente de ingresos de Ia <:ompetencia. Pero una vez concluid~ esta, Ia distancia entre Ios
aclversarios debía desaparecer. La rivalidad era aceptada, pero Ia puja entre quienes deseaban arrogarse el derecho de mejor represen-
enemistad era desaprobada por considerarse ajena a Ia esencia dei tar y defender el pequel10 territorio común.
deporte. A pesar de ser esta Ia tendencia dominante, también hubo enfrenta-
Ya en el acatado mundo de Ias clubes-equipas de aquel entonces, mientos y agudas rivalidades que nada tuvieron que ver con proximida-
PorteI1os de Flores y Estudiantes de Flores entablaron una discusián a des o lejanías territoriales. Según parece, estas disputas fueron conse-
través de La ATgentina en agosto de 1903: cuencia de una omnipresente excitacÍón provocada por Ia competencia
y en toelas ellas es posible advertir cómo Ios aprendices de deportistas se
Los sei'iores que forman parte de Ia comisián dei club Porte- clebatían por ejercer el papel de palaclines de su peque1'io universo.
I10S de Flores han informado a usted que el primeI' team de La rivalidad rápidamente devenía enemistad. La participación en
dicho club ha jugado y ganado un partido de football con el torneos y ligas il11pIicaba forInar parte de un espacio común, doride to-
c1ub Estudiantes de Flores sin especificar con qué team de dos competían contra todos, Este interés por posicionarse en Ia totali-
este club. Ruego a usted se sirva hacer público como un acto dacl deI mundo competitivo se realizó a través elel sentimiento de Ia de-
de justicia que dicho partido ha sido con el 22 team de este fensa ele Ia pequel1o, Ia grupal y Ia vecinal.La práctica futbolística fue
c1ub. AI mismo tiempo, comunico a usted para mayor clari- así transformándose en vehícuIo de reconocimiento de 10 propio y de
dad en 10 que digo que soy capitán dei primeI' team de este Ia ajeno, percibielo esta último como al11enazante. En suma, ser l11iem-
club y en tal carácter he desafiado varias veces ai c1ub Porte- bro dei ambiente futbolístico significaba participar de ese universo
I10Ssin estos haber querido aceptar, reconociendo nuestm Stlpe- simbólico gobernado por Ia rivalidad-enel11istad.
rioridad, )' han infonnado a usted de esa manera no por equivoca- Sin embargo, en otros casos, cuanelo el nacimiento de Ia rivalidad
ción sino po'rque no nos pueden desalojar del puesto que ocupamos nada tenía que ver con cercanías o lejanías territoriaIes, Ia amistael na-
en esta pmToquia. [EI destacado es nuestro.] cía ele Ia mera pretensión de alcanzar el éxito en Ia competencia. En Ias
actitueles sei'iaIadas podía observarse Ia presencia de una permanente ur-
En este caso estaba ertjuego Ia rivalidad entre dos clubes de un mismo gencia por vencer, junto a un impulso -clificiI ele resistir- de exhibirse
vecindario (Ia parroquia de Flores), disputa que podría encuadrarse como triunfador ant.e el conjunto ele Ias potenciales rivales. Para conse-
dentro dei horizonte delfai1-fJla)'. Sin embargo, Ias cosas comenzaron a guir el éxito se apelaba a una amplia gama de medios, desde argu-
ser distin tas. cias reglamentarias hasta reacciones cargadas ele brusquec1ad.
En el marco de Ia rivalidad entre equipos de una misma barriada, el El carácter que fue adoplando Ia competencia ejerció una enOl-me
campo dejuego pasó a ser el campo de batalla donde se dirimiría Ia su- atracción y terminó por instalarse como horizonte valorativo integrador y
perioridad territorial. Charleston y Argentinos Jrs., por ejemplo, eran como signo de virtud. Nac1ie que se considerara footballerpodía queelar ai
clubes-equipos cuyas secretarías y canchas se encontraban a poca dis- margen de esa forma ele sensibilidad. Cuando Ia rivalidad-enemist.ael apa-
tancia geográfica entre sí. En septiembre de 1903 el primero desafiá aI recía, su empl~e obligaba a los clubes a encolumnarse bajo su égida, En
segundo en forma vehemente, y este no tardá en responder y aceptar cambio, si un c1ub desconocía o int.entaba eluelir este principio, sus con-
el reto, aunque advirtiendo que sus objetivos primordiales no pasaban u'incantes podían interpretar su acción como eleshonrosa.
por Ia mera competencia. Aceptaban el desafio para que otros no pu- Algunos periodist.as percibieron como una amenaza ese desnudo ele-
dieran "tacharnos de no querer jugar por el objeto por miedo a ser seo de t.riunfo adosado a Ia rivali.elacl teI1ida de animadversión entre 10s
vencidos, por eso aceptamos el desafio en todas sus partes, rogando aI clubes. En Ia experiencia de Ia lucha competitiva fue conformándose
capitán dei Charleston se sirva pasar por Ia secretaría. Luis Bianchi". una serie de conductas y códigos comunes, Para ello se urdieron
En este caso el partido reflejaba, como ya se indicá, una competencia ciert.as estrategias, como mostrar caras largas y preocupadas frent.e ai
entre vecinos de un mismo vecindario, y en particular expresaba Ia aelversario, quien pasó a ser identificado casi como un enemigo.
EXPERIENCIA Y VIRTUD EN EL FÚTBOL AFICIONADO 81

Una de Ias maneras de erigirse en enemigo y superior era salir -o


Cuando marcamos el primer goal empezaron Josjugadores dei
aparecer- vencedor en Ia mayor cantidad de partidos. En esa tesitura,
N~clOnal a hacer zancadillas, que son fou/s a mi parecer, 10
algunos equipos publicaban resultados favorables inexistentes y hasta
rnlsmo que estiradas, y eJ Tefereeno Ias cobraba. Nuestro ar-
apareció un aviso de un partido no jugado que incluía Ia formación
quero ~~e insultado por un jugador de dicho club y eJ referee10
dei equipo ganador y los goleadores. La repetición de situaciones si-
p~rmltlO. [EI Alsina ganaba 2 a O y el árbitro no daba por ter-
milares revela el evidente esfuerzo realizado por los clubes para pre-
mmado eI partido, con di~z minutos pasados de] tiempo regIa-
sentarse en Ias páginas de La ATgentina como eternos'.ganadores.
mentano, hlZO un gol el Nacional.] Los jugadores deI Nacional
Queda claro que, más aliá de Ia falta de veracidad de los hechos, Ias
el cuaI tengo pruebas de que comenzaron a prender fuego tras
clubes aprovecharon el periódico para mostrarse, aunque sea proviso-
el ~rco de ellos grandes parvas de pasto para impedir el avance
riamente, como exitosos.
alsmlsta;. cuando marcamos el tercer gval, viendo que no podía
La ATgentina y los propios clubes promovieron Ia creación de un espa-
consegUIrei empate, dio concluido el partido, de dos horas y
cio de evaluación para dirimir el concepto que cada uno merecía tener
l1le~la deJ~ego. Para concluir esto, después de cometer gran-
dei resto, de 10 que se desprende Ia trascendencia de Ia publicación de
des IruUSt!CIaSaJ A1sina, se niegan a entregar Ia copa. Pedimos
cualquier novedad en ese periódico. Por ejemplo, a comienzos de agosto
a usted, Sr. Director, se sirva hacer justicia". [La redacción res-
de 1904, dos clubes se pelearon en sus páginas. En respuesta a esta re-
pondió:] "en el mismo sentido nos escriben varios clubes. [EI
yena, Ia redacción sugirió: "Pensamos que es tiempo de que ustedes se
Nacional debe entregar Ia copa] como buenos sportsmen".
pongan de acuerdo y firmen Ias paces, pues Ia polémica traerá un resul-
tado único: el descrédito de ambos clubes". Es decir que respaldaba Ia
EI N~cional era c1ub organizador de Ia liga independiente, que llevaba
opinión generalizada de que 10 que se jugaba en Ias canchas y fuera de
el mlsrno nombre. Había perdido el partido definitorio y no aceptaba
ellas era el crédito o el descrédito, el honor o el deshonor de los clubes.
el resultado que le impedía ganar el torne o que había creado.
Los ganadores tenían cierta premura en publicar los resultados de
EI fútbol -como todo deporte- remite directamente ai acto de se-
los partidos, situación que provocaba Ia reacción inmediata de Ias per-
gtlJr regias. Entre esas regIas debe figurar ajustarse aI resultado, sea
dedores. Para evitar Ia publicación de resultados apócrifos, Ias ligas in-
cual fuere, y para todos los participantes por igual. Esta práctica, bási-
dependientes tomaron Ia decisión de prohibir a los clubes inscriptos
camente demo~rática, implica entonces Ia participación igualitaria,
hacerse cargo de aquella tarea. Las comisiones directivas de Ias ligas eJecutada a traves de estilos propios.~6
pasaron a ser Ias únicas con suficiente autoridad para hacerlo. Además,
. EI ~eporte, tal como 10 conocemos, sólo fue posible en una sociedad
Ias ligas pidieron que no se utilizaran Ias páginas de La Argentina para
~ndlvl.dualista e igua~itaria como Ia cOntempciránea, una sociedad cuyos
polemizar y que, en caso de surgir alguna polémica -por ejemplo, Ia
Il~teglantes reconoClan Ia eXlstencia de leyes universales a Ias cuaIes de-
protesta por un partido-, esta fuera elevada por via administrativa para
blaI1 someter~e. De igual manera, Ia institucionalización de Ia compe-
su solución dentro de Ia liga.
tencJa deportIva dependía de Ja existencia de regIas obI' t .
, . 19a onamente
vahdas para, todos. En este sentido, Ia aceptación de esas regias era una
~eproducclOn -en otro dominio- deI principio ético burgués de Ia
Igualdad en eI.mercado y ante Ia ley.47 Así, estos actores participaban
deI estacbleclmlento de modos de acción ciudadalla y d L' "
e 10rmaClOn
como individuos, siendo en este caso el fútbol un campo más de a _
En diciembre de 1906 se jugó Ia final dei torneo de Ia Liga Trofeo Na- d" '. pren
lzaJe y entrenamlento en formas de participación positiva.48
cional entre Adolfo Alsina y Nacional. Según unjugador dei primero:
Da Marta sugiere que saber perder es un problema más compIejo de
10que habItualmente parece. "Implica aceptar Ia igualdad como axioma
EXPERIENCIA Y VIRTUD EN EL FÚTBOL AFICIONADO 83
y condición fundamental deI juego. Pero es exactament~ esa igualdad
el público rival vociferaba contra sus jugadores "llegando hasta el ex-
inicial Ia que deberá transf<;>nnarse con el correr deI partido, cedlendo
tremo de gritar: 'matalo, pechalo, hacele unfoul, etc.'. La pelea Ia co-
lugar a una disociación en el final. El juego puede operar.co~l~O una IllS-
menzó el capitán deI BeJgrano, mientras que Viola sólo repelió Ia agre-
titución cuandotodos están de acuerdo con Ia dlferencJaclOn estable-
. . sión ", según se puede leer en La ATgentina del 25 de septiembre de
cida hacia el final entre Vlctonoso y derrota d"o. 49
1903. Todos parecían estar ensayando para protagonizar papeJes
La intolerancia hacia Ia derrota por parte de hinchas y jugadores
que luego serían tI'ansmitidos de generación en generación una vez
bien podría haber sido un claro ejemplo de inadecuación~, que es tam-
entrado el siglo XX.
bién conciencia y ejercicio de cierto poder, conciencia dé que Ias re-
En líneas generales, Ja expresión más o menos violenta era funcio-
gias pueden ser infringielas o de que por 10 menos es posible incielir ~o-
nal a Ia obtención de Ia victoria y empleada como medio de defensa
bre el resultado. Sea como fuere, estuvo muy presente en este pequeno
de una dignidad supuestamente en peligro.50 Una de Ias razones de
mundo deI fútbol aficionado hacia principios de siglo y expresó Ia cer-
Ia potencia de este debate residía en que eran Ios mismos jóvenes,
teza de poseer Ia fuerza necesaria para imponer determinadas cuestio-
junto con e1 diario, quienes habían construido ese espacio donde se
nes, como un resultado deportivo o una venganza.
dirimía qué era justo, apto, honorable y también quién detentaba Ia
Tal vez pueda pensarse que no saber perder era un síntoma de falta de autoridad.
conocimiento deI espíritu delfairplay, dado que losjóvenes participan-
Por último, consideraremos otra vertiente deI debate: el respeto y
tes dei fútbol aficionado no aprendieron esa ética en Ia escuela y sólo in-
Ia adaptación a Ias regIas o, por eI contrario, el uso de Ia picardía y Ia
corporaron algunos de sus elementos a través d~ Ia prensa y deI fútbo,~.ele
lIamada "viveza criolIa" para violarias.
Ia liga oficial. Cuando se juega aI fútbo1 necesanamente aparecen Ia Im-
13 picardía en Ia competencia futbolística era funcional a Ia defensa de
pureza", Ia hibridez y Ia mezcla con valores venidos de otros esc~nanos
algo que se consideraba propio, por ejemplo Ia posibilidad de participar
(sumados aios aportados por e1 fútbol oficial); así fue como el jMr pla)'
o ele influir en el resultado eleIjuego. Era un atajo para alcanzar rápida-
finalmente quedó relegado, incluso como modelo ideal. ,.
mente y en forma contundente e1 objetivo deseado, y por 10 tanto era
En cuanto ar ejercicio de Ia justicia, Ias actuaciones de los arbltros
consecuencia de una e1ección racional y valorativa. De este modo que-
ocupaban el centro de 105 debates. Cual~do 105 falI~s se evalu.aban
daba naturalmente ubicada en el extremo opuesto a Ia ingenuidad y con-
como parciales, quienes se sentían perjudlcados tendJan a re.acClOnar
llevaba Ia ambivalencia de ser un pecado de juventud y a Ia vez un sólido
inmoderadamente acusándolos de incompetentes. En un partJdo entre
peldaiio hacia Ia adultez en tanto buen ejemp10 ele1uso de Ia razón.51
Belgrano de Ejercicios Físicos y Malelonado se prodl~o una gresca ge-
neralizada. Según los primeros:

1 El reJeree elegido por nosotros galantemente


Q. (a pesar de sa-
ber que era miembro deI Ma1elonado), abusó de Imestra con-
fianza, hasta tal grado que e1 público presente, muy numeroso,
2Qué hace que un mero entretenimiento se transforme en una activi-
pidió a gritos que se cambiara el TeJeTeepor sus i~usticias. 2". La
dad dotada de un peso y una carga emocional enormes? Cada partido
pelea fue empezada por un miembro dei Ma1donado que, SI
era una posibilidad de demostrar que se poseían ciertas virtudes y una
no nos equivocamos, se llama Viola [W. Rentzell pte.,W.
arena donde se ponían en juego el honor y Ia hombría. En realidad,
Schneidwind sec., V. EstabilIo, capitán].
era una zona de aprendiz;ue y de construcción de modelos deI "deber
ser". Es decir que en cada partido se jugaba mucho más que el resul-
Respondiendo a 10s reclamos ele su contrincante, e1 Club Maldonado
tado de una competencia deportiva, puesto que el fútbol era un
expresó que el referee no era ni había sido socio dei cIub y sostuvo que
compendio de infinitas series de elecciones morales.
EXPERIENCIA Y VIRTUD EN EL FÚTBOL AFICIONADO 85

Se jugaban muchas cosas, y una de ellas era Ia posesión de Ia gua-


Para participar de este universo competitivo habia que aprender que
peza o su falta. En abril de 1906, en un partido entre Rowinsson y Ge-
]a enemistad y el enfrentamiento tenían sus rituales propios: rostros se-
neral Alvear, se acercaba el final y ellocal iba perdiendo. EI campo de
rias, reloj siempre a mano, inteligencia para usar cualquier recurso en
juego fue invadido por 105 simpatizantes dei conjunto en desventaja,
pos de). objetivo y, fundamentalmente, capacidad para identificar ai
Ias arcos desaparecieron y el encuentro se suspendió. EI debate en La
oponente, no ya como un competidor sino como un enemigo.
Argentina significó el cruce de numerosas cartas; en algunas de ellas,
(Qué: significado se adjudicaba a Ia victoria y la derrota en 105 des-
105 dei Rowinsson decían que habí~n sido provocados y lanzaban el
afios fuera de Ios torneos de Ias ligas independientes? La práctica de
reto: "(Ellos creen que el Rowinsson no es guapo?" EI "gu~'po" debía
Ias llamacIos "desafíos por un objeto de arte" aporta un ejemplo es-
demostrar su guapeza en Ia cancha y soportar Ia adversidad con valen-
clarecedor. Estos retos generalmente respondian a un primeI' en-
tía. En cambio "no son guapos quienes se quejan y protestan ", soste-
frentamiento donde se había generado Ia afrenta. EI contendiente
nían 105de! Rowinsson. En Ia última carta de este intercambio, publi-
e~a retado a resolver el pleito, pel'O no "amistosamente" sino po-
cada el 5 de abril de 1906, 105 contrincantes desafiaban a jugar otro
l1lendo enjuego Ia posesión de un bien material, como puede adver-
partido con el fin de "convencerse de cuál es más fuerte de 105 dos".
tirse en La Argentina dei 19 de octubre de 1907: "Argentinos de Ave-
EI carácter que poco a poco adoptaba Ia competencia ejercía una
Ilaneda avisa aI Club Southampton que no acepta mateI! amistoso de
enorme fuerza de atracción, obligando a incorporar el componente ri-
dicho c1ub por Ias causas que ellos saben, pero si es gustoso jugarlo
validad-enemistad como una constante deI fenómeno futbolistico. En
por un objeto de arte; le será aceptado [el desafio por un objeto de
junio de 1906105 integrantes de varios clubes criticaron, en numerosas
arte], siempre que sea en otro field para cualquier dia de fiesta, avi-
cartas aios directores de Ia Liga Trofeo Vuelta Abajo, acusándolos de sando seis días antes".
ser unos seJiores "completamente 'Üenos ai Jootbale'. Por si esto fuera
EI de:;eo de exhibirse como una entidad victoriosa muchas veces im-
poco, sospechaban que sólo les interesaba ganar dinero y 105 conside-
plicaba que en Ia práctica estas valores fueran elevados por encima de
raban poco form,l1es y desconocedores de Ias regIas y 105reglamentos.
Ia necesaria subordinaci6n a Ias regIas dei juego y Ia aceptación de Ia
Se decía que en una oportunidad, cuando 105 delegados de dos clubes
justicia y el resultado. En este sentido, el honor concebido como esen-
peieaban a viva voz, ellos habían reaccionado "riendo a más no poder,
cia naturalizada de la masculinidad -ser "un hombre de honor"-
gozando deI espectáculo", actitud que losjóvenesjuzgaron como peyo- quedó asociado aI triunfo deportivo.
rativa. Los directores de Ia liga aparentemente tenían otras valores y
(Cómo se reflejaron estas nociones en Ia práctica deI juego?
muchas de Ias cosas que hacían 105aficionados les resultaban ridículas.
En mayo de 1906 el Club Atlético Cambrian Pilar y el Club General
Si bien 105jóvenes jugadores parecían estar dispuestos a adoptar Ia ló-
Liniers intercambiaron gran cantidad de cartas con acusaciones mu-
gica dei Jairplay para legitimar eljuego, Ia realidad de Ia práctica compe-
tuas donde cuestionaban si Ias condiciones previas habían sido hon-
titiva cotidiana fue testigo de una explosión de rivalidades, que se carac-
rosas para el equipo ganador, que habia contado con nueve jugado-
terizó por 105ánimos caldeados y cierta dosis de violencia.52 EI fútbol (Ia
res contra cuatro dei equipo vencido. Otra cuestión fue consecuencia
competencia) comenzó a vivirse Ias veinticuatro horas dei dia. Mientras
de Ia publicación en La Argentina, por parte deI ganador, de un aviso
105noveles Jootballers teI1.ían de rivalidad y enemistad sus vidas, los impul-
donde anunciaba el triunfo obtenido, hecho que el perdedor consi-
sores dei Jair play promovian el hábito dei tercer tiempo: un momento
deraba muy poco honorable. Según Ia lógica deI vencedor, 105 argu-
de confraternización con el ocasional competidor una vez terminado el
mentos que 10 acusaban de falta de caballerosidad tenian un único y
juego. En Ia práctica .competitiva de 105 sectores populares era difícil
vergonzante fundamento: Ia derrota. Desde esta lógica habia sólo dos
imaginar una relaéión amistosa con los adversarios fuera de Ia cancha
variable: se perdia o se ganaba. Las últimas pala bras de Ia carta, pu-
una vez finalizado el partido. Sin embargo, no faltaron claras expresio-
blicada en La Argentina el 27 de junio de 1906, refuerzan esta concep-
nes -aunque excepcionales- dei tradicional espíritu deportivo.
ción: "[UstedJ no es un aficionado, no, es uno de 105 tantos que jue-
EXPERIENCIA Y VIRTUD EN EL FÚTBOL AFICIONADO 87
gan ai football por decir 'a mí nadie me ha podido vencer. jNosotros
si ~l1guno se retoba / queriendq metel"Se a guapo / yo le enc<0o un cas-
10 hemos hecho!', y si alguna palabra 10 ha ofendido [... ] ya sabe
tanazo / )' a buscal" quién Ia engendró ".55
dónde me puede encontTar". (EI destacado es nuestro.)
EI honor era entendido como un bien global, necesario para Susten-
EI honor dentro y fuera de Ia cancha implicaba establecer códigos
tar Ia propia individualidad en relación con 10s otros, )' su posesión se
propios y obligaba a poner en relación valores de distinta.s fuent~s,
reflejaba en ciertos gestos, poses y actitudes. En una sociedad como Ia
pero nunca dejó de ser un espacio constructor de lugares, Je~a~qU1as
porte11a de principias deI siglo XX, y para Ios numerosos grupos sin pa-
y distinciones sociales. EI fútbol debía ser jugado de manera VIrIl, con
sad.o y con ~resente, el honor estructuraba Ias distancias y jerarquías
guapeza )' sabiendo lucir Ias habilidades necesarias. E~a Ia arena
sOClales. Casl slempre era 10 único que se poseia, y por 10 tanto se recu-
donde se ponían a prueba estas dones)' donde todos partían de con-
rría a él a Ia hora de exhibirse y se luchaba para defenderIo. En el ám-
diciones potencialmente similares, aunque en Ia cancha )' en Ia vida
bito dei café los hombres hacían uso de Ia ironia, Ia picardia, Ia viveza
había que demostrarlo todo. En este contexto, no estaban bien vistos
y ciertas destrezas y habilidades en condiciones de igualdad y creativi-
el camorrero ni el pendenciero, "quienes con gestos gratuitos, imper-
. d o ostentaClon
., "53 dad, .donde emergían como valores positivos Ia astucia, el equilibrio, Ia
tinentes, solían pelear por pelear, haClen . dlgl1ldad, el orgulIo y Ia habilidad.56
EI honor estaba relacionado con el estatus alcanzado en un mundo
Todo esta sucedía en un contexto de relativo control estatal en cier-
donde los hombres podían y debían competir por el reconocimiento
tas zonas urbanas, sumado a cierto clima de violencia producto de Ull
social. Vale decir que, ai asociar el triunfo o Ia derrota ai honor, el he-
pasado reciente de cruentas Iuchas políticas, jUnto a Ias novedades de
cho de perder en una competencia comprometía su posesión. Para res-
Ias conflictos sociales y sus soluciones represivas.57 En ese contexto
tituirIo se necesitaban respuestas que en algunos casos podían ser vio-
existían fllerzas que pugnaban paI" convertir a esa sociedad en Ul~
lentas o estar vehiculizadas a través de justificaciones varias que en
mundo más o menos abierto y pel"meable a fuertes tendencias indivi-
general tendían a Ia victimizaCión.
dualistas, asociadas a Ia libertad ele expresión de Ias propios sentimien-
Si observamos los valores más reconocidos entre aquelIosjóvenes
tos)' Ia falta de normas internas de controI. Sólo se renunciaba aI indi-
footballers, el honol: ocupaba un lugar central aunque tam~i~n se ub~-
vidu~lismo frente a Ia autoridad o por Ia fuerza. EI igualitarismo
caba en un sitio destacado para el sportsman. Lo que sucedlO en reah-
Impltcaba Ia noción de igualdad de todos Ios hombres y Ia concepción
dad fue un desplazamiento de 10 que el fai?- pla)' consicleraba honor de
de que cualquiera podia ascender en Ia jerarquía sociaI.58
acuerdo a Ia renovada interpretación de los jóvenes jugadores. Por un
En ese marco general, esa generación elejóvenes, a diferencia de sus
lado estaba asociado aI cumplimiento de ciertas normas éticas más o
padres inmigrantes, no se sentia deudora dei pasado. EI pasado era
menos cercanas a Ia conducta deportiva ideal, mientras por el otro
una herencia de 10 aprendido en Ia escuela y 10 experimentado por
quedaba vinculado ai triunfo o a su contra cara: Ia vergüenza y Ia humi-
eIlos mismos, de al1í que adoptaran Ia historia oficial pero construye-
l1ación de ser derrotado y visto como tal.
ran su presen te y su futuro a partir de Ia n ueva experiencia. LIegado
Los cafés y Ia calle formaban parte dei escenario de Ia vida diaria
este punto, cabria formular una hipótesis: Ia formación de estos jóve-
portel1a. En esos ámbitas reinaban valores que asociaban Ia masculini-
nes COI~Opla)'ers ~stuvo dada, entre otras cosas, por su aprendiz~e
dad a Ia honorabilidad y Ia guapeza. En ese universo, ser tenido por
como publIco de futbol, y sus conductas y actitudes, ajenas ai supuesto
"guapo" era el don más preciado. EI guapo era un "taura" que estaba
"deber ser" de todo espectador más o menos tranquilo, no eran exclu-
siempre dispuesto ai enfrentamiento corporal. Habitante dei "arrabal", sivas de los simpatizantes porteúos.59
era un criollo que visitaba los patios de los conventil1os.54 Así se 10 re-
Los jóvenes de Ias sectores populares que adoptaron el fútbol hacia
trata en un fragmento de un tango de Ángel Gregorio Villoldo, com-
principios deI s~glo XX estaban influidos y moIdeados por Ias prácticas
puesto en 1903: "So)' terror dei malevaje / cuando en un b~!le me
habltuales dlsenadas para ellos y por Ios valores dominantes en Ias ins-
meto, / porque a ninguno respeto / de los que hay en Ia reunlOn. / Y
tituciones que Ias contenían. En este sentido, el fútbol fue otro aporte
EXPERIENCIA Y VIRTUD EN EL FÚTBOL AFICIONADO 89

ai proceso de argentinización de los sectores populares, un proceso Todo a través de Ia mediación dei diario. Los participantes se sentían de-
que se coronaría en los ai10s veinte. Esa cultura se produjo dentro dei fel~sores de su cuadra, de su vecindario; eran estudiantes y trabajadores
horizonte común dei asociacionismo, una experiencia de Ia que los jó- reSIdentes en eI lugar, que buscaban diferenciarse de otros jóvenes en un
venes eran portadores, tal como quedó demostrado por su activa mili- proceso que a su vez Ios integraba a un universo mayor, que deseaban for-
tancia en organizaciones, clubes y ligas independientes, donde Ia prác- mar parte: de] todo pel'o manteniendo sus elementos distintivos.
tica deI íütbol se diferenciaba claramente de Ia desarroJlada por Ia liga La formación de identificaciones en Ia rivalidad permitió delimitar
.oficial. Al adoptarIo como novedad y como moda, estos jóvenes instau-
el marc~ de 10,:ue se co~cebía como propio o ajeno. La calJe pasó a
raron una opción no prevista por instituciones como Ia familia, en buena ~er un amblto recreado para Ia competencia, Ia confrontación y Ia
proporción extranjera y en su mayoría atenta a prácticas y tradiciones que IdentIdac!, vale decrr, una franja y arena de disputa. Pel'o este proceso
ignoraban 10s deportes. no, era m'~ramente simbólico: el desarrollo de Ia ciudad en su sentido
Como hemos visto, el fútbol de Ia liga oficial no siempre se ajustaba mas.duro formó parte de él. Comenzaba a ponerse en práctica un nuevo
ai modelo ideal. Los jóvenes que 10 adoptaron 10 hicieron asu manera, sentIdo de pertenencia a un grupo (equipo de fútbol) que defendía un
con prácticas y valores alejados de Ias nociones dei Jair pia)' y cercanos lugar. Simult.áneamente aparecía Ia formación de la identidad portena y
a otros contextos y ambientes ajenos ai deporte tal como se 10 conoeia local (vecl11al):. ~ada una adquiría sentido sólo si Ia otra estaba pre-
entonces. Al hacerlo implementaron tácticas generadas a partir de Ia sente. En definItiva, estos jóvenes participaron de Ia construcción de Ia
experiencia. EI fútbol resultó ser una "zona libre", una región sociocul- clUdad m<:diante Ia práctica y el hacer dei fútbol, que también fue sus-
tural fecunda para Ia creatividad de los jugadores. En esa zona libre tento material de Ia edifícación horizontal y vertical de Ia red urbana.
operó Ia edificación identitari" y fue un escenario de creación con in-
sumos apropiados.
Los jóvenes adoptaron e! fútbol, y en su práctica se colaron valores
como Ia guapeza, elexitismo, Ia búsqueda de Ia visibilidad y el éxito, que
a su vez se combinaron con el honor en una suerte de mixtura que ter-
minó por configurar un valor particular y propio deI ámbito deI fútbol.
Se podría pensar, en este sentido, en un estilo cultural generacional, es
decir, un conjunto de elecciones y combinaciones de bienes y símbolos
culturales que los grupos de jóvenes articularon en un proceso de dife-
renciación y de distancia de los otros, por ejemplo sus padres y Ia cultura
inmigrante.60 EI fútbol era una práctica que ostentaba el valor distintivo
dei "tiempo experimentado en común", un tiempo presente que ac-
tuaba y miraba hacia eJ futuro en disonancia con otros ritmos y experien-
cias culturales que ofrecía Ia sociedad dei momento. La juventud futbo-
lera construyó una comunidad temporal, sus afinidades de sentimientos
y pensamientos eran expresadas a través del fútbo! sin demasiados lazas
con otras tradiciones ya constituidas. Así, esta práctica implicó, en prin-
cipio, Ia creación de un estilo cultural que no trataba de imitar ai vigente
en Ia élite local ni aI dominante en Ia escuela pública.
Dentro de ese marco de emulación y desafios, los jóvenes deseaban for-
mar parte de Ia moda dei fútbol, ese espacio nuevo en construcción.
4. Los espados urbanos
y Ia popularización
de Ia práctica deI fútbol

Para muchos de Ias jóvenes militantes deI fútbol, Ia adopción


de este deporte estaba asociada a Ia fundación ele clubes. Además, con-
sideraban necesario que caela club tuviera un espacio propio, un te-
rreno que pudiera ser usado como field, como campo de fútbol. Contar
con un terreno para tal fin tenía un fuerte contenielo simbólico vincu-
lado a Ia tradición británica de este deporte, que indicaba que cada
club debía poseer su propia cancha. La liga oficial argentina exigía

I
que, en el momento de solicitar Ia afiliación, cada club Ia tuviese y en
,i condiciones rcglamentarias, esto es, con tribuna para el público, y ves-
( tuario }' casilla ele duchas para los jugadores. Y si bien esas condiciones
~.
( no eran necesarias para participar de Ias ligas independientes, consti-
f~
" tuían un aspecto básico para cualquier club que intentara calificar
(
;\
'.1
como competidor con posibilidades.
( La posesión de una cancha propia era uno de 10s vértices de Ia rela-
,
.ü ción deI club-equipo con Ia comunidad deI lugar. En efecto, esta rela-
f
~~ ción en muchos casos surgió con posterioridad y como consecuencia
( 'i:~
{ ele Ia existencia de Ia cancha. Sin embargo, en los primeros a!'1os deI
,~.
nuevo siglo, muchos de los clubes que participaban en Ias ligas inde-
t penelientes carecían de cancha. Si en 1907 existían más de trescientos,
dos tercios de ellos no disponían de ese espacio.
En realielad, el proceso de popularización deI fútbol rue paralelo aI
vertiginoso crecimiento urbano. En eI transcurso de Ias primeras déca-
das, el estado, cl mercado y Ias instituciones ele Ia sociedad civil orien-
taron el desarrollo ele Ia ciudad. En ese contexto, ]osjóvenes militantes
del fútboI hicieron 10 que pudieron y no Ia que quisieron.
Nos cletendremos un instante en una breve elescripción de Ias cam-
bios urbanos ocurridos durante Ias ultimas dos décadas deI sigla XIX
y comienzos deI XX. Los investigadores aseguran que el cambio fue casi ausente en Ias barriadas alejadas, es un claro ejemplo. A pesar de
drá'stico, entre otras cosas debido a un notable crecimiento poblacio- que se fundaron nuevas comisarías, el avance deI control estatal no se
nal fruto de Ia afluencia masiva de población inmigrante. La ciudad ~ustaba aI ritmo de crecimiento poblacionai de Ia ciudad.
duplicó su número de habitantes entre 1900 y 1915 (de 800 mil a más En (onsecuencia, si observamos Ia ubicación de Ias residencias de
de un millón y media) y los extranjeros Ilegaron a representar casi el los jóvenes futbolistas fundadores de 10s clubes participantes de Ias li-
50% de ia población urbana total, cifra que fue disminuyendo hasta gas independientes, mientras una franja habitaba los nuevos vecinela-
Ilegar aI 37% hacia 1936. rios alejados deI centro otros residían CO:l sus familias en el superpo-
EI centro, cada vez más poblado, concentraba Ias activi~ades comer- blado centro urbano, un espacio obviamente inadecuado para Ia
ciales, financieras y burocráticas, mientras que sobre los ejes tI-azados práctica deI fútbol. En ese marco, Ia ciudad y el fútbol fueron escena-
por Ias líneas deI ferracarril se producía una constante y creciente ex- rios m Llchas veces relacionados por Ia imposibilidad de I~s jugadores
pansión territorial. Así fueron forjándose los nuevos vecindarios, aleja- de practicar ese deporte en el mismo barrio donde residían.
dos deI centro hacia el Sur, el Oeste y el Norte, que en un principio se
localizaron en torno de Ia plaza y de Ia estación de ferrocarril como un
emblema civilizador deI suburbio portei1o. Desde 1880 los tranvías fun-
cionaron a tracción a sangre, pel'o durante Ia década de 1910 comen-
zaron a utilizar Ia electricidad, 10 que se tradujo en una mayor cober-
tura territorial y en el abaratamiento deI servicio. EI crecimiento de Ia Los niiios comenzaron a practicar el fútbol en Ia calJe y en los terre-
ciudad también estuvo asociado a Ias oleadas inmigratorias, y el aloja- nos baldíos. De hecho, los partidosjugados en esos escenarios protago-
miento de los recién Ilegados se transformó en un problema recono- nizan Ias primeras narraciones de quienes luego serían jugadores céle-
cido por el propio estado. Durante los últimos decenios deI siglo XIX, bres. A;í 10 refleja una nota de Ia revista La Cancha, publicada en agosto
Ia "solución" -con su secuela de hacinamiento- fue el conventilIo. de 192il, donde se dice que Cesáreo Onzari, el famoso delantero de Hu-
Más tarde, a co;nienzos deI siglo XX, una serie de nuevos fenómenos racál'l y Ia selección nacional:
modificó el panorama. Uno de los más significativos fue el asenta-
miento poblacional en los vecindarios periféricos, donde hacia 1910 ya AI igual que tantos de nuestros mejores futbolers, se inició en
se habían acercado Ias líneas tranviarias totalmente electrificadas. Ade- Ia práctica deI POPUlal- deporte en los baldíos de su barrio.
más, Ia subdivisión en lotes de Ias grandes propiedades y su puesta a Ia Había fundado, con un grupo de chicuelos, eI "Invencible
venta a plazos trajo aparejada Ia posibilidad de Ia "casa propia". Surgie- Football Club ", que sostenía casi diariamente encuentros
ron así Ias nuevos vecindarios alejados deI centro, y el conventillo fue COI1 rivales de Ia vecindacI. ( ... ] AIos 15 ailos, Cesáreo se
lentamente desplazado como hábitat de los sectores populares. til ali ,tó en Ia intermecIia de Sportivo Almagro.
Por su parte, el estaelo orientó a través de Ia legislación el diseilo de
Ia grilla urbana, así como Ia obra pública, Ia educación y Ia prestación Si Ia priictica de este deporte no era bienvenida en los patios escolares,
ele servi cios de segurielad.62 Aunque de manera progresiva y desigual, a tampoco 10 era en plazas)' parques públicos. Excluido de Ias zonas regu-
partir deI segundo decenio e1el siglo XX fue desplegándose una serie ladas, el. fútboI tuvo en Ia calle su espacio primordial. Los noveles y en-
obras públicas para dotar a estos nuevos vecindarios, por ejemplo, de tusiasta~;jugadores se apropiaron de elIa y Ia transformaron en un lugal-
servicios ele agua corriente. No ocurrió 10 mismo con Ia iluminación y de sociabilidad para los varones adultos,jóvenes y nil'ios. Pel'o esta apro-
Ia seguridad, servicios que, si bien estaban cada vez más extendidos en piación no estuvo exenta de conflictividad. Los periódicos denunciaron
los barrios céntricos, eran por aquel entonces casi inexistentes en los que unas "patotas" o "grupos de jóvenes maIevos" se habían apoderado
vecindarios periféricos. La presencia policial, marcada en el centro y de Ias calles porteilas. Yeran muchos los vecinos que solicitaban a Ias
LOS ESPACIOS URBANOS Y LA POPULARIZACIÓN DE LA PRÃCTICA ... 97

sión de una cancha y Ia participación en un torneo, porque deseaban for- Dcspués de hora y media de discusiones 105 50 cios deI club
mar parte de ese mercado concreto y simbólico naciente y en cierta me- General Las Heras tuvieron que abandonar ese terreno y pe-
dida gestado por Ia acción promotora dei diario La Algentina. dIr elllas inmediaciones otro prestado y el cualles fue conce-
Pel'o Ia disponibilidad de 105 medias necesarios para conseguir ese d.ido. Pero el terreno no era adecuado para football ni ejerci-
terreno era enormemente desigual. Muchos entusiastas de Ia iniciativa CIO parecido, sino que era una especie de potrero fangoso y
futbolera no eran sino once jóvenes que vivían en el centro de Ia ciu- pantanoso. Eran Ias 3 pm )' 105 deI club Gral. Las Heras decidi e-
dad y no tenían un espacio físico donde jugar, y en ocasiones tampoco ron jugar cuando ya se nos habían ido 105 mejores jugadores
con qué hacerlo. Paralelamente aI uso espontáneo de Ia calle, el grupo [ ... ] que tuvieron que ser reemplazados por tres del tercer y
tomaba Ia iniciativa, fundaba una protoinstitución y se inscribía en una cuarro team respectivamen te. Por no hacernos tratar de miedo-
,iga independiente. Según aparece en La Algentina de julio de 1~05, el sos y cosa parecida,jugamos. En el terreno no había iínea que
Club Atlético Londres acusaba a su ocasional rival de desafiar a otros marcara 105límites de] field. En el juego, aI patear un corner [se
clubes sin tener "ni field ni pelota, esto ya no tiene ni principio ni fin". cayó el arco y] lastimá levemente aI goal-heeper deI c1ub Inde-
Debido a estas quejas, Ia Liga Central de Football estableció un jixitl7'e se- pendencia.
gún Ia disponibiliclad de canchas, que por otro lado no eran muchas.
EI problema dei terreno era uno de los temas centrales a tratar en Ias Las quejas por Ia existencia de canchas en mal estado eran recurrentes
reuniones y asambleas. Según La /17gentina de junio de 1906, el Club 10 que no s<510demostraba el escaso conocimiento y Ia pobreza de me~
Southampton lIamaba a sus 50 cios a presentarse "a Ia asamblea que se dlOs para mantenerlas adecuaclamente, sino que también atestiguaba
efectuará el 4/5, en Ia cual se tratarán asuntos importantes: 1º El I~ cantldad de clubes cuyos socios vivían lejos de Ia cancha, a Ia que
abono dei mes, 2Q Entrar en trofeo o liga, 3º Conseguir jield. La asam- solo controlaban cuando tenían que jugar -una o dos veces por se-
blea se efectuará a Ias 8 o 9 pm en Ia calle Estados Unidos 1545". mana- mlentras que eJ resto de 105 dias era llsufructuada por intrusos
Estos obstáculos para Ia obtención de un teneno marcaron 105 prime- (vecmos) o por 105 propietarios deI terreno. A estas dificultades se su-
ros pasos de muchos 'de 105 clubes actuales, como el club Excursionistas, maban 10s i I1convenientes para encontrar espacios que contaran con
ai que se le había otorgado un predio en el B<0o Belgrano que se ane- 10s metros necesarios para ser tI-ansformados en canchas con Ias medi-
gaba cada vez que 110vía copiosamente sobre Ia ciudad de Buenos Ai- das reglamentarias. Según consta en La Algentina. de junio de 1905 el
res.65 Algo similar les sucedió a los fundadores de San Lorenzo, quienes club Estudiantes Jrs. acusó aI club EI Plata de poseer una cancha sin 'Ias
sufrieron Ia precariedad y estuvieron en varias ocasiones a punto de de- dimensiones necesarias, 10 cual provocaba que "cuando el goalkeej)er pa-
cretar Ia muerte deI club por falta de un espacio propio adecuado. teaba el 51101, tenía que at<0arla el goal-heeper contrario. [Pero los deI
Los terrenos aptos para el juego pasaron a seI- un bien escaso frente a club El Plata se defendieron sosteniendo que] esto es faltar a Ia verdad,
una demanda sostenida, 10 que inevitablemente provocaba intermina- porque si bkn Ia cancha no es rcglamentaria, ninguno de sus jugado-
bles disputas. Era habitual que dos o más "propietarios" consideraran res es capaz de Ilegar de lado a lado con UI1 s1l0t". c

propio un mismo terreno, causando complicaciones ele difícil solución Hasta aqu:í hemos mencionado 105 problemas que afectaban Ia ad-
en Ias que quedaban envueltos los miembros de muchas protoinstitucio- quisición de lln espacio adecuado para jugar ai fú tbol según Ias regla-
nes. En Ias páginas de La li1gentina de septiembre de 1903 se afirma que mentos oficmles. A partir de ahora analizaremos Ia Iocalización de Ias
el Club Independencia y el Club General Las Heras debían enfrentarse á~eas donde vivían y jugaban Ios entusiastas dei nuevo deporte que ha-
en el terreno deI Las Heras, situado en "Ia calle Berutti [5ic] yvías de! FC bJal1 logrado conseguir un terreno.
Pacífico". Cuando el partido iba a comenzar llegaron otros jóvenes, dei
club Lasal1e, que sostenían vivamente ser dueilos de esc mismo predio.
caso similar fue eI deI club Estudianti1 de Almagro, cuyos jugadores re-
sidían en e1 barrio hománimo pero jugaban en Ias cercanías deI actual
En 1905 Ias canchas se situaban sobre Ias ejes marcados por Ias lí- Parque Chacabuco: ellazo simbólico consistía en "defender eI honor
", s mostI-ando similitud con Ia historia ele Ia estructu- de ese grupo" y, en segunda instancia, eI de Almagro, De hecho, ha-
neas f errOVlana , '
,, d I espacl' os urbanizados y Ios nuevos vecindarios, En bían conseguido su cancha a una distancia de cuarenta cuadras deI Iu-
raclon e os ,
efecto, aI observar Ias canchas de Ia ciudad de Buenos Aires haCla gar donde vivían.
1916, se apreciaba que Ios terrenos de juego no sólo estaban c~~ca de Distintos fueron Ios casos de aquellcis protoclubes cuyos equipos per-
, " smo tam b"Ien d e Ia t rar,1V1'aria La populanzaclon
Ia red ferrovrana, deI, tenecían aios barrios de Flores, Belgrano y Chacarita, ya que jugaban
fútboI se dio, junto a otros fenómenos, en una suerte de haz constl- y residían en eI mismo lugar. Esta cercanía hizo que eI vínculo sobrevi-
tuido por Ia red de! ferrocarriI, sus estaciones y Ias núcl~os urban~s viera a Ia competencia deportiva de Ias ligas independientes y les faci-
que circundaban Ias plazas aledaiías, 10s tI-anvías, los Iote~s, y Ia aCCLOn litá Ia lucha por un espacio propio y también su cuidado. Así, mientras
de Ios entes estatales de controI, administración y educatlvos, ejercían Ia potencia simbólica de ser locales, simultáneamente defen-
Una buena parte de Iosjóvenesjugadores vivía en eI centro de Buenos dían el espacio físico de Ia cancha, uniendo el símbolo yel terreno que
Aires y debía buscar un terreno apto para ser utilizado como cancha e,n se pisaba. Por último, aquellos clubes que no tenían cancha y se inseri·
. I' d 'd Ia'reama'spobladay'yatotalmenteurbanizada.HaCla bían en una liga independiente debíanjugar e1 partido y Ia revancha
sectores a ep os e < , ' , ' ,

1910, Ias circunscripciones que agrupaban a Ias vecmc1anos mas aleJldos en eJ campo de juego contrario. En otras palabras: si un equipo no po-
de Ia ciudad concentraban Ia mayor cantidad de canchas de clubes, Eran seía un campo de juego, o si 10 tenía pero este se encontraba lejos dei lu-
áreas cercanas a Ias redes deI FfCC y tranviarias, que conectaban esas pe- gar de resielencia de Ios jugadores, eI renelimiento y el posible apoyo de
queíí.as agrupaciones físicas y humanas con eI ce~1tro, " amistades, familiares y aIgún público eran menos significativos.
Las canchas de 10s clubes ele fútbo1 que partlClpaban de Ias hgas I~- Repasemos brevemente el caso de Vélez Sarsfield, un club-equipo en eI
dependientes no estaban, obviamente, en e1 centro urbano, es dec~r, que Ia residencia de Ios fundadores y el espacio urbano utilizado para ju-
dentro deI arco cubierto por Ias aCluales Av, SanJuan, Av. La Plata, Río gar coincidían venturosamente. Bacia 1910 Ia zona cercana a Ias vivien-
. Medrano y Av " Santa Fe Desde Ia desaparición de Ia mayor das de sus fundadores -Ia estación eleI FFCC llarnada Vélez Sarsfield, en Ia
d e J aneIro,
cancha de pelota vasca ele Ia ciudad ubicada en Ia Plaza Euskara deI ba- apartada zona Oeste- estaba compuesta por 1800 manzanas, 200 de eJlas
rrio de San Cristóbal, ocurriela en 1902, no hubo estaellOs grandes en poblaelas, 500 semipobladas y 650 deshabitadas, La primera cancha de
eI centro urbano hasta Ia edificación deI Lema Park en Ios úios treinta, Vélez se ubicó en Ia intersección de Ias actuales Juan Bautista Alberdi )'
Hacia 1905 Ios terrenos ocupados por Ios clubes estaban situados en ,Ias Mariano Acosta, En determinaelas ocasiones, cuando se disputaba algún
"orillas" de Ia superficie urbanizada, En 1916 Ias clubes ya apareClan partido y Ias concliciones dei campo de juego eran adversas, se retiraban
66
englobados dentro de Ia zona edificada. . ., ' 10s postes de los arcos y eran reubicados en alguna quinta cercana a este.
De todo esto se desprende que 10s jóvenes futbohstas resldran y ~uga- Nicolás Tv1.Moreno, presidente honorario ele Ia institución, cuenta que:67
ban en territorios que a veces eran uno y eI mismo y otras no, La dIstan-
cia entre e1 lugar donde vivían y eI terreno donde practicaban e1 Juego Una vez metimos Ios arcos en Ia quinta de Olivera (hoy Parque
produjo numerosos problemas con Ios jóvenes que residían cerca.y tal11- AvellanedaJ, porque había menos barro que donde jugábamos
bién usaban eI predio. Muchas veces, Ios que se consideraban eluenos elel siempre, y apareció un paisano a caballo que nos preguntó
terreno io encontraban deteriorado cuando pretendían utilizarIo. quién nos había dado permiso para estar allí. Le dijimos que
Fue eI caso de Iosjávenes que vivían en el céntrico bani o de Once y te- nadie nos había autorizado, pero que nos dejara por 10 menos
nían sus canchas en Floresta o Villa' Devoto, y que cuando jugaban allí de- hasta que termináramos el partielo ... jNos sacó carpiendo!
cían defender a Ia Iejana barriada donde residíanjunto a sus familias. Un
Así, Ia popularización deI fútbol puso de manifiesto que el espacio ur-
bano, alln cuando se hallaba en pleno desarrollo, resultaba inadecuado y
escaso para su práctica. Esta significa que Ias clubes que lograron man-
tenerse y crecer fueron aquellos que pudieron ganarle la batalla a una
ciudad poco dispuesta a recibirlos.
En líneas generales podemos afirmar que Ias clubes nacidos en los
sectores populares que consiguieron sobrevivi r a esta etapa fundacio-
nal fuerol1 aqueJlos en Ias que coincidían Ias áreas de residencia de Ias
jugadores/fundadores)' Ia ubicación de Ia cancha, o bien aquellos que,
aun instalados en otro vecindario, lograron fusionarse con Ia comuni-
dad local. Es decir, independientemente dei lugar donde vivieran Ias
jugadore s/ fundadores.

La búsqueda de un terreno apropiado fue uno de los problemas más


serias qu,~ debieron afrontar Ias nuevos clubes, que se veían forzados
a peregrinar por distintos barrios hasta conseguir un asentamiento de-
finitivo. 1,os terrenos cercanos )' más requeridos, con buenas comuni-
caciones, se loteaban permanentemente y por 10 tanto su precio au-
mentaba en forma constante. Además, sus propietarios no deseaban
alquilarlos sino venderlos, pero Ias clubes no estaban en condiciones
de comprarias. Los más alejados carecían de un sistema de transporte
adecuado o bien se encontraban en espacios sin urbanizar, por 10 que
resultaban poco atractivos. Algunos clubes pudieron alquilar transito-
riamente canchas ya instaladas (como Ia de Ferro), pero ello exigía
una erogación difícil de sostener a largo plazo.
Por otra parte, numerosos clubes debieron emigrar hacia otras zo-
nas de Ia ciudad como consecuencia deI cierre de sus campos de juego.
Las clausuras se producían por diversos motivos: desalojas de tierras
públicas por apertura de nuevas calles, construcción de edificios públi-
cos -por ejemplo. escuelas-, alquiler de predios "expropiados" para ser
usados corno sedes de ferias o exposiciones in ternacionales, desalojas
Preclio donde estuvo ubicada una de Ias primeras cancha~ dei Club de terreno.> privados, que de inmediato eran puestos en venta, alquile-
Vélez Sarsfield, en el oeste de Ia ciuclad. (Fuente: COlTIlSlOnde .
res demasiado altos)' lejanía de Ias predios respecto deI lugar de resi-
Asuntos Históricos deI Club Atlético Vélez Sarsfield, La. hlslona de Velez
Sarsfleld, Buenos Aires, 1980.)
dencia de Ja mayoría de Ias jugadores y sacias. Por ejemplo, Chacarita
Jrs. tuvo su primera cancha en Ias proximidades dei Cementerio de Ia Quiere decir que los jóvenes futbolistas se apropiaron de Ia cilldad
Chacarita, pero debió abandonar ellugar debido a Ia apertura de una concreta -por 10 menos a través de sus percepciones y sus sentimien-
calle. Atlanta, Independiente, Boca y River también tuvieron grandes tos-, con todas sus dificultades y sus aventuras.58
dificultades para conseguir un terreno propio. La organización de Ias ligas inelependientes los obligó a soportar dis-
Más de Ia mitad de los clubes nacidos a partir de Ia iniciativa de los tancias que no resultaba sencillo recorrer. En principio, cabe recordar
jóvenes de los sectores populares debió trasladarse, y en Ia mayor parte que los reglamentos de Ias mencionadas ligas incluían Ia costumbre de
ele los casos más de una vez. Muchos de los que se trasladaron no vol- jugar el partido y Ia revancha. Para los propósitos de nuestro estudio,
vieron a su lugar de origen, aunque mantuvieron esa área como eje de resulta conveniente cotejar los viajes realizados por losjugadores de los
su actividad. Vale decir que los clubes que sobrevivieron a Ias mudanzas equipas que participaron de los torneos organizados por Ias ligas inde-
. /
en algunos casos terminaron su peregrin~e en áreas distantes de aque- pendi entes entre abril y mayo de 1907.69
llas que los vieron nacer. EI análisis dei listado de los participantes de distintas ligas o trofeos
La mayoría de los clubes que tuvieron necesidad de trasladarse se (campeonatos) independientes revela sus pUntos de partida (cerca de
rnudaron a barrios cercanos, otros 10 hicieron a distritos relativa- Ia secretaría deI club) y ele Ilegada a Ias canchas de los otros clubes ins-
mente distantes y un tercer grupo a zonas muy alejaelas. Vale decir criptos. Tomando uno de los cientos de ejernplos, los miembros deI
que una buena parte de los clubes -aludimos sólo a aqueDos que 10- Club Honor y Patria que vivían cerca de Hipólito Irigoyen ai 3300 (Bal-
graron quedarse en Ia ciudad y no murieron en el intento- se afincó vanera) elebían viajar hasta Flores para jugar en su pr"opia cancha; para
definitivamente cerca dei lugar que los vio nacer, donde residían sus enfrentarse con el club Coronel Zelaya, 10 hacían hasta Floresta; .para
primeros socios. Pero hern03 visto que varios clubes se fundaron en hacer 10 propio con el Charleston, debían trasladarse a Retiro para via-
reuniones realizadas en el centro de Ia ciudad porque sus fundadores pr en tren hasta San Fernando. Así, en caela fecha dei torneo reco-
residían o estaban nucleados en torno a empresas o colegios céntri- rrían distintos puntos geográficos ele Ia ciudad ele Buenos Aires y el co-
coso Así nacieron jos clubes lndependiente, Platense y Estudiantil Por- nurbano. Estos permanentes desplazamien tos en tranvía, en tren o a
tei'io. No obstante, para conseguir un terreno debían desplazarse ha- pie, sumados a Ia magnitud dei espacio transitado y Ia novedad de fre-
cia los barrios alejados, y una vez adquirido ese predio se iniciaba otra cuentar vecindarios alejaelos, contribuyeron a crear una sensación ele
historia, que consistía en tramar un vínculo particular con los habi- pertenencia a un mismo ámbito, en medio de Ia multitud de proble-
'tantes dei nuevo vecindario, relación que no sólo modificaba ai ba- mas que debían ser sorteados7o
rrio sino también ai propio club. EI1 Ia mayoría de los casos primó el EI anhelo por participar y competir permitía superar Ias dificultades
eleseo ele participar en Ia competencia elel fútbol, y Ia formación de que a menu do se presentaban, tal como queda ejemplificado en los re-
una identidad territorial en torno a este deporte fue una consecuen- proches y acusaciones con los que el Club Charleston (con secretaría
cia natural de Ia necesidad de construir una cancha y dei apego sim- en Malabia y Corrientes, en el barrio de Villa Crespo) expuso los mo-
bólico que eso generaba. tivos de una derrota en el correo de lectores de La Argentina, el 11 de
Vivir Ia ciudad como una totalidael permitía transformar ciertos lu- octubre de 1906:

gares en terrenos aptos para Ia competencia del fútbol. Así, Ia ciudad


fue adquiriendo, en Ia práctica y en Ias representaciones de los jóvenes, EI domingo 7 deI actual, se jugó un match entre los clubes La-
Ia fisonomía de un universo espacial único -a pesar de los c~:>ntrastes, nús }' CharIeston, menores de 17 úíos, correspondiente a Ia
que fueron a su debido tiempo asimilados y padecidos-o La práctica sección A de Ia Liga Quo Vadis, resultando vencedor el club
. dei fútbol, entre otros fenómenos, hizo que losjugadores y los simpa- Lanús por 1 goal aO. EI motivo de Ia presente es hacerle saber
tizantes percibieran y vivenciaran su pertenencia urbana, es decir, el a Ia comisión y jugadores deI club Lanús, que en 10 sucesivo
hecho ele sentirse ligados a un espacio común finito y compartido. sean un poco más caballeros con Ios clubes que se presentan a
~
jugar, que no digan que el field dista tres cuadras de Ia esta- EI mapa general no estaría completo si sólo incluyéramos en él aios
ción, }' que los esperaría un jugador de ellos en ese puesto, clubes que decían defender su condición de representantes de un pe-
porque cuando nuestrosjugadores llegaron no había ningún quel1.o espacio urbano. Hubo otros que se congregaron en torno ai tra-
jugador dei club esperándolos, y tuvieron que ir pregun- bajo o Ia escuela. Sin embargo, todos intentaron tener un referente te-
tando a todo transeúnte que encontraban dónde se hallaba rritorial, un terreno que oficiara como cancha propia. Así se fue
el jield dei club Lanús; después de muchas peripecias llega- modelando Ia relación entre el todo y Ias partes, a través de un vínculo
ron alfield, que dista como 35 cuadras de Ia estación. Ahora, que percibía ai "otro" como adversario-enemigo, y en el que el conten-
Sr. Director, para ser más breve, le diré, que el field 10 que diente más hostil era generalmente el vecino más cercano. A su vez,
más medía era de 35 m x 40 m y en vez de jugarse 90 minu- para ql)e surgi era Ia figura dei "o tI'O" era necesario formar parte deI
tos se jugaron solamente 60. \ todo: de Ia competencia, de Ia liga y de Ia ciudad.
Si ubicamos el término de este proceso hacia fines de Ia década de
Por aquel entonces existía una red u'anviaria en plena expansión, aun- 1920 observaremos Ia persistencia de los espacios ganados por dece-
que en forma de abanico, que comunicaba algemas barriadas con el nas de canchas, ahora dentro dei área urbanizada y sorteando varios
casco histórico de Ia ciudad. No obstante, y a pesar de Ia amplitud dei obstáculos, como el encarecimiento deI valor de Ia tierra. Los sínto-
área cubierta por el servi cio tranviario, algunas distancias continuaron mas de esta lucha fueron el pa,saje sucesivo de Ia cesión ai alquiler y,
siendo insuperables. Por ejemplo, no existían redes de transporte in- mucho más tarde -en una etapa posterior ai marco temporal de este es-
terbarrial que cruzaran Ia ciudad de Norte a SUl', 10 que dificultaba el tudio-, Ia compra. EI fútbol se in ;taló en Ia ciudad de Buenos Aires a
traslado entre algunos vecindarios -por ejemplo entre Flores y Pa- pesar de que muchos clubes perecieron en el intento de conquistar 51.1

lermo, recorrido que implicaba numerosas combinaciones y trasbor- propio <:spacio dentro de sus límites.
dos mientras Ia conexión entre Ias zonas alejadas y el centro era,relati- En síntesis, durante Ia primera década dei siglo XX, cuando el fútbol
vamente sencilla-. comenzó a popularizarse, surgieron tres espacios diferentes utilizados
Es probable que gracias a estas mismas dificultades, por paradójico que para Ia práctica dei fútbol, cada uno con regiones urbanas más o me-
pueda resultar, pocos portel1os conocieran tan bien Ia ciuda~ en aquel nos circunscriptas. EI fútbol "informal ", jugado por los jóvenes en Ias
entonces como estosjóvenes. Sin duda consideraban que esa VlvencJa dei calles y los terrenos baldíos; el fútbol aficionado de los clubes partici-
espacio urbano era parte integral dei espíritu de aventura y novedad con pantes en Ias ligas independientes, que consiguieron terrenos donde
que vivian el fútbol. En ese sentido, no es casual que muchos fundadores instalar una cancha, y, por último, el fútbol de Ia liga oficial, restrin-
eligieran'e1 gentilicio "portel1os" para bautizar sus clubes. gido a unos pocos clubes con canchas aprobadas por los inspectores de
Este proceso puede asimilarse a una metáfora que relaciona ai "club- Ia asociación.
equipo" (que defendía el pequel10 universo grupal-Iocal) que partlcl- A pesar de Ia fuerte presión originada por el crecimiento urbano, Ia
paba en una liga (que agrupaba a todos los competidores bajo iguales fuerza dei apego simbólico-afectivo dei fútbo] dia un resultado nove-
condiciones) con eI vínculo existente entre el pequel10 mundo local, doso: Ia aparición de una enorme cantidad de clubes, algunos con sus
vecinal, de cuadra, de esquina y Ia ciudad entendida como un todo. La respecti\'as canchas, en el ámbito de Ia ciudad. Ese fue el inicio de un
liga sería, desde esta perspectiva, un encuadre totalizador -como 10 era extraI10 fenómeno y una de !as peculiaridades de Ia asimilación dei he-
Ia ciudad en tanto espacio urbano global-, pues cobijaba a todos los cho futbolístico en Buenos Aires, gran urbe que cuenta hoy con 17 es-
equipos rivales que representaban aios vecindarios. Los equipos com- taclios douro de Slls límites jurisdiccionales, situación sólo comparabJe
petidores forjaron su razón de ser en torno a esos pequel1.os universos a Ias de otras dos ciudades capitales: Montevideo y Londres.
propios, que, por otra parte, no habrían podido existir sin el ámbito
urbano totalizador.
5. Difusión d.e Ia práctica
del fútbol hacia el conjunto
de Ias mstitudones sodales

LAS INSTlTUCIONES SOCIALES ADOPTAN


LA PRÁCTlCA DEL FÚTBOL

Traído a nuestro país por Ias brítánicos y adaptado como


moda por Ias jóvenes de los sectores populares durante Ias dos prime-
ras décadas dei sigla XX, el fútbol impregnó el conjunto de Ias institu-
ciones de Ia sociedad civil y deI estado. Este interés se difundió a Ias
fuerzas armadas, Ias empresas, Ia iglesia y Ias asociaciones de trabajado-
res, como asimismo a algemas partidos políticos de izquierda. Dedica-
remos esta sección a describir ese proceso de inclusión dentro de estos
ámbitos como parte importante de Ia universalización de su práctica
entre Ias varones.
En 10 que atal1e a Ias instituciones militares, el fútbol incursionó en
Ia vida deI ejército argentino como consecuencia directa de Ia apari-
ción dei Servicio Militar Obligatorio, además de Ia inclinación que al-
gtmos jefes uniformados mostraron por é!. A partir de 1905 el ejército
;;.
empezó a contar con una masa de jóvenes conscriptos, algunos de
~"

ellos jugadores de equipos de fútbo!' La superposición de ambas acti-


:~~;'
,
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vidades (como futbolista y como soldado) provocó numerosas tensio-
i_~;
nes. Los clubes y Ias ligas, con el apoyo de Ia prensa, reclamaban aios
directores de Ias unidades militares que liberaran a Ias conscriptos-fut-

r
" bolistas durante los fines de semana. En líneas generales, Ia respuesta
positiva a estas peticiones parece paber dependido más de Ias gustos y
flexibilidades de Ias mandos de cada dependencia que de una norma
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establecida. Los jefes militares no desaprovechaban las oportunidades
c;,

'':' ele expresar sus ideas en torno ai deporte. Por ejemplo, en Ias ceremo-
nias ele entrega de premias ele Ias torneos internos, eliscurrían sobre
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1 y:
aquellos factores que, a su entender, vinculaban ai fútbol con Ia vida
militar. Para ellos, Ias objetivos de este deporte estaban incluidos en
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los de Ia formación de una juventud adiestrada para el cumplimiento
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de los própositos que Ia patria le tenía reservados. De acuerdo con
( esta concepción, se lJamaba "enemigo" aI adversario y se valoraba Ia
( elefensa ele los colores hasta el último instante, tal como 10 requería
Ia custoelia de Ia patria.
( I
La iglesia católica argentina tampoco permaneció aI margen deI pro-
( ceso general de "futbo!ización". No se mostró indiferente ante el hecho
( consumado de! triunfo deI fútbol entre los ninos y jóvenes de Ias barria-
das y propició su práctica dentro de Ias paredes de sus escuelas.71 Un
(
ejemplo característico fueron los colegios salesianos.
l La "Pía Sociedad" es una congregación fundada pO"rJuan Bosco en
( 1859 en Turín, Italia, bajo Ia advocación de San Francisco de Sales, de
aJlí que sus miembros se denominaran comúnmente salesianos de Don
(
Bosco y tuvieran como principales axiomas "civilizar, convertir y educar".
( Lo cierto es que esta comunidad Jlegó a Ia Argentina en Ia década de 1912: Ciudad de Paraná. Equipo formado por soldados conscriptos.
( 1870 con el propósito de ser "algo así como una vanguardia de Ia iglesia, (Fuente: AGN.)

capaz de fundar obras de extraordinaria solidez" y que hacia fines deI si-
( forma útil de controlar a sus alumnos, por 10 que, si su ejercicio permi-
glo XIX ya contaba con una treintena de establecimientos propios entre
t escuelas, imprentas y hospitales. Esa enorme tarea era compatible con el tía que ;,e divirtieran en los recreos y a Ia vez mantuvieran cierta disci-
objetivo de homogeneización de Ia sociedad argentina, en tanto Ia "con- plina, no había que dudar en facilitarles un balón y dejar que eljuego
( I

versión" implicaba un verdadero cambio cultural en el sentido occiden- se desarroJlara, como era usual, en el patio deI colegi073
{ Así como Ias fuerzas armadas y Ia iglesia incorporaron el fútbol y
talizador.72
í Hacia principios deI siglo XX, el fútbol estaba más o menos afin- otros deportes, también hubo algunas empresas que incentivaron su
cado en todos los colegios salesianos existentes en el país. En los más práctic:a entre sus trabajadores. La tradición de formación de clubes
{
importantes de Ia capital, como el Pío IX, Ias estudiantes organiza- eleportivos para Ia ocupación deI tiempo libre de empleados y obre-
( ban pequâlas ligas internas cuya existencia databa de 1908. Se juga- ros nac'ió en Gran Bretana y en Ias Estados Unidos hacia fines deI si-
glo XIX y principios deI XX. Este proceso ha sido visto como un in-
\ ban varios campeonatos intercentros, y Ia Copa Vivot, entre equipos
formados por ex alumnos. Cabe senalar que los equipos de alumnos tento d,e ordenar no sólo Ia vida laboral sino también el tiempo libre
! de los trabajadores, aunque uno de sus objetivos subyacentes y funda-
de las escuelas salesianas no participaban en Ias ligas independientes
( ni tampoco en Ia oficial, y sólo se formaban para participar de tor- mentaks era e! de distanciar aIos trabajadores entre sí, y a Ia vez dis-

! I neos escolares internos. tanciarlos de Ia vida sindical y política. En definitiva, 10 que se bus-
EI fútbol era considerado una herramienta educativa y disciplinadora caba era generar un espacio identitario que uni era a Ia empresa con
(
interna, algo muy distinto de iniciativas tales como fundar clubes o ligas su planteI de trabajadores.
{ asociadas ,con el mundo extraacadémico. La práctica deI deporte den- En nuestro país, esa práctica se inició en Ias empresas ferroviarias in-
( tro de Ias instituciones educativas salesianas dependió en gran medida glesas, pero otras grandes corporaciones imitaron Ia iniciativa. Así fue
de Ias inclinaciones y gustos personales de los maestros, muchos de los creado en 1912 el Club Atlético Louis Dreyfus y Cía., de Ia conocida
(
cuales tenían perfiles de CUll.O intelectual ajenos a Ia promoción de Ias compaiiía francesa dedicada a Ia exportación de cereales, con sede en
{ prácticas corporales. Para e"tos educadores el deporte era sóIo una el barrio de Paternal. En la mayoría de los casos estas iniciativas propi-

(
(
La organización de estas ligas en ciertos casos emulaba Ia de Ias enti-
dades oficiales de fútbol, y los partidos finales soIían disputarse en
grandes estadios y con buena asistencia de público. Debemos tener en
cuenta que en algunas de estas compaüías trabajaban decenas o cente-
nas de empleados, y que a ello se anadía el atractivo de que muchos de
estos equipos incluíanjugadores de Ias ligas oficiales, que tenían un
espacio asegurado en Ia gran prensa portena.
ütro indicador de Ia difusión social de Ia práctica deI fútbol fue Ia
incorporación y organización de torneos por parte de trabajadores y
empleados. En este sentido, [a actividad de Ia Federación Atlética de
Empleados Nacionales -que en los aüos veinte organizaba torneos en
varias categorías y que integró a una gran cantidad de reparticiones-
fue nolable. A su vez, como todo club de cierta envergadura societaria
Equipo de empleados de Ia Empresa Harrods Gath & Chaves. y con instalaciones adecuadas, organizaba torneos deportivos internos
(Fuente: AGN.) entre sus socios.74 E[ fútbo[ jugado por Ios trabajadores, ya fuera en clu-
bes fundados por ellos mismos o por Ias empresas, era visible a través
ciaban Ia formación de equipos de fútbol para que representaran a Ias
de Ia organización de torneos internos, una práctica que poco a poco
compaüías en Ias ligas que organizaban torneos. Más aliá de que fun-
se transformó en hábito y que ha persistido hasta hoy.
daran clubes o sólo equipos, Ia iLiciativa partía en ~uchos casos de los
Así como parte de Ia iglesia y algemas empresas fueron permeables aI
empleadosjerárquicos con el auspicio de Ias patrones, aunque en algu-
nuevo fenómeno futbolístico que tanto ataría aios jóvenes durante Ias
nas oportunidades fueron los propios trabajadores y empleados de me-
primeras décadas deI siglo XX, los sectores de izquierda, en c~mbio,
nor rango quienes crearon clubes bajo eI nombre de Ia empresa.
demostraron poco interés en este deporte. Los grupos an~rqUlstas 10
Desde comienzos de Ia década de 1910 hubo ligas que agrupaban a
consideraban una práctica esencialmente burguesa y abogaban por
Ios equipos ele Ias empresas. Así se crearon Ia Liga Ferroviaria, Ia Ferro-
alejarse 10 más posible de su influencia. Los grupos politizados y sindi-
bancaria, Ia Bancaria y Ia Federación Comercial. En esas entidades, y en
calizados se mostraron distantes y desconfiados ante esas nuevas ten-
ou'as creadas más tarde, participaban equipas representantes de alg\.mas
dencias y gustos. En efecto, veían aI fútbo[ como un peligro en Ia evo-
de Ias empresas más importantes dei país, muchas de ellas asociadas a Ia
[ución hacia Ia formación de Ia conciencia de clase, ya que acercarse ai
exportación de Ia producción agraria, a Ias grandes tiendas comerciales,
espectáculo futbolístico silTnificaba caer en Ias redes de Ia cultura do-
t> r.
y a Ia indusu'ia alimenticia, textiI y editorial. Hacia 1920 Ia Federación minante e implicaba alejarse de Ia "cultura realmente obrera".70 Ade-
Bancaria contaba con equipos de Ios siguientes bancos: Espaüol, Hogar
más, el saber oficial de los medios socialistas, fuertemente impregna-
Argentino, Italia, de Ia Provincia, Caja Nacional de Ahorro Postal, Nuevo
dos por [a tradición letrada decimonónica, consideraba enemigas Ias
Banco de Italia, Hipotecaria, Francés y Río de Ia Plata, Francés e Ita-
tendencias antiintelectualistas de muchos difusores de Ios deportes.
liano, de Ia Nación y Boston. Fueron aüos de gran expansión de Ias es-
Sin embargo, visto desde otra perspectiva, como sostiene Hobsbawm,
pectáculos populares, tanto en el caso deI fútboI como en eI deI teau'o, el fútbo[ fue un elemento que sí incidió en Ia construcción de la con-
especialmente deIllamado "género chico". En Última HOTa de mediados ciencia de clase en el sentido de constituir un aporte para Ia formación
de 1920 se menciona Ia fundación de Ia Liga Teatral de Football, con de una identidad propia. Sea como fuere, es indudable que ejerció llna
equipas de Ias compaüías de Ios teatros Nacional (Nacional Football fuerte influencia sobre 10s trabajadores y algunos partidos y asocia-
Club), Royal Theatre, Arata-Simari-Franco y Ópera, enU'e otros. ciones sindicales europeas, que crearon sus propias organizaciones
dep0rlivas -el Partido Socialdemócrata Alemán es, por supuesto, el
'caso paradigmático-.76
La preocupación de los argentinos era naturalmente similar a Ia de EI 11 de mayo de 1914 el diario La Argentina publicó una nota titu-
sus pares europeos, y giraba en torno aios peligros que implicaba Ia lada "EI incremento dei Jootball en nuestro país", donde se mencio-
oferta de alternativas que evadían a losjóvenes de Ias "verdaderas" pre- naba el a.umento dei número de jugadores y de clubes registrado en
ocupaciones y ocupaciones a realizar en su tiempo libre. EI objetivo de 105 últimos veinte al1os. Según el comentarista, alrededor ele 1890
Ias principales corrientes políticas contestatarias era que el trabajador, existían li clubes y 80 jugadores mientras que en 1914 los clubes eran
en sus momentos de ocio, participara en organizaciones obreras y se 500 y losjugadores, 8000. A su vez, el público había aumentado ele 100
autoeducara, tanto en cultura general como en cultura obrera. a 25 000 espectadores en algunos partidos: "En el país habrá más o me-
A pesar de estas prevenciones, durante Ias primeras dos décadas dei nos 5000 clubes. A 20 partidarios cada uno, más doce jugadores por
siglo XX algunos jóvenes que simpatizaban con Ias ideas socialistas y equipo, tendremos que se ocupan regularmente dei Jootball arriba de
anarquistas participaron de Ia gran iniciativa dei fútbol de Ias ligas in- Ias 150 000 personas".
dependientes y luego dei fútbol oficial. En este sentido, son míticos al- Si bien Ias cifras parecían excesivas, el periodista lograba mostrar Ia
gunos casos de equipas que nacieron geográficamente cerca o bien progresión dei fenómeno que nos ocupa y que sufrió un aumento signi-
b<0o Ia influencia de Ias ideas de Ias círculos anarquistas o socia:Iistas.77 ficativo a comienzos de Ia década de 1910. Es decir que los cambios ocu-
En los anos veinte, estando el fútbol ya completamente popularizado rridos en 1912 tendieron a ampliar el espacio dei fútbol organizado y dei
y el espectáculo en pleno desarrollo, se hizo evidente que era muy espectáculo, por 10 que los distintos ámbitos donde se desarrollaba Ia
atractivo para los jóvenes trabajadores, en quienes, por otro lado, se competencia futbolística comenzaron a reformularse. Así, entre ese aúo
concentraba Ia tarea de los socialistas y comunistas -que por su parte se y 1916 se vivieron los momentos de mayor contacto entre ambos niveles,
vieron forzados a asumir una posición más activa frente a ese fenó- el dei fútboi oficial y el nacido de Ias ligas independientes. Esos pocos
meno-. La organización de Ia juventud dei Partido Comunista (FJC) úios fueron el único período en que clubes con orígenes sociales franca-
llevó adelante Ia formación de Ia Federación Deportiva Obrera (FDO). mente dis:lmiles compartieron el mismo espacio competitivo.
La decisión, a tono con una iniciativa dei movimiento comunista inter- Esta etapa inauguró un nuevo proceso, con Ia presencia de una
nacional, fue un esfuerzo significativo que llegó a congregar a unos 50 franja de clubes más o menos estables. EI incidente que 10 desenca-
equipos, creados en torno de los locales comunistas o en algunos sindi- denó fue Ia división de Ia liga oficial en dos organizaciones paralelas:
catos, y logró organizar varios torneos entre 1925 y 1929. Sin embargo, de Ia original Asociación Argentina de Fútbol (AAdeF) se desprendió
Ia iniciativa tuvo corta vida y alcance limitado, porque pocos clubes al- Ia Federación Argentina de Fútbol (FAF). La escisión se prodtUo a par-
zaron vuelo y llegaron a transformarse en verdaderas instituciones. En tir de conf1ictos de larga data, entre ellos Ia queja ele muchos clubes
1926 10s socialistas hicieron un breve intento de organizar una federa- por el gobierno autocrático y eliscrecional de Ia AAdeF en Ias determi-
ción deportiva propia por iniciativa dei concejal socialista Manuel T. naciones de los ascensos y descensos.79 La propia liga oficial venía su-
López. Este dirigente buscaba, a través de dicha organización, "sustraer friendo cambios en el plano estrictamente deportivo, entre otros Ia ele-
dei café y dei vicio a esa muchachada" de Ias barriadas y sostenía que Ia cadencia y desaparición de! Alumni en 1912. EI Alumni había pasado
actividad física era necesaria para los gremios y el partido. La Confede- por una transformación importante, pues si bien había ganado diez de
ración Socialista Deportiva logró integrar a una veintena de clubes y los once campeonatos jugados entre 1900 y 1911, a partir de 1908 su
tuvo corta vida, alcanzando su momento de mayor auge hacia 1927.78 superioridad ya no era tan notoria. EI indicador más claro de estos
cambios fue el campeonato de 1913 ganado por Racing Club, una en-
tidad sin un pasado asociado directamente ni a Ia colonia británica ni
a Ia élite cl'iolla.
DIFUSIÓN DE LA PRÁCTICA DEL FÚTBOL 115

EI desencadenante de Ia crisis institucional fue un conflicto entre hacia principios deI sigla XX tendieron a desaparecer, y sólo sobrevi-
CEBA y Ia AAdeF: Ia pretensión de Ia liga de cobrar entrada aios 50- Vleron unas pocas. Entre Ias que continuaron existiendo cabe mencio-
cios dei club en los partidos que se jugaban en el estadio, una postura nar Ia LIga 43 (asociada a una marca de cigarrillos), que databa de me-
abiertamente resistida por GEBA. Algunos periódicos alentaron Ia rup- diados de Ia segunda ~écada deI siglo,junto a otras como Ia Poneiia,
tura, convencidos de que una división podría evitar el "monopolio y Ia NaCIOnal, Ia Argentma, Ia Florense (de Flores ta) Ia 10 de M J
U "Ar" ,ayo y a
promover más participación", como se lee en El Diario, en julio de ,~lIon gentma, Ademas, es necesario tener en cuenta que Ia funda-
1912, EI14 dejunio de 1912 GEBA se desafilió y fundó Ia FAF, presi- CIOnde clubes continuó durante todo el perI'odo y c 1I I
, on e a a costum-
dida por Ricardo Aldao, presidente a su vez de GEBA, 10 que dio ori- bre de desa~arse unos a otros, como 10 reseI1aba Ia revista La Cancha
gen a una enconada rivalidad entre ambas ligas. EI efecto más impor- en slu peqlbIel,na sección lIamada "Clubes y ligas independientes", en Ia
talHe de estos sucesos fue Ia gran cantidad de clubes que lograron cua se pu lcaban Ias desafios los lIamado 't '
, s a 111egrar eqUlpos de me-
afiliarse a alguna de Ias dos ligas (en espeáal a Ia FAF), junto con Ia nores, Ia organización de alguna nueva liga, ete.
promoción de algunos de Ias ya afiliados a Ia primera división. Es decir, Volvlendo aI mundo deI fútbol oficial, durante Ia división de Ia
muchos de los clubes que participaban deI mundo aficionado hasta AAdeF y Ia FAF nadie permaneció neutral a Ia rivalidad entablada
1912 pasaron a in tegrar algema de Ias dos ligas, sucediéndose una reno- entI'e ambas. De hecho, Ia mayor parte de Ia prensa favoreció a Ia po-
vación en ambas modalidades, Ia oficial y Ia aficionada. pular FAF.,Por otro lado, Ias ligas independientes se dedicaron a emu-
Una de Ias consecuencias inmeeliatas ele Ia elivisión fue que Ias par- ~~arIa_cantIdad de equipos con que contaba cada una de Ias oficiales
ticipantes de Ias ligas independientes tuvieron Ia posibilidad de afi- .tn anos anteriores Ia liga oficial tenía tres veces menos equipos que I~
liarse a alguna de Ias ligas oficiales y de, una vez en ella, disputar el tor- suma de Ias equipos- I b dI' d .
" c u es e as lI1 ependIentes, pero en 1912 Ia si-
neo de Ia primera categoría. Para coronar el deseo de los jóvenes, y en tuaClOn cambió de plano EI' d ' ,
, , ". . numero e eqUIpas II1tegrantes de pri-
su afán por integrar más clubes y de este modo alcanzar una mayor le- mera dIVlsIon caSI se triplicó entre 1911 ' 1913 .
,, } , mlentras que, por otro
gitimidad, Ias ligas C?torgaban ciertas facilidades a Ias instituciones más lado, Ia relaclOn entre 105 clubes de origen inglés y de Ia élite crio lIa
pequet'ias. Es decir que si Ia política tradicional había sido rigurosa y can Ias naCIdos de sectores populares se via trastocada.
elitista en materia de afiliaciones, ahora acababa de producirse un Las. modificaciones operadas a partir de Ia división de 1912 tuvieron
otro tipO de conse .
cambio significativo. Junto con esto, fue notable Ia gran cantidad de cuenclas, ya que conformaI-on Ia nueva constelación
clubes que se desafiliaron de Ia institución madre (Ia AAdeF) y simul- de valores que regiría Ia pl"áctica deI fútbo! y su organización. En este
táneamente solicitaron su inclusión en Ia FAF. Una de Ias razones más sentIdo hemos visto qu I]' fi' ,
, .', e en alga o "lClal pnmaban cierto elitismo y
aducidas f le Ia desconsideración que Ia entidad había tenido hacia los dlscreclOnalIdad en Ias decisiones adm' 't .
. ll1IS ratIvas y que, paralela-
pequeílos clubes. mente, en elJ~ego dominaban ideales imbui dos de los valores deI Jair
Otra de Ias medidas de Ias ligas consistía en ayudar a algunos clubes pia)'. En c.a~blO. en el fútbol aficionado reinaba un clima de mayor
a cubrir sus vaeios financieros para poder participar de los torneos en predIsposIcIon a Ia vid t'" d '
a par ICIpatlva e Ias orgamzaciones, tanto en Ias
mejores condiciones y, muy especialmente, conseguir un terreno pro- ~Iubes como en I~s ligas independientes, a 10 que se sumaba un depor-
pio. Además, Ia FAF realizaba controles laxos y benévolos cuando debía tlV1smomucho mas tenue. Los cambios ocurrielos desde 1912 modifica-
inspeccionar Ias canchas de Ias recientemente afiliados. Pese a ello, no r~n esta ecua~i~n: los dirigentes de Ias ligas oficiales seguían conside-
todos Ias participantes deI fútbol aficionado pudieron ingresar en el ran~ose I,os unlCOS custodios deI Jair pia)', pero tendían a ser más
fútbol oficial. partlcIpauvos y democráticos en Ia dirección de Ias instituciones.
La transformación hacia 1912 así como Ia incorporación de Ia prác- S111embargo se alza' ,
. , " ,lOn Voces que teITIlan que Ia multiplicación de
tica de! fútbol aI conjunto de Ias instituciones sociales disminuyeron Ia eqUlposlmp!lcara elmcumplimiento de los códigos morales deportivos.
importancia de Ias ligas independientes. Tal como habían aparecido Can actItud paternalista y pedagógica, algunos dirigentes y Ia prensa
hicieron alarde de sus pretensiones de liderar eI control estricto dei com- nueHras credenciales, jno nos dejaron entrar! Tuvo que inter-
portamiento de los jugadores y'eI público dentro de Ias canchas. En defi- venir el doctor Cullen, presidente de San Isidro y todo un ca-
nitiva, desde 1912 Ias ligas venían emitiendo declaraciones en Ias que ex- ballero, quien comprendió de inmediato Ia situación y nos
plícitamente instaban "a conducirse caballerosamente, guardándole [aI] abrió paso pidiéndonos disculpas. EI portero se había extra-
adversario y [aI) referee el respeto debido por los buenos spoTIs17len". En La i1adc>ai vemos humildemente vestidos, cori pal1uelo ai cuello.
( )

Mmiana del12 de julio de 1912 se lee una declaración de los dirigentes a Pensó que siendo Blanco presidente y yo vice, sólo podía~10s
I manera de prevención, donde se advierte el temor de que otras maneras ir cou cuello duro ...
\ \ de jugar ai fútbol puedan contaminar el mundo deI fútbol oficial:
Los jóvenes de Huracán no cultivaban Ias maneras de quienes habitual-
(
[La FAF contribuye) aI perfeccionamiento de aficionados y mente enr:raban en el club ni tampoco vestían como ellos, y frente a Ia
\ quiere moderar Ias exaltaciones pasi.QnaIes propias de su na- actitud recelosa dei empleado, los dirigentes dei San Isidro actuaron
( turaleza intrínseca. Para eso recomienda aIos jugadores acla- de maner:l paternalista y comprensiva.
mar a sus contrarios y ai árbitro antes de corpenzar y después Entre 1912 y 1916 Ydebido a esa convivencia, los clubes más tradicio-
de finalizar el partido, resulten o no vencedores, debiendo el nales, que llevaban ya varios aúos en Ia liga, modificaron su actitud
capitán lanzar el prime r ihurrah! ritual. frente a Ia competencia. Hubo un deslizamiento de los valores asumi-
\ \ dos por 10; así llamados "aristócratas" deI deporte. Los participantes de
Además de Ia escisión de Ias entidades rectoras deI fútbol oficial, estos los sectore:s populares se estaban adueúando de Ias ligas y practicaban
(
anos también fueron de convivencia entre clubes de muy diferentes un fútbol que asociaba casi exclusivamente el honor aI triunfo. A raíz
( orígenes sociales y culturales, como por ejemplo San Isidro y Racing de ello, 10s pretendidos spo'rtsmen abjuraron poco a poco deI "noble"
Club. Según se narra en Crítica el18 de octubre de 1915, estos equipos deseo de vencer, contemplado y difundido por el propio fair pia)'. La
jugaron su partido y se produjo un "apÍ1'i.amiento" desacostumbrado plausible aspiración aI triunfo acabó por confundirse con Ia lucha por
para los habituaIes"asistentes a Ia cancha deI club de Ia zona norte, aso- Ia victoria a toda costa y a través de cualquier medio.
ciado a grupos sociales tradicionales. Se habían sobrevendido entra- La consecuencia de estos cambios fue una paulatina pérdida de interés
das, y quienes habían llegado tarde compraron sus correspondientes en eljuego, yfundamentalmente en el cumplimiento de Ias regIas forma-
ubicaciones populares a $1 pero ya no encontraron lugar en Ias tribu- les necesarias para su funcionamiento. Hasta no hacia mucho, Ia liga ha-
nas. Es decir que en los partidos com unes de liga comenzaron a produ- bía sido esc:enario de encuentros entre camaradas permanentes u ocasio-
cirse situaciones que antes sólo ocurrían en los grandes partidos interna- nales. Pero ahora esa arena competitiva se estaba transformando, se
cionales o en los clásicos locales. estaba cargando de una energía emocional y de apegos excesivamente re-
Los clubes recientemente incorporados a Ias ligas oficiales tenían há- glamentari.;tas que no estaban dispuestos a seguir. Los voceros iniciales
bitos que en muchos casos contrastaban con Ias costumbres de Ias enti- dei ideario deI fai?' play fueron replegándose sobre sí mismos, aducieL1do
dades más tradicionales. A raíz de ello se produjeron situaciones para- que el football que se practicaba en el medio oficial había sido despojado
dójicas, como Ias relatadas unas décadas después (febrero de 1935) en de su sentido esencial. Efectivamente, Ia competencia deportiva oficial
Ei GTáfico: había ido cambiando sus formas y contenidos éticos desde 1912. Concre-
tamente, Ia mayoría de los jugadores pasaron a ser ex jugadores de Ias li-
Cuando Germán Blanco era presidente y yo vice, Huracán, gas independientes, habituados a otro tipo de conductas y valores. EI ám-
ya en primera, tenía un partido con San Isidro y a!lá fui- bito de Ia liga oficial dejó de ser el exclusivo reducto de los sport1llen para
mos nosotros, jel presidente y el vice! Pues bien, cuando transformal'se en un conglomerado heterogéneo de jóvenes a quienes
!legamos a Ia cancha dei aristocrático club y mostramos nadie habí? ensel1ado Ias rígidas regIas de Ia continencia emocional. Y,
hacia fines de Ia segunda década dei siglo XX, esos jóvenes eran los úni- y mejorar su infraestructura, y en especial para resolver el pago elel alqui-
cos jugadores de Ia liga. Los nuevos Jootballers no tenían Ia c1ase dei sports- ler dei terreno y poder realizar Ias inversiones requeri das para construir
rnan ele pura cepa, por 10 que se volvió necesario imponer Ias 110ciones y Ias instalaciones y ocuparse de su mantenimiento. A pesar de eso, Ja vida
Ias prácticas dei Jair piay desde Ia prensa y Ia dirigencia de Ia liga, ya que social extrafutbolística registró un lento crecimiento, y algunos clubes
no nacían de Ia iniciativa individual de cada deportista. fueron sede de actividades sociales y cu!tUl'ales organizando torneos atlé-
ticos y bailes que apuntaban a Ia meta central, que no era otra que Ia bús-
queda de recursos.
EI cobro de entradas a Ios partidos fue tema de encendidos debates
periodísticos. Cuando un club chico se enfrentaba con otro mayor, el
partido significaba una potencial y extraorclinaria entrada de dinero
A raíz de Ios cambios ocurridos en 1'912 muchos clubes accedieron a para Ia institución más pequeii.a, y por esta razón los clubes cubrían el
alguna de Ias ligas oficiales y lograron el ascenso a Ia primera divisi~n. perímetro de sus canchas para evitar que algún transeúnte viera el par-
Además, hubo mayor tendencia a su participación en Ias dos federacJO- tido sin haber pagaclo su entrada. Este tema revestía enorme imponan-
nes. Là ampliación deI mundo competitivo trajo como consecuencia Ia cia para los clubes porque el dinero recaudado con Ia venta de entradas
concreción de más pases de jugadores entre clubes. Muchos directivos constituía Ia mayor parte de Ios recursos financieros dei club.
y jugadores se vieron tentados a introducir prácticas afines ai profesio- En Ia segunda década dei siglo XX comenzó a desarrollarse un mo-
nalismo, algo absolutamente ilegal. La ambición por integrar alguna vimiento que se tornaría habitual: Ia apertura de un "mercado" de pa-
de Ias ligas agudizó Ia lucha de Ias entidades por conseguir o mantener ses de jugadores entre clubes, un espacio donde Ia liga deIegaba dema-
terrenos y canchas. siadas facultades confiando en Ia buena voluntad de los participantes.
A partir de 191210s tradicionales ideales de Ia liga fueron adoptados, ai Así fue apareciendo gradualmente una dura viela de competencia en el
menos como discurso legitimante, por los dirigentes deportivos vincula- marco de lógicas, tonos y ambientes complejos y êonflictivos.
elos a los grupos elii-igentes criol1os, cuyas profesiones estaban ligadas a Ia Los dirigentes comenzaron a tentar ajugadores de otros clubes con di-
explotación agropecuaria, el asesoramiento de compaúías exportadoras nero o empleos para convencerlos de pasarse de un club a otro. Eso suce-
y Ia abogacía. Estos siempre habían estado ligados a clubes participantes dió con eljugador de ArgentinosJrs., Caballero, quien en septiembre de
en Ias ligas.so Hasta los aúos veinte era posible observar pocos "eloctores" 1912 fue tentado reiteradamente por dirigentes dei club Hispano con Ia
y muchos "dones o seúores" en los clubes, no así entre estos últimos, oferta de un buen empleo. Caballero, por entonces desempleado, no
que, en su mayoría, eran personajes que gustaban elel fútbol y tenían pudo resistir Ia invitación, 10 que provocó una seria crisis entre los dos clu-
pretensiones de visibilidael y poder, y en algunos casos cierta sensibilidad bes. En este y otros casos, aIgunos periodistas consideraron que Ia sola
social asociada por ejemplo a Ia caridad cristiana, como era el caso de propuesta de los dirigentes era ajena a Ia ética. Si Ia decisión de cambiar
Adrián Beccar Varela.sl Los gobiernos de turno participaban en Ias gran- de club provenía deI propio jugador, Ia enticlad no debía detenerlo; pero
des decisiones futbolísticas a través de esas personalidades notables que el futbolista necesitaba Ia aprobación de su club de origen. Según los cro-
dirigían Ias ligas, por ejemplo en Ias mediaciones para alentar Ia fusión nistas, los dirigentes adoptaban esas actitudes debido aI clima de fuerte ri-
de Ias entidades. Así fue como Ias ligas divididas en 1912 terminaron por validad transformada en guerra larvada por Ia búsqueda dei éxito. Así co-
unirse en 1915 en Ia Asociación Argentina, hasta 1919, para el otorga- menzó el proceso que transformó ai sociojugador en unjugador abierto
miento de subsidios y préstamos. a escuchar ofertas. Yapareció por primera vez elllamado "golondrineo",
Las mayores preocupaciones y ocupaciones de los clubes porteJ'ios término que denotaba el pasaje de jugadores de club en club allO tras
continuaron girando en torno a Ia solución dei problema de Ia posesión ali.o. En otras palabras: así nació el "mercado" de jugadores talentosos.
y propiedad de un estadio. Los clubes necesitaban clinero para sobrevivir Pel'o ese espacio de intercambio debió enfrentar grandes obstáculos
f
(

(
(

( debiclo a Ias convicciones de buena parte de los actores y a Ias casi siem- EI nuevo clima reinante en el fútbol oficial tuvo una presencia
( ) pre inestables economías de los clubes. más activa de Ias rivalidades territoriales. Comenzó a imperar con
Las primeras denuncias de profesionalismo ilegal databan de junio mayor fuerza una lógica que sostenía que había que redobIar esfuer-
( zos y hacer 10 posible y 10 imposible por derrotar ai rival más encar-
de 1911.82 En Ias páginas de La Maiíana, en abril de 1916, se debatía si
( Ia provisión de toallas y valijas aios jugadores por parte de los clubes de- nizado. EI jugador de Racing Juan Ohaco, que trabajaba como em-
( bía considerarse una práctica "profesional". Estas prestaciones básicas pIeado en el Municipio de Avellaneda, sufrió Ias consecuencias de
eran consideradas "concesiones y dádivas aios jugadores, que pueden tener unjefe simpatizante dei tradicional rival, quien le impedía cum-
(
ser el principio dei fin, [y podrían generar] funestas consecuencias plir con 10:; horarios previstos para entrenarse, según apareció en La
( para el deporte". Ma1iana el19 de julio de 1912. Si el empleador era simpatizante dei
( Todo el ambiente futbolístico estaba pendiente de Ias visitas de los club rival dei equipo donde jugaba su empleado, podía obstaculizar Ia
equipos británicos en gira, y era i1atural comparar Ias perJormances de los disponibilidad horaria dei futbolista con Ia intención de que sus mús-
(
"maestros" con Ias de los "nuestros". EI martes 9 de julio de 1912jugaron culos no tuvieran Ia necesaria plasticidad a Ia hora dei partido.
( el Swindown, en gira, y Ia Selección Argentina.83 La visita dei equipo bri- Las rivalidades no eran sóIo locales. Los partidos entre uruguayos y
( tánico, por su condición de profesional, desató una serie de polémicas e argentinos estaban marcados por una fuerte confrontación, que some-
interrogantes sobre Ias enseúanzas que había dejado su juego. A 10 que tía aIos jugadores a un "trato ofensivo de paIabra y de hecho ", cosa
un cronista respondió sin preámbulos que "no ensenaron nada". En de- que estaba muy alejada de Ios principios deportivos dei Jair pla)'.8~ En
finitiva, los ingleses -a pesar de ser profesionales- no jugaban mejor que ese mismo tenor, en los estadios comenzaron a reiterarse ciertos he-
los amateurs locales, con el agravante de que, según Ias crónicas, apela- chos asociados a conflictos entre los jugadores, o entre estos y el pú-
ban a estrategias poco deportivas para cumplir con su único objetivo: ga- blico. Naturalmente, muchas grescas tenían como eje Ia actuación de
nar. En conclusión, el profesionalismo era en esencia "antideportivo" y 10 s reJerees.
no era garantia de gue el deportista realmente fuera virtuoso. Es imposible estudiar eI espectácuIo sin tener presente a Ia prensa.
No resultó extraiio que, junto aios primeros casos denunciados de En este sentido, uno de los cambios más significativos de esta etapa fue
marronismo, aparecieran consideraciones sobre Ia necesidad de un que Ias periódicos dedicaron cada vez mayor espacio aI fútbol. Esas pá-
mayor rendimiento y mejores resultados en eljuego, dos aspectos que ginas se ocupaban centralmente de !as cránicas de los partidos. Sin em-
comenzaron a asociarse con eI entrenamiento. Así, en agosto de 1912 bargo, también se criticaba a Ias nuevas camadas de dirigentes, a quie-
La Maliana sostenía: nes se consideraba dispuestos a seguir sus impulsos en Ia búsqueda a
ultranza de Ia mejor pe/jonnance de sus equipos. Cotidianamente se ha-
En Parque Chacabuco entrenábanse los atlantenses. Pradoni cían comentarios suspicaces e irónicos sobre directivos y jugadores en
se concentró a recorrer todo el Parque ai trotecito. Dismi- Ias espacios llamados "menudencias", "dialoguitos" o "ensaIada depor-
nuyó dos gramos. Los quilmeúos teniendo intenciones de ga- tiva". La Maiiana y Critica, por ejempio, se despachaban con chismes,
narse Ia copa Competencia, entrénanse durante tres horas conilIos, rumores o denuncias que muy pocas veces tenían nombre y
diarias. EI gran hombre entre los quilmellos, Bück, a fuerza menos aún apellido. Simultáneamente, Ia prensa era cada vez más per-
de masajes, ya marca 12 segundos en los 100 metros. En Ias meable a Ias rivalidades. Además, a medida que el espectáculo crecía
carreras 10 acompanaJohn, quien sigue adelgazando. ias periodi.stas pugnaban por ser reconocidos como profesionales.
Desde ese papel debieron dirimir con 105 dirigentes de Ia liga Ia ocupa-
EI tono irónico marca Ia distancia de los cronistas hacia Ia novedad, ción de un '~spacio físico estable, permanente y decoroso dentro de los
pero no deja de mostrar los primeros indicios de Ia asociación entre Ias estadios que correspondiera a tan privilegiado estatus. Desde Ia segunda
nociones de éxito yentrenamiento (training). mitad de 1<,década de 1910 comenzaron a imperar en Ias cránicas
eleportivas un clima ele sospecha permanente y un estilo hipercrítico,
que sin eluela gustaban aI público, cuyos temas constantes eran los ro-
bos, Ios balances poco claros, el "camarilleo" y Ias sistemáticas peticio-
nes de renuncias, así como Ias acusaciones hacia los directivos de tener
inclinaciones incontrolables por sobresalir cuando, por ejemplo, dona- Bardos y espectáculo
ban una copa para algún torneo. Cuando a comienzos de 1915 se fu- Los anos veinte
sionaron Ias asociaciones, además de celebrar Ia unión y a pesar de los
buenos auspicios, Ias periódicos menores como La j\1miana o ElDim10
-y también el naciente Crítica- no reprimieron sus críticas a los dirigen-
tes deI fútbol. Luego de Ia fusión insistieron en denunciar !as "nefastas
camarillas" de Ia asociación. Ypoco tiempo después se volvió a hablar
de división.
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( 6. Sociedad, ciudad e imaginario


( I banria! con fútbol
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( I;: El1 Ia década de 1920 el fútbol había dejado de ser una
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( ~1,' moda juvenil para pasar a integrar Ia vida de casi todas Ias institucio-
-';: nes sociales y Ias corpo raciones, que organizaban sus propios torneos.
(
fr: Simultáneamente, el espectáculo, incipiente durante Ia primera dé-
{ cada y espasmódico en Ia concentración de grandes multitudes, fue
I ( enriqueciéndose y ampliándose. Pero también en este momento Ia
ciudad crecía y se desarrollaba.
(
Paralelamente a Ia formación de los barrios fue estructurándose eJ
( gran especl:áculo futbolístico tal como se 10 conocería durante déca-
( das, con decenas de miles de espectadores concurriendo a grandes es-
tadios capaces de contenerlos, sumado a Ia acción de Ios grandes me-
(
dias de cornunicación de masas. Nos detendremos en Ias noveelades
( asociadas a Ia ciudad, y mu)' especialmente en Ia edificación de los ba-
( rrios portellos, para luego rescatar el papel que le cupo ai fútbol en
este proces\) íntimamente asociado a Ia cultura de los sectores popula-
(
res. Centraremos Ia atención en el proceso de formación de Ias identi-
( ficaciones barriales partienelo ele Ia hipótesis de que el fútboI fue un

( elemento insoslayable, y en ciertas instancias, central, de elicho pro-


ceso. En es,~ contexto es necesario incorporar el concepto de "ritual"
(
con Ia finalidad ele concebir ai espectáculo futbolístico como una esce-
( nificación peculiar, moderna y profana. Pero antes de introducirnos de
( lleno en Ia temática, revisaremos Ia siluación general)' los cambios ocurn-
dos tanto en Ia ciudad como en Ia sqcieelad.
(
En Jas primeras décadas eleI sigla XX, eI modelo de desarrollo deI país
( no se moeliiicó sustancialmente respecto de Ia situación anterior. Luego

( de Ia Primera Guerra Mundial la economía local comenzó a exhibir


cierta bonanza, que se expresó en Ia recomposición deI poder salarial y
(
(
~
Ia inserción de nuevos sectores en el mercado de consumo. Fueron aiíos contrario, tendió a homogeneizar a grupos relativamente diferentes en

de constitución de 10s grupos medias urbanos, compuestos fundamen- 10 social y 10 cultural en áreas residenciales alejadas de! centro, donde

talmente por profesionales, cuentapropistas (industrias, comercio, servi- convivían empleaelos y profesionales, obreros calificados y comercian-

cios) y empleados. La educación pública, en todos sus niveles, ocupó un tes, La lIamada "modernización urbana plena" significó Ia transforma-

lugar central en su formación. Así fue surgiendo una sociedad qUGlse ca- ción de Ias vecindarios y Ias zonas intersticiales que Ias separaban en

racterizaba por Ia existencia de una movilidad ascendente. Además, los áreas por completo urbanizadas mediante el formato ele Ia grilla, Ia

conflictos que habían dominado el panorama social en los primeros cuadrícula diagramada por Ia acción estatal. De este modo se fue cris-

aúos dei siglo fueron atenuándose. En líneas generales, entre 1922 y talizando un centro denso y renovado, con áreas periféricas de limites

1928 bajaron Ias índices dei costo de vida y creció el nivel dei salario real. difusos y fuerte identidad vivencial. A partir dc 1910 fuc gcncrándose
A diferencia de Ia sociedad configurada entre los últimos decenios dei infinidad de núcleos urbanos, con sus plazas, escuelas, iglesias, cafés,

siglo XIX y los dos primeros dei XX, en Ia década de 1920 surgió otra, comisarías, clubes, asociaciones de fomento, bibliotecas populares y fc-

cada vez más argentinizada, fruto dei relevo generacional. Pel'o eso no rias. Sumadas alas ya trazadas líneas de ferrocarrilcs y tranvías, se dise-
obturó Ia continuidad de Ias tradiciones asociacionistas, alimentadas i'laron nuevas calles y avenidas que poco a poco devinieron en ejes via-

ahora por Ias novedades ele Ia vida política democrática. En realidad, Ia les y comerciales, Desde mediados de los ai'ios veinte Ios llamados

vida eIectoral y Ia apelación a Ias ideas y los debates, así como Ias viven- taxis-colectivo -y desde 1928 el colectivo propiamente dicho- permitie-

cias en Ias comités, se sumaron a Ias tradicionales fuerzas de los patro- ron conectar más fácilmente aios barrios entre sí. La ciudad siguió cre-

nazgos políticos y de Ios notables y sus necesarias lealtades y relaciones ciendo en el marco de un ideal reformista que promovía Ia equidad y
clientelares. En esas décadas se desarrollaron tres tipos de entidades fun- Ia homogeneización social y cultural bajo el dominio de una com uni-
damentales: Ias que propiciaban Ias relaciones entre el estado y Ia soei e- clad ele pequâlos propietarios, como marca de ciudaelanización: Ia pro-
dad civil, como Ia escuela (con sus aportes a Ia construcción y difusión piedad dei lote y ellogro de Ia vivienda propia. Lentamente fueron am-

de Ia simbología na~ional y Ia cultura letrada, junto con las bibliotecas pJiándose Ias servicios públicos, muchas veces como consecuencia
populares), Ias sociedades de fomento (asociaciones que negociaban directa de Ia acción estatal y atras como efecto de Ias demandas de Ias
con el estado en Ia solución de problemas vinculados a Ias condiciones vecinos reunidos en sus asociaciones.
concretas de Ia vida local) y el club deportivo. Las asociaciones con base EI fruto de esas novedades se tradujo en una sociedad local más ho-
étnica retrocedieron y aquellas con base territorial -que no se agrupa- mogénea que Ia de principios de sigla. Los estudios e investigaciones
ban por nación sino por Ias necesidades dei nuevo espacio urbano y Ia sobre la sociedad porteúa de Ia época han postulado Ia aparición de
residencia- crecieron en importancia. En Ias asociaciones se generaron una nueva cultura popular, fuertemente asociada a Ias cambias que he-
nuevos espacios para Ia gimnasia política -hablar, escuchar, ser escu- mos analizado, cuyo contexto general fue Ia preeminencia de una cul-
cludo, convencer, ser convencido, acordar-, y también se practicó el tura de Ia mezcla, a diferencia de otras más escindidas como Ias vigen-

arte de Ia gestión y Ia negociación ante Ias autoridades estatales. La nota tes hacia principias de sigla. Esa mixtura fue fruto ele elementos
dominante fue una difusa noción de justicia social, aunque en muchos residuales y defensivos venidos de Ia tradición contestataria, elementos
casos mixturada con el ideario cientificista, positivista y liberal imperante renovadores aportados por los medias de comunicación y otras prove-
en Ia época. Paralelamente, en el mundo obrero se establecieron co- nientes de! consumo de bienes culturales incorporados por el arte
rrientes afines a Ia negociación con e! estado. Sin embargo, fueron alios "culto". Y, en última instancia, fue resultado de Ia vivencia de todo 10
en los que Ias contradicciones y los conflictos sociales no terminaron. mencionado en Ia vida cotidiana.
Baste con recordar Ia Semana Trágica. Durante estas décadas también hubo grandes cambios en Ia canti-
A diferencia de 10 que ocurría en otras urbes modernas, Ia ciudad clad y el uso dei tiempo libre. En lineas generales, disminuyeron las
no estuvo escindida en guetos ni en 'banias "obreros" cerrados y, por el horas trabajadas, y Ias ofertas para aprovechar el ocio aumentaron
proporcionalmente a Ia aparición de un número cada vez mayor de distinción social y de edificación de una "ideología barrial ", construida
consumidores de este tipo de bienes, en el contexto de cierto des- sobre Ia base de Ia "diferencia y Ia otredad amenazante".37
ahogo económico que imperó hasta Ia crisis. En ese contexto prosperó Aquí 10 llamaremos "pequeüo ban-io" (PB) para diferenciarlo de
Ia práctica deportiva, considerada sumamente saludable en consonan- otro nivel, ai que denominaremos "gran barrio" (GB). Varias PB for-
cia con Ia concepción higienista por entonces vigente. Las virtudes ema- maban parte de un mismo GB. Por ejemplo, el banio de Boedo ocu-
nadas deI deporte eran asumidas por los medios de comunicación, que paba numerosos pequeüos territorios de Ia vida cotidiana, pero poseía
difundían el ideal de una vida activa y ai aire libre. Mostraban, además, Ias un solo eje territorial simbólico congregante -Ia intersección de Ias
mejores formas de vestir, el cuidado dei cuerpo con Ia práctica sistemática avenidas S2nJuan y Boedo- y un club representativo, San Lorenzo de
de calistenia, Ias vent'0as de una alimentación cuidada, y organizaban Almagro. EI PB tenía sus espacios propios de sociabilidad, mientras el
Campal1aS contra el consumo de aIcohol y tabaco. GB era producto de Ias representaciones dei conjunto, de sus imagina-
Durante Ias décadas de 1920 y 1930 Ia prensa argentina retrató en rios, de Ia vida de algunas asociaciones y fundamentalmente dei fút-
sus páginas Ia edad dorada dei box y el fútbol, destacando a figuras pu- bol.3s Los imaginarios barriales fIjaban los límites propios y ajenos, y
gilísticas de Ia talla de Luis Ángel Firpo yJusto Suárez, aunque también determinaban Ias imágenes que integraban el "nosotros y los otras"
se ocupó de Ia natación, el ciclismo, el golf, el ajedrez y el básquet. como material de identificación identitaria. EI PB era el espacio de Ia
Buena parte deI público porteüo que asistía aios espectáculos de- vida cotidiana, que cubría unas pocas manzanas con sus esquinas
portivos estaba constituida por Ia población ya alfabetizada, y plena- donde paraban los muchachones, con los medios de transporte más o
mente integrada. Ese fue también el caso deI fútbol, formado por sec- menos cercanos que los conectaban con el resto de Ia ciudad, y tam-
tores trab~adores y sectores medios. En ese sentido el fútbol y su bién era el territorio de los juegos infantiles, de Ia escuela y de Ia plaza,
público, a diferencia de 10 que podría parecer a primera vista, no desen- y de ciertas experiencias culturales -como Ias representaciones dei
tonaban con Ia generalidad social y cultural de Ias mayorías dei mo- tango y Ia IÍ1eratura- y deportivas.
mento. Pero el fútbol aJ1adió Ia fragmentación etaria y de género, y El GB, como representación, era un espacio propio que requería ser
además se constituJ'ó en uno de Ias ejes homogeneizadores de Ia ciu- defendido, además de unir a individuos que no necesariamente se co-
dad junto ai tango, Ia cultura "mediática" y el imaginario nacional. nocían entre sí.
Uno de los fenómenos más notables ocurridos en Ia ciudad de Bue-
nos Aires fue Ia aparición de Ias barrios portel10s.S5 Durante Ias al10s
de entreguerras surgió este nuevo espacio público, y en ellos se gene-
raron Ias formas y contenidos dei sentido común, es decir, los nuevos CRISTALIZACIÓN DEL RITUAL DEL FÚTBOL Y SU ESCENARIO,
contenidos de Ia cultura de los sectores populares.s6 Los barrios se con- EL ESTADIO
figuraron, en el contexto de Ias nuevas sociabilidades populares, en
nuevos escenarios (Ia calle, Ia esquina, el café y el club) , también a tra- Uno de Ias atractivos dei espectáculo futbolístico radica en brindar una
vés de nuevas asociaciones locales, como Ias sociedades de fomento ve- suerte de "contexto ritual". En el caso de Ia ciudad de Buenos Aires, el
cinal, Ias bibliotecas populares y los clubes deportivos, donde prospera- fútbol )' el desarrollo de su contexto ritual fueron parte dei proceso de
ron Ias nuevas modalidades dei uso tiempo libre y Ias nuevas prácticas génesis de Ias identificaciones barriales.39
políticas. Desde sus inicios, el espectáculo futbolístico formó parte de los llama-
EI barrio puede ser considerado como el componente básico de Ia dos espectáclllos de masas modernos, y fue desarrollándose conforme Ia
vida portena, edificado desde Ias formas de Ia vida cotidiana hasta por sociedad iba alcanzando un mínimo umbral en su nivel de vida, a Ia par
los imaginarios sociales. En este sentido fue un ámbito de igualación del aumento deI tiempo libre, Ia ampliación de Ia red de medios de
social, de participación y de solidaridad, pero también, escenario de transporte, Ia construcción de grandes estadios y eJ despliegue de los
medios de comunicación masivos. Además implicó el entrenamiento por el club, mientras que otros arribaron ocupando grandes camiones,
en el hábito de participación en grandes grupos, un proceso de apren- cubiertos de,gl'andes banderas de su C!ub".
dizaje colectivo que suponía el conocimiento de determinadas ceremo- Los clubes tomaron Ia costumbre de allanarIes eI camino a sus sim-
nias asociadas a Ias regias ele Ia competencia y a Ias maneras de entrar, patizantes para que pudieran Ilegar sin ma1'ores dificultades aios esta-
permanecer y retirarse dei estadio. Supuso, en este sentido, Ia forma- dios de otros clubes en caIidad de visitantes. Así, en septiembre de
ción de costumbres, ritmos l' cadencias en cuanto a 10 que poclía o no 1932, el club Independiente habilitó un servicio de "banaderas" a $1 el
hacerse en condición de hincha o simpatizante. boIeto para que los hinchas rojos pudieran arribar a Caballito desde
Ot1'o de los atractivos dei fútbol fue su plasticidad, dado que articuJaba AveIlaneda.
magistralmente el instante y Ia excepcionalidad dei !itua] dominguero con Si observamos Ias fechas de consu'ucción de Ios grandes estadios porte-
Ia regularidad l' [a cotidianeidad de Ia vida diaria. En el ejercicio de esa ii.osveremos que fueron, en Ia primera década dei siglo XX, los de Ia So-
función, también influ1'ó eficazmente sobre Ia construcción de identida- ciedad Sportiva Argentina (ho1' Campo Argentino de PaIo, ya que luego
des ter!itoria[es en el marco de una fluida relación entre el espectáculo l' dejaría de utilizarse para el fútbol), GEBA, FCO YRacing. EI estadio de
el mundo ordinalio del vecindario, el barrio y Ia vida cotidiana, y entre el GEBA, que en aquel momento era el más apropiado, rápidamente re-
GB l' el PB, muy especialmente en los ámbitos de sociabilidad masculina. sultá excesivamente pequeúo hacia 1910 a raíz de Ia notable popularidad
Los estadios fueron y continúan siendo el escenario dei ritual dei que había adquilido este deporte. La novedael más importante, que
fútbo1.9o Es necesario tener en cuenta que el estadio, en tanto tal esce- marcó un cambio en Ia capacidad ele Ias estadios porteúos, fue Ia in-
nario, debía contener tribunas 10 suficientemente altas como para que auguración de! estadia de Spartivo Barracas en 1920, donde se juga-
e[ público simpatizante fuera visible para los jugadores desde el campo ron los campeonatos sudamericanos de 1921 y 1925 Y el famoso par-
y también para los espectadores ubicados en el resto de Ias tribunas; de tido contra los urugua1'os olímpicos en 1924. También fueron
este modo, los hinchas de un equipo podían ver aios otros hinchas, importantes Atlanta, fundado en 1922, River, en Ia intersección de
observar sus gestos, sus cuerpos en movimiento. Av. AIvear y Tagle, inaugurado en 1923 (allí jugó Ia seIección argen-
Sin embargo, sin Ios medios de transporte apropiados, estos espacios tina contra el equipo escocês MotherweIl en 1928), Independiente y
no eran nada. Como ya hemos visto, a Ia red ferroviaria que cruzaba Ia Boca en 1928, l' especialmente San Lorenzo, tambiên en 1928, donde
ciudad se le sumó en 1910 una red tranviaria electrificada que exten-
dió sus rieles hacia el Gran Buenos Aires y, desde 1913, [a primera Iínea
de subterrâneo, a Ia que luego se sumaron una segunda sobre Ia Av.
Corrientes en 1929 y una tercera, en 1934, hacia Ia zona norte.
Conviene destacar que Ios medios de transporte asociados más estre-
chamente con eI fútbol, e] colectivo y el camión, recién comenzaron a
funcionar a fines de Ia década de 1920. EI primero facilitó enorme-
mente Ia conexión entre los barrios. Así, en 1930 el público que quería
asistir a un partido de fútbol contaba con una amplia oferta de trans-
porte que iba desde el tren y eI tranvía hasta el camión, eI colectivo l' Ia
Ilamada "banadera" (una especie de ómnibus sin techo). Para promo-
ver Ia asistencia a Ias canchas más alejadas se alquilaban trenes especia-
[es, como 10 anunciaba Crítica el18 de ma1'o de 1930, fecha en queju-
garon Estudiantes de La Plata verstlS Quilmes: "Los simpatizantes de 11 de actubre de 1924: Afueras deI estadia de Sportivo Barracas
durante el partido que enfrentó a Ia Argentina con los campeones
Qui[mes Ilegaron a Ia ciudad de La Plata en un tren expreso fletado olímpicos uruguayos. (Fuente: AGN.)
Un pequeno muro prevenía Ias invasiones deI público (todavia no exis-
tia el alambrado olímpico, que data de 1924). La ausencia de alambrados
perimetroles en los campos de juego fue cuestionada por el periódico
CTítica, que exigía Ia colocación de "un tejido de alambre perimetral" en
todas Iascanchas para evitar Ias "cascadas"o avalanchas. Sin embargo, ha-
cia fines de los aii.osveinte muchas canchas todavía demoraban Ia coloca-
ción de alambrados olímpicos o fosos perimetrales.
Quiené:s han estudiado los estadios como escenarios deI ritual han
destacado que Ia posterior presencia deI alambrado produjo una clara
demarcación de espacios, un límite que hasta ese momento era fre-
cuentemente violado. Esta introducción otorgó un carácter sacralizado
más fuerte aI campo de juego. La uniformidad de Ias tribunas no 10-
graba disimular Ia segregación social deI público: existía un palco ofi-
cial, Ias mejores ubicaciones se habían transformado en "plateas" (con
Fines de Ia década de 1920: Estadia de BocaJuniors visto desde
afuera. (Fuente: AGN.) asientos numerados), y para el vulgo quedaban Ias tribunas generales
o populares.
se jugó el campeonato sudamericano en 1929. Según el matutino La Los códigos y dinámicas propios deI ritual estaban ya firmemente es-
Nación, en 193110s estadios con mayor asistencia de público fueron: San tablecido, hacia mediados de los aii.osveinte. Esos hábitos se hacían vi-
Lorenzo (73000 espectadores), River (5S 000), Boca (55 000), Huracán sibles cuando, por alguna razón, se rompían. Por ejemplo cuando los
(41 000), Sportivo Barracas (33 000), Almagro (19 000), Vélez (16 000), altoparlantes sonaban durante los partidos y eran acallados por el ru-
Platense (14000), Argentinos Jrs. (10 000), Excursionistas (SOOO); Chaca- mor de! público, o cuando Ias demoras en el inicio deI juego eran re-
ritaJrs. (SOOO), FCO"(SOOO), Barracas Central (7000), Defensores de Bel- probadas desde Ias tribunas, o cuando los partidos eran suspendidos
grano (6000) y Atlanta (5000). Un ano más tarde, aquellos con mayor por condiciones climáticas adversas.
afiuencia de público, según el periodista de El Gráfico conocido como
ChanteclerJulio Planisi, fueron los de San Lorenzo e Independiente, que
llegaron a albergar unos 70 000 espectadores. Si bien estas estimaciones
parecen sobredimensionar el tamaÍÍo de los estadios, es importante recal-
cal' Ia evidente diferencia entre los clubes grandes y los chicoS.91 EI pri-
mer partido nocturno se jugó en el estadio de Vélez Sarsfield el 7 de di-
ciembre de 1928 entre el equipo olímpico de 1928 y un combinado de Ia
asociacÍón. Fue un evento convocante y muy recordado.
Félix Daniel Frascara, renombrado periodista deportivo, evocaba el mí-
tico estadio de Sportivo Barracas hacia octubre de 1921: "35 000 asis-
tentes en el partido entre Argentina y Uruguay. La cancha más grande
en aquel momento recibe a Ia multitud, tiene una tribuna techada,
una terraza que se usa como 'palco de periodistas'. Un foso rodeaba el
Década de 1930: Et alambrado marca Ia separación ele Ia tribuna (en
field, un alambrado de un metro de altura deI lado deI field pl,""otegíaa
este caso, femenina) j' el campo de juego. Dentro: Ia policía, Ias
los jugadores de no caer en él". 92 jugadores j' el árbitro. (Fuente: AGN.)
espectadores queclaron fuera; a raíz de ello los aficionados sin entradas
rompieron Ios alambrados para ingresar en eI estadio.
Algunos periodistas, deseosos de transformarse en voceros de Ios sin
voz, expusieron Ia necesidad de brindar mayores comodidades ai pú-
blico. Los inconvenien tes a la hora de comprar un ticket, entrar en eI
estadio o encontrar una ubicación decorosa eran flagrantes cuanClo
dos clubes grandes jugaban un "clásico". Los estadios quedaban chicos
cuando se enfrentaban los cinco grandes.
En agosto de 1928 El G1"áfico exigía: "Urge que se aumente Ia capa-
cidad de Ios estadios y esto 10 esperamos de Ios clubes ya que no po-
demos esperarlo de Ias autoridades oficiales, siempre lentas". Un
ailo más tarde La Gancha advertía sobre Ia falta de estadios, cuya Ien-
tísima evolución no acompaIi.aba el crecimiento de Ia cantidad de es-
pectadores. Además recalcaba la estrechez y Ia falta de comodidades
en Ios existentes. Cuando Independiente y Boca se enfrentaron en
julio de 1931 hubo un récord de recaudación, pero aún así muchos
simpatizantes no pudieron acceder a las tribunas. Según El G1"áfico
deI4 dejulio de 1931:
La posesión de un estadio más grande, con mayor capacidad y reno-
vada arquitectura, fue otra de las arenas donde se dirimió Ia competen- EI estadio de Independiente quedó chico: 33 000 entradas
cia y Ia rivalidad entre clubes. Sin embargo, y a pesar dei constante cre- vendidas; 7000 socios; 5000 mujeres )' 5000 colados a mer-
cimiento en cantida:d y capacidad de las tribunas, durante esos ailos ced de Ias grandes avalanchas que barrieron con los porte-
hubo quejas sistemáticas por la falta de estadios aptos para cubrir Ia ros. (Fue récord de boletería.) Contemos a Ios que no se
creciente demanda. Cuando San Lorenzo enfrentó a Racing el 9 de animan a trasladarse aI estadio de Independiente por el di-
agosto de 1926, el cronista de Crítica comentó que:

20000 personas asistieron ai partido entre San Lorenzo y Ra-


cing, pero 5000 quedaron afuera. A Ias 13 horas fue necesa-
rio suspender Ia venta de entradas por falta de espacio. EI Es-
cuaclrón de Seguridad tuvo que intervenir [...]. Dentro elel
Jield era imposible ver muchas elelasjugaelas. Con un field de
capacidad acorde ai part~do de hoy habrían acudido fácil-
mente unas 50 000 personas. Hubo algunos incidentes en Ia
calle debido a Ia protesta deI público.

Efectivamente, hubo gente trepada a Ios postes telefónicos y los árboles o


colgada deI cableado para ver el partido desde Ias inmediaciones de Ia 1923: Inauguración de] estadia de River Pia te, en Ias calles Alvear)'
cancha. Los espacios dentro de Ias tribunas estaban completos y muchos Tagle, en el bania de Palerma. (Fuente: AGN.)
Junio de 1928: Tribuna deI estadia de River Pia te. Partido Agosto de 1923: Tribuna principal (aI estilo inglés) de Ia
entre Ia Argentina y Barcelona. (Fuente: AGN.) cancha de Independiente. (Fuente: AGN.)

ficil acceso; sumemos a estes que irían si se Ies brindaran


mayores comodidades, y arribaremos a Ia conclusión de
que nos haría falta un estadio con capacidad para más de
100000 personas. He aquí un horizonte lejano, pero hacia
el cual debe caminar Ia nueva liga. [Se refiere a Ia reciente-
mente creada liga profesional.]

Retomando un anejo'reclamo, entre 1928 y 1932 diversos periódicos pe-


dían Ia consu·ucción de un Gran Estadio Nacional para 100 000 especta-
dores. Sin embargo, ni el estado ni Ia asociación se hicieron cargo.
Por otro lado, Ias diferencias de convocatoria eran enormes, ya que
los clubes grandes atraían decenas de miles de simpatizantes mien-
tras Ios chicos apenas llevaban algunos cientos. Ya desde los anos
Década de 1930: Vista aérea dei nuevo estadia de Independiente,
veinte los organizadores de los calendarios buscaban evitar Ia super- ei primem dei país construido en cemento, en 1928.
posición de grandes partidos en barrios próximos, mientras que los (Fuente: AGN.)

cálculos de buenas recaudaciones potenciales provocaban constantes


cambios de canchas. sobre Ias que se estructuró eI ritual y, con él, Ias identificaciones futbo-
Se puede decir que, hacia fines de Ia década de 1910, en determina· lísticas y barriales en los anos veinte.
dos sectores sociales ya existía el hábito de ir a Ia cancha; sin embargo, Otro ín dice dei desarrollo deI espectáculo fue Ia ampliación dei
desde Ia década de 1920 este hábito se transformó en un fenómeno mercado de bienes deportivos como Ias pelo tas, botines, casacas, ban-
casi universal, casi unánime para los varones, especialmente de los sec- deras, banderines, medias, figuritas. La atracción multitudinaria pro-
tores populares, fuertemente asociado a Ia posesión de cualidades y có- vOCóuna l~norme expansión de pequenos cuentapropistas que los do-
digos de Ia cultura masculina. El hinchismo nació con Ia populariza- mingos instalaban sus improvisados puestos en Ias inmediaciones de
ción y el desarrollo dei espectáculo dei fútbol, y fue una de Ias bases los estadios, donde vendían pizza, frutas, helados, caramelos y bebidas.
Como hemos visto, desde principios de siglo la prensa venía presen-
tando Ias rivalidades entre clubes-equipas como uno de 105 mayores
atractivos deI fútbol, pero a partir de los all.os veinte ese mecanismo se
volvió Ia norma. Las asociaciones de pertenencia territorial y fidelidad a
los equipos pasaron a ser, en 105medias, una referencia clara aIos barrios
como ejes identitarios.
EI despegue de esta importante industria cultural estuvo vinculado a
una prensa que, )'a plenamente desarrollada hacia mediados de 105
úíos veinte, formaba un verdadero campo periodístico dirigido por pe-
riodistas profesionales. Los diarios pretendían masividad )' su lógica bá-
sica era mercantil. EI periodismo masivo intentó conectarse con Ia re-
alidad social y política estableciendo un diálogo con el referente real,
algo que le infundía verosimílitud. Comenzó a trabajar además con hi-
Sin duda, en este momento el universo genel-al dei deporte, y especial- pótesis sobre 105 g'ustos de sus lectores y fue descubriendo sintonías
mente dei fútbol, modificó enormemente sus dimensiones a raíz de Ia es- con sus destinatarios. Tamana renovación se fundamentó en 105 gran-
pecialización de 105actores, sobre todo de losjugadores, y de 105enormes des cambios tecnológicos, que permitieron desarrollar Ia producción y
cambios ocurridos en Ias competencias internacionales -por ejemplo, el Ia venta masiva de periódicos. Cdtica era, en 105 ÚlOS veinte, el diario
Mundial de Fútbol de Uruguay en 1930 y Ias Olimpíadas de 1928, torneos de mayor tirada en lengua casteUana. Sus cronistas empleaban Ia ironía
en 105que Ia Argentina tuvo un lugar destacado-o A eUo se aiíade Ia gira y el sarcasmo para comunicarse frontalmente con sus lectores. Irreve-
intern~cional de Boca en 1925, considerada un hito por haber sido Ia pri- rentes, privilegiaban el guii1o, el comentario ai margen y Ia picardía a
mera de envergadura realizada por un equipo argentino. Ia informacián lisa y llana, Ia sátira a Ia primicia.
La organización institucional de Ia competencia futbolística fue im- Para ganar lectores, utilizaban indiscriminadamente elementos de la
prescindible para Ia construcción dei contexto ritual. Las asociaciones vida cotidiana y Ia cultura de los grupos mayoritarios, pero ai hacerlo
disenaban 105 fixtuTes, que eran difundidos por Ia prensa popular, Ia hipertrofiaban ciertos aspectos y anulaban otros, generando imágenes
que a su vez contaba con una notable adhesión pública. En rigor, y discursos exclusivamente dirigidos a ese público. A su vez, los lectores
desde mediados de 105 a110s veinte .Cdtica y El GTáfico encabezaron 105 se apropiaban de 10 leído filtrando sus vivencias y creencias personales.
índices de ventas y Ia adhesión mayoritaria. La cultura de los sectores populares entró así en contacto con Ia cul-
tura letrada de Ia escolaridad y de 10s medios; por ejemplo, Ia literatura
foUetinesca, que se publicaba en los periódicos, si bien apuntaba a un
público diferente ai dei fútbol, estaba en permanente contacto con
este.
Tanto en Inglaterra como en nuestro país, el periodismo deportivo
En el proceso de surgimiento de 105 barrios, Ia incidencia dei fútbol es- desempená un papel central en el desarrollo clelnuevo estilo grandilo-
tuvo asociada a sus nexos con Ia vida cotidiana y el ritual deI espectáculo. cuente, de grandes titulares, de búsqueda de héroes y éxitos o derrotas
Pero nada de eso hubiese sido posible sin Ia presencia y 105 cambias formidables. Los periodistas deportivos abandonaron el estilo tradicio-
ocurridos en Ia prensa popular. Los medias ayudaron a visibilizar y a nal de Ia prensa escri ta y tendieron a mezclase con los actores deI fe-
Ia vez influyeron sobre Ia cristalización de Ias identificaciones barria- nómeno buscando conocer su vida privada)' empleando, a veces, re-
les, especialmente Ia de 105 clubes de fútbol. cursos agresivos y de mal gusto. La prensa cllmpliá un rol central en
el desarrollo deI espectáculo futbolístico, no sólo como instrumento EI éxito comercial de Crítica estuvo naturalmente asociado a nuevas
de difusión y de formación dei público, sino como partícipe activo en formas y contenidos dei periódico, a Ias nuevas tecnologías incorpora-
Ia evolución concreta de Ia organización dei espectáculo.93 ' das y a sus políticas mercantiles. La conexión y el desarrollo de los de-
En los anos veinte los medios de comunicación de masas tuvieron portes en g:eneral, y dei fútbol en particular, tuvieron una enorme inci-
una expansión notable, y en el mundo de Ia prensa deportiva el diario dencia en :)\1 despegue. En 1922 editaba
145 000 ejemplares; en 1924,
Crítica y Ia revista El Gráfico dominaron el mercado editorial popular. 166000. Durante Ia gira de BocaJrs. por Europa en 1925 Ia cantidad
En un nivel de menor importancia en cuanto a su inserción en el mer- de ejemplares alcanzó los 300 000 pordía, y en septiembre de 1930,
cado se ubicaron el diario Última HOTO(continuador en alguna medida con el golpe de estado, Ilegó a 440 000.96
de La Argentina y La M01iana) y, desde fines de los anos veinte, Ia re- A pesar de sus innovaciones, hacia fines de los anos veinte el conte-

vista semanal La Cancha. 94 nido de Ia:; extensas crónicas de los partidos no difería dei de otros
Hacia mediados de Ia tercera década Crítica abrió un juego más per- medios de Ia época. Se evaluaban los merecimientos en relación con
meable a Ia experiencia dei fútbo] que se vivía en Ias barriadas, involu- el resultad·;) final, se juzgaba Ia brusquedad dei juego, se analizaban
crándose activamente en el mundo local y recreando y potenciando ias superioridades o Ias flaquezas de cada equipo por línea (defema,

esos fenómenos. medio, dehntera), se destacaba a algunos jugadores y se medía Ia ac-


La revista El Gráfico, en ciertos aspectos similar aios medios tradicio- tuación deI árbitro. Los comentarios previos a ios partidos tampoco
nales, se dirigía a un público mayoritario y deseaba cumplir una [un- se diferenciaban de Ia norma. En marzo de 1929, durante Ia semana
ción pedagógica haciendo pie en Ia sensibilidad criollista e intentando se cumplía cierto ciclo: en los días previos a los partidos (viernes y sá-
asociarla ai deporte. Sumado a eso, si Ia comparamos con los nuevos bado, si se jugaba el domingo; jueves y viernes si se jugaba el sábado)
métodos y medios, no se interesaba en dar visibilidad a los costados se hacía toda clase de pronósticos en los editoriales; ejemplo de esto
más conflictivos ni tampoco a Ias identidades locales adheridas ai fút- eran Ias co lumnas de Last Reason o de José Gabriel, entre otros. EI
boi, mientras que estimulaba explícitamente Ia artieulación de un dis- lunes, obviamente, estaba dedicado por completo a Ias crónicas de
curso sobre Ia aparieión y el desarrollo dei estilo criollo de juego nacio- los partido,. EI resto de los días se publicaba información sobre los
nal y/o rioplatense. La Cancha también publicaba notas en ese sentido equipos y S"lS novedades.
y, siempre afin con El Gráfico, no podía dejar de lado una visión peda- En este contexto, una de Ias improntas de Crítica fue Ia utilización

gógica dei deporte. metódica dd nuevo recurso de hacer visible Ia rivalidad entre los equi-
En realidad, estos medios fueron tributarios de Ia tradición moral pos y Ia expectativa creada fuera de Ias canchas, en Ias barriadas. Si
que consideraba ai deporte co1)1o un valioso recurso para transmitir va- bien, como hemos mencionado, Ia referencia a Ias rivalidades existía
lores universales, de allí que sus crónicas tendieron a opacar Ias con- desde principios de siglo, Crítica potenció este aspecto dei fútbol. Por
flictos y 10s aspectos menos "éticos" dei fútbol. La única publicación a otro lado se embarcó en apuestas fuertes como Ias denuncias contra Ia
contramano de esta tenclencia era Última HOTa, que jamás vacilaba en dirigencia, 1 Ia que tildaba sin preámbulos de indolente y despreocu-
poner en evidencia Ias rivalidades entre los contendientes: "Ferrocarril pada, con Ia intención indisimulada de ganarse ai público lector y fut-
Oeste y Atlanta es un buen partido. Pero (hay) perspectivas de inter- bolero.
vención policial. Defensores de Belgrano y Platense suelen mostrarse No parec,~ descabellado ubicar a Crítica como uno de los principales
los dientes cuando están frente a frente". Otro caso: "Dos partidos ex- agentes de Ia.construcción de una uniformidad de mercado, de una in-
traordinarios. Sp. de Almagro versus Porteno y Banfield verms Lanús. tegración cultural, que necesariamente requería un paso previo: Ia
Rivalidad-Entusiasmo-:Juego. Con tal aliciente los partidarios de uno y construcció [1 de un perfil de consumidor. Critica apun tó a Ia cristaliza-
otro eu adro irán dispuestos a vocear aios suyos para que echen el ción de dos contextos rituales: ta tectura cotidiana dei diario y Ia asis-
resto".95 tencia semanal a Ias estadios.
páginas de El Gl'áfiCO,construyeron un tipo de tradición en torno a 10
propio y 10 ajeno, una pl-esunta identidad estilística indicativa dei pro-
ceso de criol1ización del fútbol.99
La incorporación de Ia radio fue consecuencia de una serie de noveda-
des técnicas y dei desarrollo de Ia publicidad comercial. Además, fue causa
yefecto de un cambio significativo en los gustos populares.100 La plimera
transmisión radial de un partido de fútbol se produjo el 27 de agosto de
1920 en Ia ciudad de Buenos Aires. Pel'o tuvieron que pasar algunos anos
para que el fútbol ocupara un lugar 'relevante en ese medio. En 1924 se
transmitió el famoso partido contra los olímpicos uruguayos,jugado en Ia
cancha de Sportivo Barracas, y en 1925 Jorge Leal transmitió desde LS2
1930: Equipo urugllayo que enfrentó a Ia Argentina.
Radio Prieto un partido por Ia liga local. Estos eventos de radiodifusión
Los fotógrafos tllvieron un papel central en Ia formación dei
espectáculo futbolístico. (Fllente: AGN.) fueron pioneros en Ia Argentina y en el mundo; en Gran BretaI1a Ias pri-
meras transmisiones se realizaron en 1928, mient:ras que en Ausuia y Fran-
Los dos medios más importantes -CTítica y El GTáfico- potenciaron el cia se hicieron en 1929. Luego hubo un intervalo radial de un par de
clesarrollo dei espectáculo deportivo de manera diferente. Mientras aI1os, y enu-e 1926 y 1927 el medio tuvo un reIanzamiento debido a Ia gran
El GTáfico se apegaba a Ia construcción de imaginarios nacionales y cantidad de aparatos vendidos -hacia 1929 se habían vendido más de me-
criol1os, Crítica, si bien apuntalaba el ideario nacional, apuntaba di- dio millón de aparatos en los hogares portetlos (veinte millones en los
rectamente a los lazos locales, alas barriadas. Y por esa razón era EUA para Ia misma fecha)-. Un ai'ío elespués se habían fundado diez emi-
más permeable a las rivalidades locales expresadas en el fútbol y ori- soras con raelioteatro. tango y música en vivo. En los primeros anos de Ia
ginadas entre las distintas barras, con Ia clara intención de "tocar" década de 1930 empezaron a escucharse voces radiales asociadas aI de-
una zona sensible para sus lectores. Sin embargo, ai hacerse eco de porte, como ias ele Lalo Peliciali y Luis Elías Sojit. En 1933 comenzó a emi-
esa sensibilidad (necesariamente) fue modificándola. Los hinchas tirse el programa "La Oral Deportiva", dirigielo por Edmundo Campag-
que poblaban las tribunas contenían elementos "inaceptables" y Crí- nale, y hacia 1937 ya tenía 800 000 receptores en Buenos Aires.
tica inteetó mostrarse neutral reflejándolos como elementos exóti- Enlos atlos treinta, Ia radio se transformó en un media plenamente in-
cos, esencializándolos sin dejar por ello de objetar aquellos aspectos corporado a Ia viela cotidiana, y podo tanto más cercano ai fútbol. En el
que suponía inmorales. ml.o de Ia llegaela elel profesionaIismo, las entrevistas raeliales ajugadores
CTítica también fue permeable aios gustos e intereses de los sectores eran habituales. Tanto es así que, con su habitual ironía, El GTájico (25 de
populares en cuanto a temas y lenguaje. El GTáfico, por su parte, se julio ele 1931) se hizo eco eleIlatiguillo con que todos los jugadores inicia-
abocó de lleno a la pedagogía de 10 criollo y 10 nacional.97 Bacia 1928 ban sus parlamentos: "Por intermeelio de esta &roadcasting, saludo ai pue-
apareció en El GTáfico un certero bosquejo de 10 que más tarde sería el bIo argentino, bla, bla, bla". Ya en los aI'ios cuarenta, aIgunas estrellas,
"mito acerca dei estilo dejuego del fútbol criollo".98 como Aclolfo Pedernera, Enrique "el Chueco" García, Juan Manuel "el
Los arque tipos uniformadores de Ia época giraban en torno ai gau- Charro" Moreno)' Fernando Bello. participaban en "novelas raeliales".
cho y el compadrito. Sin embargo, desde El (fi'áfico se construyó una ti- La incorporación de Ia radio no peljudicó el hábito de lectura ele

pología deljugador criollo adherida a Ia figura del pibe, la gambeta, el periódicos y revistas. Por ejemplo, La Cancha intentaba ser p0rtavoz de

potrero, el origen humilde. El GTájico tendió así a configurar una ima- Ias muchachadas futboleras, pero su estilo era mucho más moralista y

gen homogénea, mientras que Crí#ca apuntó a Ia diversificación ai cuestionador que el de C1itica. Casi exclusivamente dedicada ai fútbol, se
publicó en forma semanal desde 1928 hasta junio de 1956, y su primer
otorgar un espacio central a 10 local. Borocotó y Chantecler, desde Ias
A veces reproducían pequeilos gestos o expresiones ':erbales de ,Ia jugar aI fútbol. Los nuevos ámbitos de sociabilidad masculina, como Ias
muchedumbre que desentonaban o disgustaban ai cromsta. Tamblen esquinas o Ias así lIamadas "paradas", fueron espacios visibles para Ia
daban visibilidad en sus escritos o en alguna imagen a Ios grandes ges- prensa popular, que 105recreaba para su público. La parada, que solía
tos deI público, como ocurrió cuando el equipo italiano de BoIOl~la, ser una esquina o una cuadra, fue apropiada como el hábitat de Ia barra.
por entonces en gira, formó militarmente para ~ngresar e~1Ia cancha Asi, Ia muchachada ocupaba un espacio fisico y daba significado a aque-
e hizo el saludo fascista y Ia silbatina fue generalIzada, segun narra La lIo que a su vez implicaba Ia construcción de una otredad (Ia rivalidad
Canc!w deI 3 de agosto de 1929. . con otra barra o con Ia policía).
En esta misma dirección, los medios detectaban a los grupos de hll1- Sabemos que después de alguna '~ctoria de Boca hubo corsos espon-
chas y les daban entidad, les ponían nombre. Podían ser "muchach~- táneos por Ia Av. Patricios, eventos que muchos comentaron como fre-
das" o "barras". Y, además de evaluar sus actitudes, trataban de perClblr cuentes y que Crítica que se encargó de "filtrar" presentando a Ias "mu-
sus estados de ánimo. chachadas futboleras" que frecue.ntaban 105 bares conectados con Ias
Una de Ias novedades de los àiios veinte fue Ia presencia habitual de hinchadas de algunos clubes. Algunos jugadores eran habitués de esos
muchachos y hombres en los bares, en Ias esquinas, en 105clubes, en I~ cafés, como Alfredo "el Vasco" Carricaberry, a quien un cronista de La
cal1e' es decir, en 105 distintos ámbitos de sociabilidad mascuhna. Ha- Gancho. encontró en mayo de 1929 reunido junto a otros jugadores ele
bito ;tl que Ia prensa, en.especial Crítica., otorgó marcada visibilidad. EI San Lorenzo en el bar EI Dante, charIando y jugando a Ios naipes.
barrio era mostrado como un espacio de Ia vida cotidiana donde se Hacia fines dei siglo XIX 105almacenes de ramos generales de 105su-
d' . 101
desarrollaban prácticas concretas y se renovaban Ias tra IClone~. burbios, donde se servían bebidas espirituosas en el mostrador o en Ias
Desde 1920 Última Hora mencionaba a Ias muchachadas asocmdas,al mesas (a Ia manera de Ias tradicionales tabernas rurales), habían ido
fútbol haciendo referencia aios jugadores o los seguidores de algun transfonnándose en cafés. Estos ambientes de cOnversación, de inter-
clnb. Se hablaba de "Ia muchachada dei (modesto club) Blanco y Ne- minables partidos de billar, generala, mus, tute y brisca, sin presencia
. "y de Ia dei San Isidro para mencionar aIos socios que practicaban femenina y frecuentados por grupos de amigos, fueron regiones
glO d "d I
· t' 1tos del)ortes efl esos clubes, o de Ia "entusiasta muchacha a ,e donde se disputaba el honor asociado a Ia virilidad y a Jos rituales deI
c1IS li ., . lIJ2 E Ul-
club Sportivo Avellaneda, que preparaba una velada famJhal. .n buen beber.I03 Bacia el centenario se contabilizaban más de mil de es·
tima Flora ese sustantivo se aplicaba, en líneas generales, a los grupos tos cafés, de distinta índole y tamano, en Ia ciudad de Buenos fures.
vinculados a una actividad, ya fuera integrando un equipo o como 50· Sus habitués fueron sumando el fútbol a Ia vida de café, junto a temas
cios de un club. Sin embargo, hacia fines de 10s ailos veinte Ias mucha- recurrentes como el turf, el tango, Ia política y 105chismes sobre veci-
chadas anónimas pasaron a ser, para Crítica. y La. Cancha, muc~ac~adas nos y conocidos. Antes de cada partido, los socios de Ali Bo)'s se reu-
futboleras habitantes de 105 barrios. En principio, el apelatlvo mten- nían en el bar 4 Billares, ubicado en Ia intersección de Ias Avs. Rivada-
taba denotar algo distante y exótico; pero 10 que subyacía a Ias ~strate- via y Segurola. Según La Cancha de octubre de 1928, el café Atenas,
gias de estos medios era Ia intención de seducir ai público hablandole ubicado en Ia esquina de Av. Rivadavia y Esperanza, era el cuartel ge-
directamente Y exhibiéndolo en fotos. . neral de "Ia hinchada más caracterizada de 105albos de Ali Boys ". Los
Yasi aparecieron múltiples y variados usos de Ia palabra: por eJem- de Huracán se encontraban en EI café de Benigno, en Ia Av. Caseros,

p 10, Ia muchachada deI bar, que era a Ia vez hincha de un club


, y habl-
., considerado por Crítica. como "el cuartel general de 105 hinchas dei
tante de una barriada. Por otro lado, muchas veces se haCla menc~on globito".
a Ia de Platense dei barrio de Núilez o a alguna otra muchachada sun- Nuevamente recurrimos a Crítica, donde el 2 de septiembre de 1932 se
t' ante de algu' n club, pero sin ninguna especificación territorial. La relata que San Lorenzo venció a Tigre y que Ia barriada reunida en 105ba-
pa IZ .,
calle deI barrio fue transformándose en un espacio de uso y poseslOll, res estaba contenta, no sólo en el tradicional café EI Dante (en Ia avenida
y ya desde Ia década de 1910 se consideraba "natural" utilizaria para Boedo), sino también "desde el Oggi Plaza hasta EI Aeroplano, y desde Ia
Gruta Azul hasta el Café japonés, todo Boedo ofrecía Ul1 aspecto de
alegre fiesta". EI mismo periódico publicó dos fotografias ele Ia mucha-
chaela que se reunía habitualmente en un café ele Núnez. En los epí-
grafes identificaba a esos ninos,jóvenes y adultos presentes como hin-
chas de Platense:

[antes de cada] lucha brava se encuentran los hinchas reuni-


dos en los almacenes, cafés, esquinas dei barrio, comentando
animadamente Ia chance que tendrán los muchachos en el
próximo compromiso. Desde elmás humilde de los hinchas
hasta Ia pebeta más bonita, todos esperan con ansiedad [ ...].
En NÚl1ez, como en los demás barrios port~ii.os, el fútbol es
rasión deportiva excluyente que mantiene constantemente a
chicos y a grandes pendi entes de los cotejos de los equipos
de sus simpatías [ ... ]. EI almacén Platense instalado en Ias ca-
lIes Cabildo y NÚl1ez es uno de los puntos de reunión [ ... ],
allí el dueiio, que es viejo socio deI club, ha mantenido una
especie de sucursal dei mismo, ya que allí se reúnen diaria-
"LA BARRA de los 'gomina' se reunió anoche como en
mente muchos de Ia Comisión Directiva de Ia entidad. En el Ia,; vísperas de los grandes partidos de Platense. Tuvieron
Restaurant Don Luis, como en los demás lugares de reunión, qt:.órum. propio, pues asistieron hasta los proyectos de mascota,
y despues de un debate prolongado quedaron de acuerdo: gana
[se congrega] .Ia muchachada de Platense.
Platense." (Fuente: C!ilica, 2 de noviembre de 1928.)

Comentaba Última Hora, enjunio de 1920, que "Ios parciales de Vélez


Sarsfield se reúnen en el café de Pérsico" y según ellibro que narra Ia
historia de Vélez, hacia comienzos ele 1932 Ia lIamada barra ele Villa
Luro, identificada como "Ia hinchada", solía concurrir aI de Ia Av. Riva-
davia ai 8100.
Un cronista ele La Cancha, el6 de octubre de 1928, aI revelar el clima
que se vivía en estos lugares, no pudo resistir Ia tentación de senalar
que eran ámbitos muy alejados de los que frecuentaban losjerarcas dei
fútbol, habitualmente personificados por Beccar Varela, supuesta-
mente desconocedor de Ia vida de los "comunes".
Como ya se1'ialamos, los espacios de sociabilidad masculina'en los ba-
lTios, Ias esquinas y los cafés fueron escenario de Ia vigencia de los códi-
gos del honor: cuando el equipo jugaba, el honor masculino era puesto 'TAMBIÉN en Belgrano existen :hinchas' de Platense. Aquí
en juego. Tanto Crítica como La Cancha hicieron visible y potenciaron tellemos aios muchachos que efectúan sus reuniones en el
cal'é situado en Montatieses y Monroe, quienes aseguran que
este fenómeno, marcándolo con SllS propios códigos perioc\ísticos.104 La
los calamares ganan su malch dei domingo por dos tantos
crónica que incluía Ias imágenes que se reproducen aquí, en Ia que se a cero." (Fuente: Crítica, 2 de noviembre de 1928.)
fotografiaba aIos hinchas de Platense, fue titulada: "Los hinchas 'Ca- "millonarios"; Atlanta, los "bohemios" o los de "Vi11a Crespo"; Hura-
lamares' se corren una fija frente aIos 'Millonarios"'. cán el "globito"; PIatense, los "calamares" o los de "Saavedra"; San Lo-
Es preciso seii.alar que este tipo de menciones mediáticas intentaban renzo, Ia "escuadra de Boedo", el "ciclón" o Ios "santos"; Estudiantes
normativizar y direccionalizar Ia opinión de los lectores. En este sen- de La PIata, los "pincharratas"; Quilmes, los "cerveceros"; Boca, los
tido, en Ias páginas de ese mismo diario podían leerse críticas a esos "xeneizes"; ete. Todas estas maneras ele lIamar a Ios clubes se genera-
"muchachones" en el sentido de catalogarlos de más o menos violentos lizaron en Ios medios, especialmente en Crítica, hacía 1932. A diferen-
en Ias canchas, pero sin mencionarlos elirectamente, o identificándolos cia de este último, en Et Gráfico no solían empIearse esos apelativos.
b'Ú0 el genérico "barras bravas". En definitiva, se 105 lIamaba ,"mucha- En 1928 aparecieron algunas menciones ocasionaIes a "los santos" o
chadas" en el ámbito deI café y elel barrio, y "barras" cuando asistían a "Jos mens sana" platenses.
los estadios. A su vez, esta narrativa fue "leída" en los barrios con cierta distancia.
En ellenguaje cotidiano futbolero nunca se nombraba de esa forma a
Ias clubes, con los apelativos que insistentemente aparecían en Ias pá-
ginas de Crítica. Es decir que ningún hincha de San Lorenzo, progra ..
mando el viaje a AvelIaneda deI domingo siguiente, decía en ese en-
tonces: "Vamos a ir a Ia cancha deI Rojo de Avellaneda o de los diablos
EI 1º de septiembre de 1940 comenzó a emitirse "Gran Pensión el rojos". Era un Ienguaje que se daba en forma exclusiva entre el medio
Campeonato", expresión paródica de un fenómeno previo que Crítica y el lector y que los lectores no utilizaban en tre sí; no obstante, fun-
había multiplicado con los clubes de fútbol y sus designaciones arque- cionó muy bien porque hacía hincapié en Ias distancias y diferencias
típicas. EI programa utilizaba los íconos asociados a ellos con sus riva- exist~~1tesentre los clubes y sus hinchas. Los emblemas y estereotipos
lidades tradicionales. tamblen funclOnaron muy bien. Por ejemplo, Ias páginas de Crítica se
La tipificación caricaturizaela fue un mecanismo recurrente yestuvo r,egodeaban en mostrar dibl00s de Ias calles de Ia Boca con eI supuesto
ligada a Ias obras d~1 teatro popular. Además, los medios de comunica- tlplCOhlllcha boquense, el pizzero italiano gordo con sus grandes mos-
ción masiva clasificaron, identificaron, nombraron, crearon y recrea- tachos vistiendo Ia camiseta de Boca, cuyo objetivo subyacente era ali-
ron escenarios (como el "potrero "), rivalidades y apelativos. mentar Ia rivalidad y atraer Ia atención deI público.
Es notable cómo, tomando a Crítica como ejemplo, en unos pocos Una vez instalados los apelativos en Ias páginas de Ias periódicos, 105
anos Ias referencias a los clubes cambiaron radicalmente. Hacia 1926, medi os ironizaban naturalizando formas de nombrar y nombrarse, que
en ese diario, los apelativos eran poco frecuentes. Huracán era lIa- eran, obviamente, independientes de aquelIo que Ia denominación de-
mado "el Globito", Racing "Ia escuadra de Avellaneda", Indepen- signaba. No era infrecuente que Ia prensa criticara Ia falta de cultura de
diente muy infrecuentemente "Ios rojos" o el "team de Ia Crucecita". Ias hinchas o los jugadores de algún equipo lIamado Estudiantes, ha-
Se mencionaban en el texto, pero no en los titulares. Sin embargo, en- ciendo notar 10 inadecuaelo deI nombre y Ia actitud poco educada de sus
tre esa fecha y comienzos de Ia década de 1930 surgieron nuevos ele- seguidores. Otro caso era el de los hinchas ele Racing, que aceptaban
mentos, como los nombres que designaban a Ias clubes arque típica- gustosos el apelativo de "académicos" y se suponía que se mostraran
mente a través de apelativos; es decir, mediante adjetivos, pero sin académicos en sus actitudes.
mencionar el nombre deI club. Por ejemplo: Gimnasia y Esgrima de Hugo Marini, director ele Ia sección Deportes de Critica, se trans- .
La Plata pasó a lIamarse "mens sana" o "triperos"; Racing, Ia "acade- [ormó en el iconizador oficial. Desempei1ando ese papel, aI celebrarse
mia"; Independiente, los "diablos rojos" o Ias "rojos de Avellaneda"; Ias bodas de pIata de San Lorenzo, comentaba Marini que Ie había to-
Argentinos Jrs., "Ios de Avenida San Martín "; Chacarita, los "funebre- cado bautizar "el ai10 pasado (1932) a San Lorenzo y creo que acerté
ros"; Vélez Sarsfield, eI "fortín" o Ias "de Villa Luro"; River Plate, Ias COllel nombre de 'ciclón de Boedo', (el nombre) ha merecido de toda
Ia afición el mejor recibimiento, por (el) espíritu combativo yavasalla-
formado Ios jugadores, con o sin éxito fina!. Por eso se 10 consideraba
dor (dei equipo) ".105
escueIa y escenario dei pas<0e de Ia nÍIl.ez a Ia adultez.
Un caso análogo fue el de Vélez Sasfield con el mito del fortín, que
Cabe seüalar que ya en esos aI10s eI término estaba muy difundido,
aludía a Ia garra que mostraba el equipo cuando jugaba de local en su
pero de una manera diferente. En Ias mencionadas entrevistas, muy
estadio. La Historia de Vélez Sarsfield nos hace saber que los miembros
pocos de Ios interpelados contestaban que habían empezaelo a jugar
dei c1ub le pidieron a Marini, el 15 de junio de 1932, que pusiera un
en el potrerc, aunque muchos hablaban de Ia caJle y Ios baldíos de Ia
nombre distintivo ai c1ub. Marini, halagado, asumía a pedido el papel
zona, para terminar diciendo, en plural: "en los potreros, como todos".
de iconizador oficia!. Bautizó a Velez y a su estadio "el fortín" porque:
Quienes habían comenzado en Ias áreas urbanizadas empleaban Ia pa-
"Aquel aüo se hablaba mucho ~e Guerra (Ia dei Chaco) y se usaban co-
!abra "baldío:;" o "potreros", para aludir literalmente aI lugar donde ju-
tidianamente palabras como caüonero, artillero. Así que el Fortín so- gaban aI fútbo!'
naba bien".lOG
Sede espacial deI fútbol informal para niüos y jóvenes, los potreros
Sin embargo, no sólo los clubes y Ios jugadores fueron objeto de ela-
tuvieron distintos escenarios: Ia caJle, eI patio de Ia casa, el de Ia es-
sificación y denominación, sino también los equipos. Algunos lIama-
cuela, el baldio, los campitos de terrenos no edificados. La mayoría ha-
ron a Ia delantera de Chacarita de 1925 "Los fenómenos", y a fines de
blaba de "Ia calle de mi barrio", "Ia vereda de mi barrio", "Ios baldíos"
los aüos veinte y treinta muchos equipos pasaron a Ia historia como "EI
o Ios "terrenos baldíos", y 10s menos hablaban deI "patio de Ia casa" o
Expreso" (GyELP), "La Bordadora" y "Los Profesores" (EdeLP), yel
hacían referencia a Ia escuela, a SllS patios y sus recreos, como los espa-
"Quinteto Diabólico" (Independiente, 1938 y 1939) y, en los cuarenta,
cios y los tiernpos deI fútbo!' La palabra "potrero" surgió deI diálogo
se hizo popular "La Máquina" riverplatense.
entre 10s medios y Ia experiencia deljuego informal en Ias barriadas, y
Las definiciones mediáticas ayudaron a caracterizar el proceso de con el correr deI tiempo su uso se hizo genérico.
formación y cristalización de Ias identidades barriales-futboleras. Na-
Usar Ia caJle, el patio de Ia escuela y los baldíos parajugar ai fút-
turalmente, nadie suponía que todos los fanáticos boquenses hablarían
boI implicaba adueüarse de ~111 terreno destinado a otros fines. En
el cocoliche, una mezcla de dialecto genovés y castellano de pura cepa
consecuencia, los conflictos con Ios vecinos, con los maestros y, en me-
hispana. Sin embargo, Ia operación apuntalaba Ia sensación que tenían
nor medida, c(mlos propietarios ele los baldíos eran frecuentes; en ese
los hinchas de que Ias hinchadas eran muy diferentes entre sí, sumán-
sentido los pNreros fueron escenarios ele aprenelizaje en Ia fricción
dose a Ia \~vencia de Ias rivalidades y acentuando Ia "experiencia" de Ia
por adUell.arSe pro\~soriamente de ellos. Eran 10 opuesto, 10 diferente,
diferencia. Luego, si era posible, a esas imágenes arque típicas se aI1.adían
de Ias canchas "en serio". En eI potrero todos los varones podían ser ju-
Ias tendel1cias estilísticas en eI juego supuestamente aelosadas aios gus-
gadores; en Ias canchas en serio, en cambio, sólo algunos lIegaron a ser
tos de cada hinchada. futbolistas y eI resto pasó a ocupar elIugar deI público.
Los medios perioelísticos también incidieron en Ia configuración de
Según se percibe de Ias entrevistas realizadas por La Cancha a de-
Ias representaciones de los espacios de esta práctica. (Dónde jugaban
cenas de jugadores, el potrero parecía ser el símbolo ele una pureza
ai fútbollos nill.os yjóvenes en su vida cotidiana? Rastreamos el clato en
perdida, dei momento funelacional 'generacionalmen
c
te recreado ,
Ias respuestas de los propios jugadores publicadas en La Cancha hacia
iniciático, en e1 cua! decían haber aprendido Ios códigos deI honor
fines ele los aüos veinte. Allí contaban sus andanzas infantiles y revela-
muchas veces defendidos en peIeas. También 10 identificaban como el
ban que 10 hacían en patios, calles o baldíos -que eran Ias canchas en
escenario de aprendiz<0e de Ias técnicas deI juego y de Ia fundación ele
Ias zonas urbanizaelas y los "potreritos" en Ias áreas menos urbaniza- instituciones.
das-o La narrativa oficial elel fútbol asoció el "potrero" con eI origen
elel mito dei fútbol criollo,junto con Ia gambeta, el pibe y el suburbio.
Era un lugar cargaelo de símbolos por ser el escenario donde se habían
C1itica seiialaba antagonismos extremos aI hablar de los enfrenta-
mientos entre San Lorenzo )' Almagro, Racing y Lanús, Argentinos
Como hemos visto, Ia rivalidad fue un condimento necesario en Ia vi- Jrs. )' Chac,arita, Sportivo Barracas y Boca ]rs., Argentinos Jrs. y Cole-
vencia deI fútbol. La identidad territorial se construyó sobre Ia base de glaIes, yasl conformaba una lista interminable de pares de enemigos.
Ia diferencia con el otro, y en muchos casos de Ia hostilidad hacia el ve- La nvahdad no sólo surgía por razones de proximidad territorial,
cino. La rivalidad en el fútbol, tal como fue incorporada en el proceso por razones meramente competitivas o nacidas en consideraciones
de popularización desde principias dei sigla XX, fue plenamente fun- acerca deI honor mancillado después de algún partido, sino tam-
cional aI nacimiento de los imaginarios barriales. bién, }' muy especialmente, cuando se enfrentaban entre sí los cinco
Otros elementos influyeron en Ia cristalización de ese estilo que aso- clubes grandes.
ciaba rivalidael con enemistad y que hacia principios elel sigla XX sólo Otra estrategia para relevar el estado de ánimo deI público y el
era una actitud juvenil. Esa corriente se sumó aI desarrollo deI con- peso de Ias rivalidades, o de darIes entidad para hacer más atractivo
texto ritual deI espectáculo a través de Ia acción de Ia prensa popular, aI periódico, era evaluar Ias festejos o tristezas percibidos en Ias ba-
que hacía hincapié en Ia rivalidad entre barrios vecinos para volver más rriadas después de Ios resultados futbolísticos. Todas estas mencio-
atrayente el espectáculo. nes periodísticas suponen !a existencia de una íntima asociación en-
Desde fines de Ia década de 1910 algunos periódicos comenzaron tre c1ub de fútbol y terl'itorios. E! vínculo cristalizó en Cn'tica en Ia
4 emplear este argumento como una (real o supuesta) manera de segunda mitad de los allOS veinte; sin embargo, no existió una regIa
atraer público a Ias estadias. Esa sensibilidad, que unía enemistad y que Ulllera un barno (GB) a un c1ub. De hecho, hubo barrios (cén-
fútbol, se cristalizó en Ias aii.os veinte y fue un elemento constitutivo tricos) sin clubes y barrios con 'más de uno. La instalación de !a re-
de Ia iclentificación territorial. A mediados de Ia década siguiente, presentación que asociaba un equipo a un bar rio dependía de Ias ca-
Cn'tica tematizó esta doble rivalidad (futbolística y territorial) más o racterísticas de este último, de Ias formas adquiridas por e! nuevo
menos sistemáticamente. Desde sus páginas promovía el honor de espa~io público, de Ia preexistencia deI fútbol en ese espacio y de Ia
haber sido el mejor de dos vecinos como una circunstancia no sólo acclOn de Ia prensa. No era una regIa sistemática: en algunas áreas
atractiva sino estimuladora de emociones y hasta de un juego más deI norte de Ia ciudad hubo }' continúa habiendo varios clubes, y 10
eficaz. Así, en abril de 1925, un cronista consideraba que el partido mlsmo sucedía en los de! SUL -

entre EI Porvenir y Progresista sería el enfrentamiento de "dos viejos Ca~e decir que ya entonces existían muchas más entidades que las
rivales de ban-io", un encuentro en el que ambos clubes "tienen in- mencIOnadas como abanderadas deI GB. En cada bardo había algunas
terés en conquistar el título de campeón de Cerli". que ac~uaban en los dos niveles ya citados: el deI gran barrio (GB) yel
Cuando en 1925 se enfrentaron Defensores de Belgrano y Platense, pequeno (PB). De esta manera, habiendo varios clubes}' asociaciones
cuya rivalidad se sustentaba en su vecindad territorial en el norte de Ia en cada barrio, cada uno solía tener sólo un representante en el fútbo!
ciudad, el cronista de Crítica comentaba que: "Estos dos eran c1ásicos riva- o a 10 sumo dos. En lVIataderos, el C!ub Atlético Nueva Chicago era el
les, dada Ia afinidad de sus barrios de acción, pues como es sabido ambos club de fútbol oficial. Pero Ia mayoría de los hinchas, incluso aqllellos
tienen sentados sus reales en ellejano Nún.ez ( ... ]. Lo único que debe- que concurrían habitualmente a Ia cancha, eran socios de otras institll-
mos recomendar a los aficionados es que el enfrentamiento sea pacífico". ciones, y en eJ mejor de los casos de Nueva Chicago, en una doble o tri-
Cuando volvieron a jugar, un aí10 más tarde, el 7 de agosto se anunció el pIe membresía.
encuentro entre: "rivales de barrio. Platense y Defensores de Belgrano. . Nueva Chicago fue transformándose, al margen de su vida interna, en
Estas dos \~ejos amiei disputando en esta ocasión Ias dos puntos deI cam- Imagen y estandarte dei ban-io de Mataderos (como GB) dentro de Ia
peonato y Ia superioridad de barrio. (...] Muchas veces hubo extralimita- competencia futbolística. En otras palabras, era el c111bque encarnaba aI
ciones y bailes entre Ias hinchas de esos clubes". barrio y 10 representaba en el escenario competitivo interbarrial. La zona
res de clubes que decían defender elhonor deI lugar y se consideraban
sus verdaderos y únicos representantes.
En los ;\110S veinte, el fútbol se transformó en una activiclad casi uni-
versal para los varones. Debido a ello es conveniente destacar Ia impor-
tancia de Ia constitución deI contexto ritual deI espectácuIo futbolí~tico.
Una de Ias maneras, Ia que nos interesa a nosotros, de inclusión de estos
procesos en Ia cultura de los sectores populares fue a través de Ias iden-
tificaciones barriales construiclas con el material dei fútbol preexistente.
Si prestamos atención a Ia cronología, veremos sin dificultad alguna que
Ia generación que participó deI nacimiento de Ias barrios supuso ai fút-
boI como algo propio y naturâl.
192'1: Festejos luego del triunfo de BocaJrs. Simpatizantes
se aduet'ian de la~ calles del barria. (Fuente: AGN.)

1939: Festejos callejeros luego dei triunfo dei campeonato


del Club Atlético Independienle. Simpatizantes en Ias
calles de Avellanecla. (Fuenle: AGN.)
7. Los cambios en Ias instituciones
deI fútbol oficial: Ias ligas
ylos clubes

Pant comprender 10 sucedido en el espectáculo futbolístico


tendremos qLe detenernos en los cambios ocurridos tanto en el go-
bierno como en Ia organización de los clubes y Ias asociaciones que
participaron t'n los torneos y 10s dirigieron. En este sentido debemos
retrotraernos a Ias múltiples divisiones y fusiones de Ias ligas. La pri-
mera escisión data de 1912 y se extendió hasta 1915, cuando ambas se
fusionaron en Ia Asociación Argentina. Luego en 1919 se produjo una
nueva fractura cuando los grandes clubes se distanciaron de Ia direc-
ción de Ia asociación, que terminó expulsándolos, y se creó así Ia Aso-
ciación Amateurs, liderada por Adrián Beccar Varela, dirigente deI
Club San Isidro. Hu bo en tonces elos asociaciones desde 1919 hasta
1926, ano en que volvieron a fusionarse gracias a Ia mediación de]
presidente Marcelo T. de Alvear.
Los dirigemes de Ias ligas tenían Jazos con los partidos políticos
tanto en el plano nacional como en el provincial, así como buenas po-
siciones económicas: Ricardo Aldao, de GEBA, era empresario y mili-
tante radical; AJdo Cantoni pertenecía aI Partido Bloquista; Tedín Uri-
buru era juez de Ia nación y propietario de tierras en el barrio de
Chacarita; Alfredo Horma era empresario. La prensa, representada
por Última Hora y Crítica, no ahorraba ataques a 10s dirigentes de Ias li-
gas, )' en innumerables ocasiones apuntó aI Dr. Adrián Beccar Varela,
ai que impugnz,ba por sus posiciones ideológicas (tildadas de clericaJes
y reaccionarias) y sus actitudes "personalistas". Tal vez el caso más cu-
rioso haya sido Ia breve presidencia de Natalio Botana, dueii.o y direc-
tal' de Crítica, aI frente de Ia Asociación Argentina. Botana no era afi-
cionado aI fútbol. Su corta gestión (de febrero a agosto de 1926) se via
dificultada por Ia imposibilidad de lograr Ia fusión entre Ios dirigentes
de Ias elos ligas. Sin duela el interés de Botana apuntaba a Ia promoción variable, casi siempre rondaba el 20%. En momentos considerados de
deI espectáculo, estrategia que empalmaba perfectamente con 10s inte- crisis, Ias. ligas b'0aban ese porcentaje o eximían a los clubes de su pago.'
reses ele los c!ubes.1ü7 Las aSOClaClOnes flJaban el precio de Ias entradas, y cuando intentaban
En definitiva, podríamos decir que estas situaciones dotaban aIos aumentarlo suscitaban afiebrados debates en Ia prensa. Sin duda Ias oca-
clubes de una legitimidad asociada a Ia gran política o aI gran el11pre- siones de mayor recaudación eran los eventos tradicionalmente más
sariado, y simultáneamente vinculaban a los dirigentes de los clubes aI atractivos, como los enfrentamientos COn Uruguay, 105 torneos sudame-
mundd local y barria!. rIGlI:OSy los partiuos con equipos europeos en gil-a. En Ias páginas de Ios
Los conflictos y problemas por los que atravesaba eJ.fútbol oficial es- pe~-lO(!Icos se debatía eI destino de los fondos recaudados por Ias ligas.
taban asociados a diversas cuestiones. Hubo dificultades para Ia organi- Mas de una vez hubo acusaciones de destinos inciertos, pero muchas ve-
zación de Ias ligas dei interior y para Ia aplicación de Ia justicia frente a ces llegaba dinero a los clubes o a algunas ligas deI interior a través de
Ias faltas disciplinarias. Hubo graves trastornos en Ia planificación de préstamos o subsidios.
Ias fichas y ]os pases de ]os jugadores. Hubo problemas organizativos y Otra tarea conflictiva que estaba parcialmente en manos de Ias aso-
violaciones a normas éticas, situaciones que se potenciaron con Ia exis- ciaciones era Ia respuesta institucional frente aIos desórdenes. Ias inte-
tencia de dos asociaciones parale]as y rivales. La división trabó además rrupciones de partidos y Ias escenas de violencia en los estadios. En aI-
el desempeno de los seleccionados nacionales debido a que Ia repre- gunas oportunidades Ios dirigentes de Ia liga impusieron sanciones a
sentación internacional recaía sólo en una de e1las, según Ias normas los clubes cuyos díscolos hinchas habían protagonizado desmanes,
establecidas por FIFA. Los clubes tenían posiciones flexibles, funciona- aunque esta medida no soIía ser habitua!.
les y de mutuo beneficio con los dirigentes de Ias asociaciones, con Por ejemplo, según anunciaba La Cancha en mayo de 1929, se le aplicó
quienes no necesariamente compartían idearios políticos o tradiciones aI club San TeImo una penalidad "debido a que ya eran intolerables los
culturales. Estos solían ser líderes de Ia política nacional y. desde esa desman~s a que se entregaban susjugadores y asociados". Además, Ia liga
función, fueron en. muchos casos vehículo y mediación con 105 entes se dmglO en reiteradas oportunidades a Ias autoridades policiales solici-
gubernamentales. tando que f0aran su posición ante 10s frecuentes hechos de violencia.
Las ligas se ocupaban de organizar 105 torneos y de ia selección na· Varios cronistas adjudicabanla violencia a Ias .deficientes actuaciones
cional, adel11ás de establecel- campeonatos arnistosos, de veteranos y de de 105 árbitros y dedicaban mucho espacio aI problema de su desem-
categorías menores. Las CD solían tratar Ia revisión de Ias condicioncs peii.o, acusándolos de carecer de autoridad frente aIos jugadores y de
físicas de los estadios, cucstiones vinculadas a 105 y Ia justicia
árbitros ser fr.e,cuentemente parciales en sus dec,isiones, aunque por otro lado
deportiva, viáticos a 'Tefe1'ees, subsidios a clubes y ligas del interior y por- tamblen cr~tIcaban a Ias asociaciones y a Ia policía por no respaldar con
centajes de participación en los partidos, además de encargarse de Ias sufiCiente .fIrmeza Ia autoridad de los jueces. 1,0 cierto es que 105 árbi-
relaciones con otras federaciones y confederaciones. A.demás de estas tros eran, constante objeto de amenazas, golpizas y robos, hechos que
competencias, Ia CD ejercía funciones punitivas sobre aquellos clubes contnbUJan a generar un clima de temor y sospecha que los conducía
que no cumplían con determinadas normativas. Por ejel11plo, podían a no comunicar todo 10 sucedido durante y después de 105 partidos en
ser penalizados por incluir ilegalmente a unjugador o por casos incon· sus ll1formes oficiaIes a Ia liga, 10 cua! dificultaba eI establecimiento de
testables de marronismo. sanciones. Las amenazas sufridas por Ios árbitros eran de tal magnitud
En 10 que respecta a Ias economías de Ias ligas, Ia recaudación ele di- que lI1cluso se consideraba peligroso revelar con antelación los nom-
nero provenía de Ias ventas de entradas en los partidos de Ia se!ección brcs de los jueces designados, especialmente para los partidos en Ios
nacional y de Ia alícuot:a por derechos de pases. EI rubro de mayor inci- que se definirían ascensos y descensos.
clencia era el porcentaje por Ia venta de entradas en el espectáculo elo- ,. Si bien Ia prensa magnificaba los hechos, sin duda el clima era
minguero. Ese porcent2je fue origen de no pocos conflictos y, si bien era tenso. Pel'o 10s árbi tros no se man tuvieron callados y organizaron
165
LOS CAMBIOS EN LAS INSTITUCIONES DEL FÚTBOL OFICIAL

una huelga durante el breve gobierno de Botana, en rechazo a una


amnistía otorgada aios jugadores que habían sido sancionados pre-
cisamente por haberIos amenazado. Por otro lado, Ias ligas no pare-
cen haber encarado seriamente el problema de Ia formación de los
( árbitros, si bien algunos de sus miembros pensaban que Ia solución
era profesionalizar su tarea. Tampoco se estableció una metodología
clara sobre Ia designación de los árbitros para los partidos, sino que
se oscilaba entre los criterios que sostenían que debía hacerse por
sorteo y los que propiciaban hacerla "a dedo", midiendo Ias virtudes
( y Ias dificultades de determinados partidos.

( ,

(
193,1: Asamblea en el Club Huracán, Los sacias discuten
( Ias <lsuntasdeI club. (Fuente: AGN,)
En los anos veinte, algunas de Ias entidades nacidas como equipos de
fútbol ya se habían 'transformado en instituciones con miles de socios y
con intereses diversos. En estos clubes, además de practicarse el fútbol,
también se desarro!laron otras actividades. No en vano se autodenomi-
naban "Sociales y Deportivos", y de hecho muchos de ellos no se des-
tacaron en Ia historia deI fútbol grande.
En esos al10S se p"Odía apreciar una enorme fluidez y disparidad en
los logros institucionales dei universo de clubes que integraban Ia liga
oficial. Así, mientras el Club A, Lanús proyectaba sus estatutos sociales,
River editaba, desde un decenio atrás, sus Memorias y Balances. La fór-
mula institucional para elegir a los dirigentes era variada: algunos 10
hacían entre unas pocas decenas de socios, mientras que otros, en
1933: Asamblea de sacias en eI Club River Plate.
asambleas con cientos de participantes. (Fuellte: AGN.)
Como se puede advertir, los clubes pudieron existir y perdurar gracias
a sus socios y a Ia actividad voluntaria de estos. Si observamos Ia cantidad en Ias calles Alvear y Tagle. San Lorenzo triplicó su masa societaria
de socios que tenían los clubes por aquellos anos veremos claramente Ia entre 1920 y 1922, !legando aios 1500, Vélez Ia duplicó, !legando a
disparidad mencionada. Consideremos algunos ejemplos de !a evalu- superar los 700. Avanzando en Ia década, resultan !lamativas Ias ci-
ción de Ia masa societaria de algunas entidades: hacia 1915 River con- fras correspondientes a Ia segunda mitad dado que h b
, . u o un enorme
taba con cerca de 700 sacios, Vélez no llegaba aios 100 y Huracán supe- creClmIento en Ia cantidad de socios en pocos anos, Así, River y San
raba los 400. Lorenzo termmaron Ia década (antes de Ia !legada di' f .
, . e pIO eSIOna-
En torno a los anos 1920,1921 Y 1922 se advierte un primer gran
llsmo) con 15 000 socios cada uno, Boca !legó aIos 8500, Indepen-
salto en eI número de asociados. River !legó a superar Ios 3500 en
dlente aIos 4200, Racing a Ias 3000 y Vélez aIos 1400, Este notabIe
1922 Y los 5000 el ano siguiente, cuando se mudó a su sede ubicada
Incremento puede explicarse, en parte y en términos generaIes, por
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;,

LOS CAMBIOS EN LAS INSTITUCIONES DEL FÚTBOL OFICIAL


16
7
Ia bonanza económica experimentada en aquellos all.OS, aunque
también debe asociarse a ciertos cambios operados específicamente
en el âmbito dei fútbol -entre los que se destacan Ia configuración
dei contexto ritual dei espectáculo futbolístico y Ia aparición en es-
cena de una nueva política de los dirigentes hacia Ia sociedad-.
Durante Ia década de 1910, los dirigentes solían hacer casi todos
los anos una "limpieza" dei padrón y expulsaban a los morosos; sin
embargo, esas prácticas fueron modificándose. Hacia fines de Ia dé-
cada muchos clubes comenzaron a impulsar campanas de "conscrip-
ción" de socios, e incluso hubo algunos que dejaron de lado el habi-
tual cobro de Ia cuota de ingreso. Estaba claro que los dirigentes
necesitaban emprender acciones positivas para atraer nuevos socios
hacia los clubes, que, con el discurrir dei tiempo, terminaron siendo
decenas de miles, Además de Ias iniciativas dirigenciales hay que te-
ner muy en cuenta que, en el ámbito dei deporte en general y en el
dei fútbol en particular, Ia influencia de Ia perfonnance de los equipos
era un enorme atractivo,
En mitad de este proceso de aumento dei número de socios y de
193~: Los dirigentes diseiían políti~as para incrementar
Ia cantidad de entradas vendidas sobrevino Ia crisis económica y so- el numero de Ia masa societaria deI club. (Fuente: AGN.)
cial de Ia década de 1930, cuya incidencia sobre el desarrollo dei es-
pectáculo futbolístico y Ia evolución de los clubes continúa siendo asevera~a El ~ráfi:co en su edición de julio. La peJjonnance deportiva
un tema abierto ai debate. POI- un lado, Ia depresión económica pro- ele Ios anos vemte no explica Ia totalidad de est f •
• • e enomeno, que te-
dtUo una menna en Ia venta de entradas y afectó negativamente el J1Iaralces en desempel'io d - .
s e anos antenores)' seguramente tan b"
en l" . 1 len
espectáculo futbolístico; sin embargo, en ese mismo período los clu- . emprene Imlentos dirigenciales previos. Claramente se puede
bes exhibieron un importante aumento en el número de socios. a~leCl~r que d~sde 1913 -cuando ya participaban en Ia primera divi-
Además, entre 1931 y 1936 tuvieron un crecimiento dei capital glo- ~lOnRiver, Racmg, Independiente, Boca y, un poco después, San Lo-
bal: los ejemplos más contundêntes son los de San Lorenzo, cuyo ca- Ienzo- hasta eI fin deI amateurismo los llamados cinco grand t-
Vleron I . _ " es 1..1
pital creció el 100% en ese interludio; Independiente, con el 250%, • os meJol es rendmuentos deportivos, y hacia final de esa
y Racing y Boca, con un aumento de150% cada uno. Podemos decir, eleeada, Ia mayor convocatoria de IJúbIico y por elld I .
'. ,e, as nleJores re-
en definitiva, que no todos Ios clubes reaccionaron de igual manera ealldaclOnes. En razon de estos procesos los clubes d
r 'gran es se trans-
ante Ia crisis. Yagregar que en líneas generales crecieron, aunque lonnaron I)OCOa poco e11 e . . . .
• nOllnes lllstltuclOnes con miles de socios
en promedio no 10 hicieron ai mismo ritmo que antes. De hecho, en que compartlan Ia competencia deportiva con clubes mu h •
ChICOS. C o mas
1931 Ia MCBA comenzó a cobrar un gravamen a Ias entradas aios es-
tadios de fútbol con el argumento ele reducir en parte "Ias enormes f Esa asimétrica reIación generó conflictos institucionaIes y marcó Ia
ganancias de 105 clubes", ollna en que se profesionalizó eI fútboI en 1931 m ' . ,
f 1"" , OVlmlento que
Si bien los más populares crecieron en Ias aJi.os veinte, hubo mu- lle e mgldo por los grandes. Sumado a esto, el mercado de jugadores
chas diferencias y distancia entre ellos. La existencia de clubes gran- ya estab~ en Ios aIl.OSveinte fuertemente dominado por eI poder de
des y chicos era una realidad palpable y "natural" en 1931, según estos pala atraer a los más talentosos, y de hecho aIgunas t'd d
cont b "d en.l a es
a an con eIegados" o contactos que buscaban futuros cmchs en
Ias ligas independientes y en Ias dei interior. Durante estas aúos hubo LAS NUEVA~; ACTIVIDADES DEPORTIVAS Y "SOCIALES" INCORPORADAS

una frecuente Ilegada de jugad?res dei interior dei país a Ias equi pos A LOS CLUBES Y SU RELACIÓN CON LA LÓGICA DEL FÚTBOL

de Buenos Aires, atraídos por Ias clubes más fuertes a través deI re-
curso dei marronismo; esta situacióll provocó que Ias chicos, a fin de EI contexto ritual deI espectáculo futbolístico dominguero fue un ám-
compensar su desigual relación con ellos, recurrieran también ellos y bIto generador de una sociabilidad mayoritariamente masculina que
en Ia medida de sus posibilidades ai marronismo, práctica que a par- glraba en torno ai partido, a Ias viajes hacia y desde Ias estadias, ya ]os
tir de entonces pasó a ser habitual. En Ia edición de Crítica de abril de momentos previas y posteriores ai juego; por otro lado, esta sociabili-
1927 un dirigente de un club chico -Estudiantes de Palermo- confe- dad estaba ligada también a Ia vida cotidiana: Ia calle, el café y Ia vida
saba que no podía tener un equipo poderoso "por Ia sencilla razón d~ntro ~e los clubes. No está de más senalar que Ias fidelidades y Ias
de que no quiere modificar su inmacu]ada tradición amateurista". EI ImhtancIas futboleras en un barrio 'J por e'iempIo B oe d o, Vlncu
' ]a b an en-
directivo pronosticaba que si no surgían buenos jugadores de sus pro- t:e sí a.una abrumadora mayoría de sus habitantes, que podían decirse
pias filas habría, finalmente, que disoIver el club por "falta de jugado- slmpatJzantes o hinchas de San Lorenzo; sin embargo, de esa masa úni-
res amateur que no mientan". cam~nte una parte concurría a Ia cancha en forma habitua] y entre es-
,:Cuá] era Ia situación económica de algunos clubes durante Ia dé- tas solo algunos eran socios deI club.
cada de 1930? Las entradas de dinero provenían de Ias tickets, Ia Aunque eI fútbo! siguió siendo el eje central de estas entidades en
cuota social, Ia publicidad, Ias donaciones de sacias, ]os subsidias y Ias aI1os.veinte, poco a poco comenzaron a tomar cuerpo otras activida-
préstamos, y ]a organización de eventos; Ia mayor parte de Ias salidas des socIales, culturaIes y deportivas, incorporadas no sin conflictos
se originaba en el plante] de fntbolistas, y en e] arrendamiento o Ia como una lógica consecuencia de Ia presencia de diversos actores co~
compra y ei mantenimiento dei estadio y de más instalaciones. in~ereses y gustos par~culares. En este apartado analizaremos Ia apari-
Uno de Ias rasgos que diferenciaron a los clubes fue Ia activa política C10nde un capItal SOCialno asociado ai fútbol sino a un nuevo espacio
dirigencial para atraer socios y jugadores talentosos a Ia par de una de sociabilidad basado en novedosas redes personales.109
fluida relación COllIas vecinos y los hinchas. Pero para ser un club con EI idearia asociacionista y democrático, que incentivaba Ia inclusión
futuro se necesitaba tener un pasado, y ciertos rituales que estructura- y Ia participa.ción, se sumó a Ias nociones· vigentes sobre Ia necesidad
ran Ia vida de Ia institución y su fuerza simbólica. de Ia actividad física y Ias deportes. Por 10 tanto, no era extraI10 que los
Los clubes fueron Ias asociaciones so bre Ias cuales descansó Ia 01'- clubes comenzaran a cobijar entre sus muros Ia práctica de otros de-
ganización de! fútbol oficia] y, a Ia vez, se constituyeron como nuevos portes,junto a c,iertas actividades denominadas "sociales". Por ejemplo,
ámbitos de sociabilidad conectados con Ia vida de Ia comunidad loca! IndependIente ll1corporó en 1922 Ia práctica de tiro y ese mismo ano
y como representantes y "defensores" dei barrio, algo que pudo ser f~rmó Ia pr~mera subcomisión de básquet, ascendiendo a primera dos
factible en parte gracias a Ia acción de Ias medias de comunicación. anos despues. En 1927 el club no tenía cancha de básquet y su equipo
En igual sentido, reforzaron su vínculo territorial a partir de Ia cons- Jugaba en Sportivo Barracas, a pesar de 10 cua! se consagró campeón
trucción de sus propias simbologías, que incluían narraciones acerca en 19:9 y 19~;O.Junto a este logro deportivo, Independiente disponía
de sus tiempos pretéritos, y de sus propias ceremonias y rituales, ademas de un nuevo estadia de fútbol, yen 1934 construyó, para forta-
como Ia celebración de Ias aniversarias de fundación y Ia realización lecer Ia actividad socio-cultural, una biblioteca en Ia sede a Ia que con-
de eventos a beneficio de Ia propia institución o de otras en Ias fechas curneron mI1es de esçolares de Ia barriada.
patrias.108 Pero ese empuje no se desarrolló sin conflictos con Ia lógica futboIera.
SI blen en Ferro Carril Oeste y en Independiente se registraron pro-
bleI~as y debates respecto de Ias nuevas iniciativas que competían co~
eI futbol, eI caso más documentado es el deI C. A. VéIez Sarsfield,
donde a partir de 1930 se desató un grave conflicto en torno a Ia cons-
trucción de Ia sede social, disputa que se superpuso a Ia convocatona a La evaluación de Ia capacidad de Ias estadios en relación con Ia de-
elecciones para Ia renovación de autoridades. Los dirigentes se deba- manda dei público era un problema sin resolver, y en consecuencia ha-
tían entre [a perspectiva de transformar [a institución en un club socIal bia quejas constantes por Ia estrechez de 10s accesos a Ias tribunas y el
o, tal como 10 deseaba Ia mayoría, seguir dedicando sus mayores es- posible riesgo deI público. Debido a ello, Ias preocupaciones de Ias di-
fuerzos ai fútbol. A pal-tir de 1931 algunos dirigentes intentaron crear rigentes se centraron cada vez más en Ia posesión de un estadio propio
una nueva categoría de socios llamada "social", que pagaría una cuota con mayor capacidad numérica, sin prestar demasiada atención a Ias
comodidades.
más cara, y simultáneamente decidieron que el club invertiría el dl-
nero suficiente para Ia instalación de una amplia sede. Fero Ia 1111Cla- En este sentido, fue formándose un ideario en torno a Ias aptitlldes
tiva no contó con el apoyo mayoritario, que sostenia Ia necesidad ele y necesidades deI hincha propio o ajeno. Las posibles demandas de lln

que eI estadio y el equipo ele fútbol continuaran siendo priorida.des en presunto usuario, en especial deI público visitante, no existian. Las

el presupuesto. A pesar de Ia oposición ele gran par~~ de sus SOCIOS,los muItitudes soportaban innúmeras dificuItades para comprar su en-

directivos inmediatamente resolvieron Ia construcCIOn de una cancha trada, ubicarse en Ias gradas, acceder a un baIÍ.o y abandonar el estadio

de pelota paleta en Ia sede social con un aporte ~speci.al.de cada socio con tranquilidad. Así se fue construyendo, en Ia teoría y Ia práctica, Ia
interesado en el desarrollo de ese deporte; ademas, se Il1IClarOn los pe- rara filosofia de que eI público que asistía a los partidos estaba natural
didos de afiliación a Ias federaciones de balonmano (o handball) y de y espontáneamente aI margen de cualquier tironeo entre Ia oferta y Ia

básquet. . demanda de servicios y comodidades. En este sentido, buena parte de


Para financiar estas nuevas actividades se plantearon tres solucIOnes Ia prensa se ocupó de mostrar Ias aspectos que parecían preocupar
poco a Ias dirigentes.
posibles: por un lado, cobrar ai socio "social" una cuota diferenciada
con respecto ai sacio general (de fútbo] o de cancha); por otro, au- Se creía que 10s hinchas eran portaelores de una fidelidad incondi-
mentar el valor de Ia cuota cobrada a todos por igual y, por último, co- cional que minimizaba Ios inconvenientes o los consideraba parte de
brar una cuota espeeial y excepcional a aquellos sacias que dese~ran Ia gesta dominguera. Pero esta fidelidad ubicaba Ia demanda en otro
que eI club construyera determinada instalación deportiva. Más alia ~e plano. Yel hincha exigia resultados a Ias jugadores y dirigentes. Las
esto, Ia integración de este tipo de iniciativas así como de depo~tes dIS- derrotas o Ias triunfos marcaban los climas emociona!es, que muchas
tintos dei fútbol produjo, sin duda alguna, un vuelco en los ll1tereses veces derivaban en acciones directas de Ias hinchadas sobre los juga-
de Ia institución. dores y dirigentes. Una serie de derrotas podía significar una grave
Esos ali.os fueron testigos deI despliegue de instalaciones y activida- crisis institucional, tal como ocurrió en Vélez Sarsfield en 1932,
des deportivas y sociales más o menos lejanas aI fú~bo[: Sin em bargo, Ia cuando el equipo sufrió dos goleadas seguidas y Ia CD tuvo que re-
lógica dominante que gobernó Ia vida de estas ll1stl~uClOl?eSfue Ia com~ nunciar y convocar a una asamblea extraordinaria, a Ia que asistieron
petencia en el fútboI oficial. Además dei marcado Interes por o~tenel nada menos que 600 socios, que renovaron el voto de confianza a Ias
dirigentes.110
buenos jugadores para sus equipos, los dirigentes ponian sus miras en
Ia tenencia y/o propiedad de un terreno y Ia consiguiente construc- Por otro lado, Ia lógica competitiva nacida de [a concepción de Ia ri-
ción de un estadio propio. En rigor, Ios problemas giraban en torno aI validad-enemistad produjo muchas "rupturas de relaciones" entre ins-
pago dei alqui[er deI terreno o e[ vencimiento de [os cont:atos de al- tituciones. Si bien habia clubes que mantenían muy buenos lazos alo
qui ler y su posible renovación, como asimismo de una .poslble, reloca- largo de mucho tiempo, también cabia Ia posibilidad ele tener enemi-
gos formalmente declarados. I!!
lización. Como puede apreciarse, estas cuestiones -SI blen habla~ me-
jorado en relación a Ias primeros anos de vida de Ias clubes- aun no
habían sido resueltas en Ias aIÍ.os veinte.
lRELACIONES, JUEGOS Y CONFLICTOS ENTRE SOCIOS, HINCHAS, quince a110s y en Ias últimas elecciones había estado en el bando
JUGADORES Y DIRIGENTES contrario aI triunfante.
EI terna ocupó mucho espacio en Crítica durante el mes de abril de
En algunas oportunidades, los dirigentes mediaban en los casos de 1927. En Ia cobertura periodística se advertía e! apoyo de sus compai1e-
desórdenes y Ia prensa solía responsabilizarlos por Ia actitud de los ros de equipo, hecho que produjo Ia suspensión de los rebeldes. Varios
hinchas de sus clubes. Sin embargo, sus gestos apaciguadores no suplentes reemplazaron a los titulares suspendidos. Pel'o el equipo, in-
eran sistemáticos, y Ia situación de Ias "muchachadas" y/o "barras" tegrado ahora por jugadores de menor categoría, no lograba buenas
solía ser tema de debate en los clubes. EI periódico La Cancha pro- pelforma'/?'ces deportivas.
puso, en noviembre de 1928, Ia expulsión de Ia lista de socios de los EI conflicto produjo una notable incertidumbre entre los socios e
clubes más importantes de Ias "hinchadas salvajes, Ias barras más hinchas deI club. La oposición hizo circular un petitorio, en el que
agresivas, brutales, fanáticas y antideportivas". (Los clubes debían sumó unas 900 firmas, solicitando una solución consensuada. Pedían
entonces impedir que se asociaran los miembros de esas barras? Ia suspensión de Ias penas y el llamado a una reunión general extraor-
(Quiénes podían ser socios? En general, los dirigentes no atendie- dinaria .. '\.nte tamai1a movilización, Ia dirigencia convocó a Ia reunión.
ron alllamado periodístico. En algunos casos intentaron poner lími- Ante una muchedumbre, Ia CD resolvió levantar Ias sanciones y los di-
tes a sus adherentes más "fervorosos", pel'o nunca pensaron en Ia rigentes anunciaron en sus discursos la feliz solución. Sin embargo, va-
posibilidad de expulsarlos. rios jugadores renunciaron definitivamente a seguir jugando en Boca y
Los dirigentes también tuvieron que afrontar conflictos en Ias relacio- denunciaron el doblez y Ia mentira de varios integrantes de Ia CD.
nes con losjugadores. En marzo de 1927 se produjo un grave choque en- Hacia fines de los al10s veinte los clubes, sobre todo los más grandes,
tre ambas partes. Alfredo Garasino, jugador de Ia primera división de que ya contaban con miles de asociados, eran verdaderos escenarios de
Boca Jrs. y uno de los pilares deI equipo, entró en conflicto con Ia diri- Ia vida política, deportiva y cultural. En sus ámbitos se generaban múl-
gencia de Ia entidad arrastrando con él a todo el planteI. Luego de una tiples redes sociales y personales y convivían intereses divergentes.
derrota frente a Excursionistas, el 26 de marzo, Critica publicó unas de- Los clubes de principios dei último siglo estaban formados por un
claraciones deI futbolista donde sostenía que el capitán, Américo Teso- cOl~unto indiferenciado de socios yjugadores, que eran además dirigen-
rieri, había sido desairado por Ia dirigencia, que no 10 había consultado tes. EI crecimiento de Ias entidades y Ia magnificencia dei espectáculo
para Ia formación dei equipo. Según Garasino Ias dirigentes sólo se de- provocaron una formalización y especialización de los roles, aunque
dicaban a "dar órdenes" y, si eso seguía sucediendo, Boca continuaría cabe sel1alar que 10s papeles de hincha, socio yjugador nunca termina-
perdiendo. En palabras deljugador, Tesorieri no había sido convocado ron de diferenciarse dei todo. Sin duda, el formato de los clubes en
"siquiera para Ia formación deI equipo. Se le han dado órdenes y nada tanto asociaciones civiles sin fines de lucro incentivaba esa situación. EI
más. Mientras que no se forme un team como se debe, Boca seguirá jugador que era socio y participaba politicamente tenía problemas, dado
perdiendo". que además era un empleado sui generis de Ia entidad. Históricamente se
Los directivos consultaron a Garasino sobre Ia veracidad de esas consideraba absolutamente necesario que el jugador fuese socio; sin em-
declaraciones, el jugador respondió afirmativamente y fue suspen- bargo, Ias cosas fueron cambiando con el correr dei tiempo. La condi-
dido.lnmediatamente, el sancionado elevó una nota a Ia Asociación ción de socio se volvió problemática para los hinchas "bravos" y los juga-
de Fútbol y el conflicto se generalizó. Otros jugadores decidieron dores pa:;aron a integrar un grupo cuyo carácter de asociado estaba en
abandonar el equipo haciendo causa común con su compal1ero san- duda. Con el marronismo, eljugador ocupaba un lugar singular en Ia
cionado y protestando por Ia tiranía de los dirigentes lucia los juga- institución ya que cobraba ilegalmente por su trabajo, pel'o quien le pa-
dores. EI conflicto no era sólo futbolístico sino también político e gaba no '~ra su "patrón" (el club) sino una empresa o una repartición
institucional, ya que Garasino había sido socio deI club durante oficial. Yademás, si era socio, tenía derechos electorales.
cia principios de los al10Sveinte, a pesar de haber tenido luego una ca-
Con respecto ai perfil de los dirigentes de los clubes resulta difícil ha-
rrera distante de comp1'omisos políticos explícitos en Vélez Sarsfleld.
cer una caracterización socioeconómica, aunque puede decirse que en
En cuanto a ia organización y la vida política interna es necesario tener
esas décadas se afirmó Ia presencia de sectores propietarios y profesio-
en cuenta que, si bien todos los clubes avanzaron hacia su fo1'malización,
nales. En un principio, en Ia primera década del siglo XX, losjóvenes
no toelos10hicieron en el mismo momento ni con ritmos similares.
fundadores recurrieron a estos grupos para solicitar aportes o padri-
Hacia fines de los allos veinte algunos clubes' -River, San Lorenzo,
nazgo o por sus contactos personales, ya que en muchos casos estaban
Huracán- tramitaron y consiguieron su personería jurídica. Ot1'os
vinculados con "el gobierno". Así fue como este círculo de notables fue
-Boca, Sportivo Barracas y River- comenzaron a editar bole tines infor-
asumiendo, en el transcurso del tiempo, un rol de liderazgo en los clu-
mativos. La complejidad de Ias tareas y Ia gran cantidad de actividades
bes. La búsqueda de visibilidad y notoriedad fue una tendencia gene-
los impulsó a desarrolla1' instancias específicas de gestión y dirección.
ralizada entre los dirigentes. Sin embargo, y paralelamente, el enorme
Hacia 1922, Boca tenía su CD y sus comisiones de hacienda,jugadores,
crecimiento de Ias instituciones las llevó a requerir mayor dedicación
construcción, controles, fiestas atléticas y fiestas sociales. En 1932 Vélez
y cierta especialización en las tareas.
tenía intendente, subintendente, intendente de Ia sede social,jefe de
En Ia mayoría de los casos, los clubes reproducían los estilos de ha-
vigilancia, control oficial y delegados ante la asociación. Si durante Ia
cer política por entonces vigentes fuera de sus paredes. Uno de sus ejes
segunda década las elecciones se realizaban en asambleas de socios
era justamen te Ia presencia de líderes fuertes, y sin lugar a eludas el
desde fines de los al10s veinte y en especial en los al10s treinta, con I;
caudillo local debía estar dentro o por 10 menos cerca de Ia entidad,
inclusión masiva de socios, se tendió cada vez más ai sistema elevoto se-
que naturalmente necesitaba mantener buenas relaciones con los oao-
creto, no obligatorio, en base ai padrón armado sobre Ias especiftcacio-
biernos y con la asociación. El grado y la sistematicidad con que Ias clu-
nes estatutarias, con listas de candidatos.
bes aprovecharon sus contactos con caudillos o funcionarios políticos
En definitiva, hacia fines de 1920 los clubes adoptaron diversas lógi-
fue, y continú~ siendo, objeto de análisis. Sin embargo, parece induda-
cas que reflejaban los deseos y acciones de sus hinchas y socios, conven-
ble que este ~nCll1o fue provechoso tanto para las entidades como
cidos de que un club necesitaba, por encima de todo, el éxito depor-
para Ias políticos. Sin embargo, muchas veces el club no era sino un es-
tivo. Además tendieron a transformarse en ámbitos cada vez más
cenario para Ia expresión de duras luchas partidarias. Queda fuera de
amplios de constitución de capital social, de renovados espacios de so-
tocla duda Ia fuerte presencia radical en las CD de muchas entidades:
ciabilidad, no sólo relacionados con el fútbol, sino también a otras ac-
entre otras Leopoldo Bard en River y Pedra Bidegain en San Lorenzo.
tividaelesdeportivas y culturales.
Sabemos que José Amalfitani fue candidato demócrata progresista ha-
8. Los jugadores

LA "EDAD DORADA" DEL FÚTBOL SEGÚN LOS JUGADORES


D)~ LOS ANOS VEINTE Y TREINTA

En Ia década de 1920, Ia práctica dei fútbol ya se había gene-


ralizado entre los varones porteílos. Desde ese punto de vista todos fue-
ron jugadores, por 10 menos en su infancia y primera juventud, aun-
que pocos lJegaron a jugar en el fútbol oficial.l12
En esos anos ya se había naturalizado el relato de esa primera expe-
riencia, y er. Ias narraciones aparecían reiteradamente frases dei tipo:
"como todo; dicen" o "naturalmente yo también me inicié ... ". Así des-
cribían sus primeras vivencias los jóvenes que por entonces tenían en-
tre 20 y 30 anos y ya habían devenido en especialistas.
No todas ias experiencias fueron iguales, pero todas tuvieron un de-
nominador común: Ia vivencia dei fútbol como ejercicio colectivo con
escenarios similares -Ia calle, el terreno baldío- y con un mismo instru-
mento -Ia pelota de confección casera-. Esas vivencias se sumaron a Ia
cristalización de Ia tradición masculina dei fútbol, a su vez asociada a Ia
aventura y Ias demostraciones de guapeza, viveza, agilidad y destreza.
Sobre ninos y jóvenes pesaban mandatos paternos que no solían in-
cluir ai fútbol. La mayoría de los padres inmigrantes consideraba que
el deporte era tiempo perdido e intentaba que SLlS hUos consiguieran
un buen trabajo o tomaran Ia ruta dei estudio. Además, muchas veces
los futbolistas en ciernes eludían Ia escuela para quedarse jugando -en
atras palabras, se hacían "Ia rata"-, hecho que les acarreaba fuertes re-
criminaciones paternas. En ese horizonte, no había lugar para un hijo
futbolista.
La práctica deI fútbol se transformó poco a poco en elemento dei
aprendizaje social y en componente significativo de Ia educación senti-
mental masculina, que ordenaba apreciar el talento y Ia guapeza. Luis
LOSJUGADORES 179

Ravaschino, crach de Independiente entrevistado en agosto de 1928, re-


mols, los días de partido íbamos temprano para marcar con
cordaba que se había iniciado en un baldío de su barrio de Barracas. ca , colocar los arcos )' p oner Ias re d es y organizar todo 10 ne-
.
Sus habilidades, de mostradas precozmente en un endemoniado dribbling,
cesano para el partido de Ia tarde. No se cobraba ent d
seg{ul relata el entrevistado: Tampo I b' I' . ra a.
. co 1a Ia as 1I1stalaclOnes que existen hoy en los fields
l1l Ias enormes. concurrencias que a uno 10 asomb ran tanto '
...1e valiewn más de un enérgico puntapié de algunos de sus I
como e malJuego que se desanolla.
antagonistas. Rava, sportsman innato, no respondía una sola
palabra ni hacía un solo gesto cuando así suplía algún lwlf
LaCjonstbrucción de esa memoria aludía a Ia constitución de un modelo
mareado por su ineficacia para detenerlo. Rengueando o d .e 10m,. re adulto ' c on f 01-ma d o entre otras cosas por Ia narrativa d
como fuere, él seguía en su puesto. Pel'o después, cuando, fi- esa practIca durante Ia infancia . 113 EII 10m b re p1l1taba
.
I . su pasado co e
nalizado el partido, su atacante se retiraba dei "potrero"
os colores de Ia rngenuidad y delineaba así los límI'tes d . n
[ .. J, se tomaba una implacable venganza, a pedradas. Mane- si nb ' r . e su ul1lverso
dI I o 1~0 y emoclOna~. En este sentido, no dudamos de Ia "realidad"
jaba Ia "honda" a Ias mil maravillas. Así, bien aprovisionado
e a pe ota de trapo, S1l10que ponemos el acento
de proyectiles, logró ganar más de una batalla campal con ya era parte deI d'. ' . en que ese elemento
algunos fueron inI:~~rso monohtlCo de esos jóvenes. Las memorias de
adversarios de mayor edad que él.
v en esa medida f poradas como experiencias recorridas por todos,
: ormaron parte de un relato que los constituía
Los jugadores hablaban dei pasado y recordaban sus primeros contac- l11tegrantes de I"a mIsma especle. En definitiva el fútbol . .- como
tos con el fútbol. Mencionar ese tiempo, detenerse en él aunque no construir u d ,SIrvlO para
n re.cuer o potente y constitutivo deI presente adulto d I
hubieran transcurrido muchos ai1os, implicaba ciertas operaciones que varones argentIno s. T omemos como eiemplo un d"l e os
involucraban el recuerdo.
cias vividas cobran dimensiones
Es sabido que, en ]a memoria, Ias experien-
extraii.as y afectan ia percepción de 10
~l:
. d' d
1~~~: eLa Cancha y eljugador
J Ia ogo entre un pe-
Juan Botasso de Quilmes en octubre

evocado así como 5U cognición. El fútbol era un escenario particular-


mente apto para Ia vigencia de discursos en los que imperaba una mar- -(Qué nos cuenta de su vida?
cada oposición entre el pasado recordado y Ia percepción dei presente.
-Yo soy como todos y mi historia es Ia misma ele casi t d
Para el entrevistado en los anos veinte, los esfuerzos inicia1es y el
Vnapatada aI casco te, a Ia pelotita querida (Ia de trapo) Vos.
compromiso emocional y militante de tiempos pretéritos ya habían partIdo eI I o. n
_ 1 e potrero, los domingos que podía fugarme de
quedado en Ia historia. En ese juego mental entre ambas instancias
casa
. . mel ced a mI astucia y a mi habilidad por convencer aI
temporales surgían de inmediato Ias comparaciones, y los periodistas
vleJo de que me dejara ir aI zoa o aI biógrafo oa I
cargaban Ias tintas abonando Ia creación de estereotipos adheridos a tua de Garibaldi. ver a esta-
un pasado con peso emotivo y valorativo positivo.
En mayo de 1925 un ex jugador de Independien te recordaba en Crítica.
Másaliá de Ias apariencias, los entrevistados no eran
10 que ocunia quince aúos atrás, en los tiempos dei fúttol vocacional. De- smojugadores de primera d' .. , .. hombres mayores
, IVISlOn;casl n1l1guno d 11
cía que durante su militancia originaria había ayudado a construir el club, treinta aúos, pero a pesar de d d . e e os superaba los.
su e a mamfestaban uná .
pero ai mismo tiempo resaltaba un profundo cambio en Ias valores: nostalgia y los recuerdos d d I1lmemente Ia
e pasa as aventuras y I' .
competencia y a un territorio. De este modo c g on~s VInculadas a Ia
Antes de permitir que se nos hiciera un gol, habríamos pre- noción que, con el correr de Ias décadas lIeg ~m~nzo a construrrse Ia
ferido poner Ia cabeza y recibir un puntapié con Ias conse- non futbolero: el potrero co " d' o a orm. ar parte deI ca-
mo segun a escuel " t 1
cuencias que fácil resulta imaginaL Cuando recién nos inicia- literalmente en reiteradas oportunidades en I a, a como a~arece
a prensa. En Cntlca. de
noviembre de 1929 unjugador declaraba: "Rindo, pues, con estas ala-
banzas, un homenaje aI potrero, aI baldío de raída vegetación y de des-
conocidos propietarios, que tanto beneficio presta aI deporte con su
precioso suelo para escuela".
La mención a Ias primeras experiencias refiere a valores tradicional-
mente considerados masculinos: Ia templanza, Ia fidelidad y el alto es-
píritu competitivo. Valores enraizados en Ias representaciones deI pa-
sado y en Ias primeras experiencias que, según el relato, con el correr
deI tiempo posibili taron Ia aparición de los futuros crachs de Ias ligas
oficiales.
La representación deI pasado deI fútbol adquirió sentido en opo-
1938: Incidente entre jugadores en un partido Boca-River.
sición aI fútbol presente. De allí que se aludiese siempre a aquel
Fotógrafos, policías y jugadores en plena contienda. Tribunas
tiempo como algo positivo, épico y glorioso. Esa referencia adjudi- colmadas de público y presencia de carteles publicitarios.
(Fuente: AGN.)
caba ciertos valores ligados aI territorio deI potrero que, en combi-
nación con el fútbol y Ia infancia aventurera, fueron representados
Empecé como todos -dice- pateando desde Ia manana hasta
en Ias úi.os veinte como "época base".114 En este sentido, los futbo-
Ia noche, primero con Ia pelota de papel o de trapo, des-
listas entrevistados recordaban una ninez, a Ia que suponían ingenua
pués, la más grandecito, con ia de goma. Andaría por los ca-
y heroica, adherida aI honor y a su defensa. Pero simultáneamente
torce :\briles cuando formamos, con otros muchachos deI ba-
construían un pasado jun to a un perfil de jugador y de fútbol
rrio, tan entusiastas como yo deI noble juego, un cuadro
opuesto a sus vivencias actuales. Luis Toscano, jugador de Chacarita,
llamado "Reconquista". Realizamos una discreta campana.
recordaba en mayo de 1929 que había jugado su mejor partido "con-
Lindo tiempo, amigo: entonces todo era afición desintere-
tra Lacroze, integr'ando yo el cuadro de Laureles Argentinos, 5~divi-
sada, amor aIos colOl-esde! club que venía a ser como hijo
sión. Jugábamos en una cancha en Ia que si ganábamos había 'gue- nuestro.
rrilla' aI final. .. y a mí me Ia tenían jurada. Felizmente, el partido
terminó empatado en un tanto, y esa división de honores nos hizo
La profunda conexión afectiva "con los colores" había quedado en
confraternizar".
aquel pasado épico, y el presen te de esosjóvenes jugadores estaba aso-
Toscano tenía treinta anos en ese momento y había recorrido un
ciado a Ia realidad deI fútbol oficial y Ias obligaciones de Ia vida adulta.
largo camino en el fútbol grande. Deseaba transmitir Ia anoranza que
Es decir que evaluaban desde sus preocupaciones deI momento Ias ex-
sentia aI recordar a sus amigos deI potrero porque allí, según decía, ha-
periencias deI nino que otrora habían sido, y así aparecía el dominio
bían quedado arraigadas sus emociones más fuertes. EI mayor entu-
de Ia ingenuidad y Ia picardía en Ia Vivenciagrupal, mientras que en el
siasmo provenía de Ia oposición potencialmente cruenta con el rival, o
presente se ubicaban en Ia realidad de un fútbol que sólo tenía en
eventualmente podía estar asociado a Ia lucha con Ia policía. cuenta los talentos individuales.
Para esos jugadores de primera división, el "amor a los colores, a
Pero a esa vivencia épica inicial de los suje tos que recordaban su in-
Ia camiseta", estaba fijado aIos primeros tiempos y no en los colores
fancia debemos sumar un segundo momento de aguda carga emocio-
deI equipo para el cual jugaban en el momento de Ia entrevista. Ar-
nal: el cambio de situación cuando por primera vez pasaron a desem-
turo Scarcella, back de Sportivo Dock Sud, recordaba en 19?8 sus ini-
penarse como jugadores de primera división deI fútbol oficia!.
cios:
rio de muchos movimientos de J'ugadores
}' ya' se h a b'·Ia con f orma d o
un mercado de talentos regido
IJor una fuel·te selec clOn. ., L os anos
-
de dura competencia y Ias transformaciones en el espectáculo o bs-
Sin embargo, ese momento inicial en Ia militancia futbolerajunto aI
tacuhzaban
. _ Ia aventura
' '. colectiva de fundar un Clllb }' partiCIpar .. en
grupo de amigos no era el único que tenía gran densidad emocional
el Ul1lVelSOfutbohstlCO. La vlvencia grulJal de los p rllneros . -
anos f ue
para los jugadores. La otra experiencia determinante fue su vivencia
transformando
. a Ia infancia futbolera en un foco carO' ba d o d e nosta 1-
inaugural en carácter de jugadores de primera división, es decir su
gla y ~moción que jamás regresaría. La afectividad de los jugadores
pasaje aI selecto núcleo de jugadores de élite. Los jóvenes que llega-
quedo afincada en los momentos previos a su ingreso en el mundo
ban sentían el orgullo de pertenecer a una estirpe de elegidos. Esta
competitivo
. dei fútbol oficial
' y fue atesorada por Ia,s h'mc h a d as, que
fue Ia sensación de Pastoriza, jugador de Bonor y Patria de Bernal,
a su vez I eclamaban a sus Jugadores similares sentimientos a los de
quien relataba: "La tarde de mi debut, creo que pasé más tiempo mi-
aqu~lla primera experiencia. Una de Ias diferencias entre el hincha
rando cómo me quedaba Ia camiseta que siguiendo los movimientos
y el Jugador era que el primero sólo podía remitirse aI sentimiento
ele Ia pelota: tal era mi orgullo de verme futbolista 'de veras"'. Del
que había "compartido" con el cmch aI comienzo de su vida como
mismo modo refirió La Cancha en agosto de 1928 Ias vivencias de Ra-
.J~lgador de fútbol, y por eso le exigía regresar a ese universo emo-
món Mutis, que como tantos otros jóvenes se había iniciado en los CIOnal.
baldíos y continuado su camino en Ias ligas independientes: "Desde
En los al10S veinte, el sentido común deI hincha suponía que el
el momento en que sintió el placer de correr -vestido de jugador-
am~r delJugador por Ia CalTIlSetaimpediría o por 10 menos obstaculi-
sobre el pasto de una cancha de veTdad, sintió un orgullo incompara-
zana su paso por varios clubes a 10 largo de su cal-rer'a dep or t'Iva; S1l1
.
ble, que le hizo despreciar o~ímpicamente, desde entonces, e! 'po-
embargo, Ia realidad no se amoldaba aIos deseos de 10's SImpatIZantes.
.
trero' de sus anteriores correrías".
La pluralidad de fidelidades era un hecho, y si bien los jugadores de-
Es improbable que esta carga emocional hubiera surgido sin me-
seaban ganar con el equipo que integraban, simultáneamente podían
diar un par de décadas de existencia deI fútbol oficial y sin el aporte
hll1~har por ~tro club. EI mercado de oferta y demanda de jugadores .
deI ritual deI espectáculo y los medios masivos. En ese contexto se
se tl ansformo para ellos en una mezcla azarosa entre Ia pretensión de
prodl~o el desarrollo deI especialista-talentoso, con pleno dominio
.lugar donde querían y Ia realidad.
ele Ias técnicas deportivas y de Ia capacitación física, que comenzó a
En Ia década de 1930, un período caracterizado por el pase per-
considerarse deseable. n:anente de Juga~ores de un club a otro, eI zaguero de Indepen-
Según vimos, hacia principios deI siglo XX los jóvenes jugadores pro-
dlente, Carlos DeougllO comentaba en abril de 1930 a L a Canc I/.a.
venientes de los sectores populares que aspiraban a formar parte de Ia
que el era un caso raro porque había vestido Ia casaca de I
liga oficial iniciaban su camino con Ia fundación de un club-equipo que I b "D un so o
c u: ebuté en, Ia ~uarta deI Club Independiente y fui reco-
participaba en un torneo organizado por alguna liga independiente y, si-
rnend~ el escalafon ano tras aIi.o". Un caso análogo fue el de Atilio
multáneamente, intentaban afiliarse a Ia asociacián e ir ascendiendo de
?emana, qUlen slempre había jugado en Estudiantil PorteIi.o y se-
categoría. Ya hemos visto cómo el fútbol pasá a ser practicado en Ias ins-
nalaba que no pensaba abandonar el c Iu b -actrtu'd muy valorada
tituciones y cOl-poraciones sociales y estatales, y cómo decayó Ia impor- por los periodistas-.
tancia de Ias ligas independientes con sus iniciáticas prácticas colectivas.
Las habilidades y conocimientos de los jugadores requerían un
Así fue produciéndose Ia escisión entre Ia práctica de! fútbol de alto ren-
enorme esfuerzo y mucho tiempo formativo a través de Ia práctica
dimiento y Ia deI fútbol informal, pasando a ser dominante Ia vía indivi-
c~nsecuente deI ~eporte desde Ia inf~ncia. Aquellos que en 1931 te-
dual de pasaje de talentos entre clubes ya existentes.
l1lan de 20 a 25 anos
. . ,habían naciclo entre 1905}' 1910 ' en peno I pro-
El panorama había cambiado desde bien entrada Ia segunda dé-
ceso de populanzaclOn de esta práctica entre niti.os y jávenes. Es de-
cada deI siglo. El mundo de! fútbol de alta competencia era escena-
-----'--_.~"""""""'.,
I
I
I
I
aios jugadores sino a los dirigentes. Por otro lado, 105jugadores expresa-
Pel'O esta opinión fue modificándose con el paso deI tiempo. Los pe-
ron sus opiniones e intentaron organizarse en diversas asociaciones que
riodistas insistían en reclamar que los pases se hicieran de manera or-
reivindicaban el pase libre y Ia anulación de Ias cláusulas que 10 limita-
denada y bajo un reglamento que contemplara el castigo para quienes
ban, y también, con variada suerte, intentaron fundar una caja mutual.
10 incumplieran, tanto si se trataba de clubes como de jugadores. De
Con el tiempo estas acciones adquirieron carnadura institucional y en úl-
este modo se pretendía frenar Ia participación -consIderada mmoral-
tima instancia originaron Ia huelga de comienzos de 1931, que a su vez
de un jugador en más de un team en el mismo momento y controlar
derivó en Ia profesionalización deI fútbol.
que 105pases se hicieran con el acuerdo de 105 dos clubes. .
También cOl'responde tener en cuenta que en Ia segunda mitad de
Los diriO'entes incitaban aIos jugadores talentosos a cambIar de
105ai10s veinte comenzó Ia emigración de jugadores ai exterior, fenó-
club tl
invitándolos a sumarse a sus equipos; aunque tam b"len I os "d es-
meno sobre el que 105clubes locales parecen haber tenido poca o nin-
cub:ían" en el potrero. Los contactos y Ias relaciones personales
guna incidencia. Los dirigentes se sintieron perjudicados porque (~l
eran vía frecuente de partida o llegada de unjugador a una entidad.
menos hasta 1931) no recibieron grandes beneficios económicos a raíz
EI mercado ele pases era tan fluido como conflictivo; en êl quedaban
de Ia partida de aIgunas de sus estrellas a Europa; aunque, en realidad,
de manifiesto intereses económicos y afectivos, y se hacían sentir Ias
en este período sólo emigraron diez jugadores. J 15
presiones y Ias tentaciones a Ia hora de determinar .quê club debía
La contratación dei crack desde el exterior fue una de Ias manifes-
defender a un determinado jugador. Las ofertas ele elmero y Ias ame-
taciones más claras de que Ia via de ascenso individual en el fútbol
nazas a familiares podían hacer que alguno de ellos dejase un club y
estaba en plena vigencia. Era en aquellos tiempos el único medio
"fichara" para otro, y fueron recursos 9ue con el correr el~1 tiempo
para llegar ai primeI' plano. Ese camino fue trazado ya Ia vez alen-
se volvieron cada vez más hab:tuales. Ultima Hora denunClaba el 16
tado por Ia batalla entre 105 clubes más poderosos, que buscaban con
ele junio de 1920:
denuedo aios jugadores más talentosos. De este modo, Ia etapa he-
roica de Ias fundaciones de Ias clubes, Ia afiliación a Ia liga y el ascenso
Se sabe perfectamente por qué causa el jugaclor Pini fue eli-
colectivo fue suplantada por Ia presencia del hêroe individual, que as-
minado de FC Oeste, cuando decidió jugar por All Boys, y
cendía por Ia escalel'a dei éxito y desarrollaba su carrera en distintas
[... ] nadie ignora en quê circunstancias volvió el haljback Bar-
instituciones.
bera a ser admitido en Ias oficinas deI mencionado FC Oeste.
EI camino ascendente de los futbolistas estaba legitimado por otros
Pero tal vez 10 que sea un misterio para mucha gente es la,co-
âmbitos de Ia vida social. El modelo dominante y "natural" de Ia mayo-
acción sufrida por Ia familia deljugador Insúa, que rnilitaba
ria de los jugadores adultos era el deI buen padre y trabajador, un
en Huracán, para que ese elemento abandonase Ias filas de
hombre de familia y de barrio.
esta última institución y fuera a defender Ias colores del FC
A pesar de 105 legendarios relatos que retrataban ai jugador ele fút-
Oeste. ~Cómo se trad1..UoIa presión sobre el padre y hasta ios
boI como un crach indolente e indisciplinado, por aquellos at'ios surgió
hermal~os de ese footballer? Es una cuestión que Ia saben 105
claramente su nueva imagen de trabajador esforzado o novio atento.
íntimos, y que el mismo Insúa puso en conocimiento de Ias
Simultáneamente, ellugar dei flltbolista en Ia sociedad creció durante
autoridades de Huracán para justificar su retiro de un club ai
Ios at'ios veinte, y a raiz de ello pasó a ser considerado lln personaje
cual supo ratificar siempre sus afectos.
destacado, lln protagonista, una estrella.
La prensa daba visibilidad aIos talen tosos y en ocasiones buscaba
En 1929 se modificó Ia reglamentación deI pase de jugadores, imponién-
tipificarlos para allanar Ia identificación dei público lector con sus
dose penas severas a quienes cambiaran de entidad sin tener el consen-
astros flltboIeros. Algunos jugadores nacidos en el seno de los gru-
timiento de! club para ei cual jugaban. Ante esta situación, La Cancha
pos medios solían tener un perfil "culto", asociado a un origen [ami-
-opuesta a Ia profesionalización dei fútbol- no responsabilizaba dei mal
liar que adjudicaba una importancia suprema a Ia cultura letrada ya -No podemos hablar aquí. Como desde hace tiempo tengo
Ias carreras universitarias. De hecho, algunos eran estudtantes o ganas ele visitar La Ganclla, voy a aprovechar Ia oportunidad
egresados universitarios. Un personaje emblemático en este sentido que se me brinda y Ies haré una visita, en cuanto salga.lI?
fue "Nolo" Ferreyra, quien, jugando para Estudiantes de La Plata,
comentó en una entrevista que estaba estudiando en Ia capital de Ia EI periodista pretendía subrayar el interés deljoven Basílico, back dere-
provincia y quería terminar el bachillerato 10 más pronto posible cho de Atlanta, por conservar su trabajo. Pel'o también cabe seli.alar que
para poder ingresar en Ia Facultad de Derecho, donde terminó los Ia ma)'oría de Ias entrevistas se realizaba en ellugar de trabajo deI entre-
estudios de escribanía. "Nolo" Ferrcyra fue sin duda cl ejemplo para- vistado con un claro objetivo. Bacia fines de los ai'ios veinte eI tema deI
digmático y más conocido deljugador culto. Paralelamente, dentro marronismo estaba en boca de todos y Ia editorial de Ia revista, firme-
de Ia cancha era considerado "el cerebro deI equipo", el distribuidor mente opuesta a Ia profesionalización deI fútbol, se dedicaba a mostrar
deI juego, el generador .
de lmpeca bl'es Juga di'as co ectlvas. 116 que los jugadores vivían de sus respectivos trabajos )' no deI fútbol.
Otro tipo consumado era el "bohemio". Si bien se le prestaba menos Las entrev.istas de La Gancha permiten compro bar que los jugadores
atención, había algunas excepciones como Alfredo Carricaberry, ha- con ocupaciones más o menos estables eran en su ma)'oría trabajadores
llado por el cronista de La Gancha en mayo de 1929 en el Café Dante manuales, como herreros, torneros, pintores, obreros clasificados de Ia
de Ia calle Boedo, donde hinchas y jugadores de San Lorenzo se reu- lana, empleados en galpones de fardos y carniceros. También había em-
nían habitualmente. En ese momento el bar estaba desierto y los úni- pleados de grandes empresas: tres bancarias, un vendedor de cocinas a
cos parroquianos eran "Carrica" -así 10 llamaban- y un grupo de ami- gas, un vendedor de Gath & Chaves, un empleado de estación de servi-
gos con quienes el crack compartía una partida de naipes. Los medios cio, otro de una fábrica de corbatas y un empleado de una casa importa-
también retrataron en sus páginas a otros jugadores fanáticos dei dora, dos de Ia empresa de energía eléctrica Ítalo-Argentina y otro de Ia
tango. Un cronista encontró a varias que "silbaban entre dientes un Unión Telefónica. Otros jugadores cumplían sus labores en dependen-
tanga de moda". Otros eran músicos aficionados, como el famoso Rai- cias deI estado (Arsenal Naval, Ferrocarril, Aduana, Destilería Nacional
mundo Orsi, violinista consumado. de Petróleo) y había dos que se desempeli.aban en Ia administración mu-
nicipal. Luego estaban los estudiantes, los conscriptos y, naturalmente,
aquellos que simplemente trabajaban de jugadores de fútbol.
EI surgimiento deI marronismo marcó, para Ios jóvenes de Ias familias
trab<0adoras, la posibilidad de Ia práctica deportiva en Ia alta competen-
cia una vez superada Ia etapa de Ia primera juventud. Su desarrollo es-
Estudiantes universitarios, aficionados ai tango o simples trabajado- lUvO asociado a distintos factores, entre los que cabe mencionar el creci-
res ... Es evidente que Ia situación socioeconómica de los jugadores miento dei espectáculo con su lógica mercantil, sum;tdo ai exitismo y Ias
era enormemente variada. AIgunos de los más jóvenes eran sosteni- rivalidades exi,tentes en el fútbol desde sus inicios, hasta Ia idea cada vez
dos por sus familias, otros cobraban por jugar ai fútbo] y el resto te- más difundida que asociaba el entrenamiento y el cuidado personal a
nía su trabajo asalariado fuera deI mundo dei deporte, como Ro- una mejor per/o17nance. J 18 Por otro lado, para que el profesionalismo ile-
berto Basílico, quien: gal pudiera expandirse era necesario que Ias propios clubes se desarro-
Ilaran e influyeran sobre los grupos de propietarios que podían dar tra-
[... ] se nos aparece vistienuo un guardapolvo blanco en una b<0o aIos jugadores o sobre Ias autoridades que podían allanarles el
de Ias oficinas de Ia Aduana. Las miradas inquietas que lanza camino en Ias listas de empleados de Ia administración pública. La retri-
en derredor, nos impiden espetarle allí mismo Ias preguntas bución aIos futbolistas podía tomar Ia forma de un premio después de
inevitables. Nos dice: cada partido o bien de un estipendio destinado a solventar los viajes
y comidas en día de partido. Estas formas eran aceptadas por todos y
clubes grandes aceptaban viáticos y premi os. A partir de entonces el eje
muchas veces se condensaban en una sola fórmula: el viático.
dei conflicto dejó de pasar por estas cuestiones para concentrarse en el
Durante estos afios los jugadores cobraban una determinada canti-
salario regular.
dad de dinero por partido, práctica que algunos periodistas considera-
Otra forma muy difundida de remuneración, que podría asimilarse
ban ilegal. Con todo, buena parte de los dirigentes ya no consideraba
a un salario, consistía en ubicar ai jugador en una institución pública.
el pago de viáticos como una práctica marrón sino como un hecho na-
\lida Portclia, una publicación de fines de Ia década anterior, en mayo
tural y habitual en el deporte amateur de Ia gran competencia. En
de 1917 ironizaba sobre estas costumbres :
1924 Vélez Sarsfield reconoció abiertamente el pago de un viático de
$5 a sus futbolistas para viajes y lunch, sin eI cual hubiera sido imposible
En Racing se producirán en breve grandes novedades que
el concurso de muchos buenosjugadores.119
coincidirán con el nombramiento dei Comisionado Munici-
En agosto de 1928, un encumbrado dirigente declaraba enfática-
pal en Avellaneda. Algunos se preguntarán: ,qué tiene que
mente aLa Cancha:
ver el Comisionado con el viril deporte? Pero pueden pre-
guntárselo a Cartone, Molinari, Siri, pOI'que desde el día en
No ba}' tal profesionalismo en nuestro fútbol, }' si 10 h a}', es en
que el Dr. Cantilo se bizo cargo dei puesto, han perdido
forma muy excepcional y rara ( ...]. Conviene, ante todo, seú.a-
hasta el apetito. Los c!'aclrs están buscando ubicación.
lar que respecto a Ia calificacián de profesionales yamateurs,
nosotros estamos en el criterio oficial, es decir, con el de Ia
No sabemos si el nuevo funcionario había tomado una medida moral y
FIFA, opuesto, como se sabe, aI cerrado concepto inglés ( ...].
administrativa irreprochable o si en realidad era simpatizante de Inde-
En Inglaterra, los afiliados costean hasta el equipo. Ocioso es
pendiente, el tradicional rival de Racing. Lo cierto es que, aI cambiar
al1adir, entonces, que allí el fútbol amatem' es cosa posible sólo
el empleador, esos jugadores perderían su condición de empleados y
para hijos de familias ricas, nÍ110s fifís ( ...]. Ese concepto pluto-
quedarían sin su sueldo, pagado hasta entonces por Ia Municipalidael
crático repugna a nuestro democrático Cl'iterio. De haber sido
de Ave!laneda.
como los ingleses 10 quisieron, ni los uruguayos, ni los argenti-
El jugador o algul10 de S115 familiares podían estar ligados a una em-
nos, cuyos jugadores proceden en gran mayoría de Ias clases
presa privada en cuyas listas aparecían formalmente como empleados,
populares, hubieran podido concurrir aI certamen (...]. Profe-
pero donde sólo concurrían los díasde pago o, en el mejor de 10s ca,
sional es el hombre some tido con un c1ub a un severo con-
sos, tenían un tratamiento preferenCial en cuanto aIos horarios y el
trato y que, generalmente, no hace otra cosa que fútbol. Casi
sueldo. AJgunas de esas empresas estaban vinculadas a algún simpati-
todos los jugadores argentinos son obreros o empleados, que
zante dei club en el quejugaba el futbolista. Ese era el caso de Ferraro,
ejercen su activiélad para ganarse el puchero como cualquier
jugador de Argentinos de Quilmes en 1929, que trabajaba en Ia em-
hUo de vecino. Que los c1ubs 10 ayudan, no hay duda (...] pero,
presa Citex Cll}'Opropietario había sido presidente de Ia entidad.
en todo caso, Ia ayuda de los c1ubs es ínfima y no puede lIa-
A pesar de esos beneficios, esa relación "laboral" podía !levar implí-
mársela medio de vida.
cita Ia obligación de jugar en los torneos empresariaJes. Como conse-
cuencia, los clubes tenían una administración paralela e "informal"
La declaración dei dirigente no era argumento suficiente para sost~ner
que causaba problemas a Ias entidades encargadas de registrar Ias salidas
Ia inexistencia dei profesionalismo ilegal; sin embargo fue un recurso
y entradas ele dinero en S115 contabilidades. Queda claro que el rnarro-
útil para justificar Ia costumbre deI pago de "viáticos". Una delgada línea
nismo era ampliamente practicado en algunas de sus formas, aunque
separaba 10 ilegal de 10 legal, 10 aceptado de 10 supuestamente inacepta-
fuese considerado "antinatural" por los adalides dei ideario tradicional
ble, y hacia mediados de los aüos veinte todos los equipos yjugadores de
deI deporte.
A pesar de Ia propagación deI marronismo, los diarios de los aúos ... le pedimos aI presidente Canaveri que nos adjudicara un
veinte solían argumentar a favor deI amateurismo. en consonancia con prem.io de $10 a cada uno, en el partido del domingo para
Ia más aiíeja tradición deponiva. Así 10 hizo, en rigor, el diario Crítica tomar cerveza. EI dirigente se negó y replicá: voy a hacerles
en agosto de 1926. Crítica estaba abiertamente enfrentado a Ia direc- una propuesta; les pago $2 a cada uno por cada gol que ha-
ción de una de Ias ligas, 10 que derivá en una serie de denuncias que gan el domingo. Luego de algunas dudas resolvi mos acep-
en última instancia sirvieron para ilustrar Ia situación deI marronismo tar, pensando que a Excursionistas le podíamos hacer va-
en aquellos tiempos; Uno de los casos citados por el periódico fue el de rios. Y ft;e negocio nomás, ya que ese domingo ganamos 10
Cesarini, quien, según el periódico, "Ios domingos por Ia múianaju- a O, de rnanera que en lugar de $10 ganamos $20. Pero aquí
<>:abaen Ia cuarta división de Ferro donde se le pagaban $40, y por Ia no terminó el episodio. Cuando fuímos a entrenar el mar-
tarde jugaba en su club Chacarita Jrs.". Dei mismo modo, Crítica men- tes, nuestro pensamiento estaba en aquellos $20. Espera-
cioná en agosto de 1926 que el Club Adrogué les pagaba descarada- mos un tlempo prudencial y el tesorero no apareció con Ia
mente a susjugadores y que además había contratado a varios crachs de plata, por 10 que decidimos no practicar. AI día siguiente
San Lorenzo de Almagro. nos presentamos de nuevo y sólo cuando vimos que el teso-
A mediados de 1926 El Gráfico consagró un importante espacio en su rero Antonio Pérez había traído el "mens<0e", nos entrega-
editorial aI surgimiento deI marronismo, cuya responsabilidad recaía mos ai trabajo.120

-siempre según el periódico- sobre 105 dirigentes y no sobre 105juga-


dores. Aquí se hace evidente Ia peregrina idea de Ia "inferioridad" de Desde fine~ de Ia década de 1910 se destinaba un flujo de dinero a
los futbolistas, fruto de su humilde condición social, confirmando Ia atraer a pot,enciales cmcks dei interior hacia los equipos de Ia capital. A
postura paternalista y pedagágica de El Gráfico. pesar de todo es necesario tener presente que, si bien el marronismo
Si bien no lograron concitar el interés permanente de Ia prensa, Ias ~staba plenamente difundido hacia mediados de 105ail.os veinte, no aI-
técnicas dei marronismo más evidentes fueron objeto de acusaciones y canzaba a todos 105jugadores -probablemente ni siquiera a Ia mayoría
denuncias. La publicidad de esas prácticas se asemejaba a cienas cam- de los plankles de 105 clubes más chicos-. Para muchos jugadores, te-
paúas periodísticas circunstanciales, muchas veces producto de' 10s inte- ner un empJeo slgnificaba lIll conflicto con Ia posibilidad de dedicarse
reses políticos de los medios. Pero también solían aparecer en Ias sec- por entero ai fútbol. Tal era el caso deljugador Meraldi, dueüo de un
ciones deportivas de los periódicos de Ia gran prensa, como Ias puesto de c-.rnicería que atendía personalrnente en el mercado de Vi-
apostiJlas o los llamados "dialoguitos", como ocurrió por ejemplo lia UI:,quiza: Entrevistado en Sll lugar de trab<0o en julio de 1929 afirmá
cuando Crítica denunció en febrero de 1925 que: "Los dei Sportivo Bue- ql~e: jAql1l los quisiera ver, levantándose con Ia aurora y yugando de-
nos Aires se han propuesto tener una temporada con un gran equipo y tras deI mostrador, a los que hablan deI profesionalismo en nuestro fút-
ofrecen el oro y el moro por eljugador Cherro, deI Sportivo Barracas. boI y aseguran despectivamente que los jugadores de! país son todos
Piclieron, para que firmara Ia ficha, $500 y $20 por match. Los dirigentes una punta d,~ vagos y vividores dei deporte!".
deI Club, tanto como Cherro, son unos vulgares sinvergüenzas". , Meraldi vivía de manera ambigua Ia tensián entre Ia carnicería y el
Otra acusación sostenía que, en esa misma temporada, los dirigentes futbol, y ya se podía vislumbrar que el deporteno era para él una _
., d ' op
de Atlanta habían tentado a jugadores de otros clubes ofreciéndoles Clon . e futuro. AI presentarse como un hombre laborioso, Meraldi
$300 por cambiar de institución y $30 por cada partido jugado. cuestlOnaba tácitamente Ia imagen que identificaba aljugador de fút-
En este ir y venir de dinero, no faltaron los premios de 105 dirigentes boi con un vago y un bohemio.
aIos jugadores. Ernesto Chiarella, de Independiente, comentaba ai Guillermo Stábile, jugador de Ias categorias inferiores de Huracán,
respecto que en 1928: trab'IJaba en una empresa comercial cuando, inesperadamente para él,
un dmgente dei club 10 convocó a participar en un partido amistoso
frente a San Lorenzo. Stábile aceptó el desafio)' fue el autor de 105 elos
~al vez no haya sucedido realmente, tal vez no haya sucedido según el
goles de su equipo, que terminó empatando 2 a 2. Al dia siguiente, en lelato; pem el solo hecho de haber aparecido en Ias páginas de ia re-
su trab~o, uno de 105 ejecutivos que habia leido en un diario Ia crónica vlsta es l-elevante. En este sentido, Ia respuesta elel arquero intentaba
deI partido le dijo: "Sr. Stábile, debo felicitarIa como hincha de Hura- IrOl1lZar Ias desgraciaelas circunstancias deI juego. Pero aunque sólo
ón. La verdad es que usted es muy buen jugador. Pero no me sirve haya ILltentado lograr un efecto mordaz, el futbolista no obstante soste-
como empleado, asi que está usted despedido".I2I nia que el dinero pagado por el club a Ias jugadores era un item im-
Si bien el relato puede tener mucho de le)'enda)' ho)' forma parte portante que podia influir sobre el rendimiento deportivo.
de una tradición oral transmitida durante décadas, no obstante aparta
una clara idea de Ias problemas entre trabajo y fútbol que debían
afrontar muchos jóvenes y talentosos futbolistas.
(Cómo pedirle más esfuerzo a alguien que trabajaba largas horas y
luego debía defender cl honür y Ias colores de un c1ub en un partido
que era vivido como un drama? Para quien dependia de un trab~o exi- Para muchos "de estos jóvenes jugadores el fútbol era Ia meior
. ~ de Iaso~
gente era difícil, sino imposible, acudir aIos entrenamientos de media- Cl~nes, Ia mas deseable. Sus inclinaciones casi siempre iban en direc-
dos de semana. Alejandro Giglio,jugador de River en 1929, manifestó ClOnopuesta a Ias ideas de sus padres àcerca dei futl Ir o d e sus h"uos; en
en una entrevista concedida a La Cancha. su disgusto por trab~ar y vi\~r atras palabras, el fútbol no el'a comparable aIos estudios universitarios
en Lanús en un galpón colmado de fardos y no recibir ninguna ayuda I1la un trabajo estable. Es cierto que, en Ia segunda mitad de Ia década
de su c1ub. ele 1920 y en Ia medida en que ios jugadores se acercaban aios 30 ai'ios
En 00-05 casos 10s proyectQs de vida de los jugadores no estaban sus inquietudes y preocupaciones cambiaban. Ahora pensaban en fun~
asociados ai deporte marrón. RoeloIfo Bruzzone, jugador de Spor- dar sus propias familias y en muchos casos consideraban aI fútbol
tivo Palerma y empleado de una empresa de ferrocarril, decía en
como una ac~\~dad s~n mucho futuro para sus vidas. Sin embargo, un
septiembre de 1929: "No nací hijo de millonarios y hay que agachar Javen de 19 anos podIa optar por el fútbol aunque en el horizonte apa-
ellomo para' parar Ia olla', cuando se tiene decencia y no se desea
reCleran otra.s 0pCIones. Santiago Sessana, de 19 anos y arquero de Co-
vivir dei deporte". leglales, le dlJo a La Cancha en julio de 1929 que Sll ma)'or deseo era
Las ideas tradicionales acerca ele Ia unión entre deporte y ama teu- ser pIloto naval: "Es mi pasión, mi verdadera locura, más grave, como
rismo nc' perdieron deI todo su vigencia; pel'o no parecen haber pre- he dlCho, que Ia atracción que sobre mi ejerce el fútbol". Carlos Peuce-
dominado entre 10s jugadores, cada vez más subyugados por Ia férrea
lle, ~~lÍen anos más tarde lIegaria a ser un famoso crach de River y Ia se-
lógica mercantil. De esta manera se introdujo en Ia práctica dei fútbol
IecCl~n naCIOnal, era un Joven consagrado aI [útbo] pero también aI
"marrón" una relación salarial en Ia cual el jugador tenia un compro- trab~o y el estudio -aunque su dedicación a este último, tal como 10
miso conforme a Ia retribución acordada con el club-patrón. Durante
relató en su autobiografia, respondia más a un fuerte reclamo paterno
el partido quejugaron Vélez y Boca en febrero de 1929 -según el re- que a inquietudes propias-.l~2
lato ele La Cancha-un espectador le gritá aI arquero de Vé1ez luego de
Las opciones y Ias elecciones estaban directamente relacionadas con
que le marcaran un gol: Ias posibilidades, . .Ias. necesidades y los deseos de cad'
' a Juga d or. I'- T
Clum-
b:rto Racanattll1l, Jugador de Sportivo Aimagro, trabajaba aios 25
-jEh, Bosio! ,Asi at~ás vos? anos como Il1spector de higiene y ganaba $240 por mes; Racanattini
YBosio le contestó, encogiéndose de hornbros: conslderaba ai fútboI como un hoblr)' ai que declicaba buena parte de su
-,Quê quiere ... que me rompa todo por cincucnta pesos?
tlempo
." hbre.
.. Naturalmente ' en este caso
. el fl"ltbol 110 era I"'
a u11lca op-
Clan ele VIda. EIJoven talentoso sopesaba sus posibiliclades, necesidades
y deseos de acuerdo aios condicionamientos sociales, culturales y fami-
deporte por Ia mayoría de Ia opinión pública. Parecían un manoseo
liares.
afín a otro tipo de comercio, como Ia prostitución. Si vamos un poco
Resulta interesante detenerse en el entredicho originado por Ias pa-
más aliá dê este aItercado en particular, encontraremos una gran varie-
labras y actitudes dei jugador Solari, publicadas en Ias páginas de Crí-
dad de situaciones. Hubo jugadores que sólo cobraban el viático y que
tica en marzo de 1925. Solari jugaba en Sportivo Barracas y había inte-
además tenían un trabajo que no estaba asociado aI fútbol. Otros con-
grado el seleccionado argentino que triunfó sobre el equipo uruguayo
sideraban 2.1 fútbol como una entrada estab1e de dinero, pagado a cam-
ganador de los Juegos Olímpicos en 1924. EI futbolista decía que es-
bio de su p:lrticipación en Ias canchas. Si esas condieiones no se daban,
taba sin trabajo: "y como vivo de mi trabvjo, 10 único que eXIJo (ai
esos jugadores preferían no jugar. Vale deeir que Ias aspiraciones y con-
club) es una ubicación" -es decir, un empleo-. Sin embargo, Solari se
cepciones wbre eI amateurismo, e1 marronismo y eI profesionalismo
vio forzado a abandonar el club. Los dirigentes dei Sp. Barracas aduje-
no eran iguales para todos 10sjugadores. Santamaría, que había jugado
ron que le habían conseguido un empleo en el "correo, en Ia sección
en Portel1o y en Ferro Carril Oeste, opinaba en mayo de 1929: 'Juego
tal1eres", con $200 de sueldo mensual, pero el futbolista había rene-
ai fútbo1, porque me gusta extraordinariamente. Jamás he tratado de
gado de ese trabvjo y solicitado otro mejor pago. Solari dijo en su des-
lucrar con mis habilidades deportivas. Para vivir cuento con mi trabajo,
cargo que cuando recibió Ia oferta dei club debió ir ajugar con el se-
que 10 cuido por sobre todas Ias cosas. Hace once ai10s que trabajo
leccionado a Paraguay y que ai volver se encontró con que otro
como e1ectricista deI correo, y no necesito otros 'extras' para ganarme
ocupaba su lugar en Ia lista de empleados dei correo. A raíz de el1o, se Ia vida".
consideró inmediatamente sin trabajo y sin club. Y se mostró gustoso ai
EI texto sllgiere Ia habitualidad deI fenómeno y Ia presencia de quie-
reeibir ofertas de River, Racing:' Palermo diciendo que "no andaré con
nes consideraban aI fútbol como una práctica esencialmente amateur
rodeos, y debo declararlo sinceramente: Uugaré] por quien me emplee
entre Ios jugadores. San tamarina decía despreciar a quienes, aunque
[ ... ] todavia soy joven y me encuentro en el apogeo de mi forma".
fuesen sus p:u-es, vendían aI mejor postor sus destrezas.
Pocos días despu~s volvió a aparecer en el diario, cuando uno de los
En muchos casos eI dilema se apartaba de 10s carriles éticos y presen-
dirigentes de Sportivo Barracas salió aI cruce de sus declaraciones y
taba aspecto:, mucho más pragmáticos. Así 10 manifestó en septiembre
sostuvo que el futbolista cobraba $250 por mes, suma aportada por un
de 1929 Luis Passadore,jugador de Atlanta, ai decir que su vida fuera
socio de Ia institución. EI dirigente agregó:
de los campos de juego era muy poco interesante. Sus mayores preocu-
paciones eran su novia y su trabajo: tenía 27 al10s y pensaba casarse
Solari miente cuando afirma que no se le buscó empleo. Se
pronto. Para Passadore eI fútboI no ofrecía perspectiva aIguna. Y 10
le había empleado en el correo. Pero Solari ni se dignó a
mismo Ie oCllrría ai jugador Juan Carlos Iribarren, quien ya cerca de
presentarse en Ias oficinas para averiguar qué empleo era el
Ios 30 al10s ocupaba "un alto cargo en una importante compallía", se-
que le daban. Su retiro dei equipo obedece a una razón dis- gún aparece ,~n La Cancha de abril de 1927.
ciplinaria de Ia CD, pues Solari se presentó un día domingo
En definitiva, Ia edad o Ia ética alejaron a algunosjugadores deI pro-
por Ia madrugada solicitando p1ata para comprarse un traje
fesionalismo ilegal. Pel'o otros pensaban y hacían 10 contrario, entre
o no jugaba. Y como en Sp. Barracas ya estaban cansados de
ellos Ramón Mutis, quien en agosto de 1928, siendo va un destacado
sus pretensiones, se resolvió eliminarlo. Hasta aquí Ia aclara-
futbolista, afirmó ante un cronista de Ia Cancha que e'ra necesario inl-
ción que se nos pide. Nosotros hacemos 10 de Poncio Pi1atos,
plantar el profesionalismo, que había llegado Ia hora de abandonar los
nos lavamos Ias manos [acotaba Critica].
pruritos amateuristas y hacer concordar Ia organización institucional
con Ia realidad cotidiana deI fútbollocal. Sin embargo, Ia diversidad
Hacia mediados de los al10s veinte, este tipo de negociaciones eran
y Ia contradicción de Ias opiniones vertidas por Ios jugadores en
consideradas prácticas mercantiles poco éticas y ajenas a Ia pureza deI
torno a Ia profesionaJización elel fútbol era frecuente. Así, "Nolo"
Cabe seI'í.alar que muchosjugadores de BocaJrs. recibían una retribu-
Ferreyra sostenía en 1930 que dejaría el fútbol cuando este se profesi~- ción mensual, cU)'o incentivo económico elebía provocarles una exi-
nalizara. Pero un ai10 más tarde todo había cambiado, y poco despues gencia mayor.
"Nolo" fue contratado por River Plate. EI tema dei tmining de Ios futboli~tas, recurrente en Ias páginas ele
Hacia mediados ele los ai10s veinte, por otra parte, Ia opinión mayori- Crítica, comenzó a preocupar a los dirigentes y contribu)'ó a que algu-
taria de Ias secciones eleportivas ele Ia prensa resultaba paradójica, ya que nas instituciones se ocuparan elel estado físico de sus jugadores. En
por un lado sostenía sus tradicionales críticas ai profesionalis~o y por marzo de 192710s dirigentes de Boca, Independiente l' ArgentinosJrs.
otro consideraba incleseables Ia poca dedicación y escaso empeno de 105 tuvieron que revisar sus cuentas, dado que el entrenamiento signifi-
jugadores, a los que consideraba un obstáculo ~ara el elesarroll~ dei es- caba una abultada inversión de dinero en entrenadores, instalaciones,
pectáculo. Durante esos úí.os se fueron modificando Ias. t~onas y. Ias "iáticos, etc.
prácticas sobre 10 pertinente y necesario ai evaluar Ias condlcl~n~s físicas "Le resulta ai club a mediano plazo más barato el cuidado deljuga-
que debían tener 105jugadores para lograr un meJ~r rendJl~lento. . dor. Hay casos en que 105 clubs han tenido que gastar entre $2000 a
Bablar de trainingera un lugar común en Ias prnneras decadas dei Sl- $3000 por Ia ateneión a unjugador, mientras que el seguro no cuesta
glo XX, y de hecho Ia medicina y Ias concepciones higieni,stas alentaban más de $100 mensuales." [En Crítica se decía que Atlanta entrenaría
fervientemente su práctica sistemática para Ia conservaClOn de Ia salud. mejor ya que invertirían $5000 para su campo de deportes, y que el
La prensa también fomentaba el tmining. En Ias páginas de El Gráfico, club DeI Plata, no queriendo ser menos, se había despachado con
por ejemplo, se asociaba Ia práctica dei deporte aIos beneficlOs de Ia $3000 para Ia mismo.]
vida sana. Desde comienzos de los at'10Sveinte aparecían notas acerca de En marzo de 1929 el vicepresidente deI club Vélez Sal-sfield abrigaba
Ias técnicas de entrenamiento en el fútbol y "Ia importancia ele Ia espe- Ia esperanza de que el equipo mejorara su juego, dado que "Ios jugado-
cialización atlética" ele 105jugaelores, aspectos difundidos concretamente res están bien entrenados, pues en su mayoría han practicado en Ias
por el diario Crítica, que desde mediados de Ia década enfatizaba en sus partidos nocturnos que hemos organizado en nuestro field". En este
editoriales Ia íntima relación entre el éxito deportlvo y el trammg. En sentido, el dirigente confiaba en que el entrenamiento aportaría Ia efi-
otras palabras, hacia fines de 105 al'10s veinte una parte imp~rtante elel caeia deseada para evitar el peIigTo dei descenso de categoría.
perioelismo deportivo más reconocido había comenzado a eXIgIr a 105J~I- Sin embargo, 105nuevos métodos obligaban a Ias jugadores a tomar
l!adores una mayor preparación física, requisito considerado necesano clases de gimnasia durante Ia semana, cosa que cobsicleraban excesiva
~ara dotar aljuego de una mayor excelencia. A~imismo, ~ntr~ 105 diri- )' que provocó Ia resistencia de aIgunos. Los que trabajaban no podían
gentes se difundió Ia idea dei entrenamiento fislco a con~lenCJa enten- asistir, otros 10 consideraban innecesario, y para el resto era franca-
dido como medio para obtener mejores resultados deportJvos. Un claro mente humillante. En respuesta a estas reticencias, los dirigentes auto-
ejemplo de es1:<'l
nueva perspectiva son Ias declaraciones de I~s dirigentes rizaron a Ia subcomisión de football a adoptar Ias disposiciones necesa-
de Boca ai diario Ia Prensa en mayo de 1929. Ante Ia deficiente pnf01C rias para que los jugadores de primera di"isión se sometieran aI
m.ance de su equipo, y dado que el rendimiento de 105jugadores entrenamiento. Estas disposiciones no lograron aplacar Ias protestas de
jugadores como Caucia, que renunciá a su puesto:
no responde a criterios ele Ia Comisión Directiva, aios pres-
tigios de un equipo poderoso, y no condice con Ia posición Yo sol' arquero. éQué tengo que entrenarme tanto? iVamos pe-
que ocupa en Ia tabla de posiciones, resolvieron [...] intensi- tiso! Vos te entrell<tS demasiado con Ios tallarines l' después te
ficar el adiestramiento de 105 jugadores que integran el cuesta, le dUeron sus compal'i.eros. [La CD respondió:] Comi-
equipo, a fin de que ostenten en próximas presentaciones Ia siónase a Ia subcomisión de football para que se te haga cono-
mejor preparación posible. cer Ia necesidad ele que se entrene suficientemente, a fin de
que quede en condiciones normales para actuar, pues hoy se En líneas generales, puede decirse que Ia segunda mitad de los al'1os
veinte marcó tendencia hacia Ia homologación de Ias condiciones físi-
encuentra bastante pesado.123
cas con Ias relaciones "Iaborales" y Ia expansión dei marronismo.
Sin embargo, Ia introducción sistematizada dei training en Ia vida coti- Luego, con Ia introducción deI profesionalismo, estas orientaciones se
diana de losjugadores parece haber mejorado notablemente el rendi- cristalizaron y comenzaron a aparecer expresamente escritas en 105

miento deportivo dei club que, en rigor, terminó clasificado tercero, contratos. EI camino hacia Ia adopción más o menos sistemática de há-

cuando el a1'ío anterior había estado ai borde dei descenso. bitos de entrenamiento y de cuidado personal estuvo asociado, en 105

La opinión de los jugadores sobre los entrenamientos semanales no últimos aii.os deI marwnismo y con Ia lIegada elel profesionalismo, a Ia
era unánime: para 105 que trabajaban varias horas diarias era un hábito amenaZ,l o Ia imposición de medidas disciplinarias a todos aquellos
que imposibilitaba su permanencia en los equipos, otros 10 desestimaban que no se ajustaran aIos reglamentos. Los clubes impusieron penaliza-
porque estaban convencidos de que no mejoraría su juego, pero muchos ciones a sus jugadores, muchas veces asociadas a Ia performance dei fut-
estaban de acuerdo con Ia impprtancia dei tminingsemana!. En aquellos bolista en 105 partidos jugados y en ocasiones motivadas por no ha-
ai'1os los equipos lIegaban a Ia cita dominguera en condiciones físicas di- berse estas presentado aios entrenamientos e incluso a 105 partidos.
símiles; Ias diferencias no pasaban inadvertidas para 105 jugadores y de- Hemo> visto que 105 viáticos marcaron Ia primera diferencia entre io
bido a ello Ia idea que reIacionaba el entrenamiento semanal con el ren- que se cc>nsieleraba amatem- o profesional. La dedicación y el empeI'io
dimiento en Ia cancha fue instalándose con mayor fuerza en el mundo puestos en Ia preparación y en Ia tarea marcaron Ia segunda. En marzo
deI fútbo!. Cabe se1'ialar que hacia fines de los a1'iosveinte, antes de Ia lle- de 1912 Ia Revista Automovilismo y Sport, haciendo referencia aI deporte
gada dei profesionalismo, entrenar un par de días por semana era un re- europeo, mostraba "cómo hacen training los corredores de fi días en bi-
quisito necesario para e1 buen rendimiento en el campo de juego. Las cicleta" y concluía Ia nota afirmando que eran verdaderos "profesiona-
formas de entrenamiento eran variadas: a veces podía cumplirse con Ia les dei deporte moderno". Queda claro, entonces, que Ia palabra "pro-
práctica de otros deportes o de partidos de fútbolllamados "de práctica". fesional" designaba a todo aquel que se dedicaba concienzuda y
Adolfo López se-entrenaba practicando boxeo, mientras que Pedro racionalmente a Ia actividad.
124
Ochoa jugaba ai béisbol y a Ia paleta para mantener su estado físico. EI término "amateur", según Ia usanza tradicional, no sólo denotaba
En septiembre de 1929 Carlos Peucelle comentaba que su entrena- Ia práctica voluntaria sin mediación de recompensa ni viático alguno,
miento erajugar varios partidos por semana, método que parece haber sino también Ia libertad dei jugador de dedicarse, a su gusto y placer,
sido el preferido por 105 jugadores. 125 A pesar de todo, algunos futbo- a tminings y prácticas varios como asimismo a otros juegos y deportes.
listas dudaban sobre Ia efectividad de esa clase de entrenamiento físico EI vercladero sportman podía y debía ser un practicante poco especiali-
y en 1929 varios equipos hacian ejercicios especiales sin tener una pe- zado; pero hacia mediados de Ia década de 1910 ya existía una tensión
lota cerca, tal como aparecen en varias imágenes fotográficas publica- manifiesta entre Ia tradición británica y Ia realidad dei fútbollocal.
"Vuelve a Ia primera Calup Lamas Uugador de Estudiantes de La
das en Crítica.
Para otros el adiestramiento físico durante Ia semana era incompa- Plata) quien es uno de 105 pocos que mantiene en nuestros campos de
tible con sus empleos, que casi siempre insumían ocho o diez horas juego el concepto de amateurismo, que Ia mayoría de los dirigentes
por día. Ese era el caso de Cabino Sosa, paradigma deI jugador que han modificado, exigiendo aIos jugadores una preparación que sólo
consideraba ai fútbol como mera diversión y que fue tomado como justifica el afán de llenar Ias arcas". Esta declaración, vertida en Ia re-
modelo por su resistencia a jugar en los equipos grandes de Ia capital. vista Vida Porte1'ia enjulio de 1917, sostenía que el dirigente que no exi-
En febrero de 1929 Sosa lamentaba no tener tiempo para entrenarse gía preparación alguna a sus jugadores era considerado "amateu-
durante Ia semana: "No puedo. Trab~o durante Ia semana y el do- rista" y que, lógicamente, también el jugador era amateur si no se
mingo t~ngo que'ir a jugar sin entrenamiento previo". preparaba especialmente para eJ match o 10 hacía sólo a partir de su
que quede en condiciones normales para actuar, pues hoy se En líneas generales, puede decirse que Ia segunda mitad de los úios

encuentra bastante pesado. 123 veinte marcó tendencia hacia Ia homologación de Ias condiciones físi-
cas con Ias relaciones "Iaborales" y Ia expansión dei marronismo.
Sin embargo, Ia introducción sistematizada dei training en Ia vida coti- Luego, con Ia introducción deI profesionalismo, estas orientaciones se
diana de los jugadores parece haber mejorado notablemente el rendi- cristalizaron y comenzaron a aparecer expresamente escritas en los
miento deportivo dei club que, en rigor, terminó clasificado tercero, contrates. EI camino hacia Ia adopción más o menos sistemática de há-
cuando el ano anterior había estado ai borde dei descenso. bitos de entrenamiento y de cuidado personal estuvo asociado, en los
La opinión de los jugadores sobre los entrenamientos semanales no últimos :\l10SdeI marronismo y con ia llegada dei profesionalismo, a Ia
era \,ll1ánime: para los que trabajaban varias horas diarias era un hábito amenaZ,l o Ia imposición de medidas disciplinarias a todos aquelJos
que imposibilitaba su permanencia en los equipos, otros 10 desestimaban que no se ajustaran aios reglamentos. Los clubes impusieron penaliza-
porque estaban convencidos de que no mejoraría su juego, pero muchos ciones a sus jugadores, muchas veces asociadas a Ia perfonnance deI fut-
estaban de acuerdo con Ia impprtancia dei tmining semanal. En aquellos bolista en los partidos jugados y en ocasiones motivadas por no ha-
Ú10S los equipos llegaban a Ia cita dominguera en condiciones físicas di- berse estas presentado a Ias entrenamientos e incluso a los partidos.
símiles; Ias diferencias no pasaban inadvertidas para los jugadores y de- Hemo, visto que 10s viáticos marcaron Ia primera diferencia entre 10
bido a ello Ia idea que relacionaba el entrenamiento semanal con el ren- que se consideraba amateur o profesional. La dedicación y el empeno
climiento en Ia cancha fue instalándose con mayor fuerza en el mundo puestos en Ia preparación y en Ia tarea marcaron Ia segunda. En marzo
dei fútbol. Cabe seii.alar que hacia fines de los anos veinte, antes de Ia lle- de 1912 Ia Revista Automovilisrno y Sport, haciendo referencia aI deporte
gada dei profesionalismo, entrenar un par de días por semana era un re- europeo, mostraba "cómo hacen training Ias corredores de 6 días en bi-
quisito necesario para el buen rendimiento en el campo de juego. Las cicleta" y concluía Ia nota afirmando que eran verdaderos "profesiona-
formas de entrenamiento eran variadas: a veces podía cumplirse con Ia Jes deI deporte moderno". Queda claro, entonces, que Ia paJabra "pro-
práctica de otros deportes o de partidos de fútbolllamados "ele práctica". fesionaJ" designaba a todo aquel que se dedicaba concienzuda y
Adolfo López se"entrenaba practicando boxeo, mientras que Pedro racionalmente a Ia actividad.
124
Ochoa jugaba aI béisbol y a Ia paleta para mantener su estado físico. EI término "amateur", según Ia usanza tradicional, no sólo denotaba
En septiembre de 1929 Carlos Peucelle comentaba que su entrena- Ia práctica voluntaria sin mediación de recompensa ni viático alguno,
miento era jugar varios partidos por semana, m.étodo que parece haber sino también Ia libertad dei jugador de dedicarse, a su gusto y placer,
sido el preferido por los jugadores. J25
A pesar de todo, algunos futbo- a tminingJ y prácticas varios como asimismo a otros juegos y deportes.
listas dudaban sobre la efectividad de esa clase de entrenamiento físico EI verdadero sportman podía y debía ser un practicante poco especiali-
y en 1929 varios equipos hacían ejercicios especiales sin tener una pe- zado; pero hacia mediados de Ia década de 1910 ya existía una tensión
lata cerca, tal como aparecen en varias imágenes fotográficas publica- manifiesta entre Ia tradición británica y Ia realidad dei fútbollocal.
"Vuelve a Ia primera Calup Lamas Uugador de Estudiantes de La
das en Crítica..
Para otros el adiestramiento físico durante Ia semana era incompa- Piata) quien es uno de los pocos que mantiene en nuestros campos de
tible con sus empleos, que casi siempre insumían ocho o diez horas juego eJ concepto de amateurismo, que Ia mayoría de los dirigentes
por día. Ese era el caso de Cabino Sosa, paradigma del jugador que han modificado, exigiendo a los jugadores una preparación que sólo
consideraba ai fútbol como mera diversión y que fue tomado como justifica el afán de llenar Ias arcas". Esta declaración, vertida en Ia re-
modelo por su resistencia a jugar en los equipos grandes de Ia capital. vista Vida Porte/ia en julio de 1917, sostenÍa que el dirigente que no exi-
En febrero de 1929 Sosa lamentaba no tener tiempo para entrenarse gía prepaJ-ación alguna a sus jugadores era considerado "ama teu-
durante Ia semana: "No puedo. Trab~o durante Ia semana y el do- rista" y que, lógicamente, también el jugador era amateur si no se
mingo tengo que'ir a jugar sin entrenamiento previo". preparaba especialmente para el match o 10 hacía sólo a partir de su
había finalizado, independientemente de Ias circunstancias y deI resul-
iniciativa individual y de mejoramiento físico general. Diez al10s má~ tado. Una vez más recurrimos a Ia entrevista a Calomino, quien,
tarde, en Ia edición de Clitiw de mayo de 1927, el arquer~ de RaCl~gJose cuando le preguntaron si le había gustado eljuego de los visitantes in-
Coreim, checoslovaco de origen pero afincado en el paIs, sostel1la que: gleses, contestó:

en Europa todos los grandes equipas hacen tres prácticas


Fue bueno, pero sin ser algo deI otro mundo. Únicamente
por semana. Aquí hacen una solamente Ias jueves y no Slem-
deploro que abusaron deljuego brusco, sin ninguna necesi-
pre concurren todos los jugadores. Aliá el jugador hace una
dado Me ha encantado en ellos el afán de mantener sujuego
vida metódica, hace un ligero training para mantener el es-
hasta 105últimos momentos, sin que decayera en ningún ins-
tado atlético deI cuerpo, 15 minutos de calistenia. Le estoy
tante. Eso es propio de p'l'Ofesionales.Aquí cuando un cJub tiene
hablando de Ias amateurs. Aquí por 10 general el jugador no
tres goals en contra y faltan pocos minutos para terminar el
se cuida y claro está no rinde todo 10 que puede. Hay juga~o- matel!, abandonan el rigor de Ia lucha [... ]. En Ia actitud de
res que van ai mateh después de pasar una víspera de bmle
los profesionales en el cncuentro de hoy, nuestros aficiona-
con pocas horas de descanso. dos tienen una buena lección. [EI resaltado es nuestro.]

Desde esta perspectiva se consideraba profesional a todo aquel ~ue


Calomino sugería que un buen pr'ofesional era aquel que se brindaba
ejercía un entrenamiento sistemático: producto de Ia I:ecesldad, ll~- por entero, sin importar Ias peripecias del resultado. Ese concepto,
puesta por 105rigores ele Ia competencla. Este p.unto de vista qu~do ex- vinculado ahora ai término "profesional", tradicionalmente había es-
puesto en una entrevista de Crítir:a ai famoso wmgderecho PCdIO Bleo
tado vinculado durante el siglo XIX y comienzos deI XX aI sporti-
Foumol, lIamado "Calomino", en julio de 1924, lucgo ~e que su vismo y aI Jair pla)' amateurista. Por ar'íadidura, hacia fines de 105ai'ros
equipo disputara un partido con el Plyrnouth, equipo profeslOnal esco-
veinte Ia expresión "profesional" fuc asimilada aljugador que se en-
cés que a Ia sazón se encontraba de gira en Bucnos Aires: trenaba según los requerimientos de 105 dirigentes o dei colectivo y
"daba todo de sí" en Ia cancha, ai margen deI resultado circunstan-
-(Crce usted que puede formarsc un conjunto más fuerte
cial. Con el tiempo se fueron agregando ou-os sentidos ai término,
que el que hoy se opuso aIos profesionales? . como Ia responsabilidad y Ia seriedad, equiparando Ia práctica deI
-Ya 10 creo. En Ia Asociación Argentina hay Jugadores de so-
fútbol a un trabajo. De este modo los jugadores se fueron tI-ansfor-
bra y muchos de ellos de verdadero valor. Pero 10 esencial es
mando en especialistas y talentosos que debían cultivar, además de
que para formar estas teams debe tenerse en cuenta que ne-
un riguroso entrenamiento, determinados hábitos alimenticios y
cesitan un entrenamiento previo. La mayoría de Ias veces se hace cierta disciplina sanitaria.
jugar a hombres que ni siquiera se conocen, de Inanera q~le
Por último, convendría comentar Ia imagen contrastante deI juga-
su acción en el field queda Iibrada a su propla mtehgenCla.
dor "profesional" con Ia deI jugador cfioJ!o indolente. En los aI"lOs
I-Iay que hacer como Ias uruguayos. ElIos sc entrenan COI~
veinte Ia displicencia o Ia indolencia no era una característica virtuosa
toda conciencia, sin descuidar ningún detalle. Y en esto esta
asociada a 105 especialistas deI fútbo!' Además, tampoco estaba bien
el motivo de sus triunfos. [EI resaltado es nuestro.]
vista por Ios hinchas, quienes exigían una entrega absoluta a la hora de
defender 105colores deI club.
T an to e I fiat'r. jl7 ,ay como el amateurismo pasaron a integrar Ias. cualida-
des elel profesional. De acuerdo con esta concepción, profeslOnal era
quien se tomaba muy en serio Ia actividad competItIVa y no abanelo-
naba el campo de juego hasta que el árbitro decretara que el partIdo
pacio que Ia prensa dedicaba aIos cracks-. Las entrevistas realizadas en
Ia época ponen de manifiesto el enorme valor deI reconocimiento pú-
Así como hubo cambias en Ia indumentaria deI público, ocurrió ia blico que tanto en los estadios como en su vida cotidiana, recibían los
mismo con Ias jugadores de fútbol. Si observamos Ias extremos deI jugadores.
at-COtemporal que abarca el presente estudio, veremos en uno de ellos Los futbolistas se consideraban merecedores deI lugar relevante que
aJosé Burucua Laforia, quien en Ia primera década deI sigla XX usaba ocupaban en Ia sociedad, tal como 10 expresara Juan Hopital, jugador
chambergo en vez deI típico casquete británico, mientras que en el de Racing entre 1916 y 1920, quien había lIenado 25 carpetas con fotos
otro extremo, hacia los inicias deI profesionalismo, veremos un cambio y recortes de diarios donde se destacaban sus participaciones en los
notable en el cuidado ele Ia indumentaria y el peinado de los jugado- partidos. 1 ?7

res. Los cambias apuntaban a uniformar Ia vestimenta de los integran- EJ endi·)samiento y Ia magnificación de losjugadores de fútbol fue
tes de Ias planteles aI ingresar en el campo de juego; sin embargo, Ia un método periodístico que comenzó a emplearse desde fines de Ia se-
uniformidad deI atuendo no parece haber sido un tema importante a gunda década dei sigla XX, cuando algunos ya percibían que el creci-
comienzos de Ias anos veinte. En el Club Vélez Sarsfield sólo Ia pri- miento del espectáculo, su mercantilización y mediatización, los .esta-
mera división disponía de un equipo completo de camisetas y pantalo- ban transformando en astros populares. Estos "peligros" quedaron
nes; en cuanto aI resto de Ias categorías, Ia entidad sólo proveía Ias ca- reflejados en una nota que establecía un paralelo entre los futbolistas y
misetas, y los pantalones y Ias medias quedaban a cargo de los propios Ias estrellas de Ia escena teatral:
jugadores, 10 cual implicaba diferencias apreciables en Ias vestimentas
de los once. 126
Los jugadores de football comienzan siempre siendo "compar-
Por otro lado, si observamos las fotografias de Ias formaciones de Ias sas", luego coristas, más tarde actrices y, por fin, son como Ias
equipos, veremos que los cambios ocurridos entre 1925 y 1935 son prima donnas, pues tienen idénticos ataques de nervios. Algu-
asombrosos. Hacia mediados de los ai10s veinte los pantalones, y sobre nos dirigentes conocen el remedio para esos ataques, pero
todo Ias medias, solían ser diferentes entre 10s once jugadores. Algemas para ello es necesario que Ias arcas de Ias clubes estén reple-
usaban Ias camisas afuera de los pantalones y otros adentro; algunos tas de dinero.128 [EI destacado es nuestro.]
lIevaban boinas y Ias peiludos de todos diferían notablemente. Cabe
sei1alar que Ia profesionalización deI fútbol fue un elemento impor- En los ai'ios veinte, el deseo fervoroso de convertirse enjugador de fút-
tante en esta evolución, y que ya hacia el cambio de década los clubes boI no se fundamentaba sólo en Ia potencial o real fuente de ingresos
y Ias jugadores estaban cada vez más atentos a Ia pulcritud y Ia homo- que eso podía significar, sino en formar parte de una de Ias actividades
geneidad de sus atuendos. Por'otra parte, Ia participación en los gran- socialmente más reconocidas. Pero en algunos casos más o menos ex-
des acontecimientos donde sejugaba Ia representación nacional debe cepcionales no debe desestimarse el papel desempeii.ado por los ali-
tomarse como un caso extraordinario. En el Mundial de 1930 Ia selec- cientes y premios económicos. Según el periodista Pablo Rojas Paz, el
ción argentina vistió un uniforme pulero y vistoso, normal para Ia famoso e internacional jugador Raimundo Orsi comentaba irónica-
época: saco de vestir y pantaloncitos cortos. mente aI mostrarle su recientemente adquirida mansión, que había po-
Los cambios en Ias maneras y los cuidados deI vestir tuvieron su co- dido construir gracias aIos ahonos provenientes deI fútbo]: "Mirá esta
rrelato en los significados que los jugadores daban a su actividad. casa, se ha hecho a patadas".129
Como hemos visto, para entonces ya imperaba el sentimiento de orgu- La vivienda solía ser Ia primera forma de manifestar y representar el
110por jugar en primera división. Las ambiciones deportivas y Ias aspi- lugar que ~;eocupaba en Ia sociedad. En este sentido, el deporte de
raciones económicas, importantes pero no decisivas, se sumaban a Ia alto rendimiento profesional fue siempre una "avenida de movilidad
visibilidad social -que clependía en forma directa de Ia cantidad de es- social ascendente para losjóvenes con talento deportivo de Ias clases
-(Tan mala le parece el público?
-(Mala? No ... Peor... más que maIo, ignorante de 10 que pre-
tende juzgar. EI 80% dei público, por 10 menos, no sabe nada
de fútbol. Les puedo proporcionar este dato: jugando un in-
terprovincial, integrando yo el equipo de Provincia contra
Chaco, el público me aclamó como a un Dias, porque yo me
10 propuse, haciendo acrobacia, en vez de jugar a conciencia:
así realicé toda clase de "palomi tas", "chilenas" y "mariane-
Ias", cuando no había necesidad de ello y hubiese sido lógico
rechazar de acuerdo a Ia manera clásica. Pero )'0 me había
propuesto reírme interiormente de Ia ingenuidad deI pú-
blico y, como el partido "daba" para ello, Ias obligué a aplau-
dirme, cuando debían haberme silbado Ese es eI público
que se ias da de entendido y sabihondo Y su ignorancia,
como les digo, corre pareja con su maldad.
1931: Ángel Segundo Mediei, en su casa y acompal1ado de su familia.
Los periódicos retratan aIos crachs en su C:real o aparente?) Preocupado por las imprecaciones deI público, Luis Weihmuller, juga-
intimidado (Fuente: AGN.) dor olímpico en 1928, declaraba ai respecto en julio de 1930 a La Can-
clia: "EI público es maio e injusto. No puedo admitir que un st~eto que
trabajadora y media". Por un lado, esta indicaba una marcada tenden- paga 1~O,50para ver un partido se crea con el derecho ele ocuparse de
cia democratizante )' socialmente igualadora, y por el otro una vía de mi familia groseramente".
ascenso social en Ia d~sigual estructura dei mercado capitalista. Los jugaelores tenían una percepción ambivalente deI público: a::;Ta-
En Ias relatos de Ias grandes campaiias, Ias figuras de los crachs se agi- decían eI aliento y sus consecuencias, pero naturalmente rechazaban
gantaban)' se volvían inconmensurables. Si bien tradicio~almente se los insultos y Ias agresiones. Borocotó, al comienza deI profesionalismo
asoció el vedetismo de los futbolistas a su condición de artlstas y talen- Uulio de 1931, en Ias páginas de El Gráfico), sostenía que 10 primero
tosos, es necesario seiíalar que esa fama también radicaba en su condi- era el club )' 10 segundo eljugador, y además seii.alaba Ia ingratitud dei
ción de especialistas)' estrellas mediáticas, antes que virtuosos de Ia pe- hincha que exigía)' que, si pensaba que eljugador no cumplía con sus
lota. De este modo, Ias exigencias deI "deber ser" profesional y Ia exigencias, demonizaba a quien antes había erigido en ídolo: "(No se
amplitud dei fenómeno mediático apuntalaron a Ias grandes figuras, entristece eljugador que dio muchas victorias o evitó muchas derrot.as
que a su vez contribu)'eron a expresar una nueva diferencia)' una )' que un clía se encuentra con e! reemp!azante que viene de otro ba-
nuevajerarquía en el quehacer colectivo. . . rrio y de otro club? [ ... ] EI futboler es como un actor y Ia cotización
Más allá ele esta tendencia, Ia lógica elel espectáculo maS1VO lm- marchará a Ia vera de! favor que le dispense el público".
pus o Ia idea de "Ia soledad deI cmch" como contrapunto a ~a acti- Podría argüirse que eI mundo deI fútbol creaba lazas afectivos suscep-
tud activa elel público ya totalmente mediatizado. Este confhcto de tibles de ser rotos, ya fuera por los jugadores que cambiaban de club o
roles y requerimientos puede apreciarse en Ias palabras de José Della por los periódicos y los hinchas expertos en crear y en derribar ídolos.
Torre, defensor de Racing, publicadas en La Cancha en septiembre Todo ocurría en el contexto amenazante ele Ias agresiones de los fanáti-
de 1929: cos contrarios, quienes solían increpar a Ias figuras fuera deI campo de
juego. En enero ele 1929, Emilio Quadrio, jugador de Quilmes, relataba
de Rivel- Plate, sostenía que Ias actitudes de los árbitros y el público ge-
neraban condiciones poco aptas para eljuego: "Es fácil dejarse suges-
tionar por muchas voces que nos incitan a voz en cuello a 'hacer justi-
cia'. Por mucha sangre fl"Ía que se tenga, cuando se oye a cientos o
miles de espectadores gritar, se Ia pierde".
Lo cierto es que los enfrentamientos entre jugadores y árbitros eran
frecucntes y violentos, tal como 10 expresa un cronista de Crítica acerca
ele los sucesos ocurridos en abril de 1931:

EI domingo, a un referee le rompieron dos dientes y el agresor


ni fue preso siquiera. La policía nunca adopta Ias medidas
que se requieren. Hemos visto en una oportunidad que un
jugador expulsado que se retiraba con airados gestos pasó
cerca de un uniformado sin que este pusiera en juego sus
fl1eros, arrestando ai insolente. [...] Como si 10sjl1gadores en
Ias canchas estuvieran investidos de Ias mismas prerrogativas
~926: América Tesorieri, famoso arquero de Boca y Ia selección.
de qut; gozan los representantes diplomáticos extranjeros. entado y COI1 una sonnsa, permite que un nil10 ocupe su lugar
(F uente: AGN.) .
Está probado que a los dirigentes poco les importa que haya
o no incidentes en los fields. Entonces siendo así, es Ia policía
Ia que debe tomar cartas. Se podría implementar un sistema craclu como Cabino Sosa, quien hacia mediados de 1929 b'
" -d . comenta a
como en el hipódromo, con carritos celulares en Ios que se estar ecepclOnado por Ias ingratitudes que existen en eI b'
futbolístico". am lente
cal-garía a quienes en Ias canchas vociferan insultos contra
cualquiera. (O es que se quiel-e registral- primero algún asesi- Los conflictos entre jugadores y dirigentes también se profundizaron o
nato en cualquier cancha y recién allí proceder? aI menos se hlCleron visibles. En 1925 se desató u 1 nf- .
I I I e lentamlento ent.re
e p antel de San Lorenzo de Almagro y su com' . - d" .
_ . _. ISlon lrecUva. Como en
Algunos jugadores parecían estar convencidos de Ia parcialidad "natu- Otlas ocaSIOnes, C17.t!ca fue el vehícuIo de cOlnu' __ . __
. I1IcaClon en una sltuaclOn
ral" de los árbitros. Miguel Curell, de CyELP, afirmaba en La Cancha de exp_loslvad~nde todos parecían hipócritas. Los jugadores de plimera di-
VISlonreClblan dmero 1)0' -
enero de 1930 que "Ios principales culpables de esos incidentes [en los r Jugat, pero cuando pidieron aumento Ios diri-
gentes enarbolaron para - I '".
fields] son los referees, por dos razones". La primera, según eljugador, . ' negarse o, pnnClplOS morales amateuristas Y
una vez termmado I fl' . .
era que no sabían hacerse respetar y por eso imponían su autoridad a _ '. ~ ~on' ICtOsanclOnaron aIos jugadores cabecillas.
través de Ia acción directa de Ia policía ante cualquiel- amenaza en su Otl os eplsodlOS confllctlvos tuvieron como eie Ios pases el d' _
,1 b . . :J ., meIo a pagar
contra. La segunda estribaba en que "muchos de eUos son personas ) os ti-a ~Jos a dIstribuir enu-e los jugadores.
poco honestas. Se dejan !levar por el temor, por Ia preferencia perso- AIgunos reclamos suscitaban Ia aplicación de penalidades, como
nal hacia alguno de los bandos en lucha o por ou-as razones menos to- cuando R~cll1g suspendió por tiempo indeterminado aljugador Re or
lerables, para 'inclinarse' hacia uno de 105 rivales". A partir ele estas y ~I~ber pechdo eI pase a Sportivo PaI ermo, medida que C1itica cons~~ró
otras declaraciones podemos aseverar que los actores dei espectáculo lI~usta en su edición deI 7 de marzo de 1929'" -I ..
d R . . pOI os Ser\llClOSprestados
futbolístico estaban en permanente conflicto y que esas experiencias e ey a Racmg, Ia institución debe compensarIo y cede -I EI' d
I - - I O. ' Juga or
violentas, repetidas domingo tras domingo, desalentaron a algunos lace mas de un ano que no juega )' muchas veces pidió Ia transferencia ".
No faltaron acusaciones o realidades asociadas ai sobomo. La Cancha 9. EI público deI espectáculo
se hizo eco de algunas: "Un dirigente de San Lorenzo de Almagro quiso futholístico
comprarnos el partido en 1927", d~o Emilio Ramos, centro halfy capitán
dei Quilmes Athletic Club en 1929, en el momento de Ia entrevista.
Este fugaz retrato de Ia complejidad de los lazos entre jugadores y
clubes no estaría completo si no mencionáramos los sucesos de enero
de 1929, cuando algunos jugadores de San Lorenzo que se sentían
muy unidos a algunos de los caudillos que dirigían Ia institución aflr-
maron que, si esos directivos no continuaban ai frente dei club, ellos
preferían abandonarlo. Crítica relató así Ia situación y Ias opiniones de
Juan Maglio ante Ias elecciones de nuevas autoridades para el club:
Hacia mediados de los anos veinte el público dei fútbol es-
Hemos visto Ias peripecias dirigenciales de San Lorenzo y Ias taba formado por enormes masas acostumbradas a sobre !levar innúme-
prácticas clientelares de Pedra Bidegain. Juan Maglio, juga- ras dificull:ades a Ia hora de abonar su entrada o ele conseguir un lugar
dor dei equipo, forma parte de esa clientela y siente que si en los estadios. En este sentido, se había conformado una generación
don Pedro no es elegido presidente tal vez se vaya deI club. habituada a padecer y superar Ias incomodidades dei traslado y el haci-
"O Bidegain o nada", dice Juan Maglio, refiriéndose a Ia elec- namiento en Ias tribunas.
ción ele Ias nuevas autoridades de San Lorenzo, que deben Ahora nos detendremos en Ias características exteriores y los mo-
efectuarse mal1.ana. dales dei público a fin de comparar a los espectadores de Ia década
de 1910 con los de fines de 10s anos veinte. Entre Ias grandes modifi-
c~ci.ones observables se destacan los cambias en Ia vestimenta, cuyos
codlgos d,~ fin de semana estaban firmemente arraigados en el
mundo popular. En Ia década de 1910, por ejemplo, se hablaba de
"endomingarse" o "vestirse para salir", 10 que implicaba !levar traje
oscuro y sombrero. Pero hacia fines de los anos veinte Ias cosas co-
menzaron a cambiar.
EI cambio estaría justificado por Ia necesidad de los hinchas de usar
ropas cómodas debido a Ias temperaturas, muchas veces altas, y aios
movimientos corporales que necesariamente deberían realizar ante
cualquier contingencia ocurrida en Ias canchas locales. Sea como
fuere, Ias canchas pasaron de Ia Oscura monocromía de los sacos y los
sO,mbrero.s a los colores vivos y Ias ropas diversas: chaquetas de algo-
don, CamlS<IS,ranchos, boinas y panuelos ai cue!lo. Pero también esta-
ban los que insistían en seguir vistiendo trajes más tradicionales. Ob-
servando aI público un cronista de Ia revista deportiva El Gráfico en
febrer~ de 1929 distinguió sombreros mezclados con gorras, gorras
con panuelos, sombreros con corbatas, ranchos, camisas con moúo ca-
misas abiertas sin corbatas ni moúos, paúuelos cruzando los cuell~s o
nuevo~ colectivos.y en camiones atestados que atravesaban Ia geografia
de Ia clUdad slgUlendo
,
los colores de su club . La Canc I1.a, en agosto de
1928,. retrataba aSIlo ocurrido después dei paI-tI'do d'ISputad o por Ar-
gentmos Jrs. e Independiente:

[Había varias cuadras de camiones] cargaelos de hinchas de


u~~apetulancia agresi\:a: muchachada sana y fanática que
. susJugaelores [ ...J . YllI' el camlOn
gllta. eI nombre ele . , gran d e
y IUJosode Ia meJor mueblería deI barrio ni el fortacho eles-
c~ngayado que sirve para el reparto en el puesto de verdura
IVlarzo de 1935: EI público, apretl0ado en Ia tribuna ele San ~orenzo,
:1
l1l Leviatán monstruoso deI "Expreso de Mudanzas" se ex-
durante el partido contra el c1ub Estueliantes. tranan de verse mutuamente hoy con una carga tan distinta de
Si se observa Ia vestimenta, predominan los sacos y 10s ranchos Ia habItual: han dejado los muebles, Ias verduras y Ios cachiva-
(sombreros). También gorras y paóuelos ai cuello. (Fuente: AGN.)
c~les I' se han atravesado Ia ciudad, cargados con Ios 10 000
kIlos de emoción de un barrio de hinchas.
simplemente cuelIos aI aire. Vale decir que, en Ia vestimenta deI pú-
blico, dominaba Ia diversidael, aunque muchos periodistas seüalaban
que el así llamado "pijama" (prendas elaboradas con algodón o lino)
se había convertido en el "uniforme" de los hinchas.
En este sentido, Ia década ele 1920 fue testigo de un cambio notable
en Ia indumentaria de los asistentes a Ias tribunas generales. La presen-
cia cada vez más amplia de grupos populares produjo Ia aparición de
distintos modos de vestir, pasando de Ia homogénea presencia dei
traje, hasta entonces una suerte de "uniforme dominguero", a Ia incor-
poración de Ia rapa "de todos Ias días".
EI uso de prendas más Iivianas y menos formales, mucho más co-
nectadas con Ia vida cotidiana, era un vivo reflejo de los cambios que
el espectáculo deI fútbol, como otros fenómenos sociales, tuvo Ia
enorme plasticidad de vivir encabalgado entre acontecimientos ex-
cepcionales (aunque cíclicos, repetidos) y Ia vida familiar, vecinal.
En otras palabras, vestir Ias mismas ropas en el ámbito dei fútbol
como en Ia vida cotidiana no implicaba despojar ai partido de su ca-
rácter ceremonial y peculiar sino, por el contrario, enlazar aún más
aI fútbol con Ias cosas "nuestras".
Ütro aspecto de Ia habitualidad, dellitual dominguero, era el viaje ha-
cia Ios estadios. Buena parte ele Ia concurrencia iba en grupos y lIegaba
~éc~da. ele, 1930: Colapso dominguero en Ias cercanias eleI estado de
en malones aparentemente indiferenciados en Ios tranvías lIenos, en los
an 01 enzo. La multltud ha paralizaelo Ias tranvías y Ias coches
(Fuente: AGN.) .
EL PÚBLICO DEL ESPECTÁCULO FUTBOLÍSTICO 217

1938: Simpatizantes deI club San Lorenzo rumbo a Ia cancha en 1935: La odisea: comprar una ent.rada. La policía montada aI acecho
camión, uno de los medios de transporte preferidos por Ias mtent.a poner ordeno Sin embargo, muchas veces su intervención
hinchadas. (Fuente: AGN.) provocaba el desorden. (Fuent.e: AGN.)

Hacia fines de los anos veinte Ia escenificación estrictamente futbolera mados "gran~es", así como o cuando se enfrentaban equipos nacio-
pintaba el interior de Ias estadios, como asimismo los caminos que con- nales COIl VISitantes extranjeros-. En el partido disputado en 1928
ducían a ellos. Los simpatizantes de clubes de cualquier color y tamano se por el equipo escocês Motherwell y el combinado porteno ocurrió
10 slgUlente:
adueii.aban de Ias calles port6ia~ cada domingo. Lo que hacían y sentían
no parecia tener relación directa con el volumen de Ias hinchadas: los
hinchas de clubes grandes y chicos por igual consideraban Ias calles y Ias A Ias 9 abrieron Ias boleterías, primeros asistentes a Ias 10
inmediaciones de los estadios como espacios propios. Cierto día, un ca- buen número de policias a caballo, a Ias 11 el espectácul~
mión atestado de hinchas deI Club Portel'í.o circulaba colmado de bande- era admlrable, a Ias 12 se abrieron Ias puertas deI estadio
ras y gritos. Si bien el cronista estaba convencido de que Porteno era un el público se abalanzó atropellándose y motivando Ia inter~
club chico y perdedor, no obstante destacaba que: vención de Ia polida, no pocos fueron los incidentes que
p,or esta causa se suscitaron entre los particulares y Ia poli-
también tiene hinchas fieles que levantan Ia bandera de sus ca- CIa, [lero como siempre estos llevaron Ia mejor parte, Ia
lores y gritan hasta desganitarse, 10 mismo que si se tratara de gente fue tomando ubicación de manera más humana a
Racing o de Boca. Nosotros no queríamos creerlo hasta que 10 Ias B había más de 20 000 espectadores .. [... ] Hubo 40 O~O
vimos con nuestros propios ojos. Iban en un camión unas asistentes en medio de apretujones. A Ias 14:30 no habia
más localidades.131
veinte o treinta personas. Llevaban en alto una bandera con los
colores de Ia entidad. Y gritaban, gozosos, a Ias gentes, aIos
tranvías, a Ia calle toda, que parecia haber levantado sus casas a La~ actitucles de Ias. muchedumbres dentro de los estadios generaban
los costados para verlos pasar: iPorteii.o! iPorteno solo! 130 Imagenes de todo tipo. EI 9 de noviembre de 1929 La C 1 bl"
, '. ancwpu lCO
Ia crol1lca deI partido en el que se enfrentaron el seleccionado argen-
Los hinchas ya estaban acostumbrados a forcejear para encontrar un tmo y su par peruano. EI cronista comparó 10 ocurrido en Ia cancha
lugar, a abrirse paso aIos codazos, a luchar para comprar una en- con un estereotipo de multitudinaria reunión política. Sin duda 10
trada y ubicarse en Ia tribuna -sobre todo en los partidos clásicos o atemorizó Ia apariencia o realidad de desorden y desborde de Ia mu-
chedumbn::
derbies, jugados entre los rivales más enconados o entre los clubes lIa-
Década ele 1930: Estadio de Indepeneliente. Amontonamiento en Ia
boletería. (Fuente: AGN.) 1935: Comiendo sándwiches de chorizo antes elel partido.
(Fuente: AGN.)

Desde los más altos tablones, Ia mucheelumbre da una impre-


. Itos, 10's remo- mediados de Ias aJ'iosveinte comenzaron a aparecer en Ias canchas
sión ele mítin revolucionario: Ias vaces, Ios msu
banderas y estandartes que exhibían los colores y / o Ias inscripciones
linos, Ias avalanchas, el ir de un laelo a otro ele grupos que ~e
asociadas a los clubes. Esas creaciones y prácticas colectivas podrían
separan momentáneal11ente y se buscan luego a g~-ltos;,~1 pIe-
verse como creaciones artísticas asociadas ai honor (fuerza física,
ón ele los vendedores elefrutas, bebIdas, revIstas, los IapIdos
g . . moral, caballerosidad, hombría, confianza, éxito) y Ia razón (efica-
tumultos que ongma una gresca, pl'ontamente . apaClguada .
cia, lógica) .
Dor los vecinos, toelo este maremágnum ele grandes'y ChICOS,
A partir de mediados de Ia segunda i::lécadadeI siglo XX, con Ia edi-
de civiles y de uniforl11aelos,de gente ele blusa y el~pl:pma co-
ficación de 10sgrandes estadios, Ias hinchadas quedaron enfrentadas
eleándose con espectadores ele atildada eleganCl<l,produce
en tribunas donde todos veían todo y a todos; así surgió Ia posibilidad
una sensación de revue Ita, d e mo (a 111, Ia que estamos blen
de que los hinchas se transformaran en actores y dominaran -cuando
acostumbrados los que habitualmente concurril110sa los gra~l-
menos potencialmente-Ia representación.
elesdías deportivos. EI domingo hubo un momento en que a
Ahora bien, (gué sucedía dentro de los estadios? (Qué sucedía en Ias
fisonomía dei conjunto cambió totalmente: fue en elmstante
tribunas? En el clásico jugado por Boca e Independiente en Ia cancha
en que se dejaron oír los primeros acordes de 10shnnn,Os ~le
xeneize, los hinchas elesplegaron en Ias tribunas banderas y hasta un
am bos paI'ses . EI ruido cesó entonces, y Ia muchedumbIe,. d'Ie- megáfono para alen tal' aios jugadores. 5egún Ia crónica de La Cancha
cogiela y clescubierta, presentó otro aspecto enterament~ I,S-
elel3 de noviembre de 1928, en determinado momento deI partido,
tinto (...] el gentío inl11enso,silenCIoso y encalmado, paleCla
Ronzoni,jugador elel equipo visitante, comenzó a realizar jugadas brus-
congregado allí para rendir culto a un rito sagrado.
cas.La respuesta de Ias tribunas fue inmediata:

P 01, oro
t lado resulta sugestiva Ia creatividael colectiva elel fútbol en
, . H'
Empezó Ia "barra" a hacer "barrabasadas" ... 50naron dos ti-
comparaCl'o'n con olI'os fenómenos de convocatoria maslva. aCla
ros... (Alguien] con el megáfono, [piclió] a gritos que se retira-
nido Ia de.licadeza de omitir.las paIabras soeces ni siquiera ante Ia pre-
sencIa de algunas familias en Ia tribuna oficial.
. Podría atribuirse, quizás, cierto sistema de jerarquías aios aetos de
vlOlencia o incultura, que iban desde Ias insultos a viva voz hasta ios na-
rar~jazos)' hotellazos, desde Ias pedradas hasta Ia invasión deI campo de
Juego, pas<Jndo por Ias enfrentamientos a puti.etazos y lIegando incluso
aI extremo de emplear armas blancas o de fuego. Lo cierto es que Ia
vlOlencla era una presencia habitual en eI universo futboIístico. Si bien
los, insultos .formaban parte deI espectáculo, en noviembre de 1920 , se _
gun relata Ultima Hora, en un partido entre River y Tigre eI árbitro Pla-
nes amena;:ó a Ia tribuna riverplatense: "O el público se cal
, Ia ... o sus _
pendo eI partido. [Ante estas paIabras] Ias hinchas riverplatenses que
ocu?aban Ia tnbuna oficial resolvieron calIarse )' el encuentro prosi-
ran de Ia canchalos jugadores de Independiente y se hicieran gUIo dentro dei más perfecto orden".
solidarios con Ias desplantes primitivos de su centro half.
Viendo que sus intenciones no daban resultado [...] comenzó
el espectáculo más desagradable que puede presenciar un de-
portista de conciencia. [...] E-mpezaron a lanzar pieelras y bote-
lias a Pene lia, a Kuko y a Médic, que eran Ias que estaban más
próximos a ellos. [ ... ] Ya toelo esta, cada vez levantaban más Si bien resulta imprudente clasificar en su totalidad Ia numerosa asis-
en alto Ia bandera de Independiente, icomo pretendiendo ha- lencia a los estadias en los al10s veinte, es posible sin mucho cuestio-
cer cómplice ai viejo club de sus canallescas actitudes! [ ...] namiento afirmar que Ia mayor parte deI público era de un tipo espe-
Cherro, harto ya de aguantar botellazos, levantó una botella )' CIal: el hll1cha. Estos fueron vistos como fanáticos, locos o borrachos,
amenazó con devolveria a quienes se Ia arrojaron. generadore~; permanentes de gritos, agravios, naranjazos, empello-
nes. Hombres que en pocos instantes eran capaces de modificar sus
Si el megáfono era un elemento extraüo en Ias canchas, Ias naranjas)' esta~os de ánil~o :' pas~r de Ias risas a Ias aplausos, de Ios abrazos )'
Ias botellas eran artefactos (o armas) habituales. Las propias huestes de los \Ivas a Ias mas ll1crelbles de Ias insultos.
fanáticos se identificaban como "botelleros". Y Ia aparición de bande- . Hacia fines de junio de 1929 jugaron Racing)' Huracán. EI29 de ju-
ras era cada vez más frecuente. Las banderas, que ostentaban Ias colo- 1110 La Cancha publicó Ia crónica de un periodista respecto deI diálogo
res e inscripciones de Ias clubes, no só 10 eran emblema de fidelidad enta~lado por dos concurrentes a Ia tribuna de Racing, en Ia cual esta-
sino también trofeos a conquistar por Ias hinchas contrarias. Según el bleclO una 1~lteresante distinción: el hincha fanático, desposeído de
periodismo de Ia época, el grado de "incultura" dei público no sólo po- momentocnlJco alguno, y aquel que decía ser socio)' que enarbolaba
día medirse por Ia cantidad y Ia contundencia de Ias objetos arrojados su dIstanCia con respecto a 10 que veía:
a Ia cancha sino también por ellenguaje usado en Ias tribunas. Los in-
sultos de Ias barras contra Ias árbitros)' jugadores contrarias pasaron a A mi lado [ ... ], se había situado un arbusto, cu)'os insultos
ser parte dei espectáculo. En abril de 1927, un cronista de Crítica re- desmedidos crispaban Ias nervios. EI tipo parecía presa de
saltá que en el estadio de Lanús unos "patoteros" carentes de educa- UIl frenesí irreprimible de insultar a Huracán, a susjugado-
ción )' dotados de una mu)' rudimentaria cultura sportiva no habían te- res, a Ia ialm!Ja de estas y hasta aIos perritos que deambulan
vir y sentir el fútbol. Cabe suponer que en los estadios de 105 clubes
por el Parque de los Patricios. "jMurga!" "iCampiones -por- más grandes Ias tribunas preferenciales y populares también presenta-
que el coso decía "campiones"- de grupo!" "jAtorrantes!", y ban diferencias, aunque quizás no demasiado marcadas en Ias actitu-
una punta de cosas más, de esas que suprime Ia censura. Era des de los hinchas.
un muchacho joven, de cierta fachada. A su lado, un tipo Casi siempre imaginamos ai público de una obra teatral o de un
más reposado llegó a molestarse con tanta continuada estu- concierto "saboreando" 10 que sus sentidos le acercan; sin embargo,
pidez, y le dijo: es más que probable que ese espectador desconozca Ias pormenores
-Pero cállese, hombre. Baga menos visible su poca educación. deI oficio ele actor o de músico, como asimismo Ias exigencias de Ia
-Usted debe ser de Buracán; por eso chilla ... puesta en escena. Pel'o el público deI fútbo! estaba compuesto funda-
Por toda respuesta el hombre sacó un carnet. mentalmente por jugadores o ex jugadores que se consideraban co-
-Soy socio de Racing hace más de diez anos -Ie dijo-. Pero si nocedores deI quehacer futbolístico, duenos de una erudición que
supiera que todos los simpatizantes nuestros son corno usted, provenía de Ia experiencia vivida y de una suerte de conocimiento
dejaría de ser socio y me iría los domingos a Palermo, a ver a "esotérico" que sólo algunos "elegi,dos" poseían.132 Esto, sumado aI
Ias bestias ... papel que desempenaba en el contexto ritual, permitió que el pú-
blico se afirmara legitimamente como actor principal en el espectá-
La existencia dei hincha más o menos furioso corriá paralela, aunque culo futbolístico. Baber pertenecido a una parcialidad y detentar una
sin oponerse, a Ia cultura letrada de Ia época; abarcó tanto aI socio deI autoridad surgiela de] conocimiento, real o supuesto, parecía ser ra-
club y aI dirigente como aI asistente habitual, y fue un ingrediente sus- zón suficiente. Estamos hablando ahora de una competencia que no
tantivo en Ia conformación elel peculiarísimo mundo deI fútbol. Sin se desarrollaba 105 fines de semana sino el resto de Ias días labora-
embargo, no todos los concurrentes a Ias tribunas eran hinchas fanati- bles, 10 que algunos han llamado el "partido clellunes"; en otr-as pala-
zados. cTampoco podía decirse que 105 hinchas fueran todos iguales bras, unjuego sordo que se Jlevaba a cabo en 105 lugares de trab~o
-Ios de San Fernanelo, por ejemplo, más que hinchas parecíansimpati- con sonrisas, ironías y cargaclas.
zantes porque vivían el fútbol de otra manera-. Según el cronista ele La Como hemos visto, el periodismo escrito y los intelectuales que tra-
Cancha (septiembre de 1929), el público que poblaba Ias tribunas dei b~aban en Ia prensa calificaban aIos hinchas como mayorías "incultas
estadio de Ia zona norte estaba compuesto por: e ignorantes", turbas fanatizadas que sólo pensaban en Ia victoria de su
equipo. Varios síntomas 105 caracterizaban: insultos, actos de violencia
pebetaelas bien trajeaelas, engominaditas y alegres, [que] po- contra alguno ele 105 actores (jugaclores o árbitros) que obligaban a fre-
nían suaves toques ele colorido y de belleza aquí y allá entre el cuentes suspensiones de partidos, incapacidad para tolerar Ia derrota
tono oscuro de Ia multitud masculina. EI elemento barbudo deI propio equipo, improperios, botellazos e irrupciones encl campo
no era tampoco inferior a los tantos que acuden a presenciar de juego. Por otro lado, los intelectuales de Ia época no parecían pres-
105 lances de clubes de cierto prestigio aristocrático. Mucha- tar alención a Ias actitudes de Ias masas futboleras. La élite intelectual
chada discreta, no muy escandalosa, y más atenta a piropear a y económica estaba alejada deI fútbol, aI igual que buena parte de los
Ias pibas que a seguir Ias inciclencias deI juego. Buen ele- hacedores de Ia política nacional. Por otro lado, en el ambiente deI fút-
men to, que en definitiva [ ... ] era pintoresco y animado. boi y del deporte en general predominaban fuertes corrientes anti-in-
teIectuales.
La atención a Ia "pintoresco" en Ia descripción marca el reconoci- Para estas grupos ele élite el fútbol era un fenómeno incómodo, un
miento de 10 diferente y 10 exótico. Aquella "muchachada discreta" se- "mal menor" que equilibraba -con su "escape clominguero "_Ia penosa
guramente era un espectáculo poco frecuente en Ias canchas y resulta vida de millones de personas. Las canchas eran, según los portavoces
tentador relacionar Ia extracción social con Ias distintas maneras de vi-
brava que rompia a golpes de neumãtico Ias barras adversarias y contra
Ia cual se ~lz,ó en ocasiones Ia voz d'e toda Ia prensa metropolitana ".
La apanclOn de Ias barras desató, por otra parte, procesos paradóji-
coso En marzo de 1929 Critica detectó Ia aparición de Ia "an ti-barra "; un
grupo formado con el objetivo explícito de hacerles frente a otras ba-
rras empleando 10s mismos métodos. En Ferro se fundó una "anti-ba-
r~a" cascadora; es decir, una "barra" que se encargaba de dar su mere-
CIdo a todos Ios aficionados que insultaban a cualquier integrante deI
c1ub local o visitante.
Establecer una comparación entre aquellas barras bravas y Ias actua-
les resulta tan tentador como problemático. Podría haber ciertas carac-
terísticas comunes a ambas, como Ia presencia de valores asociados a Ia
20 de septiembre de 1931: Pelea callejera entre hinchas de Boca y ele
disputa masculina dei honor, Ia rivalidad y el espíritu de grupo. Sin em-
River,luego dei plimer partido profesional en el que se enfrentaron.
Realizado en el estadia elel primero, el encuentro rue interrumpido bargo, no estamos tan seguros de que ciertas palabras -como honor y
luego de agresiones debido a Ia expLilsión ele varios jugaelores dei nvahdad- pos~an hoy el mismo sentido que en aquellos tiempos. Sabe-
segundo. Revista El Gráfico, 26 de septiembre de 1931.
mos, en cambIO, que Ia organización interna y los lazos externos de Ias
barras actuales" como asimismo el grado de violencia que pueden
dad a ciertos grupos que ellos mismos bautizaron "barras". En reali- desatar, no eXlstmn en aquel entonces.133

dad, "muchachada" y "barra" eran vocablos diferentes que referían a


10s mismos .sujetos, aunque ubicados en escenarios diferentes. El esce-
nario más o menos pacífico de Ia "muchachada" era el barrio o el café;
el ele Ia "barra" era ~I viaje dominguero hacia y desde Ia cancha y, una
vez allí, el universo de Ias tribunas. La prensa detectó casi desde un
principio Ia actuación de Ias "barras bravas". En febrero de 1925 Crí- La acción dei público s~bre Ias variables de Ia competencia ponía en

tica publicó una nota titulada "Barras Bravas", en Ia que se los definía Juego Ia necesana rcpetlción cíclica dei ritual. Así se producía tensión

con 10s mismos calificativos utilizados para los hinchas, aunque se acla- : conf1Jcto entre el orden mínimo y necesario y el desorden nacido de

raba que en realidad eran grupos más o menos uniformes de "energú- ll:fil1ldad de causas ~ razones. Esc desorden puso en duda, en algunas

menos que sólo van aIos fields con el objeto de poner de manifiesto sus Clrcunstancms, Ia eXlstencia misma deI fútbol oficial. En este contexto
no resultan descabelladas Ias opiniones de Crítica sobre los campeona-
bajos instintos".
Las "barras bravas" eran acusadas de provocar tumultos y desmanes tos; por eJemplo cuando afirmaba que en el inicio dei torneo de 1927
y de querer "hacer ganar a sus favoritos por Ias buenas o por Ias malas". : Cl:comp~ración COll el ai'io anterior, "por 10 menos no se registrarol~
inCIdentes de Ia misma gravedad.
A partir ele 1920 Última Hom comenzó a utilizar el término "barra" con
frecuencia, aunque sin el calificativo "brava". De hecho, el uso de Ia pa- Un
. .aúo . después,
. , ,en ma)'o de 1928 ' el mlsmo perl"o d'ICOa d vertla' que
Ia Ii1stltuclOnalizaCion de Ia violencia ' en el fu'(1)01h a b'Ia ti.anSlonna
c do
labra "barra" no implicaba necesariamente su "bravura": en muchos casos
"los campos de juego en un campo ele batalla".
no era sino una "bandada de purretes".
La problemática de Ia violencia en Ias canchas de fútbol cuenta con
Las barras estaban asociaelas a diversas formas de organización y ac-
abundan~e bibliografia, desde los análísis sociológicos de Norbert Elias
ción. En marzo de 1929 un periodista de La Cancha retrató asía una
y sus ChSClpulos hasta los cstuclios de Eduardo
'l
Archett' Yo t10S
- cIentistas
. .
barra'organizada (Ia de San Lorenzo): "Ia barra de Ia goma, patota
sociaies y periodistas, sobre todo respecto a Ia incidencia dei fenómeno torno a qué sllcedería en Ia ciudad de Buenos Aires un domingo sin
en Ia Argentina desde los ai10s sesenta.134 Pel'o no hay referencias que partidos. En El Gráfico deI 29 de agosto de 1931 aparece la descrip-
hagan mención ai fenómeno en 10s estadios portei1os en el período ción de tln domingo con lluvia y sin fútbol. EI texto intenta calmar
que nos interesa y, por otro lado, no son muchas Ias investigaciones los ánimos y sugiere que Ia gente ocupó su tiempo en otras distrac-
sobre 10 que ocurría en Europa hacia Ia misma fecha.135 ciones, CDmo elludo y el ta te tí, 105 burros, el circo, el café o una ex-
En 105aJÍ.osveinte muchos advirtieron e1 peligro latente de Ia violen- cursión aI centro. A fin de cuentas "no hubo juego brusco, ni líos, ni
cia y, a raíz de ello, comenzó a circular Ia idea (entendida como posibi- broncas, ni hinchadas bravas, ni barras".
Iidad) de suspender los torneos. Naturalmente, el fútbol continuó sie'ndo un imán para todos. EI ritual
EI periodista de Soiza Reilly narraba un hecho ocurrido a comienzos no se rompió y la presencia multitudinaria hizo posible el espectáculo.
de Ia década de 1930, mientras se deliberaba si Ia violencia y el desor- Sin emba::go, era necesario imponer un umbral de orden para Ia repro-
den eran intrínsecos ai fútbol o estaban relacionados con el grado de ducción de sus condiciones mínimas y de Ia propia naturaleza cíclica
cultura de su público. EI debate se disparó cuando un policía: del ritual. En febl-ero de 1925 Crítica lIegó a solicitar que la policía pla-
nificase tareas de inteligencia para frenar Ias interrupciones y los des-
hizo fuego y mató a un nii10 inocente, a raíz de 10 cual, en el manes de ciertas barras.
Parlamento, un diputado dijo: El desarrollo dei espectáculo futbolístico requería de un orden que
-Hay que prohibir el fútbol. se veía perturbado con cierta frecuencia, por ejemplo debido a la inva-
Consulté para Caras y Caretas Ia opinión de personas de todos sión del público sobre el campo de juego o a Ias condiciones climáticas
los ambientes. El que mejor me contestó fue el veterano adversas. Sin embargo, hubo dos casos emblemáticos en los que Ia ya
Jorge Brown. habitual secuencia de eventos fue perturbada. En el primeI' caso, el 50·
-2Debe prohibirse el fútbol como se han pr9hibido Ias corri- nido de los altoparlantes durante el partido quebró Ia secuencia "natu-
das de toros? -Ie pregunté. ral". Enjt;.nio de 1931, durante el c1ásico River versus Independiellte el
-iNo, nunca! Lo que debe prohibirse es Ia incultura. JEI fút- speaher riverplatense provocó:
boi es un juego de caballeros cuando 10 juegan caballeros!
-eontestó.136 siseos hasta de 105 mismos hinchas deI c1ub local. Aquello
se transformó en un ruido continuo, molesto y de una
Si el fútbol hahía sido creado para disciplinar aios alumnos de los cole- frialdad aplastante. Nadie le lIevaba el apunte a Ias voces'
gios británicos, a esta altura se había transformado en un hábito que po- de ordeno [Elloeutor] Pidió aI público que 10 acompaii.ara
día devenir en descontrol. La mención a Ias víctimas fatales -reales o po- en los hurras, pel'o sólo él dia el triple grito c1ásico jRiver!
tenciales- fue el caldo de cultivo de Ia idea de suspender el fútbol y, sobre iRiver! jRiver! EI público, mucho más sensato, hizo como
todo, exigir una acción positiva y agresiva de Ias fuerzas de seguridad. siempre: alentó cuando era necesario y voIcó íntegro su vo-
Los intelectuales y los dirigentes políticos y deI fútbol suponían cerío en Ios momentos favorables, guardando silencio in-
que si este deporte podía ser vehículo catártico para millones, un evitable cuando la propia valia pasaba por trances difíciles
domingo sin fútbol daría por tierra con todos los logros civilizadores [ ... ]. La hinchada no necesita altoparlantes para regir sus
alcanzados hasta entonces e indudablemente posibilitados por Ia vía sens<lciones.
de escape que ofrecía el espectáculo. Así fue naciendo un sordo pá-
nico ai domingo sin fútbol. 2Una tarde de domingo sin canchas ates- La voz deI altoparlante era toda una novedad, pel'o terminó por desen-
tadas prolongaría Ia consabida siesta ... o abriría el cauce a una tor- tonal' con Ia convención que suponía que el espacio sonoro dentro dei
menta social? Desde aquellos aílos persiste la gran incógnita en ~1. estadio durante el partido sólo debía expresar Ia voluntad de 105 hin-
. :.~:.
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chas. El locutor no volvió a hablar durante el desarrollo dei partido,
tradición que continúa hasta nuestros días.
En el segundo caso, sucedió un hecho fuera de 10 habitual en 1.1n En este período se estructuró un mercado interno en eI que regían Ias
partido entre San Lorenzo e Independiente. EI presidente de Ia na- lógicas asociadas ai consumo y el perfil de 105consumidores. 137 Pero eI
ción, Agustín P. Justo (confeso fanático dei fútbol e hincha de Boca fútboI parecía escapar a estas tendencias ya que, si bien era un consu-
Jrs.), se encontraba presente en el estadio. Cuando debía reiniciarse el midor, eI hincha tenía características diferentes a Ias deI consumidor
juego IUf:go deI entretiempo, Fossa, capitán de San Lorenzo, fue a sa- promec1io; de hecho, existía cierta distancia entre Ias actitudes deI pú-
ludar ai presidente. En ese mismo momento, Ios dirigentes 10 invitaron blico de fútboI y Ias de aqueI que asistía a un espectácuIo como eI cine
a ingresar en eI campo de juego para dar "inoportunamente el punta- o el teatro.
pié inicial, y como en todo ello se demoraron varios minutos, e1 pú- La reIación entre eI media de comunicación que anunciaba el
blico silbó, no aI general, sino a Ia pérdida de tiempo", aclara El Gráfico evento y el público demandante también era diferente, ya que en eI
del12 de septiembre de 1931. caso deI arte eI papel deI meelio era absoIutamerite necesario mientras
EI presidente Justo soIía frecuentar Ias canchas y su presencia más de que en eI fútboI no parecía se rio debido a su frecuencia semanal. El re-
una vez provocó reproches contra los organizadores por el incumpli- quisito de instalaciones cómodas tampoco era similar, puesto que ha-
miento de los tiempos preestablecidos según reglamentos y costum- bía una gran difer'encia entre Ias demandas de un tipo de público y
bres. Cualq1.1ier demora excesiva en Ia iniciación deljuego rom~ía con otro. EI hincha era un verdadero militante y así 10 veían todos; en ese
los cánones esperados. sentido, el sufrimiento en eI momento de comprar Ia entrada, Ia falta
Los dirigentes y Ios medios df: comunicación se ocuparon de orga- de bailos públicos y el amontonamiento habitual eran unánimemente
nizar Ia secue'ncia semanal de Ias ceremonias constitutivas dei espec- considerados parte "natural" dei evento.
táculo futbolístico. Los gobiernos municipales o nacionales sólo ha- Las actitudes deI hincha de fútbo! implicaban un espíritu de sacrifí-
cían acto de presencia cuando consideraban que su participación era cio lejano aI placer pasivo de otros tipos de público. Sus exigencias res-
necesaria para Ia subsistencia deI fútbol grande. Por su posición cen- pecto de Ia pelfonnance de Ios actores diferían ele Ias de otros públicos:
tral en el desarrollo dei espectáculo dei fútbol, una parte deI perio- ai hincha ele fútbol se Ie permitían cosas que habrían sido inadmisibles
dismo especializado se arrogó muchas veces Ia tarea de dotar ai fenó- en otros casos. La actitud dei hincha era activa, con movimientos cor-
meno de límites éticos aceptables y custodiar que no fueran poraIes y manifestaciones orales muchas veces consideradas tabú o
traspasados. De acuerdo a esta concepción, eI público debía cumplir fuera ele lugar en Ia vida ordinaria.
un rol determinado: asistir sin violentar Ias normas morales ni perju- Los hinchas se transformaron en protagonistas deI espectácuIo, vale
dicar Ia posibilidad de vida dei espectáculo A partir de 105 anos veinte decir que eran actores en el drama deI partido y su papel consistía en
-con Ia formalización, institucionalización y ritualización dei fútboI- influir sobre eI desempeii.o de Ias jugadores de su equipo alentándo-
el público ocupó un lugar más o menos pasivo cumpliendo parcial- los o amedrentando a Ias jugadores rivales )' Ias árbitros. En otras pa-
mente Ias prescripciones que el periodismo había urdido para ese de- labras, el hinchajugaba su partido intentando incidir en 10 que suce-
porte, Sin embargo -y paradójicamente-, el hincha mostró desde día dentro dei campo ele juego )' cumpliendo un papel más o menos
principios deI siglo XX una clara tendencia a devenir de espectador independiente y paralelo en su diálogo con el resto de los presentes
-o actor secundario- en protagonista -o primer actor-, compitiendo en el estadio. Asimismo puso enjuego su honor, que era una parte im-
con quienes estaban dentro de Ia cancha. portante ele su propio ser ya que, de perderse dicho atributo en una
derrota, se empleaban diversas estrategias para recuperarlo: desde
simples justificaciones y excusas hasta planteos conspirativos y ejerci-
cio ele Ia violencia.
Una de Ias fortalezas de Ia vida deI hincha era Ia experiencia de Ia -No tenga miedo, [usted] está seguro ... Mientras no haga
communitas durante los partidos; es decir, Ia forma como Ias personas maca nas, no va a pasar nada. [...] EI partido continuó a duras
se relacionaban horizontalmente entre sí en el escenario de Ias tri- penas. [ ... ] el arquero de Argentinos de Banfield [fue ame-
bunas. La experiencia en communitas de Ia horizontalidad y Ia unión nazado con revólveres], ja fin de distraerlo!
tenía como objetivo alcanzar el éxito, lograr el triunfo. A diferencia
ele Ia "comunión", en el sentido de comunidael eclesiástica, Ia com- Otro recurso, en este caso discursivo, empleado por los hinchas para
munitas preservaba Ias distinciones individuales.138 sobrellevar Ia eventual derrota de su equipo era apelar a Ias concepcio-
Las amenazas directas pretendían influir sobre Ia perforrnance de ár- nes conspirativas colocando a los vencidos en situación de VÍctimas. En
bitros }' adversarios. La concreción de Ia amenaza -que derivaba en estos casos, Ias excusas y los argumentos podían ser interminables }' Ia
sucesos extremos y alevosos como el uso de armas blancas o revólve- sospecha ,~staba siempre aI acecho. Se decía que Ios dirigentes podían
res- parece haber sido más frecuente en los partidos entre clubes chi- "arreglar" 10s resultados de los partidos según alguna conveniBncia'
cos, vale decir, en aquellos escenarios donde el poder de Ias barras muchas v(:ces dificil de comprender, mientras jugadores y árbitros po-
era más evidente y los estadios tenían tribunas bajas y cercanas aI dían ser objeto de sobornos. En suma, Ia tendencia a considerarse víc-
campo de juego. Muchas veces, en esos espacios, Ia polida no se ha- timas de sistemáticas injusticias formó parte de Ia liturgia deI fútbol fir-
da presente o su número era escaso. En noviembre de 1928, en el memente instalada desde Ios anos veinte.
transcurso de un partido entre Argentinos deI Sur y Argentinos de EI hincha no sóIo intentaba influir sobre el resultado mediante Ia
Banfield -relata el cronista de La Cancha- tanto 10s hinchas como los violencia o Ia amenaza aIos jueces y equipos rivales; también exigía
jugadores deI equipo local amenazaron en forma ostensible aI árbitro a sus jugadores excelencia en Ias habilidades propias deI juego. Ade-
con el propósito de torcer el destino a su favor para ver triunfar a su más de virtuosismo con Ia pelota, los hinchas exigían entrega, cora-
equipo: zón, guapeza, virilidad y coraje; y les pedían a sus jugadores que no
fueran "para atrás", en obvia referencia a Ias posibilidades de so-
Empieza el baile: primer fallo dei reJeree en contra ele Argen- borno. En suma, eran protagonistas deI drama desarrollado en el ri-
tinos elel Suel. Silbatina y amenaza. Se vislumbra Ia hoja ele tual y exigían, en communitas, talento y esfuerzo aIos futbolistas de
una daga que maneja un conocido "pesado" de Villa Domí- sus propios equipos.
nico, cabecilla de los hinchas de los locales. EI juez mira de
reojo; busca un agente de polida con Ia mirada. Ni uno. Una
vaga inquietud 10 asalta ... hacer seguir eljuego. [... ] además,
dentro deI campo de juego varios forajidos, de Ias peores tra-
zas, se Ia están jurando con los dedos en cruz. Como si esto
fuera poco, los propios jugadores de Argentinos deI Sud le Como hemos visto, el conocimiento y Ia conformidad con Ias regIas vi-
están diciendo, a media voz, cada vez que pasan a su lado, al- gentes eran parte sustancial deI fenómeno deportivo. Dentro de ese
gemas advertencias que demuestran, claramente, que el par- marco debemos tener en cuenta Ia aceptación de Ia justicia deportiva,
tido "debe" ganarlo el equipo local. determinada por los árbitros. La existencia de regIas válidas para todos
implicó el nacimiento de una noción de justicia que legitimaba el re-
A raíz de Ia tensión dominante, el TeJeree pidió a Ia Comisión Directiva sultado, hecho que ubicaba en un nuevo lugar a los participantes de
deI club local que consigeüera algelllos policias. A manera de respuesta, acuerdo <:on sus performances. Naturalmente, el jugador podía ganar,
uno de Ios dirigentes le dijo: perder o empatar. Yel partido se jugaba en un escenario que ofreda si-
milares condiciones a todos los actores y bajo regIas universalmente
aceptadas -en obvia semejanza con el ideal liberal de normas vigentes asombrarán 105 relatos de casos en que los TefeTees tuvieron que salir dis-
para toda Ia sociedad )' aplicables por igual a todos los cilldadanos-. frazados (con ropas femeninas) de los estadio~ para preservar su inte-
Esa raíz, en cierta medida democrática e igualitaria, era revivida en el gridad física. Más específicamente, haremos mención de un clásico en-
espectáclllo deportivo a través de Ia repetición cíclica dei ritual y Ia vi- tre NeweJl's y Rosario Central, dos equipos rosarinos que mantenían
gencia )' aceptación de resultados imprevisibles. una acuciante rivalidad, aI extremo de no encontrar ningún árbitro
Por otro lado, Ia presencia masiva dei público pagando su entrada dispuesto a "soportar Ias furias de un público entusiasmado hasta el fa-
bien puede corresponderse con una sociedad de mercado con tenden- natismo", según 10 expresaba C?itieael16 de ma)'o de 1925.
cia a Ia igualación manifestada en Ia arena mercantil. Sin embargo, No sólo era difícil aceptar un fallo deI árbitro que se considerara in-
esta no era todo. EI hincha no era un consumidor pasivo, sino que justo; también era arduo admitir un resultado no deseado )' en ex-
participaba activamente dando a conocer sus opiniones sobre cues- tremo inesperado. Así ocurrió, según Ia Caneha dei 23 de junio de
tiones de justicia deportiva e incluso interviniendo abiertamente en 1928, cuando Banfield empató en los minutos finales un partido ju-
el espectáculo con Ia clara intención de influir sobre el juego. gado en Ia cancha de San Lorenzo y "Ia sorpresa deI evento produjo Ia
Además, los espectadores en muchos casos habían sido jugadores o invasión deI Jield, punetazos, gritos e insultos a granel".
exjugadores de fútbol, o en última instancia se consideraban como ta- La forma de restaurar 10 que se consideraba justo estaba asociada a
leso Los hinchas recreaban experiencias pasadas o imaginaban 10 que Ia prepotencia exhibida por Ia gran mayoría de los hinchas congrega-
harían de ocupar el lugar de los que en ese momento estaban dentro dos en el estadio, de allí que fuera habitual Ia invasión dei campo de
deI campo de juego. Es decir, creían tener Ia posibilidad de que eso juego. EI resultado ubicaba en un nuevo lugar aios colectivos y aIos
ocurriese. Su frecuente decisión de intervenir llamaba Ia atención de individuos, y en este sentido eran los jugadores y el árbitro 105 encarga-
quienes consideraban que esa clase de actitudes excedía los límites de dos dei devenir dei mateh y su resultado final.
su rol. Paradójicamente, en su papel de espectadores debían respetar Podría suponerse que los hinchas estaban convencidos de que 105 re-
regias precisas (Ias de cualquier público); no obstante, el rol de hincha sultados deportivos no debían provenir exclusivamente de 10 que suce-
era opuesto a Ia fácilaceptación de Ia pasividad. día dentro dei campo dejuego sino también de Ias tribunas; de allí que
Hacia principios dei siglo XX algunos observadores sostenían que Ia Ia invasión de Ia cancha trocara Ia figura deI hincha-espectador en pro-
transe-resión de los límites se debía aI desconocimiento de Ias regias. Sin tagonista con el objetivo de influir activamente sobre el partido o bien
"
embargo, en los allOS veinte ese tipo de lógica ya no era aplicable. Algu- de ponerle fino El espectáculo dei fútbol presentaba una arista demo-
nos hechos hacen pensar 10 contrario. Los hinchas no sólo conocían Ias crática inicial, producto dei hecho concreto de compartir entre todos
regias, sino que tenían su propio cri te rio acerca de 10 que era justo o no -actores y espectadores- una experiencia común. Sin embargo .todo
Ia era. Esa evaluación oscilaba según cómo afectaran los fallos de los ár- podía cambiar a Ia hora de aceptar una derrota, tal como sucedió en
bitros a sus equipos. De todo ello daba testimonio Ia prensa casi todas Ias 1929 en el estadio de Independiente, cuando el equipo local iba per-
semanas, en casi todas Ias jornadas de los torneos oficiales. diendo y el clima en Ia tribuna "roja" no era propicio. Así 10 relata Ia
Si bien puede resultar redundante, vale Ia pena aclarar que no siem- Caneha dei 26 de octubre:
pre -y ni siquiera en Ia mayoría de los partidos- ocurrían hechos que
pudieran ser calificados de "aberrantes". Sin embargo, Ia posibilidad Pedradas ai arquero visitante; garrotazos en una tribuna; es-
estaba latente. Cuando los hinchas consideraban que Ias decisiones dei cenas de pugilato entre espectadores entre sí, y entre jugado-
árbitro afectaban de manera flagrante y negativa a sus equipos, muchas res. Como si eso fuera poco, salieron a relucir revólveres, un
veces llegaban a Ia conclusión de que Ia única salida posible era el em- hincha hirió a otro de un balazo y un energúmeno quiso ha-
pleo ele Ia violencia. Ese era el clima que se viVÍa en Ias canchas ele Ias cer [uego sobre uno de 105 jugadores de Ia entidad local
ciudades de Rosario, La Plata y Buenos fures. En ese contexto, a nadie cuanelo estos se retiraban.
En ocasiones, el hecho de que un equipo jugara de local conllevaba Ia espectáculo futbolístico se consideraba parte de 10 que sucedía, no sólo
posibilidad de torcer el resultado o Ia decisión de un juez haciendo desde su lugar en Ias tribunas sino dentro de! propio campo de juego.
sentir Ia presencia mayoritaria, transformándola en amenaza. La de- Mora bien, esta participación y sus resultados reales o imaginarios,
rrota era una ofensa ai honor. Es probable que los hinchas sintieran étenía algún sentido en el marco de ia sociedad portena de Ias primeras
una íntima vinculación entre el resultado dei partido y el honor deI décadas elel siglo XX? Tanto Ias identidades barriales y Ias rivalidades
grupo y hasta el honor personal. Eso ocurría incluso en Ias partidos acendradas como Ia actuación fervorosa en Ia tribuna y sobre el campo
amistosos, como el que jugaron Boca y Belgrano de Rosario en cancha de juego eran tendencias que operaban en una dirección similar, ya Ia
xeneize, mateI! que ellocal perdió increíblemente por 3 goles contra O. vez distinta, a los estilos igualitaristas y homogeneizantes vigentes. Por un
Se puede leer en Última Hora, 1Q de marzo de 1920: lado, eran un claro síntoma de horizontalidad y uniformidad. Por otro,
generaban nuevas formas de fragmentación: Ias rivalidades.
La noticia causó estupor. Anoche en Ia Boca Ia tristeza fue AI anaJ.izar el tema no debemos obviar que eran elementos que, en
general. Nadie se explicaba Ia desastrosa jornada [... ]. Esta- términos de valores, no podían separarse de Ias definiciones dei ho-
mos convencidos de que ninguna respuesta satisfará aIos xe- nor y Ia guapeza. En realidad, los códigos de Ia guapeza tilieron aI fút-
neizes; pero como los conocemos afectos a Ias signos cabalís- boI desd,~ un principio, y poco después se les sumaron otros condi-
ticos, a Ias fetiches y amuletos contra Ia jetta., bueno es que mentos como el talento, Ia destreza y Ia vida colectiva. Lo cierto es
recojan este rumor [... ]. La derrota fue culpa dei "male que, para los hinchas, Ia guapeza y Ia defensa dei honor se ponían en
d'occhio" de Brichetto. jSerá posible! juego cada vez que veían a sus equipos en Ia cancha. La derrota con-
llevaba humillación y vergüenza y Ia victoria implicaba honor y orgu-
Brichetto era dirigente deI c1ub y de este modo se decidió que su pre- 110,porque para alcanzarla se necesitaba -además de Ias destrezas téc-
sencia en el estadio había provocado Ia derrota: en suma, el fracaso se nicas- hombría, valentía y picardía.
comprendía sólo a través de Ias cábalas y el azar. EI irónico y risueno Los intentos deI público de modificar el resultado o Ias incidencias
texto aludía a un condimento que parece haber tenido el fútbol desde deI juego nos llevan a pensar que Ias condiciones iniciales de iguala-
siempre: Ia necesidad de dominar el azar, para asegurar un resultado ción que caracterizaban aI espectáculo deportivo no estaban plena-
positivo, a través de conjuros y Ia invocación de objetos con supuestos mente vigentes. Otra fuerza operaba en franca tensión con Ia acepta-
poderes. Lo cierto es que el uso de cábalas pasó a ser un elemento más ción de Ias regias deljuego, el dominio dei azar, ellibre arbitrio de Ias
dei amplio repertorio de los hinchas, que,junto allanzamiento de ob- árbitros, y Ias capacidades y méritos de los jugadores. Vale decir que el
jetos y Ia invasión dei campo, tenía como finalidad incidir en el des- hinchismo elevó ai coro a una participación activa y protagónica, que
arrollo deI partido ... para defender el honor. Así, el fútbol era una ex- en ocasiones le permitia impugnar Ia libre expresión deI azar y juzgar
trana mezcla de comedia y tragedia, y en esa fluctuación uno de según su leal saber y entender Ias decisiones de Ia justicia.
flancos más conmocionantes era Ia dificultad para aceptar y soportar Los hinchas eran conscientes de Ia potencia dei número (sabían que
los resultados adversos. eran muchos) y en consecuencia ejercían el poder de intentar interfe-
Tampoco debemos perder de vista Ias relatos dramáticos y el carácter rir en Ias acciones de Ias otros: los jugadores y el árbitro. En este sen-
cuasi épico que desde un principio dominó Ias crónicas futbolísticas. Por tido, Ia acción de Ia mayoría parece haber sido un horizonte mental
ejemplo, Ia constante alusión a los partidos como "renidas luchas", y Ias "natural" para los asistcntes y, en ese marco, el problema más delicado
polémicas posteriores, donde aparecían vil1anos y héroes. El deporte po- era el si!~nificado que el espectáculo dei fútbol tenía -y en rigor tiene-
see los condimentos agonales de lucha y esfuerzo, y muchas veces se en- para sus participantes.
cuentra cercano al mundo bélico regido por Ia inevitable polaridad en- El espectáculo futbolístico es un escenario que condensa los valores
tre el éxito y Ia derrota, entre Ios buenos y los maios. El público dei de una ~;ociedad democrática, donde podemos ver aI prójimo con sus
diferencias y sus semejanzas. Es un espacio de visibilidad de uno de los tima instancia, y con eI máximo de Ia pena, a esos hombres
dilemas centrales de Ia condición democrática: Ia contradicción entre que dirigiendo encuentros tienen Ia poca suerte con sus deci-
el vigente principio de igualdad entre los hombres y su desigualdad de siones de perjudicar aios cuadros preferidos. EI insulto soez,
hecho. Yen este sentido los estadios son âmbitos privilegiados para eI Ia agresión de hecho [...]. Pel'o no hemos sido dei todo justos
desarrollo dei principio meritocrâtico, tanto en el âmbito individual ai atribuir estos movimientos exclusivamente a Ia turba in-
como colectivo. Vale decir, el espectâculo deportivo es "el show merito- culta, pues en los fie/as dei centro, donde el elemento concu-
crático por excelencia, una escuela en el aprendizaje dei gobierno (do- rrente está constituido por personas a quienes el vestir seI1ala
minio, mandamiento) de Ia victoria, dei éxito".139 como educadas, el fenómeno se produce con esos mismos ca-
racteres, 10 que quiere decir que el mal es endémico, y a él,
como en los casos de Ias endemias, no escapa ninguna clase
social. Ni siquiera Ia presencia de Ia mt~er puede con los exce-
sos dellenguaje de Iajuventud dorada.

Desde siempre ha sido un Iugar.común seI1alar a Ia pasión como causa En líneas generales, los discursos emitidos desde instancias dei orden
dei descontroI y Ia irracionalidad de Ias conductas y Ia sensibilidad deI atribuían los desórdenes a Ia intromisión de cuerpos extraiíos y disol-
hincha.140 En Ias preliminares de un partido jugado entre River y Ra- ventes; en este sentido, el fútbol presentaba problemas para todo aquel
cing en septiembre de 1929, un cronista de Ia época describió el des- que pretendiera explicar desde esa perspectiva sus desbarajustes. Por
plazamiento de los hinchas de Racing hacia el estadio; llamó su aten- 10 tanto, Ias argumentos tomaron tres caminos: atacar Ia natural~za
cíón Ia pasión que exhibían por los colores de su equipo, pasión que misma deI fútbol, responsabilizar aios pequeI10s grupos o barras, o
pasaba por alto los disgustos deportivos dei domingo anterior. Los hin- sostener que Ia causa de todos los males era Ia incultura dei pueblo.
chas de River, que también habían perdido Ia fecha anterior, portaban Los problemas eran atribuidos ai deporte en sí mismo; o bien transita-
un enorme cartel donde se leía que, más allá de ser "vencedores o ven- ban Ias denuncias, los lamentos y Ias quejas contra Ias barras; o en úl-
cidos", confiaban plenamente en sus jugadores. tima instancia se asociaban a una visión trágica de ciertos "defectos" de
AIgunos dirigentes de fútbol juzgaban con receio Ia pasión de los Ias mayorías -por ejemplo su faciIidad para entregarse a una deriva pa-
hinchas; ese fue el caso dei Sr. SebastiánJ. García, presidente de Ia Liga sional incontrolable durante los encuentros masivos-.
Rosarina entrevistado en marzo de 1920 por Última Hora, quien afir- La pasión que emanaba dei fútbol influía sobre los espectadores pel'o
maba que el fútbol despertaba en los hinchas los instintos "más bajos", también sobre los cronistas, quienes en muchos casos fueron presa fácil
que iban en detrimento de Ia razón y deI individuo, y de su apreciación de fanáticos ardores que Ias empujaron a realizar comentarios periodís-
de Ia justicia: ticos parciales y sumamente distorsionados. Pablo Rojas Paz, "EI Negro
de Ia Tribuna", confesó haber sido simpatizante de Estudiantes -ade-
EIfootball tiene Ia rara virtud de apasionar en un grado tal que más de tener "cierta debilidad" por Independiente- y admitió haber
resulta peligroso, teniendo en cuenta Ia calidad de Ia mayoría sido parcial en sus comentarios ai hablar de sus clubes queridos, provo-
de Ias personas que concurre a presenciar los partidos cuya cando en consecuencia violentas reacciones en los hinchas de otros
cultura es embrionaria, por 10 cual son Ias instintos Ias que equipos (en cierta oportunidad, algunos simpatizantes de Boca 10 ha-
presiden Ias reacciones individuales y colectivas. Desde luego, bía agredido a raíz de sus malintencionados comentarios sobre el par ..
en tal estado de cosas, Ia noción de justicia se pierde; sólo se tido disputado por los xeneizes contra el equipo de La Plata) .141
coiocan en Ias balanzas los intereses que representan los colo- Hacia fines deI siglo XIX Ia pasión era entendida como un adorme-
res favoritos, y eljuicio de Ia multinld, parcial, condena en úl- cimiento deI espíritu y Ia razón, y estaba asociada aI desenfreno, Ias ata-
duras esclavizantes y los síntomas de alienación mental. 142 Así, muchos rrota estuviera asociada a Ia posibilidad de pérdida de un importante
contemporáneos veían en Ia exaltación deI público y el exitismo de los atributo identitario. EI honor ocupaba Ja estratégica posición de admi-
jóvenes furbolistas una expresión de los desbordes de Ia pasión. Al po- nistrar las relaciones entre varones en ámbitos que tendían a Ia indife-
ner bajo Ia lupa Ia actitud pasional deI fanático se percibía su parciali- renciación, Ia igualación y el anonimato. EI formato "pasional" con el
dad frente aljuego, su búsqueda obstinada de resultados favorables y que se popularizó el fútbol a comienzos deI siglo XX asociaba aI adver-
su terca renuencia a aceptar Ias derrotas, para Ias cuales siempre tenía sario con Ia enemistad; en Ias décadas posteriores, una vez condensado
excusas perdiendo así toda noción de justicia objetiva y privilegiando con Ia e:;tabilidad espacial de los clubes y sus estadios, el aporte deI fút-
un criterio parcial. boI a Ia construcción de los imaginarios barriales terminó de molde-
La naturaleza pasional deI hincha fue objeto de análisis en Ia litera- arse. Dentro de ese marco podemos preguntarnos: (qué querían los
tura acerca dei fútbol escrita de Ias décadas de 1960 y 1970, cuya inten- hinchas de los jugadores? Según un testimonio periodístico de Ia
ción fue mostrar cómo se habían ahondado los elementos dramáticos época se puede especular que el público le exigía aljugador "corazón"
y trágicos en el público comparándolos con los elementos cómicos, in- y pasión en el juego, demanda que los jugadores tenían mu}' en
genuos y paródicos de los espectadores de Ia etapa amateur. Se soste- cuenta, tal como 10 manifestara a Crítica el capitán de Banfield después
nía que en los anos veinte se alentaba aI propio equipo y aIos propios de un partido disputado con Racing en mayo de 1930 en el que su
jugadores y no se agredía aI árbitro ni aIos rivales. En este sentido, Ia fer- equipo r'~sultó ser vencedor: "Fuimos aI campo dispuestos a hacer todo
vorosa hinchada le gritaba aI delantero de Ia "máquina de River" -"La 10 posibl,~: debíamos a los aficionados de Banfield esta muestra de que
gente ya no come por ver a Walter Gómez"-, marcando así el tenor de los si algo nos faltaba no era corazón, a él debemos nuestra victoria".
cánticos de Ia época. En definitiva, Ia pasión en el fútbolse asimiló a Ia extrema distorsión
Esta visión deI pasado sostenía que, en esos anos dorados, los cánti- de Ia razón, a Ia violencia hacia Ias regIas y los demás actores. De esta
cos de Ias hinchadas elogiaban y alentaban a S1.l5propios jugadores sin manera, incultura era sinônimo de violencia por ausencia de razón,
agredir aI adversario. Pel'o Ia realidad no era tan plácida. mal cálculo de los beneficios )' peljuicios, }' síntoma de degeneración.
Es muy probable l;Jue los cronistas de épocas recientes hayan abre- La pasión, en este sentido, implicaba el uso de recursos instintivos a
vado casi con exelusividad en Ias páginas de El Grájico. Pel'o el perio- flor de pieI, y era una manifestación física de Ia animalidad más pro-
dismo pedagógico de Borocotó en El Orájico se dedicó a canonizar y funda de] ser atado a sus lazas biológicos ancestrales.
modelizar actitudes, y para cumplir esa tarea tendió a minimizar cier- Desde atra perspectiva, el problema no era Ia existencia de pasión
tas prácticas y sucesos que otros medios sí analizaban. Las canchas fue- en el hincha, sino Ias formas y los contenidos de esa pasión. En toda
ron, casi desde un principio, escenarios que combinaron Ia controver- actividad humana vocacional y placentera hay pasión; en rigor, in-
tida dualidad deI drama y Ia parodia, de Ia tragedia y Ia comedia. cluso en emprendimientos fllertemente racionales como los científi-
Los hinchas tuvieron grandes dificultades para vivir y asumir Ias de- cos o los empresariales los slljetos actúan con gran compromiso
rrotas, que quedaban aneladas y transformadas en humillación. La emocional.143
densidad deI hmes era un claro sÍntoma de Ias dificultades que tenían (De qué forma se expresó Ia pasión en 105 hinchas? Tal vez con-
para vivir el duelo de Ia derrota, de Ia pequeii.a muerte dominguera; y venga observar el tipo de pasión deI hincha no como causa deI hin-
debido a eso eIlunes era un día propicio para Ia apariciôn de cierta in- chismo sino como su consecuencia. EI descontrol, que parecía ser un
quietud justiciera o, en el mejor de los casos, el desarrollo de argumentos síntoma de apasionamiento, podría considerarse consecuencia de un
restitutivos como Ios compIots. "descontrol-controlado" que buscaba beneficios para los propios, y
Los hinchas ponían enjuego su propia identidad. Si consideramos de allí el pasaje deI público aI rol protagónico. (Cuál era su objetivo?
que en eI fútbol se recreaba un mecanismo deI honor que vil}culaba Incidir activamente en el juego mediante Ia expresión de sus senti-
los atributos identitarios aI éxito y Ia viriIidad, resulta natural que Ia de- mientos, )'a fuera arrojando naranjazos }' bote lIas o invadiendo eJ
campo de juego como una forma de reclamar justicia y poner Ias cosas 1I[) Imaginario barJriaJl~ estilos
o

en su justo lugar. , . . de juego y sentido común


Creemos que si no se consielenm Ias caractenstlcas pa,rtlculares elel
.
contexto ntua I d eu,
I f' tbol Ia génesis y los aspectos especIficos de cada
.
caso -como sus efectos sobre Ia constitución de Ia identidad barnal,
grupal, masculina e individual-, resultará impo~ibl~ ,comprender.el fe-
nómeno de Ias actitudes deI público}' Ia constltuclOn deI hll1,chlsmo.

LOS ALUMNOS Y LOS MAESTROS. ~CÓMO JUGARON BOCA

EN EUROPA Y LOS ESCOCESES EN nUENOS AIRES?

La vida y Ia cultura de los sectores populares fueron tejién-


dose, entre otras cosas, con el fútbol. Parte de esos elementos estuvieron
dados por Ia constitución de imaginarios contaminados por el gusto por
cierto tipo de juego y cieno modelo de jugador, por signos visibles y re-
conocibles de 10 deseable}' 10 indeseable, de 10 propio y 10 ajeno.14oJ EI
estilo no deja de ser una narración sobre cómo se juega, sobre 10 que
gusta, sobre 10 deseable y 10 posible. No se puede dejar de lado el papel
central que desde los aJ10Sveinte le cupo a Ia prensa en Ia construcción
ele Ia narrativa sobre los estilos, ya que fueron los periodistas quienes se
ocuparon de poner en palabras los hechos reales o supuestos. A pesar de
esto, no descartamos Ia idea de que esa construcción, formalización y
cristalización periodística haya sido realizada en una suerte de ida y
vuelta con 10 "realmente sucedido".
Analizaremos ahora Ia existencia, siempre histórica y cambiante, de
varias representaciones, algunas de Ias cuales se fueron transformando
en marcas con componentes estilísticos y tipos de jugadores, signos
que indicaban singularidad en Ia construcción de Ias diferencias y Ias
identificaciones. AIgunas de ellas incluso se transformaron en imagina-
rios dominantes unas décadas más tarde. Si bien ciertos relatos sobre Ia
historia deI fútbol ubican el origen de algunas maneras dejugar junto
aI nacimiento mismo deI fútbol, veremos que durante los primeros
treinta aJ10S deI siglo XX Ias descripciones e imágenes sobre estilos de
juegos deseables e indeseables y sobre el prototipo de jugador hábil y
talentoso eran diversas. En muchos casos esas representaciones se )'ux-
taponían de manera sumamente aleatoria.
Como arena de construcción identitaria, los estilos y gustos son re-
presentaciones edificadas en un ida}' vuelta, en un "antes" y un
"ahora", y, como ha dicho Eduardo Archetti, proponen unjuego de re- desde sus páginas a "moralizar el ambiente" y senalaba que Ia madre de
flejos y refracciones entre imágenes deformadas que aspiran a ser ver- todos 105 males era Ia división de Ias ligas. En otras palabras, Crítica
dades "naturales" presentes desde los inicios dei fútbol. En este viaje
elevó Ia gira de BocaJrs. a inmac~l1ado ejemplo deI paradigma que de-
entre recuerdos y miradas sobre Ias realidades, no era extrano encon- bía a1canzar el fútbol argentino dentro de las fronteras nacionales: or-
trarse con titulares como: "2Cuándo se jugaba mejor, hace veinte aí10s den, éxito y caballerosidad.
o ahora?", cuyo interrogante planteaba Ia cuestión dei desempeí10 de
Pero 2cuáI era el estilo de juego desplegado por Boca? Paradójica-
Ios equipos argentinos frente a los visitantes extranjeros. Como hemos mente, d ec1ecticismo no sólo dominaba Ias perspectivas locales so-
visto reiteradamente, el discurso sobre Ia existencia de una "edad de bre 10 q:Je supuestamente estaba ocurriendo en Europa, sino tam-
oro" en el pasado parecía imposible de despegar de Ias maneras de en- bién Ias opiniones dei enviado de Crítica, Hugo Marini, y los medi os
tender el fútbol, además de haber sido un recurso periodístico muy uti- europeos profusamente reproducidos en Ias páginas deI diario. Por
lizado cuyo mérito era instalar polémicas sin solución posible. ejemplo, Ia palabra "dribling" se empleaba para describir eljuego de
Por otro lado, siguiendo Ias sugerencias de Eduardo Archetti, resulta Ios espaúoles dei Real Madrid y no como característica de los argen-
interesante indagar Ias relaciones entre Ias imágenes dei fútboljugado tinos; esws, en cambio y según Marini, "se 'florearon' en combina-
dentro y fuera dei país, es decir, Ias representaciones de 10 deseable ciones acertadas y 'gambetas' que dejaron absortos a los espectado-
construi das en permanente diálogo con 10 que llegaba deI exterior. En res" en uno de los últimos partidos jugados en Alemania. Sin
este sentido, Ias visitas de equipos extranjeros eran cruciales; pero Ias embargo, para muchos el modelo deseable seguía siendo el de los
de equipos argentinos ai continente europeo también eran circunstan- profesionales británicos, considerados insuperables. EI presidente
cias clave. A los fines de nuestro estudio, nos detendremos brevemente de Ia asociación insistió con el tradicional discurso "difusionista",
en tres sucesos: Ia gira de Boca Jrs. por Europa en 1925; Ia visita dei sostenido por Ia dirigencia británica de Ia liga oficial desde fines deI
Motherwell, un equipo escocés, a nuestro país; y Ia Olimpíada de 1928. siglo XIX: eI fútbol nacional sólo podría perfeccionarse imitando eI
Bacia mediados de 1925 se llevó a cabo Ia primera excursión de un ejemplo inglés, y para eso era necesario traer equipos de esa nacio-
equipo argentino a Europa. No es un dato menor recordar que el dia- nalidad a competir en el país.
rio C1itica tuvo un papel central en su emprendimiento, organización y Es interesante ver dónde puso el acento Crítica ai analizar el final de
difusión, y desde un principio se abocó a transformar a ese equipo de Ia gira de Boca. EI 12 de junio de 1925 publicaba que:
fútbol y su parcialidad en una representación nacional.145 En rigor, Ia
gira acompaí1ó el relanzamiento de su sección deportiva y le hizo subir Nuestros bravos muchachos [han mantenido en alto] el
un nuevo escalón en ventas. Además, habría de ser Ia primera de nu- pabellón deportivo argentino [ ... ] en Ia magnifica cruzada
merosas visitas de equipos argentinos ai exterior.
donde pusieron de manifiesto el temple y Ia fortaleza. [De-
Lo cierto es que, con esta gira boquense, Crítica intentó disenar una jaroll en Europa] una grata sensación de habilidad y caba-
epopeya nacional; pero ese objetivo, en primera instancia, no era fácil llerosidad [ ... ]. Lo principal en esta gira, ha sido compro-
de cumplir porque Boca representaba una parcialidad y, a Ia sazón, en bar Ias cuaIidades de nuestros footballers para hacer un
los inicios de su toumée, había sufrido algunos fracasos deportivos. Todo esfuerzo de esta magnitud. Se han evidenciado sus relevan-
cambió por obra de Ia prensa y Ia gira fue imbuida de Ia tónica general tes condiciones personales y el entusiasmo y el valor con
dei diario, a Ia que podríamos definir como un nacionalismo caracteri- que han aceptado los sacrificios inherentes a un viaje de
zado por una mezcla de arielismo, antifascismo, cosmopolitismo liberal esta '~specie.
y "patriotismo". En Ia medida en que Ia gira se transformaba inequívo-
camente un éxito deportivo, Crítica se ocupaba de contrastar Ias bonda- Como se puede apreciar, Ia definición deI estilo de juego no estaba a Ia
des dei representante xeneize con Ias lacras dei fútbollocal. Llamaba orden deI día.
'IMACINARIO BARRIAL, ESTfLOS DEJUEGO Y SENTIDO COMÚN 247

Ahora dejaremos atrás Ia gira de Boca Jrs. para abocamos a otros dos Ellos juegan con pases cortos, lentitud y armonía. Diferente
eventos que permiten seguir Ias representaciones deI fútbol argentino aIos pases largos de los uruguayos. [... ] Los escoceses supe-
y su estilo: Ia visita deI Motherwell y Ia participación deI equipo nacio- ran en elegancia aios mejores conjun tos londinenses. Se
nal en Ias Olimpíadas de Ámsterdam, que sucedieron casi simultánea- complementan en todas Ias líneas formando un cOI"0unto ar-
mente en 1928. mónico. Dominan a Ia perfección Ia pelo ta; su juego, basán-
Cabe recordar que, en un principio, Crítica dedicó muchas páginas a dose en pases cortos, es difícil de contranestar.
Ia visita dei Motherwell. Pero con el transcurso de los días, el excelente
desempei10 dei seleccionado nacional en Ias Olimpíadas de Ámster- Estos conceptos y atribuciones formaban parte de un saber generali-
dam se volvió mucho más significativo. Los medios comenzaron a se- zado, producto dei primer modelo brindado por los equipos blitánicos
guir con mayor atención Ia campai1a deI equipo olímpico, y mucho aIos rioplatenses. Cabe seI1alar que ese saber, así adquirido, no había
más a medida que se acercaba Ia final contra Uruguay, el tradicional ri- diferenciado a los escoceses de los ingleses en eI pasado reciente. Y
val rioplatense. Para La Nación, en los barrios "footballísticos" hubo aunque Ia tendencia a "poner todos los gatos en Ia misma bolsa" había
mucha animación luego de Ia primera final contra Uruguay -en Ia que comel~zado a modificarse en los allOS veinte, en 1928 muchos seguian
el seleccionado nacional empató 1 a 1- y deI partido definitivo, cuando sostel1len~o todavía que los britânicos, en general, eran los maestros y
fue vencido 2 a 1 por su histórico contendiente de Ia otra orilla dei Ios argentll10S sus alumnos. Los propios visitantes cultivaban esa ima-
Plata. Después dei partido, Crítica y otros medios afirmaron que los ju- gen, como puede Jeerse en Ias declaraciones de los escoceses aI !legar
gadores argentinos eran los "campeones morales" dei encuentro,juz- a Buenos Aires en mayo de ese aI1o. Mr. Hunter, managerdel equipo ex-
gando que el desempeno dei temn nacional merecia el triunfo. Lo tranJero, manifestó ante el cronista de Crítica: ''Venimos a mantener
cierto es que, mientras los olímpicos desplegaban sus habilidades en bien en alto el pabe!lón escocés y a enseiiar a jugar ai Jootbale'. EI diario
Europa, los escoceses se presentaban en nuestras tieITas enfrentando a argentino puso naturalmente en duçla esa afirmación y en Ia segunda
combinados de jugadores locales cuya grandes estrellas brillaban por se~ana de ma)'o promovió abiertamente Ia polémica: "c:[Vienen] a en-
su ausencia. Todo esto dio pie para que Crítica abriera debates sobre senar? c:Quedamos un poco sorprendidos por el término? c:Vienen
los más diversos temas, entre otros Ia potencia de los equipos, Ias razo- como profeso~es [teachers]?". En Ia misma tónica, el periodista José
nes de Ias giras, Ia calidad futbolística de visitantes y locales o su ela- Gabnel reflexlOnaba antes deI primer panido:
cuente falta. Desde un principio, como hemos visto hasta ahora; dirigen-
tes yjugadores concordaron en que Ias visitas de equipos extranjeros, en O todas ~stas declaraciones son una jactancia o todos los que
especial britânicos, eran sumamente benéficas basándose en un argu- ll1tel-Vel1lmOSen el Jootball por aquí tenemos una venda en
mento que poco difería deI utilizado hacia principios de siglo: Ia necesi- ~os ojos. [...] Maiiana saldremos de dudas. Allí se sabrâ si hay
dad ele aprender de ellos. pctancIa de un lado a ignorancia deI otro.
EI 12 de mayo de 1928, antes de Ia llegada de Ios britânicos, varios
dirigentes y jugadores argentinos hablaban sin ambages de Ia superio- Unos días más tarde se prodtUo Ia primera confrontación. Los visitan-
ridad de los visitantes sobre los combinados locales. Sin embargo, otros tes decepcionaron. EI 14 de mayo C1"Íticaevaluó el ma/ch con este co-
jugadores entrevistados aseguraban que el nivel deI fútbollocal posibi- mentaria:
Iitabajugar contra los mejores dei mundo en igualdad de condiciones.
Desde Ias páginas de Crítica se describían los estilos futbolísticos pro- Los dei Motherwe!l recibieron Ia sorpresa más grande de su
pios y ajenos y se sostenía que el equipo escocés desplegaba un juego vida, no 10 esperaban. Venimos en calidad de maestros, habían
"científico", muy diferente aI nuestro: dicho. Y para sostener esto, hicieron todo 10 humanamente
posible. Pero nada. Nuestros visitantes han de mostrado ser un
IMAGINARIO BARRIAL, ESTILOS DE]UEGO Y SENTIDO COMÚN 249

co)~unto disciplinado con un entrenamiento admirable. EI,úl-


el fútbol local había llegado a desarroIlar "un alto grado de adeIanto in-
timo minuto dei encuentro los encuentra de una manera simi-
dividual y de conjunto" aunque, en general, carecía de efectividad y
lar ai comienzo dei encuentro, cosa que no ocurre con nues-
convicción en el momento de] sl10t final. Yen octubre ele 1932 I-Iugo
tros footballers. EI día que estos se sometan a un entrenamiento
Marini pr<~gonaba que Ia evolución en eI fútbo] suponía "utilizar la tác-
intenso como 10 hacen los jugadores profesionales, habrá Ile-
tica europea". Los ejemplos son infinitos y refuerzan Ia hipótesis sobre
gado el momento de reconocer que no tienen nada que envi-
el eclecticismo dominante en aquella época respecto de los distintos
diar a nadie. No han puesto en evidencia en ningún momento modelos.
[una] superioridad técnica. Funcionan como una verdadera
Sin embargo, hubo un molde que queeló desdibujaelo en los medi os
máquina, atacan y se defienden con habilidad. Pero de esto ai
y que sólo aparecía esporádica y sorpresivamente, como Ia erupción de
cientificismo que se esperaba hay una gran distancia.
un voIcán. Un modo o "estilo" que asociaba el barrio con Ia masculini-
elad. Como ejemplo de Ia eliversielad de opiniones, en Ias propias pági-
En el segundo partido de Ia gira, el equipo escocés perdió frente ai
nas de El Cráfico (agosto de 1931) -justamente e1 medio que unos ali.os
combinado de Ia provincia de Buenos Aires por 2 goles contra 1. Se-
antes habia definido Ia imagen dei estilo "crioIlo "_ se afirmaba que
gún parece, el triunfo fue consecuencia de Ia "picardía criolla" con que
Huracán perdía por "falta ele garra", 10 que aparentemente contradiría
Seoane "enganó" ai defensor británico para anotar el gol definitorio.
Ia adscripción de Ia revista ai modelo de Ia "gambeta talentosa" deI
Ante los fiacos resultados deportivos de los escoceses, el intermedia-
pibe indolente y poco afecto ai encontronazo corporal. Sea como
rio que los había traído ai país reconoció que "aquí no hay nada que
fuere, esa dase de crítica no era frecuente en El Gráfico. Y 10 mismo
enseI1ar". Unos días más tarde, Ia prensa no ahorró críticas a Ias ínfulas
ocurría en otras publicaciones. En realidael no sucedía nada extrano,
que habían mostrado los escoceses ai pisar suelo argentino: "Aprendie-
excepto que Ios medios no fomentaban aquello que, a su entender, no
ron los que venían dispuestos a enseli.ar. Los escoceses jugaron como
formaba parte de ninguna esencia moral positiva, de ningún "deber
juegan los argentinos, con pases cortos, medidos. (Tiene o no técnica
ser". Pero sí se abocaban aios otros dos modos de jugar: el británico,
nuestro footballJ Es innegable que sí".
supuestamente tradicional, y el "crioIlo ", supuestamente emergente.
Sin embargo, una tel-cera manera de jugar aI fútbol-deseable, apre-
ciada- continuaba vigente en los partidos y sólo era mencionada de vez
en cuando en algunas crónicas -no así en los largos editoriales y 10s tra-
EL FRUTO DE LA "CONDICIÓN PORTENA": EL ESTILO DEJUEGO
tados de deontología futbolística-. Los ]uegos Olímpicos de Ámster-
DE LA SELECCIÓN ARGENTINA EN LAS OLIMPÍADAS DE 1928
dam., en 19~~8, fueron un momento clave. En esos dias, simultáneos a Ia
gira dei MotherweIl escocés por nuestro país, esa "tercera via" de juego
Hacia fines de los ali.os veinte, Ias opiniones sobre el juego desplegado
encontró su expresión en los medios. Las razones quizás estén asocia-
por los representantes nacionales, vertidas en los medios periodísticos,
das a Ia trascendencia deI torneo, o a Ias primeras y notables victorias
eran variadas y muchas veces contrapuestas. No había una única mi-
dei equipo argentino, o acaso a Ia derrota final.
rada, una opinión unánime sobre 10 que podía considerarse "natural-
En esos días se pubIicaron por 10 menos dos textos esclarece dores
mente propio" en el modo dejuego. En marzo de 1924 se podía leer en
sobre Ia unidad entre un estilo propio y un modelo de jugador, pero
Ias páginas de Crítica que un jugador de Porteli.o había sido criticado
ahora asociados a Ia guapeza y nacidos "sin duda" dei apego ai terri-
por sus compali.eros por ser muy "morfón": es decir que su juego era
torio calleje ro. Los dos escritos a los que aludimos -que mostraban
exageradamente individualista y poco solidario. Se sugería que, para al-
esa representación deljugador "argentino", o mejor dicho, portel10-
cal1Zar Ia mayor eficacia, debía practicarse un juego realmente colec-
fueron un poema de Raúl González Tuúón aparecido en Cl1tica y un
tivo. Pero, contradiciendo 10 anterior, en mayo de 1928 se sostenía que
editorial deI periodista Alberto Arena publicado en La Cancha. .
IMAGINARIO BARRIAL, ESTILOS DE JUEGO Y SENTIDO COMU'N
'251
EI 11 de junio de 1928 se jugó el segundo partido por Ia final dei tor- una descripción' r
" 'b "d B ~as natura IstO. que Ia estetizada de Borocotó. EI
neo olímpico de fútbol y el seleccionado argentino fue vencido por . pl e e orocoto era "criollo" y estaba asociado a un "potrero" seme
Uruguay 2 a 1. 5in embargo, Ia prensa destacó con unanimidad el buen pnte a Ul1 estereotip d " -
' a o palsaJe pampeano por su vastedad infinl'ta EI1
juego deI equipo nacional. El poema de Tunón apareció 0.1 día si- Cam)lO1 pa - T -, M ' .
• Ia unon, ontI era producto directo de Ia VI' 'd
guiente jUllto a una enorme fotografia de Luis Monti, capitán argen- I d·' " gencla e una
de~ e o;lgen: Ia ley de porteli.os". Para esa Iey había unas piernas Jas
tino, vistiendo Ja casaca de su club -5an Lorenzo de Almagro- y no Ia e crac I, que resultaban de Ia adecuación deI fútbol in lés aI ' _
camiseta nacional. 146 Esc i11ismo día, el mismo periódico emprendió drado de esta ciudad. g empe
una campaüa en Ia que G1Jjficaba como "campeones morales" a los ar-
gentinos derrotados en el campo de juego. Esa divisa pretendía subra-
yar que habían perdido precisamente aquellos que habían desarrollado
un mejor juego y habían manifestado Ia firmeza necesaria como para
merecer Ia victoria. En Ia triste jornada de Ia derrota, González Tunón
y C1{tica creyeron que Ja mejor manera de curar Ia herida era decir 10 Te esperamos Luis Monti, Te esperamos en el muell .
que todos sabían pero pocas veces se decÍa en Ia prensa, hacer hincapié diad d e ll1cen-
. o e sol y de entusiasmo, de nuestro puerto generoso
en 10 que hacía sentir orgullosos aIos jugadorcs y aIos hinchas.147 ablerto a todos los alientos deI mundo. '
Monti era uno de los emblemas ele Ia fuerza fisica y mental dei juga- Te esperamos Luis Monti.
dor porteílo, y como tal era glorificado en el poema. La otra innova- Barracas
ción elel texto era explicitar Ia '1lianza vertical entre el barrio y Ia repre- Puente Alsina
sentaCÍón nacional. Con Ia gira de Boca, tres all,os antes, Crítiw había Boedo
bnzado una campaíla para constituir ai club xeneize en representante Villa Crespo
de 10 "nacional". EI intento por transformar una parcialielad futbolís- La ribera
tica en totalidad a nivel nacional resultó ser una empresa dificultosa y Belgrano
de mediano éxito. Pero González TUl1.Ón intentó expresarlo desde otra B~o BeIgrano, Flores, Palermo; La cortada.
persp'ectiva: 10 esencial y común a todos era Ia experiencia que vincu- Te esperamos en tu ciudad de Buenos Aires en I . d d
laba el mundo barrial y el fútbol, experiencia que, en eI poema, repre- d l ' a ClU a
one e c,on tu compúíero pateaste en Ia calle rumorosa de
sentaba Ia totalidad "nacional". Es decir que Tuílón apuntaba en el 105 crepusculos suburbanos Ia pelota de trapo.
mismo sentido que El Gráfico en Ia búsqueela de una identidad nacio- La pelo ta, traVIesa deI piberío porteli.o.
nal, pero no a través de un definido sello estilístico en el juego, sino jCampeones! jCampeones! jCampeones!
asociando 10 propio -vale elecir, aquello que representaría el "todo" na- La pelota de trapo, sucia y descolorida, que muchas veces fue
cional- a Ia imprescincliblc manifestación de Ia fuerza fisica y emocio- a parar tras de las tapias de 105 barrigudos, en Ias manos de
nal, marca de Ia virilidael. 105 vIgIlantes y en el fondo de Ias cIoacas.
Otra diferencia con el imaginario de El Gráfico era que 10 propio era O el: el muli.eco quemado Ia noche de San Juan en Ia
10 banial, 10 urbano, y no 10 gauchesco ni 10 "criollo". Los olímpicos barnada '
que habían perdido el torneo eran considerados héroes y ejemplos a
~n el pelele hecho de vinHa y papel, en el pelele, luna calle-
seguir precisamente porque eran iguales a "los de acá", 0.105 lectores. Jera de 10.5 pandillas, iluminando los rostros de los amigos de
No eran sino el fiel reflejo de todos los que alguna vez habían jugado Carlos Duggan portel1.o.
ai fútbol. Allí aparecía el pibe de Ia barriada humilde nacido con la
Te esperamos Luis Monti Ios de Ia cofradía de Ia I)e]ota de
"cofradía de Ia pelota de trapo", pero ese piberío de TUl1.Ón portaba tr~o '
Los que ya Ia guardamos para siempre en el armaria más pol-
voroso de nuestros recuerdos
Los que toda\(Ía Ia enviamos, contra el arco de Ias cosas for-
males, de Ias cosas establecidas por 105 gringos con el formi-
dable 51101 de nuestra juventud, de nuestro desenfado, de
l1Uestra audacia. En ley de portenos
Te esperamos Luis Monti, con el corazón en Ia mano como
una pelota de trapo
Los muchachos de brazos bronceados, perfumando Ias calles
de Villa Crespo. Los pibes barulleros de Ia Boca y Barracas,
105 futuros campeones en Ias justas futuras.

Los balcones, extendiendo a Ia calle en Belgrano y en Flores


Ia mirada de 105 ojos incomparables de Ias mujeres porte,nas
y el tanga doméstico, el que gira en Ia lunita dei disco, cine-
matográfico, por donde pasa el film admirable de un Canara
o de un Cobián
Te esperamos Luis Monti.148

Si bien el poema marcaba sentidos novedosos, pocas veces explicita-


dos, el texto de Tuúón no era una manifestación aislada. En sus senti-
Crítica del15 dejunio de 1928, p 5. Texto dei poema de Raúl
das estrofas proponía Ia representación dei fútbol nacido dei barrio
Conzález Tuúón, con Ia imagen de Luis Monti, a quien iba
como elemento autêntico y distintivo de este deporte en Buenos Aires. dedicado.
Monti era descripto como una figura valiente y viril por sobre todo, en
cierto raro modo, semejante alas anónimos habitantes porte nos.
Monti no era, necesariamente, un artista talentoso. "manya" de Ia cuenta dei SCOTe, se está por reunir Ia merza pa
Ahora nos abocaremos a otra expresión, nacida también de Ia perJ01~ fajarte un telegrama [... ]. No tenés derecho, Tarasca; no pa-
monce dei seleccionado argentino en Ámsterdam. EI 6 de junio de 1928 recés elel barrio reo de Boedo, no parecés de Ia merza que
Ia Argentina goleó a Egipto ("Ias cotur") 6 - OYTarasconi marcó dos está metida con tus firuletes, con tu clase [... ] que está gri-
goles. J49 Dos días después, un periodista de Critica definía Ias raíces deI tando tu origen a cada paso que das [...]. No queríamos
talento dei crach argentino. EI artículo se titulaba ''Va a saltar bronca en creer 105 muchachos cuando en EI Dante, en EIJaponés y en
Ia barra, Tarasca". Es un breve relato irónico, escrito en código futbo- todos los "fecas", recibimos Ia transmisión deI partido. [...]
lera, que se hace eco de un supuesto reclamo de Ia "barra" ai goleador [Será] mejor que cuando desembarques rumbiés para cual-
por haber metido "sólo dos" goles: quier [ao, menos pa Boedo. [...] Vos sabés que Ias traiciones
no se olvidan.
Vejo Tarasca, Tarasquita de Ia rea barriada de Boedo, que en
Ámsterdam te ganas te el campeonato de Ias goles (...]. Ta- Tarasconi tenía "clase", pem un tipo de "clase" diferente a Ia asociada
rasca; va a saltar Ia bronca en Ia barra. Los muchachos no es- con Ias actimdes y poses deI gentleman. La "clase" le venía de haber sido
tán conformes (... ] y como te has tirado a menos según se hijo fiel de Ia barra, dei barrio reo, dei "feca" de Boedo, territorios
donde había "mamado" su destreza. Esa "clase" presentaba algunas se-
mejanzas con el estereotipo trazado por Borocotó, pero a Ia vez tenía
una carnadura diferente: el mundo urbano y Ia vida de café. Esa "esen-
La asociación entre 10 que se consideraba un estilo apropiado, atildado,
cia" banial habría dotado ai crach de sus valores positivos.
de juego y una presunt" esencia banial sería un posible corolario de esta
Un aúo más tarde, y en relación a Ia imagen que unía barrio y fút-
sección, que refiere a la potencia simbólica dei banio. Los banias, según
boi, el 26 de octubre de 1929 se publicó el siguiente editorial de AI-
fueron considerados desde los ai10s veinte, eran potentes imanes identi-
berto Arena a raíz de Ia serie de partidos invictos de Independiente:
ficatorios. En tanto construcciones simbólicas, se configuraron en direc-
ción distinta, por unlado, de Ia homogeneidad e indiferenciación social
Que todos los barrios de Ia ciudad tienen el orgullo de ser
y espacial que operaba desde ,ligunas instituciones -como Ias que in-
semilleros de grandes futbolistas, no 10 ignora nadie: La
tegraban el estado y otras que formaban parte de Ia sociedad civil-,
Boca y Boedo discuten desde hace aúos su mejor derecho a
y por otro, fueron también en dirección diferen te de los intereses y
usufructuar el título de "Cuna de Campeones". Chacarita, construcciones ideológicas y políticas de clase.
La Paternal; Liniers y Ciudac!c!a: Belgrano y Palerma se es-
No sólo el fútbol operaba en ese sentido. Toda una gama de Ia pro-
ponjan satisfechos cuando ITcucrdan Ias cracks que han sur-
ducción artística y hasta festiva, como el carnaval, contribuyó a edificar
gido de sus calles y de sus potreros. [También OCUlTe en]
el nuevo orden barrial, ayudando a caracterizar cierta particulariclad
Ias localidades vecinas [como Avellaneda, que ha podido]
de "]0 propio" diferenciándolo de "10 ajeno ", asociado ai universo so-
durante largo tiempo poner en el tapete de Ia discusión dos
cial urbano. Uno de Ias materiales (por así lIamarlos) utilizados fueron
alas clásicas: Perinnetti-Ohaco, Seoane-Orsi. [ ... ] Yel que
Ios estereotipas de uso generalizado en el sentido común. En este as-
no quiera creer que en Avellaneda se juega el mejor fútbol
pecto, cl fútbol ayudó a ordenar Ia defensa de 10 local en el mundo de
dei mundo, que vaya preparando Ia pensadora para recibir
Ia rivalidad-enemistad, muy especialmente respecto deI vecino.
el garrotazo contundente, que le haga ver "Ias estrellas" que
Fue âmbito de creación de un orden simbólico, ele una "ieleología
hay en Ia localidàd.
bania!" que utilizaba sus estereotipas y prejuicios para disei1ar las tác-
ticas ele Ia vida cotidianal50 Como hemos visto, Ia formalización y Ia
Para eJ periodista, Ias bondades dei fútbol argentino salían de Ias ba-
institucionalización dei fútbol en Ias ai'íos veinte acompanó Ia cristali-
rriadas y sus rivalidades; por Ia tanto, Ias barrios funcionaban como
zación de Ias banias. Así, Ias clubes actllaron desde Ia local en el gran
"semilleros, incubadoras de grandes jugadores". Lo nacional nada de
teatro dei fútbo] para hacer presente ai habitante dei barrio en Ia tota-
10 pequeno, local y urbano, y no era fruto de ninguna operación abs-
lidad. Por otro lado, el club como asociación se ocupó, como e! resto
tracta y más o menos forzada de creación de escenarios. La rivalidad
de Ias asociaciones locales, de generar dispositivos concretos y vínculos
constitutiva era un estímulo, y acotaba ai respecto: "Avellaneda se ha
peculiares con los simpatizantes e hinchas contribuyendo a Ia construc-
hecho prepotente. No discute. Actúa".
ción de un relato acerca deI pasado asociado aI territorio. El barrio co-
Este modelo, esta noción de Ia esencia dei jugador "argentino" que
menzó a ser vivido, desde fines de Ias a110s veinte, como UI1escenario
hemos visto en Tunón y en otros, no tuvo un desarrollo narrativo siste-
dador de esencias y sustancias, cuyos momentos "base" ayudaban a re-
mático y permanente en los medios -como sí 10 tuvo, reiteramos, el
ferenciar el presente. El fútbol fue uno de Ias materiales que constitu-
ideario pedagógico de El CTáJico-; sin embargo, creemos que impllso Ia
yeron -aunque su aparte resulta difícil de evaluar en este estudio- el
(pre) potencia de su presencia. A continuación, nos adentraremos en
sentido común y su núcleo, el esquema cognitivo básico; elementos
esos valores y pensamientos.
que actuaron, a su vez, sobre Ia experiencia.
Hemos podido observar que Ias actitudes y acciones de Ias jugado-
res y el público ~lefel1dían 10 que consideraban justo y legítimo por
sobre el cumplimiento de Ias regias dei deporte o dei espectáculo a según Ia eva.luación sistemática de 10 que se consideraba justo y siempre
Ias que debían someterse. Sin ningún tipo de dudas, no era un fenó- bajo Ia amenaza latente de que ambos se convirtieran en protagonistas.
meno exclusivamente local. Pero, en nuestro caso, nos interesa desta- Y "10 justo" ,era aquello que no vulneraba 105 límites dei ethos masculino
car Ia agudeza de Ia situación y su persistencia en el tiempo. La tradi- -en un sentido bastante cercano aI de Ias cualidades dei guapo-.
ción deportiva fijaba que 105 reg]amentos y Ia administración de Cuando se aceptaban Ias normas y Ia realidad dei partido, y además
justicia en el campo de juego eran variables constitutivas, y necesaria- se había perdido, el próximo paso era tragarse Ia humillación y atrave-
mente aceptadas, y además preveía Ia pasividad dei público asistente. sal' el duelo. Es importante remarcar que estas situaciones no parecen
Sin embargo, desde un principio, Ia participación dei público, como haber sido faci]es de incluir en e] horizonte de expectativas de ]os par-
asimismo Ia actitud de muchos jugadores, no fue pasiva sino activa y ticipantes en el mundo dei fútbol. La aceptación de Ia totalidad de Ias
de intervención directa en el evento. En el caso de 105 hinchas, Ia par- regias incluía necesariamente admitir Ias condiciones de cura, como
ticipación no sólo se daba a través de insultos sino arrojando elemen- una forma ele atemperar el duelo.
tos contundentes a Ia cancha o invadiendo el terreno. Todo esta re- Buscando 105 horizontes, es decir, 105 límites de 10 posible en el sentir
vela Ia noción vigente e imperante acerca de Ia legitimidad de su y el pensar, nos interesa subrayar que en el espectáculo dei fútbol exis-
participación activa como protagonistas dei evento. En el estadio, el ri- tía un alto grado de inadecuación alas sucesos que dependían de Ias
tual se estructuraba con límites laxos a Ia expresión de Ias reacciones in- decisiones de otros. Es necesario, entonces, volver a preguntar qué era
mediatas frente a 10 que se veía y se escuchaba. Pero, como hemos visto, 10 que se ponía en juego. En este sentido, vale recordar que el fútbol
105 gritos e insultos recurrentemente devenían en acciones directase in- implicaba ddiniciones morales que eran fruto de permanentes eleccio-
vasiones sobre Ia cancha. nes, más alhL dei papel que se estuviera desempenando. También can-
Pel'o esto no implicaba vivir ai margen de Ias regias o en ia ano mia, llevaba fuertes identificaciones consideradas vitaIes, como Ias asociadas
sino integrar como propia y "natural" Ia posibilidad de romper ciertas a Ia masculinidad. Muchas de esas opciones morales quedaron asocia-
normas cuando algún elemento considerado sustantivo y esencial era das a 105 condimentos de Ia virilidad, como Ia fuerza, el coraje, el es-
transgredido; es decir, 'cuando se consideraban flagrantemente viola- fuerzo fisico sumados ai talento, Ia destreza en eljuego y Ia picardía. La
dos o violentados el honor o Ia propia idea de justicia. Los actores, en primera barrera de género estuvo dada por Ia consideración, ya vigente
especial el público, se consideraban duenos deI espectáculo, y, en el en los anos veinte, de que el fútbol era un 'Juego de varones". Ya ello
contexto de una sociedad inclinada ai igualitarismo como valor posi- hay que agregar que fue material para Ia construcción de identidades
tivo, era entendibIe Ia tendencia a hacer sentir Ia fuerza deI número a colectivas, asociando 10 propio con 10 territorial y con una enorme
Ia hora de intentar restituir el honor o Ia justicia. Este formato, que carga emocional.
cristalizó en 105 ai'ios veinte, podría estar asociado a algunas actitudes, La identiclad barrial conformada sobre el formato dei fútbol impli-
tradiciones y pasiones igualitaristas vigentes en ]a Argentina desde fi- caba necesariamente Ia existencia deI otro, dei rival, que -como vi-
nes dei siglo XIX. mos- solía ser considerado un enemigo. Así se fue construyendo un
La mayoría muchas veces se expresaba a través de naranjazos, bote- "nosotros" asociado a un equipo-c1ub-territorio, y Ias rivalidades ocu-
llazos o Ia invasión dei field para condenar 10 que consideraba arbitra- paron un lugar central en ese proceso. Vale decir, vivir el fútbol impli-
rio, un ejercicio de impunidad. EI respeto aI propio honor era vivido caba vivir Ia rivalidad y, con ella, una estructura que se propagó a Ias
como un valor trascendente y estaba asociado a Ia inaceptabilidad de identidades barriales. Ese hinchismo, adosado a cierta "violencia" o
aquello que se consideraba injusto. Este componente dei esquema va- agresividad real o potencial, iba en el mismo sentido que Ias rivalida-
Jorativo se superponía a los códigos de masculinidad -y 105 incluía- y des y Ias identificaciones barriales. La muchachada, Ia barra, vivía Ia
poco a poco se fue transformando en arena propicia para el ejercicio rivalidad, y sobre Ia base de Ias rivalidades fueron armándose 105 ma-
de apreciación dei rol que el público y 105 jugadores debían asi.lmir, pas de pertenencia. EI fútbol pareció refrendarlas y a Ia vez Ias trans-
formó en creencias que legitimaban Ia acción de mayorías activas
que, en el contexto ritual, ejercían potestades justicieras y cierto po-
Epílogo
der numérico de transformar el escenario. Sin embargo, eI fútbo] yel
barrio actuaron produciendo nuevas grietas a Ia homogeneización,
generando nuevas identificaciones, sin romper nociones yactitudes
"igualitarias, plebeyas e insolentes". ]51

EI fútbol fue traído a nuestro país y practicado por los inte-


grantes de Ia colonia inglesa durante Ia segunda mitad deI siglo XIX.
Con el cambio de sigla fue adoptado por los varones jóvenes de Ias sec-
tores populares. Los nuevos cultores populares dei fútbol crearon sus
propias instituciones y, ai jugarlo, 10 hicieron con prácticas y valores
parcialmente diferentes a los que dominaban el fútbol de Ia liga oficial
y su naciente espectáculo. Es decir que ai fútbol aficionado se le fueron
sumando elementos de Ia calle y los cafés asociados con Ia viriliclad y el
honor, y estrechamente vinculados a Ia victoria o Ia derrota y su conco-
mitante sensación de humillación. En este contexto, Ia rivalidad se
transformó en enemistad, sin abandonar por ello Ia necesaria destreza
ni el taleúto deportivo. Por otro lado, este abigarrado conjunto de va-
lores no se alejó de los "logros" de Ia cultura letrada, como Ia lectura
habitual dei periódico y Ias prácticas asociativas vigentes. Los pequenos
clubes fo'jarQn sus identidades grupales vinculándolas muchas veces aI
vecindario y a Ia cuadra. Sin embargo, Ia ciudad presentaba muchos
obstáculos para Ia concreción deI ideario que sostenía que cada club
debía poseer su propia cancha. Los clubes-equipos y sus sociosjugado-
res debieron invertir energía y tiempo en Ia búsqueda de terrenos
donde establecer sus campos de juego.
Esa "militancia futbolera" deI fútbol aficionado de principios dei siglo
XX fue para aquellos jóvenes un medio de generar un estilo propio, di-
ferenciado de Ias marcas transmitidas generacionalmente y Ias construi-
das en el ámbito de Ia escuela pública. En este contexto, el fútbol ju-
gado por los jóvenes de los sectores populares y eI protoespectáculo
-dei que participaba como público- no hizo sino sumar otra "cultura" a
Ia serie de culturas que ya coexistían en Ia ciudael ele Buenos Aires hacia
principias de siglo. Dicho de otro modo, el fútbol se sumó a Ias prácti-
cas y valores de Ia cultura de Ias grupos políticos y sindicales contestata-
rios y a Ia cultura dei trabajo; a Ias vivencias y sentimientos de los inmi- Ias paradas y Ias esquinas, en los cafés deI barrio, y si bien era un há-
grantes; a los logros de Ia cultura escolarizada y letrada. Así, los queha- bito común a todas, buscaban diferenciarse de Ias de otros barrios,
ceres de los jóvenes en el fútbol tomaron valores de todos esos segmen- fueran pequeúos o grandes. Iguales y diferentes a Ia vez, estas fervoro-
tos y a Ia vez generaron valores propios. Es decir que el fútbo! no se sos defensores dei honor rivalizaban entre sí. Pero Ia violencia propia-
opuso abiertamente a ninguna de Ias otras manifestaciones y compartió mente dicha quedó mayormente circunscripta a )os estadias, lugar pri-
con ellas Ia vocación asociativa y cierta sensibilidad justiciera. vilegiado de expresión de odios y desafíos y paradigmático baluarte en
Durante Ias dos primeras décadas deI sigla XX, el fútbol se fue trans- Ia defensa dei honor.
formando de moda juvenil en una práctica masculina legítima, natura- Estos aspectos, sumados aI desarrol1o urbano, Ia construcci'ón de
lizada y universal, en tanto jugadores informales como público y juga- grandes estadios y el despegue de Ia prensa popular deportiva, produ-
dores en el espectáculo. jeron el pleno desarrollo deI espectáculo futbolístico durante Ia se-
Durante Ia segunda y, especialmente, Ia tercera década deI siglo se gunda mitad de Ia década de 1920. La coronación deI proceso ocurrió
produjeron grandes cambios socioculturales que se vieron acompaI'i.a- cuando el jugador pasó dei estatus amateur, o mejor dei profesiona-
dos por modificaciones sustanciales en Ias prácticas de los grupos ma- lismo ilegal o "marrón", a Ia profesionalización legal.
yoritarios. De este modo se fueron generando nuevos espacios de so- Este cambio rotundo -producto de Ia coyuntura vivida durante el
ciabilidad masculina en Ias barriadas y Ia asistencia a Ias canchas se inicio de Ia temporada deportiva de 1931-152 coronó el proceso previo
convirtió en un hábito dominguero, hechos que transformaron aI es- y relanzó el espectáculo, entre otras razones porque ubicó aI propio
pectáculo en un ritual ya plenamen te instalado como evento extraordi- futbolista en una nueva situación que resultaba difícil de definir y as i-
nario en el contexto de Ia vida cotidiana. Además, el amplio desarrollo milar: en un delicado equilibrio entre el artista-talentoso y eI trab~a-
de Ia prensa popular y de sus secciones deportivas profundizó este pro- dor fulll.ime.
ceso generando una relación dinámica con el imaginario barrial ama- En abril de 1931 los futbolistas participan tes en Ia liga oficial, Ia Aso-
sado, en parte, con los estereotipos de Ias rivalidades futboleras. Los va- ciación Amateur Argentina de Football (AAAF), se declararon en
lores aCUllados por Ias jóvenes en Ia etapa anterior continuaron huelga exigiendo libertad para cambiar de club sin necesidad de ser
vigentes, pero en otra dimensión, es decir, en Ia práctica de losjugado- autorizados por su entidad de origen y contando sólo con Ia aproba-
res y en Ias vivencias deI público espectador. A Ia vez, Ias clubes se ción dei nuevo club que Ios recibiría. A fin de cuentas, 10 que reclama-
transformaron en instituciones de peso social y pivotes simbólicos do- ban era d llamado "pase libre".
tados de representatividad territorial, siempre en sintonía con Ias me- Las dificultades administrativas, sumadas a Ia hipocresía dominante
dias de comunicación y Ia propia ciudad. con el marronismo, eran síntoma de Ia precariedad deI espectáculo
Los barrios nacieron en consonancia con Ia potencia de Ia matriz futbolístico y Ia organización dei fútbol oficial, asentados por entonces
apartada, entre otros elementos, por el ritual deI fútbol ya instituido, en condiciones inestables que terminaron por desplomarse durante
que cimentó Ia construcción de identidades fundamentadas en Ia opo- los poco:; días que duró Ia huelga.
sición aI "otro" (rival/ enemigo). Así, el barrio fue escenario de Ias pro- EI 10 de abril de 1931 los futbolistas nucleados en Ia Asociación Mu-
cesos simultáneos de ascenso y homogeneización social y cultural. EI tualista de Jugadores de Football elevaron a Ias autoridades un petitorio
fútbol fue una de Ias vias que plasmaron estas procesos y operó en el firmado por más de 450 jugadores, en el cual reclamaban el pase libre.
senti~o d<::Ia corriente modernizadora oficial. Sin embargo, paradóji- Ante Ia negativa de los dirigentes a aceptar esta petición, Ias jugadores
camente, también fue vehículo para Ia aparición de nuevas heteroge- declararon Ia huelga.
neidades y conflictos. EI 13 ele abril, Ia mutual de jugadores realizó una Asamblea General
De uno u otro modo, fue un arma de visibilidad: escenario y medio de que culminó con una marcha hacia Ia Casa Rosada para concretar una
expresión de Ias muchachadas futboleras. Las barras se congregaban en reunión previamente solicitada y pedir Ia mediación deI gobierno. EI
general José Félix Uriburu, presidente de facto, derivó Ia cuestión aI in- dad de ganar más dinero, y en consecuencia desecharían el pedido del
tendente de Ia ciudad de Buenos Aires, José Guerrico, quien citó aIos pase Iibre. Tal vez de manera un tanto inesperada para el propio fun-
presidentes de los clubes a una reunión cumbre a celebrarse el 27 de cionario, Ia iniciativa liberó a los dirigentes de viejas ataduras y prejui-
abril. El intendente, según Crítica deI 23 de abril, sostenía que "Ia cios, ya partir de ese momento Ia polémica entre amateurismo y profe-
huelga y el profesionalismo estaban unidos". En Ia reunión intimó aIos sionalismo pasó a un segundo plano. Y este no es un detalle
dirigentes a resolver definitivamente los problemas. EI encuentro con irrelevante, pues Ia dirigencia de los clubes de fútbol arrastraba el peso
[os gobernantes y Ia presión ejercida por los jugadores convencieron a de una tradición que emparentaba Ia práctica deportiva con el ideal
Ia mayoría de los dirigentes de Ia asociación. Los clubes más grandes deI Jair pla)' y el amateurismo. EI deporte moderno había nacido de Ia
tomaron Ia delantera suponiendo que el desarrollo deI espectáculo ne- mano de Ia tríada elitismo/amateurismo/ Jair play. Esta tradición, soste-
cesitaba una alianza de pocos y poderosos, y así construyeron su propia nida durante décadas por Ias medios de comunicación y algunos diri-
federación, Ia Liga Argentina de Football (LAF). Esta entidad -que fue gentes, fue abandonándose hacia fines de Ia década de 1920 y terminó
considerada ilegal por Ia Federación Internacional de Fútbol Asociado siendo rechazada -a través de Ia profesionalización- por los mismos
(FIFA)-. integrada por una quincena de clubes, impuso el profesiona- medios y dirigentes que pocos aúos antes Ia defendían. Además, Ia vía
lismo, que comenzó a funcionar rápidamente con un contrato tipo de ascenso social que implicaba el profesionalismo para los sectores
pel'o sin incorporar el pase Iibre. populares no era bien vista por Ias corrientes amateuristas ni por quie-
La vieja asociación, ahora Asociación Argentina de Fútbol (AAF), re- nes sostenían Ia pertenencia y Ia solidaridad de c1ase como uno de sus
conocida por Ia FIFA Y formada sólo por los clubes más chicos y con puntales éticos.
pocos recursos, declaró inmediatamente abolida Ia cláusula que impe- En definitiva, en pocas semanas Ia mayoría de los clubes más pode-
día eI pase libre de jugadores entre clubes, junto con una amnistía to- rosos encabezó Ia iniciativa y creó Ia Liga Argentina de Fútbol (LAF).
tal para los huelguistas. De este modo, Ia asociación de futbolistas con- Obviamente, este cambio de Ias estructuras orgánicas deI fútbol oficial
sideró resuelto a su favor el motivo que había originado el conflicto. se realizó sin consultar aIos socios de los clubes.
(Hasta qué punto"la huelga fue causa directa de Ia lIegada deI pro- Una vez creado el nuevo marco legal, los dirigentes temieron que
fesionalismo? I-Iuelga y profesionalización fueron dos problemas que los jugadores exigieran más dinero que 10 que estaban dispuestos a
pesaron sobre el fútbol oficial, pero no parecen haber tenido una re- acordar en los nuevos contratos. A pesar de eso, el beneficio que obtu-
lación de causa-efecto entre si. De hecho, los jugadores no pedían Ia le- vieron fue evidente e inmediato. De alguna manera Ia Ilegada dei pro-
galizaciól1 deI profesionalismo, tema que jamás debatieron en sus fesionalismo liberá a los dirigentes deI hábito "marrón" de buscarles
asambleas, mientras los dirigentes se mostraban intransigentes ante empleo a losjugadores más talentosos, por ejemplo en alguna depen-
cualquier acuerdo sobre el pase libre. Sin embargo, el escenario cam- dencia estatal o en una empresa privada. En este sentido, Ia crisis eco-
bió de inmediato cuando los jugadores, con su pintoresca marcha ha- nómica y política general tuvo mucha incidencia, ya que acotó Ias posi-
cia Ia Plaza de Mayo y su entrevista con eljefe deI gobierno provisional, bilidades de hallar empleo en Ia administración pública aIos
abrieron el cauce a Ia participación estatal en el asunto. EI intendente jugadores. Por otro lado, si bien Ia cantidad de entradas vendidas ha-
Guerrico se reunió luego con los dirigentes y durante ese encuentro bía bajado, Ia cifra total de espectadores no había sufrido grandes cam-
fusionó Ias dos cuestiones en una: para solucionar Ia huelga era im- bios debido a Ias campaüas de suscripción de socios que los clubes lle-
prescindible profesionalizar y reorganizar el fútbol oficial. vaban a cabo. Sabemos que los clubes no sólo no perdieron socios sino
EI argumento deI intendente, que convenció a los dirigentes, daba que, por el contrario, su caudal societario siguió creciendo aun du-
por sentado que los jugadores deseaban profesionalizarse. En líneas rante 10s primeros anos de Ia década de 1930.
generales, se creía que el conflicto tenía raíces económicas y que con Si, como dijimos antes, 10s socios no fueron consultados, cabe men-
el advenimiento deI profesionalismo los futbolistas tendrían Ia posibili- cionar que tampoco 10 fueron los jugadores. La legalización y prolon-
gación de Ia situación que se vivía de hecho con el marronismo impuso
contractualmente a losjugadores condiciones de exclusividad con sus
clubes, una novedad legal hasta entonces inexistente. Al margen de Ias
condiciones laborales reales deI mercado de pases y más allá de Ias ca-
racterísticas distintivas de Ia fuerza de trabajo de cada jugador de fút-
boI, distintas tradiciones, tanto aristocratizantes como izquierdistas, se
conjugaron para considerar que el jugador profesional devendría,
como se sostenía en El Gráfico en mayo de 1931, un "esclavo o propie-
dad enajenable". Además, existía otra tendencia que asimilaba aljuga-
dor con Ia figura deI socio e hincha, es decir con el aspecto emocional-
institucional deI fútbol vinculado a su popularización a través de Ia
fundación de clubes por jugadores -socios - dirigentes, como sei1alaba
Década de 1930. Miguel Ángel Lauri, futbolista destacado y estreIla
El Gráfico en mayo de 1931. A pesar de 105 cambios ocurridos en el es- cinematográfica (Los tres berretines), en Ia pileta de su club,
pectáculo, Ia potencia de aquella tradición se hacía sentir con mucho Estudiantes de La Plata,junto a sus admiradoras. (Fuente: AGN.)

vigor y hasta el día de hoy conserva cierto peso.


La llegada deI profesionalismo impulsó aún más Ia visibilización embargo, Ias habilidades en Ia cancha estaban directamente asocia-
deI futbolista como estrella mediática. Su lugar público se ubicó de das a los estilos de juego y a Ia figura deseable deI jugador, vale decir,
lleno entre Ias celebridades y alcanzó Ia cima de Ia consideración ge- a un modelo de jugador con talento. En aquella época estaban en
neral. Llegar a ser jugador de primera división fue Ia cristalización danza varios modelos o imágenes asociados a determinados estilos y ti-
deI deseo de millones de niii.os y jóvenes. EI potencial jugador nacía pos de jugador y adosados a identificaciones de distinta índole barrial
en un medio social y cultural impregnado de nociones que unían el o nacional.
éxito y i\a gloria a Ia imagen deI futbolista de primera división. Yesa La p6mera imagen de futbolista, asociada a Ia tradición británica,
imagen era alimentada por el lugar que los medios y el espectáculo aludía tanto aI estilo de juego como aI tipo de deportista, portador
de masas en generalle daban. Tal vez el caso más evidente fue el deI también de una primera idea de "clase". EI modelo a imitar con el que
jugador de Estudiantes de La Plata Miguel Ángel Lauri, uno de los se instaló y se popularizó el fútbol en Ia ciudad de Buenos Aires era el
protagonistas de Ia película Los tres berretines (fútbol, cine y tango), es- que se jugaba en Gran Bretai1a, según 10 habían traído los pioneros
trenada en 1933. Lauri personificaba a un talentoso futbolista en per- británicos y los equipos que visitaban nuestro país durante sus giras.
manente conflicto con su padr~, un inmigrante espanol que deseaba Esta forma de jugar solía definirse como "científica" y tenía Ia particu-
otra vida para su hijo. El jugador, obstinado en seguir su vocación, laridad de acentuar los aspectos colectivos a través de los pases largos.
era expulsado de su familia por su descontento padre. Sin embargo, La utilización plena deI espacio y Ia entrega física se consideraban su-
finalmente consigue el éxito deportivo y económico y gracias a eso mamente positivas. Un estilo que pasó a ser considerado "científico"
puede ayudar a su hermano caído en desgracia por los efectos de Ia -vale decir, racional y pensante- en los anos veinte fue aquel en el que
crisis deI treinta y recupera el apoyo paterno.153 imperaban los así llamados "sistemas", o sea Ias tácticas y estrategias
Los cambios ocurridos desde fines de los ai10s veinte, y de manera que privilegiaban eljuego colectivo sobre el individual. La imagen deI
más acentuada con Ia profesionalización, transformaron también Ia jugador adaptado a 105 esquemas colectivos se asociaba aI fútbol inglés
percepción deI estatus social deI futbolista. Muchos periodistas, en- y posteriormente, en líneas generales, también ai fútbol europeo. Ese
tre ellos el reconocido Chantecler, 10 asimilaban a un artista que de- fútbol era básicamente disciplinado, fruto dei autocontrol, el método,
bía ser recompensado de acuerdo con sus talentos y capacidades. Sin Ia fortaleza y Ia potencia física. En este esquema, el jugador ya estaba
amoldado ai entrenamiento durante Ia semana y ai cumplimiento de Ia habilidad indi~dual, con el aditamento de Ia "~veza" o picardía crio-
Ias normas (en 10 posible, Ias dei Jair play). Los ejemplos más claros 11a,se consideraba una forma de juego apropiada y deseable. El estere-
para espectadores y periodistas fueron los equipos profesionales britá- otipo se fue completando con Ia imagen un tanto indolente elel "pibe"
nicos que visitaron el país durante treinta anos. Si bien se los veía con y su origen en los márgenes sociales y culturales. En realidad era un
cierto receio, justamente por su condición de profesionales, siempre se tipo híbrido, nacido de Ia confluencia deI inmigrante con algunos ti-
les rindieron honores y se insistió en tomarlos como referencia para pos locales y poco urbanos. Según El Gráfico, Ias enunciadas virtudes
medir el grado de evolución dei fútbollocal. dei jugador criollo buscaban calificar ai típico futbolista argentino,
Sin embargo, hacia fines de los anos veinte y sobre todo con Ia 11e- aunque a veces también incluían a su par uruguayo. Ambos eran ~stos
gada deI profesionalismo, hubo varios cambios. Eljugador contratado en directa y franca oposición ai jugador británico, y en esa función re-
abierta y legalmente se comprometía a alcanzar Ia mayor eficiencia y saltaban su individualismo, su técnica y habilidad, )' hasta cierta indisci-
eficacia posibles en el juego, de allí que poco a poco se fuera impo- plina (que in tentaba asemejarlos a Ia creati~dad dei artista inspirado),
niendo el hábito dei entrenamiento durante Ia semana. Hacia fines de en un claro contrapunto a Ia frialdad y Ia cientificidad anglosajonas.J56
los anos veinte algemos clubes comenzaron a contratar preparadores fí- Finalmente, podemos observar una tercera imagen asociada a un
sicos, y desde 1931 esta experiencia hasta entonces excepcional se con- tipo o modelo de jugador )' algunos valores puestos en juego. Esta lí-
\~rtió en norma.154 nea permaneció más o menos oculta y paralela a Ia anterior, pero en
A su vez, el profesionalismo agudizó los mecanismos de control dis- vez ele estar asociada a 10 nacional refería aI universo pequeii.o dei ba-
ciplinario, es decir, coronó un proceso que venia desarrollándose rrio. Esta representación vinculaba ai buenjugador, con variados ma-
desde hacía ya varios anos. Eljugador de fútbol era considerado un es- tices, no sólo con el talento sino también con Ia posesión necesaria
pecialista talen toso cuyo arte y/ o despliegue de fuerza física merecía de signos que denotaran virilidad, coraje, fortaleza física y mental, e
un pago y un control, y cuyo conocimiento deljuego había requerido irrenunciable defensa de aquello que se consideraba honorable. Si Ia
una enorme inversión de esfuerzo y tiempo desde su más tierna infan- representación anterior fue acunada en Ias páginas de El Gráfico, esta
cia. A esto habia que sumarIe Ia magnitud deI proceso de selección tuvo su sede en Clitica y otros periódicos menores. A diferencia de los
pre~o entre los miles de jóvenes dispuestos a ocupar ellugar deI juga- otros dos, este tercer modelo aparecía de manera tácita en Ias cróni-
dor de primera di~sión. cas y no en extensos y exhaustivos editoriales. Aquí se privilegiaban
La vía dei ascenso individual pasõ a ser, entonces, el único medio Ias marcas de masculinidad )' dominaba Ia idea de 10 'Justo)' honora-
posible para que eljugador alcanzara el primer plano; así se acentuó ble" por sobre Ias demás opciones. EI universo colectivo no admitía
entonces Ia bata11a por Ia eletección y contratación ele jugadores talen- disidencias individuales)', bajo Ia égida de estas códigos de grupo, el
tosos entre Ias clubes más poderosos. indolente no estaba bien visto. Sin embargo, tanto el modelo dei pibe
La segunda imagen de futbolista comenzó a ser retratada en Ias -pá- como el anelado en el mundo banial )' masculino incluían ai futbo-
ginas de El Gráfico a partir de 1928.155 Los cronistas de ese medio se es- lista paradigmático que debía poseer habilidades y destrezas técnicas
forzaron por instalar Ia presencia dei "estilo crio11o" de juego asociado superiores.
a Ia gambeta, el talento cuasi artístico y Ia figura deljugador de origen Es necesario recalcar Ia coexistencia de varios tipos de jugadores
humilde, deI pibe que jugaba en el potrero. EI así llamado "fútbol crio- asociables a estas tres modelos. Por nombrar só Ia a algunos: "Nolo"
110"fue una construcción discursiva de gran potencia en Ias décadas Ferreira, el cerebro ordenador; Raimundo Orsi, el wing escurridizo;
posteriores. La elaboración y el éxito de esta representación se debían Luis Felipe Monti, Ia fortaleza "doble ancho". Estas tres imágenes
seguramente a su adhesión a Ias tradiciones cuIturaIes dominantes en convivieron aparentemente sin conflictos hasta fines de Ias a1'ios
Ia época, a Ias que se sumaba Ia corriente que daba legitimidad a 10 veinte. Los tres tipos daban su impronta a Ias opiniones de periodistas
crio11o en Ia cultura letrada, escolar y hasta mediática. EI despliegue de y protagonistas deI juego. No eran considerados antagónicos y, de he-
cho, ninguno dominaba Ia escena dei fútbol nacional-en el sentido de bierno, sm dejar de sostener Ia mejora en Ia situación de Ias mayorías,
ser una representación compartida por todos o casi todos-o buscaba Ia armonía entre partes con intereses contrapuestos enarbo-
Consideramos hipotéticamente que esos tres modelos tuvieron lando banderas superadoras. Y, por si eso fuera poco, en esta etapa el
cierta vigencia durante los setenta ai10s restantes dei siglo XX, aunque estado cobró presencia en el deporte de una manera no igualada antes
con dominancias diversas según-Iaépoca. EI modelo ideado por El Grá- ni después.
fico parece haber hegemonizado los ai10s cuarenta y cincuenta, época EI con±licto se desató en abril de 1948 cuando el sindicato de futbo-
en que los otros dos se mantuvieron ai margen: uno como remanente listas reclamó una serie de reivindicaciones que afectaban Ias cajas de
de un pasado obsoleto y el otro latente. La "Máquina de River" fue el los clube" y a Ia vez intentó, a tono con Ia época, que su trabajo fuera
emblema de aquellas décadas. reconocido legalmente con todos los derechos con que contaba Ia ma-
En los ai10s sesenta, el sistema "cientificista" ganó terreno y cobijó yoría de )os trabajadores. A pesar de que Ia MA estaba intervenida y el
en su interior ai modelo dei guapo, con Estudiantes de La Plata como contacto con Ias altas esferas era fluido, nada pudo doblegar Ia resis-
ejemplo palpable. tencia de los dirigentes de los clubes. Las consecuencias fueron pro-
Los setenta vieron el renacer de "Ia nuestra", con Huracán cam- fundas. Unos 200 jugadores de primerísimo nivel emprendieron el
peón. Fueron tiempos en los que el conflicto estilístico se desplegó de "éxodo")' poco tiempo después hacían vibrar Ias canchas de varios países
manera abierta, por 10 menos en los discursos mediáticos y en Ias de- latinoamericanos y europeos. La crisis terminó un ano después con Ia
claraciones de los protagonistas. Cabe senalar que si bien los represen- firma de una serie de compromisos. Sin embargo, los dirigentes de los
tantes de los estilos eran más o menos claros en sus palabras y deseos, clubes se resistieron durante décadas a poner en marcha 10 pactado.
Ia práctica dei juego -como no podía ser de otra manera- solía ser va- En 1971, una nueva huelga logró Ia promulgación dei estatuto dei fut-
riopinta, no tan clara y muchas veces difícil de asimilar a Ias palabras. bolista profesional.
Tal vez el mejor ejemplo sea el dei equipo argentino coranado cam- La huelga de 1948 hizo ostensible el grado de autonomía que tenía
peón dei mundo en 1986, liderado por un director técnico pragmático el mundo dei fútbol, sus clubes y sus dirigentes, autonomía que no
y explorador empedernido de los límites de 10 permitido, y a Ia ,vez de- pudo ser doblegada ni siquiera por el propio presidente de Ia nación,
pendiente de Ia figura de un pibe, que fue el más glorioso represen- ni por varios de sus ministros, ni por su carismática esposa. Mostró ellí-
tante deljuego criollo de Ias últimas décadas dei siglo XX. mite dei margen de maniobra de los gobiernos en Ia direccionaliza-
Desde otra perspectiva, Ia llegada dei prafesionalismo trajo apareja- ción deI fútbol y resaltó el contundente peso de Ias instituciones de Ia
das nuevas contradicciones, por ejemplo entre los jugadores en su rol sociedad civil, incluso en un contexto de máxima presencia estatal en
de empleados y los clubes entendidos como patranes. EI espectáculo ei deporte y en muchas otras esferas. Sin duda, el estudio dei desarro-
futbolístico dio origen, a partir de 1931, a un desenfadado mercado de 110dei fútbol durante los ai10s dei peronismo requiere nuevos aportes.
compra y venta de pases de jugadores. Algunos vieron en ello una A nuestro humilde entender, sería relevante analizar en profundidad
transformación de Ia "carne humana" en mercancía. No caben dudas el conflic:to que apenas hemos esbozado y que con tanta incidencia
de que los dirigentes de Ias entidades tendían a considerar el talento afectó el desarrollo posterior dei fútbol argentino.
de los futbolistas como su propiedad y patrimonio. EI conflicto entre Sin abandonar Ia problemática relación entre el fútbol y el gobierno
jugadores y dirigentes, vigente a 10 largo dei siglo, tuvo su epicentro peronista, nos parece un tema pendiente evaluar Ias actitudes de Ias
más resonante en Ia huelga de jugadores de 1948. mayorías que han conformado el público dei espectáculo entre 1940 y
EI contexto de esta huelga fue sin duda singular, por varias razones. fines dei :;iglo pasado. La cuestión invita a sugerir algunas hipótesis. Sin
Durante el primer gobierno peronista, el fútbol conoció su apogeo duda, resulta tentador plantear una relación que vincule Ia posible ca-
como espectáculo, medido según Ia cantidad de entradas vendidas a 10 ída en 10, niveles de violencia en el fútbol con una acción originada
largo de todo el siglo XX. Además, fue un momento en el que eI go- desde el ,estado en pos de un consenso general, y cuya consecuencia
,
I'

pudo haber sido el oscurecimiento circunstancial ele Ias rivalidades. Sin en rigor ponía en duda Ia vigencia de Ias regias generales. Estas actitu-
embargo, los sucesos ele violencia no desaparecieron. J57 des podrían extrapolarse a otras aspectos de Ia vida de amplios grupos
Por otro lado, existen evidencias de los cambios ocurridos desde fi- sociales.!6o Por ejemplo, se podría investigar Ia asociación entre Ia difi-
nes de los aÍ'íos cincuenta y comienzos de los sesenta en el incre- cultad para aceptar Ias regIas generaIes con Ias actitudes y tradiciones
mento, así como en Ia modaIidad de Ia violencia.l5s En este sentido, igualitaristas vigentes en el media argentino desde fines deI siglo
hemos visto que en los al10s veinte ciertos grupos eran percibidos XIX.l51 Ambas cuestiones parecerían estar refrendadas en el fútbol,
como "barras bravas", pero, por otro lado, resultan evidentes Ias dife- aunque habría que agregarles otro condimento. Esas mayorías fueron,
rencias entre aquellas barras y Ias actuales (nacidas justamente hacia en el fútbol, grandes grupos activos que pretendieron cumplir roles
fines ele los cincuenta) .159 Además, si se comparan los all0S treinta con centrales en el ritual dei espectáculo. Han disputado, concretamente,
los sesenta, se verá que los niveles de agresión aumen taron. Sin em- el papel protagónico aios propios jugadores y desplegado sus poderes
bargo, es necesario investigar Ia naturaleza de los cambios, repeticio- justicieros con Ia finalidad, en determinadas ocasiones, de transformar
nes y novedades en Ias maneras de vivir y sentir el fútbol dentro y el escenario donde se desarrolla el juego.
fuera de Ias canchas durante esas décadas comparándolas con los pri- Conviene subrayar que el fútbol, junto con el imaginario banial,
meros tres decenios dei siglo. Por otro lado, no está de más aclarar abrió nuevas grietas en Ia homogeneización, sin romper nociones y ac-
que, entre 10 sucedido en los al10s sesenta y 10 que sucede actual- titudes igualita.iias, jJleheyas e insolentes. IG2 En otras palabras, el fútbol}' el
mente en el fútbol y en Ia vida de Ias mayorías, existen enormes dife- banio generaron nuevas identidades, diferenciando a los iguales den-
rencias. Ahora bien, este aspecto debería abordarse teniendo en tro de un abanico horizontal. De manera inversa y concomitante, se
cuenta los ámbitos generales de sociabilidad masculina y los referidos asistía a un proceso de unifonnidad impulsado por varios dispositivos
especificamente ai fútbol. que iban desde la escuela pública y el servicio militar hasta determina-
Para tratar Ias cuestiones vinculadas a Ia vioIencia es necesario ahon- dos productos ofrecidos por Ia industria cultural. Simultáneamente,
dar en Ias actitudes y los discursos de los diferentes actores. Sobre todo, operaban los intereses y Ias [uerzas ideológicas}' políticas que apunta-
nos interesa prestar <;ttención ai público. Yen este sentido vale repetir laban Ias identidades de clase.
Ia pregunta sobre Ia vigencia y Ia aceptación o el rechazo de Ias regIas Por otro lado, habría que sumar un estudio de Ia vigencia o Ia caclu-
asociadas aI fútbol a 10 largo de tantas décadas. Para responderIa será ciclad ele los cambios en el ritual deI espectáculo, en Ia unión entre fút-
necesario tener en cuenta por 10 menos tres tipos de regIas, códigos o boi y banio en el transcurso elel tiempo y su vínculo con Ia vida coti-
normas: Ias dictadas por Ias árbitros durante elju'ego; los códigos afi- diana y los medios de comunicación, que intentan dar forma aI
nes a valores considerados futboleros como el honor, Ia guapeza y Ia ca- contexto ritual. Si el espectáculo futbolístico requiere cierta disposi-
ballerosidad; y, por último, Ias que rigen Ia organización de los tor- ción secuencial que debería ser respetada por sus actores, otro de los
neos. Las tres merecen ser estudiadas, con todos sus cambios, a 10 largo problemas a tratar será Ia ya allejada tensión entre ese orden y sus vici-
deI tiempo. situdes, que en algunos mOlnentos procl\.Uo inquietud entre los organi-
Otro eje que tomamos como aliciente para próximos trabdjos son zadores y los gobiernos. Si bien hemos visto operar, en Ias primeras déca-
ciertas nociones sobre 10s valores contenidos en estas prácticas, que das, Ias fuerzas que apuntalaban el orden, así como aquellas que fueron
permitieron visualizar Ia cultura de Ias mayorías deI modo peculiar que base deI desorden, nos queda Ia incógnita ele sus formas)' contenidOS
refleja nuestro estudio. EI honor en el fútbol ha estado asociado a Ia di- elurante buena parte de Ia segunda mitael dei siglo XX.
ficultad de aceptar Ia derrota devenida en humillación. Además, el
bajo umbral de tolerancia a Ia frustración ante 10 que s~ consideraba
injusto (y a Ia derrota) se sumó a cierta intolerancia para aceptar Ias
decisiones de Ia justicia "objetiva" administrada por el árbitro, 10 que
Fuentes y bibliografía

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debates en torno de 10 que debía o no ser considerado como una cit., p. 172.
práctica deportiva moralmente apropiada. En cuanto a esto, nos 57 Véanse Beatriz Ruibal, ldllologia dei eonlmL social. Bumos Air" 1890-
compete explicar una decisión metodológica adoptada: no es nuestro 1920, Buenos Aires, CEAL, 1993; Yj. Frydenberg,j. y M. Ruffo, La
'objetivo discerl1ir el estalUs real de los hechos que se relatan en el semana roja de 1909, Buenos Aires, CEAL, 1992.
periódico que usamos como fuente. Nuestra tarea es transformarlos 58]. Scobie, ibíd., p. 292. Resulta sumamente curiosa Ia similitud de
en mediadores útiles para detectar los elementos valorativos y Ias Ias observaciones de Scobie con Ias formuladas por Guillermo
representaciones que contienen. Nos interesa su utilidad pam recrear O'Donnell para Ia Argentina de varias décadas más tarde. G.
climas, como asimismo Ias elecciones que esos sujetos realizaron. O'Donnell, "~ya mí, qué mierda me importa? Notas sobre
45 Según el diccionario de Ia Real Academia Espanola: "Triunfalismo: sociabilidad y política en Ia Argentina y Brasil", en Conlmllttlllos,
actimd real o supuesta de seguridad en sí mismo y superioridad Buenos Aires, Paiclós, 1997.
respecto aios demás fundada en Ia propia valia. Optimismo 59 Véase Richard Holt, SllOrt and lhe Brilish, Oxford, Oxford Universit),
exagerado procedente de tal actitud; manifestación pomposa de esta Press, 1989.
actitud. Notoriedad: nombradía, fama, pública y sabida por todos; 60' Con respecto a Ia argentinización de los sectores populares, véase
importante, relevante o famoso". Tulio Halperín Donghi, EI espejo de Ia historia. Pmblemas argenlinos)'
46 Roberto Da Matta, "Esporte na sociedade ... ", ob. cit., p. 15. 1!I!rsIJer.livasLalinoamericanas, Buenos Aires, Sudamericana, 1987.
47 Da Matta, ibíd., pp. 35-36. Sobre el concepto de "zona libre", véase Eduardo Archetti,
48 Véase Hilda Sábato y E. Cibolti, "Hacer política en Buenos Aires: los Masculinidades ... , ob. cit., p. 42. Véase también Marcelo Urresti,
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'19 R. Da Matta, ibíd., p. 35. 61 Sobre Ia evolución urbana, véanse]. Scobie, Buenos A ires dei cenlro a /os
50 Para explicar estas reacciones violentas dejamos deliberadamente de ba,.,ios 1870-1910, Buenos Aires, Solar Hachette, 1977;
lado aquellos argumentos asociados a Ia existencia de pulsiones O. Yusnovskyr, "Políticas de vivienda en Ia ciudad de Buenos Aires
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si tu aciones concretas. Vaccaro, La edifiwâôn en Ia âudad de Bumos Aires, en Boletín dei
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52 En nuestro trabajo pudimos rastrear 10 que detectara E. Archetti: el desaceleración 1855-1980", en Romero]. L., Hislolia de walro siglos,
honor adherido a Ia masculinidad, por ejemplo en el arquetipo dei t. lI, Buenos Aires, 1983; Adlün Gorelik, La /5'illa)' el pw"que, Buenos
compadrito, quien, según el mundo deI tango, asocia Ias cualidades Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998.
de honor, deshonra y valentia. El compadrito tiene resistencia fisica y 62 Véase James Scobie, DeLcenlro... , ob. ci t.; Elisa Radovanovick, Bumos
capacidad de engalio; es desafiante y hostil con los hombres ajenos a Aires Ciudad Mor/ema 1890-1910, Buenos Aires, Ed. Turísticas de
su núcleo. Véase E. Archetti, Maswlinidades ...• ob. cit., p 208. Mario Banchik, 2002. A. Gorelik ha puesto el acento en Ia
53 S. Gayol, ibíd., p. 225. estructuración de Ia ciudad a través de Ia acción y Ias
54 E. Puccia, EI Bumos A ires de... , ob. cit., Según Horacio Ferrer, el representaciones aportadas por el estado. Véase Gorelik, La b"'illa... ,
arrabal fue más un estilo que un territorio. EI arrabal estaba en el ob. cit.
centro de Ia ciudad, en PaI ermo )' en Ias barradas, no implicaba 63 La Algcntina, 5 de ma)'o de 1906, p. 9. EI coronel Ramón L. Falcón,
suburbio ni zona semirrural. jefe de Ia Policia Federal, intentó fomentar una legislación que
55 E. P<Jccia, EI Buenos Aires ti" ... , ob. cit., pp. 59-63. acotara el derecho de tránsito de los ciudadanos por Ia calle. EIDialio,
56 Sandra Gayol no sólo ha observado Ia funcionalidad deI 17 de marzo de 1908, p. 4.
convencimiento interno de I~ posesión dei honor, sino también Ia 64 Véase Sonia Beljman, Los es/meios verdes de Buenos Ai"es enlre 1880)'
utilidad de su exhibición. Es posible sostener que Ia proximidad física 1925. Tesis de doctorado, mimeo, 1987; Diego Armus, "La idea deI
aumcntaba Ia densidacl dei honor, ya esto ha)' que sumar Ia verde en Ia ciudad Moderna. Buenos Aires 1870-1940", en
7. LOS CAMBIOS EN LAS INSTITUCIONES DEL FÚTBOL OFICIAL: LAS de esos clubes habian nacido entre 1890 y 1895, mientras que Ios
LIGAS Y LOS CLUBES entrevistados por La Gane/za habian llegado ai mundo después del
107 Véase Scher y Paio mino. Sobre Botana en Ia liga, véase Sylvia Saitta, cambio de siglo.
"Fútbol y prensa en los anos veinte. Natalio Botana, presidente de Ia 113 Para profundizar en estos temas asociados a Ia construcción social dei
AAF", en ",ww.efdeportes.com,julio de 2002. recuerdo, véase Hallbwanchs, Maurice, Los marcos sociales de Ia
108 Sabemos que Ia celebración de aniversarios fue un emprendimiento mem01ia, Barcelona, Antrophos, 2004; Paolo Montesperelli, Sociolog;ía
temprano en algunos clubes que celebraron su primer ano de vida. de Ia memoria, Buenos Aires, Nueva Visión, 2004; Peter Burke,
VéaseJulio Frydenberg, "Prácticas y valores en el proceso de Fo,.mación ... , ob. cit.; Paul Connerton, HoIU socielies 1"emernber,
popularización del fútbol", en Ent1"epasados. Revista de Historia, n' 22, Cambridge University Press, 1989; Eric Hobsbawm y Terence Ranger
1997. Sobre simbologia y rituales celebratorios véase Paul Connerton, (comps.), La invención de Ia lradición, Barcelona, Crítica, 2002.
HoIU societies remembel; Cambridge University Press, 1989. Sobre Ia 114 R. Williams, r.·1 camlJo y Ia ciudad, Buenos Aires, Pai dós, 2001, p. 63.
construcción de Ia identidad como re-presentación ante si y Sobre el tema de Ia memoria y en especial Ia construcción de una
presentación ante los demás, véanse los trabajos de Stuart Hall, Ch. "edad dorada", véase Halbawachs, Maurice, Los marcos sociales de Ia
Bromberger y Ariel Gravano, entre muchos otros autores. memOlia, Barcelona, Anthropos, 2004; R. Williams, EI camIJo ... ,ob. cit.;
109 Sobre el concepto de "capital social", véase Norbert Lechner, Desafios Jacques Le Goff, Pensw'la histmia, Barcelona, Paidós, 2005; Ariel
de 1tn desarrollo humano: individuación y capital social. Contribución aI Gravano, Antmpolog;ía de 10 bania~ pp. 127-264. El establecimiento de
Foro de Desarrollo y Cultura, BID, Paris, marzo de 1999. Por otro una llamada "época base", maleable cronológicamente, cumple Ia
lado, independientemente de Ios acercamientos ai término función de ser producto de una oposición o distancia. La polaridad
"sociabilidad" ya vistos, quienes investigaron Ias clubes han insistido antes/ahora es constitutiva de Ia identidad y atributo de
en Ia necesidad de aproximaciones que tuvieran en cuenta Ias identificación. Esa oposición está cargada de emoción y de valores. Es
prácticas de socialización, de comunicación y de redes colectivas e un ethos antes que un "cronos". Es una naturalización dei pasado
individuales. Véase Nicola Porro, ob. cit., p. 23. Maurice Agulhon como presencia opositora a un ahora que más que presente es un no
coincide en este sentido y sostiene que "en el interior dei club, 10s pasado, algo distinto aI pasado. A. Gravano, Anlm'jJologia ... , ob. cit.,
simpatizantes establecen entre ellos relaciones y prácticamente ritos pp. 116, 129, 131.
de confraternidad, de solidaridad, incluso de amistad". Véase 115 Julio Libonatti pasó en 1925 de Newells ai Torino; Arturo Chini
Maurice Agulhon, en Sport HistOliae, 1988, n" 1, p. 13. Sobre los Ludue11a de Newell,s Old Boys a Roma; Raimundo Orsi en 1928 de
inicios de actividades sociales y culturales en los clubes véase Mariano Independiente aJuventus, igual destino de Luis Monti, que en 1930
Gruschetsky y Rodrigo DaskaI. emigrá desde San Lorenzo, y Renato Cesarini, que en 1930 se fue de
110 Historia de Vélez Sarsfieúl, p. 101. Chacarita. Guillermo Stabile pasó de Huracán aI Napoli en 1930. En
111 Por ejemplo, en junio de 1928 Huracán rompió relaciones con Tigre 1933 se fueron Stagnaro, Guaita y Scopelli, pel'o volvieron dos anos
como consecuencia de problemas en un partido. En enero de 1920 más tarde para no participar de Ia guerra en Etiopia. Monti, Orsi y
Racing rompió relaciones con Estudiantes de La Plata debido a una Guaitajugaron para ltalia en el Mundial de 1934. Véase Pierre
plaqueta que el club platense regaló a Independiente. En agosto de Lanfranchi, "Los artistas dei fútbol sudamericano en Europa (1924-
1932 Estudiantes rompiá relaciones con River. 1940) ", en Enl1"epasados. Revisla de Histmia n' 27, Buenos Aires, 2005.
116 Enrique Escande, Nolo, el Jtitúol, de ú, cabeza a 105 pies, Buenos Aires,
8. LOS JUGADORES Ukumar, 1992. Clitica, 6 dejunio de 1925, p. 19.
112 Para bucear en ese pasado y conocer 10s relatos que 10 evocan 117 La Gancha, l' de febrero de 1930, p. 3.
utilizamos Ias entrevistas que Ia revista La Gancha realizó a decenas de 118 Sobre Ia evolución dei amateurismo y el profesionalismo en
jugadores. La Gancha contenia una larga serie de entrevistas aios Inglaterra, véase Tony Mason, ob. cit. En Richard Mandell, ob. cit.,
jugadores que integraban los planteles de equipos de primera se verá Ia aparición deI profesionalismo en los Estados Unidos.
división hacia fines de los anos veinte, y que entre otras cosas 119 Hislmia de Vélez Sarsfield, pp. 62-63.
evocaban sus experiencias infantiles con el fútboI. Entre 1928 y 1930 120 Reproducido en Revista 75' Aniversario de Independienle, p.17.
los entrevistados tenian, en su amplísima mayoria, entre 29 y 19 anos. 121 Wernicke, Luciano, GtL1iosidades fulboleras, Buenos Aires,
Habían nacido entre 1900 y 1909 o 1910 y aprendido ajugar ai fútbo! Sudamericana, 1996, p. 146.
siendo ninos. Para ellos jugar ai fútbol era un horizonte común y 122 Cados Peucelle, Ftitúol todotiem'jJo e HislOlia de "Ia máquina", Buenos
generalizado, algo deseable y querible. Si bien Ia tradición de crear Aires, Axioma, 1976.
clubes de fútbol en Ia ninez barrial continuaba formando parte de Ias 123 Acta de Ia CD de Vélez Sársfield, 12 de septiembre de 1929.
prácticas juveniles, esos jugadores no eran iguales aios socios- 124Jorge Iwanzuk, ob. cit., p. 223.
fundadores de los clubes-equipos estudiados en Ia primera parte. 125 La Cancha, 7 de septiembre de 1929, p. 3.
Fueron momentos cercanos entre si, pero diferentes. Los fundadores 126 Hislona de Vélez Sarsfield, p. 46.
países europeos, Diccionmio enciclopédico del fú/óol, Diario defJOrlivo olé, Ristmia de los fJrime-rosEnll'enadores y DT en Algenlina. Exposición en
BuenosAires, 1997, p. 357. Jornada sobre Entrenadores y Managers organizada por el Centro
147 Raúl González Tunón fue un poeta que, a diferencia de cierta Internacional de Estudios Históricos'y Culturales elel Deporte.
tradición dominante, no centró su atención en Ia nostalgia. EI mito (ICSHC), De Montfort University (DMU), Leicester, Inglaterra,
barrial ocupó un lugar secundario en su poesía. EI barrio de Monti, octubre ele 2007.
en el poema de Tunón, es un barrio dei presente y a su manera 155 Archetti, Eduardo, "Estilo y virtudes masculinas en El Gráfico: Ia
exitoso. Véase Beatriz Sarlo, Una modernidad Pl'eJérica. Buenos A ires creación dei imaginario dei fútbol argentino", en De.wl'rollo Econó,nico,
1920-1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988. voI. 35, 139, Buenos Aires, IDES, octubre·diciembre de 1995.
148 [Continuación dei poema] "Los umbrales, racimados de jubilosas 156 Véase Eduardo Archetti, íd.
quinceaiieras, en los suburbios generosos de ocasos dadivosos de 157 Véase Alejandro Fabbri, RistoriaJ negras del/ti/.bol at'gentino, Buenos
colores íntimos, de colores familiares/iCampeones! iCampeones! Aires, Capital Intelectual, Aires, 2008.
iCampeones!/Los pibes de ayer, que sacudieron Ia paz siestera de ia 158 Véanse los trab~os ele Amílcar Romero.
calle Castro Barros, de Ia calle Ora, de Ia calle Progreso, Ia voz fácil 159 Véanse Ias trab~os de María Verónica MOI'eira yJosé Garriga ZucaI.
dei musgo, Ias paredes dei sol, quietas, iguales, paredes de convento; 160 Véase E. Archetti, Masculinidades ... , ob. cit., p. 32.
los portones de los colegios, los patios verdes de Ias plazas 161 j. C Torre cita aj. A. García, quien hacia 1890 hablaba de una
ciudadanas; iluminando el aire, musicándolo, con el ir y venir, con el Argentina igualitaria.Juan C. Torre y E. Pastoriza, "La
subir y el caer de Ia cometa sin hilos, de Ia pelota de trapo democratización dei bienestar", en Nueva Risloria Algenlina, t. 8;
improvisada en el descuido maternal/Te esperamos Luis lvlonli, ca/Ji/án, Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
sefwr cafJi/án de la pelo/a/Con el corazón en Ia mano, como una pelota 162 Véase G. O'Donnell y E. De Ípola, Las cosas del creer, Buenos Aires,
de trapo". [Resaltado en el texto original.] Raúl GonzáIez Tunón, Ariel,1997.
Crítica, 12 de junio de 1928.
149 Domingo Tarasconi se inició en Atlanta pera realizó Ia mayor parte de
su exitosa carrera en Boca. Fue lIamado "eI goleador olímpico" por su
notable pelfornumce en el torneo. Más que un gambeteador y virtuoso,
fue un '.'efectivista" en el area, ai estilo de Bernabé y Varallo, todos
virtuosos deI shot. Ris/mia delFútóolArgen/ino, r. 3, p. 441.
150 Véase Tulio Halperín Donghi, El espejo de ú, histona. Proólemas
argentinos y perspectivas la/inoamericanas, Buenos Aires, Sudamericana,
1987; R. Williams, El cam/Jo y la ciudad, Bue'nos Aires, Paidós, 2001.
Sobre Ia ideología deI barrio véase Ariel Gravano, Antt'Opología de... ,
ob. cit., p. 155. En este sentido apuntan los trabajos de Michel de
Certeau.
151 Véase G, O'Donnell y E. De Ípola, Las cosas del aeel; Buenos Aires,
ArieI, 1997.

EPÍLOGO
152 Para más detalles sobre Ia huelga y Ia profesionalización de los
futbolistas, véaseJulio Frydenberg, "La profesionalización dei fútbol
argentino: entre una hueIga de jugadores y Ia reestructuración dei
espectáculo ", en En17'eflasados Revista de Ris/mia, nº 27, Buenos Aires,
2005.
153 Sobre Ia película Los Ires berrelines (fútbol, cine y tango), véanse los
textos de Eduardo Romano y Pablo Alabarces, en Alabarces, ob. cir.;
Di Giano, ob. cit.; Frydenberg,Julio, Deporte y sociedad, Buenos Aires,
EUDEBA, 1998. También puede verse Julio Frydenberg, "Los tres
berre tines: Fútbol, tango y cine: Ias pasiones populares en el Buenos
Aires de 10s aÍios '30", en EurofJean S/udies in SjJorls Ris/ory, Roma,
Lancillotto e Nausica, otono de 2009.
154 Véase Oscar Barnade y Waldemar Iglesias, Mi/os y creencias delfú/bol
argentino, Buenos Aires, Ediciones Al Arco, 2006.JuIio Frydenberg
países europeos. Diccionmio enciclopédico dei jútbol. Diario detJorlivo Olé, Ristmia de los primp.1'OsEntl'enadores y DT en Algenlina. Exposición en
BuenosAires, 1997, p. 357. Jornada sobre Elltrenadores y Managers organizada por el Centro
147 Raúl González Tunón fue un poeta que, a diferencia de cierta Internacional de Estudios Históricos'y Culturales deI Deporte.
tradición dominante, no centró su atención en Ia nostalgia. EI mito (ICSHC), De Montfort University (DMU), Leicester, Inglaterra,
barrial ocupó un lugar secunda rio en su poesía. EI banio de Monti, octubre de 2007.
en el poema de Tunón, es un banio dei presente y a Sll manera 155 Archetti, Eduardo, "Estilo y virtudes masculinas en El Grâfir.o: Ia
exitoso. Véase Beatriz Sarlo, Una 1IlOdernidad pl·rfélica. Buenos Aims creación dei imaginario deI fútboI argel1lino", en De.wrrollo Econólltir.o,
1920-1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988. 1'01. 35,139, Buenos Aires, IDES, octubre-diciembre de 1995.
148 [Continuación dei poema] "Los umbrales, racimados dejubilosas 156 Véase Eduardo Archetti, id.
quinceaiieras, en los suburbios generosos de ocasos dadivosos de 157 Véase Alejandro Fabbri, Ristmias negras dei jútbol algentino, Buenos
colores íntimos, de colores familiares/iCampeones! iCampeones! Aires, Capital Intelectual, Aires, 2008.
jCampeones!/Los pibes de ayer, que sacudieron Ia paz siestera de Ia 158 Véanse los trab~os de Amílcar Romero.
calle Castro Barros, de lacalle Oro, de Ia calle Progreso, Ia voz fácil 159 Véanse los trab~os de Maria Verónica Moreira yJosé Ganiga Zucal.
dei musgo, Ias paredes deI sol, quietas, iguales, paredes de convento; 160 Véase E. Archetti, Masculinidades ... , ob. cit., p. 32.
los portones de los colegios. Ios paLios verdes de Ias plazas 161 j. C Torre cita aj. A. García, quien hacia 1890 hablaba de una
ciudadanas; iluminando el aire, musicándolo. con el ir y venir, con el Argentina igllalitaria.Juan C. Torre y E. Pastoriza, "La
subir y el caer de Ia cometa sin hilos, de Ia pelo ta de trapo democratización deI bienestar", en Nueva Hisloria Al-gentina, t. 8;
improvisada en el descuido maternal/Te esperamos Luis Monti, capitán, Bllenos Aires, Sudamericana, 2002.
Sel10r catJitán de Ia pelota/Con el corazón en Ia mano, como una pelota 162 Véase G. O'Donnell y E. De Ípola, Las cosas dei creer, Buenos Aires,
de trapo". [Resaltado en el texto original.] Raúl González Tunón, Ariel, 1997.
C1"Ítica, 12 dejunio de 1928.
149 Domingo Tarasconi se inició en Atlanta pero realizó Ia mayor parte de
su exitosa carrera en Boca. Fue llamado "el goleador olímpico" por su
notable pe>formance en el torneo. Más que un gambeteador y virtuoso,
fue un '.'efectivista" en el area, ai estilo de Bernabé y Varallo, todos
virtuosos dei s!tot. Ristmia dei Fútbol Algentino, t. 3, p. 441.
150 Véase Tulio Halperín Donghi, El espejo de Ia !tistona. Problemas
argentinos y perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, Sudamericana,
1987; R. Williams, El camjJo)' Ia ciudad, Buenos Aires, Paidós, 2001.
Sobre Ia ideologia dei barrio véase Ariel Gravano, Ant1'Opología de ... ,
ob. cit., p. 155. En este sentido apuntan los trabajos de Michel de
Certeau.
151 Véase G. O'Donnell y E. De ÍpoIa, Las cosas dei CTee>;Buenos Aires,
Ariel, 1997.

EPÍLOGO
152 Para más detalles sobre Ia hue!ga y Ia profesionalización de los
futboIistas, véaseJulio Frydenberg, "La profesionalización dei fútbo!
argentino: entre una huelga dejugadores y Ia reestructuración deI
espectáculo", en Entl'efJasados Revista de Ristmia, nº 27, Buenos Aires,
2005.
153 Sobre Ia película Los tres /JelTetines (fútboI, cine y tango), véanse los
textos de Eduardo Romano y PabIo Alabarces, en Alabarces, ob. cir.;
Di Giano, ob. cit.; Frydenberg,Julio, DefJOrte y soeiedad. Buenos Aires,
EUDEBA, 1998. También puede verse Julio Frydenberg, "Los tres
berretines: Fútbol, tango y cine: Ias pasiones populares en el Buenos
Aires de los aI10s '30", en EUTOjJean Studies in SjJOl'ls Rislory, Roma,
Lancillotto e Nausica, otono de 2009.
154 Véase Oscar Ban1ade y Waldemar Iglesias. Mitos y creencias dei jútbol
argentino, Buenos Aires, Ediciones AI Arco, 2006. Julio Frydenberg

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