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Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad”(Salamanca: Sígueme, 1978), 11
2
Alan Chalmers, “¿Qué es esa cosa llamada ciencia? (México: Siglo XXI, 1990), 3-56
3
Michel Foucault, “El orden del discurso” (Barcelona: Fábula, 2002), 20-40
2
constructos semánticos complejos utilizados, sobre todo, desde los poderes para sostener
las relaciones sociales existentes. No explican nada, son cimientos sobre los que se yergue
una sociedad, así que bien podrían llegarse a confundir incluso con sistemas míticos,
religiosos, etc.
Es conveniente concentrarse un segundo en el criterio de verdad del que habló
Foucault4, este otorgamiento que se hace a una persona o grupo de personas para que sean
los encargados de develar la “verdad” de las cosas y así justifiquen el orden social. A estas
personas no se les puede refutar, pues han encontrado la verdad, y la verdad, desde el punto
de vista social, es absoluta, es lo que es; por ejemplo, durante la llegada europea al
continente americano, uno de los motivos que llevaron al transporte de esclavos africanos
para luego obligarlos a trabajar hasta morir fue la creencia (en el orden social del momento,
verdad social) de que el negro era un animal y, por tanto, debía estar al servicio del hombre.
Sucedió lo mismo con los nativos americanos. La pregunta que cabe es ¿por qué creer que
era verdad? Recuérdese que el organismo al que se le había encargado el poder de decir la
verdad en aquel momento fue la Iglesia católica, y desde esta se expelía la verdad social.
Piénsese otro caso, durante la Guerra fría, el mundo atravesó un conflicto no solo en
el ámbito militar y tecnológico, sino también en el ideológico y moral. Cada potencia creía
firmemente en la verdad de su propuesta y ello llevó a construir la idea de que el sistema
opuesto era falso, por tanto, rechazable y eliminable. La verdad social se puede entender
como la derivación de las luchas de poder en dominación, misma que no puede llevarse a
cabo sin la producción de una verdad social. Desde este punto de vista, la verdad social es
un instrumento de dominación no de conocimiento. Incluso, puede revisarse el análisis que
hace Han5 de la sociedad actual, en el que observa que en esta la verdad es el dato, la
información misma, no un por qué. En Han puede apreciarse una evidencia de cómo la
verdad social funciona ahora con base en el marcado. Este necesita cuantificar todo, vender,
contar, vender, este es su ciclo y esta es su verdad social: el número, el dato, la
información, lo que es vale más que el por qué es.
Estos ejemplos ilustran cómo una creencia que se considera verdad posee la
finalidad de justificar actos sociales, establecer lo normal como verdadero y lo anormal
4
Ibíd.
5
Byung-Chul Han, “Psicopolítica” (Barcelona: Herder, 2015), 35-113
3
6
Michel Foucault, “La arqueología del saber” (Madrid: Siglo XXI, 1970), 40-50
7
Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad” 30-35
8
Alan Chalmers, “¿Qué es esa cosa llamada ciencia? 3-56
9
Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad” 40-45
10
Alan Chalmers, “¿Qué es esa cosa llamada ciencia? 3-56
11
Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad” 45-50
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Existe un problema claro planteado en las líneas previas, y es que la verdad social se
origina de la misma manera que la científica, como una construcción mental, por tanto,
abstracta, incomprobable, ambas pueden modelar el mundo mediadas por la tecnología; sin
embargo, la verdad social se origina de ciertas creencias sobre el mundo real y se aceptan
como verdaderas en la medida en que los poderes, quienes poseen el criterio de verdad, las
establezcan de esa manera, independientemente de su estructura interna y qué principios
lógicos cumpla.12 La verdad científica en cambio se origina del deseo de conocimiento,
incluso especulando con la realidad, puede pensar en objetos inexistentes, irreales; esto no
le sucede a la verdad social, pues ella solo puede justificar lo que vive, lo que aprecia,
puede crear realidades nuevas, imaginarlas, pero nunca pensar en lo que no ha visto o con
lo que no ha tenido la experiencia de ver. En este punto, la verdad social se asemeja a los
mitos antes que a la verdad científica.
Un ejemplo claro de que la verdad social está limitada por lo existente lo pueden
aportar las ideas de civilización y barbarie. En el Paleolítico, la creación del Otro en tanto
cultura, símbolo, no existía, pues no había la necesidad de reafirmar una identidad social,
pero, cuando se gestaron las primeras grandes civilizaciones nació la idea de este Otro, el
bárbaro para Roma, meteco para los Griegos, etc13. En otro caso, no pudo haberse
concebido a la doctrina neoliberal como verdadera sin la acelerada industrialización del
mundo en el siglo XX.14 Para la verdad social es imposible pensar más allá de lo que la
produce.
Se ha intentado diferenciar la verdad de la verdad social a través de argumentos
meramente especulativos. Es posible que la diferencia haya quedado realmente clara y, por
tal motivo, es pertinente, hasta donde se puede deducir, que se repiense a la verdad social
como una construcción mental operatoria que parte de la necesidad de organización y que,
además, deriva en dominación, precisamente por su función de ordenamiento social. Las
palabras empleadas aquí han sido verdad social y verdad, pero bien se puede desplazar el
problema de la verdad social al orden discursivo15 y dejar de llamarla así. La verdad es un
dilema científico, no de dominación.
12
Michel Foucault, “La arqueología del saber” 45 - 115
13
Umberto Eco, “Construir al enemigo” (Lumen, 2011), 8-50
14
Armand Mattelart, “Historia de la sociedad de la información” (Barcelona: Paidós, 2007), 51-52
15
Michel Foucault, “El orden del discurso” (Mattelart 2007)20-100
5
Bibliografía
Chalmers, Alan. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? México: XXI, 1990.
Eco, Umberto. Construir al enemigo. Lumen, 2011.
Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona: Fábula, 2002.
—. La arqueología del saber. Madrid: Siglo XXI, 1970.
Han, Byung-Chul. Psicopolítica. Barcelona: Herder, 2015.
Ladriere, Jean. EL reto de la racionalidad. Salamanca: Sígueme, 1978.
Mattelart, Armand. «La gestión de la era industrial y científica.» En Historia de la sociedad
de la información, de Armand Mattelart, 37-57. Barcelona: Paidós, 2007.