DINERO, DESARROLLO
VY ECOLOGIA
EL DESARROLLO SOSTENIBLE:
DIALOGO DE DISCURSOS
Arturo Escobar*
presente trabajo fue presentado origi-
nalmente en el Seminario «La Formacién del
Futuro: Necesidad de un Compromiso con
€1 Desarrollo Sosteniblen, organizado por la
Universidad Complutense de Madrid y el
Programa Ibeoroamericano de Ciencia y
‘Departamento de Antropologia. Universidad de
Tecnologia para el Desarrollo (El Escorial,
Agosto 23-27, 1993).
Agradezco al St. Jesis Sebastién Ja invi-
tacién al evento. Una version anterior del
trabajo fue publicada en-la Revista Foro
(Bogota), No. 23, pp. 98-112, Abril de 1994.
Massachusetts, Amherst, MA 01003, E.U.
Ecologia Politica - 7INTRODUCCION: DEL PROBLEMA AL.
DISCURSO
Elconcepto de «desarrollo sostenible», 0
sustentable, aparece en condiciones histéri-
cas muy especificas. Es parte de un proceso
mas amplio, que podriamos lamar de pro-
blematizacién de la relacién entre naturate-
za y sociedad, motivada por el cardécter
destructivo del desarrollo y la degradacién
ambiental a escala mundial, Esta problem
tizacién ha sido influenciada por !a apat
cién de los movimiertos ambientalistas,
tanto en el Norte como en el Sur, todo lo
cual ha resultado en un complejo proceso de
internacionalizacién de! ambiente (Buttel,
Hawkins y Power 1990). Como en toda pro-
blematizacién, han aparecido una serie de
discursos que buscan dar forma a la reali-
dad a que se refieren.! Estos discursos no
son necesariamente descripciones «objeti-
vas» de la realidad —como en general se
pretende— sino reflejo de la lucha por defi-
nir la realidad en ciertas forma y no en otras.
Estas luchas siempre estén ligadas al poder,
asi sea solo por el hecho de que de unas per-
cepciones y definiciones dadas saldrén poli-
ticas ¢ intervenciones que no son neutras en
relacién a sus efectos sobre lo social.?
A principios de los setenta, especialmen-
te con la conferencia de Estocolmo (1972)
y los informes del Club de Roma sobre «los
limites del crecimiento», aparecié una cate-
goria de andlisis inusitada: «los problemas
slobales». Dentro de esta perspectiva, el
mundo es concebido como un sistema glo-
bal cuyas partes estén interrelacionadas, re-
quiriendo por tanto formas de gestién
igualmente globalizadas y globalizantes. En
el presente articulo, analizaremos tres de es-
tas respuestas a la problematizacién de la re-
lacién entre naturaleza y sociedad desde la
perspectiva de la globalizacién del ambien-
te, Para facilitar el argumento, calificaremos
estas respuestas con los epitetos de liberal,
' EL estudio de fas «problematizaciones de la ver-
dad» como la a historia de los discursos a que ellas dan
lugar ha sido propuesto por Foueault (1985),
2 La distintas percepciones ideolégicas dela proble-
‘mitica ambiental se han traducido en diferentes forma
ones discursivas (sobre las causas de In crisis de
recursos, sobre Ins desigualdades del desarrallo econd-
8 - Ecologia Poltica
A
Aan
culturalista, y ecosocialista respectivamen-
te, Las tres primeras partes del trabajo esta-
ran dedicadas a! recuento critico de los tres
discursos, En la cuarta y ultima parte, se pre~
senta un breve andlisis de la reinvencién de
a naturaleza que esta siendo producida por
ciencias tales como la biologla molecular y
la genética, y por tecnologias biolégicas ¢ in-
formaticas. Se arguye que estamos pasando
de un régimen de naturaleza orgénica (de ori-
‘gen premoderfio, hoy minoritatio) y de na-
turaleza capitalizada (moderno, hoy
dominante), a un régimen de naturaleza
construida (postmoderno y ascendiente). La
pregunta general que el trabajo se hace ¢s en-
tonces: {Qué esté occurriendo con la natu-
raleza en el umbral del Siglo XXI? ,Qué
forma estd tomando la lucha por la natura-
Teza, y cOmo esta lucha se refleja en los dis-
cursos y las prdcticas?
«NUESTRO FUTURO COMUN»: EL DiS-
CURSO LIBERAL DEL DESARROLLO
SOSTENIBLE
Es innegable que el esfuerzo por articular
la relacion entre naturaleza y sociedad mas
difundido en los tiltimos aftos lo representa
el famoso Informe Bruntland, publicado en
1987 bajo la direccién de Gro Harlem Brun-
tland, primera ministra de Noruega. El In-
forme, publicado en varios idiomas bajo el
titulo de Nuestro Futuro Comin, lanzé al
* mundo la nocién de «desarrollo sosteniblen.
‘Su parrafo introductorio reza de la siguien-
te manera:
En la mitad de! siglo XX, vimos nuestro
planeta desde el espacio por primera vez.
Tarde o temprano los historiadores en-
contraran que esta vision tuvo un impacto:
mayor sobre el pensamiento que la revo-
lucién de Copérnico del siglo XVI, la cual
cambié por completo la imagen de noso-
‘mico, sobre Ia distribucién social de los costos ecoldgi-
cos, sobre los beneficios y desventajas de la dependen-
cia teenolégica y cultural), y ha establecido las
condiciones de apropiaciém y de uilizacin politi de
‘un discurso, de cierios conceptos ‘ambientales'» (Left
1986a: 80).tros mismos al revelar que la tierra no es
cl centro del universo. Desde el espacio,
vimos una pequena y fragil esfera domi-
nada no por la actividad humana, sino
por un patrén de nubes, océanos, éreas
verdes y suelos. La incapacidad de la hu-
manidad para encuadrar sus actividades
dentro de este patrén estd cambiando los.
sistemas planetarios en Cormas funda-
mentales. Muchos de estos cambios vie-
nen acompafiados de amenazas letales.
Esta nueva realidad, de la cual no hay es-
capatoria, debe ser reconocida y ge-
renciada.
[World Commission 1987; 1; mi su-
brayado}?
El discurso del Informe Bruntland parte
del corazén mismo de la modernidad ocei-
dental, Es por esta razén que lo llamamos
Tiberat, no en un sentido moral o politico,
sino en un sentido fundamentalmente antro-
poldgico y filosdfico, El mundo de Brunt-
land, en efecto, da por sentadas una serie de
realizaciones de la modernidad liberal del
Occidente: la creencia en la posibilidad de
tun conocimiento cientifico objectivo, cuya
veracidad esté asegurada por el ejercicio ins-
trumentado de la vista (la visién desde el es-
pacio es la misma vision a través del
microscopio del bidlogo, es decir, Ia vision
ientifica); una actitud frente al mundo que
exige que este sea considerado como algo ex-
terno al observador, pudiendo entonces ser
aprehendido como tal, conocido y manipu-
lado (la famosa divisién entre sujeto y objeto
del Cartesianismo); la insistencia en que la rea-
lidad social puede ser «gestionada», que el
cambio social puede ser «planificadon, y que
la gestién de lo social puede ser mejorada
paulatinamente, ya que los nuevos conoci-
mientos pueden ser retroalimentados en los
‘esquemas de la realidad vigentes para asi mo-
dificar y afinar las intervenciones,
Pero tal vez el rasgo de la modernidad que
1 discurso liberal del desarrollo sustentable
asume con mayor claridad es el de la exis-
tencia de una cultura econémica dada. Es sa-
ido que la modernidad descansa no solo en
‘una estructura epistemoldgica particular, si-
Las tradueciones del inglés son miss.
‘no en una serie de concepciones y practicas
lamadas «econémicas», también inusitadas
desde el punto de vista antropolégico e his-
térico. El desarrollo de la cultura econémi-
ca de Occidente, y su consolidacién hacia
finales del siglo XVIII, requirié de procesos
sociales muy complejos, que solo pueden ser
mencionados brevemente en este trabajo. La
expansién del mercado, la mercantilizacién
de la tierra y el trabajo, las nuevas formas
de disciplina en las fabricas, escuelas, hos-
pitales, etc., las doctrinas filosdficas basa.
das en el individualismo y utilitarismo, y,
finalmente, la constitucién de la economia
‘como una esfera «real», auténoma, con sus
propias leyes ¢ independiente de «lo politi-
co», «lo social», «lo cultural, etc., son tal
vez los elementos mas sobresalientes de la
construccion histérica de la cultura econd-
mica occidental.
Para el ser moderno, el hecho de que exis-
ta algo llamado economia no puede ser pues-
to en duda. Esto significaria dudar de la
modernidad misma. Desde el punto de vista
antropolégico, sin embargo, eso que hoy se
jos aparece como una realidad indubitable
—la existencia de los mercados, los precios,
las mercaneias, etc.— es una concrecion re- ”
lativamente reciente. Si miréramos al Occi-
dente desde en una de las mal lamadas
sociedades «primitivas», o desde una socie-
dad campesina del Tercer Mundo actual,
percibiriamos sin grandes dificultades que el
comportamiento econémico de los moder-
nos es bastante peculiar. La misma distin-
cidn entte lo econémico, lo politico, 1o
religioso, etc. —distinciones esenciales para
la modernidad— no existen en estas socie-
dades. Esto tiene consecuencias serias para
la relacién naturaleza-sociedad, como
veremos.
La cultura econémica occidental cuenta
muchas historias de importancia para los
ecologistas. Nos habla, por ejemplo, de que
la naturaleza esté compuesta.de «recursos»,
de que estos son «limitados» y, por tanto,
con valor «monetario» y sujetos a set «po-
seidos», Nos habla también de que los de-
dada la escasez de los recursos, sus necesi-
Ecologia Politica - 9