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Universidad Andina Simón Bolívar


Especialización Superior en Educación y Nuevas Tecnologías de la Información y
Comunicación
Fundamentos conceptuales y metodológicos de la tecnología, la técnica y el método
Nombre: Fernando Vinces
Fecha: lunes 5 de noviembre de 2018

La “verdad” social y la verdad científica

Generalmente se ha comprendido que la verdad es la relación que mantiene la


representación mental humana con el mundo objetivo al que representa.1 La verdad, desde
este punto de vista, tiene la misión de reproducir cabalmente la realidad, copiarla a imagen
y semejanza, y mientras más cercana sea la representación mental con el mundo objetivo,
más verdad será. De esta manera, no cabe la idea de pensar lo no conocido y, siendo así, la
verdad no jugaría un rol primordial en la construcción del conocimiento. Esta aseveración
está alejada de lo que se propondrá como verdad en este escrito. La verdad científica no
funciona así, las “verdades” sociales tampoco. La verdad, en cualquier caso, no es
aprehensible, sino producible.2 Aunque se partirá de una definición general de verdad,
existen matices entre estos dos tipos de verdades que bien pueden confundirse. Ambas se
producen, se crean desde el pensamiento, pero su estructuración y usos sociales son
distintos. El presente trabajo tratará de diferenciar la verdad científica, a la que llamaremos
verdad a secas, sin epítetos, y la “verdad” social, a la que atribuiremos este epíteto de
“social”.
Las verdades sociales cumplen un rol operatorio.3 Esta es la primera distinción que
se puede establecer. Una verdad social es aceptada como tal en la medida en que su
discurso justifica, regula y mantiene la sociedad. No puede ser y no es una explicación de la
realidad, sino una justificación de la misma. Esta se construye a través de procesos
específicos en el ámbito social, tales como la lucha de poder, la construcción de ideologías,
reducción y aparecimiento de imaginarios, que se juntan en la vida cotidiana y dan lugar a

1
Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad”(Salamanca: Sígueme, 1978), 11
2
Alan Chalmers, “¿Qué es esa cosa llamada ciencia? (México: Siglo XXI, 1990), 3-56
3
Michel Foucault, “El orden del discurso” (Barcelona: Fábula, 2002), 20-40
2

constructos semánticos complejos utilizados, sobre todo, desde los poderes para sostener
las relaciones sociales existentes. No explican nada, son cimientos sobre los que se yergue
una sociedad, así que bien podrían llegarse a confundir incluso con sistemas míticos,
religiosos, etc.
Es conveniente concentrarse un segundo en el criterio de verdad del que habló
Foucault4, este otorgamiento que se hace a una persona o grupo de personas para que sean
los encargados de develar la “verdad” de las cosas y así justifiquen el orden social. A estas
personas no se les puede refutar, pues han encontrado la verdad, y la verdad, desde el punto
de vista social, es absoluta, es lo que es; por ejemplo, durante la llegada europea al
continente americano, uno de los motivos que llevaron al transporte de esclavos africanos
para luego obligarlos a trabajar hasta morir fue la creencia (en el orden social del momento,
verdad social) de que el negro era un animal y, por tanto, debía estar al servicio del hombre.
Sucedió lo mismo con los nativos americanos. La pregunta que cabe es ¿por qué creer que
era verdad? Recuérdese que el organismo al que se le había encargado el poder de decir la
verdad en aquel momento fue la Iglesia católica, y desde esta se expelía la verdad social.
Piénsese otro caso, durante la Guerra fría, el mundo atravesó un conflicto no solo en
el ámbito militar y tecnológico, sino también en el ideológico y moral. Cada potencia creía
firmemente en la verdad de su propuesta y ello llevó a construir la idea de que el sistema
opuesto era falso, por tanto, rechazable y eliminable. La verdad social se puede entender
como la derivación de las luchas de poder en dominación, misma que no puede llevarse a
cabo sin la producción de una verdad social. Desde este punto de vista, la verdad social es
un instrumento de dominación no de conocimiento. Incluso, puede revisarse el análisis que
hace Han5 de la sociedad actual, en el que observa que en esta la verdad es el dato, la
información misma, no un por qué. En Han puede apreciarse una evidencia de cómo la
verdad social funciona ahora con base en el marcado. Este necesita cuantificar todo, vender,
contar, vender, este es su ciclo y esta es su verdad social: el número, el dato, la
información, lo que es vale más que el por qué es.
Estos ejemplos ilustran cómo una creencia que se considera verdad posee la
finalidad de justificar actos sociales, establecer lo normal como verdadero y lo anormal

4
Ibíd.
5
Byung-Chul Han, “Psicopolítica” (Barcelona: Herder, 2015), 35-113
3

como falso, dicotomía moral que ha sostenido a la mayoría de sociedades. 6 A breves


rasgos, la verdad o verdades sociales se construyen dependiendo estrictamente del contexto
histórico-social, no es una explicación ni un intento de conocer el mundo, sino de someterlo
a partir del pensamiento. Socialmente, la verdad se traslada del ámbito del conocimiento al
de la dominación.
La verdad científica, por otro lado, no justifica nada, explica construcciones
mentales. Si debiéramos buscar la verdad, no tendríamos que movernos, solo deberíamos
pensar, pues la verdad científica se mueve en el ámbito de la especulación. La verdad
científica es puramente lógica, abstracta, por tanto, no es operacional.7
Chalmers8 reflexionó acerca de la verdad científica y ha propuesto que esta requiere
de un orden lógico, que se produce en el pensamiento y solo se modifica por este. Al Igual
que Ladriere, entiende que la lógica obedece a leyes formales, abstractas, por ende, el
mundo existente, externo, no puede afectarla ni modificarla. La verdad científica se
modifica al cambiar sus teorías,9 no al no responder al mundo existente, pues bien puede
explicar una parte de este. La ciencia trabaja con teoría y la teoría se compone de
conceptos, es decir, producciones mentales que explican otras producciones mentales.10
Aunque los conceptos científicos pueden adecuarse a la realidad, tienen la cualidad de ir
más allá de ella, se basan en la especulación lógica de realidades formales, no en la
operación sobre el mundo existente. Pese a esto, pueden actuar en la realidad, pero esta
acción solo se consigue a través de la mediación tecnológica. En este punto, las verdades
sociales y las científicas pueden asemejarse, pues ambas, al ser producciones mentales, solo
pueden actuar en el mundo a través de la mediación tecnológica. Su diferencia básica radica
en que las verdades sociales poseen una carga utilitarista, mientras que las verdades
científicas parten del deseo de conocimiento, no de la necesidad de actuación real. Es así
que las verdades científicas son puramente abstractas, ni siquiera necesitan a la realidad
como sostén, pues incluso pueden demostrarse en el ámbito de la especulación. La verdad
científica posee cierta autonomía con respecto a la realidad.11

6
Michel Foucault, “La arqueología del saber” (Madrid: Siglo XXI, 1970), 40-50
7
Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad” 30-35
8
Alan Chalmers, “¿Qué es esa cosa llamada ciencia? 3-56
9
Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad” 40-45
10
Alan Chalmers, “¿Qué es esa cosa llamada ciencia? 3-56
11
Jean Ladriere, “El reto de la racionalidad” 45-50
4

Existe un problema claro planteado en las líneas previas, y es que la verdad social se
origina de la misma manera que la científica, como una construcción mental, por tanto,
abstracta, incomprobable, ambas pueden modelar el mundo mediadas por la tecnología; sin
embargo, la verdad social se origina de ciertas creencias sobre el mundo real y se aceptan
como verdaderas en la medida en que los poderes, quienes poseen el criterio de verdad, las
establezcan de esa manera, independientemente de su estructura interna y qué principios
lógicos cumpla.12 La verdad científica en cambio se origina del deseo de conocimiento,
incluso especulando con la realidad, puede pensar en objetos inexistentes, irreales; esto no
le sucede a la verdad social, pues ella solo puede justificar lo que vive, lo que aprecia,
puede crear realidades nuevas, imaginarlas, pero nunca pensar en lo que no ha visto o con
lo que no ha tenido la experiencia de ver. En este punto, la verdad social se asemeja a los
mitos antes que a la verdad científica.
Un ejemplo claro de que la verdad social está limitada por lo existente lo pueden
aportar las ideas de civilización y barbarie. En el Paleolítico, la creación del Otro en tanto
cultura, símbolo, no existía, pues no había la necesidad de reafirmar una identidad social,
pero, cuando se gestaron las primeras grandes civilizaciones nació la idea de este Otro, el
bárbaro para Roma, meteco para los Griegos, etc13. En otro caso, no pudo haberse
concebido a la doctrina neoliberal como verdadera sin la acelerada industrialización del
mundo en el siglo XX.14 Para la verdad social es imposible pensar más allá de lo que la
produce.
Se ha intentado diferenciar la verdad de la verdad social a través de argumentos
meramente especulativos. Es posible que la diferencia haya quedado realmente clara y, por
tal motivo, es pertinente, hasta donde se puede deducir, que se repiense a la verdad social
como una construcción mental operatoria que parte de la necesidad de organización y que,
además, deriva en dominación, precisamente por su función de ordenamiento social. Las
palabras empleadas aquí han sido verdad social y verdad, pero bien se puede desplazar el
problema de la verdad social al orden discursivo15 y dejar de llamarla así. La verdad es un
dilema científico, no de dominación.

12
Michel Foucault, “La arqueología del saber” 45 - 115
13
Umberto Eco, “Construir al enemigo” (Lumen, 2011), 8-50
14
Armand Mattelart, “Historia de la sociedad de la información” (Barcelona: Paidós, 2007), 51-52
15
Michel Foucault, “El orden del discurso” (Mattelart 2007)20-100
5

Bibliografía
Chalmers, Alan. ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? México: XXI, 1990.
Eco, Umberto. Construir al enemigo. Lumen, 2011.
Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona: Fábula, 2002.
—. La arqueología del saber. Madrid: Siglo XXI, 1970.
Han, Byung-Chul. Psicopolítica. Barcelona: Herder, 2015.
Ladriere, Jean. EL reto de la racionalidad. Salamanca: Sígueme, 1978.
Mattelart, Armand. «La gestión de la era industrial y científica.» En Historia de la sociedad
de la información, de Armand Mattelart, 37-57. Barcelona: Paidós, 2007.

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