¿Qué y Cuáles son las Potencialidades de la Sexualidad?
Las potencialidades de la sexualidad son los elementos que dan pie a
la realización de la sexualidad humana. Son aquellas condiciones previas a la expresión o experimentación sexual que juegan un rol importante para que estas se produzcan. De acuerdo con lo propuesto por Eusebio Rubio-Aurioles, doctor en Sexualidad Humana y fundador de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual (AMSS), existen cuatro potencialidades de la sexualidad humana: el género, los vínculos afectivos, el erotismo y la reproductividad. La sexualidad es una cualidad inherente a todos los seres humanos, presente desde el nacimiento hasta la muerte.
Esta comprende la concepción que tienen las personas de sí mismas como
seres sexuales, y la búsqueda de placer como expresión de esa personalidad sexual.
La expresión o experimentación de la sexualidad se da en forma de
La integración de las potencialidades: un proceso mental
Integrar las cuatro potencialidades de la sexualidad es fundamental.
El profesor Rubio asegura que el género, los vínculos sentimentales, el
erotismo y la reproductividad son una especie de determinaciones presentes en los seres humanos que se integran en el individuo a nivel mental antes de que la sexualidad llegue a realizarse en actos concretos.
Las potencialidades son configuraciones presentes en el ser humano en
el ámbito biológico, que le conducen a tener cierto tipo de experiencias, que luego integra en su mente y dota de sentido, significado y afecto. De la integración de las potencialidades a la realización de la sexualidad hay un proceso que recorrer.
La integración es un proceso netamente mental y anterior al acto de la
sexualidad. Sin embargo, la sexualidad no puede darse efectivamente sin la integración de las potencialidades.
Es decir, la sexualidad no puede generarse sin “el significado de la
reproducción como posibilidad (reproductividad), la experiencia de pertenecer a uno de dos sexos (género), la significación de la calidad placentera del encuentro erótico y la significación de los vínculos efectivos interpersonales”.
Por eso, a estos elementos se les caracteriza como potencialidades, ya
que son una especie de potenciadores o motores para que tenga lugar la sexualidad.
Las cuatro potencialidades de la sexualidad
1- Género
Dentro del contexto de la sexualidad, el género corresponde a todas
aquellas construcciones mentales que existen en un individuo con respecto a su pertenencia al sexo masculino o femenino.
También hace referencia a todas las cualidades o características presentes
en el individuo que lo sitúan en algún punto dentro del rango de diferencias entre ambos géneros.
El género se fundamenta sobre la base biológica del dimorfismo, es decir,
del hecho de que los seres humanos son un tipo específico de organismo vivo y adquieren dos formas distintas en cuanto al sexo: femenino y masculino.
El género es una potencialidad que no solo influye en la sexualidad del
individuo sino en todos los ámbitos de su vida, ya que a través de este construye su propia identidad y su modo de interactuar y relacionarse.
Siendo así, resulta evidente que dentro de la sexualidad el género juega
un rol fundamental, ya que muchas percepciones y modos de actuar del individuo estarán directamente influenciados por su género.
Esto termina relacionándose con las demás potencialidades, que tienen
que ver precisamente con el modo de relacionarse y con la concepción de sí mismo y de su función reproductora.
2- Reproductividad
El término reproductividad se refiere tanto a la capacidad biológica del ser
humano de reproducirse, como a las construcciones mentales que se edifican alrededor de esta.
Esta potencialidad es producto directo de la condición de ser vivo del
humano. El desarrollo de la sexualidad parte esencialmente de la necesidad de reproducirse como especie, aunque no se limita a este aspecto.
Más allá de su manifestación biológica en la concepción, embarazo y
parto, la reproductividad es una potencialidad que tiene expresiones sociales y psicológicas importantes.
En el ámbito psicológico, la conciencia de la capacidad reproductiva está
presente en las manifestaciones del ser sexual. Al momento de actuar en búsqueda de placer, esta facultad se conjuga con el erotismo, los sentimientos y la conciencia de género.
Parte de la identidad sexual del individuo está integrada por su plena
conciencia de ser un ente capaz de reproducirse, o por el deseo de reproducción.
Además, la conciencia no se limita al ámbito biológico. Por ejemplo,
también puede incluir el entendimiento del fenómeno de la maternidad y paternidad que conlleva la reproducción.
En el ámbito social también se construyen ideas con respecto a la
potencialidad reproductora. Por ejemplo, es usual que se instituya en el área educativa el estudio del hecho reproductivo o de la anticoncepción.
3- Erotismo
El erotismo es un fenómeno conformado por los procesos concernientes
a la incitación del apetito sexual, la excitación y el orgasmo, y por las construcciones mentales respecto a estos. Por esto es la potencialidad que se identifica más fácilmente con la sexualidad.
Abarca señales sonoras o visuales especializadas que adquieren
significados sensuales a través del lenguaje y la cultura.
Además, puede estar relacionado o no con el acto amatorio, de modo que
es esencial para el amor, pero también puede darse dentro de contextos en los que no está presente.
El erotismo se manifiesta en el ámbito biológico en el organismo, pero es
su impacto en la mente lo que lo hace poderoso como potenciador del desarrollo de la sexualidad del individuo. La interpretación que se hace de los símbolos y representaciones eróticas destinadas a despertar el apetito sexual, la excitación y, finalmente, el orgasmo, influye poderosamente en el posterior desenvolvimiento de los actos realizados para la búsqueda del placer.
Por otra parte, la manera individual de interpretar y relacionarse con lo
erótico conforma la identidad erótica del individuo, la cual constituye la manera en la que se concibe a sí mismo como ser sexual.
4- Vínculos afectivos
Los vínculos afectivos o sentimentales se refieren a la capacidad de los
individuos de sentir algún tipo de afecto positivo por otros individuos, y a las construcciones mentales con respecto a esos sentimientos.
De forma natural e inherente, el ser humano establece vínculos afectivos
porque busca garantizar su propio cuidado y desarrollo.
Es por ello que estos están directamente relacionados con la disposición
de una persona a relacionarse con otros para alcanzar sensaciones positivas y placenteras.
El individuo se ve motivado a relacionarse con los demás cuando existe
un vínculo lo suficientemente intenso para que este se esfuerce por mantenerlo. Esta dinámica también es aplicable al ámbito del deseo sexual.
La significación que se da en la mente al resto de las potencialidades de
la sexualidad puede producir una resonancia afectiva hacia otros que impulsa a relacionarse con ellos para alcanzar el objetivo de la sexualidad. Además, el vínculo afectivo posee un carácter mental, interno e individual, y se da en esta dimensión en un momento previo al acto concreto de la sexualidad. De allí que se le considere una potencialidad.
Por todo lo anterior, el vínculo afectivo se constituye como un potenciador
en la búsqueda del placer y en la expresión de la identidad sexual individual.