jurante Ia segunda guerra mundial el ejército aleman de
‘ocupacién encargé a unos campesinos franceses que se
cuparan de un soldado convaleciente de sus heridas de
guerra, Los campesinos estaban bastante preocupados por
cémo le harian para establecer comunicacién con el “*bo-
cho”, como llaman popular y peyorativamente los franceses
a los alemanes. Pensaban que tal vez moriria de hambre 0
sufriria dolores perfectamente remediables por no ser capaz
de expresar de modo inteligible que necesitaba ayuda, Muy
pronto se dieron cuenta de que la conrunicacién a través de
gestos marchaba bastante bien; como la mayoria de nosotros
hemos experimentado en paises cuya lengua no dominamos,
el cardcter universal de ciertas necesidades humanas basicas
proporciona un fundamento de inteligibilidad nada despro-
ciable. Pero uno de los campesinos —Ilamémoslo Picrre—
quiso ir mas allé: teniendo una gran curiosidad sobre 1a
lengua de los alemanes, se tomé su tiempo para tratar de
entenderla mejor, Y una buena tarde Pierre explicé a sus
“Estos bochos”, les dijo, “es verdaderamente increible cun
inteligentes son. Para cada cosa que le muestro, el chico éste
me da una palabra en su lengua. Imaginense nada més: los
alemanes tienen realmente una palabra para cada cosa”
Lo quecsiée as deestahistoriaes a intima conviceién
que tenemos los hablantes de una lengua de que en muestra
Jengua nosotros no tenemos en verdad un palabra par: ~ada
cosa. Los franceses del cuento no sienten que ellos tengan
una palabra para cada cosa. ;Por qué? Porque ellos tienen las
cosas mismas, Los alemanes (y en general los extranjeros,
los que hablan otra lengua), pobrecitos, ellos no tienen las
cosas mismas; lo que tienen son sélo palabras. De ali que
resulte admirable que tengan “una palabra para cada cosa”;
cs, sin duda, un signo clarisimo de una gran inteligencia ¢
inventividad, No se ria usted, porque en su lengua matena
también tiene las cosas mismas, y nunca —realmente
‘nunca— meras palabras.
* Centro de Investigacién en Lenguas Indigenas y Programa de Doc-
torado en Ciencias Sociales uoea-ctrsas
{Qué es leer y escribir |
| desde un punto de vista lingitistico?! |
Fernando Leal Carretero
Universidad de Guadalajara*
ESCRITURA Y OBIETIVACION
La lengua, Ia lengua de veras, la lengua hablada, Ia lengua
que aprendimos de chicos, esta tan cerca de nosotros que no
nos parece que represente las cosas en modo alguno: més
bien es ella misma las cosas. En cambio, Ia lengua escrita
constituye un proceso de alejamiento, de distanciamiento; si
ustedes quieren, de objetivacién, que conlleva necesaria-
mente un castigo: no parece Ia lengua escrita ser ya ella
misma las cosas, sin mediacién ni representacién, sino jus-
tamente estar, como escritura, en medio, casi diria estor-
bando, tapando las cosas. Esto es especialmente verdad
‘cuando apenas hemos comenzado a aprender a leer y escribir.
Después se da un proceso de objetivacién inverso: resulta
que las palabras escritas son menos escurridizas que las
habladas: no se las lleva el viento, con las consecuencias que
Paolo Freire ha expuesto tan vividamente. De esta nueva
objetivacién surgen el derecho y Ia filologia, con toda una
sarta de nuevos problemas metodolégicos: contratos y titulos
de propiedad, letra frente aeespiritu dela ley, critica del texto,
critica literaria, arte hermenéutica, gramatica, y, en iltimo
término, lingiistica
Sin temor a exagerar, podemos decir que aprender a leer
y escribir es aprender que la lengua representa las cosas,
de ninguna manera es las cosas. Ahora bien: esto es muy
dificil de entender intelectualmente y de aceptar emocional-
mente, Hablar, es decir, usar signos que representan las
cosas, es algo que hacemos, como quien dice, por naturaleza
aprender a hablar cs algo infinitamente mas féecil y menos
traumético que aprender a leer y escribir.’ Y aunque se sabe
que hay un limite a la edad en que podemos los seres
humanos aprender a hablar, los casos en que se rebasa este
limite son tan extraordinarios que damos por sentado que
hablar se nos da de manera simple y sin mayor trimite. Los
ceasos extraordinarios son los de nifios abandonados (Kaspar
Hauser, of Feuerbach 1834), 0 artificialmente aislados (Ge-
nie, ef: Curtiss 1977). El caso de los sordomudos, mas
comin, es también mucho mas complicado, y hoy dia se sabe
que esto no es un obsticulo para aprender un lenguaje: el
Tenguaje de signos de los sordomudos tiene un vocabulario
Tiempos de Ciencia, nism. 29, octubre-diciembre 1992, 9p. 32-46EES EEE *
tan rico y una gramética tan compleja y estructurada como
cualquier lenguaje verbal (Klima y Bellugi 1979; Sacks
1989).
Pero justo por la naturalidad con la que aprendemos a
hablar es que no vemos el aprender a hablar (y el hablar
mismo) como lo que en realidad es: una hazafia que nos hace
humanos. En cambio, cuando se trata de leer o de escribir,
Jas cosas cambian enormemente, No entendemos de buenas
4 primeras de qué se trata; es més, se nos antoja un poco
absurdo, si no imposible. Piense usted tan s6lo un poco. Me
levanto, voy al pizarrén, tomo un gis y moviéndolo con gran
habilidad produzco algo como en la figura 1. Entonces le
digo a usted con toda frescura: Ie quiero hacer ereer a usted
que eso que quedé alli “escrito” tiene que ver con esas. cosas
familiares y archiconocidas que son las casas. Es realmente
dificil de tragar, Es, con una palabra, un ultraje a la razon
Eso que quedé alli “escrito”, 0 mejor dicho, eso que quedé
alli rayado o dibujado en el pizarrén, no se parece en nada a
una casa, Claro que no, me parece oir decir, puesto que
escribir no es justamente ni rayar ni dibujar. ,0 si?
CASA
Figura 1
Escribir y dibujar
Consideremos primero el caso del dibujo. Aunque, como
lingiista, disto mucho de ser un experto en este tema, hay
algunos prejuicios que es fécil eliminar. Se piensa muchas
veces que la diferencia esencial entre escribir y dibujar es
que el dibujo es semejante al objeto dibujado, mientras que
la palabra escrita no lo es. Esto es demasiado simple. En
primer lugar, el Ienguaje (hablado y escrito) tiene mas
propiedades icénicas de las que pudiera parecer. Este ¢s un
tema que ha venido atrayendo mucho Ia atencién de los
lingUistas en los Gltimos diez altos. Un par de ejemplos
relativamente simples y aparentemente universales:
— La founa del plural tiende a ser més larga, a tener |
més fonemas que la forma del singular; asi, en
espafiol hay que afladir uno o dos fonemas: casa-
casas, corazén-corazones, de manera que la mayor
ongitud del plural refleja el mayor nimero de refe-
rentes.
— Cuando se narran eventos que se sucedieron en el
tiempo, la sucesién temporal de las oraciones en la
lengua hablada —y su equivalente, la sucesién
espacial en la lengua escrita— es isomérfica con la
sucesién temporal de los eventos narrados; asi, el
famoso “Llegué, viy venci” de Julio César, que no
es cquivalente a “Vi, llegué y venci”, ni mucho
‘menos a “Venci, llegué y vi”.
Relaciones icénicas semejantes a éstas las encontramos
repetidas en el lenguaje escrito de los nifios, como han
mostrado en forma suficiente las investigadoras de la escri-
tura infantil (Ferreiro y Teberosky 1979; Ferreiro 1986; Leal
Garcja 1987), Casi habria que decir que nadie conoce mejor
la iconicidad del lenguaje que los nifios que estin apren-
diendo a escribir, aunque sea de manera intuitiva, (De una
‘manera més reflexiva, encontramos relaciones icdhicas en la
escritura innovadora de los poctas modemos, desde Mallar-
mé hasta Octavio Paz.)
En segundo lugar, el dibujo es menos semejante de lo
que se supone. Piense usted que el dibujo es siempre conven-
cional en buena medida, y nunca totalmente natural. Para
continuar con el mismo ejemplo, baste recordar los dibujos
infantiles de casas, como cl de la figura 2. Este y parecidos
dibujos estén totalmente estilizados y no corresponden a
nada que se haya visto nunca (por lo menos en nuestro
‘medio). Para usar otro ejemplo, recordemos el caso en que
cl nfo (no queriendo acabarse su crayén azul) traspone los |
colores del cielo y de las nubes, es decir, dibuja las nubes
azules y deja el cielo blanco (del color del papel)
Este tipo de convenciones y trasposiciones constituyen
el dibujo y la pintura siempre. Hay una anécdota sobre
Picasso que ilustra la convencionalidad del dibujo y la pin-
tura mucho mejor que cualquier explicacién académica. Se
‘cuenta que, estando él presente en una exposicién de sus
obras, se Ie acereé un comerciante y, apuntando a uno de los
célebres cuadros “cubistas”, le pregunts qué representaba
aquello. Picasso le contesté amablemente que una mujer. El
comerciante sacudié con tristeza la cabeza, sacé su cartera,
extrajo de ella una fotografia de su mujer y le dijo: “Mire
usted, asi es una mujer”. Picasso se rascé la cabeza y sin
Figura 2
33| inmutarse le repuso: “Conque asi es una mujer: plana, en
blanco y negro, y como de cinco centimetros””
Estoy, pues, de acuerdo: escribir no es dibujar, Pero la
diferencia cs més dificil de atrapar de lo que pareciaa primera
vista, Algo que es inmediatamente relevante, sin embargo,
| es que los nifios muchas veces hacen acompailar sus escritos
de pequefios dibujos, con lo que tratan de completar una
operacién semidtica que les resulta incompleta 0 por lo
‘menos incémoda (¢/: Ferreiro 1986). En esta tendencia po-
dria estar el secreto de la diferencia, si supiéramos interpre-
tarla mejor y si tuviéramos una teoria general de los signos,
que es algo que no tenemos, diga quienquiera lo que quiera.
Y no se trata nada més de una estrategia infantil: este acom-
pailar escritos con dibujos 0 dibujos con escritos es algo que
reaparece en el arte y la ciencia de los adultos. Piénsese nada
més qué seria de tantos y tantos textos si los privramos de
los esquemas y diagramas que llevan adjuntos; y, por su-
puesto, qué seria de tantos esquemas y diagramas sin sus
textos.
Eseribir y rayar
‘Ahora bien, nadie en su sano juicio —o por lo menos, nadie
‘que yo sepa— ha querido identificar el eseribir con el dibu-
jar. Pero que escribir tampoco sea lo mismo que rayar es algo
que parecen persistentemente ignorar los que conciben el
escribir como un acto de méro control motriz, un saber
sostener la pluma, el lapiz o el gis y un saber mover la mano
| ejecutando los trazos en lamanera convencional, de izquierda
a derecha, de arriba abajo y contomeando las conocidas
figuras de las letras. Aqui si ha habido identificacién, y la
identificacién ha dictado la pedagogia. Pero las lectoras y
lectores avisados dirin que se trata aqui de una etapa su-
perada, que a estas alturas ya nadie cree que escribir es rayar.
Sin conceder que se trate de algo superado, diremos que el
cconsenso crece en torno al siguiente axioma: escribir no es
simplemente rayar, saber sostener la pluma, mover la mano
y trazar las figuras de las letras, sino hacer todo eso sabiendo
{que dichas figuras representan sonidos (0 si queremos ser
muy elegantes, diremos que representan “fonemas”).
En ese sentido, aprender a escribir es aprender a trazar
las letras con conocimiento de que corresponden a los soni-
dos 0 fonemas de la lengua en cuestion. Y leer es el proceso
contrario: viendo Ia letra trazada, producir cl sonido 0
fonema que le corresponde. Al decir esto, y sin ir mas alla,
tal vez no nos demos cuenta de la enormidad de lo que
estamos diciendo. Hablar no es producir sonidos. Piensen
las lectoras y lectores una vez més en la analogia con una
lengua extranjera. Cuando usted oye a personas hablar en
| una lengua que usted no conoce; para imos al caso mas
popularmente extremo, cuando usted oye personas hablar en
chino (mil disculpas a las chinas y chinos que esto leyeren
por supuesto que el chino no es ni més ni menos exético que
34
‘cualquier otra lengua); aquello que realmente oye usted es... |
sonidos: gente produciendo sonidos. Pero eso no es hablar,
y muchas veces es dificil escapar a la conclusién de que esas
‘gentes no estén realmente hablando, sino que estén tan sélo |
produciendo sonidos. Esto es también lo que hacen los nifios
muy chiquitos a quienes todavia les falta mucho para hablar: |
s6lo producen sonidos. Todos sabemos que los griegos Ila- |
maban a los extranjeros barbaros; pero pocos saben lo que la
palabra significa. La palabra “barbaro” es una especie de
‘onomatopeya: bar, bar, bar. El barbaro es el que no habla, el
{que sé6lo produce sonidos: bar, bar, bar. Piensen en la palabra
espafiola “balbucear”, emparentada etimol6gicamente con
aquella griega. El extranjero es un balbuceante; justamente
como un nifio, es alguien todavia menos que humano, que
s6lo produce sonidos, no habla,
PEQUENO EXCURSO SOBRE EL OBJETO DE LA LINGOISTICA
Pero si hablar no es producir sonidos, entonces ,qué es? La
ciencia que estudia esto, la lingiiistica, nos viene enseitando
con rigor y amplitud cada vez mayores la extension de
nuestra ignorancia respecto de esa actividad a la vez tan
ccuriosa y tan indispensable, y sin la cual no seriamos huma-
nos. Los lingiistas no sabemos todavia bien a bien qué es
hablar, pero lo estamos averiguando. Lo tinico que podemos
decir es que no es realmente ninguna de las cosas que hasta |
ahora se han dicho. Es muchisimo més complicado de lo que |
habiamos pensado. Las teorias que se nos ocurren con natu-
ralidad son fundamentalmente erréneas. Para ilustrar esto,
vale la pena volver a Pierre, el eampesino francés del cuento
‘con que comenzamos. Lo que le pasé a Pierre es Io que le
pasa a quienquiera.que sc enfrente primero a la lengua
cescrita. El campesino se convirtié, sin deberla ni temerla, en
lingiista: comenz6, por primera vez-en su vida, a analizar el
lenguaje. Pero no su propia lengua, que le quedaba de-
masiado cerca, sino la del “bocho™, ala cual podia ver, como
quien dice, desde fuera
Para recalcar esta exterioridad, recordemos que Pierre
no les dijo a sus compairiotas: “Donde nosotros decimos |
gargon, ellos dicen Knabe, y donde nosotros decimos pain, |
ellos dicen Brot.’ Eso hubiera sido reconocer que ambas
lenguas representany no son las cosas. Pero comoquiera que |
fuera, al pensar que, sino en francés, por lo menos ¢n aleman |
si hay una palabra para cada cosa, Pierre vino a desarrollar |
una de las primeras teorias sobre el lenguaje que son posi-
bles: que la relacién entre el lenguaje y las cosas es una
relacién de denotacién, y que esa relacién de denotacién es
de uno a uno (por cada palabra individual, una cosa indivi-
dual). Pues bien, esta teoria ingenua es falsa en todas sus
partes“ mostrar por qué la teoria es falsa nos ayudara a
comprender la complejidad de ese objeto de estudio que es
el lenguaje. Por comodidad llamémosla la teoria una-una del
Tenguaje; es decir, una palabra, una cosa. A continuacién