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recalaremos en las estrategias de los medios masivos de comuni.:a- siglo, como Autornovilis11/o y 5.port o E~Sportsma1!. No obstante, estas pu-
blicaciones, aI igual que 105 periódicos ingleses (The Standard o The Bue-
ción para generar novedades y operar sobre Ia rcalidad.
A comienzos deI siglo XX el fútbol no formaba parte de Ia vida coti- nos Aires Heralâ) , no hacían referencia directa aIos sectores populares y
diana de los sectores populares, pel'o hacia fines de ]a etapa estudiada en su relación con el fútbo! hacia principios de siglo.
este volumen ya se había transformado en un espectáculo masivo con es- Sin embargo, en algunas crónicas periodísticas posteriores se meneio-
tadios llenos y jugadores profesionales. En pocos anos, el fútbol dejó de nan fuentes disponibles con el explícito deseo de ilustrar los comenta-
ser una novedad para ser considerado un vehículo "natural" de conexión rios con anécdotas curiosas y menores. Así aparece citado el periódico
generacional y un "natural" definidor de Ias aptitudes masculinas. A par- !:..aArgentina. Desde Ia perspectiva de Ia presente investigación, La Argen-
tir de estas acontecimientos, intentaremos detect'l.r Ia magnitud de los tina se transformó en una fuente privilegiada por haber sido un actor
cambios en ia práctica dei fútbol y, en especial, en el desarroJlo deI espec- pr_?_~~gónicoen el proceso de popularización deI fútbol a comienzos d~l
táculo futbolístico. Indagaremos también cuáles empezaron a ser sus con- siglo XX, más precisamente entre 1903 y 1908. A partir de 1908 el perió-
tenidos una vez incorporado el f(ltbol aI mundo privado, familiar y coti- dico La iVIaiiana, y el vespertino Última Hora unos anos más tarde, se o~-u-
diano, así como Ia incorporación, y sobre todo Ia transmisión cotidiana, paron de esa franja deI fútbol que estaba aI ~argend~ ia~Úgas~ficiales.
de afinidades, hábitos, gustos y fidelidades trastocados en "hinchismo". En 10 que atai1e a Ia segunda y especialmente Ia tercera década deI
Los clubes también fueron muy importantes en ese proceso. Por un siglo, resultó imprescindible la lectura deI diario Critica, sobre todo
lado, por haber sido base institucional deI propio fútbol, eje de at·~n- !925, ai10 en que sumó explícitamente
clesd~ __ ai f(nbol como arma
~Qué prácticas dirigenciales hubo en su interior? (Qué grado de parti- los Salesianos (Archivo deI Colegio Pío IX) para investigar los inicios
cipación societaria existió? (Qué tipo de participación social tuvieron a deI fútbol en Ias instituciones políticas y Ia iglesia. Las guías metódi-
cas delaactividad fisica deI Ej~rcito Argentino, así como Ia revista El
10 largo de esas décadas?
En cuanto aI fútbol oficial y el espectáculo, fue impresci.ndible anali- lVJorzi!.qr_d~e!(!E;ç!u_c(!ció1.!
Común, nos resultaron útiles para estudiar -i~
zar los cambios operados en eluniverso de los jugadores, entre dios Ia evolución deI deport~ en el marco de Ia escuela pública, en especial
amplitud deI "marronismo",i una de Ias características globales dei fe- de Ia enseúanza primaria. Por otro lado, contamos co~ material ins-
nómeno futbolístico antes de Ia profesionalización y Ia institucionaliza- titucional de Ias asociaciones previas a Ia AFA y con algunos eje~pla-
ción dei fútbol oficial. res de Ias memorias y. balances de a.lgunos clube~, o sus transcrip~io-
nes en los libras institucionales. Naturalmente, hemos utilizado Ias
cifras de los censos y planos hallados en el Instituto Histórico de Ia
Ciudad de Buenos fures. Finalmente, y como fuentes secundarias, po-
dríamos mencionar Ia historia memorialística de Buenos Aires y sus ba-
/
rrios, Ia historia de 10s clubes, algunas autobiografias o biografías ele ju-
Las principales fuentes utilizadas en este trab~o, aunque no Ias únicas, gadores o dirigentes, y Ia historia estadística dei fútbol amateur y/ o
fueron los diarios y revistas de Ia época. De hecho, ios comienzos de Ia Ín- profesionaL
vestigación estuvieron asociados a Ia lectura de Ia abundante historia tra- El orden de los temas tratados tiene una base cronológica}' sigue
dicional existente sobre el fútbol argentino. Luego iniciamos Ia búsquec1a ~os grandes ejes: Ia práctica deI fútbol, y el espectáculo y sus actores.
nosotros, ni cortos ni perezosos, Ias arrebatábamos a su poder anl:e el Además, <:.It~~~r:>o'popuIary elperiodis.moJ1Jeron estructurando una
menor descuido ". tipoIogíaAe 10511.l~ev~~~_;~;~~tiop<?;·~~iollos
-el bol~e~i·o:·~lc;ia~erà. el
atorrante, el compadrito}' el guapo- e inmigantes -el gallego (ya fuera
este verdaderamente gaUego, andaluz o catalán), el tano, e1 turco yel
judío o "ruso"-. Lo cierto es que Ia construcción ele estos estereotipos o
LA SOCIEDAD PORTENA HACIA FINES DEL SIGLO XIX se elaborá sobre Ia base de grupos sociales y culturales caracterizados
Y PRINCIPIOS DEL XX: TIEMPO LIBRE Y RECREACIÓN por una marcada heterogeneidad étnica, social y etaria, con Ia inten-
ción de retratar, aunque lógicamente en forma genérica, el abigarrado
Los ninos y 10sjóvenes que pertenecían a Ias lIamados sectores populares mundo cotidiano de 105sectores populares.
jugaban ai fútbol en Ias calles y 105baldíos. Esos sectores urbanos estaban Si bien estas sectores dedicaban Ia mayor parte de su tiempo aI tra-
formados por un conjunto heterogéneo que incluía a profesion:1Ies, bajo, hacia principios dei siglo XX se sancionó laLey de Descanso
complemel~taban con Ias cualidades particulares de algunosjugadores,
prensa porteI1a fue apropiándose de Ia difusión dei deporte e instigó
como Jorge Brown, a quien sus jóvenes compaôeros I1amaban "mi capi-
a Ia dirigencia de los clubes a Ilevar a Ia práctica coherentemente sus
tán" por haber sido el capitán de Ia selección nacional y quien además
principios. Muchos veían una grave contradicción entre estos loables
se destacaba por su magnanimidad y por una habilidad futbolística sin
propósitos y Ia adopción de formas organizativas selectivas y elitistas.
parangón. Las divisas dei AJumni eran El SPOTtPOTeLsport (el deporte
Sin embargo, para los directivos de Ia liga eso no era motivo el(: con-
por el deporte mismo) y Servato }idem (conservar Ia fe). Para Enrique
flicto. La masificación de Ia práctica deportiva -para benefici o dei
Escobar Bavio, autor de su hagiografia y sus campaii.as deportivas, estas
cuerpo y el espíritu- bien podía convivir con el estilo discrecional de
divisas incluían una serie de prescripciones morales que reglaban Ia
dirección tradicionalmente ejercido por Ia institución.
práctica deportiva dei juego, como Ia "corrección implacable", "el aca-
Durante esos prirn~ros aI10S participaban de Ia liga equip"os de '~scue-
tamiento espontáneo a Ias leyes deljuego", "una conducta forjada en Ia
Ias inglesas, entre otras Ia BuenosAires English High Scho_ol(BAEHS) y
rectitud e inspirada en el honor" y "Ia hermandad y efusión afectuosa
Ia LOITlasAcaelemy. Tambiénjugaban equipos de clubes como Belgrano
para con el adversario". .
y Banfield. En general, los clubes ingleses eran instituciones cerradas
Examinemos un poco más de cerca esos códigos morales. Las normas
que hacían de Ia exclusividad su razón ele ser y Ia causa y origen de su
que separaban 10 correcto de aquello que no 10 era, en el deporte mo-
éxito. La cuota social era alta, el socio debía ser presentado por varios
derno, I1egaron junto con el fútboI y de inmediato fueron aplicadas en
padrinos para ser aceptado y Ias mujeres no podían asociarse. Estas en-
el país. Hacia principias elel siglo XX, Ias páginas elealgunos.diarios y
tidades fueron ámbitos exclusivos y excluyentes de sociabilidad mascu-
revistas porteiios ç!iferenciaban aios verdaderos spoTtsml!n d~ IosCJu~,no
lina, en cuyos salones, además de discutirse cuestiones ligadas ai de-
IO"er<ll1'Por ejemplo, en Ia revista EL Sportsman se analizaban Ias perfor-
porte, se trataban temas vinculados a Ia actualidad deI país y de Gran
mances deportivas de los círculos cercanos a Ia colonia inglesa y a los clu-
Bretaii.a.
bes de Ia élite dirigente criolla en Buenos Aires y se eledicaba mucho es-
La AAFL determinó hacia 1900 que el nombre dei club debía ser dife-
paci()..a}a en~eii..~!~z.':l
de Ias regIas de juego de diferentes dep~;te;. Ul~a
rente deI de Ia escuela. A partir de estos cambios los alumnos de Ia
de sus secciones, lIamada "Galería de Aficionados", incluía u~; suerte
BAEHS decidieron l1amarseAJumni, siguiendo una tradición norteame-
de radiografia de uno de ellos en cad~ número de Ia publicación -eon
ricana de formación de equipos de ex alumnos (por los AJumni College).
fotografias ad hoc- en Ia que se destacaban sus virtudes como sportslllan.
Así nacio el AJumni, un equipo que ganó diez torneos entre 1901 y 1911
Hacia 1906, Ia revista defenelió Ia ielea de que para practicar un deporte
Y fue considerado el máximo referente deportivo y moral por sus con-
era neccsario ser un sporlsman, una de Ias características distintivas deI
temporáneos y por los constructores de Ia mitología dei pasado d.el fút-
gentleman. De acuerdo con estos criterios, el 20 ele enero ele 1906 Jack D.
boi y el deporte argentino. EI diario LaArgentina, enjulio de 1907,10
Gardom fue elegido protagonista ele Ia "Galería ele Aficionados", no por
definió como un claro ejemplo de juego viril, sano y limpio, mientras
ser un personaje popular, sino por haber demostrado aptitudes moraIes
que ELDiario-comentando, en abril de 1908, una de Ias pocas derrotas
en los distintos deportes que practicaba. Sin duela, el seúor Gardom era
sufridas por el permanente favorito AJumni- sostenía que este "repre-
un "spartsman de buena cepa".
senta Ia aristocracia de nuestro footbaLl' y "encarna el progreso dei
En este sentido, un buen sportsman era aquel que vivía con nobleza
juego en Ia Argentina".
el deporte, en general aun sin haberse destacado en ninguno de ellos
La construcción deI AJumni como ícono popular o "mediátic:o" (si
en particular. Se valoraban Ia "cIase" -en el sentielo de actuación distin-
fuese posible utilizar esta palabra) en aquellos anos se basó en Ia im-
tiva ("tiene clase")-, Ia excelencia y Ia caballerosidael en oposición a Ia
postación de valores que se consideraron adheridos a Ias prácticas de
vulgarielael y Ia rusticidael. Se sugería una relación lejana, no inme-
esa entidad como el compaôerismo, Ia disciplina y Ia solidaridad, ex-
diata, entre "tener clase" y ser eficaz en el campo dejuego. Quien "te-
presada como una "comunidad contraída en los bancos de Ia escuela"
nia cIase" podia no ser eficaz. La "clase" estaba relacionada con postu-
y respaldada por Ia fuerza moral y Ia pl0anza deportiva. Estos valores se
ras corporales que evidenciaban autocontrol ya veces verdadero desin-
terés o interés afectado, sumados aI fiel seguimiento de los códigos mo-
rales de Ia práctica deportiva. EI sportsman era aquel que realizaba va-
rias prácticas deportivas y no una sola. (Por qué era meritorio
practicar varios deportes?: porque "el eclecticismo en el sport no es
una cosa común ... De ahí que sea un mérito innegable". Es decir que
el mérito residía en Ia poco común y en 10 selecto.
Por otro lado, y apuntando aI sostenimiento a ultranza de los princi-
pias de! Jair play, se intentaba desalentar Ia práctica de premiar aIos
vencedores. En este pequeno mundo, el valor de los premios vivía una
situación paradójica: ]a escuela inglesa los había resaltado como instru-
mento destacable pero también los había equiparado con Ia caballero-
siclad deportiva, que propiciaba un comportamiento poco demostrativo
de Ias vencedores para con los vencidos. De allí que se dudara de Ia efi-
cacia de los galardones olorgados aios individuos, aunque no aIos equi-
poso La popuJaridad también entraba en conflicto con estos principios. 1911: Alumni enfrentando a Porteiios. La liga oficial en pleno
No estaba mal visto ser popular, siempre y cuanclo Ia popularidad fuera clesarrollo. (Fuente: AGN.)
dual a 10 colectivo. Así l~.s.~rillI1fCls,.~.U1?qlleconsiderados importantes, i\hora dejaremos el mundo de los valores y Ias conductas que inten-
en esencia queçlaQal~re.1eg.~cl()s__':~~~.pt.lI1()
s~cundario, 'EI deportista de- taban cuadrar en esos ajustados moldes ideales para introducirnos en
bía ser modesto frente a Ia victoria y asumir Ia derrota como una instan- el universo
. , . ..
ele Ia organización
. _....
dei .fútbol oficial,c:on
_
~lcambio
.. _
de ..siajo.
0 ...
- ..'
Desd~ 1901 comenzaron a c1lsputarse, además elel torneo local, Ia Copa
~021]J)gÇ!lQ.~ y más tarde LaÇ_()E~!i'?I2_()r,con eql~ipostlr:Pgu9Y_Q·L)'J:0- insistencia presionaba sobre Ia dirección de Ia liga, que desalentaba el
s,?:Ei120s.
Hasta 1899 exi~J(all.uasola división,p~!:.()~p~E~irde eS_2!~ha ingreso de los clubes. Las condiciones impuestas por esta intimidaban
se lesumarqn laseg1Jnclaxu)1'\l10_d.e~pués Ia tercera: La liga no poseía a muchos de los que deseaban formar parte. Para lograr su afiliación,
un sistema claro ni reglado de afiliaciones ni de ascensos y descensos, y los clubes debían tener una cancha con Iímites reglamentarios y una
su falta de organización le valió numerosas críticas de Ia prensa. Sin casilla con Ias instalaciones higiénicas necesarias para una reparadora
embargó, lentamente, Ias instituciones fundadas fuera deI círculo so- ducha luego deI "tr3jín" deportivo. Además, para integrar Ia liga se ele-
cial ingIés o de Ia élite crioIIa fueron aceptadas y pasaron a in tegrar b~a p~~cticarel "tercer tiempo" como instancia de confraternización
Ias categorías menores de Ia liga. Por este camino ll~gar:oI1_a.I~ pr.:i- social. La introducción de los hábitos higiénicos como Ia ducha me-
mera división equipos como River PIate yIZ<icingCIlIb. DeJ:tech()1 as- diante normas reglamentarias fue bastante problerüática, ya que no
c~~~d;~~~~-;la primera división Estudiantes de Buenos Air:es (1294), eran los mismos que cultivaban los jóvenes de los nuevos clubes que ac-
Barracas AC (1905) Y Argentinos de Quilmes (1906). En 1908, los cedieron a Ias divisiones menores de Ia liga. En definitiva, se estaba
cl~;b~s Porteii.()! Atlanta, Estudjaptesde lafi~~~,.p,o~aJrs'.,· êam~rian, provocando una situación paradójica: Ia mayoría de los clubes que es-
R.\ach1JeIoY<iIgunos otras estaban afiliados alaJigaoficialy partic!pa- taban fuera de Ia liga deseaban ingresar en ella Y algunos ele los que esta-
ban de Ia segunda o tercera categoríaP ban dentro eran expulsados, siempre en un contexto que resaltaba Ia ne-
A partir de 19061a.lig~.xl!~.g~ner"ll,d.c>~lg~~I1,?S~~lS~~~_1T!e.!].J:~:;
__
~~ra- cesidad de difundir este deporte.JS
cráticos como los formularios oficiales para elaborar los informes de Según fue aumentando Ia cantidad de público, Ias medidas organi-
Ios partidos, Ias transferencias de jugadores por Ias que había que pa- zativas tendieron a complejizarse, y el monto recaudado pasó de ser un
gar un "derecho de transferencia", Ias planilIas de resultados, los cam- símbolo y un apoyo para abonar los gastos de los clubes visitantes <\ ser
bios de domicilio de los clubes, Ias comunicaciones, consultas e infrac- un valor nada desdeüable que excedía Ias cifras de lasée:~ogaciones. EI
ciones en tre otros. dinero proveniente dei cobro de entradas a los partidos debía desti-
J)es,de 1904 se organizó Ia cuarta categoría, para men9I:~_sS!<:} 7 narse aI mejoramiento ele los campos de juego y de Ias instalaciol1es
aüos, con el objetivo de d~r,:l;llug,~r al?~~_;,t~!4!~'ntes. Pero S1.::
apari- para el público y los jugadores. Sin embargo, el tema fue eje de innu-
ción trajo aparejadas grandes complicaciones porque muchos intenta- merables debates. En 1905 y 1906, en algunas notas ele La Argentina, se
ron inscribir fraudulentamente ajugadores mayores. A fin de evitarIo, eliscutió acerca de Ia moralidael ele cobrar entraela y se manifestaron
se pedía Ia "fe de bautismo" para compro bar Ia eelad deI joven y se im- eludas sobre el uso que se le daría a ese dinero. 2Debía elestinarse aIos
ponían penas eleportivas aIos equipos que no presentaban los papeles clubes o a Ia liga? 2Qué sucedería en los partidos internacionales? No
como asimismo reprimendas a aquelIos que presentaban "certificados existía una reglamentación integral y clara sobre Ia cuestión. De he-
falsos", tal como 10 indicaba el periódico La Argentina. cho, los clubes locales imponían sus conveniencias tras evaluar el posible
En aquellos aüos surgieron interrogªnt~s':'in~':II~cl()sa cuestionl~S?rga- público asistente y los gastos de 'traslado deI visitante y de pago ai reJeree
nizativas y económicas relacionadas con el desarrollo de Ia liga. Se ,:omen- oficial, así como otras erogaciones circunstanciales.
zaron a eliscutir los gastos que ocasionaban los viajes de los equipos, si de- EIjugaelor debía estar asociado aI c1ub y elesempeúar un papeI similar
bía o no cobrarse entr<ida aI público y, en caso d~ cobraila, cuál sería eI aI deI dirigente, por 10 que resultaba dificil establecer una distinción fun-
monto. Los debates en torno a estos temas y a Ia organización institucional cional entre ambos. A estas elisposiciones formales se sumaban ciertas re-
elel fútbol fueron los antecedentes de lá' argentiI~izació;l de Ia liga, sobre gIas sui geneJis que podían incentivar Ia participación ele otros actores
todo a partir deI llso deI castell~l~o-~I;'I~s.·;~l~~i~~'~s(i~TIP.uestoen 1907) y más aliá de los jugadol-es. A veces sucedía que, para completar el nú-
Ia s~~titu,ciéJl1deI vocablo"assoeiation" por "asociación" en 1912. mero ele participantes requerido, algún espectador se sumaba ai equipo
La prensa comenzó a reflejar, de manera recurrente, el creciente en minusvalía aunque formalmente no integraba su plantilla. Como co-
desarrolIo de Ia práctica elel fútbol entre losjóvenes porteüos. Esta rolario ele todo esto, Ia liga aparentaba ser una gran familia de sjJortsmen
SP~~"!!!!:!21,como Automovilismo)' Sp'?rt, l1luy~_imi~ara El Sportsman. Ambas
y cuando surgía este tipo de irregularidades no se generaban conflictos.
se esp~c:i;;J!z.a~ª.~1-:e)}·[~~d.;f\~~}º.~~.4~J-ª~
!'~g!~~.L l<t?técl}iça~.9~portivas,
Según ElDiario deI 12 de mayo de 1908, nunca se expresaba: "una pro-
);~Ifútbol no ocupaba un lugar destacado en eUas.
testa. Se piensa que será fácil arreglar Ias cosas. Se piensa que es una for-
EI diario La Algentina fue, desde 1903, un medio sumamente valioso
malidad. En cualquier caso, es difícil probarlo [ya que para ello] Ia
Eªrª-.~JT0~~k~L<lJicjonaelo."Este se desarrolló fuel'a de Ia liga oficial, con
asociación debería contar con Ia nó mina de socios de los clubes".
s1}sligasi_I1ª~p~ml.i~.!~~~_S,._$ll$.Jº.Qfe.()§.ºrg<t11i.~.acl()s
por c1ubçs YSL.IS des-
La baja instituci()na.li~.'l<:iQn:<:le:.!~.I~g~.
también producía otras conse-
afios el}tre.ç]).lbes. Y también se enc~rgócle difu11dir Ias reglaselel juego
cuencias Ilamativas y cantradictorias, como por ejemplo, Ia elección de
entre.aqlJelJos sectores.social.es q1Jecomç:m:f\ban a practicarlo.
Ias árbitros. En un principio estos eran provistos por los propios equipos
Durante Ia primcra década del siglo XX Ia mayoría de los medios
y se sorteaban para Ias partidos ele los otros equipas, aunque también
promocionaba los distintos partidos ele ]a liga oficial en los días previos
poclía tocarles arbitrar un encuentro en eI que participaba el suyo.
a su realización alentando aI público a que asistiera; además, varios
Todas Ias resoluciones tomadas por Ias entidade_s rectoras ..d.~1fjJ.t-
periódicos ya publicaban el fixtllre completo de Ias encuentros. Una
bol'~~l~~~b~n COl~Ia m~diación de algunos medios de prensa. Las no-
primera forma de hacerlo fue mostrar Ias previsibles virtudes deI es-
tas peri~dísticas sobr~ eleportes comenzaron a publicarse en Inglate-
pectáclllo, aI estilo de quicn recomienda una obra teatral.
rra a comienzos deI siglo XIX. En líneas generales, se ocupaban de
Los periódicos inventaron controversias en forma explícita Y cons-
10 que se consideraba conveniente o no para Ias prácticas físicas se-
ciente situando eI tema públicamente a fin de crear tensión, capturar
gún los estándares deI jet set londinense. Bacia fines de ese siglo, los
Ia atención de Ios consumidores Y generar opinión sobre Ia atracción
periódicos populares más baratos publicaban en su edición domini-
ejercida por eI espectáculo futbolístico. Así propiciaron concursos para
cal comentarios sobre Ios eventos deportivos de los sábados, en espe-
responder a interrogantes eleI estilo de: ".:Quiénes eleben formar parte
cial sobre esta práctica. Esos periódicos eran Ieídos principalmente
de los equipos argentinos y británicos?" (La /t1gentina, marzo de 1903).
por los obreros, que en buena proporción constitllían el público de]
En suma, Ios diarios de la época diseilaron distintas estrategias tendien-
espectáculo .19
tes a crear un espacio de opinión, de inquietuel entre los lectores yafi-
~I primer media perioclístico que siguió atentamente Ia evo1uç;iól1
cionados, que terminó por apllntalar el naciente espectáculo futbolís-
de I~sprãcticas deportivas en Ia Argentina fue The Sandarq, un perió-
tico. El perioelismo luchó por ocupar el lugar ele "Ia cátedra" y
clicode: ()rigen br!tá.nicoqlle se.pu!:J.lic·al:J':I.dêscl.<:;)~
d:~c:~4~ (!.~J?~9'A cOt1l'enirse en depositario elel saber. En ese sentido los periodistas pug-
comienzos ele 1900 el fútbol continuaba siendo objeto ele gran inte-
naron con los dirigentes ele Ia liga por un espacio físico propio en los
rés para Ios diarios ingleses,
ocupación
aparecieron
exhibida
he_c::.~'?
9.l~~~!:_tr~~t~!?:.·lconla
por Ia pl-ensa naci~I~::J,1:20Sin.ell1b.argo,
en El Paíslas prime:t.:asçról}icas
en
el}_Cast~!la~10de parti_~_os
t~º~
escasa pre-
estadios debido a su estatus privilegiado.21
se consideraba abanderada
La mayor parte de Ia prensa
deI faiT play y adalid de Ia objetividad. En
esa dirección, disputaba a Ios dirigentes el mandato de velar por Ia dis-
de fútbol con los comentarias de.Roberto Le.~~illieryAngeIBob.ig.~s.
ciplina deportiva.
En 1903 La Nación creó una pequeil.a sección específica, y 10 misrn.0
hicieron e'l n~~t~tfnoLa PI:er;say el vespertino LaAlgentina a~ aiio si-
g~liente. i~pr~nsa porteila deelicaba importantes espacios a los gran-
des eventos eleportivos, en especiallos partidos contra Ios equipos in-
gleses que visitaban Ia ciudad, destacándoselas coberturas de Caras}
Caretas, PETy Pu{gaTcito. Esas publicaciones no soIían hacer una cró-
Bacia fines deI sigla XIX, Ia ma)'oría de Ios partidos disputados entre clu-
nica de 10s encuentros, sino que los utilizaban como un gran escena-
bes ingleses y también con afgtll10s cercanos a Ia .éJite crioHa -como Çin1-
rio para Ia exhibición de los miembros de Ia "alta sociedad porteiia".
nasiayEsgrima de Buenos f\jres- eran vereladeras reuniones sociales I' de
Tambiél~ había revi~tas_p<lr:tic!-l.i_a!Illel1te<:lestinadas aI consumo de los
legítimas e incluso beneficiosas para Ia calielaelelevida y el cultivo ele Ia
vida social.
Sea como fuere, el desarrollo deI espectáculo futbolístico resultó im-
parable. La popularidac1 que fue aelquiriendo eI fútbol prodl~o proble-
mas en Ia gestión de los eventos, y Ias medidas adaptadas por Ia asocia-
ción resultaron poco eficientes para atender Ias necesidades, sobre
todo Ias problemas relacionados con Ia asistencia masiva e impensada
de espectadores.
El espectáculo futbolístico fue en Ia primera década deI siglo XX un
evento que convocaba a Ias persoúajes más influyentes, una de las tantas
actividades ele Ia alta sociedad. Sin embargo terminó por congregar a gru-
1906: ~quipode Sudáfríca en Buenos Aires enfrentando a Alumni. pos sociales diversos que llenaron los estadios con más de 20 000 asisten-
Uno de Ias primeros ejemplos de Ias giras d'e equipas extranjeros en teso En los capítulos siguientes veremos cómo se produjo esa trans-
el país. (Fuente: AGN.)
formación.
en junio
en Ia
consi-
de
de
EXPERIENCIA
ni
los
l
Jugadores y un públicodispuesto a infringir esas normas, sin duda tam-
1905 un lector sostenía que Ia corrupción en el fútbol de Ia liga, cu)'os
bién había dirigentes que adoptaban igual actitud.
síntomas se reflejaban en Ia ~encionada invasión por parte dei público,
Según Ia prensa, 105 dirigentes de Ia liga oficial cometían infraccio-
era provocada por Ia incompetencia de 105 árbitros.
nes contra el código de regIas formadoras deI spol·tivislllo, por ejemplo,
Para evitar que el público invadiese el campo de juego comenzaron
debldo a problemas nacidos de Ia constatación de Ias edades de 105 ju-
a plantearse sugerencias relacionadas con el tipo de alambrado -que
gadores de Ias divisiones menores. Pero cabe seiialar que Ias sitllacio-
debía ser alto y tejido- y con Ias acciones que Ia policía debía despIegar
nes Irregulares eran excepcionales. La rigurosidad en el contro] de Ias
ante tales circunstancias, institución que a su vez debía instruirse sobre
inscripciones quedó demostrada cuando un jugador jugó ilegalmente
cómo conàucirse frente a Ia muItitud.
un ?arttdo que su club ganó y ]a directiva decidió ceder ]os puntos'ob-
EI pecado original deI desvío deI sportivismo no sólo estaba relacio-
temdos en vista de Ia irregularidad cometida intencionalmente.43 Estas
nado con el público de Ias tribunas sino también con los principales ac-
acciones ejemplificadoras tenían el propósito de que todos los dirigen-
tores deI espectáculo: los jugadores. Su actuación deportiva, senalaba tes resp'~taran eI sportivismo.
Ia redacción de La Algentina, en algunos casos era desleal, por ejemplo
Por otro lado, los periódicos dI' Ia época a]entaban Ia parcialidad y Ia
cuando lanzaban Ia pelota afuera para dejar correr el tiempo y así al-
falta de ecuanimidad en mucho$ de los matcltes. EI 6 de septiembre de
zarse con Ia victoria, o cuando tenían Ia actitud poco caballeresca de
1906 Ia redacción de La Argentina reconoció que sus comentarios de
no saludar aI final dei partido)' no quedarse a tomar el té como se
los partidos en los que jugaba Alumni eran parciales, ya que centraban
acostumbraba.
Ia atención en ese equipo dejando aios otros de lado.
Para 105 puristas, había una relación necesaria entre Ia condición de
Con el propósito de atraer Iectores, La Algentina fomentó rivalidades
sjJortsman y Ia de jug~dor de primera división. De acuerdo con esta con-
y enemü;tades entre distintos clubes; rivalidades que, con el correr deI
cepción, algunos escándalos eran comparables aI fin deI mundo, por
tiempo, se constituyeron en una tradición. La Argentina era un diario
ejemplo Ias peleas entre jugadores y espectadores que empleaban Ia
de poca monta que para aumentar su tirada se vio ob]igado a estable-
fuerza boxística cuando sus recursos futbolísticos no alcanzab,an para
cer un diálogo permanente Con sus lectores, en el cual periodistas y
superar aI adversario.41 De hecho, algunosjugadores y tear/H tenían un
consumIdores daban Ia cara y se exponían abiertamente. Esas prácti-
abundante currículum de experiencias pugilísticas en medlo de los
cas, aunque con modificaciones, significativas en su grado y calidad,
partidos de fútbol. .
fueron adoptadas veinte aúos más tarde y en otro contexto por el
Otro de los elementos a tener en cuenta aI evaluar Ia conduct<"l de JU- diario Cl'Ítica.
gadores de Ia liga oficial era Ia presencia constante de una riva.lidad
aCllíi.ada en Ia competencia. Por ejemplo, en agosto de 1908 volV1eron
a enfrentarse Estudiantes y San Isidro y nuevamente apareció una "ani-
madversión negativa" entre ambos bandos, síntoma de un "retroceso
en Ia cultura spoTtiva".42 Los árbitros ocuparon desde un principio el
centro de Ia atención y de 105 conflictos. En algunas oportunidades se
Ahora nos ocuparemos de 105 valores, sentires y creencias deI universo
atribuía su ineficacia a una rigidez autoritaria que a veces llegaba aIos deI fútbo) aficionado.44
insultos contra los jugadores. Pero también se los acusaba de ser muy
. L"lviolación de Ia corrección deportiva era un tema candente en Ias pá-
permeables a Ias presiones de estos y de 105 espectadores.
gInas de Ia sección sobre e] fútbol aficionado. Entre Ias incorrecciones
advertidas, el público asistente a algunos partidos de Ias ligas inclepen- La cránica del jugador de Vélez pone de manifiesto que algunas visitas
dientes era considerado parcial y exitista debido a su simpatía hacia el a canchas más o menos lejanas resultaban aventuras riesgosas cuando
el resultado deportivo jugaba a favor dei equipo visitante.
club local y en algunos casos a su estrecha relación con los miembros
de este, ya fuera por vínculos de amistad, familiares o vecinales. En tal Los "simpatizantes" de los equipas no eran meros espectadores, sino
sentido, en septiembre de 1903 se jugó un desafio "entre vecinos" en- participantes en el sentido más estricto de Ia palabra, y esta se veía alas
tre el Club Belgrano de Ejercicios Físicos Y el Maldon~do Jrs. El en- claras cuando un equipo local estaba siendo vencido en eljuego y su
cuentro había sido organizado por el Belgrano y un socio dei local ha- público, ante el resultado adverso, iniciaba desmanes para interrumpir
bía donado el premio. Lo cierto es que, contra todos los pronósticos, el partido. Hubo episodios en 105 que ellocal era vencido y sus partida-
iba gananclo el equipo visitante. Según aparece en La Argentina, los ju- rios "comenzaron a encender fuego tras dei arco", además de robar la'
gaclores locales empezaran a "protestar y a querer boxear" a sus con- copa enjuego; o en que un partido tuvo que terminar antes de tiempo
trincantes mientras el público gritaba contra ellos: "matalo, pechalo, debido a que "el público que presenciaba el partido tomó a trompis sin
hacele un four'. A pesar de estos obstáculos antideportivos, el Maldo- causa al1"eferee y a algunos jugadores visitantes". Debido a 105 reiterados
nado finalmente ganó, resultado que provocó una reacción inaudita incidentes y con el propósito de evitarlos, Ias ligas independientes de-
dei público local, que descargó su desazón contra el refereey los jugadores bieron modificar en algunas oportunidades Ia eondición de local de
un c!ub y obligarlo a jugar sus partidos en terreno neutral.
visi tan teso
De 10 anterior se infiere que el público se condl~o de manera activa y Sin embargo, y en contadas ocasiones, también hubo casos de equi-
parcial. Esta actitud reflejaba, en realidad, que había otras cuestiones en pos visitantes ganadores que quedaron conformes con Ia condueta de
juego además de Ias meramente futbolísticas, como Ia disputa vecinal 105 locales perdedores. La aparieión excepcional de este tipo de avisos
por la superioridad territorial en el barrio. Había clubes pequeli.os con permite especular sobve 10 dificultoso de vencer en Ia cancha como vi-
cancha propia cuyo's simpatizantes residían en Ia zona. Si bien los segui- sitante sin que se produjeran disturbios. Cuando un equipo triunfaba
dores de estos equipos no eran muy numerosos, no obstante eran muy en condición de visitante, y ellocal, a pesar de su derrota, exhibía una
activos y empleab~l.l1 la violencia fisica o verbal contra los árbitros y/ o los eonclucta correcta, 105 miembros dei equipo vencedor difundían Ia
jugadores visitantes en pos de que 51.1 equipo obtuviese el triunfo. noticia en los avisos de La Argentina. Eso ocurrió el 14 de mayo de
Uno de los socios fundadores de Vélez Sarsfield, en Ia revista El Gráfico dei 1907 tras un partido por Ia liga Central, en el que Juventud Portena
9 de febrero de 1935 (citado en Historia de Vélez. Sarsfield, p.l6), evocaba: venció 4 a 2 a Manchester en su cancha de Villa deI Parque. Los gana-
dores anunciaron que "quedan muy conformes con el comporta-
No olvidaré nunca un partido que tuvimos que ir a jugar miento del Manchester, pues durante el match no hubo que lamentar
contra Everton ( ... ] 10 grave sucedió cuando a nosotros, que ninguna discusión".
éramos un cuadrito fuerte, se nos ocurrió ganar 3 a 1. iAhí se Sin embargo, el fútboljugado en Ias ligas independientes tenía la fa-
armó el lío! Aquella buena gente dei Everton hizo todo 10 cultad de enardecer los temperamentos y trasladar Ia lucha a otras te-
posible porque nuestras existencias terminaran [allí]. Tuvi- rritorios: de Ias pies y ia palabra a Ias manos, de Ia caneha aI hospital y
mos que escapar, ponernos a salvo y esperar a que llegara Ia de aIlí a Ia seccional policial. Por ejemplo, en Ia sección policial de La
noche. Entonces, cautelosamente, tres de los nuestros, Ias Argentina dei 12 de septiembre de 1907 se informaba que en el terreno
más guapos, se fueron arrastrando hasta Ia casa vestuario ya de Ias ealles Varela y Primera Junta, mientras se jugaba un partido en el
hurtadillas fueron recogiendo Ia rapa. Cuando volvieron e cual participaban menores, un niii.o había sido herido ele muerte. Si
hicieron el reparto, encontramos que ai que no le faltaba el bien este caso parece excepcional por su final trágico, Ia presencia de
saco le faltaban 105 pantalones. armas blancas no era para nada excepcional en el ámbito elel fútbol
practicaelo en Ias barriadas porteilas.
EI abandono deljuego era una opción recurrentemente empleada provenía de Ias "protestas" o de otorgar premios con un valor menor ai
por los equipos que se encolÍ.traban en desvent'\ia y no aceptaban un anunciado antes de Ia iniciación dei torneo.
resultado adverso. En Ias páginas de La Argentina aparecieron muchos La heterogeneidad deI mercado de clubes y el intento de crear un es-
casos de equipos que se retiraban antes de que terminara el partido pac:io más o menos estable dieron origen a un sinnúmero de situaciones
porque iban perdiendo y no vislumbraban posibilidad alguna de rever- en Ias que Ias fuerzas contendientes no estaban 10 suficientemente equi-
tir Ia situación, dando a entender de este modo que eljuego carecía de libradas para desarrollar un enfrentamiento en regIa. La búsqueda de Ia
sentido ... porque ya no había posibilidad de ganar. En eI pà{tido entre igu<J.ldadde condiciones iniciales; si bien era un principio intrínseco a Ia
Estudiantil de Almagro y La Prensa, jugado el 12 de septiembre de práctica deI deporte, resultaba dificil de conseguir porque en realidad
1907, ganó el primero "3 a O, hechos en el primer half-time. EI segundo era :;istemáticamente eludida por buena parte de Ias participantes. Por
no se jugó por declararse forfait Ias de La Prensa. La misma actitud ejemplo, surgieron inconvenientes por Ia formación de los equipas de
tuvo el Inglaterra, que perdía 4 a O frente ai Caballito y se retiró a Ias Ias distintas categorías en relación con Ias edades de sus integrantes, cuya
45 minutos". franja etaria iba desde los 12 hasta Ias 20 anos. Y se hizo evidente Ia bús-
Las deficiencias organizativas también fueron una arena en Ia que queda de ventajas extradeportivas con el propósito de alcanzar Ia victa-
Ias equipos dirimieron sus éxitos o fracasos deportivos. Unos minutos ria. Por ejemplo, muchos clubes con más de un equipo a menu do inscri-
podían marcar Ia diferencia entre tener que jugar para acceder a Ia po- bían en Ias ligas a su mejor cOl-uunto con el nQ II o el n2 III y no con el
sibilidad de ganar y ganar sinjugar. Muchos preferían Ia segunda op- 2
n I para que este no jugara en Ia primera categoría deI torneo yestu-
ción: diez minutos marcaban Ia diferencia entre caminar por Ia senela viera así en mejores condiciones de ganar. Si un club tenía un solo
cleljuego limpio o abandonar Ia cancha reloj en mano. equipo, casi siempre generaba discusiones eternas porque solía anotarlo
En todos los partidos de Ias ligas inclependientes debía firmarse Ia en Ia categoría II o III, nunca en Ia r.
planilla correspondiente. Si se escribía Ia palabra "protesto", se debía La fraudulenta formación de equipas de divisiones menores conju-
abonar una suma de dinero y recurrir a Ia comisión de protesta ele Ia
gadores de Ia liga mayor también fue fuente de disputas, desafiliacio-
liga. Y si eI caso se determinaba favorable aI acusador, se le devolvia el nes y expulsiones, ya que este tipo de acciones estaban expresamente
importe. No obstante, se discutió hasta el hartazgo si había que firmar prohibidas en todos los regIamentos. Con el propósito de contrarrestar
Ia planilla aunque se protestara o si el mero hecho de no firmarIa im- estas irregularidades, a partir de 1907 se hizo obligatorio presentar Ia
plicaba una protesta. Estas ambigüedades se acentuaron debido a que documentación pertinente para probar fehacientemente Ia edad de
cada liga creaba sus propias normas y Ias fijaba en sus propios regla- los jugadores de Ias planteles.
mentos. De hecho, hacia 1907 existía una do.cena de ligas indepen-
dientes y los clubes que Ias integraban variaban cada aúo, hque provo-
caba una gran confusión que estas utilizaban a veces para obtener Ia
victoria en los tribunales.
La instancia judicial de impugnación dei partido por uno de los
competidores, acción por otra parte contemplada por todos Ios regla-
Tal como lIegó ai país el deporte inglés, el fail' pIa)' y Ia rivaIidad eran
mentos de Ias ligas independientes, fue uno de los motivos que frena- parte dei mismo fenómeno. En opinión de Ias sportsmen, Ia rivalidad
ron el normal desarrollo de algunos campeonatos. La proliferación de debía ser entendida como un circunstancial enfrentamiento capaz de
Ias ligas independientes se debió en muchos casos ai mero interés de producir una tradición competitiva entre Ias rivales. Esta puja era vista
obtener ingresos a expensas dei arraigo de Ia moda futbolística. Las fi- como un condimento y muchas veces se la consideraba necesaria para
nanzas eran positivas si Ias ligas lograban atraer a muchos competido- aumentar el rendimiento. En este sentido, Ia rivalidad era un elemento
res y cobrar a todos Ias cuotas de inscripción. Otra fuente de ingresos de Ia <:ompetencia. Pero una vez concluid~ esta, Ia distancia entre Ios
aclversarios debía desaparecer. La rivalidad era aceptada, pero Ia puja entre quienes deseaban arrogarse el derecho de mejor represen-
enemistad era desaprobada por considerarse ajena a Ia esencia dei tar y defender el pequel10 territorio común.
deporte. A pesar de ser esta Ia tendencia dominante, también hubo enfrenta-
Ya en el acatado mundo de Ias clubes-equipas de aquel entonces, mientos y agudas rivalidades que nada tuvieron que ver con proximida-
PorteI1os de Flores y Estudiantes de Flores entablaron una discusián a des o lejanías territoriales. Según parece, estas disputas fueron conse-
través de La ATgentina en agosto de 1903: cuencia de una omnipresente excitacÍón provocada por Ia competencia
y en toelas ellas es posible advertir cómo Ios aprendices de deportistas se
Los sei'iores que forman parte de Ia comisián dei club Porte- clebatían por ejercer el papel de palaclines de su peque1'io universo.
I10S de Flores han informado a usted que el primeI' team de La rivalidad rápidamente devenía enemistad. La participación en
dicho club ha jugado y ganado un partido de football con el torneos y ligas il11pIicaba forInar parte de un espacio común, doride to-
c1ub Estudiantes de Flores sin especificar con qué team de dos competían contra todos, Este interés por posicionarse en Ia totali-
este club. Ruego a usted se sirva hacer público como un acto dacl deI mundo competitivo se realizó a través elel sentimiento de Ia de-
de justicia que dicho partido ha sido con el 22 team de este fensa ele Ia pequel1o, Ia grupal y Ia vecinal.La práctica futbolística fue
c1ub. AI mismo tiempo, comunico a usted para mayor clari- así transformándose en vehícuIo de reconocimiento de 10 propio y de
dad en 10 que digo que soy capitán dei primeI' team de este Ia ajeno, percibielo esta último como al11enazante. En suma, ser l11iem-
club y en tal carácter he desafiado varias veces ai c1ub Porte- bro dei ambiente futbolístico significaba participar de ese universo
I10Ssin estos haber querido aceptar, reconociendo nuestm Stlpe- simbólico gobernado por Ia rivalidad-enel11istad.
rioridad, )' han infonnado a usted de esa manera no por equivoca- Sin embargo, en otros casos, cuanelo el nacimiento de Ia rivalidad
ción sino po'rque no nos pueden desalojar del puesto que ocupamos nada tenía que ver con cercanías o lejanías territoriaIes, Ia amistael na-
en esta pmToquia. [EI destacado es nuestro.] cía ele Ia mera pretensión de alcanzar el éxito en Ia competencia. En Ias
actitueles sei'iaIadas podía observarse Ia presencia de una permanente ur-
En este caso estaba ertjuego Ia rivalidad entre dos clubes de un mismo gencia por vencer, junto a un impulso -clificiI ele resistir- de exhibirse
vecindario (Ia parroquia de Flores), disputa que podría encuadrarse como triunfador ant.e el conjunto ele Ias potenciales rivales. Para conse-
dentro dei horizonte delfai1-fJla)'. Sin embargo, Ias cosas comenzaron a guir el éxito se apelaba a una amplia gama de medios, desde argu-
ser distin tas. cias reglamentarias hasta reacciones cargadas ele brusquec1ad.
En el marco de Ia rivalidad entre equipos de una misma barriada, el El carácter que fue adoplando Ia competencia ejerció una enOl-me
campo dejuego pasó a ser el campo de batalla donde se dirimiría Ia su- atracción y terminó por instalarse como horizonte valorativo integrador y
perioridad territorial. Charleston y Argentinos Jrs., por ejemplo, eran como signo de virtud. Nac1ie que se considerara footballerpodía queelar ai
clubes-equipos cuyas secretarías y canchas se encontraban a poca dis- margen de esa forma ele sensibilidad. Cuando Ia rivalidad-enemist.ael apa-
tancia geográfica entre sí. En septiembre de 1903 el primero desafiá aI recía, su empl~e obligaba a los clubes a encolumnarse bajo su égida, En
segundo en forma vehemente, y este no tardá en responder y aceptar cambio, si un c1ub desconocía o int.entaba eluelir este principio, sus con-
el reto, aunque advirtiendo que sus objetivos primordiales no pasaban u'incantes podían interpretar su acción como eleshonrosa.
por Ia mera competencia. Aceptaban el desafio para que otros no pu- Algunos periodist.as percibieron como una amenaza ese desnudo ele-
dieran "tacharnos de no querer jugar por el objeto por miedo a ser seo de t.riunfo adosado a Ia rivali.elacl teI1ida de animadversión entre 10s
vencidos, por eso aceptamos el desafio en todas sus partes, rogando aI clubes. En Ia experiencia de Ia lucha competitiva fue conformándose
capitán dei Charleston se sirva pasar por Ia secretaría. Luis Bianchi". una serie de conductas y códigos comunes, Para ello se urdieron
En este caso el partido reflejaba, como ya se indicá, una competencia ciert.as estrategias, como mostrar caras largas y preocupadas frent.e ai
entre vecinos de un mismo vecindario, y en particular expresaba Ia aelversario, quien pasó a ser identificado casi como un enemigo.
EXPERIENCIA Y VIRTUD EN EL FÚTBOL AFICIONADO 81
ai proceso de argentinización de los sectores populares, un proceso Todo a través de Ia mediación dei diario. Los participantes se sentían de-
que se coronaría en los ai10s veinte. Esa cultura se produjo dentro dei fel~sores de su cuadra, de su vecindario; eran estudiantes y trabajadores
horizonte común dei asociacionismo, una experiencia de Ia que los jó- reSIdentes en eI lugar, que buscaban diferenciarse de otros jóvenes en un
venes eran portadores, tal como quedó demostrado por su activa mili- proceso que a su vez Ios integraba a un universo mayor, que deseaban for-
tancia en organizaciones, clubes y ligas independientes, donde Ia prác- mar parte: de] todo pel'o manteniendo sus elementos distintivos.
tica deI íütbol se diferenciaba claramente de Ia desarroJlada por Ia liga La formación de identificaciones en Ia rivalidad permitió delimitar
.oficial. Al adoptarIo como novedad y como moda, estos jóvenes instau-
el marc~ de 10,:ue se co~cebía como propio o ajeno. La calJe pasó a
raron una opción no prevista por instituciones como Ia familia, en buena ~er un amblto recreado para Ia competencia, Ia confrontación y Ia
proporción extranjera y en su mayoría atenta a prácticas y tradiciones que IdentIdac!, vale decrr, una franja y arena de disputa. Pel'o este proceso
ignoraban 10s deportes. no, era m'~ramente simbólico: el desarrollo de Ia ciudad en su sentido
Como hemos visto, el fútbol de Ia liga oficial no siempre se ajustaba mas.duro formó parte de él. Comenzaba a ponerse en práctica un nuevo
ai modelo ideal. Los jóvenes que 10 adoptaron 10 hicieron asu manera, sentIdo de pertenencia a un grupo (equipo de fútbol) que defendía un
con prácticas y valores alejados de Ias nociones dei Jair pia)' y cercanos lugar. Simult.áneamente aparecía Ia formación de la identidad portena y
a otros contextos y ambientes ajenos ai deporte tal como se 10 conoeia local (vecl11al):. ~ada una adquiría sentido sólo si Ia otra estaba pre-
entonces. Al hacerlo implementaron tácticas generadas a partir de Ia sente. En definItiva, estos jóvenes participaron de Ia construcción de Ia
experiencia. EI fútbol resultó ser una "zona libre", una región sociocul- clUdad m<:diante Ia práctica y el hacer dei fútbol, que también fue sus-
tural fecunda para Ia creatividad de los jugadores. En esa zona libre tento material de Ia edifícación horizontal y vertical de Ia red urbana.
operó Ia edificación identitari" y fue un escenario de creación con in-
sumos apropiados.
Los jóvenes adoptaron e! fútbol, y en su práctica se colaron valores
como Ia guapeza, elexitismo, Ia búsqueda de Ia visibilidad y el éxito, que
a su vez se combinaron con el honor en una suerte de mixtura que ter-
minó por configurar un valor particular y propio deI ámbito deI fútbol.
Se podría pensar, en este sentido, en un estilo cultural generacional, es
decir, un conjunto de elecciones y combinaciones de bienes y símbolos
culturales que los grupos de jóvenes articularon en un proceso de dife-
renciación y de distancia de los otros, por ejemplo sus padres y Ia cultura
inmigrante.60 EI fútbol era una práctica que ostentaba el valor distintivo
dei "tiempo experimentado en común", un tiempo presente que ac-
tuaba y miraba hacia eJ futuro en disonancia con otros ritmos y experien-
cias culturales que ofrecía Ia sociedad dei momento. La juventud futbo-
lera construyó una comunidad temporal, sus afinidades de sentimientos
y pensamientos eran expresadas a través del fútbo! sin demasiados lazas
con otras tradiciones ya constituidas. Así, esta práctica implicó, en prin-
cipio, Ia creación de un estilo cultural que no trataba de imitar ai vigente
en Ia élite local ni aI dominante en Ia escuela pública.
Dentro de ese marco de emulación y desafios, los jóvenes deseaban for-
mar parte de Ia moda dei fútbol, ese espacio nuevo en construcción.
4. Los espados urbanos
y Ia popularización
de Ia práctica deI fútbol
I
que, en el momento de solicitar Ia afiliación, cada club Ia tuviese y en
,i condiciones rcglamentarias, esto es, con tribuna para el público, y ves-
( tuario }' casilla ele duchas para los jugadores. Y si bien esas condiciones
~.
( no eran necesarias para participar de Ias ligas independientes, consti-
f~
" tuían un aspecto básico para cualquier club que intentara calificar
(
;\
'.1
como competidor con posibilidades.
( La posesión de una cancha propia era uno de 10s vértices de Ia rela-
,
.ü ción deI club-equipo con Ia comunidad deI lugar. En efecto, esta rela-
f
~~ ción en muchos casos surgió con posterioridad y como consecuencia
( 'i:~
{ ele Ia existencia de Ia cancha. Sin embargo, en los primeros a!'1os deI
,~.
nuevo siglo, muchos de los clubes que participaban en Ias ligas inde-
t penelientes carecían de cancha. Si en 1907 existían más de trescientos,
dos tercios de ellos no disponían de ese espacio.
En realielad, el proceso de popularización deI fútbol rue paralelo aI
vertiginoso crecimiento urbano. En eI transcurso de Ias primeras déca-
das, el estado, cl mercado y Ias instituciones ele Ia sociedad civil orien-
taron el desarrollo ele Ia ciudad. En ese contexto, ]osjóvenes militantes
del fútboI hicieron 10 que pudieron y no Ia que quisieron.
Nos cletendremos un instante en una breve elescripción de Ias cam-
bios urbanos ocurridos durante Ias ultimas dos décadas deI sigla XIX
y comienzos deI XX. Los investigadores aseguran que el cambio fue casi ausente en Ias barriadas alejadas, es un claro ejemplo. A pesar de
drá'stico, entre otras cosas debido a un notable crecimiento poblacio- que se fundaron nuevas comisarías, el avance deI control estatal no se
nal fruto de Ia afluencia masiva de población inmigrante. La ciudad ~ustaba aI ritmo de crecimiento poblacionai de Ia ciudad.
duplicó su número de habitantes entre 1900 y 1915 (de 800 mil a más En (onsecuencia, si observamos Ia ubicación de Ias residencias de
de un millón y media) y los extranjeros Ilegaron a representar casi el los jóvenes futbolistas fundadores de 10s clubes participantes de Ias li-
50% de ia población urbana total, cifra que fue disminuyendo hasta gas independientes, mientras una franja habitaba los nuevos vecinela-
Ilegar aI 37% hacia 1936. rios alejados deI centro otros residían CO:l sus familias en el superpo-
EI centro, cada vez más poblado, concentraba Ias activi~ades comer- blado centro urbano, un espacio obviamente inadecuado para Ia
ciales, financieras y burocráticas, mientras que sobre los ejes tI-azados práctica deI fútbol. En ese marco, Ia ciudad y el fútbol fueron escena-
por Ias líneas deI ferracarril se producía una constante y creciente ex- rios m Llchas veces relacionados por Ia imposibilidad de I~s jugadores
pansión territorial. Así fueron forjándose los nuevos vecindarios, aleja- de practicar ese deporte en el mismo barrio donde residían.
dos deI centro hacia el Sur, el Oeste y el Norte, que en un principio se
localizaron en torno de Ia plaza y de Ia estación de ferrocarril como un
emblema civilizador deI suburbio portei1o. Desde 1880 los tranvías fun-
cionaron a tracción a sangre, pel'o durante Ia década de 1910 comen-
zaron a utilizar Ia electricidad, 10 que se tradujo en una mayor cober-
tura territorial y en el abaratamiento deI servicio. EI crecimiento de Ia Los niiios comenzaron a practicar el fútbol en Ia calJe y en los terre-
ciudad también estuvo asociado a Ias oleadas inmigratorias, y el aloja- nos baldíos. De hecho, los partidosjugados en esos escenarios protago-
miento de los recién Ilegados se transformó en un problema recono- nizan Ias primeras narraciones de quienes luego serían jugadores céle-
cido por el propio estado. Durante los últimos decenios deI siglo XIX, bres. A;í 10 refleja una nota de Ia revista La Cancha, publicada en agosto
Ia "solución" -con su secuela de hacinamiento- fue el conventilIo. de 192il, donde se dice que Cesáreo Onzari, el famoso delantero de Hu-
Más tarde, a co;nienzos deI siglo XX, una serie de nuevos fenómenos racál'l y Ia selección nacional:
modificó el panorama. Uno de los más significativos fue el asenta-
miento poblacional en los vecindarios periféricos, donde hacia 1910 ya AI igual que tantos de nuestros mejores futbolers, se inició en
se habían acercado Ias líneas tranviarias totalmente electrificadas. Ade- Ia práctica deI POPUlal- deporte en los baldíos de su barrio.
más, Ia subdivisión en lotes de Ias grandes propiedades y su puesta a Ia Había fundado, con un grupo de chicuelos, eI "Invencible
venta a plazos trajo aparejada Ia posibilidad de Ia "casa propia". Surgie- Football Club ", que sostenía casi diariamente encuentros
ron así Ias nuevos vecindarios alejados deI centro, y el conventillo fue COI1 rivales de Ia vecindacI. ( ... ] AIos 15 ailos, Cesáreo se
lentamente desplazado como hábitat de los sectores populares. til ali ,tó en Ia intermecIia de Sportivo Almagro.
Por su parte, el estaelo orientó a través de Ia legislación el diseilo de
Ia grilla urbana, así como Ia obra pública, Ia educación y Ia prestación Si Ia priictica de este deporte no era bienvenida en los patios escolares,
ele servi cios de segurielad.62 Aunque de manera progresiva y desigual, a tampoco 10 era en plazas)' parques públicos. Excluido de Ias zonas regu-
partir deI segundo decenio e1el siglo XX fue desplegándose una serie ladas, el. fútboI tuvo en Ia calle su espacio primordial. Los noveles y en-
obras públicas para dotar a estos nuevos vecindarios, por ejemplo, de tusiasta~;jugadores se apropiaron de elIa y Ia transformaron en un lugal-
servicios ele agua corriente. No ocurrió 10 mismo con Ia iluminación y de sociabilidad para los varones adultos,jóvenes y nil'ios. Pel'o esta apro-
Ia seguridad, servicios que, si bien estaban cada vez más extendidos en piación no estuvo exenta de conflictividad. Los periódicos denunciaron
los barrios céntricos, eran por aquel entonces casi inexistentes en los que unas "patotas" o "grupos de jóvenes maIevos" se habían apoderado
vecindarios periféricos. La presencia policial, marcada en el centro y de Ias calles porteilas. Yeran muchos los vecinos que solicitaban a Ias
LOS ESPACIOS URBANOS Y LA POPULARIZACIÓN DE LA PRÃCTICA ... 97
sión de una cancha y Ia participación en un torneo, porque deseaban for- Dcspués de hora y media de discusiones 105 50 cios deI club
mar parte de ese mercado concreto y simbólico naciente y en cierta me- General Las Heras tuvieron que abandonar ese terreno y pe-
dida gestado por Ia acción promotora dei diario La Algentina. dIr elllas inmediaciones otro prestado y el cualles fue conce-
Pel'o Ia disponibilidad de 105 medias necesarios para conseguir ese d.ido. Pero el terreno no era adecuado para football ni ejerci-
terreno era enormemente desigual. Muchos entusiastas de Ia iniciativa CIO parecido, sino que era una especie de potrero fangoso y
futbolera no eran sino once jóvenes que vivían en el centro de Ia ciu- pantanoso. Eran Ias 3 pm )' 105 deI club Gral. Las Heras decidi e-
dad y no tenían un espacio físico donde jugar, y en ocasiones tampoco ron jugar cuando ya se nos habían ido 105 mejores jugadores
con qué hacerlo. Paralelamente aI uso espontáneo de Ia calle, el grupo [ ... ] que tuvieron que ser reemplazados por tres del tercer y
tomaba Ia iniciativa, fundaba una protoinstitución y se inscribía en una cuarro team respectivamen te. Por no hacernos tratar de miedo-
,iga independiente. Según aparece en La Algentina de julio de 1~05, el sos y cosa parecida,jugamos. En el terreno no había iínea que
Club Atlético Londres acusaba a su ocasional rival de desafiar a otros marcara 105límites de] field. En el juego, aI patear un corner [se
clubes sin tener "ni field ni pelota, esto ya no tiene ni principio ni fin". cayó el arco y] lastimá levemente aI goal-heeper deI c1ub Inde-
Debido a estas quejas, Ia Liga Central de Football estableció un jixitl7'e se- pendencia.
gún Ia disponibiliclad de canchas, que por otro lado no eran muchas.
EI problema dei terreno era uno de los temas centrales a tratar en Ias Las quejas por Ia existencia de canchas en mal estado eran recurrentes
reuniones y asambleas. Según La /17gentina de junio de 1906, el Club 10 que no s<510demostraba el escaso conocimiento y Ia pobreza de me~
Southampton lIamaba a sus 50 cios a presentarse "a Ia asamblea que se dlOs para mantenerlas adecuaclamente, sino que también atestiguaba
efectuará el 4/5, en Ia cual se tratarán asuntos importantes: 1º El I~ cantldad de clubes cuyos socios vivían lejos de Ia cancha, a Ia que
abono dei mes, 2Q Entrar en trofeo o liga, 3º Conseguir jield. La asam- solo controlaban cuando tenían que jugar -una o dos veces por se-
blea se efectuará a Ias 8 o 9 pm en Ia calle Estados Unidos 1545". mana- mlentras que eJ resto de 105 dias era llsufructuada por intrusos
Estos obstáculos para Ia obtención de un teneno marcaron 105 prime- (vecmos) o por 105 propietarios deI terreno. A estas dificultades se su-
ros pasos de muchos 'de 105 clubes actuales, como el club Excursionistas, maban 10s i I1convenientes para encontrar espacios que contaran con
ai que se le había otorgado un predio en el B<0o Belgrano que se ane- 10s metros necesarios para ser tI-ansformados en canchas con Ias medi-
gaba cada vez que 110vía copiosamente sobre Ia ciudad de Buenos Ai- das reglamentarias. Según consta en La Algentina. de junio de 1905 el
res.65 Algo similar les sucedió a los fundadores de San Lorenzo, quienes club Estudiantes Jrs. acusó aI club EI Plata de poseer una cancha sin 'Ias
sufrieron Ia precariedad y estuvieron en varias ocasiones a punto de de- dimensiones necesarias, 10 cual provocaba que "cuando el goalkeej)er pa-
cretar Ia muerte deI club por falta de un espacio propio adecuado. teaba el 51101, tenía que at<0arla el goal-heeper contrario. [Pero los deI
Los terrenos aptos para el juego pasaron a seI- un bien escaso frente a club El Plata se defendieron sosteniendo que] esto es faltar a Ia verdad,
una demanda sostenida, 10 que inevitablemente provocaba intermina- porque si bkn Ia cancha no es rcglamentaria, ninguno de sus jugado-
bles disputas. Era habitual que dos o más "propietarios" consideraran res es capaz de Ilegar de lado a lado con UI1 s1l0t". c
propio un mismo terreno, causando complicaciones ele difícil solución Hasta aqu:í hemos mencionado 105 problemas que afectaban Ia ad-
en Ias que quedaban envueltos los miembros de muchas protoinstitucio- quisición de lln espacio adecuado para jugar ai fú tbol según Ias regla-
nes. En Ias páginas de La li1gentina de septiembre de 1903 se afirma que mentos oficmles. A partir de ahora analizaremos Ia Iocalización de Ias
el Club Independencia y el Club General Las Heras debían enfrentarse á~eas donde vivían y jugaban Ios entusiastas dei nuevo deporte que ha-
en el terreno deI Las Heras, situado en "Ia calle Berutti [5ic] yvías de! FC bJal1 logrado conseguir un terreno.
Pacífico". Cuando el partido iba a comenzar llegaron otros jóvenes, dei
club Lasal1e, que sostenían vivamente ser dueilos de esc mismo predio.
caso similar fue eI deI club Estudianti1 de Almagro, cuyos jugadores re-
sidían en e1 barrio hománimo pero jugaban en Ias cercanías deI actual
En 1905 Ias canchas se situaban sobre Ias ejes marcados por Ias lí- Parque Chacabuco: ellazo simbólico consistía en "defender eI honor
", s mostI-ando similitud con Ia historia ele Ia estructu- de ese grupo" y, en segunda instancia, eI de Almagro, De hecho, ha-
neas f errOVlana , '
,, d I espacl' os urbanizados y Ios nuevos vecindarios, En bían conseguido su cancha a una distancia de cuarenta cuadras deI Iu-
raclon e os ,
efecto, aI observar Ias canchas de Ia ciudad de Buenos Aires haCla gar donde vivían.
1916, se apreciaba que Ios terrenos de juego no sólo estaban c~~ca de Distintos fueron Ios casos de aquellcis protoclubes cuyos equipos per-
, " smo tam b"Ien d e Ia t rar,1V1'aria La populanzaclon
Ia red ferrovrana, deI, tenecían aios barrios de Flores, Belgrano y Chacarita, ya que jugaban
fútboI se dio, junto a otros fenómenos, en una suerte de haz constl- y residían en eI mismo lugar. Esta cercanía hizo que eI vínculo sobrevi-
tuido por Ia red de! ferrocarriI, sus estaciones y Ias núcl~os urban~s viera a Ia competencia deportiva de Ias ligas independientes y les faci-
que circundaban Ias plazas aledaiías, 10s tI-anvías, los Iote~s, y Ia aCCLOn litá Ia lucha por un espacio propio y también su cuidado. Así, mientras
de Ios entes estatales de controI, administración y educatlvos, ejercían Ia potencia simbólica de ser locales, simultáneamente defen-
Una buena parte de Iosjóvenesjugadores vivía en eI centro de Buenos dían el espacio físico de Ia cancha, uniendo el símbolo yel terreno que
Aires y debía buscar un terreno apto para ser utilizado como cancha e,n se pisaba. Por último, aquellos clubes que no tenían cancha y se inseri·
. I' d 'd Ia'reama'spobladay'yatotalmenteurbanizada.HaCla bían en una liga independiente debíanjugar e1 partido y Ia revancha
sectores a ep os e < , ' , ' ,
1910, Ias circunscripciones que agrupaban a Ias vecmc1anos mas aleJldos en eJ campo de juego contrario. En otras palabras: si un equipo no po-
de Ia ciudad concentraban Ia mayor cantidad de canchas de clubes, Eran seía un campo de juego, o si 10 tenía pero este se encontraba lejos dei lu-
áreas cercanas a Ias redes deI FfCC y tranviarias, que conectaban esas pe- gar de resielencia de Ios jugadores, eI renelimiento y el posible apoyo de
queíí.as agrupaciones físicas y humanas con eI ce~1tro, " amistades, familiares y aIgún público eran menos significativos.
Las canchas de 10s clubes ele fútbo1 que partlClpaban de Ias hgas I~- Repasemos brevemente el caso de Vélez Sarsfield, un club-equipo en eI
dependientes no estaban, obviamente, en e1 centro urbano, es dec~r, que Ia residencia de Ios fundadores y el espacio urbano utilizado para ju-
dentro deI arco cubierto por Ias aCluales Av, SanJuan, Av. La Plata, Río gar coincidían venturosamente. Bacia 1910 Ia zona cercana a Ias vivien-
. Medrano y Av " Santa Fe Desde Ia desaparición de Ia mayor das de sus fundadores -Ia estación eleI FFCC llarnada Vélez Sarsfield, en Ia
d e J aneIro,
cancha de pelota vasca ele Ia ciudad ubicada en Ia Plaza Euskara deI ba- apartada zona Oeste- estaba compuesta por 1800 manzanas, 200 de eJlas
rrio de San Cristóbal, ocurriela en 1902, no hubo estaellOs grandes en poblaelas, 500 semipobladas y 650 deshabitadas, La primera cancha de
eI centro urbano hasta Ia edificación deI Lema Park en Ios úios treinta, Vélez se ubicó en Ia intersección de Ias actuales Juan Bautista Alberdi )'
Hacia 1905 Ios terrenos ocupados por Ios clubes estaban situados en ,Ias Mariano Acosta, En determinaelas ocasiones, cuando se disputaba algún
"orillas" de Ia superficie urbanizada, En 1916 Ias clubes ya apareClan partido y Ias concliciones dei campo de juego eran adversas, se retiraban
66
englobados dentro de Ia zona edificada. . ., ' 10s postes de los arcos y eran reubicados en alguna quinta cercana a este.
De todo esto se desprende que 10s jóvenes futbohstas resldran y ~uga- Nicolás Tv1.Moreno, presidente honorario ele Ia institución, cuenta que:67
ban en territorios que a veces eran uno y eI mismo y otras no, La dIstan-
cia entre e1 lugar donde vivían y eI terreno donde practicaban e1 Juego Una vez metimos Ios arcos en Ia quinta de Olivera (hoy Parque
produjo numerosos problemas con Ios jóvenes que residían cerca.y tal11- AvellanedaJ, porque había menos barro que donde jugábamos
bién usaban eI predio. Muchas veces, Ios que se consideraban eluenos elel siempre, y apareció un paisano a caballo que nos preguntó
terreno io encontraban deteriorado cuando pretendían utilizarIo. quién nos había dado permiso para estar allí. Le dijimos que
Fue eI caso de Iosjávenes que vivían en el céntrico bani o de Once y te- nadie nos había autorizado, pero que nos dejara por 10 menos
nían sus canchas en Floresta o Villa' Devoto, y que cuando jugaban allí de- hasta que termináramos el partielo ... jNos sacó carpiendo!
cían defender a Ia Iejana barriada donde residíanjunto a sus familias. Un
Así, Ia popularización deI fútbol puso de manifiesto que el espacio ur-
bano, alln cuando se hallaba en pleno desarrollo, resultaba inadecuado y
escaso para su práctica. Esta significa que Ias clubes que lograron man-
tenerse y crecer fueron aquellos que pudieron ganarle la batalla a una
ciudad poco dispuesta a recibirlos.
En líneas generales podemos afirmar que Ias clubes nacidos en los
sectores populares que consiguieron sobrevivi r a esta etapa fundacio-
nal fuerol1 aqueJlos en Ias que coincidían Ias áreas de residencia de Ias
jugadores/fundadores)' Ia ubicación de Ia cancha, o bien aquellos que,
aun instalados en otro vecindario, lograron fusionarse con Ia comuni-
dad local. Es decir, independientemente dei lugar donde vivieran Ias
jugadore s/ fundadores.
lermo, recorrido que implicaba numerosas combinaciones y trasbor- propio <:spacio dentro de sus límites.
dos mientras Ia conexión entre Ias zonas alejadas y el centro era,relati- En síntesis, durante Ia primera década dei siglo XX, cuando el fútbol
vamente sencilla-. comenzó a popularizarse, surgieron tres espacios diferentes utilizados
Es probable que gracias a estas mismas dificultades, por paradójico que para Ia práctica dei fútbol, cada uno con regiones urbanas más o me-
pueda resultar, pocos portel1os conocieran tan bien Ia ciuda~ en aquel nos circunscriptas. EI fútbol "informal ", jugado por los jóvenes en Ias
entonces como estosjóvenes. Sin duda consideraban que esa VlvencJa dei calles y los terrenos baldíos; el fútbol aficionado de los clubes partici-
espacio urbano era parte integral dei espíritu de aventura y novedad con pantes en Ias ligas independientes, que consiguieron terrenos donde
que vivian el fútbol. En ese sentido, no es casual que muchos fundadores instalar una cancha, y, por último, el fútbol de Ia liga oficial, restrin-
eligieran'e1 gentilicio "portel1os" para bautizar sus clubes. gido a unos pocos clubes con canchas aprobadas por los inspectores de
Este proceso puede asimilarse a una metáfora que relaciona ai "club- Ia asociación.
equipo" (que defendía el pequel10 universo grupal-Iocal) que partlcl- A pesar de Ia fuerte presión originada por el crecimiento urbano, Ia
paba en una liga (que agrupaba a todos los competidores bajo iguales fuerza dei apego simbólico-afectivo dei fútbo] dia un resultado nove-
condiciones) con eI vínculo existente entre el pequel10 mundo local, doso: Ia aparición de una enorme cantidad de clubes, algunos con sus
vecinal, de cuadra, de esquina y Ia ciudad entendida como un todo. La respecti\'as canchas, en el ámbito de Ia ciudad. Ese fue el inicio de un
liga sería, desde esta perspectiva, un encuadre totalizador -como 10 era extraI10 fenómeno y una de !as peculiaridades de Ia asimilación dei he-
Ia ciudad en tanto espacio urbano global-, pues cobijaba a todos los cho futbolístico en Buenos Aires, gran urbe que cuenta hoy con 17 es-
equipos rivales que representaban aios vecindarios. Los equipos com- taclios douro de Slls límites jurisdiccionales, situación sólo comparabJe
petidores forjaron su razón de ser en torno a esos pequel1.os universos a Ias de otras dos ciudades capitales: Montevideo y Londres.
propios, que, por otra parte, no habrían podido existir sin el ámbito
urbano totalizador.
5. Difusión d.e Ia práctica
del fútbol hacia el conjunto
de Ias mstitudones sodales
r
" bolistas durante los fines de semana. En líneas generales, Ia respuesta
positiva a estas peticiones parece paber dependido más de Ias gustos y
flexibilidades de Ias mandos de cada dependencia que de una norma
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establecida. Los jefes militares no desaprovechaban las oportunidades
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'':' ele expresar sus ideas en torno ai deporte. Por ejemplo, en Ias ceremo-
nias ele entrega de premias ele Ias torneos internos, eliscurrían sobre
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aquellos factores que, a su entender, vinculaban ai fútbol con Ia vida
militar. Para ellos, Ias objetivos de este deporte estaban incluidos en
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los de Ia formación de una juventud adiestrada para el cumplimiento
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de los própositos que Ia patria le tenía reservados. De acuerdo con
( esta concepción, se lJamaba "enemigo" aI adversario y se valoraba Ia
( elefensa ele los colores hasta el último instante, tal como 10 requería
Ia custoelia de Ia patria.
( I
La iglesia católica argentina tampoco permaneció aI margen deI pro-
( ceso general de "futbo!ización". No se mostró indiferente ante el hecho
( consumado de! triunfo deI fútbol entre los ninos y jóvenes de Ias barria-
das y propició su práctica dentro de Ias paredes de sus escuelas.71 Un
(
ejemplo característico fueron los colegios salesianos.
l La "Pía Sociedad" es una congregación fundada pO"rJuan Bosco en
( 1859 en Turín, Italia, bajo Ia advocación de San Francisco de Sales, de
aJlí que sus miembros se denominaran comúnmente salesianos de Don
(
Bosco y tuvieran como principales axiomas "civilizar, convertir y educar".
( Lo cierto es que esta comunidad Jlegó a Ia Argentina en Ia década de 1912: Ciudad de Paraná. Equipo formado por soldados conscriptos.
( 1870 con el propósito de ser "algo así como una vanguardia de Ia iglesia, (Fuente: AGN.)
capaz de fundar obras de extraordinaria solidez" y que hacia fines deI si-
( forma útil de controlar a sus alumnos, por 10 que, si su ejercicio permi-
glo XIX ya contaba con una treintena de establecimientos propios entre
t escuelas, imprentas y hospitales. Esa enorme tarea era compatible con el tía que ;,e divirtieran en los recreos y a Ia vez mantuvieran cierta disci-
objetivo de homogeneización de Ia sociedad argentina, en tanto Ia "con- plina, no había que dudar en facilitarles un balón y dejar que eljuego
( I
versión" implicaba un verdadero cambio cultural en el sentido occiden- se desarroJlara, como era usual, en el patio deI colegi073
{ Así como Ias fuerzas armadas y Ia iglesia incorporaron el fútbol y
talizador.72
í Hacia principios deI siglo XX, el fútbol estaba más o menos afin- otros deportes, también hubo algunas empresas que incentivaron su
cado en todos los colegios salesianos existentes en el país. En los más práctic:a entre sus trabajadores. La tradición de formación de clubes
{
importantes de Ia capital, como el Pío IX, Ias estudiantes organiza- eleportivos para Ia ocupación deI tiempo libre de empleados y obre-
( ban pequâlas ligas internas cuya existencia databa de 1908. Se juga- ros nac'ió en Gran Bretana y en Ias Estados Unidos hacia fines deI si-
glo XIX y principios deI XX. Este proceso ha sido visto como un in-
\ ban varios campeonatos intercentros, y Ia Copa Vivot, entre equipos
formados por ex alumnos. Cabe senalar que los equipos de alumnos tento d,e ordenar no sólo Ia vida laboral sino también el tiempo libre
! de los trabajadores, aunque uno de sus objetivos subyacentes y funda-
de las escuelas salesianas no participaban en Ias ligas independientes
( ni tampoco en Ia oficial, y sólo se formaban para participar de tor- mentaks era e! de distanciar aIos trabajadores entre sí, y a Ia vez dis-
! I neos escolares internos. tanciarlos de Ia vida sindical y política. En definitiva, 10 que se bus-
EI fútbol era considerado una herramienta educativa y disciplinadora caba era generar un espacio identitario que uni era a Ia empresa con
(
interna, algo muy distinto de iniciativas tales como fundar clubes o ligas su planteI de trabajadores.
{ asociadas ,con el mundo extraacadémico. La práctica deI deporte den- En nuestro país, esa práctica se inició en Ias empresas ferroviarias in-
( tro de Ias instituciones educativas salesianas dependió en gran medida glesas, pero otras grandes corporaciones imitaron Ia iniciativa. Así fue
de Ias inclinaciones y gustos personales de los maestros, muchos de los creado en 1912 el Club Atlético Louis Dreyfus y Cía., de Ia conocida
(
cuales tenían perfiles de CUll.O intelectual ajenos a Ia promoción de Ias compaiiía francesa dedicada a Ia exportación de cereales, con sede en
{ prácticas corporales. Para e"tos educadores el deporte era sóIo una el barrio de Paternal. En la mayoría de los casos estas iniciativas propi-
(
(
La organización de estas ligas en ciertos casos emulaba Ia de Ias enti-
dades oficiales de fútbol, y los partidos finales soIían disputarse en
grandes estadios y con buena asistencia de público. Debemos tener en
cuenta que en algunas de estas compaüías trabajaban decenas o cente-
nas de empleados, y que a ello se anadía el atractivo de que muchos de
estos equipos incluíanjugadores de Ias ligas oficiales, que tenían un
espacio asegurado en Ia gran prensa portena.
ütro indicador de Ia difusión social de Ia práctica deI fútbol fue Ia
incorporación y organización de torneos por parte de trabajadores y
empleados. En este sentido, [a actividad de Ia Federación Atlética de
Empleados Nacionales -que en los aüos veinte organizaba torneos en
varias categorías y que integró a una gran cantidad de reparticiones-
fue nolable. A su vez, como todo club de cierta envergadura societaria
Equipo de empleados de Ia Empresa Harrods Gath & Chaves. y con instalaciones adecuadas, organizaba torneos deportivos internos
(Fuente: AGN.) entre sus socios.74 E[ fútbo[ jugado por Ios trabajadores, ya fuera en clu-
bes fundados por ellos mismos o por Ias empresas, era visible a través
ciaban Ia formación de equipos de fútbol para que representaran a Ias
de Ia organización de torneos internos, una práctica que poco a poco
compaüías en Ias ligas que organizaban torneos. Más aliá de que fun-
se transformó en hábito y que ha persistido hasta hoy.
daran clubes o sólo equipos, Ia iLiciativa partía en ~uchos casos de los
Así como parte de Ia iglesia y algemas empresas fueron permeables aI
empleadosjerárquicos con el auspicio de Ias patrones, aunque en algu-
nuevo fenómeno futbolístico que tanto ataría aios jóvenes durante Ias
nas oportunidades fueron los propios trabajadores y empleados de me-
primeras décadas deI siglo XX, los sectores de izquierda, en c~mbio,
nor rango quienes crearon clubes bajo eI nombre de Ia empresa.
demostraron poco interés en este deporte. Los grupos an~rqUlstas 10
Desde comienzos de Ia década de 1910 hubo ligas que agrupaban a
consideraban una práctica esencialmente burguesa y abogaban por
Ios equipos ele Ias empresas. Así se crearon Ia Liga Ferroviaria, Ia Ferro-
alejarse 10 más posible de su influencia. Los grupos politizados y sindi-
bancaria, Ia Bancaria y Ia Federación Comercial. En esas entidades, y en
calizados se mostraron distantes y desconfiados ante esas nuevas ten-
ou'as creadas más tarde, participaban equipas representantes de alg\.mas
dencias y gustos. En efecto, veían aI fútbo[ como un peligro en Ia evo-
de Ias empresas más importantes dei país, muchas de ellas asociadas a Ia
[ución hacia Ia formación de Ia conciencia de clase, ya que acercarse ai
exportación de Ia producción agraria, a Ias grandes tiendas comerciales,
espectáculo futbolístico silTnificaba caer en Ias redes de Ia cultura do-
t> r.
y a Ia indusu'ia alimenticia, textiI y editorial. Hacia 1920 Ia Federación minante e implicaba alejarse de Ia "cultura realmente obrera".70 Ade-
Bancaria contaba con equipos de Ios siguientes bancos: Espaüol, Hogar
más, el saber oficial de los medios socialistas, fuertemente impregna-
Argentino, Italia, de Ia Provincia, Caja Nacional de Ahorro Postal, Nuevo
dos por [a tradición letrada decimonónica, consideraba enemigas Ias
Banco de Italia, Hipotecaria, Francés y Río de Ia Plata, Francés e Ita-
tendencias antiintelectualistas de muchos difusores de Ios deportes.
liano, de Ia Nación y Boston. Fueron aüos de gran expansión de Ias es-
Sin embargo, visto desde otra perspectiva, como sostiene Hobsbawm,
pectáculos populares, tanto en el caso deI fútboI como en eI deI teau'o, el fútbo[ fue un elemento que sí incidió en Ia construcción de la con-
especialmente deIllamado "género chico". En Última HOTa de mediados ciencia de clase en el sentido de constituir un aporte para Ia formación
de 1920 se menciona Ia fundación de Ia Liga Teatral de Football, con de una identidad propia. Sea como fuere, es indudable que ejerció llna
equipas de Ias compaüías de Ios teatros Nacional (Nacional Football fuerte influencia sobre 10s trabajadores y algunos partidos y asocia-
Club), Royal Theatre, Arata-Simari-Franco y Ópera, enU'e otros. ciones sindicales europeas, que crearon sus propias organizaciones
dep0rlivas -el Partido Socialdemócrata Alemán es, por supuesto, el
'caso paradigmático-.76
La preocupación de los argentinos era naturalmente similar a Ia de EI 11 de mayo de 1914 el diario La Argentina publicó una nota titu-
sus pares europeos, y giraba en torno aios peligros que implicaba Ia lada "EI incremento dei Jootball en nuestro país", donde se mencio-
oferta de alternativas que evadían a losjóvenes de Ias "verdaderas" pre- naba el a.umento dei número de jugadores y de clubes registrado en
ocupaciones y ocupaciones a realizar en su tiempo libre. EI objetivo de 105 últimos veinte al1os. Según el comentarista, alrededor ele 1890
Ias principales corrientes políticas contestatarias era que el trabajador, existían li clubes y 80 jugadores mientras que en 1914 los clubes eran
en sus momentos de ocio, participara en organizaciones obreras y se 500 y losjugadores, 8000. A su vez, el público había aumentado ele 100
autoeducara, tanto en cultura general como en cultura obrera. a 25 000 espectadores en algunos partidos: "En el país habrá más o me-
A pesar de estas prevenciones, durante Ias primeras dos décadas dei nos 5000 clubes. A 20 partidarios cada uno, más doce jugadores por
siglo XX algunos jóvenes que simpatizaban con Ias ideas socialistas y equipo, tendremos que se ocupan regularmente dei Jootball arriba de
anarquistas participaron de Ia gran iniciativa dei fútbol de Ias ligas in- Ias 150 000 personas".
dependientes y luego dei fútbol oficial. En este sentido, son míticos al- Si bien Ias cifras parecían excesivas, el periodista lograba mostrar Ia
gunos casos de equipas que nacieron geográficamente cerca o bien progresión dei fenómeno que nos ocupa y que sufrió un aumento signi-
b<0o Ia influencia de Ias ideas de Ias círculos anarquistas o socia:Iistas.77 ficativo a comienzos de Ia década de 1910. Es decir que los cambios ocu-
En los anos veinte, estando el fútbol ya completamente popularizado rridos en 1912 tendieron a ampliar el espacio dei fútbol organizado y dei
y el espectáculo en pleno desarrollo, se hizo evidente que era muy espectáculo, por 10 que los distintos ámbitos donde se desarrollaba Ia
atractivo para los jóvenes trabajadores, en quienes, por otro lado, se competencia futbolística comenzaron a reformularse. Así, entre ese aúo
concentraba Ia tarea de los socialistas y comunistas -que por su parte se y 1916 se vivieron los momentos de mayor contacto entre ambos niveles,
vieron forzados a asumir una posición más activa frente a ese fenó- el dei fútboi oficial y el nacido de Ias ligas independientes. Esos pocos
meno-. La organización de Ia juventud dei Partido Comunista (FJC) úios fueron el único período en que clubes con orígenes sociales franca-
llevó adelante Ia formación de Ia Federación Deportiva Obrera (FDO). mente dis:lmiles compartieron el mismo espacio competitivo.
La decisión, a tono con una iniciativa dei movimiento comunista inter- Esta etapa inauguró un nuevo proceso, con Ia presencia de una
nacional, fue un esfuerzo significativo que llegó a congregar a unos 50 franja de clubes más o menos estables. EI incidente que 10 desenca-
equipos, creados en torno de los locales comunistas o en algunos sindi- denó fue Ia división de Ia liga oficial en dos organizaciones paralelas:
catos, y logró organizar varios torneos entre 1925 y 1929. Sin embargo, de Ia original Asociación Argentina de Fútbol (AAdeF) se desprendió
Ia iniciativa tuvo corta vida y alcance limitado, porque pocos clubes al- Ia Federación Argentina de Fútbol (FAF). La escisión se prodtUo a par-
zaron vuelo y llegaron a transformarse en verdaderas instituciones. En tir de conf1ictos de larga data, entre ellos Ia queja ele muchos clubes
1926 10s socialistas hicieron un breve intento de organizar una federa- por el gobierno autocrático y eliscrecional de Ia AAdeF en Ias determi-
ción deportiva propia por iniciativa dei concejal socialista Manuel T. naciones de los ascensos y descensos.79 La propia liga oficial venía su-
López. Este dirigente buscaba, a través de dicha organización, "sustraer friendo cambios en el plano estrictamente deportivo, entre otros Ia ele-
dei café y dei vicio a esa muchachada" de Ias barriadas y sostenía que Ia cadencia y desaparición de! Alumni en 1912. EI Alumni había pasado
actividad física era necesaria para los gremios y el partido. La Confede- por una transformación importante, pues si bien había ganado diez de
ración Socialista Deportiva logró integrar a una veintena de clubes y los once campeonatos jugados entre 1900 y 1911, a partir de 1908 su
tuvo corta vida, alcanzando su momento de mayor auge hacia 1927.78 superioridad ya no era tan notoria. EI indicador más claro de estos
cambios fue el campeonato de 1913 ganado por Racing Club, una en-
tidad sin un pasado asociado directamente ni a Ia colonia británica ni
a Ia élite cl'iolla.
DIFUSIÓN DE LA PRÁCTICA DEL FÚTBOL 115
EI desencadenante de Ia crisis institucional fue un conflicto entre hacia principios deI sigla XX tendieron a desaparecer, y sólo sobrevi-
CEBA y Ia AAdeF: Ia pretensión de Ia liga de cobrar entrada aios 50- Vleron unas pocas. Entre Ias que continuaron existiendo cabe mencio-
cios dei club en los partidos que se jugaban en el estadio, una postura nar Ia LIga 43 (asociada a una marca de cigarrillos), que databa de me-
abiertamente resistida por GEBA. Algunos periódicos alentaron Ia rup- diados de Ia segunda ~écada deI siglo,junto a otras como Ia Poneiia,
tura, convencidos de que una división podría evitar el "monopolio y Ia NaCIOnal, Ia Argentma, Ia Florense (de Flores ta) Ia 10 de M J
U "Ar" ,ayo y a
promover más participación", como se lee en El Diario, en julio de ,~lIon gentma, Ademas, es necesario tener en cuenta que Ia funda-
1912, EI14 dejunio de 1912 GEBA se desafilió y fundó Ia FAF, presi- CIOnde clubes continuó durante todo el perI'odo y c 1I I
, on e a a costum-
dida por Ricardo Aldao, presidente a su vez de GEBA, 10 que dio ori- bre de desa~arse unos a otros, como 10 reseI1aba Ia revista La Cancha
gen a una enconada rivalidad entre ambas ligas. EI efecto más impor- en slu peqlbIel,na sección lIamada "Clubes y ligas independientes", en Ia
talHe de estos sucesos fue Ia gran cantidad de clubes que lograron cua se pu lcaban Ias desafios los lIamado 't '
, s a 111egrar eqUlpos de me-
afiliarse a alguna de Ias dos ligas (en espeáal a Ia FAF), junto con Ia nores, Ia organización de alguna nueva liga, ete.
promoción de algunos de Ias ya afiliados a Ia primera división. Es decir, Volvlendo aI mundo deI fútbol oficial, durante Ia división de Ia
muchos de los clubes que participaban deI mundo aficionado hasta AAdeF y Ia FAF nadie permaneció neutral a Ia rivalidad entablada
1912 pasaron a in tegrar algema de Ias dos ligas, sucediéndose una reno- entI'e ambas. De hecho, Ia mayor parte de Ia prensa favoreció a Ia po-
vación en ambas modalidades, Ia oficial y Ia aficionada. pular FAF.,Por otro lado, Ias ligas independientes se dedicaron a emu-
Una de Ias consecuencias inmeeliatas ele Ia elivisión fue que Ias par- ~~arIa_cantIdad de equipos con que contaba cada una de Ias oficiales
ticipantes de Ias ligas independientes tuvieron Ia posibilidad de afi- .tn anos anteriores Ia liga oficial tenía tres veces menos equipos que I~
liarse a alguna de Ias ligas oficiales y de, una vez en ella, disputar el tor- suma de Ias equipos- I b dI' d .
" c u es e as lI1 ependIentes, pero en 1912 Ia si-
neo de Ia primera categoría. Para coronar el deseo de los jóvenes, y en tuaClOn cambió de plano EI' d ' ,
, , ". . numero e eqUIpas II1tegrantes de pri-
su afán por integrar más clubes y de este modo alcanzar una mayor le- mera dIVlsIon caSI se triplicó entre 1911 ' 1913 .
,, } , mlentras que, por otro
gitimidad, Ias ligas C?torgaban ciertas facilidades a Ias instituciones más lado, Ia relaclOn entre 105 clubes de origen inglés y de Ia élite crio lIa
pequet'ias. Es decir que si Ia política tradicional había sido rigurosa y can Ias naCIdos de sectores populares se via trastocada.
elitista en materia de afiliaciones, ahora acababa de producirse un Las. modificaciones operadas a partir de Ia división de 1912 tuvieron
otro tipO de conse .
cambio significativo. Junto con esto, fue notable Ia gran cantidad de cuenclas, ya que conformaI-on Ia nueva constelación
clubes que se desafiliaron de Ia institución madre (Ia AAdeF) y simul- de valores que regiría Ia pl"áctica deI fútbo! y su organización. En este
táneamente solicitaron su inclusión en Ia FAF. Una de Ias razones más sentIdo hemos visto qu I]' fi' ,
, .', e en alga o "lClal pnmaban cierto elitismo y
aducidas f le Ia desconsideración que Ia entidad había tenido hacia los dlscreclOnalIdad en Ias decisiones adm' 't .
. ll1IS ratIvas y que, paralela-
pequeílos clubes. mente, en elJ~ego dominaban ideales imbui dos de los valores deI Jair
Otra de Ias medidas de Ias ligas consistía en ayudar a algunos clubes pia)'. En c.a~blO. en el fútbol aficionado reinaba un clima de mayor
a cubrir sus vaeios financieros para poder participar de los torneos en predIsposIcIon a Ia vid t'" d '
a par ICIpatlva e Ias orgamzaciones, tanto en Ias
mejores condiciones y, muy especialmente, conseguir un terreno pro- ~Iubes como en I~s ligas independientes, a 10 que se sumaba un depor-
pio. Además, Ia FAF realizaba controles laxos y benévolos cuando debía tlV1smomucho mas tenue. Los cambios ocurrielos desde 1912 modifica-
inspeccionar Ias canchas de Ias recientemente afiliados. Pese a ello, no r~n esta ecua~i~n: los dirigentes de Ias ligas oficiales seguían conside-
todos Ias participantes deI fútbol aficionado pudieron ingresar en el ran~ose I,os unlCOS custodios deI Jair pia)', pero tendían a ser más
fútbol oficial. partlcIpauvos y democráticos en Ia dirección de Ias instituciones.
La transformación hacia 1912 así como Ia incorporación de Ia prác- S111embargo se alza' ,
. , " ,lOn Voces que teITIlan que Ia multiplicación de
tica de! fútbol aI conjunto de Ias instituciones sociales disminuyeron Ia eqUlposlmp!lcara elmcumplimiento de los códigos morales deportivos.
importancia de Ias ligas independientes. Tal como habían aparecido Can actItud paternalista y pedagógica, algunos dirigentes y Ia prensa
hicieron alarde de sus pretensiones de liderar eI control estricto dei com- nueHras credenciales, jno nos dejaron entrar! Tuvo que inter-
portamiento de los jugadores y'eI público dentro de Ias canchas. En defi- venir el doctor Cullen, presidente de San Isidro y todo un ca-
nitiva, desde 1912 Ias ligas venían emitiendo declaraciones en Ias que ex- ballero, quien comprendió de inmediato Ia situación y nos
plícitamente instaban "a conducirse caballerosamente, guardándole [aI] abrió paso pidiéndonos disculpas. EI portero se había extra-
adversario y [aI) referee el respeto debido por los buenos spoTIs17len". En La i1adc>ai vemos humildemente vestidos, cori pal1uelo ai cuello.
( )
Mmiana del12 de julio de 1912 se lee una declaración de los dirigentes a Pensó que siendo Blanco presidente y yo vice, sólo podía~10s
I manera de prevención, donde se advierte el temor de que otras maneras ir cou cuello duro ...
\ \ de jugar ai fútbol puedan contaminar el mundo deI fútbol oficial:
Los jóvenes de Huracán no cultivaban Ias maneras de quienes habitual-
(
[La FAF contribuye) aI perfeccionamiento de aficionados y mente enr:raban en el club ni tampoco vestían como ellos, y frente a Ia
\ quiere moderar Ias exaltaciones pasi.QnaIes propias de su na- actitud recelosa dei empleado, los dirigentes dei San Isidro actuaron
( turaleza intrínseca. Para eso recomienda aIos jugadores acla- de maner:l paternalista y comprensiva.
mar a sus contrarios y ai árbitro antes de corpenzar y después Entre 1912 y 1916 Ydebido a esa convivencia, los clubes más tradicio-
de finalizar el partido, resulten o no vencedores, debiendo el nales, que llevaban ya varios aúos en Ia liga, modificaron su actitud
capitán lanzar el prime r ihurrah! ritual. frente a Ia competencia. Hubo un deslizamiento de los valores asumi-
\ \ dos por 10; así llamados "aristócratas" deI deporte. Los participantes de
Además de Ia escisión de Ias entidades rectoras deI fútbol oficial, estos los sectore:s populares se estaban adueúando de Ias ligas y practicaban
(
anos también fueron de convivencia entre clubes de muy diferentes un fútbol que asociaba casi exclusivamente el honor aI triunfo. A raíz
( orígenes sociales y culturales, como por ejemplo San Isidro y Racing de ello, 10s pretendidos spo'rtsmen abjuraron poco a poco deI "noble"
Club. Según se narra en Crítica el18 de octubre de 1915, estos equipos deseo de vencer, contemplado y difundido por el propio fair pia)'. La
jugaron su partido y se produjo un "apÍ1'i.amiento" desacostumbrado plausible aspiración aI triunfo acabó por confundirse con Ia lucha por
para los habituaIes"asistentes a Ia cancha deI club de Ia zona norte, aso- Ia victoria a toda costa y a través de cualquier medio.
ciado a grupos sociales tradicionales. Se habían sobrevendido entra- La consecuencia de estos cambios fue una paulatina pérdida de interés
das, y quienes habían llegado tarde compraron sus correspondientes en eljuego, yfundamentalmente en el cumplimiento de Ias regIas forma-
ubicaciones populares a $1 pero ya no encontraron lugar en Ias tribu- les necesarias para su funcionamiento. Hasta no hacia mucho, Ia liga ha-
nas. Es decir que en los partidos com unes de liga comenzaron a produ- bía sido esc:enario de encuentros entre camaradas permanentes u ocasio-
cirse situaciones que antes sólo ocurrían en los grandes partidos interna- nales. Pero ahora esa arena competitiva se estaba transformando, se
cionales o en los clásicos locales. estaba cargando de una energía emocional y de apegos excesivamente re-
Los clubes recientemente incorporados a Ias ligas oficiales tenían há- glamentari.;tas que no estaban dispuestos a seguir. Los voceros iniciales
bitos que en muchos casos contrastaban con Ias costumbres de Ias enti- dei ideario deI fai?' play fueron replegándose sobre sí mismos, aducieL1do
dades más tradicionales. A raíz de ello se produjeron situaciones para- que el football que se practicaba en el medio oficial había sido despojado
dójicas, como Ias relatadas unas décadas después (febrero de 1935) en de su sentido esencial. Efectivamente, Ia competencia deportiva oficial
Ei GTáfico: había ido cambiando sus formas y contenidos éticos desde 1912. Concre-
tamente, Ia mayoría de los jugadores pasaron a ser ex jugadores de Ias li-
Cuando Germán Blanco era presidente y yo vice, Huracán, gas independientes, habituados a otro tipo de conductas y valores. EI ám-
ya en primera, tenía un partido con San Isidro y a!lá fui- bito de Ia liga oficial dejó de ser el exclusivo reducto de los sport1llen para
mos nosotros, jel presidente y el vice! Pues bien, cuando transformal'se en un conglomerado heterogéneo de jóvenes a quienes
!legamos a Ia cancha dei aristocrático club y mostramos nadie habí? ensel1ado Ias rígidas regIas de Ia continencia emocional. Y,
hacia fines de Ia segunda década dei siglo XX, esos jóvenes eran los úni- y mejorar su infraestructura, y en especial para resolver el pago elel alqui-
cos jugadores de Ia liga. Los nuevos Jootballers no tenían Ia c1ase dei sports- ler dei terreno y poder realizar Ias inversiones requeri das para construir
rnan ele pura cepa, por 10 que se volvió necesario imponer Ias 110ciones y Ias instalaciones y ocuparse de su mantenimiento. A pesar de eso, Ja vida
Ias prácticas dei Jair piay desde Ia prensa y Ia dirigencia de Ia liga, ya que social extrafutbolística registró un lento crecimiento, y algunos clubes
no nacían de Ia iniciativa individual de cada deportista. fueron sede de actividades sociales y cu!tUl'ales organizando torneos atlé-
ticos y bailes que apuntaban a Ia meta central, que no era otra que Ia bús-
queda de recursos.
EI cobro de entradas a Ios partidos fue tema de encendidos debates
periodísticos. Cuando un club chico se enfrentaba con otro mayor, el
partido significaba una potencial y extraorclinaria entrada de dinero
A raíz de Ios cambios ocurridos en 1'912 muchos clubes accedieron a para Ia institución más pequeii.a, y por esta razón los clubes cubrían el
alguna de Ias ligas oficiales y lograron el ascenso a Ia primera divisi~n. perímetro de sus canchas para evitar que algún transeúnte viera el par-
Además, hubo mayor tendencia a su participación en Ias dos federacJO- tido sin haber pagaclo su entrada. Este tema revestía enorme imponan-
nes. Là ampliación deI mundo competitivo trajo como consecuencia Ia cia para los clubes porque el dinero recaudado con Ia venta de entradas
concreción de más pases de jugadores entre clubes. Muchos directivos constituía Ia mayor parte de Ios recursos financieros dei club.
y jugadores se vieron tentados a introducir prácticas afines ai profesio- En Ia segunda década dei siglo XX comenzó a desarrollarse un mo-
nalismo, algo absolutamente ilegal. La ambición por integrar alguna vimiento que se tornaría habitual: Ia apertura de un "mercado" de pa-
de Ias ligas agudizó Ia lucha de Ias entidades por conseguir o mantener ses de jugadores entre clubes, un espacio donde Ia liga deIegaba dema-
terrenos y canchas. siadas facultades confiando en Ia buena voluntad de los participantes.
A partir de 191210s tradicionales ideales de Ia liga fueron adoptados, ai Así fue apareciendo gradualmente una dura viela de competencia en el
menos como discurso legitimante, por los dirigentes deportivos vincula- marco de lógicas, tonos y ambientes complejos y êonflictivos.
elos a los grupos elii-igentes criol1os, cuyas profesiones estaban ligadas a Ia Los dirigentes comenzaron a tentar ajugadores de otros clubes con di-
explotación agropecuaria, el asesoramiento de compaúías exportadoras nero o empleos para convencerlos de pasarse de un club a otro. Eso suce-
y Ia abogacía. Estos siempre habían estado ligados a clubes participantes dió con eljugador de ArgentinosJrs., Caballero, quien en septiembre de
en Ias ligas.so Hasta los aúos veinte era posible observar pocos "eloctores" 1912 fue tentado reiteradamente por dirigentes dei club Hispano con Ia
y muchos "dones o seúores" en los clubes, no así entre estos últimos, oferta de un buen empleo. Caballero, por entonces desempleado, no
que, en su mayoría, eran personajes que gustaban elel fútbol y tenían pudo resistir Ia invitación, 10 que provocó una seria crisis entre los dos clu-
pretensiones de visibilidael y poder, y en algunos casos cierta sensibilidad bes. En este y otros casos, aIgunos periodistas consideraron que Ia sola
social asociada por ejemplo a Ia caridad cristiana, como era el caso de propuesta de los dirigentes era ajena a Ia ética. Si Ia decisión de cambiar
Adrián Beccar Varela.sl Los gobiernos de turno participaban en Ias gran- de club provenía deI propio jugador, Ia enticlad no debía detenerlo; pero
des decisiones futbolísticas a través de esas personalidades notables que el futbolista necesitaba Ia aprobación de su club de origen. Según los cro-
dirigían Ias ligas, por ejemplo en Ias mediaciones para alentar Ia fusión nistas, los dirigentes adoptaban esas actitudes debido aI clima de fuerte ri-
de Ias entidades. Así fue como Ias ligas divididas en 1912 terminaron por validad transformada en guerra larvada por Ia búsqueda dei éxito. Así co-
unirse en 1915 en Ia Asociación Argentina, hasta 1919, para el otorga- menzó el proceso que transformó ai sociojugador en unjugador abierto
miento de subsidios y préstamos. a escuchar ofertas. Yapareció por primera vez elllamado "golondrineo",
Las mayores preocupaciones y ocupaciones de los clubes porteJ'ios término que denotaba el pasaje de jugadores de club en club allO tras
continuaron girando en torno a Ia solución dei problema de Ia posesión ali.o. En otras palabras: así nació el "mercado" de jugadores talentosos.
y propiedad de un estadio. Los clubes necesitaban clinero para sobrevivir Pel'o ese espacio de intercambio debió enfrentar grandes obstáculos
f
(
(
(
( debiclo a Ias convicciones de buena parte de los actores y a Ias casi siem- EI nuevo clima reinante en el fútbol oficial tuvo una presencia
( ) pre inestables economías de los clubes. más activa de Ias rivalidades territoriales. Comenzó a imperar con
Las primeras denuncias de profesionalismo ilegal databan de junio mayor fuerza una lógica que sostenía que había que redobIar esfuer-
( zos y hacer 10 posible y 10 imposible por derrotar ai rival más encar-
de 1911.82 En Ias páginas de La Maiíana, en abril de 1916, se debatía si
( Ia provisión de toallas y valijas aios jugadores por parte de los clubes de- nizado. EI jugador de Racing Juan Ohaco, que trabajaba como em-
( bía considerarse una práctica "profesional". Estas prestaciones básicas pIeado en el Municipio de Avellaneda, sufrió Ias consecuencias de
eran consideradas "concesiones y dádivas aios jugadores, que pueden tener unjefe simpatizante dei tradicional rival, quien le impedía cum-
(
ser el principio dei fin, [y podrían generar] funestas consecuencias plir con 10:; horarios previstos para entrenarse, según apareció en La
( para el deporte". Ma1iana el19 de julio de 1912. Si el empleador era simpatizante dei
( Todo el ambiente futbolístico estaba pendiente de Ias visitas de los club rival dei equipo donde jugaba su empleado, podía obstaculizar Ia
equipos británicos en gira, y era i1atural comparar Ias perJormances de los disponibilidad horaria dei futbolista con Ia intención de que sus mús-
(
"maestros" con Ias de los "nuestros". EI martes 9 de julio de 1912jugaron culos no tuvieran Ia necesaria plasticidad a Ia hora dei partido.
( el Swindown, en gira, y Ia Selección Argentina.83 La visita dei equipo bri- Las rivalidades no eran sóIo locales. Los partidos entre uruguayos y
( tánico, por su condición de profesional, desató una serie de polémicas e argentinos estaban marcados por una fuerte confrontación, que some-
interrogantes sobre Ias enseúanzas que había dejado su juego. A 10 que tía aIos jugadores a un "trato ofensivo de paIabra y de hecho ", cosa
un cronista respondió sin preámbulos que "no ensenaron nada". En de- que estaba muy alejada de Ios principios deportivos dei Jair pla)'.8~ En
finitiva, los ingleses -a pesar de ser profesionales- no jugaban mejor que ese mismo tenor, en los estadios comenzaron a reiterarse ciertos he-
los amateurs locales, con el agravante de que, según Ias crónicas, apela- chos asociados a conflictos entre los jugadores, o entre estos y el pú-
ban a estrategias poco deportivas para cumplir con su único objetivo: ga- blico. Naturalmente, muchas grescas tenían como eje Ia actuación de
nar. En conclusión, el profesionalismo era en esencia "antideportivo" y 10 s reJerees.
no era garantia de gue el deportista realmente fuera virtuoso. Es imposible estudiar eI espectácuIo sin tener presente a Ia prensa.
No resultó extraiio que, junto aios primeros casos denunciados de En este sentido, uno de los cambios más significativos de esta etapa fue
marronismo, aparecieran consideraciones sobre Ia necesidad de un que Ias periódicos dedicaron cada vez mayor espacio aI fútbol. Esas pá-
mayor rendimiento y mejores resultados en eljuego, dos aspectos que ginas se ocupaban centralmente de !as cránicas de los partidos. Sin em-
comenzaron a asociarse con eI entrenamiento. Así, en agosto de 1912 bargo, también se criticaba a Ias nuevas camadas de dirigentes, a quie-
La Maliana sostenía: nes se consideraba dispuestos a seguir sus impulsos en Ia búsqueda a
ultranza de Ia mejor pe/jonnance de sus equipos. Cotidianamente se ha-
En Parque Chacabuco entrenábanse los atlantenses. Pradoni cían comentarios suspicaces e irónicos sobre directivos y jugadores en
se concentró a recorrer todo el Parque ai trotecito. Dismi- Ias espacios llamados "menudencias", "dialoguitos" o "ensaIada depor-
nuyó dos gramos. Los quilmeúos teniendo intenciones de ga- tiva". La Maiiana y Critica, por ejempio, se despachaban con chismes,
narse Ia copa Competencia, entrénanse durante tres horas conilIos, rumores o denuncias que muy pocas veces tenían nombre y
diarias. EI gran hombre entre los quilmellos, Bück, a fuerza menos aún apellido. Simultáneamente, Ia prensa era cada vez más per-
de masajes, ya marca 12 segundos en los 100 metros. En Ias meable a Ias rivalidades. Además, a medida que el espectáculo crecía
carreras 10 acompanaJohn, quien sigue adelgazando. ias periodi.stas pugnaban por ser reconocidos como profesionales.
Desde ese papel debieron dirimir con 105 dirigentes de Ia liga Ia ocupa-
EI tono irónico marca Ia distancia de los cronistas hacia Ia novedad, ción de un '~spacio físico estable, permanente y decoroso dentro de los
pero no deja de mostrar los primeros indicios de Ia asociación entre Ias estadios que correspondiera a tan privilegiado estatus. Desde Ia segunda
nociones de éxito yentrenamiento (training). mitad de 1<,década de 1910 comenzaron a imperar en Ias cránicas
eleportivas un clima ele sospecha permanente y un estilo hipercrítico,
que sin eluela gustaban aI público, cuyos temas constantes eran los ro-
bos, Ios balances poco claros, el "camarilleo" y Ias sistemáticas peticio-
nes de renuncias, así como Ias acusaciones hacia los directivos de tener
inclinaciones incontrolables por sobresalir cuando, por ejemplo, dona- Bardos y espectáculo
ban una copa para algún torneo. Cuando a comienzos de 1915 se fu- Los anos veinte
sionaron Ias asociaciones, además de celebrar Ia unión y a pesar de los
buenos auspicios, Ias periódicos menores como La j\1miana o ElDim10
-y también el naciente Crítica- no reprimieron sus críticas a los dirigen-
tes deI fútbol. Luego de Ia fusión insistieron en denunciar !as "nefastas
camarillas" de Ia asociación. Ypoco tiempo después se volvió a hablar
de división.
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-';: nes sociales y Ias corpo raciones, que organizaban sus propios torneos.
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fr: Simultáneamente, el espectáculo, incipiente durante Ia primera dé-
{ cada y espasmódico en Ia concentración de grandes multitudes, fue
I ( enriqueciéndose y ampliándose. Pero también en este momento Ia
ciudad crecía y se desarrollaba.
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Paralelamente a Ia formación de los barrios fue estructurándose eJ
( gran especl:áculo futbolístico tal como se 10 conocería durante déca-
( das, con decenas de miles de espectadores concurriendo a grandes es-
tadios capaces de contenerlos, sumado a Ia acción de Ios grandes me-
(
dias de cornunicación de masas. Nos detendremos en Ias noveelades
( asociadas a Ia ciudad, y mu)' especialmente en Ia edificación de los ba-
( rrios portellos, para luego rescatar el papel que le cupo ai fútbol en
este proces\) íntimamente asociado a Ia cultura de los sectores popula-
(
res. Centraremos Ia atención en el proceso de formación de Ias identi-
( ficaciones barriales partienelo ele Ia hipótesis de que el fútboI fue un
de constitución de 10s grupos medias urbanos, compuestos fundamen- 10 social y 10 cultural en áreas residenciales alejadas de! centro, donde
talmente por profesionales, cuentapropistas (industrias, comercio, servi- convivían empleaelos y profesionales, obreros calificados y comercian-
cios) y empleados. La educación pública, en todos sus niveles, ocupó un tes, La lIamada "modernización urbana plena" significó Ia transforma-
lugar central en su formación. Así fue surgiendo una sociedad qUGlse ca- ción de Ias vecindarios y Ias zonas intersticiales que Ias separaban en
racterizaba por Ia existencia de una movilidad ascendente. Además, los áreas por completo urbanizadas mediante el formato ele Ia grilla, Ia
conflictos que habían dominado el panorama social en los primeros cuadrícula diagramada por Ia acción estatal. De este modo se fue cris-
aúos dei siglo fueron atenuándose. En líneas generales, entre 1922 y talizando un centro denso y renovado, con áreas periféricas de limites
1928 bajaron Ias índices dei costo de vida y creció el nivel dei salario real. difusos y fuerte identidad vivencial. A partir dc 1910 fuc gcncrándose
A diferencia de Ia sociedad configurada entre los últimos decenios dei infinidad de núcleos urbanos, con sus plazas, escuelas, iglesias, cafés,
siglo XIX y los dos primeros dei XX, en Ia década de 1920 surgió otra, comisarías, clubes, asociaciones de fomento, bibliotecas populares y fc-
cada vez más argentinizada, fruto dei relevo generacional. Pel'o eso no rias. Sumadas alas ya trazadas líneas de ferrocarrilcs y tranvías, se dise-
obturó Ia continuidad de Ias tradiciones asociacionistas, alimentadas i'laron nuevas calles y avenidas que poco a poco devinieron en ejes via-
ahora por Ias novedades ele Ia vida política democrática. En realidad, Ia les y comerciales, Desde mediados de los ai'ios veinte Ios llamados
vida eIectoral y Ia apelación a Ias ideas y los debates, así como Ias viven- taxis-colectivo -y desde 1928 el colectivo propiamente dicho- permitie-
cias en Ias comités, se sumaron a Ias tradicionales fuerzas de los patro- ron conectar más fácilmente aios barrios entre sí. La ciudad siguió cre-
nazgos políticos y de Ios notables y sus necesarias lealtades y relaciones ciendo en el marco de un ideal reformista que promovía Ia equidad y
clientelares. En esas décadas se desarrollaron tres tipos de entidades fun- Ia homogeneización social y cultural bajo el dominio de una com uni-
damentales: Ias que propiciaban Ias relaciones entre el estado y Ia soei e- clad ele pequâlos propietarios, como marca de ciudaelanización: Ia pro-
dad civil, como Ia escuela (con sus aportes a Ia construcción y difusión piedad dei lote y ellogro de Ia vivienda propia. Lentamente fueron am-
de Ia simbología na~ional y Ia cultura letrada, junto con las bibliotecas pJiándose Ias servicios públicos, muchas veces como consecuencia
populares), Ias sociedades de fomento (asociaciones que negociaban directa de Ia acción estatal y atras como efecto de Ias demandas de Ias
con el estado en Ia solución de problemas vinculados a Ias condiciones vecinos reunidos en sus asociaciones.
concretas de Ia vida local) y el club deportivo. Las asociaciones con base EI fruto de esas novedades se tradujo en una sociedad local más ho-
étnica retrocedieron y aquellas con base territorial -que no se agrupa- mogénea que Ia de principios de sigla. Los estudios e investigaciones
ban por nación sino por Ias necesidades dei nuevo espacio urbano y Ia sobre la sociedad porteúa de Ia época han postulado Ia aparición de
residencia- crecieron en importancia. En Ias asociaciones se generaron una nueva cultura popular, fuertemente asociada a Ias cambias que he-
nuevos espacios para Ia gimnasia política -hablar, escuchar, ser escu- mos analizado, cuyo contexto general fue Ia preeminencia de una cul-
cludo, convencer, ser convencido, acordar-, y también se practicó el tura de Ia mezcla, a diferencia de otras más escindidas como Ias vigen-
arte de Ia gestión y Ia negociación ante Ias autoridades estatales. La nota tes hacia principias de sigla. Esa mixtura fue fruto ele elementos
dominante fue una difusa noción de justicia social, aunque en muchos residuales y defensivos venidos de Ia tradición contestataria, elementos
casos mixturada con el ideario cientificista, positivista y liberal imperante renovadores aportados por los medias de comunicación y otras prove-
en Ia época. Paralelamente, en el mundo obrero se establecieron co- nientes de! consumo de bienes culturales incorporados por el arte
rrientes afines a Ia negociación con e! estado. Sin embargo, fueron alios "culto". Y, en última instancia, fue resultado de Ia vivencia de todo 10
en los que Ias contradicciones y los conflictos sociales no terminaron. mencionado en Ia vida cotidiana.
Baste con recordar Ia Semana Trágica. Durante estas décadas también hubo grandes cambios en Ia canti-
A diferencia de 10 que ocurría en otras urbes modernas, Ia ciudad clad y el uso dei tiempo libre. En lineas generales, disminuyeron las
no estuvo escindida en guetos ni en 'banias "obreros" cerrados y, por el horas trabajadas, y Ias ofertas para aprovechar el ocio aumentaron
proporcionalmente a Ia aparición de un número cada vez mayor de distinción social y de edificación de una "ideología barrial ", construida
consumidores de este tipo de bienes, en el contexto de cierto des- sobre Ia base de Ia "diferencia y Ia otredad amenazante".37
ahogo económico que imperó hasta Ia crisis. En ese contexto prosperó Aquí 10 llamaremos "pequeüo ban-io" (PB) para diferenciarlo de
Ia práctica deportiva, considerada sumamente saludable en consonan- otro nivel, ai que denominaremos "gran barrio" (GB). Varias PB for-
cia con Ia concepción higienista por entonces vigente. Las virtudes ema- maban parte de un mismo GB. Por ejemplo, el banio de Boedo ocu-
nadas deI deporte eran asumidas por los medios de comunicación, que paba numerosos pequeüos territorios de Ia vida cotidiana, pero poseía
difundían el ideal de una vida activa y ai aire libre. Mostraban, además, Ias un solo eje territorial simbólico congregante -Ia intersección de Ias
mejores formas de vestir, el cuidado dei cuerpo con Ia práctica sistemática avenidas S2nJuan y Boedo- y un club representativo, San Lorenzo de
de calistenia, Ias vent'0as de una alimentación cuidada, y organizaban Almagro. EI PB tenía sus espacios propios de sociabilidad, mientras el
Campal1aS contra el consumo de aIcohol y tabaco. GB era producto de Ias representaciones dei conjunto, de sus imagina-
Durante Ias décadas de 1920 y 1930 Ia prensa argentina retrató en rios, de Ia vida de algunas asociaciones y fundamentalmente dei fút-
sus páginas Ia edad dorada dei box y el fútbol, destacando a figuras pu- bol.3s Los imaginarios barriales fIjaban los límites propios y ajenos, y
gilísticas de Ia talla de Luis Ángel Firpo yJusto Suárez, aunque también determinaban Ias imágenes que integraban el "nosotros y los otras"
se ocupó de Ia natación, el ciclismo, el golf, el ajedrez y el básquet. como material de identificación identitaria. EI PB era el espacio de Ia
Buena parte deI público porteüo que asistía aios espectáculos de- vida cotidiana, que cubría unas pocas manzanas con sus esquinas
portivos estaba constituida por Ia población ya alfabetizada, y plena- donde paraban los muchachones, con los medios de transporte más o
mente integrada. Ese fue también el caso deI fútbol, formado por sec- menos cercanos que los conectaban con el resto de Ia ciudad, y tam-
tores trab~adores y sectores medios. En ese sentido el fútbol y su bién era el territorio de los juegos infantiles, de Ia escuela y de Ia plaza,
público, a diferencia de 10 que podría parecer a primera vista, no desen- y de ciertas experiencias culturales -como Ias representaciones dei
tonaban con Ia generalidad social y cultural de Ias mayorías dei mo- tango y Ia IÍ1eratura- y deportivas.
mento. Pero el fútbol aJ1adió Ia fragmentación etaria y de género, y El GB, como representación, era un espacio propio que requería ser
además se constituJ'ó en uno de Ias ejes homogeneizadores de Ia ciu- defendido, además de unir a individuos que no necesariamente se co-
dad junto ai tango, Ia cultura "mediática" y el imaginario nacional. nocían entre sí.
Uno de los fenómenos más notables ocurridos en Ia ciudad de Bue-
nos Aires fue Ia aparición de Ias barrios portel10s.S5 Durante Ias al10s
de entreguerras surgió este nuevo espacio público, y en ellos se gene-
raron Ias formas y contenidos dei sentido común, es decir, los nuevos CRISTALIZACIÓN DEL RITUAL DEL FÚTBOL Y SU ESCENARIO,
contenidos de Ia cultura de los sectores populares.s6 Los barrios se con- EL ESTADIO
figuraron, en el contexto de Ias nuevas sociabilidades populares, en
nuevos escenarios (Ia calle, Ia esquina, el café y el club) , también a tra- Uno de Ias atractivos dei espectáculo futbolístico radica en brindar una
vés de nuevas asociaciones locales, como Ias sociedades de fomento ve- suerte de "contexto ritual". En el caso de Ia ciudad de Buenos Aires, el
cinal, Ias bibliotecas populares y los clubes deportivos, donde prospera- fútbol )' el desarrollo de su contexto ritual fueron parte dei proceso de
ron Ias nuevas modalidades dei uso tiempo libre y Ias nuevas prácticas génesis de Ias identificaciones barriales.39
políticas. Desde sus inicios, el espectáculo futbolístico formó parte de los llama-
EI barrio puede ser considerado como el componente básico de Ia dos espectáclllos de masas modernos, y fue desarrollándose conforme Ia
vida portena, edificado desde Ias formas de Ia vida cotidiana hasta por sociedad iba alcanzando un mínimo umbral en su nivel de vida, a Ia par
los imaginarios sociales. En este sentido fue un ámbito de igualación del aumento deI tiempo libre, Ia ampliación de Ia red de medios de
social, de participación y de solidaridad, pero también, escenario de transporte, Ia construcción de grandes estadios y eJ despliegue de los
medios de comunicación masivos. Además implicó el entrenamiento por el club, mientras que otros arribaron ocupando grandes camiones,
en el hábito de participación en grandes grupos, un proceso de apren- cubiertos de,gl'andes banderas de su C!ub".
dizaje colectivo que suponía el conocimiento de determinadas ceremo- Los clubes tomaron Ia costumbre de allanarIes eI camino a sus sim-
nias asociadas a Ias regias ele Ia competencia y a Ias maneras de entrar, patizantes para que pudieran Ilegar sin ma1'ores dificultades aios esta-
permanecer y retirarse dei estadio. Supuso, en este sentido, Ia forma- dios de otros clubes en caIidad de visitantes. Así, en septiembre de
ción de costumbres, ritmos l' cadencias en cuanto a 10 que poclía o no 1932, el club Independiente habilitó un servicio de "banaderas" a $1 el
hacerse en condición de hincha o simpatizante. boIeto para que los hinchas rojos pudieran arribar a Caballito desde
Ot1'o de los atractivos dei fútbol fue su plasticidad, dado que articuJaba AveIlaneda.
magistralmente el instante y Ia excepcionalidad dei !itua] dominguero con Si observamos Ias fechas de consu'ucción de Ios grandes estadios porte-
Ia regularidad l' [a cotidianeidad de Ia vida diaria. En el ejercicio de esa ii.osveremos que fueron, en Ia primera década dei siglo XX, los de Ia So-
función, también influ1'ó eficazmente sobre Ia construcción de identida- ciedad Sportiva Argentina (ho1' Campo Argentino de PaIo, ya que luego
des ter!itoria[es en el marco de una fluida relación entre el espectáculo l' dejaría de utilizarse para el fútbol), GEBA, FCO YRacing. EI estadio de
el mundo ordinalio del vecindario, el barrio y Ia vida cotidiana, y entre el GEBA, que en aquel momento era el más apropiado, rápidamente re-
GB l' el PB, muy especialmente en los ámbitos de sociabilidad masculina. sultá excesivamente pequeúo hacia 1910 a raíz de Ia notable popularidad
Los estadios fueron y continúan siendo el escenario dei ritual dei que había adquilido este deporte. La novedael más importante, que
fútbo1.9o Es necesario tener en cuenta que el estadio, en tanto tal esce- marcó un cambio en Ia capacidad ele Ias estadios porteúos, fue Ia in-
nario, debía contener tribunas 10 suficientemente altas como para que auguración de! estadia de Spartivo Barracas en 1920, donde se juga-
e[ público simpatizante fuera visible para los jugadores desde el campo ron los campeonatos sudamericanos de 1921 y 1925 Y el famoso par-
y también para los espectadores ubicados en el resto de Ias tribunas; de tido contra los urugua1'os olímpicos en 1924. También fueron
este modo, los hinchas de un equipo podían ver aios otros hinchas, importantes Atlanta, fundado en 1922, River, en Ia intersección de
observar sus gestos, sus cuerpos en movimiento. Av. AIvear y Tagle, inaugurado en 1923 (allí jugó Ia seIección argen-
Sin embargo, sin Ios medios de transporte apropiados, estos espacios tina contra el equipo escocês MotherweIl en 1928), Independiente y
no eran nada. Como ya hemos visto, a Ia red ferroviaria que cruzaba Ia Boca en 1928, l' especialmente San Lorenzo, tambiên en 1928, donde
ciudad se le sumó en 1910 una red tranviaria electrificada que exten-
dió sus rieles hacia el Gran Buenos Aires y, desde 1913, [a primera Iínea
de subterrâneo, a Ia que luego se sumaron una segunda sobre Ia Av.
Corrientes en 1929 y una tercera, en 1934, hacia Ia zona norte.
Conviene destacar que Ios medios de transporte asociados más estre-
chamente con eI fútbol, e] colectivo y el camión, recién comenzaron a
funcionar a fines de Ia década de 1920. EI primero facilitó enorme-
mente Ia conexión entre los barrios. Así, en 1930 el público que quería
asistir a un partido de fútbol contaba con una amplia oferta de trans-
porte que iba desde el tren y eI tranvía hasta el camión, eI colectivo l' Ia
Ilamada "banadera" (una especie de ómnibus sin techo). Para promo-
ver Ia asistencia a Ias canchas más alejadas se alquilaban trenes especia-
[es, como 10 anunciaba Crítica el18 de ma1'o de 1930, fecha en queju-
garon Estudiantes de La Plata verstlS Quilmes: "Los simpatizantes de 11 de actubre de 1924: Afueras deI estadia de Sportivo Barracas
durante el partido que enfrentó a Ia Argentina con los campeones
Qui[mes Ilegaron a Ia ciudad de La Plata en un tren expreso fletado olímpicos uruguayos. (Fuente: AGN.)
Un pequeno muro prevenía Ias invasiones deI público (todavia no exis-
tia el alambrado olímpico, que data de 1924). La ausencia de alambrados
perimetroles en los campos de juego fue cuestionada por el periódico
CTítica, que exigía Ia colocación de "un tejido de alambre perimetral" en
todas Iascanchas para evitar Ias "cascadas"o avalanchas. Sin embargo, ha-
cia fines de los aii.osveinte muchas canchas todavía demoraban Ia coloca-
ción de alambrados olímpicos o fosos perimetrales.
Quiené:s han estudiado los estadios como escenarios deI ritual han
destacado que Ia posterior presencia deI alambrado produjo una clara
demarcación de espacios, un límite que hasta ese momento era fre-
cuentemente violado. Esta introducción otorgó un carácter sacralizado
más fuerte aI campo de juego. La uniformidad de Ias tribunas no 10-
graba disimular Ia segregación social deI público: existía un palco ofi-
cial, Ias mejores ubicaciones se habían transformado en "plateas" (con
Fines de Ia década de 1920: Estadia de BocaJuniors visto desde
afuera. (Fuente: AGN.) asientos numerados), y para el vulgo quedaban Ias tribunas generales
o populares.
se jugó el campeonato sudamericano en 1929. Según el matutino La Los códigos y dinámicas propios deI ritual estaban ya firmemente es-
Nación, en 193110s estadios con mayor asistencia de público fueron: San tablecido, hacia mediados de los aii.osveinte. Esos hábitos se hacían vi-
Lorenzo (73000 espectadores), River (5S 000), Boca (55 000), Huracán sibles cuando, por alguna razón, se rompían. Por ejemplo cuando los
(41 000), Sportivo Barracas (33 000), Almagro (19 000), Vélez (16 000), altoparlantes sonaban durante los partidos y eran acallados por el ru-
Platense (14000), Argentinos Jrs. (10 000), Excursionistas (SOOO); Chaca- mor de! público, o cuando Ias demoras en el inicio deI juego eran re-
ritaJrs. (SOOO), FCO"(SOOO), Barracas Central (7000), Defensores de Bel- probadas desde Ias tribunas, o cuando los partidos eran suspendidos
grano (6000) y Atlanta (5000). Un ano más tarde, aquellos con mayor por condiciones climáticas adversas.
afiuencia de público, según el periodista de El Gráfico conocido como
ChanteclerJulio Planisi, fueron los de San Lorenzo e Independiente, que
llegaron a albergar unos 70 000 espectadores. Si bien estas estimaciones
parecen sobredimensionar el tamaÍÍo de los estadios, es importante recal-
cal' Ia evidente diferencia entre los clubes grandes y los chicoS.91 EI pri-
mer partido nocturno se jugó en el estadio de Vélez Sarsfield el 7 de di-
ciembre de 1928 entre el equipo olímpico de 1928 y un combinado de Ia
asociacÍón. Fue un evento convocante y muy recordado.
Félix Daniel Frascara, renombrado periodista deportivo, evocaba el mí-
tico estadio de Sportivo Barracas hacia octubre de 1921: "35 000 asis-
tentes en el partido entre Argentina y Uruguay. La cancha más grande
en aquel momento recibe a Ia multitud, tiene una tribuna techada,
una terraza que se usa como 'palco de periodistas'. Un foso rodeaba el
Década de 1930: Et alambrado marca Ia separación ele Ia tribuna (en
field, un alambrado de un metro de altura deI lado deI field pl,""otegíaa
este caso, femenina) j' el campo de juego. Dentro: Ia policía, Ias
los jugadores de no caer en él". 92 jugadores j' el árbitro. (Fuente: AGN.)
espectadores queclaron fuera; a raíz de ello los aficionados sin entradas
rompieron Ios alambrados para ingresar en eI estadio.
Algunos periodistas, deseosos de transformarse en voceros de Ios sin
voz, expusieron Ia necesidad de brindar mayores comodidades ai pú-
blico. Los inconvenien tes a la hora de comprar un ticket, entrar en eI
estadio o encontrar una ubicación decorosa eran flagrantes cuanClo
dos clubes grandes jugaban un "clásico". Los estadios quedaban chicos
cuando se enfrentaban los cinco grandes.
En agosto de 1928 El G1"áfico exigía: "Urge que se aumente Ia capa-
cidad de Ios estadios y esto 10 esperamos de Ios clubes ya que no po-
demos esperarlo de Ias autoridades oficiales, siempre lentas". Un
ailo más tarde La Gancha advertía sobre Ia falta de estadios, cuya Ien-
tísima evolución no acompaIi.aba el crecimiento de Ia cantidad de es-
pectadores. Además recalcaba la estrechez y Ia falta de comodidades
en Ios existentes. Cuando Independiente y Boca se enfrentaron en
julio de 1931 hubo un récord de recaudación, pero aún así muchos
simpatizantes no pudieron acceder a las tribunas. Según El G1"áfico
deI4 dejulio de 1931:
La posesión de un estadio más grande, con mayor capacidad y reno-
vada arquitectura, fue otra de las arenas donde se dirimió Ia competen- EI estadio de Independiente quedó chico: 33 000 entradas
cia y Ia rivalidad entre clubes. Sin embargo, y a pesar dei constante cre- vendidas; 7000 socios; 5000 mujeres )' 5000 colados a mer-
cimiento en cantida:d y capacidad de las tribunas, durante esos ailos ced de Ias grandes avalanchas que barrieron con los porte-
hubo quejas sistemáticas por la falta de estadios aptos para cubrir Ia ros. (Fue récord de boletería.) Contemos a Ios que no se
creciente demanda. Cuando San Lorenzo enfrentó a Racing el 9 de animan a trasladarse aI estadio de Independiente por el di-
agosto de 1926, el cronista de Crítica comentó que:
vista semanal La Cancha. 94 nido de Ia:; extensas crónicas de los partidos no difería dei de otros
Hacia mediados de Ia tercera década Crítica abrió un juego más per- medios de Ia época. Se evaluaban los merecimientos en relación con
meable a Ia experiencia dei fútbo] que se vivía en Ias barriadas, involu- el resultad·;) final, se juzgaba Ia brusquedad dei juego, se analizaban
crándose activamente en el mundo local y recreando y potenciando ias superioridades o Ias flaquezas de cada equipo por línea (defema,
gógica dei deporte. metódica dd nuevo recurso de hacer visible Ia rivalidad entre los equi-
En realidad, estos medios fueron tributarios de Ia tradición moral pos y Ia expectativa creada fuera de Ias canchas, en Ias barriadas. Si
que consideraba ai deporte co1)1o un valioso recurso para transmitir va- bien, como hemos mencionado, Ia referencia a Ias rivalidades existía
lores universales, de allí que sus crónicas tendieron a opacar Ias con- desde principios de siglo, Crítica potenció este aspecto dei fútbol. Por
flictos y 10s aspectos menos "éticos" dei fútbol. La única publicación a otro lado se embarcó en apuestas fuertes como Ias denuncias contra Ia
contramano de esta tenclencia era Última HOTa, que jamás vacilaba en dirigencia, 1 Ia que tildaba sin preámbulos de indolente y despreocu-
poner en evidencia Ias rivalidades entre los contendientes: "Ferrocarril pada, con Ia intención indisimulada de ganarse ai público lector y fut-
Oeste y Atlanta es un buen partido. Pero (hay) perspectivas de inter- bolero.
vención policial. Defensores de Belgrano y Platense suelen mostrarse No parec,~ descabellado ubicar a Crítica como uno de los principales
los dientes cuando están frente a frente". Otro caso: "Dos partidos ex- agentes de Ia.construcción de una uniformidad de mercado, de una in-
traordinarios. Sp. de Almagro versus Porteno y Banfield verms Lanús. tegración cultural, que necesariamente requería un paso previo: Ia
Rivalidad-Entusiasmo-:Juego. Con tal aliciente los partidarios de uno y construcció [1 de un perfil de consumidor. Critica apun tó a Ia cristaliza-
otro eu adro irán dispuestos a vocear aios suyos para que echen el ción de dos contextos rituales: ta tectura cotidiana dei diario y Ia asis-
resto".95 tencia semanal a Ias estadios.
páginas de El Gl'áfiCO,construyeron un tipo de tradición en torno a 10
propio y 10 ajeno, una pl-esunta identidad estilística indicativa dei pro-
ceso de criol1ización del fútbol.99
La incorporación de Ia radio fue consecuencia de una serie de noveda-
des técnicas y dei desarrollo de Ia publicidad comercial. Además, fue causa
yefecto de un cambio significativo en los gustos populares.100 La plimera
transmisión radial de un partido de fútbol se produjo el 27 de agosto de
1920 en Ia ciudad de Buenos Aires. Pel'o tuvieron que pasar algunos anos
para que el fútbol ocupara un lugar 'relevante en ese medio. En 1924 se
transmitió el famoso partido contra los olímpicos uruguayos,jugado en Ia
cancha de Sportivo Barracas, y en 1925 Jorge Leal transmitió desde LS2
1930: Equipo urugllayo que enfrentó a Ia Argentina.
Radio Prieto un partido por Ia liga local. Estos eventos de radiodifusión
Los fotógrafos tllvieron un papel central en Ia formación dei
espectáculo futbolístico. (Fllente: AGN.) fueron pioneros en Ia Argentina y en el mundo; en Gran BretaI1a Ias pri-
meras transmisiones se realizaron en 1928, mient:ras que en Ausuia y Fran-
Los dos medios más importantes -CTítica y El GTáfico- potenciaron el cia se hicieron en 1929. Luego hubo un intervalo radial de un par de
clesarrollo dei espectáculo deportivo de manera diferente. Mientras aI1os, y enu-e 1926 y 1927 el medio tuvo un reIanzamiento debido a Ia gran
El GTáfico se apegaba a Ia construcción de imaginarios nacionales y cantidad de aparatos vendidos -hacia 1929 se habían vendido más de me-
criol1os, Crítica, si bien apuntalaba el ideario nacional, apuntaba di- dio millón de aparatos en los hogares portetlos (veinte millones en los
rectamente a los lazos locales, alas barriadas. Y por esa razón era EUA para Ia misma fecha)-. Un ai'ío elespués se habían fundado diez emi-
más permeable a las rivalidades locales expresadas en el fútbol y ori- soras con raelioteatro. tango y música en vivo. En los primeros anos de Ia
ginadas entre las distintas barras, con Ia clara intención de "tocar" década de 1930 empezaron a escucharse voces radiales asociadas aI de-
una zona sensible para sus lectores. Sin embargo, ai hacerse eco de porte, como ias ele Lalo Peliciali y Luis Elías Sojit. En 1933 comenzó a emi-
esa sensibilidad (necesariamente) fue modificándola. Los hinchas tirse el programa "La Oral Deportiva", dirigielo por Edmundo Campag-
que poblaban las tribunas contenían elementos "inaceptables" y Crí- nale, y hacia 1937 ya tenía 800 000 receptores en Buenos Aires.
tica inteetó mostrarse neutral reflejándolos como elementos exóti- Enlos atlos treinta, Ia radio se transformó en un media plenamente in-
cos, esencializándolos sin dejar por ello de objetar aquellos aspectos corporado a Ia viela cotidiana, y podo tanto más cercano ai fútbol. En el
que suponía inmorales. ml.o de Ia llegaela elel profesionaIismo, las entrevistas raeliales ajugadores
CTítica también fue permeable aios gustos e intereses de los sectores eran habituales. Tanto es así que, con su habitual ironía, El GTájico (25 de
populares en cuanto a temas y lenguaje. El GTáfico, por su parte, se julio ele 1931) se hizo eco eleIlatiguillo con que todos los jugadores inicia-
abocó de lleno a la pedagogía de 10 criollo y 10 nacional.97 Bacia 1928 ban sus parlamentos: "Por intermeelio de esta &roadcasting, saludo ai pue-
apareció en El GTáfico un certero bosquejo de 10 que más tarde sería el bIo argentino, bla, bla, bla". Ya en los aI'ios cuarenta, aIgunas estrellas,
"mito acerca dei estilo dejuego del fútbol criollo".98 como Aclolfo Pedernera, Enrique "el Chueco" García, Juan Manuel "el
Los arque tipos uniformadores de Ia época giraban en torno ai gau- Charro" Moreno)' Fernando Bello. participaban en "novelas raeliales".
cho y el compadrito. Sin embargo, desde El (fi'áfico se construyó una ti- La incorporación de Ia radio no peljudicó el hábito de lectura ele
pología deljugador criollo adherida a Ia figura del pibe, la gambeta, el periódicos y revistas. Por ejemplo, La Cancha intentaba ser p0rtavoz de
potrero, el origen humilde. El GTájico tendió así a configurar una ima- Ias muchachadas futboleras, pero su estilo era mucho más moralista y
gen homogénea, mientras que Crí#ca apuntó a Ia diversificación ai cuestionador que el de C1itica. Casi exclusivamente dedicada ai fútbol, se
publicó en forma semanal desde 1928 hasta junio de 1956, y su primer
otorgar un espacio central a 10 local. Borocotó y Chantecler, desde Ias
A veces reproducían pequeilos gestos o expresiones ':erbales de ,Ia jugar aI fútbol. Los nuevos ámbitos de sociabilidad masculina, como Ias
muchedumbre que desentonaban o disgustaban ai cromsta. Tamblen esquinas o Ias así lIamadas "paradas", fueron espacios visibles para Ia
daban visibilidad en sus escritos o en alguna imagen a Ios grandes ges- prensa popular, que 105recreaba para su público. La parada, que solía
tos deI público, como ocurrió cuando el equipo italiano de BoIOl~la, ser una esquina o una cuadra, fue apropiada como el hábitat de Ia barra.
por entonces en gira, formó militarmente para ~ngresar e~1Ia cancha Asi, Ia muchachada ocupaba un espacio fisico y daba significado a aque-
e hizo el saludo fascista y Ia silbatina fue generalIzada, segun narra La lIo que a su vez implicaba Ia construcción de una otredad (Ia rivalidad
Canc!w deI 3 de agosto de 1929. . con otra barra o con Ia policía).
En esta misma dirección, los medios detectaban a los grupos de hll1- Sabemos que después de alguna '~ctoria de Boca hubo corsos espon-
chas y les daban entidad, les ponían nombre. Podían ser "muchach~- táneos por Ia Av. Patricios, eventos que muchos comentaron como fre-
das" o "barras". Y, además de evaluar sus actitudes, trataban de perClblr cuentes y que Crítica que se encargó de "filtrar" presentando a Ias "mu-
sus estados de ánimo. chachadas futboleras" que frecue.ntaban 105 bares conectados con Ias
Una de Ias novedades de los àiios veinte fue Ia presencia habitual de hinchadas de algunos clubes. Algunos jugadores eran habitués de esos
muchachos y hombres en los bares, en Ias esquinas, en 105clubes, en I~ cafés, como Alfredo "el Vasco" Carricaberry, a quien un cronista de La
cal1e' es decir, en 105 distintos ámbitos de sociabilidad mascuhna. Ha- Gancho. encontró en mayo de 1929 reunido junto a otros jugadores ele
bito ;tl que Ia prensa, en.especial Crítica., otorgó marcada visibilidad. EI San Lorenzo en el bar EI Dante, charIando y jugando a Ios naipes.
barrio era mostrado como un espacio de Ia vida cotidiana donde se Hacia fines dei siglo XIX 105almacenes de ramos generales de 105su-
d' . 101
desarrollaban prácticas concretas y se renovaban Ias tra IClone~. burbios, donde se servían bebidas espirituosas en el mostrador o en Ias
Desde 1920 Última Hora mencionaba a Ias muchachadas asocmdas,al mesas (a Ia manera de Ias tradicionales tabernas rurales), habían ido
fútbol haciendo referencia aios jugadores o los seguidores de algun transfonnándose en cafés. Estos ambientes de cOnversación, de inter-
clnb. Se hablaba de "Ia muchachada dei (modesto club) Blanco y Ne- minables partidos de billar, generala, mus, tute y brisca, sin presencia
. "y de Ia dei San Isidro para mencionar aIos socios que practicaban femenina y frecuentados por grupos de amigos, fueron regiones
glO d "d I
· t' 1tos del)ortes efl esos clubes, o de Ia "entusiasta muchacha a ,e donde se disputaba el honor asociado a Ia virilidad y a Jos rituales deI
c1IS li ., . lIJ2 E Ul-
club Sportivo Avellaneda, que preparaba una velada famJhal. .n buen beber.I03 Bacia el centenario se contabilizaban más de mil de es·
tima Flora ese sustantivo se aplicaba, en líneas generales, a los grupos tos cafés, de distinta índole y tamano, en Ia ciudad de Buenos fures.
vinculados a una actividad, ya fuera integrando un equipo o como 50· Sus habitués fueron sumando el fútbol a Ia vida de café, junto a temas
cios de un club. Sin embargo, hacia fines de 10s ailos veinte Ias mucha- recurrentes como el turf, el tango, Ia política y 105chismes sobre veci-
chadas anónimas pasaron a ser, para Crítica. y La. Cancha, muc~ac~adas nos y conocidos. Antes de cada partido, los socios de Ali Bo)'s se reu-
futboleras habitantes de 105 barrios. En principio, el apelatlvo mten- nían en el bar 4 Billares, ubicado en Ia intersección de Ias Avs. Rivada-
taba denotar algo distante y exótico; pero 10 que subyacía a Ias ~strate- via y Segurola. Según La Cancha de octubre de 1928, el café Atenas,
gias de estos medios era Ia intención de seducir ai público hablandole ubicado en Ia esquina de Av. Rivadavia y Esperanza, era el cuartel ge-
directamente Y exhibiéndolo en fotos. . neral de "Ia hinchada más caracterizada de 105albos de Ali Boys ". Los
Yasi aparecieron múltiples y variados usos de Ia palabra: por eJem- de Huracán se encontraban en EI café de Benigno, en Ia Av. Caseros,
entre EI Porvenir y Progresista sería el enfrentamiento de "dos viejos Ca~e decir que ya entonces existían muchas más entidades que las
rivales de ban-io", un encuentro en el que ambos clubes "tienen in- mencIOnadas como abanderadas deI GB. En cada bardo había algunas
terés en conquistar el título de campeón de Cerli". que ac~uaban en los dos niveles ya citados: el deI gran barrio (GB) yel
Cuando en 1925 se enfrentaron Defensores de Belgrano y Platense, pequeno (PB). De esta manera, habiendo varios clubes}' asociaciones
cuya rivalidad se sustentaba en su vecindad territorial en el norte de Ia en cada barrio, cada uno solía tener sólo un representante en el fútbo!
ciudad, el cronista de Crítica comentaba que: "Estos dos eran c1ásicos riva- o a 10 sumo dos. En lVIataderos, el C!ub Atlético Nueva Chicago era el
les, dada Ia afinidad de sus barrios de acción, pues como es sabido ambos club de fútbol oficial. Pero Ia mayoría de los hinchas, incluso aqllellos
tienen sentados sus reales en ellejano Nún.ez ( ... ]. Lo único que debe- que concurrían habitualmente a Ia cancha, eran socios de otras institll-
mos recomendar a los aficionados es que el enfrentamiento sea pacífico". ciones, y en eJ mejor de los casos de Nueva Chicago, en una doble o tri-
Cuando volvieron a jugar, un aí10 más tarde, el 7 de agosto se anunció el pIe membresía.
encuentro entre: "rivales de barrio. Platense y Defensores de Belgrano. . Nueva Chicago fue transformándose, al margen de su vida interna, en
Estas dos \~ejos amiei disputando en esta ocasión Ias dos puntos deI cam- Imagen y estandarte dei ban-io de Mataderos (como GB) dentro de Ia
peonato y Ia superioridad de barrio. (...] Muchas veces hubo extralimita- competencia futbolística. En otras palabras, era el c111bque encarnaba aI
ciones y bailes entre Ias hinchas de esos clubes". barrio y 10 representaba en el escenario competitivo interbarrial. La zona
res de clubes que decían defender elhonor deI lugar y se consideraban
sus verdaderos y únicos representantes.
En los ;\110S veinte, el fútbol se transformó en una activiclad casi uni-
versal para los varones. Debido a ello es conveniente destacar Ia impor-
tancia de Ia constitución deI contexto ritual deI espectácuIo futbolí~tico.
Una de Ias maneras, Ia que nos interesa a nosotros, de inclusión de estos
procesos en Ia cultura de los sectores populares fue a través de Ias iden-
tificaciones barriales construiclas con el material dei fútbol preexistente.
Si prestamos atención a Ia cronología, veremos sin dificultad alguna que
Ia generación que participó deI nacimiento de Ias barrios supuso ai fút-
boI como algo propio y naturâl.
192'1: Festejos luego del triunfo de BocaJrs. Simpatizantes
se aduet'ian de la~ calles del barria. (Fuente: AGN.)
( ,
(
193,1: Asamblea en el Club Huracán, Los sacias discuten
( Ias <lsuntasdeI club. (Fuente: AGN,)
En los anos veinte, algunas de Ias entidades nacidas como equipos de
fútbol ya se habían 'transformado en instituciones con miles de socios y
con intereses diversos. En estos clubes, además de practicarse el fútbol,
también se desarro!laron otras actividades. No en vano se autodenomi-
naban "Sociales y Deportivos", y de hecho muchos de ellos no se des-
tacaron en Ia historia deI fútbol grande.
En esos al10S se p"Odía apreciar una enorme fluidez y disparidad en
los logros institucionales dei universo de clubes que integraban Ia liga
oficial. Así, mientras el Club A, Lanús proyectaba sus estatutos sociales,
River editaba, desde un decenio atrás, sus Memorias y Balances. La fór-
mula institucional para elegir a los dirigentes era variada: algunos 10
hacían entre unas pocas decenas de socios, mientras que otros, en
1933: Asamblea de sacias en eI Club River Plate.
asambleas con cientos de participantes. (Fuellte: AGN.)
Como se puede advertir, los clubes pudieron existir y perdurar gracias
a sus socios y a Ia actividad voluntaria de estos. Si observamos Ia cantidad en Ias calles Alvear y Tagle. San Lorenzo triplicó su masa societaria
de socios que tenían los clubes por aquellos anos veremos claramente Ia entre 1920 y 1922, !legando aios 1500, Vélez Ia duplicó, !legando a
disparidad mencionada. Consideremos algunos ejemplos de !a evalu- superar los 700. Avanzando en Ia década, resultan !lamativas Ias ci-
ción de Ia masa societaria de algunas entidades: hacia 1915 River con- fras correspondientes a Ia segunda mitad dado que h b
, . u o un enorme
taba con cerca de 700 sacios, Vélez no llegaba aios 100 y Huracán supe- creClmIento en Ia cantidad de socios en pocos anos, Así, River y San
raba los 400. Lorenzo termmaron Ia década (antes de Ia !legada di' f .
, . e pIO eSIOna-
En torno a los anos 1920,1921 Y 1922 se advierte un primer gran
llsmo) con 15 000 socios cada uno, Boca !legó aIos 8500, Indepen-
salto en eI número de asociados. River !legó a superar Ios 3500 en
dlente aIos 4200, Racing a Ias 3000 y Vélez aIos 1400, Este notabIe
1922 Y los 5000 el ano siguiente, cuando se mudó a su sede ubicada
Incremento puede explicarse, en parte y en términos generaIes, por
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una frecuente Ilegada de jugad?res dei interior dei país a Ias equi pos A LOS CLUBES Y SU RELACIÓN CON LA LÓGICA DEL FÚTBOL
de Buenos Aires, atraídos por Ias clubes más fuertes a través deI re-
curso dei marronismo; esta situacióll provocó que Ias chicos, a fin de EI contexto ritual deI espectáculo futbolístico dominguero fue un ám-
compensar su desigual relación con ellos, recurrieran también ellos y bIto generador de una sociabilidad mayoritariamente masculina que
en Ia medida de sus posibilidades ai marronismo, práctica que a par- glraba en torno ai partido, a Ias viajes hacia y desde Ias estadias, ya ]os
tir de entonces pasó a ser habitual. En Ia edición de Crítica de abril de momentos previas y posteriores ai juego; por otro lado, esta sociabili-
1927 un dirigente de un club chico -Estudiantes de Palermo- confe- dad estaba ligada también a Ia vida cotidiana: Ia calle, el café y Ia vida
saba que no podía tener un equipo poderoso "por Ia sencilla razón d~ntro ~e los clubes. No está de más senalar que Ias fidelidades y Ias
de que no quiere modificar su inmacu]ada tradición amateurista". EI ImhtancIas futboleras en un barrio 'J por e'iempIo B oe d o, Vlncu
' ]a b an en-
directivo pronosticaba que si no surgían buenos jugadores de sus pro- t:e sí a.una abrumadora mayoría de sus habitantes, que podían decirse
pias filas habría, finalmente, que disoIver el club por "falta de jugado- slmpatJzantes o hinchas de San Lorenzo; sin embargo, de esa masa úni-
res amateur que no mientan". cam~nte una parte concurría a Ia cancha en forma habitua] y entre es-
,:Cuá] era Ia situación económica de algunos clubes durante Ia dé- tas solo algunos eran socios deI club.
cada de 1930? Las entradas de dinero provenían de Ias tickets, Ia Aunque eI fútbo! siguió siendo el eje central de estas entidades en
cuota social, Ia publicidad, Ias donaciones de sacias, ]os subsidias y Ias aI1os.veinte, poco a poco comenzaron a tomar cuerpo otras activida-
préstamos, y ]a organización de eventos; Ia mayor parte de Ias salidas des socIales, culturaIes y deportivas, incorporadas no sin conflictos
se originaba en el plante] de fntbolistas, y en e] arrendamiento o Ia como una lógica consecuencia de Ia presencia de diversos actores co~
compra y ei mantenimiento dei estadio y de más instalaciones. in~ereses y gustos par~culares. En este apartado analizaremos Ia apari-
Uno de Ias rasgos que diferenciaron a los clubes fue Ia activa política C10nde un capItal SOCialno asociado ai fútbol sino a un nuevo espacio
dirigencial para atraer socios y jugadores talentosos a Ia par de una de sociabilidad basado en novedosas redes personales.109
fluida relación COllIas vecinos y los hinchas. Pero para ser un club con EI idearia asociacionista y democrático, que incentivaba Ia inclusión
futuro se necesitaba tener un pasado, y ciertos rituales que estructura- y Ia participa.ción, se sumó a Ias nociones· vigentes sobre Ia necesidad
ran Ia vida de Ia institución y su fuerza simbólica. de Ia actividad física y Ias deportes. Por 10 tanto, no era extraI10 que los
Los clubes fueron Ias asociaciones so bre Ias cuales descansó Ia 01'- clubes comenzaran a cobijar entre sus muros Ia práctica de otros de-
ganización de! fútbol oficia] y, a Ia vez, se constituyeron como nuevos portes,junto a c,iertas actividades denominadas "sociales". Por ejemplo,
ámbitos de sociabilidad conectados con Ia vida de Ia comunidad loca! IndependIente ll1corporó en 1922 Ia práctica de tiro y ese mismo ano
y como representantes y "defensores" dei barrio, algo que pudo ser f~rmó Ia pr~mera subcomisión de básquet, ascendiendo a primera dos
factible en parte gracias a Ia acción de Ias medias de comunicación. anos despues. En 1927 el club no tenía cancha de básquet y su equipo
En igual sentido, reforzaron su vínculo territorial a partir de Ia cons- Jugaba en Sportivo Barracas, a pesar de 10 cua! se consagró campeón
trucción de sus propias simbologías, que incluían narraciones acerca en 19:9 y 19~;O.Junto a este logro deportivo, Independiente disponía
de sus tiempos pretéritos, y de sus propias ceremonias y rituales, ademas de un nuevo estadia de fútbol, yen 1934 construyó, para forta-
como Ia celebración de Ias aniversarias de fundación y Ia realización lecer Ia actividad socio-cultural, una biblioteca en Ia sede a Ia que con-
de eventos a beneficio de Ia propia institución o de otras en Ias fechas curneron mI1es de esçolares de Ia barriada.
patrias.108 Pero ese empuje no se desarrolló sin conflictos con Ia lógica futboIera.
SI blen en Ferro Carril Oeste y en Independiente se registraron pro-
bleI~as y debates respecto de Ias nuevas iniciativas que competían co~
eI futbol, eI caso más documentado es el deI C. A. VéIez Sarsfield,
donde a partir de 1930 se desató un grave conflicto en torno a Ia cons-
trucción de Ia sede social, disputa que se superpuso a Ia convocatona a La evaluación de Ia capacidad de Ias estadios en relación con Ia de-
elecciones para Ia renovación de autoridades. Los dirigentes se deba- manda dei público era un problema sin resolver, y en consecuencia ha-
tían entre [a perspectiva de transformar [a institución en un club socIal bia quejas constantes por Ia estrechez de 10s accesos a Ias tribunas y el
o, tal como 10 deseaba Ia mayoría, seguir dedicando sus mayores es- posible riesgo deI público. Debido a ello, Ias preocupaciones de Ias di-
fuerzos ai fútbol. A pal-tir de 1931 algunos dirigentes intentaron crear rigentes se centraron cada vez más en Ia posesión de un estadio propio
una nueva categoría de socios llamada "social", que pagaría una cuota con mayor capacidad numérica, sin prestar demasiada atención a Ias
comodidades.
más cara, y simultáneamente decidieron que el club invertiría el dl-
nero suficiente para Ia instalación de una amplia sede. Fero Ia 1111Cla- En este sentido, fue formándose un ideario en torno a Ias aptitlldes
tiva no contó con el apoyo mayoritario, que sostenia Ia necesidad ele y necesidades deI hincha propio o ajeno. Las posibles demandas de lln
que eI estadio y el equipo ele fútbol continuaran siendo priorida.des en presunto usuario, en especial deI público visitante, no existian. Las
el presupuesto. A pesar de Ia oposición ele gran par~~ de sus SOCIOS,los muItitudes soportaban innúmeras dificuItades para comprar su en-
directivos inmediatamente resolvieron Ia construcCIOn de una cancha trada, ubicarse en Ias gradas, acceder a un baIÍ.o y abandonar el estadio
de pelota paleta en Ia sede social con un aporte ~speci.al.de cada socio con tranquilidad. Así se fue construyendo, en Ia teoría y Ia práctica, Ia
interesado en el desarrollo de ese deporte; ademas, se Il1IClarOn los pe- rara filosofia de que eI público que asistía a los partidos estaba natural
didos de afiliación a Ias federaciones de balonmano (o handball) y de y espontáneamente aI margen de cualquier tironeo entre Ia oferta y Ia
miento deportivo dei club que, en rigor, terminó clasificado tercero, contratos. EI camino hacia Ia adopción más o menos sistemática de há-
cuando el a1'ío anterior había estado ai borde dei descenso. bitos de entrenamiento y de cuidado personal estuvo asociado, en 105
La opinión de los jugadores sobre los entrenamientos semanales no últimos aii.os deI marwnismo y con Ia lIegada elel profesionalismo, a Ia
era unánime: para 105 que trabajaban varias horas diarias era un hábito amenaZ,l o Ia imposición de medidas disciplinarias a todos aquellos
que imposibilitaba su permanencia en los equipos, otros 10 desestimaban que no se ajustaran aIos reglamentos. Los clubes impusieron penaliza-
porque estaban convencidos de que no mejoraría su juego, pero muchos ciones a sus jugadores, muchas veces asociadas a Ia performance dei fut-
estaban de acuerdo con Ia impprtancia dei tminingsemana!. En aquellos bolista en 105 partidos jugados y en ocasiones motivadas por no ha-
ai'1os los equipos lIegaban a Ia cita dominguera en condiciones físicas di- berse estas presentado aios entrenamientos e incluso a 105 partidos.
símiles; Ias diferencias no pasaban inadvertidas para 105 jugadores y de- Hemo> visto que 105 viáticos marcaron Ia primera diferencia entre io
bido a ello Ia idea que reIacionaba el entrenamiento semanal con el ren- que se cc>nsieleraba amatem- o profesional. La dedicación y el empeI'io
dimiento en Ia cancha fue instalándose con mayor fuerza en el mundo puestos en Ia preparación y en Ia tarea marcaron Ia segunda. En marzo
deI fútbo!. Cabe se1'ialar que hacia fines de los a1'iosveinte, antes de Ia lle- de 1912 Ia Revista Automovilismo y Sport, haciendo referencia aI deporte
gada dei profesionalismo, entrenar un par de días por semana era un re- europeo, mostraba "cómo hacen training los corredores de fi días en bi-
quisito necesario para e1 buen rendimiento en el campo de juego. Las cicleta" y concluía Ia nota afirmando que eran verdaderos "profesiona-
formas de entrenamiento eran variadas: a veces podía cumplirse con Ia les dei deporte moderno". Queda claro, entonces, que Ia palabra "pro-
práctica de otros deportes o de partidos de fútbolllamados "de práctica". fesional" designaba a todo aquel que se dedicaba concienzuda y
Adolfo López se-entrenaba practicando boxeo, mientras que Pedro racionalmente a Ia actividad.
124
Ochoa jugaba ai béisbol y a Ia paleta para mantener su estado físico. EI término "amateur", según Ia usanza tradicional, no sólo denotaba
En septiembre de 1929 Carlos Peucelle comentaba que su entrena- Ia práctica voluntaria sin mediación de recompensa ni viático alguno,
miento erajugar varios partidos por semana, método que parece haber sino también Ia libertad dei jugador de dedicarse, a su gusto y placer,
sido el preferido por 105 jugadores. 125 A pesar de todo, algunos futbo- a tminings y prácticas varios como asimismo a otros juegos y deportes.
listas dudaban sobre Ia efectividad de esa clase de entrenamiento físico EI vercladero sportman podía y debía ser un practicante poco especiali-
y en 1929 varios equipos hacian ejercicios especiales sin tener una pe- zado; pero hacia mediados de Ia década de 1910 ya existía una tensión
lota cerca, tal como aparecen en varias imágenes fotográficas publica- manifiesta entre Ia tradición británica y Ia realidad dei fútbollocal.
"Vuelve a Ia primera Calup Lamas Uugador de Estudiantes de La
das en Crítica.
Para otros el adiestramiento físico durante Ia semana era incompa- Plata) quien es uno de 105 pocos que mantiene en nuestros campos de
tible con sus empleos, que casi siempre insumían ocho o diez horas juego el concepto de amateurismo, que Ia mayoría de los dirigentes
por día. Ese era el caso de Cabino Sosa, paradigma deI jugador que han modificado, exigiendo aIos jugadores una preparación que sólo
consideraba ai fútbol como mera diversión y que fue tomado como justifica el afán de llenar Ias arcas". Esta declaración, vertida en Ia re-
modelo por su resistencia a jugar en los equipos grandes de Ia capital. vista Vida Porte1'ia enjulio de 1917, sostenía que el dirigente que no exi-
En febrero de 1929 Sosa lamentaba no tener tiempo para entrenarse gía preparación alguna a sus jugadores era considerado "amateu-
durante Ia semana: "No puedo. Trab~o durante Ia semana y el do- rista" y que, lógicamente, también el jugador era amateur si no se
mingo t~ngo que'ir a jugar sin entrenamiento previo". preparaba especialmente para eJ match o 10 hacía sólo a partir de su
que quede en condiciones normales para actuar, pues hoy se En líneas generales, puede decirse que Ia segunda mitad de los úios
encuentra bastante pesado. 123 veinte marcó tendencia hacia Ia homologación de Ias condiciones físi-
cas con Ias relaciones "Iaborales" y Ia expansión dei marronismo.
Sin embargo, Ia introducción sistematizada dei training en Ia vida coti- Luego, con Ia introducción deI profesionalismo, estas orientaciones se
diana de los jugadores parece haber mejorado notablemente el rendi- cristalizaron y comenzaron a aparecer expresamente escritas en los
miento deportivo dei club que, en rigor, terminó clasificado tercero, contrates. EI camino hacia Ia adopción más o menos sistemática de há-
cuando el ano anterior había estado ai borde dei descenso. bitos de entrenamiento y de cuidado personal estuvo asociado, en los
La opinión de los jugadores sobre los entrenamientos semanales no últimos :\l10SdeI marronismo y con ia llegada dei profesionalismo, a Ia
era \,ll1ánime: para los que trabajaban varias horas diarias era un hábito amenaZ,l o Ia imposición de medidas disciplinarias a todos aquelJos
que imposibilitaba su permanencia en los equipos, otros 10 desestimaban que no se ajustaran aios reglamentos. Los clubes impusieron penaliza-
porque estaban convencidos de que no mejoraría su juego, pero muchos ciones a sus jugadores, muchas veces asociadas a Ia perfonnance deI fut-
estaban de acuerdo con Ia impprtancia dei tmining semanal. En aquellos bolista en los partidos jugados y en ocasiones motivadas por no ha-
Ú10S los equipos llegaban a Ia cita dominguera en condiciones físicas di- berse estas presentado a Ias entrenamientos e incluso a los partidos.
símiles; Ias diferencias no pasaban inadvertidas para los jugadores y de- Hemo, visto que 10s viáticos marcaron Ia primera diferencia entre 10
bido a ello Ia idea que relacionaba el entrenamiento semanal con el ren- que se consideraba amateur o profesional. La dedicación y el empeno
climiento en Ia cancha fue instalándose con mayor fuerza en el mundo puestos en Ia preparación y en Ia tarea marcaron Ia segunda. En marzo
dei fútbol. Cabe seii.alar que hacia fines de los anos veinte, antes de Ia lle- de 1912 Ia Revista Automovilisrno y Sport, haciendo referencia aI deporte
gada dei profesionalismo, entrenar un par de días por semana era un re- europeo, mostraba "cómo hacen training Ias corredores de 6 días en bi-
quisito necesario para el buen rendimiento en el campo de juego. Las cicleta" y concluía Ia nota afirmando que eran verdaderos "profesiona-
formas de entrenamiento eran variadas: a veces podía cumplirse con Ia Jes deI deporte moderno". Queda claro, entonces, que Ia paJabra "pro-
práctica de otros deportes o de partidos de fútbolllamados "ele práctica". fesionaJ" designaba a todo aquel que se dedicaba concienzuda y
Adolfo López se"entrenaba practicando boxeo, mientras que Pedro racionalmente a Ia actividad.
124
Ochoa jugaba aI béisbol y a Ia paleta para mantener su estado físico. EI término "amateur", según Ia usanza tradicional, no sólo denotaba
En septiembre de 1929 Carlos Peucelle comentaba que su entrena- Ia práctica voluntaria sin mediación de recompensa ni viático alguno,
miento era jugar varios partidos por semana, m.étodo que parece haber sino también Ia libertad dei jugador de dedicarse, a su gusto y placer,
sido el preferido por los jugadores. J25
A pesar de todo, algunos futbo- a tminingJ y prácticas varios como asimismo a otros juegos y deportes.
listas dudaban sobre la efectividad de esa clase de entrenamiento físico EI verdadero sportman podía y debía ser un practicante poco especiali-
y en 1929 varios equipos hacían ejercicios especiales sin tener una pe- zado; pero hacia mediados de Ia década de 1910 ya existía una tensión
lata cerca, tal como aparecen en varias imágenes fotográficas publica- manifiesta entre Ia tradición británica y Ia realidad dei fútbollocal.
"Vuelve a Ia primera Calup Lamas Uugador de Estudiantes de La
das en Crítica..
Para otros el adiestramiento físico durante Ia semana era incompa- Piata) quien es uno de los pocos que mantiene en nuestros campos de
tible con sus empleos, que casi siempre insumían ocho o diez horas juego eJ concepto de amateurismo, que Ia mayoría de los dirigentes
por día. Ese era el caso de Cabino Sosa, paradigma del jugador que han modificado, exigiendo a los jugadores una preparación que sólo
consideraba ai fútbol como mera diversión y que fue tomado como justifica el afán de llenar Ias arcas". Esta declaración, vertida en Ia re-
modelo por su resistencia a jugar en los equipos grandes de Ia capital. vista Vida Porte/ia en julio de 1917, sostenÍa que el dirigente que no exi-
En febrero de 1929 Sosa lamentaba no tener tiempo para entrenarse gía prepaJ-ación alguna a sus jugadores era considerado "ama teu-
durante Ia semana: "No puedo. Trab~o durante Ia semana y el do- rista" y que, lógicamente, también el jugador era amateur si no se
mingo tengo que'ir a jugar sin entrenamiento previo". preparaba especialmente para el match o 10 hacía sólo a partir de su
había finalizado, independientemente de Ias circunstancias y deI resul-
iniciativa individual y de mejoramiento físico general. Diez al10s má~ tado. Una vez más recurrimos a Ia entrevista a Calomino, quien,
tarde, en Ia edición de Clitiw de mayo de 1927, el arquer~ de RaCl~gJose cuando le preguntaron si le había gustado eljuego de los visitantes in-
Coreim, checoslovaco de origen pero afincado en el paIs, sostel1la que: gleses, contestó:
res. Los cambias apuntaban a uniformar Ia vestimenta de los integran- EJ endi·)samiento y Ia magnificación de losjugadores de fútbol fue
tes de Ias planteles aI ingresar en el campo de juego; sin embargo, Ia un método periodístico que comenzó a emplearse desde fines de Ia se-
uniformidad deI atuendo no parece haber sido un tema importante a gunda década dei sigla XX, cuando algunos ya percibían que el creci-
comienzos de Ias anos veinte. En el Club Vélez Sarsfield sólo Ia pri- miento del espectáculo, su mercantilización y mediatización, los .esta-
mera división disponía de un equipo completo de camisetas y pantalo- ban transformando en astros populares. Estos "peligros" quedaron
nes; en cuanto aI resto de Ias categorías, Ia entidad sólo proveía Ias ca- reflejados en una nota que establecía un paralelo entre los futbolistas y
misetas, y los pantalones y Ias medias quedaban a cargo de los propios Ias estrellas de Ia escena teatral:
jugadores, 10 cual implicaba diferencias apreciables en Ias vestimentas
de los once. 126
Los jugadores de football comienzan siempre siendo "compar-
Por otro lado, si observamos las fotografias de Ias formaciones de Ias sas", luego coristas, más tarde actrices y, por fin, son como Ias
equipos, veremos que los cambios ocurridos entre 1925 y 1935 son prima donnas, pues tienen idénticos ataques de nervios. Algu-
asombrosos. Hacia mediados de los ai10s veinte los pantalones, y sobre nos dirigentes conocen el remedio para esos ataques, pero
todo Ias medias, solían ser diferentes entre 10s once jugadores. Algemas para ello es necesario que Ias arcas de Ias clubes estén reple-
usaban Ias camisas afuera de los pantalones y otros adentro; algunos tas de dinero.128 [EI destacado es nuestro.]
lIevaban boinas y Ias peiludos de todos diferían notablemente. Cabe
sei1alar que Ia profesionalización deI fútbol fue un elemento impor- En los ai'ios veinte, el deseo fervoroso de convertirse enjugador de fút-
tante en esta evolución, y que ya hacia el cambio de década los clubes boI no se fundamentaba sólo en Ia potencial o real fuente de ingresos
y Ias jugadores estaban cada vez más atentos a Ia pulcritud y Ia homo- que eso podía significar, sino en formar parte de una de Ias actividades
geneidad de sus atuendos. Por'otra parte, Ia participación en los gran- socialmente más reconocidas. Pero en algunos casos más o menos ex-
des acontecimientos donde sejugaba Ia representación nacional debe cepcionales no debe desestimarse el papel desempeii.ado por los ali-
tomarse como un caso extraordinario. En el Mundial de 1930 Ia selec- cientes y premios económicos. Según el periodista Pablo Rojas Paz, el
ción argentina vistió un uniforme pulero y vistoso, normal para Ia famoso e internacional jugador Raimundo Orsi comentaba irónica-
época: saco de vestir y pantaloncitos cortos. mente aI mostrarle su recientemente adquirida mansión, que había po-
Los cambios en Ias maneras y los cuidados deI vestir tuvieron su co- dido construir gracias aIos ahonos provenientes deI fútbo]: "Mirá esta
rrelato en los significados que los jugadores daban a su actividad. casa, se ha hecho a patadas".129
Como hemos visto, para entonces ya imperaba el sentimiento de orgu- La vivienda solía ser Ia primera forma de manifestar y representar el
110por jugar en primera división. Las ambiciones deportivas y Ias aspi- lugar que ~;eocupaba en Ia sociedad. En este sentido, el deporte de
raciones económicas, importantes pero no decisivas, se sumaban a Ia alto rendimiento profesional fue siempre una "avenida de movilidad
visibilidad social -que clependía en forma directa de Ia cantidad de es- social ascendente para losjóvenes con talento deportivo de Ias clases
-(Tan mala le parece el público?
-(Mala? No ... Peor... más que maIo, ignorante de 10 que pre-
tende juzgar. EI 80% dei público, por 10 menos, no sabe nada
de fútbol. Les puedo proporcionar este dato: jugando un in-
terprovincial, integrando yo el equipo de Provincia contra
Chaco, el público me aclamó como a un Dias, porque yo me
10 propuse, haciendo acrobacia, en vez de jugar a conciencia:
así realicé toda clase de "palomi tas", "chilenas" y "mariane-
Ias", cuando no había necesidad de ello y hubiese sido lógico
rechazar de acuerdo a Ia manera clásica. Pero )'0 me había
propuesto reírme interiormente de Ia ingenuidad deI pú-
blico y, como el partido "daba" para ello, Ias obligué a aplau-
dirme, cuando debían haberme silbado Ese es eI público
que se ias da de entendido y sabihondo Y su ignorancia,
como les digo, corre pareja con su maldad.
1931: Ángel Segundo Mediei, en su casa y acompal1ado de su familia.
Los periódicos retratan aIos crachs en su C:real o aparente?) Preocupado por las imprecaciones deI público, Luis Weihmuller, juga-
intimidado (Fuente: AGN.) dor olímpico en 1928, declaraba ai respecto en julio de 1930 a La Can-
clia: "EI público es maio e injusto. No puedo admitir que un st~eto que
trabajadora y media". Por un lado, esta indicaba una marcada tenden- paga 1~O,50para ver un partido se crea con el derecho ele ocuparse de
cia democratizante )' socialmente igualadora, y por el otro una vía de mi familia groseramente".
ascenso social en Ia d~sigual estructura dei mercado capitalista. Los jugaelores tenían una percepción ambivalente deI público: a::;Ta-
En Ias relatos de Ias grandes campaiias, Ias figuras de los crachs se agi- decían eI aliento y sus consecuencias, pero naturalmente rechazaban
gantaban)' se volvían inconmensurables. Si bien tradicio~almente se los insultos y Ias agresiones. Borocotó, al comienza deI profesionalismo
asoció el vedetismo de los futbolistas a su condición de artlstas y talen- Uulio de 1931, en Ias páginas de El Gráfico), sostenía que 10 primero
tosos, es necesario seiíalar que esa fama también radicaba en su condi- era el club )' 10 segundo eljugador, y además seii.alaba Ia ingratitud dei
ción de especialistas)' estrellas mediáticas, antes que virtuosos de Ia pe- hincha que exigía)' que, si pensaba que eljugador no cumplía con sus
lota. De este modo, Ias exigencias deI "deber ser" profesional y Ia exigencias, demonizaba a quien antes había erigido en ídolo: "(No se
amplitud dei fenómeno mediático apuntalaron a Ias grandes figuras, entristece eljugador que dio muchas victorias o evitó muchas derrot.as
que a su vez contribu)'eron a expresar una nueva diferencia)' una )' que un clía se encuentra con e! reemp!azante que viene de otro ba-
nuevajerarquía en el quehacer colectivo. . . rrio y de otro club? [ ... ] EI futboler es como un actor y Ia cotización
Más allá ele esta tendencia, Ia lógica elel espectáculo maS1VO lm- marchará a Ia vera de! favor que le dispense el público".
pus o Ia idea de "Ia soledad deI cmch" como contrapunto a ~a acti- Podría argüirse que eI mundo deI fútbol creaba lazas afectivos suscep-
tud activa elel público ya totalmente mediatizado. Este confhcto de tibles de ser rotos, ya fuera por los jugadores que cambiaban de club o
roles y requerimientos puede apreciarse en Ias palabras de José Della por los periódicos y los hinchas expertos en crear y en derribar ídolos.
Torre, defensor de Racing, publicadas en La Cancha en septiembre Todo ocurría en el contexto amenazante ele Ias agresiones de los fanáti-
de 1929: cos contrarios, quienes solían increpar a Ias figuras fuera deI campo de
juego. En enero ele 1929, Emilio Quadrio, jugador de Quilmes, relataba
de Rivel- Plate, sostenía que Ias actitudes de los árbitros y el público ge-
neraban condiciones poco aptas para eljuego: "Es fácil dejarse suges-
tionar por muchas voces que nos incitan a voz en cuello a 'hacer justi-
cia'. Por mucha sangre fl"Ía que se tenga, cuando se oye a cientos o
miles de espectadores gritar, se Ia pierde".
Lo cierto es que los enfrentamientos entre jugadores y árbitros eran
frecucntes y violentos, tal como 10 expresa un cronista de Crítica acerca
ele los sucesos ocurridos en abril de 1931:
1938: Simpatizantes deI club San Lorenzo rumbo a Ia cancha en 1935: La odisea: comprar una ent.rada. La policía montada aI acecho
camión, uno de los medios de transporte preferidos por Ias mtent.a poner ordeno Sin embargo, muchas veces su intervención
hinchadas. (Fuente: AGN.) provocaba el desorden. (Fuent.e: AGN.)
Hacia fines de los anos veinte Ia escenificación estrictamente futbolera mados "gran~es", así como o cuando se enfrentaban equipos nacio-
pintaba el interior de Ias estadios, como asimismo los caminos que con- nales COIl VISitantes extranjeros-. En el partido disputado en 1928
ducían a ellos. Los simpatizantes de clubes de cualquier color y tamano se por el equipo escocês Motherwell y el combinado porteno ocurrió
10 slgUlente:
adueii.aban de Ias calles port6ia~ cada domingo. Lo que hacían y sentían
no parecia tener relación directa con el volumen de Ias hinchadas: los
hinchas de clubes grandes y chicos por igual consideraban Ias calles y Ias A Ias 9 abrieron Ias boleterías, primeros asistentes a Ias 10
inmediaciones de los estadios como espacios propios. Cierto día, un ca- buen número de policias a caballo, a Ias 11 el espectácul~
mión atestado de hinchas deI Club Portel'í.o circulaba colmado de bande- era admlrable, a Ias 12 se abrieron Ias puertas deI estadio
ras y gritos. Si bien el cronista estaba convencido de que Porteno era un el público se abalanzó atropellándose y motivando Ia inter~
club chico y perdedor, no obstante destacaba que: vención de Ia polida, no pocos fueron los incidentes que
p,or esta causa se suscitaron entre los particulares y Ia poli-
también tiene hinchas fieles que levantan Ia bandera de sus ca- CIa, [lero como siempre estos llevaron Ia mejor parte, Ia
lores y gritan hasta desganitarse, 10 mismo que si se tratara de gente fue tomando ubicación de manera más humana a
Racing o de Boca. Nosotros no queríamos creerlo hasta que 10 Ias B había más de 20 000 espectadores .. [... ] Hubo 40 O~O
vimos con nuestros propios ojos. Iban en un camión unas asistentes en medio de apretujones. A Ias 14:30 no habia
más localidades.131
veinte o treinta personas. Llevaban en alto una bandera con los
colores de Ia entidad. Y gritaban, gozosos, a Ias gentes, aIos
tranvías, a Ia calle toda, que parecia haber levantado sus casas a La~ actitucles de Ias. muchedumbres dentro de los estadios generaban
los costados para verlos pasar: iPorteii.o! iPorteno solo! 130 Imagenes de todo tipo. EI 9 de noviembre de 1929 La C 1 bl"
, '. ancwpu lCO
Ia crol1lca deI partido en el que se enfrentaron el seleccionado argen-
Los hinchas ya estaban acostumbrados a forcejear para encontrar un tmo y su par peruano. EI cronista comparó 10 ocurrido en Ia cancha
lugar, a abrirse paso aIos codazos, a luchar para comprar una en- con un estereotipo de multitudinaria reunión política. Sin duda 10
trada y ubicarse en Ia tribuna -sobre todo en los partidos clásicos o atemorizó Ia apariencia o realidad de desorden y desborde de Ia mu-
chedumbn::
derbies, jugados entre los rivales más enconados o entre los clubes lIa-
Década ele 1930: Estadio de Indepeneliente. Amontonamiento en Ia
boletería. (Fuente: AGN.) 1935: Comiendo sándwiches de chorizo antes elel partido.
(Fuente: AGN.)
P 01, oro
t lado resulta sugestiva Ia creatividael colectiva elel fútbol en
, . H'
Empezó Ia "barra" a hacer "barrabasadas" ... 50naron dos ti-
comparaCl'o'n con olI'os fenómenos de convocatoria maslva. aCla
ros... (Alguien] con el megáfono, [piclió] a gritos que se retira-
nido Ia de.licadeza de omitir.las paIabras soeces ni siquiera ante Ia pre-
sencIa de algunas familias en Ia tribuna oficial.
. Podría atribuirse, quizás, cierto sistema de jerarquías aios aetos de
vlOlencia o incultura, que iban desde Ias insultos a viva voz hasta ios na-
rar~jazos)' hotellazos, desde Ias pedradas hasta Ia invasión deI campo de
Juego, pas<Jndo por Ias enfrentamientos a puti.etazos y lIegando incluso
aI extremo de emplear armas blancas o de fuego. Lo cierto es que Ia
vlOlencla era una presencia habitual en eI universo futboIístico. Si bien
los, insultos .formaban parte deI espectáculo, en noviembre de 1920 , se _
gun relata Ultima Hora, en un partido entre River y Tigre eI árbitro Pla-
nes amena;:ó a Ia tribuna riverplatense: "O el público se cal
, Ia ... o sus _
pendo eI partido. [Ante estas paIabras] Ias hinchas riverplatenses que
ocu?aban Ia tnbuna oficial resolvieron calIarse )' el encuentro prosi-
ran de Ia canchalos jugadores de Independiente y se hicieran gUIo dentro dei más perfecto orden".
solidarios con Ias desplantes primitivos de su centro half.
Viendo que sus intenciones no daban resultado [...] comenzó
el espectáculo más desagradable que puede presenciar un de-
portista de conciencia. [...] E-mpezaron a lanzar pieelras y bote-
lias a Pene lia, a Kuko y a Médic, que eran Ias que estaban más
próximos a ellos. [ ... ] Ya toelo esta, cada vez levantaban más Si bien resulta imprudente clasificar en su totalidad Ia numerosa asis-
en alto Ia bandera de Independiente, icomo pretendiendo ha- lencia a los estadias en los al10s veinte, es posible sin mucho cuestio-
cer cómplice ai viejo club de sus canallescas actitudes! [ ...] namiento afirmar que Ia mayor parte deI público era de un tipo espe-
Cherro, harto ya de aguantar botellazos, levantó una botella )' CIal: el hll1cha. Estos fueron vistos como fanáticos, locos o borrachos,
amenazó con devolveria a quienes se Ia arrojaron. generadore~; permanentes de gritos, agravios, naranjazos, empello-
nes. Hombres que en pocos instantes eran capaces de modificar sus
Si el megáfono era un elemento extraüo en Ias canchas, Ias naranjas)' esta~os de ánil~o :' pas~r de Ias risas a Ias aplausos, de Ios abrazos )'
Ias botellas eran artefactos (o armas) habituales. Las propias huestes de los \Ivas a Ias mas ll1crelbles de Ias insultos.
fanáticos se identificaban como "botelleros". Y Ia aparición de bande- . Hacia fines de junio de 1929 jugaron Racing)' Huracán. EI29 de ju-
ras era cada vez más frecuente. Las banderas, que ostentaban Ias colo- 1110 La Cancha publicó Ia crónica de un periodista respecto deI diálogo
res e inscripciones de Ias clubes, no só 10 eran emblema de fidelidad enta~lado por dos concurrentes a Ia tribuna de Racing, en Ia cual esta-
sino también trofeos a conquistar por Ias hinchas contrarias. Según el bleclO una 1~lteresante distinción: el hincha fanático, desposeído de
periodismo de Ia época, el grado de "incultura" dei público no sólo po- momentocnlJco alguno, y aquel que decía ser socio)' que enarbolaba
día medirse por Ia cantidad y Ia contundencia de Ias objetos arrojados su dIstanCia con respecto a 10 que veía:
a Ia cancha sino también por ellenguaje usado en Ias tribunas. Los in-
sultos de Ias barras contra Ias árbitros)' jugadores contrarias pasaron a A mi lado [ ... ], se había situado un arbusto, cu)'os insultos
ser parte dei espectáculo. En abril de 1927, un cronista de Crítica re- desmedidos crispaban Ias nervios. EI tipo parecía presa de
saltá que en el estadio de Lanús unos "patoteros" carentes de educa- UIl frenesí irreprimible de insultar a Huracán, a susjugado-
ción )' dotados de una mu)' rudimentaria cultura sportiva no habían te- res, a Ia ialm!Ja de estas y hasta aIos perritos que deambulan
vir y sentir el fútbol. Cabe suponer que en los estadios de 105 clubes
por el Parque de los Patricios. "jMurga!" "iCampiones -por- más grandes Ias tribunas preferenciales y populares también presenta-
que el coso decía "campiones"- de grupo!" "jAtorrantes!", y ban diferencias, aunque quizás no demasiado marcadas en Ias actitu-
una punta de cosas más, de esas que suprime Ia censura. Era des de los hinchas.
un muchacho joven, de cierta fachada. A su lado, un tipo Casi siempre imaginamos ai público de una obra teatral o de un
más reposado llegó a molestarse con tanta continuada estu- concierto "saboreando" 10 que sus sentidos le acercan; sin embargo,
pidez, y le dijo: es más que probable que ese espectador desconozca Ias pormenores
-Pero cállese, hombre. Baga menos visible su poca educación. deI oficio ele actor o de músico, como asimismo Ias exigencias de Ia
-Usted debe ser de Buracán; por eso chilla ... puesta en escena. Pel'o el público deI fútbo! estaba compuesto funda-
Por toda respuesta el hombre sacó un carnet. mentalmente por jugadores o ex jugadores que se consideraban co-
-Soy socio de Racing hace más de diez anos -Ie dijo-. Pero si nocedores deI quehacer futbolístico, duenos de una erudición que
supiera que todos los simpatizantes nuestros son corno usted, provenía de Ia experiencia vivida y de una suerte de conocimiento
dejaría de ser socio y me iría los domingos a Palermo, a ver a "esotérico" que sólo algunos "elegi,dos" poseían.132 Esto, sumado aI
Ias bestias ... papel que desempenaba en el contexto ritual, permitió que el pú-
blico se afirmara legitimamente como actor principal en el espectá-
La existencia dei hincha más o menos furioso corriá paralela, aunque culo futbolístico. Baber pertenecido a una parcialidad y detentar una
sin oponerse, a Ia cultura letrada de Ia época; abarcó tanto aI socio deI autoridad surgiela de] conocimiento, real o supuesto, parecía ser ra-
club y aI dirigente como aI asistente habitual, y fue un ingrediente sus- zón suficiente. Estamos hablando ahora de una competencia que no
tantivo en Ia conformación elel peculiarísimo mundo deI fútbol. Sin se desarrollaba 105 fines de semana sino el resto de Ias días labora-
embargo, no todos los concurrentes a Ias tribunas eran hinchas fanati- bles, 10 que algunos han llamado el "partido clellunes"; en otr-as pala-
zados. cTampoco podía decirse que 105 hinchas fueran todos iguales bras, unjuego sordo que se Jlevaba a cabo en 105 lugares de trab~o
-Ios de San Fernanelo, por ejemplo, más que hinchas parecíansimpati- con sonrisas, ironías y cargaclas.
zantes porque vivían el fútbol de otra manera-. Según el cronista ele La Como hemos visto, el periodismo escrito y los intelectuales que tra-
Cancha (septiembre de 1929), el público que poblaba Ias tribunas dei b~aban en Ia prensa calificaban aIos hinchas como mayorías "incultas
estadio de Ia zona norte estaba compuesto por: e ignorantes", turbas fanatizadas que sólo pensaban en Ia victoria de su
equipo. Varios síntomas 105 caracterizaban: insultos, actos de violencia
pebetaelas bien trajeaelas, engominaditas y alegres, [que] po- contra alguno ele 105 actores (jugaclores o árbitros) que obligaban a fre-
nían suaves toques ele colorido y de belleza aquí y allá entre el cuentes suspensiones de partidos, incapacidad para tolerar Ia derrota
tono oscuro de Ia multitud masculina. EI elemento barbudo deI propio equipo, improperios, botellazos e irrupciones encl campo
no era tampoco inferior a los tantos que acuden a presenciar de juego. Por otro lado, los intelectuales de Ia época no parecían pres-
105 lances de clubes de cierto prestigio aristocrático. Mucha- tar alención a Ias actitudes de Ias masas futboleras. La élite intelectual
chada discreta, no muy escandalosa, y más atenta a piropear a y económica estaba alejada deI fútbol, aI igual que buena parte de los
Ias pibas que a seguir Ias inciclencias deI juego. Buen ele- hacedores de Ia política nacional. Por otro lado, en el ambiente deI fút-
men to, que en definitiva [ ... ] era pintoresco y animado. boi y del deporte en general predominaban fuertes corrientes anti-in-
teIectuales.
La atención a Ia "pintoresco" en Ia descripción marca el reconoci- Para estas grupos ele élite el fútbol era un fenómeno incómodo, un
miento de 10 diferente y 10 exótico. Aquella "muchachada discreta" se- "mal menor" que equilibraba -con su "escape clominguero "_Ia penosa
guramente era un espectáculo poco frecuente en Ias canchas y resulta vida de millones de personas. Las canchas eran, según los portavoces
tentador relacionar Ia extracción social con Ias distintas maneras de vi-
brava que rompia a golpes de neumãtico Ias barras adversarias y contra
Ia cual se ~lz,ó en ocasiones Ia voz d'e toda Ia prensa metropolitana ".
La apanclOn de Ias barras desató, por otra parte, procesos paradóji-
coso En marzo de 1929 Critica detectó Ia aparición de Ia "an ti-barra "; un
grupo formado con el objetivo explícito de hacerles frente a otras ba-
rras empleando 10s mismos métodos. En Ferro se fundó una "anti-ba-
r~a" cascadora; es decir, una "barra" que se encargaba de dar su mere-
CIdo a todos Ios aficionados que insultaban a cualquier integrante deI
c1ub local o visitante.
Establecer una comparación entre aquellas barras bravas y Ias actua-
les resulta tan tentador como problemático. Podría haber ciertas carac-
terísticas comunes a ambas, como Ia presencia de valores asociados a Ia
20 de septiembre de 1931: Pelea callejera entre hinchas de Boca y ele
disputa masculina dei honor, Ia rivalidad y el espíritu de grupo. Sin em-
River,luego dei plimer partido profesional en el que se enfrentaron.
Realizado en el estadia elel primero, el encuentro rue interrumpido bargo, no estamos tan seguros de que ciertas palabras -como honor y
luego de agresiones debido a Ia expLilsión ele varios jugaelores dei nvahdad- pos~an hoy el mismo sentido que en aquellos tiempos. Sabe-
segundo. Revista El Gráfico, 26 de septiembre de 1931.
mos, en cambIO, que Ia organización interna y los lazos externos de Ias
barras actuales" como asimismo el grado de violencia que pueden
dad a ciertos grupos que ellos mismos bautizaron "barras". En reali- desatar, no eXlstmn en aquel entonces.133
tica publicó una nota titulada "Barras Bravas", en Ia que se los definía Juego Ia necesana rcpetlción cíclica dei ritual. Así se producía tensión
con 10s mismos calificativos utilizados para los hinchas, aunque se acla- : conf1Jcto entre el orden mínimo y necesario y el desorden nacido de
raba que en realidad eran grupos más o menos uniformes de "energú- ll:fil1ldad de causas ~ razones. Esc desorden puso en duda, en algunas
menos que sólo van aIos fields con el objeto de poner de manifiesto sus Clrcunstancms, Ia eXlstencia misma deI fútbol oficial. En este contexto
no resultan descabelladas Ias opiniones de Crítica sobre los campeona-
bajos instintos".
Las "barras bravas" eran acusadas de provocar tumultos y desmanes tos; por eJemplo cuando afirmaba que en el inicio dei torneo de 1927
y de querer "hacer ganar a sus favoritos por Ias buenas o por Ias malas". : Cl:comp~ración COll el ai'io anterior, "por 10 menos no se registrarol~
inCIdentes de Ia misma gravedad.
A partir ele 1920 Última Hom comenzó a utilizar el término "barra" con
frecuencia, aunque sin el calificativo "brava". De hecho, el uso de Ia pa- Un
. .aúo . después,
. , ,en ma)'o de 1928 ' el mlsmo perl"o d'ICOa d vertla' que
Ia Ii1stltuclOnalizaCion de Ia violencia ' en el fu'(1)01h a b'Ia ti.anSlonna
c do
labra "barra" no implicaba necesariamente su "bravura": en muchos casos
"los campos de juego en un campo ele batalla".
no era sino una "bandada de purretes".
La problemática de Ia violencia en Ias canchas de fútbol cuenta con
Las barras estaban asociaelas a diversas formas de organización y ac-
abundan~e bibliografia, desde los análísis sociológicos de Norbert Elias
ción. En marzo de 1929 un periodista de La Cancha retrató asía una
y sus ChSClpulos hasta los cstuclios de Eduardo
'l
Archett' Yo t10S
- cIentistas
. .
barra'organizada (Ia de San Lorenzo): "Ia barra de Ia goma, patota
sociaies y periodistas, sobre todo respecto a Ia incidencia dei fenómeno torno a qué sllcedería en Ia ciudad de Buenos Aires un domingo sin
en Ia Argentina desde los ai10s sesenta.134 Pel'o no hay referencias que partidos. En El Gráfico deI 29 de agosto de 1931 aparece la descrip-
hagan mención ai fenómeno en 10s estadios portei1os en el período ción de tln domingo con lluvia y sin fútbol. EI texto intenta calmar
que nos interesa y, por otro lado, no son muchas Ias investigaciones los ánimos y sugiere que Ia gente ocupó su tiempo en otras distrac-
sobre 10 que ocurría en Europa hacia Ia misma fecha.135 ciones, CDmo elludo y el ta te tí, 105 burros, el circo, el café o una ex-
En 105aJÍ.osveinte muchos advirtieron e1 peligro latente de Ia violen- cursión aI centro. A fin de cuentas "no hubo juego brusco, ni líos, ni
cia y, a raíz de ello, comenzó a circular Ia idea (entendida como posibi- broncas, ni hinchadas bravas, ni barras".
Iidad) de suspender los torneos. Naturalmente, el fútbol continuó sie'ndo un imán para todos. EI ritual
EI periodista de Soiza Reilly narraba un hecho ocurrido a comienzos no se rompió y la presencia multitudinaria hizo posible el espectáculo.
de Ia década de 1930, mientras se deliberaba si Ia violencia y el desor- Sin emba::go, era necesario imponer un umbral de orden para Ia repro-
den eran intrínsecos ai fútbol o estaban relacionados con el grado de ducción de sus condiciones mínimas y de Ia propia naturaleza cíclica
cultura de su público. EI debate se disparó cuando un policía: del ritual. En febl-ero de 1925 Crítica lIegó a solicitar que la policía pla-
nificase tareas de inteligencia para frenar Ias interrupciones y los des-
hizo fuego y mató a un nii10 inocente, a raíz de 10 cual, en el manes de ciertas barras.
Parlamento, un diputado dijo: El desarrollo dei espectáculo futbolístico requería de un orden que
-Hay que prohibir el fútbol. se veía perturbado con cierta frecuencia, por ejemplo debido a la inva-
Consulté para Caras y Caretas Ia opinión de personas de todos sión del público sobre el campo de juego o a Ias condiciones climáticas
los ambientes. El que mejor me contestó fue el veterano adversas. Sin embargo, hubo dos casos emblemáticos en los que Ia ya
Jorge Brown. habitual secuencia de eventos fue perturbada. En el primeI' caso, el 50·
-2Debe prohibirse el fútbol como se han pr9hibido Ias corri- nido de los altoparlantes durante el partido quebró Ia secuencia "natu-
das de toros? -Ie pregunté. ral". Enjt;.nio de 1931, durante el c1ásico River versus Independiellte el
-iNo, nunca! Lo que debe prohibirse es Ia incultura. JEI fút- speaher riverplatense provocó:
boi es un juego de caballeros cuando 10 juegan caballeros!
-eontestó.136 siseos hasta de 105 mismos hinchas deI c1ub local. Aquello
se transformó en un ruido continuo, molesto y de una
Si el fútbol hahía sido creado para disciplinar aios alumnos de los cole- frialdad aplastante. Nadie le lIevaba el apunte a Ias voces'
gios británicos, a esta altura se había transformado en un hábito que po- de ordeno [Elloeutor] Pidió aI público que 10 acompaii.ara
día devenir en descontrol. La mención a Ias víctimas fatales -reales o po- en los hurras, pel'o sólo él dia el triple grito c1ásico jRiver!
tenciales- fue el caldo de cultivo de Ia idea de suspender el fútbol y, sobre iRiver! jRiver! EI público, mucho más sensato, hizo como
todo, exigir una acción positiva y agresiva de Ias fuerzas de seguridad. siempre: alentó cuando era necesario y voIcó íntegro su vo-
Los intelectuales y los dirigentes políticos y deI fútbol suponían cerío en Ios momentos favorables, guardando silencio in-
que si este deporte podía ser vehículo catártico para millones, un evitable cuando la propia valia pasaba por trances difíciles
domingo sin fútbol daría por tierra con todos los logros civilizadores [ ... ]. La hinchada no necesita altoparlantes para regir sus
alcanzados hasta entonces e indudablemente posibilitados por Ia vía sens<lciones.
de escape que ofrecía el espectáculo. Así fue naciendo un sordo pá-
nico ai domingo sin fútbol. 2Una tarde de domingo sin canchas ates- La voz deI altoparlante era toda una novedad, pel'o terminó por desen-
tadas prolongaría Ia consabida siesta ... o abriría el cauce a una tor- tonal' con Ia convención que suponía que el espacio sonoro dentro dei
menta social? Desde aquellos aílos persiste la gran incógnita en ~1. estadio durante el partido sólo debía expresar Ia voluntad de 105 hin-
. :.~:.
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chas. El locutor no volvió a hablar durante el desarrollo dei partido,
tradición que continúa hasta nuestros días.
En el segundo caso, sucedió un hecho fuera de 10 habitual en 1.1n En este período se estructuró un mercado interno en eI que regían Ias
partido entre San Lorenzo e Independiente. EI presidente de Ia na- lógicas asociadas ai consumo y el perfil de 105consumidores. 137 Pero eI
ción, Agustín P. Justo (confeso fanático dei fútbol e hincha de Boca fútboI parecía escapar a estas tendencias ya que, si bien era un consu-
Jrs.), se encontraba presente en el estadio. Cuando debía reiniciarse el midor, eI hincha tenía características diferentes a Ias deI consumidor
juego IUf:go deI entretiempo, Fossa, capitán de San Lorenzo, fue a sa- promec1io; de hecho, existía cierta distancia entre Ias actitudes deI pú-
ludar ai presidente. En ese mismo momento, Ios dirigentes 10 invitaron blico de fútboI y Ias de aqueI que asistía a un espectácuIo como eI cine
a ingresar en eI campo de juego para dar "inoportunamente el punta- o el teatro.
pié inicial, y como en todo ello se demoraron varios minutos, e1 pú- La reIación entre eI media de comunicación que anunciaba el
blico silbó, no aI general, sino a Ia pérdida de tiempo", aclara El Gráfico evento y el público demandante también era diferente, ya que en eI
del12 de septiembre de 1931. caso deI arte eI papel deI meelio era absoIutamerite necesario mientras
EI presidente Justo soIía frecuentar Ias canchas y su presencia más de que en eI fútboI no parecía se rio debido a su frecuencia semanal. El re-
una vez provocó reproches contra los organizadores por el incumpli- quisito de instalaciones cómodas tampoco era similar, puesto que ha-
miento de los tiempos preestablecidos según reglamentos y costum- bía una gran difer'encia entre Ias demandas de un tipo de público y
bres. Cualq1.1ier demora excesiva en Ia iniciación deljuego rom~ía con otro. EI hincha era un verdadero militante y así 10 veían todos; en ese
los cánones esperados. sentido, el sufrimiento en eI momento de comprar Ia entrada, Ia falta
Los dirigentes y Ios medios df: comunicación se ocuparon de orga- de bailos públicos y el amontonamiento habitual eran unánimemente
nizar Ia secue'ncia semanal de Ias ceremonias constitutivas dei espec- considerados parte "natural" dei evento.
táculo futbolístico. Los gobiernos municipales o nacionales sólo ha- Las actitudes deI hincha de fútbo! implicaban un espíritu de sacrifí-
cían acto de presencia cuando consideraban que su participación era cio lejano aI placer pasivo de otros tipos de público. Sus exigencias res-
necesaria para Ia subsistencia deI fútbol grande. Por su posición cen- pecto de Ia pelfonnance de Ios actores diferían ele Ias de otros públicos:
tral en el desarrollo dei espectáculo dei fútbol, una parte deI perio- ai hincha ele fútbol se Ie permitían cosas que habrían sido inadmisibles
dismo especializado se arrogó muchas veces Ia tarea de dotar ai fenó- en otros casos. La actitud dei hincha era activa, con movimientos cor-
meno de límites éticos aceptables y custodiar que no fueran poraIes y manifestaciones orales muchas veces consideradas tabú o
traspasados. De acuerdo a esta concepción, eI público debía cumplir fuera ele lugar en Ia vida ordinaria.
un rol determinado: asistir sin violentar Ias normas morales ni perju- Los hinchas se transformaron en protagonistas deI espectácuIo, vale
dicar Ia posibilidad de vida dei espectáculo A partir de 105 anos veinte decir que eran actores en el drama deI partido y su papel consistía en
-con Ia formalización, institucionalización y ritualización dei fútboI- influir sobre eI desempeii.o de Ias jugadores de su equipo alentándo-
el público ocupó un lugar más o menos pasivo cumpliendo parcial- los o amedrentando a Ias jugadores rivales )' Ias árbitros. En otras pa-
mente Ias prescripciones que el periodismo había urdido para ese de- labras, el hinchajugaba su partido intentando incidir en 10 que suce-
porte, Sin embargo -y paradójicamente-, el hincha mostró desde día dentro dei campo ele juego )' cumpliendo un papel más o menos
principios deI siglo XX una clara tendencia a devenir de espectador independiente y paralelo en su diálogo con el resto de los presentes
-o actor secundario- en protagonista -o primer actor-, compitiendo en el estadio. Asimismo puso enjuego su honor, que era una parte im-
con quienes estaban dentro de Ia cancha. portante ele su propio ser ya que, de perderse dicho atributo en una
derrota, se empleaban diversas estrategias para recuperarlo: desde
simples justificaciones y excusas hasta planteos conspirativos y ejerci-
cio ele Ia violencia.
Una de Ias fortalezas de Ia vida deI hincha era Ia experiencia de Ia -No tenga miedo, [usted] está seguro ... Mientras no haga
communitas durante los partidos; es decir, Ia forma como Ias personas maca nas, no va a pasar nada. [...] EI partido continuó a duras
se relacionaban horizontalmente entre sí en el escenario de Ias tri- penas. [ ... ] el arquero de Argentinos de Banfield [fue ame-
bunas. La experiencia en communitas de Ia horizontalidad y Ia unión nazado con revólveres], ja fin de distraerlo!
tenía como objetivo alcanzar el éxito, lograr el triunfo. A diferencia
ele Ia "comunión", en el sentido de comunidael eclesiástica, Ia com- Otro recurso, en este caso discursivo, empleado por los hinchas para
munitas preservaba Ias distinciones individuales.138 sobrellevar Ia eventual derrota de su equipo era apelar a Ias concepcio-
Las amenazas directas pretendían influir sobre Ia perforrnance de ár- nes conspirativas colocando a los vencidos en situación de VÍctimas. En
bitros }' adversarios. La concreción de Ia amenaza -que derivaba en estos casos, Ias excusas y los argumentos podían ser interminables }' Ia
sucesos extremos y alevosos como el uso de armas blancas o revólve- sospecha ,~staba siempre aI acecho. Se decía que Ios dirigentes podían
res- parece haber sido más frecuente en los partidos entre clubes chi- "arreglar" 10s resultados de los partidos según alguna conveniBncia'
cos, vale decir, en aquellos escenarios donde el poder de Ias barras muchas v(:ces dificil de comprender, mientras jugadores y árbitros po-
era más evidente y los estadios tenían tribunas bajas y cercanas aI dían ser objeto de sobornos. En suma, Ia tendencia a considerarse víc-
campo de juego. Muchas veces, en esos espacios, Ia polida no se ha- timas de sistemáticas injusticias formó parte de Ia liturgia deI fútbol fir-
da presente o su número era escaso. En noviembre de 1928, en el memente instalada desde Ios anos veinte.
transcurso de un partido entre Argentinos deI Sur y Argentinos de EI hincha no sóIo intentaba influir sobre el resultado mediante Ia
Banfield -relata el cronista de La Cancha- tanto 10s hinchas como los violencia o Ia amenaza aIos jueces y equipos rivales; también exigía
jugadores deI equipo local amenazaron en forma ostensible aI árbitro a sus jugadores excelencia en Ias habilidades propias deI juego. Ade-
con el propósito de torcer el destino a su favor para ver triunfar a su más de virtuosismo con Ia pelota, los hinchas exigían entrega, cora-
equipo: zón, guapeza, virilidad y coraje; y les pedían a sus jugadores que no
fueran "para atrás", en obvia referencia a Ias posibilidades de so-
Empieza el baile: primer fallo dei reJeree en contra ele Argen- borno. En suma, eran protagonistas deI drama desarrollado en el ri-
tinos elel Suel. Silbatina y amenaza. Se vislumbra Ia hoja ele tual y exigían, en communitas, talento y esfuerzo aIos futbolistas de
una daga que maneja un conocido "pesado" de Villa Domí- sus propios equipos.
nico, cabecilla de los hinchas de los locales. EI juez mira de
reojo; busca un agente de polida con Ia mirada. Ni uno. Una
vaga inquietud 10 asalta ... hacer seguir eljuego. [... ] además,
dentro deI campo de juego varios forajidos, de Ias peores tra-
zas, se Ia están jurando con los dedos en cruz. Como si esto
fuera poco, los propios jugadores de Argentinos deI Sud le Como hemos visto, el conocimiento y Ia conformidad con Ias regIas vi-
están diciendo, a media voz, cada vez que pasan a su lado, al- gentes eran parte sustancial deI fenómeno deportivo. Dentro de ese
gemas advertencias que demuestran, claramente, que el par- marco debemos tener en cuenta Ia aceptación de Ia justicia deportiva,
tido "debe" ganarlo el equipo local. determinada por los árbitros. La existencia de regIas válidas para todos
implicó el nacimiento de una noción de justicia que legitimaba el re-
A raíz de Ia tensión dominante, el TeJeree pidió a Ia Comisión Directiva sultado, hecho que ubicaba en un nuevo lugar a los participantes de
deI club local que consigeüera algelllos policias. A manera de respuesta, acuerdo <:on sus performances. Naturalmente, el jugador podía ganar,
uno de Ios dirigentes le dijo: perder o empatar. Yel partido se jugaba en un escenario que ofreda si-
milares condiciones a todos los actores y bajo regIas universalmente
aceptadas -en obvia semejanza con el ideal liberal de normas vigentes asombrarán 105 relatos de casos en que los TefeTees tuvieron que salir dis-
para toda Ia sociedad )' aplicables por igual a todos los cilldadanos-. frazados (con ropas femeninas) de los estadio~ para preservar su inte-
Esa raíz, en cierta medida democrática e igualitaria, era revivida en el gridad física. Más específicamente, haremos mención de un clásico en-
espectáclllo deportivo a través de Ia repetición cíclica dei ritual y Ia vi- tre NeweJl's y Rosario Central, dos equipos rosarinos que mantenían
gencia )' aceptación de resultados imprevisibles. una acuciante rivalidad, aI extremo de no encontrar ningún árbitro
Por otro lado, Ia presencia masiva dei público pagando su entrada dispuesto a "soportar Ias furias de un público entusiasmado hasta el fa-
bien puede corresponderse con una sociedad de mercado con tenden- natismo", según 10 expresaba C?itieael16 de ma)'o de 1925.
cia a Ia igualación manifestada en Ia arena mercantil. Sin embargo, No sólo era difícil aceptar un fallo deI árbitro que se considerara in-
esta no era todo. EI hincha no era un consumidor pasivo, sino que justo; también era arduo admitir un resultado no deseado )' en ex-
participaba activamente dando a conocer sus opiniones sobre cues- tremo inesperado. Así ocurrió, según Ia Caneha dei 23 de junio de
tiones de justicia deportiva e incluso interviniendo abiertamente en 1928, cuando Banfield empató en los minutos finales un partido ju-
el espectáculo con Ia clara intención de influir sobre el juego. gado en Ia cancha de San Lorenzo y "Ia sorpresa deI evento produjo Ia
Además, los espectadores en muchos casos habían sido jugadores o invasión deI Jield, punetazos, gritos e insultos a granel".
exjugadores de fútbol, o en última instancia se consideraban como ta- La forma de restaurar 10 que se consideraba justo estaba asociada a
leso Los hinchas recreaban experiencias pasadas o imaginaban 10 que Ia prepotencia exhibida por Ia gran mayoría de los hinchas congrega-
harían de ocupar el lugar de los que en ese momento estaban dentro dos en el estadio, de allí que fuera habitual Ia invasión dei campo de
deI campo de juego. Es decir, creían tener Ia posibilidad de que eso juego. EI resultado ubicaba en un nuevo lugar aios colectivos y aIos
ocurriese. Su frecuente decisión de intervenir llamaba Ia atención de individuos, y en este sentido eran los jugadores y el árbitro 105 encarga-
quienes consideraban que esa clase de actitudes excedía los límites de dos dei devenir dei mateh y su resultado final.
su rol. Paradójicamente, en su papel de espectadores debían respetar Podría suponerse que los hinchas estaban convencidos de que 105 re-
regias precisas (Ias de cualquier público); no obstante, el rol de hincha sultados deportivos no debían provenir exclusivamente de 10 que suce-
era opuesto a Ia fácilaceptación de Ia pasividad. día dentro dei campo dejuego sino también de Ias tribunas; de allí que
Hacia principios dei siglo XX algunos observadores sostenían que Ia Ia invasión de Ia cancha trocara Ia figura deI hincha-espectador en pro-
transe-resión de los límites se debía aI desconocimiento de Ias regias. Sin tagonista con el objetivo de influir activamente sobre el partido o bien
"
embargo, en los allOS veinte ese tipo de lógica ya no era aplicable. Algu- de ponerle fino El espectáculo dei fútbol presentaba una arista demo-
nos hechos hacen pensar 10 contrario. Los hinchas no sólo conocían Ias crática inicial, producto dei hecho concreto de compartir entre todos
regias, sino que tenían su propio cri te rio acerca de 10 que era justo o no -actores y espectadores- una experiencia común. Sin embargo .todo
Ia era. Esa evaluación oscilaba según cómo afectaran los fallos de los ár- podía cambiar a Ia hora de aceptar una derrota, tal como sucedió en
bitros a sus equipos. De todo ello daba testimonio Ia prensa casi todas Ias 1929 en el estadio de Independiente, cuando el equipo local iba per-
semanas, en casi todas Ias jornadas de los torneos oficiales. diendo y el clima en Ia tribuna "roja" no era propicio. Así 10 relata Ia
Si bien puede resultar redundante, vale Ia pena aclarar que no siem- Caneha dei 26 de octubre:
pre -y ni siquiera en Ia mayoría de los partidos- ocurrían hechos que
pudieran ser calificados de "aberrantes". Sin embargo, Ia posibilidad Pedradas ai arquero visitante; garrotazos en una tribuna; es-
estaba latente. Cuando los hinchas consideraban que Ias decisiones dei cenas de pugilato entre espectadores entre sí, y entre jugado-
árbitro afectaban de manera flagrante y negativa a sus equipos, muchas res. Como si eso fuera poco, salieron a relucir revólveres, un
veces llegaban a Ia conclusión de que Ia única salida posible era el em- hincha hirió a otro de un balazo y un energúmeno quiso ha-
pleo ele Ia violencia. Ese era el clima que se viVÍa en Ias canchas ele Ias cer [uego sobre uno de 105 jugadores de Ia entidad local
ciudades de Rosario, La Plata y Buenos fures. En ese contexto, a nadie cuanelo estos se retiraban.
En ocasiones, el hecho de que un equipo jugara de local conllevaba Ia espectáculo futbolístico se consideraba parte de 10 que sucedía, no sólo
posibilidad de torcer el resultado o Ia decisión de un juez haciendo desde su lugar en Ias tribunas sino dentro de! propio campo de juego.
sentir Ia presencia mayoritaria, transformándola en amenaza. La de- Mora bien, esta participación y sus resultados reales o imaginarios,
rrota era una ofensa ai honor. Es probable que los hinchas sintieran étenía algún sentido en el marco de ia sociedad portena de Ias primeras
una íntima vinculación entre el resultado dei partido y el honor deI décadas elel siglo XX? Tanto Ias identidades barriales y Ias rivalidades
grupo y hasta el honor personal. Eso ocurría incluso en Ias partidos acendradas como Ia actuación fervorosa en Ia tribuna y sobre el campo
amistosos, como el que jugaron Boca y Belgrano de Rosario en cancha de juego eran tendencias que operaban en una dirección similar, ya Ia
xeneize, mateI! que ellocal perdió increíblemente por 3 goles contra O. vez distinta, a los estilos igualitaristas y homogeneizantes vigentes. Por un
Se puede leer en Última Hora, 1Q de marzo de 1920: lado, eran un claro síntoma de horizontalidad y uniformidad. Por otro,
generaban nuevas formas de fragmentación: Ias rivalidades.
La noticia causó estupor. Anoche en Ia Boca Ia tristeza fue AI anaJ.izar el tema no debemos obviar que eran elementos que, en
general. Nadie se explicaba Ia desastrosa jornada [... ]. Esta- términos de valores, no podían separarse de Ias definiciones dei ho-
mos convencidos de que ninguna respuesta satisfará aIos xe- nor y Ia guapeza. En realidad, los códigos de Ia guapeza tilieron aI fút-
neizes; pero como los conocemos afectos a Ias signos cabalís- boI desd,~ un principio, y poco después se les sumaron otros condi-
ticos, a Ias fetiches y amuletos contra Ia jetta., bueno es que mentos como el talento, Ia destreza y Ia vida colectiva. Lo cierto es
recojan este rumor [... ]. La derrota fue culpa dei "male que, para los hinchas, Ia guapeza y Ia defensa dei honor se ponían en
d'occhio" de Brichetto. jSerá posible! juego cada vez que veían a sus equipos en Ia cancha. La derrota con-
llevaba humillación y vergüenza y Ia victoria implicaba honor y orgu-
Brichetto era dirigente deI c1ub y de este modo se decidió que su pre- 110,porque para alcanzarla se necesitaba -además de Ias destrezas téc-
sencia en el estadio había provocado Ia derrota: en suma, el fracaso se nicas- hombría, valentía y picardía.
comprendía sólo a través de Ias cábalas y el azar. EI irónico y risueno Los intentos deI público de modificar el resultado o Ias incidencias
texto aludía a un condimento que parece haber tenido el fútbol desde deI juego nos llevan a pensar que Ias condiciones iniciales de iguala-
siempre: Ia necesidad de dominar el azar, para asegurar un resultado ción que caracterizaban aI espectáculo deportivo no estaban plena-
positivo, a través de conjuros y Ia invocación de objetos con supuestos mente vigentes. Otra fuerza operaba en franca tensión con Ia acepta-
poderes. Lo cierto es que el uso de cábalas pasó a ser un elemento más ción de Ias regias deljuego, el dominio dei azar, ellibre arbitrio de Ias
dei amplio repertorio de los hinchas, que,junto allanzamiento de ob- árbitros, y Ias capacidades y méritos de los jugadores. Vale decir que el
jetos y Ia invasión dei campo, tenía como finalidad incidir en el des- hinchismo elevó ai coro a una participación activa y protagónica, que
arrollo deI partido ... para defender el honor. Así, el fútbol era una ex- en ocasiones le permitia impugnar Ia libre expresión deI azar y juzgar
trana mezcla de comedia y tragedia, y en esa fluctuación uno de según su leal saber y entender Ias decisiones de Ia justicia.
flancos más conmocionantes era Ia dificultad para aceptar y soportar Los hinchas eran conscientes de Ia potencia dei número (sabían que
los resultados adversos. eran muchos) y en consecuencia ejercían el poder de intentar interfe-
Tampoco debemos perder de vista Ias relatos dramáticos y el carácter rir en Ias acciones de Ias otros: los jugadores y el árbitro. En este sen-
cuasi épico que desde un principio dominó Ias crónicas futbolísticas. Por tido, Ia acción de Ia mayoría parece haber sido un horizonte mental
ejemplo, Ia constante alusión a los partidos como "renidas luchas", y Ias "natural" para los asistcntes y, en ese marco, el problema más delicado
polémicas posteriores, donde aparecían vil1anos y héroes. El deporte po- era el si!~nificado que el espectáculo dei fútbol tenía -y en rigor tiene-
see los condimentos agonales de lucha y esfuerzo, y muchas veces se en- para sus participantes.
cuentra cercano al mundo bélico regido por Ia inevitable polaridad en- El espectáculo futbolístico es un escenario que condensa los valores
tre el éxito y Ia derrota, entre Ios buenos y los maios. El público dei de una ~;ociedad democrática, donde podemos ver aI prójimo con sus
diferencias y sus semejanzas. Es un espacio de visibilidad de uno de los tima instancia, y con eI máximo de Ia pena, a esos hombres
dilemas centrales de Ia condición democrática: Ia contradicción entre que dirigiendo encuentros tienen Ia poca suerte con sus deci-
el vigente principio de igualdad entre los hombres y su desigualdad de siones de perjudicar aios cuadros preferidos. EI insulto soez,
hecho. Yen este sentido los estadios son âmbitos privilegiados para eI Ia agresión de hecho [...]. Pel'o no hemos sido dei todo justos
desarrollo dei principio meritocrâtico, tanto en el âmbito individual ai atribuir estos movimientos exclusivamente a Ia turba in-
como colectivo. Vale decir, el espectâculo deportivo es "el show merito- culta, pues en los fie/as dei centro, donde el elemento concu-
crático por excelencia, una escuela en el aprendizaje dei gobierno (do- rrente está constituido por personas a quienes el vestir seI1ala
minio, mandamiento) de Ia victoria, dei éxito".139 como educadas, el fenómeno se produce con esos mismos ca-
racteres, 10 que quiere decir que el mal es endémico, y a él,
como en los casos de Ias endemias, no escapa ninguna clase
social. Ni siquiera Ia presencia de Ia mt~er puede con los exce-
sos dellenguaje de Iajuventud dorada.
Desde siempre ha sido un Iugar.común seI1alar a Ia pasión como causa En líneas generales, los discursos emitidos desde instancias dei orden
dei descontroI y Ia irracionalidad de Ias conductas y Ia sensibilidad deI atribuían los desórdenes a Ia intromisión de cuerpos extraiíos y disol-
hincha.140 En Ias preliminares de un partido jugado entre River y Ra- ventes; en este sentido, el fútbol presentaba problemas para todo aquel
cing en septiembre de 1929, un cronista de Ia época describió el des- que pretendiera explicar desde esa perspectiva sus desbarajustes. Por
plazamiento de los hinchas de Racing hacia el estadio; llamó su aten- 10 tanto, Ias argumentos tomaron tres caminos: atacar Ia natural~za
cíón Ia pasión que exhibían por los colores de su equipo, pasión que misma deI fútbol, responsabilizar aios pequeI10s grupos o barras, o
pasaba por alto los disgustos deportivos dei domingo anterior. Los hin- sostener que Ia causa de todos los males era Ia incultura dei pueblo.
chas de River, que también habían perdido Ia fecha anterior, portaban Los problemas eran atribuidos ai deporte en sí mismo; o bien transita-
un enorme cartel donde se leía que, más allá de ser "vencedores o ven- ban Ias denuncias, los lamentos y Ias quejas contra Ias barras; o en úl-
cidos", confiaban plenamente en sus jugadores. tima instancia se asociaban a una visión trágica de ciertos "defectos" de
AIgunos dirigentes de fútbol juzgaban con receio Ia pasión de los Ias mayorías -por ejemplo su faciIidad para entregarse a una deriva pa-
hinchas; ese fue el caso dei Sr. SebastiánJ. García, presidente de Ia Liga sional incontrolable durante los encuentros masivos-.
Rosarina entrevistado en marzo de 1920 por Última Hora, quien afir- La pasión que emanaba dei fútbol influía sobre los espectadores pel'o
maba que el fútbol despertaba en los hinchas los instintos "más bajos", también sobre los cronistas, quienes en muchos casos fueron presa fácil
que iban en detrimento de Ia razón y deI individuo, y de su apreciación de fanáticos ardores que Ias empujaron a realizar comentarios periodís-
de Ia justicia: ticos parciales y sumamente distorsionados. Pablo Rojas Paz, "EI Negro
de Ia Tribuna", confesó haber sido simpatizante de Estudiantes -ade-
EIfootball tiene Ia rara virtud de apasionar en un grado tal que más de tener "cierta debilidad" por Independiente- y admitió haber
resulta peligroso, teniendo en cuenta Ia calidad de Ia mayoría sido parcial en sus comentarios ai hablar de sus clubes queridos, provo-
de Ias personas que concurre a presenciar los partidos cuya cando en consecuencia violentas reacciones en los hinchas de otros
cultura es embrionaria, por 10 cual son Ias instintos Ias que equipos (en cierta oportunidad, algunos simpatizantes de Boca 10 ha-
presiden Ias reacciones individuales y colectivas. Desde luego, bía agredido a raíz de sus malintencionados comentarios sobre el par ..
en tal estado de cosas, Ia noción de justicia se pierde; sólo se tido disputado por los xeneizes contra el equipo de La Plata) .141
coiocan en Ias balanzas los intereses que representan los colo- Hacia fines deI siglo XIX Ia pasión era entendida como un adorme-
res favoritos, y eljuicio de Ia multinld, parcial, condena en úl- cimiento deI espíritu y Ia razón, y estaba asociada aI desenfreno, Ias ata-
duras esclavizantes y los síntomas de alienación mental. 142 Así, muchos rrota estuviera asociada a Ia posibilidad de pérdida de un importante
contemporáneos veían en Ia exaltación deI público y el exitismo de los atributo identitario. EI honor ocupaba Ja estratégica posición de admi-
jóvenes furbolistas una expresión de los desbordes de Ia pasión. Al po- nistrar las relaciones entre varones en ámbitos que tendían a Ia indife-
ner bajo Ia lupa Ia actitud pasional deI fanático se percibía su parciali- renciación, Ia igualación y el anonimato. EI formato "pasional" con el
dad frente aljuego, su búsqueda obstinada de resultados favorables y que se popularizó el fútbol a comienzos deI siglo XX asociaba aI adver-
su terca renuencia a aceptar Ias derrotas, para Ias cuales siempre tenía sario con Ia enemistad; en Ias décadas posteriores, una vez condensado
excusas perdiendo así toda noción de justicia objetiva y privilegiando con Ia e:;tabilidad espacial de los clubes y sus estadios, el aporte deI fút-
un criterio parcial. boI a Ia construcción de los imaginarios barriales terminó de molde-
La naturaleza pasional deI hincha fue objeto de análisis en Ia litera- arse. Dentro de ese marco podemos preguntarnos: (qué querían los
tura acerca dei fútbol escrita de Ias décadas de 1960 y 1970, cuya inten- hinchas de los jugadores? Según un testimonio periodístico de Ia
ción fue mostrar cómo se habían ahondado los elementos dramáticos época se puede especular que el público le exigía aljugador "corazón"
y trágicos en el público comparándolos con los elementos cómicos, in- y pasión en el juego, demanda que los jugadores tenían mu}' en
genuos y paródicos de los espectadores de Ia etapa amateur. Se soste- cuenta, tal como 10 manifestara a Crítica el capitán de Banfield después
nía que en los anos veinte se alentaba aI propio equipo y aIos propios de un partido disputado con Racing en mayo de 1930 en el que su
jugadores y no se agredía aI árbitro ni aIos rivales. En este sentido, Ia fer- equipo r'~sultó ser vencedor: "Fuimos aI campo dispuestos a hacer todo
vorosa hinchada le gritaba aI delantero de Ia "máquina de River" -"La 10 posibl,~: debíamos a los aficionados de Banfield esta muestra de que
gente ya no come por ver a Walter Gómez"-, marcando así el tenor de los si algo nos faltaba no era corazón, a él debemos nuestra victoria".
cánticos de Ia época. En definitiva, Ia pasión en el fútbolse asimiló a Ia extrema distorsión
Esta visión deI pasado sostenía que, en esos anos dorados, los cánti- de Ia razón, a Ia violencia hacia Ias regIas y los demás actores. De esta
cos de Ias hinchadas elogiaban y alentaban a S1.l5propios jugadores sin manera, incultura era sinônimo de violencia por ausencia de razón,
agredir aI adversario. Pel'o Ia realidad no era tan plácida. mal cálculo de los beneficios )' peljuicios, }' síntoma de degeneración.
Es muy probable l;Jue los cronistas de épocas recientes hayan abre- La pasión, en este sentido, implicaba el uso de recursos instintivos a
vado casi con exelusividad en Ias páginas de El Grájico. Pel'o el perio- flor de pieI, y era una manifestación física de Ia animalidad más pro-
dismo pedagógico de Borocotó en El Orájico se dedicó a canonizar y funda de] ser atado a sus lazas biológicos ancestrales.
modelizar actitudes, y para cumplir esa tarea tendió a minimizar cier- Desde atra perspectiva, el problema no era Ia existencia de pasión
tas prácticas y sucesos que otros medios sí analizaban. Las canchas fue- en el hincha, sino Ias formas y los contenidos de esa pasión. En toda
ron, casi desde un principio, escenarios que combinaron Ia controver- actividad humana vocacional y placentera hay pasión; en rigor, in-
tida dualidad deI drama y Ia parodia, de Ia tragedia y Ia comedia. cluso en emprendimientos fllertemente racionales como los científi-
Los hinchas tuvieron grandes dificultades para vivir y asumir Ias de- cos o los empresariales los slljetos actúan con gran compromiso
rrotas, que quedaban aneladas y transformadas en humillación. La emocional.143
densidad deI hmes era un claro sÍntoma de Ias dificultades que tenían (De qué forma se expresó Ia pasión en 105 hinchas? Tal vez con-
para vivir el duelo de Ia derrota, de Ia pequeii.a muerte dominguera; y venga observar el tipo de pasión deI hincha no como causa deI hin-
debido a eso eIlunes era un día propicio para Ia apariciôn de cierta in- chismo sino como su consecuencia. EI descontrol, que parecía ser un
quietud justiciera o, en el mejor de los casos, el desarrollo de argumentos síntoma de apasionamiento, podría considerarse consecuencia de un
restitutivos como Ios compIots. "descontrol-controlado" que buscaba beneficios para los propios, y
Los hinchas ponían enjuego su propia identidad. Si consideramos de allí el pasaje deI público aI rol protagónico. (Cuál era su objetivo?
que en eI fútbol se recreaba un mecanismo deI honor que vil}culaba Incidir activamente en el juego mediante Ia expresión de sus senti-
los atributos identitarios aI éxito y Ia viriIidad, resulta natural que Ia de- mientos, )'a fuera arrojando naranjazos }' bote lIas o invadiendo eJ
campo de juego como una forma de reclamar justicia y poner Ias cosas 1I[) Imaginario barJriaJl~ estilos
o
Ahora dejaremos atrás Ia gira de Boca Jrs. para abocamos a otros dos Ellos juegan con pases cortos, lentitud y armonía. Diferente
eventos que permiten seguir Ias representaciones deI fútbol argentino aIos pases largos de los uruguayos. [... ] Los escoceses supe-
y su estilo: Ia visita deI Motherwell y Ia participación deI equipo nacio- ran en elegancia aios mejores conjun tos londinenses. Se
nal en Ias Olimpíadas de Ámsterdam, que sucedieron casi simultánea- complementan en todas Ias líneas formando un cOI"0unto ar-
mente en 1928. mónico. Dominan a Ia perfección Ia pelo ta; su juego, basán-
Cabe recordar que, en un principio, Crítica dedicó muchas páginas a dose en pases cortos, es difícil de contranestar.
Ia visita dei Motherwell. Pero con el transcurso de los días, el excelente
desempei10 dei seleccionado nacional en Ias Olimpíadas de Ámster- Estos conceptos y atribuciones formaban parte de un saber generali-
dam se volvió mucho más significativo. Los medios comenzaron a se- zado, producto dei primer modelo brindado por los equipos blitánicos
guir con mayor atención Ia campai1a deI equipo olímpico, y mucho aIos rioplatenses. Cabe seI1alar que ese saber, así adquirido, no había
más a medida que se acercaba Ia final contra Uruguay, el tradicional ri- diferenciado a los escoceses de los ingleses en eI pasado reciente. Y
val rioplatense. Para La Nación, en los barrios "footballísticos" hubo aunque Ia tendencia a "poner todos los gatos en Ia misma bolsa" había
mucha animación luego de Ia primera final contra Uruguay -en Ia que comel~zado a modificarse en los allOS veinte, en 1928 muchos seguian
el seleccionado nacional empató 1 a 1- y deI partido definitivo, cuando sostel1len~o todavía que los britânicos, en general, eran los maestros y
fue vencido 2 a 1 por su histórico contendiente de Ia otra orilla dei Ios argentll10S sus alumnos. Los propios visitantes cultivaban esa ima-
Plata. Después dei partido, Crítica y otros medios afirmaron que los ju- gen, como puede Jeerse en Ias declaraciones de los escoceses aI !legar
gadores argentinos eran los "campeones morales" dei encuentro,juz- a Buenos Aires en mayo de ese aI1o. Mr. Hunter, managerdel equipo ex-
gando que el desempeno dei temn nacional merecia el triunfo. Lo tranJero, manifestó ante el cronista de Crítica: ''Venimos a mantener
cierto es que, mientras los olímpicos desplegaban sus habilidades en bien en alto el pabe!lón escocés y a enseiiar a jugar ai Jootbale'. EI diario
Europa, los escoceses se presentaban en nuestras tieITas enfrentando a argentino puso naturalmente en duçla esa afirmación y en Ia segunda
combinados de jugadores locales cuya grandes estrellas brillaban por se~ana de ma)'o promovió abiertamente Ia polémica: "c:[Vienen] a en-
su ausencia. Todo esto dio pie para que Crítica abriera debates sobre senar? c:Quedamos un poco sorprendidos por el término? c:Vienen
los más diversos temas, entre otros Ia potencia de los equipos, Ias razo- como profeso~es [teachers]?". En Ia misma tónica, el periodista José
nes de Ias giras, Ia calidad futbolística de visitantes y locales o su ela- Gabnel reflexlOnaba antes deI primer panido:
cuente falta. Desde un principio, como hemos visto hasta ahora; dirigen-
tes yjugadores concordaron en que Ias visitas de equipos extranjeros, en O todas ~stas declaraciones son una jactancia o todos los que
especial britânicos, eran sumamente benéficas basándose en un argu- ll1tel-Vel1lmOSen el Jootball por aquí tenemos una venda en
mento que poco difería deI utilizado hacia principios de siglo: Ia necesi- ~os ojos. [...] Maiiana saldremos de dudas. Allí se sabrâ si hay
dad ele aprender de ellos. pctancIa de un lado a ignorancia deI otro.
EI 12 de mayo de 1928, antes de Ia llegada de Ios britânicos, varios
dirigentes y jugadores argentinos hablaban sin ambages de Ia superio- Unos días más tarde se prodtUo Ia primera confrontación. Los visitan-
ridad de los visitantes sobre los combinados locales. Sin embargo, otros tes decepcionaron. EI 14 de mayo C1"Íticaevaluó el ma/ch con este co-
jugadores entrevistados aseguraban que el nivel deI fútbollocal posibi- mentaria:
Iitabajugar contra los mejores dei mundo en igualdad de condiciones.
Desde Ias páginas de Crítica se describían los estilos futbolísticos pro- Los dei Motherwe!l recibieron Ia sorpresa más grande de su
pios y ajenos y se sostenía que el equipo escocés desplegaba un juego vida, no 10 esperaban. Venimos en calidad de maestros, habían
"científico", muy diferente aI nuestro: dicho. Y para sostener esto, hicieron todo 10 humanamente
posible. Pero nada. Nuestros visitantes han de mostrado ser un
IMAGINARIO BARRIAL, ESTILOS DE]UEGO Y SENTIDO COMÚN 249
pudo haber sido el oscurecimiento circunstancial ele Ias rivalidades. Sin en rigor ponía en duda Ia vigencia de Ias regias generales. Estas actitu-
embargo, los sucesos ele violencia no desaparecieron. J57 des podrían extrapolarse a otras aspectos de Ia vida de amplios grupos
Por otro lado, existen evidencias de los cambios ocurridos desde fi- sociales.!6o Por ejemplo, se podría investigar Ia asociación entre Ia difi-
nes de los aÍ'íos cincuenta y comienzos de los sesenta en el incre- cultad para aceptar Ias regIas generaIes con Ias actitudes y tradiciones
mento, así como en Ia modaIidad de Ia violencia.l5s En este sentido, igualitaristas vigentes en el media argentino desde fines deI siglo
hemos visto que en los al10s veinte ciertos grupos eran percibidos XIX.l51 Ambas cuestiones parecerían estar refrendadas en el fútbol,
como "barras bravas", pero, por otro lado, resultan evidentes Ias dife- aunque habría que agregarles otro condimento. Esas mayorías fueron,
rencias entre aquellas barras y Ias actuales (nacidas justamente hacia en el fútbol, grandes grupos activos que pretendieron cumplir roles
fines ele los cincuenta) .159 Además, si se comparan los all0S treinta con centrales en el ritual dei espectáculo. Han disputado, concretamente,
los sesenta, se verá que los niveles de agresión aumen taron. Sin em- el papel protagónico aios propios jugadores y desplegado sus poderes
bargo, es necesario investigar Ia naturaleza de los cambios, repeticio- justicieros con Ia finalidad, en determinadas ocasiones, de transformar
nes y novedades en Ias maneras de vivir y sentir el fútbol dentro y el escenario donde se desarrolla el juego.
fuera de Ias canchas durante esas décadas comparándolas con los pri- Conviene subrayar que el fútbol, junto con el imaginario banial,
meros tres decenios dei siglo. Por otro lado, no está de más aclarar abrió nuevas grietas en Ia homogeneización, sin romper nociones y ac-
que, entre 10 sucedido en los al10s sesenta y 10 que sucede actual- titudes igualita.iias, jJleheyas e insolentes. IG2 En otras palabras, el fútbol}' el
mente en el fútbol y en Ia vida de Ias mayorías, existen enormes dife- banio generaron nuevas identidades, diferenciando a los iguales den-
rencias. Ahora bien, este aspecto debería abordarse teniendo en tro de un abanico horizontal. De manera inversa y concomitante, se
cuenta los ámbitos generales de sociabilidad masculina y los referidos asistía a un proceso de unifonnidad impulsado por varios dispositivos
especificamente ai fútbol. que iban desde la escuela pública y el servicio militar hasta determina-
Para tratar Ias cuestiones vinculadas a Ia vioIencia es necesario ahon- dos productos ofrecidos por Ia industria cultural. Simultáneamente,
dar en Ias actitudes y los discursos de los diferentes actores. Sobre todo, operaban los intereses y Ias [uerzas ideológicas}' políticas que apunta-
nos interesa prestar <;ttención ai público. Yen este sentido vale repetir laban Ias identidades de clase.
Ia pregunta sobre Ia vigencia y Ia aceptación o el rechazo de Ias regIas Por otro lado, habría que sumar un estudio de Ia vigencia o Ia caclu-
asociadas aI fútbol a 10 largo de tantas décadas. Para responderIa será ciclad ele los cambios en el ritual deI espectáculo, en Ia unión entre fút-
necesario tener en cuenta por 10 menos tres tipos de regIas, códigos o boi y banio en el transcurso elel tiempo y su vínculo con Ia vida coti-
normas: Ias dictadas por Ias árbitros durante elju'ego; los códigos afi- diana y los medios de comunicación, que intentan dar forma aI
nes a valores considerados futboleros como el honor, Ia guapeza y Ia ca- contexto ritual. Si el espectáculo futbolístico requiere cierta disposi-
ballerosidad; y, por último, Ias que rigen Ia organización de los tor- ción secuencial que debería ser respetada por sus actores, otro de los
neos. Las tres merecen ser estudiadas, con todos sus cambios, a 10 largo problemas a tratar será Ia ya allejada tensión entre ese orden y sus vici-
deI tiempo. situdes, que en algunos mOlnentos procl\.Uo inquietud entre los organi-
Otro eje que tomamos como aliciente para próximos trabdjos son zadores y los gobiernos. Si bien hemos visto operar, en Ias primeras déca-
ciertas nociones sobre 10s valores contenidos en estas prácticas, que das, Ias fuerzas que apuntalaban el orden, así como aquellas que fueron
permitieron visualizar Ia cultura de Ias mayorías deI modo peculiar que base deI desorden, nos queda Ia incógnita ele sus formas)' contenidOS
refleja nuestro estudio. EI honor en el fútbol ha estado asociado a Ia di- elurante buena parte de Ia segunda mitael dei siglo XX.
ficultad de aceptar Ia derrota devenida en humillación. Además, el
bajo umbral de tolerancia a Ia frustración ante 10 que s~ consideraba
injusto (y a Ia derrota) se sumó a cierta intolerancia para aceptar Ias
decisiones de Ia justicia "objetiva" administrada por el árbitro, 10 que
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9 dejunio de 1906, p. 21. (1870-1910) ", en HülO1Út tle Ia vida privada en Ia Algenlina, vo1. 2,
44 Entre 1903 y 1908 Ias páginas de LaA'genlinafueron escenario de Buenos Aires, Taurus, 1999. p 62; y Sandra Gayol, Sociabilitlad ... , ob.
debates en torno de 10 que debía o no ser considerado como una cit., p. 172.
práctica deportiva moralmente apropiada. En cuanto a esto, nos 57 Véanse Beatriz Ruibal, ldllologia dei eonlmL social. Bumos Air" 1890-
compete explicar una decisión metodológica adoptada: no es nuestro 1920, Buenos Aires, CEAL, 1993; Yj. Frydenberg,j. y M. Ruffo, La
'objetivo discerl1ir el estalUs real de los hechos que se relatan en el semana roja de 1909, Buenos Aires, CEAL, 1992.
periódico que usamos como fuente. Nuestra tarea es transformarlos 58]. Scobie, ibíd., p. 292. Resulta sumamente curiosa Ia similitud de
en mediadores útiles para detectar los elementos valorativos y Ias Ias observaciones de Scobie con Ias formuladas por Guillermo
representaciones que contienen. Nos interesa su utilidad pam recrear O'Donnell para Ia Argentina de varias décadas más tarde. G.
climas, como asimismo Ias elecciones que esos sujetos realizaron. O'Donnell, "~ya mí, qué mierda me importa? Notas sobre
45 Según el diccionario de Ia Real Academia Espanola: "Triunfalismo: sociabilidad y política en Ia Argentina y Brasil", en Conlmllttlllos,
actimd real o supuesta de seguridad en sí mismo y superioridad Buenos Aires, Paiclós, 1997.
respecto aios demás fundada en Ia propia valia. Optimismo 59 Véase Richard Holt, SllOrt and lhe Brilish, Oxford, Oxford Universit),
exagerado procedente de tal actitud; manifestación pomposa de esta Press, 1989.
actitud. Notoriedad: nombradía, fama, pública y sabida por todos; 60' Con respecto a Ia argentinización de los sectores populares, véase
importante, relevante o famoso". Tulio Halperín Donghi, EI espejo de Ia historia. Pmblemas argenlinos)'
46 Roberto Da Matta, "Esporte na sociedade ... ", ob. cit., p. 15. 1!I!rsIJer.livasLalinoamericanas, Buenos Aires, Sudamericana, 1987.
47 Da Matta, ibíd., pp. 35-36. Sobre el concepto de "zona libre", véase Eduardo Archetti,
48 Véase Hilda Sábato y E. Cibolti, "Hacer política en Buenos Aires: los Masculinidades ... , ob. cit., p. 42. Véase también Marcelo Urresti,
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'19 R. Da Matta, ibíd., p. 35. 61 Sobre Ia evolución urbana, véanse]. Scobie, Buenos A ires dei cenlro a /os
50 Para explicar estas reacciones violentas dejamos deliberadamente de ba,.,ios 1870-1910, Buenos Aires, Solar Hachette, 1977;
lado aquellos argumentos asociados a Ia existencia de pulsiones O. Yusnovskyr, "Políticas de vivienda en Ia ciudad de Buenos Aires
incontenibles que adoptarían distintas formas de acuerdo a Ias (1880-1914) ", en DeS<t1TolloEconó",it:O, Buenos Aires, julio de 1974.;].
si tu aciones concretas. Vaccaro, La edifiwâôn en Ia âudad de Bumos Aires, en Boletín dei
51 Véase R. Da Matta, ob. cit., y Arno Vogel, "O momento feliz, reflexoes I-Ionorable Consejo Deliberante de Ia Ciudad de Buenos Ail'e's, aiio 1,
sobre o futebol e o ethos nacional", en Universo do jitlcbol, csl,o"le e t. lI. n" 6-7, septiembre-oclUbre de 1939, Buenos Aires; Zulma
sociedadebrasiLeim, Río de Janeiro, Pinakotheke, 1982. Recchini de Lattes, "La población: crecimiento explosivo y
52 En nuestro trabajo pudimos rastrear 10 que detectara E. Archetti: el desaceleración 1855-1980", en Romero]. L., Hislolia de walro siglos,
honor adherido a Ia masculinidad, por ejemplo en el arquetipo dei t. lI, Buenos Aires, 1983; Adlün Gorelik, La /5'illa)' el pw"que, Buenos
compadrito, quien, según el mundo deI tango, asocia Ias cualidades Aires, Universidad Nacional de Quilmes, 1998.
de honor, deshonra y valentia. El compadrito tiene resistencia fisica y 62 Véase James Scobie, DeLcenlro... , ob. ci t.; Elisa Radovanovick, Bumos
capacidad de engalio; es desafiante y hostil con los hombres ajenos a Aires Ciudad Mor/ema 1890-1910, Buenos Aires, Ed. Turísticas de
su núcleo. Véase E. Archetti, Maswlinidades ...• ob. cit., p 208. Mario Banchik, 2002. A. Gorelik ha puesto el acento en Ia
53 S. Gayol, ibíd., p. 225. estructuración de Ia ciudad a través de Ia acción y Ias
54 E. Puccia, EI Bumos A ires de... , ob. cit., Según Horacio Ferrer, el representaciones aportadas por el estado. Véase Gorelik, La b"'illa... ,
arrabal fue más un estilo que un territorio. EI arrabal estaba en el ob. cit.
centro de Ia ciudad, en PaI ermo )' en Ias barradas, no implicaba 63 La Algcntina, 5 de ma)'o de 1906, p. 9. EI coronel Ramón L. Falcón,
suburbio ni zona semirrural. jefe de Ia Policia Federal, intentó fomentar una legislación que
55 E. P<Jccia, EI Buenos Aires ti" ... , ob. cit., pp. 59-63. acotara el derecho de tránsito de los ciudadanos por Ia calle. EIDialio,
56 Sandra Gayol no sólo ha observado Ia funcionalidad deI 17 de marzo de 1908, p. 4.
convencimiento interno de I~ posesión dei honor, sino también Ia 64 Véase Sonia Beljman, Los es/meios verdes de Buenos Ai"es enlre 1880)'
utilidad de su exhibición. Es posible sostener que Ia proximidad física 1925. Tesis de doctorado, mimeo, 1987; Diego Armus, "La idea deI
aumcntaba Ia densidacl dei honor, ya esto ha)' que sumar Ia verde en Ia ciudad Moderna. Buenos Aires 1870-1940", en
7. LOS CAMBIOS EN LAS INSTITUCIONES DEL FÚTBOL OFICIAL: LAS de esos clubes habian nacido entre 1890 y 1895, mientras que Ios
LIGAS Y LOS CLUBES entrevistados por La Gane/za habian llegado ai mundo después del
107 Véase Scher y Paio mino. Sobre Botana en Ia liga, véase Sylvia Saitta, cambio de siglo.
"Fútbol y prensa en los anos veinte. Natalio Botana, presidente de Ia 113 Para profundizar en estos temas asociados a Ia construcción social dei
AAF", en ",ww.efdeportes.com,julio de 2002. recuerdo, véase Hallbwanchs, Maurice, Los marcos sociales de Ia
108 Sabemos que Ia celebración de aniversarios fue un emprendimiento mem01ia, Barcelona, Antrophos, 2004; Paolo Montesperelli, Sociolog;ía
temprano en algunos clubes que celebraron su primer ano de vida. de Ia memoria, Buenos Aires, Nueva Visión, 2004; Peter Burke,
VéaseJulio Frydenberg, "Prácticas y valores en el proceso de Fo,.mación ... , ob. cit.; Paul Connerton, HoIU socielies 1"emernber,
popularización del fútbol", en Ent1"epasados. Revista de Historia, n' 22, Cambridge University Press, 1989; Eric Hobsbawm y Terence Ranger
1997. Sobre simbologia y rituales celebratorios véase Paul Connerton, (comps.), La invención de Ia lradición, Barcelona, Crítica, 2002.
HoIU societies remembel; Cambridge University Press, 1989. Sobre Ia 114 R. Williams, r.·1 camlJo y Ia ciudad, Buenos Aires, Pai dós, 2001, p. 63.
construcción de Ia identidad como re-presentación ante si y Sobre el tema de Ia memoria y en especial Ia construcción de una
presentación ante los demás, véanse los trabajos de Stuart Hall, Ch. "edad dorada", véase Halbawachs, Maurice, Los marcos sociales de Ia
Bromberger y Ariel Gravano, entre muchos otros autores. memOlia, Barcelona, Anthropos, 2004; R. Williams, EI camIJo ... ,ob. cit.;
109 Sobre el concepto de "capital social", véase Norbert Lechner, Desafios Jacques Le Goff, Pensw'la histmia, Barcelona, Paidós, 2005; Ariel
de 1tn desarrollo humano: individuación y capital social. Contribución aI Gravano, Antmpolog;ía de 10 bania~ pp. 127-264. El establecimiento de
Foro de Desarrollo y Cultura, BID, Paris, marzo de 1999. Por otro una llamada "época base", maleable cronológicamente, cumple Ia
lado, independientemente de Ios acercamientos ai término función de ser producto de una oposición o distancia. La polaridad
"sociabilidad" ya vistos, quienes investigaron Ias clubes han insistido antes/ahora es constitutiva de Ia identidad y atributo de
en Ia necesidad de aproximaciones que tuvieran en cuenta Ias identificación. Esa oposición está cargada de emoción y de valores. Es
prácticas de socialización, de comunicación y de redes colectivas e un ethos antes que un "cronos". Es una naturalización dei pasado
individuales. Véase Nicola Porro, ob. cit., p. 23. Maurice Agulhon como presencia opositora a un ahora que más que presente es un no
coincide en este sentido y sostiene que "en el interior dei club, 10s pasado, algo distinto aI pasado. A. Gravano, Anlm'jJologia ... , ob. cit.,
simpatizantes establecen entre ellos relaciones y prácticamente ritos pp. 116, 129, 131.
de confraternidad, de solidaridad, incluso de amistad". Véase 115 Julio Libonatti pasó en 1925 de Newells ai Torino; Arturo Chini
Maurice Agulhon, en Sport HistOliae, 1988, n" 1, p. 13. Sobre los Ludue11a de Newell,s Old Boys a Roma; Raimundo Orsi en 1928 de
inicios de actividades sociales y culturales en los clubes véase Mariano Independiente aJuventus, igual destino de Luis Monti, que en 1930
Gruschetsky y Rodrigo DaskaI. emigrá desde San Lorenzo, y Renato Cesarini, que en 1930 se fue de
110 Historia de Vélez Sarsfieúl, p. 101. Chacarita. Guillermo Stabile pasó de Huracán aI Napoli en 1930. En
111 Por ejemplo, en junio de 1928 Huracán rompió relaciones con Tigre 1933 se fueron Stagnaro, Guaita y Scopelli, pel'o volvieron dos anos
como consecuencia de problemas en un partido. En enero de 1920 más tarde para no participar de Ia guerra en Etiopia. Monti, Orsi y
Racing rompió relaciones con Estudiantes de La Plata debido a una Guaitajugaron para ltalia en el Mundial de 1934. Véase Pierre
plaqueta que el club platense regaló a Independiente. En agosto de Lanfranchi, "Los artistas dei fútbol sudamericano en Europa (1924-
1932 Estudiantes rompiá relaciones con River. 1940) ", en Enl1"epasados. Revisla de Histmia n' 27, Buenos Aires, 2005.
116 Enrique Escande, Nolo, el Jtitúol, de ú, cabeza a 105 pies, Buenos Aires,
8. LOS JUGADORES Ukumar, 1992. Clitica, 6 dejunio de 1925, p. 19.
112 Para bucear en ese pasado y conocer 10s relatos que 10 evocan 117 La Gancha, l' de febrero de 1930, p. 3.
utilizamos Ias entrevistas que Ia revista La Gancha realizó a decenas de 118 Sobre Ia evolución dei amateurismo y el profesionalismo en
jugadores. La Gancha contenia una larga serie de entrevistas aios Inglaterra, véase Tony Mason, ob. cit. En Richard Mandell, ob. cit.,
jugadores que integraban los planteles de equipos de primera se verá Ia aparición deI profesionalismo en los Estados Unidos.
división hacia fines de los anos veinte, y que entre otras cosas 119 Hislmia de Vélez Sarsfield, pp. 62-63.
evocaban sus experiencias infantiles con el fútboI. Entre 1928 y 1930 120 Reproducido en Revista 75' Aniversario de Independienle, p.17.
los entrevistados tenian, en su amplísima mayoria, entre 29 y 19 anos. 121 Wernicke, Luciano, GtL1iosidades fulboleras, Buenos Aires,
Habían nacido entre 1900 y 1909 o 1910 y aprendido ajugar ai fútbo! Sudamericana, 1996, p. 146.
siendo ninos. Para ellos jugar ai fútbol era un horizonte común y 122 Cados Peucelle, Ftitúol todotiem'jJo e HislOlia de "Ia máquina", Buenos
generalizado, algo deseable y querible. Si bien Ia tradición de crear Aires, Axioma, 1976.
clubes de fútbol en Ia ninez barrial continuaba formando parte de Ias 123 Acta de Ia CD de Vélez Sársfield, 12 de septiembre de 1929.
prácticas juveniles, esos jugadores no eran iguales aios socios- 124Jorge Iwanzuk, ob. cit., p. 223.
fundadores de los clubes-equipos estudiados en Ia primera parte. 125 La Cancha, 7 de septiembre de 1929, p. 3.
Fueron momentos cercanos entre si, pero diferentes. Los fundadores 126 Hislona de Vélez Sarsfield, p. 46.
países europeos, Diccionmio enciclopédico del fú/óol, Diario defJOrlivo olé, Ristmia de los fJrime-rosEnll'enadores y DT en Algenlina. Exposición en
BuenosAires, 1997, p. 357. Jornada sobre Entrenadores y Managers organizada por el Centro
147 Raúl González Tunón fue un poeta que, a diferencia de cierta Internacional de Estudios Históricos'y Culturales elel Deporte.
tradición dominante, no centró su atención en Ia nostalgia. EI mito (ICSHC), De Montfort University (DMU), Leicester, Inglaterra,
barrial ocupó un lugar secundario en su poesía. EI barrio de Monti, octubre ele 2007.
en el poema de Tunón, es un barrio dei presente y a su manera 155 Archetti, Eduardo, "Estilo y virtudes masculinas en El Gráfico: Ia
exitoso. Véase Beatriz Sarlo, Una modernidad Pl'eJérica. Buenos A ires creación dei imaginario dei fútbol argentino", en De.wl'rollo Econó,nico,
1920-1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988. voI. 35, 139, Buenos Aires, IDES, octubre·diciembre de 1995.
148 [Continuación dei poema] "Los umbrales, racimados de jubilosas 156 Véase Eduardo Archetti, íd.
quinceaiieras, en los suburbios generosos de ocasos dadivosos de 157 Véase Alejandro Fabbri, RistoriaJ negras del/ti/.bol at'gentino, Buenos
colores íntimos, de colores familiares/iCampeones! iCampeones! Aires, Capital Intelectual, Aires, 2008.
iCampeones!/Los pibes de ayer, que sacudieron Ia paz siestera de ia 158 Véanse los trab~os ele Amílcar Romero.
calle Castro Barros, de Ia calle Ora, de Ia calle Progreso, Ia voz fácil 159 Véanse Ias trab~os de María Verónica MOI'eira yJosé Garriga ZucaI.
dei musgo, Ias paredes dei sol, quietas, iguales, paredes de convento; 160 Véase E. Archetti, Masculinidades ... , ob. cit., p. 32.
los portones de los colegios, los patios verdes de Ias plazas 161 j. C Torre cita aj. A. García, quien hacia 1890 hablaba de una
ciudadanas; iluminando el aire, musicándolo, con el ir y venir, con el Argentina igualitaria.Juan C. Torre y E. Pastoriza, "La
subir y el caer de Ia cometa sin hilos, de Ia pelota de trapo democratización dei bienestar", en Nueva Risloria Algenlina, t. 8;
improvisada en el descuido maternal/Te esperamos Luis lvlonli, ca/Ji/án, Buenos Aires, Sudamericana, 2002.
sefwr cafJi/án de la pelo/a/Con el corazón en Ia mano, como una pelota 162 Véase G. O'Donnell y E. De Ípola, Las cosas del creer, Buenos Aires,
de trapo". [Resaltado en el texto original.] Raúl GonzáIez Tunón, Ariel,1997.
Crítica, 12 de junio de 1928.
149 Domingo Tarasconi se inició en Atlanta pera realizó Ia mayor parte de
su exitosa carrera en Boca. Fue lIamado "eI goleador olímpico" por su
notable pelfornumce en el torneo. Más que un gambeteador y virtuoso,
fue un '.'efectivista" en el area, ai estilo de Bernabé y Varallo, todos
virtuosos deI shot. Ris/mia delFútóolArgen/ino, r. 3, p. 441.
150 Véase Tulio Halperín Donghi, El espejo de ú, histona. Proólemas
argentinos y perspectivas la/inoamericanas, Buenos Aires, Sudamericana,
1987; R. Williams, El cam/Jo y la ciudad, Bue'nos Aires, Paidós, 2001.
Sobre Ia ideología deI barrio véase Ariel Gravano, Antt'Opología de... ,
ob. cit., p. 155. En este sentido apuntan los trabajos de Michel de
Certeau.
151 Véase G, O'Donnell y E. De Ípola, Las cosas del aeel; Buenos Aires,
ArieI, 1997.
EPÍLOGO
152 Para más detalles sobre Ia huelga y Ia profesionalización de los
futbolistas, véaseJulio Frydenberg, "La profesionalización dei fútbol
argentino: entre una hueIga de jugadores y Ia reestructuración dei
espectáculo ", en En17'eflasados Revista de Ris/mia, nº 27, Buenos Aires,
2005.
153 Sobre Ia película Los Ires berrelines (fútbol, cine y tango), véanse los
textos de Eduardo Romano y Pablo Alabarces, en Alabarces, ob. cir.;
Di Giano, ob. cit.; Frydenberg,Julio, Deporte y sociedad, Buenos Aires,
EUDEBA, 1998. También puede verse Julio Frydenberg, "Los tres
berre tines: Fútbol, tango y cine: Ias pasiones populares en el Buenos
Aires de 10s aÍios '30", en EurofJean S/udies in SjJorls Ris/ory, Roma,
Lancillotto e Nausica, otono de 2009.
154 Véase Oscar Barnade y Waldemar Iglesias, Mi/os y creencias delfú/bol
argentino, Buenos Aires, Ediciones Al Arco, 2006.JuIio Frydenberg
países europeos. Diccionmio enciclopédico dei jútbol. Diario detJorlivo Olé, Ristmia de los primp.1'OsEntl'enadores y DT en Algenlina. Exposición en
BuenosAires, 1997, p. 357. Jornada sobre Elltrenadores y Managers organizada por el Centro
147 Raúl González Tunón fue un poeta que, a diferencia de cierta Internacional de Estudios Históricos'y Culturales deI Deporte.
tradición dominante, no centró su atención en Ia nostalgia. EI mito (ICSHC), De Montfort University (DMU), Leicester, Inglaterra,
barrial ocupó un lugar secunda rio en su poesía. EI banio de Monti, octubre de 2007.
en el poema de Tunón, es un banio dei presente y a Sll manera 155 Archetti, Eduardo, "Estilo y virtudes masculinas en El Grâfir.o: Ia
exitoso. Véase Beatriz Sarlo, Una 1IlOdernidad pl·rfélica. Buenos Aims creación dei imaginario deI fútboI argel1lino", en De.wrrollo Econólltir.o,
1920-1930, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988. 1'01. 35,139, Buenos Aires, IDES, octubre-diciembre de 1995.
148 [Continuación dei poema] "Los umbrales, racimados dejubilosas 156 Véase Eduardo Archetti, id.
quinceaiieras, en los suburbios generosos de ocasos dadivosos de 157 Véase Alejandro Fabbri, Ristmias negras dei jútbol algentino, Buenos
colores íntimos, de colores familiares/iCampeones! iCampeones! Aires, Capital Intelectual, Aires, 2008.
jCampeones!/Los pibes de ayer, que sacudieron Ia paz siestera de Ia 158 Véanse los trab~os de Amílcar Romero.
calle Castro Barros, de lacalle Oro, de Ia calle Progreso, Ia voz fácil 159 Véanse los trab~os de Maria Verónica Moreira yJosé Ganiga Zucal.
dei musgo, Ias paredes deI sol, quietas, iguales, paredes de convento; 160 Véase E. Archetti, Masculinidades ... , ob. cit., p. 32.
los portones de los colegios. Ios paLios verdes de Ias plazas 161 j. C Torre cita aj. A. García, quien hacia 1890 hablaba de una
ciudadanas; iluminando el aire, musicándolo. con el ir y venir, con el Argentina igllalitaria.Juan C. Torre y E. Pastoriza, "La
subir y el caer de Ia cometa sin hilos, de Ia pelo ta de trapo democratización deI bienestar", en Nueva Hisloria Al-gentina, t. 8;
improvisada en el descuido maternal/Te esperamos Luis Monti, capitán, Bllenos Aires, Sudamericana, 2002.
Sel10r catJitán de Ia pelota/Con el corazón en Ia mano, como una pelota 162 Véase G. O'Donnell y E. De Ípola, Las cosas dei creer, Buenos Aires,
de trapo". [Resaltado en el texto original.] Raúl González Tunón, Ariel, 1997.
C1"Ítica, 12 dejunio de 1928.
149 Domingo Tarasconi se inició en Atlanta pero realizó Ia mayor parte de
su exitosa carrera en Boca. Fue llamado "el goleador olímpico" por su
notable pe>formance en el torneo. Más que un gambeteador y virtuoso,
fue un '.'efectivista" en el area, ai estilo de Bernabé y Varallo, todos
virtuosos dei s!tot. Ristmia dei Fútbol Algentino, t. 3, p. 441.
150 Véase Tulio Halperín Donghi, El espejo de Ia !tistona. Problemas
argentinos y perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires, Sudamericana,
1987; R. Williams, El camjJo)' Ia ciudad, Buenos Aires, Paidós, 2001.
Sobre Ia ideologia dei barrio véase Ariel Gravano, Ant1'Opología de ... ,
ob. cit., p. 155. En este sentido apuntan los trabajos de Michel de
Certeau.
151 Véase G. O'Donnell y E. De ÍpoIa, Las cosas dei CTee>;Buenos Aires,
Ariel, 1997.
EPÍLOGO
152 Para más detalles sobre Ia hue!ga y Ia profesionalización de los
futboIistas, véaseJulio Frydenberg, "La profesionalización dei fútbo!
argentino: entre una huelga dejugadores y Ia reestructuración deI
espectáculo", en Entl'efJasados Revista de Ristmia, nº 27, Buenos Aires,
2005.
153 Sobre Ia película Los tres /JelTetines (fútboI, cine y tango), véanse los
textos de Eduardo Romano y PabIo Alabarces, en Alabarces, ob. cir.;
Di Giano, ob. cit.; Frydenberg,Julio, DefJOrte y soeiedad. Buenos Aires,
EUDEBA, 1998. También puede verse Julio Frydenberg, "Los tres
berretines: Fútbol, tango y cine: Ias pasiones populares en el Buenos
Aires de los aI10s '30", en EUTOjJean Studies in SjJOl'ls Rislory, Roma,
Lancillotto e Nausica, otono de 2009.
154 Véase Oscar Ban1ade y Waldemar Iglesias. Mitos y creencias dei jútbol
argentino, Buenos Aires, Ediciones AI Arco, 2006. Julio Frydenberg