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Los mecanismos de defensa son aquellos mecanismos, principalmente inconscientes, que los
individuos emplean para defenderse de emociones o pensamientos que producirían ansiedad,
sentimientos depresivos o una herida en la autoestima si llegasen a la consciencia.
Se les suele clasificar como primarios o secundarios en función del momento de su aparición en
el desarrollo del ser humano. Cuanto más primaria es una defensa, más pertenece a las primeras
épocas de la vida y más tiende a negar la realidad. Cuanto más secundaria es una defensa, más
pertenece a épocas tardías del desarrollo y más suele preservar el criterio de realidad. Los
mecanismos de defensa son una parte íntegra del funcionamiento psíquico de todo individuo y
sólo se les considera patológicos cuando se abusa de ellos o cuando son demasiado rígidos.
El control omnipotente consiste en la fantasía de que la fuente de todo lo que sucede es los
deseos de uno mismo; se basa en el no reconocimiento de la existencia separada de los demás
con una voluntad diferente de la propia. En sus manifestaciones más benignas puede aparecer
como la convicción de si uno quiere algo, lo que sea, lo puede conseguir con tal de ponerse a
ello; cosa evidentemente irreal, pero motivadora. Hacer uso de esta defensa demasiado
frecuentemente impedirá que el individuo pueda establecer relaciones de causalidad realistas que
le orientarían para alcanzar sus objetivos.
'El grado de omnipotencia del yo y del objeto idealizado es proporcional al grado de poder
destructivo del yo agresivo y del objeto malo'.
'Durante la etapa depresiva, la negación y el control omnipotente forman parte de las defensas
maníacas frente a la persecución y al dolor. La negación se propone negar tanto la destrucción
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del objeto como los sentimientos de dolor, dependencia y necesidad del yo. Está unida a la
fantasía de controlar el objeto, negando el temor a la separación y la dependencia, y favoreciendo
las fantasías de reparación omnipotente del objeto. Esto siempre implica una privación para el
yo, en la medida en que limita su capacidad de conocimiento'.
'El mecanismo de control omnipotente 'es necesario, como defensa maníaca, para: a) negar la
dependencia del objeto, el miedo a ser abandonado y la emergencia de agresión por este
abandono, y b) satisfacer la fantasía de reparación total del objeto, mediante un yo que tiene
poderes mágicos de reconstrucción. M. Klein afirma que el bebé necesita sentir que domina a los
objetos internos externos no sólo para que no lo abandonen sino para que no se dañen entre sí'.
2. Represión.
En sentido propio: operación por medio de la cual el sujeto intenta recha zar o mantener en el
inconsciente representaciones (pensamientos, imágenes, re cuerdos) ligados a una pulsión. La
represión se produce en aquellos casos en que la satisfacción de una pulsión (susceptible de
procurar por sí misma placer) ofre cería el peligro de provocar displacer en virtud de otras
exigencias. La represión es particularmente manifiesta en la histeria, si bien desempeña también
un papel importante en las restantes afecciones mentales, así como en la psicología normal.
Puede considerarse como un proceso psíquico universal, en cuanto se hallaría en el origen de la
constitución del inconsciente como dominio separado del resto del psiquismo.
En sentido más vago: el término «represión» es utilizado en ocasiones por Freud en una acepción
que lo aproxima al de «defensa»*, debido, por una parte, a que la operación de la represión en el
sentido A, se encuentra, al menos como un tiempo, en numerosos procesos defensivos complejos
(en cuyo caso la parte es tomada por el todo) y, por otra parte, a que el modelo teórico de la
represión es utilizado por Freud como el prototipo de otras operaciones defensivas.
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Sistema de fuerzas psíquicas que retienen los contenidos no aptos para la consciencia
sepultándolos en el inconsciente, sujetándolos ahí bajo control, de forma que el sujeto no es
consciente siquiera de su existencia. Se ponen de manifiesto en los sueños, lapsus, ensoñaciones
y en los mecanismos de defensa que el sujeto utiliza para disfrazarlos.
Mecanismo de defensa por el cual se vuelve inconsciente un impulso o idea inaceptable. Proceso
psíquico originado en los conflictos entre el principio de placer y el principio de realidad. Los
impulsos, recuerdos y emociones penosas que emanan de conflictos y son arrojados al
inconsciente permanecen activos e influyen de modo directo en la experiencia y la conducta,
produciendo síntomas neuróticos y determinando los sueños (normales). El desarrollo del yo se
basa en represión.
3. Negación.
La negación consiste en el rechazo de aceptar que algo ocurre y se basa en la convicción pre
lógica de “Si yo no lo reconozco, eso no sucede”. Su raíces están en los primeros estados ego-
céntricos del desarrollo donde todo lo que es, y no es, está en función de uno mismo. Esta
defensa puede ser adaptativa en situaciones de crisis o emergencia, donde el pleno
reconocimiento de lo que sucede sería paralizante en ese momento.
Procedimiento en virtud del cual el sujeto, a pesar de formular uno de sus deseos, pensamientos o
sentimientos hasta entonces reprimidos, sigue defendiéndose negando que le pertenezca. Esta
palabra requiere ante todo algunas observaciones de orden terminológico. 1) En la conciencia
lingüística común, no siempre existen en todos los idiomas claras distinciones entre los términos
que significan la acción de negar, y menos aún existen correspondencias bi-unívocas entre los
distintos términos de una lengua a otra.
4. Resistencia.
El concepto de resistencia fue precozmente introducido por Freud; puede decirse que ejerció un
papel decisivo en la aparición del psicoanálisis. En efecto, Freud renunció a la hipnosis y a la
sugestión sobre todo porque la resistencia masiva que oponían a estas técnicas algunos pacientes
le parecía por una parte, legítima y, por otra, imposible de vencer y de interpretar, cosa que el
método psicoanalítico hace posible en la medida en que permite evidenciar progresivamente las
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resistencias, que se traducirán especialmente por las diferentes formas en que el paciente infringe
la regla fundamental. La resistencia constituye, en fin de cuentas, lo que impide el trabajo
terapéutico. Al principio Freud intentará vencer este obstáculo mediante la insistencia (fuerza de
sentido opuesto a la resistencia) y la persuasión, antes de reconocer en él un medio de acceso a lo
reprimido y al secreto de la neurosis; en efecto, en la resistencia y la represión se ven actuar Jas
mismas fuerzas. En este sentido, como insiste Freud en sus escritos técnicos, todo el avance de la
técnica analítica ha consistido en una apreciación más justa de la resistencia, es decir, del hecho
clínico de que no basta comunicar a los pacientes el sentido de sus síntomas para que
desaparezca la represión. Es sabido que Freud consideró siempre como características específicas
de su técnica la interpretación de la resistencia y la de la transferencia. Es más, la transferencia*
debe considerarse en parte como una resistencia, en la medida en que reemplaza el recuerdo
verbalizado por la repetición actuada; a esto debe añadirse que la resistencia utiliza la
transferencia, pero no la constituye.
5. Formación Reactiva.
La formación reactiva es una actitud o hábito de reacción opuesto al deseo reprimido. El sujeto
lucha directamente contra toda representación penosa, frustrante o dolorosa, sustituyéndola por
un síntoma primario de defensa o "contrasíntoma", consistente en adoptar una conducta o
reacción que excluye de la conciencia a los elementos que intervienen en el conflicto (la
representación sexual y el reproche que ésta suscita, por ejemplo), en favor de virtudes morales
llevadas al extremo, como pueden ser el pudor, la escrupulosidad, la persecución de las
conductas inmorales, etc.
Las conductas "reactivas" son propias de sujetos de carácter obsesivo que se comportan de
manera opuesta a la realización de los deseos. Así, por ejemplo, la excesiva tendencia a la
limpieza oculta la tendencia inconsciente al erotismo anal. La mujer que trata a sus hijos con
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excesiva dedicación y ternura en el fondo los odia. "El juez que lleva al extremo y de forma
escrupulosa su ansia de equidad -dice Laplanche-puede mostrarse, por esto mismo,
sistemáticamente indiferente a los problemas reales que plantea la defensa de quienes recurren a
él, satisfaciendo así, bajo la máscara de la virtud, sus tendencias sádicas..." La conducta reactiva
es propia de los sujetos de carácter "anal" y "obsesivo", aunque puede darse también en ciertos
histéricos.
6. Proyección.
La proyección es el proceso por medio del cual lo que está dentro se malinterpreta como
procedente de fuera y, en sus formas más acusadas, tiende a producir distorsiones serias en la
percepción que el individuo tiene de los demás. En sus formas más maduras es la base de la
empatía.
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La palabra proyección tiene en la actualidad un empleo muy extenso, tanto en psicología como
en psicoanálisis; comporta diversas acepciones que se distinguen mal unas de otras, como hemos
señalado a menudo.
7. Transformación de lo contrario.
8. Conversión.
El término conversión fue introducido por Freud en psicopatología para designar este «salto de lo
psíquico a la inervación somática», que él mismo consideraba difícil de concebir . Esta idea,
nueva a finales del siglo xix, adquirió, como es sabido, una gran difusión, especialmente con el
desarrollo de las investigaciones psicosomáticas. Por ello es necesario delimitar, en este campo
actualmente tan extenso, lo que puede adscribirse más específicamente a la conversión; por lo
demás, hagamos observar que tal preocupación ya la sintió Freud, sobre todo en la distinción
entre síntomas histéricos y síntomas somáticos de las neurosis actuales
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círculo íntimo. Por ejemplo, habiéndose negado el esposo a llevar a su mujer a un viaje de
negocios que tiene que hacer a Italia, ésta cae enferma de cualquier cosa de apariencia grave e
impide el viaje. ¿Cómo podría el marido abandonar a su esposa en semejante estado? Coincide,
además, que la conversión o somatización se produce siempre que es contrariado un deseo, sea o
no razonable.
9. Desplazamiento.
Mecanismo de defensa basado en que la persona proyecta en una situación, estímulo o persona
determinada los sentimientos y reacciones que le han provocado otras situaciones, estímulos o
personas, sin que exista una vinculación entre ambos elementos.
10. Compensación.
Cuando fracasamos en algo o nos sentimos menos dotados de lo normal en algún aspecto, en
muchos casos los mecanismos de defensa estimulan a triunfar en la misma dirección o en otra
esfera sustitutiva. Por ejemplo, Demóstenes, tartamudo de nacimiento, logra, mediante ejercicios
en la playa y en solitario, convertirse en uno de los oradores más famosos de la antigüedad.
Beethoven, sordo como una tapia desde los 28 años, logra sus mejores composiciones a partir de
su sordera. Pio Baroja no logra su triunfo como médico, pero en cambio logra ser uno de los
mejores escritores de la generación del 98. Por tanto, la compensación es desarrollar una
conducta en la que el sujeto puede sentirse superior a la mayoría en descargo de no haber podido
seguir otra conducta en la que se hubiera sentido inferior.
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11. Racionalización.
Es una forma de negación en la que, para evitar el conflicto o la frustración, se dan razones o se
expresan argumentos que ocultan, justifican o encubren los fallos o contrariedades. Mediante
este mecanismo, el sujeto se defiende del efecto frustrante y trata de convencerse que, en el
fondo, no deseaba aquello que no ha conseguido.
12. Fijación.
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CITAS DE CONTROL
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sensitivos (por ejemplo, anestesias o dolores localizados) (La Planche,
1967).
5. La palabra proyección tiene en la actualidad un empleo muy extenso, tanto
en psicología como en psicoanálisis; comporta diversas acepciones que se
distinguen mal unas de otras, como hemos señalado a menudo. Conviene
enumerar, manteniéndonos primeramente en un plano semántico, lo que se
quiere significar por «proyección» (La Planche, 1967).
6. Las formaciones reactivas pueden ser muy localizadas y manifestarse por un
comportamiento particular, o generalizadas hasta constituir rasgos de
carácter más o menos integrados en el conjunto de la personalidad (La
Planche, 1967).
7. Durante la cura psicoanalitica, se denomina resistencia todo aquello que, en
los actos y palabras del analizado, se opone al acceso de éste a su
inconsciente. Por extensión, Freud habló de resistencia al psicoanálisis para
designar una actitud de oposición a sus descubrimientos, por cuanto éstos
revelaba los deseos inconscientes e infligían al hombre una «vejación
psicológica» («) (La Planche, 1967).
8. Freud puso en evidencia el procedimiento de negación en la experiencia de
la cura. Muy pronto encontró en las histéricas que trataba una forma especial
de resistencia (La Planche, 1967).
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PREGUNTAS
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