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Ciudad en subdesarrollo.
Afganistán, Bangladés, Liberia, Haití, Burundi, Guinea, Camboya, República
Centroafricana, etc.
Existen diferencias en el grado de desarrollo humano integral, alcanzado en todos los países
y existen muchas hipótesis y teorías de las razones por las cuales el desarrollo no alcanza a todos
los ciudadanos del mundo de la misma forma, ni al mismo tiempo, creando sociedades con
grandes diferencias entre sus ciudadanos; pero es innegable que a pesar de ello, la humanidad
registra avances en todos los campos relacionados con el avance y en la actualidad muchos
servicios se prestan hasta en los sitios más remotos de la tierra, sin embargo, no se ha podido
resolver completamente el problema de la pobreza y el acceso al desarrollo a todas las personas
por igual.
Estas diferencias son conocidas como la brecha del conocimiento, también la brecha educativa,
la brecha tecnológica que existe entre los países desarrollados y los países en vías de desarrollo.
Una de las razones por las cuales se ha incrementado la diferencia en el conocimiento entre
países desarrollados y países en vías de desarrollo es que en estos últimos sus gobiernos han
enfocado la inversión educativa en la primaria y han descuidado la educación secundaria, al
punto que James Stigler y James Hiebert argumentan que la diferencia en los sistemas educativos
entre un país desarrollado y el de un país en desarrollo indican que en 100 años, los actuales
países desarrollados pasaron de brindar 2.8 años de escolaridad a sus poblaciones a brindar 10.4
años; mientras que en los países en desarrollo, se ha pasado de dar 0.5 años de escolaridad al
inicio y 3.8 años, 100 años después.
Alcanzar la escolaridad de 12 años que actualmente imparten los países desarrollados llevará 100
años más a los países en desarrollo, si la inversión en educación continúa al mismo ritmo.
En el informe “Propuestas para la Educación del Siglo XXI”, realizadas por el grupo
“multinacionales por marca España”, se declara que “el sistema universitario está alejado
de las necesidades reales de la empresa”. Estas presiones están reconfigurando la misión
universitaria, pues la sociedad exige por un lado que la formación universitaria tenga una
salida laboral y si no, que permita emprender una actividad económica a los egresados
universitarios.