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EL ABOLICIONISMO CARCELARIO: ACERCA

DE LA LEGITIMIDAD DE LA PENA Y LA
PRISIÓN
VERONICA ROSA CALLI APAZA
2013-38421
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EL ABOLICIONISMO CARCELARIO: ACERCA DE LA LEGITIMIDAD

DE LA PENA Y LA PRISIÓN

RESUMEN

La cuestión carcelaria se ha abordado desde diferentes perspectivas teóricas,

contribuyendo cada una a develar un aspecto importante del objeto de estudio. La idea de

pena, es decir, el castigo institucionalizado, posee fuertes resonancias compatibles con el

sentido común, y por tanto, de incuestionable y hasta dogmática, por lo que han adquirido

una característica casi estática, impermeable a la crítica y al cuestionamiento, siendo exigible

la impartición de una reflexiva crítica. La posición de este artículo gira sobre los interesantes

aportes realizados desde dos vertientes teóricas los cuales han problematizado la cuestión

carcelaria: La criminología crítica, el cual es un conjunto de posturas teóricas de diversas

coyunturas pero que tienen como denominador común cuestionar las bases de la legitimidad

de la pena y la penitenciaría, centrándonos en un movimiento denominado Abolicionismo

Carcelario, propulsado en su mayoría por criminólogos de origen escandinavo, en este

sentido, son interesantes los aportes de autores como Hulsman, Mathiesen, Christie, Steinert,

Scheerer, entre otros.

1. EL DERECHO A LA LIBERTAD

La Declaración Universal de los Derechos de 10 de diciembre de 1948, en su artículo

3, prescribe: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su

persona.” Sin embargo, tal derecho debe estudiarse no solo desde su definición jurídica sino

desde su sustancia práctica, pues toda vez que una persona es privada de su libertad, con la
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finalidad de ser re-educada para su próxima inserción en la sociedad. Se sabe que dicho

individuo, por el régimen de encierro al que es sometido y las condiciones carcelarias de la

que es objeto, la pretensión rehabilitadora del célebre encierro son de dudosa determinación,

generando una espiral de perfeccionamiento del accionar delictivo, donde las capacidades

ocupacionales y de resiliencia se han visto anulado y, en el que, por haber formado parte de

una suerte de “subcultura carcelaria” (Zafaroni, 2008) refuerzan las pautas criminales y

conductas antisociales del individuo, desvirtuando la finalidad terapéutica de la privación de

libertad. Emerge la pregunta al lector: ¿Deberíamos abolir la cárcel?

2. EL DERECHO A LA LIBERTAD Y EL ESTABLECIMIENTO

PENITENCIARIO

Es entonces la libertad el derecho fundamental que ha concedido, desde la

emergencia del Liberalismo Político, la concepción de fondo de la normatividad instaurada,

sobre todo desde la Revolución Francesa y la Independencia Americana. Por otra parte, fuera

del fenómeno político, se ha desplegado la prefiguración de una nueva sensibilidad acerca

del valor de la libertad. No es extraño entonces su positivización y constitucionalización en

la mayoría de cartas políticas fundamentales (Zafaroni, 2008). La libertad es el bien más

preciado por los particulares, más aún en una sociedad liberal. Allí es donde entra a tallar la

creación del establecimiento penitenciario, el mismo que tuvo por finalidad, acorde a la

concepción de Michael Foucault, la mortificación del alma en un ambiente cerrado a la vista

de los particulares, a su vez también cumplía la función de aplacar la necesidad nacida de un

nuevo tiempo, la repulsión por el dolor físico.


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Pero, Elliott (1989) indicó también con perspicacia lo siguiente respecto del origen

de la prisión:

“Si tuviera que fijar la fecha en que termina la formación del sistema

carcelario, no elegiría la de 1810 y el Código Penal, ni aún la de 1844, con la ley

que fijaba el principio de internamiento celular. No elegiría quizá la de 1838, en

que fueron publicados, sin embargo, los libros de Charles Lucas, de Moreau-

Chrispothe y de Faucher sobre la reforma de prisiones. Sino el 22 de enero de

1840, fecha de la apertura oficial de Mettray. O quizá mejor, aquel día de una

gloria sin calendario, en que un niño de Mettray agonizaba diciendo: “¡Qué

lástima tener que dejan tan pronto la colonia!”

Nuestro autor realiza un exhorto, como buen historiador de las ideas: las

instituciones en su origen tenían motivaciones diferentes, de las cuales hoy quedan solo los

rasgos más superficiales. Esta afirmación por su generalidad nos servirá de base de la que

partirán las diferentes concepciones acerca del abolicionismo carcelario, finalmente la

mayoría parte de que la prisión no es lo que dice ser, es decir, la prisión no hace lo que dice

hacer y de esa in-correspondencia entre el programa y los hechos nacen las propuestas, sea

de su reforma, sea de su abolición como institución hasta de su supresión como sistema junto

con el derecho penal.

3. PRINCIPALES ABOLICIONISTAS CARCELARIOS


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Entre los principales y más radicales abolicionistas carcelarios, tenemos a Louk

Hulsman, científico forense y criminólogo holandés, el mismo define su postura como

abolicionismo radical. El maestro holandés, en efecto, no solo propone la necesidad de abolir

el sistema penal sino incluso de abolir en cada uno de nosotros la forma como pensamos la

pena, es decir, propone un camino haca el abolicionismo cargado de espiritualidad (Zapata.

2006):

“En general, podemos decir que la abolición del sistema penal

requiere una forma de conversión. La conversión tiene aquí un sentido

metafórico. Significa un salto tanto en el nivel de la comprensión como en el

de la acción en el mundo. El abolicionismo requiere una especie de

conversión colectiva”

El mismo autor en una famosa entrevista brindada a un medio noruego diserta

acerca de la deslegitimación del sistema carcelario en el contexto de la reforma penitenciaria

del país nórdico:

“En el mundo, en casi todos los países del mundo, hay personas que

creen que no debería haber prisiones. Cuando digo prisiones no me refiero a

lugares en los que las personas puedan estar privados de la libertad poco

tiempo, cuando digo prisiones me refiero a un lugar para pasar un largo

tiempo de castigo. Esta institución no hace mucho tiempo que existe, es un

invento que tiene pocos siglos. Muchas personas piden justicia pero no
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prisión. Algunas personas que viven en comunidades o pequeños grupos, por

ejemplo los indios, o los esquimales en el norte, no tienen prisión. Tienen un

sistema de justicia muy diferente. Así que el invento de la prisión es reciente

y también es un invento de países específicos, con una cultura específica, con

un sistema de creencias específico. Y esa cuestión específica tiene que ver

con el desarrollo de la religión católica. Es una imagen de lo que escribió el

Dante en La Divina Comedia. Está el cielo y está el infierno, y en el medio

está el purgatorio. Y en mi opinión, la prisión es una forma de purgatorio”.

Otro proponente del abolicionismo actual es Thomas Methiesen, sociólogo noruego,

activista de derechos de los prisioneros británicos. La concepción de la penitenciaría tenía

para Mathiesen sus raíces históricas en la Santa Inquisición, siendo esta y desaparición la

respuesta a la abolición de la penitenciaría. De esta forma Mathiesen (2006) sostiene:

“Si la Inquisición quería, podía estar totalmente en contra del pueblo.

Y totalmente en contra de los medios masivos de comunicación, que no

estaban allí, excepción hecha del libro impreso. El cambio cultural dentro de

la Inquisición, la victoria por parte de una cultura alternativa y un

entendimiento dentro del sistema, fueron entonces condición suficiente para

la abolición. En la actualidad, es también muy necesario un cambio cultural

dentro del sistema penal, y un cambio hacia un sentido de responsabilidad

personal por parte de aquellos que trabajan allí. Pero no sería una condición

totalmente suficiente ya que el sistema penal actual, del modo en que lo han

esculpido los políticos, es mucho más dependiente del contexto más amplio
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de lo que llamamos "opinión pública" y los medios masivos de

comunicación”.

Otro importante proponente es Christie Nils, criminólogo noruego de corte radical,

crítico del sistema carcelario en su país, asimismo activista contra la despenalización del

consumo de drogas. Polémico por sus opiniones acerca de la abolición de la prisión

trasparenta su posición:

“La pena es un mal con intención de ser eso. Tiene que ver con el

sufrimiento. Algunas personas deciden que otras deben sufrir un castigo,

decisión que en la mayoría de las sociedades tiene consecuencias profundas,

para y dentro del sistema que decide. Para lograrlo, el sistema penal debe, en

la mayoría de los casos, estar organizado de manera especial. Esta

organización representa un cuadro sobre el que expone algunas características

de los que reciben castigo y subexpone otras. Crea condiciones que influyen

en la imagen del hombre que el derecho penal ha creado.”

Como vemos, su posición parte de criticar la concepción retributiva de la pena, es

decir, la idea de que la pena es un sufrimiento inferido al que delinque, pero también critica

el doble discurso (discurso institucional) que se da a partir de la pena, la cual nos dice la

autora, sus fines son preclaros y conscientes. En este sentido indica Nils (2010):

“La idea básica de la pena en esta parte del mundo es lograr la

conformidad con las leyes. La pena es siempre considerada un instrumento


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para controlar a los ciudadanos. Si la delincuencia aumenta, se responde con

un aumento en la pena para hacer retroceder las conductas indeseables a

niveles más aceptados. Si aumenta el uso de la droga, se debe aumentar la

pena; si el uso decrece, también debe decrecer la pena. El hombre aparece

como determinado por el dolor y el placer. También se lo considera hijo del

estado. La imagen que los suecos tienen de su estado se define con una palabra

“folkhemmet”, es decir, el hogar de las personas, de las personas comunes.

Es el lugar gobernado por una autoridad benevolente —para el bienestar de

todos. Es una vieja idea, pero que hoy tiene un escenario más peligroso”.

Debe tomarse en cuenta que sus críticas las centra en el modelo de prisión nórdico

que dista en gran manera de las europeas en sus condiciones materiales, pero en los discursos

reproducidos, claro está, se señala el mismo punto.

CONCLUSIÓN Y APRECIACIÓN CRÍTICA

De las diversas posturas asumidas en el estudio de la realidad carcelaria es

importante señalar que el común denominador es el cuestionamiento de la legitimidad del

encierro, la pregunta se encontraría, ¿por qué encerrar? ¿Por qué privar de la libertad?, y la

idea subyacente a la misma es el fuerte imperativo moral que impele a los sujetos al respeto

del mismo. Pero, la posición de estos autores no se limita a una mera enunciación de fuerza,

sino que ofrecen argumentos alrededor del mismo, siendo estos de corte histórico, es decir,

buscan cuestionar la realidad carcelaria y la encarcelación a partir del develamiento de una

desfiguración de su finalidad primigenia, es decir, la in-correspondencia entre las finalidades


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formales y la naturaleza carcelaria. Su crítica apuntará al discurso penitenciario y por tanto,

a la institución carcelaria. Es así que, en este contexto de deslegitimación carcelaria, la prisión

va perdiendo densidad y por tanto, sus instituciones se diluyen, ¿Es la mejor forma de

reinsertar a un individuo que alejarlo de la sociedad a la cual debe readaptarse? ¿No es el

encierro una oportunidad para generar un espacio en que la pautas criminales se refuerzan en

lugar de extinguirse? ¿Cómo la cárcel ha llevado al derecho de libertad a sus límites dando a

conocer que la pena se rige aún por un criterio de retribución, es decir, venganza social? Estas

preguntas hacen eco de la disolución de la institución penitenciaria pero por sobre todo la

necesidad de enfocar el tema dese un verdadera perspectiva de derechos humanos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Ricoeur, P. (1965) Freud: una interpretación de la cultura. México: Editorial

Siglo XXI.

2. Elliott, G. (1989) Teoría crítica. México: Editorial Siglo XXI.

3. Hernández, J. (2005) Etimología y sentido común. México: Universidad

Autónoma Metropolitana.

4. Christie, N. (2006) Las Imágenes del Hombre en el Derecho Penal.

Moderno. Mexico: Editorial Siglo XXI.

5. Christie, N. (2010) Los límites del dolor. México: Editorial Siglo XXI.

6. Mathiesen, Th. (2006) Juicio a la prisión. Buenos Aires: EDIAR.

7. Christie, Mathiesen & Huslman (2006) Abolicionismo carcelario.

8. Hassemer, R. (2006) Imputación, persona y mundo: nuevas tendencias del

derecho penal. Madrid: Paidós.

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