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COMPENDIO DE FILOSOFÍA
MARXISTA LENINISTA

Objetivo: comprender la esencia de la concepción científica del mundo y de su interpretación y


transformación práctico revolucionaria a partir de la teoría dialéctico materialista, formándose en
valores humanistas y de compromiso con el proyecto socialista cubano,

Compilación de Evelio A. Pérez Fardalez

Sancti spíritus, 2009

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Índice

Capítulo 1: El problema fundamental de la filosofía………………... 3

Capítulo 2: El problema del desarrollo ………………………………. 15

Capítulo 3: La concepción materialista de la historia………………. 27

Capítulo 4: La esfera económica de la sociedad…………………… 35

Capítulo 5: Las comunidades humanas y el individuo……………... 50

Capítulo 6: Las clases sociales.………………………………………. 60

Capítulo 7: El problema de la enajenación………………………….. 75

Capítulo 8: La esfera sociopolítica…………………………………… 88

Capítulo 9: El problema del comunismo…………………………….. 111

Capítulo 10: La esfera espiritual de la sociedad……………………... 122

Capítulo 11: El problema de la verdad………………………………… 136

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Capítulo 1: El problema fundamental de la filosofía.

“El gran problema cardinal de toda la filosofía especialmente de la moderna, es


el problema de la relación entre el pensar y el ser. Desde los tiempos
remotísimos, en que el hombre, sumido todavía en la mayor ignorancia acerca
de la estructura de su organismo y excitado por las imágenes de los sueños,
dio en creer que sus pensamientos y sus sensaciones no eran funciones de su
cuerpo, sino de un alma especial, que moraba en ese cuerpo y lo abandona al
morir; desde aquellos tiempos, el hombre tuvo forzosamente que reflexionar
acerca de las relaciones de esta alma con el mundo exterior…

El problema de la relación entre el pensar y él ser, entre el espíritu y la


naturaleza, el problema supremo de toda la filosofía, tiene pues, sus raíces, al
igual que toda religión, en las ideas limitadas e ignorantes del estado de
salvajismo. Pero no pudo plantearse con toda nitidez, ni pudo adquirir su plena
significación hasta que la humanidad europea despertó del prolongado letargo
de la Edad Media cristiana. El problema de la relación entre el pensar y el ser,
problema que, por lo demás tuvo también gran importancia en la escolástica de
la Edad Media; el problema de saber qué es lo primario, si el espíritu o la
naturaleza, este problema revestía, frente a la Iglesia, la forma agudizada
siguiente: el mundo fue creado por Dios, o existe desde una eternidad.

Los filósofos se dividían en dos grandes campos, según la contestación que


diesen a esta pregunta. Los que afirmaban el carácter primario del espíritu
frente a la naturaleza, y por tanto admitían, en última instancia, una creación
del mundo bajo una u otra forma (y en muchos filósofos, por ejemplo en Hegel,
el génesis es bastante más embrollado e imposible que en la religión cristiana),
formaban en el campo del idealismo. Los otros, los que reputaban la naturaleza
como lo primario, figuran en las diversas escuelas del materialismo.

Pero el problema de la relación entre el pensar y el ser encierra además otro


aspecto, a saber: ¿qué relación guardan nuestros pensamientos acerca del
mundo que nos rodea con este mismo mundo? ¿Es nuestro pensamiento
capaz de conocer el mundo real; podemos nosotros, en nuestras ideas y
conceptos acerca del mundo real, formamos una imagen refleja exacta de la
realidad? En el lenguaje filosófico, esta pregunta se conoce con el nombre de
la identidad entre el pensar y el ser y es contestada afirmativamente por la gran
mayoría de los filósofos. En Hegel, por ejemplo, la contestación afirmativa cae
de su propio peso…

Pero, al lado de estos, hay otra serie de filósofos que niegan la posibilidad de
conocer el mundo, o por lo menos de conocerlo de un modo completo. Entre
ellos tenemos, de los modernos, a Hume y a Kant, que han desempeñado un
papel muy considerable en el desarrollo de la filosofía. Los argumentos
decisivos en refutación de este punto de vista han sido aportados ya por Hegel,
en la medida en que podía hacerse desde una posición idealista; lo que
Feuerbach añade de materialista, tiene más de ingenioso que de profundo, la
refutación más contundente de estas extravagancias, como de todas las demás
extravagancias filosóficas, es la práctica, o sea, el experimento y la industria.

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Si podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de concebir un proceso


natural reproduciéndolo nosotros mismos .Creándolo como resultado de sus
mismas condiciones, y si, además, lo ponemos al servicio de nuestros propios
fines, damos al traste con la “cosa en sí” inaprensible de Kant…”

F. Engels. “L. Feuerbach y el fin de la filosofía Clásica Alemana”; O.E. en II


tomo, T.II Pág. 367-36. Editorial “Progreso”, Moscú, 1971.

“La lucha de los partidos en la filosofía es la lucha que expresa, en última


instancia, las tendencias y las ideologías de las clases enemigas dentro de la
sociedad moderna. La filosofía contemporánea es tan partidista como la
filosofía de hace dos mil años…los partidos en lucha son el materialismo y el
idealismo”…

V. I. Lenin, “Materialismo y Empirocriticismo”, Pág. 373, Editorial


Progreso, Moscú. 1979.

“Siempre, sin excepción, tras el fárrago de artificios de la nueva terminología,


tras la inmundicias de la escolástica docta, hemos encontrado dos pautas
fundamentales , dos direcciones fundamentales en la manera de resolver las
cuestiones filosóficas: ¿tomar o no por lo primario la naturaleza, la materia, lo
físico, el mundo exterior, y conceptuar la conciencia, el espíritu, la sensación
…, lo psíquico, etc., como lo secundario? tal es la cuestión capital que, de
hecho continúa dividiendo a los filósofos en dos grandes campos. La fuente de
millares y millares de errores y confusiones en esta materia estriba
precisamente en que, tras el haz de los términos, de las definiciones… se
vislumbran estas dos tendencias fundamentales…”

V.I Lenin “Materialismo y Empirocriticismo”. Pág. 352-353, Editorial


“Progreso”, Moscú, 1979.

“Naturalmente, la oposición entre materia y conciencia tampoco tiene


significado absoluto más que dentro de los límites de un dominio muy
restringido: en este caso, exclusivamente dentro de los límites de la cuestión
gnoseológica fundamental acerca de que se debe tener por lo primario y qué
por lo secundario. Más allá de estos límites la relatividad de tal oposición no
suscita duda alguna”.

V.I. Lenin, “Materialismo y Empirocriticismo”, Páginas 152-153,


Editorial “Progreso”, Moscú, 1979.

“El idealismo filosófico es solo una tontería desde el punto de vista del
materialismo tosco, simple, metafísico. Por otra parte, desde el punto de vista
del materialismo dialéctico, el idealismo filosófico es desarrollado unilateral,
exagerado…, (inflación, distensión) de una de las características, aspectos,
facetas del conocimiento, que se convierte así en un absoluto divorciado de la
materia, de la naturaleza, y es llevado a la apoteosis. El idealismo es
oscurantismo clerical. Es cierto. Pero el idealismo filosófico es (“más
correctamente” y “además”) un camino hacia el oscurantismo clerical a través
de uno de los matices del conocimiento infinitamente complejo (dialéctico) del
hombre.

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El conocimiento humano no es (o no sigue) una línea recta sino una curva que
se aproxima infinitamente a un cierre de círculos, a una espiral .Todo
fragmento, segmento, sección, de esta curva puede ser transformado
(transformado unilateralmente) en una recta independientemente, completa,
que entonces (si los árboles impiden ver el bosque) conduce al pantano, al
oscurantismo clerical (donde queda fijada por los intereses de la clases
dominantes).

El avance rectilíneo y la unilateralidad, la rigidez y la petrificación, el


subjetivismo y la ceguera subjetiva: he ahí las raíces epistemológicas del
idealismo. Y el oscurantismo clerical (idealismo filosófico), por supuesto tiene
raíces epistemológicas, no carece de fundamento; es, sin duda, una flor estéril,
pero una flor estéril que crece en el árbol vivo del conocimiento humano, vivo,
fértil, auténtico, poderoso, omnipotente, objetivo, absoluto”.

V.I. Lenin, “Cuadernos filosóficos”, “Sobre la dialéctica”. Pág. 354-355,


Editorial Política, La Habana, 1979.

“…La división de un todo y el conocimiento de sus partes contradictorias… es


la esencia… de la dialéctica… La identidad de los contrarios… es el
reconocimiento (descubrimiento) de las tendencias contradictorias,
mutuamente excluyentes, opuestas, de todos los fenómenos y procesos de la
naturaleza (incluso el espíritu y la sociedad). La condición para el conocimiento
de todos los procesos del mundo en su “automovimiento”, en su desarrollo
espontáneo en su vida real, es el conocimiento de los mismos como unidad de
contrarios. El desarrollo es la “lucha” de los contrarios. Las dos concepciones
fundamentales… del desarrollo (evolución) son: el desarrollo como aumento y
disminución, como repetición y el desarrollo como unidad de contrarios (la
división de una unidad en contrarios mutuamente excluyentes y sus relaciones
recíprocas).

En la primera concepción del movimiento, el automovimiento, su fuerza


impulsora, su fuente, su motivo, queda en la sombra o se convierte a dicha
fuente en externa: Dios, sujeto, etc. En la segunda concepción se dirige la
atención principal precisamente hacia el conocimiento de la fuente del “auto-
movimiento”.

La primera concepción es inerte, pálida y seca. La segunda es viva. Solo ella


proporciona la clave para el “automovimiento” de todo lo existente; solo ella da
la clave para los “saltos”, para la “ruptura de la continuidad”, para la
transformación en el contrario, para la destrucción de lo viejo y el surgimiento
de lo nuevo”.

V.I. Lenin, “Cuadernos filosóficos”, “Sobre la dialéctica” Págs. 351-


352, Editora Política, La Habana, 1979.

“El defecto fundamental de todo el materialismo anterior – incluso el de


Feuerbach – es el que solo concibe las cosas, la realidad, sensoriedad, bajo la
forma de objeto o de contemplación, pero no como actividad sensorial humano,
no como práctica, no de un modo subjetivo…

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El problema de si al pensamiento humano se lo puede atribuir una verdad


objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la
práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y
el poderío, la terrenalidad de su pensamiento…

La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y


de la educación, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los
hombres precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el
propio educador necesita ser educado…

Feuerbach diluye la esencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia


humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es, en su realidad, el
conjunto de relaciones sociales.

La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la
teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica
humana y en la comprensión de esta práctica.

El punto de vista del antiguo materialismo es la sociedad “civil” en el nuevo


materialismo, la sociedad humana o la humanidad socializada.

Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo,
pero de lo que se trata es de transformarlo.”

C. Marx, “Tesis sobre Feuerbach”. O.E. en dos tomos, T. II Pág. 401-


403, Editorial “Progreso”, Moscú.

“…Mi primer trabajo, emprendió para resolver las dudas que me asaltaban, fue
una revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho… Mi investigación
desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las
formas de Estado no pueden comprenderse por sí misma ni por la llamada
evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en las
condiciones materiales de vida… El resultado general a que llegué y que, una
vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en
la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que
corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas
de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el
proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia
del hombre la que determina su ser, sino por el contrario, el ser social es lo que
determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase del desarrollo, las
fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las
relaciones de producción existente, o, lo que no es más que la expresión
jurídica de estos, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han
desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas,
estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de

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revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos


rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella”

C. Marx, “Prólogo de la contribución a la crítica de la Economía


Política”. O. E en dos tomos, T.I. Pág. 342-343. Editorial “Progreso”, Moscú.

“El genio de Marx estriba, precisamente en haber dado solución a los


problemas planteados antes por el pensamiento avanzado de la humanidad. Su
doctrina apareció como continuación directa e inmediata de las doctrinas de los
más grandes representantes de la filosofía, la economía política y el socialismo.

La doctrina de Marx es todopoderosa porque es exacta, es completa y


armónica, dando a los hombres una concepción del mundo íntegra,
intransigente con toda superstición, con toda reacción y con toda defensa de la
opresión burguesa. El marxismo es el sucesor natural de lo mejor que la
humanidad creó en el siglo XIX: la filosofía alemana, la economía política
inglesa y el socialismo francés.

La filosofía del marxismo es el materialismo. A lo largo de toda la historia


moderna de Europa, y especialmente a fines del siglo XVIII, en Francia, donde
se libró la batalla decisiva contra toda la basura medieval, contra el feudalismo
en las instituciones y en las ideas, el materialismo demostró ser la única
filosofía consecuente, fiel a todas las teorías de las ciencias naturales, hostil a
la superstición, a la beatería, etc., por eso los enemigos de la democracia
tratan con todas sus fuerzas de “refutar”, de minar, de calumniar el
materialismo, y defendían las diversas formas del idealismo filosófico , que se
reduce siempre, de un modo o de otro, a la defensa o al apoyo de la religión .

Marx y Engels defendieron del modo más enérgico el materialismo filosófico y


explicaron reiteradas veces el profundo error que significa todo cuanto fuera
desviarse de él. Donde con mayor claridad y detalles aparecen expuestas sus
opciones, es en las obras de Engels Ludwig Feuerbach y Anti-Duhring, que -al
igual que el Manifiesto Comunista- son libros que no deben faltar en las manos
de ningún obrero consistente.

Pero no se detuvo en el materialismo del siglo XVIII, sino que llevó más lejos la
filosofía. La enriqueció con adquisiciones de la filosofía clásica alemana,
especialmente del sistema de Hegel, que a su vez, había conducido al
materialismo de Feuerbach. La principal de estas adquisiciones es la dialéctica,
es decir, la doctrina del desarrollo en su forma más completa, más profunda y
más exacta de unilateralidad, la doctrina de la relatividad del conocimiento
humano, que nos da un reflejo de la materia en constante desarrollo. Los
novísimos descubrimientos de las ciencias naturales –el radio, los electrones,
la transformación de los elementos– han confirmado de un modo admirable el
materialismo dialéctico de Marx…

Marx profundizó y desarrolló el materialismo filosófico, lo llevó a su término e


hizo extensivo su conocimiento de la naturaleza al conocimiento de la sociedad
humana. El materialismo histórico de Marx es una conquista formidable del
pensamiento científico. Al caos y a la arbitrariedad, que hasta entonces

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imperaban en las concepciones relativas a la historia y a la política, sucedió


una teoría científica asombrosamente completa y armónica…

Del mismo modo que el conocimiento del hombre refleja la naturaleza… el


conocimiento social del hombre… refleja el régimen económico de la
sociedad…

La filosofía de Marx es el materialismo filosófico acabado, que ha dado una


formidable arma de conocimiento a la humanidad, y sobre todo, a la clase
obrera”.

Lenin V.I. “Tres fuentes y tres partes integrantes del Marxismo”. O.E.
en tres tomos, T.1, Pág. 60-63, Editorial “Progreso”, Moscú. 1961.

“…hay sobre todo tres grandes descubrimientos, que han dado un impulso
gigantesco a nuestros conocimientos acerca de la concatenación de los
procesos naturales; el primero es el descubrimiento de la célula, como unidad
de cuya multiplicación y diferenciación se desarrolla todo el cuerpo del vegetal
y del animal, de tal modo que no solo se ha podido establecer que el desarrollo
y el crecimiento de todos los organismos superiores son fenómenos sujetos a
una sola ley general, sino que, además la capacidad de variación de las
células, no señala el camino por el que los organismos pueden cambiar de
especies, y por tanto, recorrer una trayectoria superior a la individual. El
segundo es la transformación de la energía, gracias al cual todas las llamadas
fuerzas que actúan en primer lugar en la naturaleza inorgánica… se han
acreditado como otras tantas formas de manifestarse el movimiento universal,
fuerzas que, en determinadas proporciones de cantidad, se truecan la unas y
otras, por donde la cantidad de una fuerza que desaparece es sustituida por
una determinada cantidad de otra que aparece, y todo el movimiento de la
naturaleza se reduce a este proceso incesante de transformación de unas
formas en otras. Finalmente, el tercero es la prueba… de que los productos
orgánicos de la naturaleza que hoy existen en torno nuestro, incluyendo los
hombres, son el resultado de un largo proceso de evolución, que arranca de
unos cuantos gérmenes primitivamente unicelulares, los cuales, a su vez,
proceden del protoplasma o albúmina formada por vía química.

Gracias a estos tres grandes descubrimientos, y a los demás progresos


formidables de las ciencias naturales, estamos hoy en condiciones de poder
demostrar no solo la trabazón entre los fenómenos de la naturaleza dentro de
un campo determinado, sino también, en grandes rasgos, la existente entre los
distintos campos, presentando así un cuadro de conjunto de la concatenación
de la naturaleza bajo una forma bastante sistemática por medio de los hechos
suministrados por las mismas ciencias naturales empíricas. El darnos esta
visión de conjunto era la misión que corría antes a cargo de la llamada filosofía
de la naturaleza. Para poder hacerlo, ésta no tenía más remedio que suplantar
la concatenación real, que aún no se habían descubierto, por otras ideas,
imaginarias, sustituyendo los hechos ignorados por figuraciones, llenando las
verdaderas lagunas por medio de la imaginación. Con este método llegó a
ciertas ideas geniales y presintió algunos de los descubrimientos posteriores.
Pero también cometió, como no podía por menos, absurdo de muchas montas.
Hoy, cuando es necesario enfocar los resultados de las investigaciones

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naturales solo dialécticamente, es decir, en su propia concatenación, para


llegar a un “sistema de la naturaleza” suficiente para nuestro tiempo… hoy, la
filosofía de la naturaleza ha quedado definitivamente liquidada. Cualquier
intento de resucitarla no sería solamente superfluo: significaría un retroceso.

Y lo que decimos de la naturaleza… es explicable igualmente a la historia de la


sociedad en todas sus ramas…También la filosofía de la historia, del derecho,
de la religión, etc., consistía en sustituir la trabazón real acusada en los hechos
mismos por otra inventada por la cabeza del filósofo, y la historia era
concebida, en conjunto y en sus diversas partes como la realización gradual de
ciertas ideas que eran siempre, naturalmente, las ideas favoritas del propio
filósofo… Es decir, que la trabazón real de los hechos, todavía ignoraba, se
suplantaba por una nueva… Aquí, al igual que en el campo de la naturaleza,
había que acabar con estas concatenaciones inventadas y artificiales,
descubriendo las reales y verdaderas …”

F. Engels, “L. Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana”, O.E en 2


tomos, Pág. 307-309. Editorial Progreso, Moscú.

“…El hecho de que la dialéctica sufra en manos de Hegel una mistificación, no


obsta para que este filósofo fuese el primero que supo exponer de un modo
amplio y consistente sus formas generales de movimiento. Lo que ocurre es
que la dialéctica aparece en él invertida, puesta de cabeza. No hay más que
darle la vuelta, mejor dicho ponerla de pie y enseguida se descubre bajo la
corteza mística la semilla racional”.

Marx C. El Capital T.1. Editorial de Ciencias Sociales.


La Habana, 1986 Pág. XX.

“Mi método dialéctico no solo es fundamentalmente distinto del método de


Hegel, sino que es, en todo y por todo, la antítesis de él. Para Hegel, el proceso
del pensamiento… es el demiurgo lo real, y esto la simple forma externa en que
toma cuerpo. Para mí, lo ideal no es, pero el contrario, más que lo material
traduciendo y transpuesto a la cabeza del hombre”.

Marx C. El Capital. T.1 Editorial de Ciencias Sociales.


La Habana, 1986, Pág. XIX –XX.

“No importa que (el sistema de) Hegel no resolviese el problema… Su mérito,
que siente época, consistió en haberlo planteado. Se trata precisamente de un
problema que ningún hombre solo podrá jamás resolver… su horizonte
hallándose circunscripto, en primer lugar, por la limitación inevitable de sus
propios conocimientos y, en segundo lugar, por la de los conocimientos y
concepciones de su época… A esto hay que añadir una tercera circunstancia
Hegel era idealista…Con esto ha sido puesto sobre la cabeza, y la
concatenación real del universo, completamente al revés”.

Engels F. Anti Dühring. Editorial Pueblo y Educación, 1984,


La Habana, Pág. 34.

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“Pero, ¿cómo fue posible que el impulso gigantesco dado por Feuerbach
resultase tan infecundo en el mismo? Sencillamente porque Feuerbach no
logra encontrar la salida del reino de las abstracciones… Ni acerca de la
naturaleza real, ni acerca del hombre, sabe decirnos nada concreto. Para pasar
del hombre abstracto de Feuerbach a los hombres reales y vivientes, no hay
más que un camino: verlos actuar en la historia… Pero el paso que Feuerbach
no dio, había que darlo; había que sustituir el culto del hombre abstracto… por
la ciencia del hombre real y de su desenvolvimiento histórico. Este desarrollo…
superando a Feuerbach, fue iniciado por Marx en 1845, con la Sagrada
Familia”.

F. Engels, L. Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana.


O.E. en II Tomos, T.II, Pág. 383.

“La materia… en cuanto tal es una pura creación del pensamiento, una
abstracción. Cuando resumimos las cosas, como dotadas de existencia
corpórea, bajo el nombre de materia, prescindimos de las diferencias cultivadas
entre ellas. La materia como tal, a diferencia de las materias determinadas,
existentes, no es, pues algo dotado de existencia sensible .Cuando las ciencias
naturales tratan de poner de manifiesto la materia en cuanto tal, reduciendo las
diferencias cualitativas a una diversidad puramente cualitativa… hacen lo
mismo que cuando, en vez de cerezas, peras o manzanas, nos hablan de la
futura en cuanto tal o del mamífero en cuanto tal, en vez de gato, el perro o la
oveja…”

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Editora Política,


La Habana, 1979, Pág. 217.

“Sabemos que es lo que es una hora y un metro pero no lo que es el tiempo o


el espacio … Las dos formas de existencia de la materia no son naturalmente,
nada sin la materia, solamente ideas vacuas, abstracciones que solo existen en
nuestra cabeza. ¡Y se dice que no sabemos tampoco que son la materia y el
movimiento! ¡Naturalmente que no, pues hasta ahora nadie ha visto o percibido
de cualquier otro modo la materia en cuanto tal o el movimiento en cuanto tal,
sino solamente las diferentes materias y formas de movimiento que realmente
existen! La materia no es otra cosa que el conjunto de materias de que abstrae
ese concepto”.

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Editora Política,


La Habana, 1979, Pág. 200.

“Su esencia (la del movimiento) está en ser la unidad inmediata del espacio y el
tiempo…, no hay movimiento sin tiempo y espacio… Espacio y tiempo se
hallan llenos de materia…Y así como no hay movimiento sin materia… no hay
tampoco materia sin movimiento”.

F. Engels Ob. Cit., Pág. 209.

“La posibilidad de la quietud de los cuerpos, la posibilidad de estados


temporales de equilibrio, es condición esencial para la diferenciación de la
materia y, por tanto, de la viva… Finalmente, en el organismo vivo observamos

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el movimiento constante tanto de las partículas más pequeñas como de los


órganos grandes, que durante el periodo normal de vida, dan como resultado
el equilibrio continuo de todo el organismo, el cual se mantiene, sin embargo,
constantemente en movimiento y equilibrio. Todo equilibrio…es puramente
relativo y temporal”.

F. Engels. Ob. Cit. Pág. 210.

“El movimiento en el sentido más general de la palabra concebido como una


modalidad de la materia abarca a todos y cada uno de los cambios y procesos
que se operan en el universo, desde el simple desplazamiento de lugar hasta el
pensamiento. La investigación de la naturaleza del movimiento debiera,
evidentemente, partir de las formas más bajas y más simples de este
movimiento y explicarlas, antes de remontarse a la explicación de las formas
más altas y más complicadas”.

F. Engels. Ob. Cit. Pág. 47.

“El movimiento, aplicado a la material, es cambio en general”.

F. Engels. Ob. Cit. Pág. 211.

“El movimiento es el modo de existencia de la material. Jamás, ni parte alguna,


ha existido, ni puede existir, materia sin movimiento… toda quietud, todo
equilibrio son siempre relativos y solo tienen sentido en relación con tal o cual
forma determinada del movimiento… Por eso el movimiento es tan increíble y
tan indestructible como la propia materia… El movimiento, por tanto, no puede
ser creado, solo puede ser desplazado”.

F. Engels. Anti-Dühring. Editora Pueblo y Educación. La


Habana. 1978. Pág. 76-77.

“La transición de una forma de movimiento a otra, por muy gradualmente que
se desarrolle, representa siempre un salto un viraje decisivo”.

F. Engels. Ob. Cit. Pág. 84.

“Así, vemos como, en la trayectoria histórica de las ciencias naturales, se


desarrolla ante toda la teoría del simple desplazamiento de lugar, la
mecánica…, viene luego de la teoría del movimiento molecular, la física y
enseguida… la ciencia del movimiento de los átomos, la química. Y solamente
después de haber alcanzado un alto grado de desarrollo estas diversas ramas
de la ciencia de las formas del movimiento que se refieren a la naturaleza
inanimada, ha sido posible abordar con éxito la explicación de los fenómenos
del movimiento que se dan en los procesos biológicos”.

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Pág. 47, Editora Política,


La Habana, 1979.

“La vida es el modo de existencia de los cuerpos albuminoideos, cuya nota


esencial consiste en un intercambio permanente de sustancia con la naturaleza

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exterior que los rodea y que, al cesar este intercambio, dejan también de
existir”.

F. Engels. Dialéctica de la Naturaleza. Ídem, Pág. 259.

“La vida es el modo de existencia de los cuerpos albuminoideos, y este modo


de existencia consiste esencialmente en la renovación constante de las partes
químicas constitutivas de aquellos por la nutrición y la eliminación”.

F. Engels, “Anti-Dühring”, pág. 456. Editorial Pueblo y Educación, 1979.

“La eternidad en el tiempo, la infinitud en el espacio, consiste ya de por si,


como el simple significado de la palabras nos lo dice, en no tener límite en
ningún aspecto, hacia adelante ni hacia atrás, hacia arriba ni hacia abajo, hacia
la derecha ni hacia la izquierda”.

Ídem, Pág. 65.

“Al reconocer la existencia de la realidad objetiva, o sea, de la materia en


movimiento, independientemente de nuestra conciencia, el materialismo está
obligado ineludiblemente a reconocer también la realidad objetiva del tiempo y
en el espacio…”

Lenin V.I. “Materialismo y Empiriocriticismo”, Pág. 179, Editorial


“Progreso”, Moscú. 1979.

“En el universo no hay más que materia en movimiento, y la materia en


movimiento no puede moverse de otro modo que en el espacio y en el tiempo”.

Lenin. V. I. “Materialismo y Empiriocriticismo”. Ídem, Pág. 180.

“Es la historia de siempre. Primero, se reducen las cosas sensibles a


abstracciones y luego se las quiere conocer por medio de los sentidos , ver el
tiempo y oler en el espacio …Las dos formas de existencia de la materia no
son… nada sin la materia, solamente ideas vacuas, abstracciones que solo
existen en nuestra cabeza”.

F. Engels, “Dialéctica de la naturaleza”, Pág. 290. Editorial Política,


La Habana, 1979.

“La unidad del mundo no consiste en un ser, aunque su ser es una premisa de
su unidad, ya que el mundo tiene ante todo que ser para ser una unidad… La
unidad real del mundo consiste en su materialidad, que no tiene su prueba
precisamente en unas cuantas frases… sino en el largo y penoso desarrollo de
la filosofía y las ciencias naturales”.

F. Engels, “Anti-Dühring”, Pág. 58, Editorial Pueblo y Educación.


La Habana, 1979.

“La materia es una categoría filosófica para designar la realidad objetiva, dada
al hombre en sus sensaciones y existente independientemente de ellas”.

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Lenin V.I., “Materialismo y Empiriocriticismo”, Pág.131, Editorial


Progreso, Moscú. 1979.

“El pensar y la conciencia son productos del cerebro humano”.

F. Engels, “Anti-Dühring”, Pág. 22, Quinta Edición Alemana.

“Primero el trabajo, luego y con él la palabra articulada, fueron los dos


estímulos principales bajo cuya influencia el cerebro del mono se fue
transformando gradualmente en cerebro humano”.

F. Engels. “El papel del trabajo en la transformación del mono en


hombre”, O.E. de Marx y Engels en dos tomos T.2, Pág. 78.
Editorial Progreso, Moscú.

“El lenguaje es tan viejo como la conciencia: el lenguaje es la conciencia


práctica, la conciencia real, que existe también para los otros hombres y que,
por tanto, comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como
la conciencia, de la necesidad, de los apremios del intercambio con los demás
hombres”.

C. Marx y F. Engels, “La ideología Alemana”, Pág. 30, Editora


Política, La Habana, 1979.

“La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de
los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda la ideología los hombres y
sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno
responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al
proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente físico”.

C. Marx, F. Engels, “La ideología Alemana” Editora Política, La


Habana, 1979, Pág. 25.

“También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los


hombres son sublimaciones necesarias de su progreso material de vida,
proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral,
la religión, la metafísica y cualquier otra ideología… pierden así, la apariencia
de su propia sustantividad. No tienen su propia historia, ni su propio desarrollo
sino que los hombres que desarrollan su producción material y su intercambio
material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los
productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida,
sino la vida la que determina la conciencia”.

C. Marx, F. Engels, La Ideología Alemana. Ob. Cit. Pág. 26.

“El modo en que existe la conciencia y en que algo existe para ella es el
conocimiento… Algo surge para la conciencia en tanto en cuanto esta conoce
ese algo”.

C. Marx, “Manuscritos económico y filosóficos del 1844¨, (C. Marx y


F. Engels, De las primeras obras, ed. en ruso, Moscú, 1986, Pág. 633.)

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“La conciencia…es ya de antemano un producto social, y lo seguirá siendo


mientras existan seres humanos”.

C. Marx y F. Engels, “La Ideología Alemana”, Pág. 30, Editora


política, La Habana, 1979.

“La conciencia del hombre no solo refleja el mundo, sino que lo crea… El
mundo no satisface al hombre y este decide cambiarlo por medio de su
actividad”.

Lenin V.I. “Cuadernos filosóficos”, CC T.29. Pág. 194-195.

“Allí donde termina la especulación, en la vida real, comienza también la


ciencia real y positiva, la exposición de la acción práctica, del proceso práctico
de desarrollo de los hombres. Terminan allí las frases sobre la conciencia y
pasa a ocupar su sitio el saber real. La filosofía independiente pierde, con la
exposición de la realidad, el medio en que puede existir. En lugar de ella,
puede aparecer, a lo sumo, un compendio de los resultados más generales,
abstraído de la consideración del desarrollo histórico de los hombres. Estas
abstracciones de por sí, separadas de la historia real, carecen de todo valor.
Sólo pueden servir para facilitar la ordenación del material histórico, para
indicar la sucesión en serie de sus diferentes estratos. Pero no ofrecen en
modo alguno, como la filosofía, una receta o un patrón con arreglo al cual
puedan aderezarse las épocas históricas. Por el contrario, la dificultad
comienza allí donde se aborda la consideración y ordenación del material, sea
el de una época pasada o el del presente, la exposición real de las cosas. La
eliminación de estas dificultades hállase condicionada por premisas que en
modo alguno pueden exponerse aquí, pues se derivan siempre del estudio del
proceso de vida real y de la acción de los individuos en cada época”

C. Marx y F. Engels. “La Ideología Alemana”. Editora Política.


La Habana. 1979. Páginas 26-27.

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Capítulo 2: El problema del desarrollo.

“El viejo método de investigación y de pensamiento que Hegel que llama


“metafísica”, método que se ocupa preferentemente de la investigación de las
cosas como algo hecho y fijo, y cuyo residuos embrollan con bastante fuerzas
la cabezas, tenía en sus tiempos una gran razón histórica de ser.

Había que investigar las cosas antes de poder investigar los procesos. Había
que saber lo que tal o cual cosa era antes de pulsar los cambios que en ella se
operaron. Y así acontecía en las ciencias naturales. La vieja metafísica que
enfocaba las cosas como fijas e inmutables, nació de una ciencia de la
naturaleza que investigaba las cosas muertas y las vivas como cosas fijas e
inmutables. Cuando estas investigaciones estaban ya tan avanzadas que era
posible realizar el progreso decisivo consistente en pasar a la investigación
sistemática de los cambios experimentados por aquellos objetos en la
naturaleza misma, sonó también en el campo filosófico la hora final de la vieja
metafísica. En efecto si hasta finales del siglo pasado las ciencias naturales
fueron predominantemente ciencias colectoras, ciencias de objetos hechos en
nuestros siglos son ya ciencias esencialmente ordenadoras, ciencias que
estudian los procesos, el origen y el desarrollo de estos objetos y la
concatenación que hace de estos procesos naturales un gran todo. La
fisiología, que investiga los fenómenos de los organismos animal y vegetal, la
embriología que estudia el desarrollo de un organismo desde su germen hasta
su formación completa, la geología, que estudia la formación gradual de la
corteza terrestre, son todas ellas hijas de nuestro siglo”.

F. Engels, “L. Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana”, C. Marx y F.


Ángel, O. E en II tomos, T1. “Progreso”, Moscú, Pág. 386-387.

“…La naturaleza es la piedra de toque de la dialéctica y debemos señalar que


las modernas ciencias naturales nos brindan como prueba de estos un acervo
de datos extraordinarios copiosos y enriquecidos cada día que pasa,
demostrando con ello que en la naturaleza en última instancia todo sucede de
modo dialéctico y no metafísicamente…”

F. Engels, “Anti-Dühring”, pag 32-33. Editorial Pueblo y Educación,


La Habana, 1984.

“Para el metafísico, los objetos y sus imágenes en el pensamiento, los


conceptos, son objetos de investigación aislada, fijos, inmóviles, enfocadas uno
tras otro, como algo dado y perenne. Piensa solamente en antítesis inconexas;
para él, una de dos: sí, sí; no, no, y lo demás sobra. Para él una cosa existe o
no existe: un objeto puede ser al mismo tiempo lo que es y otro distinto. Lo
positivo y lo negativo se excluye recíprocamente en absoluto”.

“F. Engels, “Anti-Dühring”, Editorial pueblo y educación, 1984,


La Habana, Pág. 31.”

“El viejo método discursivo metafísico no sirve ya para esta fase de la


concepción de la naturaleza en que todas las distinciones se funden y

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disuelven en grados intermedios y todas las contraposiciones aparecen


contrarrestadas por términos que se entrelazan. La dialéctica, que no admite
ninguna clase de (líneas rígidas y fijas), ninguna clase de dilemas absolutos e
incondicionados, en la que las diferencias metafísicas finas se entrelazan y al
lado de los dilemas aparecen las relaciones coordenadas, cada cosa en el
lugar que le corresponde y si antítesis irreductibles, es el único método
discursivo que en última instancia se acomoda a aquel modo de concebir la
naturaleza”

F. Engels, “Dialéctica De La Naturaleza”, página 179, Editorial


política, La Habana, 1979.

“…La dialéctica no es más que la ciencia de las leyes generales que rigen la
dinámica y el desarrollo de la naturaleza, de la sociedad humana y el
pensamiento”.

F. Engels, “Anti-Dühring”, Editorial Pueblo y Educación,


La Habana, 1984, Pág. 171.

“… La dialéctica… (es)… la doctrina del desarrollo en su forma más completa,


más profunda y más exenta de unilateralidad…”

Lenin V. I. “Tres fuentes y tres partes integrantes de Marxismo”.


OE en tres tomos, T.1, Pág. 62. Editorial “Progreso”, Moscú. 1961.

“Las leyes de la dialéctica se abstraen, por tanto, de la historia de la naturaleza


y de la historia de la sociedad humana. Dichas leyes no son, en efecto, otra
cosa que las leyes más generales de estas dos fases del desarrollo histórico y
del mismo pensamiento. Y se reducen, en lo fundamental, a tres: Ley de
trueque de la cantidad en cualidad y viceversa; Ley de la penetración de los
contrarios; Ley de la negación de la negación; las tres han sido desarrolladas
por Hegel, en su manera idealista… El error reside en que estas leyes son
impuestas, como leyes del pensamiento, a la naturaleza y a la historia. En vez
de derivarlas de ellas… pero, si invertimos los términos, todo resulta sencillo y
las leyes dialécticas, que en la filosofía idealista parecían algo
extraordinariamente misterioso, resultan inmediatamente sencillas y claras
como la luz del sol”.

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Editora Política,


La Habana, 1979, Pág. 41.

“…La dialéctica puede ser definida como la doctrina de la unidad de los


contrarios. Esto encarna la esencia de la dialéctica”.

V. I. Lenin, “Cuadernos de filosóficos”, Editaría Política,


La Habana, 1979, Pág. 214.

“Mientras consideramos las cosas como estáticas e inertes, cada una de por sí,
una al lado y después la otra y sucesivamente, no descubrimos en ella ninguna
contradicción. Nos encontramos con determinadas propiedades, en partes
comunes, en partes diferentes y hasta contradictorias entre sí, pero que, en
este caso, no albergan ninguna contradicción, por estar distribuidas entre
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objetos diversos. Hasta donde alcanzan esta zona de investigación, podemos


desenvolvernos con el método especulativo, vulgar, de la metafísica. Pero todo
cambia de raíz tan pronto como queramos analizar las cosas en su movimiento,
en su transformación, en su vida, en su influencia recíproca. Entonces
caeremos inmediatamente en un cúmulo de contradicciones. Ya el movimiento
es de por sí una contradicción., el simple desplazamiento mecánico de lugar
solo puede realizarse gracias al hecho de que un cuerpo esté al mismo tiempo,
en el mismo instante, en un lugar y en otro, gracias al hecho de estar y no estar
al mismo tiempo en el mismo sitio. Y el surgimiento continúo y la simultánea
solución de esta contradicción, es precisamente lo que constituye el
movimiento.

Si ya el simple movimiento mecánico, el simple desplazamiento de lugar


encierra una contradicción tanto más la encierra las formas superiores de
movimiento de la materia, y muy especialmente la vida orgánica y su
desarrollo. Veíamos más arriba que la vida consistente precisamente, ante
todo, en que un ser sea al mismo tiempo, en el mismo instante, el que es y
otro. La vida no es, pues, a su vez, más que una contradicción albergada en las
cosas y los fenómenos y que se está produciendo incesantemente. Al cesar la
contradicción, cesa la vida y sobreviene la muerte. Veíamos también como
tampoco en el mundo del pensamiento podíamos vernos libres de
contradicciones, como por ejemplo, la contradicción entre la capacidad de
conocimiento del hombre, interiormente ilimitada, y su existencia real solo
hombres exteriormente limitados y cuyo conocimiento es limitado y finito, se
resuelve, en la sucesión para nosotros al menos prácticamente infinita de las
generaciones, en un progreso ilimitado”.

F. Engels. “Anti-Dühring”. Pág.146-147, Editorial Pueblo y


Educación, La Habana ,1984.

“Pero, veamos, ¿en qué consiste esa espantosa negación de la negación?…


Consiste en una operación muy sencilla, que se realiza todos los días y en
todas partes… Tomemos, por ejemplo, un grano de cebada. Billones de
cebadas se muelen, se cuecen y luego se consumen. Pero, en circunstancias
normales y propicias, ese grano, plantado en tierra conveniente, bajo la
influencia del calor y de la humedad, experimenta una trasformación específica:
germina; el grano, como tal grano, se extingue, es negado, y en su lugar brota
la planta, que nace de él, la negación del grano. Y ¿Cuál es la marcha normal
de la vida de esta planta? La planta crece, florece, se fecunda y produce, por
último nuevos granos de cebada y, tan pronto como estos maduran, muere la
espiga, se niega a su vez. Y como fruto de esta negación de la negación, nos
encontramos otra vez con el grano de cebada inicial, pero no ya en forma
simple, sino en número diez, veinte, treinta veces mayor. Como las especies de
seriales se modifican con extraordinaria lentitud, la cebada de hoy es casi igual
a la de hace cien años. Pero fijémonos, en vez de eso, en una dúctil planta de
adorno, por ejemplo, en una dalia o en una orquídea; tratemos la simiente y la
planta que de ella brota con arreglo a las artes de las jardinerías, y ya no
obtendremos, como resultado de este proceso de negación de la negación,
solamente más simientes, sino simientes cualitativamente mejoradas, que nos
darán flores más bellas, y cada repetición de este proceso, cada nueva

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negación de la negación, representará un grado más alto en esta escala de


perfeccionamiento”.

F. Engels. “Anti –Dühring”. editorial Pueblo y Educación 1979.


La Habana, Cáp. XIII, Pág. 164-165.

“La filosofía antigua era un materialismo primitivo, natural. Como tal no era
capaz de explicar las relaciones entre el pensamiento y la materia. Pero la
necesidad de llegar a conclusiones claras acerca de estas cuestiones condujo
a la teoría de un alma separada del cuerpo, luego a la afirmación de la
inmortalidad del alma, y por último al monoteísmo. De este modo, el
materialismo veíase negado por el idealismo. Pero al seguirse desarrollando la
filosofía, también el idealismo se hizo insostenible y hubo de ser negado por el
moderno materialismo. Este, la negación de la negación no es la mera
restauración del materialismo antiguo, sino que incorpora a las bases
permanentes del mismo todo el contenido del pensamiento que nos aportan
dos milenios. Ya no es más, en lo absoluto una filosofía, sino una simple
concepción del mundo, que no ha de encontrar su confirmación en una ciencia
especial, en una confirmación o manifestación en una ciencia real. He aquí
como la filosofía queda, de este modo “eliminada”, es decir, “se supera en la
misma medida que se conserva”; se supera, en cuanto a su forma, se
conserva, en cuanto a su contenido real.”

F. Engels. Anti-Dühring. Ídem, Pág. 168.

“Negar en dialéctica, no consiste lisa y llanamente en decir no, en declarar que


una cosa no existe, o en destruirla caprichosamente. Ya Spinosa decía: Omnis
determinatio est negatio, toda limitación, toda determinación, es a la par una
negación. Además en dialéctica, el carácter de la negación obedece, en primer
lugar, a la naturaleza general, y en segundo lugar, a la naturaleza específica
del proceso. Yo no debo solamente negar, sino también negar nuevamente la
negación. La primera negación ha de ser, pues de tal naturaleza, que haga
posible o permita que siga siendo posible las segundas. ¿Cómo? Eso
dependerá del carácter especial de cada caso concreto. Al moler un grano de
cebada, al aplastar un insecto, ejecuto indudablemente al primer acto, pero
hago imposible el segundo. Cada clase de cosas tiene, por tanto, su modo
peculiar de ser negada de tal manera que engendré un proceso de desarrollo y
lo mismo ocurre con las ideas y los conceptos… El hombre pensó
dialécticamente mucho antes de saber lo que era la dialéctica, del mismo modo
que habló en prosa mucho antes de que existiera esa palabra. Hegel no hizo
más que formular nítidamente por vez primera esta ley de la negación de la
negación, la ley que actúa en la naturaleza y en la historia, como actuaba
también inconscientemente en nuestras cabezas antes de que fuese
descubierta”.

F. Engels. Anti- Dühring. Ídem, Pág. 171-172.

“La idea del desarrollo, la evolución, ha penetrado actualmente casi en su


integridad en la conciencia social, pero no a través de la filosofía de Hegel,
sino por otros caminos. Sin embargo, esta idea, tal como la formularon Marx y
Engels, arrancando de Hegel, es mucho más vasta, más rica en contenido

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que la teoría de la evolución al uso. En un desarrollo que parece repetir


las etapas ya recorridas , pero de otro modo, sobre una base más alta (la
“negación de la negación ”), un desarrollo que no discurre en línea recta,
sino en espiral, por decirlo así, un desarrollo a saltos, a través de catástrofes y
de revoluciones, que son otras tantas “interrupciónes” en el proceso gradual”.

V. I Lenin, “C: Marx”, O.E: en tres tomos, T.1 Pág. 31. Editorial
“Progreso”, Moscú. 1961.

“Aquí, como en las ciencias naturales, se confirma la exactitud de aquella


ley descubierta por Hegel en su lógica, según la cual, el llevar a un cierto
punto, los cambios puramente cuantitativos se truecan en diferencias
cualitativas” .

C. Marx, “El Capital”, T.1, Volumen.1, Pág. 341.

“…En la naturaleza y de un modo claramente establecido para cada caso


singular, los cambios cualitativos solo pueden producirse mediante la adicción
o sustracción cuantitativas de materia o de movimientos …”

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Editora Política,


La Habana, 1979. Pág. 42.

“¿Qué distinguen a la transición dialéctica de la metafísica? El salto. La


contradicción. La interrupción de la gradualidad. La unidad (identidad) del ser
y el no ser”.

V. I. Lenin, “Cuadernos Filosóficos”, Pág. 276, Editora Política,


La Habana, 1979.

“Parte y todo, por ejemplo, son categorías que resultan insuficientes en la


naturaleza inorgánica. La eyaculación del semen, el embrión y el animal recién
nacido no pueden concebirse como “parte” separadas del “todo”: esto
conduciría a un tratamiento deformado. Parte, solamente en el cadáver”.

F: Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Editora Política,


La Habana, 1979, Pág.180.

“Toda la naturaleza asequible a nosotros forma un sistema, una


concatenación general de los cuerpos, entendiendo aquí por cuerpos todas las
existencias materiales, desde los astros hasta los átomos, más aún hasta las
partículas del éter, de cuanto existe . El hecho de que estos cuerpos
aparezcan concatenados lleva ya implícito el que actúan los unos sobre otros, y
en esta su acción mutua consiste precisamente el movimiento”.

F. Engels, “Dialéctica de la naturaleza”, Editora Política,


La Habana 1979, Pág. 48.

“Toda la naturaleza orgánica es una continua prueba de la identidad o carácter


inseparable de forma y contenido. Fenómenos morfológicos y fisiológicos,
forma y función se condicionan mutuamente. La diferenciación de la forma
(célula) condiciona la diferenciación de la materia en el músculo, la piel, los

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huesos los epitelios, etc., y la diferenciación de la materia condiciona, a su vez,


la diferenciación de la forma”.

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”. Ídem, Pág. 263.

“La forma es esencial. La esencia se forma. De uno u otro modo, dependiendo


también de la esencia…”

V. I. Lenin, “Cuadernos filosóficos”, Pág. 138, Editora Política,


La Habana, 1979.

“Lo aparente es la esencia en una de sus determinaciones, en uno de sus


aspectos en uno de sus momentos. La apariencia es el manifestarse… de la
esencia en sí misma”.

V. I. Lenin, “Cuadernos Filosóficos”. Ídem. Pág.127.

“...Lo no esencial, lo aparente, lo superficial, desaparece frecuentemente, no se


mantiene tan “apegado”, no “se asienta” con tanta “firmeza” como la
“esencia”…”

V.I. Lenin. “Cuadernos Filosóficos”. Ídem. Pág.125.

“Ley es la permanencia (la persistencia) en el fenómeno… La ley es lo idéntico


en el fenómeno… La ley es la imagen inmóvil del fenómeno… La ley es el
fenómeno esencial… Ergo, ley y esencia son conceptos del mismo tipo (del
mismo orden), o más bien del mismo grado, y expresan la profundización del
conocimiento, por el hombre, de los fenómenos, del mundo, etc… La ley es el
reflejo de lo esencial en el movimiento del universo… El fenómeno es más rico
que la ley”.

V.I. Lenin, “Cuadernos Filosóficos”. Ídem, Pág.144 -146

“…La forma de lo universal es la forma de lo cerrado dentro de sí mismo y, por


tanto, de lo infinito, es la cohesión en lo más infinito de las muchas cosas
finitas…”

F. Engels, “Dialéctica de la naturaleza”, Editorial Política,


La Habana, 1797, Pág. 199.

“…La forma de la universalidad en la naturaleza es la ley…”

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”. Ídem, Pág.199

“… el juicio de lo universal: …bajo esta forma de juicio, cobra la ley su


expresión más alta… La ley en su universalidad, universal por su forma lo
mismo que por su contenido, ya no es susceptible de ampliación: es ya una ley
natural absoluta”.

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”. Ídem, Pág. 191

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“lo singular, lo particular y lo universal son las tres determinaciones en torno a


las cuales gira toda la teoría del concepto”

F. Engels. Dialéctica de la Naturaleza. Ídem, Pág. 191.

“… Lo individual existe solo en la conexión que conduce a lo universal. Lo


universal existe solo en lo individual y a través de él. Todo lo individual es (de
una forma u otra) un universal todo un universal es (un fragmento, o aspecto,…
de) un individual solo abarca aproximadamente a todos los objetos individuales
todo lo universal entra en forma incompleta en lo universal… Todo individual
está vinculado… a otros…individuales… Aquí ya tenemos… los gérmenes, los
conceptos de necesidad,… lo contingente y lo necesario…”

V.I. Lenin, “Cuadernos filosóficos”, Editora Política,


La Habana, 1979, Pág. 353.

“El empirismo de la observación, por sí solo, no puede ser nunca una prueba
suficiente de la necesidad… Hasta tal punto es cierto, que del constante
espectáculo de la salida del sol… no se deriva el que necesariamente vuelva a
alumbrar al día siguiente… La prueba de la necesidad radica en el
experimento…”

F. Engels, “Dialéctica de la naturaleza”, Editora Política,


La Habana, 1979, Pág. 194-195

“La necesidad es también inherente a la casualidad…”

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”. Ídem, Pág.19.

“Otra contraposición de que se ve cautiva la metafísica es la que media entre la


casualidad y la necesidad. ¿Puede haber una contradicción más tajante que la
que separa a estas dos determinaciones del pensamiento? ¿Cómo es posible
que ambas sean idénticas, que lo casual sea necesario y lo necesario al mismo
tiempo, casual? El sentido común, y con él la inmensa mayoría de los
naturalistas consideran la casualidad y la necesidad como categorías que se
excluyen mutuamente de una vez y por todas. Una cosa, una relación, un
fenómeno tiene que ser casual o necesario, pero nunca ambas a la vez. Lo uno
y lo otro coexisten, por tanto, paralelamente, en la naturaleza;… lo que se
puede reducir a las leyes generales se considera necesario y lo que no casual,
frente a esto tenemos el determinismo, que pasa del materialismo francés a las
ciencias naturales y que trata de resolver el problema de lo casual pura y
simplemente negándolo. Según esta concepción, en la naturaleza reina
sencillamente la necesidad directa… Como se ve, lo casual no se explica aquí
partiendo de lo necesario, sino que, por el contrario, se rebaja la necesidad al
plano de engendradora de lo puramente casual… Frente a estas dos
concepciones, aparece Hegel con su tesis, hasta llegar a él completamente
inauditas, de que lo casual tiene un fundamento por ser casual, del mismo
modo que, por ser casual, carece de todo fundamento; de que lo casual es
necesario, de que la necesidad y de que, de otra parte, esta casualidad es la
absoluta necesidad… Los naturalistas han dejado a un lado, pura y
simplemente estas tesis, considerándolas como juegos paradójicos, como un

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absurdo contradictorio consigo mismo y han seguido aferrándose teóricamente,


de una parte a la vaciedad de la metafísica de Wolff, según la cual algo tiene
que ser o casual o necesario, pero nunca ambas cosas a un tiempo, y, de otra
parte a un determinismo mecanicista no menos vacuo, que, negando de
palabras a casualidad en general, lo reconoce de hecho y trata de ponerlo de
manifiesto en todos y cada uno de los casos particulares”.

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”. Ídem, Pág. 184-186

“No ha habido tesis filosófica sobre lo que más haya pesado la gratitud de los
gobiernos miopes y la cólera de liberales, no menos cortos de vista, como
sobre la famosa tesis de Hegel”

“Todo lo real es racional y todo lo racional es real”

¿No era esto palpablemente, la canonización de todo lo existente, la bendición


filosófica dada al despotismo, al Estado policiaco, a la justicia del gabinete, a la
censura? Así lo creía, en efecto, Federico Guillermo lll; así lo creían sus
súbditos. Pero, para Hegel, no todo lo que existe ni mucho menos es real por el
solo hecho de existir. En su doctrina, el atributo de la realidad solo corresponde
a lo que además de existir, es necesario.

“La realidad, al desplegarse, se revela como necesidad”;

Por eso Hegel no reconoce, ni mucho menos, como real, por el solo hecho de
dictarse, una medida cualquiera… Él mismo pone el ejemplo “de cierto sistema
tributario”. Pero todo lo necesario se acredita también, en última instancia,
como racional… Ahora bien; según Hegel, la realidad no es, ni mucho menos,
un atributo inherente a una situación social y política dada en todas las
circunstancias y en todos los tiempos… Y así, en el curso del desarrollo, todo lo
que un día fue real se torna irreal, pierde su necesidad, su razón de ser, su
carácter racional y el puesto de lo real que agoniza es ocupado por una
realidad nueva y viable… De este modo la tesis de Hegel se torna por la propia
dialéctica Hegeliana, en su reverso: todo lo que es real, dentro de los dominios
de la historia humana, se convierte con el tiempo en irracional; lo es ya, de
consiguiente por su destino, lleva el sí de antemano el germen de lo irracional;
y todo lo que racional en la cabeza del hombre se haya destinado a ser un día
real, por mucho que hoy choque todavía con la aparente realidad existente. La
tesis de que todo lo real es racional, se resuelve, siguiendo todas las normas
del método discursivo Hegeliano, en esta otra: todo lo existe merece perecer…
Y en esto precisamente estriba la verdadera significación y el carácter
revolucionario de la filosofía Hegeliana… En que daba al traste para siempre
con el carácter definitivo de todos los resultados del pensamiento y de la acción
del hombre”.

F. Engels, “L. Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana”. O.E.


en dos tomos, T. 2, Pág. 359- 360, Editorial “Progreso”, Moscú.

“El suceso es aquella realidad que tiene solo significación de posibilidad, ésta
misma posibilidad abstracta es el antípodo directo de la posibilidad real…”

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C. Marx “Diferencias entre la filosofía naturalista de Demócrito y


Epicuro”. O.C de Marx y Engels, T.40, Pág. 166.

“La necesidad se manifiesta en la naturaleza finita como necesidad relativa,


como determinismo. La necesidad relativa puede ser sólo inferida de la
posibilidad real, lo que significa: existe un círculo de condiciones, causas,
fundamentaciones, etc., que mediatizan esta necesidad. La posibilidad real es
la expresión de la necesidad relativa”.

C. Marx. “Diferencias entre la filosofía naturalista de Demócrito y


Epicuro”. Ídem, Pág. 166.

“Acción mutua es lo primero que observamos cuando nos fijamos en la materia


en movimiento enfocada en su conjunto, desde el punto de vista de la ciencia
actual de la naturaleza… Por donde la ciencia de la naturaleza viene a
confirmar lo que Hegel dice (¿Dónde?) de que la acción mutua es la verdadera
causa finalis (causa última) de la cosas. No podemos llegar más allá del
conocimiento de esta acción mutua, sencillamente porque detrás de ella ya no
hay nada que conocer… Solamente partiendo de esta acción mutua universal
podemos llegar a la verdadera relación de casualidad. Para poder comprender
los fenómenos sueltos, tenemos que arrancarlos a la trabazón general,
considerarlos aisladamente, y es entonces cuando se manifiestan los
movimientos mutuos, cuando vemos que unos actúan como causa y otros
como efecto… Para quien niegue la casualidad toda ley natural será
simplemente una hipótesis, entre otras también el análisis químico de los
cuerpos celestes por medio del espectro prismático. ¡Qué superficialidad de
pensamiento, quedarse parado ahí!”.

F. Engels, “Dialéctica de la naturaleza”, Pág.196-197, Editorial Política,


La Habana, 1979.

“Lo primero que nos llama la atención, cuando nos fijamos en la materia del
conocimiento, es la trabazón que existe entre los distintos movimientos de
diferentes cuerpos, como se hayan condicionado los unos por los otros. Ahora
bien, no solo observamos que aún cierto movimiento le sigue otro, sino que
vemos también como nosotros mismos podemos provocar un determinado
movimiento… De este modo, mediante la actividad del hombre, adquiere su
fundamento la idea de la causalidad, la idea de que un movimiento es la causa
de otro. Es cierto que el mero hecho de que ciertos fenómenos naturales se
sucedan regularmente unos a otros puede sugerir la idea de la causalidad, pero
esto, por sí solo, no entraña prueba alguna, y en este sentido tenía razón el
escepticismo de Hume, al decir que el (después de esto) regularmente repetido
no fundamenta nunca la conclusión de un (en virtud de esto). Pero la actividad
del hombre, si aporta la prueba de la causalidad…”

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”. Ídem, Pág.195.

“Vemos igualmente que la causa y el efecto son representaciones que solo


rigen como tales en su explicación en un caso aislado, pero que, examinando
el caso aislado en su concatenación general con la imagen total del universo,
convergen y se diluyen cuando contemplamos una trama universal de acciones

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y reacciones, en que la causa y los efectos cambian constantemente de sitio y


en que lo que ahora y aquí es efecto, adquiere luego y allí carácter de causa y
viceversa”.

F. Engels. “Anti- Dühring”. Pág. 32. Editorial “Pueblo y Educación”. La


Habana. 1979.

“La causalidad es de singular importancia para determinar la línea filosófica de


este o el otro “ismo” contemporáneo, razón por la cual debemos detenernos en
esta cuestión algo más detalladamente… Empezaremos por exponer la teoría
materialista del conocimiento en cuanto a este punto… De modo que
Feuerbach reconoce en solo con aproximada exactitud es reflejado por la
representación humana sobre el orden, la ley, etc. El reconocimiento de la
regularidad objetiva, en la naturaleza está para Feuerbach indisolublemente
ligado al reconocimiento de la realidad objetiva del mundo exterior… Las
concepciones de Feuerbach son consecuentemente naturalistas. Y todas las
demás concepciones o, más exactamente, toda la otra pauta filosófica en la
cuestión de la causa de la necesidad en la naturaleza, Feuerbach cree con
toda razón que corresponden a la dirección de fideísmo. Pues está claro, en
efecto, que la pauta subjetivista en la cuestión de la causalidad, el atribuir al
origen del orden y de la necesidad en la naturaleza a la conciencia, a la razón,
a la lógica, etc., y no al mundo exterior objetivo, no solo desliga la razón
humana de la naturaleza, no solo contrapone la primera a la segunda, sino que
hace de la naturaleza una parte de la razón, en lugar de considerar la razón
una partícula de la naturaleza: la pauta subjetivista en el problema de la
causalidad es el idealismo filosófico (del que son variedades las teorías de la
causalidad de Hume y Kant), es decir, un fideísmo más o menos atenuado,
diluido. EL conocimiento de la realidad objetiva de la naturaleza y el reflejo
aproximadamente exacto de esta regularidad en el cerebro del hombre es
materialismo… No tuvo necesidad de hacerlo, desde el momento en que se
hubo deslindado de modo plenamente definido de todos los agnósticos en un
problema más capital, en el de la realidad objetiva del mundo exterior. Peor
debe estar claro para el que haya leído con alguna atención las obras
filosóficas de Engels que este no admitía ni asomo de duda cuando a la
existencia de la regularidad objetiva, de la causalidad y de la necesidad de la
naturaleza. Limitándonos en algunos ejemplos. En el primer apartado del
Antidiuring Engels dice “Para conocer estos detalles” (o las particularidades del
cuadro de conjunto de los fenómenos universales), “tenemos que desgajarlos
de su entronque natural… o histórico e investigarlos cada uno por separado en
su carácter, causas y efectos especiales”… Es evidente que este entronque
natural, este entronque de fenómenos de la naturaleza existe objetivamente.
Engels subraya en particular el concepto dialéctico de la causa y el efecto:

“La causa y el efecto son representaciones que solo rigen como tales en su
aplicación al caso aislado, pero que examinando el caso aislado en su
concatenación general con la imagen total del universo, convergen y se
diluyen en la idea de la interacción universal en que las causas y los efectos
cambian constantemente de sitio y en que lo que ahora y aquí es efecto,
adquiere luego allí carácter de causa y viceversa”… Por consiguiente el
concepto humano de la causa y del efecto siempre simplifica algo la conexión
objetiva de los fenómenos de la naturaleza, reflejándola tan solo

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aproximadamente, aislando artificiosamente tales o cuales aspectos del


proceso universal único. Cuando hallamos que las leyes del pensamiento
corresponden a las leyes de la naturaleza, esto se hace plenamente
comprensible para nosotros, dice Engels, si tomamos en consideración que el
pensamiento y la conciencia son productos del cerebro humano, que en última
instancia no son tampoco más que productos de la naturaleza, no contradicen,
sino que corresponden al resto de la concatenación de la naturaleza… No cabe
la menor duda de que existe una conexión natural, objetiva, entre los
fenómenos del universo. Engels habla constantemente de las “leyes de la
naturaleza” de “la necesidad natural”… Y no juzga indispensable aclarar de una
manera especial las tesis del materialismo conocidas por todos. .. En Ludwig
Feuerbach leemos igualmente que “las leyes generales del movimiento, tanto el
del mundo exterior como el del pensamiento humano, son dos series de leyes
idénticas en cuanto a la cosa, pero distintas en cuanto a la expresión, en el
sentido de que el cerebro humano puede aplicarlas conscientemente mientras
que en la naturaleza, y hasta hoy también, en gran parte, en la historia de la
humanidad, estas leyes se abren paso de un modo inconsciente, bajo la forma
de una necesidad exterior, en medio de una serie infinita de aparentes
casualidades”… Y Engels acusa a la antigua filosofía de la naturaleza de haber
sustituido las “concatenaciones reales” (de los fenómenos de la naturaleza),
que aún no se habían descubierto”, por otras “ideales imaginarios”… El
reconocimiento de la regularidad objetiva, el reconocimiento de la casualidad y
de la necesidad en la naturaleza está expresado muy claramente por Engels,
que al mismo tiempo subraya el carácter relativo de nuestros reflejos, es decir,
de los reflejos humanos, aproximativos, de esa realidad en tales y cuales
conceptos”.

Lenin V. I. “Materialismo y Empirocriticismo”, Pág.156-163, Editorial


“Progreso”, Moscú. 1979.

“Tales… son los elementos de la dialéctica… Quizá se podrían presentar


estos… como sigue:

1.- Objetividad de la consideración (no ejemplos, no divergencias, sino la Cosa-


en-sí)

2.- Todos los conjuntos de las múltiples relaciones de esa con las otras.

3.- El desarrollo de esa cosa (respectivamente, del fenómeno), su propio


movimiento, su propia vida.

4.- Las tendencias internas (y los aspectos) contradictorios en esa cosa.

5.- La cosa (fenómeno, etc.) como suma y unidad de los contrarios.

6.- La lucha, respectivo el despliegue de esos contrarios, tendencias


contradictorias, etc.

7.- La unión del análisis y la síntesis, la ruptura de las partes y la totalidad, la


suma de dichas partes.

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8.- Las relaciones de cada cosa (fenómeno, proceso, etc.) está vinculada con
todas las demás.

9.- No solo la unidad de los contrarios, sino la transición de cada uno de las
determinaciones, cualidades, características, aspectos, propiedades, en cada
uno de los otros (¿en su contrario?).

10.- El infinito proceso del descubrimiento de nuevos aspectos, relaciones, etc.

11.- El infinito proceso de la profundización del conocimiento de las cosas por


el hombre, los procesos, etc. que va de la apariencia a la esencia y de la
esencia menos profunda a la más profunda.

12.- De coexistencia a la causalidad de una forma de conexión y de


interdependencia a otra más profunda, más general.

13.- La repetición, en una etapa superior, de ciertas características,


propiedades, etc., de lo inferior.

14.- El aparente retorno a lo antiguo (negación de la negación).

15.- La lucha de lo contenido con la forma y a la inversa. El rechazo de la


forma, la transformación del contenido.

16.- La transición de la cantidad en calidad, y viceversa…

En una palabra, la dialéctica puede ser definida como la doctrina de la unidad


de los contrarios. Esto encarna la esencia de la dialéctica pero exige
aplicaciones…”.

Lenin VI. “Cuaderno filosófico”, pág.213-214. Editora Política,

La Habana, 1979.

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Capítulo 3: La concepción materialista de la historia.

“El descubrimiento de la concepción materialista de la historia, o la


consecuente aplicación y extensión del materialismo al campo de los
fenómenos sociales acaba con los dos defectos fundamentales de la teorías de
la historia anteriores a Marx. En primer lugar en el mejor de los casos estas
teorías sólo consideraban los móviles ideológicos de la actividad histórica de
los hombres, sin investigar el origen de esos móviles, sin percibir las leyes
objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las relaciones sociales, sin
advertir las raíces de estas relaciones en el grado de progreso de la producción
material, en segundo lugar, las viejas teorías no abarcaban precisamente las
acciones de las masas de la población, mientras que el materialismo histórico
permitió por primera vez el estudio de las condiciones sociales de la vida de las
masas y los cambios experimentados por esta condiciones”.

V. I. Lenin, “Carlos Marx”. OE en 3 tomos; T.1


Editorial Progreso. Moscú, 1961, Pág. 33.

“De la misma manera que la propia sociedad produce al hombre como hombre,
éste produce a la sociedad. La esencia humana de la naturaleza existe solo
para el hombre social, puesto que solo en la sociedad la naturaleza es para el
hombre el eslabón que une al hombre con el hombre, el ser de este para el
otro, y el ser del otro para este, elemento vital de la realidad humana; solo en la
sociedad la naturaleza viene a ser la base de su propio ser humano. Solo en la
sociedad su ser natural es para él un ser humano y la naturaleza pasa a ser
hombre para él. Por lo tanto, la sociedad es la unidad acabada esencial del
hombre con la naturaleza”.

Marx. C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”,


Editorial Progreso, Moscú. Pág. 86.

“La apropiación de la realidad humana, su relación con el objeto, es la


manifestación de la realidad humana en la práctica, la actividad humana y el
sufrimiento humano, visto que el sufrimiento humano, entendido en el sentido
humano es el consumo del hombre por sí mismo”.

Marx. C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”.


Editorial Progreso, Moscú. Pág. 88.

“…. El sentido humano, la humanidad de los sentidos, surgen solo merced a la


naturaleza humanizada. La formación de los cinco sentidos exteriores es la
obra de toda la historia universal procedente”.

Marx. C. “Manuscritos económicos y filosóficos de


1844”.
Editorial Progreso, Moscú. Pág. 90.

“…Por tanto, es necesaria la objetivación de la esencia humana, tanto en el


aspecto teórico como en el práctico, para que, por una parte se humanicen los
sentidos del hombre y por otra se cree el sentido humano, de acuerdo con toda
la riqueza de la esencia humana y natural”.

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Marx. C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”.


Editorial Progreso, Moscú Pág. 90.

“La propia historia es una parte real de la historia de la naturaleza, de la


transformación de la naturaleza en hombre. En lo sucesivo las ciencias
naturales incluirán la ciencia del hombre en la misma medida que la esencia del
hombre incluirá las ciencias naturales, será una misma ciencia”.

Marx. C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”.


Editorial Progreso, Moscú. Pág. 92.

“y la misma manera que todo lo natural debe nacer, el hombre tiene su acto de
nacimiento, la historia, la cual, sin embargo se refleja en su conciencia y, por
ende en calidad de acto de nacimiento es un acto que suprime
conscientemente a sí mismo. La historia es la verdadera historia natural del
hombre”.

Marx. C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”.


Editorial Progreso, Moscú. Pág. 128.

“Las premisas de que partimos no tienen nada arbitrario, no son ninguna clase
de dogmas, sino premisas reales, de las cuales solo es posible abstraerse en la
imaginación. Son los individuos reales, su acción y sus condiciones materiales
de vida, tanto aquellas con que se han encontrado como las engendradas por
su propia acción. Estas premisas pueden comprobarse, consiguientemente, por
la vía puramente empírica…

…Su observación empírica tiene necesariamente que poner de relieve en cada


caso concreto, empíricamente y sin ninguna clase de falsificación, la trabazón
existente entre la organización social y política y la producción…

Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende


del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo…; se parte del
hombre que realmente actúa y arrancado de su proceso de vida real, se
expone también al desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este
proceso de vida…

…Este modo de considerar las cosas no es algo incondicional. Parte de las


condiciones reales y no las pierde de vista ni por un momento. Sus condiciones
son los hombres pero no vistos y plasmados a través de sus fantasías, sino en
su desarrollo de proceso real y empíricamente registrable, bajo la acción de
determinadas condiciones tan pronto como se expone este proceso activo de la
vida. La historia deja de ser una colección de hechos muertos, como lo es para
los empiristas, todavía abstractos, o una acción imaginaria de sujetos
imaginarios, como para los idealistas…

Allí donde termina la especulación en la vida real, comienza también la ciencia


real y positiva, la exposición de la acción práctica, del proceso práctico de
desarrollo de los hombres”.

Marx. C. “LA Ideología Alemana”. Editorial Política,


La Habana 1979. Pág. 18-26.
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“Podemos distinguir al hombre de los animales por la conciencia, por la religión


o por lo que se quiera. Pero el hombre mismo se diferencia de los animales a
partir del momento en que comienza a producir sus medios de vida…. al
producir sus medios de vida, el hombre produce indirectamente su propia vida
material…

La primera premisa de toda historia humana, es, naturalmente, la existencia de


individuos humanos vivientes. El primer estado de hecho comprobable, es, por
tanto, la organización corpórea de estos individuos y, como consecuencia de
ello, su comportamiento hacia el resto de la naturaleza… La primera premisa
de toda existencia humana y también por tanto de toda historia, es que los
hombres se hallen, para hacer historia, en condiciones de poder vivir. Ahora
bien, para vivir hace falta comer, beber, alojarse bajo un techo, alimentarse,
vestirse y algunas cosas más.

El primer hecho histórico es por, consiguiente, la producción de los medios


indispensables para la satisfacción de estas necesidades, es decir, la
producción de la vida material misma…

La segunda es que la satisfacción de esta primera necesidad, la acción de


satisfacer y la adquisición del instrumento necesario para ello conducen a
nuevas necesidades, constituyendo el primer hecho histórico….

El tercer factor que aquí interviene de antemano en el desarrollo histórico es el


de que los hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan al
mismo tiempo a amar a otros hombres, a procrear; es la relación entre hombre
y mujer, entre padres e hijos, la familia……

Por lo demás, estos tres aspectos de la actividad social no deben considerarse


como tres fases distintas sino sencillamente como eso… como tres momentos
que han existido desde el principio de la historia y desde el primer hombre y
que todavía siguen rigiendo en la historia.

… El modo como los hombres producen sus medios de vida depende, ante
todo, de la naturaleza misma de los medios de vida con que se encentran y que
se trata de reproducir. Este modo de modo no debe considerarse solamente en
cuanto es la reproducción de la existencia física de los individuos. Es ya, más
bien un determinado modo de vida de los mismos; tal y como los individuos
manifiestan su vida, así son. Lo que son coincidentes por consiguiente con su
producción, tanto con lo que producen como con el modo cómo producen. Lo
que los individuos son dependientes por lo tanto de las condiciones materiales
de su producción…

La producción de la vida tanto de la propia en el trabajo, como de la ajena en la


procreación, se manifiesta inmediatamente como una doble relación – de una
parte, como una relación natural, y de otra como una relación social-; social en
el sentido de que para ello se entiende la cooperación de diversos individuos,
cualesquiera que sean sus condiciones de cualquier modo y para cualquier fin.
De donde se desprende que un determinado modo de producción o una
determinada fase industrial lleva siempre aparejado un determinado modo de
cooperación o una determinada fase social, modo de cooperación que es, a su

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vez una fuerza productora, que la suma de fuerzas productivas accesibles al


hombre condiciona el estado social y que, por tanto, la “historia de la
humanidad” debe, estudiarse y elaborarse siempre en conexión con la historia
de la industria y del intercambio”.

Marx. C. “LA Ideología Alemana”. Editorial Política,


La Habana 1979. Pág. 19-29.

“Con el hombre entramos en el campo de la historia. También los animales


tienen su historia, la historia de su origen, descendencia y gradual desarrollo,
hasta llegar a su estado actual. Pero esta historia no la hacen ellos, sino que se
hace para ellos, y en la medida en que de ella participan, lo hacen sin saberlo y
sin quererlo. En cambio los hombres a medida que se alejan más del animal en
sentido estricto, hacen su historia en grado cada vez mayor por sí misma, con
conciencia de lo que hacen, siendo cada vez menor la influencia que sobre esa
historia ejercen los efectos imprevistos y las fuerzas incontroladas y
respondiendo el resultado histórico cada vez con mayor precisión a fines
preestablecidos.

Pero, si aplicamos esta pauta a la historia humana, incluso a la de los pueblos


más desarrollados de nuestro tiempo, vemos la gigantesca desproporción que
todavía media aquí entre los fines preestablecidos y los resultados alcanzados,
vemos que aún predominan los efectos imprevistos y que las fuerzas
incontroladas son todavía mucho más poderosas que las que se ponen en
acción con arreglo a un plan. Y no puede ser de otro modo, mientras la
actividad histórica más esencial de los hombres, la que ha elevado al hombre
de la animalidad a la humanidad y que constituye la base material de todas sus
demás actividades, la producción para satisfacer sus necesidades de vida, que
es hoy la producción social, se hace cabalmente sometida al juego mutuo de la
acción ciega de fuerzas incontroladas, de tal modo que solo en casos
excepcionales se alcanzan los fines propuestos, realizándose en la mayoría de
los casos precisamente lo contrario de lo que se ha querido.

En los países industriales más adelantados, hemos dominado las fuerzas


naturales para ponerlas al servicio del hombre, con ello hemos multiplicado, la
producción hasta el infinito, de tal modo que un niño produce hoy más que
antes, cien adultos. ¿Y cuál es la consecuencia de ello? Un exceso de trabajo
cada vez mayor, la miseria sin cesar creciente de las masas y cada diez años
la explosión de una crisis, Darwin no se daba cuenta de que sátira tan amarga
escribía acerca de los hombres y en particular acerca de sus compatriotas, al
demostrar que la libre concurrencia, la lucha por la existencia, que los
economistas enlazan como la más alta conquista de la historia, es el estado
moral imperante en el reino animal. Solo una organización consciente de la
producción social, en la que se produzca y se distribuya con arreglo a un plan,
podrá elevar a los hombres, en el campo de las relaciones sociales, sobre el
resto del mundo animal en la misma medida en que la producción en general
lo que ha hecho con arreglo a la especie humana. Y el desarrollo histórico hace
que semejante organización sea cada día más irrecuperable y al mismo tiempo
más posible.

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De ella datará una nueva época de la historia en la que los hombres mismos, y
con ellos todas las ramas de sus actividades, incluyendo especialmente las
ciencias naturales, alcanzarán un auge, relegará a la sombra más profunda
todo cuanto hasta hoy conocemos”.

Federico Engels. “Dialéctica de la naturaleza”. Editora Política.


La Habana, 1976. Pág. 16-17.

“Ahora bien, la historia del desarrollo de la sociedad difiere sustancialmente,


en un punto, de la historia del desarrollo de la naturaleza. En esta –si
prescindimos de la acción inversa ejercida a su vez por los hombres sobre la
naturaleza- los factores que actúan los unos sobre los otros y en cuyo mutuo
juego se impone la ley general, son todos agentes inconscientes y ciegos. De
cuanto acontece en la naturaleza, lo mismo los innumerables fenómenos
aparentemente fortuitos que afloran a la superficie, que los resultados finales
por los cuales se comprueba que esas aparentes casualidades se rigen por su
lógica, a nada llega como un fin propuesto de antemano y consciente. En
cambio en la historia de la sociedad, los agentes son todos hombres dotados
de conciencia, que actúan movidos por la reflexión o la pasión, persiguiendo
determinados fines; aquí, nada acaece sin una intención consciente, sin un fin
propuesto. Pero esta distinción por muy importante que ella sea para la
investigación histórica, sobre todo la de épocas y acontecimientos aislados, no
altera para nada el hecho de que el curso de la historia se rige por leyes
generales de carácter interno. También aquí reina, en la superficie y en
conjunto, pese a los fines conscientes deseados de los individuos, un aparente
azar, rara vez acaece lo que se desea y en la mayoría de los casos los muchos
fines propuestos se entrecruzan unos con otros y se contradicen, cuando no
son de suyo irrealizables o son insuficientes los medios de que se dispone para
llevarlos a cabo.

Las colisiones entre las innumerables voluntades y actos individuales crean en


el campo de la historia un estado de cosas muy análogas al que impera en la
naturaleza inconsciente. Los fines de los actos son obra de la voluntad, pero
los resultados que en la realidad se derivan de ellos, no lo son, y aún cuando
parezcan ajustarse de momento al fin propuesto, a la postre encierran
consecuencias muy distintas a las propuestas, por eso, en conjunto, los
acontecimientos históricos también parecen estar presididos por el azar. Pero
allí donde la superficie de las cosas parece reinar la casualidad, esta se halla
siempre gobernada por leyes internas ocultas y de lo que se trata es de
descubrir estas leyes.

Los hombres hacen su historia, cualesquiera que sean los rumbos de esta, al
perseguir cada cual sus fines propios propuestos conscientemente y la
resultante de estas numerosas voluntades, proyectadas en diversas
direcciones, y de su múltiple influencia sobre el mundo exterior, es
precisamente la historia. Importa, pues también lo que quieran los muchos
individuos. La voluntad está determinada por la pasión o por la reflexión. Pero
los resortes que a su vez mueven directamente a estas son muy diversos.
Unas veces son objetos exteriores; otras veces, motivos ideales, ambición:
(pasión por la verdad y la justicia), odio personal, y también manías individuales
de todo género. Pero por una parte ya veíamos, que las muchas voluntades

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individuales que actúan en la historia producen casi siempre resultados muy


distintos de los propuestos – a veces- incluso contrarios, y, por tanto sus
móviles tienen una importancia, puramente secundaria en cuanto al resultado
total. Por otra parte hay que preguntarse qué fuerzas propulsoras actúan a su
vez detrás de esos móviles, qué causas históricas son las que en las cabezas
de los hombres se transforman en estos móviles.

Por tanto si se quiere investigar las fuerzas motrices que conscientemente e


inconscientemente y con harta frecuencia inconscientemente están detrás de
estos móviles por los que actúan los hombres en la historia, no habría que
fijarse tanto en los móviles de hombres aislados, por muy relevantes que ellos
sean, como en aquellos que mueven a grandes masas o pueblos en bloques, y
dentro de cada pueblo, a clases enteras, y no momentáneamente, en
explosiones rápidas, como fugaces hogueras de paja, sino en acciones
continuadas que se traducen en grandes cambios históricos. Indagar la causa
determinante que se reflejan en las cabezas de las masas que actúan y en las
de sus jefes – los llamados grandes hombres-, como móviles conscientes, de
un modo claro o confuso, en forma directa o bajo un ropaje ideológico e incluso
divinizado; he aquí el único camino que puede llevarnos a descubrir las leyes
por la que se rige la historia en conjunto, al igual que la de los distintos
periódicos y países. Todo lo que mueve a los hombres tiene que pasar
necesariamente por sus cabezas, pero la forma que adopte dentro de ellas
depende en mucha mediad de las circunstancias”.

Engels, F. “Ludwuing Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica Alemana”. Marx.


C. Engels, F. O.E, en 3 tomos. Tomo 3. Editorial Progreso,
Moscú 1974. Pág. 384-387.

“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su antojo, bajo


circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con
que se encuentra directamente, que existe y transmite el pasado. La tradición
de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de
los vivos. Y cuando éstos se disponen precisamente a revolucionarse y a
revolucionar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis
revolucionarias, es precisamente cuando conjuran temerosamente en su auxilio
los espíritus del pasado, cuando toman prestados sus nombres, sus consignas
de guerra, su ropaje, para con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje
prestado, representar la nueva escena de la historia universal.

Así Lutero se disfrazó de apóstol San Pablo, la revolución de 1789 -1814 se


vistió alternativamente con el ropaje de la república romana y del imperio
romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí
en 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793-1795. Es como el principiante
que ha aprendido un idioma nuevo, la retraduce siempre a su idioma nativo,
pero se asimila el espíritu del nuevo idioma y solo es capaz de producir
libremente en él cuando se mueve dentro de él sin retrotraerse al propio y
olvida en él su lengua natal”.

Marx. C.”El 18 Brumario de Luis Bonaparte”. Editorial de Ciencias Sociales”


La Habana, 1974, Pág. 1-10

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“Según la concepción de Marx, toda la marcha de la historia -trátase de los


acontecimientos loables- se ha producido hasta ahora de modo inconsciente,
es decir, los acontecimientos y sus consecuencias no han dependido de la
voluntad de los hombres; los participantes en los acontecimientos históricos
deseaban algo diametralmente opuesto a lo logrado, o bien, lo logrado
acarreaba consecuencias absolutas imprevistas.

Aplicado a la economía, cada capitalista procura sacar la mayor ganancia. La


economía política burguesa ha descubierto que ese afán de lograr la mayor
ganancia tiene como resultado la cuota de ganancia general igual, o sea, la
ganancia aproximadamente igual para cada uno de ellos. Pero, ni los
capitalistas, ni los economistas burgueses se dan cuenta de que el objetivo real
de ese afán, es, en definitiva, el reparto proporcional en tanto porciento de la
plusvalía global sobre el capital global.

¿Cómo se produce, pues, el proceso de nivelación? Es un problema de


extraordinario interés, del que el propio Marx no dice nada. Pero toda la
concepción de Marx no es una doctrina, sino un método”.

Carta de Engels a Werner Sombart del 11 de marzo de 1895.


Marx. C. Engels F. O.E. en tres tomos. Tomo 3. Editorial Progreso.
Moscú 1981. Pág. 533-534

“Hegel fue el primero que supo exponer de un modo exacto las relaciones entre
la libertad y la necesidad. Para él, la libertad no es otra cosa que el
conocimiento de la necesidad. “La necesidad sólo es ciega en cuanto no se le
comprende”. La libertad no reside en la soñada independencia de las leyes
naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y en la posibilidad que lleva
aparejada de hacerlas actuar de un modo planificado para fines determinados.
Y esto rige, no solo con las leyes de la naturaleza exterior, sino también con las
que presiden la existencia corporal y espiritual del hombre; dos clases de leyes
que podremos separar a lo sumo en la idea, pero no en la realidad.

El libre arbitrio no es, por tanto, según eso, otra cosa que la capacidad de
decidir con conocimiento de causa. Así pues cuanto más libre sea el juicio de
una persona con respecto a un determinado problema, tanto más señalado
será el carácter de necesidad que determine el contenido de ese juicio, en
cambio, la inseguridad basada en la ignorancia, que elige, al parecer,
caprichosamente entre un cúmulo de posibilidades distintas y contradictorias,
demuestra que se halla denominada por el objeto al que debiera dominar. La
libertad consiste pues, en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza
exterior, basada en la conciencia de las necesidades naturales, es, por tanto,
forzosamente, un producto del desarrollo histórico. Los primeros hombres
salidos del reino animal eran, en todo lo sustancial, tan poco libres como los
animales mismos, pero cada paso dado en la senda de la cultura era un paso
dado en la ruta de la libertad.

En los umbrales de la historia de la humanidad se alza el descubrimiento que


convierte el movimiento mecánico en calor, la producción del fuego por
frotación; hasta hoy, el progreso tiene un jalón terminal, el descubrimiento que
transforma, a la inversa, el calor en movimiento mecánico, la máquina de

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vapor. Y a pesar de la gigantesca conmoción liberadora que la máquina de


vapor ha traído al mundo social y que no ha dado todavía siquiera la mitad de
sus frutos es indudable que la producción del fuego por el frotamiento la superó
en virtud emancipadora.

Fue el fuego así obtenido lo que otorgó al hombre por vez primera el imperio
sobre una fuerza de la naturaleza, separándole con ello definitivamente del
mundo animal. La máquina de vapor no producirá jamás un salto tan
gigantesco en el desarrollo de la humanidad, por mucho que esta máquina se
alce ante nosotros como la representante de todas esas gigantescas fuerzas
productivas incorporadas a ella y sin las cuales no sería posible instaurar un
régimen social ajeno a toda diferencia de clase, en el que desaparezcan las
preocupaciones respecto a los medios de subsistencia individual y pueda
hablarse por vez primera, de una libertad verdaderamente humana, de una
existencia en armonía con las leyes naturales conocidas.

Ya el solo hecho de que toda la historia anterior a nuestros días se pueda


designar como la historia del período que media entre el descubrimiento
práctico que convierte el movimiento mecánico en calor y al que transforma el
calor en movimiento mecánico, muestra lo joven que es todavía la historia
humana y cuan ridículo sería pretender imprimir a nuestras concepciones
actuales un valor absoluto”.

F. Engels, “Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación.


La Habana. 1978. Pág. 139-140

“… Las fuerzas activas de la sociedad obran mientras no las conocemos ni


contamos con ellas, exactamente lo mismo que las fuerzas naturales; de un
modo ciego, violento, destructor.

Pero, una vez conocidas, tan pronto como se ha sabido comprender su


actividad, su tendencia y sus efectos, depende solo de nosotros, el supeditarlas
cada vez más de lleno a nuestra voluntad y alcanzar por medio de ellas
nuestros fines...”

F. Engels, “Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación.


La Habana. 1978. Pág. 340.

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Capítulo 4: La esfera económica de la sociedad.

“En la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas


relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de
producción, que se corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forman la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general.
No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario,
el ser social es el que determina su conciencia. Al llegar a una determinada
fase del desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en
contradicción con las relaciones de producción existentes, o lo que no es más
que la expresión jurídica de esto con las relaciones de propiedad dentro de las
cuales se han desenvuelto hasta allí. De forme de desarrollo de las fuerzas
productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas y se abre así una
época de revolución social.

Al cambiar la base económica se revoluciona, más o menos rápidamente, toda


la inmensa superestructura erigida sobre ella… Ninguna formación social
desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de
producción antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan
madurado en el seno de la propia sociedad antigua”.

C. Marx, “Prólogo de la contribución a la crítica de la


Economía Política”. O.E. en 3 T.T. l Pág. 517-518, Moscú 1973.

“El trabajo es, dicen los economistas, la fuente de toda riqueza. Y lo es, en
efecto, a la par con la naturaleza, que se encarga de suministrarle la materia
destinada a ser convertida en riqueza por el trabajo. Pero es infinitamente más
que eso. El trabajo es la primera condición fundamental de toda la vida
humana, hasta tal parte que, en cierto sentido, deberíamos afirmar que el
hombre mismo ha sido creado por obra del trabajo”.

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”. Edit. Política


La Habana, 1976, Pág. 142.

El trabajo, en primer lugar, y después de él y enseguida a la par con él el


lenguaje son los dos incentivos, más importante bajo cuya influencia se ha
transformado paulatinamente el cerebro del mono en el cerebro del hombre,
que, aún siendo semejante a él, es mucho mayor y más perfecto. Y, al
desarrollarse el cerebro, se desarrollaron también, paralelamente, sus
instrumentos inmediatos, los órganos de los sentidos. A la manera como el
lenguaje, en su gradual desarrollo, va necesariamente acompañado por el
correspondiente perfeccionamiento del órgano del oído, así también el
desarrollo del cerebro en general lleva aparejado el de todos los sentidos. El
águila ve mucho más lejos que el hombre, pero el ojo humano descubre mucho
más en las cosas que el ojo del águila. El Perro tiene un olfato más fino que el

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hombre, pero no distingue la centésima parte de los olores que acusan para
éste determinadas características de diferentes cosas. Y el sentido del tacto,
que en el mono apenas se da en sus inicios más toscos, sólo se desarrolla al
desarrollarse la misma mano del hombre, por medio del trabajo”.

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Editor Política.


La Habana 1976, Pág. 146.

“Pero, en realidad, todo lo anterior no entra aún en la categoría trabajo. El


trabajo comienza con la elaboración de herramientas. ¿Y cuáles son las
primeras herramientas que se conocen, juzgando a base de los vestigios del
hombre prehistórico que se han encontrado y teniendo en cuenta tanto el
régimen de vida de los salvajes más rezagados de nuestros tiempos o días?
Son las herramientas empleadas en la caza y en la pesca, las primeras de las
cuales representan, además, armas. Pues bien, la caza y la pesca presuponen
ya el pase de la alimentación puramente vegetal a un régimen alimenticio en el
que entra ya la carne, lo que constituye, a su vez, un paso muy importante
hacia la aparición del hombre”.

F. Engels, “Dialéctica de la Naturaleza”, Editora Política,


La Habana, 1976, Pág. 147.

“El Trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre,


proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su
intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso el hombre se
enfrenta con un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción
las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la
cabeza y las manos, para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su
propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que de ese
modo actúa sobre la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su
propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo
el juego de sus fuerzas a su propia disciplina… Detrás de la fase en que el
obrero se presenta en el mercado de mercancías como vendedor de su propia
fuerza de trabajo, aparece, en un fondo prehistórico, la fase en que el trabajo
humano no se ha desprendido aún de su primera forma instintiva. Aquí,
partimos del supuesto del trabajo plasmado ya bajo una forma en la que
pertenece exclusivamente al hombre. Una araña ejecuta operaciones que
semejan a las manipulaciones del tejedor, y la construcción de los panales de
las abejas podrían avergonzar, por su perfección, a más de un maestro de
obras. Pero, hay algo en que el peor maestro de obras aventaja, desde luego, a
la mejor abeja, y es el hecho de que, antes de ejecutar la construcción, la
proyecta en un cerebro. Al final del proceso de trabajo, brota un resultado que
antes de comenzar el proceso existía ya en la mente del obrero, es decir, un
resultado que tenía ya existencia ideal. El obrero no se limita a hacer cambiar
la forma de materia que le brinda la naturaleza, sino que, al mismo tiempo,
realiza en ella su fin, fin que él sabe que rige como una ley las modalidades de
su actuación y la que tiene necesariamente que supeditar su voluntad…”

Marx C. “El Capital”. Editorial de Ciencias Sociales.


La Habana 1986. T.I. Pág. 139-140.

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“…Los factores simples que intervienen en el proceso de trabajo son: la


actividad adecuada a un fin, o sea, el propio trabajo, su objeto y sus medios. El
hombre encuentra, sin que él intervenga para nada en ello, con la tierra
(concepto que incluye también, económicamente, el agua), tal y como en
tiempos primitivos surte al hombre de provisiones y de medios de vida aptos
por ser consumidos directamente, como el objeto general sobre que versa el
trabajo humano.

Todas aquellas cosas que el trabajo no hace más que depender de su


contacto directo con la tierra son objetos de trabajo que la naturaleza brinda al
hombre.

Tal ocurre con los peces que pescan, arrancándoles a su elemento, el agua;
con la madera derribada en las selvas vírgenes; con el cobre separado con él
del filón. Por el contrario cuando el objeto sobre que versa el trabajo ha sido ya,
digámoslo así, filtrado por un trabajo anterior, lo llamamos materias prima. Es el
caso, por ejemplo, del cobre ya arranando del filón para ser lavado. Toda
materia prima es objeto de trabajo, pero no todo objeto de trabajo es materia
prima. Para ello es necesario que haya experimentado, por medio del trabajo,
una cierta transformación.

El medio de trabajo es aquel objeto o conjunto de objetos que el obrero impone


entre él y el objeto que trabaja y que le sirva para encausar su actividad sobre
este objeto. El hombre se sirve de las cualidades mecánicas, física y química
de las cosas para utilizarlas, conforme al fin perseguido, como instrumento de
actuación sobre otras cosas. El objeto que el obrero empuña directamente -si
prescinde los víveres aptos para consumir sin más manipulación, de la fruta,
por ejemplo, en cuyo caso los instrumentos de trabajo son sus propios órganos
corporales- no es el objeto sobre que trabaja, sino el instrumento de trabajo. De
este modo, los productos de la naturaleza se convierten directamente en
órganos de la actividad del obrero, órgano que él incorpora a sus propios
órganos corporales, prolongando así, a pesar de La Biblia, su estructura
natural. La tierra es su despensa primitiva y es, al mismo tiempo, su primitivo
arsenal de instrumentos de trabajo. Lo suministra, por ejemplo, la piedra que
lanza, con la que frota, percute, corta, etc. Y la propia tierra es un instrumento
de trajo aunque exija, para su cultivo, para ser utilizada como instrumento de
trabajo relativamente grande. Tan pronto como el proceso de trabajo se
desarrolla un poco, reclama instrumentos de trabajo fabricados. En las cuevas
humanas más antiguas se descubren instrumentos y armas de piedra. Y en los
orígenes de la historia humana, los animales domesticados, es decir,
adaptados, transformados ya por el trabajo, desempeñan un papel primordial
como instrumentos de trabajo, al lado de la piedra y la madera tallada, los
huesos y las conchas. El uso y la fabricación de medios de trabajo, aunque en
germen se presenten ya en ciertas especies animales, caracterizan el proceso
de trabajo específicamente humano, razón por el cual Franklin define al hombre
como “a toolmalking animal”, o sea, como un animal que fabrica instrumentos.
Y así como la estructura y armazón de los restos de huesos tienen una gran
importancia para construir la organización de especies animal desaparecidas,
los vestigios de instrumentos de trabajo nos sirven para apreciar antiguas
formaciones económicas de la sociedad, ya sepultadas. Lo que distingue a las
épocas económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el cómo se hace,

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que se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos de trabajo se hace.
Los instrumentos de trabajo no son solamente el barómetro indicador del
desarrollo de la fuerza de trabajo del hombre, sino también el exponente de las
condiciones sociales en que se trabaja. . .

. . . Como vemos, en el proceso de trabajo la actividad del hombre consigue,


valiéndose del instrumento correspondiente, transformar el objeto sobre que
versa el trabajo con arreglo al fin perseguido, este proceso desemboca y se
extingue en el producto. Su producto es un valor de uso, una materia dispuesta
por la naturaleza y adaptada a las necesidades humanas mediante un cambio
de forma .El trabajo se compenetra y confunde con su objeto. Se materializa
en el objeto, al paso que este se elabora. Y lo que en el trabajador era
dinamismo, es ahora en el producto, plasmado en lo que es, quietud. El obrero
es el tejedor, y el producto el tejido.

Si analizamos todo este proceso desde el punto de vista de su resultado, del


producto, vemos que ahora estos dos factores, los medios de trabajo y el
objeto sobre que este recae, son los medios de producción y el trabajo un
trabajo productivo.

Para engendrar un valor de uso como producto, el proceso de trabajo absorbe


en concepto de medios de producción, otros valores de su uso, producto a su
vez de procesos de trabajo anterior. Y el mismo valor de uso que forma el
producto de este trabajo, constituye el medio de producción de aquel. Es decir,
que los productos no son solamente el resultado, sino que son, al mismo
tiempo, la condición del proceso de trabajo.

Excepción hecha de la industria extractiva, aquella a la que la naturaleza brinda


el objeto sobre que trabaja, v. gr. la minería, la caza, la pesca, etc. (La
agricultura solo entra en esta categoría cuando se trata de la rotación y cultivo
de tierras vírgenes), todas las ramas industriales recaen sobre objetos que
tienen el carácter de materia prima, es decir, sobre materiales ya filtrados por
un trabajo anterior, sobre objetos que son ya, a su vez, productos de trabajo…
Un mismo producto puede servir de medio de trabajo y de materia prima en el
mismo proceso de producción. Así por ejemplo en la ganadería, el ganado, o
sea, la materia prima que se elabora es al mismo tiempo un medio para la
producción de abono animal.

. . . Cómo se ve, el que un valor de uso representa el papel de materia prima,


medio de trabajo o producto, depende única y exclusivamente de las funciones
concretas que ese valor de uso desempeña en el proceso de trabajo, del lugar
que él ocupa; al cambiar este lugar, cambian su destino y su función. . .

. . . Por tanto, los productos existentes no son solamente resultados del


proceso de trabajo, sino también condiciones de existencia de este; además,
su incorporación al proceso de trabajo, es decir, su contacto con el trabajo vivo
es el único medio de conservar y realizar como valores de uso de estos
productos de un trabajo anterior.

El trabajo devora sus elementos materiales, su objeto y sus instrumentos, se


alimentan de ellos; es, por tanto, su proceso de consumo. Este consumo

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productivo se distingue del consumo individual en que este devora los


productos como medios de vida del ser viviente, mientras que aquel los
absorbe como medio de vida del trabajo, de la fuerza de trabajo del individuo,
puesta en acción. El producto del consumo individual, es, por tanto, el
consumidor mismo; el fruto del consumo productivo es un producto distinto del
consumidor. En todos aquellos casos en que recae sobre productos y se
ejecuta por medio de ellos, el trabajo devora productos para crear productos, o
desgasta productos como medios de producción de otros nuevos.

Pero si en un principio, el proceso de trabajo se entabla solamente entre el


hombre y la tierra, es decir, entre el hombre y algo que existía sin su
cooperación, hoy intervienen todavía en los medios de producción creados
directamente por la naturaleza y que no presentan la menor huella de trabajo
humano.

El proceso de trabajo, tal como lo hemos estudiado, es decir, fijándonos


solamente en sus elementos simples y abstractos, es la actividad racional
encaminada a la producción de valores de uso, la asimilación de las materias
naturales al servicio de las necesidades humanas, la condición general del
intercambio de materias entre la naturaleza y el hombre, la condición natural
entorno de la vida humana, y por tanto, independiente de las formas y
modalidades de esta vida y común a todas las formas sociales por igual. Por
eso, para exponerla, no hemos tenido necesidad de presentar al trabajador en
relación con otros. Nos basta con presentar al hombre y su trabajo de una
parte, y de otra la naturaleza y sus materias”.

Marx C. “El Capital”, Editorial de Ciencia Sociales,


La Habana. 1986, T.I. Pág. 140-146.

“… En la producción, los hombres no actúan solamente sobre la naturaleza,


sino que actúan también los unos sobre los otros. No pueden producir sin
asociarse de un cierto modo, para actuar en común y establecer un intercambio
de actividades. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y
relaciones, y a través de vínculos y relaciones, y solo a través de ellos, es
como se relacionan con la naturaleza y como se efectúa la producción.

Estas relaciones sociales que contraen los productos entre sí, las condiciones
en que intercambian sus actividades y toman por parte en el proceso conjunto
de la producción varían, naturalmente según el carácter, de los medios de
producción.

Con la invención de un nuevo instrumento de guerra, el arma de fuego, hubo


de cambiar forzosamente toda la organización interna de los ejércitos,
cambiaron las relaciones dentro de las cuales formaban los individuos un
ejército y podían actuar como tal, y cambió también la relación entre los
distintos ejércitos.

Las relaciones sociales en las que los individuos producen, las relaciones
sociales de producción, cambian, por tanto, se transforman, al cambiar y
desarrollarse los medios materiales de producción, las fuerzas productivas. Las
relaciones de producción forman en conjunto lo que se llaman las relaciones

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sociales, la sociedad, y concretamente, una sociedad con un determinado


grado de desarrollo histórico, una sociedad de carácter peculiar y distintivo. La
sociedad antigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa son otros tantos
conjuntos de relaciones de producción, cada uno de los cuales representa, a la
vez, un grado especial de desarrollo en la historia de la humanidad”.

Marx. C. “Trabajo asalariado y capital”, Marx C. Engels F. O.E. en


3 T. Editorial Progreso, Moscú 1973, T. 1 Pág. 163.

“¿Qué es la sociedad, cualquiera que sea su forma? El producto de la acción


recíproca del hombre. ¿Pueden los hombres elegir libremente esta o aquella
forma social? Nada de eso.

A un determinado desarrollo de las facultades productivas de los hombres,


corresponde una determinada forma de comercio y de consumo. A
determinadas fases de desarrollo de la producción, del comercio, del consumo,
corresponden determinadas formas de construcción social, una determinada
organización de la familia, de los estamentos o de las clases; en una palabra
una determinada sociedad civil. A una determinada sociedad civil,
corresponden un determinado orden político (état polítique), no es más que la
expresión oficial de la sociedad civil. . .

Huelga añadir que los hombres no son libres árbitros de sus fuerzas
productivas – base de toda su historia-, pues toda fuerza productiva es una
fuerza adquirida, producto de una actividad anterior. Por tanto, las fuerzas
productivas son el resultado de la energía práctica de los hombres, pero esta
misma energía se halla determinada por las condiciones en que los hombres se
encuentran colocados, por las fuerzas productivas ya adquiridas, por la forma
social anterior a ellos, que ellos no crean y que es producto de la generación
anterior. El simple hecho de que cada generación posterior se encuentre con
fuerzas productivas adquiridas por la generación precedente, que le sirven de
materia prima para la nueva producción, crea en la historia de los hombres una
conexión, crea una historia de la humanidad, que es tanto más la historia de la
humanidad por cuanto las fuerzas productivas de los hombres, y, por
consiguiente, sus relaciones sociales, han adquirido mayor desarrollo.
Consecuencia obligada: la historia social de los hombres no es nunca más que
la historia de su desarrollo individual, tengan o no ellos mismos la conciencia
de esto.

Sus relaciones materiales forman la base de todas sus relaciones. Estas


relaciones materiales no son más que las formas necesarias bajo las cuales se
realiza su actividad material o individual.

… Los hombres no renuncian nunca a lo que han conquistado, pero esto no


quiere decir que no renuncian nunca a las formas sociales bajo las cuales han
adquirido determinadas fuerzas productivas. Todo lo contrario. Para no verse
privado del resultado adquirido, para no perder los frutos de la civilización, los
hombres se ven constreñidos, desde el momento en que el tipo de su comercio
no corresponde ya a las fuerzas de producción adquiridas, a modificar todas
sus formas sociales tradicionales… Por tanto, las formas económicas bajo las
que los hombres producen, consumen y cambian, son transitorias o históricas.

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Al adquirir nuevas fuerzas productivas, los hombres cambian su modo de


producción, y con el modo de producción cambian todas las relaciones
económica, que no eran mas que las relaciones necesarias de aquel modo
correcto de producción”.

Carta de Marx a Pavel Vasilievich Annenkov del 28 de Diciembre de


1846.Marx C. Engels F. O.E. en 3 T. Editorial Progreso, Moscú 1973. T. 1 Pág.
532-533.

“Hasta donde se han desarrollado las fuerzas productivas de una nación lo


muestra del modo más palpable el grado hasta el cual se ha desarrollado en
ella la división del trabajo. Toda nueva fuerza productiva, cuando no se trata de
una simple extensión cuantitativa de fuerzas productivas ya conocidas con
anterioridad… trae como consecuencia un nuevo desarrollo de la división del
trabajo…

Las diferentes fases del desarrollo de la división del trabajo son otras tantas
formas distintas de la propiedad; o, o dicho en otros términos, cada etapa de la
división del trabajo determina también las relaciones de los individuos entre si
en lo tocante al material, el instrumento y el producto del trabajo…

La división del trabajo solo se convierte en verdadera división a partir del


momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual…

Con la división del trabajo, se da la posibilidad, más aún, la realidad de que las
actividades espirituales y materiales, el disfrute y el trabajo, la producción y el
consumo, se asignen a diferentes individuos, y la, posibilidad de que no caigan
en contradicción resido solamente en que se vuelva a abandonar la división del
trabajo…

Con la división del trabajo… se da… la distribución y, correctamente, la


distribución desigual, tanto cuantitativamente como cualitativamente, del trabajo
y sus productos; es decir la propiedad…

Por lo demás, división del trabajo y propiedad privada son términos ideológicos:
uno de ellos dice, referido a la esclavitud, lo mismo que el otro, referido al
producto de esta…

La división del trabajo lleva aparejado… la contradicción entre el interés del


individuo concreto o de una determinada familia y el interés común de todos los
individuos entre sí…que se presenta en la realidad, ante todo, como una
relación de mutua dependencia de los individuos entre quienes aparecen
dividido el trabajo…

En efecto, a partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada


cual se mueve en un determinado círculo exclusivo de actividades, que le viene
impuesto y que no puede salirse ¿el hombre es cazador, pescador o crítico, y
no tiene más remedio que seguirlo siendo, si no quiere verse privado de los
medios de vida…

El poder social, es decir la fuerza de producción multiplicada que nace por obra
de la cooperación de los diferentes individuos bajo la acción de la división del
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trabajo, se les aparece a estos individuos, por no tratarse de una cooperación


voluntaria, sino natural, no como un poder propio… sino como… ajeno, situado
al margen de ellos, que no saben de donde procede ni a donde se dirige y que,
por tanto, no pueden ya dominar. Con esta “enajenación”… solo puede
acabarse partiendo de dos premisas prácticas para que se convierta en un
poder “insoportable”… es necesario que engendre a una masa de la
humanidad como absolutamente “desposeída”,… y, de otra parte, este
desarrollo de la fuerzas productivas... instituye a individuos histórico-
universales, empíricamente mundiales, en vez de individuos locales. Sin esto,
1ro. El comunismo solo llegará a existir como fenómeno local; 2do. Las mismas
potencias del intercambio no podrían desarrollarse como potencia universales
y, por tanto, insoportables, sino que surgirán siendo simples “circunstancias”
supersticiosas, de puerta adentro, y 3ro. Toda aplicación del intercambio
acabaría con el comunismo local…

La más importante división del trabajo físico y espiritual es la separación de la


ciudad y el campo... Es, la expresión más palmaria de la absorción del
individuo por la división del trabajo…”

C. Marx y F. Enges. ”La Ideología Alemana”. Editora


Política.
La Habana. 1979. Páginas: 20-53.

“El trabajo se organiza y se divide de diferentes modos según sean los


instrumentos de que disponga. El molino movido a brazo supone una división
del trabajo distinta que el molino de vapor. Querer comenzar por la división del
trabajo en general, para luego llegar a uno de los instrumentos específicos de
la producción, a las máquinas, significa, pues, burlarse de la historia.

Las máquinas no constituyen una categoría económica como tampoco el buey


que tira del arado. Las máquinas no son más que una fuerza productiva. La
fábrica moderna, basada en el empleo de las máquinas, es una relación social
de producción, una categoría económica”.

Marx. C. “Miseria de la filosofía”. Editorial Ciencias Sociales.


La Habana 1979. Pág. 126.

“Bajo el régimen patriarcal, bajo el régimen de castas, bajo el régimen feudal y


corporativo, existía división del trabajo en la sociedad entera según reglas fijas.

¿Establecía esas reglas un legislador? No. Nacidas primeramente de las


condiciones de la producción material solo más tarde fueron erigidas en leyes.
Así, estas diversas formas de división del trabajo pasaron a ser la base de las
distintas formas de organización social. En cuanto a la división del trabajo
dentro del taller estaban muy poco desarrolladas en todas las formas de
organización mencionadas de la sociedad.

Se puede incluso establecer como regla general que, cuando menos es


presidida por la autoridad la división del trabajo en el seno de la sociedad, más
se desarrolla la división del trabajo en el interior del taller y más se somete
dicha división a la autoridad de una sola persona. Por tanto, con respecto a la

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división del trabajo, la autoridad en el taller y la autoridad en la sociedad están


en razón inversa la una de la otra”.

Marx. C: “Miseria de la filosofía”. Editorial Ciencias Sociales.


La Habana, 1979. Pág. 129.

“La acumulación y la concentración de los instrumentos y de los trabajadores


precedieron al desarrollo de la división del trabajo en el seno del taller. El rasgo
distintivo de la manufacturación era más bien la reunión de muchos
trabajadores y de muchos oficios en un solo lugar, en un mismo local, bajo el
mando de los obreros a operaciones muy simples. La utilidad de un taller
manufacturero consistía no tanto en la división del trabajo propiamente dicha,
como en la circunstancia de que la producción se llevaba a cabo en mayor
escala, se reducían muchos gastos accesorios, etc. A fines del siglo XVI y
principio del XVII, la manufactura holandesa apenas conocía la división del
trabajo”.

Marx. C: “Miseria de la filosofía”. Editorial Ciencias Sociales”.


La Habana 11979. Pág. 131.

“La ampliación del mercado, la acumulación de capitales, los cambios operados


a la posición social de las clases, la aparición de numerosas gentes privadas
de sus fuentes de ingresos: tales son las condiciones históricas para la
formación de la manufactura, la congregación de los trabajadores en el taller
manufacturero no fue, como afirma el señor Proudhon, obra de pactos
amistosos entre iguales…

La manufactura no nació en el seno de los antiguos gremios. Es el


comerciante quien se transformó en el jefe del taller moderno y no el antiguo
maestro de los gremios. Casi por doquier se libró una lucha encarnizada entre
la manufactura y los oficios artesanos”.

Marx. C. “Miseria de la filosofía”. Editorial Ciencias Sociales.


La Habana 1979. Pág. 130.

“Lo que caracteriza la división del trabajo en el seno de la sociedad es que


engendra las especialidades, las distintas profesiones, y con ellas el idiotismo
del oficio. Lo que caracteriza la división del trabajo en el taller mecánico es que
el trabajo pierde de él todo carácter de especialidad. Pero en cuanto cesas el
desarrollo especial, comienza a dejarse el afán de universalidad, la tendencia a
un desarrollo integral del individuo. El taller mecánico suprime las profesiones
aisladas y el idiotismo del oficio”.

Marx. C: “Miseria de la filosofía “, Editorial Ciencias Sociales.


La Habana Pág.136 -137.

“…la propiedad de los medios de producción solo puede revestir dos formas: la
propiedad individual, forma que no ha existido nunca ni en parte alguna con
carácter general para los productores, haciendo cada día más imposible por el
progreso industrial, o la propiedad colectiva, forma cuyas premisas materiales e
intelectuales han sido ya creadas por el desarrollo de la misma sociedad

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capitalista; y que, por tanto, la aprobación colectiva de los medios de


producción debe arrancarse por todos los recursos de que dispone el
proletariado”

Engels, F. “El problema campesino en Francia y Alemania”, O.E.


3 T. III Moscú. 1981. Pág. 488.

“…Para abolir la idea de la propiedad privada basta perfectamente la idea del


comunismo. Para abolir la propiedad privada en la viva realidad se requiere la
acción comunista real. La historia aportará esta acción comunista, y el
movimiento que hemos conocido ya en el pensamiento como movimiento que
suprime a sí mismo, realizará en la vida un proceso muy difícil y largo, pero
debemos considerar que es un paso real adelante ya el que hemos hecho
conscientes desde el comienzo tanto de la limitación como del objeto de este
movimiento histórico y lo hemos superado en nuestra conciencia”.

Marx C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”,


Editorial Progreso, Moscú, Pág. 102.

“¿Cómo debe ser ese nuevo orden social? Ante todo, la administración de la
industria y de todas las ramas de la producción en general dejará de pertenecer
a unos u otros individuos en competencia. En lugar de esto, las ramas de la
producción pasarán a manos de toda la sociedad, es decir, será administrada
en beneficio de toda la sociedad, con arreglo a un plan general y con la
participación de todos los miembros de la sociedad. Por tanto, el nuevo orden
social suprimirá la competencia y la sustituirá con la asociación. En vista de
que la dirección de la industria, hallarse en manos de particulares, implica
necesariamente la existencia de la propiedad privada y por cuanto la
competencia no es otra cosa que ese modo de dirigir la industria, en el que la
gobiernan propietarios privados, la propiedad privada va unida
inseparablemente a la dirección individual de la industria y a la competencia.
Así, la propiedad privada debe también ser suprimida y ocuparán su lugar el
usufructo colectivo de todos los instrumentos de producción y el resto de los
productos de común acuerdo, lo que se llama la comunidad de bienes. La
supresión de la propiedad privada es incluso la expresión más breve y más
característica de esta transformación de todo el régimen social, que se ha
hecho posible merced al progreso de la industria. Por eso los comunistas la
plantean con razón como su principal reivindicación.

¿Eso quiere decir que la supresión de la propiedad privada no era posible


antes? No, no era posible. Toda transformación del orden social, todo cambio
de las relaciones de propiedad es consecuencia necesaria de la aparición de
nuevas fuerzas productivas que han dejado de corresponder a las viejas
relaciones de propiedad. Así ha surgido la misma propiedad privada. La
propiedad privada no ha existido siempre; cuando a fines de La Edad Media
surgió el nuevo modo de producción bajo la forma de la manufactura, que no
encuadraba en el marco de la propiedad feudal y gremial, esta manufactura,
que no correspondía ya a las viejas relaciones de propiedad, dio vida a una
nueva forma de propiedad privada. En efecto, para la manufactura y para el
primer período de desarrollo de la gran industria no era posible ninguna otra
forma de propiedad además de la propiedad privada, no era posible ningún

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orden social además del basado en esta propiedad. Mientras no se pueda


conseguir una cantidad de productos que no solo basta para todos, sino que se
quede cierto excedente para aumentar el capital social y seguir fomentando las
fuerzas productivas, deben existir necesariamente una clase dominante que
disponga de las fuerzas productivas de la sociedad y una clase pobre y
oprimida. La constitución y el carácter de estas clases dependen del grado de
desarrollo de la producción. La sociedad de La Edad Media, que tiene por base
el cultivo de la tierra, nos da el señor feudal y el siervo; las ciudades de las
postrimerías de La Edad Media nos da el maestro, artesano, el oficial y el
jornalero; en el siglo XVII, el propietario de manufactura y el obrero te ésta; en
el siglo XIX, el gran fabricante y el proletario. Es claro que, hasta el presente,
las fuerzas productivas no se ha desarrollado aún al punto de proporcionar una
cantidad de bienes suficientes para todos y para que la propiedad privada sea
ya una traba, un obstáculo para su progreso. Pero hoy, cuando merced al
desarrollo de la gran industria, en primer lugar, se han constituido capitales y
fuerzas productivas en proporciones sin precedentes y existen medios para
aumentar en breve plazo hasta el infinito estas fuerzas productivas; cuando, en
segundo lugar, estas fuerzas productivas se concentran en manos de un
reducido número de burgueses, mientras la gran masa del pueblo se va
convirtiendo cada vez más en proletarios, con la particularidad de que su
situación se hace más precaria e insoportable en la medida de que aumenta la
riqueza de los burgueses; cuando, en tercer lugar, estas poderosas fuerzas
productivas, que se multiplicaron con tanta facilidad hasta rebasar el marco de
la propiedad privada y del burgués, provocan continuamente las mayores
comunicaciones del orden social, solo ahora la supresión de la propiedad
privada se ha hecho posible o incluso absolutamente necesaria.

¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada? Sería de desear
que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los últimos en oponerse
a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las conspiraciones, además
de inútiles, son incluso perjudiciales. Están perfectamente al corriente de que
no se puede hacer las revoluciones premeditada y arbitrariamente y que estas
han sido siempre y en todas partes una consecuencia necesaria de la
circunstancia que no dependían en absoluto de la voluntad y la dirección de
unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al propio tiempo, ven que se viene
aplastando por la violencia el desarrollo del proletariado en casi todos a los
países civilizados y que, con ello, los enemigos mismos de los comunistas
trabajan con todas sus energías para la revolución. Si todo ello termina, en fin
de cuenta, empujando al proletariado subyugado a la revolución, nosotros, los
comunistas, defendemos con hechos, no menos que como ahora lo hacemos
de palabra, la causa del proletariado.

¿Será posible suprimir de golpe la propiedad privada? No, no será posible, del
mismo modo que no se puede aumentar de golpe las fuerzas productivas
existentes en la medida necesaria para crear una economía colectiva. Por eso
la revolución del proletariado, que se avecina según todos los indicios, solo
podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y acabará con la
propiedad privada únicamente cuando haya creado la necesaria cantidad de
medios de producción.

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¿Que vía de desarrollo tomará esa revolución? Establecerá, ante todo, un


régimen democrático y, por tanto, directa o indirectamente, la dominación
política del proletariado. Directamente en Inglaterra, donde los proletarios
constituyen ya la mayoría del pueblo. Indirectamente en Francia y en Alemania,
donde la mayoría del pueblo no consta únicamente de proletarios, sino,
además, de pequeños campesinos y pequeños burgueses de la ciudad, que se
encuentran solo en la fase de transformación en proletariado y que, en lo
tocante a la satisfacción de sus intereses políticos, dependen cada vez más del
proletariado, por cuya razón han de adherirse pronto a las reivindicaciones de
este. Para ello, quizás se necesite una nueva lucha que, sin embargo, no
puede tener otro desenlace que la victoria del proletariado.

La democracia sería absolutamente inútil para el proletariado si no la utiliza


inmediatamente como medio para llevar a cabo amplias medidas que
atentasen directamente contra la propiedad privada y asegurasen la existencia
del proletariado.

Las medidas más importantes, que dimanan necesariamente de las


condiciones actuales son:

1.- Restricción de la propiedad privada mediante impuesto progresivo, el alto


impuesto sobre las herencias, la abolición del derecho de herencia en las
líneas laterales, (hermanos, sobrinos, etc.)… etc.

2.- Expropiación gradual de los propietarios agrarios, fabricantes, propietarios


de ferrocarriles y buques, parcialmente con ayuda de la competencia por parte
de la industria estatal, y, parcialmente de modo directo, con indemnización en
asignados.

3.- Confiscación de los bienes de todos los emigrados y de los rebeldes contra
la mayoría del pueblo.

4.- Organización del trabajo y ocupación de los proletarios en fincas, fábricas y


talleres nacionales, con lo cual se eliminará la competencia entre los obreros, y
los fabricantes que quedan, tendrán que pagar salarios tan altos como el
Estado.

5.- Igual deber obligatorio de trabajo para todos los miembros de la sociedad
hasta la supresión completa de la propiedad privada. Formación de ejércitos
industriales, sobre todo para la agricultura.

6.- Centralización de los créditos y la banca en las manos del Estado a través
del Banco Nacional, con capital del Estado. Cierre de todos los bancos
privados.

7.- Aumento del número de fábricas, talleres, ferrocarriles y buques nacionales,


cultivo de todas las tierras que están sin labrar y mejoramiento del cultivo de las
demás tierras en consonancia con el aumento de los capitales y del número de
obreros de que dispone la nación.

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8.- Educación de todos los niños en establecimientos estatales y a cargo del


Estado, desde el momento en que puedan prescindir del cuidado de la madre.
Conjugar la educación con el trabajo fabril.

9.- Construcción de grandes palacios en las fincas del Estado para que sirvan
de vivienda a las comunas de los ciudadanos que trabajan en la industria y la
agricultura y unan las ventajas de la vida en la ciudad y el campo, evitando así
el carácter unilateral y los defectos de la una y la otra.

10.- Destrucción de todas las casas y barrios insalubres y mal construidos.

11.- Igualdad de derecho de herencia para los hijos legítimos y los naturales.

12.- Concentración de todos los medios de transporte en manos de la nación.

Por supuesto todas estas medidas no podrán ser llevadas a la práctica de


golpe. Pero cada una entraña necesariamente la siguiente. Una vez
emprendido el primer ataque radical contra la propiedad privada el proletario se
verá obligado a seguir siempre adelante y a concentrar más y más en las
manos del Estado todo el capital, toda la agricultura, todo el transporte y todo el
cambio. Este es el objetivo a que conducen las medidas mencionadas. Ellas
serán aplicadas y surtirán su efecto centralizador exactamente en el mismo
grado en que el trabajo del proletariado multiplique las fuerzas productivas del
país. Finalmente, cuando todo el capital, toda la producción, y todo el cambio
estén concentrados en las manos de la nación, la propiedad privada dejará de
existir de por sí, el dinero se hará superfluo, la producción aumentará y los
hombres cambiarán tanto que se podrán suprimir también las últimas formas de
las relaciones de la vieja sociedad”.

Engels F. “Principios del Comunismo”. Marx C., Engels F.


O.E. en 3 T. T.l, Editorial Progreso, Moscú, 1978, Pág. 89/93.

“…la acumulación capitalista produce constantemente, en proporción a su


intensidad y a su extensión, una población obrera excesiva para las
necesidades medias de explotación del capital, es decir, una población obrera
remanente o sobrante”.

Marx C. “El Capital”. Editorial Ciencias Sociales,


La Habana 1986, Pág. 574.

“…Por tanto, al producir la acumulación del capital, la población obrera produce


también, en proporciones cada vez mayores, los medios para su propio exceso
relativo. Es esta una ley de población peculiar del régimen de producción
capitalista, pues en realidad todo régimen histórico concreto de producción
tiene sus leyes de población propias, leyes que rigen de un modo
históricamente concreto. Leyes abstractas de la población solo existe para
animales y las plantas mientras el hombre no interviene históricamente en
estos reinos.

Ahora bien si la existencia de una superpoblación obrera es producto necesario


de la acumulación o del incremento de la riqueza dentro del régimen capitalista,
esta superpoblación se convierten a su vez en palanca de la acumulación del
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capital, más aún, en una de las condiciones de vida del régimen capitalista de
producción. Constituye un ejército industrial de reservas, un continente
disponible, que pertenece al capital de un modo tan absoluto como se criase y
mantuviese a sus expensas le brinda el material humano, dispuesto siempre
para ser explotado a medida que lo reclamen sus necesidades variables de
explotación e independiente, además, de los límites que pueda oponer el
aumento real de población”.

Marx C. “El Capital”, Editorial Ciencias Sociales,


La Habana, 1986 Pág. 575.

“Hasta el propio Malthus reconoce como una necesidad de la moderna


industria la existencia de la superpoblación, que él, con su horizonte limitado,
concibe como un exceso absoluto de población obrera y no como un
remanente relativo. Dice Malthus: “Ciertas prácticas previsoras en punto al
matrimonio, si se aplican con cierta extensión entre la clase obrera de un país
que vive principalmente de la manufactura y el comercio, pueden llagar a
perjudicarle… Dada la naturaleza de la población, no puede lanzarse al
mercado una nueva promoción de obreros hasta que no pasen de l6 a l8 años,
y la transformación de venta en capital por el ahorro puede seguir un curso
mucho más rápido; un país se halla siempre expuesto a que su fondo de
trabajo crezca con mayor rapidez que su población…”

Marx C. “El Capital”. Ídem. Pág. 570/579.

“A la producción capitalista no le basta, ni mucho menos, la cantidad de fuerza


de trabajo disponible que le suministra el crecimiento natural de la población.
Necesita, para poder desarrollarse desembarazadamente, un ejército industrial
de reserva, libre de esta barrera natural”.

Marx C. “El Capital”. Ídem. Pág. 579.

“Durante los períodos de estancamiento y prosperidad media, el ejército


industrial de reserva ejerce presión sobre el ejército obrero en activo, durante
las épocas de superpoblación y paroxismo pone un freno a sus exigencias. La
superpoblación relativa es, tanto el fondo sobre el cual se mueve la ley de la
oferta y la demanda de trabajo. Gracias a ella, el radio de acción de esta ley
se encierra dentro de los límites que convienen en absoluto a la codicia y al
despotismo de capital”.

Marx C. “El Capital”. Ídem. Pág.583.

“…La ley que mantiene siempre la superpoblación relativa o ejército industrial


de reserva en equilibrio con el volumen y la inmensidad de la acumulación
mantiene al obrero encadenado al capital con grilletes más firmes que las
cuñas de Vulcano con que Prometeo fue clavado a la roca. Esta ley determina
una acumulación de miseria equivalente a la acumulación de riqueza es, en el
polo contrario, es decir, en la clase que crea su propio producto como capital,
acumulación de miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo
y de ignorancia y degradación moral”.

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Marx C: “El Capital”: Editorial Ciencias Sociales,


La Habana, 1986 T1 Pág. 589.

“Nos encontramos, pues, con el hecho de que determinados individuos, que,


como productores, actúan de un determinado modo, contraen entre sí estas
relaciones sociales y políticas determinadas. La observación empírica tiene
necesariamente que poner de relieve en cada caso concreto, empíricamente y
sin ninguna clase de falsificación, la trabazón existente entre la organización
social y política y la producción. La organización social y el Estado brotan
constantemente del proceso de vida de determinados individuos; pero de estos
individuos, no como puedan presentarse ante la imaginación propia y ajena,
sino tal y como realmente son: es decir, tal y como desarrollan sus actividades
bajo determinados límites, premisas y condiciones materiales, independientes
de su voluntad”.

C. Marx y F. Engels. “La ideología Alemana”. Editora Política.


La Habana. 1979. Página. 25

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Capítulo 5: Las comunidades humanas y el individuo.

“…El estudio de la historia primitiva nos revela un estado de cosas en que los
hombres practican la poligamia y sus mujeres la poliandra y en que, por
consiguiente los hijos de unos y otros se consideran comunes. A su vez, ese
mismo estado de cosas pasa por toda una serie de cambios hasta que se
resuelve en la monogamia. Estas modificaciones son de tal especie, que el
círculo comprendido en la unión conyugal común, y que era muy amplio en su
origen, se estrecha poco a poco hasta que por último, ya no comprende sino la
pareja aislada que predomina hoy…

… En su origen la palabra familia no significa el ideal, mezcla de


sentimentalismo y de disensiones doméstica, del filisteo de nuestra época, al
principio, entre los romanos, ni siquiera se aplica a la pareja conyugal y a sus
hijos, sino tan solo a los esclavos. Fámulos quiere decir esclavo doméstico, y
familia es el conjunto de esclavo pertenecientes a un mismo hombre. En tiempo
de Gallo la familia, y de este patrimonio (es decir, herencia) se transmitía aun
por testamento. Esta expresión la inventaron los romanos para designar un
nuevo organismo social, cuyo jefe tenía bajo su poder a la mujer, a los hijos y a
ciertos números de esclavos, con la patria potestad romana y el derecho de
vida o muerte sobre ellos…

La familia dice Morgan es el elemento activo; nunca permanece estacionado,


sino que pasa de una forma superior a medida que la sociedad evolucionada
de un grado más bajo a otro más alto.

Los sistemas de parentesco, por el contrario, son pasivos, solo después de


largos intervalos registran los progresos hechos por la familia y no sufren una
modificación radical sino cuando se ha modificado radicalmente la familia… Al
paso de la familia sigue viviendo el sistema de parentesco se osifica; y mientras
este continúa en pie por la fuerza de la costumbre…

Recontribuyendo retrospectivamente la historia de la familia, de acuerdo con la


mayor parte de sus colegas, llega a la conclusión de que existió un estadío
primitivo en el cual imperaba en el seno de la tribu el comercio sexual
promiscuo, de modo que cada mujer pertenecía igualmente a todos los
hombres y cada hombre a todas las mujeres…

…Un animal tan inerme como la criatura que se estaba convirtiendo en hombre
pudo sobrevivir en pequeño número incluso en una situación de aislamiento, en
la que la forma de sociedad más elevada es la pareja… Más para salir de la
animalidad, para realizar el mayor progreso que conoce la naturaleza, se
precisaba un elemento más: reemplazar la carencia del poder defensivo del
hombre aislado por la unión de fuerzas y la acción común de la horda…

La tolerancia recíproca entre los machos adultos y la ausencia de celos


constituyeron la primera condición para que pudieran formarse esos grupos
externos y duraderos en cuyo seno únicamente podía operase la
transformación del animal en hombre, y un efecto, ¿Qué encontramos como
forma más antigua y primitiva de la familia, cuya existencia indudable nos

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demuestra la historia y que aún podemos estudiar hoy en algunas partes? El


matrimonio por grupos, la forma de matrimonio en que grupos enteros de
hombres y grupos enteros de mujeres pertenecían recíprocamente y que dejan
muy poco margen para ellos… Pero como las formas de matrimonios por
grupos que conocemos van acompañados por condiciones tan peculiarmente
complicadas que nos indican necesariamente la existencia de formas
anteriores más resueltas de relaciones sexuales, y con ello, ultimo termino, un
periodo de promiscuidad correspondiente al transito de la animalidad a la
humanidad…

Según Morgan, salieron de este estado primitivo de promiscuidad,


probablemente en épocas muy tempranas:

1. La familia consanguínea, la primera etapa de la familia…En esta forma de


familia, los ascendente y los descendientes, los padres y los hijos, son los
únicos que están excluidos entre sí de los derechos y los deberes (pudiéramos
decir) del matrimonio. Hermanos y hermanas, primos y primas en el primero
segundo y restantes grados, son todos ellos entre sí hermanos y hermanas, y
por eso mismo todos ellos maridos y mujeres unos de otros…

2. La familia punalúa. Si el primer progreso de la organización de la familia


consistió en excluir a los padres y los hijos del comercio sexual reciproco, el
segundo fue la exclusión de los hermanos uterinos (es decir formar parte de la
madre), al principio en casos aislados, luego, gradualmente, como regla
general…, y acabando por la prohibición del matrimonio hasta entre hermanos
colaterales es decir, según muestras actuales nombres de parentesco, las
formas carnales, primos segundos y primos terceros…

… Según las costumbres hawaiana, cierto número de hermanas carnales o


más lejanas (es decir, primas en primero, segundo y otros grados), eran
mujeres comunes de sus maridos comunes, de las cuales quedaban excluidas,
sin embargo, sus propios hermanos. Esos maridos, por su parte no se
llamaban entre sí hermanos, pues ya no tenían necesidad de hacerlo, sino
“punalúa”, es decir, compañeros íntimos… De igual modo una serie de
hermanos uterinos o más lejanos, tenían un matrimonio común cierto número
de mujeres, con exclusión de sus propios hermanos, y esas mujeres se
llamaban entre sí “punulúa”.

En la inmensa mayoría de los casos, la institución de la gens parece haber


salido directamente de la familia punulúa… La palabra latina gens que Morgan
emplea para este grupo de consanguíneos, parece como la palabra griega del
mismo significado genos, de raíz aria común gan… que significa “engendrar”.
Las palabras que en latín, genos en griego… significa de igual linaje,
descendencia. Pero gens en latín o genos en griego se emplean especialmente
para designar ese grupo que se jacta de constituir una descendencia común…
y que están unidos por ciertas instituciones sociales y religiosas, formando una
comunidad particular, cuyo origen y cuya naturaleza han estado oscuros hasta
ahora, a pesar de todo, para nuestro historiadores… Compónese de todas las
personas que por el matrimonio punulúa y según las concepciones que en él
domina necesariamente forman la descendencia reconocida de una antecesora
determinada, fundadora de la gens. Siendo incierta la paternidad en esta…

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familia, solo cuenta la filiación femenina como los hermanos no se pueden


casar con sus hermanas sino con mujeres de otro origen los hijos procreados
con estas mujeres extrañas quedan fuera de la gens, en virtud del derecho
materno. Así, pues no quedan dentro del grupo sino los descendientes de las
hijas de cada generación los de los hijos pasan a las gens de sus respectivos
padres...

… En cuanto queda prohibido el comercio sexual entre todos los hermanos y


hermanas… por la línea materna, el grupo ante dicho se transforma en una
gens, es decir, se constituye como un circulo serrado de parientes
consanguíneos por línea femenina, que no puede casarse unos con otros;
círculos que desde esos momento se consolida cada vez más por medios de
instituciones comunes, de orden social y religiosa, que lo distinguen de las otra
gens de la misma tribu.

La tendencia a impedir el matrimonio entre consanguíneos se manifiesta una y


otra vez, pero de modo espontáneo, a tientas, sin conciencia clara del fin que
se persigue…

Según Morgan, “el matrimonio entre gens no consanguíneas engendra una


raza más fuerte, tanto en el aspecto físico como en el mental; mezclándose dos
tribus avanzadas, y los nuevos cráneos y cerebros crecían naturalmente hasta
que comprendían las capacidades de ambas tribus”. Las tribus que habían
adoptado el régimen de la gens, estaban llamadas, pues, a predominar sobre
las atrasadas o arrastrarlas tras de si con su ejemplo…

3. La familia sindiásmica. En el régimen de matrimonio por grupos, o quizás


antes, formábanse ya parejas conyugales puras un tiempo mas o menos largo;
el hombre tenía una mujer principal (no puede decirse que una favorita) entre
sus numerosas esposas, y era para ella el esposo principal entre todas las
demás… Pero conforme se desarrollaba la gens e iban haciéndose mas
numerosas las clases de “hermanos” y de “hermanas”, entre quienes ahora era
imposible el matrimonio, esta unión conyugal por parejas basada en la
costumbre, debió ir consolidándose. Aún llevó las cosas más lejos el impulso
dado por la gens a las prohibiciones del matrimonio entre consanguíneos… con
esta creciente complicación de las prohibiciones del matrimonio, hiciéronse
cada vez más imposible las uniones por grupos, que fueron sustituidas por la
familia sindiásmica. En esta etapa un hombre vive con una mujer, pero de tal
suerte que la poligamia y la infidelidad ocasional sigue siendo un derecho para
los hombres, auque por causas económicas la poligamia se observa
raramente; al mismo tiempo, se exige la más estricta fidelidad a las mujeres
mientras dure la vida común, y su adulterio se castiga cruelmente. Sin embargo
el vínculo conyugal se desenvuelve con facilidad por una y otra parte, y
después como antes, los hijos solo pertenecen a la madre.

Por tanto, la evolución de la familia de los tiempos prehistóricos consiste en


una constante reducción del círculo en cuyo seno prevalece la comunidad
conyugal entre los dos sexos, círculo que en su origen abarca la tribu entera.
La exclusión progresiva, primero de los parientes cercanos, después de los
lejanos y, finalmente de las personas meramente vinculadas por alianzas, hace
imposible en la práctica todo matrimonio en general. Esto prueba cuan poco

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tiene que ver el origen de la monogamia con el amor sexual individual, en la


actual aceptación de la palabra…

…Para que la familia sindiásmica evolucione hasta llegar a una monogamia


estable fueron menester causas diversas de aquella cuya acción hemos
estudiado hasta aquí. En la familia sindiásmica el grupo había quedado ya
reducido a su última unidad, a su molécula biatómica: un hombre y una mujer…
Por tanto, si no hubiera entrado en juego nuevas fuerzas impulsivas de orden
social, no hubiese habido ninguna razón para que de la familia sindiásmica
naciera otra nueva forma de familia. Pero entornan en juego esas fuerzas
impulsivas…

…El matrimonio sindiásmico había introducido en la familia un elemento nuevo.


Junto a la verdadera madre había puesto el verdadero padre, probablemente
más auténticos que muchos, “padres” de nuestros días. Con arreglo a la
división del trabajo en la familia de entonces correspondía al hombre procurar
la alimentación y los instrumentos de trabajo necesario para ello,
consiguientemente era, por derecho, el propietario de dichos instrumentos…
Por tanto, según las costumbres de aquella sociedad el hombre era igualmente
propietario del nuevo manantial de alimentación, el ganado, y más adelante, del
nuevo instrumento de trabajo, el esclavo…

Así pues la riqueza a medida que iban aumentando, daban, por una parte al
hombre una posición más importante que la mujer en la familia y, por otra
parte, hacían que naciera en él la idea de valerse de esta ventaja para
modificar un provecho de sus hijos el orden de herencia establecido. Pero esto
no podía hacerse mientras permaneciera vigente la filiación según el derecho
materno. Esta tenía que ser abolido y lo fue.

…Bastó decir sencillamente que en lo venidero los descendientes de un


miembro masculino permanecieran en las gens, pero los de un miembro
femenino saldrían de ella, pasando a la de su padre. Así quedaron abolidos la
filiación femenina y derecha hereditario materno, sustituyéndolos la filiación
masculina y el derecho hereditario paterno…

El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota histórica del sexo
femenino en todo el mundo. El hombre empuñó también las riendas de la
casa…

...la comunidad familiar patriarcal… ha constituido el estadío de transición


entre la familia de derecho materno, fruto del matrimonio por grupos, y la
monogamia moderna…

4. La familia monogámica… se funda en el predominio del hombre, su fin


expreso es el de procrear hijos cuya paternidad sea indiscutible; y esta
paternidad indiscutible se exige por que los hijos, en calidad de herederos
directos, han de entrar un día en posesión de los vienes de su padre. La familia
monogámica se diferencia del matrimonio sindiásmico por una solidez mucho
más grande de los brazos conyugales, que ya no pueden ser disueltos por
deseo de cualquiera de las partes. Ahora sólo el hombre, como regla, puede
romper estos lazos y repudiar a su mujer…

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Tal fue el origen de la monogamia… De ninguna manera fue el fruto del amor
sexual individual con el que no tenía nada de común, siendo el cálculo, ahora
como antes, el móvil de los matrimonios. Fue la primera forma de familia que
no se basaba en condiciones naturales, sino económicas, y concretamente en
el triunfo de la propiedad privada sobre la propiedad común primitiva, originada
espontáneamente…

…el primer antagonismo de clases que apareció en la historia fue con el


desarrollo del antagonismo entre el hombre y la mujer en la monogamia; y la
primera opresión de clases fue con la del sexo femenino por el masculino. La
monogamia fue un gran progreso histórico, pero el mismo tiempo inaugura,
justamente con la esclavitud y con las riquezas provocadas, aquellas épocas
que dura hasta nuestros días y en la cual cada progreso es el mismo tiempo un
regreso relativo y el bienestar y el desarrollo de unos verificase a expensas del
dolor y de la represión de otros…

Pero, en la monogamia misma se desenvuelve una segunda contradicción.


Junto al marido, que amenaza su existencia con el heterismo, se encuentra la
mujer abandonada, y no puede existir un término de una contradicción sin que
exista el otro, como no se puede tener en la mano una manzana entera
después de haberse comido la mitad. Sin embargo, esta parece haber sido la
opinión de los hombres hasta que las mujeres le pusieran otra cosa en la
cabeza. Con la monogamia aparecieron dos figuras sociales constantes y
características, desconocidas hasta entonces: el inevitable amante de la mujer
y el marido cornudo. Los hombres habían logrado la victoria sobre las mujeres,
pero las vencidas se encargaron generalmente de coronar a los vencedores. El
adulterio, prohibido y castigado rigurosamente, pero indestructible, llegó a ser
una institución social irremediable, junto a la monogamia y al heterismo. En el
mejor de los casos, la certeza de la paternidad de los hijos se basaba ahora
como antes, en el convencimiento moral…

Así, pues, en los casos en que la familia monogámica refleja fielmente su


origen histórico y manifiesta con claridad el conflicto entre el hombre y la mujer,
originado por el demonio exclusivo del primero, tenemos un cuadro en
miniatura de las contradicciones y de los antagonismos en medio de los cuales
se mueve la sociedad, dividida en clases desde la civilización, sin poder
resolverlos ni vencerlos…

…El matrimonio se funda en la posición social de los contrayentes y, por tanto,


siempre es un matrimonio de conveniencia… y a todos los matrimonios de
convivencia les sirve el molde de la frase de Fourier: “Así como en gramática
dos negaciones equivalen a una afirmación, de igual manera en la moral
conyugal dos prostituciones equivalen a una virtud”. En las relaciones con la
mujer el amor sexual no es ni puede ser de hecho, una regla más que en las
clases oprimidas, es decir, en nuestros días en el proletariado, estén o no estén
autorizadas oficialmente esas relaciones. Pero también desaparecen en estos
casos todos los fundamentos de la monogamia clásica.

…Así faltan por completo los vienes de fortuna, para cuya conservación y
transmisión por herencia fueron instituidos precisamente la monogamia y el
dominio del hombre; y por ello aquí también falta todo motivo para establecer la

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supremacía masculina… Además… desde que la gran industria arrancado del


hogar a la mujer para arrojarla al mercado de trabajo y a la fábrica,
convirtiéndola bastante a menudo en el sostén de la casa, han quedado
desprovistos de toda base de los últimos restos de la supremacía del hombre
en el hogar proletario… así, pues, la familia de proletario ya no es monogámica
en el sentido escrito de la palabra, ni aún con el amor más apasionado y la más
absoluta fidelidad de los cónyuges y a pesar de todas las bendiciones
espirituales y temporales posibles.

Por eso, el heterismo y el adulterio, los eternos compañeros de la monogamia,


desempeñan aquí un papel casi nulo… En resumen: el matrimonio proletario es
monógamo en el sentido etimológico de la palabra, pero de ningún modo lo es
en el sentido histórico…

Por tanto, el matrimonio no se concertará con toda libertad sino cuando,


suprimiéndose la producción capitalista y las condiciones de propiedad creadas
por ella, se aparten las consideraciones económicas accesorias que aún
ejercen tan poderosa influencia sobre la elección de los esposos. Entonces el
matrimonio ya no tendrá más causa determinante que la inclinación recíproca…

… Y ahora debe hacer otra pregunta: habiendo nacido de causas económicas


la monogamia, ¿desaparecerá cuando desaparezcan esas cusas?

Podrían responderse no sin fundamento: lejos de desaparecer, más bien se


realizará plenamente a partir de ese momento. Porque con la transformación
de los medios de producción en propiedad social desaparecen el trabajo
asalariado, el proletariado, y, por consiguiente, la necesidad de de que se
prostituyan cierto número de mujeres.

… Desaparece la prostitución, y en vez de decir, la monogamia llega por fin a


ser una realidad, hasta parar los hombres.

… En cuanto los medios de producción pasen a ser propiedad común, la familia


individual dejará de ser la unidad económica de la sociedad. Lo doméstico se
convertirá en un asunto de lo social; el cuidado y la educación de los hijos,
también. La sociedad medirá con el mismo esmero a todos los hijos, sean
legítimos o naturales. Así desaparecerá el temor a “Las consecuencias”, que
es hoy el más importante monstruo social- tanto desde el punto de vista moral
como desde el punto de vista económico- que impide a una joven soltera
entregarse libremente al hombre a quien ama…

Por lo que sin duda alguna desaparecerá de la monogamia son todos los
caracteres que le han impreso las relaciones de propiedad a las cuales debe su
origen. Estos caracteres son, en primer término, preponderancia del hombre y,
luego, la indisolubilidad del matrimonio. La preponderancia del hombre en el
matrimonio es consecuencia, sencillamente, preponderancia económica, y
desaparecerá por si solo con ésta. Lo indisoluble del matrimonio es
consecuencia, en parte, de las condiciones económicas que engendra la
monogamia y, en parte, una tradición de la época en que, mal comprendida
aún, la vinculación de todas esas condiciones, económicas con la monogamia
fue exagerada por la religión…

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Si el matrimonio fundado en el amor es el única moral, solo puede ser moral el


matrimonio donde el amor persiste…”

F. Engels, “El origen de la familia, la propiedad privada y el estado”.


Editora Política. La Habana, 1975, Pág. 33-95.

“¿En qué bases descansa la familia actual, la familia burguesa? En el capital,


en el lucro privado. La familia, plenamente desarrollada, no existe más que
para la burguesía; pero encuentra su complemento en la supresión forzosa de
toda familia para el proletariado y en la prostitución pública.

La familia burguesa desaparece naturalmente al dejar de existir ese


complemento suyo, y ambos desaparecen en la desaparición del capital.

¿Nos reprocháis el querer abolir la explotación de los hijos por sus padres?
Confesamos este crimen. Pero decís que destruimos los vínculos más íntimos,
sustituyendo la educación doméstica por la ecuación social.

Y nuestra educación, ¿está también determinada por la sociedad, por las


condiciones sociales en que educáis a nuestros lujos, por la intervención
directa o indirecta de la sociedad a través de la escuela, etc.? Los comunistas
no han inventado esta ingerencia de la sociedad en la educación, no hacen
más que cambiar su carácter y arrancar la educación a la influencia de la clase
dominante.

Las declaraciones burguesas sobre la familia y la educación, sobre los dulces


lazos que unen a los padres con sus hijos, resultan más repugnantes a medida
que la gran industria destruye todo vínculo de familia, para el proletariado y
transforma a los niños en simples artículos de comercio, en simples
instrumentos de trabajo.

Pero es que nosotros, los comunistas, queréis establecer la comunidad de las


mujeres- nos grita acoro toda la burguesía.

Para el burgués, su mujer no es la cosa que un instrumento de producción. Oye


decir que los instrumentos de producción deben ser de utilización común, y,
naturalmente, no puede por menos de pensar que las mujeres correrán la
misma suerte de socialización.

No sospecha que se trate precisamente de acabar con esa situación de la


mujer como simple instrumento de producción. Nada más grotesco, por otra
parte, que el horror ultramoral que inspira a nuestros burgueses la pretendida
comunidad oficial de las mujeres que atribuyen a los comunistas. Los
comunistas no tienen necesidad de introducir la comunidad de las mujeres: casi
siempre ha existido.

Nuestros burgueses, no satisfechos con tener a su disposición las mujeres y


las hijas de sus obreros, sin hablar de la prostitución oficial, encuentran un
placer singular e seducirse mutuamente las esposas.

El matrimonio burgués es, en realidad, la comunidad de las esposas. A lo


sumo, se podía acusar a los comunistas de querer una comunidad de mujeres

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hipócritamente disimulada, por una comunidad franca y oficial. Es evidente, por


otra parte, que con la abolición de las relaciones de producción actuales
desaparecerá la comunidad de las mujeres que de ellas se deriva, es decir, la
prostitución oficial y no oficial”.

Marx C. Engels F. “Manifiesto del partido Comunista” O.E. en 2 T.


T. 1, Pág. 35-36. Editorial Progreso, Moscú.

“Con la profundidad de la acción histórica aumentará, por tanto el volumen de


la nasa cuya acción es…”

Marx C. Engels F. “La sagrada familia”. Editora Política.


La Habana, 1965. Pág. 137.

“La ley según la cual, gracias a los progresos hechos por la productividad del
trabajo social, puede ponerse en movimiento una mas cada vez mayor de
medios de producción con un desgaste cada vez menor de fuerza humana es
una ley que, dentro del régimen capitalista en que los obreros no emplean los
instrumentos de trabajo, sino que son estos los que emplean a los obreros, se
trueca en esta otra: la de cuanto mayor es la fuerza productiva del trabajo y
mayor, por tanto, la presión ejercida por el obrero sobre los instrumentos que
maneja, mas precaria es su condición de vida: la venta de la propia fuerza para
incrementar la riqueza de otro o alimentar el incremento del capital. Es decir,
que el rápido desarrollo de los medios de producción y de la productividad del
trabajo, así como de la población productiva, se trueca, capitalistamente, en lo
contrario: en que la población obrera crece siempre más rápidamente que la
necesidad de explotación del capital”.

Marx C. “El capital”. Editorial de Ciencias Sociales,


La Habana, 1986. T. 1 Pág. 588-589.

“… Si el hombre se formado por las circunstancias, será necesario formar las


circunstancias humanamente. Si el hombre es social por naturaleza,
desarrollara su verdadera naturaleza en el seno de la sociedad, y solamente
allí, razón por la cual debemos medir el poder de su naturaleza no por el poder
del individuo concreto, sino por el poder de la sociedad”.

Marx C. Engels F. “La sagrada familia”. Editora Política.


La Habana, 1985 Pág. 213.

“La burguesía suprime cada vez el fraccionamiento de los medios de


producción, de propiedad y de la población. Ha aglomerado la población,
centralizando los medios de producción y concentrando la propiedad en manos
de unos pocos. La conciencia obligada de ello ha sido la centralización política.

Las provincias independientes, ligadas entre si por lazos muy débiles con
intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes, han sido
consideradas en una sola nación, bajo un solo gobierno, una sola ley, un solo
interés nacional de clase y una sola línea aduanera”.

Marx C. Engels F. “Manifiesto del Partido Comunista”. Editorial de


Ciencias Sociales, Ciudad Habana, 1979, Pág. 28-29.
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“Las relaciones entre unas naciones y otras dependen de la extensión en que


cada una de ellas se haya desarrollado sus fuerzas productivas, la división del
trabajo y el intercambio interior…

Pero no solo las relaciones entre una nación y otra, sino también toda la
estructura interna de cada nación depende del grado de desarrollo de su
producción y de su intercambio interior y exterior…”

Marx C. Engels F. “La Ideología Alemana“. Editora Política.


La Habana. 1979. Pág. 19-20.

“… La comunidad tribal, comuna natural, no es el resultado sino la condición


previa de la apropiación (temporal) y de la utilización selectiva del suelo…

Feuerbach diluye la ciencia religiosa en la esencia humana. Pero la esencia


humana no es algo abstracto inherente a cada individuo es en su realidad, el
conjunto de las relaciones sociales…”

Marx C. “Tesis sobre Feuerbach”, Marx C., F. Engels, O.E.


en 3 T. t.1 Pág. 8,9.

“… La esencia de la personalidad humana lo constituye no su barba, ni su


sangre, ni su naturaleza física abstracta, sino su calidad social”.

Marx C. “Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de


Hegel“. Obras completas, T.1 Pág. 242.

“En algunos aspectos el hombre recuerda a la mercancía. Así como el nace sin
espejo en las manos y no como filósofo Fichteano: “Yo soy yo”, el hombre en
un comienzo no mira, como en un espejo en otro hombre. Sólo al relacionarse
con el hombre Pabel como con su semejante, el hombre Pedro comienza a
relacionarse consigo mismo como hombre. Al mismo tiempo Pabel como tal, en
su corporeidad, se convierte para él en forma de manifestación del género
“Hombre””

Marx C. “El Capital”. T.1 Marx C. Engels F. Obras completas (en


ruso) T.23, Pág. 62.

“…El individuo, en su desnudez como simple trabajador, es un producto


histórico”.

C Marx. “Fundamentos de la crítica de la economía política”.


Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1970, Pág. 362.

“La comunidad tribal, salida directamente de la naturaleza, o si se refiere a la


horda (comunidad de sangre, de lengua, de costumbres, etc.) es la primera
condición de la apropiación de las condiciones objetivas de existencia y de la
actividad reproductiva y objetiva (pudiendo esta actividad ser aquella de los
pastores, cazadores, cultivadores)…”

Marx C. “Fundamentos de la crítica de la economía


política”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana 1970, Pág. 302.

  58

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“…Lo que los individuos son depende… de las condiciones materiales de su


producción”.

Marx C. Engels F. “La Ideología Alemana”. Editora Política.


La Habana 1979. Pág. 19.

“La teoría materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y
de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de
circunstancias distintas y de una educación modificada, olvidada que son los
hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el
propio educador necesita ser educado…

La coincidencia de la modificación de las circunstancias y de la actividad


humana solo puede cambiarse y entenderse racionalmente como práctica
revolucionaria”.

Marx C. “Tesis sobre Feuerbach”. Marx C. Engels F. OE en


3T; T.1 pág. 8,9.

  59

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Capítulo 6: Las clases sociales.

“…Fue precisamente Marx el primero que descubrió la gran ley que rige el
movimiento de la historia, la ley según la cual todas las luchas históricas,
aunque se desarrollen en el terreno político, religioso, filosófico o en otro
terreno ideológico cualquiera, no son, en realidad, más que la expresión más o
menos clara de luchas entre clases sociales, y de que la existencia y, por tanto,
también los choques de estas clases están condicionados, a su vez, por el
grado de desarrollo de su situación económica, por el sistema de su producción
y de su cambio, por aquella condicionada. Esta ley que tiene para la historia la
misma importancia que la ley de la transformación de la energía para las
ciencias naturales”

F. Engels. Prólogo de F. Engels a la obra de Marx C. “El 18 Brumario


de Luis Bonaparte”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 1947.

“¿En qué se funda el sistema de necesidades: en la opinión o en la


organización de la producción? lo más frecuente es que las necesidades
nazcan directamente de la producción, de un estado de causas basado en la
producción”.

Marx C. “Miseria de la filosofía”. Editorial Ciencias Sociales.


La Habana 1979. Pág. 37.

“…Desde el principio mismo de la civilización, la producción comienza a


basarse en el antagonismo de los rangos de los estamentos, de las clases, y
por último en el antagonismo entre el trabajo acumulado y el trabajo directo. Sin
antagonismo no hay progreso. Esta es la ley a la que se le ha subordinado
hasta nuestros días la civilización. Las fuerzas productivas se han desarrollado
hasta el presente gracias a este régimen de antagonismo entre las clases.
Afirmar que los hombres pudieron dedicarse a la creación de productos de un
orden superior y a industrias mas complicadas por las necesidades de todos
los trabajadores estaban satisfechas, significaría hacer abstracciones del
antagonismo de clases y subvertir todo el desarrollo histórico”.

Marx C. “Miseria de la filosofía” Editorial Ciencias Sociales.


La Habana. 1979, Pág. 56.

“…En general, la forma del cambio de los productos corresponde a la forma de


la producción. Modifíquese esta última, y como consecuencia se modificara la
primera. Por eso, en la historia de la sociedad vemos que el modo de cambiar
los productos es regulado por el modo de producirlos. El intercambio individual
corresponde también a un modo de producción determinado, que, a su vez,
responde el antagonismo de clases. No puede, existir, pues, intercambio
individual sin antagonismos de clases”.

Marx. C. “Miseria de la filosofía” Editorial Ciencias Sociales;


La Habana 1979. Pág. 71

“Las relaciones sociales están íntimamente vinculadas a las fuerzas


productivas, los hombres cambian de modo de producción, y al cambiar el

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modo de producción, la manera de ganarse la vida, cambian todas sus


relaciones sociales. El molino movido a brazo nos da a la sociedad de los
señores feudales; el molino de vapor, la sociedad de los capitalistas
industriales. Los hombres, al establecer las relaciones sociales con arreglo al
desarrollo de su producción material, crean también los principios, las ideas y
las categorías conforme a sus relaciones sociales. Por tanto, estas ideas, estas
categorías son tan poco eternas como las relaciones a las que sirven de
expresión. Son productos históricos y transitorios.”

Marx. C. “Miseria de la filosofía” Editorial Ciencias Sociales.


La Habana 1979. Pág. 103.

“Como lo que importa ante todo es no verse privado de los frutos de la


civilización, de las fuerzas productivas adquiridas, hace falta romper las formas
tradicionales en las cuales dichas fuerzas se han producido. Desde ese
instante, la clase antes revolucionaria se hace conservadora. La burguesía
comienza con un proletario que es, a su vez, un resto del proletariado de los
tiempos feudales. En el curso de su desarrollo histórico la burguesía desarrolla
necesariamente su carácter antagónico, que al principio se encuentra más o
menos encubierto, el cual no existe sino en estado latente. A medida que se
desarrolla la burguesía, va desarrollándose en su seno un nuevo proletariado
moderno: se desarrolla una lucha entre clase proletaria y la clase burguesa,
lucha que, antes de que ambas partes la sientan, la perciban, la aprecien, la
comprendan, la reconozcan y la proclamen en alto, no se manifiesta en los
primeros momentos sino en conflictos parciales y fugases, en hechos de
carácter subversivos. Por esta parte si todos los miembros de la burguesía
moderna tienen un mismo interés por cuanto forman una sola clase frente a
otra clase, tienen intereses opuestos y antagónicos por cuanto se contraponen
los unos a los otros. Esta oposición de intereses dimana de las condiciones
económicas de su vida burguesa. Por tanto, cada día es mas evidente que las
que las relaciones de producción en la burguesía se desenvuelvan, no tienen
un carácter uniforme y simple, sino un doble carácter; que dentro de las
mismas relaciones en que se produce la riqueza, se produce también la
miseria; que dentro de las mismas relaciones en que se opera el desarrollo de
las fuerzas productivas, existente así mismo una fuerza que da origen a la
operación; que estas relaciones no crean la riqueza burguesa, es decir, la
riqueza de la clase burguesa, sino destruyendo continuamente la riqueza de los
miembros integrantes de esta clase y formando un proletariado que crece sin
cesar”:

Marx. “Miseria de la filosofía” Editorial Ciencias Sociales”.


La Habana. 1979. Pág. 116 – 117

“… Por lo que a mi se refiere, no me cabe el merito de haber descubierto la


existencia de las clases en la sociedad moderna ni la lucha entre ellas. Mucho
antes que yo, algunos historiadores burgueses habían expuesto ya el
desarrollo histórico de esta lucha de clases y algunos economistas burgueses
la anatomía económica de estas. Lo que yo he aportado de nuevo ha sido
demostrar: 1) que la existencia de las clases solo va unida a determinadas
fases históricas del desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases
conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma

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dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la abolición de todas las


clases y hacia una sociedad sin clases…”

Carta de Marx a Joseph Weydemeyer del 5 de marzo


de1852 O.E. en T-3 Editorial Progreso Moscú 1973 TI Pág. 542

“Las clases son grandes grupos de hombres que se diferencian entre si por el
lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente
determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto a los
medios de producción (relaciones en que la mayor parte las leyes reprendan y
formalicen), por el papel que desempeñan en la organización social del trabajo,
y, consiguientemente, por el modo de percibir y la proporción en que perciben
las partes de riqueza social de que disponen. Las clases son grupos humanos,
uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro por ocupar puestos
diferentes en un régimen determinado de economía social”.

Lenin, V. I. “Una gran iniciativa”. O. E. en 12 Tomos T-10. Editorial


Progreso, Moscú 1977. Pág. 11 – 12.

“Los diferentes individuos solo forman una clase en cuanto se ven obligados a
sostener una lucha común contra otras clases, pues de otro modo ellos mismos
se enfrentan unos con otros, hostilmente, en el plano de la competencia. Y, de
otra parte, la clase se sustantiva, a su vez, frente a los individuos que la
forman, de tal modo que estos se encuentran ya con sus condiciones de vida
predeterminadas, por así decirlo; se encuentran con que la clase les asignan su
posición en la vida y, con ello, la trayectoria de su desarrollo personal; Se ven
absorbidos por ella. Es el mismo fenómeno que el de la absorción de los
diferentes individuos por la división del trabajo, y para eliminarlo no hay otro
camino que el de la abolición de la propiedad privada y del trabajo mismo. Ya
hemos indicado varias veces cómo esta absorción de los individuos por la clase
se desarrolla hasta convertirse, al mismo tiempo, en una absorción por diversas
ideas, etc.”

C. Marx y F. Engels, “La Ideología Alemana”,


La Habana, 1979, Pág. 58

“Y es la gran industria la que desarrolla, de una parte, los conflictos que


transforman en una necesidad imperiosa la subversión del modo de producción
(y la eliminación de su carácter capitalista) –conflictos que estallan, no solo
entre las clases engendradas por ellas, sino también entre las fuerzas
productivas y las formas de cambios por ellas creadas- y, de otra parte, la gran
industria desarrolla también en estas gigantescas fuerzas productivas los
medios para resolver estos conflictos…”

Engels F. “Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación.


La Habana. 1979. Pág. 312-313

“… La división de la sociedad en una clase explotadora y otra explotada, una


clase dominante y otra oprimida, era una consecuencia necesaria del anterior
desarrollo insignificante de la producción. Mientras el trabajo global de la
sociedad únicamente producía muy poco más de lo estrictamente

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indispensable para cubrir las necesidades más elementales de todos, mientras,


por lo tanto, el trabajo absorbía todo el tiempo de la inmensa mayoría de los
miembros de la sociedad, esta se dividía, necesariamente, en clases. Junto a la
gran mayoría dedicada a un trabajo esclavisador, se fue formando una clase
eximida del trabajo directamente de la sociedad: La dirección de los trabajos,
los negocios públicos, la justicia, las ciencias, las artes, etc. Es pues, la ley de
la división de la sociedad en clases, Pero esto no impide que esta división en
clases se lleva a cabo por la violencia y el despojo, la astucia y el engaño; ni
que la clase dominante, una vez entronizada, se abstenga de consolidar su
poderío a costa de la clase trabajadora, convirtiendo la dirección social en una
(mayor) explotación de las masas.

Pero, si de esto resulta que la división de la sociedad en clases tiene cierta


justificación histórica, la tiene sólo dentro de un determinado límite de tiempo,
bajo determinadas condiciones sociales. Estaba basada en la insuficiencia de
la producción, y será barrida cuando se desarrollen en todo su esplendor las
modernas fuerzas productivas. En efecto, la abolición de las clases sociales
presupone un grado de desarrollo histórico tal, que la subsistencia, no ya de
esta o de aquella clase dominante concreta, sino de una clase dominante en
general, y por consiguiente la diferenciación de clases, representa un
anacronismo, presupone, por consiguiente, un nivel tan alto de desarrollo de la
producción, que la apropiación de los medios de producción y de los productos
y, por tanto, el poder político, el monopolio de la instrumentación y la
hegemonía espiritual ejercidos por una clase dominada de la sociedad, no solo
se hayan hecho superfluos, sino que demás, constituye económica, política e
intelectualmente una barrera levantada ante el progreso. Pues bien; a este
punto se ha llegado ya. Hoy la bancarrota política e intelectual de la burguesía,
es ya a penas un secreto para ella misma, y su bancarrota económica es el
fenómeno que se repite periódicamente cada diez años. En cada una de estas
crisis, la sociedad se asfixia, ahogada por la masa de sus propias masas
productivas y de sus productos, ya que no puede aprovechar, y se enfrenta,
impotente, con la absurda contradicción de que sus productores no tengan que
consumir, por falta precisamente de consumidores. La fuerza expansiva de los
medios de producción rompe las ligaduras con que las tiene sujeta el modo
capitalista de producción. Su liberación de estas ligaduras en la única premisa
de un desarrollo ininterrumpido, constantemente creciendo de las fuerzas
productivas y con ello, de un incremento, prácticamente ilimitado, de la
producción misma. Pero esto no basta. La apropiación social de los medios de
producción no solo arrolla los obstáculos artificiales que hoy se le oponen, sino
que acaba también con el derecho y la asolación de fuerzas productivas y de
productos, que acompañan en la actualidad inevitablemente a la producción y
que alcanzan su punto de apogeo en las crisis. Además; libera y pone a
disposición de la colectividad a toda una masa de medios de producción y de
productos que hoy tienen acaparados para su necio derroche de lujo las clases
dominantes y sus representantes políticos. La posibilidad de asegurar a todos
los miembros de la sociedad, por medio de la producción social, una existencia
que, además de satisfacer plenamente y cada día con mayor holgura sus
necesidades materiales, les garantice también el libre y completo desarrollo y
ejercicios de sus capacidades físicas y espirituales, esta posibilidad ha sido
alcanzada por vez primera, y solo hoy ha sido alcanzada efectivamente”.

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Engels F.”Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación. 1979.


Página: 342-344. La Habana.

“El modo capitalista de producción, al convertir más y más en proletarios a la


inmensa mayoría de la población, crea la fuerza obligada a llevar a cabo, si no
quiere perder, esa revolución. Y al impulsar cada vez más la conversión en
propiedad del Estado de los grandes medios socializados de producción, ella
misma señala el camino por el que esta revolución ha de ser realizada. El
proletariado toma en sus manos el poder del Estado y convierte, en primer
lugar, los medios de producción en propiedad del Estado. Pero con este mismo
acto se destruye así mismo como proletariado y destruye todas las diferencias
y todo antagonismo de clases, y, con ellos, el estado como tal…”

Engels F. “Anti-Duhiring”. Editorial Pueblo y Educación 1979.


Pág.341. La Habana.

“Al posesionarse la sociedad de los medios de producción, cesa la producción


de mercancía y con ella el imperio del producto sobre los productos. La
anarquía reinante en el seno de la producción social deja el puesto en una
organización social planificada y consciente. Cesa la lucha por la existencia
individual. Con ello en cierto sentido, el hombre se separa definitivamente del
reino animal, sale de las condiciones animales de existencia y entra en unas
condiciones de vida verdaderamente humanas. Las condiciones de vida que
rodean al hombre, y que hasta ahora le denominaban, pasan, a partir de este
instante bajo su dominio y su mando, y el hombre, al convertirse por primera
vez en señor consciente y efectivo de la naturaleza. Las leyes de su propia
actividad social, que hasta ahora se alzaban frente al hombre como leyes
naturales extrañas, que lo sometía a su imperio, son aplicadas ahora por él,
sometidas a su poderío. La propia organización social de los hombres que
hasta aquí se le enfrentaba impuesta por la naturaleza y la historia, es, a partir
de ahora, obra libre suya. Los poderes objetivos y extraños que hasta ahora
venían imperando en la historia, se le colocan bajo el dominio del hombre
mismo. Solo desde entonces, este comienza a trazarse su historia con plena
conciencia de lo que hace. Y, solo desde entonces, las causas sociales,
puestas en movimiento por él, comienzan a producir predominantemente y
cada vez en mayor medida los efectos apetecidos. En el salto de la humanidad
del reino de la necesidad al reino de la libertad”.

Engels F. “Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación. 1979. Pág.:


344-345

“Sociedad medieval: Pequeña producción individual. Medios de producción


adaptados al mundo individual y, por tanto, primitivos, torpes, mezquinos, de
eficacia mínima. Producción para el consumo inmediato, ya del propio
productor, ya en su señor feudal. Sólo en los casos en que queda un
remanente de productos, después de cubrir aquel consumo, se ofrece en venta
y se lanza al intercambio de este remanente; por tanto, la producción de
mercancías está en sus albores, pero encierra ya, en germen, la anarquía de la
producción social”.

Engels F. “Anti-Dühring”, Editorial Pueblo y Educación.

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La Habana.1979. Pág. 345.

“Revolución Capitalista: Transformación de la industria, iniciada por medio de la


cooperación simple y de la mano factura. Concentración de los medios de
producción, hasta entonces dispersos, en grandes talleres, con lo que se
convierten de medios de producción sociales, metamorfosis que no afecta, en
general, a la forma de intercambio. Quedan en pie las viejas formas de
aprobación. Aparece el capitalista: en su calidad de propietario de los medios
de producción se apropia también de los productos y los convierte en
mercancía. La producción se transforma en un acto social; el intercambio y, con
él la apropiación sigue siendo actos individuales, actos de personas
individuales: el producto social es apropiado por el capitalista individual.
Contradicción fundamental, de la que se derivan todas las contradicciones en
que se mueve la sociedad actual y que pone de manifiesto claramente la
industria:

A. Divorcio del productor con respecto a los medios de producción.


Condenación del obrero a ser asalariado de por vida. Antitesis de burguesía
y proletariado.

B. Relieve reciente y eficiencia acentuada de las leyes que presiden la


producción de mercancías. Competencia desenfrenada. Contradicción entre
la organización social dentro de cada fábrica y la anarquía social en toda la
producción.

C. De una parte, perfeccionamiento de la maquinaria, que la competencia


convierte en concepto imperativo para cada Fabricante y que
simultáneamente cada vez mayor cantidad de obreros: ejército industrial de
reserva. De otra parte, extensión limitada de la producción, que la
competencia impone también como norma coactiva a todos los fabricantes.
Por ambos lados, un desarrollo inaudito de las fuerzas productivas, exceso
de la oferta sobre la demanda, superproducción, abarrotamiento de los
mercados, crisis cada diez años, circulo vicioso: superabundancia, aquí de
medios de producción y de productos, y allá de obreros sin trabajo y sin
medios de vida. Pero estas dos palancas de la producción y del bienestar
social no pueden cambiarse, porque la forma capitalista de la producción
impide a las fuerzas productivas actuar y al producto circular, a no ser que
se conviertan previamente en capital, que es lo que precisamente les veda
su propia superarabundancia. La contradicción se exalta, hasta convertirse
en contrasentido: el modo de producción se rebela contra la forma de
cambio. La burguesía se muestra incapaz para seguir rigiendo sus propias
fuerzas productivas sociales.

D. Reconocimiento parcial del carácter social de las fuerzas productivas,


impuesto, a los propios capitalistas. Apropiación de los grandes organismos
de producción y de los medios de comunicación, primero por sociedades
anónimas, luego por trusts y después, por el estado.

La burguesía se rebela como una clase superflua; todas sus funciones


sociales son ejecutadas ahora por empleados a sueldo”.

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Engels F. “Anti – Dühring”. Editorial Pueblo y Educación.


La Habana.1979. Pág.: 345-347.

“Pero, del mismo modo que la manufactura, al llegar a una determinada fase
de desarrollo, chocó con el régimen feudal de producción, hoy la gran industria
choco ya con el régimen burgués de producción, que ha venido a sustituir a
aquel. Encadenada por ese orden imperante, cohibida por el estrecho marco
del modo capitalista de producción, hoy la gran industria crea, de una parte,
una proletarización cada vez mayor de las grandes masas del pueblo, y de otra
parte, una masa creciente de productos que no encuentran salida.
Superproducción y miseria de las masas -dos fenómenos, cada uno de los
cuales es, a su vez, causa del otro- he aquí la absurda contradicción en que
desemboca la gran industria y que reclama imperiosamente la liberación de las
fuerzas productivas, mediante un cambio del modo de producción.

En la historia moderna, al menos, queda demostrado, por lo tanto, que todas


las luchas políticas son luchas de clases y que todas las luchas de
emancipación de clases, pese a su inevitable forma política, pues toda lucha de
clases es una lucha política, giran, en ultimo termino, en torno a emancipación
económica por consiguiente, aquí por lo menos el Estado, el régimen político,
es el elemento subalterno, y la sociedad civil, el reino de las relaciones
económicas, el elemento decisivo. La idea tradicional, a la que también Hegel
rindió culto, veía en el Estado el elemento determinante, y en la sociedad civil
el elemento condicionado por aquel. Y las apariencias hacen creerlo así. Del
mismo modo que todos los impulsos que rigen la conducta del hombre
individual tienen que pasar por su cabeza, convirtiéndose en móviles de su
voluntad, para ser obrar todas las necesidades de la sociedad civil - cualquiera
que sea la clase que la gobierne en aquel momento - tienen que pasar por la
voluntad del estado, para cobrar vigencia general en forma de leyes. Pero este
es el aspecto formal del problema, que del suyo se comprende; lo que interesa
conocer es el contenido de esta voluntad puramente formal, sea la del individuo
o la del estado, y saber de donde proviene este contenido y por qué es eso
precisamente lo que se quiere, y no otra cosa. Si nos detenemos a indagar
esto, veremos que en la historia moderna la voluntad del estado obedece, en
general, a las necesidades variables de la sociedad civil, a la supremacía de tal
o cual clase, y, en última instancia, al desarrollo de las fuerzas productivas y de
las condiciones de intercambio. Y si aún en una época como la moderna con
sus gigantescos medios de producción y de comunicación, el estado no es un
campo independiente, con un desarrollo propio, sino que su existencia y su
desarrollo se explican en ultima instancia por las condiciones económicas de
vida de la sociedad, con tanta mayor razón tenia que ocurrir esto en todas las
épocas anteriores, en que la producción de la vida material de los hombres no
se llevan a cabo con recursos tan abundantes y en que, por tanto, las
necesidades de esta producción debía ejercer un imperio mucho mas
considerable todavía sobre los hombres. Si aún hoy, en los tiempos de la gran
industria y de los ferrocarriles, el estado no es, en general, mas que el reflejo
en forma sintética de las necesidades económicas de la clase que gobierna la
producción; mucho mas tuvo que serlo en aquella época, en que una
generación de hombres tenían que invertir una parte mayor de sus vidas en la
satisfacción de sus necesidades materiales, y, por consiguiente, dependían de
estas mucho más de lo que hoy nosotros. Las investigaciones históricas de
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épocas anteriores, cuando se detienen seriamente en este aspecto, confirman


más que sobradamente esta conclusión; aquí podemos pararnos,
naturalmente, a tratar de esto.

Si el estado y el derecho y el Derecho publico se hayan gobernado por las


relaciones económicas, también lo estarán, como lógico, el Derecho privado, ya
que este se limita en sustancia, a sancionar las relaciones económicas
existentes entre los individuos y que bajo las circunstancias dadas, son las
normales…”

Engels F. “Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica


alemana”. C. Marx y F. Engels. O.E. 3T. Editorial Progreso, Moscú. 1973. T-3.
Pág.: 388

“¿Qué es el proletariado? Es la clase social que consigue sus medios de


subsistencia exclusivamente de la venta de su trabajo y no del crédito de algún
capital; es la clase, cuya dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia
depende de la demanda del trabajo, es decir de los periodos de crisis y
prosperidad de los negocios, de las fluctuaciones de una competencia
desenfrenada. Dicho en pocas palabras, el proletariado, o la clase de los
proletarios, es la clase trabajadora del XIX.

¿Quiere decir que el proletariado no ha existido siempre? No, las clases pobres
y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en la mayoría de los casos.
Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las condiciones que
acabamos de señalar, o sea los proletarios no han existido siempre, del mismo
modo que la competencia no ha sido libre y desenfrenada.

¿Cómo apareció el proletariado? El proletariado nación a raíz de la revolución


industrial, que se produjo en Inglaterra en la segunda mitad del siglo pasado y
se repitió luego en todos los países civilizados del mundo. Dicha revolución se
debió al invento de la maquina de vapor, de las diversas maquinas de hilar del
telar mecánico y de toda una serie de otros dispositivos mecánicos. Estas
maquinas, que costaban muy caras y, por eso, solo estaban al alcance de los
grandes capitalistas transformaron completamente el antiguo modo de
producción y desplazaron a los obreros anteriores, puesto que las maquinas
producían mercancías mas baratas y mejores que las que podían hacer estos
con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. Las maquinas pusieron la
industria enteramente en manos de los grandes capitalistas y redujeron a la
nada el valor de la pequeña propiedad de los obreros (instrumentos, telares,
etc.), de modo que los capitalistas pronto se apoderaron de todo, y los obreros
de quedaron sin nada.

… Así llegamos a que, en los países civilizados, casi en todas las ramas del
trabajo se afianza la producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran
industria desplaza a la artesanía y la manufactura. Como resultado de ello, se
arruina más y más la antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos,
cambia completamente la anterior situación de los trabajadores y surgen dos
clases nuevas, que absorben paulatinamente a todas las demás, a saber:

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I.- La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países
civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios de existencia como
igualmente de las materias primas y de los instrumentos (maquinas, fábricas,
etc.) necesarios para la producción de los medios de existencia. Es la clase de
los burgueses, o sea burguesía.

II.- La clase de los completamente desposeídos, de los que en virtud de ellos


se ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin de recibir en cambio
los medios de subsistencia necesaria para vivir. Esta clase se denomina la
clase de los proletarios, o sea, proletariado.

¿Qué clase de trabajadores existían antes de la revolución industrial? La clase


trabajadora ha vivido en distintas condiciones, según las diferentes fases de
desarrollo de la sociedad, y han ocupado posiciones distintas respecto de las
clases poseedoras y dominantes. En la antigüedad, los trabajadores eran
esclavos de sus amos, como los son todavía en un gran numero de países
atrasados o incluso en la parte meridional de los Estados Unidos. En la Edad
Media eran siervos de los nobles propietarios de tierras, como lo son todavía
en Hungría, Polonia y Rusia. Además en la Edad media, hasta la revolución
industrial existían en las ciudades oficiales artesanos que trabajaban al servicio
de la pequeña burguesía y, poco a poco, en la medida del proceso de la
manufactura, comenzaron a aparecer obreros de manufactura que iban a
trabajar contratados por grandes capitalistas.

¿Qué diferencia hay entre el proletariado y el esclavo? El esclavo esta vendido


de una vez y para siempre, en cambio, el proletario tiene que venderse él
mismo cada día y cada hora. Todo esclavo individual, propiedad de un señor
determinado, tiene ya asegurada su existencia por miserable que sea, por
interés de este. En cambio el proletario individual es, valga la expresión,
propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no se compra más que
cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la existencia asegurada.
Esta existencia está asegurada únicamente a toda la clase de los proletarios. El
esclavo está fuera de la competencia. El proletario se halla sometido a ella y
siente todas sus fluctuaciones. El esclavo es considerado como una cosa, y no
miembro de la sociedad civil. El proletario se reconoce como persona, como
miembro de la sociedad civil. Por consiguiente, el esclavo puede tener una
existencia mejor que el proletario, pero este último pertenece a una etapa
superior de desarrollo de la sociedad y se encuentra a un nivel más alto que el
esclavo. Este se libera cuando de todas las relaciones de la propiedad privada
no suprime más que una, la relación de la esclavitud, gracias a lo cual sólo
entonces se convierte en proletario: en cambio, el proletario sólo puede
liberarse suprimiendo toda la propiedad privada en general.

¿Qué diferencia hay entre el proletario y el siervo? El siervo posee en


propiedad y usufructo un instrumento de producción y una porción de tierra, a
cambio de lo cual entrega una parte de su producto o cumple ciertos trabajos.
El proletario trabaja con instrumentos de producción pertenecientes a otra
persona, por cuenta de este, a cambio de una parte del producto. El siervo da,
al proletario le dan. El siervo tiene la existencia asegurada, el proletario no. El
siervo está fuera de competencia, el proletario se halla sujeto a ella. El siervo
se libera ya refugiándose en la ciudad y haciéndose artesano, ya dando a su

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amo dinero en lugar de trabajo o productos, transformándose en libre


arrendatario, ya expulsando a su señor feudal y haciéndose él ultimo
propietario. Dicho en breves palabras, se libera entrando de una manera u otra
en la clase poseedora y en la esfera de la competencia. El proletario se libera
suprimiendo la competencia, la propiedad privada todas las diferencias de
clase.

¿Qué diferencia hay entre el proletario y el obrero de manufactura? El obrero


de manufactura de los siglos XVI-XVIII poseía casi en todas partes
instrumentos de producción: su telar, su rueca para la familia y un pequeño
terreno que cultivaba en sus horas libres. El proletario no tiene nada de eso. El
obrero de manufactura vive casi siempre en el campo y se halla en relaciones
más o menos patriarcales con su señor o su patrono. El proletario suele vivir en
grandes ciudades y no le unen a su patrón más que relaciones de dinero. La
gran industria arranca al obrero de manufactura de sus condiciones
patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo entonces se
convierte en proletario”.

Engels, F. “Principios del comunismo”. C. Marx y F. Engels.


OE en 3T, T1. Editorial Progreso. Moscú.1978. Páginas 82-86.

“Es cierto que la propiedad empuja por sí misma, en su movimiento económico,


a su propia disolución, pero solo por medio de una desarrollo independiente de
ella, inconciente, contrario a su voluntad, condicionados por la naturaleza
misma de la cosa; solo en cuanto engendra el proletariado como proletariado, a
la miseria consciente de su miseria espiritual y física, consciente de su
deshumanización y, por tanto, como deshumanización que se supere así
misma. El proletariado ejecuta la sentencia que la propiedad privada pronuncia
sobre sí misma al crear el proletariado, del mismo modo que ejecuta la
sentencia que el trabajo asalariado pronuncia sobre sí mismo, al engendrar la
riqueza ajena y la miseria propia. Al vencer el proletario, no se convierte con
ello, en modo alguno, en el lado absoluto de la sociedad, pues sólo vence
destruyéndose a sí mismo y a su parte contraria.

Y, entonces, habrán desaparecido tanto el proletario como su antitesis


condicionante, la propiedad privada… por condenarse en las condiciones de
vida del proletariado todas las condiciones de vida de la sociedad actual,
agudizadas del modo más inhumano; por haberse perdido a sí mismo el
hombre en el proletario, pero adquiriéndose, a cambio de ello, no sólo la
conciencia teórica de esta pérdida, sino también, bajo la acción inmediata de
una penuria absolutamente imperiosa, —la expresión practica de la necesidad
—, que ya en modo alguno es posible esquivar o paliar, el acicate inevitable de
la sublevación contra tanta inhumanidad: por tanto esas razones, puede y debe
el proletario liberarse a sí mismo. Pero no puede liberarse a sí mismo sin abolir
sus propias condiciones de vida. Y no puede abolir sus propias condiciones de
vida sin abolir todas las inhumanas condiciones de vida de la sociedad actual,
que se resumen y compendian en su situación. No en vano el proletariado pasa
por la escuela, dura, pero forjadora de temple, del trabajo. No se trata de lo que
este o aquel proletario, o incluso el proletariado en su conjunto, pueda
representar de vez en cuando como meta. Se trata de lo que el proletario es y
de lo que está obligado históricamente a hacer, con arreglo a ese ser suyo. Su

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meta y su acción histórica se hallan clara e irrevocablemente predeterminadas


por su propia situación de vida y por toda la organización de la sociedad
burguesa actual”.

Marx. C. y F. Engels. “La sagrada familia”. Editora Política.


La Habana. 1965. Pág.: 65-67

“De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía, solo el proletariado
es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van
degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el
proletariado, en cambio es su producto más peculiar.

Los estamentos medios —el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el


artesano, el campesino—, todos ellos luchan contra la burguesía para salvar de
la ruina su existencia como tales estamentos medios.

No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Más todavía, son


reaccionarios, ya que pretenden volver atrás la rueda de la historia.

Son revolucionarios únicamente por cuanto tienen ante sí la perspectiva


revolucionaria de su transito inminente al proletariado, defendiendo así no sus
intereses presentes, sino sus intereses futuros, por cuantos abandonan sus
propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.

El lumpemproletariado, ese producto pasivo de la putrefacción de las capas


más bajas de la vieja sociedad, puede a veces ser arrastrado al movimiento
para una revolución proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones
de vida está más bien dispuesto a venderse a la reacción para servir a sus
maniobras.

Las condiciones de existencia de la vieja sociedad están ya abolidas en las


condiciones de existencia del proletariado. El proletariado no tiene propiedad;
sus relaciones con la mujer y con los hijos no tienen nada de común con las
relaciones familiares burguesas; el trabajo industrial moderno, el moderno yugo
del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Norteamérica que
en Alemania, despoja al proletariado de todo carácter nacional. Las leyes, la
moral, la religión son para él meros prejuicios burgueses, detrás de los cuales
se ocultan otros tantos intereses, detrás de los cuales se ocultan otros tantos
intereses de la burguesía.

Todas las clases que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de


consolidar la situación adquirida sometiendo a toda la sociedad a las
condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios no pueden conquistar
las fuerzas productivas sociales sino aboliendo su propio modo de apropiación
en vigor, y, por tanto, todo modo de apropiación existente hasta nuestros días.
Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo
que hasta ahora han venido garantizando y asegurando la propiedad privada
existente.

Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en
provecho de minorías. El movimiento proletario es un movimiento propio de la

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inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría. El proletariado, capa


inferior de la sociedad actual, no puede levantarse, no puede enderezarse, sin
hacer saltar toda la superestructura formada por las culpas de la sociedad
oficial.

Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la


burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado
de cada país deba acabar en primer lugar con su propia burguesía.

Al esbozar las fases más generales del desarrollo del proletariado, hemos
conseguido el curso de la guerra civil más o menos oculta que se desarrollan
en una revolución abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la
burguesía, implanta su denominación.

Todas las sociedades anteriores, como hemos visto, han descansado en el


antagonismo entre las clases opresoras y oprimidas. Mas para poder oprimir a
una clase, es preciso asegurarle unas condiciones que le permitan, por lo
menos, arrastrar su existencia de esclavitud. El siervo, en pleno régimen de
servidumbre, llegó a miembro de la comuna, lo mismo que el pequeño burgués
llegó a elevarse a la categoría de burgués bajo el yugo del absolutismo feudal.
El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la
industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida
de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más
rápidamente todavía que la población y la riqueza. Es, rápidamente, evidente
que la burguesía ya no es capaz de seguir desempeñando el papel de clase
dominante de la sociedad ni de imponer a ésta, es como ley reguladora, las
condiciones de existencia de su clase. No es capaz de dominar, porque no es
capaz de asegurar a su esclavo la existencia, ni siquiera dentro del marco de la
esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener que
mantenerle, en lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya no puede vivir
bajo su dominación; lo que equivale a decir que la existencia de la burguesía
es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad.

La condición esencial de la existencia y de la dominación de la clase burguesa


es la acumulación de la riqueza en manos de particulares, la formación y el
acrecentamiento del capital. La condición de existencia del capital es el trabajo
asalariado. El trabajo asalariado descansa exclusivamente sobre la
competencia de los obreros entre sí. El progreso de la industria, del que la
burguesía, incapaz de oponérsele, es agente involuntario, sustituye el
aislamiento de los obreros resultante de la competencia, por su unión
revolucionaria mediante la asociación. Así, el desarrollo de la gran industria
socava bajo los pies de la burguesía las bases sobre las que ésta produce y se
apropia lo producido. La burguesía produce, ante todo, sus propios
sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente
inevitables”.

Marx. C. Engels F. “Manuscrito del partido comunista” OE en


3T TI. Editorial Progreso Moscú. 1973. Pág. 120-122.

“… y la contradicción entre la personalidad del proletario individual y su


condición de vida, tal como le viene impuesta, es decir, el trabajo, se revela

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entre él mismo, sobre todo porque se ve sacrificado ya desde su infancia y


porque no tiene la menor posibilidad de llegar a obtener, dentro de su clase, las
condiciones que le coloquen en otra situación…

… los proletarios, para hacerse valer personalmente, necesitan acabar con su


propia condición de existencia anterior, que es al mismo tiempo la de toda la
anterior sociedad, con el trabajo. Se hallan también, por tanto, en
contraposición directa con la forma que los individuos han venido
considerando, hasta ahora, como sinónimo de la sociedad en su conjunto, con
el Estado, y necesitan derrocar al Estado, para imponer su personalidad...”

C. Marx y F. Ángel, “La Ideología Alemana”,


La Habana, 1979. Pág. 86

“… Los impuestos son la fuente de la vida de la burguesía, del ejército, de los


curas y de la corte; en una palabra, de todo el aparato del poder ejecutivo.
Unos gobiernos fuertes e impuestos fuertes son cosas idénticas…”

Marx C. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” Editorial de Ciencias


Sociales. La Habana 1974. Pág. 130-131

“… Pero el demócrata, como representa a la pequeña burguesía, es decir a


una clase de transición, en la que los intereses de dos clases se embotan el
uno contra el otro, cree estar por encima del antagonismo de clases. Los
demócratas reconocen que tienen en frente a una clase privilegiada pero ello,
con todo el resto de la nación que los circunda, forman el pueblo. Lo que ellos
representan es el derecho del pueblo: lo que les interesa es el interés del
pueblo. Por eso, cuando se prepara una lucha, no necesitan examinar los
intereses y las posiciones de las distintas clases. No necesitan ponderar
demasiado cautamente sus propios medios. No tienen más que dar señal para
que el pueblo, con todos sus recursos inagotables, caiga sobre los intrusos. Y
si, al poner en práctica la cosa, sus intereses resultan no interesar y su poder
ser impotencia, la culpa la tienen los sofismas corrompidos que encienden al
pueblo indivisible en varios campos enemigos, o el ejercito, de masivo
embrutecimiento y cegado para ver en los fines puros de la democracia.

Lo mejor para él o bien ha fracasado todo por un detalle de ejecución, ha


surgido una casualidad imprevista que ha malogrado la partida por esta vez. En
todo caso, el demócrata, sale de la derrota más ignominiosa tan inadecuado
como inocente entro en ella con la convicción recién adquirida de que tiene
necesariamente que vencer, no de que él mismo y su partido tienen que
abandonar la vieja posición, sino de que, por el contrario, son las condiciones
las que tienen que madurar para ponerse a tono con él”.

Marx C. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”. Editorial de Ciencias


Sociales, La Habana 1974. Pág. 50-51.

“… El burgués, y sobre todo el burgués hinchado en estadista, complementan


su vileza práctica con su superabundancia teórica. Como estadística se
convierte al igual que el poder del estado que tiene enfrente, en un ser
superior, que sólo puede combatiese de un modo superior y consagrado”.

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Marx C. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”. Editorial de Ciencias


Sociales. La Habana 1974. Pág. 84.

“…Su interés general de clase, es decir, su interés político…”

Marx C. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”. Ídem. Pág. 105.

“… En el parlamento, la nación eleva su voluntad general a ley, es decir, la ley


de la clase dominante a su voluntad general. Ante el poder ejecutivo, abdica de
toda voluntad propia y se somete a los dictados de un extraño, de la autoridad.
El poder ejecutivo, por oposición al legislativo, expresa la heteronimia de la
nación por oposición a su autonomía”.

Marx C. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte”. Editorial de Ciencias


Sociales. La Habana 1974. Pág. 122-123.

“Frente a la burguesía coaligada se había formado una coalición entre


pequeños burgueses y obreros, el llamado partido social democrático. Los
pequeños burgueses viéranse mal recompensados después de las jornadas de
junio de 1848, vieron en peligro sus intereses materiales y puestas en tela de
juicio por la contrarrevolución las garantías democráticas que habían de
salvaguardarles la efectividad de aquellos intereses. Se acercaron, por tanto, a
los obreros. De otra parte, su representación parlamentaria, la montaña, pues
la margen durante la dictadura de los republicanos burgueses, había
reconquistado la última mitad de la vida de la Constituyente su pérdida,
popularidad con la lucha contra Bonaparte y los ministros realistas. En febrero
de 1849 se festejó con banquetes la reconciliación. Se esbozó un programa
común, se crearon comités electorales comunes y se proclamaron candidatos
comunes. A las reivindicaciones sociales del proletariado se les limó la punta
revolucionaria y se les dio un grito democrático; a las exigencias demócratas de
la pequeña burguesía se les despejó de la forma meramente política y se afiló
su punta socialista. Así nació la Social democracia… El carácter peculiar de la
social democracia se resume en el hecho de exigir instituciones democrático-
republicanos como medio no para destruir a la par los dos extremos, capital y
trabajo asalariado, sino para atenuar sus antítesis y convertirlos en armonía.
Por mucho que se adorne con concepciones más o menos revolucionarias, el
contenido es siempre el mismo. Este contenido es la transformación de la
sociedad por la vía democrática, pero una transformación dentro del marco de
la pequeña burguesía. No vaya nadie a formarse la idea limitada de que la
pequeña burguesía quiere imponer por principio un interés egoísta de clase.
Ella cree, por el contrario, que las condiciones especiales de su emancipación
son las condiciones generales, fuera de las cuales no puede salvarse la
sociedad moderna y evitarse la lucha de clases. Tampoco debe creerse que los
representantes democráticos sean todos… (tenderos) o gentes que se
entusiasman con ellos. Pueden estar a un mundo de distancia de ellos, por su
cultura y su situación individual. Lo que los hace representantes de la pequeña
burguesía es el que no van más allá en cuanto a la mentalidad, de donde van
aquellos en cuanto al sistema de vida; el que, por tanto, se van teóricamente
impulsados a los mismos problemas y a las mismas soluciones a que impulsan
a aquellos prácticamente, el interés material y la situación social. Tal es en

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general, la relación que media entre los representantes políticos y literarios de


una clase y la clase por ellos representadas”.

Marx C. “El 18 Brumario de Luis Bonaparte” Editorial de Ciencias


Sociales, La Habana 1974. Pág. 46-47.

“… Toda lucha de clases es una lucha política…”

Marx C., Engels F. “Manifiesto del Partido Comunista” O.E. en 3T


TI. Editorial Progreso Moscú. 1973. Pág. 119.

“La población campesina a la que nosotros podemos dirigirnos está formada


por elementos muy diversos, que a su vez varían mucho según las diversas
regiones. En el occidente de Alemania, al igual que en Francia y en Bélgica,
predomina el pequeño cultivo de los campesinos parcelistas que son en su
mayoría propietarios y en su mayoría arrendatarios de las parcelas que
cultivan. En Noreste, Baja Sajona y SchlesWing-Holstein existen
predominantemente grandes y medianos campesinos que no pueden cultivar
sus tierras sin criados de campo y plaza e incluso sin jornaleros… otros tanto
acontece en una parte de Baviera. En la Prusia del este del Elba y en
Mecklemburgo nos encontramos con la zona de los grandes terratenientes y
del cultivo en gran escala, con criados de campo y plaza, peones y jornaleros, y
de vez en cuando pequeños y medianos campesinos, pero en una proporción
relativamente débil y en constante descanso. En el centro de Alemania, todas
estas formas de producción y de posesión aparecen mezcladas en distintas
proporciones según la localidad, sin que predomine concretamente ni una ni
otra en una gran extensión…

Por pequeño campesino entendemos aquí el propietario o arrendatario


principalmente el primero de un pedazo de tierra no mayor del que pueda
cultivar, por regla general, con su propia familia, ni menor del que pueda
sustentar a ésta. Este pequeño campesino es, por tanto, como el pequeño
artesano, un obrero que se distingue del proletario moderno por el hecho de
hallarse todavía en posesión de sus medios de trabajo; es por consiguiente, un
vestigio de un modo de producción propio de tiempos pretéritos”.

F. Engels, “El problema Campesino en Francia y Alemania”, OE


en 3 T, T III 1981, Pág.484-485.

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Capítulo 7: El problema de la enajenación.

Sobre la base de la economía política misma con sus propias palabras, hemos
demostrado que el obrero se hunde al nivel de una mercancía y se convierte en
realidad en la más miserable de las mercancías; que el envilecimiento del
obrero está en razón inversa al poderío y magnitud de su producción; que el
resultado necesario de la competencia es la acumulación del capital en unas
pocas manos y consecuentemente la restauración del monopolio en una forma
más terrible; y que, finalmente, la distinción entre el capitalista y el arrendatario
del suelo –como la que existe entre peón de campo y el obrero industrial–
desaparece y que la sociedad entera viene a dividirse en dos clases: la de los
propietarios y la de los obreros no-propietarios….

...Nosotros partimos de un hecho económico real. El obrero se hace más pobre


mientras mayor riqueza produce, mientras más aumenta su producción en
poderío y extensión. El obrero se convierte en mercancía más y más barata a
medida que crea más mercancías. El valor creciente del mundo de las cosas
determina la directa proporción de la devaluación del mundo de los hombres. El
trabajo no sólo produce mercancías: se produce a sí mismo y al obrero como
mercancías; y lo hace en la proporción en que produce las mercancías en
general.

Este hecho expresa sólo que el objeto que produce el trabajo -el producto del
trabajo- se le opone como algo alineado, como un poder independiente del
producto. El producto del trabajo es el trabajo objetivado en un objeto, que se
ha hecho material: es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo en
su objetivación. En las condiciones analizadas por la economía política esta
realización del trabajo aparece como una pérdida de realidad para los
trabajadores; la objetivación como la pérdida del objeto y servidumbre del
objeto; la apropiación como enajenación, como alienación.

A tal extremo la realización del trabajo aparece como un pérdida de la realidad


que el obrero pierde, realidad hasta el punto de morir de hambre. A tal punto la
objetivación aparece como pérdida del objeto, que el obrero es despojado de
los objetos más necesarios no sólo para su vida sino para su trabajo. En
realidad, el trabajo mismo se convierte en un objeto que solo puede mantener
con los mayores esfuerzos y con interrupciones muy irregulares. A tal punto la
apropiación del objeto aparece como enajenación que mientras más objetos
produce el obrero, menos puede poseer y más cae bajo el dominio de lo que
produce: del capital.

Todas estas consecuencias se contienen en la definición que dice que el


obrero está relacionado al producto de su trabajo como objeto alienado. Porque
sobre esta premisa está claro que mientras más se desgasta el obrero, más
poderoso se hace el mundo objetivo alienado, que él crea en frente a sí, más
pobre se hace a sí mismo –su mundo interior–, menos le pertenece como suyo.
Lo mismo pasa en la religión. Mientras más pone en Dios, menos retiene el
hombre para sí. El obrero pone su vida en el objeto; pero ahora su vida ya no le
pertenece a él, sino al objeto; de ahí que, mientras mayor es su actividad,
mayor es la falta de objetos del obrero. Cualquiera que sea el producto de su
trabajo, él no lo es. Por consiguiente, mientras mayor es un producto, menos es

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él mismo. La alienación del obrero en su producto significa no sólo que su


trabajo se convierte en objeto, existencia externa, sino que existe fuera de él,
independientemente, como algo alienado a él, y que se convierte en poder en
sí mismo al enfrentarlo, significa que la vida que ha conferido en el objeto se le
opone como algo hostil y ajeno.

Examinemos ahora más atentamente la objetivación, en la producción del


obrero; y después en el enajenamiento, pérdida del objeto, su producto.

El obrero no puede crear nada sin la naturaleza, sin el mundo exterior


sensorial. Es el material con el cual se manifiesta su trabajo, en el que es
activo, del cual y por medio del cual produce.

Pero del mismo modo que la naturaleza provee al trabajo de los medios de vida
en el sentido de que el trabajo no puede vivir sin los objetos sobre los cuales
operar, por otra parte, también provee los medios de vida en el sentido más
restringido: es decir, los medios para la subsistencia física del obrero mismo.

De este modo, mientras más se apropia el obrero del mundo exterior, de la


naturaleza sensorial, más se priva a sí mismo de los medios de la vida en un
doble aspecto: primero, el mundo sensorial externo va dejando de ser
paulatinamente un objeto que pertenece a su trabajo; de ser los medios de vida
de su trabajo. Y en segundo lugar, deja de ser paulatinamente medio de vida
en el sentido inmediato, medio para la subsistencia física del obrero.

Así, en este doble respecto el obrero se convierte en esclavo de su objeto,


primero, en que recibe un objeto de trabajo, es decir, en que recibe trabajo; y
segundo, en que recibe medios de subsistencia. Por consiguiente, le permite
existir primero, como obrero; y segundo, como sujeto físico. El extremo de esta
servidumbre es que sólo como obrero continúa manteniéndose en calidad de
sujeto físico, y que sólo es obrero en cuanto es un sujeto físico.

Las leyes de la economía política expresan de este nodo el enajenamiento del


obrero en su objeto: mientras más produce, menos tiene que consumir:
mientras más valores crea, más desposeído, menos valioso se hace; mientras
más perfecto es su producto, más imperfecto se hace el obrero; mientras más
civilizado es su objeto, más bárbaro se hace el obrero; mientras más poderoso
se hace el trabajo, más inerme se hace el obrero; mientras más ingenioso se
hace el trabajo, más torpe se hace el obrero y más esclavo de la naturaleza.

La economía política oculta el hecho de la enajenación inherente a la


naturaleza del trabajo no considerando la relación directa entre el obrero
(trabajo) y la producción. Es verdad que el trabajo produce cosas maravillosas
para los ricos; pero para los obreros produce privación. Produce palacios; mas,
para el obrero, tugurios. Produce belleza; mas, para el obrero, deformidad.
Reemplaza el trabajo por maquinaria; pero algunos obreros son arrojados a
bárbaros tipos de faenas, y los demás son convertidos en máquinas. Produce
inteligencia; mas, para el obrero, idiotez, cretinismo.

La relación directa del trabajo con su producto es la relación del obrero con los
objetos de su producción.

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La relación del hombre adinerado con los objetos de la producción y con la


producción misma es sólo una consecuencia de la primera relación, y la
confirma…

Hasta ahora hemos considerado el enajenamiento, la alienación del obrero sólo


en un aspecto, es decir, la relación del obrero con el producto de su trabajo.
Pero la enajenación se manifiesta no sólo en el resultado sino en el acto de la
producción: dentro de la actividad de producción misma. ¿Cómo podría
enfrentar el obrero el producto de su actividad como un extraño, si no fuera que
en el momento mismo de la producción se enajena de sí mismo? Después de
todo, el producto es el resumen de la actividad, de la producción. Si entonces el
producto del trabajo es la alienación, la producción misma debe ser una
alienación activa, la alienación de la actividad, la actividad de la alienación…

¿Qué es, pues, lo que constituye la alienación del trabajo?

Primero, el hecho de que el trabajo sea exterior al obrero, es decir, no


pertenece a su ser esencial, que en su trabajo -por consiguient- no se confirma
a sí mismo, no se siente feliz sino desgraciado, no desarrolla libremente su
energía física y mental sino que mortifica su cuerpo y arruina su mente. Por
tanto, el obrero solamente se siente fuera de su trabajo, y en su trabajo se
siente fuera de sí mismo, se siente libre cuando no está trabajando, y cuando
está trabajando no se siente libre. Por consiguiente su labor no es voluntaria
sino coercitiva; es una labor forzada. Por lo tanto no es la satisfacción de una
necesidad; es tan sólo un medio para satisfacer necesidades exteriores a ella.
Su carácter alienado emerge claramente en el hecho de que apenas no existe
compulsión física o de otro carácter, se huye de él (del trabajo) como de la
peste. El trabajo externo, el trabajo en el cual se enajena el hombre, es un
trabajo de autosacrificio, de mortificación. Finalmente, aparece el carácter
externo que el trabajo tiene para el obrero en el hecho de que no es suyo, sino
de otra persona, que no le pertenece, que él no se pertenece a él, a sí mismo,
sino a otro. Igual que en la religión la actividad espontánea de la imaginación
humana, del cerebro y del corazón opera independientemente del individuo -es
decir, opera en él como una actividad alienada, divina o diabólica- del mismo
modo la actividad del obrero no es una actividad espontánea. Pertenece a
otro; es la pérdida de su yo.

Resulta, por consiguiente, que el hombre (el obrero) ya no se siente libremente


activo en otra cosa que no sean sus funciones animales: comer, beber,
procrear, o lo más, en construir su habitación, buscarse el vestuario, etc.; y en
sus funciones humanas no se siente otra cosa que un animal. Lo que es animal
se hace humano y lo que es humano se hace animal.

Por cierto que el comer, beber, procrear, etc., son también genuinas funciones
humanas. Pero en la abstracción que las separa de la esfera de toda otra
actividad humana y la convierte en únicos y últimos fines, ellas son animales…

…Tenemos que deducir… un tercer aspecto del trabajo enajenado de los dos
que ya hemos considerado.

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El hombre es un ser esencial, no sólo porque en la práctica y en la teoría


adopta la especie como objeto (el suyo lo mismo que el de otras cosas), sino –
y esta es solamente otra manera de expresarlo – también porque se trata a sí
mismo como la especie real, viviente; porque se trata a sí mismo como un ser
universal y, por consiguiente, libre.

La vida de la especie, en el hombre y en los animales, consiste físicamente en


el hecho que el hombre (como animal) vive de la naturaleza inorgánica; y
mientras más se compara al hombre universal con el animal, más universal es
la esfera de la naturaleza inorgánica de la cual vive. Lo mismo que las plantas,
los animales, las piedras, el aire, la luz, etc., constituyen parte de la conciencia
humana en el reino de la teoría, en parte como objetos de las ciencias
naturales, en parte como objetos de arte –su naturaleza inorgánica, el alimento
espiritual que debe preparar primero para hacerlo gustable y dirigible – así
también en el reino de la práctica constituye una parte de la vida humana y de
la humana actividad. Físicamente el hombre sólo vive de estos productos de la
naturaleza, ya en forma de alimento, combustibles, vestidos, vivienda, ya en
cualquiera otra forma. La universalidad del hombre se manifiesta en la práctica
precisamente en la universalidad con que hace a toda la naturaleza su cuerpo
inorgánico, en cuanto la naturaleza es: 1) Su medio directo de vida. 2) El
material, el objeto, y el instrumento de su actividad vital.

La naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre: la naturaleza, esto es, en


cuanto no es ella el cuerpo humano. El hombre vive de la naturaleza: significa
que la naturaleza es su cuerpo, con la cual debe permanecer en continuo
intercambio so pena de perecer. Que la vida física y espiritual del hombre está
unida a la naturaleza significa simplemente que la naturaleza está unida a sí
misma, porque el hombre es parte de la naturaleza.

Al enajenar del hombre 1) la naturaleza, y 2) al hombre mismo, sus propias


funciones activas, su actividad vital, el trabajo enajenado enajena la esencia del
hombre. Convierte la vida de la especie en un medio de vida individual. Primero
enajena la vida de la especie y la vida individual, y después hace de la vida
individual en su forma abstracta el propósito de la vida de la especie, lo mismo
en su forma abstracta y enajenada.

Porque, en primer lugar el trabajo, la actividad vital, la vida productiva misma,


aparece ante el hombre como medio para satisfacer una necesidad: la
necesidad de mantener la existencia física. Sin embargo, la vida productiva es
la vida de la especie. Es la vida engendrando la vida. El carácter total de la
especie –su carácter específico- está contenido en el carácter de su actividad
vital; y la actividad libre, consciente es el carácter de la especie humana. La
vida misma aparece como un medio de vida.

El animal es inmediatamente idéntico con su actividad vital. No se distingue de


ella. Es su actividad vital. El hombre hace de su actividad vital el objeto de su
voluntad y de su conciencia, posee una actividad vital consciente. No es una
determinación con la cual funda directamente su individualidad. La actividad
vital consciente distingue directamente al hombre de la actividad vital animal.
Es precisamente a causa de esto que es un ser esencial. O es sólo porque es
un ser esencial que es un ser consciente, es decir, que su propia vida es un

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objeto para él. Solamente a causa de eso su actividad es libre. El trabajo


enajenado trastrueca esta relación, de modo que resulta justamente que a
causa de ser el hombre un ser consciente, es que hace de su actividad vital, de
su ser esencial, un simple medio para su existencia.

Al crear un mundo objetivo con su actividad práctica, al elaborar la naturaleza


inorgánica, el hombre prueba ser un ser esencial consciente, es decir, un ser
que trata a la especie como a su propio ser esencial, o que se trata a sí mismo
como ser esencial. Se admite que los animales también producen. Construyen
sus nidos, viviendas, como las abejas, los castores, hormigas, etc. Pero un
animal sólo produce lo que necesita de inmediato para sí o su prole. Produce
unilateralmente, en tanto que el hombre produce universalmente. Produce sólo
bajo el imperio de una necesidad física inmediata, en tanto que el hombre aun
libre de necesidades físicas y sólo produce verdaderamente en libertad a partir
de ahí. Un animal sólo se produce a sí mismo, en tanto que el hombre
reproduce el total de la naturaleza. El producto animal pertenece
inmediatamente a su ser físico, en tanto que el hombre enfrenta libremente su
producto. El animal forma cosas de acuerdo al nivel y necesidades de la
especie a que pertenece, en tanto que el hombre sabe producir de acuerdo al
nivel de todas las especies, y sabe aplicar en todas partes el nivel inherente al
objeto. Por consiguiente el hombre también forma cosas de acuerdo a las leyes
de lo bello.

Es justamente en la transformación del mundo objetivo, en consecuencia, que


el hombre realmente se demuestra como ser esencial. Esta producción es su
vida activa como especie. A través y a causa de esta producción, la naturaleza
aparece como su trabajo y su realidad. El objeto del trabajo, es por tanto, la
objetivación de la vida de la especie humana: porque se duplica a sí mismo no
tan sólo como ciencia e intelecto, sino también activamente, en la realidad, y
por consiguiente se contempla a sí mismo en un mundo que él ha creado. Por
lo tanto, al arrancar del hombre el objeto de su producción, el trabajo
enajenado arranca de él su vida esencial, la objetividad real de su especie, y
transforma la ventaja sobre los animales en la desventaja de que su cuerpo
inorgánico, su naturaleza, le es arrebatada.

En igual forma, al degradar la actividad espontánea, libre, a un simple medio, el


trabajo enajenado hace de la vida esencial de la especie humana un simple
medio para su existencia física.

El trabajo enajenado transforma entonces: El ser esencial humano, tanto la


naturaleza como el haber espiritual de su especie, en algo alienado, en un
medio para su existencia individual. Enajena del hombre su propio cuerpo, al
igual que la naturaleza exterior y su esencia espiritual, su ser humano. Una
consecuencia inmediata del hecho de que el hombre sea enajenado del
producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser esencial, es el
enajenamiento del hombre del hombre. Si un hombre es confrontado a sí
mismo, es confrontado por otro hombre. Lo que se aplica a la relación del
hombre con su trabajo, al producto de su trabajo y a sí mismo, también vale
para la relación del hombre con el otro hombre, y para el trabajo del otro
hombre y el objeto de su trabajo.

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En realidad, la proposición de que la naturaleza esencial del hombre le es


enajenada significa que un hombre enajenado de otro, al igual que cada cual lo
es de la naturaleza esencial del hombre.

El enajenamiento humano, y de hecho toda relación del hombre consigo


mismo, se realiza y se expresa primero en la relación en que un hombre está
frente a otros hombres.

De ahí que dentro de la relación del trabajo enajenado cada hombre vea al otro
de acuerdo al nivel y posición en que se encuentra él mismo como trabajador…
Si el producto del trabajo está alienado para mí, si me enfrenta como un poder
alienado, ¿a quién pertenece entonces?

A un ser distinto de mí, a otro. ¿Quién es este ser? ¿Los dioses? Con
seguridad, en los tiempos primitivos, la producción principal (por ejemplo, la
construcción de los templos, etc., Egipto, India y México) parece estar al
servicio de los dioses y el producto pertenece a los dioses. Sin embargo, nunca
fueron los dioses los señores propios del trabajo. Tampoco lo era la naturaleza.
Y qué contradicción sería si mientras el hombre con su trabajo subyuga más y
más a la naturaleza y los milagros de los dioses se hacen más y más
superfluos por los milagros de la industria, tuviera el hombre que renunciar a la
alegría de la producción y al goce del producto a favor de estos poderes.

Al ser ajeno a quien pertenece el trabajo y el producto del trabajo, en cuyo


servicio se hace el trabajo y para cuyo beneficio se asegura el producto del
trabajo, sólo puede ser el hombre mismo.

Si el producto del trabajo no pertenece al obrero, si lo enfrenta como un poder


extraño, esto sólo puede ocurrir porque pertenece a otro hombre que no es el
obrero. Si la actividad del obrero constituye un tormento para él, para otro debe
significar deleite y la alegría de su vida. Ni los dioses ni la naturaleza, sino el
hombre mismo puede ser este poder ajeno por encima del hombre.

Debemos tener presente la proposición anterior: que la relación del hombre


consigo mismo sólo se hace objetiva y real para él a través de su relación con
otro hombre. Así, si el producto de su trabajo, su trabajo objetivado es para él
un objeto extraño, hostil, poderoso, independiente de él, entonces su posición
ante éste es tal que alguien más es el dueño de este objeto, alguien extraño,
hostil, poderoso e independiente de él. Si su propia actividad no es libre,
entonces la trata como actividad realizada al servicio, bajo el dominio, la
coerción y el yugo de otro hombre.

Toda autoenajenación del hombre de sí y de la naturaleza aparece en la


relación en la cual se coloca a sí y la naturaleza ante hombres distintos y
diferenciados de él. Por esta razón la autoenajenación religiosa
necesariamente aparece en relación del lego con el sacerdote, o con el
mediador, etc., ya que aquí tratamos del mundo intelectual. En el mundo real
de la práctica, la autoenajenación sólo puede hacerse manifiesta a través de la
relación práctica real de otros hombres. El medio por el cual se realiza la
enajenación es en sí práctico. Así, por medio del trabajo enajenado el hombre
sólo engendra su relación con el objeto y con el acto de la producción en

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cuanto a fuerzas que le son extrañas y hostiles; también engendra la relación


en la que otros hombres están con su producción y con su producto, y la
relación que él mantiene con estos otros hombres. Así como engendra su
propia producción como una pérdida de su realidad, como un castigo; así como
engendra su propio producto como una pérdida, como un producto que no le
pertenece; así engendra el dominio de aquél que no produce sobre la
producción y sobre el producto. Al mismo tiempo que enajena de sí su propia
actividad, así confiere a un extraño una actividad que tampoco le pertenece…

...A través del trabajo alienado, entonces, el obrero produce la relación con su
trabajo de un hombre extraño al trabajo y que permanece fuera de él. La
relación del obrero con el trabajo engendra la relación del capitalista con él, o
como quiera que se llame el dueño del trabajo. Así, la propiedad privada, el
producto, el resultado, la consecuencia necesaria del trabajo alienado, de la
relación externa del obrero con la naturaleza y con él mismo.

Por tanto, la propiedad privada resulta del análisis del concepto de trabajo
alienado, es decir, de hombre alienado, de trabajo enajenado, de vida
enajenada, de hombre enajenado.

En verdad, hemos obtenido el concepto de trabajo alienado (o vida alienada)


como resultado del movimiento de la propiedad privada, en la economía
política. Pero al analizar este concepto resulta claro que aunque la propiedad
privada parece ser la fuente, la causa del trabajo alienado, es en realidad su
consecuencia, lo mismo que los dioses en su origen no son la causa sino el
efecto de la confusión intelectual del hombre. Esta relación se hace más tarde
recíproca.

Sólo en la culminación misma del desarrollo de la propiedad privada, vuelve a


emerger este su secreto, es decir, que por una parte es el producto del trabajo
alienado y en segundo lugar es el medio por el cual el trabajo se aliena a sí
mismo, la relación de esta alienación...

…los salarios y la propiedad privada son idénticos: allí donde el producto, el


objeto del trabajo paga por el trabajo mismo, el salario no es sino la
consecuencia necesaria del enajenamiento del trabajo, porque –después de
todo – en el salario del trabajo, el trabajo no aparece como un fin en sí, sino
como el servidor del salario…Un aumento forzado de los salarios (sin
considerar toda otra dificultad, incluso el hecho de que fuera forzado, también,
que los salarios más altos –siendo una anomalía – pudieran mantenerse) no
sería otra cosa que mejor paga para el esclavo y no conquistaría para el obrero
o para el trabajo un status humano y de dignidad.´

En realidad, aún la igualdad de salarios demandada por Proudhon sólo


transforma la relación del obrero actual con su trabajo, en la relación de todos
los hombres con el trabajo. La sociedad está concebida entonces como un
capitalista abstracto.

Los salarios son una consecuencia directa del trabajo enajenado y el trabajo
enajenado es la causa directa de la propiedad privada. La caída de un aspecto
debe significar necesariamente la caída del otro.

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De la relación del trabajo enajenado con la producción privada se sigue en


seguida que la emancipación de la sociedad de la propiedad privada, etc., de la
servidumbre, se expresa en la forma política de la emancipación de los
trabajadores; no que su sola emancipación sea la que esté en juego, sino
porque la emancipación de los trabajadores contiene la emancipación universal
del hombre: y tiene este contenido, porque todo lo que hay de servidumbre en
la humanidad está envuelto en la relación del obrero con la producción, y toda
relación de servidumbre no es sino una modificación y consecuencia de esta
relación…

…Cuando se habla de propiedad privada se piensa que se refiere a algo


exterior al hombre. Cuando se habla del trabajo nos referimos directamente al
hombre mismo. Esta nueva fórmula contiene ya la solución del problema. En
cuanto a…la naturaleza general de la propiedad privada y su relación con la
verdadera propiedad humana.

El trabajo alienado se ha resuelto para nosotros en dos elementos que se


condicionan mutuamente, o que no son sino diferentes expresiones de una
misma e idéntica relación. La apropiación aparece como enajenamiento,
alienación y la alienación aparece como apropiación, enajenamiento como
verdadero privilegio...

La relación propiedad del no trabajador con el obrero y con el trabajo aparece


ante nosotros como el producto, el resultado necesario de esta relación del
trabajo alienado. La propiedad privada, así como el material, expresión sumaria
del trabajo alienado, abarca ambas relaciones: la relación del obrero con el
trabajo, con el producto de su trabajo y con el no trabajador, y la relación del no
trabajador con el obrero y con el producto de su trabajo...

…Hay que observar, primero, que todo lo que en el obrero aparece como
actividad de alienación, de enajenamiento, aparece en el no-trabajador como
estado de alienación, de enajenación. En segundo lugar, que la actitud real,
práctica del obrero en la producción y hacia el producto (como estado de
ánimo) aparece en el no-trabajador enfrentándolo como actitud teórica. En
tercer lugar, el no-trabajador hace contra el obrero todo lo que éste no hace
contra él; pero no hace contra sí mismo lo que hace contra el obrero…

Marx, Carlos: “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”.


Editorial Pueblo y Educación, La Habana. 1975. Páginas 69-87

A primera vista, parece como si las mercancías fuesen objetos evidentes y


triviales. Pero, las, vemos, que son objetos muy intrincados, llenos de sutilezas
metafísica y de resabios teológicos. Considerada como valor de uso, la
mercancía no encierra nada de misterioso, dando lo mismo que la
contemplemos desde el punto de vista de un objeto apto para satisfacer
necesidades del hombre o que enfoquemos esta propiedad suya como
producto del trabajo humano. Es evidente que la actividad del hombre hace
cambiar a las materias naturales de forma para servirse de ellas. La forma de
la madera, por ejemplo, cambia al convertirla en una mesa. No obstante, la
mesa sigue siendo madera, sigue siendo un objeto físico vulgar y corriente.
Pero en cuanto empieza a comportarse como mercancía, la mesa se convierte

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en un objeto físicamente metafísico. No solo se incorpora sobre sus patas


encima del suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las demás
mercancías, y de su cabeza de madera empiezan a salir antojos mucho más
peregrinos y extraños que si de pronto la mesa romperse a bailar por su propio
impulso.

Como vemos, el carácter místico de la mercancía no brota de su valor de uso.


Pero tampoco brota del contenido de sus determinaciones de valor…Tan
pronto como los hombres trabajan los unos para los otros, cualquier modo que
lo hagan, su trabajo, cobra una forma social.

¿De donde procede, entonces, el carácter misterioso que presenta el producto


del trabajo, tan pronto como reviste forma de mercancía? Procede,
evidentemente, de esta misma forma. En las mercancías, la igualdad de los
trabajos humanos asume la forma material de una objetivación igual de valor
de los productos del trabajo, el grado en que se gaste la fuerza humana de
trabajo, medido por el tiempo de su duración, reviste la forma de magnitud de
valor de los productos del trabajo, y, finalmente, las relaciones entre unos y
otros productores, relaciones en que se traduce la función social de sus
trabajos, cobran la forma de una relación social entre los propios productos de
su trabajo.

El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y


simplemente, en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo
de estos como si fuese un carácter material de los propios productos de su
trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto la relación
social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad
fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de
sus productores. Este quid pro quo es lo que convierte a los productores de
trabajo en mercancía, en objetos físicamente metafísica o en objetos sociales.
Es algo así como lo que sucede con la sensación luminosa de un objeto en el
nervio visual, que parece como si no fuese una excitación subjetiva del nervio
de la vista, sino la forma material de un objeto situado fuera del ojo. Y, sin
embargo, en este caso hay realmente un objeto, la cosa exterior, que proyecta
luz sobre otro objeto, sobre el ojo. En cambio, la forma mercancía y la relación
de valor de los productos del trabajo en que esa forma cobra cuerpo, no tiene
absolutamente nada que ver con su carácter físico ni con las relaciones
materiales que de este carácter se derivan.

Lo que aquí reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantasmagórica de una
relación entre objetos materiales no es más que una relación social concreta
establecida entre los mismos hombres. Por eso, si queremos encontrar una
analogía a este fenómeno, tenemos que remontarnos a las regiones nebulosas
del mundo de la religión, donde los productos de la mente humana semejan
seres dotados de vida propia, de existencia independiente, y relacionados
entre sí y con los hombres. Así acontece en el mundo de las mercancías con
los productos de la mano del hombre. A esto es a lo que yo llamo el fetichismo
bajo el que se presentan los productos del trabajo tan pronto como se crean en
forma de mercancías y que es inseparable, por consiguiente, de este modo de
producción.

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Este carácter fetichista del mundo de las mercancías responde… al carácter


social genuino y peculiar del trabajo productor de mercancías. Si los objetos
útiles adoptan la forma de mercancías es… porque son productos de trabajo
privados independientes los unos de los otros. El conjunto de estos trabajos
privados forma el trabajo colectivo de la sociedad. Como los productores
entran en contacto social al cambiar entre si los productos de su trabajo, es
natural que el carácter especialmente social de sus trabajos privados solo
resalte dentro de este intercambio. También podríamos decir que los trabajos
privados solo funcionan como eslabones del trabajo colectivo de la sociedad
por medio de las relaciones que el cambio establece entre los productos del
trabajo y, a través de ellos, entre los productores. Por eso, ante estos, las
relaciones sociales que establecen sus trabajos privados aparecen como lo
que son; es decir, no como relaciones directamente sociales de las personas
en sus trabajos, sino como relaciones materiales entre personas y relaciones
sociales entre cosas.

Es en el acto de cambio donde los productos del trabajo cobran una


materialidad de valor socialmente igual e independiente de su múltiple y
diversa materialidad física de objetos útiles. Este desdoblamiento del producto
del trabajo en objeto útil y materialización de valor solo se presenta
prácticamente allí donde el cambio adquiere la extensión e importancia
suficiente para que se produzcan objetos útiles con vistas al cambio, donde,
por tanto, el carácter de valor de los objetos se acusa ya en el momento de ser
producido...

Por tanto, los hombres no relacionan entre sí los productos de su trabajo como
valores porque estos objetos les parezcan envolturas simplemente materiales
de un trabajo humano igual. Es al revés. Al equiparar unos con otros en el
cambio, como valores, sus diversos productos, lo que hacen es equiparar entre
sí sus diversos trabajos, como modalidad de trabajo humano. No lo saben, pero
lo hacen. Por tanto, el valor no lleva escrito en la frente lo que es... Luego,
vienen lo hombres y se esfuerzan por descifrar el sentido de estos jeroglíficos,
por descubrir el secreto de su propio producto social, pues es evidente que el
concebir los objetos útiles como valores es obra social suya…

El descubrimiento científico tardío de que los productos del trabajo,


considerado como valores, no son más que expresiones materiales del trabajo
humano invertido en su producción, es un descubrimiento que hace época en
la historia de progreso humano, pero que no disipa ni mucho menos la sombra
material que acompaña al carácter social de trabajo. Y lo que solo tiene razón
de ser en esta forma concreta de producción, en la producción de mercancía, a
saber: que el carácter específicamente social de los trabajos privados
independientes los unos de los otros reside en lo que tienen igual como
modalidades que son de trabajo humano, revistiendo la forma del carácter de
valor de los productos del trabajo, sigue siendo para los espíritus cautivos en
las redes de la producción de mercancías, aun después de hecho aquel
descubrimiento, algo tan perenne y definitivo como la tesis de que la
descomposición científica del aire en sus elementos deja intangible la forma del
aire como forma física material….

…El descubrimiento de este secreto destruye la apariencia de la determinación

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puramente casual de las magnitudes de valor de los productos del trabajo, pero
no destruye, ni mucho menos, su forma material.

La reflexión acerca de las formas de la vida humana, incluyendo por tanto el


análisis científico de esta, sigue en general un cambio opuesto al curso real de
las cosas. Comienza post festón y arranca, por tanto, de los resultados
preestablecidos del proceso histórico. …

Pero esta forma acabada del mundo de las mercancías la forma dinero lejos de
revelar el carácter social de los trabajos privados y, por tanto, las relación
sociales entre los productores privados, lo que hace es encubrirlas…

Estas formas son precisamente las que constituyen las categorías de la


economía burguesa. Son formas mentales aceptadas por la sociedad, y por
tanto objetivas, en que se expresan las condiciones de producción de este
régimen social de producción históricamente dado que es la producción de
mercancías. Por eso, todo el misticismo del mundo de las mercancías, todo el
encanto y el misterio que nimban los productos del trabajo basados en la
producción de mercancías se esfuman tan pronto como los desplazamos a
otras formas de producción…

…Para estudiar el trabajo común, es decir, directamente socializado, no


necesitamos remontarnos a la forma primitiva del trabajo colectivo que se alza
en los umbrales históricos de todos los pueblos civilizados. La industria rural y
patriarcal de una familia campesina, de esas que producen trigo, ganado,
hilados, lienzo, prendas de vestir, etc., para sus propias necesidades, nos
brinda un ejemplo mucho más al alcance de la mano…

Finalmente, imaginémonos, para variar, una asociación de hombres libres que


trabajen con medios colectivos de producción y que desplieguen sus
numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que
hacen, como una gran fuerza de trabajo social. En esta sociedad se repetirán
todas las normas que presiden el trabajo de un Róbinson, pero con carácter
social y no individual. Los productos de Róbinson eran todos productos
personales y exclusivos suyos, y por tanto objetos directamente destinados a
su uso. El producto colectivo de la asociación a que nos referimos es un
producto social. Una parte de este producto vuelve a prestar servicio bajo la
forma de medios de producción. Sigue siendo social. Otra parte es consumida
por los individuos asociados, bajo forma de medios de vida. Debe, por tanto,
ser distribuida. El carácter de esta distribución variará según el carácter
especial del propio organismo social de producción y con arreglo al nivel
histórico de los productores. Partiremos, sin embargo, aunque solo sea a título
de paralelo con el régimen de producción de mercancías, del supuesto de que
la participación asignada a cada productor en los medios de vida depende de
su tiempo de trabajo. En estas condiciones, el tiempo de trabajo representaría,
como se ve, una doble función. Su distribución con arreglo a un plan social
servirá para regular la proporción adecuada entre las diversas funciones del
trabajo y las distintas necesidades. De otra parte y simultáneamente, el tiempo
de trabajo serviría para graduar la partes, la parte individual del productor en el
trabajo colectivo y, por tanto, en la parte del producto también colectivo
destinada al consumo. Como se ve, aquí las relaciones sociales de los

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hombres con su trabajo y los productos de su trabajo son perfectamente claras


y sencillas, tanto en lo tocante a la producción como en lo que se refiere a la
distribución.
Para una sociedad de productores de mercancías, cuyo régimen social de
producción consiste en comportarse respecto a sus productos como
mercancías, es decir como valores, y en relacionar sus trabajos privados,
revestidos de esta forma material, como modalidades del mismo trabajo
humano, la forma de religión más adecuada es, indudablemente, el
cristianismo, con su culto del hombre abstracto, sobre todo en su modalidad
burguesa, bajo la forma de protestantismo, deísmo, etc. En los sistemas de
producción de la antigua Asia y de otros países de antigüedad, la
transformación del producto en mercancía, y por tanto la existencia del hombre
como productor de mercancías, desempeña un papel secundario, aunque va
cobrando un relieve cada vez más acusado a medida que aquellas
comunidades se acercan a su fase de muerte. Solo enquistados en los
intersticios del mundo antiguo, como los dioses de Epicuro o los judíos en los
poros de la sociedad polaca, nos encontramos con verdaderos pueblos
comerciales. Aquellos antiguos organismos sociales de producción son
extraordinariamente más sencillos y más claros que el mundo burguesa, pero
se basan, bien en el carácter rudimentario del hombre ideal, que aun no se ha
desprendido del cordón umbilical de su enlace natural con otros seres de la
misma especie, bien en un régimen directo de señorío y esclavitud. Están
condicionados por un bajo nivel de progreso de las fuerzas productivas del
trabajo y por la natural falta de desarrolló del hombre dentro de su proceso
material de producción de vida. Y por tanto de unos hombres con otros y frente
a la naturaleza. Esta timidez real se refleja de un modo ideal en las regiones
naturales y populares de los antiguos. El reflejo religioso del mundo real solo
podrá desaparecer para siempre cuando las condiciones de la vida diaria.
Laboriosa y activa, representen para los hombres relaciones claras y
relacionales entre sí y respecto a la naturaleza. La forma del proceso social de
vida, o lo que es lo mismo, del proceso material de producción, solo se
despojará de su halo místico cuando ese proceso sea obra de hombres
libremente socializado y puesta bajo su mando consciente y racional. Mas, para
ello, la sociedad necesitará contar con una base material o con una serie de
condiciones materiales de existencia, que son, a su vez, fruto natural de una
larga y penosa evolución.

La economía política ha analizado, indudablemente, aunque de un modo


imperfecto, el concepto del valor y su magnitud, descubriendo el contenido que
se escandía bajo esta forma. Pero no se le ha ocurrido preguntarse siquiera
por qué este contenido reviste aquella forma, es decir, por qué el trabajo toma
cuerpo en el valor y por qué la medida del trabajo según el tiempo de su
duración se traduce en la magnitud de valor del producto del trabajo. Trátase
de fórmulas que llevan estampo en la frente su estigma de fórmulas propias de
un régimen de sociedad en que es el proceso de producción el que manda
sobre el hombre, y no esté sobre el proceso de producción; pero la conciencia
burguesa de esa sociedad las considera como algo necesario por naturaleza,
lógico y evidente como el propio trabajo productivo. Por eso, para ella, las
formas pre-burguesas del organismo social de producción son algo así como lo
que para los padres de la Iglesia, v. gr., las religiones anteriores a Cristo.

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Hasta qué punto el fetichismo adherido al mundo de las mercancías, o sea la


apariencia material de las condiciones sociales del trabajo, empaña la mirada
de no pocos economistas, lo prueba entre otras cosas esa aburrida y necia
discusión acerca del papel de la naturaleza en la formación del valor de
cambio. El valor de cambio no es más que una determinada manera social de
expresar el trabajo invertido en un objeto y no puede, por tanto, contener
materia ninguna natural…

La forma mercancía es la forma más general y rudimentaria de la producción


burguesa, razón por la cual aparece en la escena histórica muy pronto, aunque
no con el carácter predominante y peculiar que hoy día tiene; por eso su
fetichismo parece relativamente fácil de analizar. Pero al asumir formas más
concretas, se busca hasta esta apariencia de sencillez. ¿De dónde provienen
las ilusiones del sistema monetario? El sistema monetario no veía en el oro y la
plata, considerados como dinero, manifestaciones de un régimen social de
producción, sino objetos naturales dotados de verdades sociales maravillosas.
Y los economistas modernos, que miran tan por encima del hombro al sistema
monetario ¿no caen también, ostensiblemente, en el vicio del fetichismo, tan
pronto como tratan del capital? ¿Acaso hace tanto tiempo que se ha
desparecido la ilusión fisiocracia de que la renta del suelo brotaba de la tierra, y
no de la sociedad? Pero no nos adelantemos y limitémonos a poner aquí un
ejemplo afrente a la propia forma de las mercancías. Si estas pudiesen hablar
dirían: es posible que nuestro valor de uso interese al hombre, pero el valor de
uso no es atributo material nuestro. Lo inherente a nosotros, como tales cosas,
es nuestro valor. Nuestras propias relaciones de mercancías lo demuestran.
Nosotros solo nos relacionamos las uñas con las otras como valores de
cambio. Oigamos ahora como habla el economista, leyendo en el alma de la
mercancía: el valor (valor cambio) es un atributo de las cosas, la riqueza (valor
de eso) es atributo del hombre; el valor, atributo de las mercancías. Un hombre
o una sociedad son ricos; una perla o un diamante son valiosos… Una perla o
un diamante encierran valor como tal perla o diamante. Hasta hoy, ningún
químico ha logrado descubrir valor de cambio en el diamante o en la perla. Sin
embargo, los descubridores económicos de esta sustancia química,
jactándose de su gran sagacidad crítica, entienden que el valor de uso de las
cosas es independiente de sus cualidades materiales y, en cambio, su valor
inherente a ellas. Y en esta opinión los confirma la peregrina circunstancia de
que el hombre realiza el valor de uso de las cosas sin cambio, en un plano de
relaciones directas con ellas, mientras que el valor solo se realiza mediante el
cambio, es decir, en un proceso social…”

C. Marx. “El Capital”. Editorial de Ciencias Sociales,


La Habana. 1980. Pág. 38- 51.

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Capítulo 8: La esfera sociopolítica.

“Una Vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido la diferente de


clase y se hayan concentrado toda la producción en manos de los individuos
asociados, el poder público perderá su carácter político. El poder, hablando
propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra”.

C. Marx y F. Engels, “Manifiesto del Partido Comunista”, O, E,


en 3t, T .I. Editorial Progreso. Moscú, 1973. Pág. 129 – 13 0

“El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los
negocios comunes de toda la clase burguesa”.

C. Marx y F. Engels, “Manifiesto del Partido Comunista”, O, E, en


3t, T .I. Progreso Moscú, 1973. Pág. 129 – 13 0.

“La idea de la dictadora del proletariado” (como empezaron a denominarla Marx


y Engels después de la Comuna de París) y así mismo una definición del
Estado, interesante en grado sumo, que se cuenta también entre las palabras
olvidadas del marxismo: “El Estado, es decir, el proletariado organizado como
clase dominante”.

Esta definición del Estado nunca ha sido explicada en las publicaciones


principales de propaganda y agitación de los partidos socialdemócratas
oficiales. Es más, se la ha dado expresamente al olvido, pues es inconciliable
por completo con el reformismo y se da de bofetada con los prejuicios
oportunistas corrientes y las ilusiones filialitas respecto al desarrollo pacífico de
la democracia.

El proletariado necesita del Estado, repita todos los oportunistas


socialchovinistas y Kautskianos, asegurando que esa es la doctrina de Marx.
Pero olvidan añadir que, primero según Marx el proletariado solo necesita de
un estado que se extinga, es decir, organizado de tal modo que comience a
extinguirse inmediatamente y no puede dejar de extinguirse, y segundo, que los
trabajadores necesitan del estado, “es decir, el proletariado organizado como
clase dominante”.

El Estado es una organización especial de la fuerza, una organización de la


violencia para reprimir a otros clases, cualquier que sea. ¿A qué clase tiene
que reprimir el proletariado? Está claro que únicamente a la clase explotadora,
es decir, a la burguesía. Los trabajadores necesitan del Estado solo para
aplastar la resistente de los explotadores. Y este aplastamiento puede dirigirlo y
efectuarlo solo el proletariado, la única clase consecuentemente revolucionaria,
la única clase capaz de unir a todos los trabajadores y explotados en la lucha
contra la burguesía, por la completo eliminación de ésta.

Las clases explotadoras necesitan de la denominación política para mantener


la explotación, es decir, en provecho egoísta de una insignificante minoría
contra la inmensa mayoría del pueblo. Las clases explotadas necesitan de la
dominación política para suprimir completamente toda explotación en provecho

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de la inmensa mayoría de pueblo contra una insignificante minoría: los


esclavistas modernos o sea los terratenientes y capitalistas.

La teoría de la lucha de clases, aplicadas por Marx al problema del estado y de


la revolución socialista, conduce a reconocer la dominación política del
proletariado, su dictadura, es decir un poder no compartido con nadie y que se
asienta de modo directo en la fuerza armada de las masas. El derrocamiento
de la burguesía solo puede realizarse mediante la transformación del
proletariado en clase dominante, capaz de sofocar la resistencia inevitable y
desesperada de la burguesía y de organizar para el nuevo régimen económico
todas las masas trabajadoras y explotadas.

El estado, es decir, el proletariado organizado como clase dominante: esta


teoría de Marx está vinculada de manera indisoluble a toda su doctrina acerca
de la misión revolucionaria del proletariado en la historia .El coronamiento de
esa misión es la dictadura proletaria, la dominación política del proletariado.

…todas las revoluciones anteriores perfeccionaron la máquina del estado pero


lo que hace falta es romperla, destruirla.

Esta conclusión es lo principal, lo fundamental en la teoría del marxismo acerca


del Estado.

Lo fundamental en la doctrina de Marx es la lucha de clases. Así se dice y se


escribe con mucha frecuencia .Pero no es exacto. De esta inexactitud dimana a
cada paso una adulteración oportunista del marxismo, su falseamiento es un
sentido aceptable para la burguesía. Porque la teoría de la lucha de clases no
fue creada por Marx, sino por la burguesía antes de Marx, y es, en términos
generales, aceptable para la burguesía .Quien reconoce solamente la lucha de
clases no es aún marxista, puede resultar que no ha rebasado todavía el marco
del pensamiento burgués y de la política burguesa. Circunscribir el marxismo a
la teoría de la lucha de clases significa limitarla, tergiversarlo, reducirlo a algo
aceptable para la burguesía. Únicamente es marxista quien hace extensivo el
reconocimiento de la dictadura del proletariado. En ello estriba la más profunda
diferencia entre un marxista y un pequeño (o un gran) burgués adocenado. En
esta piedra de toque es en la que debe concentrarse la comprensión y el
reconocimiento verdadero del marxista.

…El oportunismo no hace llegar el reconocimiento de la lucha de clases,


precisamente a lo más principal: el período de transición del capitalismo al
comunismo, al período de derrocamiento de la burguesía y de completa
destrucción de esta, en realidad, es un período ineluctable de lucha de clases,
en el cual este último adquirió en encarnizamiento y unas formas violentas sin
precedentes.

En consecuencia, el estado de este período debe ser inevitablemente un


estado democrático de manera nueva para los proletarios y los desposeídos en
general y dictatorial de manera nueva (contra la burguesía). Además, la
esencia de la teoría de Marx acerca del estado solo la asimila quien haya
comprendido que la dictadura de una frase es necesaria no solo para el
proletariado después de derrocar la burguesía sino también para todo el

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período histórico que separa el capitalismo de la ”sociedad sin clases”, del


comunismo. Las formas de los estados burgueses son extremadamente
diversas, pero su ausencia es lo misma: todos esos estados son, de una
manera u de otra, pero, en última instancia, necesariamente, una dictadura de
la burguesía. Como es natural, la transición del capitalismo al comunismo no
pude ser menos de proporcionar una ingente abundancia y diversidad de
formas políticas; más la esencia de todas ellas será, no necesariamente, una:
la dictadura de proletariado”.

Lenin V.I. “El Estado y la Revolución”. Tomo VII en O.E. en 12 tomos.


Editorial Progreso, Moscú, 1927. Pág. 20 a 33

“En el Estado toma cuerpo ante nosotros como el primer poder ideológico
sobre los hombres. La sociedad se crea un órgano para la defensa de sus
intereses comunes frente a los ataques de dentro y de afuera. Este órgano es
el poder del estado. Pero, apenas creado, este órgano se independiza de la
sociedad, tanto más se va convirtiendo en órgano de una determinada clase y
más directamente impone el dominio de esta clase. La lucha de la clase
oprimida contra la clase dominante asume forzosamente el carácter de una
lucha política, de una lucha dirigida, en primer término, contra la dominación
política de esta clase; la conciencia de la relación que guarda esta lucha
política con su base económica se oscurece y puede llagar por desaparecer
por completo. Sino ocurre así por entero por los propios beligerantes, ocurre
casi siempre entre historiadores…

Pero el Estado, una vez que se erige en poder independiente frente a la


sociedad, crea rápidamente una nueva ideología. En los políticos profesionales,
en los teóricos del derecho público y en los juristas que cultivan el derecho
privado, la conciencia de la relación de los hechos económicos desaparece
totalmente, como, en cada caso concreto, los hechos económicos tienen que
revestir la forma de motivos jurídicos para ser sancionados en forma de ley y
como para ellos hay que tomar en cuenta también, como es lógico, todo el
sistema jurídico vigente, se pretende que la forma jurídica lo sea todo, y el
contenido económico nada. El derecho público y el derecho privado se
consideran como dos campos independientes, con su desarrollo histórico
propio, campos que permiten y exigen por sí mismos una construcción
sistemática, mediante la extirpación consecuente de todas las contradicciones
internas”.

F. Engels, “L. Feuerbach y el Fin de la Filosofía Clásica Alemana”,


O.E. en 3T, t.3, Iden. Pag.390-392.

“Así pues, el estado no es de ningún modo un poder impuesto desde fuera a la


sociedad; tampoco es (la realidad de la idea mural) ni (la imagen y la realidad
de la razón), como afirma Hegel. Es más bien un producto de la sociedad
cuando llega a un grado de desarrollo determinado: es la confesión de que esa
sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y
está dividido en antagonismo irreconciliable, que es impotente para conjurar.
Pero a fin de que estos antagonismo, estas clases con intereses económicos
en pugna, no se devoren a sí mismas y no consuman a la sociedad en una
lucha estéril, se hace necesario un poder situado aparentemente por encima de

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la sociedad y llamado a amortiguar el choque, a mantenerlo en las líneas del


“orden”. Y ese poder, nacido de la sociedad, pero que se pone por encima de
ella y se divorcia de ella más y más, es el Estado.

Frente a la antigua organización gentilicia, el Estado caracteriza en primer lugar


por la agrupación de sus súbditos según divisiones territoriales, las antiguas
asociaciones gentilicias construidas y sostenida par vínculos de sangre, había
llegado a ser según lo hemos visto, insuficientes en gran parte, porque
suponían la unión de los asociados con un territorio determinado, lo cual había
dejado de suceder desde largo tiempo atrás, el territorio no se había movido,
pero los hombres sí. Se tomó como punto de partida de división territorial, y se
dejó a los ciudadanos ejercer sus derechos y sus deberes sociales donde se
hubiesen establecidos dependientemente de la gens o la tribu. Esta
organización de los súbditos del estado conforme al territorio es común a todos
los Estados….

El segundo rasgo característico es la institución de una fuerza política, que ya


no es el pueblo armado. Esta fuerza pública especial se hace necesaria porque
desde la división de la sociedad en clases es ya imposible una organización
armada, espontánea de la población…

Esta fuerza pública existe en todo estado; y no está formada solo por hombres
armados, sino también por aditamentos materiales, las cárceles y las
instituciones coercitivas de todo género que la sociedad gentilicia no conocía.
Pude ser muy poco importante, o hasta casi nula, en la sociedades donde aun
no se han desarrollado los antagonismos de las clases sociales y en territorio
lejano, como sucedió en ciertos lugares y épocas en EEUU. Pero se fortalece a
medida que los antagonismos de clases se exacerban dentro del estado y a
medida que se hacen más grandes y más poblados los estados colindantes. Y
si no, examínese nuestra época actual donde la lucha de las clases y la
rivalidad y las conquistas han hecho crear tanto las fuerzas públicas, que
amenazan con devorar la sociedad entera y aún al estado mismo.

Para sostener en pie esta fuerza pública, se necesitan contribuciones por parte
de los ciudadanos del estado: los impuestos. La sociedad gentilicia nunca tuvo
idea de ellos pero nosotros lo conocemos bastante bien. Con los progresos de
la civilización, los impuestos llegan a ser poco; el estado libra letras sobre el
triunfo contra empréstitos, contra dudas de estado. También de esto puede
hablarnos por propia experiencia, la vieja Europa.

Dueños de las fuerzas públicas y del derecho de recaudar los impuestos, los
funcionarios, los órganos de la sociedad, aparecen ahora situados por encima
de esta. El respeto que se tributa libre y voluntariamente a los órganos de la
institución gentilicia ya no les basta, incluso si pudieran ganarlo; vínculo de un
poder que se ha hecho extraño a la sociedad, necesita hacerse respetar por
medio de las leyes de excepción, merced a las cuales gozan de una aureola y
de una inviolabilidad particular. El más despreciable polizonte de estado
civilizado tiene más” autoridad” que todos los órganos del poder de la sociedad
gentilicia reunidos; por el príncipe más poderoso, el más grande hombre
público o guerrero de la civilización, puede evidenciar el más modesto jefe
gentil al respecto espontáneo y universal que se procesaba. El uno se movía

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dentro de la sociedad, el otro se ve forzado a pretender representar algo que


esta fuera y por encima de ella.

Como el estado nació de la necesidad de refrenar los antagonismos de las


clases, y como, al mismo tiempo, nació en medio del conflicto de esas clases,
es, por regla general, el estado de las clases más poderosas, de las clases
económicamente dominante, que, con ayuda de él, se convierte también en las
clases políticamente dominante, adquiriendo con ellos nuevos medios para la
represión y la explotación de las clases oprimidas. Así, el estado antiguo era,
ante todo, el estado de los esclavistas para tener sometido a los esclavos; el
estado feudal era el órgano de que se valía la nobleza para tener sujetos a los
campesinos ciervos, y el moderno estado representativo es el instrumento de
que se sirve el capital para explorar el trabajo asalariado. Sin embargo, por
excepción, hay períodos en que las clases de lucha están tan equilibradas, que
el poder del estado, como mediador aparente, adquiere cierta independencia
momentánea respecto a una y otra. En este caso se halla la monarquía
absoluta de los siglos XVII y XVIII, que mantenía la balanza entre la nobleza y
la burguesía; y en este caso estuvieron el bonapartismo del primer imperio
francés y sobre todo el del segundo, valiéndose del proletario contra la clase
media, y de esta contra aquellos, La más reciente producción de esta especie,
donde opresores y oprimidos aparecen igualmente ridículos, es el nuevo
imperio alemán de la noción bismarkiana; aquí se contrapesa al capitalista y los
trabajadores unos con otros, y se les extrae el jugo sin distinción en provecho
de los junkers prusianos de provincias, venidos a menos.

Además, en la mayor parte de los estados históricos los derechos concedidos a


los ciudadanos se fraguan con arreglo a su fortuna, y con ello se declara
expresamente que el estado es un organismo para proteger a las clases que
posee contra la desposeída. Así sucedía ya en Atenas y Roma donde la
clasificación era por la cuantía de los bienes de fortuna. Lo mismo sucede en el
estado feudal de la edad media, donde el poder político se distribuyó según la
propiedad territorial. Y así lo observamos en el seno electoral de los estados
representativos modernos. Sin embargo este reconocimiento político de la
diferencia de la fortuna no es nada especial. Por el contrario, denota un grado
inferior en el desarrollo del estado. La forma más elevada del estado, la
república democrática que en nuestras condiciones sociales modernas se va
haciendo necesidad más eludible, y que es la única forma de estado bajo la
cual puede darse la batalla última y definitiva entre el proletariado y la
burguesía, no reconoce oficialmente diferencia de fortuna. En ella la riqueza
ejerce su poder indirectamente, pero para ello de un modo más seguro. De
una parte, bajo la forma de recuperación directa de lo funcionario, de los cuales
es América un modo clásico, y, de otra parte, bajo la forma de analizar entre el
gobierno y la bolsa. Esta alianza se realiza con tanta mayor facilidad, cuanto
más carecen las deudas del estado y más van concentrando en sus manos las
sociedades por acciones, no solo el transporte, sino también la producción
misma, haciendo de la Bolsa su centro. Fuera de América, la nueva República
Francesa es un potente ejemplo de ella, y la buena vieja Suiza, también ha
hecho su aporte en este terreno. Pero para la República Democrática no es
imprescindible esa unión fraternal entre la bolsa y el gobierno, lo prueba
además de Inglaterra, el nuevo imperio alemán, donde no puede decirse a
quién ha elevado más arriba el sufragio universal, si Bismarck o Bleichroder. Y
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por último, la clase poseedora impera de un modo directo por medio del
sufragio universal. Mientras la clase oprimida -en nuestro caso el proletariado-
no está madura para libertarse ella misma, su mayoría reconoce el orden social
de hoy como el único posible, y políticamente forma la cola de la clase
capitalista, su extrema izquierda. Pero a medida que va madurando, para
emanciparse ella misma se constituye como un partido independiente, elige sus
propios representantes y no los de los capitalistas. El sufragio universal es, de
esta suerte, el índice de la madurez de la clase obrera. No puede llegar ni
llegará nunca a más en el estado actual, pero esto es bastante. El día en que el
termómetro del sufragio universal marque para los trabajadores el punto de
ebullición, ellos sabrán, lo mismo que los capitalistas qué deben hacer.

Por tanto, el Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se


la arreglan sin él, que no tuvieron la menor noción del estado, de su poder. Al
llegar a cierta fase del desarrollo económico, que estaba ligada necesariamente
a la división de la sociedad en clases, esta división hizo del estado una
necesidad. Ahora nos aproximamos con rapidez a una fase de desarrollo de la
producción en que la existencia de estas clases no solo deja de ser una
necesidad sino que se convierte positivamente en un obstáculo para la
producción. Las clases desaparecen de un modo tan inevitable como surgieron
en su día. Con la desaparición de las clases desaparecerá inevitablemente el
estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la
base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina
del estado al lugar que entonces le ha de corresponder: el museo de
antigüedades junto a la rueca y el hacha de bronce”.

Engels F. “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”.


Marx C., Engels F. Obras Escogidas en Tres Tomos. Tomo III
Editorial Progreso, Moscú 1981, p 344-348.

“Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de
clases y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos
asociados, el poder público perderá su carácter político. El poder político,
hablando propiamente es la violencia organizada de una clase para la opresión
de otra”.

C. Marx y F. Engels. “Manifiesto del Partido Comunista”,


Obras Escogidas en tres Tomos. Tomo I.
Editorial Progreso., Moscú 1973. p. 129-130.

“El gobierno del estado moderno no es más que una junta de administración de
los negocios comunes de a clase burguesa”

C. Marx y F. Engels. “Manifiesto del partido comunista”. O. E. en 3T.


Ideen. TOM 1. Pág. 113

El estado es producto y… manifiesto de la inconciliabilidad de las


contradicciones. El estado surge en el sitio, en el momento y en la medida en
que las contradicciones de clase no pueden, objetivamente conciliarse. Y
viceversa: la existencia del estado demuestra que las contradicciones de clase
son inconciliables.

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En este punto importantísimo cardinal comienza la adulteración del marxismo,


la cual sigue dos direcciones fundamentales.

De una parte los ideólogos burgueses -y sobre todo pequeñoburgueses-,


obligados por la presión de hechos históricos indiscutibles a reconocer que el
Estado existe únicamente donde hay contradicciones de clases y lucha de
clases, “corrigen” a Marx de tal manera que el estado resulta ser un órgano de
conciliación de las clases. Según Marx, el Estado no podría surgir ni
manifestarse si fuera posible la conciliación de las clases. A juicio de los
profesores y publicistas pequeño burgueses y filisteos -¡que a cada paso
invocan benévolos a Marx!- resulta que el estado es el que concilia las clases,
un órgano de opresión de una clase por otra, es la creación del “orden” que
legaliza y afianza esta opresión, amortiguando los choques entre las clases. En
opinión de los políticos pequeño burgueses, el orden es precisamente la
conciliación de las clases y no la opresión de una clase por otra. Para ellos,
amortiguar los choques significa conciliar, y no privar a las clases oprimidas de
ciertos medios y procedimientos de lucha con el fin de derrocar a los opresores.
De otra parte la adulteración “Kautskiana” del marxismo es bastante más sutil.
“Teóricamente” no se niega ni que el estado sea el órgano de dominación de
una clase, ni que las contradicciones de clase sean inconciliables. Pero se
pasa por alto o se oculta lo siguiente: si el estado es un producto de la
inconcialiabilidad de las contradicciones de clases, si es una fuerza situada por
encima de la sociedad y que se divorcian más y más de la sociedad resulta
claro que la liberación de las clases oprimidas es imposible, no solo sin una
revolución violenta, sino también sin destruir la máquina del poder estatal
creada por la clase dominante y en la que toma cuerpo dicho “divorcio”. Como
veremos más adelante, Marx llegó a esta conclusión, teóricamente clara de por
sí, con la mayor precisión, tomando como base un análisis histórico concreto
de la tareas de la revolución. Y esta conclusión es precisamente… la que
Kautsky… ha olvidado y falseado.

Engels desarrolla la noción de esa fuerza, denominada Estado, que brota de la


sociedad, pero se sitúa por encima de ella. ¿En qué consiste, principalmente,
esta fuerza?, En destacamentos especiales de hombres armados, que
disponen de cárceles, etc.

Tenemos derecho a hablar de destacamentos especiales de hombres armados,


por la fuerza pública, propia de todo estado, “no es ya” la población armada,
“su organización armada espontánea”.

El ejército permanente y la policía son los instrumentos principales de la fuerza


del poder estatal. Pero puede, acaso, ser de este modo.

Para mantener una fuerza pública especial, situada por encima de la sociedad,
son necesarios los impuestos y la deuda pública.

Las palabras de Engels sobre la “extinción” del estado gozan de tanta


celebridad, se citan tan a menudo y muestran con tanto relieve donde esta el
quid de la adulteración corriente del marxismo, por medio de la cual se le
adapta al oportunismo.

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Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que de esta exposición de Engels,


riquísima de ideas, lo único que ha pasado a ser verdadero patrimonio del
pensamiento socialista, en los partidos socialistas actuales, es la tesis de que,
según Marx, el estado “se extingue a diferencia de la doctrina anarquista de la
abolición del estado, truncar así el marxismo significa convertirlo en
oportunismo, pues con tal interpretación” solo queda en pie una noción confusa
de un cambio lento, paulatino, gradual, sin saltos, ni tormentas, sin
revoluciones. Hablar de la extinción del estado en el sentido habitual,
generalizado, de masas, si cabe de decirlo así equivale individualmente a
esfumar, si no a negar, la revolución.

Pero semejante “interpretación” es el más burdo falseamiento del marxismo un


falseamiento que solo favorece a la burguesía.

Primero: Engels dice al comienzo mismo de este pasaje que el proletariado, al


tomar el poder estatal, “destruye” con ello el estado como tal.

No es usual, parece a pesar en los que significa esto.

La corriente es desentenderse de ello en absoluto o considerarlo algo así como


una debilidad hegeliana de Engels. En realidad, estas palabras formulan de
modo conciso la experiencia de una de las más grandes revoluciones
proletarias, la experiencia de la Comuna de París de 1871… En realidad,
Engels habla aquí de la destrucción del estado de la burguesía por la
revolución proletaria, mientras que las palabras relativas a la extinción del
estado se refieren a los restos del estado proletario después de la revolución
socialista. El estado burgués no se extingue según Engels, sino que “es
destruido” por el proletariado en la revolución. El que se extingue después de
esta revolución, es el estado o semi-estado del proletariado.

Segundo: el estado es una fuerza especial de represión. Engels nos pone aquí,
esto significativa y profundísima definición con la más completa claridad. Y de
ella se deduce que esa fuerza especial de represión del proletariado por la
burguesía, de millones de trabajadores por unos puñados de ricachones, debe
sustituirse con una fuerza especial de represión de la burguesía por el
proletariado (dictadura del proletariado). En esto consiste precisamente la
destrucción del Estado como tal. En esto consiste precisamente el “acto” de la
toma de posesión de los medios de producción en nombre de la sociedad. Y es
evidente por sí que semejante sustitución de una fuerza especial (la burguesía)
con otra “fuerza especial” (proletaria) no puede ya oponerse, en modo alguno,
en forma de “extinción”.

Tercera: al hablar de la extinción y -con palabra todavía más plástica y gráfica-


del adormecimiento del estado, Engels refiere con absoluta claridad y precisión
a la época posterior a la revolución socialista. Todos sabemos que la forma
política del estado en esta época es la democracia más completa. Pero a
ninguno de los oportunistas, que tergiversan desvergonzadamente el
marxismo, se le ocurre pensar que, por consiguiente, Engels habla aquí de
“adormecimiento” y la “extinción” de la democracia.

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A primera vista, esto parece muy extraño. Pero es incomprensible únicamente


para quienes no hayan comprendido que la democracia es también un estado y
que, en consecuencia, la democracia desaparecerá así mismo cuando
desaparezca el estado. El estado burgués puede ser “destruido” por la
revolución. El estado en general, es decir, la más completa democracia, solo
puede “extinguirse”.

Cuarta: después de formar su famosa tesis, el estado se “extingue” Engels


aclara a renglón seguido, de un modo concreto, que esta tesis va dirigida tanto
contra los oportunistas como contra los anarquistas. Y Engels coloca en primer
plano la conclusión de su tesis sobre la “extinción del estado” dirigida contra los
oportunistas.

El estado popular libre era una reivindicación programática y una consiga en


boga de los socialdemócratas alemanes en los años 70. En esta consigna no
hay el menor contenido político fuera de una filistea y enfática descripción del
concepto democracia. Engels estaba dispuesto a “justificar por cierto tiempo”
esta consigna, desde el punto de vista de la agitación, por cuanto con ella se
aludía legalmente a la república democrática. Pero esta consigna era
oportunista pues expresaba no solo el embellecimiento de la democracia
burguesa, sino también la incomprensión de la crítica socialista de todo estado
en general. Somos partidarios de la república democrática como la mejor forma
de estado para el proletariado en el socialismo; pero no tenemos derecho a
olvidar que la esclavitud asalariada es el destino del pueblo, incluso en la
república burguesa más democrática. Prosigamos, todo estado es una “fuerza
especial de represión” de la clase oprimida.

Hemos dicho ya antes, y lo demostramos con mayor detalle en nuestra


exposición ulterior, que la doctrina de Marx y Engels sobre la ineluctabilidad de
la revolución violenta se refiere al estado burgués. Este no puede ser sustituido
por el estado proletario (por la dictadura del proletariado) mediante la
“extinción”, sino sólo, como regla general, mediante la revolución violenta”.

Lenin V.I. “El estado y la revolución” O. E en XII T. V Editorial


Progreso. Moscú 1977 capítulo I p. 5-20.

“… El estado moderno no es más que la organización creada por la sociedad


burguesa para defender las condiciones exteriores generales del modo
capitalista de producción contra los atentados, tanto de los obreros como de
los capitalistas aislados. El estado moderno, cualquiera que sea su forma, es
una máquina esencialmente capitalista, es el estado de los capitalistas, el
capitalista colectivo ideal. Y cuantas más fuerzas productivas se apropie, tanto
más se convertirá en capitalista colectivo real y tanto mayor cantidad de
ciudadanos explotará…

F. Engels, “Anti-Dühring”, Editorial Pueblo y educación, La Habana


Ídem. p. 339.

“… no siempre ha existido el estado. Hubo un tiempo en que el estado no


existía. Este aparece en el lugar y en la época en que surge la división de la
sociedad en clases, cuando aparecen los explotadores y los explotados.

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Hasta que surgió al primera forma de explotación del hombre por el hombre la
primera forma de división en clases –en esclavistas y esclavos-, hasta aquel
momento existió todavía la familia patriarcal, o, como a veces se le suele
llamar, el clan: tribu, cuando los hombres vivían en tribus, por familias…

Entonces no existía el estado, ni existía un aparato especial para aplicar


sistemáticamente la violencia y someter a los hombres a dicha violencia. Este
aparato es lo que se llama estado.

En la sociedad primitiva cuando los hombres vivían en pequeñas gens y se


encontraban todavía en los grados más bajos de su desarrollo, en un estado
próximo al salvajismo, en aquella época, de la que la humanidad civilizada
moderna está separada por varios milenios, no se percibían todavía los
síntomas de la existencia del estado, lo que vemos en ella es el dominio de las
costumbres, el prestigio, el respeto y el poder de que gozaban los jefes de las
gens, y vemos que en este poder era reconocido, a veces, a las mujeres –la
situación de la mujer, entonces no se parecía a la situación de opresión y falta
de derechos en que se encuentra actualmente-, pero no vemos en ninguna
parte, una categoría especial de hombres que se destaquen para gobernar a
los otros y que en interés y con fines de gobierno, posean sistemática y
permanentemente entre cierto aparato de coerción, de violencia, como son en
la actualidad, según todos sabéis, los destacamentos armados de tropas, las
cárceles y demás medios de someter la voluntad ajena a la violencia, es decir,
lo que constituye la esencia del estado.

¨… el estado se reduce precisamente a este aparato de gobierno destacado en


la sociedad humana. Cuando aparece ese grupo especial de hombres que no
se ocupan de otra cosa que de gobernar y que para hacerlo necesita un
aparato especial de coerción, de sometimiento de la voluntad ajena a la
violencia –cárceles, destacamentos especiales, ejército, etc.- es cuando
aparece el estado.

La historia demuestra que el estado, como aparato especial de coerción de los


hombres, surgió únicamente en el lugar y en la época en que apareció la
división en grupos de hombres entre los que unos podían apropiarse siempre
del trabajo de otros, donde unos explotaban a otros.

Y esta división de la sociedad en clases que se establece en la historia siempre


debe aparecer claramente ante nosotros como el factor principal. El desarrollo
de todas las sociedades humanas en el curso de milenios, en todos los países
sin excepción, nos demuestra que este desarrollo obedece a leyes generales,
es regular y consecuente, de modo que, al principio, tuvimos una sociedad sin
clases, la sociedad patriarcal primitiva, en la que no había aristócratas, luego,
la sociedad basada en la esclavitud, la sociedad esclavista. A través de estas
etapas pasó toda la Europa civilizada moderna; la esclavitud era el régimen
que dominaba plenamente hace dos mil años. A través de estas etapas pasó
también la enorme mayoría de los pueblos de los demás continentes. Entre los
pueblos menos desarrollados, los vestigios de esclavitud han quedado hasta
nuestros días, y en el África, por ejemplo, podéis encontrar, también en la
actualidad, instituciones esclavitas. Los esclavistas y los esclavos constituyen
la primera gran división de clases. Los primeros no solo poseían todos los

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medios de producción -La tierra, los instrumentos, por muy poco eficaces y
primitivos que entonces fuesen-, sino que también llamaban esclavistas, y los
que trabajaban y entregaban su trabajo a los otros se llamaban esclavos.

A este régimen siguió en la historia otros, el feudalismo. En la inmensa mayoría


de los países, la esclavitud, en el curso de su desarrollo, se convirtió en
servidumbre. La división fundamental de la sociedad era en señores
terratenientes y campesinos siervos de la gleba. Cambio la forma de relaciones
entre los hombres .Los esclavistas consideraban a los esclavos propiedad
suya, la ley consideraba este concepto y consideraba a los esclavos como
objetos de la absoluta propiedad del esclavista. Por lo que atañe al campesino
siervo, siguió a la opresión de clases, la dependencia pero, pero el señor
terrateniente no era ya considerado dueño del campesino, como de un objeto,
sino que solo tenía derecho a apropiarse de su trabajo y a obligarle a ciertas
prestaciones. De hecho como todos sabéis, el régimen de la servidumbre no
se diferenciaba en nada de la esclavitud, sobre todo en Rusia, donde se
mantuvo por más tiempo y adquirió las formas más brutales.

En la sociedad feudal, a medida que se desarrollaban el comercio y surgía el


mercado mundial, a medida que se desarrollan la circulación monetaria, surgía
una nueva clase, la clase de los capitalistas. De la mercancía, del intercambio
de mercancías, del surgimiento del poder del dinero, hacia el poder del capital
.En el curso del siglo XVIII más exactamente, desde fines del siglo XVIII y en el
curso del siglo XIX tuvieron lugar revoluciones en todos los países de Europa
Occidental…

Los dueños del capital, los dueños de la tierra, los dueños de las fábricas
constituían y constituyen en todos los países capitalistas una minoría
insignificante de población, que dispone integralmente de todo el trabajo
realizado por el pueblo y por consiguiente, tiene a sus órdenes oprimiéndola y
explotándola, a toda la masa de los trabajadores, cuya mayoría la componen
los proletariados, los obreros asalariados, quienes, en el proceso de la
producción, obtienen sus medios de subsistencia únicamente de la venta de
sus brazos, de su fuerza de trabajo. Los campesinos dispersos y aplastados ya
en la época del feudalismo, con el paso del capitalismo se transforman en su
mayoría en proletarios, y en su minoría en campesinos y componen la
burguesía del campo.

…Este aparato, este grupo de hombres que gobiernan a los demás, se apodera
siempre de cierta máquina de coerción, de una cierta fuerza física, lo mismo da
que esta violencia sobre los hombres se exprese en el garrote primitivo o en
un tipo de arma más perfecta en la época de la esclavitud, o en el arma de
fuego aparecida en lea Edad Media, o, finalmente, en las armas modernas que
en el siglo XX han llegado a ser maravillosas técnicas basadas por entero en
las últimas conquistas de la técnica moderna.

Los métodos de violencia van cambiando, pero, siempre que existe en cada
sociedad un grupo de personas que gobiernan, que mandan, que dominan y
que, para conservar el poder, tienen en sus manos una máquina de coerción
física, un aparato de violencia, las armas que corresponden al nivel técnico de
cada época. Y solo observando atentamente estos fenómenos generales, solo

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planteándonos la cuestión de porque no existía el Estado cuando no había


clases, cuando no había explotadores ni explotados, y por que surgió el Estado
al surgir las clases, solo así encontramos una respuesta concreta a la cuestión
de qué es, en esencia, el Estado y cuál es su significación.

El Estado es una máquina para mantener el dominio de una clase sobre otra.
Cuando en la sociedad no había clases, cuando los hombres, antes de la
época de esclavitud, trabajaban en la más baja productividad del trabajo,
cuando el hombre primitivo podía conseguir con dificultad los medios
indispensables para la existencia más tosca y primitiva, entonces no surgió ni
podía surgir, un grupo especial de personas destacadas ex profeso para
gobernar y que dominan al resto de la sociedad. Solo al surgir la primera
división de la sociedad en clases, cuando apareció la esclavitud, cuando cierta
clase de hombres, concentrando sus esfuerzos en las formas más toscas de
laboreo de la tierra, pudieron producir cierto sobrante que no era
absolutamente indispensable para la misérrima existencia del esclavo y que iba
a parar a manos del esclavista, cuando, de este modo, se consolidó la
existencia de esta clase de esclavistas, y para que esta se consolidase , surgió
la necesidad de que apareciese el Estado.

Y entonces apareció el Estado esclavista, el aparato que dio a los esclavistas


poder, permitiéndole gobernar a todos los esclavos.

…No es posible obligar a la mayor parte de la sociedad a que trabaje


sistemáticamente en beneficio de la otra parte, sin un aparato permanente de
coerción. Mientras no existían las clases, tampoco existía este aparato. Pero
surgieron las clases, siempre y en todas partes, paralelamente al desarrollo y
consolidación de esa división, apareció también una institución especial, el
Estado. Las formas del estado han sido sumamente variadas. En la época de la
esclavitud en los países más adelantados, más cultos y civilizados de aquel
entonces, por ejemplo, en la antigua Grecia y en Roma, basados en la
esclavitud, tenemos ya diversas formas de estado. Ya entonces surge la
diferencia entre monarquía y república, entre aristocracia y democracia. La
monarquía como poder de una sola persona, y la república como ausencia total
de un poder que no sea electivo, la aristocracia como poder de una minoría
relativamente reducida, y la democracia como poder del pueblo.

Todas estas diferencias surgieron de la época de la esclavitud .Pero a pesar de


estas diferencias, el estado de la época de la esclavitud era un estado
esclavista, cualquiera que fuese su forma, monárquica, republicana
aristocrática o republicana democrática.

…Y si se establecía la monarquía, era una monarquía esclavista, si la república


era una república esclavista .Gozaban en ellas de todos los derechos
esclavistas, mientras que los esclavos eran ante la ley unos objetos, y contra
ellos no era solo permitido ejercer cualquier violencia sino que su asesinato no
era considerado un crimen. Los republicanos esclavistas se diferenciaban por
su organización interna, había repúblicas aristocráticas y repúblicas
democráticas. En la república aristocrática participaba en las elecciones un
número reducido de privilegiados; en la democracia participaban todos -pero
siempre todos los esclavistas-, todos, menos los esclavos…

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El cambio de la forma de la forma de explotación transformó el Estado


esclavista en Estado feudal, esto tuvo una importancia enorme.

En la sociedad esclavista reinaba la falta absoluta de derechos del esclavo, al


que no se reconocía su calidad como ser humano, en la sociedad feudal
reinaba la sujeción del campesino a la tierra. El rasgo principal del régimen de
la servidumbre era que los campesinos estaban adscriptos a la tierra, a la
gleba, de ahí el concepto mismo de servidumbre de la gleba. El campesino
podía trabajar un número determinado de días para sí mismo, en la parcela que
le entregaba el terrateniente, y el resto del tiempo el campesino siervo debía
trabajar para el señor. Que daba la esencia de la sociedad de clase, la
sociedad se basaba en la explotación de clase. Solo los terratenientes eran los
que gozaban de plenos derechos, los campesinos estaban privados de ellos.
De hecho, su situación se diferenciaba muy poco de la de los esclavos en el
Estado esclavista. Sin embargo para la liberación de los campesinos se abría
un camino más amplio pues que el siervo de la gleba no era considerado como
propiedad directa del terrateniente. El campesino podía emplear parte de su
tiempo en su parcela, podía, pertenecerse en cierto grado así mismo, y al
ampliarse la posibilidad de desarrollo del intercambio, de las relaciones
comerciales, el régimen de la servidumbre iba descomponiéndose y
paralelamente iba ensanchándose el círculo de la liberación del campesinado.
La sociedad feudal siempre fue más compleja que la esclavista. En la primera
existía un importante elemento de desarrollo del comercio y de la industria, lo
que ya conducía al capitalismo. En la Edad Media el régimen de la servidumbre
era el régimen predominante. Y también aquí las formas de estado eran muy
variadas, también aquí tenemos la monarquía y la república, aunque esta
última era mucho menos acusada, pero solo los terratenientes feudales eran
siempre reconocidos como dominadores. Los campesinos siervos estaban
absolutamente privados de todo derecho político”.

Lenin, V.I. “Acerca del estado”. O.E en 3T, T.3, Editorial


Progreso. Moscú. 1961. Páginas 261-268.

“La sociedad hasta el presente se movía entre los antagonistas de clases, ha


necesitado del Estado, o sea de una organización de la correspondiente clase
explotadora para mantener las condiciones exteriores de producción, y, por
tanto, particularmente para mantener por la fuerza a las clases explotadas en
las condiciones de opresión, determinadas por el modo de producción
existente. El estado era el representante oficial de toda la sociedad, su síntesis
en un cuerpo social visible, pero lo era solo como Estado de la clase que en su
época representativa a toda la sociedad. Cuando el estado se convierta en
representante efectivo de toda la sociedad, será por sí mismo superfluo.

Cuando ya no existía ninguna clase social a la que haya que mantener en la


opresión, cuando desaparezcan junto con la dominación de clase, junto con la
lucha por la existencia individual, engendrada por la actual anarquía de la
producción, los choques y los excesos resultantes de esta lucha, no habrá
nada que reprimir ni hará falta, por tanto, esa fuerza especial de represión, el
Estado. El primer acto en que el Estado se manifiesta como representante de
toda la sociedad la toma de posesión de los medios de producción en nombre
de la sociedad. La toma de posesión de los medios de producción en nombre

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de la sociedad, es a la par su último acto independiente como Estado. La


intervención de la autoridad del Estado en las relaciones sociales se hará
superflua en un campo tras otro de la vida social y se adormecerá por sí
misma .El gobierno sobre las personas es sustituido por la administración de
las cosas por la dirección de los procesos de producción. El Estado no será
abolido, se extingue .Esto debe servir de punto de partida para juzgar el valor
de esa frase sobre Estado popular libre, en lo que toca a su justificación
provisional como consigna de agitación y en lo que se refiere a su falta de
fundamento científico. Exactamente, debe servir de punto de partida para
juzgar el valor de la exigencia de los llamados anarquistas de que el Estado
sea abolido de la noche a la mañana”

F. Engels. “Anti-Dühring”. Edit. Pueblo y Educ.


La Habana. 1979. Págs. 341-347.

“La idea de que todos los hombres , por el mero hecho de serlos, tienen algo
en común, que los hace ser, hasta donde alcanza ese algo común, igual es
naturalmente antiquísima .Pero el postulado moderno de la igualdad difiere
radicalmente de esa idea y consiste, más bien, en derivar de esa propiedad
común a todos los hombres, de esa igualdad de los hombres como tales
hombres, el principio de la igualdad política o social de todos los seres
humanos, o al menos de todos los ciudadanos de un Estado o de todos los
miembros de una sociedad. Hubo de pensar y pasaron en efecto, miles de
años, antes de que aquella idea primitiva de la igualdad relativa pudiese seguir,
como un corolario suyo, la idea de la igualdad dentro de la sociedad y del
Estado, antes de que esta deducción se impusiese como algo evidente y
natural. En las más antiguas comunidades primitivas, solo podía hablarse de
igualdad, o a lo sumo, entre los miembros de la misma comunidad, las mujeres,
los esclavos, los forasteros quedaban totalmente excluidos de esa igualdad, en
Grecia y en Roma, las desigualdades entre los hombres tenía mucha más
fuerza que cualquier género de igualdad. Y si alguien le hubiese ocurrido decir
por entonces que los griegos y los bárbaros, los hombres libres y los esclavos,
los ciudadanos del Estado y los extranjeros escogidos a su protección, los
romanos y los súbditos de Roma eran creadores al mismo trato político,
necesariamente había pasado por loco a los ojos de los antiguos. Bajo el
Imperio romano, estas diferencias fueron dividiéndose poco a poco, a
excepción de aquella de los esclavos y de los hombres libres surgió al menos
entre los hombres libres aquel sistema de igualdad entre personas privadas
sobre cuya base se desarrolló el derecho romano, la más perfecta expresión
que se conoce de un derecho cimentado en la institución de la propiedad
privada. Pero, mientras subsistiese la contradicción entre libres y esclavos, no
se podía hablar de los derechos jurídicos derivados de la igualdad de todos los
hombres hasta hace poco…

El cristianismo solo reconocía una igualdad entre los hombres, la del pecado
original, igualdad que cuadraba perfectamente a su carácter de religión de
esclavos y oprimidos. Al lado de esta admitía a lo sumo la igualdad de los
elegidos, pero solo en sus comienzos hizo hincapié en ella. Las huellas de
comunidad de bienes con que nos encontramos igualmente en los primeros
tiempos de la nueva religión tenía su mente en los primeros tiempos de la
nueva religión, tiene su origen más bien en la solidaridad de los proscriptos,

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que es una verdadera idea de la igualdad. Pero muy pronto, la comprobación


de las diferencias entre sacerdotes y lego vino a poner fin a este rudimento de
igualdad cristiana. La invasión del occidente de Europa por los germanos barrió
por siglos toda la idea de igualdad, levantando poco a poco una jerarquía social
y política de una complicación ignorada hasta entonces, pero a la par la
invasión germana arrastró el movimiento histórico por todos los países del
occidente y centro de Europa, creó por vez primera un área compacta de
cultura y sobre ello erigió, un sistema de estados predominantemente
nacionales, que se influyan unos a los otros y se contrarrestaban mutuamente
De este modo, se preparó el único terreno sobre el cual, andando el tiempo,
había de poder hablarse de la igualdad humana y de los derechos del hombre.

Además en el seno de la Edad Media feudal se gestó la clase llamada a


levantar en el curso de su desarrollo posterior el moderno postulado de la
igualdad, la burguesía, la cual había comenzado siendo un estamento feudal,
imprimió un grado relativamente alto de desarrollo a la industria, perfectamente
artesana, y al intercambio producto de la sociedad feudal cuando, a fines del
siglo XV, los grandes descubrimientos marinos abrieron ante ella un campo
mucho mas amplio. El comercio extraeuropeo, que hasta entonces solo se
conocía entre Italia y los puertos de Levante, hácese extensivo ahora a
América y a la India, y pronto sobrepujaba en importancia al intercambio de
unos países europeos con otros y al trafico interior de cada país. La plata y el
oro americanos anegaron a Europa y penetraron, en todos los poros y grietas
de la sociedad feudal. La producción artesana no basta ya para cubrir las
necesidades, en la industria más importante de los países adelantados, hubo
que ceder el puesto a la manufactura.

Sin embargo, a esta gigantesca revolución en las condiciones económicas de


la vida de la sociedad no siguió de cerca ni mucho menos, el cambio adecuado
de su estructura política. El régimen del estado seguía siendo feudal, mientras
la sociedad se iba tornando cada vez más burguesa. El comercio en gran
escala, y por tanto, principalmente, el comercio internacional, y mucho más
todavía el mundial, requiere propietarios de mercancías, desembarazados y sin
obstáculos algunos en sus movimientos, que pueden celebrar todos ellos
transacciones acogiéndose a un derecho igual para todos, a lo menos dentro
de la localidad. El tránsito de artesanado a la manufactura presupone la
existencia de un cierto número de obreros libres -libres, de una parte, de las
trabas gremiales, y de otra parte de los medios necesarios para explorar por sí
mismo su fuerza de trabajo, que pueden cerrar contrato con el fabricante
alquilándole su fuerza de trabajo y que por tanto, puedan contratar de igual a
igual. Por último, la igualdad y la validez igual de todos los trabajos humanos,
en cuanto todos son, en general, trabajo del hombre, encontraron su expresión
más fuerte, aunque inconscientemente, en la ley del valor de la economía
burguesa moderna, según la cual el valor de una mercancía se mide por el
trabajo socialmente necesario contenido en ella. Pero allí donde las
condiciones económicas clamaban por libertad e igualdad de derechos, el
orden político les oponían a cada paso las trabas gremiales y los privilegios
locales, aranceles diferenciadores, leyes de excepción de todo género
entorpeciendo el comercio, no solo de los extranjeros o los habitantes de las
colinas, sino muchas veces de categorías enteras de los propios súbditos del
país, por todas partes le salían al camino y se interponían ante el desarrollo de
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la manufactura los privilegios de los gremios. Por ningún lado se veía vía libre e
igualdad de posibilidades para los competidores burgueses, y sin embargo,
esta exigencia era primordial y cada vez más apremiante.

La emancipación de las trabas feudales y la implantación de la igualdad


jurídica, al abolir las desigualdades del feudalismo, eran demandas que una
vez puestas en el orden del día por el progreso económico de la sociedad,
pronto habían de cobrar mayores dimensiones. Proclamando en interés de la
industria y del comercio, no hubo más remedio que hacer extensivo también
este postulado de igualdad de derechos a la gran masa de campesinos que
sujetos a toda una gradación de vasallaje que llegaba hasta la planta de
servidumbre, se pasaban la mayor parte del tiempo trabajando gratuitamente
para el bondadoso señor feudal y, encima, todavía tenían que pagarle a él y al
Estado un sin número de tributos. Y puestos en este camino, no había más
remedio que exigir también la abolición de los privilegios feudales de la
exacción de impuestos de la nobleza, de los privilegios políticos de cada
estamento. Y como la sociedad no vivía ya en un imperio mundial como el
romano, sino en un sistema de estado independientes que mantenían entre sí
un trato de igualdad y que habían llegado a un grado casi igual de desarrollo
burgués, era natural que aquellas tendencias asumiesen un carácter general,
traspasando las fronteras de los Estados, era natural que la libertad se
proclamasen como derechos humanos. Para comprender el carácter
específicamente burgués de estos derechos humanos, nada más elocuente
que la Constitución norteamericana, la primera en que se definen los derechos
del hombre, a la par que, en la misma alentada, se sancionan la esclavitud de
los negros, vigente por entonces en los Estados Unidos, se respetan los
privilegios de raza son santificados.

Sin embargo, es sabido que la burguesía, desde el instante mismo en que


brota del capullo de la burguesía feudal, en que de estamento medieval se
convierte en clase moderna, va seguida siempre e inevitablemente, por su
sombra, por el proletariado. E igualmente sigue a la reivindicación burguesa de
igualdad, de igualdad proletaria, desde el instante mismo en que se proclama el
postulado burgués de la abolición de los privilegios de clases, se alza a su lado
el postulado proletario de abolición de las mismas clases, revistiendo primero
una forma religiosa, basada en el cretinismo primitivo, y apoyándose más tarde
en las mismas teorías burguesas de la igualdad. Los proletarios cogen a la
burguesía por la palabra: es menester que la igualdad no sea solo aparente,
que no se circunscriba tan solo a la órbita del estado, si no de modo efectivo
toma cuerpo de realidad, haciéndose extensiva a la vida social y económica. Y
en efecto, desde que la burguesía francesa, a partir de la gran Revolución,
sitúa en primer plano la igualdad burguesa el proletariado francés contesta,
golpe tras golpe, con su reivindicación de la igualdad social y económica, y la
igualdad se convierte en grito de guerra, muy especialmente el proletariado
francés.

El postulado de igualdad tiene pues, en boca del proletariado, una doble


acepción. Unas veces –como acontece sobre todo en los primeros tiempos por
ejemplo en la guerra de los campesinos-, este postulado es la reacción natural
contra las desigualdades sociales estridentes, contra el contraste entre ricos y
pobres, -señores y siervos, hambrientos y hartos; aquí el postulado de la

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igualdad no es más que una expresión del instituto revolucionario, y esto, y solo
esto, es a la par lo que lo justifica. Pero otras veces, brota de la reacción contra
el postulado de la igualdad de la burguesía saca de este reivindicaciones más
avanzadas, más o menos aceptadas, sirve de medio de agitación para alzar a
los obreros contra los capitalistas, con afirmaciones de los propios capitalistas,
y así considerando, su suerte indisolublemente ligada a la de la misma igualdad
burguesa. Tanto en uno como en otro caso, el verdadero contenido del
postulado de la igualdad proletaria es reivindicar la abolición de las clases.
Toda otra reivindicación de igualdad que trasciende de esos límites se pierde
necesariamente en el absurdo…

Como vemos, la idea de la igualdad, así en su forma burguesa como en su


forma proletaria, es por sí misma un producto histórico que solo podía darse si
concurrían determinadas condiciones históricas, las clases, a su vez tenían
tras sí un largo pasado”.

F. Engels, “Anti-Dühring”, Editorial Pueblo y Educación.


La Habana ,1979. Pág.126-131.

“Como el estado es la forma bajo la que el individuo de una clase dominante


hacen valer sus intereses comunes y en la que se descansa toda la sociedad
civil de una época, se sigue de aquí que todas las instituciones comunes
tienen como mediador al Estado y adquieran a través de él una forma política.
De ahí la ilusión de que la ley se basa en la voluntad y, además en la voluntad
desgajada de su base real, en la voluntad libre .Y, del mismo modo, se reduce
el desarrollo, a su vez, a la ley.

El derecho privado se desarrolla, conjuntamente con la propiedad privada,


como resultado de la desintegración de la comunidad natural. Entre los
romanos, el desarrollo de la propiedad privada y el derecho privado no acarreó
más consecuencias industriales y comerciales porque el modo de producción
de Roma siguió siendo enteramente el mismo que antes. En los pueblos
modernos, el nacimiento de la propiedad privada y el derecho privado abrió una
nueva fase, susceptible de un desarrollo ulterior. La primera ciudad que en la
Edad Media mantenía un comercio externo por el mar: Amalfi, fue también la
primera en que se desarrolló un derecho marítimo. Y tan pronto como, primero
en Italia y más tarde en otros países, la industria y el comercio se encargaron
de seguir desarrollando la propiedad privada, se acogió de nuevo al derecho
romano desarrollado y se lo elevó a autoridad. Y cuando, más tarde, la
burguesía era ya lo suficientemente fuerte para que los príncipes tomaran bajo
su protección sus intereses, con la mira de derrocar a la naturaleza feudal por
medio de la burguesía, comenzó en todos los países -como Francia, durante el
siglo XVI- el verdadero desarrollo del derecho, que en todos ellos, exceptuando
a Inglaterra, tomó como base el derecho romano. Pero también en Inglaterra se
utilizaron, para el desarrollo ulterior del desarrollo privado, algunos principios
jurídicos romanos (principalmente en lo tocante a la propiedad mobiliaria). (No
se olvide que el derecho carece de historia propia, como carece también de ella
la religión. El derecho privado proclama las relaciones de propiedad existente
como el resultado de la voluntad general. El mismo jus utendi et abutendi
expresa, de una parte, el hecho que la propiedad privada ya no guarda la
menor relación con la comunidad y, de otra parte, la ilusión de que la misma

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propiedad privada descansa sobre la mera voluntad privada, como derecho a


disponer arbitrariamente de la cosa”.

Marx C. y F Engels. “La Ideología Alemana” .Editorial política.


La Habana .1979. Pág.69-70.

“En la historia real, los teóricos que consideraban el poder como el fundamento
del derecho se hallaban en oposición directa frente a los que veían la base del
derecho en la voluntad… Si se ve en el poder el fundamento del derecho, como
Hobbes, etc., tendremos que el derecho, la ley, etc., son solamente el signo, la
modificación de otras relaciones, sobre las que descansa el poder del Estado.
La vida matrimonial de los individuos, que en modo alguno depende de su
simple “voluntad”, su modo de producción y la forma de intercambio, que se
consideran mutuamente, constituyen la base del estado y se mantienen como
tales en todas las fases en que siguen siendo necesarias la división del trabajo
y la propiedad privada, con absoluta independencia de la voluntad de los
individuos. Y estas relaciones reales, lejos de ser creadas por el poder del
Estado, son, por el contrario, el poder creador de él.

Los individuos que dominan bajo estas relaciones tienen, independientemente


de que su poder deba constituirse como Estado, que dar necesariamente a su
voluntad, condicionada por dicha determinadas relaciones, una expresión
general como voluntad del Estado como ley –expresión cuyo contenido viene
dado siempre por las relaciones de estas clases, como con la mayor claridad
demuestran el derecho privado y el derecho penal. Así como no depende de la
voluntad idealista o de su capricho el que sus cuerpos sean pesados, no
depende tampoco de ellos el que hagan valer su pasado, no depende tampoco
de ellos el que hagan valer su propia voluntad en forma de ley, colocándola al
mismo tiempo por encima del capricho personal de cada uno de ellos .

Su dominación personal tiene necesariamente que construirse, al mismo


tiempo, como una dominación media. Su poder personal descansa sobre
condiciones de vida que se desarrollan como comunes a muchos y cuya
continuidad ha de afirmarlos como dominantes frente a los demás y, al mismo
tiempo, como vigentes para todos. La expresión de esta voluntad condicionada
por sus intereses comunes es la ley. Precisamente la tendencia a hacerse valer
los individuos, independientemente los unos de los otros, y de hacer valer su
propia voluntad, teniendo en cuenta que, sobre estas bases, su mutuo
comportamiento es necesariamente egoísta, hace necesaria la renuncia de sí
mismo en la ley y en el derecho, renuncia así mismo que es excepcional, y
afirmación de sus propios intereses en el caso medio…

Y lo mismo ocurre con las clases dominantes, de cuya voluntad no depende


tampoco la existencia de la ley y del Estado. Por ejemplo, mientras las fuerzas
productivas se hallen todavía lo suficientemente desarrolladas para hacer
superflua la concurrencia y tenga, por tanto, que provocar constantemente
esta, las clases dominadas se propondrían lo imposible si tuvieran la “voluntad”
de abolir la concurrencia, y con ella el Estado y la ley. Por lo demás, antes de
que alcancen el desarrollo necesario las relaciones que tienen que producirlas,
esta “voluntad” solo nace en la imaginación del ideólogo. Y, cuando ya las
relaciones se hayan desarrollando lo suficiente para llegar a producirla, el

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ideólogo puede representarse esta voluntad como fruto del libre arbitrio y
susceptible, por tanto, de ser apreciada en todo tiempo y bajo cualesquiera
circunstancias.

Y lo mismo que el derecho, tampoco el delito, es decir, la lucha del individuo


aislado contra las condiciones dominantes, brota del libre arbitrio. Responde
por el contrario a las mismas condiciones que aquella dominación. Los mismos
voluntarios que ven en el derecho y en la ley el imperio de una voluntad general
dotada de propia existencia y sustantividad, pueden ver en el delito
simplemente la infracción del derecho y de la ley. El estado no existe, pues, por
obra de la voluntad dominante, sino que el Estado al surgir como resultante del
modo de material de vida de los individuos, adopta también la forma de una
voluntad dominante, si esta deja de ser dominante, cambiará no solo la
voluntad, sino también la existencia y la vida material de los individuos, como
consecuencia de lo cual cambiará también su voluntad”.

F. Engels, Marx C. “La Ideología Alemana“, Editorial Política.


La Habana 1979 Pág.336 -338.

…”el derecho no concede nada, sino que limita a sancionar lo existente”.

Marx .C. Engels F.”La Sagrada familia “. Editora Política.


La Habana .1965 Pág.305

“En la historia real, los teóricos que consideraban el poder como el fundamento
del desarrollo se hallan en oposición directa frente a los que veían la base del
desarrollo en la voluntad… Si se ve en el poder el fundamento del derecho,
como hablar, etc., tendremos que el derecho, la ley, etc., son solamente el
poder del Estado. La vida de estos individuos, que en modo alguno depende de
su simple “voluntad”, su modo de producción y la forma de intercambio, que se
reconsideran mutuamente, constituyen la base real del Estado, son por el
contrario el poder creador de él. Los individuos que dominan bajo estas
relaciones tienen, independientemente de que su poder deba constituirse como
Estado que dar necesariamente a su voluntad, condicionada por dichas
determinadas relaciones, una expresión general como voluntad del Estado
como ley –expresión cuyo contenido viene dado siempre por las relaciones de
estas clases.

…Su dominio tiene necesariamente que constituirse, al mismo tiempo, como


una determinación media. Su poder personal descansa sobre condiciones de
vida que se desarrollan como comunes a muchos y cuya continuidad ha de
afirmarlos como dominantes frente a los demás y, al mismo tiempo, como
vigentes para todos. La expresión, de esta voluntad condicionada por sus
intereses comunes es la ley….”

Marx C. Engels .F. “La Ideología Alemana“. Editorial Política,


La Habana ,1979 Pág.336-368.

“…El delito, es decir, la lucha del individuo aislado contre las condiciones
dominantes…”

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Marx C. Engels .F. “La Ideología Alemana“. Editorial Política,


La Habana ,1979 Pág.336-368.

…”El derecho no es más que el reconocimiento oficial del hecho”.

Marx, C.”Miseria de la Filosofía “, Editorial Ciencias Sociales.


La Habana 1979 Pág.80.

“…en todos los tiempos, los soberanos se han tenido que someter a las
condiciones económicas, sin poder dictarles nunca su ley. Tanto la legislación
política como la civil no hacen más que expresar y protocolizar las exigencias
de las relaciones económicas…”

Marx C.”Miseria de la Filosofía” Editorial Ciencias Sociales.


La Habana 1979.pag77.

“Todos los socialistas están de acuerdo en que el Estado político, y con él la


autoridad política, desaparecerán como consecuencia de la próxima revolución
social, es decir, que las funciones públicas perderán su carácter político,
trocándose en simples funciones administrativas, llamadas a velar por los
verdaderos intereses sociales. Pero los antiautoritarios exigen que el Estado
político autoritario sea abolido de un plumazo, aún antes de haber sido
destruidas las condiciones sociales que lo hicieron nacer.

Exigen que el primer acto de la revolución social sea la abolición de la


autoridad. ¿No han visto nunca revolución estos señores? Una revolución es,
indudablemente, la cosa más autoritaria que existe; es el acto por medio del
cual una parte de la población impone su voluntad a la otra parte por medio de
fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido
victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este
dominio por medio del terror que sus armas inspiran a los reaccionarios. ¿La
Comuna de París había durado acaso un solo día, de no haber empleado esta
autoridad de pueblo armado frente a los hombres? ¿No podemos, por el
contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de ella? Así pues, una
de dos: o los antiautoritarios no saben lo que dicen, y en este caso no hacen
más que sembrar la confusión; o lo saben, y en este caso traicionan el
movimiento del proletariado. En uno y en otro caso, sirven a la reacción”.

F. Engels, ”La Autoridad” ,OE en 3T ,T II ,Pag.397-400.

“Las diferentes fases de desarrollo de la división del trabajo son otras tantas
formas distintas de la propiedad; o, dicho en otros términos, cada etapa de la
división del trabajo determina también las relaciones de los individuos entre sí,
en lo tocante al material, el instrumento y el producto del trabajo.

La primera forma de la propiedad es la propiedad de la tribu. Esta forma de


propiedad corresponde a la fase incipiente de la producción en que un pueblo
se nutre de la caza y la pesca, de la ganadería o, a lo sumo, de la agricultura.
En este último caso, la propiedad tribual presupone la existencia de una gran
masa de tierras sin cultivar. En esta fase, la división del trabajo se halla todavía
muy poco desarrollada y no es más que la extensión de la división natural del

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trabajo existente en el seno de la familia. La organización social, en esta etapa,


se reduce también, por tanto, a una ampliación de la organización familiar: a la
cabeza de la tribu se hallan sus patriarcas, por debajo de ellos los miembros de
la tribu y en el lugar más bajo de todos, los esclavos. La esclavitud latente en la
familia va desarrollándose poco a poco al crecer la población y las
necesidades, al extenderse el comercio exterior y al aumentar las guerras y el
comercio de trueque.

La segunda forma está representada por la antigua propiedad comunal y


estatal, que brota como resultado de la fusión de diversas tribus para formar
una ciudad, mediante acuerdo voluntario o por conquista, y en la que sigue
existiendo la esclavitud. Junto a la propiedad comunal, va desarrollándose ya,
ahora, la propiedad privada mobiliaria, y más tarde la inmobiliaria, pero como
forma anormal, supeditada a aquella. Los ciudadanos del Estado sólo en
cuanto comunidad pueden ejercer su poder sobre los esclavos que trabajan
para ellos, lo que ya de por sí los vincula a la forma de la propiedad comunal.
Es la propiedad privada en común de los ciudadanos activos del Estado,
obligados con respecto a los esclavos a permanecer unidos en este tipo natural
de asociación. Esto explica por qué toda la organización de la sociedad
asentada sobre estas bases, y con ella el poder del pueblo, decaen a medida
que va desarrollándose la propiedad privada inmobiliaria. La división del trabajo
aparece ya, aquí, más desarrollada. Nos encontramos ya con la contradicción
entre la ciudad y el campo y, más tarde, con la contradicción entre estados que
representan, de una y otra parte, los intereses de la vida urbana y los de la vida
rural, y dentro de las mismas ciudades, con la contradicción entre la industria y
el comercio marítimo. La relación de clases entre ciudadanos y esclavos ha
adquirido ya su pleno desarrollo”.

…A toda esta concepción de la historia parece contradecir el hecho de la


conquista. Hasta ahora, venía considerándose la violencia, la guerra, el
saqueo, el asesinato para robar, etc., como la fuerza propulsora de la historia.
Aquí, tenemos que limitarnos necesariamente a los puntos capitales, razón por
la cual tomaremos el ejemplo palmario de la destrucción de una vieja
civilización por obra de un pueblo bárbaro y, como consecuencia de ello, la
creación de una nueva estructura de la sociedad, volviendo a comenzar por el
principio. (Roma y los bárbaros, el feudalismo y las Galias, el Imperio Romano
de Oriente y los turcos). Por parte del pueblo bárbaro conquistador, la guerra
sigue siendo, como ya apuntábamos más arriba, una forma normal de
comercio, explotada tanto más celosamente cuanto que, dentro del tosco modo
de producción tradicional y única posible para estos pueblos, el incremento de
la población crea más apremiantemente la necesidad de nuevos medios de
producción. En Italia, por el contrario, por virtud de la concentración de la
propiedad territorial (determinada, además de la compra de tierras y el recargo
de deudas de sus cultivadores, por la herencia, ya que, a consecuencia de la
gran ociosidad y de la escasez de matrimonios, los viejos linajes iban
extinguiéndose poco a poco y sus bienes quedaban reunidos en pocas manos)
y de la transformación de las tierras de labor en terrenos de pastos (provocada,
aparte de las causas económicas normales todavía en la actualidad vigentes,
por la importación de cereales robados y arrancados en concepto de tributos y
de la consiguiente escasez de consumidores para el grano de Italia), casi
desapareció la población libre y los mismos esclavos morían en masa por
  108

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inanición, y tenían que ser reemplazados constantemente por otros nuevos. La


esclavitud seguía siendo la base de toda la producción. Los plebeyos, que
ocupaban una posición intermedia entre los libres y los esclavos, no llegaron a
ser nunca más que una especie de lumpen proletariado. Por otra parte y en
general, Roma nunca fue más que una ciudad, que mantenía con las provincias
una relación casi exclusivamente política, la cual, como es natural, podía verse
rota o quebrantada de nuevo por acontecimientos de orden político.

Con el desarrollo de la propiedad privada, surgen aquí las mismas relaciones


con que nos encontraremos en la propiedad privada de los tiempos modernos,
aunque en proporciones más extensas. De una parte, aparece la concentración
de la propiedad privada, que en Roma comienza desde muy pronto (una
prueba de ello la tenemos en la ley agraria licinia y que, desde las guerras
civiles y sobre todo bajo los emperadores, avanza muy rápidamente; de otra
parte, y en correlación con esto, la transformación de los pequeños campesinos
plebeyos en un proletariado, que, sin embargo, dada su posición intermedia
entre los ciudadanos poseedores y los esclavos, no llega a adquirir un
desarrollo independiente.

La tercera forma es la de la propiedad feudal o por estamentos. Así como la


Antigüedad partía de la ciudad y de su pequeña demarcación, la Edad Media
tenía como punto de partida el campo. Este punto de arranque distinto
hallábase condicionado por la población con que se encontró la Edad Media:
una población escasa, diseminada en grandes áreas y a la que los
conquistadores no aportaron gran incremento. De aquí que, al contrario de lo
que había ocurrido en Grecia y en Roma, el desarrollo feudal se iniciara en un
terreno mucho más extenso, preparado por las conquistas romanas y por la
difusión de la agricultura, al comienzo relacionado con ellas. Los últimos siglos
del Imperio Romano decadente y la conquista por los propios bárbaros
destruyeron una gran cantidad de fuerzas productivas; la agricultura veía
postrada, la industria languideció por la falta de mercados, el comercio cayó en
el sopor o se vio violentamente interrumpido y la población rural y urbana
decreció. Estos factores preexistentes y el modo de organización de la
conquista por ellos condicionado hicieron que se desarrollara, bajo la influencia
de la estructura del ejército germánico, la propiedad feudal. También ésta se
basa, como la propiedad de la tribu y la comunal, en una comunidad, pero a
ésta no se enfrentan ahora, en cuanta clase directamente productora, los
esclavos, como ocurría en la sociedad antigua, sino los pequeños campesinos
siervos de la gleba. Y, a la par con el desarrollo completo del feudalismo,
aparece la contraposición del campo con respecto a la ciudad. La organización
jerárquica de la propiedad territorial y, en relación con ello, las mesnadas
armadas, daban a la nobleza el poder sobre los siervos. Esta organización
feudal era, lo mismo que lo había sido la propiedad comunal antigua, una
asociación frente a la clase productora dominada; lo que variaba era la forma
de la asociación y la relación con los productores directos, ya que las
condiciones de producción habían cambiado.

A esta organización feudal de la propiedad territorial correspondía en las


ciudades la propiedad corporativa, la organización feudal del artesanado. Aquí,
la propiedad estribaba, fundamentalmente, en el trabajo de cada uno. La
necesidad de asociarse para hacer frente a la nobleza rapaz asociada; la

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exigencia de disponer de lugares de venta comunes en una época cuando el


industrial era al propio tiempo comerciante: la creciente competencia de los
siervos que huían de la gleba y afluían en tropel a las ciudades prósperas y
florecientes, y la organización feudal de todo el país hicieron surgir los
gremios; los pequeños capitales de los artesanos sueltos, reunidos poco a
poco por el ahorro, y la estabilidad del número de éstos en medio de una
creciente población, hicieron que se desarrollara en las ciudades una jerarquía
semejante a la que imperaba en el campo.

Por tanto, durante la época feudal, la forma fundamental de la propiedad era la


de la propiedad territorial con el trabajo de los siervos a ella vinculados, de una
parte, y de otra el trabajo propio con un pequeño capital que dominaba el
trabajo de los oficiales de los gremios. La estructuración de ambos factores
hallábase determinada por las condiciones limitadas de la producción, por el
escaso y rudimentario cultivo de la tierra y por la industria artesanal. La división
del trabajo se desarrolló muy poco, en el período floreciente del feudalismo.
Todo país llevaba en su entraña la contradicción entre la ciudad y el campo; es
cierto que la estructuración de los estamentos se hallaba muy ramificada y
patente, pero fuera de la separación entre príncipes, nobleza, clero y
campesinos, en el campo, y maestros, oficiales y aprendices, y muy pronto la
plebe de los jornaleros, en la ciudad, no encontramos ninguna otra división
importante. En la agricultura, la división del trabajo veía entorpecida por el
cultivo parcelado, junto al que surgió después la industria a domicilio de los
propios campesinos; en la industria, no existía división del trabajo dentro de
cada oficio, y muy poca entre unos oficios y otros. La división entre la industria
y el comercio se encontró ya establecida de antes en las viejas ciudades,
mientras que en las nuevas sólo se desarrolló más tarde, al entablarse entre
las ciudades contactos y relaciones.

La agrupación de territorios importantes en reinos feudales era una necesidad,


tanto para la nobleza territorial como para las ciudades. De aquí que a la
cabeza de la organización de la clase dominante, de la nobleza, figurara en
todas partes un monarca”.

C. Marx y F. Engels. “La ideología Alemana”. Editora Política.


La Habana. 1979. Página 20- 24

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Capítulo 9: El problema del comunismo.

“¿Qué es el comunismo? El comunismo es la doctrina de las condiciones de la


liberación del proletariado”.

Engels F. “Principios del comunismo”. Marx C, Engels F. O.E.


en 3 T. T.1 Editorial” Progreso”. Moscú, 1978, Pág. 82.

“Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal


al que haya de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al
movimiento real que anula y supera el estado de cosas actual. Las condiciones
de este movimiento se desprenden de la premisa actual existente”. . .

Marx C, Engels F. “La Ideología Alemana” Editorial Política,


La Habana, 1979. Pág. 36.

“El comunismo es una posición como la negación de la negación, por lo cual es


un momento real para la etapa inmediata del desarrollo histórico e
indispensable para la emancipación y la reconquista del hombre. El comunismo
es la forma necesaria y el principio energético del porvenir inmediato, pero
como tal el comunismo no es la meta del desarrollo humano, la forma de la
sociedad humana”.

Marx C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”


Editorial Progreso, Moscú. Pág. 94.

“Mientras tanto, el antagonismo entre el proletariado y la burguesía es la lucha


de una clase contra otra clase, lucha que llega a su más alta expresión, implica
una revolución total. Por cierto, …no se diga que el movimiento social excluye
el movimiento político. No hay ni habrá movimiento político que, al mismo
tiempo, no sea social. Solo en un orden de cosas en el cual no existen ya
clases y antagonismo de clases, las revoluciones sociales dejarán de ser
revoluciones políticas. Hasta que ese momento llegue, en víspera de toda
organización general de la sociedad, la última palabra de la ciencia social será
siempre:”luchar o morir; la lucha sangrienta o la nada. Es el dilema inseparable

Marx. C.”Miseria de la filosofía”.Editorial Ciencias Sociales. La


Habana 1979. Pág. 166-167.

“La idea ha quedado siempre en ridículo cuando aparecía divorciada del”


interés “. Por otra parte. Es fácil comprender que todo “interés” de masa que va
imponiéndose históricamente, al aparecer por vez primera en la escena
universal, que asciende ampliamente, en la “idea” por la representación” de los
límites reales, para confundirse con el interés humano general “….

Marx. C.; Engels F. “La sagrada familia” .Editora Política.


La habana, 1965. Pág. 135-136

“Así mismo los economistas son los representantes científicos de la clase


proletaria. Mientras el proletariado no está aún lo suficientemente desarrollado
para constituirse como clase; mientras, por consiguiente, la lucha misma del

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proletariado contra la burguesía no reviste todavía carácter político, y mientras


las fuerzas productivas no se han desarrollado en el seno de la propia
burguesía hasta el grado de dejar entrever las condiciones materiales
necesarias para la emancipación del proletariado y para la edificación de una
sociedad nueva, estos teóricos son solo utopistas que, para mitigar las
penurias de las clases oprimidas, improvisan sistemas y andan entregados a la
búsqueda de una ciencia regeneradora. Pero a medida que la historia avanza,
y con ella empieza a destacarse, con trazos cada vez más claros, la lucha del
proletariado, aquellos no tienen ya necesidad de buscar la ciencia en sus
cabezas: les basta con darse cuenta de lo que se desarrolla ante sus ojos y
convertirse en portadores de esa realidad. Mientras se limitan a buscar la
ciencia y a construir sistemas, mientras se encuentran en los umbrales de la
lucha, no ven en la miseria más que la miseria, sin advertir su aspecto
revolucionario subversivo, que terminara por derrocar a la vieja sociedad. Una
vez advertido este aspecto, la ciencia, producto del movimiento histórico, en el
cual participa ya con pleno conocimiento de causa, deja de ser doctrina para
convertirse en revolucionario”.

Marx C.”Miseria de la filosofía” editorial Ciencias Sociales.


La habana 1979.Pág.119.

“La ley fundamental de la revolución, conformada por todas las revoluciones y


en particular por las tres revoluciones rusas del siglo xx, consiste en lo
siguiente: para la revolución no basta con que las masas explotadas y
oprimidas tengan conciencia de la imposibilidad de seguir viviendo como viven
y exijan cambios; para la revolución es necesario que los explotadores no
puedan seguir viviendo y gobernando como viven y gobiernan. Solo cuando los
“de abajo” no quieren y los “de arriba” no pueden seguir viviendo a la antigua,
solo entonces puede triunfar la revolución .En otras palabras, esta verdad se
expresa del modo siguiente: la revolución es imposible sin una crisis nacional
general (que afecta a explotados y explotadores). Por consiguiente para hacer
la revolución hay que conseguir, un primer lugar que la mayoría de los obreros
(o, en todo caso, la mayoría de los obreros conscientes, reflexivo y
políticamente activos) comprendo a fondo la necesidad de la revolución y esté
dispuesta a sacrificar la vida por ella, en segundo lugar, es preciso que las
clases dirigentes atraviesen una crisis gubernamental que arrastre, a la política
hasta las masas más atrasadas (el síntoma de toda revolución verdadera es la
rápida duplicación o conduplicación del número de hombres aptos para la lucha
política perteneciente a la masa trabajadora y oprimida, antes apática), que
reduzca a la impotencia al gobierno y haga posible su rápido derrocamiento por
los revolucionarios”.

Lenin, V. I. “La enfermedad infantil del “Izquierdismo “en el Comunismo”.


OE en 3T, t. 3. Editorial Progreso. Moscú. Pág.405-406.

“A un marxista no le cabe duda de que la revolución es imposible sin una


situación revolucionaria, además, no toda situación revolucionaria desemboca
en una revolución. ¿Cuáles son, en términos generales los síntomas distintivos
de una situación revolucionaria? Seguramente no incurrimos en error si
señalamos estos síntomas principales:

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1) La imposibilidad para las clases dominantes de mantener inmutable su


dominación, tal o cual crisis de las alturas, “una crisis en la política de la clase
dominante que abre una grieta por la que rompe el descontento y la indignación
de las clases oprimidas”. Para que estalle la revolución no suela bastar con
que “los de abajo no quieran, sino que hace falta, además, que los de arriba no
puedan seguir viviendo como hasta entonces”.

2) Una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos de las


clases oprimidas.

3) Una intensificación considerable, por estas causas. De la actividad de las


masas, que en tiempo de paz se dejan expoliar tranquilamente, pero que en
épocas turbulentas son empujadas, por tanto, por toda la situación de crisis
como por los mismos de arriba, a una acción histórica independiente. Si estos
cambios objetivos, no solo independientes de la voluntad de los distintos
grupos y partidos, sino también de la voluntad de las diferentes clases, la
revolución es, por regla general, imposible .el conjunto de estos cambios
objetivos es precisamente lo que se denomina situación revolucionaria”.

Lenin V. I. “La bancarrota de la II internacional”. OE en 12 T.


Editorial Progreso Moscú .1976 T, V. Pág. 226 227

“¿Es posible esta revolución en un solo país? No. La gran industria, al crear el
mercado mundial, ha unido ya tan estrechamente todos los pueblos del globo
terrestre, sobre todo los pueblos civilizados, que, cada uno depende de lo que
ocurre en la tierra del otro. Además ha nivelado en todos los países civilizados
el desarrollo social a tal punto que en todos estos países la burguesía y el
proletariado se ha erguido en las dos clases decisivas de la sociedad, y la
lucha entre ellas se ha convertido en la principal lucha de nuestros días. Por
consecuencia, la revolución comunista no será una revolución puramente
nacional, sino que se producirá simultáneamente en todos los países
civilizados, es decir, al menos en Inglaterra, América, Francia y Alemania. Ella
se desarrollará en cada uno de estos países más rápidamente o más
lentamente. Dependiendo del grado en que esté en cada uno de ellos más
desarrollado la industria, en que se haya acumulado más riquezas y se
disponga de mayor fuerza productiva, Por eso será más lenta y más difícil en
Alemania y más fácil y rápida en Inglaterra. Ejercerá igualmente una influencia
considerable en los demás países del mundo, modificara de raíz y acelerara
extraordinariamente su anterior marcha del desarrollo. Es una revolución
universal y tendrá, por eso, un ámbito universal.

¿Cuáles serán las consecuencias de la supresión definitiva de la propiedad


privada? Al quitar a los capitalistas el usufructo de todas las fuerzas
productivas y medios de comunicación, así como al cambio y el reparto de los
productos al administrar todo eso con arreglo a un plan basado en los recursos
disponibles y las necesidades de toda la sociedad, esta suprimirá
primeramente, todas las consecuencias nefastas ligadas al actual sistema de
dirección de la gran industria.

Las crisis desaparecerán, la producción ampliada, que es, en la sociedad


actual, una superproducción y una causa tan poderosa de la miseria, será

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entonces muy insuficiente y deberán adquirir proporciones mucho mayores. En


lugar de engendrar la miseria, la producción superior a las necesidades
perentorias de la sociedad, permitirá satisfacer las demandas de todos los
miembros de esta. Engendrará nuevas demandas y creará, a la vez, los medios
de satisfacerla. Será la condición y la causa de mayor progreso y lo llevará a
cabo, sin suscribir, como antes, el trastorno periódico de todo el orden social.
La gran industria, liberada de las trabas de la propiedad privada se
desarrollará en tales proporciones que comparados con ella, su estado actual
parecerá tan mezquino como la manufactura al lado de la gran industria
moderna. Este avance de la industria brindará a la sociedad suficiente cantidad
de producto para satisfacer las necesidades de todos. Del mismo modo la
agricultura en la que, ha habido al yugo de la propiedad privada y al
fraccionamiento de las parcelas, resulta difícil el empleo de los
perfeccionamientos ya existentes y a los adelantos de ciencia, experimentará
un nuevo auge y ofrecerá a disposición de la sociedad una cantidad suficiente
de productos. Así la sociedad producirá lo bastante para organizar la
distribución con vistas a cubrir necesidades de todos los miembros, con ello
quedará superflua la división de la sociedad en clases distintas y antagónicas,
dicha división además de superflua será incluso incompatible con el nuevo
régimen social. La existencia de clases se deberá a la división del trabajo y
esta última, bajo su forma actual, desaparecerá enteramente, ya que para
elevar la producción industrial y agrícola al mencionado nivel no basta solo los
medios auxiliares mecánicos y químicos. Es preciso desarrollar
correlativamente las aptitudes de los hombres que emplean estos medios. Al
igual que en el siglo pasado, cuando los campesinos y los obreros de las
manufacturas, tras de ser incorporados a la gran industria, modificaron todo su
régimen de vida y se volvieron completamente otros, la dirección colectiva de la
producción por la sociedad y el nuevo progreso de dicha producción que
resultara de ello necesitarán hombres nuevos y los formarán. La gestión
colectiva de la producción no puede correr a cargo de los hombres tales como
lo son hoy, hombres que depende cada cual de una rama determinada de la
producción, están aferrados a ellas, son explotados por ellas, desarrollan nada
más que un aspecto de sus aptitudes a cuentas de todos los otros y solo
conoce una rama o parte de alguna rama de toda la producción. La industria de
nuestros días está ya cada vez menos en condiciones de emplear tales
hombres. La industria que funciona de modo planificado merced al esfuerzo
común detona la sociedad presupone con más motivo hombres con aptitudes
desarrolladas universalmente, hombres capaces de orientarse en todo el
sistema de la producción. Por consiguiente, desaparecerá del todo la división
del trabajo, minada ya en la actualidad por la máquina la división que hace que
una o sea campesino, otro, zapatero, un tercer obrero fabril, y un cuarto
especulador de la bolsa. La educación dará a los jóvenes la posibilidad de
asimilar rápidamente en la práctica todo el sistema de producción y les
permitirá pasar sucesivamente de una rama de la producción a otra, según
sean las necedades de la sociedad o sus propias inclinaciones. Por
consiguiente, la educación los liberará de ese carácter unilateral que la división
actual del trabajo impone a cada individuo. Así, la sociedad organizada sobre
bases comunistas dará a sus miembros la oportunidad de emplear en todos
los aspectos sus facultades desarrolladas universalmente. Pero, con ello
desaparecerán inevitablemente las diversas clases. Por tanto de una parte la

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existencia de una clase y, de la otra, la propia construcción de esa sociedad


brinda los medios para suprimir las diferencias de clases.

… La base económica de esta violencia revolucionaria, la garantía de su


vitalidad y éxito está en que el proletariado representa y pone en práctica un
tipo más elevado de organización social del trabajo que en el capitalismo. Esto
es lo esencial .En ello radica la fuerza y la garantía del triunfo inevitable y
completo del comunismo.

La organización feudal del trabajo social se funda en la disciplina del látigo, en


la ignorancia y el embrutecimiento extremo de los trabajadores empleados y
escarnecidos por un puñado de terratenientes. La organización capitalista del
trabajo social se basaba en la disciplina del hambre, y la inmensa masa de
trabajadores, a pesar de todos los progresos de la cultura y la democracia
burguesa, ha seguido siendo, incluso en las repúblicas más avanzadas, más
civilizadas y más democráticas, la más oscura y oprimida de esclavos
asalariados o de campesinos aplastados con expoliados y vejados por un
puñado de capitalistas. La organización comunista del trabajo social, el primer
paso hacia la cual es el socialismo, se basa y se basará cada día más en la
disciplina libre y consciente de los trabajadores mismos que se han sacudido el
yugo de los terratenientes y los capitalistas.

Esta disciplina nueva no cae del cielo, ni se consigue con buenas intenciones
sino que nace exclusivamente de las condiciones materiales de la gran
producción capitalista sin las cuales es imposible. Y el portador o vehículo de
estas condiciones materiales es una determinada clase histórica, creada,
organizada, agrupada, instruida, educada, y forjada por el gran capitalismo.
Esta clase es el proletariado, si traducimos esta expresión latina, científica,
histórico-filosófico a un lenguaje más sencillo, significa lo siguiente:

Solo una clase determinada –los obreros urbanos y, en general, los obreros
fabriles, los obreros industriales –está en condiciones de dirigir a toda la masa
de trabajadores y explotados en la lucha por derrocar el yugo del capital, en el
proceso mismo de sus derrocamientos, en la lucha por mantener y consolidar
el triunfo, en la creación del nuevo régimen social, del régimen socialista, en
toda la lucha por la supresión completa de las clases. (Hagamos notar, entre
paréntesis que la diferencia científica entre el socialismo y el comunismo
consiste únicamente en que el primer término designa la primera fase de la
sociedad nueva que brota del capitalismo, mientras que el segundo término
designa una fase superior y más avanzada de dicha sociedad).

El error de la Internacional amarilla “de Berna” consiste en que sus líderes


reconocen solo la palabra la lucha de clases y el papel dirigente del
proletariado, temiendo llevar sus ideas hasta el fin, teniendo precisamente la
inevitable deducción que tan singular horror causa a la burguesía y que no
puede admitir de ninguna manera. Teniendo miedo de reconocer que la
dictadura del proletariado es también un período de luchas de clases, la cual es
inevitable mientras las clases no hayan sido suprimidas y reviste diversas
formas, siendo particularmente violenta y específica durante el primer período
después de derrocado el capital. Una vez conquistado el poder político, el
proletariado no cae en su lucha de clases, sino que la continúa hasta que las

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clases hayan sido suprimidas, pero, naturalmente, en otras condiciones, bajo


otra forma y con otros medios.

¿Qué quiere decir “supresión de las clases”? Todos los que se llaman
socialistas reconocen este objetivo final del socialismo, pero no todos ni mucho
menos, reflexionan sobre el alcance de dichas palabras.

Lenin V. I.”Una Gran iniciativa” OE en 12 tomos T.10 Editorial


Progreso Moscú. 1977 Pág. 10-11.

Es evidente que, para suprimir por completo las clases, no basta con derrocar a
los explotadores, a los terratenientes, y capitalistas, no basta con suprimir su
propiedad, sino que es imprescindible también suprimir toda la propiedad
privada sobre los medios de producción; es necesario suprimir las diferencias
existentes entre la ciudad y el campo, así como entre los trabajadores
manuales e intelectuales. Esta obra exige mucho tiempo. Para realizarla, hay
que dar un gigantesco paso adelante en el desarrollo de las fuerzas
productivas, hay que vencer la resistencia (muchas veces pasiva y mucho más
tenaz y difícil de vencer) de los numerosos vestigios de la pequeña producción,
hay que vencer la enorme fuerza de la costumbre y la rutina que estos vestigios
llevan consigo.

Suponer que todos los “trabajadores” están igualmente capacitados para


realizar esta obra, seria decir la frase más vacía o hacerse ilusiones de
socialista antediluviano, premarxista. Porque cada capacidad no se da por sí
misma, sino que se forma históricamente y solo en las condiciones materiales
de la producción capitalista. En los comienzos del tránsito del capitalismo al
socialismo, únicamente el proletariado posee esta capacidad. Y puede cumplir
la gigantesca misión que le incumbe, primero, porque es la clase más fuerte y
más avanzada de las sociedades civilizadas; segundo, porque en los países
más desarrollados constituye la mayoría de la población; tercero, porque en los
países capitalistas atrasados, como Rusia, la mayoría de la población se
compone de semiproletariados, es decir, de hombres que durante una parte del
año viven como proletariados que simultáneamente se ganan el sustento, en
cierta medida, recurriendo al trabajo asalariado en empresas capitalistas”.

Lenin V.I. “Una gran iniciativa” O.E. en 12 tomos, T.10. Editorial


Progreso Moscú.1979.Pág.10-11

“Por grandes e inevitables que sean las vacilaciones pequeños burgueses de


las masas no proletarias y semiproletarias de la población trabajadora sus
oscilaciones hacia el “orden” burgués, bajo el “ala” de la burguesía estas masas
no pueden dejar de reconocer la autoridad moral y política del proletariado, el
cual no se limita a derrocar a los explotadores y vencer su resistencia, sino que
establece unas relaciones sociales nuevas y más elevadas, una nueva
disciplina social: la disciplina de los trabajadores conscientes y unidos, que no
conocen ningún yugo, que no conocen ningún poder, fuera del de su propia
unión, del de su propia vanguardia, más consciente, más audaz, más completa,
más revolucionaria, más firme.

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Para triunfar, para crear y consolidar el socialismo, el proletariado debe


resolver una tarea doble, o, más bien, una tarea única con dos aspectos:
primero, con su heroísmo a toda prueba en la lucha revolucionaria contra el
capital, atraer a toda la masa de trabajadores y explotados, organizarla, dirigir
sus esfuerzos para derrocar a la burguesía y aplastar plenamente cualquier
resistencia por parte de esta; segundo, conducir a toda la masa de trabajadores
y explotados, así como a todos los sectores de la pequeña burguesía, al
camino de las nuevas relaciones sociales, de una nueva disciplina laboral y de
una nueva organización del trabajo que conjugue el aprovechamiento de la
última palabra de la ciencia y la técnica capitalista con la agrupación en masa
de los trabajadores conscientes, entregados a la gran producción socialista .

Esta segunda tarea es más difícil que la primera porque no puede ser cumplida
en modo alguno con un esfuerzo heroico, momentáneo, sino que exige el
heroísmo más prolongado, más tenaz y difícil: el del trabajo cotidiano y masivo.

Por otra parte también es más esencial que la primera, porque, a fin de
cuentas, la fuente más profunda de la fuerza necesaria para vencer a la
burguesía y la única garantía de solidez y seguridad de estas victorias residen
únicamente en un modo nuevo y superior de producción social, en la
sustitución de la producción capitalista y pequeño-burguesa por la gran
producción socialista”.

Lenin V.I. “Una gran iniciativa”. O.E. en 12 tomos, T.10 Editorial


Progreso. Moscú. 1977 .pag10-11

“Teóricamente no cabe duda de que entre el capitalismo y el comunismo existe


cierto período de transición, Este período no puede dejar de reunir los rasgos a
las propiedades de ambas formaciones de la economía social, no puede dejar
de ser un período de lucha entre el capitalismo agonizante y el comunismo
naciente; o en otras palabras entre el capitalismo vencido, pero no aniquilado, y
el comunismo ya nacido, pero muy débil aún…

En Rusia, la dictadura del proletariado tiene que distinguirse inevitablemente


por ciertas particularidades en comparación con los países avanzados, como
consecuencia del inmenso atraso del carácter pequeño burgués de nuestro
país. Pero fuerzas fundamentales -y las formas fundamentales de la economía
social- son, en Rusia, las mismas que en cualquier país capitalista, por lo que
estas particularidades pueden referirse tan solo a lo que no es esencial.

Estas formas básicas de la economía social son: el capitalismo, la pequeña


producción mercantil y el comunismo. Las fuerzas básicas son: la burguesía, la
pequeña burguesía (particularmente los campesinos) y el proletariado.

La economía en Rusia en la época de la dictadura del proletariado representa


la lucha que en sus primeros pasos sostiene el trabajo mancomunado al modo
comunista - en escala única de un enorme Estado - contra la pequeña
producción mercantil, contra el capitalismo que sigue subsistiendo y contra el
que revive sobre la base de esta producción… El socialismo es la supresión de
las clases.

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Para suprimir las clases, es preciso, primero, derribar a los terratenientes y a


los capitalistas. Esta parte de la tarea la hemos cumplido, pero es solo una
parte, y además, no es la más difícil. Para abolir las clases, es preciso, en
segundo lugar, suprimir la diferencia entre los obreros y los campesinos,
convertir a todos en trabajadores. Esto no es posible hacerlo de golpe. Esta es
una tarea incomparablemente más difícil y por la fuerza de la necesidad, de
larga duración. No es una tarea que pueda resolverse con el derrocamiento de
una clase cualquiera. Solo puede resolverse mediante la reorganización de
toda la economía social, pasando de la pequeña producción mercantil,
individual y aislada, a la gran producción colectiva. Este tránsito es, por
necesidades, extraordinariamente largo, y las medidas administrativas y
legislativas precipitadas e imprudentes solo conducirían a hacerlo más lento y
difícil. Solamente cabe acelerarlo prestando a los campesinos una ayuda que
los permita mejorar en enorme medida toda la técnica agrícola,
transformándola de raíz.

Para resolver esta segunda parte de la tarea, la más difícil, el proletariado,


después de haber vencido la burguesía, debe aplicar inalterablemente la
siguiente línea fundamental en su política con respecto a los campesinos: el
proletariado debe distinguir, diferenciar a los campesinos propietarios, al
campesino trabajador del campesino mercader, al campesino no laborioso del
campesino especulador.

En esta delimitación reside toda la esencia del socialismo. Y no es extraño que


los socialistas de palabra y demócratas pequeños burgueses de hecho (los
Mártov y los CHernov, los Kautsky y CIA) no comprendan esta esencia del
socialismo.

La delimitación aquí indicada es muy difícil, pues en la vida práctica todos los
rasgos propios del “campesino”, por variados y contradictorios que sean,
forman un todo único. No obstante, la delimitación es posible, y no solo posible,
sino que emana inevitablemente todas las condiciones de la hacienda y de la
vida del campesino.

El campesino trabajador ha estado oprimido durante siglos por los


terratenientes, los capitalistas, los mercaderes, los especuladores y su Estado
incluyendo las repúblicas burguesas más democráticas. El campesino
trabajador ha ido formando durante siglos su odio y su animosidad contra estos
opresores y explotadores, y esta “formación”, producto de la vida misma,
fuerza a los campesinos a buscar la alianza con los obreros contra el
capitalista, contra el especulador, contra el mercader.

Pero, al mismo tiempo, las circunstancias económicas, las circunstancias de la


economía mercantil, convierten de modo inevitable al campesino (no siempre,
pero sí en una mayoría de casos) en mercader y especulador…

El socialismo es la supresión de las clases. La dictadura del proletariado ha


hecho en este sentido todo lo que estaba a su alcance. Pero no se puede
suprimir de golpe las clases. Y las clases han quedado y quedarán durante la
época de la dictadura del proletariado. La dictadura dejará de ser necesaria

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cuando desaparezcan las clases. Y sin la dictadura del proletariado las clases
no desaparecerán.

Las clases han quedado, pero cada una de ellas no ha modificado en la época
de la dictadura del proletariado; han variado igualmente las relaciones entre
ellas. La lucha de clases no desaparece bajo la dictadura del proletariado, lo
que hace es adoptar otras formas.

El proletariado, bajo el capitalismo, era una clase oprimida, desprovisto de toda


propiedad sobre los medios de producción, la única clase opuesta directa e
integrante a la burguesía, y por eso la única capaz de ser revolucionaria hasta
el fin. El proletariado, al derrocar a la burguesía y conquistar el poder político,
se ha convertido en la clase dominante: tiene en sus manos el poder del
Estado, dispone de los medios de producción ya socializados, dirige los
elementos y las clases vacilantes, intermedios, aplasta la resistencia de los
explotadores, que es manifiesta con energía creciente. Todas estas son las
tareas especiales de la lucha de clases, tareas que antes el proletariado no se
las había planteado ni podía plantearlas.

La clase de los explotadores, de los terratenientes y capitalistas no ha


desaparecido ni pueden desaparecer de golpe bajo la dictadura del
proletariado. Los explotadores están derrotados, pero no aniquilados. Les
queda una base internacional, el capital internacional, del que son una rama.
Les quedan algunos medios de producción, dinero, amplísimos vínculos
sociales. Su fuerza de resistencia ha aumentado, precisamente a causa de su
derrota, en cientos y miles de veces. Su “arte” en el gobierno del Estado, en el
mando del ejército, en la dirección de la economía, les proporciona una
superioridad muy grande, y por tanto una importancia incomparablemente
mayor a la que le corresponde por su número entre el conjunto de la población.
La lucha de clases de los explotadores derrocados contra la victoriosa
vanguardia de los explotados, es decir, contra el proletariado, ha venido ha ser
incomparablemente más encarnizada. Y esto no puede ser de otra forma si se
habla de la revolución, si no se sustituye este concepto (como hacen todos los
héroes de la segunda internacional) por ilusiones reformistas.

Por último, los campesinos, como toda la pequeña burguesía en general,


ocupan bajo la dictadura del proletariado una situación intermedia: por un lado,
representan una masa de trabajadores, bastante considerable (y en la Rusia
atrasada, una masa inmensa) unida por el interés, común a los trabajadores,
de emanciparse del terrateniente y del capitalista; y por otro lado, son
pequeños patrones aislados, pequeños propietarios y comerciantes. Tal
situación económica provoca inevitablemente su oscilación entre el proletariado
y la burguesía. Y en las condiciones de la lucha agudizada entre estos últimos,
de la transformación extraordinariamente brusca de todas las relaciones
sociales, ante la máxima costumbre de lo viejo, lo rutinario, lo invariable, tan
arraigada precisamente entre los campesinos y los pequeños burgueses en
general, es lógico que observemos inevitablemente entre ellos evasiones de un
campo a otro, vacilaciones, virajes, inseguridad, etc.

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En relación a esta clase -o a estos elementos sociales-, al proletariado le


incumbe la tarea de dirigir, de luchar por la influencia sobre ella. Conducir tras
sí a los vacilantes e inestables es lo que debe hacer el proletariado.

Si confrontamos todas las fuerzas o clases fundamentales y sus relaciones


mutuas modificadas por la dictadura del proletariado, veremos que ilimitado
absurdo teórico, que estupidez constituye la opinión pequeño burguesa en
boga entre los representantes de la segunda internacional de que se puede
pasar al socialismo “a través de la democracia” en general. La base de este
error reside en el prejuicio, heredado de la burguesía, de que la “democracia”
tiene un contenido absoluto, independiente de las clases. Pero, de hecho, la
democracia pasa una fase absolutamente nueva bajo la dictadura del
proletariado, y la lucha de clases se eleva a un grado superior, sometiendo a su
dominio todas y cada una de las formas políticas.

Los lugares comunes sobre la libertad como la igualdad y la democracia


equivalen en el fondo a una repetición ciega de conceptos que constituyen una
copia fiel de las relaciones de la producción mercantil. Querer resolver por
medio de estos lugares comunes las tareas concretas de la dictadura del
proletariado, significa pasarse en todas la línea a las posiciones teóricas y de
principio de la burguesía. Desde el punto de vista del proletariado, la cuestión
se plantea solo así: ¿liberación de la opresión ejercida por qué clase?,
¿igualdad entre qué clases?, ¿democracia sobre la base de la propiedad
privada o sobre la base de la lucha por la superación de la propiedad privada?,
etc.

A su Anti-Dühring, Engels aclaró hace tiempo que la nación de igualdad, con


ser una copia fiel, de las relaciones de producción mercantil, se transforma en
prejuicio si no se comprende la igualdad en el sentido de la superación de las
clases. Esta verdad elemental relativa a la diferencia de la concepción
democrática burguesa y la socialista sobre la igualdad es olvidada
constantemente. Cuando no se le olvida resulta evidente que el proletariado, al
derrocar a la burguesía, da con ello el paso más decisivo hacia la supresión de
las clases y que para coronar esto el proletariado debe continuar su lucha de
clases utilizando el aparato del poder del Estado y aplicando diferentes
métodos de lucha, de influencia, de acción con respecto a la burguesía
derrocada y a la pequeña burguesía vacilante”.

Lenin V.I. “La economía y la política en la época de la dictadura del


proletariado” O.E. en 3T.T.3 Editora. Progreso. Moscú 1961.

“En efecto, a partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada
cual se mueve en un determinado círculo exclusivo de actividades, que le viene
impuesto y del que no puede salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor o
crítico, y no tiene más remedio que seguirlo siendo ,si no quiere verse privado
de los medios de vida; al paso que en la sociedad comunista ,donde cada
individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de la actividades, sino que
puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad
se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente
posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por
la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y

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después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser


exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos”.

C. Marx y F. Engels. “La Ideología Alemana”. Editora Política. La


Habana. 1979. Pág.33

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Capítulo 10: La esfera espiritual de la sociedad.

“…Sobre las diversas formas de propiedad, sobre las condiciones sociales de


existencias, se levanta toda una superestructura de sentimiento, ilusiones,
modo de pensar y concepciones de vida diversos y plasmado en modo
peculiar. Las clases los crea y los plasmas, derivándolos de sus bases
materiales y de las relaciones sociales correspondientes. El individuo suelto a
quien se los imbuye la tradición y la educación, podrá creer que son los
verdaderos móviles y el punto de partida de su conducto… Y así como en la
vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo
que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía
más entre las frases y las figuras de los partidos y su organismo real y sus
intereses reales, entre lo que se imaginan ser y lo que en realidad son …”

Marx. C. ´”El 18 Brumario de Luís Bonaparte” .Editorial de


Ciencias Sociales. La Habana 1974 .Pág. 44

“¿Acaso se necesita una gran perspicacia para comprender que con toda
modificación en las condiciones de vida, en las relaciones sociales, en la
existencia social, cambian también las ideas, las nociones y las concepciones,
en una palabra, la conciencia del hombre?

¿Qué demuestra la historia de las ideas sino que la producción intelectual se


transforma con la producción material?... Cuando se habla de ideas que
revolucionan toda una sociedad, se expresa solamente el hecho de que el seno
de la vieja sociedad se han formado los elementos de una nueva, y la
disolución de las viejas ideas marcha a la par con la disolución de las antiguas
condiciones de vida”.

C. Marx. y F. Engels, “Manifiesto del partido comunista” .O.E. en


3 TT.I, Progreso, Moscú 1973, Pág. 127 -128.

“La conciencia no puede ser nunca otra cosa que ser consciente, y el ser de los
hombres es su proceso de vida real y si en toda la ideología, los hombres y sus
relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno
responde a su proceso histórico de vida, como la inversión de los objetos al
proyectarse sobre la retina responde a su proceso de vida directamente
físico…

También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los


hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida,
proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral,
la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencias
que a ellos corresponden pierdan así, la apariencia de su propia sustantividad.
No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que
desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también,
al cambiar esta realidad, su pensamiento. No es la conciencia la que determina
la vida, sino la vida la que determina la conciencia…”

C. Marx y F. Engels, “La ideología Alemana”, La Habana


,1979 Pág. 25 -30

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“Las ideologías aún más elevadas, es decir, las que se alejan todavía más de
la base material, de la base económica, adoptan la forma de filosofía y de
religión. Aquí la concatenación de las ideas con sus condiciones materiales de
existencia aparece cada vez más embrollado, cada vez más oscurecida por la
interposición de eslabones intermedios. Pero no obstante existe. Todo el
período del renacimiento desde mediados del siglo XV, fue en esencia un
producto de las ciudades y por tanto de la burguesía, y lo mismo cabe decir de
la filosofía desde entonces renaciente, su contenido no era, en sustancia, más
que la expresión filosófica de las ideas correspondientes al proceso de
desarrollo de la pequeña y mediana burguesía hacia la gran burguesía .Esto se
ve con bastante claridad en los ingleses y franceses del siglo pasado, mucho
de los cuales tenían tanto de economistas como de filósofos, y también hemos
podido comprobarlo más arriba en la escuela hegeliana.

Detengámonos, sin embargo, un momento en la religión por ser este el campo


más alejado y más desligado que parece estar de la vida material. La religión
nació, en una época muy primitiva, de las ideas absurdas, selváticas, que los
hombres se formaban acerca de su propia naturaleza y de la naturaleza
exterior que los rodeaban. Pero toda ideología una vez que surge, se desarrolla
en conexión con el material de ideas dado, desarrollándolo y transformándolo a
su vez, de otro modo no sería una ideología, es decir, una labor sobre ideas
consideradas con propia sustantividad, con un desarrollo independiente y
sometido tan solo a sus leyes propias. Estos hombres ignoran forzosamente
que las condiciones materiales de la vida del hombre en cuya cabeza se
desarrolla este proceso ideológico, son las que determinan, en última instancia,
la marcha de tal proceso, pues si lo ignorasen se habría acabado la ideología.
Por tanto, estas representaciones religiosas primitivas, comunes casi siempre
a todo un grupo de pueblos afines, se desarrollan al deshacer el grupo, de un
modo peculiar a cada pueblo según las condiciones de vida que le son dadas, y
por este proceso ha sido puesto de manifiesto en detalle por la mitología
comparada en una serie de grupos de pueblos, principalmente en el grupo ario
(el llamado grupo indo-europeo). Los dioses moldeados de este modo en cada
pueblo, eran dioses nacionales, cuyo reino no pasaba de las fronteras del
territorio que estaban llamados a proteger, ya que del otro lado había otros
dioses indiscutibles que llevaban la batuta. Estos dioses solo podrían seguir
viviendo en la mente de los hombres mientras existiese su nación y morían al
mismo tiempo que ella. Este ocaso de las antiguas nacionalidades lo trajo al
imperio romano mundial, y no vamos a estudiar aquí las condiciones
económicas que determinaron el origen de este. Caducaron los viejos dioses
nacionales, e incluso los romanos, que habían sido cortados simplemente por
el patrón de los reducidos horizontes de la ciudad de Roma, la necesidad de
complementar el imperio mundial con una religión mundial se releva con
claridad en los esfuerzos que se hacían por levantar altares e imponer
acatamiento, en Roma juntos a los dioses propios, a todos los dioses
extranjeros un poco respetables. Por una nueva religión mundial no se fabrica
así, por decretos imperiales. La nueva religión mundial, el cristianismo, había
sido nacida calladamente, mientras tanta, de una mezcla de la teología oriental
universalizada, sobre todo en la judía y la filosofía griega vulgarizada
principalmente de la estoica. Qué aspecto presentaba en sus orígenes esta
religión, es lo que hay que investigar parcialmente pues su faz oficial tal como

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la trasmite la tradición solo es la que se ha presentado como religión del


estado, después de adaptada para este fin por el Concilio de Nicea. Pero el
simple hecho de que ya a los 250 años de existencia se la erigiese en religión
del Estado demuestre que era la religión que cuadraba a las circunstancias de
los tiempos. En la Edad Media, a medida que el feudalismo se desarrollaba, el
cristianismo asumía la forma de una religión adecuada a este régimen, con su
correspondiente jerarquía feudal. Y al aparecer la burguesía, se desarrolló
frente al catolicismo feudal la herejía protestante, tuvo sus orígenes en el sur
de Francia, con los albigenses, coincidiendo con el apogeo de las ciudades de
aquella religión. La Edad Media anexionó a la teología, convirtió en apéndices
suyos todas las demás formas ideológicas: la filosofía, la política,
jurisprudencia. Con ello obligaba a todo movimiento social y político a revestir
una forma teológica; a los espíritus de las masas, cebados exclusivamente con
religión, no había más remedio que presentarles sus propios intereses vestidos
con ropaje religioso, si se quería levantar una gran tormenta. Y con la
burguesía, que crea a las ciudades desde el primer momento un apéndice de
plebeyos desposeídos, jornaleros y servidores de todos géneros, que no
pertenecían a ningún estamento social y que eran los precursores del
proletariado moderno, también la herejía protestante se desdoblaba muy pronto
en una la burguesa moderada y en otra plebeya revolucionaria, execrada por
los mismos herejes burgueses”.

Engels, F. “Ludwing Feuerbach y el fin de la Filosofía Clásica


Alemana”. C. Marx y F. Engels O.E. en 3t. T 3, Editorial Progreso,
Moscú. 1973. Pág. 390- 392

“...Mas la religión no es otra cosa que el reflejo fantástico que proyecta en la


cabeza de los hombres aquellas fuerzas externas que gobiernan sobre su vida
diaria, un reflejo en que las fuerzas terrenales revisten la forma de poderes
supraterrenales. En los comienzos de la historia, empiezan siendo la potencia
de la naturaleza los objetos que así se reflejan en la cabeza del hombre y con
la evolución posterior, revisten entre los diferentes pueblos, las más diversas
abigarradas personificaciones. La mitología, comparada nos permite seguir
este proceso a lo menos en los pueblos indoeuropeos, hasta remontando a sus
orígenes en los Vedes indios, y en un desarrollo posterior está detalladamente
comprobado entre los indios, los persas, los griegos, los romanos, los
germanos y en cuanto alcanzan los materiales de que disponemos en los
celtas, los licturnos, y los eslavos. Pero pronto, al lado de la potencia natural
entra también en acción los poderes sociales, poderes que se enfrentan al
hombre y que al principio son para él tan extraños e inexplicables como las
fuerzas de la naturaleza y al igual que esta la dominan con la misma apariencia
necedad natural. Ahora bien, la figura de la fantasía en la que al principio se
reflejaban las fuerzas misteriosas de la naturaleza cobran atributos sociales, se
convierten en representantas de poderes históricos. Al llegar a una etapa más
avanzada de desarrollo, todos los atributos naturales y sociales de los
numerosos dioses se encuentran en un solo dios omnipotente, que a su vez no
es más que un reflejo del hombre abstracto, y así surge el monoteísmo, que
fue, históricamente el último producto de la filosofía vulgar de los griegos del
último período, que encontró su encarnación en Jehová, al dios nacional y
exclusivo de los hebreos. Reducida a esta figura cómoda, manejable y
perfectamente adaptable a todas las necesidades, la religión puede subsistir
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como la forma inmediata, es decir la forma sentimental de la actividad del


hombre ante la potencia extraña natural y social que la gobiernan, mientras los
hombres se encuentran bajo la dominación de esos poderes. Pero hemos visto
ya varias veces que la sociedad burguesa actual los hombres viven dominados
como por una potencia extraña por las relaciones económicas, creada por ellos
mismos por los medios de producción que ellos mismo producen, es decir que
la base efectiva de la religión como proceso ideológico de reflexión perdura y
con ella perdura su propio reflejo en la religión. El hecho de que la economía
burguesa permita penetrar hasta cierto punto en la concatenación causal de
este imperio ejercido por una potencia extraña, no cambia para nada la cosa,
La economía burguesa no puede impedir de raíz la crisis ni poner a los
capitalistas a salvo de pérdida, de deudas incobrables y de bancarrota, ni
inmunizar a los obreros contra el paro y la miseria. El viejo dicho de que el
hombre propone y dios (es decir, la denominación de las fuerzas del modo
capitalista de producción extraña al hombre) dispone, sigue siendo actual. El
mero conocimiento, aunque fuese mucho más grande y más profundo que el
de la economía burguesa, no basta someter los poderes al imperio de la
sociedad. Para eso hace falta ante todo una acción social. Y cuando esa acción
se realice, cuando la sociedad adueñándose de todos los medios de
producción y manejándolos con arreglo en su plan se emancipen a todos
sus miembros de la esclavitud en que hoy viven bajo férula de los medios de
producción producidos por ellos mismos y que , sin embargo, se enfrentan con
ellos como un poder extraño y superior, cuando, por tanto, sea el hombre quien
proponga y quien disponga, entonces solo entonces desaparecerá ese último
poder extraño que no se refleja todavía en la religión, y con este desaparecerá
también el propio reflejo religioso, por lo sencilla razón de que ya no habrá
nada que reflejar…”

F. Engels, “Anti- Dühring”, Editorial Pueblo y Educación,


La Habana. 1078. Pág. 384- 386.

“Ya al reflejo fiel de la naturaleza (es) extremadamente difícil, el producto de


una larga historia de experiencias. Para el hombre primitivo las fuerzas de la
naturaleza (son) algo ajeno, pleno de misterio, imponente. En una etapa
determinada, por la que pasaron todos los pueblos civilizados, las asimiló a
través de la personificación. Este impulso hacia la personificación fue lo que
creó dioses por doquier. Los consensus gentiun como prueba de la existencia
de Dios. Desusa solamente la universidad de ese impulso personificados como
etapa necesaria de transición, y de ahí también la religión. Solo el conocimiento
real de las fuerzas naturales desaloja a los dioses o a Dios de una posición tras
otra… Este proceso ha avanzado tanto que, teóricamente, puede darse por
concluido…”

F. Engels, “Anti-Dühring”, Editorial Pueblo y Educación,


La Habana, 1979, Pág. 461 – 462.

“…De la misma manera que Lutero reconoció que la religión , la fe, es la


esencia del mundo exterior y se reveló, partiendo de ello contra el paganismo
católico, de la misma manera que abolió la religiosidad exterior, convirtiéndose
la religiosidad en esencia interior del hombre, rechazó a los curas que se
hallaban fuera del lego porque trasladó el cura al corazón del lego, se rechaza

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que se halla fuera del hombre y no depende de él , es decir, que sólo debe ser
conservado y afirmada de modo exterior, dicho con otras palabras, se
rechazaba esta objetividad exterior y absurda suyo, por cuanto la propiedad
privada se encuentra en el hombre mismo es reconocido como su esencia,
pero precisamente en virtud de ello el propio hombre se enfoca en el aspecto
de la religión…”

C. Marx. “Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844”.


Editorial Progreso. Moscú. Pág. 77.

“El reflejo religioso del mundo real sólo podrá desaparecer para siempre
cuando las condiciones de la vida diaria, laboriosa y activa, represente para los
hombres relaciones claras y racionales entre sí y respecto a la naturaleza. La
forma del proceso social de vida, o lo que es lo mismo, del proceso material de
producción, sólo se despojará de su lado místico cuando ese proceso sea obra
de hombres libremente socializador y puesta bajo un mando consciente y
racional más, para ello, la sociedad necesita contar con una base material o
con una serie de condiciones materiales de existencia, que sea, a su vez, fruto
natural de una larga y penosa evolución”.

Marx C, “El Capital”. O.C. T. 46. Editorial Progreso. Moscú.


1957.

“… La religión, la familia, el Estado, el Derecho, la Moral, la Ciencia, el Arte,


etc., no son más que modalidades particulares de la producción y están
sujetos a su ley universal. Por eso la supresión positiva de la propiedad privada
como la afirmación de la vida humana es la supresión positiva de toda
enajenación, o sea, el hombre retorna de la religión, la familia, el estado, etc., a
su ser humano, es decir, social, la enajenación religiosa como tal se produce
sólo en la esfera de la conciencia, la esfera del mundo interno del hombre, pero
la enajenación económica es enajenación de la vida real, su supresión se
extiende, por ello, a ambas esferas”. …”

Marx. C. “Manuscritos económicos y filosóficos de 1844”.


Editorial Progreso. Moscú. Pág. 85.

“Vemos, pues, que la religión una vez creada, contiene siempre una materia
tradicional, ya que la tradición es, en todos los campos ideológica, una gran
fuerza conservadora. Pero los cambios que se producen en este material
brotan de las relaciones de clases, y por tanto de las relaciones económicas
de los hombres que efectúan estos cambios…”

Engels. F. “Ludwing y Feuerbach de la Filosofía Clásica


Alemana”, Iden Pág. 394

“La afirmación de Feuerbach de que los períodos de la humanidad sólo se


distinguen unos de de otros por los cambios religiosos es absolutamente falsa.
Los grandes virajes históricos sólo han sido acompañados de cambios
religiosos en lo que se refiere a las tres religiosas universales que han existido
hasta hoy: el budismo, el cristianismo y el islamismo. Las antiguas religiones
tribales y nacionales nacidas espontáneamente no tenían un carácter

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proselitista y perdían toda su fuerza de resistencia en cuanto desaparecía la


independencia de las tribus y de los pueblos que las profesan”.

Engels F. “Ludwing Feuerbach y el fin de de la filosofía clásica


Alemana” C Marx y F. Engels O. E en 3t
Editorial Progreso Moscú 1973. T -3 Pág. 374

“...La religión es uno de los tipos de opresión espiritual que caen en todas
partes sobres las masas populares, aplastadas por el trabajo eterno para
otros, por la pobreza y la soledad. La impotencia de las clases explotadas en
las luchas contra los explotadores engendra inevitablemente la fe de una mejor
vida ultratumba, del mismo modo que la impotencia de los salvajes en las
luchas contra la naturaleza hace nacer la fe en los dioses, demonios, milagros,
etc. La religión enseña resignación y paciencia en la vida terrenal a quienes
trabajan y pasan necesidades toda la vida consolándole con la esperanza de
recibir la recompensa en el cielo. Y a quienes viven del trabajo ajeno, les
enseña caridad en la vida terrenal, ofreciéndoles una absolución muy barata de
sus existencias de explotadores y vendiéndoles a precio módicos pasaje al
bienestar celestial. La religión es el opio del pueblo. La religión es una especie
de aguardiente espiritual de mala calidad, en el que los esclavos del capital
ahogan su figura humana, hunden sus reivindicaciones de una vida digna del
hombre”.

Lenin V. I. “El socialismo y la religión” Recopilación de


Artículos: Lenin “Acerca de la religión”. Editorial.
Progreso. Moscú. 1973. Pág. 5-6

“El marxismo es materialismo. En calidad de tal, es tan implacable enemigo


de la religión como el materialismo de los enciclopedistas del siglo XVIII o el
materialismo de Feuerbarch. Esto es indudable, pero el materialismo dialéctico
de Marx y Engels va más lejos que los enciclopedistas y que Feuerbach, pues
aplica la filosofía materialista a la historia y la ciencia social. Debemos luchar
contra la religión. Esto es el avance de todo el materialismo y por tanto del
marxismo. Pero el marxismo ve más allá, afirma: hay que saber luchar contra la
religión y para ello es necesario explicar desde el punto de vista materialista el
origen de fe y de la religión entre las masas. La lucha contra la religión no
puede limitarse ni reproducirse a la práctica ideológica abstracta, hay que
vincular esta lucha a la actividad práctica concreta del movimiento de clase,
que tiende a eliminar las raíces sociales de la religión. ¿Por qué pusiste la
religión entre los sectores atrasados del proletariado urbano, entren las vastas
capas semiproletariadas y entren las campesinas? Por la ignorancia del pueblo,
responderán el progresista burgués, el radical o el materialista burgués. Es
consecuencia bajo la religión y viva el ateísmo, la difusión de las concepciones
ateístas es nuestra tarea principal. El marxista dice: No es cierta semejante
opinión, no es profunda y explica las raíces de la religión de un modo
materialista sino idealista. En los países capitalistas contemporáneos estas
raíces son prácticamente sociales.

La raíz más profunda de la religión en nuestros tiempos es la opresión social de


las masas trabajadoras, su aparente impotencia total frente a las fuerzas ciegas
del capitalismo, que cada día, cada hora causa a los trabajadores sufrimientos

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y martirios mil veces más horrorosos y salvajes que cualquier acontecimiento


extraordinario como las guerras, los terremotos, etc. “El miedo creó a los
dioses”. El miedo a las fuerzas ciegas del capital -ciega porque no puede ser
prevista por las masas del pueblo, que a cada paso amenaza con aportar y
aporta al proletariado o al pequeño propietario a la perdición, la ruina
“inesperada”, “repentina”´, “casual”, convirtiéndolo en mendigo e indigente,
arrojándole a la prostitución, arrancándole la muerte por hambre: de ahí la raíz
de la religión contemporánea que el materialista debe tener en cuenta antes
que nada y más que nada si no quiere quedarse de aprendiz del materialista.
Ningún folleto educativo será capaz de desarraigar la religión entre las masas
aplastadas por los trabajos forzados del régimen capitalista y que depende de
las fuerzas ciegas y destructivas del capitalismo, mientras dichas masas no
aprenden a luchar unidas y organizadas, de modo sistemático y consciente,
contra esa raíz de la religión, contra el dominio del capital en todas sus
formas….

… En tales condiciones, la práctica ateísta puede resultar superflua y nociva,


no desde el punto de vista de las consideraciones filisticas de que no se debe
espantar a los sectores atrasados o por dar un acta en las elecciones, etc., sino
desde el punto de vista del progreso efectivo de la lucha de clases, que, en las
circunstancias de la sociedad capitalista moderna, llevará a los obreros
cristianos a la social democracia y al ateísmo cien veces mejor que la rara
propaganda atea. En tal momento y en semejante situación, al predicador del
ateísmo sólo favorecería al cura y a los curas, quienes lo único que desean es
sustituir la división de los obreros en huelguistas por la división en creyentes y
ateos. El anarquista, al predicar la guerra contra Dios a toda costa, de hecho, a
los curas y a la burguesía (de la misma manera que los anarquistas ayudan
siempre, de hecho a la burguesía). El marxista debe ser materialista, o sea,
enemigo de la religión, Pero debe ser un materialista dialéctico, es decir, debe
`plantear la lucha contra la religión no en el terreno abstracto, puramente
teórico, de predica siempre igual, sino de modo concreto, sobre la base de la
lucha de clases que se libra de hecho y que educa a las masas más que nada
y mejor que nada. El marxista debe tener en cuenta, toda la situación concreta,
encontrando siempre el límite entre el marxismo y el oportunismo (este límite
es relativo, móvil, variable, pero existe), y no caer en el revolucionarismo
abstracto, verbal, y en realidad, vacuo del anarquista ni en el filisteísmo y el
oportunismo del pequeño burgués o del intelectual liberal, que toma la lucha
contra la religión, olvida esta tarea suya, se resigna con la fe en Dios y no se
orienta por los intereses de la lucha de clases, sino por el mezquino y mizar
cálculo de no ofender, no rechazar ni aumentar, atendiéndose a la próxima
ultra sabia de “Vivo y dejo vivir a los demás” , etc.

….No se puede declarar de una vez para siempre y para todas las situaciones
que los sacerdotes no pueden ser miembros del Partido Social demócrata, más
todo no puede establecer de una vez para siempre la regla contraria. Si un
sacerdote viene a nuestras filas para realizar una labor política conjunta y
cumple con propiedad el trabajo del Partido, sin combatir el programa de éstos
podemos admitirlo en las filas sociales demócratas. Puede en tales
condiciones, la contradicción entre el espíritu y las bases de nuestro programa,
por un lado, y las convicciones religiosas, por otro, podría seguir siendo una
contradicción personal suya, que sólo a él afectase, ya que una organización
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política no puede examinar a sus militantes para saber si no existe


contradicción entre sus conceptos y el programa del Partido. Pero, claro está,
semejante podría ser una rara excepción incluso en Europa, mas en Rusia es
ya muy poco probable. Y si, por ejemplo, un sacerdote ingresa en el Partido
Social Demócrata y empezase a realizar él, como labor principal y casi única,
la prédica activa de las concepciones religiosas, el Partido tendría que
expulsarlo de sus filas obligatoriamente. Debemos no sólo admitir, sino atraer
sin falta al Partido Social Demócrata a todos los obreros que conservan la fe en
Dios, enemigos incondicionales de la más mínima ofensa a sus creencias
religiosas, pero los atraemos para educarlos en el espíritu de nuestro programa
y no para que luchen activamente contra él. Admitimos dentro del Partido la
libertad de opiniones, pero en ciertos límites, determinados por la libertad de
agrupación: no estamos obligados a marchar codo con codo con los
predicadores activos de opiniones que rechaza la mayoría del Partido…”

Lenin VI. “Actividad del Partido Obrero ante la Religión”.


Recopilación de artículos. “Lenin Acerca de la Religión”.
Editorial Progreso, Moscú 1973 Pág. 21-22.

“¿Cómo explicarse que los intereses personales se desarrollan siempre, a


despacho de las personas, hasta convertirse en intereses de clases, en
intereses comunes, que adquieren su propia sustentos de clases, en intereses
comunes, que adquieren su propia sustantividad frente a las personas
individuales de que se trata y, así sustantivadas, cobran la forma de intereses
generales, enfrentándose como tales a los individuos reales y pudiendo, en
esta contraposición , determinados ahora como intereses, aparecer ante la
conciencia como intereses ideales, o incluso religiosos, sagrados? ¿Cómo
explicarse que, dentro de esta sustantivación de los intereses personales como
intereses de clase, el comportamiento personal del individuo tenga
necesariamente que objetivarse, que enajenarse y, al mismo tiempo, se
mantenga como una potencia independiente de él, creada sin él por el
intercambio, se convierta en relaciones sociales, en una serie de potencias que
determinan y subordinan al individuo y aparecen, por tanto idealmente, como,
potencia “sagradas”? Si… (se).. hubiese comprendido de una vez el hecho de
que, dentro de ciertos modos de producción, que, naturalmente, no dependen
de la voluntad, hay siempre potencias prácticas ajenas, independientemente no
sólo de los individuos incluso de la colectividad de estos y que se imponen a
los hombres, les sería poco más o menos indiferente el que este hecho se
representará religiosamente o a través de la representación del egoísta, que lo
tergiversa todo en el sentido de que no concibe nada por encima de si mismo…
Lo que se le parece el producto del pensamiento, lo comprendería entonces
como producto de la realidad. Y no caerían en el mal gusto… de explicar la
dualidad entre el interés personal y general diciendo que los hombres se
representan también religiosamente esa dualidad y se imaginan ser así y del
otro modo, lo que no es más que otra manera de expresar lo que se
representan ellos ser.

Incluso bajo la absurda sombra pequeño-burguesa alemana en que Sancho


concibe la contradicción entre los intereses personales y los generales, tendría
que ver, por los demás, que los individuos, como no podía ser de otro modo,
parten y han partido siempre de sí mismo, razón por la cual los dos lados que

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él pone de manifiesto son dos lados del desarrollo personal de los individuos,
engendrado ambos por condiciones igualmente empíricas de vida de los
individuos y simple expresiones, ambos, del mismo desarrollo personal de los
hombres y entre los que solo media, por tanto, una aparente contraposición.
Por lo que se refiere al problema de cual es el lugar asignado al individuo por
las condiciones especiales de desarrollo y por la división del trabajo, al
problema de sí el individuo de que se trata representa más bien uno ó el otro
lado de la antitesis, aparece más bien como egoísta o como abnegado, se trata
de un problema completamente secundario, que incluso solo cobra cierto
intereses, cuando se plantea en vista a determinado individuos y dentro de
determinada época histórica, De otro modo, solo podrá conducir a frases de
charlatanismos…

… El comunismo resulta, por ello, sencillamente inconcebible para nuestros


santos, porque los comunistas no hacen valer ni el egoísmo contra el espíritu
de sacrificio ni el espíritu de sacrificio en contra del egoísmo, ni envuelve
teóricamente esta contraposición en aquella superabundante forma ideológica,
sino que ponen de manifiesto, por el contrario, su fuente material, con la que
desaparece la contraposición misma. Los comunistas no se dedican a predicar
ninguna clase moral, lo que Stirner hace con gran largueza. No plantea a los
hombres el postulado moral de ¡ Amaos los unos a los otros ¡, ¡ No seáis
egoístas¡ ,etc.; saben muy bien, por el contrario, que el egoísmo, ni más ni
menos que la abnegación, es, en determinadas condiciones, una forma
necesaria de imponerse los individuos. Los comunistas no se proponen, por
tanto en algún modo… superar al hombre privado en aras del “hombre
general”, abnegado… Los comunistas teóricos, los únicos que disponen de
tiempo para ocuparse de la historia, se distinguen precisamente por el hecho
de ser los únicos que han descubiertos en toda la historia la creación del
“interés general” por obra de los individuos determinados como “hombres
privados”. Saben que esta contraposición es puramente aparente, porque uno
de los dos lados, lo que se llama “lo general” es constantemente engendrado
por el otro, por el interés privado y no es, en modo alguno, una potencia
independiente frente a él, con su historia propia y aparte, que por tanto, esta
contraposición se ve prácticamente destruida y engendrada de continuo. No se
trata por consiguiente, de una “unidad negativa” hegeliana de dos lados de una
antitesis, sino de la negación materialmente condicionada de los individuos,
con el que desaparece, al mismo tiempo, aquella contraposición y su unidad”.

Carlos Marx. Federico Engels. “La Ideología Alemana”. Editora


Política. La Habana. 1979. Pág. 271 – 272- 273

“Sí la conciencia moral de las masas declara injusto un hecho económico


cualquiera, como en otros tiempos la esclavitud o la servidumbre feudal, esto
constituye la prueba de que el hecho es cuestión de algo que a caducado y
que ha surgido otros hechos económicos en virtud de los cuales el primero es
ya intolerable y no puede mantenerse en pie… “

Carlos Marx. “Miseria de la filosofía”. Editorial de Ciencia


Sociales. La Habana 1979. Pág. 12

“La verdad es que cada clase y hasta cada profesión tiene su moral propia…”

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Engels F. “Ludwing Feuerbach y el fin de la filosofía clásica


alemana”. Carlos Marx y Federico Engels O.E. en 3t.
Editorial Progreso. Moscú. 1973. Pág. 378 – 379.

“Si con los conceptos de verdad y de error no hemos salido ganando gran
cosa, menos ganamos todavía con los de bien y de mal. Esta antitesis se
mueve pura y exclusivamente dentro de la orbita moral, es decir, en un cuerpo
que pertenece a la historia humana, donde ya sabemos que hay diseminada
poquísimas verdades definitiva y de última instancia, la idea de bien y de mal
han cambiado tanto de pueblo a pueblo, de siglo a siglo, que no poca veces
hasta se contradicen abiertamente.

Pero objetará alguien es que el bien no es el mal, ni el mal es el bien, ni se


borra toda distinción entre el bien y el mal, se habrá acabado la moral y cada
cual podrá ser lo que le venga en gana. Esa es, en efecto, despoja de toda
gala oracular, la opinión del Sr. Duhring. Pero el problema no es tan fácil de
resolver como todo esto. De otro modo, no habría las disputas que hay sobre lo
que está bien o lo que está mal y todo el mundo sabría que era bueno y que
era malo. Pero, veamos ¿Qué ocurre hoy? ¿Que moral se nos predica hoy?
Ahí tenemos, en primer termino, la moral cristiana – feudal, que nos ha legado
los viejos tiempo de la fe y que ha su vez se divide, sustancialmente, en una
moral católica y una moral protestante, con toda una serie de subdivisiones que
van desde la moral católica - Jesuita y Otordoxo -protestante, hasta una
indulgencia moral ilustrada. Y al lado tenemos la moderna moral burguesa, y al
lado la moral burguesa moderna la moral proletariado del futuro. Por donde
solamente en los países mas cultos de Europa, el pasado, el presente, y el
futuro nos brindan tres grandes grupos de teorías morales, que rigen a la par y
simultáneamente. Cual es, pues la verdadera en sentido absoluto y definitivo,
ninguna, pero evidentemente lo que contendrá mas elemento prometedores de
duración será aquella moral que representa en el presente la subversión del
presente, el porvenir, es decir, la moral proletariado.

Si vemos, pues, que las tres clases que forman la sociedad moderna, la
aristocracia feudal, la burguesía y el proletariado, posee en cada una su propia
moral, necesariamente tendremos que concluir que los hombres, sean
consciente o inconsciente, derivan sus ideas morales, en última instancias, de
las condiciones prácticas en que se basa su situación de clases e la relaciones
económicas en que producen e intercambian lo producido.

Pero, por cierto hay de común a las tres teorías morales mencionadas ¿no será
esto por lo menos una parte de la moral definida de una vez y para siempre?
aquellas teorías morales representan tres etapas distintas del mismo desarrollo
histórico, tienen por tanto un fondo económico común, y esto hace que tenga,
necesariamente muchos rasgos comunes. Más aún, etapas iguales o
aproximadamente iguales de desarrollo económico las teorías morales
necesariamente tienen que coincidir, y en mayor o en menor grado. Desde el
momento en que se desarrolla la propiedad privada sobres las cosas muebles,
en que toda las sociedades en esto se rigen, se impone necesariamente el
precepto moral, común a todas , de no robaras ¿Acaso este precepto se
trasforma por este solo hecho en norma eterna de moral? Nada de eso. En una
sociedad en que se hubiesen desaparecido los móviles del robo, en la que por

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tanto, a la larga solo una persona perturbada pudiera robar el predicador de


moral que hubiese al pulpito a proclamar solamente la verdad eterna “no
robarás”, seria objeto de la chota general. De acuerdo con esto rechazamos
toda protección de querer imponernos como ley eterna definitiva, y por tanto
como ley moral inmutable, cualquier dogmática moral bajo el pretexto que
también el mundo moral tiene sus principios permanentes, que están por
encima de la historia y de la diferencia de los pueblos. Por el contrario, afirmo
que hasta hoy toda teoría moral ha sido, en última instancias, producto de las
condiciones económicas de la sociedad en el periodo correspondiente. Y como
hasta el día de hoy la sociedad se ha agitado entre antagonismo de clases, la
moral ha sido siempre una moral de clases; justificaba la dominación y los
intereses de la clases dominantes, o representaba cuando la clase oprimida se
hacia lo bastante poderosa, la rebelión contra esta dominación así como los
interés del futuro de los oprimidos. Es indudable que se ha efectuado en rasgos
generales un progreso en la moral, así como en las demás ramas del
conocimiento humano. Pero no hemos salidos todavía de la moral de clases.
Una moral realmente humana, a los antagonismo de clases o al recuerdo de
ellos, será factible solamente al llegar la sociedad a un grado de desarrollo en
que no solo se halla superado al antagonismo de las clases, sino que se allá
olvidado en las prácticas de la vida”.

F.Engels , “Anti- Dühring” , Editorial . Pueblo y Educación,


La Habana. 1979. Pág. 114-116.

En cuanto al arte, ya se sabe que los períodos de florecimiento determinado no


están, ni mucho meno en relación con el desarrollo general de la sociedad, ni
por consiguiente, con la base material del esqueleto, en cierto modo, de su
organización, por ejemplo los griegos, comparado con los modernos o también
Shakespeare. Respectivamente de ciertos géneros del artes, por ejemplo, la
epopeya, se admite que no puede producirse nunca en su forma plástica,
haciendo época en el mundo desde el momento en que la producción artística
aparece como tal, es decir, que en el interior del dominio del arte mismo
algunas de sus manifestaciones importantes no son posible si no en un grado
inferior de evolución del arte. Si esto es cierto refiriéndose a la relación de los
diferentes géneros del arte en el interior del dominio del mismo arte, o al
extrañar que también lo sea respecto a la relación del dominio del arte externo
con el desarrollo general de la sociedad. La dificultad consiste solamente en la
formulación general de estas contradicciones. Tan pronto se le especifica, se
explica.

Consideramos, por ejemplo, la relación del arte griego y luego del de


Shakespeare con los actuales tiempos. La mitología griega, como se sabe no
solamente era el arsenal griego, si no su tierra nutricia también. La concepción
de la naturaleza y de las relaciones sociales, que se haya en el fondo de la
imaginación griega, y por consiguiente de la mitología griega ¿es acaso
compatible con las máquinas automáticas, los ferrocarriles, la locomotora y el
telégrafo eléctrico? ¿Qué representa Vulcano al lado de Roberts y Cía. Júpiter
del pararrayo y Hermes del crédito mobiliarios? Toda mitología somete y
domina y moldea las fuerzas de la naturaleza en la imaginación y para la
imaginación y desaparece por tanto cuando se llega a dominarlas realmente.
¿Qué representa la fama respecto de Proting House Square? El arte griego

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supone la mitología griega, es decir, la naturaleza y la sociedad misma


moldeada ya de una manera inconscientemente artística por la fantasía
popular. Esos son sus materiales. No una mitología cualquiera, no cualquiera
transformación inconsciente artística de la naturaleza (Comprendiendo esta
última todo lo que es objeto, luego también la necesita). La mitología Egipcia no
hubiese podido jamás prestar el suelo o el seno material para crear el arte
griego. Pero de todo modo era necesaria una mitología. El arte griego no puede
surgir en ningún caso en una sociedad que excluye toda relación mitología con
la naturaleza que exige al artista una imaginación que no se apoye en la
mitología.

Desde el punto de vista, ¿Es posible la existencia de Aquiles al aparecer la


pólvora y el plomo? La Ilíada entera ¿Es compatible con la prensa para
imprimir? ¿No desaparece necesariamente los cambios, las leyendas y la Musa
ante la regleta del tipográfico? ¿No desvanecen las condiciones necesarias de
la poesía épica?

Lo difícil no es comprender que el arte y la epopeya se hayan ligada a cierta


forma del desarrollo social, …sino que aún puedan procurarnos goces estéticos
y se consideran en cierto casos como norma y modelo inaccesibles.

Un hombre que puede volver a ser niño y no debe aspirar a reproducir, en un


nivel más elevado, su sinceridad. ¿No revive en la naturaleza infantil del
carácter propio de cada época en su verdad natural? ¿Por qué la infancia
histórica de la humanidad en lo más bello de su florecimiento, no habría de
ejercer un eterno atractivo, como una fase desaparecida para siempre? Hay
niños mal educados y niños viejecitos. Muchas naciones antiguas pertenecen a
esta categoría. Los griegos eran niños normales. El encanto que encontramos
en su arte no está en contradicción con el carácter primitivo de la sociedad en
que se haya desarrollado este arte. Es más bien su producto, mejor podría
decirse que se haya enlazado indisolublemente al hecho de que las
condiciones sociales imperfectas en que han nacido y en las que forzosamente
tenía que nacer, no podrán volver nunca más”.

C. Marx “Contribución a la crítica de la Economía Política” Editora


Política, La Habana, 1976 Pág. 271- 273

“La producción de las ideas y representaciones, de la conciencia, aparece al


principio directamente entrelazada con la actividad material y el comercio
material de los hombres, como el lenguaje de la vida real. Las
representaciones, los pensamientos, el comercio espiritual de los hombres se
presentan todavía, aquí, como emanación directa de su comportamiento
material. Y lo mismo ocurre con la producción espiritual, tal y como se
manifiesta en el lenguaje de la política, de las leyes, de la moral, de la religión,
de la metafísica, etc., de un pueblo. Los hombres son los productores de sus
representaciones, de sus ideas, etc., pero los hombres reales y actuales, tal y
como se hallan condicionados por un determinado desarrollo de sus fuerzas
productivas y por el intercambio que a él corresponde, hasta llegar a sus
formaciones más amplias. La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el
ser consciente, y el ser de los hombres es su proceso de vida real. Y si en toda
la ideología los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en una

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cámara oscura, este fenómeno responde a su proceso histórico de vida, como


la inversión de los objetos al proyectarse sobre la retina responde a su proceso
de vida directamente físico.

Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende


del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se
parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco
del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar,
arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que
realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también
el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida.
También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los
hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida,
proceso empíricamente registrable y sujeto a condiciones materiales. La moral,
la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia
que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad.
No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que
desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también,
al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento.
No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la
conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como del
individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde
a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la
conciencia solamente como su conciencia”.

C. Marx y F. Engels. “La ideología Alemana”. Editora Política.


La Habana, 1979. Pág. 25-26

"Solamente ahora, después de haber considerado ya cuatro momentos, cuatro


aspectos de la relaciones históricas originarias, caemos en la cuenta de que el
hombre tiene también “conciencia”. Pero, tampoco ésta es de antemano una
conciencia “pura”. El “espíritu” nace ya tarado con la maldición de estar
“preñado” de materia, que aquí se manifiesta bajo la forma de capas de aire en
movimiento, de sonidos, en una palabra, bajo la forma del lenguaje. El lenguaje
es tan viejo como la conciencia: El lenguaje es la conciencia práctica, la
conciencia real, que existe también para los otros hombres y que, por tanto,
comienza a existir también para mí mismo; y el lenguaje nace, como la
conciencia, de la necesidad, de apremios del intercambio con lo demás
hombres. Donde existe una relación, existe para mí, pues el animal no se
“comporta” ante de nada ni, en general, podemos decir que tenga
“comportamiento” alguno. Para el animal, sus relaciones con otros no existen
como tales relaciones. La conciencia, por tanto, es ya de antemano un
producto social, y lo seguirá siendo mientras existan seres humanos. La
conciencia es ante todo, naturalmente, conciencia del mundo inmediato y
sensible que nos rodea y conciencia de los nexos limitados con otras personas
y cosas, fuera del individuo consciente de sí mismo; y es, al mismo tiempo,
conciencia de la naturaleza, que al principio se enfrente al hombre como un
poder absolutamente extraño, omnipotente e inexpugnable, ante el que los
hombres se comportan de un modo puramente animal y que amedrenta como
al ganado; es, por tanto, una conciencia puramente animal de la naturaleza
(religión natural). Inmediatamente, vemos aquí que esta religión natural o este

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determinado comportamiento hacia la naturaleza se hallan determinados por la


forma social, y a la inversa, en este caso, como en todos, la identidad entre la
naturaleza y el hombre se manifiestan también de tal modo que el
comportamiento de unos hombres para con otros, y éste, a su vez, su
comportamiento limitado hacia la naturaleza, precisamente porque la
naturaleza apenas ha sufrido aún ninguna modificación histórica. Y, de otra
parte, la conciencia de la necesidad de entablar relaciones con los individuos
circundantes es comienzo de la conciencia de que el hombre vive, en general
dentro de una sociedad. Este comienzo es algo tan animal como la propia vida
social, en esta fase; es, simplemente, una conciencia gregaria y, en este
punto, el hombre sólo se distingue del cordero por cuanto que su conciencia
constituye al instinto o es el suyo un instinto consciente. Esta conciencia
gregaria o tribal se desarrolla y perfecciona después, al aumentar la
producción, al incrementarse las necesidades y al multiplicarse la población,
que es el factor sobre que descansan los dos anteriores. De este modo se
desarrolla la división del trabajo, que originariamente no pasaba de la división
del trabajo en el acto sexual y, más tarde, de una división del trabajo
introducida de un modo “natural” en atención a las dotes físicas (por ejemplo, la
fuerza corporal ),a las necesidades, las coincidencias fortuitas, etc. La división
del trabajo sólo se convierte en verdadera división a partir del momento en que
se separa el trabajo físico y el intelectual. Desde este instante, puede ya la
conciencia imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la
conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo sin
representar algo real; desde este instante, se halla la conciencia en
condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la creación de la teoría
“pura”, de la teología “pura”, la filosofía y la moral “pura”, etc. Pero, aún cuando
esta teoría, esta teología, esta filosofía, esta moral, etc., se hallen en
contradicción con las relaciones sociales existentes se hallan, a su vez, en
contradicción con la fuerza social dominante; cosa que, por lo demás, dentro de
un determinado círculo nacional de relaciones, podrá suceder también por el
hecho de que la contradicción no se dé en el seno de esta órbita nacional, sino
entre esta conciencia nacional y la práctica de otra nacional y la concepción
general de una nación”.

C. Marx y F. Engels. “La Ideología Alemana”. Editora Política.


La Habana. 1979. Pág. 30-31

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Capítulo 11: El problema de la verdad.

“Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo,
pero de lo que se trata es de transformarlo… La vida social es en esencia,
práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo,
encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de
esta práctica… Feuerbach, no contento con el pensamiento abstracto, apela a
la contemplación sensorial; pero no concibe la sensoriedad como una actividad
sensorial humana práctica… La conciencia de la modificación de las
circunstancias y de la actividad humana sólo puede concebirse y entenderse
racionalmente como práctica revolucionaria… El problema de si al pensamiento
humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico,
sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que
demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su
pensamiento”.

C. Marx, “Tesis sobre Feuerbach”, Pág. 401- 403, O.E. en dos


tomos, T.2. Editorial Progreso, Moscú.

“Y en esto precisamente estriba la verdadera significación y el carácter


revolucionario de la filosofía hegeliana (…): en que daba al traste para siempre
con el carácter definitivo de todos los resultados del pensamiento y de la acción
del hombre. En Hegel, la verdad que debía de conocer la filosofía no era ya
una colección de tesis diagnósticas fijas que, una vez encontradas, solo haya
que aprenderse de memoria; ahora, la verdad residía en el proceso mismo del
conocer, en la larga trayectoria histórica de la ciencia, que, desde las etapas
inferiores, se remonta a frases cada vez más altas de conocimiento, pero sin
llegar jamás, por el descubrimiento de una llamada verdad absoluta, a un punto
en que ya no puede seguir avanzando, en que solo le resta cruzarse de brazos
y sentarse a admitir la verdad absoluta conquistada. Y lo mismo que en el
terreno del conocimiento filosófico, en los demás campos del conocimiento y en
el de la actuación práctica. La historia, al igual que el conocimiento, no puede
encontrar jamás su remate definitivo en un estado ideal perfecto de la
humanidad; una sociedad perfecta un “Estado” perfecto, son cosas que sólo
pueden existir en la imaginación; por el contrario: todos los estadíos históricos
que se suceden no son más que otras tantas frases transitorias en el proceso
infinito de desarrollo de la sociedad humana, desde lo inferior a lo superior.
Todas las fases son necesarias, y por tanto, legítimas para la época y para las
condiciones que las engendran; pero todas caducan y pierden su razón de ser,
al surgir condiciones nuevas y superiores, que van madurando poco a poco en
su propio seno; tienen que ceder el paso a otra fase más alta, a la que también
lo llegará, en su día, la hora de caducar y perecer…”

Engels F. “Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía Clásica


Alemana”. C. Marx y F. Engels O.E. en tres tomos. Editorial “Progreso”,
Moscú. 1973. T.3 Pág. 357-358.

“… no hay que olvidar aquí que el criterio de la práctica no puede nunca, en el


fondo, confirmar o refutar completamente una representación humana,
cualquiera que sea. Este criterio también es lo bastante “impreciso” para
impedir que los conocimientos del hombre se conviertan en algo “absoluto”; al

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mismo tiempo, es lo bastante preciso para sostener una lucha implacable


contra todas las variedades de idealismo y agnosticismo”.

Lenin V.I. “Materialismo y Empiriocriticismo”, Pág. 144.


Editorial Progreso, Moscú.

“La refutación más contundente de estas extravagancias, como de todas las


demás extravagancias filosóficas, es la práctica, o sea, el experimento y la
industria. Si podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de concebir un
proceso natural reproduciendo nosotros mismos, creándolo como resultado de
sus mismas condiciones y si, además, lo ponemos al servicio de nuestros
propios fines, damos al traste con la “cosa en sí”…de Kant.”

F. Engels, “L. Feuerbach y el fin de la filosofía Clásica Alemana”,


Pág. 369 O.E. en dos tomos, T.2, Editorial “Progreso”, Moscú.

“Si es cierto que la técnica… depende en parte considerable del estado de la


ciencia, aún más depende esta del estado y las necesidades de la técnica. El
hecho de que la sociedad sienta una necesidad técnica, estimula más a la
ciencia que diez universidades”.

F. Engels, Carta a H. Starkenburg del 25 de enero de 1984, Pág. 507


O.E. en dos tomos, T.2. Editorial “Progreso”, Moscú.

“El pensamiento que se eleva de lo concreto a lo abstracto siempre que sea


correcto… -no se aleja de la verdad, sino que se acerca a ella. La abstracción
de la materia, de la ley de la naturaleza, la abstracción del valor, etcétera; en
una palabra, todas las abstracciones científicas (correctas, serias, no absurdas)
reflejan la naturaleza en forma más profunda, veraz y completa. De la
percepción viva al pensamiento abstracto, y de este a la práctica: tal es el
camino dialéctico del conocimiento de la verdad, del conocimiento de la
realidad objetiva”.

Lenin V.I. “Cuadernos Filosóficos”, Pág. 165, Editora Política,


La Habana, 1979.

“El conocimiento es la aproximación eterna, infinita, del pensamiento al objeto.


El reflejo de la naturaleza en el pensamiento del hombre debe ser entendido,
no “en forma inerte”, no “en forma abstracta”, no carente de movimiento, no
carente de contradicciones, sino en el eterno proceso del movimiento, en el
surgimiento de las contradicciones y en su solución”.

Lenin V.I. “Cuadernos Filosóficos”, Pág. 188, Editora Política,


La Habana, 1979.

“¿Es soberano el pensamiento humano? Antes de contestar, sí o no, tenemos


que investigar qué es, en realidad, el pensamiento humano. ¿Es acaso el
pensamiento de un solo hombre? No. Pero sólo existe como pensamiento
individuable muchos miles de millones de hombres pasados, presentes y
futuros. Si digo, pues, que este pensamiento de todos estos hombres,
sintetizados en mi imaginación, incluyendo también el de las futuras
generaciones, es soberano, capaz de conocer el mundo existente, siempre y
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cuando la humanidad dure el tiempo necesario para ello, y que los órganos y
objetos del conocer no cierren el paso a ese conocimiento, digo algo bastante
trivial, y algo, además, bastante infantil. Pues el resultado más valioso sería
que llegáramos a recelar extraordinariamente de nuestros actuales
conocimientos, toda vez que estamos muy probablemente, en los comienzos
de la historia humana y que las generaciones que nos han de rectificar serán
seguramente harto más numerosas que aquellas cuyos conocimientos nos es
dado a nosotros rectificar, no pocas veces con un desprecio bastante olímpico”

F. Engels. “Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación.


La Habana. 1997. Págs. 106-107.

“… La soberanía del pensamiento se realiza a través de una serie de hombres


que piensen de un modo muy poco soberano; el conocimiento que puede
alegar títulos incondicionales de verdad, se impone a lo largo de una serie de
errores relativos; ni una ni otra soberanía puede convertirse en plena realidad
más que a través de una duración infinita de la humanidad…

Exactamente lo mismo acontece con las verdades eternas. Si la humanidad


llegase alguna vez a tal grado, que sólo operase con verdades eternas, con
resultados del pensamiento que pudiesen reivindicar validez soberana y títulos
incondicionales de verdad, habría llegado a un punto en que la infinitud del
mundo intelectual se habría agotado lo mismo en cuanto a realidad que en
cuanto a posibilidad, y se daría con ello el famosísimo milagro de contar lo
innúmero…”

F. Engels. “Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación.


La Habana. 1978 Págs. 107-108.

“Otra vez volvemos a encontrarnos con aquella contradicción con que nos
tropezamos más arriba entre el carácter -que necesariamente hemos de
representarnos como absoluto- del pensamiento humano, y su realidades una
serie de hombres individuales de pensamiento limitado, contradicción que sólo
puede resolverse a lo largo de un progreso infinito, en la sucesión -para
nosotros, al menos, prácticamente inacabable- de las generaciones humanas.
En este sentido, el pensamiento humano es a la par soberana y no soberano, y
su capacidad cognosciva a la par no limitada y limitado. Soberano e ilimitado
en cuanto al don, la vocación, la posibilidad, la meta histórica final; no
soberano, y limitado, en cuanto a la ejecución concreta y a la realidad de cada
caso”.

Engels F. “Anti-Duhring”, Pág. 107, Editorial Pueblo y


Educación.1979.

“…La verdad y el error, como todas las definiciones mentales que se mueven
dentro de antítesis polares, solo tienen vigencia absoluta dentro de un terreno
muy limitado… Tan pronto como empleamos la antítesis de verdad y error fuera
del terreno estrictamente limitado… Se convierte en relativa, y, por tanto, en
inservible como término de expresión estrictamente científica; y si nos
empeñamos en aplicarlas con valor absoluto fuera de aquella órbita, el fracaso

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es definitivo, pues los dos polos de la antítesis se truecan en lo contrario de lo


que son, la verdad en error y al error en verdad…”

Engels F. “Anti-Duhring”, Pág.112, Editorial Pueblo y


Educación.1979.

“Ser materialista significa reconocer la verdad objetiva, que nos es descubierta


por los órganos de los sentidos. Reconocer la verdad objetiva, es decir,
independientemente del hombre y de la humanidad, significa admitir de una
manera o de otra la verdad absoluta”.

Lenin V.I. “Materialismo y Empiriocriticismo”, Pág. 134,


Editorial “Progreso”, Moscú.

“Para hacer progresar el materialismo, hace falta acabar con el juego trivial de
la locución verdad eterna, hace falta saber plantear y resolver dialécticamente
la cuestión de la correlación entre la verdad absoluta y la verdad relativa”.

Lenin V.I. “Materialismo y Empiriocriticismo”, Pág. 134,


Editorial “Progreso”, Moscú.

“Pero, ¿no existen verdades tan inconmovibles, que toda duda contra ellas nos
tenga que parecer sinónimo de imbecilidad…? ¿Existen, pues verdaderas
eternas, verdaderas definitivas de última instancia?

Ciertamente. Podemos, al modo tradicional, dividir todo el dominio del


conocimiento en tres grandes secciones. La primera abarca todas las ciencias
que tratan de la naturaleza inanimada y que son, en mayor o menor medida,
susceptibles de métodos matemáticos… Pero no todos sus resultados lo son,
ni mucho menos. Al dar entrada a las magnitudes variables y a la extensión de
su variabilidad hasta lo infinitamente pequeño y lo infinitamente grande, las
puritanas matemáticas cayeron en pecado original: mordieron la manzana del
conocimiento, que les abrió una senda de triunfos gigantescos, pero también
de los errores…

La segunda clase de ciencias son las que abarcan las investigaciones de los
organismos vivientes. En este terreno… cada problema resuelto no solo
plantea un sinnúmero de problemas nuevos, sino que… sólo se resuelve…
fragmentariamente… y la necesidad de formarse una noción sistemática de las
concatenaciones obliga constantemente al científico a rodear las verdades
definitivas… de una verdadera selva de hipótesis… Quién, se empeñe en
sentar aquí a todo trance auténticas verdades inmutables, tendrá que
conformarse con formular vulgaridades…

Pero las verdades eternas salen aún peor paradas en el tercer grupo de
ciencias, las ciencias históricas… En el campo de la historia humana, nuestra
ciencia se halla, pues, mucho más atrasada que el campo de la biología… Así
pues, quien salga por estos dominios a caza de verdades definitivas de última
instancia… no logrará reunir gran botín, como no sean vulgaridades… tales
como por ejemplo… que Napoleón murió el 5 de mayo de 1821, etcétera”.

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Engels F. “Anti-Duhring”, Pág.108-110, Editorial Pueblo y


Educación.1979.

“Hay aquí dos cuestiones evidentemente confundidas: 1) ¿Existe la verdad


objetiva, es decir, puede haber en las representaciones mentales del hombre
un contenido que no dependa del sujeto, que no dependa ni del hombre ni de la
humanidad? 2) Si es así, las representaciones humanas que expresan la
verdad objetiva ¿pueden expresarla de una vez por entero… absolutamente o
sólo de un modo aproximado, relativo?”.

Lenin V.I. “Materialismo y Empiriocriticismo”, Pág. 123,


Editorial “Progreso”, Moscú.

“Para Engels, la suma de verdades relativas constituye la verdad absoluta”.

Lenin V.I. “Materialismo y Empiriocriticismo”, Pág. 135,


Editorial “Progreso”, Moscú.

“La forma en que se desarrollan las ciencias naturales, cuando piensan, en la


hipótesis”.

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”, Pág. 204, Editora


Política, La Habana, 1979.

“Entendimiento y razón. Esta distinción hegeliana, en la que sólo es racional el


pensamiento dialéctico, tiene cierto sentido. Toda actividad discursiva -
inducción y deducción- y también, por tanto, la abstracción…, el análisis…, la
síntesis… y, como combinación de ambos, la experimentación… la poseemos
en común con los animales. En cuanto al tipo, todos estos modos de
proceder… son exactamente los mismos en el hombre y en los animales
superiores. Difieren solamente en cuanto al grado… En cambio, el
pensamiento dialéctico -precisamente porque tiene como premisa la
investigación de la naturaleza de los conceptos mismos- sólo puede darse en el
alta de desarrollo (los budistas y los griegos)”.

F. Engels. “Dialéctica de la Naturaleza”, Pág. 188-189, Editora


Política, La Habana, 1979.

“Hubiéramos podido mencionar también… las ciencias que investigan el


pensamiento humano, es decir, la lógica y la dialéctica.”

F. Engels. “Anti-Dühring”. Editorial Pueblo y Educación.


La Habana. 1978. Página 111.

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