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Universidad Nacional de Córdoba

Escuela de Historia
Seminario: Filosofía e historia
Docentes a cargo: Edgar Rufinetti; Carolina Fabaccio

Federico Rojo

Reseña de las cuatro primeras tesis de “El concepto de historia” de Walter


Benjamin

En esta reseña no nos proponernos hacer un análisis exhaustivo de cada una de las
tesis, eso es algo que han realizado muy bien Michel Löwy y otros tantos críticos de la
obra del intelectual alemán. Lo que nos proponemos, es llevar adelante y de manera
muy sintética los puntos que son de nuestro interés personal que se encuentran dentro
del texto propuesto por el seminario, esto es, tratar de desglosar un conjunto de
conceptos que se reiteran, y por lo mismo, resulta importante extraerlos para tratar de
ponerlos en sobrerelieve, destacarlos e intentar ver la forma en que ellos se engarzan en
el conjunto de las tesis. Para tal fin, los conceptos e ideas a analizar serán: Teología y su
relación con el Marxismo; mesianismo, como así también los de rememoración
(Eingedenken) y redención (Erlösung), que se encuentran y se distinguen
fundamentalmente dentro de las cuatro primeras tesis. Al proponer esto no estamos
diciendo que dichos conceptos o ideas sean los más importantes, ni mucho menos los
únicos que merecen ser considerados, sino solo que éstos nos resultan de nuestra
preferencia porque se ajustan más a los intereses personales que nos llevan a
interesarnos por este autor. Otra de las consideraciones que creemos que deberíamos
tener en cuenta, es que esos conceptos que queremos destacar si bien están presentes de
forma clara en esas cuatro primeras tesis, son conceptos fundamentales, ya sea de forma
explícita o de manera implícita en la mayor parte de la obra del texto en cuestión.
Una de las formas en que consideramos que puede ser ordenado en su temática este
texto, claro está que es subjetiva esta ordenación, es considerar a esas cuatro primeras
tesis como tesis con una dimensión teológica manifiesta. Dimensión que comienza a
diluirse en el aspecto político en las tesis que van desde la cinco a la ocho, para
finalmente en las últimas aparecer fuertemente el aspecto político clásico del
materialismo histórico. Es por ello que el desarrollo de nuestro trabajo se propone sobre
las tesis que van desde la uno hasta la cuatro.
En “Sobre el concepto de historia”, Benjamin cuestiona las formas hegemónicas en
que se impuso el discurso histórico. Este cuestionamiento podría resumirse en una serie
de preguntas que denotan la dirección hacia la cual se dirige la crítica ¿hay una sola
forma de contar la historia? ¿si es así, esa forma es siempre la del vencedor? O bien, si a
la historia la escriben los vencedores ¿Qué sucede con la/s historia/s de los derrotados,
logran o no logran redimirse?
Estas preguntas que hemos formulado y que perfectamente se pueden desprender del
texto, aunque en él no figuren explícitamente, marcan, como dijimos, la dirección de
una cierta intensión, podríamos decir, de un deseo que se perfila sobre el contexto socio-
político en el que nuestro intelectual alemán está inmerso. Dicho deseo podría ser
expresado como la necesidad de Benjamin por encontrar la clave que conduzca a la
derrota política y cultural del fascismo, pero de ninguna manera el texto de Benjamin
debe ser considerado como original con respecto a su temática profunda. Es decir, los
temas sobre los que hace hincapié pueden ser recogidos desde una génesis de la obra de
Benjamin. Temas como el mesianismo judío; el marxismo, que conoce de la mano de
Lukács en 1923; las críticas al concepto burgués de progreso, en el cual Benjamin ve
una reificación de las relaciones humanas, etc. son ideas que están ya en el conjunto de
su obra anterior. En todo caso son reutilizadas aquí y se vuelven en la pluma del alemán
un modo de contrarrestar el surgimiento y asentamiento legitimado de cierto tipo de
totalitarismo de la década del 30 del siglo pasado, que no puede dejar de inscribirse en
el contexto de una porción del mundo profundamente “desencantado”1, que vive
inmerso en un proceso de racionalización e incredulidad, en donde muy por el contrario
a lo que se ha pensado, la historia lejos de ser un corredor hacia la esperanza de un
mundo mejor, el cual desembocaría en una revolución restituyente de una “edad
dorada” (fin de la lucha de clases), es más bien, uno que conduce hacia un conjunto de
catástrofes que está dejando ruinas y vencidos sin redención. En este sentido el texto de
Benjamin, a nuestro juicio, va a trabajar sobre dos ideas basales: la concepción
“tradicional” de la historia y la concepción “tradicional” del tiempo. Ambas, imbricadas
en el entramado cultural y social de los vencedores, es decir, en un entramado socio-
cultural hegemónico.

1
En el sentido propuesto por el sociólogo alemán Max Weber.
Desde la perspectiva de Benjamin, si queremos hacer una crítica de las lecturas
oficiales de la historia tenemos que poner entre paréntesis nuestra propia manera de
concebir el tiempo. Mirada que se resiste ya que está profundamente instituida. Nuestra
percepción del tiempo como un tipo de tiempo lineal y cuya marcha es hacia el
progreso, hacia adelante, donde el momento posterior es superador del instante que lo
ha precedido, no hace más que impedirnos valorar y redimir ciertos aspectos del pasado.
En este contexto el materialismo histórico tiene mucho que decir y desde la tesis I eso
que tiene que decir, por qué decirlo y qué decir, se ponen de manifiesto.
En la alegoría que se presenta en la primera de las tesis, el muñeco que se percibe
como quien lleva adelante o debería llevar adelante los movimientos estratégicos contra
su adversario fascista, es precisamente el aspecto material del materialismo histórico, o
si se prefiere, es el rostro visible de este pensamiento. El otro aspecto que quiere poner
de manifiesto Benjamin es el espiritual, representado por el enano oculto, invisible, que
es la teología. Es decir, eso “que se llama “materialismo histórico””2 tiene un
componente espiritual que le es intrínseco y del cual debería obtener su fuerza en la
lucha por los oprimidos, o dicho de otro modo, en la lucha por aquellos que no han
quedado representados dentro del modo hegemónico del vencedor de contar la historia.
Más precisamente, la teología en su relación con el marxismo debe contribuir a
restablecer la fuerza revolucionaria del materialismo histórico que ha sido reducido a
un materialismo mecanicista y evolucionista por los ideólogos de la Primera y la
Segunda Internacional. El materialismo histórico que Benjamin nos propone en este
texto es la deriva de la renovación, de esa “activación espiritual por obra de la teología”3
que debe hacerse cargo del momento histórico en el que los movimientos obreros
marxistas, socialistas y anarquistas han sido derrotados. Esa partida será ganada si se
hace otra interpretación de la historia que no adscriba a la interpretación de los
vencedores. En otras palabras, para Benjamin los derrotados jamás vencerán si entre
otras cosas no dejan de percibir la historia desde el punto de vista del opresor. La fuerza
para hacerlo debe ser extraída del aspecto espiritual (teología) del materialismo, que le
otorga a éste su capacidad de rememoración y redención. Este último concepto
aparecerá más claramente en la segunda de las tesis.

2
Löwy, M: Aviso de incendio: una lectura de las tesis ”Sobre el conc3pto de historia”, Ed Fondo de
cultura económica; Buenos Aires, Argentina, 2003; Pg. 48.
3
Löwy, M, Op cit; Pg. 49.
En la tesis II Benjamin pone el acento en dos ideas que para nosotros ocupan el
centro del entramado conceptual de la postura benjaminiana, estas son, la idea de
felicidad y la idea de redención. Si buscamos en un diccionario la palabra redención
encontramos lo siguiente a partir de su verbo: Librar a una persona de una obligación,
de un dolor o de una situación penosa. Para Benjamin lo que los hombres del presente
deben conseguir es la liberación de aquellos oprimidos del pasado. Según el intelectual
alemán el pasado está teñido de desolación y abandono y eso debe ser reparo para la
felicidad de cada generación en determinado momento histórico y a través de una
conciencia histórica que les es propia. Como vemos, la redención remite a la abolición
de la injusticia cometida a las generaciones pasadas, remite a la posibilidad de
realización “de lo que pudo ser y no fue” pero además una rememoración de dichas
generaciones. Según Benjamin la rememoración es una cualidad teológica y como tal la
teología puede evitar desde esta dimensión la concepción de una historia clausurada.
Desde una perspectiva marxista tal cual la percibe Benjamin, el materialismo histórico
tiene un lucha contra los opresores de todos los tiempos, es decir, contra los actuales y
los del pasado. Para Benjamin los muertos, los dolientes, lo faltos de justicia nos
reclaman desde todos los tiempos, sean éstos pretéritos o presentes. Así, la redención
mesiánica de la que aquí habla es fundamentalmente revolucionaria, no divina, ni
vendrá del cielo. Son los hombres y mujeres marxistas los encargados de redimir a los
oprimidos. Esto último se ve bien reflejado en el siguiente párrafo que hemos extraído
de la tesis II.

Existe un acuerdo tácito entre las generaciones pasadas y la nuestra. Nos han
aguardado en la tierra. Se nos concedió, como a cada generación precedente,
una débil fuerza mesiánica sobre la cual el pasado hace valer una pretensión.
Es justo no ignorar esa pretensión. Cualquiera que profese el materialismo
histórico sabe algo de ella.

Como se alcanza a percibir, si es que hemos logrado mostrarlo, la tesis dos puede
leerse como una consideración que las generaciones del presente deben tener, desde la
rememoración, hacia las generaciones del pasado. Como veremos a continuación la tesis
tres es una inversión de esta perspectiva, y por lo mismo, puede ser leída desde las
generaciones del pasado hacia las del presente, en otras palabras, el pasado nos reclama
algo y en ese reclamo se establece un compromiso que debemos asumir. Quien adscriba
al materialismo histórico lo sabe y no puede obviarlo. En esta tesis se percibe casi un
modo prescriptivo de dirigirse a los cronistas, quienes no deben dar nada por perdido de
aquello que ha ocurrido en el pasado.

Nuevamente surge el tema de la redención como modo de cumplir cierta apocatástasis ,


es decir, una redención que regresa a su estado primigenio todas las cosas y que tan bien
ha sido puesta en el trasfondo del movimiento surrelista y de los socialistas utópicos de
comienzos del siglo XIX. Para Benjamin la cultura revolucionaria debe enriquecerse
con las utopías del pasado y el materialismo histórico debe hacerse cargo de las ideas y
necesidades de los movimientos del pasado surgidos a la luz de las luchas de los
oprimidos hacia los opresores. El pasado nos reclama no dejar esas luchas sin sentido,
retomarlas, completarlas. Así, rememoración, redención y apocatástasis son los
conceptos sobre los que pivotea esta tesis. Ciertamente pueden amalgamarse dentro de
los aspectos espirituales del materialismo histórico, es decir, son aspectos que aporta
aquel enano giboso y oculto que se describió en la tesis uno y por lo mismo, aspectos
teológicos de ese materialismo a la Benjamin.

En la tesis cuatro aparece un concepto fundamental del marxismo que Benjamin por
supuesto no puede dejar de lado y debe engarzarlo con los aspectos espirituales: la lucha
de clases. Esta relación entre el aspecto material y espiritual es para el alemán una
relación dialéctica que se aleja de la indeseable configuración mecanicista que percibe
Benjamin en la relación entre estructura y superestructura. Evidentemente la lucha de
clases tiene un aspecto material muy importante y esto es reconocido por Benjamin,
pero más aún le interesar reflejar el aspecto espiritual en esa lucha y ese aspecto está
dado en la motivación de los actores sociales oprimidos para seguir luchando. Es el
aspecto espiritual, mesiánico y redentor de la lucha lo que motiva a los perdedores
sistemáticos en la historia a seguir adelante. La lucha, sin este aspecto, ya hubiera sido
abandonada y es por ello que el materialismo histórico debe valorarlo. Los lectores y
cronistas burgueses pueden leer y contar la historia como una sucesión de triunfos pero
para el intelectual alemán la historia debe pensarse también desde la perspectiva de los
vencidos y desde ella la historia no se percibe en su carácter evolucionista, es decir,
como un cumulo de victorias hacia el progreso, que inmerso en un proceso de
racionalización aportado por los vencedores, nos conducen hacia la libertad (aquí puede
apreciarse una crítica a la perspectiva de Hegel sobre el desarrollo de la historia) sino
más bien, como en el Ángelus Novus pintado por Klee, si miramos hacia atrás, solo hay
ruina y desolación y es la de los oprimidos, los vencidos, los dominados, o dicho de otra
forma, desde los de abajo o si miramos hacia atrás.

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