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Ríos, Fernando de los. Mi viaje a la Rusia soviética, Madrid, Alianza editorial, 190,
p. 41-61, (El libro de bolsillo. Sección humanidades, 235)

En esta lectura el autor, Fernando de los Ríos, quien viaja a la Rusia soviética en 1920
como diplomático español1, nos cuenta en lo que al parecer es su diario personal, sus
apreciaciones sobre su viaje de Berlín hacia Estonia y de ahí a Rusia.

La primera parte del viaje la realiza en barco por el mar Báltico y nos va describiendo
detalles de lo que va viendo y viviendo, como por ejemplo pudo obtener una extensión
de su pasaporte para salir de Alemania para Estonia y como describe los paisajes y
describe a las personas haciendo particular énfasis en los personajes rusos sobre todo
los Soviets y sus observaciones sobre la Rusia soviética a partir de la Revolución o
como la descripción de una joven rusa que no está de acuerdo con el cambio de
gobierno por la pobreza en que vive la gente.

Desde su llegada a Estonia, describe a este país geográficamente y a su economía


basada en la industria textil y metalúrgica y también habla sobre el proyectado reparto
de tierras de labor a las familias para que las trabajen. Hace una descripción también
minuciosa de la ciudad de Reval, en Estonia, adentrándonos en una ciudad, a su
parecer, pobre, llena de miseria y sombría, al igual que sus pobladores quienes visten
“miserablemente”.

Para llegar a Rusia viaja en tren, en una línea embargada por el gobierno ruso a la
Compañía Internacional de Wagons-lits. Habla sobre los vagones y su carga, describe
como al llegar a la primera ciudad rusa, Yamburg, están los guardias rojos a los que
describe como soldados rudos, quienes suben al tren para inquirir minuciosamente la
situación de cada viajero, detalla igualmente el paisaje ruso lleno de nieve, aunque
fuera el mes de octubre.

Describe igualmente la vida en el tren haciendo énfasis en las pláticas con rusos sobre
la situación en su país, constatando que seguía existiendo miseria y donde había por
ejemplo una clara división de clases en los pasajeros que viajaban en primera, segunda
o tercera clase, donde no viajaban con los mismos privilegios y se notaba la miseria en
que vivían por la vestimenta que usaban.

A su llegada a Rusia, toca primero la ciudad de Petrogrado, ciudad que, a su decir,


“proporcionó el primero y más profundo choque con la nueva realidad social” donde
sigue notando que “la antigua desigualdad…pervive en el actual régimen” en donde
nota que todos los hombres, mujeres y jóvenes llevaban un saco a sus espaldas y
muchos hombres portan fusiles y como el partido bolchevique hacía propaganda para

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Esta referencia nos la hace saber a través de la lectura del texto
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sensibilizar al pueblo “y derrama sus ideas sobre las conciencias”. Al llegar a Moscú lo
instalan en el Hotel Lux. Aquí nuevamente el autor realiza una detallada descripción de
la vida en el hotel. Detalla que en el hall existen inscripciones que invocaban “la
apelación de Marx a la unión de los proletarios, o son alusiones al ejército rojo o
expresiones…despectivas respecto del capitalismo”. Igualmente, al describir las
habitaciones del hotel enfatiza sobre lo desigual con respecto a la comodidad ya que
de acuerdo al status del huésped era que se le daba la mejor habitación y no se
pagaba por ocupar la habitación. Hace algunas descripciones sobre el personal que
trabajaba en el hotel en donde, por ejemplo, habla sobre una mujer encargada de la
limpieza que vestía casi descalza pues tenía seis meses que no recibía “ni una sola
prenda de las organizaciones oficiales” y que como recibía muy poco sueldo al mes
nunca le iba a alcanzar para comprarse unas botas. Al igual que ella todo el personal al
servicio del hotel vestía miserablemente. El autor también describe como en el
despacho del comandante del hotel había retratos de Lenin, Trostky y Zinoviev y como
también había diferencias en los dos comedores que tenía el hotel y como durante el
primer mes de estancia siempre había un guardia armado que se sentaba a un extremo
del comedor lo que lo incomodaba y nunca se acostumbró a su presencia.

También el autor nos hace saber que en el hotel llegaba periódicos y revistas de
Europa, único lugar en Moscú donde llegaba información del extranjero, y como
después se optó por escribir las noticias a máquina y pegarlas en un muro ya fueran
políticas, militares o económicas de todo lo concerniente a Rusia y al movimiento
comunista mundial y de todo el control que se tenía de quién leía las noticias.

Me pareció una lectura interesante ya que basada en lo que parece ser un diario, es
decir, una fuente de primera mano, el autor da a conocer de una manera descriptiva y
minuciosa sus impresiones de lo acontecido en una parte de su viaje a Rusia.

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