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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA CERVANTIAN SAN AGUSTÍN

MÉTODOS TEOLÓGICOS
PERALTA FLORIÁN, Alfredo Junior
30. 04. 2015

LAS DOS NATURALIZAS DE JESUCRISTO

El siguiente escrito por objetivo presentar una realidad de fe, que acompaña a la
persona de Jesús de Nazaret, como verdadero hombre y Dios verdadero. Esta realidad de fe
revelada, se determinan a partir de los datos recopilados por la Iglesia y puestos por escrito
en este texto, de manera que fundamenten el dogma de fe, desde el propio depósito de la fe,
conformado por la Sagrada Escritura, y la Sagrada Tradición. De igual manera se recurre al
Magisterio de la Iglesia, para saber las directrices que la Iglesia ha tomado de los obispos, en
especial del magisterio Papal.
Dentro del recurso bíblico se encuentran diversos textos que brindan a los lectores un
panorama amplio sobre el tema, por ejemplo el Evangelio de Juan, nos habla sobre la Palabra,
como ser existente desde el principio, dando a entender que nunca fue creatura, siempre
existió junto al Padre, Dios.
“Al principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios, y la Palabra era
Dios. Ésta al principio se dirigía a Dios. Todo existió por medio de ella, y sin ella nada
existió de cuanto existe. En ella había vida, y la vida era la luz de los hombres; la luz brilló
en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron… En el mundo estaba, el mundo existió
por ella, y el mundo no la reconoció. Vino a los suyos, y los suyos no la acogieron…
…La Palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros. Y nosotros contemplamos su
gloria, gloria como de Hijo único del Padre, lleno de lealtad y fidelidad”. (Juan 1:1,14).
Otro texto, es el libro a los Hebreos, atribuido a San Pablo, como de su autoría, pero
ya sabemos, por diversos estudios aseguran que pertenece a un autor diferente, este libro
menciona al Hijo de Dios, como aquel que nos habló en la plenitud de los tiempos, en este
mismo texto, nombra a Jesucristo como el reflejo de la gloria de Dios e impronta de su Ser.
“Muchas veces y de muchas formas habló Dios en el pasado a nuestros padres por
medio de los profetas. En esta etapa final nos ha hablado por medio de un Hijo, a quien
nombró heredero de todo, por quien creó el universo. Él es reflejo de su gloria, impronta de
su ser, y sustenta todo con su palabra poderosa. Realizada la purificación de los pecados,
tomó asiento en el cielo a la diestra de la Majestad…” (Heb 1, 1-3)
Dentro del marco de la cristología, encontramos muchos textos que mencionan esta
realidad en Jesucristo, entre estos pasajes se destacan el Evangelio de Juan, en sus capítulos
20, 28; y otros más como: Rm. 9, 5; Heb. 1, 8; Col. 2, 9; Juan 1,1.
De acuerdo a los anteriores textos bíblicos se puede concluir que Jesús fue
verdaderamente Dios, de igual manara la Escritura también demuestra que Jesús fue
verdaderamente hombre, cuando deja ver que a lo largo de su vida, sintió lo mismo que sintió
un hombre cualquiera, desde el sentir hambre, hasta sentir tristeza y angustia, antes de su
muerte (Mateo 26- 37). Él se despojó de su condición divina, compartiendo con la creación

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las características humanas, menos el pecado, así probamos por medio de la Escritura que
Jesucristo es verdadero Dios. Por la misma Palabra, se puede asegurar que Jesucristo fue
verdadero hombre, quedando evidenciado en los siguientes textos bíblicos:
“Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto para ser tentado por el
Diablo. Guardó un ayuno de cuarenta días con sus noches y al final sintió hambre. …Luego
el Diablo se lo llevó a la Ciudad Santa, lo colocó en el alero del templo y le dijo: Si eres Hijo
de Dios, tírate abajo, pues está escrito: Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti; te
llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra Jesús respondió: También
está escrito: No pondrás a prueba al Señor, tu Dios. De nuevo se lo llevó el Diablo a una
montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor, y le dijo: Todo esto
te lo daré si postrado me rindes homenaje. Entonces Jesús le replicó: ¡Aléjate, Satanás!...”
Mt. 4:1-11
En otra oportunidad dice la Escritura:
“Como los hijos comparten carne y sangre, lo mismo las compartió él, para anular
con su muerte al que controlaba la muerte, es decir, al Diablo, y para liberar a los que, por
miedo a la muerte, pasan la vida como esclavos. Está claro que no vino en auxilio de los
ángeles, sino del linaje de Abrahán. Por eso tenía que ser en todo semejante a sus hermanos:
para poder ser un sumo sacerdote compasivo y acreditado ante Dios para expiar los pecados
del pueblo. Como él mismo sufrió la prueba, puede ayudar a los que son probados”. (Heb,
2, 14-15)
Teniendo bien presente estos textos, el escrito acompaña al lector, hasta la
demostración final, la doble naturaleza de Jesucristo, humana y divina. La misma Escritura,
proporciona el contenido o las bases de la doctrina que establece que al hacerse hombre,
Jesús, siendo Dios, compartió la humana, para librarlos de la muerte eterna, de la esclavitud,
por eso, debió ser semejante en todo a sus hermanos, asumiendo el papel de Sumo sacerdote
para expiar los pecados de su pueblo.
Otro de los recursos utilizados por la Iglesia para constituir la argumentación de esta
verdad, se localiza en el contenido doctrinal, establecido por los Padres de la Iglesia en favor
del fortalecimiento de la fe, ellos, preocupados por la propagación de la doctrina, corrigieron
errores teológicos sobre la persona de Jesús, y en medio de su trabajo pastoral dirigieron a la
Iglesia por el camino de la Verdad; otra de las herramientas que se utilizarán en el escrito
serán los decretos y cánones, establecidos por los Concilios a lo largo del tiempo como norma
a seguir en toda la Iglesia universal.
El primero de ellos es el concilio de Calcedonia, concilio ecuménico, realizado hacia
el año 451 d. C. donde se condenó al Nestorianismo, que intentaba demostrar que en la
persona de Jesucristo existían dos personas separadas, una Divina y otra humana, pero unidos
por una misma voluntad. Tomando como referencia el pensamiento de los Padres, en todo su
contenido, se puede hablar con autoridad sobre la divinidad de Jesús, compartida con el Padre
pues comparten su misma sustancia y Ser; al mismo tiempo era consustancial con el género
humano, semejante a nosotros menos en el pecado. Es por eso que el concilio de Calcedonia
reza así:

2
“Siguiendo a los Santos Padres, enseñamos que ha de confesarse a uno solo y el
mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo perfecto
en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo verdaderamente hombre de alma
racional y de cuerpo, consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el mismo
consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad, semejante en todo a nosotros, menos
en el Pecado [Hebr. 4, 15]; engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a la
divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y por nuestra salvación, engendrado
de María Virgen, madre de Dios, en cuanto a la humanidad; que se ha de reconocer a uno
solo y el mismo Cristo Hijo Señor unigénito en dos naturalezas (2), sin confusión, sin cambio,
sin división, sin separación, en modo alguno borrada la diferencia de naturalezas por causa
de la unión, sino conservando, más bien, cada naturaleza su propiedad y concurriendo en
una sola persona y en una sola hipóstasis, no partido o dividido en dos personas, sino uno
solo y el mismo Hijo unigénito, Dios Verbo Señor Jesucristo, como de antiguo acerca de Él
nos enseñaron los profetas, y el mismo Jesucristo, y nos lo ha trasmitido el Símbolo de los
Padres” [v. 54 y 86] D 148
Todos este contenido lleva consigo el peso del Magisterio, que al velar por la fiel
propagación de la revelación de Dios, establece o da fuerza a los contenidos revelados, desde
la mismos Escritura, dejando por escrito su contenido reza así:
“…acerca de cómo el Hijo de Dios se hizo hombre necesariamente, y no por modo
de aditamento, sino en la forma de plenitud tal como desde antiguo lo hemos recibido, tanto
de las divinas Escrituras como de la tradición de los Santos Padres, sin añadir nada en
absoluto a la fe expuesta por los Santos Padres en Nicea. Pues, como anteriormente hemos
dicho, ella basta para todo conocimiento de la piedad y para rechazar toda falsa opinión
herética. Pero hablamos, no porque nos atrevamos a lo inaccesible, sino cerrando el paso
con la confesión de nuestra flaqueza a quienes quieren atacarnos por discutir lo que está
por encima del hombre”. D-142
“Confesamos, consiguientemente, a nuestro Señor Jesucristo Hijo de Dios unigénito,
Dios perfecto y hombre perfecto, de alma racional y cuerpo, antes de los siglos engendrado
del Padre según la divinidad, y el mismo en los últimos días, por nosotros y por nuestra
salvación, nacido de María Virgen según la humanidad, el mismo consustancial con el Padre
en cuanto a la divinidad y consustancial con nosotros según la humanidad. Porque se hizo
la unión de dos naturalezas, por lo cual confesamos a un solo Señor y a un solo Cristo. Según
la inteligencia de esta inconfundible unión, confesamos a la santa Virgen por madre de Dios,
por haberse encarnado y hecho hombre el Verbo de Dios y por haber unido consigo, desde
la misma concepción, el templo que de ella tomó. Y sabemos que los hombres que hablan de
Dios, en cuanto a las voces evangélicas y apostólicas sobre el Señor, unas veces las hacen
comunes como de una sola persona, otras las reparten como de dos naturalezas, y enseñan
que unas cuadran a Dios, según la divinidad de Cristo; otras son humildes, según la
humanidad”. D-142b
“Quedando, pues, a salvo la propiedad de una y otra naturaleza y uniéndose ambas
en una sola persona, la humildad fue recibida por la majestad, la flaqueza, por la fuerza, la

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mortalidad, por la eternidad, y para pagar la deuda de nuestra raza, la naturaleza inviolable
se unió a la naturaleza pasible. Y así - cosa que convenía para nuestro remedio - uno solo y
el mismo mediador de Dios y de los hombres, el hombre Cristo Jesús [1 Tim. 2, 5], por una
parte pudiera morir y no pudiera por otra. En naturaleza, pues, íntegra y perfecta de
verdadero hombre, nació Dios verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro”. D-143 (3)
“Entra, pues, en estas flaquezas del mundo el Hijo de Dios, bajando de su trono
celeste, pero no alejándose de la gloria del Padre, engendrado por nuevo orden, por nuevo
nacimiento. Por nuevo orden: porque invisible en lo suyo, se hizo visible en lo nuestro;
incomprensible, quiso ser comprendido; permaneciendo antes del tiempo, comenzó a ser en
el tiempo; tomó forma de siervo, Dios impasible, no se desdeñó de ser hombre posible, e
inmortal, someterse a la ley de la muerte. Y por nuevo nacimiento engendrado: porque la
virginidad inviolada ignoró la concupiscencia, y suministró la materia de la carne. Tomada
fue de la madre del Señor la naturaleza, no la culpa; y en el Señor Jesucristo, engendrado
del seno de la Virgen, no por ser el nacimiento maravilloso, es la naturaleza distinta de
nosotros. Porque el que es verdadero Dios es también verdadero hombre, y no hay en esta
unidad mentira alguna, al darse juntamente la humildad del hombre y a alteza de la
divinidad. Pues al modo que Dios no se muda por la misericordia, así tampoco el hombre se
aniquila por la dignidad”. D-144
En el concilio de Francfort, convocado por Carlomagno se condenó la herejía
adopcionista, proveniente de España, que fue rechazada por la Iglesia dos años antes, en el
concilio de Ratisbona bajo la presidencia de Carlomagno y luego nuevamente condenada en
este Concilio de Francfort, convocado por el mismo Rey y celebrado en presencia de los
legados de la Sede Apostólica, el mes de junio de 794.
…«Confesamos y creemos que Dios Hijo de Dios fue engendrado del Padre antes de
todos los tiempos sin comienzo, coeterno y consustancial, no por adopción, sino por su
origen.» Igualmente, poco después, se leía en el mismo lugar: «Confesamos y creemos que,
hecho de mujer, hecho bajo la ley (Gal. 4, 4), no es hijo de Dios por su origen, sino por
adopción, no por naturaleza, sino por gracia».
“También se añade lo siguiente [v. 295], todo esto lo hallamos dicho en el Símbolo
de Nicea, que en Cristo hay dos naturalezas y tres sustancias [cf. 295] y que es «hombre
deificado y Dios humanado». Permaneció, empero, la persona del Hijo en la Santa Trinidad
y a esta persona se unió la naturaleza humana, para ser una sola persona, Dios y hombre,
no un hombre deificado y un Dios humanado, sino Dios hombre y hombre Dios: por la
unidad de la persona, un solo Hijo de Dios, y el mismo, Hijo del hombre, perfecto Dios,
perfecto hombre... La costumbre de la Iglesia suele hablar de dos sustancias en Cristo, a
saber, la de Dios y la del hombre...” D-312
Hasta este momento se identificaron a los principales testigos de la revelación,
quienes nos hablaron, desde diferentes momento de la historia, para tratar de justificar la
doble naturaleza de Jesucristo, donde se hallan las dos realidades presentes, tanto humana
como divina, de acuerdo con el contenido de este recorrido histórico, de la revelación y la
divulgación por parte de la Iglesia, es posible continuar con el recorrido, teniendo bien

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presente que todos estos temas fueron abordados con anterioridad, con la finalidad de ser
debatidos y juzgados según los elementos heréticos que se separaban de la realidad revelada,
contenida por la Santa Tradición y la Sagrada Escritura. Donde el magisterio juega un papel
primordial, por ser quien resguarde la fe, hasta tal punto que deba sustentar argumentaciones
o posturas nuevas con un único objetivo, exponer la fe la Iglesia desde las bases que la
fundaron.
En si todos estos preceptos teológicos “están fundamentados en argumentos
teológicos que deben ser entendidos desde la fe, dada por el Espíritu santo, esta fe”, es la
entrega personal el hombre mismo a Dios que se revela, esta fe profesada, requiere de un
asentimiento de la Palabra y la revelación especialmente de Jesucristo, “por ellos esta fe
requiere acto y contenido, para convertirse en firmeza y convicción”1. Por tanto los dogmas
de fe demuestran que pueden ser entendidos desde distintos enfoques, incluso desde la
filosofía, es por eso que la Comisión Teológica Internacional acerca a los interesados, a tener
claridad en la forma de comprender los dogmas, para que no generen confusión al interior de
la cristiandad y en general, este texto aclara la duda que surjan al querer comprender un
Dogma.
Dentro de los fundamentos bíblicos, debe entenderse un dogma desde la propia
Palabra de Dios, el modo de interpretar esa Palabra solamente obtiene sus frutos de la esencia
del texto mismo, es por eso que la hermenéutica intenta responder a los interrogantes
planteados desde la misma vinculación con los textos bíblicos, para no salirse de los
parámetros de la Verdad. Previniéndose, que se interprete de manera arbitraria y de manera
subjetiva-personal. Otra de las características de la interpretación de la Escritura a pesar que
pueda enriquecer en conocimientos al mismo hombre, Ella debe a crecer en los mismos
hombres su propia humanidad, su relación con los demás, esta relación debe ser vinculante
con los demás, debe hacerse vida.
Un teólogo católico, que a la vez filosóficamente defiende la fe cristiana, con
argumentos que intervienen en el pensamiento de los hombres, ocasionado que muchos
comprendan la fe cristiana o por lo menos miren a la fe con otra óptica, es Xavier Zubiri que
habla sobre el Ser de Dios de la siguiente manera en su íntima realidad, es un amor efusivo,
y su efusión tiene lugar en tres formas, metafísicamente diversas. Se implante en su propia
vida personal, se proyecta exteriormente creando las cosas, se da a sí mismo a la creación
para asociarla a su propia vida personal en la deificación. Procesiones trinitarias, creación y
deificación, no son sino los tres modos metafísicamente distintos de la efusión del ser divino
entendido como amor. Tal fue la mente de los Padres griegos... La deificación... tiene dos
momentos perfectamente distintos. En un primer sentido, Dios mismo hace de una naturaleza
creada, el hombre, la naturaleza de su propio ser personal, metafísicamente considerado. Esta
unidad metafísica, sobre sustancial y personal, es la realidad de Cristo. A esta efusión
deificante se la llama Encarnación. Pero -segundo momento- por medio de Cristo los demás

1
Comisión Teológica Internacional. Planteamiento teológico actual del problema. Fundamento teológico, 1
Tradición e interpretación de la Escritura.1989

5
hombres obtienen una participación de su vida personal en la vida personal de Dios: es la
Santificación" 2
Dentro de los elementos filosóficos tomados por él se perciben términos griegos con
significados apropiados que resaltan la acción de la teología. Queriendo explicar el papel de
la teología dentro del pensamiento humano, busca explicar la perfección de Dios, como un
ente unitario, dejando ver términos como Ousia, dínamis o ente. De esta manera pone a
disposición de los hombres un tipo de pensamiento racionable, por ellos, que intentan tener
repuesta a todos los fenómenos que ocurren a su alrededor. Ejemplo de este tipo de texto es
el siguiente>
“… tomado el contenido de la dóxa en sí mismo, resulta ser el cuadro explícito de las
perfecciones de la esencia radical. Por esta relación puede llamársele semejanza de esta;
pero no una semejanza como relación externa, sino una asimilación interna [...] A esta
semejanza los griegos llamaron eikón, imagen. Por proceder de la esencia (ektypoma) es ya
una semejanza (homoíoma), y por dejar relucir en ella a la esencia es una verdad suya, nos
la hace visible (ekphantoriké) y nos la muestra (deiktiké) [...] El ser eikonal nos revierte a la
esencia de quien es semejante, y, por tanto, es la última expresión de la unidad del ser
consigo mismo. No olvidemos la diferencia profunda de esta noción griega de eikón con la
latina de imago. La imago es imagen porque se parece a lo imaginado; pero el eikón se
parece a lo imaginado porque procede de él"3
En resumen, todos el contenido del escrito, contribuye al conocimiento del contexto
que encierra el dogma de la doble naturaleza de Jesucristo, donde se percibe el actuar de la
Iglesia a lo largo del tiempo, el trabajo del Magisterio en torno a la defensa de la fe, en defensa
de la Verdad revelada. La historia misma es testigo de todo el recorrido realizado por la
Iglesia, ella vio la necesidad de establecer vínculos o diálogos con la filosofía, para que ella
misma le sirviera de bases para establecerse en una región específica, de acuerdo a la región
donde los cristianos se establecían, la Iglesia por medio de los Padres defendían el depósitos
de la fe, de cualquier corriente herética, o postura filosófica que atentaba contra la fe de la
Iglesia local.
En la actualidad la unidad de la Iglesia se ve afectada, por los nuevos movimientos
religiosos denominados cristianos, o cultos no católicos, que utilizan los sentidos como
propaganda visual, para atraer a los cristianos, dudosos en su fe, estos hermanos nuestros se
dejan atraer por propuestas cristianas adaptadas a satisfacer necesidades individuales, que lo
únicos que conciben es dejar que estos hombres tomen a Dios a su acomodo y a de acuerdo
a lo que cada uno necesita, si necesita bienestar, se acercan; si necesitan salud se acercan; si
necesitan seguridad, para esto buscan a Dios. De acuerdo a esta estructura, al final de sus días
terminan decepcionándose de Dios, como si Él fuera el culpable de las decisiones que se
toman; terminamos agrediendo al buen Dios, porque la propuesta de estas sectas tan solo
alimenta una parte de lo que somos, alimenta a los sentidos, que tan solo anuncia una parte

2
Zubiri, X. Historia. Sobre el sentimiento y la volición (Madrid, Alianza 1992), pp. 463 y 504.

6
de la verdad y no la Verdad total y plena que ofrece la Iglesia, cuando dejamos que Dios
actúe en nosotros, aceptando las verdades de fe que como Iglesia y a lo largo de la historia
los obispos y el propio Papa han defendido, para que llegue hasta nuestros días y puede ser
entendida resguardada y anunciada, por la Santa Iglesia Católica.

BIBLIOGRAFÍA
DENZINGER, E. (1963). Manual de los símbolos, definiciones y declaraciones de la Iglesia
en materia de fe y costumbres. Barcelona: Editorial Herder.
Pontificia Universidad Católica de Chile. (2009). Teología y vida. Recuperado el 30 de 04
de 2015, de los presupuestos filosóficos de la teología Cristiana según Zubiri:
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0049-
34492009000200007
ZUBIRI, X. (1992). Historia sobre el sentimiento y la Volición . Madrid: Alianza. pp. 463 y
504

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