Sie sind auf Seite 1von 16

Cultura, antropología y o tras tonterías

Ángd Díaz de Rada

E D T O R A l TROTTA
C O LECCIÓN E ST RUCTURAS Y P ROCESOS
Serie A ntro po logia

Ofd¡l orlol TfOikJ, S.A., 2010, 2012


f-woz, 55. 28008 Modrld
Tel éfono: 91 543 03 61
Fox: 91 543 14 88
E-.notl: ed11odol@l fOI10.es
hltp://wv.w.lfOI10.es

t'> Ángel Oíot de Rodo, 2010

ISBN (e<Jld6n dlgil ol pdQ: 978-84·9879·352·9


11
RELATIVISMOS

Una vez más traigo aquí las idc:as de Cc:.rd Baumann para iniciar una rc:: -
flexión sobre:: otra palabra de:: moda, arma arrojadiza de papas)' obispos,
catedráticos y po líticos: «Rdativismo».
La noción de:: cultura, que también se encuc::ntra en el cimit:nto de::
c:.sa palabra, obt iene a t ravés de ella su importancia práctica. Puc::s el
concepto de cultura «Se sitúa en e:.) centro de:: ese tr iángulo de podc:.rcs»
constituido por c:.l c::stado la c:: tnicidad y la n:.ligión. Es éstc el
triángulo podert-s en d que se cifran todas las tensiones mode-
los altc:.rnativos de buena vida: el ""c:.nigma multicultural» Para quit:n
1•

tc:.nga c1 gusto de. k.c:: r esa obra de Baumann sólo me que.da decir que:: este::
libro que ahora acabo c::s consecuc::nte con su noción de:: «praxis multi-
cultura1»2; una fo rma de praxis intdet"tual que aboga por la pro moción
dd respeto a todas y cada una de las fo rmas de ac.ción social, c:.l respeto
a las fonn as de acció n de las personas c:.n su relaciones sociak s con las
demás pc:.rsonas., con d único límite que imponc:.n las normas pc:.nales
derivadas dc::J ejercicio legislativo de un estado democrático de dc:.re-
cho. A esto hay que a.i'íadir dos matices: ( 1) que ese estado, como aso-
ciación polítka,. no tit.ne por qué configurarse obligato riamc:.nte como
c:.stado nacio nal; y (2) en todo la praxis cultural estimula una
prio ridad razonable de las fo rmas de acción sobre los códigos penales,
indicando que los sc:gundos han de adaptarse todo lo razonabkmc:.nte
posible a las primeras, y no a la invc:.rsa .

l. B:mmann, lOO l: 29.


2. /bid.: 148. Aunque, como he expli-cado, a mí me bastaría con 1:1 denominación

267
CULTUR A , Y OT R AS TO N l ER i AS

Groserías antirrelativistas

En su última homilía antc::s de:: pasar a rc::prc::sc::ntar a Dios en la Tierra, Jo-


sd RarLinga lanzó un titular que fue dihmdido por todos Jos alta-•oces
dt.l mundo: .,Hay que c.o mbatir la dictadura dd rdativismolt, Hemos de
.suponer que lo que quiso decir Josd es que:: hace:: falta un claro norte
moral (el de:: la lgksia Católica, claro) que, al ork ntar con sus princi-
pios nuc::stro comportamic::nto, c::vitaría la corrupción de nut.stro ordt.n
.social. Si esta interpretación de:: sus palabras c::s adc::cuada, «COmbatir la
dictadura del relativismo• significa combatir la idc::a de que:: c.ualquin
ordc:: n moral t.s kgítimo. Sus palabras apuestan por uu ordt.n moral.
Como antropólogo no tc::ngo nada que:: oponer a c::sa creencia, que:: desde
luego c::s de respeto. Sin t.mbargo, sí tc:: ngo algo que decir sobre d
uso de:: la noción de:: .,rdativismO» que:: se contic::ne en ella. Esto quiere
dt.cir que poco importa ahora discutir est: juicio moral, cuando previa-
mc::nte lo que:: sí hay que disc.utir -)' a c.o ncic::ncia- c::s la prctc::nsión que
las palabras de:: Josd c::ncierran: que:: c::se juicio moral induye una verdad
de hecho (pues Dios no suele mentir).
Como antropólogo puc::do afirmar d siguit.ntc:: enunciado de hc::c.ho
altc::rnativo: c:ualquic::r utilización en singular de:: la palabra .,rdativismO»
t.s una grosc::r ía..Más aún, si c::sa palabra .st: usa de:: forma gc::néric.a y sin
maticesl. Con la palabra .,rdath•ismO» succ::de a mt.nudo lo mismo que
con la palabra •cuhura•. Al sa usada indist:riminadamcntc por aquí y
por allá, a<:a ba por perdn todo .significado y rdc::rt.ncia c.o nc.reta. Ello
da lugar a usos rc::almc:: ntc:: pintorc::scos, c.o mo c::ste de Mariano Rajoy t.n
un mitin t.n Zaragoza:

"lt-nC'mos valores y principios. Yo no c rC'o e n d relativismo zapaterista,


cTe o e n. d tralxtjo )' d C'sfuerzo•.

Este:: uso indiscriminado dd concepto no debe:: atribuir.sc solarnc:: n-


te a papas )' políticos. Tambit n muc.hos intekctuales, como Fc::rnando
Savater, Jo practican .sin pudor, cspecialmc:: ntc:: c.uando son traducidos
por la prt.nsa . Por c::jcmplo, t.n una nota de:: prc:: nsa de El País rdc::rida
a su disc.urs() de:: im•cstidura como doctor Honoris Causa por la Uni-
versidad Autónoma de Madrid, se dt.stat·.aba que Fc::rnando hizo una
apasionada deft.nsa de la existc:: ncia de una .. \•t.rdad objc:: tivan, criticando
c.o n d io .. d rdativismo posmodc:: rno que:: toma los hc::chos por mc::ras

3. Brown, 2008.
4. Publica·do en El fhfs dd 21 de mayo de 2007, p. 29. la cursi\":l es mí::t.

268
R E LATI VI SMOS

opiniones»5• De este modo, El País d ifundía un mc:.nsaje de su opinador


por antonomasia, e n el que le hacía sc:.ntar cátedra sobre el conc.cpto de
vc:.rdad objeti\•a6 •
Conviene detenerse un instante e n la falacia de este argumento,
antes de ofrec.cr los matices dd concepto que nos ocupa. Pues la ape-
lació n a la • objetividad» tiene tanta fuerza retórica en nuestro mundo
que parecc:.ría que con sólo mc:.nciona rla ya va de suyo que uno lleva la
razón. La fa lacia de El País que traduc.c a Fanando, al o poner «Objeti-
vidad» a -prcscindo aquí del adjetivo posmoderno, quc
me importa poco-, radica cn su grose ra simplificación dd concepto dc
objetividad . Especialmente cua ndo se:: trata de los asuntos humanos, la
noción de objeth•idad es complcja. Como cualquier pcrsona con algo
dc sentido común, }'O también crco que hay muchos fc nómcnos que so-
lame nte llcgan a cxistir cua ndo, de hecho, succden¡ y de los que puedc
prcdica rsc su existc:.ncia como una rcalidad extc:.rna a cualquier subje-
tividad. Sin c mbargo, también hay muchos ft.nómc:.nos - y, cntre d ios,
la ma)'Or parte .de los producidos en institucioncs humanas- que son
sencillamente inexplicables sin una referc:.ncia concreta a c:.sas institucio-
ncs, cs dc:.cir, a los agentes q ue las habitan (con sus subjc::th•idadcs)'. Esto
no les resta un ápice de condició n factual. Esos fenómenos ta mbit.n son
hechos. Po r e.jemplo, si un tribunal dc just icia condena a un hombrc a
muc:.rtc )' luego los verdugos dependientes del ministcrio dd intcrior
*cutan la sentencia, tS<: hombre mune de hecho. Supongo que po-
dríamos decir con Savatc:.r que ese hombrc muc:.re objetivamc:.ntc. Lo
que no podríamos sugerir de ninguna manc:.ra es q ue la muerte de estc
hombre ha sucedido completamente a l margen de las subjetividades de

5. El R1fs, 18 de marzo dC' 1006.


6. Como sud e sucedC'r, la rC'AC'xión dd filósofo S;.w atC'r C'S algo más intC'res:mte y
compiC'ja que lo que cabría deducir de ese texto de prensa. la rderC'ncia de esta rC'Aexión
sobrC' w rdad y rdarivismo es. C'mre otras, su texto <>EIC'gir l:.1 \'C'rdad", un c.lpÍtulo de su
libro f.l valor dt• elegir {1003). En él Sa\'atC'r habla dC' diversos c.1mpos de \'C'rdad, )" de la
falacia quC' consiste en juzgar con los criterios de verdad de un c.1mpo los juicios produ-
cidos en otro campo difC'rente. Sin C'mb.1rgo,lo quC' me inreresa dC'sracar aquí C'S defecto
idC'ológico producido por la divulgJción mC'diáric.l de su mC'ns:aje, que es consccuC'nte
con su noción fund ament".ll: .. la dC' lo rC'al". Ese efecto ideológico es un at".lCJUe
sin marices al rdarivismo. Por lo dC'más, d l«tor atC'IUO encontr-.lr:í impon anres puntos
de C'ncuentro enrre mi críric-.1 dC' la críric:a grosC'I'.l dd rclari\·ismo r C'St:a proposición de
S:a\'atC'r: ..d quC' no toda verd:ad pued:a fundarse dd mismo modo no equiv:aiC' :.1 que l:a
ptC'lC'nsión dC' verdad se:a siemprC' infund:ada...
7. Un argumento análogo :a ésrC' puede C'ncontrarse más desarrol1:.1do C'n nuC'srro
tr:at:amiento de las n«ionC's de ri-esgo r azar, C'n Vd:asco, Díaz de Rada, Cruces, Fcm:índez,
Jiménez dC' Madari:tg.l r Sánchez Molina,l006: 307 ss..

269
CULTURA, Y OT R AS TON l ER i AS

los agente• c.n dla (desde los legisladores que la


ley penal hasta el verdugo que, siguic:.ndo instrucciones, e.jecutó la sen·
tencia, pasando por el ajusticiado, que en su día, y en el c.aso de habc:.r
cometido de hc:.c ho d delito, tal \'el. minus\•alo ró el alcance de la ley,
interpretándola a su manc:.ra). Ese conjunto de agenl.es, caJa uno desde
su posicióu relativa, configura un hecho social que sólo es objetivo por·
que es inlersubjet ivo' . En ciencias sociak s, el «relath•ismo" no se opone
a la «verdad objetiva». .Más bien al contra rio, el accc:.so a la objetividad,
c:.ntc:.ndida como intersubjetividad, sólo es posible a tra\•ts de un examc:.n
global dd conjunto de agc::ntes que, con sus subjeth•idades respectivas
y desde s us posiciones sociales relativas, constrU)'t.n ese t ipo de hc:.c hos
que:: deno minamos «fenómenos sociales ... El relativismo es la única vía
de acceso a ese c:.xamc::n «Objetivo..,.
¿Pc:.ro qué clase de relativismo? Como se habrá notado, el título de
c:.ste capítulo -c::stá escrito e n plural: Relativismos. Está c.scrito así porque
«relativismo..,, escrito en singular, no significa nada pa ra los antropólo·
gos sociales. Esa noción no c::s unita ria.
Ratzingt.l!", Rajoy, Savater, entre:: muchos otros que usan la palabra
«relativismo.., groseramente, se están refiriendo a lo que dc:.be mos de::·
nominar con mayor precisió n relativismo moral. El relativismo moral
consiste en asumir que, c::n el o rdc:.n de los principios morales, cua lquic:.r
visión dd mundo es igualmc::ntc:: adecuada )' digna. El relativismo moral
e• una forma. de relativismo que se predica de las ideas morales de las
pc:.rsonas. Si SO)' un relativista moral asumo que ha)' muchos órdenes
morales difc::rentes, muchas formas dife rc:.ntes de interpretar lo que:: ha
de sc:.r entc:.nd ido como bue na vida, lo que:: ha de ser entendido como
deseabk. Pero no sólo asumo esto. Adc:.más, si soy un relativista moral
asumo que cualquiera de esas fo rmas es igualment.e aceptable para mí
(puc:.s )'0 soy quien pro nuncia el juicio moral). Po r c::jemplo, asumo que
apedrear a una mujc::r como consecuencia de una acción considerada
«adultc::riO» c::s tan lícito o acc::ptable como freír a un sc:.r humano c:.n
la siJia elc:.Ctriica tras haber sido condc::nado por asesinato; y todo dio
tan acepta ble moralmc::ntc:: como condc::nar a una persona considerada
«mt.nor» a prc:.star servicios a su comunidad tras la comisió n probada
de un delito.
Cuando se atac.a a l «relativismo.., sin más como ar ma retórica con·
t ra todo aquél que no piensa como uno, lo que se está usando es ese
concepto especial de relativismo, d relativismo moral. Se está dicitn·
do: no es líc:ito que tú, que e res una pe rsona capaz de hacc:.r juicios

S. Vclasco- y Díax de Rada, 2009 (19971.

270
R E LATI VI SMOS

morales, creas que todo t.s Jícito. No vale creer q ue todo vale. Y .:.so e.s
exactamente lo que )' 0 creo. Yo creo q ue apedrear a una mujer es una
sah•ajada, y que. ta mbién es una sah•ajada dectrocutar legalmente a un
.ser humano, pe ro no creo q ue sea igualmente una salvajada obligar a
un «menor» a prestar servicios comunitarios. Desde mi óptica moral (la
mía propia), todas esas cosas son muy difert.ntt.s. Yo, Ángd, no soy un
rdativista moral.
Puesto que el relativismo moral afecta a la esfera de las creencias
morales de las {J'ersonas, poco tiene que ver cou la aut ropología o con el
concepto mismo de cultura, entendido como lo entiendo en esl.e libro.
Como st.res humanos, todos tenemos nuestras propias visiont.s morales
dd mundo, sc::amos o no antro pólogos, papas, po1ítkos o catt.drátic.os.
En nut.stro sistema político, fo rmalmt.nte constituido como una demo-
cracia, todas las personas que pasamos de cierta edad tt.nemos derecho
a votar. De ese modo ek gimos d parlamento que deseamos pa ra regu-
lar nuestra forma de vida. Todos nosotros te nemos nuc.stra idt.a de Jo
que es la buena vida, creemos que esa idea es la mejor )' sabemos que
muy probablemente o tros tt.nd rá n a su \'eZ sus propias ideas. Todas las
papdetas dec.to rales \'t.rtidas en esa urna tient.n exactamente d mismo
valor, y nadie nos invita a poner t.n ellas nuestra pro fesión o nuestro
.:.status. Se supone que todas las personas que \'Otamos, Jos agricultores,
los antro pólogo-s y los cate.d ráticos de é tica, somos personas co mpletas
cuanto a nuc$tra formación moral y polítka. Nada hay m la antro-
pología socia] y cultural (como en ninguna otra profesión o dt.dic.ación)
que conduzca a .s-er un relativista moral. Michael Carrithers lo dice así:

Si bien In antropología provoca u n mo vimienw d « isi\'0 e irre\•ersible le·


jos de l ...j b C<"rtcu moral, no Sc.' trata de un 1110\' imiento hacia un vacío
moral: rdati\•ismo culn1ral, sí; pero no relativismo

Aquí surge, pues, una stgunda variante de relativismo : d relativis-


mo cultural. El rdath•ismo cultural, que sí es pro pio de ]a antropología
social y cultural y consecuente con d concepto de cultura desarrolla-
do c::n este libro, se diferencia dd rdativismo moral en que:: no toma
por objeto a los juicios morales. Es decir, 11110 JW es relativista cultural
como cousecue1zcia de sus creencias morales; uno es relativista cultu-
ral como consecuencia de su couocimieuto antropológico, independieu-
t.emente de las c.reeucias morales que sostenga perronalmeute. Simple-
mente, dado el conocimiento antropológico acumulad.o tras décadas de

9. C:mirhc-rs.. 2005: 434.

27'1
CULTUR A , Y OT R AS TO N l ER i AS

investigación empírica, los aul ropólogos sostenemos que, de hecho, hay


muchos órdenes morales di/ereutes, muchas formas diferenl.es de inter·
pretar lo que ha de ser enlemlido como bueua villa, Jo que ha de ser en·
tendido como deseable•0• Eso c::s todo. Y, nos gustt.n o no nos gusten c::sas
fo rmas de:: vida, d único modo de:: c::mpczar a t.ntt.ndc::rlas t.s percibirlas
como difc::rc::llltes.
Naturalmc:: ntc::, los antropólogos socialc::s - .sirviéndonos del con·
cc::pto de:: cultura- no nos conformarnos con percibir las difc::rencias c:: n·
trc:: las difc::rentt.s formas sociales )' morales de:: intnpretar la vida. Como
ckntíficos socialt.s, aspiramos también a entendc::r con d mayor detalle::
posible:: cómo son c::sas formas de:: acción y cómo c::s que han lkgado a
.sa lo que son. Ya no basta c::ntonc.c::s con percibir c::sas formas de:: acción
como formas difc::rc::ntes; adc:: más, con c::se propósito cic::ntífico de:: ga·
nar un detallado c::ntc::ndimiento, dc::bemos e\•itar por todos los mt.dios a
nuc::stro alcance que:: nuc::stra pc::rc.c: pción de difc::rc::ncia .s.c convic::rta en un
juicio moral. Esto quit'.re dc::cir que::, cuando hacc::mos invc::stigación an·
tropológica (y sólo cuando la hac.c: mos) dc::bemos esforL.arnos por c::vitar
que:: nut.stra percepción de:: difn encia .s.c convierta c:: n un juicio del tipo
«tsto es mejor o peor que esto otrO». En lo que .se refin e:: a c::sta voc.a·
ción científica nos distinguimos muy poco de cualquin otro ckntífico
dotado de curiosidad. Incluso cuando trabajamos para entendc::r insti·
tuciont.s que nos repugnan moralmt.ntc::, como un .sistc:: ma de:: justicia
qu< ind uy< t-ntr< p<nas la p<na d< muertt-, creemos qut-, si ml<Stro
propósito t.s c::ntc::ndn cómo son y cómo han llc::gado a sc::r lo que:: son,
t.ntonces no tent.mos otro camino que controlar nut.stros juicios mo-
rales c::n el ejercicio profc::sional de la invc::stigación. Ésta c::s la tn cera
fo rma de rda.tivismo. Se asic::nta en d rdativismo cultural y se dc::nomina
relativismo melodológico. En rigor, implica una renuncia ·proft.sional al
ejncicio de lo0s juicios moraks, similar a la dd trabajo profesional de
otros ckntíficos que toman por objeto probkmas de orden y dc::sordc::n:
un .sismólogo que intc::nta c::ntendn cómo c::s y cómo ha llegado a produ·
cir.se un tnremoto catastrófico, o un mt.dico que intc::nta t.ntc::ndc::r cómo
t.s )' cómo ha lkgado a producir.s.c un tumor maligno. Ambos llorarán
.si su mujn ha fallecido como consc::cut.ncia dd tnrc::moto o dd tumor
ma1igno, pn o ambos deberán aparcar sus lágrimas, en la me.dida de:: sus

10. En csus líneas estoy centr.mdo intencion;;¡d:unente la discusión en la amropo·


logia )"los antro-pólogos, pero d relativismo culruraJ entendido como aquí lo defino no
es algo inw nr-.td-o hace unas décad;;¡s por un puilado de colcg;¡.s de profesión. Como me
ha advertido Alfredo Francesch, d rcconocimiemo de la e-xistt•náa de dilft'YS.'1S se
remonta como n1ínimo a la fi losofía de la Grcc;a d :ísica.

272
R E LATI VI SMOS

fuc:n.as y sus posibilidades, si lo que intentan es conseguir un mayor


c:.ntc::ndimit:nto de:: c::.sos fc::nómc::nos.
Naturalmc::nte, por muc.ha claridad analítica que introduzcamos c::n
c:.stas cuc::stiones, sit.mprc:: c::staremos expuestos a innumc::rables dikmas
morales. Esos d ilemas fonnan parte de:: nuc::stro oficio, inevitabkmc::n-
tc::11. Pero es imprc::scindible introducir una mínima dar idad analíti<:.a
para no caer en un grosero antirrdativismo. Es verdad que:: existe un
riesgo de desplazamiento desde el relativismo cultural )' metodológico
al rdativismo moral. Ésta es una preocupación constante:: de la dc::on-
tología antropológica. Pc:.ro también c::.s \'t.rdad que:: quienc:.s confundc::n
todas c::stas formas de:: rdativismo bajo una burda simplificación moral
puc::den contribuir a una confusión, mucho más pc:.rjudicial, entre:: d c::n-
tc:.ndimit.nto )' la justificación espc::cí6c.amc:.ntc:: moral: entender una for-
ma de vida rocial y sus condiciones de existencia no es ni lieue por qué
ser justificarla moralmenl.eu. Esta confusión es c:: xtremadamente pc::rju-
dic.ial porque:: puede conducir a censurar, dc::sdc:: una prc:.misa moral va-
gamente:: formulada, d conocimic::nto cic:: ntífico dd mundo;)', c:.n d caso
de:: la antropología, el conocimiento científico de la vida humana.
Hace:: ya a.i'íos que Clifford Geertz dc:.smc::nuzó c::xtc::nsamentc:: los dc::-
talks de lo que él denominó aul i-autirrelativismo• ). Como antropólogo
social, creo como t i que el antirrdativismo (grosero) nos quitará mucho
más que lo que puc::dc:: darnos. Y en términos c::str ictamente moraks,
creo tambien en la validez de la siguknte formulación de mi colega Pe-
dro Tomé: "'"d antropólogo no tic::ne por qué afirmar que todas las cultu-
ras son buenas, pero está en la obligación de someter a todas, incluidas
las propias, a la misma crítica negativa»14 •
La consecue ncia de:: confundir estas tres formas de:: relativismo bajo
una vaga catego ría de relativismo moral es.sit.mprc:: la misma. En mayor
o menor grado, quien pone:: c:.n práctica esa confusión dc:.sde una prc::tc::n-
dida posición de liderazgo moral (como la de los papas o los catedrá-
ticos) construye una moral fundamc::ntalista. Puc::s, a través de los me-

11. Encontrarás un honesto y he-rmoso relato de algunos de estos dilemas, en d


texto de M:muc-1:1 Gntón, .. Los confi nes de- la impostura. Rc-Oexiones sobre el tubajo
emogd fico con min oríns religios:IS:+ {1008).
11. En un anéculo <k 1988, Alisan D. Renteln fijó con mucha precisión 1:1 idc-:1
de que d rdnri\'ismo cultural, como hcrrami-c-nr-.1 dd conocimiento :1nrropológico, e-s
conccptwlmente inde-pe-ndiente- <k 1:1 tolerancin como acritud <k justific.lCión {Rentdn,
1988: 61).
l l . Gwtt, 1995 [1984).
14. Oí a Pedro formular est;.l pu-cis.1 ide-a en un:1 conferenci:1 pública. Es un:1 ide:1 tan
buena que- seb'UralllC'nte est".lr:í escrita en algun:1 p:1r1e, r-.11 ve:t por él mismo.

273
CULTURA, Y OT R AS TON l ER i AS

dios de comu ni<:.ación )' propaganda ideológica pretc:.ndc:: afirmar que su


visión de la buc:.na vida es la llnic.a que maece rc:.speto. El fundarnc::nta·
lismo ideológico incluye la pretensión de que:: las formas de:: acción di·
versas y las imágenes morales que conlle\•an dc:.ben sc:.r puestas in media·
tamente en rdación con el punto de vista ideológico de quien sustc:.nta
la razón moral, d que dice: «mi visión c::s la buc:.na». Esto llc::va a dc::shu·
manizar la práctica moral, pues d prima referc:.ntt de cualquier si.stc::ma
de principios morales c::s el .s.cr humano que, c:.n .sus relaciones con sus
compañeros de vida, interpreta c::n la prá<."tic.a esos principios. El agente
de la moral es, primariamente, quien la vh•t en su propia carne, en los
c:.scc:.nar ios de. su vida concreta. Cuando los papas o los cate.dráticos .so·
meten a juicio0 moral las vidas de los otros sin .st:r copartícipes de:: c::sas
vidas, prescindt n de:: los .seres humanos que, de hecho, prac.ti<:.an su mo-
ral concreta. Desde c::sa pretendida razón universal, que:: no c::s otra cosa
que:: su razón personal apuntalada por podc:.rosos dispositivos institucio-
nales }' mc:.diáticos, arrc:.batan a los demás .seres humanos su protagonis·
mo como agentes morales, c::n una suc:.rtt de dc::spotismo ilustrado: .. todo
para la gc:.ntt, pero sin contar con ella».

Relativismo metodológico, antropología social y etnografía

La vida social concreta de:: las pasonas se debate entre dos c:.xtrc::mos
utópicos, es <kdr, dos extremos que en la práctica nunca existen en
estado puro: la utopía del anthropos, que nos cualific-a universalmtn·
te como miembros de la misma especie, la idc:.a de una humanidad
univc::rsal e igualitaria; y la utopía del ellmos, que nos cualifica local·
mente como mitmbros de grupos sociales diferc:.ntes, la idea de un sc:.r
humano que .sólo se rc::aliza en la e.spc::cificidad estrictamente loc.al de
su grupo social ti. La imagc::n utópica del authropos puc::dc:: lle\•arnos a
ignorar la dh•c:.rsidad empírica c:: ntrt las difc::rentes formas de vida; la
imagc:.n utópica del etlmos puc:.dc:: llt\•arnos a ignorar que todos los gm·
pos humanos., en su diversidad local, c::stán capacitados para la comuni·
c.ación con los dc:.más grupos humanos. Ambas imágenes .son utópicas
porque:: nunc:a ha existido, c:.n concreto, una pasona -.univasal..,, es
decir, alguitn completamente al margc:: n de sus concretas expc:: riencias
de socialización c:: n gmpos concretos; )' nunca ha existido, en ninguna
parte, un gru po humano con fonnas de vida tan propias que pudkran
cualificarlo c.o mo completamc::ntt diferc::ntt de todos los demás grupos
humanos.

15. V(;.'lsc, <"n d C.lpÍtulo 1, la sección ..zozohr:as...

274
R E LATI VI SMOS

El rdath•ismo metodológico t.s la lmk.a htrramitnta intdectual de


que disponemos para ilustrar las variantc::s concrc::tas, empíricas, t.ntrc::
ambas formas de utopismo. La vida concreta de la gc::nte se:: produc-e::
t.n contc::xtos socialc::s concretos, específicos, con sus formas de vida y
de:: moral. Y sólo a travC:.s dd entendimiento de esas formas de vida
y de:: moral cOn<retas, relativas a sus contt.xtos de vida, podemos lk-
gar a comparar los dementos que c::n c::se grupo humano concreto son
propios, comunes con otros grupos, o universaks en c::l conjunto de::
los gmpos hum anos. Ese trabajo de t.ntc::ndimic::nto, de inteligibilidad,
carac.tc::riza a la antropología soda! como disciplina científica. Ws antro-
pólogos 1/amam;Os a la forma de investigación que consiste en describir y
hacer int.eligible una forma de vida concreta, etnografía'' ·
Sirviéndonos dd relativismo metodológico los etnógrafos intc::nta-
mos ampliar d horizonte dd discurso humano más allá de la t.sfera de::
nuc::stro propio univc::rso moral 1' , pero también más allá de:: un vacuo rc::-
lath•ismo moral para d que:: todo \'ale. La inct.rtidumbre moral que:: pro-
duce este ejercido profesional, y a la que se:: rd nía unas línt.as más arriba
.Michat.l Carrithers, c::s inc::vitable, pc::ro las rc::compensas son múltipks.
Frc::nte a un grosero rdativismo moral, que dd t.ndc::ría la pureza dd
etlmos y la condición difert.ncial )' aislada de cada grupo humano, el
rdativismo mc::todológico presenta las siguitntes ventajas.
El relativismo moral hace de puerta; el relativismo metodológico
hace de {l11eu1e. Si t i r<lativismo moral nos impont una l'isión dt las
diversas formas de vida como formas aisladas, incomunic-adas¡ el rdati-
vismo mc::todológico nos conduce hasta t.sas formas de:: \'ida con curiosi-
dad científica. Nos ayuda a indagar en las condiciones de c::xistencia c::n
las que esas formas de \'ida s.c:: producen, en d supuesto de que:: ningún
contexto de vida humana es completamente inintdigiblc:: para cualquin
ser humano. Así como un tradut"tor c.onstru)'e put.ntc::s de sentido t.ntrc::
lenguas ()' no hay dos lenguas que sc::an compktamc::nte intraduciblc::s),
un etnógrafo constrtl}'e puentes de sc::ntido t.ntre culturas, c::s dc::cir, entre::
formas de vida ($1) " .
El relativismo moral puede llevamos a pouer el énfasis en una ética
de la convicción: individual, pues en c::l extrc::mo d último rt.ducto de las
islas culturaks se:: encuentra t.n d individuo aislado, con su exclusiva
moral. El relativismo metodológico no tieue por qué contradecir el papel
del individuo en la formación de su moral autónoma, pero nos obliga

16. Vcbsco )" D íaz de


17. Vcbsco (co mp.), 1993: 9· 11.
18. Cruces r Dín de R::ld:t., 2.004.

275
CULTURA, Y OT R AS TON l ER i AS

a coutemplar a ese individuo en relación y no en aislamienlo. El n:.lati-


vismo moral nos lleva a ver c1 mundo social como un conjunto de i.slas
culturales incomunic-adas entre sí y, en el extremo, como un conjunto
de islas mínimas, individuos dt.sterrados en el ostracismo de sus mundos
morales. El relativismo metodológico nos alienta a ver c1 mundo social
como un conjunto de agentes culturales, que, en su vida soda) concreta,
comunic-an SUls diferencias. Y, puesto que las diferencias sólo pue.dt.n
darse como relaciones sociales, ese indh•iduo ha de .s-er nt.cesar iamt.nte
contemplado como un individuo en rdación con otros, nunc.a como un
individuo aislado de los otros.
Pero tambitn, frente al fundamt.ntalismo que predica que mi moral
t.s la única que mnece ser considerada fundamento de un anlbropos
universal, la única que merec.e ser tenida por universalmente válida,
d relativismo metodológico ofrece la siguiente rt.c ompensa: el funda 4

mentalismo confía en una verdaJ ya eucoutraJa, t.sa que normalmt.nte


.st: refleja c::n la palabra o, c::n las variantc::s religiosas, la
«Vtrdad revelada»; el relativismo metodológico confía en uua verdaJ
buscada y mmca alcanzada. Put.s al llevarnos a indagar .:.n las imágc::nes
moralc::s de:: los otros nos expone a una doble:: incertidumbre:: comu ni 4

cativa, y con d io a un doble ejc::rcicio de mode.stia. Por una parte, c1


que:: todo traductor c::xperimc::nta al rc::conocer que ninguna traducción
t.s pc::rfec.ta, los otros nunc.a s.:.rán dd todo intdigiblc::s¡ por otra parte, c1
que todo traductor ex¡x;rimenta al rwlnocer qut", cuanto más traduce a
los otros, más aprt.ndc:: de:: su propia kngua; nosotros tampoco sert.mos
jamás completamente intdigiblc::s para nosotros mismos.
Estas dos fo rmas de v.:.rdad gozan de difc::rc::nte considc::ración p(lbli-
ca c::n nuestro mundo contemporánc::o, que:: c::s hnc::dc::ro de:: una tradición
histórica .:.n la que la actividad ckntífi(.·.a sk.mprc:: ha corrido c1 riesgo de
rdnterprc::tarsc:: como una fo rma de religión''· Pero, .:.n mi opinión, no es
la fe la que:: idc::almt.ntc:: mueve la actividad ckntífi(.·.a, sino la curiosidad.
No hacemos cic::ncia para producir vc::rdades .:.ncontradas, o reveladas
como vc::rdadc::s dc::finitivas, sino para buscar modestas \'t.rdades provi 4

sionales. No hacc::mos para llc::var la razón, sino para que otros nos la
quiten. Nuestra tradición histórica, que es también, en c1 más amplio
.s-entido de la palabra, una tradición colonial, nos mue\'t a conquistar al
otro, a convc::ncnlo vc::nc.iéndolo (o st..a, sin contar con t i).
Ha)' aquí dos actitudc::s muy difnentes acerca del papd transfor 4

mador de las cic::ncias sociales. La que::, dt.sdc:: cualquier forma de:: funda 4

mentalismo, :aspira a inyc::ctar .:.n los otros nue.stros propios principios

19" Habermas, 1984 [ 1968["

276
R E LATI VI SMOS

.sin pasar po r el trabajoso conocimit'.nto de .sus formas concretas de vida;


}' la que aspira a comunicar a los otros los princ.i pios e n los que c rt.emos
pasando por eK: trabajoso conocimiento, que es d que nos apo rta la
etnografía entre: otras modalidades de investigación social. El primn
t.stilo, que puede conducir a la paradoja de imponer la democracia a
bombazos, pone: a nuestros principios po r delante de las per.sonas que
habrán de encarnarlos; el segundo .siempre pone por ddante a esas per-
.sonas, y confía c:n que la comunicación posible t.n un contexto dett.nni-
nado contribuirá a una mutua transformación tal vez menos dramática,
pc::ro mucho má.s sólida }' consensuada.
El rdativismo metodológico )' la etnografía, que nos llevan a hacn
inteligibles otras fo rmas de vida .social en su contc::xtos concretos de::
t.xisttncia, encierran, junto con c::stas posibilidades políticas y prácticas
t.n rdación con los otros, la rc::compensa de:: un mc::jor conocimitnto
de:: nosotros mismos. Y e.sto toca de lleno al concepto mismo de ac-
ción y transfo rm ación .social. Pues, co mo ha indicado Elsie Rockwell,
los antropólogos no debniamos hac.c::r etnografía primariarnc::ntt para
transfo rmar a Jos otros, sino para t ransfo rmar nos a nosotros mismoslú.
Sólo desde:: la ampliación dd horizonte:: de:: nuestro conocimitnto (d que::
nos constitU}'e a. nosotros) podemos pretc::nder comunkar nos adc::cuada-
mente con los otros en .su concreta vida .social. En este sentido, tampoco
ha)' en nuestra t kncia nada dt.masiado peculiar, al menos inicialme nte.
Al de-scubrir la las a ellas con un
microscopio), d ckntífico no busca primariamc::nte transformarlas, sino
transfo rmar su pro pio conocimiento acerca de:: dlas, cambiando con
dio - C:.I mismo- su pro pia cosmovisión. No es difícil rt.c onoc.c::r, t.n un
.segundo movim:itnto, hasta q ué punto t.ste principio c::s importante c::n
d caso de:: los sc.res huma nos; es dt.cir, hasta qué punto es importa nte::
para nuestra propia vida.
Finalmt.nte, el relativismo metodológico y la etnografía nos obligan
a un e nfoque rigurosamc::nte empírico, que:: permite compensar (sitmprt
hasta c.i erto punto) las c.c::gueras de:: cualquier fo rma de utopismo; y c::n
particular, los no .sit.mprt bienintencio nados propósitos igualitaristas
dd ideario libt.r:al. Ya lo he sugerido. Con su prett.nsión universalista de::
la igualdad de:: t<xlos los sc::res humanos, c::ste ideario pue.d e pasar a \'t r
co mo logrado lo que no pasa de sc::r un propósito, basta nte:: burdo por
ckrto. La mirada t.mpírica de:: la etnograña obliga a obsc::rvar los procc::-
.sos concreJos a través de los cuaks, de hecho, las diferc::ncias t.n cuanto a
cultura, se traduct.n c::n desigualdadt.s en cuanto a la satisfacción dc::ctiva

lO. Rod;wdl, 1008.

277
CULTUR A , Y OT R AS TO N l ER i AS

de los dc:.rechos, )' por ta nto en injusticias. Po r una parte, co mo indic.a


Gcrd Bauman n, .. no hay derecho a reclamar un derecho que no sea cJ
mismo pa ra todos»l 1• Pero, por otra pa rte, y en esto co nsisten buena
parte de las co mpkjidades de la vida e n lo q ue se rt.fie re a los
dilc:.mas de la polít ica igualitaria, ese .. todos» no es en ninguna socie.d ad
co ncreta un conjunto de sen:.s huma nos co n las mismas posibilidades de
disfrutar de los «derechos de todos»; unos t it.nen más recursos econó-
micos, socialc::s y simbó licos que otros, y, como se muestra c:.n la histo ria
co lonial o en la histo ria de las mino rías subordinadas!!, c:.n esa posición
diftrencial ha jugado un papd determinante la valoración diferencial de
las fo rmas de vida (t:s decir, de las culturas) por parte de las auto rida-
des de las sockdades co lonizadoras o domina ntes. Con su orientación
t.mpírica, la e tnografía puc:.de o frec.cr recursos pa ra la corrección de la
utopía libe ral, a náli.sis concretos q ue pe rmitan e ntendc:.r mejor con qué
matices )' c:.n qué (.·.asos cabe e ntendc:.r que el d isfmte de la igualdad de
dc:.rechos sólo es posible a través de adecuadas polític.as de co mpensa-
ción basadas en cJ concepto de cultura.

El concreto ant-ropológico

La cuestió n desciende: hasta la natura lc:ua del conc reto


a ntTopológjco.

Nigel 2003: 374

En una interesante crítica de las visiones escnc.ialbtas, c:.státicas y ho mo-


gene.izadoras de la cultura que pueden llegar a e.ncubrirse bajo la palabra
• multicultura l•, Nigd Ra pport ha puesto el dedo en la llaga . Cualquie.r
rdkxión .sobr e d concepto de cultura ha de pasar po r una concknzuda
identificación de lo q ue dc:.nomina el «conc reto antropo lógico»u . Si es
que la etnogrnfía, )' con ella la antropología se ocupan del estudio de
fo rmas concretas de vida, c::s fundamc::ntal rc::Aexio na r sobre quién c::s, c:.n
concreto, d age nte de esa vida. Comparto co n Nigd Rapport su prc::-
gunta, pc::ro n o la respuesta que ha enco ntrado. Finalmc:.ntc:: - indic.a-,
d agente de c ualquier vida social es d ind h•iduo¡ po r lo q ue d co ncepto
de 01.cultura.., no puede nunca estar po r c::ncima, pesando como una losa
sobre la rc::spons.abilidad y d comporta miento concreto de los indivi-
duos co ncre tos. La <!.Cultura.., no puede esgrimirse como c::xcusa para

21. B:mmamn, l OO1: 28.


21. Cf. Oghu, 1974; Carrolsco, 2008; \Villiams, 1989; Conurof{ )" Conuroff, 1992.
23. 2003.

278
R E LATI VI SMOS

justifica r compo rtamit.ntos individuales; e n concreto, el responsable de


cada acción es d individuo concreto que la pone en práctica. EstO)' de
acuerdo, pe ro sólo parcialmente.
En primer lugar, c:.l concepto de cultura q ue he desarro1lado en este
libro no nos oMiga a considerar que la cultura es un conjunto aislado,
homogéneo )' sistemático de reglas con capacidad pa ra forzar a los .seres
humanos a llevar a cabo su acción. Lejos de esta acepció n, he mostrado
que la cultura t.:S, ante todo, un conjunto de reglas rdativamc:.nte blan-
das que pe rmitc:.n precisamente la comunicación c:.ntre
seres humanos d iftrentes. También he ind icado que la ho mogt.neidad
de ese conjunto de reglas sólo depende de la mirada del in,•estigador y
de la apertura d e su lente. Cuando abrimos la knte, la compkjidad )' la
heterogeneidad crec.cn sin límite. He sugc:.rido que la cultura no fo rma
un sistema, en d sc:.ntido {uert.e de un co njunto .sistemático y ordena -
do de principio.s de acción sin fi.suras. N inguna cult ura es tan .simple
co mo para ser descrita c:.n su totalidad como un único siste ma de
reglas de acción. Ni siquiera las culturas codificadas por escrito c:.n do-
cume ntos a los que se prete nde adjudicar una absoluta trabajan
.solas. H an de habérselas constantemente co n otros entornos prá<."ticos
de intnpretac.ió n de esas rc:glas escritas, frc:.c uc:.ntt.mc:.nte contradictorios
c:.ntre sí, que no tiene n por qué regirse por esas mismas reglas escritas.
Esto lo sabt.n muy bien los responsables de la organizació n de cua lquin
burocracia. Finalmentr, a Jo largo de este libro he insistido m que la
cultura no fut.r'La a hac.cr nada, incluso .si los seres humanos individuales
pueden esgrimirla como un pretexto pa ra jm-rifica r su propia acción. La
cultura no nos fuerza a hacer lo que hacc:.mos porque no es un agente.
La cultura, como co njunto de rc:glas, no pue.d e hacc:.r nada: no tkne
ce rebro, ni manos, ni ojos, ni piernas. Todas esas c.osas las tengo )'O, no
la cultura con la que yo doy fo rma a mi acción. Hasta aquí, mi acuc:.rdo
con Nigel Rapp<Jrt es total.
Mi desacue rdo se c:.ncuc:.ntra en lo que entiendo por o por
y ese desacue rdo se hace tanto más radic.al, precisamen-
te, cuanto más i nte nto co ncretar de quién hablo al dc:.cir .. )' 0 »; es decir,
cuanto más persigo precisamc:.nte el concreto antropológico. En la vida
co nc.reta ningún ""YO» es un individuo aislado. Supone r que lo es signi-
fica trasladar a 1a esfera individual el aislamit.nto, la ho mogeneidad )' la
.sistematicidad q ue le he mos nc:gado a la cultura. Cualquier «)'O» es, eu
su vida concreta., un imUviduo-en-relaciún. Ése, y no el individuo a secas
es, a mi juicio, eJ concreto antropológico. Es Ob\'iO q ue este co ncreto an-
tropológico no r esudve de una vez por todas d problema de la respon-
.sabilidad moral de la acción. Tampoco resudve los dilemas éticos que

279
CULTUR A , Y OT R AS TO N l ER i AS

.s-e deriva n de la complic-ada .situación de los seres humanos como indi-


viduos que .sólo saben actuar t.n rdación con otros. Como co ncreto an-
t ropológico, d concepto de iudividuo-en·relación no ofrt.c e una tabla
de salvación para salir del atollad no de esos dilemas. Con d concepto
de cultura, ese concepto de individuo-t:n-rdación que la po ne en jue-
go nos obliga a un pc::nsamitnto co mpkjo. Y, e n mi o pinión, nada ga-
naremos po r medio de simplificaciones que a la larga funcio nan co mo
nuevos prett.xtos pa ra e\•itar hacase preguntas .sobre la vida concreta.
Como ha ind k ado Ma ril}'n Strathern, no es en el individuo a st.cas don-
de hemos de pone r el foco:

Si <:-s q u.e los antropólogos han de enfocar hacia 'o tTO lugar' (d iferente de
b cultura como reificación, co mo pretexto fu ndamentaliscaJ, ya saben
d ónde c:-sci ese otro lugar: en las rdacionc:s .sociales 2• .

A but.n seguro, ese otro lugar gt.ncra rá t.n nosotros más preguntas
que respuestas. Pt.ro las poc.as respuestas que ge nt.re st.rán , sin duda,
muy \'aliosas ..

24. Str:uhern, 1995: 170.

280

Das könnte Ihnen auch gefallen