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Presentación

Es notable la importancia de los conflictos en la vida de las personas y de las sociedades que
éstas conforman. Podríamos decir que, mientras media humanidad se dedica a la producción
de bienes de uso y consumo, la otra mitad, desde denominaciones diferentes, se dedica directa
o indirectamente a encontrar soluciones a los conflictos. Bien o mal, abogados, políticos,
sociólogos, psicólogos, muchos médicos, religiosos, militares, policías o filósofos dedican sus
esfuerzos y centran su dedicación profesional en intentar comprender la significación, las
causas y motivos de los conflictos, las crisis y los cambios; tratan de entender, en definitiva, al
ser humano desde la significación conflictual que lo acompaña a lo largo de tota su vida.

Los conflictos se definen en relación con el conocimiento que tenemos sobre los mismos. De
esta manera, las soluciones pasan a menudo por una información y un conocimiento que
modifica el planteamiento mismo del problema y que puede llegar, incluso, a resolverlo. La
llamada sociedad de la información y del conocimiento facilita este cambio de paradigma, que
permite superar retos y conflictos antiguos.

Este curso del programa de doctorado del IN3 de la UOC pretende ser introductorio en el
conocimiento avanzado de la teoría del conflicto desde una perspectiva disciplinaria o
interdisciplinaria, plural y transversal en diversas ocupaciones profesionales relacionadas
directamente con personas, sociedades y sus problemáticas. Aunque centrado en el ámbito del
conocimiento humanístico propio de las ciencias sociales, también podremos incorporar
dimensiones y aportaciones de disciplinas como la biología y la medicina, la matemática o la
física en relación con el conflicto en su comprensión más amplia.

De la conflictología, sinónimo de la disciplina conocida internacionalmente con la denominación


resolución de conflictos, podemos decir que es la ciencia del conflicto, del cambio, de la crisis;
una ciencia orientada hacia su aplicabilidad directa mediante técnicas y estrategias de
intervención concretas.

El objetivo de este curso es suscitar la reflexión argumentada y la participación atrevida en el


ámbito de los conflictos y de los procesos de cambio y crisis con el propósito de comprender su
significación, preveer los comportamientos conflictuales y evaluar sus posibles consecuencias.
Introducción general

La diversidad es un patrimonio y no comporta conflicto; en todo caso, serán las dificultades de


entendimiento las que causarán tensiones que podrían derivar en situaciones conflictivas. Con
frecuencia, los pretendidos debates científicos e intelectuales no son más que disputas entre
las partes que los protagonizan; disputas y conflictos camuflados de diferencias de concepto o
de metodología. Ninguna diferencia justifica un conflicto, aunque pueda personalizarlo; en
cualquier caso, las causas que los provocan serán las desigualdades, la injusticia social, la
lucha por el poder, el malestar con uno mismo debido a diversas etiologías, etc.

Al principio fue la palabra… De esta forma se le dieron a la humanidad los medios para
entenderse o para confundirse. La comunicación construye, desarrolla y promueve el
intercambio de conocimientos en los que se fundamentarán las posibilidades de cooperar, de
competir o, lo que es más frecuente, una mezcla más o menos equilibrada de ambas. Desde
un principio, los esfuerzos por comprender el conflicto se plantean ya en el ámbito de la
expresión del conocimiento en sí. La adopción de sistemas de conocimiento que promuevan
las certezas o las dudas ya nos indicarán las consecuencias que pueden derivarse. Creerse en
posesión de la verdad llevará muy fácilmente a adoptar actitudes y planes tendentes a
establecerla que se alejarán de la tolerancia y del respeto a la diferencia y a la disidencia.
La duda persistente también puede conducirnos tanto a un pesimismo como a la
indiferencia frente a los problemas ajenos.

La estructura del pensamiento parece inclinarse hacia planteamientos binarios que sustenten
una lógica que establezca actitudes beligerantes en un intento por imponerse dentro de una
lógica esquizofrénica. Una lógica que buscará desesperadamente certezas imposibles de
establecer mientras exista la angustia por determinarlas. Parece que resulte imposible llegar a
aceptar que el conocimiento pueda poseer capacidades expresivas plurales, donde la certeza y
la duda puedan ser perfectamente compatibles. En realidad, cuando no existe interés
específico, certezas y dudas se combinan sin tensión y nos ofrecen una visión serena y
diferente de un conocimiento en el que sus distintas formas de expresión se unen sin perder su
identidad. Entender los procesos de integración y unión de la diversidad, de conjunción de
unidad e identidad, significa haber superado el pensamiento binario, haber conciliado los
conocimientos. El miedo a perder nuestra identidad nos lleva a oponernos a la cooperación y a
la unión; el miedo a la disgregación nos conduce al intento de destrucción o al control de la
diversidad y de la diferencia, causas ambas de los miedos y angustias inconscientes que nos
estimulan a actuar en busca de soluciones.

Seguramente, la opción a no exigir soluciones nos abre más posibilidades para hallarlas
que la actitud obsesiva por obtener una respuesta concreta a nuestros planteamientos. A
lo largo de la historia de la filosofía, se han expuesto numerosas formas de interpretar al ser
humano y de entender el universo. Esta diversidad parece conducir a la necesidad de escoger
entre una forma u otra en un intento por encontrar aquélla que nos parece superior a las
demás. Esto nos llevará a dedicar nuestros esfuerzos de adaptación a una en concreto y, al
mismo tiempo, al esfuerzo de fundamentar o argumentar el rechazo del resto de las opciones
para asegurar y reafirmar la escogida. Difícilmente nos percataremos de que nuestros criterios
de selección de una u otra opción están en relación y supeditados a nuestras condiciones y
circunstancias de vida variables. Así, de esta forma, cuando se modifiquen nuestras
condiciones de vida, los esfuerzos de adaptación deberán redoblarse o caer en una situación
de frustración y desconcierto que acabará afectándonos negativamente. Cada edad, cada
circunstancia, predetermina unas prioridades, unas necesidades y unos anhelos diferentes y
equivalentes al mismo tiempo; así pues, en cada una de estas ocasiones nos será preciso
contar con una escala de valores, con una interpretación global, con un pensamiento
sensiblemente diferente del anterior mediante el cual poder planificar nuestra vida.

Todas las teorías e interpretaciones se han determinado desde una circunstancia


histórica, social e individual concreta, expresada siempre desde unas capacidades de
lenguaje y comunicación limitadas y defectuosas que ha llevado a sus autores a conocer
e interpretar la realidad desde su ángulo de visión, desde sus limitaciones, traumas y
condiciones. Algunos han hecho uso del pensamiento filosófico, otros tomando como
fundamento el conocimiento económico o psicológico, atendiendo a elementos concretos,
pocas veces intentando abarcar la totalidad o intentando conciliar las diferentes perspectivas.
Con frecuencia olvidamos que las ideas no pueden desligarse del contexto de sus autores, de
las circunstancias y condiciones de su vida, de su entorno social o de las motivaciones que
intervinieron en el momento de su concepción y cómo fueron formuladas.

Todas las experiencias, las interpretaciones y teorías resultan complementarias. Cada una de
éstas corresponde a una experiencia específica, difícilmente repetible, a unas circunstancias,
capacidades y necesidades concretas. Todas son necesarias. De la misma forma que cualquier
objeto o fenómeno natural puede ser explicado desde disciplinas diversas (por la física, la
química, la geometría o la mecánica sin que necesariamente ello deba representar
contradicción ni negación mutua), pueden observarse los fenómenos o las actitudes humanas
desde disciplinas humanísticas diferentes, desde perspectivas distintas, etc. Su estructura
resulta complementaria con su análisis funcional, y éste, con una visión idealista o realista. Son
partes, expresiones del conocimiento que surgen de experiencias concretas que, por sí
mismas, no se niegan, sino que se complementan. La tensión y la contradicción no surgen
del conocimiento; surgen de las personas que interpretan los conocimientos influidas
por razones que no tienen que ver con el conocimiento en sí, sino con las
circunstancias, percepciones y expectativas en las que están viviendo y con las que se
relacionan.

El filósofo Richard Rorty1 aportó hace algunos años argumentos suficientes para entender
cómo, tras muchos debates intelectuales, existen conflictos implícitos o latentes
fundamentados en un déficit cooperativo, elementos competitivos que acaparan las
capacidades de sus protagonistas. Los propios mediadores y militantes pacifistas no escapan
de los estragos producidos por situaciones conflictuales sin remedio. Las órdenes religiosas,
los partidos políticos, las asociaciones de amigos, las ONG altruistas y humanitarias poseen
grados similares de conflictividad interna a cualquier otra organización humana y su
comportamiento es similar; de igual modo que familiares y correligionarios pueden protagonizar
una disputa, ésta también se produce entre grupos sociales, políticos o nacionales. Y los
conflictos pueden conducir a idénticos resultados y comportar similares procedimientos.

Dentro del propio campo del conocimiento, los conflictos se traducen en acusaciones mutuas
por la utilización de determinadas metodologías o por el establecimiento de teorías y principios.
En el ámbito de las ciencias sociales existe una desconfianza manifiesta hacia los análisis
sociales próximos a la biología. Nos refirmos a la psicobiología y la sociobiología, que, en
determinados momentos, han suscitado agrias polémicas, de modo que se han producido
acusaciones muy duras. Sin embargo, difícilmente podemos sustraernos a una realidad integral
que no reconoce las divisiones que hemos hecho del conocimiento, para poder obtener de éste
un pretendido beneficio por medio de la especialización o la agrupación de intereses.

De manera parecida a como el estrés producido por relaciones desiguales violentas


afectará a la salud de los implicados, determinadas alteraciones en la salud afectarán
también y de manera notable a la vida social. Se trata de entender la necesidad de conciliar
los conocimientos, de aprender a trabajar en programas y equipos pluridisciplinarios, de
entender que, para hacer esto, es insuficiente aprender a colaborar entre personas con
formación y experiencias diferentes, sino que será necesario que ninguna disciplina
participante pueda imponerse a las otras. A nuestro entender, esto únicamente podría
conseguirse cuando la labor que hay que realizar se plantee de forma adisciplinaria, cuando las
diversas clasificaciones del conocimiento trabajen en comunión, cuando estén aliadas y posean
objetivos comunes.

1
Richard Rorty (1996). Consecuencias del pragmatismo. Madrid: Tecnos (obra original en
inglés publicada en 1982).
Los esfuerzos por la supervivencia en su sentido más amplio conducen a las personas a
reaccionar con violencia frente a la posibilidad de encontrar competidores. Ésta es una
reacción instintiva amplificada por las capacidades inteligentes de los seres humanos. En el
ámbito del trabajo intelectual y científico, cuando se percibe el peligro que generan los
competidores y los colegas, el esfuerzo de investigación por hallar nuevos conocimientos deja
paso a la tarea de controlarlo, se abandonan las capacidades investigadoras de forma gradual
y se concentran los esfuerzos en la defensa o el ataque utilizando los argumentos y conceptos
intelectuales como instrumentos de lucha. Se pierde la capacidad de investigar cuando existe
miedo a lo desconocido, cuando lo desconocido plantea dudas, cuando la dedicación
intelectual no es tanto indagar y descubrir como apropiarse de los descubrimientos, de los
conocimientos y obtener beneficios. Para llegar a conocer, a obtener nuevos conocimientos,
parece aconsejable renunciar previamente a poseer y controlar, justamente, la capacidad de
conocer, de aprender.

La división disciplinaria del conocimiento ha aportado beneficios incuestionables; la


especialización ha permitido centrarse en la obtención de resultados concretos donde se
consideraba necesario; la superación de una época en la que la ciencia debía someterse a la
doctrina eclesiástica y a los principios teológicos representó un acto que liberó capacidades
reprimidas por intereses políticos muy concretos. Sin embargo, el cambio traumático que se
produjo llevó a las nuevas sociedades a oponerse y a renunciar a las posibilidades intuitivas de
acceso al conocimiento. Los conocimientos ancestrales acaparados por las organizaciones
religiosas se transformaron en anatema de forma similar a como el conocimiento científico
deductivo lo fue durante la dictadura teocrática.

Por otra parte, el desarrollo de la ciencia y la tecnología auspiciado desde una concepciones
económicas y políticas muy concretas tampoco está exento de efectos indeseables. La ciencia
no es aquella capacidad libre de acceso al conocimiento, sino la sección de estudio de los
intereses comerciales representados desde el estado o directamente por las organizaciones
dedicadas a la producción de beneficios financieros. La división en disciplinas aisladas unas de
otras impide establecer una visión de conjunto que sea capaz de evaluar las consecuencias del
desarrollo tecnológico y las implicaciones y repercusiones en el entorno social y natural. Los
esfuerzos interdisciplinarios no parecen ser suficientes para captar esta visión de conjunto y la
necesaria colaboración. El crecimiento desigual y separado de las ciencias médicas y las
sociales, por ejemplo, nos conduce a conclusiones mediante las cuales se puede
demostrar que, en muchas ocasiones, el causante de enfermedades o de muertes
prematuras no tiene su origen en razones biológicas, sino en decisiones políticas o en el
funcionamiento económico.

De forma parecida, acabamos concluyendo que en muchas ocasiones, los conflictos no


deberían ser competencia de la policía, por ejemplo, sino del sistema educativo o de las
instituciones sanitarias; que las guerras podrían resolverse y prevenirse desde planteamientos
económicos o sociales diferentes y que la intervención de la justicia o de la política es
deficitaria en capacidades filosóficas que permitan la comprensión del ser humano, en la
capacidad de gestión del cambio, en la transformación, y no de los intentos persistentes de
represión y manipulación.
Sobre la teoría del caos

Los primeros pasos en el proceso de configuración de lo que entendemos por resolución de


conflictos o conflictología se dan en un ambiente científico renovador que coincidió con
cambios sociales, políticos y económicos, que resultaron determinantes en las últimas décadas
del siglo pasado. En física, matemática, biología se producen aportaciones que contribuirán a
modificar paradigmas establecidos hasta el momento. La teoría cuántica, el inicio del
descubrimiento del genoma humano, la llamada teoría del caos2, se producen a la par que el
desarrollo de la informática, Internet y la llamada sociedad del conocimiento, el ocaso de los
regímenes comunistas y la llamada globalización en el ámbito comercial, económico y de
influencia política. Curiosamente, las reacciones frente a estos cambios se parecen. En
Estados Unidos y en los países donde dichos cambios se llevan a cabo de manera más
decidida, resurgen movimientos filosóficos y sociales anarquistas muy semejantes a los que
surgieron durante la Revolución Industrial y la expansión colonial europea; movimientos que
significaron la constitución de la Primera Organización Internacional socialista como alternativa
al capitalismo, un movimiento integral que abarca lo político y lo espiritual, lo económico y
cultural. Las circunstancias actuales guardan una cierta similitud con la llamada Revolución
Industrial: acceso fácil al conocimiento, al igual que sucedió con la popularización de la
imprenta de Gutemberg y que es paralela con la informática e Internet, y cambios que
modifican las relaciones de poder tanto en el ámbito internacional como en el social.

Las teorías sobre el caos surgen después de un largo periodo histórico marcado por la
necesidad de contar con evidencias y con certezas. Sus precursores en el pensamiento
occidental fueron Poincaré y Birkhoff; sus disquisiciones sobre los sistemas dinámicos no
lineales presentaban una alternativa muy interesante dentro del campo de la filosofía de la
ciencia y al relacionarlo con los conceptos lineales y estáticos dominantes. La teoría del caos3
se inicia de la mano de matemáticos y físicos, y sólo posteriormente será incorporada y
aplicada por las ciencias sociales. Hoy se considera una aportación a la filosofía de la ciencia
que nos permite abrir nuevas capacidades para entender mejor el funcionamiento del universo
y del mismo ser humano al aplicarse tanto en prevención contra la epilepsia como en
comportamientos matemáticos, predicciones atmosféricas, modelos de fibrilación del corazón o
en conflictología.

Según la teoría del caos, los comportamientos de los sistemas no deben ser estudiados
de manera reductiva en sus partes, como se ha venido haciendo hasta el momento. Los
resultados de las observaciones no se presentan en la forma deductiva habitual y los
sistemas no son tratados como si las descripciones instantáneas que se realizan
resultasen descripciones completas e integrales. Un ejemplo claro de aplicación nos lo

2
La teoría del caos surgió en los años sesenta de la mano de matemáticos. Las conductas
caóticas se aplican en ámbitos muy diversos como en la prevención de epilepsias, predición
atmosférica, modelos de fibrilización cardiaca, etc. La Obra de D.L. Devaney (1989), An
introduction to Chaotic Dinamical Systems, Nueva York, es una referencia.

3
Resulta aconsejable la lectura de obras como las siguientes: R.L. Devaney (1989). An
Introduction to Chaotic Dynamical Systems. Nueva York.
Stephen H. Kellert (1993). In the Wake of Chaos. The University of Chicago Press. Esta última
obra, al estar escrita por un filósofo, resultará sin duda de mejor comprensión para lectores de
formación humanista. Para matemáticos, físicos o filósofos de la ciencia, lo más recomendable
consistiría en leer ambas obras.
ofrece la psicología de la Gestalt, que influye de manera notable en las técnicas avanzadas de
mediación y negociación y que acaban orientando su evolución hacia una comprensión
holística e integradora centrada en el tratamiento y transformación de conflictos4. Sigmund
Freud, con su teoría psicoanalítica, contribuyó notablemente a fundamentar el desarrollo
posterior de una visión holística de los problemas humanos, una visión que supera la
observación parcial del problema e intenta comprender lo que ocurre a partir de las múltiples
interacciones que se suceden en los sistemas vivos a imagen y semejanza de cómo la biología
aprendía a observar la vida de una manera no aislada, sino en relación con el entorno donde
se desenvuelve la vida de los sujetos.

Esta influencia no se limita a incorporar simples elementos discursivos o nominales, sino que
modifica sustancialmente tanto la manera de trabajar práctica como los resultados obtenidos.
En la psicología de la Gestalt, como en conflictología, y de forma parecida a como se plantea
desde la teoría del caos, no se pretende obtener un resultado inmediato, sino que se observa la
acción o proceso que se produce en un periodo más dilatado y, sobre todo, desde
percepciones o puntos de observación diversos, que aportan una visión de conjunto que va
más allá de las conclusiones precipitadas e incompletas aportadas por observaciones y
constataciones parciales. El sistema (el conjunto, la totalidad) no puede reducirse a la simple
suma de datos parciales, sino que aporta un conocimiento adicional.

El principio de incertidumbre en teoría cuántica (una cosa es la partícula, otra muy diferente la
onda de donde procede) posee una relación estrecha o parecida con la teoría del caos y con
las interpretaciones místicas de todas las distintas tradiciones. La creencia de que la certeza es
la condición básica para conseguir el equilibrio, la armonía o la seguridad tal vez no sea del
todo exacta. Las actitudes basadas en la certeza supuesta deben procurar
constantemente proteger su principio rector, siempre amenazado y cuestionado por un
universo que se resiste a ser reducido a explicaciones surgidas del miedo a la
inseguridad. La aceptación del factor de incertidumbre nos habitúa a vivir no sintiendo temor
por la ignorancia y a confiar en aquello que desconocemos y que, de una manera u otra,
permite el desarrollo y evolución de la vida.

Si fundamentamos el conocimiento en el significado semántico de las palabras y de los


conceptos, el alcance de nuestro saber se verá muy limitado, las verdades o certezas
construidas con conceptos y términos serán transitorias y estarán sometidas a los cambios.
Seremos esclavos de nombres y significados convencionales que nos sirven, a lo sumo, para
evitar los sobresaltos que producen los descubrimientos, pero veremos reducidas
notablemente nuestras posibilidades de progreso. Si ya poseemos la verdad y el conocimiento,
lo único que deberemos hacer será dejar de buscar, conservar y proteger los logros y morir de
aburrimiento.

En mis cursos sobre conflictología, recomiendo a quienes esperan intervenir en procesos


conflictuales y de conciliación que ni analicen, ni juzguen ni, por supuesto, sancionen. Mi
consejo no es gratuito, sino que posee un fundamento explicativo basado en la teoría del caos,
en una comprensión holística que no juzga por actos específicos sino que intenta
comprenderlos desde la amplitud y complejidad que aporta el conjunto y su proceso evolutivo.
Analizar significa predeterminar, dejar de ser imparcial, tomar partido, formar parte del conflicto,
renunciar a una parte importante de aquellas informaciones que únicamente puede facilitar una
observación global en el tiempo y en el espacio. Frente a hechos conflictivos concretos, como
por ejemplo un acto de agresión, la conclusión no se debería tomar basándonos únicamente en
este dato y sin conocer el entorno y las circunstancias en que se ha producido. Sin pretender
justificar, ni mucho menos aceptar, la agresión como una forma más de la violencia, convendría

4
La filosofía holística concede una categoría específica al sistema integral que supera la suma
de las partes que la componen. Holismo contrasta con individualismo, con reduccionismo,
atomismo y elementalismo como escuelas conceptuales. EL término holista fue concebido por
el filósofo John Dewey (1859-1952).
conocer los motivos, las razones por las cuales se produjo la agresión. Si nos limitamos a
sancionar, aunque fuera moralmente, perderemos la oportunidad de contribuir a solucionar un
conflicto que no se puede reducir a una de sus expresiones, a la parte más dramática y, tal vez,
más traumática, de su sintomatología. Evidentemente, la primera medida procurará evitar el
ejercicio de las violencias explícitas y fácilmente localizables. Sin embargo, esto no es todo.
Seguramente, un acto de agresión es la consecuencia de una dinámica conflictual mucho más
compleja en la que es probable que ambas partes sean victimás de errores múltiples y que el
entorno donde vivan influya también de manera importante.

Conviene partir de la idea de que nuestra capacidad de conocimiento resulta ser muy limitada;
que el grado de certeza al que podamos llegar acaba siendo bastante relativo; que el universo
no es, seguramente, un sistema predeterminado desde los conocimientos que posee la
humanidad, un organismo con leyes inexorables que pueda ser comprendido en su totalidad
desde nuestras capacidades intelectuales. La sola existencia humana, capacitada para hacer
uso de una capacidad transformativa inusual en otras especies, ya es un elemento que
contribuye a introducir la impredicción. El universo, la naturaleza en general, también posee
una capacidad transformativa, aunque en relación con la vida humana nos parezca
extremadamente lenta y, por lo tanto, predecible y sujeta a normas inmutables.

El conocimiento puede partir del análisis de los valores y las certezas que profesamos. Todo
ello equivaldría a describir la materia según las partículas que la conforman. También podemos
observar las consecuencias que generan estos principios y la posesión de los conocimientos
que poseemos. En este caso, estaríamos analizando la energía, el movimiento de esta misma
materia. Y también podemos observar el entorno en el que sucede y donde se desarrolla, es
decir, su propia historia. Entre la percepción de poseer una botella medio vacía o medio llena,
existe un elemento todavía más importante que la misma botella y el líquido que contiene.
Ambas realidades descritas son ciertas, lo que varía es la valoración de la situación sujeta más
al estado del observador que a la propia botella. El sujeto que observa es el factor de mayor
importancia; el objeto que se observa resulta casual y secundario.

Cuando utilizamos la lógica o la capacidad de pensar y racionalizar, olvidamos con frecuencia


que ésta se encuentra en relación directa con nuestro estado y circunstancias, con nuestra
experiencia y expectativas. El pensamiento no es una máquina y, en el caso de que lo
fuera, continuaría dependiendo de la función para la cual habría sido creada, su estado,
circunstancias y la voluntad de quien puede modificar su función. La observación de las
consecuencias de los actos, decisiones y actitudes adoptadas pocas veces se tiene en
cuenta. Todo ello forma parte de una observación, de la adquisición de un conocimiento
completo, de la actitud investigadora de la conflictología.
Aproximación a la conflictología

El interés por los conflictos forma parte de la misma historia de los esfuerzos humanos por
sobrevivir a ellos. Con denominaciones diferentes, de manera consciente o inconsciente, la
humanidad ha desarrollado maneras parecidas de analizar y conocer las causas de los
conflictos, los métodos y sistemas para ponerles remedio. Actualmente, estos esfuerzos se
resumen en denominaciones como éstas, así como en derivados y sinónimos: resolución de
conflictos, transformación de conflictos o, simplemente, conflictología. Como ya hemos visto,
todas las culturas, tradiciones filosóficas y épocas han desarrollado métodos, instituciones y
códigos de conducta encaminados a tratar, regular o solucionar los conflictos que alteran la
seguridad o el equilibrio de la vida de las personas y de las sociedades.

Los intentos contemporáneos por determinar una ciencia dedicada al conflicto y a los
factores que intervienen en su evolución y desarrollo suponen el resultado de una
progresiva convergencia de escuelas, corrientes y métodos diversos. Las aportaciones de
los estudios e investigaciones sobre la paz y los conflictos internacionales armados han sido
notables; la experiencia acumulada por las técnicas de dinámica de grupos que se
desarrollaron en Estados Unidos y Canadá hace unos cuarenta años, y dieron nacimiento más
tarde a la llamada mediación; las técnicas de resolución alternativa de conflictos provenientes
del ámbito de la acción judicial como el arbitraje o la conciliación; las diversas tradiciones
civiles extrajudiciales de solución de controversias como la de los llamados jueces de paz con
esta denominación o con otras según el lugar y la tradición donde aparezca.

El campo propio de las investigaciones sobre la paz y los conflictos surge de los estudios
estratégicos, junto a denominaciones específicas como polemología e irenelogía. Las
estrategias de prevención, negociación, mediación y reconciliación son algunos de los sistemas
que constituyen la vertebración de una disciplina que, gradualmente, acabará denominándose
resolución de conflictos.

La disciplina conocida con este nombre se distingue por unas características propias: se
fundamenta en una pluridisciplinariedad muy dinámica que integra aportaciones de la
antropología, la sociología y la psicología, de las ciencias políticas, la filosofía, etc. Llega a
proponer el carácter adisciplinario e integrar, sin destruir, posteriores aportaciones de la
biología, la medicina, la matemática o la física. Se caracteriza por ser una disciplina crítica y
pluralista, que no cree que la paz exista al margen de la guerra o del conflicto, sino que
ésta es una consecuencia del esfuerzo por hallar soluciones a los conflictos que se
suceden en todas las condiciones y circunstancias.

Desde la perspectiva de la conflictología ya no se puede hablar de distinciones epistemológicas


pretendidamente opuestas. El establecimiento de ordenamientos binarios en el conocimiento
se explica por la existencia de conflictos implícitos o explícitos que adoptan esta forma
expresiva de lucha. La distinción entre idealismo y realismo se presenta como inexacta; ambas
tendencias pueden ser compatibles entre sí y colaborar en el esfuerzo por entenderse, por
profundizar en el conocimiento.

Desde las épocas clásicas y antigua, podemos encontrar numerosos pensadores interesados
por la comprensión de la conflictividad humana; de hecho, podríamos llegar a la conclusión de
que todas las grandes tradiciones de pensamiento, espirituales o filosóficas poseen el mismo
objetivo: intentar aportar serenidad y procedimientos para solventar las inquietudes y la
agresividad humana, los miedos y las dificultades de relación. Aristóteles, Séneca, Heráclito,
junto con el resto de filósofos griegos clásicos, trabajaron en este sentido y de forma paralela a
como también lo hacían en Oriente los budistas o hinduistas.

Los precursores modernos en el campo de la conflictología los podríamos situar entre 1900 y
1945 con Marx, Engels y sus discípulos. A las aproximaciones marxistas al estudio de los
conflictos de clases y al desarrollo del capitalismo y del imperialismo como sinónimos de los
poderes establecidos (Rosa Luxemburg, 1913; Lenin 1917) se sumaron muchos otros, entre los
cuales se pueden citar, por sus aportaciones originales en distintos campos, a Freud, Marcuse
o William Right, este último centrado en los conflictos relacionados con las concepciones y las
realidades de la vida sexual. En 1942, Mary Parker Follet y Wright Quincy iniciaron el desarrollo
de lo que acabará siendo la ciencia del conflicto. Durante aquellos años aparecen también las
primeras tesis psicológicas en relación con los conflictos, como la de Dollard, en 1939, que
explica cómo la frustración llega a fundamentar la agresión.

También hay que destacar a pensadores que, de manera directa o indirecta, tratan el conflicto
como una manifestación humana de notable importancia desde disciplinas diversas como la
etología, con autores como Konrad Lorenz, Frans de Waal, en su magnifica obra Bien Natural
o, de manera distinta, Francesco y Luca Cavalli-Sforza, en su obra sobre la ciencia de la
felicidad.

En 1957 se funda en Michigan el Journal of Conflict Resolution (www.sagepub.com); en 1960 y


1966, los institutos de la paz de Oslo y de Estocolmo respectivamente, y en 1964 se publica el
Journal of Peace Research (www.sagepub.co.uk). El Instituto Francés de Polemología, fundado
por Gaston Bouthoul, también se fundó en estas mismas décadas.

El desarrollo de un movimiento de investigadores y la creación de centros y publicaciones


especializadas promueven la aparición de tres pensadores destacados: por una parte, el
noruego Johan Galtung, tal vez uno de los de mayor prestigio en las investigaciones sobre la
paz. Sus concepciones sobre la paz positiva y paz negativa y su tesis sobre la violencia
estructural orientarán las investigaciones de toda una generación y ampliarán las concepciones
de paz no centradas únicamente en el terreno de los conflictos internacionales, sino de la
violencia en general (www.transcend.org).

Por otra parte, el australiano John Burton5 funda la escuela denominada "Solución de
problemas" cuyos trabajos se publicaron especialmente en la International Peace Research
Association que él mismo constituyó en Groningen en 1965. Asimismo, fundó y dirigió el Centre
for the Analysis of Conflict que estableció en Londres en 1966. Burton desarrolló una visión
racionalista de causa y efecto en la que fundamenta su comprensión de los conflictos. Sus
ideas sobre los conflictos le llevan a afirmar que éstos se fundamentan más en la injusticia
social y en el entorno provocado por las condiciones materiales de vida que por causas propias
de una comunicación humana defectuosa o por los bloqueos psicológicos de los protagonistas
de un conflicto determinado. Su concepto de "provención" resulta muy sugestivo al distinguir
entre prevención, como intento para evitar conflictos por medio de la represión anticipada, y
provención, como sistema de prevenir los conflictos mediante la provisión o satisfacción de
aquellas necesidades o déficits que en un futuro podrían causar conflicto. El término
provención se relaciona con el de justicia social, circunstancia que ya indica un substrato de
comprensión humanística de la cuestión, no tan centrado en apriorismos que otorgan al estado
o a las instituciones, valores por encima de los individuos y de las sociedades que configuran.

Finalmente, el norteamericano Kenneth Boulding, quien propuso reconocer el valor de la


información y el conocimiento como elementos importantes al servicio de la comunicación y la

5
El Dr. John Burton, diplomático australiano, posteriormente profesor en universidades de
Gran Bretaña y Estados Unidos como University College (Londres), Kent, Maryland y George
Mason. Director del Centre for the Analysis of Conflict y fundador del Institute for Conflict
Analysis and Resolution. Autor de varias obras fundamentales sobre resolución de conflictos:
Conflict Resolution: Theory and Practice, Resolving Deep-rooted Conflict, Conflict: Provention
and Resolution, entre otros. Burton es el representante más significativo de la corriente
denominada "Solución de problemas" o Problem Solving, mediante la cual se sustenta la idea
de que los conflictos se generan en la lucha por las necesidades humanas y que su solución
parece pasar por su provención y la racionalización de los procesos a seguir.
cooperación. Para Boulding, el intercambio de ideas y percepciones supera la necesidad de
analizar las amenazas y los poderes. Otros autores destacados que siguieron en la línea de
Boulding y que configuraron este tercer bloque de investigaciones en torno al conflicto son
Rapoport6 (teoría de juegos), Osgood (teoría de la escalada de la tensión), Coser (teoría de la
dinámica de grupos) y Richardson (modelos y simulaciones de conflictos con base
matemática).

Entre 1970 y 1989 proliferaron los estudios sobre la mediación y la negociación. Tenemos
trabajos como los de Adam Curle, fundador de los estudios en Resolución de conflictos de la
Universidad de Bradford, que proponían la incorporación de la sociedad civil a los procesos de
instauración de paz en las relaciones humanas y sociales; los de Morton Deutsch, que trataban
sobre las causas sociológicas de los conflictos; los de Louis Kriesberg, Glenn Zinder y Paul
Diesing o los de Robert Axelrod, sobre la teoría de juegos; la constitución aquellos años de la
Escuela de Harvard, representada por Roger Fisher y William Ury, quienes insisten en los
métodos prácticos para llevar a cabo un proceso de mediación, o las aportaciones de William
Zartmann y Saadia Touval sobre técnicas no coactivas de negociación. Junto a éstos, podrían
destacarse otros como Folguer.

Durante estos años surgieron numerosos centros universitarios especializados e instituciones


públicas y privadas. La Universidad de la Paz de las Naciones Unidas en Costa Rica, el Centro
Carter (www.cartercenter.org) de prevención de conflictos que fundamenta en buena parte su
filosofia en el objetivo de erradicar la pobreza, el Instituto de la Paz de Estados Unidos
(http://www.usip.org/), el Instituto Jean-Kroc de la Universidad de Notre Dame en Indiana, el
Consortium on Peace Research, Education and Development
(http://www.evergreen.edu/user/copred/), el Centro de Resolución de Conflictos de la
Universidad de Bradford en Inglaterra, son algunos de los ejemplos de los más de quinientos
centros existentes actualmente sobre resolución de conflictos repartidos por todos los
continentes. También conviene destacar iniciativas más recientes de interés sectorial como el
Council of Better Business Bureaus (http://www.bbb.org/about/pas.asp), ICC International Court
of Arbitration (http://www.iccwbo.org/index_court.asp) o Iniciative on Conflict Resolution and
Ethnicity en Belfast (www.incore.ulst.ac.uk), la International Peace Research Association
(http://www.human.mie-u.ac.jp/~peace/about-ipra), National Association for Conflict Resolution
in Education (www.nonprofits.org/gallery/alpha/name), ejemplos de una extensa y rica variedad
de posibilidades.

A partir de 1990, los estudios en el campo de la resolución de conflictos son cada vez más
eclécticos. Se proponen superar las divergencias de tendencias y escuelas que generan
intereses gremiales a partir de una conciliación de la diversidad de conocimientos que prioricen
el conocimiento más que la organización del mismo, y que favorezca a quienes son sus
usufructuarios, ya sean personas, instituciones o movimientos. Destacan autores como John
Paul Lederach, Fetherston o los trabajos de la escuela feminista de conflictos representados
por Elise Boulding. También hay que destacar las aportaciones generadas por el Instituto
Carnegie que contribuyó a la promoción de numerosos estudios sobre los conflictos mortíferos
en el campo del análisis de los conflictos armados.

La conflictología es un paso más en el desarrollo de las ciencias del conflicto, del


cambio (concepto muy vinculado a las realidades conflictuales), una adisciplina tal y
como la define Burton, una aplicación desde el concepto de caos a las circunstancias
humanas y sociales en las que se desenvuelve la vida, que adopta la significación
conflictiva de toda tensión, de todo esfuerzo. El término conflictología y sus derivados como

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El Dr. Anatil Rapoport es profesor de la Universidad de Toronto y miembro de la Academia
Americana de Artes y Ciencias, autor de centenares de artículos y numerosos libros, entre los
cuales destacan: Game Theory as a Theory of Conflict Resolution y el mencionado en la
bibliografía, Los orígenes de la Violencia, en el que defiende las características de una ciencia
de la paz y de la violencia. Posee una base formativa matemática.
conflictólogo, etc. solventan, a mi modo de ver, la dificultad en el uso de tres palabras para
definir una disciplina, un concepto o quehacer como es en el caso de resolución o
transformación de conflictos, así como de facilitar una construcción semántica adecuada.
También posee una intencionalidad explícita de contribuir a proponer un término lógico que
reúna las distintas denominaciones para definir aquella ciencia, disciplina o quehacer que
engloba toda la significación y la integralidad que hace referencia al conflicto. Evidentemente,
no se trata de sustituir ni reducir la riqueza terminológica que se ha ido generando entorno a los
conocimientos sobre los conflictos. Al contrario, se trata de proponer su colaboración, su
sistematización y su uso coherente como ya vienen haciendo algunos autores que han
dedicado sus esfuerzos a confeccionar diccionarios y enciclopedias de resolución de conflictos.

La significación polivalente de términos como resolución, transformación o incluso mediación,


conciliación y otros, dificultan su comprensión inequívoca, circunstancia que, sin duda, el
término conflictología podría llegar a resolver. Creo también que empieza a ser hora de hacer
un esfuerzo para reunir las distintas aportaciones de disciplinas y corrientes diversas y
expresar con claridad que todas ellas poseen más elementos en común que de divergencia. El
carácter adisciplinario y el creciente uso de programas interdisciplinarios facilita la colaboración
de disciplinas muy dispares centradas en algo tan común e importante como es el conflicto
humano. Desde la perspectiva de la conflictología podemos profundizar, incorporar y
desarrollar la cooperación de disciplinas y quehaceres científicos aparentemente distanciados y
dispares: la matemática, la física, la biología al lado de la filosofía, la sociología, la psicología,
la historia o la antropología. El estudio de los conflictos integra todas estas perspectivas de
manera explícita, razonada y conciliadora. Así pues, el término conflictología es la
compilación de conocimientos y procedimientos de análisis e intervención pacífica
referidos al conflicto, al cambio, a la guerra, al problema, la crisis o el caos.

Cuando razonamos sobre un problema de la vida cotidiana o de relación, no hacemos más que
utilizar la lógica, nuestra capacidad de racionalizar, analizar y comprender, para encontrar
soluciones a los problemas de entendimiento, problemas cuya simple formulación o
incapacidad de hacerlo pueden generar confusión, interpretaciones erróneas y, por lo tanto,
conflictos, que pueden derivar hacia procesos obsesivos o depresivos o, tal vez, estimular
nuestra agresividad a causa del malestar que nos producen. En ocasiones, aprender a razonar,
a entender los procesos, puede ser una manera fácil y muy barata de ayudar a encontrar
soluciones a los conflictos. Con frecuencia, éstos dejan de tener sentido cuando modificamos
su planteamiento o, en otras ocasiones, cuando recuperamos las facultades físicas o psíquicas
normales después de un periodo alterado; de igual forma que los conflictos se solucionan por
medio de la transformación de los mismos o sobre la base de efectuar cambios en la manera
de ver, entender, gobernar o vivir.

La conflictología se centra en el estudio y el análisis de los conflictos en su acepción


más amplia e integral. Abarca también todas aquellas técnicas, procedimientos,
métodos, estrategias y tácticas que facilitan la ayuda a las partes en conflicto para que
sean los propios autores de los conflictos los que por ellos mismos encuentren solución
y remedio. La conflictología parte de la necesidad de conciliar los conocimientos que se
afrontan, a veces desde las trincheras, y los intereses disciplinarios, gremiales o económicos.
Utiliza cualquier vía de conocimiento, ya sea en el campo de las ciencias sociales, de las
ciencias de la naturaleza o de las ciencias exactas. Es, por lo tanto, un oficio transversal, propio
de cualquier profesional y adaptado a su particular punto de vista. Ello no representa la
necesidad de profundizar en todos los campos del conocimiento, sino que resulta una cuestión
de actitud de no cerrarse a la percepción y comprensión que se produce desde disciplinas
diferentes. La conflictología asume como terminología propia todos aquellos términos,
conceptos y denominaciones relacionados con el conflicto, la crisis, el cambio. La terminología
propia de resolución de conflictos, a título simplemente indicativo y enunciativo, no limitativo, se
encuentra en el apéndice de la obra que publica Ariel Conflictología (obra citada en la
bibliografía de este curso). El término conflictólogo designa al estudioso o experto en
conflictología; conciliador, facilitador o pacificador, por citar sólo algunos entre otros, designa a
las personas con habilidades para intervenir en el arte de solucionar, mediar, resolver o
gestionar situaciones de conflicto o de crisis.
Orientaciones para la investigación

El alcance de la conflictología es muy vasto, y va desde los conflictos interpersonales, es decir,


las crisis personales propias de la vida que a menudo se encuentran en la base de conflictos
interpersonales, hasta los conflictos entre grupos, pueblos y naciones. Por otro lado, la
pluridisciplinariedad de la conflictología también nos permitirá –y también nos hace más
compleja– la dedicación y el desarrollo de programas de investigación que, sin lugar a dudas,
incorporan elementos muy sugerentes.

El estado de los programas o tendencias de investigación también nos indicarán las pautas que
hay que seguir o no, hecho que conviene tener muy en cuenta. Éstas son algunas de las
orientaciones que me parecen motivo de reflexión:

• simuladores de conflictos interpersonales;


• simuladores de conflictos internacionales e interculturales;
• simuladores de conflictos armados;
• sobre el bien común, la cooperación como valor de uso en los conflictos sociales y
políticos;
• costes de los conflictos en el ámbito de la empresa;
• en torno a mecanismos psicológicos, sociales y biológicos en relación con el miedo;
• filosofías en el tratamiento de los conflictos en cualquier ámbito aplicativo;
• conflictos: tratamiento de los mismos y desarrollo democrático;
• implementación de la conflictología en procesos de gobernabilidad;
• tratamiento y transformación de conflictos violentos. Causas y origen de la violencia.

Esta relación es simplemente enunciativa, no limitativa; las posibilidades aplicativas y de


desarrollo teórico y aplicado de la conflictología configuran un abanico muy amplio y variado.

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