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mi opinión puntualiza un punto definitivo sobre esto: los psiquiatras del siglo XIX
necesitaron nada menos que la invención de la sexualidad v, cosa que viene con
ella,.Ja función psi, para consegui1;'remedar el.procedimiento anatomó-clínico que,
en la misma~~lli.>C~1 con Bic;l2at,.~1.~~: más m~~e~ta~ ~e sus conquis-
~ Es cierto que esta laboriosa imitación sólo engañó a quienes quisieron dejarse
engatusar.
. Foucault nombra ~g~ll!!.!S~~<!.am€~el 9 de enero de 1971.. para
cartOgrafiar de inmeOi'ato su aespliegue.g Todó parte de la demostración previa
de acuerdo con la cua!..~lps~$Jui,~tr~~s_algu)ep.,~I~ediriq~ (consiguió entonces, por
lo que se refiere a una muy amplia parte, 9.!!.e~(~ialmente se ponga a s.1!..cuentala
"dirección d_e~op.ciencia"); esto parece, una vez. hecha la lectura, indiscutible.
Pero lo que cuenta sobre todo, y es muy notable en Foucault, es su localización
de la man~L~g=~l~J?:si~~~~a
poaer extremadamente apreIDlante dirir~<!o ~~E}f.repta,para
ae delirio -apremiante ~n él,
el para
alienado, al
el alie-
nado, pero también para su entomo~ el psic\1Úatra va a ocu-parse de dirigir al
a4en~dQ.,.d~~ole a la realidE.4121~.!Cl!!!J?_2~~.Lq~s~~&~12,".9.l!tlollcault
llama la tautoloqÍa asilar. "Darle entonces poder a la realidad V fundar el poder
~ob!~ la realidad es la tautología asilar" .16 ¿Qué ocurre con esta realidad? Foucault,
como Lacé!~noJa encara como un dato bruto, sino como voluntad del otro, dicho
de otro modo, del psiQuiatré\. Por supuesto que esto encuentra mil ecos en el psi-
coanálisis, y el apoyo sobre la parte sana del yo no es más q~~~..!.~0!P"~ración de
las tácticas del tratamiento moral.
Pero Foucault va más lejos y se pregunta, cuando se trata de locos: ¿Por qué la
medicina? ¿Por qué la medicina, cuando la disciplina impuesta en los asilos prácti-
camente no se distingue de la que existe en las casernas, en las escuelas, en los
orfanatos, en las cárceles? En este viraje nos espera una sorpresa con su observa-
ción, según la cual, no es el saber médico el que hace la diferencia entre el médico
V cualquier administrador que tenga el poder, porque, destaca, no hay, cop.eX\tm
estrecha ni tampoco laxa entre el saber ~áctica de los alienistas; ambos, saber
y práctica, recorren su propio camino, cada uno por su lado. En cambio, lo que
cuenta para g!n.ener ~ el ali~nado admita e5ta realidad gue le oponen, conside-
rada como más apr~!PÍ@'~.9!1e su delirio, no es nada menos..5lue.~ c~po médico
mismo, qte.rpo ~9.!l~te,~~~0 ~!.E!!P.21!~ (véase desde la primera lección del
curso). cuerpo que adquiere, lo muestra Foucault, las dimensiones del asilo mis-
2005. [En inglés el original: The Emergence of Sexuality. Historical Epistemology and the
Formation of Concepts, Harvard University PreBs, Cambridge, Massachusetts / Londres,
Inglaterra, 2001. En español: Arnold 1. Davidson, La aparición de la sexualidad, trad. J.
G. López Guix, Alpha Decay, Barcelona, 2004].
15 Cfr. Michel Foucault, Le Pouvoir psychiatrique, op. cito
16 !bid., p. 173.
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mo. Ahora bien, Foucault no cede aquí tampoco a la facilidad; se pregunta una vez
más, cuando se trata del cuerpo: "por qué no un direct9r administrativo, por qu~
un médico?". Respuesta: J2.~ el~m-~dico sabe. Pero, dirán ustedes, ¿acaso el
propio Foucault no ha observadoqllitélsábercfél médico precisamente no inter-
viene en su práctica? Sí, ciertamente. pero lo 'que cuenta no es que' el médico de-
tente un saber útil :P.w~(j tratamiento~. s!no gue~ la~ marcas de un saber
SU!?}J~sW.¡su~ \\~st~J?2~ in~~2.&.~illi,~~~~fif~máT~~Í>Tchas'ñíarcás:diria
yo junto con Lacan, hacen de él alguien que podría ser supuesto saber. Y Foucault
describe entonces las astucias de los médicos para gue adquiera consistencia fren-
te a todos: estudiantes, enfermeros, administradores y, por supuestQ, enfermos,
~tü~rg ~~~tor~.§~9- mej~._9J!~ el enf~rw.9 lo que
E~~~~~ e}...enf~rlP.oy coI,J¡,suenfermedad. La más eminente, la más ostensible de
estas astucias es la presentación de enfermos, y respecto a esto no es una señal
especialmente buena el hecho de que todavía hoy sea practicada ampliamente en
los lugares llamados lacanianos.
Foucault precisa:
Estas )ll¡u::cas del saber, y no el contenido de una ciencia, van é}permitir al alienista
funcionar como médico en el interior del asilo. ~ marca~ ~~p- las gue le, .-
!..~~~~t~.$.j~~..2~Lg,~!!~21t~122j.er .a~ \?lW.2:..~~
en ti.tk ar se
finalmente
~
con
.' ,
el cuerpo --_o
asilarY
17 !bid.,p. 185.
18 !bid.,p. 187. ¿Qué hay con el psicoanalista respecto a esto? Su posición se caracteriza
por el hecho de que no dispone de ninguno de los medios por los cuales el psiquiatra,
en los limites de su acción, ejerce su sobre-poder: no se usa camisa de fuerza quimica,
ni cámara de aislamiento, ni el brazo fuerte de uno o dos enfermeros, ni amenazas. ¿Y
entonces? ¿Cómo puede intervenir cuando, por ejemplo, un analizante se encuentra en
la imposibilidad de abandonar el consultorio, como si cruzar la puerta fuera equivalen-
te a hundirse en un precipicio sin fondo? Pasan los minutos, ahora la siguiente persona
citada está esperando; pero la barrera está efectivamente alli, infranqueable, real (real
en el sentido de Lacan). El psicoanalista que practica al estilo IPA está más contrariado;
no dispone de ninguna solución. ¿llamará a la policía (sobre-poder)? Su programa del
dia está siendo muy perturbado, con su continuación casi ininterrumpida de sesiones
de cuarenta y cinco minutos (hacemos ~amE.a, Jle~o~_~~.~o unos cuantos minutos
sobre el tiempo que Freud ofrecía a cada "paciente"). Para los pacientes que esperan, él
es qUien no ya-a respetar el sacrosanto "marco": un pecado capital. Un lacaniano, en
cambio, dispondrá de un medio, puesto que él sí tiene tiempo, incluso tiene todo su
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'1' '-",-.J-_-~"
SPICHANALYSE
ven esta suntuosa definición. Y con mayor razón tomandlo en cuenta que agregar
a esta sobre-realidad' la realidad del inconsciente, parece:, siguiendo este hilo, un
SiInple matiz, más exactamente un suplemento de sobre-realidad que entonces no
\.~ c:aIri.\)\o. n:a.o:a. i.\ i\)ri.Q.(),l:.~'\.o. i"\ID.ÜQ1\. -?~\., 1)'\).~Q.~1\. c.()1\.~"\.a.\.ai:\() c.a.Q.a. ma. m~'2" '2,~
dise~~~ m~nera 1nmediata, empezando por la escuela, donde hizo su entrada
por el sesgo del"ñiftoiiligg;-~"-'"."-'w~",,~,,-,,-,""""""'-~""""."'-""'M.,."_"_~"~--~-~_""'_--
Esta es entonces esa función psi a la que hoy parecemos apegarnos con las
mejores intenciones. ¿Es ~~enuesn:,g.lY&Nd~oanalistas? Yo había creído com-
prender que estaba, por el contrario, del lado ~e lo que, muy pronto, recusó esta
intensificación de la realidad, esta realidad alzada a la dignidad de un principio (el
llamado "principio de realidad"). ¿Acaso nuestro lugar no está definitivamente
~~~a<!2_1?QE1~Ee_~~~!~!l.~_i,~.~r_~E.~~~,,~~:~~f2I?:~iii~9.icC.~o sú n<!!Uraleza
~ve!ada c°:9-~ fiasco_púb,lico de Charcot en la Salpetriere (!;;l!i!JS,Q!..TI.gJculizado
l?Q !'.JB,~L.ill~! ~Iis.~~.. pgL,~! ,,_~ig!p.1~J].~.s h 0sI..!_3!!.~- ~~ ul a 1?@_1?}!__P!:~I~E_c!id q. .§.ab e rE
Lean el suntuoso análisis foucaultiano de lo que pasó en la Salpetriere en tiempos
de Charcot, recuerden cómo Charcot no quiere saber nada de esa lubricidad que
~~, embargo" tiene ant~ta(Charc'otes-üña-iñiTadaj:"'Fr'éu(reñtoñces-tOffióel
partido de las histj.r.icas, Si[UjÓ§!:.,lS
indis.aciones¡ no, gesc:uidó esa lubricidad. ¿,Aca-
so no se estaba desill"~.!H;l.i~l!..qQasí de la función psi? ¡Y aquí estamos, 130 años
más tarde, una vez más en el atolladero!
No veo hoy Qtra Q.olítiCqPm.:~lp'§!co~~~ta:.~l!.~!Q_más extendida,
im p 9.!l.~
Ul~ ,,9o~i!:;'0 e~üll'¡i1~~l!~~~~~, ~~~eii~~~~]§ }Iesmar carnoSd e,
tiempo: proponede al analizante otra sesión unos instantes después. Sorpresa: la barre-
ra se alza y, pronto, el analizante regresa. ¿Se presenta la barrera al término de la nueva
y no programada sesión? Puede proponede otra, que tmnbién pagará, evidentemente.
¿Está ejerciendo algún poder de esta manera? Yo pretendo que no. Que si el analizante
acepta la propuesta (es eso, nada más) que se le hace, la acepta sabiendo la debilidad de
su analista en esta difícil y escabrosa situación, la acepta sabiendo que su analista no
dispone de ninguno de los medios puestos en acción en el hospital o en el dispensario,
sabiendo que ningún tercero puede intervenir. Foucaultianamente hablando, se trata de
un sub-poder o, más exactamente, de un sub-poder-supuesto. Al parecer, en efecto, el
asunto no es tan excepcional, puesto que es regla lacaniana. que el psicoanalista dispone
é\. de un poder J>tQ!,&~a élQ.°L~'!ill:ante, J2~~g.e.r gue, precisamente, él no
. ejerce,
19 ¡bid., p. 188.
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=<'
ella. Por otra parte, un discreto síntoma hubiera podido advertimos del peligro
desde hace mucho tiempo: tanto en lo oral como en los escritos psicoanalíticos se
empleaI2..~r~ntem~pte}2s"p-'alaR.r~s "éUl~~.Y "psicoanálisis". ¿Qué hace en-
tonces aquí ese "Rsi" que!. en el 11,so,no tiene nin~valor sem~tico? Es un puro
significante 9!le, como tal, vale como síntoma. Ese síntoma remite a otro rasgQ
sintomático, no menos extraño: la denominacion misma de "psiquiatrí¡f. En medi-
cina tenemos la neurología, la neumología, la cardiología, etc., y todos son térmi-
nos donde el empleo de logos (razón) como sufijo está justificado por el hecho de
que nos enfrentamos, en cada ocasión, a un objeto bien constituido, a un "apara-
to": el sistema nervioso, el sistema respiratorio, la circulación de la sangre, etc. En
cambio, se usa ia.!r~!Ip~Wfo)1 cuél!ldo el objeto no está bien_deJ!mitaflo, cuando
no se trata de un aparato. No es obvio, h~bl2!!.do még¡ca~ente, que exista um~
geriatría, un~~pediatrí~,l.Ú.tampoco una psiguiatría. Con iatreia, el acento se pon~
sobre la práctica médica, y no sobre un objeto que puede ser distinguido de otros
objetos aislados PC?r~a~ciencia m~. ¿Por qué, en el momento de volver a bauti..
zar a los médicos alienistas en los comienzos del siglo XIX,no se usó lá palabra.
"~o"? Eso es lo que se tendría que háber hecho si se hubiera estado muy
seguro de que la función psi alcanzaba para permitir localizar un "aparato psíqui-
co". Pero justamente, se tra"tq"q.~una funciQ!1.~de lJ.Il aparato. El análisis de
Foucault da cuenta de este acento, a falta de objeto, sobre el arte del médico. El
psiquiatra inventará enton~e.s su símil de objeto, a saber, la función psi, pero esto
vendrá acompañado de cierto flotamiento, pues la práctica "iátrica", si seguimos
las indicaciones de Filón de Alejandría (muerto en 41 d. c.) retornadas por Foucault,
no concierne al alma sino al cue!JlQ. Filón habla del grupo de los Terapeutas:
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SPICHANAL YSE
mos resultados que, por ejemplo, la neurología. Pero si iatreia designa el cuidado
del cuerpo, "psiquiatra" no es más conveniente, pues no vincula iatreia (medicina
del cuerpo) al cuerpo, sino al alma. Por eso, como lo ha mostrado Jacques Postel,21
hemos visto que el papel del psiquiatra no cesa, en la historia de esta diSclplina, de
desdoblarse. Pinel y su célebre enfermero no son, 1'0mostró Pastel, más que una
de las numerosas ocurrencias de este insistente desdoblamiento: para Pinel el
cuidado del cuerpo, para su enfermero, el del alma.
H a.nfllis~~~~~~~.:2.9~_~~,~\e', el j?slcoa.nmS\é\ no es \ffi
~tlS!~J's2§...ffil~_~J~~~S ~~~~. ~~~~~~~~~.!~~~,2.S,2~~2E}~,~ligión~ q.
llesar de ciertas :ir!f1J.:lli!.ciones- tam1?ién de ese la<i.~~,};!Lreivindicarsecom~ ~agIa:
Así que está como flotando en el aire~~nc!~~,~~~~-~.!~}J;!.J:~g~.2!h,,;w,
ma&!!;.¿entoncesqué
- " .,- - ",es el p'sicoanálisis?
,-
Spichanalyse
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SPICHANALYSE
25 Yo subrayo.
26 Psychologia empírica (1732), Psychologia rationalis (1734).
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