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Suelen decir las mamás que Manizales es una gran ciudad para que los hijos crezcan y se
eduquen, pero que a la hora de buscar empleo, es mejor que se vayan a otras ciudades.
Este relato coincide con la percepción de los manizaleños y con la realidad que viven. En el
último informe de percepción ciudadana de Manizales Cómo Vamos, 7 de cada 10
encuestados señalaron que en la ciudad no es fácil conseguir empleo y quienes indicaron que
su situación económica había empeorado en el último año, expresaron que la principal razón
se debió a que uno o más miembros de la familia habían perdido su trabajo.
El empleo sigue siendo una de las principales preocupaciones de los ciudadanos y no es para
menos: 6 de cada 10 manizaleños o no tienen trabajo, o están empleados en puestos de
menor calidad a la esperada, o están en el rebusque.
El desempleo golpea más fuerte a los jóvenes y a las mujeres, dos de los segmentos
destacados en una ciudad con vocación universitaria. Mientras el desempleo general se ubica
en 11,2%, el desempleo juvenil supera el 19%. Existe una especie de exilio laboral juvenil
que genera que 4 de cada 10 egresados de nuestras universidades opten por irse a otras
ciudades a conseguir empleo. De allí, que en las calles de Bogotá, Cali, Medellín y otros
lugares, miles de jóvenes manizaleños anden con una hoja de vida debajo del brazo.
En el caso de las mujeres, a pesar de tener mayores niveles de estudios que los hombres,
persisten brechas en el acceso y en los ingresos. El desempleo en las mujeres es del 13,7%,
mientras el de los hombres es de 9,1%. Esto explica el hecho de que por cada dos hombres
que consiguen empleo, apenas lo hace una mujer. También condiciones culturales como el
machismo y la descarga de obligaciones en las mujeres, han generado que la brecha salarial
sea incluso más alta que la nacional: mientras un hombre gana más de $1.200.000 en
promedio, las mujeres ganan menos de $1.000.000.
El subempleo es otro de los dramas. Miles de personas que estudiaron una carrera
profesional, esperando ocuparse en ese campo y anhelando tener ingresos acordes a sus
estudios, llenan las salas de los Call Center, manejan taxi o deben emprender por cuenta
propia en sectores ajenos a su experticia y gusto. Más del 25% de los ocupados se consideran
subempleados debido a que manifiestan que en sus actuales trabajos obtienen ingresos
inadecuados o no usan las capacidades profesionales que desarrollaron en la universidad.