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Introducción
Las relaciones entre el individuo y el Estado en el Puerto Rico del siglo XIX sufrieron
unas modificaciones normativas que hicieron reventar la vida social acostumbrada. La influencia
del Estado fue cada vez mayor en los sujetos y el territorio, poniendo así en desbalance las viejas
autoridades municipales y las autoridades rurales de estirpe señorial como la de los hacendados.
La actitud normativa del Estado reglamentó hasta las formas más tradicionales de convivencia.
Estas nuevas normas implicarían la criminalización de ciertos sujetos con hábitos de producción
y diversión diferentes (y en conflicto) con las nuevas relaciones constituidas (Picó 47-48).
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Publicado el 29 de marzo del 2016 en la Revista Trasunto del Departamento de Estudios Hispánicos, UPR, Río
Piedras.
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Cuando los hombres y mujeres de clase trabajadora acuden a las autoridades en busca de
últimas décadas del siglo XIX, […] visto lo moderno como un objetivo en movimiento.
(Cubano 16)
como no tan importantes, sustituyéndolos por estos o aquellos otros que presentan problemas
importantes. Los subalternos son despojados de toda consecuencia histórica; una historia “desde
abajo” quizás no es suficiente para estudiar a los vagos, alcohólicos, perturbadores de la paz y
gangrena del Progreso social, pues estos quizás nunca fueron transgresores notorios, ni
criminalizados por ser alcohólicos desde el siglo XIX hasta las primeras tres décadas del siglo
tiempos, los cuales no pretenden ser leídos como una consecuencia lógica ni determinista. Estos
tres tiempos presentan tres mentalidades fragmentadas, es decir, no puede hallarse un deslinde
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Entiéndase los gestos performáticos que denotan una supuesta sociedad moderna: la colectivización de individuos
en sujetos constituyentes de una nación; la capacidad de poder de un estado dentro de su territorio designado y las
instituciones y micropoderes que fuerzan la norma entre los mismos sujetos; el biopoder con relaciones estado-
sujeto, sujetos-sujetos, sujeto-consigo mismo; constitución de identidades hegemónicas; capitalismo y democracia.
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que determine su duración temporal o el contenido bien definido de cada una, e incluso pueden
resistencias que ocurren durante los tiempos de la Prohibición. Construyo una narración que no
pretende ser, ni está cerca de ser una Historia de la Prohibición. Esta investigación no espera
ofrecer una verdad absoluta, pero sí espera que aguante múltiples lecturas.
I.
de los isleños abarcando “casi todas las esferas de su vida cultural” (Rosario Urrutia, Hacia un
española el mismo Gobierno lo obsequiaba en fiestas y suministraba una porción diaria a los
medicinas y los pobres conocimientos médicos el alcohol se utilizaba como panacea (lo cual el
trabajadora. Se denominaba el ‘vicio del pobre’, según Francisco Zeno: “…el jíbaro no pasaba
un día sin ron para aliviar los males de su vida” (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio”
12). En el siglo XIX el trabajo se había vuelto en el instrumento de las políticas de reforma y
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Comparto las ideas de John Arnold respecto al concepto desarrollado por La Escuela de los Anales ‘mentalité’, al
cual me refiero cuando hablo de ’mentalidades fragmentadas’: “…el problema de la mentalité como un concepto es
que puede allanar toda diferencia, moldear la complejidad de la idiosincrasia humana en una sola visión de lo que se
considera ‘normal’ para una época y un lugar’’ (Arnold 156, 158).
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progreso económico del Gobierno español. A falta de mano de obra y las resistencias al trabajo,
trabajo. A la vez que el Estado intenta reglamentar su vida, va creando una ideología negativa
sobre el carácter del jornalero…” (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 93). La
vagancia (el resistirse a trabajar para las autoridades) se vuelve en la cuna de todos los males
incluyendo la embriaguez; las autoridades en nombre del Progreso condenaron aquellas faenas
bárbaras que emprendían los trabajadores e intentaron obligarlos, enderezarlos para formar la
“abstemio” 95). El ebrio era (o es) un sujeto sin cabida en la vida comunal: daría la impresión
que por la cantidad de casos que existen en el cual el alterador de la paz está fichado como
ebrio4, esto era una categoría que mezclaba su hacer con su ser (ebrio como un tipo de persona y
no como un estado). El ebrio se vuelve en una identidad esencial la cual es antisocial y hay que
castigarla para enderezarla, la élite progresista lo tomaría como objeto de crítica haciéndose
II.
intelectualismo que hacía eco en Puerto Rico tomarían la vanguardia de la lucha contra el
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En el proceso investigativo consulté someramente una cantidad relativamente grande de casos ante el Tribunal
Supremo de la primera mitad del siglo XX relacionados a la ‘alteración a la paz’ e ‘invasión de espacios públicos’.
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alcohol (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 97). La élite intelectual de la Isla,
constituida por los hijos de la incipiente burguesía hacendada, había sido educada en el
Los ‘de la isla’ son el conjunto de seres inferiores a ‘los de la capital’, categorizados de
tal manera por los que mantienen el control de la palabra. Lo curioso del extracto de Pedreira es
que no sólo se homogenizan los sujetos ‘de la isla’ de forma peyorativa, se añade además su
es transitoria, no tiene importancia discursiva, pero sobre todo, es espacio para la especulación
infértiles y enfermas que obstaculizan el Progreso. Según Juan Gelpí la Generación del ‘30 une
la literatura con la enfermedad: “[e]n la visión de la trayectoria literaria de Pedreira abundan las
metáforas patológicas. No hay que olvidar que Puerto Rico es, en Insularismo, un país
El discurso intelectual, especialmente el literario, tendría como objetivo sanar las gentes
enfermas. En la visión de mundo enfermo de Manuel Zeno Gandía, este nos recita los síntomas y
sus efectos de la ‘barbarie rural’: “[e]n este grupo humano son prácticas frecuentes la
promiscuidad sexual temprana o el abuso del alcohol, que a su vez son causas directas de
enfermedades y comportamientos violentos” (Ortiz 502). Una de las tareas del médico es ofrecer
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un tratamiento o la cura, en este caso Zeno Gandía receta aculturación y mucha educación para
Los esfuerzos del proyecto eugenésico de las élites intelectuales desembocaron en las
consciente del alcohol. Apostaban al devenir histórico y al progreso social. Otros ideales como la
abstención quedaron sin suficiente respaldo, contrariados por intereses económicos y por las
tradiciones populares.
III.
alcohol aceleró. El alcoholismo se discutía en los foros públicos y en la prensa como una
enfermedad mental y como la causa de la criminalidad. Las voces contra el consumo de alcohol
aumentaron y se volvieron más feroces, pues ahora llegarían a esta isla con el nuevo gobierno
norteamericano los grupos protestantes, los cuales llevaban años luchando contra el alcoholismo
en E.E.U.U. Entre 1898 y 1915 los temperancistas se contaminaron con los ruidos
Pueblo, la cual había sido degenerada, según los protestantes, por la barbarie y esto a su vez a
causa de que la Iglesia católica había desatendido a esta gente que eran categorizados como la
‘barbarie rural’ (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 148). Sus métodos incluían la
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cualquier rincón. Las reformas del protestantismo encontraron apoyo en las élites criollas, los y
las profesionales, la élite del movimiento obrero y demás personas que no necesariamente
En 1915 las misioneras protestantes Mary y Margaret Leitch hicieron la primera petición
al Presidente de los Estados Unidos solicitando una enmienda prohibicionista para Puerto Rico.
Éstas alegaron “que la mayor parte del consumo de licor en la Isla, que estimaban en una insólita
componía más de 2/3 partes de la población” (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio”
194). El argumento esencialista presentado por las Leitch responsabilizan y criminalizan los
sujetos que rasgan la línea inferior de la pirámide social. El trabajador pobre era la mula de todos
los vicios y los males sociales, mientras que los estratos dominantes eran símbolo de la
A causa de varios reclamos directos al Congreso y al Presidente por parte de los grupos
prohibicionistas, finalmente en 1917 se le añadió una cláusula a la Ley Jones, la cual lee así:
“Un año después de la aprobación de esta Ley y en lo sucesivo será ilegal importar,
fabricar, vender, o ceder, o exponer para la venta o regalo cualquiera bebida o droga
esta disposición con referencia a las bebidas o drogas embriagantes será una multa no
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menor de $25 por la primera vez, y por la segunda y subsiguientes, una multa no menor
La cláusula quedó a merced de un referéndum. El país quedó dividido entre el Coco y la Botella.
El Coco era el símbolo de los prohibicionistas, los “secos”, los cuales intensificaron su campaña
en la prensa y agitaron el debate público durante los meses de mayo y junio del 1917 (Naranjo,
“mojados”, los cuales, según Mayra Rosario, defendían “sus intereses económicos” y rechazaban
“la intromisión del Congreso en los asuntos locales” (Rosario Urrutia, Hacia un mundo
“abstemio” X). El Coco ganó el referéndum con una avasalladora mayoría. Fue un día árido, de
muy altas temperaturas; los paladines de la sociedad pura y civilizada lo declararon como el día
del advenimiento del Progreso. Al fin acababan con esas ‘viejas costumbres’ ‘bárbaras’, después
La Prohibición emitió “la sentencia de divorcio definitiva entre los agentes del orden y
los sectores populares” (Picó 52). La nueva relación entre el Estado y sus sujetos estableció el
Tiempos de Prohibición
(Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 317). Se designaban agentes encargados de hacer
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Acta Jones, Carta Orgánica de 1917 de Puerto Rico. Aprobado el 2 de marzo de 1917, Capítulo 145, 39 Stat. 951.
L.P.R.A. Documentos Históricos. Art. 2 párrafo 20.
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cumplir la ley por tierra y mar, pero su efectividad no lograba lo esperado. La actividad policíaca
era obstaculizada por su corrupción interna: las bebidas confiscadas desaparecían mágicamente
de los almacenes; el mapa de los puntos de vigilancia estaba limitado por cuánto dinero pagaban
los señores de fincas con capacidad de albergar alambiques, con estas y otras formas se burlaba a
los Estados Unidos, conocida como el Acta Volstead6, se asignó un Director Federal de la
Prohibición, lo que llevaría a la presencia de agentes federales en los pueblos de la Isla (Rosario
Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 321). El ojo del Águila vigilaba las gentes (potencialmente
criminales) y los agentes de orden por igual; las garras del Águila agarran las presas por ser
presa, nada más. Así divisiones policíacas especiales se hacían y deshacían, el policía terminaba
La desobediencia colectiva emergió con un furor no visto en los años de relación que
llevaba Estados Unidos con Puerto Rico, la desobediencia trascendía las barreras de clase y
género. Las clases altas socializaban con vinos y bebidas finas en mano en sus clubes privados,
los cuales a las autoridades se les hacía más difícil acaparar ya que estaban protegidos por la
misma Prohibición —al no poder determinar si se había hecho compra ilegal, no tenían
aprovechaban (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 314). Otros no tenían la misma
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Parecida a la cláusula prohibicionista que se había implementado con el Acta Jones, el Acta Volstead prohibía la
manufactura, el transporte, la exportación, la venta o la posesión de bebidas alcohólicas. El Acta definía la bebida
alcohólica como aquella bebida que tuviera más de .5% de alcohol. (Tomado de: http://www.u-s-
history.com/pages/h1086.html 5/13/2015)
Es importante notar que a diferencia de la cláusula prohibicionista de la Ley Jones, el Acta Volstead prohibía la
posesión.
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suerte con las autoridades, pues parece que había mucha confusión acerca de los límites de la
Prohibición, tanto para algunos de los sujetos sometidos a ella como para las autoridades que la
forzaban.
En un caso del Tribunal Supremo de Puerto Rico del 1926 (35 D.P.R. 767) según el
denunciante Félicot García: mientras se encontraba junto al Jefe de Distrito y del guardia Tomás
Díaz intentando ocupar un licor en la casa de los denunciados, éstos últimos “voluntariamente
denunciante, derribándolo al suelo, dando tiempo a que la señora de la casa cogiera el licor y lo
botara”. El Tribunal falló a favor de los denunciados, se acentuó la ilegalidad de las autoridades
en haber entrado a la propiedad sin una orden de allanamiento, demostrando una vez más que la
simple posesión no era delito. Esta imagen llena de movimiento y sonido nos da a entender la
ignorancia y/o confusión de ambas partes. Los muchachos que resistían las autoridades a la
entrada tenían que estar gritando y apresurando a la señora de la casa para que avanzara a
desaparecer la evidencia que los incriminaba, mientras que las autoridades con un aliento de
adrenalina forcejeaban su entrada sin obedecer los debidos procesos de ley. Asustados y
sudorosos los muchachos aguantaban la puerta dócil que le arrebataban las patadas, los gritos y
los cabezazos extasiados. Pensando en la cárcel que les esperaba, quizás en el delirio del escape,
achocaron a uno de los agentes de orden. El arresto de los muchachos debió haber sido un
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Investigando casos similares a éste que atendió el Tribunal Supremo de Puerto Rico, puedo inferir que la
frecuencia de este juego pillo-policía con sus reglas transgredidas era más frecuente de lo que se puede imaginar.
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Águila publicó un artículo donde se condenó aquellos con “recursos bastantes” que habrán
“guardado no poca cantidad del artículo prohibido, pudiendo así durante algún tiempo, satisfacer
“criaturas para lo porvenir” que podía causar el alcohol. Recelaba la constitución física y “la
moralidad del pueblo”. La prensa es el reflejo de una cultura del saber que influye las
anuncio de cerveza sin alcohol “ni ninguna otra sustancia tóxica” que pone en mayúscula lo
productos lo saludable y beneficioso que pueden ser para nuestros cuerpos hasta nuestros días.
Equiparar al alcohol con otra(s) “sustancia(s) tóxica(s)” y condenar a los que habían guardado
bebidas alcohólicas nos habla de la demonización que este periódico hacía del alcohol y sus
ambigüedades, sus fragilidades, incluso tenía la capacidad de contradecirse a sí misma. Entre las
disposiciones que contenía con potencial de revertir en su contra quiero discutir una, esta es la
que facultaba a los médicos a recetar bebidas alcohólicas si era médicamente necesario. En esta
zona política conflictiva participaron médicos en contra de la Prohibición que recetaban alcohol
aumentó la dosis que podían recetar los médicos grandemente en transcurso de un año a cambio
de 1$ por receta (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 322). Fue la causa de que las
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salas de médicos fueran abarrotadas por ‘enfermos’ en busca de licores.8 Los periódicos y los
facultaba a los médicos tratar y curar con alcohol (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio”
323).
autoritarios que le dificultaron el acceso al alcohol. Los que no podían hacerse de alcohol
fabricado ilegalmente se bebían los que eran fabricados legalmente con propósitos industriales
como los perfumes, los tónicos y los alcoholados (incluso hubo alcoholados que se volvieron
populares como el “San Antonio”) (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 323-324). Las
intoxicaciones por ingerir alcohol industrial provocó el mecanismo federal de retirar productos
del mercado para que fueran reconfigurados y luego puestos a la venta nuevamente (Rosario
Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 325). A pesar de todas las intoxicaciones y los males
atribuidos al consumo del alcohol, muchos individuos y no solamente los trabajadores pobres
como enfatizaban las autoridades, las élites y los medios, se resistieron a la Prohibición,
consumiendo alcohol de la forma que pudieran. Burlaron la ley estableciendo nuevas geografías
de producción e intercambio del alcohol y encontraron los flancos débiles de la Ley y los
explotaron.
(Rosario Urrutia, “Al margen...” 1). Eran los manglares, los montes y las arboladas cerca de los
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Hasta el veterinario podía recetar alcohol para el ganado.
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ignorante, trabajador inquebrantable que se le podía ver por las calles fumándose un cigarrillo
americano, asistiendo al cine o al hipódromo, bailando foxtrot, mascando goma, boxeando, ahora
también se habría “convertido en químico por obra y gracia de la prohibición” (15). La astucia de
estos “químicos” junto con la conveniente localización de sus actos criminales impedía la
eficiencia de las funciones policíacas. “De esa forma, los vigilados asumían la función de
vigilantes, ganando tiempo para escaparse y evadir los arrestos” (Rosario Urrutia, “Al
margen…” 6). Las bebidas alcohólicas fabricadas en lóbregos laboratorios por pseudo-químicos
se convirtieron en las nuevas marcas del pueblo, nombradas según su procedencia geográfica—
entre éstas: Agua del monte, Aguardiente, Cambrai, Cañita, Córreme Guardia, Cuasimodo,
Divino Néctar, Mamplé, Pitorro, etc. (Rosario Urrutia, Hacia un mundo “abstemio” 332). La
Prohibición fue un obstáculo que retó a los malabaristas alcohólicos, las maromas no siempre le
Reflexiones finales
rígidas que producen estos mecanismos de poder los podemos ver hoy día. Diferente contexto,
pero los mismos lenguajes. Hoy, las leyes no nos prohíben el consumo del alcohol (hasta cierto
punto), pero sí el consumo de otras sustancias como el cannabis. Estamos en constante lucha
contra las categorizaciones de los cuerpos y las violencias que producen su racionalización. La
criminalización y marginalización de los subalternos, los ‘otros’, los inmigrantes, las tecatas, las
putas, etc. es problema del presente, nos seguimos haciendo representaciones esencialistas de los
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subalternos. Son tantas las luchas y los problemas que podríamos continuar mencionando hasta
Esta investigación histórica trata sobre el presente, el pasado como objeto es una
dice Fernando Picó, sigue vigente, con la adición de que las relaciones y los problemas se han
hecho porque no las tiene en el estómago. De lo que se trata es de construir (nos) narraciones que
piensen los problemas, sin pensar que éstas se comprometan a servirnos como modelos
pragmáticos.
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Referencias:
Fuentes Primarias
Acta Jones, Carta Orgánica de 1917 de Puerto Rico. Aprobado el 2 de marzo de 1917, Capítulo
Fuentes Secundarias
Arnold, John. Una brevísima introducción a la historia. Trad. Laura Emilia Pacheco.
Cubano, Astrid. “Siete estrategias metodológicas para estudiar la violencia del siglo
XIX en Puerto Rico: narraciones en los tribunales de justicia”. OP. CIT. Centro de
Naranjo Consuelo, Miguel Ángel Pug-Samper y Luis Miguel García Mora. La nación
soñada. Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98. Aranjuez: Ediciones Doce Calles,
1996.
Ortiz, Javier. Crónicas de un mundo enfermo: la Mirada crítica de Manuel Zeno Gandía. La
Pedreira, Antonio S. “La actualidad del jíbaro”. Boletín de la UPR, Río Piedras, 1935, 7 serie
VI, no. 1.
Picó, Fernando. Los gallos peleados. Río Piedras: Ediciones Huracán, 1983.
prohibicionista del alcohol en Puerto Rico (1918-1934)” academia.edu. 3 de abril del 2015.
Zeno Gandía, Manuel . La charca. Edición Crítica de Miguel Ángel Náter. Río Piedras: