Sie sind auf Seite 1von 19

MATERIAS:

- DEMANDA DE NULIDAD DE CONTRATOS DE CESIÓN DE DERECHOS,


RECHAZADA EN PROCEDIMIENTO ORDINARIO.-
- SENTENCIADORES DEL GRADO NO DESCONOCEN VALOR DE INSTRUMENTO
PÚBLICO A DOCUMENTOS AGREGADOS, NI SU VALOR PROBATORIO.-
- HECHOS DEL JUICIO SON FIJADOS EXCLUSIVAMENTE POR
SENTENCIADORES DEL FONDO, LABOR QUE EFECTUADA CORRECTAMENTE,
CON SUJECIÓN AL MÉRITO DE ANTECEDENTES, PRUEBAS, INTERPRETACIÓN
Y APLICACIÓN DE NORMAS PERTINENTES, RESULTAN INAMOVIBLES PARA
TRIBUNAL DE CASACIÓN.-
- ARBITRIO PROMUEVE SE LLEVE A CABO NUEVA VALORACIÓN DE
PROBANZAS, ACTIVIDAD AJENA A FINES DE CASACIÓN EN EL FONDO.-
- RECURSO PRETENDE VARIAR HECHOS ASENTADOS, SIN QUE SE HAYA
COMPROBADO VULNERACIÓN A NORMA REGULADORA DE PRUEBA.-
- RECURSO CONTIENE PETICIONES SUBSIDIARIAS, ATRIBUYENDO
CARÁCTER DE INSTRUMENTO PÚBLICO A DOCUMENTOS ALLEGADOS, Y
LUEGO RECLAMA SOBRE MÉRITO PROBATORIO OTORGADO A ELLOS EN SU
CARÁCTER DE INSTRUMENTO PRIVADO.-
- JUECES VALORAN PRUEBAS RENDIDAS Y ESTABLECEN QUE
CONTRATANTE NO SE ENCONTRABA PRIVADA DE RAZÓN AL TIEMPO DE
CELEBRACIÓN DE CONTRATOS IMPUGNADOS.-
- FUNDAMENTO DE RETENCIÓN DE RECURRENTE REQUIERE MAS QUE UNA
SIMPLE ASERCIÓN EFECTUADA POR QUIEN SE DICE ENCONTRARSE PRIVADA
DE RAZÓN, ATENDIDO QUE DICHO DIAGNÓSTICO NECESARIAMENTE DEBE
SER PRODUCTO DE DICTAMEN MÉDICO EMITIDO CON CONOCIMIENTO DE
CAUSA.-
- FACULTAD PRIVATIVA DE COMPARACIÓN DE PRUEBA RENDIDA,
CORRESPONDE A PROCESO RACIONAL DEL TRIBUNAL, NO SUJETO AL
CONTROL DEL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO.-
- NORMA SOBRE APRECIACIÓN DE PRUEBA TESTIMONIAL NO CONSTITUYE
NORMA REGULADORA DE PRUEBA.-
- NORMAS DENUNCIADAS COMO INFRINGIDAS HAN SIDO APLICADAS
ADECUADAMENTE POR JUECES DEL FONDO.-
- CONSIDERACIONES RESPECTO A LA CAPACIDAD.-
- DOCTRINA Y REGULACIÓN LEGAL RESPECTO DE PRUEBA CONFESIONAL.-

RECURSOS:

RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO CIVIL (RECHAZADO).-

TEXTOS LEGALES:

CÓDIGO CIVIL, ARTÍCULOS 19, 465 INCISO 2º, 1445, 1446, 1447 1698, 1699, 1700,
1701 INCISO 1º Y 1713.-
CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL, ARTÍCULOS 342, 384 N° 2, 428 Y 785.-
JURISPRUDENCIA:

"Que en la medida que los jueces del fondo respeten esas pautas elementales de
juzgamiento, son soberanos para apreciar la prueba y, en consecuencia, sus decisiones no
son susceptibles de ser revisadas por la vía de la casación, tanto en cuanto se basen en la
justipreciación de los diversos elementos de convicción. De este modo, queda excluido de
los contornos de la casación lo atinente a la ponderación comparativa de una misma clase
de medio probatorio o la apreciación que se realiza en conjunto de todas las probanzas;
salvedad que se apoya en el componente básico de prudencia en la decisión que exhibe la
actividad jurisdiccional, por cuanto las determinaciones que adoptan los jueces, si es que
acatan estos preceptos que rigen la prueba, les otorgan libertad para calibrar los diversos
elementos de convicción; quehacer situado al margen del examen que se realiza por la vía
de casación de fondo.

La principal razón de lo descrito reside en que la justificación de la verdad de los


hechos controvertidos en un juicio, si bien concierne de modo privativo al análisis de los
tribunales de la instancia, ha de ser llevada a efecto en la forma dispuesta por el legislador
del ramo. " (Corte Suprema, considerando 8º).

"Que en primer lugar, en lo que respecta a la supuesta vulneración a los artículos 1699 y
1700 del Código Civil en relación con el artículo 342 del Código de Procedimiento Civil, lo
que a juicio del recurrente se produjo al desconocer el sentenciador el valor de instrumentos
públicos de los certificados médicos contenidos en la ficha clínica de la cedente, basta para
desestimar este acápite del arbitrio señalar que del análisis del fallo recurrido se colige que
los jueces del fondo no desconocieron el valor de un instrumento público, ni negaron el
carácter de escritura pública a los documentos privados reconocidos por la parte a quien se
oponen o que se ha mandado tener por reconocidos en los casos y con los requisitos
prevenidos por la ley, ni tampoco han omitido el valor probatorio que ellos pudieran tener,
en tanto hayan cumplido con los requisitos legales, debiendo considerarse que el propósito
final de las argumentaciones que vierte el demandante a este respecto para expresar el error
de derecho que atribuye a la sentencia consiste en promover que se lleve a cabo por esta
Corte una nueva valoración de las probanzas, distinta de la ya efectuada por los jueces del
mérito, actividad que resulta extraña a los fines de la casación en el fondo.

En este punto cabe tener en consideración que los jueces de la instancia restaron mérito
de convicción a los certificados otorgados en los meses de mayo y octubre de 2005
justamente porque no se atuvieron a las exigencias que el legislador impone para este tipo
de instrumentos privados, pero principalmente desestimaron su peso probatorio atendido
que en ninguno de ellos se afirma lo pretendido por el actor, esto es, el estado de demencia
de la cedente de manera permanente y en especial al tiempo de la suscripción de los
contratos impugnados.

A lo dicho debe añadirse que tampoco puede entenderse que los certificados aludidos
formen parte de la ficha clínica de la paciente, puesto que ambos, si bien se encuentran
incorporados a la misma, fueron extendidos a petición de los interesados, según se
desprende de su propio tenor y aparecen descontextualizados dentro de una carpeta que
registra atenciones de salud que dan cuenta de exámenes y atenciones médicas que apuntan
a dolencias completamente diversas de aquella que el actor le achaca a su madre.

Por último, es posible advertir de los argumentos contenidos en el recurso que el


reclamante termina formulando solicitudes en forma subsidiaria a esta Corte, en la medida
que atribuye error de derecho al no considerar que los mencionados instrumentos son
públicos y al mismo tiempo, endilga la aplicación contraria a derecho del mérito probatorio
de los mismos documentos pero ahora atribuyéndoles el carácter de privados." (Corte
Suprema, considerando 10º).

"Que el segundo reclamo de nulidad del recurrente se ocupa de las infracciones de


derecho en lo relativo a las normas que regulan la confesión en juicio, puesto que entiende
que tal yerro se configura al desatender los jueces la confesión que sobre su propia
demencia efectuó la señora Peralta Soto en el juicio laboral a través de su abogado, quien la
pretendió excusar de su obligación de comparecer a absolver posiciones.

Al respecto es oportuno considerar que ella -confesión- comprende "la declaración que
hace una parte de la verdad de los hechos que le son desfavorables y son favorables a la
otra parte" (A. Alessandri, M. Somarriva y A. Vodanovic, citando el artículo 2730 del
Código Civil italiano "Derecho Civil, Parte Preliminar y Parte General", Ed. Conosur Ltda.,
pág. 479).

Asimismo, a efectos de una cabal comprensión de lo que se decidirá, es útil repasar lo


prevenido en las normas relativas a la prueba de confesión en juicio y que se dicen
infringidas en el libelo de casación que se examina. Así, el artículo 1713 del Código Civil,
en su inciso primero, dispone que la confesión relativa a un hecho personal de la misma
parte que la presta por sí, o por medio de apoderado especial, o de su representante legal,
producirá plena fe contra ella, aunque no haya principio de prueba por escrito; salvo que se
dé alguno de los casos reglados en el primer inciso del artículo 1701 de la citada
codificación u otro que las leyes exceptúen. A su turno, el artículo 399 de la compilación
procesal regula lo pertinente a la apreciación de la fuerza probatoria de la confesión
judicial, y en ese contexto ordena al tribunal atender a lo estatuido en el artículo 1713
recién aludido y demás disposiciones legales pertinentes, acotando que aun en caso que los
hechos confesados no sean personales del confesante o de la persona a quien representa,
también producirá prueba la confesión. " (Corte Suprema, considerando 11º).

"Que en cuanto a las normas aludidas por el impugnante, su contravención supone, en


términos bastante simples, no otorgar valor de plena prueba al reconocimiento de hechos
personales del confesante y que le sean perjudiciales o, por la inversa, otorgar ese valor en
circunstancias que no se verifique el mismo presupuesto.

Pues bien, del análisis de los fundamentos del fallo recurrido no aparece en lo absoluto
que los magistrados hubieran incurrido en la falta antes descrita en cualquiera de sus
modalidades, debiendo hacerse presente que la conclusión a la cual arribaron de rechazo de
la acción impetrada lo fue por estimar que no se demostró que los contratos de cesión cuya
nulidad se persigue se celebraron cuando la cedente se encontraba privada de razón, estado
que por cierto no se acreditó que la afectara en ningún tiempo. Ese razonamiento derivó de
la ponderación que los sentenciadores efectuaron -con ocasión de las facultades que les son
propias- de las probanzas aportadas por las partes al pleito, sin que la sola circunstancia de
haber reconocido la cedente -a través de su abogado- su supuesta propia demencia pueda
restarse valor a lo concluido en este juicio, desde que el sustento de la pretensión del actor
requiere más que una simple aserción efectuada por quien se dice encontrarse privada de
razón, en tanto dicho diagnóstico necesariamente debe ser producto de un dictamen médico
emitido con conocimiento de causa, de modo que permita concluir la ausencia de voluntad
con carácter de permanente a la fecha de la suscripción de las cesiones de que se trata. Fue
esto lo que justamente se echa de menos en este proceso y que en definitiva derivó en la
decisión recurrida, de manera que la supuesta confesión no puede hacer variar lo que con el
mérito de la restante prueba se ha tenido por justificado.

Por lo mismo, ninguna conculcación cometieron los jueces del inciso segundo del
artículo 1698 del Código de Bello." (Corte Suprema, considerando 12º).

"Que misma suerte corre la alegada infracción del artículo 384 N° 2 del Código de
Enjuiciamiento, pues esta disposición forma parte de un marco normativo desde el cual los
jueces de mérito pueden hacer uso de una facultad privativa de comparación de la prueba
rendida, correspondiendo tal actuación a un proceso racional del tribunal, no sujeto al
control del recurso de casación en el fondo.

Es menester consignar que este Tribunal de Casación ha sostenido de manera invariable


que dicha disposición no reviste la naturaleza de reguladora de la prueba, afirmación que
deriva de una interpretación que emana de la historia fidedigna del establecimiento del
precepto, conforme lo consignado en la segunda parte del artículo 19 del Código Civil. La
apreciación de la prueba testimonial, entendida como el análisis que efectúan de ella los
sentenciadores de la instancia para establecer cada uno de los elementos que consagra el
legislador para regular su fuerza probatoria, queda entregada a dichos magistrados y no
puede ser revisada por la vía de este recurso de casación. " (Corte Suprema, considerando
13º).

"Que en la dirección esbozada y en relación a la transgresión del artículo 428 del


Código de Procedimiento Civil, la doctrina jurisprudencial ha sostenido que los
sentenciadores ejercitan facultades privativas de su jurisdicción al apreciar las pruebas que
las partes han rendido en la secuela del juicio, igual ponderación subjetiva y comparativa se
realiza con motivo de prueba contradictoria en su mérito.

Cabe recordar, asimismo, como lo ha señalado la jurisprudencia uniforme de esta Corte,


que cuando un determinado medio probatorio produce, de acuerdo a la ley, prueba
completa de un hecho, ello no impide que ese hecho sea desvirtuado por otro medio que
produzca también plena prueba y que el tribunal crea más conforme con la verdad. Este
precepto, sin embargo, no tiene aplicación cuando la misma ley resuelve la eventual
contradicción entre dos o más evidencias, como ocurre con la confesión de hechos
personales o los hechos que se presumen de derecho, que no admiten prueba en contrario.
Tal es la regla que consagra la disposición legal denunciada, sobre cuya aplicación no tiene
cabida el control que ejerce este tribunal de casación sino en cuanto, obviamente, los jueces
prefieran un medio en circunstancias que la ley les haya impuesto inclinarse necesariamente
por otro, lo que según se constata no sucedió en el caso sub judice, en que los magistrados
han fijado los antecedentes que sirven de base a su decisión en los diversos medios
probatorios aparejados al proceso, sobre cuya base construyeron la decisión que ahora se
impugna, conforme a la fuerza de convicción que la ley les autoriza atender al efecto y sin
que pueda esgrimirse la existencia de una eventual contraposición de pruebas, como cree
ver el demandante, dentro de la actividad de ponderación comparativa de los medios de
prueba agregados al proceso, razón por la cual resulta patente que la aplicación de la norma
cuya transgresión se denuncia se encuentra marginada de la revisión que esta Corte
realiza." (Corte Suprema, considerando 14º).

"Que al tiempo que queda en evidencia la inexistencia de una transgresión a las leyes
que rigen la prueba, se revela que las conculcaciones que se acusan en el libelo de casación
persiguen desvirtuar, por medio del afincamiento de nuevos hechos, el supuesto fáctico
fundamental asentado por los jueces del grado, esto es, que a la época de la celebración de
los contratos de cesión de derechos materia de la litis María Peralta Soto no se encontraba
privada de razón.

Apuntado lo precedente, cabe recordar que los tribunales del fondo son los únicos
facultados para fijar los hechos de la causa y que, efectuada en forma correcta esa labor,
con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por las partes,
interpretación y aplicación de las normas pertinentes al caso de que se trata, ellos resultan
inamovibles para esta Corte conforme lo prevé el artículo 785 del Código de Procedimiento
Civil, no siendo posible revisarlos en sede de casación. Debido a que, como ya se ha
expuesto, los antecedentes involucrados en el alegato de casación del demandante no han
dejado de manifiesto que una desatención como la referida haya tenido lugar, no queda sino
entender que la sentencia impugnada no quebrantó los preceptos que rigen la prueba en
conformidad con los cuales este tribunal de casación habría podido variar los hechos que
vienen determinados en la litis y, por esa vía, revertir la decisión de rechazar la demanda de
nulidad absoluta." (Corte Suprema, considerando 15º).

"Que sin perjuicio de lo razonado precedentemente, y sólo a mayor abundamiento, ha


de precisarse que en el caso de autos, como ya se ha consignado, el presupuesto principal
de la demanda incoada corresponde a la incapacidad de... para celebrar los contratos de
cesión de derechos de fecha 14 y 15 de septiembre de 2005.

En este entendido, debe tenerse en consideración que de conformidad a lo dispuesto en


el artículo 1445 del Código Civil para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad es necesario, entre otros presupuestos, que consienta en dicho acto
o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio. Acorde a lo preceptuado en el
artículo 1446 del mismo Código, toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas que la
ley declara incapaces y, según lo normado en el artículo 1447 de dicho ordenamiento, son
absolutamente incapaces, sus actos no producen ni aun obligaciones naturales y no admiten
caución.

A su turno, el inciso segundo del artículo 465 del Código Civil, ubicado en el Título
XXV que trata de "Reglas Especiales relativas a la curaduría del demente", dispone que
"los actos y contratos ejecutados sin previa interdicción, serán válidos; a menos de probarse
que el que los ejecutó o celebró estaba entonces demente".
Sobre la materia, el profesor Luis Claro Solar expone que "No puede caber duda alguna
respecto a que si en el momento mismo de la ejecución o celebración del acto o contrato se
halla demente el que lo ejecutó o celebró, el acto o contrato es nulo de nulidad absoluta por
la demencia en que se encuentra, pero la prueba de la demencia en ese mismo momento es
sumamente difícil de establecer directamente, y en la generalidad de los casos ella resultará
de presunciones graves, precisas y concordantes, que hará al juez en vista de los hechos que
el demandante acredite en juicio de nulidad del acto o contrato. La ley no dice que debe
probarse que el que lo ejecutó o celebró estaba demente en el momento mismo de la
ejecución o celebración, sino que debe probar que estaba entonces demente, en otros
términos, si el estado de demencia era habitual a la época de la ejecución o celebración del
acto o contrato; entonces, en aquel tiempo." ("Explicaciones de Derecho Civil Chileno y
Comparado", Tomo V, De las personas, Editorial Jurídica de Chile, 1979, página 146)."
(Corte Suprema, considerando 16º).

"Que es precisamente el cumplimiento a lo antes descrito lo que se aprecia en el fallo


que se impugna, esto es, los jueces valorando las pruebas rendidas por las partes han
establecido el hecho de que la contratante no se encontraba privada de razón al tiempo de
celebración de los contratos impugnados y ante la determinación de la inconcurrencia del
presupuesto fundante de la acción de nulidad ejercida, resulta prístina la correcta aplicación
de lo dispuesto en las normas sustantivas citadas en el arbitrio." (Corte Suprema,
considerando 17º).

MINISTROS:

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Patricio
Valdés A., Héctor Carreño S., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y el Abogado
Integrante Sr. Carlos Pizarro W.

TEXTOS COMPLETOS:

SENTENCIA DE LA CORTE DE APELACIONES:

Valparaíso, veintidós de junio de dos mil quince.

VISTOS:

Se reproduce la sentencia en alzada de veinticinco de septiembre de dos mil catorce


escrita a fojas 263 a 279.

Y se tiene en su lugar y además, presente:

PRIMERO: Que, la actora dedujo recurso de apelación en contra de la sentencia de


autos que rechazó la demanda por la cual se pretendía la declaración de nulidad de dos
contratos de cesión de derechos, argumentado en lo esencial que la sentenciadora no tomó
en cuenta un documento agregado en una causa laboral Rol N° 53-2005 caratulada "Encina
con Peralta", la misma que se habría tenido a la vista y que daba cuenta que doña María
Peralta Soto padecía de demencia senil según certificado de 5 de octubre de 2005.

SEGUNDO: Que, además refiere el apelante la existencia de una serie de documentos y


declaraciones que no fueron valoradas adecuadamente, en particular diversos documentos
allegados a este juicio que se agregan desde fojas 105 a 140 así como también, en general,
se infringieron las reglas reguladoras de la prueba.

TERCERO: Que, sin perjuicio de señalar que la juez a quo se ha hecho cargo de toda la
prueba rendida, la que no sólo menciona sino que también valora conforme a las reglas del
Código de Procedimiento Civil, es preciso, recordar que el artículo 465 del Código Civil
establece que los actos y contratos del demente posteriores al decreto de interdicción, serán
nulos aunque se alegue haberse ejecutados o celebrado en un intervalo lúcido.

Y por el contrario, los actos y contratos ejecutados o celebrados sin previa interdicción,
serán válidos; a menos de probarse que el que los ejecutó o celebró estaba entonces
demente, asumiendo entonces que la demandante no acreditó ninguna de las hipótesis a que
se refiere la citada norma, esto es, ni que la señora María Luisa Peralta Soto estuviese
declara interdicta por causa de demencia al momento de la celebración de los contratos que
se impugnan en esta causa ni que, sin tal declaración, al momento en que los ejecutó o
celebró estaba demente.

Por los motivos referidos y vistos lo dispuesto en los artículos 186 y siguientes del
Código de Procedimiento Civil, SE DECLARA:

Que, se confirma la sentencia apelada escrita a fojas 263 y siguientes de veinticinco de


septiembre de dos mil catorce.

Redactada por el Ministro Suplente señor Rafael Corvalán Pazols.

Regístrese y devuélvase junto a la documentación traída a la vista.

Rol N° 736-2015.-

Pronunciada por la Primera Sala de la Iltma. Corte de Apelaciones de Valparaíso,


integrada por el Ministro Sr. Max Cancino Cancino, el Ministro Suplente Sr. Rafael
Corvalán Pazols y la Fiscal Judicial Sra. Mónica González Alcaide.

SENTENCIA DE LA CORTE SUPREMA:

Santiago, treinta y uno de marzo de dos mil dieciséis.

VISTO:

En estos autos Rol 64920-2009, seguidos ante el Primer Juzgado de Letras de San
Antonio, compareció Eduardo Del Carmen Peralta Peralta, quien dedujo demanda ordinaria
de nulidad de contrato en contra de Luis Eduardo Torrejón Cortes, solicitando se declare la
nulidad absoluta de los contratos de cesión de derechos celebrados mediante escrituras
públicas de 14 y 15 de septiembre, ambos del año 2005, por haberse encontrado la cedente -
madre del actor- absolutamente incapacitada por causa de demencia y, en consecuencia, se
ordene la cancelación de las inscripciones de dominio a nombre del demandado, con costas.

Fundamentando su pretensión señala que su madre, doña María Luisa Peralta Soto,
nació el 20 de diciembre de 1917 y desde el año 2004 comenzó a sufrir una grave
enfermedad mental por la que fue tratada en el Consultorio de Atención Primaria de
Cartagena, padecimiento que fue calificado como un daño orgánico cerebral con deterioro
moderado a severo de las funciones cognitivas, según certificado extendido por el médico
cirujano Patricio Venegas con fecha 17 de mayo de 2005. Este diagnóstico fue ratificado
por la doctora Nancy Toledo Vallejos mediante certificado extendido el 5 de octubre de ese
mismo año, en que señala que María Peralta Soto padece de demencia senil.

Explica que la aludida dolencia provocó en su madre diversas alteraciones mentales


propias de esa enfermedad, tales como pérdida de la memoria, dificultad para hablar y
comunicarse, desorientación en el espacio y en el tiempo, problemas para caminar, comer,
asearse y realizar las labores cotidianas, y, en general, trastornos neurológicos, funcionales
y conductuales de todo tipo.

A pesar de esto, el demandado -quien fue criado desde niño en casa de los hermanos
Peralta Soto- a mediados del mes de septiembre de 2005 concurrió al domicilio de doña
María Luisa Peralta Soto junto a una funcionaria de la Notaría Ximena Ricci Díaz,
portando dos escrituras públicas, la primera, fechada el 14 de septiembre de ese año,
mediante la cual María Luisa Peralta Soto y Julia del Carmen Peralta Soto cedieron al
demandado todos los derechos que les correspondían en la herencia de los bienes quedados
al fallecimiento de Ángela del Carmen Peralta Soto y Manuel de la Cruz Peralta Soto en el
precio total para ambas cedentes de $4.000.000, que supuestamente el cesionario pagó con
anterioridad a las vendedoras. En el segundo instrumento datado el día 15, doña María
Luisa Peralta Soto figura cediendo todos los derechos que le corresponden en las
propiedades que se singularizan, incluyendo tanto los adquiridos por compra como por
herencia de Pedro Nicolás Peralta Soto, en la suma de $8.000.000, que también
supuestamente se habría pagado con anterioridad por parte del demandado. Ambas
escrituras aparecen firmadas a ruego de la cedente por Marta Elena Álvarez Tapia, quien en
esa fecha se dedicaba a cuidar a su madre debido a su estado de salud.

Afirma que la señora Peralta Soto, de acuerdo con los antecedentes médicos existentes a
la fecha de otorgamiento de las escrituras públicas mencionadas, se encontraba
absolutamente inhabilitada para la celebración de los contratos de cesión de derechos
hereditarios y de dominio de que dan cuenta esos instrumentos.

Refiere que su madre falleció el 3 de noviembre de 2008, concediéndosele la posesión


efectiva de sus bienes mediante Resolución Exenta N° 9112 de fecha 11 de diciembre de
2008, en su calidad de único y universal heredero.

Por todo lo reseñado y de conformidad con lo preceptuado en los artículos 1445, 1446,
1447, 1682 y 1683 del Código Civil, concluye que los contratos de cesión de derechos
supuestamente celebrados por doña María Luisa Peralta Soto son nulos de nulidad absoluta
por encontrarse demente la cesionaria al tiempo de su suscripción, atendido que resulta
irrefutable que la enfermedad que portaba le provocó un menoscabo permanente de sus
facultades mentales que se encuadra dentro del concepto de demencia a que se refiere el
Código Civil, y, por ende, dicha persona estaba afecta a una incapacidad absoluta.

El demandado contestó la demanda solicitando su íntegro rechazo con costas, puesto


que los certificados que sustentan la pretensión del actor no cumplen con los requisitos que
en forma imperativa exige la Ley para que una persona sea declarada demente y por
consiguiente absolutamente incapaz. En efecto, asevera que el estado de demencia debe ser
determinado por un tribunal en un juicio civil contencioso, luego de haberse formado tal
convencimiento en virtud de los exámenes practicados por el Instituto Médico Legal, tal
como lo prescribe el artículo 460 del Código Civil.

A mayor abundamiento, el presupuesto principal de la demanda corresponde a la


incapacidad de María Luisa Peralta Soto para celebrar los contratos de cesión de derechos;
sin embargo, de acuerdo al inciso 2° del artículo 465 del cuerpo de leyes citado, los actos y
contratos ejecutados sin previa interdicción serán válidos, a menos de probarse que el que
los ejecutó o celebró estaba entonces demente, lo que debe fundarse en elementos
categóricos, precisos y que provoquen en el sentenciador convicción. De este modo, debe
demostrarse que quien ejecutó el acto estaba demente, esto es, si el estado de demencia era
habitual a esa época, presupuesto que no concurre en la especie puesto que la cedente no se
encontraba demente en ningún grado. Además, la privación de razón al momento del
contrato debe ser total, es decir, la imposibilidad de manifestar la voluntad debe ser
completa.

Por otro lado, sostiene que las escrituras públicas fueron autorizadas por un ministro de
fe, cumpliendo su obligación legal de dar plena fe de que quien suscribe es plenamente
capaz. Asimismo, en los documentos se deja constancia de que existe un testigo que da fe
sobre la capacidad de la cedente al momento de suscribir los instrumentos y prestar su
consentimiento, más cuando se puede apreciar que en los mismos compareció una hermana
de la causante, quien también prestó su aquiescencia y en forma indirecta avaló la intención
de doña María Luisa.

Por sentencia de veinticinco de septiembre de dos mil catorce, que se lee a fojas 241 y
siguientes, se desestimó la demanda, sin costas.

Apelado este fallo por el actor, una sala de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, por
determinación de veintidós de junio del año recién pasado, escrita a fojas 281 y siguientes,
lo confirmó.

En su contra, el perdidoso dedujo recurso de casación en el fondo.

Se ordenó traer los autos en relación.

CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que el recurrente, en primer término, sostiene que el fallo cuestionado


transgrede las normas reguladoras de la prueba al afirmar que su parte no demostró con las
probanzas aportadas que doña María Luisa Peralta Soto estaba demente o privada de razón
a la época de la celebración de las escrituras públicas de cesión de derechos hereditarios
materia de la litis, conclusión que contraviene lo preceptuado en los artículos 1698, 1699,
1700 y 1713 del Código Civil y 342, 384 N° 2, 399 y 428 del Código de Procedimiento
Civil, puesto que en lo medular se ha desconocido el valor probatorio de la ficha clínica
emanada de un establecimiento de salud pública. En efecto, reseña que a petición de su
parte se remitió por el Director del Consultorio de Salud Primaria de la Municipalidad de
Cartagena la ficha o historia clínica de la paciente María Luisa Peralta Soto, donde constan
diversas anotaciones efectuadas por personal médico o paramédico dependiente de dicho
servicio, los que tienen la calidad de funcionarios públicos, relativos al estado de salud de
la persona indicada. Dentro de estos antecedentes se encuentran a lo menos dos certificados
otorgados por médicos, cuya data es coetánea a la celebración de los contratos de que se
trata. Estos fueron extendidos por el doctor Patricio Venegas el 17 de mayo de 2005 y la
doctora Nancy Toledo Vallejos el 5 de octubre de ese mismo año. Tales documentos por
encontrarse incluidos dentro la ficha clínica de la paciente tienen la calidad de instrumentos
públicos y, por ende, debe asignárseles el valor probatorio que les reconoce el artículo 1700
del Código Civil. Luego, con el mérito del certificado de 5 de octubre de 2005, extendido
pocos días después de las escrituras públicas impugnadas, en que se dice expresamente que
la cesionaria tiene "demencia senil", refrendada por el certificado de 17 de mayo, que
señala que la misma persona tiene "deterioro orgánico cerebral", es dable concluir que el
tribunal debió llegar a la convicción de que la señora Peralta Soto a la fecha de la
celebración de los contratos cuestionados era portadora de una demencia senil.

A continuación afirma el arbitrio que los sentenciadores conculcaron además los


artículos 342 del Código de Procedimiento Civil y 1699 del Código de Bello, puesto que no
han considerado como instrumento la copia de la ficha o historia clínica de la paciente
agregada en autos, lo que también vulnera el artículo 1700 del último cuerpo legal referido,
en la medida que no le asignaron el mérito probatorio que dicha norma señala.

Explica el recurrente que los jueces del mérito, asimismo, han desconocido el valor
probatorio de la confesión, atendido que se tuvo a la vista el expediente laboral Rol N° 53-
05 caratulado "Encina Hernández, Raúl Orlando con Peralta Soto, María Luisa y otro",
seguido en contra de la cedente por despido injustificado. En ese juicio, dice, la señora
Peralta otorgó válidamente patrocinio y poder al abogado Héctor González León, quien
presentó un escrito donde señala expresamente: "Que consta del documento que acompaño
que la demandada doña María Peral Soto, de 90 años de edad, se encuentra con demencia
senil y obviamente no se encuentra en condiciones de prestar declaración en esta causa...",
aparejando en el otrosí el certificado médico de la doctora Nancy Toledo Vallejos ya
aludido. A pesar del contenido del instrumento en cuestión el sentenciador le restó todo
mérito probatorio, lo que configura la infracción al artículo 1698 del Código Civil que en su
inciso final enumera los medios probatorios entre los que se cuenta la confesión de parte,
vulnerando asimismo el artículo 398 del Código de Procedimiento Civil que se refiere a las
distintas clases de confesión extrajudicial, considerando como tal "a la confesión prestada
en un juicio diverso", así como también a los artículos 1701 inciso 1° y 1713 del Código
Civil.
Sigue el recurso denunciando la transgresión del artículo 428 del Código de
Procedimiento Civil, puesto que a su entender el tribunal omitió efectuar un análisis de la
prueba presentada por ambas partes que pudiere resultar contradictoria. Explica que al
ponderar la prueba testimonial no consideró que la testigo de la demandante doña Marta
Álvarez Tapia expresamente declaró que conoció por más de 50 años a doña María Peralta
Soto, que era su madrina de bautismo y a quien cuidaba desde el año 1996. Además,
atestiguó que la señora Peralta se encontraba totalmente incapacitada a la fecha de la
suscripción de las escrituras de cesión, atendido que estaba aquejada de demencia senil y
que el propio cesionario le dijo que era algo momentáneo mientras se resolvía el juicio
laboral. Igual falta de ponderación existe en relación con los restantes testigos que conocían
a la cedente por varios años y la veían con frecuencia, a diferencia de los deponentes de la
demandada que sólo lo hacían ocasionalmente.

Por otro lado, indica que si no se estima que la ficha clínica es un documento público,
los certificados médicos son instrumentos privados, que coinciden con las declaraciones de
los testigos de su parte y aun cuando se considere que la confesión prestada en el juicio
laboral aludido no constituye plena prueba, a lo menos debe servir de base para una
presunción judicial.

Tales elementos -dice- no pueden ser omitidos al aplicar la norma del artículo 428 del
Código de Procedimiento, toda vez que el juzgador obligatoriamente tiene que formarse
convicción con lo que estime racional y fundadamente como "más conforme a la verdad",
lo que no fue respetado en la especie.

Por último y en estrecha vinculación con la transgresión a las normas que regulan la
prueba, lo jueces terminaron por quebrantar disposiciones sustantivas de orden público
relativas a la validez de los actos o declaraciones de voluntad y que se encuentran
contenidas en los artículos 1445, 1446, 1447, 1681 y 1682 del Código Civil, con arreglo a
los cuales debió acogerse en definitiva la demanda.

SEGUNDO: Que para una adecuada resolución del recurso, es útil tener en cuenta que
los jueces del fondo asentaron como hechos de la causa los siguientes:

a) El actor es hijo de doña María Luisa Peralta Soto;

b) Por escritura pública de fecha 14 de septiembre de 2005 María Luisa Peralta Soto y
Julia del Carmen Peralta Soto expresaron vender, ceder y transferir a Luis Eduardo
Torrejón Cortés todos los derechos que le corresponden o que puedan corresponderle, por
cualquier motivo o título, en la herencia quedada al fallecimiento de Ángela del Carmen
Peralta Soto y de Manuel de la Cruz Peralta Soto. Asimismo, se pactó que el precio de la
cesión asciende a la suma de $4.000.000, que se dividen en partes iguales por las cedentes,
monto que el cesionario pagó con anterioridad a las vendedoras y que éstas declaran haber
recibido a su entera conformidad, quedando pagado totalmente el precio de la cesión. En la
cláusula 8a se indica que en comprobante y previa lectura firma y a ruego de María Luisa
Peralta Soto, quien deja su impresión dígito pulgar derecho en señal de firma por no saber
hacerlo, doña Marta Elena Álvarez Tapia, labores de casa, cédula nacional de identidad y
rol único tributario número seis millones quinientos veinte mil setecientos noventa y tres
guión uno;

c) Por escritura pública de fecha 15 de septiembre de 2005 María Luisa Peralta Soto
vende, cede y transfiere a Luis Eduardo Torrejón Cortés todos los derechos que le
corresponden en su calidad de comunera y heredera de Pedro Nicolás Peralta Soto en la
propiedad que singulariza, estableciéndose en la cláusula 3a que el precio de la venta
asciende a $8.000.000 que el comprador pagó y enteró en dinero efectivo con anterioridad a
ese acto, declarando la vendedora haber recibido dicha suma a plena conformidad y
satisfacción. Finalmente se lee en dicho instrumento que en comprobante y previa lectura
los comparecientes lo ratifican y firman, y a ruego de María Luisa Peralta Soto, quien deja
su impresión dígito pulgar derecho en señal de firma por no saber hacerlo, firma por ella
doña Marta Elena Álvarez Tapia, chilena, casada, labores de casa, cédula nacional de
identidad y rol único tributario número seis millones quinientos veinte mil setecientos
noventa y tres raya uno;

d) No se demostró que María Luisa Peralta Soto al tiempo de la celebración de los


contratos materia de la litis se encontrara demente o privada de razón.

TERCERO: Que el tribunal de alzada en atención al sustrato fáctico recién descrito


confirmó la determinación del a quo y, en consecuencia desestimó la demanda. Para decidir
así los jueces sostuvieron que la prueba rendida por el actor resulta insuficiente para
acreditar algunas de las hipótesis que contempla el artículo 465 del Código Civil, dado que
las fotocopias de certificados médicos emitidos por quienes no acudieron a su ratificación
declarando en estrados no permiten concluir la existencia del estado demencia que habría
aquejado a doña María Luisa Peralta Soto, según asevera el actor, puesto que en ellos se
hacen referencias generales sobre el estado de deterioro orgánico cerebral, sin acotar en
tiempo -en especial a la época de la suscripción de la escritura- su estado mental, además
uno de ellos es de fecha posterior a la época del otorgamiento de las escrituras públicas de
cesión de derechos cuya nulidad se solicita.

Asimismo, afirman los jueces, carece de mérito probatorio el escrito presentado por un
abogado en la causa laboral en que la cedente fue demandada, puesto que se trata de un
tercero ajeno al juicio, cuya actuación fue desplegada en un proceso diverso.

Por otro lado -sigue analizando el fallo- las declaraciones de los testigos que depusieron
por el demandante resultan poco claras, vagas, imprecisas y además contradictorias, según
detalla, añadiendo que el certificado médico que consta de la ficha clínica remitida por el
Consultorio de Cartagena, emitido el 6 de noviembre de 2008, indica como diagnóstico
hipertensión arterial y diabetes mellitus, no existiendo en dicha carpeta diagnósticos ni
exámenes que digan relación con la demencia que supuestamente sufría la mencionada
señora Peralta Soto, considerando además que los antecedentes de control de salud
corresponden al periodo que va desde el 7 de diciembre de 2004 al 20 de diciembre de
2005, sin que haya referencia a algún estado de demencia, y la restante documentación que
la referida ficha clínica contiene se vincula al historial médico del año 2008.

A mayor abundamiento -finalizan los jueces- no se desprende de la testimonial rendida


por la demandada antecedentes que abonen la pretensión del actor, dado que la testigo
María del Rosario Aliaga Orozco afirma en su calidad de funcionaria de la Notaría de
Ximena Ricci Díaz, ante quien se suscribieron las escrituras públicas, que éstas le fueron
leídas en su domicilio a doña María Luisa antes de que firmara, quien se mostró conforme,
dejando impreso su pulgar y firmando a ruego de ella una persona de apellido Álvarez.

CUARTO: Que la cita de las disposiciones legales cuya infracción se denuncia en el


recurso, ya expuestas en el motivo primero, y los argumentos esgrimidos en tal sentido,
ponen de manifiesto que la crítica de ilegalidad dirigida contra el fallo que se revisa estriba
en la inobservancia de normas probatorias que, correctamente aplicadas, habría llevado a
los jueces del fondo a tener por demostrado que la cedente al tiempo de la celebración de
los contratos cuya nulidad absoluta se reclama se encontraba demente y, en consecuencia,
era absolutamente incapaz.

QUINTO: Que de lo anotado en el motivo primero se advierte que por medio del
alegato de nulidad de fondo que se ha descrito la impugnante denuncia error de derecho en
la aplicación, por un lado, de normas legales sustantivas relativas al consentimiento y su
formación así como aquellas que sancionan con nulidad absoluta aquellos actos o contratos
viciados, en los términos que las mismas disposiciones consignan y; por otra, a preceptos
de índole probatoria referidos a los tipos de probanzas, al valor de los instrumentos, de los
testigos y de prueba confesional.

Para efectos de una adecuada articulación del raciocinio, habida cuenta que, según ya se
expresó en el motivo que antecede, el postulado de casación se encamina en la
contradicción por parte de quien lo patrocina acerca de la efectiva confluencia de los
requisitos y elementos de la acción que ha sido rechazada, es procedente abocarse a
determinar lo que concierne a aquellos que gobiernan la prueba antes que lo pertinente a las
normas sustantivas, las que sólo adquirirán protagonismo de ser posible para este tribunal
de casación volver a examinar los hechos de la causa.

SEXTO: Que ahora bien, incardinado con lo que precede, se hace necesario recordar
que, en general, la doctrina y la jurisprudencia han caracterizado a este medio de
impugnación como uno de índole extraordinaria, que no constituye instancia jurisdiccional,
pues no tiene por finalidad propia revisar las cuestiones de hecho del pleito ya tramitado,
sino antes que ello, se trata de un recurso de derecho, puesto que la resolución del mismo
debe limitarse en forma exclusiva a examinar la correcta o incorrecta aplicación de la ley en
la sentencia que se trata de invalidar, respetando los hechos que vienen dados en el fallo
que habrán sido fijados soberanamente por los jueces sentenciadores. En ese sentido, por
disposición de la ley, el examen y consideración de tales hechos y de todos los presupuestos
fácticos previos en que se apoya la decisión que se revisa escapan al conocimiento del
tribunal de casación.

Como se sabe, esa limitación a la actividad judicial de esta Corte se encuentra


legalmente contemplada en el artículo 785 del Código de Procedimiento del ramo, en
cuanto dispone que la Corte Suprema al invalidar una sentencia por casación en el fondo
dictará acto continuo y sin nueva vista, pero separadamente, la sentencia que zanje el
asunto que haya sido objeto del recurso de la manera que crea conforme a la ley y al mérito
de los hechos, tal como se han dado por establecidos en el fallo recurrido. Sin embargo, en
forma excepcional, es posible conseguir la alteración de los hechos asentados por los
tribunales de instancia en caso que la infracción de ley que se denuncia en el recurso
responda a la conculcación de una o más normas reguladoras de la prueba, mas no respecto
de alguna de aquellas que reglan la apreciación de las probanzas que se hubiesen rendido,
cuya aplicación es facultad privativa del juzgador.

SÉPTIMO: Que esas reglas que rigen la prueba, cuya infracción hace posible que en
sede de casación varíen los hechos de la causa, condicen con aquellas directrices que
constituyen normas fundamentales encargadas de determinar los diferentes medios
probatorios; el procedimiento y la oportunidad en que debe ofrecerse, aceptarse y rendirse
las probanzas; la fuerza o valor de cada medio y la manera como el tribunal debe
ponderarlos, importando verdaderas obligaciones y limitaciones dirigidas a ajustar las
potestades de los sentenciadores en dicho ámbito y, de esta forma, conducir a una correcta
decisión en el juzgamiento.

OCTAVO: Que en la medida que los jueces del fondo respeten esas pautas elementales
de juzgamiento, son soberanos para apreciar la prueba y, en consecuencia, sus decisiones
no son susceptibles de ser revisadas por la vía de la casación, tanto en cuanto se basen en la
justipreciación de los diversos elementos de convicción. De este modo, queda excluido de
los contornos de la casación lo atinente a la ponderación comparativa de una misma clase
de medio probatorio o la apreciación que se realiza en conjunto de todas las probanzas;
salvedad que se apoya en el componente básico de prudencia en la decisión que exhibe la
actividad jurisdiccional, por cuanto las determinaciones que adoptan los jueces, si es que
acatan estos preceptos que rigen la prueba, les otorgan libertad para calibrar los diversos
elementos de convicción; quehacer situado al margen del examen que se realiza por la vía
de casación de fondo.

La principal razón de lo descrito reside en que la justificación de la verdad de los


hechos controvertidos en un juicio, si bien concierne de modo privativo al análisis de los
tribunales de la instancia, ha de ser llevada a efecto en la forma dispuesta por el legislador
del ramo.

NOVENO: Que de acuerdo con lo anotado, procede definir si es posible atribuir el


carácter de reguladoras de la prueba a las normas que el recurrente dice quebrantadas y, en
la afirmativa, si han sido conculcadas como éste pretende, con influencia sustancial en lo
resolutivo de la sentencia que se pide casar.

DÉCIMO: Que en primer lugar, en lo que respecta a la supuesta vulneración a los


artículos 1699 y 1700 del Código Civil en relación con el artículo 342 del Código de
Procedimiento Civil, lo que a juicio del recurrente se produjo al desconocer el sentenciador
el valor de instrumentos públicos de los certificados médicos contenidos en la ficha clínica
de la cedente, basta para desestimar este acápite del arbitrio señalar que del análisis del
fallo recurrido se colige que los jueces del fondo no desconocieron el valor de un
instrumento público, ni negaron el carácter de escritura pública a los documentos privados
reconocidos por la parte a quien se oponen o que se ha mandado tener por reconocidos en
los casos y con los requisitos prevenidos por la ley, ni tampoco han omitido el valor
probatorio que ellos pudieran tener, en tanto hayan cumplido con los requisitos legales,
debiendo considerarse que el propósito final de las argumentaciones que vierte el
demandante a este respecto para expresar el error de derecho que atribuye a la sentencia
consiste en promover que se lleve a cabo por esta Corte una nueva valoración de las
probanzas, distinta de la ya efectuada por los jueces del mérito, actividad que resulta
extraña a los fines de la casación en el fondo.

En este punto cabe tener en consideración que los jueces de la instancia restaron mérito
de convicción a los certificados otorgados en los meses de mayo y octubre de 2005
justamente porque no se atuvieron a las exigencias que el legislador impone para este tipo
de instrumentos privados, pero principalmente desestimaron su peso probatorio atendido
que en ninguno de ellos se afirma lo pretendido por el actor, esto es, el estado de demencia
de la cedente de manera permanente y en especial al tiempo de la suscripción de los
contratos impugnados.

A lo dicho debe añadirse que tampoco puede entenderse que los certificados aludidos
formen parte de la ficha clínica de la paciente, puesto que ambos, si bien se encuentran
incorporados a la misma, fueron extendidos a petición de los interesados, según se
desprende de su propio tenor y aparecen descontextualizados dentro de una carpeta que
registra atenciones de salud que dan cuenta de exámenes y atenciones médicas que apuntan
a dolencias completamente diversas de aquella que el actor le achaca a su madre.

Por último, es posible advertir de los argumentos contenidos en el recurso que el


reclamante termina formulando solicitudes en forma subsidiaria a esta Corte, en la medida
que atribuye error de derecho al no considerar que los mencionados instrumentos son
públicos y al mismo tiempo, endilga la aplicación contraria a derecho del mérito probatorio
de los mismos documentos pero ahora atribuyéndoles el carácter de privados.

UNDÉCIMO: Que el segundo reclamo de nulidad del recurrente se ocupa de las


infracciones de derecho en lo relativo a las normas que regulan la confesión en juicio,
puesto que entiende que tal yerro se configura al desatender los jueces la confesión que
sobre su propia demencia efectuó la señora Peralta Soto en el juicio laboral a través de su
abogado, quien la pretendió excusar de su obligación de comparecer a absolver posiciones.

Al respecto es oportuno considerar que ella -confesión- comprende "la declaración que
hace una parte de la verdad de los hechos que le son desfavorables y son favorables a la
otra parte" (A. Alessandri, M. Somarriva y A. Vodanovic, citando el artículo 2730 del
Código Civil italiano "Derecho Civil, Parte Preliminar y Parte General", Ed. Conosur Ltda.,
pág. 479).

Asimismo, a efectos de una cabal comprensión de lo que se decidirá, es útil repasar lo


prevenido en las normas relativas a la prueba de confesión en juicio y que se dicen
infringidas en el libelo de casación que se examina. Así, el artículo 1713 del Código Civil,
en su inciso primero, dispone que la confesión relativa a un hecho personal de la misma
parte que la presta por sí, o por medio de apoderado especial, o de su representante legal,
producirá plena fe contra ella, aunque no haya principio de prueba por escrito; salvo que se
dé alguno de los casos reglados en el primer inciso del artículo 1701 de la citada
codificación u otro que las leyes exceptúen. A su turno, el artículo 399 de la compilación
procesal regula lo pertinente a la apreciación de la fuerza probatoria de la confesión
judicial, y en ese contexto ordena al tribunal atender a lo estatuido en el artículo 1713
recién aludido y demás disposiciones legales pertinentes, acotando que aun en caso que los
hechos confesados no sean personales del confesante o de la persona a quien representa,
también producirá prueba la confesión.

DUODÉCIMO: Que en cuanto a las normas aludidas por el impugnante, su


contravención supone, en términos bastante simples, no otorgar valor de plena prueba al
reconocimiento de hechos personales del confesante y que le sean perjudiciales o, por la
inversa, otorgar ese valor en circunstancias que no se verifique el mismo presupuesto.

Pues bien, del análisis de los fundamentos del fallo recurrido no aparece en lo absoluto
que los magistrados hubieran incurrido en la falta antes descrita en cualquiera de sus
modalidades, debiendo hacerse presente que la conclusión a la cual arribaron de rechazo de
la acción impetrada lo fue por estimar que no se demostró que los contratos de cesión cuya
nulidad se persigue se celebraron cuando la cedente se encontraba privada de razón, estado
que por cierto no se acreditó que la afectara en ningún tiempo. Ese razonamiento derivó de
la ponderación que los sentenciadores efectuaron -con ocasión de las facultades que les son
propias- de las probanzas aportadas por las partes al pleito, sin que la sola circunstancia de
haber reconocido la cedente -a través de su abogado- su supuesta propia demencia pueda
restarse valor a lo concluido en este juicio, desde que el sustento de la pretensión del actor
requiere más que una simple aserción efectuada por quien se dice encontrarse privada de
razón, en tanto dicho diagnóstico necesariamente debe ser producto de un dictamen médico
emitido con conocimiento de causa, de modo que permita concluir la ausencia de voluntad
con carácter de permanente a la fecha de la suscripción de las cesiones de que se trata. Fue
esto lo que justamente se echa de menos en este proceso y que en definitiva derivó en la
decisión recurrida, de manera que la supuesta confesión no puede hacer variar lo que con el
mérito de la restante prueba se ha tenido por justificado.

Por lo mismo, ninguna conculcación cometieron los jueces del inciso segundo del
artículo 1698 del Código de Bello.

DECIMOTERCERO: Que misma suerte corre la alegada infracción del artículo 384 N°
2 del Código de Enjuiciamiento, pues esta disposición forma parte de un marco normativo
desde el cual los jueces de mérito pueden hacer uso de una facultad privativa de
comparación de la prueba rendida, correspondiendo tal actuación a un proceso racional del
tribunal, no sujeto al control del recurso de casación en el fondo.

Es menester consignar que este Tribunal de Casación ha sostenido de manera invariable


que dicha disposición no reviste la naturaleza de reguladora de la prueba, afirmación que
deriva de una interpretación que emana de la historia fidedigna del establecimiento del
precepto, conforme lo consignado en la segunda parte del artículo 19 del Código Civil. La
apreciación de la prueba testimonial, entendida como el análisis que efectúan de ella los
sentenciadores de la instancia para establecer cada uno de los elementos que consagra el
legislador para regular su fuerza probatoria, queda entregada a dichos magistrados y no
puede ser revisada por la vía de este recurso de casación.
DECIMOCUARTO: Que en la dirección esbozada y en relación a la transgresión del
artículo 428 del Código de Procedimiento Civil, la doctrina jurisprudencial ha sostenido
que los sentenciadores ejercitan facultades privativas de su jurisdicción al apreciar las
pruebas que las partes han rendido en la secuela del juicio, igual ponderación subjetiva y
comparativa se realiza con motivo de prueba contradictoria en su mérito.

Cabe recordar, asimismo, como lo ha señalado la jurisprudencia uniforme de esta Corte,


que cuando un determinado medio probatorio produce, de acuerdo a la ley, prueba
completa de un hecho, ello no impide que ese hecho sea desvirtuado por otro medio que
produzca también plena prueba y que el tribunal crea más conforme con la verdad. Este
precepto, sin embargo, no tiene aplicación cuando la misma ley resuelve la eventual
contradicción entre dos o más evidencias, como ocurre con la confesión de hechos
personales o los hechos que se presumen de derecho, que no admiten prueba en contrario.
Tal es la regla que consagra la disposición legal denunciada, sobre cuya aplicación no tiene
cabida el control que ejerce este tribunal de casación sino en cuanto, obviamente, los jueces
prefieran un medio en circunstancias que la ley les haya impuesto inclinarse necesariamente
por otro, lo que según se constata no sucedió en el caso sub judice, en que los magistrados
han fijado los antecedentes que sirven de base a su decisión en los diversos medios
probatorios aparejados al proceso, sobre cuya base construyeron la decisión que ahora se
impugna, conforme a la fuerza de convicción que la ley les autoriza atender al efecto y sin
que pueda esgrimirse la existencia de una eventual contraposición de pruebas, como cree
ver el demandante, dentro de la actividad de ponderación comparativa de los medios de
prueba agregados al proceso, razón por la cual resulta patente que la aplicación de la norma
cuya transgresión se denuncia se encuentra marginada de la revisión que esta Corte realiza.

DECIMOQUINTO: Que al tiempo que queda en evidencia la inexistencia de una


transgresión a las leyes que rigen la prueba, se revela que las conculcaciones que se acusan
en el libelo de casación persiguen desvirtuar, por medio del afincamiento de nuevos hechos,
el supuesto fáctico fundamental asentado por los jueces del grado, esto es, que a la época de
la celebración de los contratos de cesión de derechos materia de la litis María Peralta Soto
no se encontraba privada de razón.

Apuntado lo precedente, cabe recordar que los tribunales del fondo son los únicos
facultados para fijar los hechos de la causa y que, efectuada en forma correcta esa labor,
con sujeción al mérito de los antecedentes, probanzas aportadas por las partes,
interpretación y aplicación de las normas pertinentes al caso de que se trata, ellos resultan
inamovibles para esta Corte conforme lo prevé el artículo 785 del Código de Procedimiento
Civil, no siendo posible revisarlos en sede de casación. Debido a que, como ya se ha
expuesto, los antecedentes involucrados en el alegato de casación del demandante no han
dejado de manifiesto que una desatención como la referida haya tenido lugar, no queda sino
entender que la sentencia impugnada no quebrantó los preceptos que rigen la prueba en
conformidad con los cuales este tribunal de casación habría podido variar los hechos que
vienen determinados en la litis y, por esa vía, revertir la decisión de rechazar la demanda de
nulidad absoluta.

DECIMOSEXTO: Que sin perjuicio de lo razonado precedentemente, y sólo a mayor


abundamiento, ha de precisarse que en el caso de autos, como ya se ha consignado, el
presupuesto principal de la demanda incoada corresponde a la incapacidad de María Luisa
Peralta Soto para celebrar los contratos de cesión de derechos de fecha 14 y 15 de
septiembre de 2005.

En este entendido, debe tenerse en consideración que de conformidad a lo dispuesto en


el artículo 1445 del Código Civil para que una persona se obligue a otra por un acto o
declaración de voluntad es necesario, entre otros presupuestos, que consienta en dicho acto
o declaración y su consentimiento no adolezca de vicio. Acorde a lo preceptuado en el
artículo 1446 del mismo Código, toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas que la
ley declara incapaces y, según lo normado en el artículo 1447 de dicho ordenamiento, son
absolutamente incapaces, sus actos no producen ni aun obligaciones naturales y no admiten
caución.

A su turno, el inciso segundo del artículo 465 del Código Civil, ubicado en el Título
XXV que trata de "Reglas Especiales relativas a la curaduría del demente", dispone que
"los actos y contratos ejecutados sin previa interdicción, serán válidos; a menos de probarse
que el que los ejecutó o celebró estaba entonces demente".

Sobre la materia, el profesor Luis Claro Solar expone que "No puede caber duda alguna
respecto a que si en el momento mismo de la ejecución o celebración del acto o contrato se
halla demente el que lo ejecutó o celebró, el acto o contrato es nulo de nulidad absoluta por
la demencia en que se encuentra, pero la prueba de la demencia en ese mismo momento es
sumamente difícil de establecer directamente, y en la generalidad de los casos ella resultará
de presunciones graves, precisas y concordantes, que hará al juez en vista de los hechos que
el demandante acredite en juicio de nulidad del acto o contrato. La ley no dice que debe
probarse que el que lo ejecutó o celebró estaba demente en el momento mismo de la
ejecución o celebración, sino que debe probar que estaba entonces demente, en otros
términos, si el estado de demencia era habitual a la época de la ejecución o celebración del
acto o contrato; entonces, en aquel tiempo." ("Explicaciones de Derecho Civil Chileno y
Comparado", Tomo V, De las personas, Editorial Jurídica de Chile, 1979, página 146).

DECIMOSÉPTIMO: Que es precisamente el cumplimiento a lo antes descrito lo que se


aprecia en el fallo que se impugna, esto es, los jueces valorando las pruebas rendidas por las
partes han establecido el hecho de que la contratante no se encontraba privada de razón al
tiempo de celebración de los contratos impugnados y ante la determinación de la
inconcurrencia del presupuesto fundante de la acción de nulidad ejercida, resulta prístina la
correcta aplicación de lo dispuesto en las normas sustantivas citadas en el arbitrio.

DECIMOCTAVO: Que, consecuentemente, los errores de derecho en que se hacen


consistir las infracciones legales denunciadas no se han cometido; todo lo contrario, las
normas denunciadas han sido aplicadas adecuadamente, por lo que el recurso en estudio
debe ser desestimado.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en las normas legales citadas y
en los artículos 765 y 767 del Código de Procedimiento Civil, se rechaza el recurso de
casación en el fondo interpuesto por el abogado Pedro Piña Mateluna, en representación del
demandante en lo principal de fojas 283 contra la sentencia de veintidós de junio de dos mil
quince, escrita a fojas 281 y siguiente.

Regístrese y devuélvase con sus agregados.

Redacción a cargo de la Ministra Sra. Maggi.

Rol N° 10.606-2015.-

Pronunciado por la Primera Sala de la Corte Suprema, por los Ministros Sres. Patricio
Valdés A., Héctor Carreño S., Guillermo Silva G., Sra. Rosa Maggi D. y el Abogado
Integrante Sr. Carlos Pizarro W.

Das könnte Ihnen auch gefallen