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EL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

INTRODUCCIÓN

De los siete sacramentos de la Iglesia, dos están destinados al


servicio de la comunidad: el sacramento del orden, destinado a la
santificación del pueblo de Dios, y el sacramento del matrimonio,
destinado a la santificación de la unión esponsal entre el hombre y la mujer.

El matrimonio no es una institución puramente humana, Dios es el


autor del matrimonio (GS 48), desde la creación la íntima comunión de
vida y de amor conyugal entre el hombre y la mujer están estructuradas con
leyes propias mediante un vínculo muy superior incluso a los lazos más
sagrados de la sangre (Gén 2,24). Su relación de amor hace de ellos “una
sola carne” (Gén 2,24).

Jesús recordará que “desde el principio” (Mt 19,6) el amor del amor
del hombre y la mujer fue bendecido por Dios como una realidad “muy
buena” (Gén 1,31), destinada a la misión de crecer, multiplicarse y
dominar la tierra. Después de haberlos creado a su imagen y semejanza
(Gén 1,27) , el Dios amor los asocia como procreadores de todo nuevo ser
humano.

El Antiguo Testamento recurrirá varias veces a la imagen esponsal


entre el hombre y la mujer para representar el vínculo de alianza que une a
Dios con su pueblo.

Las promesas de los profetas se cumplen al hacerse visible el amor


de Dios en Cristo; desde entonces no será ya la experiencia matrimonial la
que ilustre el amor de Dios a su pueblo, sino que será el amor de Cristo a su
esposa la Iglesia lo que constituya el modelo y prototipo no sólo del amor
que liga a Dios con los hombres, sino de la misma sociedad conyugal.

HISTORIA DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

1.- El sacramento del Matrimonio en el NT.- No hay indicios


rituales del sacramento del Matrimonio en el NT. Tampoco sabemos
cuando fue instituido por Cristo.

A comienzos del siglo II San Ignacio de Antioquia en carta al obispo


Policarpo de Esmirna, da testimonio de la persuasión de la Iglesia sobre la
sacramentalidad del matrimonio entre cristianos, diciendo: “Conviene que
celebren su casamiento con conocimiento del obispo, a fin de que el
matrimonio sea conforme al Señor...” (carta a Pol.5,2).

2.- Liturgia familiar y eclesial.- El matrimonio se celebra en casa de


la novia, preside el padre de ésta. Asiste la comunidad cristiana con el
obispo. La celebración consiste en la expresión oral y por escrito, ante
testigos, del consentimiento mutuo de los esposos, con la entrega de los
anillos y las arras.

La expresión oral del consentimiento mutuo va acompañada del


gesto de la unión de las manos: la madrina pone la mano de la novia en las
manos del novio, posteriormente los novios se darán mutuamente la mano.

A partir del sigo IV tenemos testimonio de una celebración en la


Iglesia para los nuevos esposos, pronunciada antes de la comunión
eucarística.

Otros ritos: la velación que consiste en cubrir a la esposa y


posteriormente al esposo sobre los hombros.

3.- En la Alta Edad Media la Iglesia asume la responsabilidad del


matrimonio entre bautizados y en todas sus dimensiones.- En la Alta
Edad Media, debido a las uniones clandestinas, ilegítimas, la Iglesia asume
la responsabilidad litúrgica y jurídica del sacramentos del Matrimonio.

Se celebra ante la puerta de la Iglesia y preside el obispo.

El Concilio de Trento defenderá:

 El derecho de la Iglesia a asistir a los matrimonios entre


bautizados y a legislar sobre ellos.
 La sacramentalidad del matrimonio
 La necesidad de la asistencia del obispo o del párroco al
matrimonio celebrado entre bautizados so pena de invalidez.
 La presencia al menos de dos testigos.

Hoy podemos decir, que los ministros visibles de este sacramento


son los esposos que se casan; el sacerdote, o diácono, asistente es mero
testigo cualificado, si bien en el momento de la plegaria-bendición por los
esposos, sí asume su condición de ministro visible.
El Concilio Vaticano II ha reformado el ritual de la celebración de la
boda, manteniendo el principio de legitimidad de usos y costumbres
locales, que la Iglesia siempre ha respetado, salvaguardando la esencia del
consentimiento matrimonial y la necesaria presencia, asistencia, del
ministro testigo cualificado.

NATURALEZ DEL SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

El símbolo principal es la mutua entrega con palabras de presente y


el gesto de la unión de las manos.

Los significantes (ministros) son él y ella, que se casan, en el


momento de expresar su compromiso matrimonia: su mutua entrega-
aceptación oralmente con palabras de presente.

El compromiso va acompañado de la unión de las manos, gesto para


expresar la mutua entrega-aceptación de los esposos.

1.- Cristo, el Esposo de la Iglesia, ministro invisible de este


sacramento.- El significante (ministro) invisible del sacramento del
matrimonio entre cristianos es Cristo “el Esposo” de la Iglesia. El
desposorio-matrimonio Cristo con la Iglesia se realizó de modo inefable en
el misterio de la encarnación del Hijo de Dios hecho hombre.

Todo matrimonio es sacramento de la comunión misteriosa de Dios


con la humanidad.

2.- El memorial del sacramento del Matrimonio.- Toda la


celebración del sacramento del Matrimonio es más o menos memorial,
evocación eficaz, pero el memorial tiene su expresión más alta en la
plegaria mayor, la plegaria de bendición, de evocación y de súplica, por los
esposos; plegaria, situada en el momento inmediato anterior a la comunión
eucarística.

LAS DIMENSIONES DEL SÍMBOLO PRINCIPAL DEL


SACRAMENTO DEL MATRIMONIO

1.- La dimensión cristológica pascual.- Cristo ama a sus Iglesia y


se entregó por ella. En Efesiós 5,31-33 el apóstol afirma que la unión de los
cónyuges es misterio de la unión de Cristo con la Iglesia: “... abandonará
el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos
una sola carne”.

La unión de los esposos es el significante visible, en el que se hace


presente y visible en la fe el significante invisible: la unión de Cristo con la
Iglesia.

Quien dice presencia de Cristo “el Esposo”, dice presencia de su


vida, toda ella, entregada por amor a la esposa hasta su muerte de cruz,
hasta su resurrección. Asía lo afirma también el apóstol en Efesios, 5,25-
33: “Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella”. De la dimensión
pascual deriva la dimensión ética, como bien lo dice el apóstol en Efesios
5,25-33 “Así –como ama Cristo- deben también amar los maridos a sus
mujeres, como a cuerpos suyos que son –como a su propio cuerpo-“.

2.- Dimensión pneumática.- Cristo se entregó por ella para


purificarla y consagrarla.

La dimensión pneumática está expresada en el texto paulino. Cristo


se entregó a la Iglesia “... para consagrarla...radiante, sin mancha ni
arruga, ni nada semejante...santa e inmaculada...” Purificación,
santificación, glorificación... son atributos de la actividad del Espíritu
Santo. Actividad purificadora, santificadora, de la que participan los
esposos por el sacramento, que celebran-reciben.

La acción del Espíritu Santo está afirmada en la plegaria de


bendición de los esposos, en el momento principal de la epíclesis, junto con
el gesto epiclético del imposición de manos.

3.- Dimensión eclesial.- La Iglesia se realiza, crece, en y por el


sacramento del Matrimonio. En el seno de la familia cristiana se cumplen
funciones eclesiales, tales como la transmisión de la fe-vivencia cristiana.

4.- Dimensión escatológica: Las Bodas eternas.- Los matrimonios


cristianos culminarán en gran significante invisible: la comunión de la
humanidad glorificada con Dios en Cristo, bajo la imagen de las bodas
eternas de Dios en Cristo.

LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DEL


MATRIMONIO
1.- La expresión sacramental de la mutua entrega-aceptación.- El
momento culminante de la celebración consiste en el rito de la mutua
entrega-aceptación de los esposos, con el gesto de la unión de las manos y
las palabras sacramentales:

“Yo N. te recibo a ti N. como y me entrego a ti

y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad,

en la salud y en la enfermada, todos los días de mi vida”

2.- La plegaria mayor, de bendición por los esposos.- Se reza


posteriormente, es elemento integrante del momento culminante de la
celebración del matrimonio:

“Oh Dios, que con tu poder creaste de la nada

y desde el comienzo de la creación hiciste al hombre a tu imagen

y le diste la ayuda inseparable de la mujer...”

3.- Los símbolos-ritos secundarios: anillos y arras.- El anillo


subraya la fidelidad conyugal y las arras los bienes que van a compartir.

4.- El examen o escrutinio.- Precede un examen de la intención de


los esposos, expresada públicamente ante la Iglesia, sobre cuestiones
fundamentales: la libertad, el amor, la educación en la fe de los hijos.

5.- La comunión eucarística.- Participan anticipadamente en el


banquete celestial de las bodas del Cordero con su esposa la Iglesia.
Participan en el cáliz de la sangre del Señor, sangre de la alianza nueva y
eterna, la alianza de Cristo con la Iglesia, que ellos han sellado en sí mismo
y hacen visible con los anillos.

CARACTERÍSTICAS DEL MATRIMONIO CRISTIANO

1.- La unidad y la indisolubilidad.- El amor conyugal aspira a una


unidad profundamente personal, unidad que forma un solo corazón y una
sola alma “de modo que ya nos son dos, sino una sola carne” (Mt 19,6;
Gén 2,24).
La unidad del matrimonio se manifiesta en la igual dignidad personal
del hombre y de la mujer, que debe ser reconocida en el amor mutuo y
pleno (GS 49).

La poligamia contradice el designio original de Dios y ofende a la


igual dignidad del hombre y de la mujer, los cuales en el matrimonio se dan
con un amor total, y, por tanto, único y exclusivo.

El divorcio, separa lo que Dios ha unido (Mt 19,6) y contradice el


carácter definitivo que tiene su fundamento y fuerza en Jesucristo.

2.- La fidelidad.- La constancia en el mantenimiento de la palabra


dada.

Lo opuesto a la fidelidad es el adulterio. Los profetas lo entendieron


como una forma de idolatría (Os 2,7) y el Nuevo Testamento lo condena de
modo tajante (Mt 5,32; 19,6; Mc 10,11; 1Co 6,9-10).

El adulterio es una injusticia, una lesión contra el vínculo conyugal,


que compromete la unión estable de los padres-esposos y el bien de los
hijos.

3.- La fecundidad.- Es el signo y el fruto del amor conyugal, el


testimonio vivo de la plena entrega recíproca de los esposos, la expresión
concreta de estar del lado de la vida.

Los esposos son llamados por especial vocación a ser cooperadores


del amor de Dios creador y de Cristo salvador, el que a través de ellos
dilata y enriquece su familia.

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