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ALIMENTOS FUNCIONALES EN EL TRATAMIENTO DE LA OBESIDAD

Un alimento funcional es aquél que ha sido elaborado añadiéndole componentes


biológicamente activos que cumplen una función específica y contribuyen a
mejorar la salud. Por poner algún ejemplo, la leche con calcio y vitamina D o con
ácidos omega-3, los yogures que ayudan a reducir el colesterol y los cereales
enriquecidos con vitaminas y minerales deben considerarse como alimentos
funcionales. (Bellisle, 1998)

Los alimentos funcionales apoyan una digestión saludable, mejorando la


movilidad intestinal. Ello confiere ver mejorada la función digestivo, en concreto,
la de absorber eficazmente los nutrientes. Los probioticos y prebióticos forman
parte de los alimentos funcionales y tienen un papel importante en la correcta
función del organismo. Ambos son capaces de mejorar el equilibrio de la flora
del tracto intestinal, así como de producir un efecto beneficioso sobre el sistema
inmune. Por su parte los probioticos cuyo efecto en el organismo es mejorar la
composición de la flora intestinal y la mejora de la intolerancia a la lactosa, por
otro lado los prebióticos ayudan a producir ácido láctico que es una sustancia
que nuestro propio cuerpo genera de forma natural por la oxidación de la glucosa
en la célula durante el ejercicio, igualmente ayudan a producir peróxido de
hidrógeno y otros compuestos orgánicos necesarios. Se ha observado, además,
que consumir estos alimentos, como las leches fermentadas, mejora
la intolerancia a la lactosa en los afectados por este trastorno.
Algunos alimentos contienen componentes que pueden resultar eficaces contra
el ¨estrés oxidativo¨. Los alimentos que poseen propiedades antioxidantes
(vitaminas C y E, betacaroteno, zinc, selenio, fitoesteroles) contribuyen a evitar
la acción nociva de los radicales libres (producidos por el tabaco, la
contaminación, el estrés, etc.) sobre nuestro organismo. (Palou, 2002)

La obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por el aumento de


peso producido por la acumulación excesiva de grasa en una magnitud tal que
compromete la salud.
También se define como un aumento de composición de grasa corporal. Este
aumento se traduce en un incremento del peso y aunque no todo incremento del
peso corporal es debido a un aumento del tejido adiposo, en la práctica médica
el concepto de obesidad está relacionado con el peso corporal. (Arai, 2002)

En la obesidad existen diversos factores que se consideran son de riesgo


para la enfermedad algunos de ellos son:
La obesidad se considera un importante factor de riesgo para enfermedades no
transmisibles, tales como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes
mellitus tipo 2, los trastornos del aparato locomotor y algunos cánceres
(endometrio, mama y colon). El riesgo de contraer estas enfermedades no
transmisibles aumenta con el mayor grado de obesidad
Su riesgo de desarrollar problemas de salud como enfermedades del corazón,
accidente cerebrovascular y problemas renales aumenta si usted es obeso y
tiene estos factores de riesgo:
 Presión arterial alta (hipertensión)
 Colesterol o triglicéridos altos en la sangre
 Glucosa (azúcar) alta en la sangre, un signo de diabetes tipo 2 (Arai,
2002).

La relación que existe entre alimentos funcionales y la obesidad se evidencia de


la posterior forma: En los alimentos funcionales que cumplen con las
características de ser productos bajos en calorías, grasas y azúcares. Así como
enriquecidos en fibra o grasas cardio saludables (omega-3 y ácido oleico)
permiten participar en los metabolismos de niveles de glucosa, colesterol y
triglicéridos. (Arai, 2002).

Previenen el estrés oxidativo


El estrés oxidativo es, en esencia, el efecto adverso que se produce en la sangre
y los tejidos de los seres vivos cuando existe un incremento de la degradación
de sus biomoléculas causado por radicales libres de oxígeno. Los radicales
libres son átomos o grupos de átomos que tienen un electrón (e-) desapareado
en capacidad de aparearse, por lo que son muy reactivos. Estos
radicales recorren nuestro organismo intentando robar un electrón de las
moléculas estables, con el fin de alcanzar su estabilidad electroquímica. Los
radicales libres dañan a nuestro cuerpo causando, en el mejor de los casos, el
envejecimiento, y en el peor, graves enfermedades. Sin embargo, existen
diversas formas de protegerse de este proceso. (Sies, 2015)

Pero qué relación tienen los radicales libres con la obesidad?


En la obesidad hay un estado metabólico que se puede denominar como
“glucolipotoxicidad” es decir, la toxicidad inducida por el exceso de glucosa y de
lípidos en la sangre. La glucosa induce estrés oxidativo por varios procesos
bioquímicos mientras los lípidos favorecen la resistencia a la insulina y el
depósito anormal de los mismos en varios tejidos, como el hígado, corazón y
páncreas, induciendo estas dos situaciones a una respuesta inflamatoria.
Los alimentos funcionales reducen el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares y degenerativas. Se trata de productos enriquecidos con
sustancias antioxidantes (vitaminas C y E, beta-carotenos, selenio, zinc) que
tienen como objetivo prevenir o interrumpir las reacciones encadena que
producen los radicales libres, neutralizándolos por donación de sus hidrógenos.
(Kalyanaramn, 2013)

Actúan sobre el sistema cardiovascular:


Algunos alimentos fortificados con omega-3, omega-6 y vitamina c, poseen
beneficios muy importantes para el organismo debido a que contribuyen a
disminuir el colesterol y los triglicéridos sanguíneos e igualmente disminuyen
coágulos en la sangre.
Por otro lado también existen alimentos enriquecidos con fitoesteroles, estos
alimentos son aquellos a los que se les ha incorporado sustancias vegetales
similares al colesterol humano, que contribuyen a reducir los niveles del llamado
"mal colesterol" en sangre (Margarina + fitosteroles, Yogur + fitosteroles, Aceite
+ vitamina E + fitosteróles). En general estos alimentos por sus propiedades
proporcionan seguridad a nuestro corazón. (Raben, 2002)
Función digestiva y del tracto gastrointestinal:
La importancia del intestino en el mantenimiento del peso corporal radica en que
este órgano secreta una serie de hormonas implicadas en la homeóstasis
energética. Homeóstasis es el conjunto de formas de autorregulación que
permiten mantener, los niveles energéticos corporales, expresados en azúcar en
sangre, por ejemplo, en este caso, constantes. (Serra, 2000)

Para mantener una óptima salud intestinal existen alimentos funcionales tales
como los probioticos que son organismos vivos que se encuentran en los
intestinos. Existen probioticos similares disponibles en algunos alimentos y
suplementos dietarios (yogurt, suero de leche y bebidas a base de soja). A los
probioticos a veces se los llama microorganismos “buenos” o “saludables.” Los
expertos creen que estas bacterias ayudan a mantener un sistema digestivo
saludable al limitar el crecimiento de bacterias “malas” o “no saludables”.
Igualmente se encuentra los prebióticos que a diferencia de los probioticos, no
son bacterias vivas o microorganismos que podemos ingerir o que habitan en
nuestro cuerpo, sino que éstos son sustancias que actúan como sustrato de los
primeros. Los prebióticos tienen efectos beneficiosos en la salud ya que al
estimular la actividad y favorecer el crecimiento de bacterias que benefician la
salud pueden ofrecer diferentes ventajas, entre ellas, mejorar el funcionamiento
intestinal ayudando a reducir el estreñimiento y prevenir enfermedades
intestinales tales como gastroenteritis, infecciones o patologías inflamatorias
como síndrome de intestino irritable o enfermedad de Crohn (Serra, 2000).

Funciones psicológicas y conductuales


En relación con el apetito y la sensación de saciedad, el rendimiento cognitivo,
el humor o tono vital y el manejo del estrés. Se engloban en esta área los
alimentos ricos en fibra y los enriquecidos en fibra (de alto valor de saciedad),
alimentos con aminoácidos específicos, alimentos con sustancias excitantes del
sistema nervioso (cafeína, ginseng, etc.) o tranquilizantes (melisa) extraídos de
plantas, etc. (Douketis, 2005).
Resumen
Para combatir la obesidad, la industria alimentaria lleva décadas ofreciendo una
amplia variedad de “productos dietéticos”, que al principio se basaban
principalmente en la sustitución de carbohidratos simples y grasas por
edulcorantes calóricos y sustitutos de grasas.
Pero el constante incremento de la prevalencia de obesidad y las complicaciones
médicas que lleva asociada, está creando una creciente presión por parte de los
consumidores para que se fomente el desarrollo de nuevos alimentos
funcionales que ayuden a la prevención y tratamiento de esta patología.
(Bourquin, 1992)
Actualmente disponemos de alimentos que pueden ayudar a controlar la ingesta
energética, en los que cabe destacar los bajos en calorías que tiene como
objetivo ofrecer al consumidor alimentos con un contenido reducido de azúcar,
para reducir la ingesta energética y, por tanto, reducir o estabilizar el peso
corporal a largo plazo. Sin embargo, la efectividad a largo plazo de estas
estrategias sigue sin estar muy clara, debido a que pueden desarrollarse
procesos de compensación.

Por otro lado están los alimentos funcionales entre los que se encuentran los
ácidos grasos omega-3, siendo la mayoría de los lácteos y bebidas de soja
huevos, aceites y galletas, productos enriquecidos con este. También se
encuentran los fitoesteroles que bloquean la absorción de colesterol en el
intestino, se encuentran en alimentos naturales como aceites, legumbres, pan,
etc. (Mazza, 2000)

De igual modo se conocen los azucares de baja energía, antioxidantes,


probioticos, prebióticos que tienen suma importancia a la hora de prevenir la
obesidad, ya que ayudan a controlar el peso y los niveles de glucosa. Algunos
ejemplos son los productos bajos en calorías, grasas y azúcares. Estos
alimentos actúan sobre el sistema cardiovascular, protegiendo el corazón debido
a que están enriquecidos con ácidos grasos monoinsaturados, poliinsaturados,
ciertas vitaminas del grupo B y fibra, de igual modo poseen funciones
psicológicas y conductuales puesto que facilitan la sensación de saciedad,
contribuyen a mejorar el rendimiento cognitivo, el tono vital y el manejo del
estrés. (Mazza, 2000)
BIBLIOGRAFIA

 Bellisle F, Diplock AT, Hornstra G, Koletzko B, Roberfroid M, Salminen S,


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 Bourquin LD, Titgemeyer EC, Garleb KA, et al. Short chain fatty acid
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substrate and cell wall fractionation procedures. J Nutr. 1992; 122(7):
1.508-1.520.

 Mazza G. Alimentos funcionales. Zaragoza: Acribia, 2000.
 Palou A, Bonet ML, Serra F. Study on ‘Obesity and Functional Foods in
Europe’. European Commission (ed). ISBN 92-894-4292-1. Luxembourg,
2002.

 Arai S, Morinaga Y, Yoshikawa T, Ichiishi E, Kiso Y, Yamazaki M, et al.


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 Douketis JD, Sharma AM. Obesity and cardiovascular disease:


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