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“ANDAMIAJE PARA TOCER LA ESCRITURA”

(Prestidigitación y malabarismo exegético)

Precisamente el texto más sublime en cuanto a contenido y el más entrañable,


querido y admirado por todos los cristianos a lo largo de la Historia, (conocido como “La
Biblia en Miniatura” porque en verdad contiene la quintaesencia del Evangelio), ha sido
puesto en el tubo de ensayo y diseccionado a modo de “conejillo” de laboratorio para
hacer con él, malabares, a base de aplicarle un método de análisis sui géneri.
Tremendo y ambicioso objetivo el que se propuso a sí mismo, Jorge L. Trujillo, 1
autor del artículo encartado y titulado:
“Juan 3:16 y los escogidos”.
Partiendo de un texto límpido, translúcido, como es Jn.3:16, que no incluye el
menor indicio de discriminación, como corresponde a un Dios cual nuestro Dios,
(«¿Cuánto menos a aquel que no hace acepción de personas de príncipes Ni respeta
más al rico que al pobre, Porque todos son obra de sus manos?», Job.34:19; cf.
Lc.20:21; Hch.10:34; Gá.2:6), y cuyo texto para nada hace mención de la palabra electo o
escogido, (eklektos).
Con todo el autor pretende justificar la idea de una doble predestinación.
Predestinación positiva directa, en primer término, y en segundo, predestinación negativa
indirecta, y esto, partiendo precisamente de Jn.3:16.
Pudiera ser que, como todos, el referido autor adolezca de alguna cosa, pero lo que
es arrojo y valentía, tiene para derrochar. Así que puesto a construir su tesis hace un
primer esbozo a modo de subtítulo en el que incluye una pregunta retórica:
“Si Jn.3:16 dice que Dios amó al mundo ¿Por qué hay escogidos?”

Y siguiendo con la elaboración del argumento, afirma que, efectivamente, Jn.3:16


dice que “Dios amó a todo el mundo” (esto, claro está, se repite en la misma facundia
retórica al objeto de dar mayor soporte a su planteamiento,). “Si amó a todo el mundo,
entonces, ¿por qué hay elegidos?”
Apoyándose en tan insólita base, la meta es tratar de demostrar que la palabra,
“mundo”, no significa lo que en verdad significar en este contexto; a tal efecto el autor
expone ocho obviedades respecto a varios usos que tiene el vocablo “mundo”, (kosmos),
avalando oportunamente cada uno con un texto bíblico, esto, para situar al lector en el
terreno propicio en el que va a presentar su tesis, que expresa así:
“Cuando leemos en Juan 3:16 que Dios amó al mundo, ¿se está refiriendo al mundo en su
totalidad, es decir, a todas las personas que han vivido, viven y han de vivir en el mundo?
Aunque algunos piensan que sí, considero que esa interpretación es improbable ya que más
adelante en el mismo libro, Juan relata acerca del momento cuando Jesús, antes de ir a la cruz,
hizo una oración sacerdotal por aquellos quienes se beneficiarían de su sacrificio y dice:

Juan 17:9 “Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me has dado porque
son tuyos”.

“Si el propósito de Dios es salvar ‘al mundo’ por medio de Cristo, ¿Cómo entonces Jesús “no
ruega por el mundo”, sino por los que el Padre le ha dado y sigue diciendo, que al ser
perfeccionados en Cristo, “el mundo” habría de saber que sus discípulos eran amados por
Dios?:”

A la vista de semejante conclusión y del camino por el que se ha arribado a ella,


aquello que en principio me pareció tener trazas de ser un trabajo con un sólido
fundamento bíblico y buena aplicación de las reglas hermenéuticas, de pronto se cae, se
desploma por sí solo.
I. Lo Perceptible en los dos versos de arranque:
1
Publicado en: http://icr-grancanaria.jimdo.com/juan-3-16-y-los-escogidos/
1. En Jn.3:16, aparte del Hijo, hay dos actores. Dios el Padre, (primera persona de la
Trinidad), y el mundo pecador. De entre ambos, el que ama es Dios, el mundo
el objeto amado, y el Hijo la prueba del amor de Dios.
a. En Jn.17:9 también tenemos dos actores que no son ni el Padre ni el
mundo mentados en Jn.3:16. En 17:9 los intervinientes son, Cristo, Hijo Eterno
del Padre, (segunda persona de la Trinidad, ya encarnada), y sus Discípulos. De
entre ambos, Cristo es el que intercede, y sus discípulos son el objeto de su
intercesión. El Padre es quien recibe el ruego.
b. Resumiendo: Dios ama al mundo, y Cristo intercede por sus discípulos; esto es
lo que dicen ambos textos, cosas que ni se interfieren ni son incompatibles entre
sí, ni puede usarse para modificar una con otra, tal como hace, Jorge L. Trujillo.
2. En Jn.17:9, el tema no es salvación ni amor aunque ambas cosas puedan estar
implícitas. Si Jesús ora por la protección de sus discípulos y no ora por el mundo, es
porque sus discípulos eran quienes iban a necesitar protección en su ausencia, cuya
protección recaba del Padre, cf. vv.11-12. Claro que indirectamente el mundo sería
beneficiado, pues los discípulos, bajo la protección divina, laborarían en pro de la
evangelización del mundo. ¿Cómo puede ser que alguien que se expone a la opinión
pública mundial pueda mezclar así las cosas? Sí, si la mente está condicionada por…
II. Razonando el tema:
Creo que no sea incompatible que un abuelo, como tal abuelo, se muestre preocupado por
su nieto a la hora de ausentarse, e interceda por él ante sus padres para que éstos no sean
demasiado severos con el niño durante su ausencia, al tiempo que otra persona diferente,
la abuela, se lleva consigo a su mascota a la que no deja de prodigarle toda suerte de
mimos y cariños.
¿Ha de significar forzosamente que la intercesión del abuelo por su nieto tenga
que resultar en detrimento del cariño que pueda sentir la abuela por su mascota? ¿En qué
cabeza humana puede caber eso? Así es que la intercesión de Cristo por sus discípulos no
va en detrimento del inconmensurable amor de Dios para con el mundo. Por muchos
malabares exegético que se hagan, nada tiene que ver Jn.3:16 con 17:9.
Me pregunto dónde dice Juan 17:9 que Dios Padre no amó al mundo o dejó de amarle;
pero es que tampoco dice que Cristo no amara al mundo. Si el autor del Evangelio bajo el
influjo del Espíritu estima necesario en ese punto de su narrativa informar a sus lectores
de cómo Cristo intercedió por sus discípulos ¿Tiene obligación el evangelista Juan de
incluir una nota aclaratoria respecto al sentir del corazón de Cristo hacia el mundo,
mundo al que Dios ha manifestado amar? Esa necesidad quizá la tengan los calvinistas
que han conformado sus mentes a una filosofía, pero no el Apóstol Juan, ni quienes leen
sin prejuicios su evangelio. Y ¿Con qué autoridad se puede juzgar algo que no se
menciona en el texto y que parece que ni tan siquiera está en la mente del autor?
En definitiva: ¿Cómo se puede mezclar churras con merinas o con las meninas de
Velázquez? ¿Es que las normas que rigen la hermenéutica autorizan semejante dislate? La
más elemental norma de interpretación es, cada texto en su contexto, otra cosa solo sirve
para justificar pretextos, que al parecer, es el caso.
III. Evidencias del amor de Cristo a los que no son suyos:
1. Aparte de que el corazón del Hijo late al unísono con el del Padre en todo, amor,
propósito y voluntad, Lc.23:34 habla específica e inconfundiblemente del amor de
Cristo por aquellos que no son sus discípulos, y por quienes además, (en otro
contexto), también intercede por ellos. Fue por sus verdugos directos; por los
inductores de su muerte, así como por todo el pueblo que gritó: ¡¡Crucifícale!!
¡¡Crucifícale!! que el Señor intercedió ante el Padre: «Y Jesús decía: Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen». He aquí una intercesión impregnada de
genuino amor divino.
a. Esta es la coherencia y fuerza moral del Maestro, que ordena a los suyos amar y
perdonar a los malos y enemigos, (Mt.5:39, 44; Lc.6:27, 35).
b. Otra cosa: ¿Sería oída por el Padre la intercesión de Jesús a favor del perdón de
sus crueles e inhumanos enemigos? Notemos que ante la tumba de Lázaro «…
Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo
sabía que siempre me oyes», (Jn.11:41b-42a). ¿Le fallaría esta oración?
c. En atención a la oración de Jesús es presumible que alguna oportunidad real e
indiscriminada de arrepentimiento se les concedería. Y si se dice, -claro, a los
elegidos- ¿Entonces para qué oró? También se lee en Mr.10:21, que Jesús amó al
“joven rico” aún cuando sabía que declinaría el ser discípulo, dándole la espalda.
2. Una de las más claras y contundente locución inspirada respecto al amor de Dios
manifestado en la entrega de su Hijo por todo el género humano, se lee en Tito, 3:4.
«Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para
con los hombres».
a. ¿De quién procede o de quien se dice que es la bondad y amor manifestado? De
Dios. ¿Y qué era Dios para el escritor y para los receptores de la carta? «Dios
nuestro Salvador». Pero el texto dice que, tanto la bondad de Dios nuestro
Salvador como su amor se manifestó para con los hombres; no se dice que se
manifestó para con ellos, los salvados, y menos, en exclusividad para ellos.
b. Por supuesto que también para con Pablo y los receptores de su carta, (Tito y los
convertidos cretenses), se manifestó la bondad y amor divino en aquel mismo
acto de la entrega de su Hijo, pero si les alcanzó a ellos fue en virtud de que
pertenecían (como todos pertenecemos) al género humano, que es en definitiva
para quien se reveló su bondad y amor divino. Es sobre esta verdad que Pablo
instruye a su coadjutor, Tito, que: La bondad y amor Dios se desbordó para con
todos los hombres en general, incluidos implícitamente los ya salvados.
3. Cuando la Escritura se refiere a creyentes, cambia la redacción: «En esto se mostró el
amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al
mundo…», 1Jn.4:9. Obviamente el tema en este contexto es diferente; “mundo”,
aquí, es el hábitat de los hombres en contraste con su lugar de procedencia, el Cielo.
Por eso se dice que es enviado al “mundo” y no dado, cual en Jn.3:16. Aquí, el amor de
de Dios no está referido «para con los hombres», (cf. 1Jn.4:16), pero cuya verdad, en
manera alguna anula el amor de Dios para con todo el género humano, (Jn.3:16).
a. Si alguien tuerce la simplicidad de esta maravillosa revelación, es porque tiene
necesidad de acomodarla a un sistema teológico-filosófico preconcebido, fruto de
una mente finita, con todas sus lagunas y errores.
IV. Otras consideraciones:
En cuanto al sentido de la palabra “mundo” en Jn.3:16, no creo que sea suficiente
argumento decir: “Aunque algunos piensan que sí, [que Dios amó a todas las personas habidas y
por haber], considero que esa interpretación es improbable”.
Subrayo la palabra, “algunos”, porque pareciera que esos “algunos” fuesen una
especie de reducto residual; como que son los menos, cuando en realidad son los más, y
los más autorizados; y subrayo también, “considero”, porque a mi entender la garantía
que ofrece tal “considero”, y dada el débil argumento que antecede a la consideración,
no me resulta ni probable ni confiable.
Cito la opinión de varias autoridades en el campo de la exégesis y la exposición
bíblica, respecto del significado de la palabra “mundo” en el contexto de Jn.3:16. Son
autores representativos del espectro polícromo que forman el mosaico del cristianismo:
1
Protestantes. 2Católicos. 3Evangélicos. 4Calvinistas. 5Clásico de la erudición Cristiana.
1. Rudolf Schnackenburg, prestigioso profesor alemán de exégesis
neotestamentaria de la Universidad de Wurzburgo, especializado en los escritos de
Juan, en su monumental comentario a su Evangelio, (2500, pp.), dice de Jn.3:16:
(Las negritas son mías) “En una frase que quedó gravada en la memoria para todos los tiempos
compendia el discurso Kerigmático el entero mensaje cristiano de la salvación. Del plan salvífico que
se realizó en el camino del «Hijo del Hombre» hacia la gloria, pasando por la cruz, no hay en
definitiva otra razón que el increíble amor de Dios al «mundo», es decir, al mundo de los
hombres, que se había enajenado de Él, había perdido la vida divina y habría atraído sobre sí sobre
sí la ira de Dios (cf. v.36). Dios mismo salva por propia iniciativa el abismo que se había abierto entre
Él y los hombres por los pecados de éstos (análogamente bajo la idea de la «reconciliación», Rm.5:8-
10).” Tomo I, pág. 461 (Ed. Herder)
El «mundo» no es simplemente el lugar de residencia del hombre, sino la humanidad
pecadora, apartada de Dios, […] Este amor de Dios se manifestó en un hecho histórico […] Este Hijo
propio y único, íntimamente unido con Él y amado por encima de todo éste fue dado por Dios al
mundo para arrancar al mundo de la perdición.” Tomo I, pág. 462. (Ed. Herder)

2. Alfred Wikenbauser, entre varios especialistas de primera fila y bajo su dirección,


se hizo la traducción y adaptación al español del mundialmente conocido
“Comentario de Ratisbona”, dice sobre Jn.3:16:
“El envío que Dios hace de su Hijo unigénito () es un acto del amor que Dios profesa al mundo, es
decir, a los hombres, a los cuales procura no la ruina, sino la salvación. Al creer en el Hijo, todo
hombre recibe la posibilidad de conseguir la vida eterna.” Tomo IV, pág.139, (Ed. Herder)

3. J. Mateo – J. Barreto. Eruditos del campo Católico Romano, “El Evangelio de


Juan” (Análisis Lingüístico y comentario exegético), dicen sobre Jn.3:16:
“El designio de Dios no discrimina, ofrece la vida a todos sin excepción. Quien no la obtenga es
porque rechaza su oferta, negando la adhesión a Jesús.” Pág. 198, (Ed. Cristiandad).

4. León Morris, conocido en el mundo anglófono por su erudición y los muchos


libros de verdadera enjundia que ha escrito, entre ellos un comentario a Juan, (dos
Tomos (más de mil páginas), del que se dijo al tiempo en que fue publicado en inglés
que se trataba “del mejor comentario bíblico escrito por un evangélico”, dice sobre
Jn.3:16:
“el amor de Dios es lo suficientemente grande para alcanzar a todo el mundo. Su amor no se limita a
una nación concreta, o una élite espiritual. […] Enfatizaremos que el amor de Dios está dirigido al
«mundo entero»; últimamente, algunos eruditos han propuesto que el amor de Dios es solo para
los creyentes, pero aquí está muy claro que Dios ama «al mundo».” Pág. 270, Tomo I, (Ed.
CLIE).

5. Williams Hendriksen, que no necesita presentación, especialmente entre los


Reformados Calvinistas, en su Comentario a Juan, dice sobre, 3:16:
“El infinito amor de Dios se manifestó de forma infinitamente gloriosa. Este es el tema del texto de oro
que se ha hecho tan querido a los hijos de Dios. […] El objeto del amor de Dios es el «mundo».
[…] ¿Qué significa exactamente aquí en 3:16 este término? Nuestra respuesta es:
a. Las palabras «todo aquel que cree» indica claramente que no se refiere a aves y plantas sino a la
humanidad. Cf. también 4:42; 8:12; 1Jn.4:14.
b. Aquí sin embargo, no se entiende la humanidad como el reino del mal, que está en rebeldía y
abierta hostilidad contra Dios y Cristo…”
c. Tal como aquí se usa, el término «mundo» significa la humanidad que va cargada de pecado, sujeta
a juicio, y necesitada de salvación, (Cf.v.16b 17), sigue siendo objeto del cuidado de Dios…
d. Teniendo en cuenta el contexto y otros pasajes en que se expresa un pensamiento similar, es
probable que en 3:16 esta palabra indique la humanidad caía en sentido internacional: hombres
de toda tribu y nación; no solo judíos sino también gentiles…” Pág. 151-152, Tomo IV, SLC de la
Iglesia Cristiana Reformada.
El resto del comentario sobre el v. 16 debiera ser leído. No tiene desperdicio.
6. Dr. Archibald Thomas Robertson, clásico erudito y conservador entre los que
más, en su Comentario a Juan, dice sobre 3:16:
“«Al mundo (ton Kosmon)». Todo el cosmos del hombre, incluyendo a los gentiles, a la totalidad de la raza
humana. Este aspecto universal del amor de Dios aparece también en 2Co.5:19; Rm.5:8”. Pág. 74; Tomo V,
Ed. CLIE

V. Retomando el argumento:
Seguir el desarrollo de la trama, no es sino más de lo mismo; el mismo desatino;
“mezclar churras con merinas”. Así es que tras mucho “toma y daca” y de saltar de
pasaje en pasaje por la obvia presión que ejerce en sí mismo el “sistema”, leemos:
“Pienso que hay dos cosas importantes cuando tratamos de entender a cual perspectiva del
mundo se refiere Juan. Primeramente el mundo es visto como un lugar pecaminoso, esto
exalta el amor de Dios quien es santo y alejado del pecado, extiende su amor a una creación
corrompida y alejada de El.” (Es claro que deliberadamente se evita hacer mención expresa de la
humanidad).
“En segundo lugar debemos ver el mundo [por antojo del autor] como todo aquello aparte de la
nación de Israel [¿en Jn.3:16?]. El elitismo racial existente entre los judíos les impedía
comprender que Dios pudiera amar aquellos que no eran judíos. Para los judíos, todo el que no
era judío, era inmundo (Hechos 10:28) y no podía haber mezcla racial ni religiosa con ellos
(Juan 4:9). Para los judíos, los gentiles eran “pecadores” y estaban “sin Dios y sin esperanza
en el mundo.” El apóstol Juan (junto con los demás escritores del NT) rompe con esa idea al
decir que “Dios amó al mundo de tal manera que dio a su Hijo por el.” 2

(El “mundo” del articulista, que no es el mismo del que Juan escribe y que cualquier
lector desprejuiciado ve, es la muletilla que usa para “seguir mareando la perdiz”)
“¿Significa eso, como interpretan algunos, que “todos fueron escogidos”? Creo firmemente que
la Biblia es muy clara en cuanto a que la elección no es total, es decir, no todos los hombres
son elegidos…” 3

¿Habrá declaración de mayor perogrullo? Aunque todo el mundo puede ser salvo,
(así de amplia fue la provisión del amor de Dios, según la doctrina netamente evangélica,
1Jn.2:2), solo serán salvos los que decidan creer, «para que todo aquel que en Él cree no
se pierda», evidencia, según Jn.3:16, de que aunque hay abundancia para todos, sin
discriminación, el “plato” que Dios ofrece al mundo nadie tiene por qué tomarlo a las
trágalas, (Jn.3:16-18; cf. Mt.7:13). Sí, ya se sabe que esto choca con la doctrina calvinista
que niega el libre albedrío. Pero es al revés, es el libre albedrío que choca con la doctrina
calvinista y su “irresistible” gracia, desnaturalizada, despojada de su ternura y revestida
de una dura y dictatorial violencia. De ahí su necesidad de negar al hombre la libertad con
que Dios le creó y le responsabilizó de sus actos, Gn.2:16-17.
Es triste reconocer la evidencia de que muchos seguirán el camino ancho que lleva
a la perdición. Por tanto nadie discute que no todos serán salvos y que muchos se
perderán; pero no como víctimas de un fatalismo ineludible e irreversible, consecuencia
de un supuesto decreto del Dios amor, sino por elección propia, Mt.7:13,14; 11:5; Ez.3:27.
Todo estaría muy bien si Jn.3:16 dijera: «Porque tanto amó Dios al mundo que dio a
su Hijo unigénito, para que todo aquel que sea predestinado no perezca, sino que tenga
vida eterna». Si el texto dijera así, no habría necesidad de interpretarlo; sería tal como
dice, y punto; claro que las riquezas de la bondad, misericordia, y amor infinito de Dios,
quedaría muy mal parado. ¡Ah! Pero la realidad es que dice: «para que todo aquel que
crea…» y no, “para todos los que han sido predestinados a creer”; pues en tal caso el
condicional, «para que todo aquel que» opte creer, sobraría. Presionado por la idea de
que el hombre no puede creer si Dios no obra en él la fe, el calvinista tropieza en un
artificio envuelto en un secreto nebuloso, sin base bíblica, en el que no debe hurgar.
Así es que quienes creen la filosofía calvinista no se pueden quitar de encima la
sombra del “fantasma” que planea de continuo sobre ellos. Veamos:
“A manera de conclusión debo declarar que aunque la Biblia enseña firmemente la verdad de la
elección incondicional de algunos para salvación eterna, no nos toca a nosotros ir más allá
de eso. En el secreto de Dios permanece quien es y quien no es escogido para salvación. La
responsabilidad de ‘todo’ aquel que predica el evangelio no es indagar si este o aquel
oyente es escogido sino predicar a todos indiscriminadamente y hacer todo lo posible por
alcanzar los pecadores para el reino de los cielos.”

2
Aunque sutilmente disimulado con la expresión: “Dios amó al mundo de tal manera que dio a su Hijo por él”, ese
mundo, en el esquema calvinista, no es sino un número pre-electo, limitado y entresacado de entre todos los pueblos del
mundo, es decir, la tierra como hábitat de la humanidad, con lo que vienen a perpetuar el elitismo que condenan a los
judíos; será porque además enseñan que la Iglesia no es un ente aparte de la nación de Israel, sino su continuación.

3
Lo que claramente significa es que Dios hizo provisión de redención para toda la descendencia de Adam, conforme al
deseo de su corazón amante, el cual anhela que todos los hombres se salven, 1Tm.2:4; y que ni ninguno perezca, 2Pd.3:9
Ahí está, la misma construcción subrayada por el autor, «‘todo’ aquel que…
predica…», es decir, aquí, “todo”, no significa una parte, sino todos, quienes deben,
además, hacer su función, indiscriminadamente entre la masa que debe testificar. Esta
misma y no otra es la interpretación que tiene Jn.3:16. Pero, según la escuela calvinista,
ese “todo” y ese “indiscriminadamente” no le es dado a Dios el poder hacerlo para
alcanzar los pecadores, aun cuando Él es el Pantocrátor, 2Co.6:18; Dios justo, Soberano,
Rey de los siglos, sin acepción de personas, Jd.24-25; Dt.10:17, y que desea en positivo,
que todos los hombres sean salvos, 1Tm.2:4; 2Pd.3:9. Es como si Dios con sus “decretos”
se hubiera maniatado así mismo y perdido su propia autonomía, cf. Dn.6:13-15.
Así las cosas, es obvio que, aunque no se cumpliese la Gran Comisión, de todos
modos los predestinados serán salvos. Y entonces… ¿para qué predicar a tontas y a
ciegas? Este es el inevitable fantasma que el Calvinismo no puede apartar de sí.
Estamos ante un razonamiento que no solo lo hacen sus detractores, sino que también
está en la propia lógica de los calvinistas, con la diferencia de que aunque ellos tratan a la
desesperada de justificar lo contrario; está claro que su razón les hace acariciar la idea en
su fuero interno, y aun cuando la reprimen, les aflora instintivamente en forma de
temores. Es que no son faltos de raciocinio, pero el sistema no les permite usarlo; no les
queda otra alternativa que combatir lo que no pueden evitar en ellos mismos.
Si al menos “hubiera” la esperanza de poder aumentar el número de los
predestinados, merecería la pena hacer el esfuerzo de predicar, pero topamos con un
fatídico número clausus envuelto en la nebulosa del supuesto arcano divino. Si tanto por
un lado como por otro, y se haga lo que haga nada va a ser alterado. “Si son todos los que
están y están todos los que son” ¿quién querrá hacer tan inútil tarea? No se trata de
enseñar la irresponsabilidad culpable de callar el Mensaje, (Ez.33:6, 8-9), lo que resulta es
que tal razonamiento es inevitable, y se evidencia en el párrafo que sigue:
“Al mismo tiempo, la responsabilidad principal de ‘todo’ hombre, mujer, joven o niño
[aquí y ahora sí cabe todo hombre, mujer o niño, al que sigue el mismo concepto “fantasmal”] que
escucha el evangelio, no es investigar si es o no es escogido, sino CREER al evangelio”. ¿Pero
cómo va a creer si no es de los electos? ¿A qué jugamos?
Salir siempre con la misma historia, “la elección”, aún allí donde no es pertinente,
cual se ve en el título del artículo, (“Juan 3.16 y los Escogidos”), evidencia una
mente estructurada de acuerdo a un determinado sistema teológico-filosófico que no
permite pensar sino dentro del esquema implantado, y que establece en los individuos la
necesidad de racionalizarlo todo para que encaje con la teología pre-asumida. Es la
consecuencia lógica de negar sistemáticamente y porque sí, el libre albedrío, y de
menoscabar tozudamente el carácter imparcial del Juez de toda la Tierra, (Gn.18:25), en
aras de una Soberanía de Dios que todas las confesiones cristianas afirman y defienden
sin necesidad de cometer semejantes desafueros.
VI. En definitiva:
1. Jn.3:16, no habla de elección sino de un “para que”; habla de un deseo que se
convierte en un objetivo; de un propósito, una mira, una meta divina. Se trata
además de una oferta de lo más generosa, proveniente del amor de Dios, “de tal
manera amó”; de una oferta que no se vende sino que se regala de pura, sublime
y maravillosa gracia, sin acepción de personas, y de acuerdo a la naturaleza de la
gracia, con propósito benefactor, “para que no se pierda” nadie; es una oferta
de su amor que de hecho y efectivamente hace un regalo, “que dio”. Es una oferta
amplia e indiscriminada “al mundo” entero.
2. Y… ¡¡Maravilla de maravillas!! Se trata, además, de una oferta personal a
cada cual, que respeta la libertad de cada individuo, “para todo aquel
que” libre y voluntariamente desee aceptar el don creyendo, o sea, «aquel que
en Él crea, tenga vida eterna». Creo que sea preferible predicar esta,
auténtica y puramente bíblica, “Buena Nueva”, que una “buena” nueva tarada
aunque la proponga un ángel del cielo, que siempre será menos buena que la
auténtica, (Gá.1:7-8) M. León
leonfernandez@telefonica.net

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