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La sociedad de la imagen
por Jenny Fraser, publicado el
Vivimos en la sociedad de la imagen, que duda cabe, pero no de la imagen como
medio, ni siquiera la imagen como símbolo, sino de la imagen como pura
virtualidad, como sustituto de muchos ingredientes vitales. Hemos pasado en un
breve espacio de tiempo de una sistema de producción a un sistema de
representación, donde cobra mucha más importancia lo aparente que lo real, hasta el
punto que la una acaba ocupando el lugar del otro y la imagen se muestra como
etiqueta visible de objetos, valores humanos (¿?) y otras abstracciones que otrora se
movieran en el dominio de la ideología. Que la imagen ha sido desde siempre un
poderoso instrumento de poder es algo consensuado, la diferencia es que en nuestro
entorno urbano ( y en mayor o menor medida en otros entornos no adscritos
directamente a la civilización occidental ) la relevancia y la importancia ontológica
de la imagen como fenómeno alcanza matices superlativos que rozan la hipérbole
cuando no entran de lleno en la pura caricatura, hasta el punto de que uno ya no es lo
que lo que hace, ni siquiera es lo que tiene sino que es lo que aparenta, a pesar de
que esa apariencia en muchas ocasiones vive completamente en el terreno del
simulacro. En un clima social tan receptivo a este entorno imaginario es fácil
comprender el repentino poder que, de pronto, adquieren las etiquetas como icono,
las vemos en forma de tarjetas VIP, marcas comerciales, modas de uso o títulos
universitarios (entre otras muchísimas por supuesto) todas ellas cubiertas de una
saturada capa de representación que apenas deja espacio entre significante y
significado. La pregunta que surge es ¿realmente es válido este modo de afrontar la
vida?, muchas son las razones para pensar que no, pues a fin y al cabo la virtualidad,
adorada ahora cual vellocino de oro, muestra series deficiencias a la hora de cumplir
su propósito de de asumir el rol de casi-todos los aspectos de lo real. Si no, basta con
observar con algo de atención lo que ocurre alrededor nuestro todos los días.
Dedicado a Mona Hatoum.
COMENTARIOS:
antonella, de buenos aires (27/09/2010 17:57:14):
hola acabo de encontrar el articulo y me intereso para un trabajo que esoty haciendo con unas
compaleras en la facultad de psicologia de la UBA. queria consultarte si tenes algun autor o algun
libro q nos pueda servir de referencia sobre este tema. desde ya gracias, mi mail es
antoxbx@hotmail.com
Susan Buck-Morss
La imagen visual –lo icónico y escópico– alcanza hoy una ubicuidad viral-
hegemónica en la cultura contemporánea. Ante la galopante saturación y previsible
desgaste de la visualidad en el marco de la comunicación-chatarra de cada día, se
hace necesario desmontar y cribar críticamente el sentido y el silencio de la
imagen en todas sus dimensiones-límites-alcances.
Esto se plantea en el marco de (La Última) X Bienal Internacional de Poesía
Visual-Experimental, la cualbusca ser un foro para debatir y poner en revisión el
estatuto del texto sonorovisualgestual artístico y redimensionarlo ante y
mediante los recursos que ofrecen el conocimiento y la tecnología de nuestros
días.
Aquí hemos publicado algunas posturas críticas hacia cierto manejo indiscriminado
de la imagen bajo la cobertura de la poesía visual (ver PHILADELPHO MENEZES.
La Poesía Intersignos y la crítica a la Poesía Visual, Escáner Cultural, Nº 101). Al
menos como tema de reflexión y polémica, considero que la fusión del texto y la
imagen necesita, cada vez más, funcionar dentro de sus capacidades
representativas simbólicas, más allá de la simple copia o de la yuxtaposición
impresionista, como también más allá del cerrado logocentrismo de la poesía
tradicional e incluso de la Poesía Concreta.
Aunque cierta crítica de arte y textos como La obra abierta, de Umberto Eco,
hacían ver que desde la prehistoria hasta ahora, sobre todo en la comunicación
masiva, ha predominado la imagen única, en torno a la cual desde el renacimiento
se empezaron a inventar procedimientos que permitirían su reproducción, de la
xilografía hasta la actual impresora láser.
Expresa que Debray (2001) va por el buen camino y se esfuerza por crear un
espacio semántico compartido. Su mediología necesita un diccionario adonde
aparcar la "mediaesfera", la "transmisión" y otros conceptos de su edificio teórico.
Y en eso andan los mediólogos.
LA IMAGEN ES UNSIGNO
Nos plantea que percibimos la imagen como algo indivisible, algo ininterrumpido, a
diferencia de la lengua, que se presenta como compuesta de un número finito de
pequeñas partes. Pero esto no quiere decir que por regla la imagen sea icónica, es
decir, igual a lo que representa, sino que es continua, tal como la realidad.
Se pregunta de qué propiedades del signo surge la posibilidad de la reproducción
y, más tarde, la producción a partir de elementos mínimos –y por qué, al mismo
tiempo, su calidad de signo parece hoy precaria.
Comenta que Umberto Eco ha seguido sosteniendo radicalmente sus tesis sobre la
convencionalidad de la imagen, pero también niega la posibilidad de analizar la
imagen en pequeñas partes.
Ahora no hace falta ningún recorte o pegadura, como en la antigua técnica del
collage; no se necesita volver a fotografiar el recorte para borrar las junturas, como
hizo Max Ernst, dice Sonesson.
Asimismo es posible, como señala Moles (1971: 54; 1981: 29), construir el objeto a
partir de su imagen y, posteriormente, hacer la imagen de acuerdo a la realidad.
Esto la reputa como la invención de Morel: es tan parecida a la realidad, al mundo,
que damos por obvio que nada en su forma dice que sólo es una imagen, sólo un
signo.
Es posible ver la historia del mundo occidental como una densificación progresiva
del número existente de imágenes, es decir, como un aumento del número de
imágenes por habitante (Ramírez 1981). Distintos procesos parecen estar detrás
de esta densificación general de imágenes. Al menos desde que se inventó la
fotografía, los tipos de imágenes han aumentado.
Sonesson expone que, en general, hay dos formas de crear una imagen: a mano,
es decir, con algún instrumento sencillo que se sostiene con una mano, como, por
ejemplo, un lápiz, un pincel o un tiralíneas, o con ayuda de algún aparato mecánico
más complejo. El primero se puede llamar un método quirográfico y el segundo
uno tecnográfico (Gubern 1987b) o mecanográfico (Sonesson 1992).
Gracias a la computadora, la imagen por fin puede realizar otra característica del
signo prototípico: puede constar de elementos repetibles y acabados, como la
lengua, aunque en la forma particular de las imágenes,
La fotografía perfeccionó lo que Ivins (1953: 4, 113ff) llamó "el enunciado repetible
con exactitud mediante imágenes", es decir, la producción de incontables réplicas
de cada imagen original.
Sonesson asevera que hoy existe una verdadera ciencia de las imágenes, con sus
propios planteamientos, métodos y modelos. Que, además, ha generado
resultados relativamente ciertos (sobre la iconicidad, el lenguaje plástico, etc.),
aunque todavía falta mucho por corroborar.
Barthes dijo que la fotografía es un mensaje sin código. Según Jean-Louis Schéfer,
el cuadro constituye su propio sistema. Benveniste niega el carácter semiótico del
arte por no haber un código anterior a la creación de la obra.
Pero más allá de estos métodos y modelos, esta concepción exige el aislamiento
de los elementos repetidos que caracterizan a las significaciones en general y las
imágenes en particular –y a las diferentes subcategorías de imágenes, todavía
más en particular.
Por su parte, el investigador mexicano Tanius Karam indica que hay que ver la
semiótica de la imagen dentro de una "semiótica de lo visual". El estudio de esta
área de la semiótica es más diverso de lo que parece, porque existen diversos
tipos de imagen en variados dispositivos manuales o electrónicos, estáticos o
dinámicos.
La imagen se puede ver no sólo como sistema de expresión, sino como una
estrategia política y social, como un elemento fundamental en la explicación de
grupos sociales, religiones, sistemas políticas y, ahora, de los medios de
información colectiva.
De ahí que una semiótica de la imagen sea una herramienta para el mayor
conocimiento de cómo ciertos procesos se presentan en la vida social, qué efectos
de sentido tienen sus construcciones, qué relaciones se pueden establecer entre
aspectos estéticos y culturales o entre los perceptivos y sus usos sociales,
etcétera.
Así, el proyecto de una "semiótica visual" está circundado por el de una "semiótica
de la cultura", por lo que no se reduce únicamente al análisis de los códigos
visuales sino a la manera como una imagen forma parte de la representación
social, media la relación y construye visiones del mundo.
que no parece ser el caso de los signos plásticos, donde lo que tenemos son
líneas, texturas, formas no susceptibles de dividirse. Estos dos signos pueden
tener la misma materia, pero sustancias distintas, porque sus formas son distintas.
Más del 94 por ciento de las informaciones que recibimos se analiza a través de
los sentidos de la vista y el oído; y más del 80 por ciento específicamente a través
del mecanismo de la percepción visual.
Traducen y llevan consigo una carga pulsional inmediata para la vista (régimen
escópico) o para la manipulación táctil, pero de ninguna forma exigen mayor
calado que su evidencia (más allá del exceso retórico y subliminal, únicos "gestos"
narrativos de la imagen publicitaria que bien puede considerarse como el
verdadero "passe-par-tout" del iconismo post-moderno).
Una estética de lo feo (más allá del kitsch, ya figura romántica) que nada tiene
que ver con aquella consigna de finales del XIX contra el mercado oficial del arte y
la confiscación de los criterios estéticos por parte de la Academia, sino con la
mercadotecnia de masas y la simulación pomposa de una crisis epocal.
Dicho de otro modo, que no hay hechos –u objetos, o fenómenos, ni aun medios–
de visualidad puros, sino actos de ver extremadamente complejos, que resultan de
la cristalización y amalgama de un espeso trenzado de operadores (textuales,
mentales, imaginarios, sensoriales, mnemónicos, mediáticos, técnicos,
burocráticos, institucionales …) y un no menos espeso trenzado de intereses de
representación en liza: intereses de raza, género, clase, diferencia cultural, grupos
de creencias o afinidades, etc.
Todo ver es entonces el resultado de una construcción cultural –y por lo tanto
siempre un hacer complejo, híbrido–. Sobre el reconocimiento del carácter
necesariamente condicionado, construido y cultural –y por lo tanto, políticamente
connotado– de los actos de ver: no sólo el más activo de mirar y cobrar
conocimiento y adquisición cognitiva de lo visionado, sino todo el amplio repertorio
de modos de hacer relacionados con el ver y el ser visto, el mirar y el ser mirado,
el vigilar y el ser vigilado, el producir las imágenes y diseminarlas o el
contemplarlas y percibirlas… y la articulación de relaciones de poder, dominación,
privilegio, sometimiento, control … que todo ello conlleva.
En los hechos, el artista trabaja con las formas plásticas y toda su carga de
iconicidad –las semejanzas y las diferencias, las similitudes y las convenciones-,
sin ponerse a pensar demasiado en éstas. También el poeta: critica o exalta al
mundo, a sus hechuras y sus decires, aunque sin abundar con bisturí en mano
sobre la hechura de estos decires… Hoy, cuando las formas de decir y leer se
entrecruzan, no basta simplemente la divina ignorancia para invocar a la
inspiración (en el artista), ni encerrarse en la sagrada erudición (la torre de marfil)
para conjurar a la torre de babel que nos abruma y consume.
REFERENCIAS
Göran Sonesson
http://www.avizora.com/publicaciones/imagen_teoria%20de%20la%20imagen/text
os/0010_imagen_doble_realidad.htm#page12#page12
Universitat de Vic
carlos.scolari@uvic.es
http://www.iua.upf.es/formats/menu_e.htm#
http://www.joseluisbrea.net/articulos/losestudiosvisuales.htm#_edn1#_edn1
César Horacio Espinosa Vera. Mexicano. Escritor, poeta visual. Creó y ha sido
coorganizador de las Bienales Internacionales de Poesía Visual y Experimental
(1985-2006). Autor de libros y ensayos sobre poesía, arte, política cultural y
comunicación, uno de ellos -en coautoría con Araceli Zúñiga- La Perra Brava. Arte,
crisis y políticas culturales, del cual una selección de textos aparece en Ediciones
Especiales de esta revista virtual.
Esta vez abordamos la lectura de E.H. Gombrich, La imagen visual: su lugar en la comunicación.
Comienza narrándonos el hecho de que la imagen se está imponiendo a la palabra escrita, dentro
de este suceso las posibilidades de la imagen en la comunicación son dos: qué puede y qué no
puede hacer mejor que el lenguaje hablado o escrito.
Karl Büler propone tres divisiones del lenguaje las cuales distinguen las funciones de expresión,
activación y descripción (síntoma, señal y símbolo). Decimos que un acto de habla es expresivo si
nos informa del estado de ánimo del hablante; por otra parte, puede estar concebido para
despertar o activar un estado de ánimo en el destinatario. En la función descriptiva, la persona que
habla puede informar a otra de su situación pasada, presente o futura, observable o distante, real o
condicional; todo esto mediante términos lógicos que dan al mensaje la capacidad de formular
inferencias lógicas (silogismos).
La imagen visual tiene supremacía en cuanto a la capacidad de activación, su uso con fines
expresivos es problemático y carece en general de la posibilidad de ponerse a la altura de la
función enunciativa del lenguaje.
Asimismo, recordemos cuántas cosas damos por sentadas cuando buscamos el mensaje en una
imagen. Éste depende siempre de nuestro conocimiento previo de las posibilidades. Sólo podemos
reconocer lo que ya conocemos. El contexto tiene que estar apoyado en expectativas previas
basadas en la tradición. Cuando se rompen esos vínculos, la comunicación también falla.
La posibilidad de hacer una lectura correcta de la imagen se rige por tres variables:
* Código
* Texto
* Contexto
El apoyo mutuo del lenguaje y la imagen facilita la memorización. El uso de canales independientes,
garantiza la facilidad de reconstrucción. Ésta es la base del antiguo "arte de la memoria".
En esta lectura encontré una frase que me llamó mucho la atención: "el valor real de la imagen
estriba en su capacidad para transmitir una información que no pueda codificarse de ninguna otra
forma". Realmente no había pensado mucho al respecto, pero efectivamente pienso que el no
poder expresar la información de ninguna otra forma (lo suficientemente explícita) mas que en una
imagen, es lo que la hace realmente funcional.
La información que se extrae de una imagen puede ser totalmente independiente de la intención de
su autor. La interpretación por parte del autor de la imagen ha de ser siempre correspondida por la
interpretación del observador. Ninguna imagen cuenta su propia historia.
No podemos separar el código del contenido. Cuanto más fácil es separar el código del contenido,
más podemos basarnos en la imagen para comunicar un tipo particular de información. Un código
selectivo del que se sabe que es un código permite al autor de la imagen filtrar ciertos tipos de
información y codificar sólo las características que tienen interés para el receptor. Una
representación selectiva que indique sus propios principios de selección será más informativa que la
réplica.
Por otra parte, la escritura no es sino una de varias formas de simbolismo convencional, cuyo
significado hay que aprender para comprender el signo. Se nos puede condicionar fácilmente para
que respondamos a signos tal como respondemos a cosas vistas. El signo convencional puede
absorber el potencial de activación de la imagen visual.
El símbolo transmite y oculta al mismo tiempo más que el medio del discurso racional. El símbolo
posee un aspecto diagramático, es decir, la capacidad para transmitir relaciones con más rapidez y
eficacia que una cadena de palabras.
El proceso que propongo para quienes no puedan asistir los dias martes en horario de 11 a 13 hrs,
al plantel Academia de San Carlos durante el semestre 2012-1 es el siguiente:
Uds recibiran via mail, el programa de la asignatura y los textos escaneados o en PDF que en
este semestre seran en total 6, divididos en 2 módulos (en un mail posterior recibiran el
programa de la asignatura)
Para el primer modulo escribiran un ensayo de maximo 3 cuartillas que me enviaran tambien
por mail, aproximadamente la tercera semana de octubre (caracteristicas del ensayo: letra
arial o similar de su preferencia, 12 puntos, interlineado de 1.5, con fuentes de consulta,
aparato critico o citas a pie de pagina, etc.)
Para el modulo 2 deberán elaborar un power point con la aplicacion del analisis iconografico
en una obra o un diseño de su autoria
Para la calificacion final deberan responder un pequeño y sencillo cuestionario que
presentaran aproximadamente a inicios del mes de enero en sede por confirmar
MÉTODO ICONOGRÁFICO:
A lo largo de la Historia, la imagen ha supuesto un cauce de
expresión y comunicación de todos los pueblos. Precisamente por
ello constituye un lenguaje autónomo con sus propias normas y
códigos de interpretación. Las imágenes pueden presentarse a través
de diversas técnicas ( pintura, escultura, grabado...) y en multitud de
estilos. Todo depende de la sociedad que la engendre, del sistema de
valores del momento y del artista que ejecute la obra. Así pues están
dispuestas bajo un orden que es susceptible de ser estudiado y
analizado para descifrar las claves de su representación.
Los diferentes métodos que sirven como instrumentos de análisis
han variado a lo largo de la Historia del Arte. Algunos han tenido
más éxito que otros pero todos han evolucionado y se han
enriquecido mutuamente para hacer más completo y profundo el
conocimiento de la obra de arte.
En la misma palabra Iconografía encontramos la raíz de su
significado. Se construye a partir de dos vocablos griegos: “eikon”
(imagen) y “graphien” (descripción). Así que en un primer momento
diríamos que se trata de la descripción de imágenes. Antes de
profundizar más podemos rastrear la presencia y significado de este
concepto en la Historia del Arte. En el Renacimiento se entendía
como un repertorio de retratos de personajes ilustres. En 1701
aparece con un significado cercano al actual en el “Dictionnaire”
que publicó Furetière. En España se incorporó en 1787 en el
diccionario publicado por Esteban de Terreros y Pando. En el siglo
XIX, la Iconografía fue aplicada a la Historia del Arte por el francés
Seroux d’Agincourt. Hasta mediados del siglo XIX no se popularizó
realmente en el resto de Europa. Ya en el siglo XX ha tenido un
gran auge con estudiosos de renombre como Emile Mâle, Guy de
Tervarente o Raimond van Marle.
Aunque el término se presta a múltiples definiciones seguiremos a
González de Zárate que es uno de los máximos representantes de
este tipo de estudio. Para él se trata de: “ La ciencia que estudia y
describe las imágenes conforme a los temas que desean representar,
identificándolas y clasificándola en el espacio y el tiempo,
precisando el origen y evolución de las mismas.” Podríamos
simplificarlo en: descripción, identificación, clasificación, origen y
evolución de la imagen en concreto.
Uno de los campos donde estos métodos son más utilizados es el del
arte religioso. Todas las religiones hacen de la imagen la forma más
básica de adoctrinar y aleccionar a todo individuo,
independientemente de la clase social de la que provenga. Es por
ello que aplicaremos una imagen religiosa como ejemplo de este
estudio:
BIBLIOGRAFÍA: