Sie sind auf Seite 1von 12

XI

PROYECTO ARQUITECTONICO
y FORMACION DE LA CIUDAD

Las experiencias desarrolladas hasta el momento en las


universidades y en diversas investigaciones científicas
confirman que no existe una relación mecánica, de causa-
efeclo, entre los estudios sobre la formación y constitu-
ción de las estructuras urbanas y la definición de pro-
yectos de lluevas estructuras arquitectónicas.
El análisis urbano, tanto en una perspectiva didáctica
C0l110 científica (perspectivas que, en mi opinión, no
pueden llegar a separarse, salvo si se acepta la didáctica
COIllO una práctica reductiva). s610 ofrece un marco de
las relaciones -esto es, de las posibles leyes- que una
determinada intervención puede establecer COn su entor-
no, dcriniendo, por tan lO, las relaciones entre proyecto y
espacio, en sus recíprocas influencias. En este sentido,
cuanto mayor número de parámelros intervengan en el
análisis urbano, mayor será la posibilidad de definir unas
relaciones que intervengan cn el proyccto aún en situa~
ciones de parcial o total desaparición de los condiciona-
mientos del cntorno.
Este aspecto rcprcsenta, probablcmente, lino dc los
plintos de contacto cntre el análisis y la intervcnción con-
creta. En cfecto, puede afirmarse que el análisis de las
estructuras urbanas indicará en el proyecto s610 cuando

323
se prctcnda asignar un papel a aquellas est~ucturas, es t~uctura urbana que no sólo aparece como formalmellle
decir. definir unos critcrios para su valoración. que se «1Ilcomplcla». sino que se prcselll3 sometida a una trans-
convierten en pariímetros del proyecto (que .. por tal~IO, ya f~rmación cOl1linua debida <l operaciones parciales. sin
no abarcarán s610 la cdificación en sí I11lsma, SIllO la nll1g11n~l referencia a un diseiío global. Así. si bien
edificación y el enlorno en el que éSla influye). En el resulta relativamcnte posiblc idcntificar una estructura
fondo. cuestioncs como la conservación de la ciudad an- urbana formalmente completa en ciudades como Vene-
tigua (definiendo qué parles se ~lantienen y por qué cia. Turín o Roma (a pesar de las recienles transforma-
motivos. planteando su n~slauraclón o su ~ransforrna­ ciones). en olras ciudades. C0l110 ~lilál1, sólo es posible
ción) el tratamicnto de los monumentos (confIrmando su encontrar. desde el punto de vista de la morfologín ur-
funciÓn precedente o proponiendo su modificación com- bana. algunos «restos» (aunque esto no quicre decir que
pleta). el mantenimiento o la supt:esi6n de I,as. «perma- se deban abandonar tales estudios. relegando el estudio
nencias» cn una nueva ordenaCIón urballlstlca, etc., de aqu~lIos «rcst~s» al campo estrictamente arqueológi-
constituyen auténticas operaciones de proyecto, , co). ASI. en esta Ciudad. la ausencia de una «forma como
y de 1110do inverso, partiendo de los aCluales mslru- pleta» en el celllrO al1liguo y la no realización dc otra
menlos deformados del proyecto arquileclónieo (como, parles formalmcl1le completas a escala urbana -como
por ejemplo, los derivados de la coincid~nc~a entre la hubiera representado la realización del Foro Bonapane-
tipología fonnal y funcional, con los conslg.lIIentcs es~e­ vuelve a plal1lear los problemas de las «partes» como
rcolipos resultan les: asilo. rascacielos, hospllal, estudIO, componcntes de la posible morfología de una nueVH ciu-
etcétera) podemos constatar -situándonos el,l la perspec- dad (problema cuya solución implica un reexamcn de
tiva del proyecto urbanístico-- que estos Instrumentos los conceptos de «ciudad» y de «partes de ciudad», tan-
han producido. en definitiva. la anulación de aquellas to. en el aspecto formal como en lo que respecta a las
relaciones que habíamos logrado identificar.a trav~s ?el aSlgnaci?nes de usos. así C0l110 en las conexiones que
antilisis urbano, como consecuencia de su dlferencl~c~ón correlacIOnan ambo aspectos).
según asignaciones de uso reductivas y de su rep~l1cl6n Nos encontramos, así, ante la necesidad de reflexionar
SCglll1 esquemas combinatorios; esto es, la anulacl~n de sobr~ el carácter de las condiciones de la arquitectura en
aquella riqucza de implicaciones y de aquella vane.dad la clu?ad contemporánea. condiciones que deben ser
de soluciones que. en l,!tima instancia. sólo la arqllltec- entendidas en dos sentidos: por una parte. como res-
tura puede expresar y resolver. . puesla a determinadas exigencias operativas. es decir
Antilisis e intervcnción constituyen. por tanto. lIlstrU- a necesidades no .estricta y ~nicamente funcionales. y. POI:
mentas diferentes. cuya necesidad se evidencia cuando se otra. como ocaSIón para Idear y proponer soluciones
intentan resolver las relaciones entre ciudad y arquitec- frente a determinados planteamiel110S teóricos (encon-
tura. entre forma urbana y forma arquitectónica. El hecho t~·ándonos. en ambos casos, con unas referencias tcmá-
de que eslas relaciones no sean elasificables de un n~odo Ilcas que la prácliea del proyeclo debe Iral1sfonnar el1
simplista y reducibles. por tanto. a mareos esquemátiCO lemas de arquitectura). Pero al iniciar esta reflcxión. no
sc encuentra suficientemente demostrado por la e,,<trema lardamos en constalar que la ausencia de unos usos. de
dificultad que encuentra su identificación -y su. c.onsi- unas funciones precisas a nivel urbano. C0l110 ele-
guiente síntcsis en el proyecto- en. unas. condICiones mentos sectoria!es d~ un programa más amplio y. en
caracterizadas. generalmente. por la eXistencia de una es- contraste, la eXistenCia de unos usos y funciones cleta-

324 325
, 'd d arcializac1as acentúan la inc1ife· resulta nccesario considerar las dificultades qu 11' '.en
liados para acltVI a cs l' ,\,' 'Ó1 (aclllal o con tan tales realizaciones, dificultades que se han Id l11ul
"ó 'le -ística de la lit I IzaCI I
rcncJacI. 11 car~c .1 (1 c iudad y el territorio, más allá tiplicando en la época contemporánea a medido qu 1[18
tcndcncla) capllalista de dal tc del capitalismo aClual funciones y usos perdían su carácter relativamente Int:U
de lOdo el discurso gran 1 acuen'f' 'ó
.. ación y la plam IcaCI n, tiple adquiriendo formas crecicntemcnte unív cos (nsf,
sobre 1a progldlll t el proyecto de conjuntos mientras que cl Plan des Arf;sfes para París podra aún
Dc ahí cl interés que pre:eln al s usos cuya definición encontrar, para su realización, el apoyo de unos intereses
, tó1ieos de usos mu Itp e ,
arqultCCde IdCJ' ar de resu I lar d'f' '¡ y , en muchos casos,
I 1el b vo· concretos capaces dc idctificarse total O parcialmente en
110 pue . ¡ E proyectos, sin cm argo, sus propuestas, cl Plan Vais;n ni iquiera pretendía en.
luntariamentc II1comp cta .. s~os ól na vcrsi n actuali- contrar un apoyo scmejante. limitándose a indicar las
eligro de conslllUII S o u
corren e I P el'" de limitarse, por ta11tO, a contradicciones gcnéricas existentcs),
zada de los «contenc ?rt;S» y .. . el una realidad
aparecer como indicaciones antlclpadas e ucdc resultar Estas dificultades se manifiestan claramente, por ejem.
no 1'10, en las tres redacciones sucesivas del proyeclo del
urbana diferente a la ac!uaI, a la~t~~eo un~ dependencia leam de Tange para la reconstrucción de Skopje (Yugos-
fácil asignar unos. usua~~~~ ~f,~cr desenlbocan, por lo ge- lavia), donde rcsulta evidente la di olueión de la integri-
de encargos dcclIvos ,· . 'ón d~ una imagen de ciudad
neral, más en la de rmlCI ,. '¡dad comO una abstrac-
dad formal del primer proyecto (tanto en sus relaciones
internas como en sus rclaciones con las partes preexisten.
(considerando en este casOl .. CIl , 'ci6n de un proyecto tes) y su progresiva reducción a la simple definición de
'ó é " ) que no en a rea IIza d
CI n gen rica d esta forma una e- un «punto de rcfcrcncia» de un conjunto incompleto (y
para ulla ciudad que enconlrara, e ~ ,
esto, a pesar de la auscncia de los condicionamientos que
tcrminación concreta. 'ón de aquellos proyectos a una ejerce, usualmente, la propiedad privada del suelo),
En efecto. ~a. rcduc~lllá enes aunquc puede ser vale- Debe señalarse, por otra parte, que la indiferenciación
simple propOSIcIón de 11 g " d'dáelica presenta de usos (con la c rrespondiente indefinición de la arqui-
rada p~sitival11e~llc en una per~.~~~~~vnaC~1110 tal~e's «imáge- tectura) sólo caracleriza, cn el plancamiento. a las fun-
los límites pl:OplOS dc su co~~ ~ner solucioncs, ni siquie- ciones más necesarias para cl mantenimiento del actual
nCS» al scr mcapaces de p p . s de la actual
'. I contradicciones Interna ~ sistema socio-cconómico: en cfccto. eSla indiferenciación
ra parclalcs, a as ' , te campo concreto de afecta sobre tocio a la cuantificación de aquellos elemen-
organización urbana (reflejo e.n Ies del~ sistema político- tos que constituyen de hecho la estructura fundamental
las contradicciones más gcnel a cs
del actual desarrollo urbano y tenilorial (número de
cco~~~~~~~~I'usión, podcmos afirmar qUlet~: ~~lpi~~~; ~~
, t 'as formalmcnte comp e ~ ~ ~
viviendas y piezas habitables, superficie de instalaciones
industriales, kilómelros de autopistas, superficie de ofi-
unas HrqUltec UJ '¡ ~contradicci6n gcnérica (imagen), cinas, ele.), es decir, de aqucllos elcmentos que represen-
rcpresentar no s ó O u n a , I ( . ccto)- re-
, " dc contradiCCIones rea es Jlloy , tan, en el fondo, lInas inversiones «productivas», En
Sino una sellC . ndcr re rcsentar) un hecho POSI- cambio, el planeamicnlo asignará unos usos completa-
presenta (o puede plete d l' evo y diverso desarrol1o mente diferenciados (con la consiguiente precisión tipo-
livo para la configuracll1 ,e un (~~ ea quc debe tener en lógica de las correspondientes edificaciones) a todos los
dc la ciuda? cont~mp~I~¿:~~~iale:que existen enlre imá- equipamientos de carácler «reprcsivo», desde las escue-
cuenta las dlfcrenclasbs alizadas' al mismo tiempo, las a los hospitales o centros culturales. es decir, a todos
genes, proyeclos, y o ras re ,

326 327
los clcmcnlos dcpcndientcs de unas invcrsioncs «impro·
ductivas», públicas.
De este modo, nos encontramos de nuevo con la con-
u'adicción fundamenlal existente entre el desarrollo de las
fuerzas productivas Y el poder que tal desarrollo deler-
mina, fen6mcno que se cxpresa. en nuestro campo, por la
contradieci6n entre las coacciones (o, por lo mcnos, los
fuertes condicionamientos) que caracterizan el uso actual'
de la ciudad (uso, por tanto. s610 formalmenle universa\)
y la exigencia de un uso colectivo de toda la ciudad por
partc dc la sociedad en su conjunto (igualdad social cn el
uso de la ciudad).
Dcbemos preguntarnos. entonces. qué sentidO posee un
término comO colectivo -en el aspecto global y en los
aspectos específicos de la arquitectura- cuando las ins·
tituciones dc tipo «colectivo» (y los correspondicntes
equipamientos agrupados bajo tal término) se encuentran
configuradas actualmente s610 como espacios en que se
suman _y s610 se suman- exigencias individuales. bien
de forma casual. bien de modo forzado o impuesto (basla
citar, como ejcmplos de este fenómeno, la ilusoria consi·
c1eración, en la sociología americana, de los sIJoppi/'lg
centers como espacios «sociales)}; la cada vez más rápida
difusi6n del dcporte «pasivo»; la crisis del cine o el
tealro, elc.). Así. puede decirse que el término colectivo
s610 posee aún un sentidO (aunque con connotaciones
pasivos y nO activas) cuando es aplicado al uso de ciertos
fenómenos naturales (el mar. la montaña. etc.) de las
ciudades hist6ricas (cuya utilización por partc del turismo
de masas se asemcja. cada vez más. al uso turístiCO de
aquellos fenómenos naturales): debe scñalarse, en este
aspecto. comO la cultura burguesa «ilustrada» propone,
tanto para los ccntros históricos como para el paisaje
natural. sólo unas medidas de respeto. tutela y con·
servación (considerando su us comO un hecho privi·
legiado al posible -aunque no real- alcance de todos),
pero na unas medidas que impliquen su uso colectivo nFig.un 110 Plal dCel~~::.trueturnCI6n
S';oppin'g . de l'vlaryv.lIc (USA) en torno
real, transformando radicalmente u valor.
329
328
Sin embargo, no podemos proponer.. f,rente a ~qucl1a Podríamos aceptar como hipótesis, que el proceso de
tendcncia, un simple retorno a procedllmentos mas con- unificación «reductiva» (esto es, sólo «formalmente» uni-
trolables, autosuficientes, parciales, etc,. a los ~ue se vcrsal) desarrollado por las fuerzas económicas, políticas
correspondan unas asignac,iones dc uso ~redomllla~te­ y culturales que se han identificado con la ciudad burgue-
mente unifuncionales. relaclOnables entrc SI con la, fllla- sa (proceso caracterizado por una unificación de los inte-
Iidad de constituir un ordcnamiento ló~ico, y ra~lol~al, reses, de los instrumentOs y, frecuentemente, de las mis-
contrapueslo a los sistemas basados en la IIld,lferenclaclón mas edificacioncs resultantes) se convierte, una vez al-
de usos y caracterizados por el dcsorden derlvad~ d~ esta canzad~ u,na determinada fase de desarrollo histórico y
indiferenciación, En efccto, el retorno a procedlll11 cntos de CreCImientos urbano cn un proceso de dife:'enciación
de aquel tipo -defendido Y realizado hoy por tanlOS de la organización física de cada ciudad (basta pensar en
neo-racionalistas- sólo permite alcanzar (Y, esto, en cl las fuertes diferencias existentes entre el csquema de
mejor de los casos) un orden aparente (gracias al carác- nell1 tOtvtlS adoptado para Londres y el esquema de crc-

ter parcial de la intervencIón. 1Jmlla~a por ,lo gene~al a cimicllIo adoptado para París, que distribuye el territorio
sectore residenciales aislados o a CIertas II1stala~lOnes urbanizado a lo largo de un eje principal), Si aceptamos
industriales O deportivas), pero que, en el fondo, Ignora ahora, como una nueva hipótesis, que cn una nueva sacie·
o evita las contradicciones fundamentales del desarrollo dad, en una socicdad comunista, la superación de los
urbano (como sc evidencia, por cjemplo, en el proyccto actuales instrumenlos de unificación reductiva podría per-
de Bakcma para Amstcrdam, que -a pesar de las n~la­ mitir la formación de unas nuevas formas dc organización
bies dimensiones de la intervención- se basa en la sim- de los asentmnientos urbanos, podríamos afirmar que, en
ple repetición de núcleos elcmentales. sin incid~r en el tal sociedad, cl proceso de difcrcnciación al que nos he-
resto de la cstructura urbana. incidcncia que, Sin duda mos referid se transformaría en un proceso de diversifi-
alguna, habría modificado necesariamente el ,proyecto, cación político-cultural, resultante de un hecho social
induciendo probablemente una mayor complejidad for- fundamental: la identificación, la «auto-realización» de
mal), Por el contrario, debemos acentuar la mdlferencla las fuerzas protagonistas de tal proce o en su misma di-
hacia toda precisión tipológica (hasta llegar a anular la versificación,
misma tipología. en tanto que elemento ,c1aslfl~ador de Vuelve a surgir. en esle punto, el problema de la exis-
las asignaciones de uso). ref rzando al mismO tiempo la tencia de unas diferencias complejas (al margen de las
diferenciación morfol gica. tanto dc caráctcr urbano (re- diferencias puramente históricas) que acentúan, o pueden
lacioncs entre localización Y proyecto) como de ca:ácter acentuar, la diversificación formal de las distintas solu-
arquitectónico (relaciones entre proyectos y lenguaje!. ciones arquitcctónicas de carácter urbano, en tanto quc
Es evidentc que estas argumentaciones deben ser 1~ldas la forma arquitectónica resulta totalmcnte necesaria corno
COIllO intcrrogacioncs, cuya respuesla sólo 'puede, ve~11r
de
condición de posibilidad y de exislencia, de aquellas mis-
la práctica que silÚC cueslione,s y quc defll1a cl'lt.e~·los
de
mas diferencias (en este aspeelo, puede señalarse que
valoración apoyándose cn los Instrumentos espeCIficas de
los proyectos presentados al concurso para el nuevo Mos-
la arquitectura, y que dcsemboque en unos proyectos que
Cll,a pesar de no alcanzar. por lo general, una validez
constituyan la solución de problemas urbanos c?ncretos
y ya no (o ya no solamente) simples demostracIOnes de formal en sus lenguajes arquitcctónicos específicos, vuel-
ven a plantear la función pública de la arquitectura,
métodos o modelos abstractos.

330 331
como instrumento de organización urbana y dc dife- Es en el ¡ntrior dc csta contradicción dondc, en mi
renciación morfológica). opinión debemos buscar. precisamente. los instrumentos
No dcbemos. Dar talllO, pensar en la ciudad genérica y dc actuación necesarios. Para ello debcmos intcntar dar
unificada (situación que c~t{tn a punto de alcanzar las un nuevo signficado a la relación entre el proyccto y el
aglomeracioncs urbanas de los países capitalis~as). sino, c~pacio cn que sc sitúa. tcniendo en cuenta que la defi-
nuevamentc. cn las ciudades (aunque caractCrlzadas de nición dc tal relación conciernc directamcntc al conccpto
forma difercnte a las épocas prcccch::ntcs). de ciudad. como conjunto de «partes formalmente com-
En efecto, ya hcnlOs dl.:mostrado que en la ciudad mO- plelas». En erccto, la accntuación dc la importancia de
derna la I ransición dc una ordcnación basada en puntos la relación entre proyecto y cspacio pone cn crisis todas
ccntrales dc referencia (1os equipamientos públicos. como las investigaciones tendentcs a la claboración de modclos.
posibles monumcntos focalil.~~dor~~ de detem1inad~s pm'- cntcndidos como prototipos arquitcctónicos indiferentes
tes dc la ciudad) a unél orgat1lzaclOn basm.la en cl sIstema a una localización urbana precisa, mientras que, por cl
de circulaciones considerado como forma de representa· contrario. confirma el intcrés quc pre cnta la deforma-
ción total de la 'estructura urbana, anulu lOdo significado ción registrada por los posibles modelos al situarse con-
homogéneo Y global de la ciudad. a.i como sus corres- cretamente cn una u otra cstructura urbana; consiguicn-
pondientcs percepciones e imágcnes, al aSlg~l~r. a las In- temcntc. la rclación entre una tipología que se COrres-
fraeslruClllras el papel de elemenlOs de definiCiÓn de la ponda IOtal o parcialmente con delCrminadas asignaciones
de uso y una cstructura arquitcctónica cuya organiza-
ordenación urbana.
La represcntación «total» acentúa. por tanto, ,los pro- ción interna (composición) sc base en las características
cesos ya iniciados, cn fascs precedcntcs, con la IIldcpcn- del espacio en que se sitúa. hacc posiblc una notable
dización dc las partes de la ciudad, hacie~1Clo desaparecer int~rcambiabilidfld dc las propias asignacioncs de uso,
la unidad morfológica dcl conjunto. En los slstcmas fácllmcnte encuadrablcs en las formas predispuestas, cn
basado en tal reprcscntación «totab), ti,cnclen a d?sapa- tanto quc éstas se cncontrarán organizadas obre «circu-
rCcer aqucllas zonas que en el pasado sl?olo -y m~n ac- laciones» y relacioncs con el ~<entorno».
tualmente- constituían lo que poclna denon.lIna,rse De este modo. podrán romperse aqucllas vinculacio-
«ciudad inexistente» a los efectos dc una caracteriZaCiÓn nes mecánicas quc hoy imponc la técnica urbanística a
formal (zonas periféricas. slums centralcs, sectores d~te­ la arquitectura. al cxigir unas solucioncs indiferentes al
riOJ"ados. edificaciones industriales. elc.). hecho debido cntorno urbano -entendido COIllO espacio, como lugar
no a una dcsaparición dc las causas. sino Slmplemcnte concreto- y, simultáncamcnte, una monofuncionalidad
a una distinta organización dc los efectos (c~mo sc obscr- de la misma solución arquitcctónica, vinculacioncs quc
va, por ejemplo, en la act~¡al recstr;lcturaclón de Gla~· provocan una indiferenciación dc la Illorfología urbana,
gow mcdiante la implantaCIón dc nuclcos de a~ta denSI- pero no de la tipología edificatoria quc. anlcs bien, apa-
dad residcncial y productiva. vinculados entre SI por lll:3 rece confil'l1~ada precisamente por la total marginación
compleja red dc infracstructuras. dc, tráfico: puedc afll'· de las relaclOncs con cl «entorno». Por cl contrario la
marse. cn cste casO. que la pcnfcna sc ha desplazado definición de unas referencias urbanas. al inducir ~na
a las t1elV tOlVIlS. y así. cl mismo proyccto de. Copcutt prc~isión y difercnciación dc los resultados formales. puc-
para el centro comercial sólo encuentra su valldcz den- dc Impuls¿lr una tendencia hacia la indifcrenciación ti-
trO de esta nueva ordenación). pológica, anulando así toda vinculación simplista entre

332 33
Fig. Itt. Londres: el complejo de Barbican (1959) para 6.500
habitantes, proyectado por los arquitectos Chamberlll1, Powell
y Moya.

334
Fig. 112. Milán: el complejo residencial «Monte Amiata» (1970)
para 2.500 habitantes, proyectado por el arquitecto Carla Ay-
monino.
l
asignación de uso, tipo cdificalOrio y forma arquitectó- exigencias no pueden limili.lrse, genéricamente, a objeti.
nica. vos relacionados can el incremento de la población (por
Sin embargo, la utilización de unas referencias urbanas ejemplo. de/imitación de «barrios» para delerminados «cs.
en el ámbilO del proyecto arquitectónico exige, a su vez, calones» de poblaci6n: 10.000.20.000 habilantes. elc.) o
la definición de lo que se entiende por «parte de ciudad». a porcenuljes cuantitativos cuya «conformación» arquitec-
Aunque no creemos aún posible ofrecer una definición tónica intentaría alcanzar una integración en una supues-
generalizable de este concepto, sí podemos en cambio ta «totalidad» impulsada por el desarrollo de la ciudad
plalllear una melOdología tendente a esla definición que burguesa; en efectO, aquellas exigencias prescnlan funda-
aticnda fundamentalmente a los objetivos que pretenden mcnlalmente un carácter cualitativo. al situarse en una
alcanzarse medianle la inlCl'vención arquitectónica; me- perspectiva cuyos objtivos centrales son la absorción del
todología que cOlnporla un ulterior punto de contacto mayor número posible de parámetros del actual sistema
entre análisis urbano y proyecto arquitectónico. En este «(funcionalmente diferenciado») y su transformación en
aspecto, a pesar de estar de acuerdo con Aldo Rossi cuan- hechos. arquitectónicos. abarcando tanto parámetros de
do afirma que el problema de la «arquiteclUra como com- orden JI1fraestructural (como demuc tran. por ejemplo,
posición» no puede ser equiparado -en las condiciones los «puerlOS» de Kahn para Filadelfia o la fábrica Oli-
actuales- al de la «arquiteclllra como construcción de velli de Le orbusier) como de orden propiamente estruc.
la ciudad», opino -por las consideraciones 3nterionncn·' ItIral (cuy~ superposición no ha sida aún intentada, pero
le cxpucstas- que ambos problemas tiendcn, sin em· cuyo sentido aparece claro: alcanzar. en la actualidad,
bargo. a superponerse y que la definici6n del fcn6meno un.as intervenciones equivalentcs. por cjemplo, a las fá-
que hemos denominado "parle de ciudad» juega un papel bncas que Bchrens consiguió insertar cn la ciudad bur.
importante en tal superposición. guesa).
Por ejemplo. creo que no debemos considerar la rela· Por tanto. la definición de la «parle de ciudad» cons.
ci n residencia-equipamientos (y, mucho menos aún, la tiluye un problcma aún abierto: así. podcmos considcrar
re)(lción residencia·zonas de trabajo) como una antítesis eOl11o tal «parlc» tanto una arquitectura única (aunque
compostiva. (reflejo, a su vez, de antítesis más amplias, cn este caso, debcríamos plan leal' de inmediato la dcfini.
de orden soeiol6gico y econ6mico). sino que debemos ción de nuevos instrumcntos cn sustituieión dc los anti.
entender tal relación como un hecho estructural y una guos -y aún operantes- reglamentos de edifieaci6n)
base para la definici6n de distintas hip6tesis formales y eOlllo un sIstema que se limita a proporcionar una cstruc-
organizativas para la ciudad contemporánea. En este tura de conjunlo (en la que se inscrtarían. de una forma
aspecto, debe señalarse que la definición de una «parte libre. las distilllas partes. en sustitución de la relación
de ciudad» implica, también. cicrtos problemas de orden tradicional dcfinida por la disposición de los edificios
dimensional. relacionados tanto con la dimensión del a ambos lados de la calle) o, incluso. cama un seelor
espacio urbano existente como con la dimensión de la urb",lO identificable y definible en í mismo (eOrr pon-
nueva intervención. Así, estas dimensiones deberán refe- dletlle a los sucesivos añadidos hist6ricos de la ciudad
rirse, en cada caso. a parámetros de proyecto concretos tradicional). Sin embargo. la constitución de una «parte»
en correspondencia a las exigencias que se pretenden re· e?mo tal (es decir. en relaci6n al conjunlo urbano) exigi-
solver (o. incluso. a exigencias planteadas sólo a nivel na, cn .c~lalqlllcr caso. como condición neccsaria (aunque
de hipótesis). Sin embargo, debemos seíialar que eslas no sufICIente) su caraclerización como hecho <<[ormal-

336 337
mente completo» Y. por t8nto. arquiteclónicamcntc identi-
ficable (identificabilidad que vendrá determinada, precisa-
mente, por la valoración global -basada en la unión de
análisis e intervcnción- quc se dé del conjunto urbano
implicado).

338
INDICE

Prólogo a la cdición cspañola. A. Fernálldez Alba 7

Introducción 17

~ 1. El significado dc las ciudadcs 21


fT. Las relaciones entre los servicios y los equi-
pamientos 47
111. Los cquipamientos y sus relaciones con la
ciudad 73
IV. La formación del concepto de tipología edi-
ficatoria 95
V, La, aportaciones del movimiento funciana·
lista 123
VI. Problemas de morfología urbana 16
e VII. La arquitectura como fenómeno urbano 187
VIII. Relaciones urbanas y modalid,1des de uso de
la arquitectura 217
1X. Tres ejemplos: Roma, Edimburgo y Londres 245_
X. Parte de ciudad y dimensión arquitectónica 295
XI. Proyecto arquitectónico y formación de la
ciudad 323
• XII. La «ciudad socialista>>: límites y validez del
término 339

Indice de nombres 361

Das könnte Ihnen auch gefallen