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El diseño biológico que rige nuestro espectro emocional está presente en nosotros desde
hace más de cincuenta mil generaciones y ha contribuido, con éxito, a nuestra supervivencia
como especie. Por ello, tenemos que trabajar este aspecto, porque en muchas ocasiones
este diseño biológico está desfasado con la realidad actual.
Cuando somos personas emocionalmente inteligentes dejamos que los eventos nos
influyan, pero no que nos dominen. El autocontrolemocional nos permite gestionar
nuestros sentimientos o emociones, para que no decidan ellos.
No es raro que nos enfademos con nuestra pareja, amigos, familia y compañeros de trabajo.
Sin embargo, si fuéramos esclavos de la emociones estaríamos continuamente
actuando de forma irresponsable o impulsiva, y luego nos podríamos arrepentir. En
este sentido, si no sabemos de donde surgen esas emociones o por qué las estamos
experimentando, probablemente nos lleve a un estado de desconcierto.
Piensa que nada nos hace sentir tan humanos como las emociones. Tan humanos y
tan dependientes. Cuando un sentimiento poderoso nos inunda es capaz de ocupar casi
todo el espacio de nuestra mente y de consumir buena parte de nuestro tiempo. Si ese
sentimiento es indeseable, solo hay una forma rápida de eliminarlo, de sacarlo de nuestra
mente: otra emoción, otro sentimiento más fuerte, incompatible con el que queremos
desterrar.
Las personas con una alta inteligencia emocional saben que gestionar y trabajar
las emociones no significa reprimirlas. Sin embargo, también saben que, cuando se está
en compañía de otras personas, hay que tener en cuenta el modo en el que esas interpretan
lo que expresamos. El equilibrio es la clave en las interacciones.
Para que las emociones no nos dominen, entre otras ideas, hay que tener claro que las
necesidades humanas van mucho más allá de las fisiológicas, como la comida o la
bebida, y abarcan otras de carácter emocional.
Vigilar este aspecto de nuestra propia psicología nos permitirá mejorar los “diagnósticos”
que hagamos sobre posibles conflictos emocionales. Es por eso que las personas con alta
inteligencia emocional se habitúan a reflexionar sobre lo que sienten y a ser
coherentes con las conclusiones que alcanzan en esta reflexión.
“Plantamos semillas que florecen en nuestras vidas, por tanto, elimina las del odio, avaricia,
envidia y duda”
-Dorothy Day-
A través del arte potenciamos nuestra capacidad de comunicación no verbal. El arte nos
puede ayudar a expresar y comunicar sentimientos, facilitando la reflexión, la comunicación
y posibles cambios en la conducta. La arteterapia es un tipo de ayuda que utiliza el arte
como una vía terapéutica para mejorar posibles afectaciones psicológicas, especialmente las
que tienen que ver con la ansiedad: en este sentido, el arte puede ser una vía estupenda
para canalizarla.
Pero, además del impacto terapéutico que pudiera tener, la arteterapia es una técnica de
desarrollo personal, de autoconocimiento y de expresión emocional. Por tanto no es
necesario poseer ningún trastorno psicológico, sino simplemente sentir la necesidad de
explorarnos a través del arte y comenzar a trabajar las emociones.
La arteterapia se entrena y fortalece permitiendo:
Expresar sentimientos difíciles de hablar, proveyendo de este modo una vía de comunicación
La idea en sí de lo que es la inteligencia emocional deja entrever que esta puede ser
entrenada a través de rutinas. Si la inteligencia emocional es, en definitiva, nuestra
capacidad para gestionar y trabajar las emociones de manera exitosa, y hacemos
que el modo en el que aparecen estas emociones varíen, también estaremos transformando
en otra cosa el reto que supone enfrentarse a ellas.
A diferencia del cociente intelectual, el cual permanece casi igual durante toda la vida, la
inteligencia emocional puede desarrollarse y perfeccionarse con el tiempo. Podemos
y debemos aprender a desarrollar nuestra inteligencia emocional mediante las técnicas que
nos ofrece la psicología.
Trabajar las emociones no es una tarea sencilla. Sin embargo, aunque sea una tarea
complicada, no es imposible. Para potenciar nuestra inteligencia emocional y trabajar
las emociones tenemos que estar dispuestos a experimentar toda clase de
emociones, sin reprimir ninguna. Si ignoramos o reprimimos nuestros sentimientos,
estaremos ignorando información importante que tiene un gran efecto en nuestra manera de
pensar y de comportamiento.
Observar nuestras reacciones emocionales durante los eventos del día. Es fácil
aplazar los sentimientos de lo que se vive en el día a día, pero tomarse el tiempo para
reconocer qué te hacen sentir tus experiencias es esencial para mejorar la inteligencia
emocional.
Evitar juzgar tus propias emociones. Todas nuestras emociones son válidas, incluso las
negativas. Si juzgamos nuestras emociones, inhibiremos nuestra capacidad para sentir
plenamente, lo cual hará que nos sea más difícil aprovechar nuestras emociones de manera
positiva. Todas nuestras emociones son una pieza nueva de información útil que
están conectadas con algún acontecimiento en tu mundo personal. Sin esa
información, no tendríamos idea de cómo reaccionar adecuadamente.
Observar el efecto que tienes sobre los demás. Para elevar la inteligencia emocional,
comprender las emociones de los demás supone la mitad del camino andado. También
tendremos que comprender el efecto que tenemos sobre los demás.
Empatía. Ser un oyente más activo y prestar una verdadera atención a lo que digan los
demás nos ayudará a tener un mejor entendimiento de sus sentimientos. Cuando podamos
usar esa información para tomar decisiones y mejorar nuestras relaciones, será un signo
inequívoco de que nuestra inteligencia emocional goza de buen estado de salud.
La inteligencia emocional implica más que controlar los sentimientos y trabajar las
emociones. También implica a la capacidad de controlarse a uno mismo.
Durante la adicción activa, esto es antes de iniciar un tratamiento, muchas personas
pueden sentir una gran variedad de emociones. Si en las primeras etapas de la enfermedad
adictiva experimentaban algo de felicidad, luego quieren sentir más de eso con drogas o
alcohol. O al revés, si se sentían tristes, en soledad o angustiados buscan tratar o
“anestesiar” esos estados emocionales con la sustancia o conducta preferida.
“Las drogas no sólo impiden que pensemos correctamente sino que también distorsionan a
las emociones”
Si experimentan mucha ira al comienzo del tratamiento, concluyen después que no era
más que una pequeña frustración. O, si algo les parece terrible y super preocupa, entienden
que con planificación las cosas se pueden solucionar, la ansiedad disminuye y no se sienten
tan mal, pueden tolerar mejor la situación y no la viven como algo insuperable.
Dentro del grupo de tratamiento, con el terapeuta o amigos en abstinencia, pueden empezar
a hablar de lo que sienten. Al compartir con otra persona lo que experimentan
emocionalmente reaprenden a vivir sin escapar de las emociones. Si antes cuando sentían
algo consumían alcohol o drogas, hoy pueden tener otra respuesta: volver a estar en
contacto con las emociones sin tenerles miedo, experimentando y viviendo lo
que sienten.