Beruflich Dokumente
Kultur Dokumente
net/publication/327500469
CITATIONS READS
0 57
1 author:
Rubén Herce
Universidad de Navarra
18 PUBLICATIONS 8 CITATIONS
SEE PROFILE
Some of the authors of this publication are also working on these related projects:
All content following this page was uploaded by Rubén Herce on 07 September 2018.
L
a pregunta de este capítulo tiene dos cuestiones incluidas: ¿qué entendemos por ser
humano?, y ¿a partir de qué fecha se estima su aparición? Responder a la primera
pregunta es tarea de este libro, mientras que la segunda la abordaremos en este
apartado. Para ello, veremos brevemente lo que la ciencia nos puede decir sobre el origen
de los primeros individuos del género Homo y de los humanos anatómicamente moder-
nos (AMH: anatomic modern human).
¿Singularidad humana?
Lenguaje, cultura, uso de herramientas o encefalización son algunos rasgos huma-
nos con manifestaciones incipientes en otras especies. En los animales se aprecia cier-
to aprendizaje, cierta comunicación o cierta expresión de emociones. Sin embargo, la
distancia entre el comportamiento humano y el comportamiento animal, o el lenguaje
humano y la comunicación animal, es tal que resulta innegable la brecha que nos separa.
Los humanos hacemos ciencia o nos preguntamos sobre el sentido de la vida.
Aun así, autores como Monod, Dawkins o Dennett han criticado esta radical dife-
renciación de los humanos con otros animales. Todas las especies serían igual de perfec-
tas, fruto de una cadena de vencedores por selección natural. Cada una estaría ocupan-
do su nicho y los humanos serían un producto más de la evolución. Esta explicación, en
sí misma sencilla, quizá resulta insuficiente para dar cuenta de la autoconciencia, de la
reflexión o de la libertad humana sobre todo si no se las reduce a meros epifenómenos
de la materia, negando su radicalidad.
pitecos y Parántropos) perdurando hasta hace 1 Ma. Ninguna de estas especies está ca-
talogada dentro del género Homo y ninguna de ellas ha sobrevivido hasta nuestros días.
Según algunos estudios comparativos de cromosomas, que requieren más contras-
tación, la separación humano-gorila pudo acontecer hace unos 7,3 Ma y la humano-
chimpancé hace unos 5,4 Ma, pudiendo haber perdurado el flujo genético entre los
linajes que dieron lugar a los humanos modernos y los que dieron lugar a las especies
de primates actuales hasta hace unos 4 Ma. Desde entonces, las muchas adaptaciones
ocurridas en los seres humanos ya no son compartidas con ninguna especie viviente.
Este dato genético coindice en el registro fósil con la aparición de los australopitecos,
cuya versión robusta daría lugar a los Parántropos mientras la versión grácil daría lugar
a los Homo. Sin embargo, no hay consenso sobre el modo concreto en que esto pudo
acontecer. En cualquier caso, el origen de los Homo se sitúa alrededor de los 3 Ma.
Consideraciones finales
En resumen y sintetizando las interpretaciones más verosímiles, se podría decir que
hay una continuidad biológica entre los humanos y los animales, hecha de constantes
novedades que expresan poco a poco y con más claridad lo propiamente humano. Nues-
tra especie se separó hace por lo menos 4 Ma de cualquier otra especie existente sobre la
tierra. Desde entonces ha evolucionado con su propio acervo genético hasta dar lugar a
los humanos modernos.
Las primeras expresiones humanas aparecen ya en los habilis o incluso algo antes.
Hace unos 2,5 Ma se observa un cambio a múltiples niveles que da lugar a la aparición
de los habilis. Desde entonces parece que hay una continuidad, no estrictamente lineal,
hasta la actualidad. Durante estos periodos, las manifestaciones culturales han adqui-
rido cada vez mayor complejidad conforme se sucedían distintos tipos de Homo: uso
de herramientas para fabricar utensilios, simbolismo y marcas sobre objetos, dominio
intencional del fuego, cacerías en grupo, enterramientos, arte, religiosidad…
Los habilis ya se diferenciaban culturalmente de los australopitecos y parántropos,
con quienes convivían, y esta tendencia se agudizó con los erectus y sus sucesores. En
los erectus se observan características humanas retrotraíbles a los habilis. Mientras que
en las poblaciones recientes de neandertales y denisovanos se aprecian muchos aspectos
culturales similares a los de los sapiens. Pensar que lo propiamente humano se limita al
H. sapiens no es sostenible. El simbolismo y la capacidad de planificar o actuar intencio-
nalmente es clara en neandertales y denisovanos, pero no solo.
El acervo genético propio de los humanos modernos tiene su fuente principal con
la aparición de los sapiens en África. Sin embargo, hay trazas de hibridación con otras
poblaciones existentes en Eurasia y África, por lo que no se pueden considerar especies
biológicas distintas.
Se piensa que los primeros humanos no debían tener una autoconciencia muy cla-
ra tanto de sus obras como de quiénes eran, de modo análogo a como un niño puede
hablar, aunque todavía no sea plenamente consciente de sus actos. A esta postura se
¿Cuándo aparecieron los primeros humanos? 43
oponen quienes piensan que tiene que haber algún tipo de novedad o de discontinuidad
más radical. Estos últimos, aceptan la evidencia de la continuidad biológica entre hu-
manos y animales, a la vez que indican que hay procesos, como el de encefalización, que
rentabilizan los procesos biológicos de manera sorprendente en favor del ser humano.
Por último, entender el origen de los humanos (no así su desarrollo) como algo
gradual tiene un inconveniente filosófico y de sentido común. Desde el punto de vista
conductual hay un momento en que el ser humano tiene que ser protagonista. La pers-
pectiva de la acción humana en primera persona constituye una novedad que escapa a
la objetivación científica. Actuar en primera persona es una discontinuidad que queda
inexplicada con la versión estándar del origen de la especie humana.
D. W. Cameron y C. P. Groves, Bones, stones and molecules: «Out of Africa» and human origins, Elsevier Academic
Press, San Diego 2004.
R. DeSalle, R. e I. Tattersall, Human origins: What bones and genomes tell us about ourselves, Texas A&M University
Press, College Station 2008.
R. Herce, «Origen del hombre», en C. Vanney, I. Silva y J. F. Franck (eds.), Diccionario Interdisciplinar Austral, 2016,
URL= http://dia.austral.edu.ar/Origen_del_hombre.
R. Jordana, «El origen del hombre. Estado actual de la investigación paleoantropológica», Scripta Theologica 20/1
(1988) 65-99.
C. A. Marmelada, «Evolución humana: Los orígenes biológicos del ser humano», en C.A. Marmelada, E. Palafox y A.
Llano, En busca de nuestros orígenes, Rialp, Pamplona 2017, pp. 43-125.
F. Rodriguez Valls, Orígenes del hombre. La singularidad de lo humano, biblioteca Nueva, Madrid 2017.
C. B. Stringer, Lone survivors: How we came to be the only humans on Earth, St. Martin’s Griffin, Nueva York 2013.
I. Tattersall, Masters of the planet: The search for our human origins, Palgrave Macmillan, Nueva York 2012.
D. Turbón, La evolución humana, Ariel, Barcelona 2006.