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ORACIÓN
Señor Jesús, queremos velar contigo, queremos estar junto a ti. Quizá no se nos ocurran muchas cosas, pero
queremos estar, queremos sentir tu amor, como cuando nos acercamos a una hoguera y sentimos el calor del
fuego, queremos amarte, queremos aprender a amar.
Queremos abrirnos a tu presencia, agradecer, alabar y suplicar. Callar, escuchar, no decir nada, simplemente
estar.
Acógenos como discípulos que quieren escuchar tus palabras, aprender de ti, seguirte siempre. Acógenos como
amigos. Y haz de nosotros también tus testigos, testigos del amor. Señor Jesús, toca esta noche nuestro
corazón, danos tu gracia, sálvanos, llénanos de la vida que sólo tú puedes dar.
Canción. “Estoy a la puerta y llamo” (Jessed)
1
¡Vamos, levantaos, se acerca vuestra liberación! Hay signos a vuestro alrededor. ¿No los veis en el
barrio, en la fábrica, en la comunidad, en vuestra propia casa y en vosotros mismos sin ir más lejos?
Restregaos los ojos, mirad con esperanza el horizonte, escuchad las buenas nuevas, dejaos
despertar por la brisa. ¡Dios está cerca! ¡Venga, levantaos, alzad la cabeza! La gente se angustia
por todo y anda sin aliento, dando tumbos de acá para allá, viviendo sin vivir, echando a perder tu
vida. Se desviven en fuegos fatuos, en espejismos de desierto en vagas añoranzas. recobrad el
aliento. ¡Dios está cerca!
¡Ánimo, levantaos y permaneced despiertos! No se os embote la mente o desboque el corazón con
tanta preocupación sobreañadida: qué os pasará, qué haréis, cuánto ganaréis, gastaréis, cuándo
sucederá y por qué, cómo escaparéis de la red de la moda o de la fiebre de las rebajas. Nadad
contra corriente. ¡Dios está cerca! ¡Hala, levantaos, y poneos en marcha con ilusión renovada! Otead
el horizonte. Vivid atentos a los susurros, a los lloros, gritos y risas de la humanidad entera. Dios
está cerca. Brotad a la vida. Dejad lo vano y lo estéril. Pedid fuerza para la espera. ¡Dios está cerca!
Vendrá con gran poder con fuerte gloria Vendrá veloz, furtivo, repentino,
Vendrá a saciar los ojos que le buscan como el hombre malvado en noche oscura
y al juntar en sus plantas nube y tierra vendrá como el esposo entre cantares
será la tierra meta de su ruta. esperado con lámparas y alcuzas.
V/. Señor, enséñame tus caminos, enseña su camino a los humildes. R/.
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad; V/. Las sendas del Señor son misericordia y
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/. lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
V/. El Señor es bueno y es recto, El Señor se confía a los que lo temen,
y enseña el camino a los pecadores; y les da a conocer su alianza. R/.
hace caminar a los humildes con rectitud,
2
PAPA FRANCISCO:
Juan el Bautista, predicaba «un bautismo de conversión para perdón de los pecados» . Y quizá
nosotros nos preguntamos: «¿Por qué nos deberíamos convertir? La conversión concierne a quien de
ateo se vuelve creyente, de pecador se hace justo, pero nosotros no tenemos necesidad, ¡ya somos
cristianos! Entonces estamos bien». Pensando así, no nos damos cuenta de que es precisamente de
esta presunción de lo que debemos convertirnos —de pensar que somos cristianos, todos buenos, que
estamos bien—: de la suposición de que, en general, va bien así y no necesitamos ningún tipo de
conversión. Pero preguntémonos: ¿es realmente cierto que en diversas situaciones y circunstancias de
la vida tenemos en nosotros los mismos sentimientos de Jesús? ¿Es verdad que sentimos como Él lo
hace? Por ejemplo, cuando sufrimos algún mal o alguna afrenta, ¿logramos reaccionar sin animosidad
y perdonar de corazón a los que piden disculpas? ¡Qué difícil es perdonar! ¡Cómo es difícil! «Me las
pagarás»: esta frase viene de dentro. Cuando estamos llamados a compartir alegrías y tristezas,
¿lloramos sinceramente con los que lloran y nos regocijamos con quienes se alegran? Cuando
expresamos nuestra fe, ¿lo hacemos con valentía y sencillez, sin avergonzarnos del Evangelio? Y así
podemos hacernos muchas preguntas. No estamos bien, siempre tenemos que convertirnos, tener los
sentimientos que Jesús tenía.
¿Estoy convencido de que Jesús me ofrece y me da la salvación?». Tenemos que ser valientes: bajar
las montañas del orgullo y la rivalidad, llenar barrancos excavados por la indiferencia y la apatía,
enderezar los caminos de nuestras perezas y de nuestros compromisos.
¡Sólo Él, Jesús, puede realizar todas las esperanzas del hombre!
3
PAPA FRANCISCO ¿Qué cosa tenemos que hacer?». A la pregunta de la multitud Juan responde que
compartan los bienes de primera necesidad: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no
tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo».
Después, al segundo grupo, al de los cobradores de los impuestos les dice que no exijan nada más
que la suma debida. ¿Qué quiere decir esto? No pedir sobornos. Es claro el Bautista.
Y al tercer grupo, a los soldados les pide no extorsionar a nadie y que se contenten con su salario.
Son las respuestas a las tres preguntas de estos grupos. Tres respuestas para un idéntico camino
de conversión que se manifiesta en compromisos concretos de justicia y de solidaridad. Es el camino
que Jesús indica en toda su predicación: el camino del amor real en favor del prójimo.
De estas advertencias de Juan el Bautista entendemos cuáles eran las tendencias generales de
quien en esa época tenía el poder, bajo las formas más diversas. Las cosas no han cambiado tanto.
No obstante, ninguna categoría de personas está excluida de recorrer el camino de la conversión
para obtener la salvación, ni tan siquiera los publicanos considerados pecadores por definición:
tampoco ellos están excluidos de la salvación. Dios no excluye a nadie de la posibilidad de salvarse.
Él está —se puede decir— ansioso por usar misericordia, usarla hacia todos, acoger a cada uno en
el tierno abrazo de la reconciliación y el perdón.
Esta pregunta —¿qué tenemos que hacer? — la sentimos también nuestra. Es preciso convertirse, es
necesario cambiar dirección de marcha y tomar el camino de la justicia, la solidaridad, la sobriedad:
son los valores imprescindibles de una existencia plenamente humana y auténticamente cristiana.
¡Convertíos! Es la síntesis del mensaje del Bautista.
Quien se convierte y se acerca al Señor experimenta la alegría. Hoy se necesita valentía para hablar
de alegría, ¡se necesita sobre todo fe! El mundo se ve acosado por muchos problemas, el futuro
gravado por incógnitas y temores. Y sin embargo el cristiano es una persona alegre, y su alegría no
es algo superficial y efímero, sino profunda y estable, porque es un don del Señor que llena la vida.
Nuestra alegría deriva de la certeza que «el Señor está cerca». Está cerca con su ternura, su
misericordia, su perdón y su amor.
Canto: “Ven Señor Jesús”(hermana Glenda)
Ven Señor Jesús porque sin ti ya no hay paisaje porque sin ti yo no respiro hondo
Ven Señor Jesús porque sin ti no hay melodías porque sin ti todo me cansa porque sin ti me falta
Ven Señor Jesús porque sin ti no encuentro paz en todo y me sobra todo, todo sin ti
nada; sin ti mis ojos no brillan
la vida es poca cosa sin ti, sin ti, sin ti, sin ti, Ven Señor Jesús, ven pronto a mi vida
la vida es poca cosa. Ven pronto Señor, ven pronto
Ven Señor Jesús, ven pronto a mi vida porque sin ti no me importa mi hermano,
ven pronto Señor, ven pronto no me importa el que sufre, porque sin ti mi
porque sin ti, yo no quiero la vida corazón es de piedra a quien todo resbala
ya no canto con alma, ya mis manos no sirven, acostumbrada a los pobres, acomodada a su casa,
ya no escucho latidos ya no abrazo con fuerza sin jugarse la vida, sin gastarla por nada,
mi corazón no se ensancha mi sonrisa no es plena sin gastarla por nada
y todo sin ti nada vale la pena,
porque sin ti ya no me llena nada Ven Señor Jesús, ven pronto a mi vida
porque sin ti todo suena vacío, ven pronto Señor, ven pronto
sin ti todo me deja tristeza
SILENCIO
REPETIMOS LA CANCIÓN COMO ORACIÓN
SILENCIO
REPETIMOS LA CANCIÓN COMO ORACIÓN
5
Que en este adviento que comienza estemos despiertos en todo tiempo, en pie ante el Hijo del Hombre, dejándonos
encontrar por Jesús, preparando el camino, allanando los senderos, para que el pueda encontrarse con nosotros;
Dejándonos bautizar por con Espíritu Santo y fuego, para como Juan anunciar al pueblo el evangelio; y como Isabel
reconozcamos a María como la madre de mi salvador. fiémonos de Jesús, y abandonados a su amor, llevemos su luz
allí donde estemos.
PETICIONES
Mantengamos encendida la luz de Jesús , y contestamos todos: que brille la luz de Jesús.
1. Para la Iglesia pobre entre los pobres, que brille la luz de Jesús
2. Para el Papa los obispos y todos los sacerdotes, que brille la luz de Jesús
3. Para todos los cristianos bautizados, que brille la luz de Jesús
4. Para los gobernantes, los que dirigen las naciones, que brille la luz de Jesús
5. Para los que sufren la guerra, que brille la luz de Jesús
6. Para los enfermos, especialmente los que están solos, que brille la luz de Jesús
7. Para los que viven o duermen en la calle, que brille la luz de Jesús
8. Para los que sufren malos tratos o algún tipo de violencia, que brille la luz de Jesús
9. Para los que no creen, que brille la luz de Jesús
10. Para los que no conocen a Jesús, que brille la luz de Jesús
11. Para los que no esperan el nacimiento de Jesús, sino solo compras y fiesta, que brille la luz de Jesús