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Juan 17:9 “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado porque
son tuyos”.
“Si el propósito de Dios es salvar ‘al mundo’ por medio de Cristo, ¿Cómo entonces Jesús “no
ruega por el mundo”, sino por los que el Padre le ha dado y sigue diciendo, que al ser
perfeccionados en Cristo, “el mundo” habría de saber que sus discípulos eran amados por
Dios?:”
V. Retomando el argumento:
Seguir el desarrollo de la trama, no es sino más de lo mismo; el mismo desatino;
“mezclar churras con merinas”. Así es que tras mucho “toma y daca” y de saltar de
pasaje en pasaje por la obvia presión que ejerce en sí mismo el “sistema”, leemos:
“Pienso que hay dos cosas importantes cuando tratamos de entender a cual perspectiva del
mundo se refiere Juan. Primeramente el mundo es visto como un lugar pecaminoso, esto
exalta el amor de Dios quien es santo y alejado del pecado, extiende su amor a una creación
corrompida y alejada de El.” (Es claro que deliberadamente se evita hacer mención expresa de la
humanidad).
“En segundo lugar debemos ver el mundo [por antojo del autor] como todo aquello aparte de la
nación de Israel [¿en Jn.3:16?]. El elitismo racial existente entre los judíos les impedía
comprender que Dios pudiera amar aquellos que no eran judíos. Para los judíos, todo el que no
era judío, era inmundo (Hechos 10:28) y no podía haber mezcla racial ni religiosa con ellos
(Juan 4:9). Para los judíos, los gentiles eran “pecadores” y estaban “sin Dios y sin esperanza
en el mundo.” El apóstol Juan (junto con los demás escritores del NT) rompe con esa idea al
decir que “Dios amó al mundo de tal manera que dio a su Hijo por el.” 2
(El “mundo” del articulista, que no es el mismo del que Juan escribe y que cualquier
lector desprejuiciado ve, es la muletilla que usa para “seguir mareando la perdiz”)
“¿Significa eso, como interpretan algunos, que “todos fueron escogidos”? Creo firmemente que
la Biblia es muy clara en cuanto a que la elección no es total, es decir, no todos los hombres
son elegidos…” 3
¿Habrá declaración de mayor perogrullo? Aunque todo el mundo puede ser salvo,
(así de amplia fue la provisión del amor de Dios, según la doctrina netamente evangélica,
1Jn.2:2), solo serán salvos los que decidan creer, «para que todo aquel que en Él cree no
se pierda», evidencia, según Jn.3:16, de que aunque hay abundancia para todos, sin
discriminación, el “plato” que Dios ofrece al mundo nadie tiene por qué tomarlo a las
trágalas, (Jn.3:16-18; cf. Mt.7:13). Sí, ya se sabe que esto choca con la doctrina calvinista
que niega el libre albedrío. Pero es al revés, es el libre albedrío que choca con la doctrina
calvinista y su “irresistible” gracia, desnaturalizada, despojada de su ternura y revestida
de una dura y dictatorial violencia. De ahí su necesidad de negar al hombre la libertad con
que Dios le creó y le responsabilizó de sus actos, Gn.2:16-17.
Es triste reconocer la evidencia de que muchos seguirán el camino ancho que lleva
a la perdición. Por tanto nadie discute que no todos serán salvos y que muchos se
perderán; pero no como víctimas de un fatalismo ineludible e irreversible, consecuencia
de un supuesto decreto del Dios amor, sino por elección propia, Mt.7:13,14; 11:5; Ez.3:27.
Todo estaría muy bien si Jn.3:16 dijera: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que sea predestinado no perezca, sino que tenga
vida eterna». Si el texto dijera así, no habría necesidad de interpretarlo; sería tal como
dice, y punto; claro que las riquezas de la bondad, misericordia, y amor infinito de Dios,
quedaría muy mal parado. ¡Ah! Pero la realidad es que dice: «para que todo aquel que
crea…» y no, “para todos los que han sido predestinados a creer”; pues en tal caso el
condicional, «para que todo aquel que» opte creer, sobraría. Presionado por la idea de
que el hombre no puede creer si Dios no obra en él la fe, el calvinista tropieza en un
artificio envuelto en un secreto nebuloso, sin base bíblica, en el que no debe hurgar.
Así es que quienes creen la filosofía calvinista no se pueden quitar de encima la
sombra del “fantasma” que planea de continuo sobre ellos. Veamos:
“A manera de conclusión debo declarar que aunque la Biblia enseña firmemente la verdad de la
elección incondicional de algunos para salvación eterna, no nos toca a nosotros ir más allá
de eso. En el secreto de Dios permanece quien es y quien no es escogido para salvación. La
responsabilidad de ‘todo’ aquel que predica el evangelio no es indagar si este o aquel
oyente es escogido sino predicar a todos indiscriminadamente y hacer todo lo posible por
alcanzar los pecadores para el reino de los cielos.”
2
Aunque sutilmente disimulado con la expresión: “Dios amó al mundo de tal manera que dio a su Hijo por él”, ese
mundo, en el esquema calvinista, no es sino un número pre-electo, limitado y entresacado de entre todos los pueblos del
mundo, es decir, la tierra como hábitat de la humanidad, con lo que vienen a perpetuar el elitismo que condenan a los
judíos; será porque además enseñan que la Iglesia no es un ente aparte de la nación de Israel, sino su continuación.
3
Lo que claramente significa es que Dios hizo provisión de redención para toda la descendencia de Adam, conforme al
deseo de su corazón amante, el cual anhela que todos los hombres se salven, 1Tm.2:4; y que ni ninguno perezca, 2Pd.3:9
Ahí está, la misma construcción subrayada por el autor, «‘todo’ aquel que…
predica…», es decir, aquí, “todo”, no significa una parte, sino todos, quienes deben,
además, hacer su función, indiscriminadamente entre la masa que debe testificar. Esta
misma y no otra es la interpretación que tiene Jn.3:16. Pero, según la escuela calvinista,
ese “todo” y ese “indiscriminadamente” no le es dado a Dios el poder hacerlo para
alcanzar los pecadores, aun cuando Él es el Pantocrátor, 2Co.6:18; Dios justo, Soberano,
Rey de los siglos, sin acepción de personas, Jd.24-25; Dt.10:17, y que desea en positivo,
que todos los hombres sean salvos, 1Tm.2:4; 2Pd.3:9. Es como si Dios con sus “decretos”
se hubiera maniatado así mismo y perdido su propia autonomía, cf. Dn.6:13-15.
Así las cosas, es obvio que, aunque no se cumpliese la Gran Comisión, de todos
modos los predestinados serán salvos. Y entonces… ¿para qué predicar a tontas y a
ciegas? Este es el inevitable fantasma que el Calvinismo no puede apartar de sí.
Estamos ante un razonamiento que no solo lo hacen sus detractores, sino que también
está en la propia lógica de los calvinistas, con la diferencia de que aunque ellos tratan a la
desesperada de justificar lo contrario; está claro que su razón les hace acariciar la idea en
su fuero interno, y aun cuando la reprimen, les aflora instintivamente en forma de
temores. Es que no son faltos de raciocinio, pero el sistema no les permite usarlo; no les
queda otra alternativa que combatir lo que no pueden evitar en ellos mismos.
Si al menos “hubiera” la esperanza de poder aumentar el número de los
predestinados, merecería la pena hacer el esfuerzo de predicar, pero topamos con un
fatídico número clausus envuelto en la nebulosa del supuesto arcano divino. Si tanto por
un lado como por otro, y se haga lo que haga nada va a ser alterado. “Si son todos los que
están y están todos los que son” ¿quién querrá hacer tan inútil tarea? No se trata de
enseñar la irresponsabilidad culpable de callar el Mensaje, (Ez.33:6, 8-9), lo que resulta es
que tal razonamiento es inevitable, y se evidencia en el párrafo que sigue:
“Al mismo tiempo, la responsabilidad principal de ‘todo’ hombre, mujer, joven o niño
[aquí y ahora sí cabe todo hombre, mujer o niño, al que sigue el mismo concepto “fantasmal”] que
escucha el evangelio, no es investigar si es o no es escogido, sino CREER al evangelio”. ¿Pero
cómo va a creer si no es de los electos? ¿A qué jugamos?
Salir siempre con la misma historia, “la elección”, aún allí donde no es pertinente,
cual se ve en el título del artículo, (“Juan 3.16 y los Escogidos”), evidencia una
mente estructurada de acuerdo a un determinado sistema teológico-filosófico que no
permite pensar sino dentro del esquema implantado, y que establece en los individuos la
necesidad de racionalizarlo todo para que encaje con la teología pre-asumida. Es la
consecuencia lógica de negar sistemáticamente y porque sí, el libre albedrío, y de
menoscabar tozudamente el carácter imparcial del Juez de toda la Tierra, (Gn.18:25), en
aras de una Soberanía de Dios que todas las confesiones cristianas afirman y defienden
sin necesidad de cometer semejantes desafueros.
VI. En definitiva:
1. Jn.3:16, no habla de elección sino de un “para que”; habla de un deseo que se
convierte en un objetivo; de un propósito, una mira, una meta divina. Se trata
además de una oferta de lo más generosa, proveniente del amor de Dios, “de tal
manera amó”; de una oferta que no se vende sino que se regala de pura, sublime
y maravillosa gracia, sin acepción de personas, y de acuerdo a la naturaleza de la
gracia, con propósito benefactor, “para que no se pierda” nadie; es una oferta
de su amor que de hecho y efectivamente hace un regalo, “que dio”. Es una oferta
amplia e indiscriminada “al mundo” entero.
2. Y… ¡¡Maravilla de maravillas!! Se trata, además, de una oferta personal a
cada cual, que respeta la libertad de cada individuo, “para todo aquel
que” libre y voluntariamente desee aceptar el don creyendo, o sea, «aquel que
en Él crea, tenga vida eterna». Creo que sea preferible predicar esta,
auténtica y puramente bíblica, “Buena Nueva”, que una “buena” nueva tarada
aunque la proponga un ángel del cielo, que siempre será menos buena que la
auténtica, (Gá.1:7-8) M. León
leonfernandez@telefonica.net