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UNIVERISIDAD CATOLICA DEL CIBAO

Participante:

Leidy María Alberto Jiménez


Matricula:

2019-0460
Asignatura:

Teología
Tema:

La iglesia apostólica

Facilitador:

Tomas Serrano

Marzo, 2019
La Vega, Rep. Dom.
INTRODUCCION

Al dar inicio a la presente unidad la cual tiene como título: La iglesia apostólica, tendré
la oportunidad de presentar una breve explicación en cuanto a los temas de la unidad
No. 6. El objetivo de esta unidad se basa en la identificación de las características de la
vida de los primeros cristianos.

Otro punto que se podrá desarrollar al desarrollar la unidad es la valoración de los


principios morales del cristianismo. Con estos temas reforzar mis conocimientos en
cuanto a la iglesia apostólica.
1. Pentecostés

La palabra Pentecostés viene del griego y significa el día quincuagésimo. La Fiesta de


Pentecostés es como el "aniversario" de la Iglesia, es la fiesta del Espíritu Santo. Es
una de las fiestas más importantes para los cristianos, después de la Pascua, pues
evoca el nacimiento de la Iglesia por la acción del Espíritu Santo. En Pentecostés
celebramos Celebramos el inicio de la actividad de la Iglesia en el día de la venida del
Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles, cuando se encontraban reunidos el día de
Pentecostés judío, cumpliéndose así la promesa hecha por Jesús y dándoles el valor
necesario para anunciar la Buena Nueva de Jesús y disponiéndolos a ser sus testigos,
ir a bautizar y enseñar a todos.

Después de la Ascensión de Jesús, estaban reunidos los apóstoles con la Madre de


Jesús celebrando Pentecostés. Todos estaban asustados, sentían miedo de salir a
predicar, pero de pronto escucharon un gran ruido y lenguas de fuego se posaron
sobre sus cabezas, el Espíritu Santo descendió sobre ellos y los impregnó de la
valentía y la fuerza que necesitaban para cumplir con el mandato de Jesús, predicar
la Buena Noticia, con ello nace la Iglesia.
2. Inicios de la iglesia

Todo lo que constituye y es la


Iglesia tiene su origen en la
persona y las obras de Jesucristo,
quien es y trae la salvación.

“Pero cuando vino el


cumplimiento del tiempo, Dios
envió a su Hijo, nacido de mujer y
nacido bajo la ley, para que
redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la
adopción de hijos" (Gá. 4:4-5).
Jesús, el Hijo de Dios, nace como
hombre en el pueblo escogido de
Dios del antiguo pacto. Dios se
hace hombre, ingresa en la historia
de la humanidad, es parte de ella.

Él convocó a los hombres a que lo siguiesen, se rodeó de discípulos, predicó sobre el reino de
Dios, dio pruebas, por ejemplo en el Sermón del Monte, de ser el Dador de la ley con plenos
poderes, sanó enfermos, alimentó a hambrientos, resucitó muertos, perdonó pecados,
prometió y envió al Espíritu Santo.

La encarnación de Dios en Jesucristo es la condición necesaria para la existencia de la Iglesia.


Todos los demás acontecimientos que forman parte de la fundación de la Iglesia, están
basados en este hecho y se deben desarrollar a partir de él: la elección de los Apóstoles (Lc.
6:12-16), la institución del servicio de Pedro (Mt. 16:18), la institución de la Santa Cena (Mt.
26:20-29), la muerte y resurrección de Jesucristo, el mandato misionero (Mt. 28:19-20).

En la historia, la Iglesia de Cristo se manifiesta primero en Pentecostés con el derramamiento


del Espíritu Santo. El Apóstol Pedro predica en la potencia del Espíritu Santo,
constituyéndose la primera comunidad. Arrepentimiento, Bautismo, perdón de los pecados,
recepción del don del Espíritu Santo, son todos elementos que transmiten salvación en el
camino de redención (Hch. 2:38). Los primeros cristianos “perseveraban en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones" (Hch.
2:42). Estas características son de importancia decisiva para la Iglesia de Cristo.

3. El hombre y sus destinos

El final del universo en clave teológica o como juicio de Dios. De ello se derivan los temas
escatológicos de la condenación o infierno y de la salvación o cielo de la fe. No consideramos
que el infierno sea el lugar de las descripciones mitológicas propagadas a lo largo de los siglos
por la iglesia, sino un estado de exclusión de la presencia de Dios; ni que el lenguaje humano
pueda expresar con precisión el cielo de la fe cuando Dios será todo en todos. Cuando
tratamos las realidades últimas nos movemos en medio de símbolos e imágenes que siempre
serán insuficientes para explicar aquello que nos trasciende por no pertenecer ni al espacio ni
al tiempo, sino a la eternidad. Pero ello no nos da pie a generar un imaginario mítico que
difícilmente puede asumir el hombre y la mujer contemporáneos, creyentes o no creyentes.
4. La moralidad cristiana

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